Está en la página 1de 1

Relato Sonoro

Un sueño en acústico
Aquel día, me desperté, pero no abrí los ojos. Bostecé como de costumbre ante el sonido
del… ¿Despertador?. No, esta vez me levantó el canto de las tórtolas, y me recordó a cuando
iba a visitar a mi abuela al cementerio, y el sonido de las campanas fúnebres. Sentí un calor
especial, creo que era verano, las chicharras tampoco paraban. Comprendí que
probablemente estaba en medio de la naturaleza y el crujido del suelo bajo mi cuerpo
corroboró esta idea, estaba aplastando las ramitas y piedrecitas del suelo, sin querer. Por
alguna extraña razón no me hizo falta abrir los ojos, me incorporé lentamente, mientras
seguía el rechinar de mi cuerpo contra el suelo. ¿Dónde estoy? Sonó en mi cabeza. Agudicé el
oído todo lo que pude para poder dilucidar dónde me encontraba, y conseguí escuchar el
seseo de una culebra, y algunos sonidos que identi qué como pequeños primates. Además el
ruido algo grave del movimiento de las hojas de los arboles y arbustos me hizo suponer que
me encontraba en algún sitio frondoso y exótico. Por un momento me estremecí al escuchar
en mi nuca el aliento rasgado de algún felino, el cual, puedo asegurar, contaba con un tamaño
considerable dada la gravedad con la que resonaban sus fauces. Como pude, aún con los ojos
pegados salí todo lo corriendo que mi cuerpo respondió, mis pies se clavaban en la tierra
rítmicamente y las piedrecitas de nuevo, me hacían saber que iba, al menos, por un camino
de tierra. De repente escuché un tremendo rugido, y seguidamente, un sonido parecido al de
un soplete. Me estaba persiguiendo un dragón. A ciegas seguía por aquella extraña selva, con
los ojos cerrados, corriendo despavorida escuchando mis propios quejidos fruto del esfuerzo
que estaba realizando. De repente, silencio, y vacío. El suelo había desparecido debajo de mis
pies, y me precipité a algún sitio, mi único sentido activo estaba colapsado por el zumbido del
aire a la velocidad de mi cuerpo atraído por la gravedad. El estruendo del impacto de mi ser
contra la super cie del la poza, fue casi tan grande como corta su duración. Seguidamente
todo fue sustituido, por el burbujeo del agua agitada, y cuando paró me quedé debajo del
agua el silencio total provocado por la calma por n de la masa acuática, me invadió. De
repente algo me sacudió con un sonido provocado por un aleta que impactó contra mi
costado, una y otra y otra vez, mi agobio crecía fruto de no poder tomar aire, y de no saber
lo que estaba pasando, el sonido se fue haciendo más agudo, rápido y conocido, parecido a
un pitido entrecortado, tititití, tititití. ¿Mi despertador?, me desperté con las ondas sonoras
que provocó al n mi bocanada de aire, abriendo los ojos y despertándome en mi cama. “He
tenido un sueño acústico” le dije a mi madre.
fi
fi

fi
fi

También podría gustarte