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1. PRESENTACIÓN
En la vida real los números se utilizan de diversas formas; he aquí algunas de ellas:
Figura 1.1
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• Para medir • Para mcar una posición
Figura 1.7
Figura 1.6
Figura 1.8
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1.1 CONTEXTOS NUMÉRICOS
Los contextos
Este es un libro sobre números1 naturales y operaciones con ellos. Los números adquieren
distintos significados en función de los contextos particulares en los que se estén empleando.
Diferentes contextos numéricos (contextos particulares en los que se emplean los números),
son, según acabamos de ver, «secuencia verbal», «contar», «cardinal», «medida», «ordinal»,
«como código» y, finalmente, producto de la era electrónica, aparece el número como «tecla»,
«botón» o «resorte». Es posible encontrar dichos contextos aisladamente o abarcando más de
uno de los significados descritos.
La secuencia
En un contexto de secuencia se emplean los números en su orden habitual (uno, dos, tres,
cuatro, ...) sin referirlos a ningún ente u objeto externo. Se suelen emplear las secuencias
numéricas para conseguir distintos propósitos, como pueden ser los de practicarla, cronometrar
el tiempo (por ejemplo, diciendo los números hasta 30 en el juego del escondite), atraer la aten-
ción de los demás, sugerir otros contextos numéricos (hallar el cardinal, el ordinal y la medida) y
efectuar operaciones (sumar, restar, multiplicar y dividir).
El recuento
En el contexto de contar, a diferencia del de secuencia, cada número se asocia a un elemento
de un conjunto de objetos discretos. En la vida real, ambos contextos están identificados con el
contar. Mas, para nuestras consideraciones, importa resaltar esta diferencia, puesto que el
contexto de contar conlleva el correcto empleo de la correspondencia biunívoca que a cada
número asocia un objeto.
En objetos que no estén fijados a una posición, la acción de indicar se puede sustituir por
trasladar el objeto que se cuenta del montón de los no contados al de los contados.
Contexto cardinal
Un contexto cardinal es aquel en el que un número natural describe la cantidad de elementos
de un conjunto bien definido de objetos discretos (aislados) o sucesos.
Nuestro idioma, como muchos otros, dispone de palabras especiales para indicar los cardinales
en determinadas situaciones: dúo, trío, cuarteto,... (en música); gemelos, trillizos, cuatrillizos, ...;
doble, triple, cuádruple, ...; par, terna, cuaterna, etc.
Para hallar el cardinal de un conjunto se puede proceder de distintas formas. La primera es
preguntar a alguien para que nos lo diga. En caso de que esta vía no sea posible o necesaria,
nos vemos obligados a determinarlo por nosotros mismos y, dependiendo del tamaño del
conjunto, actuamos de cuatro formas distintas:
1. Si el tamaño se puede percibir «de una ojeada» (caso de los puntos del dominó), el
número aparece en nuestra mente de forma instantánea. Esta forma de obtenerlo se
llama subitización, derivado de la palabra latina subitus (súbito).
2. Para conjuntos más numerosos en los que nos falla la subitización empleamos el proceso
de contar; el número con el que finalizamos el proceso de contar un conjunto determinado
nos da su cardinal.
3. En los casos en que la aproximación numérica es suficiente se suelen emplear técnicas
de estimación (número de asistentes a una manifestación).
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Tales conceptos, los de número y operación, los abordaremos en el último capítulo, a nivel de construcción
teórica formalizada, mediante definiciones axiomáticas libres de los posibles significados con que se utilizan en la
práctica.
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4. Y, finalmente, si disponemos de la suficiente información adicional, el cardinal de un
conjunto también podrá hallarse empleando con sentido las cuatro operaciones
elementales y sus propiedades (así, conocidos los cardinales de una partición de un
conjunto, podemos hallar por suma el cardinal de éste).
Hay situaciones en que sólo se necesita conocer el «tamaño» de un conjunto, y otras en las que
comparamos los de dos conjuntos. Se trata en este caso de decidir si los «tamaños» son
iguales, o si uno es mayor o menor que otro. La decisión se puede tomar:
1. Comparando perceptualmente los conjuntos.
2. Estableciendo correspondencias biunívocas entre los elementos de los dos conjuntos.
3. Contando los objetos y comparando los cardinales.
Medida
En los contextos de medida, los números describen la cantidad de unidades de alguna
magnitud continua, como longitud, superficie, volumen, capacidad, peso, tiempo, etc. La
magnitud se supone dividida en múltiplos de la unidad correspondiente y nos permite responder
a la pregunta ¿cuántas unidades hay? La división puede estar ya hecha o no, por lo que las
técnicas que usemos para determinar la medida estarán subordinadas a este hecho. Si la
magnitud está dividida en múltiplos de la unidad, la situación es análoga a un contexto cardinal
y podemos utilizar las mismas estrategias. Si no lo está, se requieren técnicas más complejas,
específicas del tipo de magnitud. El proceso de división puede requerir llenar la unidad (por
ejemplo, en capacidad) o recubrir la cantidad que va a ser medida con unidades (por ejemplo,
un área con el centímetro cuadrado) y, además, contar. Si sólo tenemos una réplica de la
unidad (por ejemplo, un solo centímetro cuadrado), estos procedimientos de recubrir se tienen
que sustituir por una reiteración de la unidad en la que, al mismo tiempo que la unidad se coloca
correctamente, se tiene que ir contando.
Hay técnicas más sofisticadas de medida, como el uso de escalas, en las que las unidades
aparecen marcadas por números.
Hay escalas directas (para longitud) o indirectas (temperatura).
Dentro de las escalas indirectas, la medida del tiempo con el reloj reviste connotaciones
especiales, entre las que destaca el que periódicamente, cada doce o veinticuatro horas, se
renueve el origen. Esto lleva implícito el concepto modular del número. Las operaciones de
medida que den resultados superiores a doce tendrán que dividirse por el módulo doce y el
resto de la división entera expresa la hora.
También se recurre al uso de fórmulas (para el volumen) o a estimaciones (área).
Otra utilización indirecta de los números como medida aparece en las etiquetas que muestran
las tallas de la ropa o de los zapatos, o los diferentes tamaños de algunos utensilios que se
fabrican para uso cotidiano.
Los números como cardinales y como medidas son semejantes en el hecho de que los dos
describen una cantidad de unidades de algún tipo.
Contexto ordinal
En un contexto ordinal el número describe la posición relativa de un elemento en un conjunto
discreto y totalmente ordenado en el que se ha tomado uno de los elementos como inicial.
Hoy en día se estudian las relaciones de orden de forma independiente de los números y de los
conceptos en que éstos se suelen aplicar; el efecto en determinados casos ha llevado a utilizar
el término «ordinal» para hacer referencia a contextos en los que, de una forma u otra,
intervenía una ordenación.
El hecho de que los contextos de secuencia se puedan ordenar por el orden convencional y que
los de cardinal y medida se puedan hacer por su magnitud (uno, dos, tres,...), no quiere decir
que estemos ante contextos ordinales. Tales ordenaciones se convierten en ordinales si lo que
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se cuestiona es la posición relativa de un elemento en la ordenación. Estas u otras
ordenaciones referidas a los contextos de secuencia, cardinal y medida son condiciones
necesarias pero no suficientes para considerar un contexto como ordinal. Evitaremos la
confusión reservando el término ordinal para contextos ordinales, tales como los hemos
definido; y hablando de contextos ordenados al referirnos a situaciones que incorporen una
relación de orden.
Para hallar el ordinal de un elemento se pueden seguir los procedimientos usados en contextos
cardinales: subitizar, contar, estimar, operar, o bien recibir la información de alguien. Nd
obstante, en alguno de ellos hay diferencias.
Así, el contar para hallar la posición ordinal está supeditado al procedimiento de contar, que
debe comenzar en el elemento inicial especificado por la ordenación y seguir el orden hasta
alcanzar el objeto al que nos referimos.
Códigos
En los contextos de código, los números se utilizan para distinguir clases de elementos. Son
etiquetas que identifican cada una de las clases. Esto requiere haber establecido una relación
de equivalencia o una partición en clases que cumpla las dos propiedades siguientes: cada
elemento debe entrar en una clase, y sólo en una, de modo que al reunir las clases aparezca de
nuevo el conjunto de partida.
Dos elementos que pertenezcan a la misma clase se consideran como equivalentes. Ejemplos
de ellas son las categorías socioprofesionales, las posiciones teóricas de los jugadores de fútbol
en el campo, los conceptos retributivos, los números de teléfono, etc.
Debe tenerse cuidado al definir la clasificación para que cada elemento pertenezca a alguna
clase y no entre en más de una.
Una vez determinada la partición del conjunto que estamos considerando, es útil darle un
nombre a cada una de las clases, ponerle una matrícula o código identificativo, que las
diferenciará de las demás, que las representará. Los símbolos que se pueden usar son
variados: letras del alfabeto, figuras geométricas, códigos de barras,... y ¿por qué no? los
símbolos numéricos. Cada uno de ellos se asignará a una clase distinta, lo que les confiere la
única propiedad que van a tener en este contexto: la de ser símbolos distintos. El ejemplo típico
lo constituyen «los dorsales» de los jugadores de un equipo de fútbol. Los números del uno al
once representan en este caso las posiciones teóricas en las que juegan (portero, defensa
lateral izquierdo, central, extremo izquierdo, etc.).
Las ventajas de utilizar los símbolos numéricos vienes de que ocupan poco espacio, se
identifican rápidamente, son fáciles de nombrar y de escribir y, quizás la más importante: si la
asignación se hace siguiendo la serie numérica nos permitirá contar las clases y ordenarlas.
En determinados casos, los códigos numéricos se utilizan mezclados con otros códigos, así,
mezclados con letras en las matrículas de los coches. O con otros significados numéricos, como
los ordinales en las direcciones: nº 3, 7º, puerta B.
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El reparto en un contexto ordinal produce subcontextos ordinales. Por ejemplo, una cola de
personas se puede repartir en tres colas, debido a la puesta en servicio de dos ventanillas más.
El reparto se puede hacer por bloques o entrelazado. Si hay 30 personas en la primera cola, las
diez primeras se quedarán en la que están, las diez siguientes irán a una nueva ventanilla y las
otras diez a otra. El reparto entrelazado consistirá en hacer un reparto secuencial: el primero a
una ventanilla, el segundo a otra, el tercero a otra,... Las posiciones ordinales resultantes
dependerán del proceso seguido.
Cuando se agregan elementos a un conjunto ya codificado, el resultado es que se necesitan
nuevos símbolos, distintos de los ya usados. Esto no supone ningún inconveniente cuando se
utilizan los códigos numéricos en orden creciente y es una ventaja frente a otras codificaciones.
El segregar un conjunto de un contexto codificado dificulta el hallar el número total de clases
existentes.
Si reiteramos una clasificación se produce otra a un nivel superior, en la que las clases las
forman concreciones particulares de la clasificación primitiva. Una clasificación de los libros de
matemáticas con su código correspondiente, si es buena, se podría utilizar en otras disciplinas
(Física, Historia, etc.). Esta reiteración de la codificación utilizada en el mismo contexto produce
confusión, que puede evitarse cuando se vuelvan a codificar las clases superiores
correspondientes a cada disciplina. Aparecen así dos códigos para cada libro: el primero
corresponde a la materia y el segundo a partes de ella, que están separadas normalmente por
un punto. En general, el código situado a la izquierda representa la categoría más amplia, el
que le sigue representa a la categoría primitiva. El punto es un elemento separador.
Si la acción de reiterar produce una clasificación más amplia, la de repartir da lugar a una
clasificación más fina que la de partida. La clasificación de los libros podríamos haberla
empezado por las disciplinas para después establecer las subcategorías. Esta codificación va
de lo general a lo particular frente a la de reiterar, que va de lo particular a lo general. No
obstante, la disposición de los códigos suele ser la misma.
Analfabetismo aritmético
Los resultados no han sido todo lo buenos que se esperaban y las estadísticas sobre
analfabetos funcionales en la edad adulta, en donde se incluye la incompetencia numérica
funcional, reflejan que en la actualidad sigue habiendo un alto porcentaje de adultos que son
incapaces de utilizar los conocimientos elementales de cálculo, lo que ha dado lugar a que esta
materia forme parte de los Programas de Formación de Adultos.
Estas personas, que ya pasaron por su etapa escolar y que son incapaces de desenvolverse
numéricamente, es probable que tampoco lo consigan con un programa calcado del que ya
recibieron. Para poder desenvolverse con competencia en las situaciones problemáticas de la
vida real, se tiene que haber practicado sobre situaciones extraídas de la misma, y esa
actividad debe realizarse en las aulas, y no ya sólo como actividad recuperadora de individuos
adultos, sino en las Escuelas Primarias como actividad forma-dora para la vida. Los educadores
deben conocer cuáles son las necesidades numéricas de los adultos para tenerlas como metas
en la educación que imparten.
Necesidades generales
La escuela debe incorporar los usos que la sociedad hace de los números para que los alumnos
adquieran lo que hemos llamado competencia numérica al enfrentarse a situaciones reales que
la "requieran. Es obvio que la situación más real y más natural en la que están inmersos miles
de ciudadanos es el trabajo. Vamos a tomarlo como centro de atención e intentar desglosar las
destrezas y los usos numéricos en distintas profesiones.
Relacionados con el trabajo hay unas necesidades o unos usos numéricos que son comunes a
la mayor parte de los trabajadores y que no dependen de la profesión y otros que son
específicos de la misma.
Entre las necesidades, incluimos las que surgen por el hecho de trabajar, y que no dependen de
una actividad profesional específica: controlar el horario de trabajo; saber interpretar la nómina:
importe total del sueldo e importe parcial de los distintos conceptos retributivos, descuentos de
Hacienda y Seguridad Social, tipos impositivos que se aplican, sueldo líquido a percibir y la
interpretación de los códigos numéricos correspondientes a los distintos conceptos retributivos y
a los descuentos; interpretar las subidas salariales en términos de porcentajes; manejar una
cuenta corriente o cartilla de ahorros a través de la que se percibe el salario; realizar liquida-
ciones a Hacienda; controlar la economía familiar y planificar vacaciones.
Hay aspectos más genéricos que también pueden considerarse necesidades numéricas de un
trabajador: la interpretación de las cifras de paro, índices de productividad, resultados de
elecciones sindicales, el IPC, etc.
En el desempeño de muchas profesiones, una parte de la actividad desarrollada exige el uso de
la Aritmética. A continuación se enumeran, en líneas generales y por tipos profesionales, cuáles
son las actividades numéricas en ellas implicadas. Hay que hacer dos salvedades: primera, no
se pretende hacer una lista exhaustiva de todas las profesiones, y segunda, las exigencias
numéricas en cada profesión pueden variar en alguna medida. Por ejemplo, un trabajador de la
pequeña y mediana empresa es posible que se encargue de una mayor variedad de trabajos
que sus homólogos que trabajan en secciones especializadas de las grandes empresas y, por
tanto, su actividad matemática será más amplia.
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Sector industrial
Dentro de las distintas categorías que integran este sector, los que se hallan en el nivel más
bajo, en algunos casos nulo, de empleo de las matemáticas, fundamentalmente porque no se
necesitan en la actividad desarrollada, son los obreros manuales. Sus funciones en algunos
casos consisten en apretar tornillos, acoplar componentes, alimentar una cadena de montaje,
etc. En tiempos pasados, este grupo de trabajadores era muy numeroso en las industrias, y en
él se integraba gran parte de la emigración de zonas rurales, generalmente con poca cultura
matemática. Hoy día asistimos al desplazamiento cada vez mayor de estos trabajadores por los
robots electrónicos y, como consecuencia, su proporción está disminuyendo.
Al ser desplazados de sus puestos, tienen dos opciones: el paro y reconvertirse para trabajar en
otra empresa, o quedarse en la que estaba ascendiendo a una categoría superior. En esta
segunda categoría de trabajadores industriales, encargados o supervisores, sí se realizan
ciertas actividades de tipo aritmético: contar los productos fabricados y registrar el resultado; re-
conocer, copiar e interpretar los números que aparecen en los productos: números de código,
fechas de fabricación y caducidad, número de registro; leer e interpretar correctamente los
números que aparecen en indicadores, diales y cuadrantes y hacer comprobaciones del peso y
las medidas del producto fabricado empleando un sistema métrico; distinguir entre peso y peso
bruto; ordenar productos por categorías o calidades; en algunas de estas actividades precisarán
efectuar operaciones aritméticas, posiblemente usando una calculadora o calculando
mentalmente en los casos sencillos; interpretar expresiones, como «dura tres veces más,
necesita sólo una cuarta parte, le descontamos un 20%» y demás expresiones de propaganda
comercial que se suelen poner en los envases de los productos.
Hay una tercera categoría de obreros más próxima a los especialistas, y que lleva a la práctica
los planteamientos a veces teóricos de éstos. Requieren un mayor número de destrezas y de
conocimientos aritméticos que las categorías anteriores. Entre las funciones que desempeñan
se encuentran el manejar aparatos de medida con precisión (micrómetros, nonios, probetas,
etcétera); calcular o estimar superficies; entender márgenes de error; interpretar croquis hechos
a escala.
Para esto han de conocer, además de los números naturales, las fracciones y los números
decimales. En algunos casos, se les pedirá utilizar un teclado de ordenador o calculadora, leer
gráficos y usar tablas de referencia, mezclar sustancias en la proporción correcta y sustituir
números en una fórmula concreta.
En estrecha colaboración con la categoría anterior se encuentra el tipo de obrero denominado
especialista. Su labor precisa de un conocimiento más científico de los productos que elabora la
empresa, de los procesos que en ella se desarrollan, de la previsión de resultados, y necesitará,
en consecuencia, más conocimientos matemáticos que otras categorías. Además de los
conocimientos ya citados, pueden necesitar calcular superficies y volúmenes de figuras no
rectilíneas en dos o tres dimensiones, medir ángulos, operar con fracciones y decimales,
convertir unidades, utilizar tablas de equivalencias, semejanza, teorema de Pitágoras y algo de
trigonometría.
Sector de construcción
En este sector, el peón de albañil es el que menos necesidades matemáticas tiene. Es
equiparable en esto a la primera categoría de obreros de la industria y, también, al jornalero
agrícola.
El albañil, el pintor y los decoradores sí que tendrán que utilizar con más frecuencia ciertas
destrezas aritméticas, sobre todo si son autónomos. Los trabajos los suelen hacer a jornal o a
contrata. En ambos casos, tienen que realizar una estimación previa del material a emplear y
del costo total. La estimación ha de ser buena, porque tan perjudicial es el que sobre material
como el que no haya suficiente.
Algunos trabajadores precisan saber interpretar planos a escala y medir con precisión, como el
albañil; usar fórmulas, como el electricista; cálculos exactos, como el carpintero, y medir y
planificar bien, como el capataz.
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Sector turístico y hostelería
Los trabajadores de este sector necesitan realizar cálculos aritméticos con precisión,
relacionados fundamentalmente con dar la cuenta y también con peso, medida y previsión de
existencias.
En los hoteles, los recepcionistas tienen que cobrar, informar sobre precios, aplicar el IVA,
registrar fechas de entrada y salida, informar sobre horarios de medios de transporte, marcar
números de teléfono, anotar números del DNI y, cómo no, ser expertos conocedores de la
numeración de las habitaciones.
Los empleados de cafetería, a menudo, tienen que anotar o retener mentalmente gran número
de consumiciones, sumarlas, saber el precio por unidad, calcular el coste total, dar el cambio,
etc. Los cocineros, con frecuencia, pesan, miden y calculan el tiempo que se tarda en preparar
un plato.
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y una división por 100. La primera y la última en todos los casos se pueden realizar men-
talmente. La segunda es la que puede plantear alguna dificultad.
Además de calcular mentalmente y con lápiz y papel, en el trabajo se utilizan calculadoras,
sobre todo cuando se requiere un considerable número de cálculos, rapidez y precisión en los
resultados. Es un uso elemental, pero que aún hoy no está generalizado su aprendizaje en los
centros escolares.
Las fórmulas algebraicas en la escuela son expresiones que contienen una o más letras; sin
embargo, las fórmulas que se utilizan en el trabajo vienen dadas, o bien por palabras, o por
abreviaturas. Este tipo no suele considerarse en la escuela.
Las habilidades de estimación se utilizan mucho en la práctica. Hacer muchas experiencias de
calcular y medir desarrolla estas destrezas.
En el trabajo, las medidas a veces no son exactas, se mueven dentro de unos márgenes de
precisión, o dentro de límites fijados, mientras que en la escuela, los resultados raramente se
suelen interpretar en este sentido.
Por último, utilizar tablas de referencia es usual en muchas profesiones, mientras que en la
escuela rara vez se manejan.
El número y el Análisis
Nos limitamos al análisis real de variable real por ser el más común en las carreras de corte
científico.
Los tópicos tratados en esta materia suelen ser: número real, sucesiones, límites, continuidad,
funciones elementales (circulares, exponenciales y logarítmicas), derivación, integración y
series. El orden de exposición y estudio de estos temas no suele variar mucho con respecto al
anterior, y el que aparezca el número real como primer tema no es arbitrario, sino imperativo: el
análisis real de variable real se fundamenta sobre este conjunto numérico y sus propiedades
con respecto a las operaciones elementales y a la ordenación. Las operaciones elementales
que se toman como básicas son la adición y la multiplicación con sus propiedades asociativas,
conmutativas, distributiva, elemento unidad y cero, y elementos opuestos e inversos. Las otras
dos operaciones (sustracción y división) se definen a partir de ellas: a - b = a + (-b);
a : b = a . b - 1 , b ≠ 0, y tienen un papel secundario.
En definitiva, se establece una estructura base, la de cuerpo, y se suele remitir el estudio de las
consecuencias que de ella se derivan a la teoría general de cuerpos, que normalmente no se
suele abordar. Queda en el alumno el interrogante de cuál será el resto de las propiedades.
Tampoco se suele practicar con ellas y cuando el alumno las necesita lo hace según su
experiencia en los ciclos anteriores de enseñanza.
Así pues, el analista, cuando estudia los números, está interesado en poner de manifiesto
cuáles son las propiedades básicas, los axiomas que va a utilizar, pero normalmente no está
dispuesto a realizar un estudio exhaustivo de las propiedades que de esos axiomas se
deducen.
Con las propiedades del orden ocurre igual, se postulan o deducen las mínimas posibles y se
espera que el alumno tenga la «soltura» suficiente para utilizarlas en los temas posteriores.
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En el estudio del Análisis se requiere una clara distinción entre los distintos tipos de números
(naturales, enteros, racionales e irracionales). Los números naturales tienen interés aquí como
un subsistema de los reales.
Aunque en determinadas actividades se utiliza la aproximación numérica, no es ésta la forma de
proceder en Análisis, y la exactitud, el rigor, la abstracción y la formalización son sus armas
principales.
Además de utilizar el número para fundamentar el Análisis, también se utiliza como herramienta
metodológica. En esta parcela podemos señalar la presencia de varios contextos numéricos. En
las sucesiones están presentes los contextos de contar y ordinal: al primer término se le nota x1
al segundo x2, etc. Se aplica la secuencia numérica a objetos (números), y en la definición de
límite tenemos que localizar la posición de un número natural, n0. El contexto de medida se
suele presentar en las representaciones gráficas y en las integrales y el cardinal está presente,
por ejemplo, en el número de puntos de discontinuidad de una función, o en las consideraciones
sobre conjuntos finitos e infinitos.
Números y Estadística
La Estadística nace en la antigüedad a consecuencia de los censos que elabora el Estado, de
donde le viene el nombre. Era una parte de la Aritmética aplicada a problemas poblacionales y
en los que predominan los contextos cardinal y de contar.
Hoy día su campo de aplicación es muy amplio, siendo una de las disciplinas matemáticas que
más utilidad tiene en otros ámbitos del conocimiento.
Su estudio puede ir desde la fundamentación teórica más rigurosa como disciplina matemática,
hasta la mera aplicación de sus resultados en las carreras de Ciencias Sociales. En todos los
casos la Estadística es vista como un «método de descripción cuantitativa de conjuntos
numerosos, que utiliza el número como soporte objetivo de dicha descripción».
Aquí la palabra número hay que entenderla en el sentido de número real, si bien los números
naturales aparecen con más asiduidad que en otras disciplinas científicas.
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Así, las variables estadísticas se suelen clasificar en cualitativas y cuantitativas. Ejemplo de
variable cualitativa lo proporcionan las categorías profesionales que, como hemos visto, se
suelen codificar numéricamente.
Las variables cuantitativas se dividen a su vez en discretas y continuas. Las discretas son las
que toman valores aislados, no susceptibles de división, como el número de hijos por familia.
Estamos en este caso en una interpretación cardinal del número.
Las variables continuas son las que toman valores reales cualesquiera. Ejemplos típicos son las
magnitudes clásicas: longitud, superficie, etc. En casos particulares, los valores obtenidos son
números naturales que deben interpretarse como medidas.
Esta clasificación de las variables suele ser buena para los matemáticos, físicos, etc., y no les
suele crear problemas. No sucede así en las Ciencias Sociales, donde las unidades de medida
no están tan claras. Suelen referirse a niveles de medida para designar la capacidad
discriminatoria que poseen las variables numéricas.
En lugar de variables hablan de escalas. La correspondiente al primer nivel de medida es la
escala nominal, en la que el número tiene sentido de código. El segundo nivel corresponde a la
escala ordenada, que puede suministrar un contexto ordinal. Las escalas de intervalo son el
tercer nivel de medida. Son escalas ordenadas que incorporan un principio uniformizador, de tal
manera que a lo largo de todos los puntos de dicha escala los intervalos entre dos clases
consecutivas son iguales. Los números de esta escala incorporan un sentido cardinal o de
medida, que permite efectuar con sentido operaciones con ellos. Las escalas de razón son
escalas de intervalo que poseen además un cero absoluto.
Además de determinar y emplear las variables, el trabajo en Estadística consiste en recoger
datos, clasificarlos, presentarlos adecuadamente, analizarlos, emplear las distribuciones de
probabilidad discretas y continuas, analizar la correlación y regresión, los tests de hipótesis,
métodos de encuestas y técnicas de muestreo.
Estas actividades requieren destrezas relacionadas con anotar números, hacer el recuento por
clases, ordenar las clases, comparar las frecuencias, obtener las sumas acumuladas, obtener el
total, representar gráficamente, calcular porcentajes y proporciones, calcular medidas y
desviaciones típicas, usar tablas numéricas de doble entrada, sustituir números en fórmulas,
aproximar y redondear resultados e interpretar los datos numéricos.
Los cálculos aritméticos necesarios se hacen con calculadoras o usando paquetes estadísticos
con ordenadores, por lo que las destrezas de cálculo con lápiz y papel, que hasta hace poco
tenían mucha importancia en Estadística, no son ya tan imprescindibles. Sí lo es el poseer un
cierto sentido numérico que permita controlar los posibles errores que se pueden cometer con el
uso de estos aparatos.
EJERCICIOS
1. El comentarista deportivo de TV lee la siguiente noticia sobre el Tour de Francia: «El corredor
X, con el dorsal 151, después de haberse escapado durante 110
km, llegó en quinta posición a la meta. Un grupo de 10 corredores salió a la caza
del corredor X. Cuando faltaban 10 km para la meta le pasan uno, dos, tres, hasta cuatro
corredores. El piñón que está utilizando es un 22...»
2. Señale cuál es el significado que tiene cada uno de los números que aparecen en este
comentario.
3. Elabore una lista de 10 juegos infantiles en los que de algún modo se utilicen números.
4. Indique cómo se emplea el número en cada uno de ellos y a qué contexto corresponde.
5. Elabore un cuadro de doble entrada, cuyas filas sean los diferentes contextos numéricos y en
las columnas aparezca una relación de los juegos de azar más conocidos (loto, quinielas,
bingo, lotería, dados, etc.).
6. Marque con una cruz los significados que aparecen en cada juego.
7. Piense en tres profesiones distintas, no tratadas en este capítulo. Describa la utilización que
tienen los números en cada una de ellas.
8. Una profesión muy importante es la de maestro. Elabora una encuesta que permita conocer
los usos y necesidades aritméticas que tiene el maestro en su profesión. Le será de utilidad
consultar el capítulo dedicado a la «Elaboración de encuestas» del libro de Estadística de la
colección «Matemáticas. Cultura y Aprendizaje».
9. Haga una lista de números naturales, lo más extensa posible, que se refieran a situaciones
que le afecten personalmente.
10. Piense una situación en la que los números se empleen prioritariamente para describir; otra,
en la que se empleen para ilustrar; otra, en la que se empleen para interpretar; y,
finalmente, otra, en la que se empleen para predecir o explicar.
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