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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

LA USURA EN EL DERECHO CIVIL Y DERECHO PENAL

INTRODUCCIÓN

El modelo económico internacional parece uniformizarse y encaminarse hacia el


liberalismo. ASÍ, se busca reducir la participación del Estado en la economía, dejando que
el mercado se rija por las reglas de la libre competencia. El planteamiento se ha recogido en
nuestro país y, en los últimos años, se ha venido implementando todo un cuerpo normativo
que apunta hacia ese fin. Valga además como clara expresión de que se busca la práctica
misma de ese modelo, toda esa ola privatizad ora que se está desarrollando sobre el sector
público. Si se opta por dejar que el sector privado acceda a ámbitos antes vedados para él,
para ser coherentes debería también llevarse a cabo, todo un proceso de «privatización del
sector privado». Y debe ser entendida esta última expresión, como la posibilidad expedita
de todos y cada uno de los sujetos para regular, según sus propios intereses, las relaciones
jurídicas a las que pudiesen acceder. El trabajo tiene un enfoque penal, pero ello no obvia
que en algunos momentos debamos referimos al ámbito civil, en razón del contenido
mismo que tiene el delito de usura.

Empezaremos revisando lo referido al interés -uno de los elementos normativos del tipo
penal de usura-, el ente que se encarga de regular su expresión numérica (esto es, las tasas)
y, las consecuencias que trae consigo el sobrepasar tales tasas. Seguidamente analizaremos
el tipo penal de usura acorde a los lineamientos de la teoría finalista. Se verá luego la Ley
Orgánica del Banco Central de Reserva , la Ley General de Instituciones Bancarias,
Financieras y de Seguros y tres circulares emitidas por el BCR, en sus partes referidas al
tipo de usura; para terminar esbozando ideas respecto de la razón o sinrazón de penalizar
este tipo de conductas. El objetivo es suscitar la reflexión respecto de lo incoherente que
sería la existencia de regímenes diferenciados de crédito, dentro del actual sistema
económico.

Es de considerar que la finalidad de cualquier ordenamiento jurídico es la regulación de la


vida del hombre en sociedad, por ello, toda norma jurídica está orientada, en último
término, a cumplir con dicho objetivo. Así pues, el legislador, a la hora de llevar a cabo su
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labor creativa, deberá tomar en cuenta este interés subyacente y generar normas de cara a la
solución de conflictos. En esta oportunidad, creemos pertinente ocuparnos de un tema que,
a nuestro entender, no encaja dentro de la exigencia del ordenamiento jurídico, ya anotada,
puesto que las normas que lo regulan, además de no contener una respuesta jurídica
efectiva, generan dudas acerca de los ilícitos en ellas contenidas. En las líneas siguientes,
nos abocaremos al estudio del ilícito previsto en el artículo 214 del actual Código Penal,
referido al delito de usura, deteniéndonos principalmente en dos criterios dogmáticos que
tornan imposible la configuración del tipo de injusto: primera, la transgresión del principio
de ultima ratio en la configuración de conducta ilícita y, la segunda, la imposibilidad de
configuración material del supuesto, de cara al principio de la legalidad.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. EL INTERÉS CONVENCIONAL


(COMPENSATORIO O MORATORIA) EN EL PERÚ.

Para fines del presente trabajo, nos interesa comenzar esta reseña histórica con la Ley
No.2760 y, conocida como Ley de Agio y Usura. Dicha norma estableció un sistema de
tasas máximas de intereses, sancionando con nulidad aquellos contratos que estipularan un
interés superior al permitido y en los que se simule recibir una cantidad mayor a la recibida.
Igualmente, prohibió la capitalización de los intereses. Después, apareció el Decreto Ley
No.ll078 del 5 de agosto de 1949, en cuyo artículo 1 se calificaba como delito perseguible
de oficio el Agio y la Usura. En su artículo 2, dicha ley denominaba usurario el interés
mayor al14% anual, con o sin garantía prendaria, sobre préstamos mayores o iguales a S/.
500.00 (de la época) si la suma era menor, se consideraba usurario el interés mayor al 18%.
Seguidamente nos encontramos con el Decreto Ley No.18779 (1971) en el que se facultó al
Banco Central de Reserva del Perú a establecer tasas máximas de interés para las
operaciones realizadas dentro y fuera del sistema financiero. Posteriormente, el artículo 2
del Decreto Ley No.21504 (1976), estableció que sería el Banco Central de Reserva del
Perú quien normaría los topes máximos de interés por préstamos dinerarios, ya sea a nivel
bancario o de personas naturales, con lo cual, el límite para la calificación del préstamo
usurario dependía de la tasa que fije el Banco Central de Reserva, pero con la limitación de
que dichas tasas no excedieran las que, como máximo, establecería el Poder Ejecutivo. En
otras palabras, el Banco Central de Reserva del Perú estaba facultado, de manera recortada,
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para limitar al interés. Además, dichas tasas máximas fijadas por el Banco Central de
Reserva del Perú (dentro de los límites que estableciera el Poder Ejecutivo), regirían
también para todas las obligaciones y contratos sobre préstamos de dinero a que hacía
referencia el inciso a) del artículo 2 del Decreto Ley No.ll078 y el artículo 7 de la Ley
No.2760. De esta manera, se pasó de un régimen rígido, como el contenido en la Ley
No.2760, a las tasas máximas fijadas por el Banco Central de Reserva del Perú. En 1980,
mediante Ley No.23232, se facultó al Directorio del Banco Central de Reserva del Perú a
establecer las tasas máximas de interés para las operaciones dentro y fuera del sistema
financiero, sin ninguna limitación a la decisión del Poder Ejecutivo. Tras la entrada en
vigor del actual Código Civil (Decreto Legislativo No.295, del 14 de noviembre de 1984),
quedó establecido, en su artículo 1243, que las tasas máximas de interés convencional
compensatorio y moratorio serían fijadas por el Banco Central de Reserva del Perú. De esta
manera, el legislador de 1984 incorporó en la legislación civil el régimen de tasas máximas
que ya venía siendo aplicado en el sistema. Luego, el15 de marzo de 1991, fueron
publicadas en el Diario Oficial El Peruano las tasas máximas de interés aplicables para las
operaciones realizadas fuera del sistema financiero. Dichas tasas rigen hasta la fecha, tanto
para el interés convencional compensatorio cuanto para el interés convencional moratorio,
pero cabe señalar que las mismas están expresadas en fórmulas de promedios de tasas de
intereses (TAMN y TAMEX), como más adelante se explicará. La evolución de la
regulación de los intereses en el ordenamiento peruano continúa en la anterior Ley de
Instituciones Bancarias y Financieras (Decreto Legislativo No.770, de 1993), la misma que
liberalizó las tasas de interés convencionales (compensatorias y moratorias) para las
operaciones que se realicen dentro del sistema financiero, de tal manera que quedarían
determinadas por la libre competencia, hasta la actualidad. Dicha ley señaló que la
Disposición establecida en el primer párrafo del artículo 1243 del Código Civil no es
aplicable para las operaciones que se realicen dentro del sistema financiero, por lo cual, a
partir de la vigencia del Decreto Legislativo No.770, el Banco Central de Reserva del Perú
sólo podía establecer las tasas máximas de interés para las operaciones fuera del sistema
financiero.
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En esta misma línea de ideas, la Ley No.26702 (1996), Ley General del Sistema Financiero
y de Seguros y Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros, repitió lo precisado
por el Decreto Legislativo No.770 en materia de intereses, ampliando la liberación a las
comisiones y gastos para las operaciones activas, pasivas y servicios. Por su parte, la Ley
No.26123 (1993), Ley Orgánica del Banco Central de Reserva del Perú, estableció, en
concordancia con el Decreto Legislativo No.770, que el instituto emisor propiciaría que las
tasas de interés para el sistema financiero sean determinadas por la libre competencia. De
manera excepcional se otorgó facultades al Banco Central de Reserva del Perú para fijar las
tasas de interés máximas o mínimas con el propósito de regular el mercado. En conclusión,
de lo hasta aquí anotado podemos apreciar que en el Perú, desde antes de la entrada en
vigor del Código Civil de 1984, ya se contaba con un sistema de tasas máximas de interés,
por lo cual, es de entender que el tipo de usura previsto en el Código Penal de 1991 se haya
creado en función de dicho esquema: "Artículo 214.- El que con el fin de obtener una
ventaja patrimonial, para sí o para otro, en la concesión de un crédito o en su otorgamiento,
renovación, descuento o prórroga del plazo de pago, obliga o hace prometer pagar un
interés superior al límite fijado por la ley, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de uno ni mayor de tres años y con veinte a treinta días-multa. Si el agraviado es
persona incapaz o se halla en un estado de necesidad, la pena privativa de libertad será no
menor de dos ni mayor de cuatro años".

EL DELITO DE USURA

Al margen de las consideraciones político-criminales sobre la efectividad del control penal


respecto de las conductas que contiene el tipo de usura, corroboradas tanto más por la
estadística delictiva que al respecto existe, el legislador nacional ha considerado necesario
tipificar estas conductas.

La existencia de este tipo penal parece contradictoria en la actual coyuntura político-


económica y pone en entredicho la prédica oficialista, pues el libre mercado que se quiere
implantar en el país no es acorde con el establecimiento de tasas máximas a que se deban
sujetar los agentes económicos. Empero, en descarga del legislador, debemos recordar que
la elaboración del Código Penal se dio en una coyuntura distinta, no muy alejada, pero
tampoco muy cercana a la actual.
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A. Antecedentes legislativos
La represión del delito de agio y usura en el Perú comienza con la Ley 2760
promulgada el 26 de junio de 1918. Posteriormente, el 05 de agosto de 1949, la
Junta Militar de Gobierno dicta el Decreto Ley 11078, estableciéndose dentro de sus
considerandos que era necesaria la dación de esta nueva ley, porque la 2760 no
había cumplido con los fines perseguidos. En su artículo 28, establece hasta tres
supuestos para la tipificación del delito: l. Todo contrato, obligación o pacto sobre
préstamos de dinero, con o sin garantía, que exceda la tasa legal, que la ley
establecía considerando el monto del préstamo. 2. Simulación del recibo de mayor
cantidad que la verdaderamente recibida. 3. Toda clase de préstamos con garantía
hipotecaria que no estén de acuerdo con los tipos de interés y modalidad que
señalaba la ley de Bancos. El Decreto Ley 11078 rigió hasta el 25 de abril de 1991,
luego de lo cual entró en vigencia el Código Penal de 1991.
B. Tipo penal
El Código Penal regula el delito de usura en el título VI, sobre los delitos contra la
confianza y la buena fe en los negocios, capítulo 11, artículo 214, que a la letra dice:
"El que, con el fin de obtener una ventaja patrimonial, para sí o para otro, en la
concesión de un crédito o en su otorgamiento, renovación, descuento o prórroga del
plazo de pago, obliga o hace prometer pagar un interés superior al límite fijado por
la ley, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de
tres años y con veinte a treinta días-multa. Si el agraviado es persona incapaz o se
halla en estado de necesidad, la pena privativa de libertad será no menor de dos ni
mayor de cuatro años".
C. Bien jurídico protegido
Si bien el discurso y la práctica liberales que en materia económica se están
implantando en el país, no estarían muy acordes con el establecimiento de tasas
máximas, el legislador no pudo intuir la coyuntura actual, y en todo caso su
motivación debió tener algún fundamento. En la técnica penal, el término
«motivación» no sería el más correcto, pero en todo caso a lo que queremos
referirnos es al bien jurídico que se quiere protegei9 • Entendiendo el bien jurídico -
en abstracto- como el interés social que por su importancia merece la protección del
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derecho pena, debemos buscar dentro del tipo penal de usura cuál es ese bien
jurídico que se trataría de proteger. En la doctrina, algunos consideran que el bien
jurídico protegido es la propiedad, entendiendo que ésta podría ser lesionada por las
contraprestaciones exageradas que disminuyan gravemente el patrimonio del sujeto
pasivo 22. Sin embargo, siendo uno de los atributos del derecho de propiedad el de
disposición, esto es, la irrenunciabilidad, surge la duda de si es ése en realidad el
bien jurídico protegido, tanto más, si es el propio deudor el que brinda su aceptación
al acreedor , respecto del contrato en el cual se establecen los altos intereses25• Para
el reconocido penalista Bajo Femández, el bien jurídico protegido se relaciona con
la defensa del débil en el mercado del dinero, de modo que además de la propiedad
se protege la libertad de la voluntad del deudol6 • La proposición, sin embargo, no
sería exacta. Respecto de la propiedad repetiríamos que éste es un derecho
renunciable y respecto de la libertad de la voluntad del deudor, debería precisarse
que el abuso o no de la situación de necesidad del deudor no es requisito
indispensable para la configuración del delito • En el Código Penal nacional, el tipo
de usura (artículo 214) se encuentra regulado en el Capítulo U, del Título VI, que
trata sobre los delitos contra la confianza y la buena fe en los negocios. El Título V,
de los delitos contra el patrimonio, que protege el derecho de propiedad y el Título
IV, de los delitos contra la libertad, al no considerar en ninguno de sus Capítulos el
delito de usura -que como ya se mencionó tiene título y capítulo independientes-,
obliga a desligamos de las consideraciones doctrinarias extranjeras. Sin embargo, el
conspicuo y reconocido penalista nacional, Dr. Raúl Peña Cabrera, no opinaría lo
mismo: "No se descarta que el delito entrañe una ofensa pluri objetiva, vale decir, la
concurrencia de distintos bienes jurídicos vulnerados, incluyéndose, naturalmente,
la economía nacional, las buenas costumbres, abuso de las pasiones e impericias del
menor, etc. [Pero, concluye] el bien jurídico para nuestro ordenamiento viene
constituido inequívocamente por el patrimonio. De suerte que la amenaza o el real
menoscabo del bien jurídico patrimonial es la acción principal, considerándose a los
otros bienes jurídicos anotados como periféricos y de poca monta". Nótese que el
autor citado en momento alguno hace referencia a la confianza y la buena fe en los
negocios. ¿Será, pues, irrelevante el que -sistemáticamente ordenados- un título y un
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capítulo traten sobre la usura, y que el encabezamiento no tenga relación alguna con
lo que contiene? Como se puede deducir de la misma pregunta, nuestra opinión es
distinta y para explicitarla debemos valemos -con nuestras limitaciones- de términos
y conceptos civiles.

LOS PRINCIPIOS DE BUENA FE Y CONFIANZA EN EL DELITO DE USURA.

No creemos que sea exacto decir que el bien jurídico protegido es el patrimonio que se ve
menoscabado o amenazado. En primer lugar, porque el menoscabo al patrimonio sólo sería
condición de agotamiento -como objeto- del delito, y no de la consumación • En todo caso
parecería más correcto decir que el bien jurídico es el patrimonio amenazado por la acción
del agente. Ciertamente que el patrimonio sí se ve afectado por el delito, pero tal afectación
no se da en su calidad de bien jurídico sino de objeto del delito. Así como en el delito de
lesiones el bien jurídico no es el cuerpo (o alguna parte del cuerpo) afectado, sino la
integridad física, esto es, un estado de normalidad anatómico-funcional; así también en el
delito de usura el bien jurídico no es el patrimonio que se "sustrae" del ámbito de
disponibilidad del sujeto pasivo, sino la buena fe y la confianza, esto es, aquellas exigencias
que permiten y garantizan un estado de normalidad estructural y funcional del contrato. y
este estado de normalidad estructural y funcional debe de apreciarse desde el momento
mismo en que las partes se reúnen para acordar los términos del contrato -la configuración
contractual-o Así, la buena fe y la confianza se verán seriamente afectadas cuando la parte
que asumirá el rol de acreedor empieza a condicionar a su futuro deudor a que acepte tal o
cual término, so riesgo de dejar las tratativas o de no aceptar, de no llegar a un acuerdo .
Debemos recordar, además, que el patrimonio es un concepto que enmarca el derecho de
disposición por parte de su titular y, si como bien dice el Dr. Peña Cabrera, el presupuesto
esencial del delito es la existencia del crédito usuario. Y este crédito no tendrá el carácter
de tal-o sea de usurario-, si es que no existe coacción respecto de la existencia del contrato-
por parte del agente para que el sujeto pasivo acepte disponer a futuro su patrimonio •
Porque si no hay coacción, entonces el sujeto estaría disponiendo libremente de su
patrimonio. Así pues, se podría concluir que para el Dr. Peña Cabrera, si no existe coacción
no se cumpliría el supuesto de hecho del tipo penal. Aunque hay que dejar en claro que el
Dr. Peña Cabrera no hace distingos y se refiere a la coacción en términos generales. Pues
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bien, por nuestra parte creemos que sí hay que hacer distinciones. Que la coacción que se
precisa para la comisión del delito de usura no es la coacción en general, sino un tipo
especial que llamaremos coacción contractual, y la definiremos como la actitud del agente
para determinar la conducta de su contraparte contratante, vulnerando los principios de
buena y de confianza.

TIPO OBJETIVO

1. Sujeto activo
El agente, tal como se tipifica en el Código Penal, puede ser cualquier persona
natural, actuando por sí o por medio de otra (casos de representación). Las personas
jurídicas no tienen capacidad de actuar, por lo tanto no cabría responsabilidad penal
en ellas. Sin embargo, siendo la usura un delito enmarcado dentro del campo
económico, no podemos cerrar los ojos ante la posibilidad de que la usura se realice
por medio de las personas jurídicas, para lo cual deberá acudirse al instituto penal
denominado «actuar por otro» supuesto expresamente contemplado para esos casos,
en el artículo 27 del Código Penal• El que actúa como órgano de representación
autorizado de una persona jurídica o como socio representante autorizado de una
sociedad y realiza el tipo legal de un delito es responsable como autor, aunque los
elementos especiales que fundamentan la penalidad de este tipo no concurran en él,
pero sí en la representada. Así, pues, la situación jurídica del agente activo, podría
ser la de acreedor o representante del acreedor (de persona natural o de persona
jurídica) - siempre y cuando haya sido el representante quien celebró el contrato.
2. Sujeto pasivo
El sujeto al que protege el tipo penal, a su vez, puede ser cualquier persona, sea
natural o jurídica, y su situación jurídica particular será la de deudor del crédito. Ese
deudor no necesariamente tendrá que ser la persona que celebró originalmente el
contrato, la cual, entonces, no es forzoso que constituya el sujeto pasivo (esta
dualidad se dará en los casos de representación). Una agravante respecto del sujeto
pasivo se da cuando éste es incapaz o se encuentra en estado de necesidad.
3. Elementos referentes a la acción
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La conducta que se prohíbe es obligar o hacer prometer pagar un interés superior al


que pone como límite la ley, cuando se conceda, otorgue, renueve, descuente, o
prorrogue el plazo de un crédito. En tanto ello, el delito es de mera actividad: el tipo
sólo exige realizar la acción, sin tomar en cuenta si se afecta o no un patrimonio.
4. Elementos descriptivos del tipo básico.
Los caracteres objetivos del tipo penal son: a. Obtener ventaja patrimonial para sí o
para otro. - Se refiere a que el sujeto activo recibe un beneficio y no interesa si ese
tal beneficio incrementa o no su patrimonio, porque bien puede derivarse a
incrementar el patrimonio de un tercero. Conceder u otorgar un crédito. - En ambos
casos sería disponer, establecer, o estipular el préstamo con una tasa de interés que
sobrepasa los límites legales.
5. Elementos normativos del tipo básico.
Son los siguientes:
a. Obliga o hace prometer. -Ya hemos distinguido sus diferencias cuando hablamos
sobre el bien jurídico; pero en términos generales ambas expresiones significan:
impulsar a hacer o cumplir una cosa, o ganar la voluntad de alguien a cambio de
algo. Tómese en cuenta que estos términos tan generales no excluyen ni la coacción
ni la amenaza (vis compulsiva), pero de acuerdo con lo dicho antes, en estos casos
se daría un concurso de delitos.
b. Renovar. - Parecería apuntarse a la figura de la novación, la que consiste en la
sustitución de la obligación por otra.
c. Descuento. - Debe entenderse como talla figura de los descuentos que se realizan
comercialmente. A lo que nos referimos, es a la concesión de un préstamo o crédito,
con garantía de un título valor•
d. Prórroga del plazo. - En este caso se trata de una variación en el plazo. El plazo,
como se sabe, es el período de tiempo que tiene el deudor para pagar (plazo
suspensivo); y respecto del tipo penal, el plazo se recortaría o se ampliaría.
e. Crédito. - Tal como se redacta el artículo, parece referirse al préstamo, y no a la
situación jurídica de crédito que otorga al acreedor el derecho a exigir una
determinada prestación. Como «préstamo» debería entenderse la entrega efectiva de
una cantidad de dinero.
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f. Interés superior al límite fijado por ley. -El interés, en tanto que tal, es la
ganancia, el lucro que rinde el capital; por tanto, dentro del contexto del tipo penal,
lo correcto sería hablar de la tasa de interés, esto es la medida (numérica) del
interés. Dentro del supuesto penal, esa tasa no debe pasar del límite de las máximas
fijadas por el BCR. Para el tipo de usura debe de quedar claro que se precisa de la
existencia de un régimen de tasas máximas; si no existiera, entonces el delito de
usura será de imposible comisión.

6. Elementos normativos del tipo agravado


a. Incapaz. - La incapacidad debe ser entendida en los términos civiles, en
consecuencia, para determinar la agravante debemos de acudir a los artículos 43 y
44 del Código Civil. Así, el supuesto de la agravante se constituye si: el sujeto
pasivo es menor de edad, no tiene discernimiento; es sordomudo, ciegosordo o
ciegomudo que no exprese indubitablemente su voluntad; es retardado mental;
adolece de deterioro mental que le impide expresar su libre voluntad; es pródigo;
incurrió en mala gestión; es ebrio habitual o si es toxicómano; o sufre pena de
interdicción civil. Pero hay que tomar en cuenta lo dispuesto por el artículo1358°
del Código Civil, que establece la permisión para los incapaces no privados de
discernimiento de poder celebrar contratos siempre y cuando estos se refieran a sus
necesidades ordinarias de su vida diaria. Pero además, hay que tomar en cuenta lo
señalado por el artículo 69° del Código de los niños y adolescentes, pues se otorga
capacidad civil a los menores entre 12 y 18 años -adolescentes- «para celebrar actos
y contratos relacionados con su actividad laboral y económica». Esta es pues, una
permisión mayor respecto de los otros incapaces. Si respecto de la materia civil la
incapacidad se establece como un medio de protección, creemos que debe
interpretarse restrictivamente la causal de incapacidad como agravante del tipo de
usura; y sólo se aplicaría en aquellos casos en que el bien jurídico se percibe como
irrenunciable. En principio, deberíamos de descartar el que los incapaces 3 puedan
celebrar contratos de mutuo, porque un contrato de esa naturaleza no estaría
relacionado con las necesidades ordinarias de su vida diaria, la excepción se daría
en los casos de los adolescentes que trabajen. Pero, en general, si el incapaz celebra
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un contrato de mutuo, éste sería nulo; y, por consiguiente, no se configuraría el tipo


básico, y menos el tipo agravado. Ahora bien, la permisión civil antes citada, ha de
interpretarse a la luz de lo dispuesto en el artículo 1652 del Código Civi154; esto es,
que el contrato de mutuo arreglado a las necesidades diarias del incapaz no deberá
exceder de diez sueldos mínimos • Para ese caso en tanto no existe la permisión
civil la necesidad ordinaria de la vida diaria y el monto máximo, o el trabajo
adolescente-, el contrato será nulo -según lo corrobora el artículo 219, inciso 2 del
Código Civil-. Y si el contrato es nulo, el crédito no existe de modo tal que si
cumplimos la exigencia del principio de legalidad, de que el supuesto de hecho debe
de enmarcarse estrictamente al tipo, la acción no sería delito. Por lo tanto, el
denunciado se liberaría de la persecución penal, interponiendo una cuestión
prejudicial - para dilucidar si existió o no contrato-, o una excepción de naturaleza
de acción, en tanto que uno de los requisitos del tipo de usura, la existencia del
crédito usurario -sea por coacción o por engaño-, jurídicamente no se habría dado
porque un contrato nulo no tiene efectos, ni es válido y por lo tanto no habría
generado crédito alguno. Ciertamente, alguna posición podría argumentar que esta
contingencia de la nulidad o anulabilidad del contrato es irrelevante penalmente.
Empero, nos reafirmaremos en decir que, de acuerdo al principio de legalidad -
interpretación estricta- deberá de interpretarse la no existencia del delito. Así pues
lo que se quiso prohibir cerrando la puerta, olímpicamente se nos escapa, saltando
por la ventana; siendo aún más grave que los bienes jurídicos que se pretende
proteger sí habrían sido violados; pero el cumplir con la ley y los principios exigiría
no tipificar ni menos condenar esas conductas.
b. Estado de necesidad. - Sería aquella situación en la cual el sujeto pasivo está en
riesgo o en peligro• Se considera que esa situación impulsaría el obrar del sujeto
pasivo, de manera que no pueda oponerse a las propuestas del agente. Corno
agravante debe interpretarse también restringidamente, y debernos distinguirlo de la
necesidad contractual. En materia contractual es doctrina unánime que el
presupuesto mismo de los contratos es la falta o carencia de algunos bienes o
servicios; así se califica esa falta o carencia corno una necesidad. La escasez de los
bienes provoca la falta o carencia, y determina la necesidad; el contrato es un medio
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que busca solucionar; no tal falta o carencia, o la escasez en sí, sino la necesidad
inmediata y particular. Siguiendo este razonamiento, toda relación jurídica
contractual precisa de un «estado de necesidad», pero ese «estado de necesidad
contractual» es inequívocamente diferente al estado de necesidad penal. Este último
debe entenderse corno aquella situación en que el sujeto pasivo ve comprometido,
en riesgo o en peligro, un bien jurídico que merece protección penal. y creernos
debe ser un bien jurídico en el sentido penal del término, pues sólo así se entiende la
agravación penal. De este modo, bien puede explicarse la agravación cuando el bien
jurídico que determina la necesidad sea uno de tipo irrenunciable (la vida, por
ejemplo). Es claro que al final debe ser el juez el que decidirá si una determinada
situación es o no de necesidad, teniendo corno norte, lógicamente, las restricciones
interpretativas debidas.

TIPO SUBJETIVO

Este tipo sólo puede ser doloso. El dolo definido corno la conciencia y voluntad de realizar
el tipo objetivo, vendría a relacionar el fin de obtener la ventaja patrimonial con el
conocimiento (actual o actualizable) de que existe un sujeto pasivo al que se perjudica y al
que se obliga o hace prometer el pagar una tasa de interés que se conoce es superior al
límite legal permitido. En el delito de usura el dolo es directo de primer grado, en tanto que
lo que el agente persigue es realizar el tipo (obligar o hacer prometer, en un crédito, el pago
de una tasa de interés mayor a la legal, con el fin de obtener una ventaja).

CONSUMACIÓN Y AGOTAMIENTO

El criterio unánime es que este delito se consuma al tiempo de la perfección del contrato,
no siendo requisito o presupuesto que el prestamista perciba los intereses acordados. Es,
pues un delito de mera actividad, y la tentativa es casi improbable59• No debernos pasar
por alto que la redacción del artículo 214 apunta al momento anterior al pago, y ello nos
permitiría decir que el control penal sería o funcionaría ex ante a la materialización del
pago. y si recordamos que antes habíamos manifestado que el efecto civil funcionaba ex
post a la materialización del pago, se concluiría que existiría una suerte de
complementariedad respecto de los efectos; ello sin embargo, no es exacto. y no es exacto
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porque consideramos que el efecto penal es más amplio e incluye tanto el control ex ante
como el ex post. Esto con base en que, cuando se efectiviza el pago (supuesto que la norma
penal no contempla explícitamente), se constituye lo que penalmente se denomina «delito
agotado» (esta es la situación en la que el sujeto alcanza el fin último que se había
propuesto), circunstancia que no afecta para nada, sino por el contrario, anima al sujeto
pasivo para que interponga la denuncia penal correspondiente, y con ello activa la
persecución penal.

EL TIPO DE USURA COMO "LEY PENAL EN BLANCO".

Ya explicamos que la ley penal en blanco "determina la sanción aplicable, describiendo


sólo expresa o tácitamente. Como señala Abanto ésta viene a ser una técnica legislativa que
"consiste en la tipificación de conductas mediante una descripción típica incompleta: el tipo
penal no describe totalmente la conducta prohibida, sino que remite a otras normas, con
cuya ayuda recién se definirá el contenido de la prohibición. La doctrina absolutamente
mayoritaria clasifica las leyes penales en blanco desde diversos puntos de vista. Se
distinguen, por ejemplo, entre "leyes penales en blanco propias" (la remisión es a una
norma de rango inferior, incluyendo actos administrativos) y "leyes penales en blanco
impropias" (la remisión es a una norma de igual rango normativo), "ley penal en blanco
expresa"(cuando fija textualmente que los elementos de la descripción típica deben
encontrarse en la otra parcialmente el tipo delictivo correspondiente y norma) y "ley penal
en blanco concluyente -o tácita-" confiando la determinación de la conducta punible 0
(cuando la remisión se realiza de un modo implícito), su resultado a otra norma jurídica a la
cual reenvía entre otras.

Es de precisar, sin embargo, que la admisión de esta técnica legislativa no es pacífica en la


doctrina penal. En contra de la admisión de estos tipos penales se ha planteado su invalidez
en orden al principio de legalidad, por no admitirse que se recurra a una norma que adolece
de rango de ley, pues esto conllevaría a una clara violación del principio de reserva de ley
en materia penal.

Finalmente, está claro que el tipo de usura en nuestro país incumple el principio de
motivación de la norma el cual está íntimamente vinculado a la función de protección de
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bienes jurídicos, que subyace al Derecho Penal, y que implica la interiorización en el


individuo del respecto por las normas básicas que permitan vivir en comunidad. En efecto,
al ser la norma penal de naturaleza coactiva, es decir, una norma que busca determinar las
conductas de los individuos hacia el respeto de los bienes jurídicos, es fundado
cuestionamos acerca de qué o hacia qué pretende motivar la protección del tipo penal de la
usura, tal como se encuentra previsto en nuestro ordenamiento. La configuración como
ilícito penal se encuentra vacía de contenido material (al no estar claramente delimitado su
objeto de protección), creemos que la misma, al no establecer claramente qué es lo que
prohíbe, representa una mera figura en nuestro ordenamiento, cuya inclusión y
mantenimiento en el mismo está dada por criterios morales antes que jurídicos, es decir,
estamos ante un claro ejemplo de derecho penal simbólico.

REFERENCIA BIBLIOGRAFICAS

 file:///C:/Users/Gigabyte/Downloads/16000-Texto%20del%20art%C3%ADculo-
63560-1-10-20161212.pdf
 file:///C:/Users/Gigabyte/Downloads/Dialnet-
ElDelitoDeUsuraYLaRegulacionDeLasTasasDeInteresEnU-5109530.pdf

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