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AUTORES:
ACUÑA CUEVA, ROSLIN
ALEGRE DIESTRA, VIVIANA
GARCIA RODRIGUEZ, ROSY
ALOMIA QUEZADA, CARLA
ALVA ROSAS, MARCOS
DELGADO SALINAS, BRANCO
HUAMAN, ALEJANDRO
ROSAS AVILA, LUIS
DOCENTE:
JUAN DILBERTO AGUIRRE MORALES
CHIMBOTE – PERÚ
2018
BASES CONSTITUCIONALES DE LA TRIBUTACIÓN EN LA CONSTITUCION POLÍTICA DEL
PERÚ
TRIBUTOS EN EL PERÚ
Impuestos:
Impuesto General a las Ventas
Impuesto a la Renta
Impuesto Selectivo al Consumo.
Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF)
A la Importación. (arancel)
Predial
Propiedad Vehicular
Alcabala
En la actualidad el derecho constitucional tributario lo entendemos como “ el conjunto
de normas y principios que surgen de las constituciones y cartas , referentes a la
delimitación de competencias tributarias entre distintos centros de poder (nación,
provincias, estados) y a la regulación del poder tributario frente a los sometidos a él ,
dando origen a los derechos y garantías de los particulares, aspecto, este último,
conocido como el de garantías de los contribuyentes, las cuales representan, desde la
perspectiva estatal, limitaciones constitucionales del poder tributario ”.
La Potestad Tributaria, llamada por algunos, Poder Tributario, es aquella facultad que
tiene el Estado de crear, modificar, derogar, suprimir tributos, entre otros, facultad que
le es otorgada a diferentes niveles de gobierno o entidades del Estado, exclusivamente
en la Constitución.
Límites al ejercicio de la Potestad Tributaria
Como hemos indicado, se señalan en la Constitución, pero no necesariamente todos los
límites al ejercicio de la potestad tributaria se indican en forma expresa, ya que hay una
serie de principios que se encuentran implícitos, es decir no es necesario que la
Constitución los señale.
Constitución 1993
En el artículo 74 de la Constitución vigente, se establece que:
“Los tributos se crean, modifican o derogan, o se establece una exoneración,
exclusivamente por ley o decreto legislativo en caso de delegación de facultades, salvo
los aranceles y tasas, los cuales se regulan mediante decreto supremo.
Los Gobiernos Regionales y los Gobiernos Locales pueden crear modificar y suprimir
contribuciones y tasas, o exonerar de éstas, dentro de su jurisdicción y con los límites
que señala la ley. El Estado, al ejercer la potestad tributaria, debe respetar los principios
de reserva de ley, y los de igualdad y respeto de los derechos fundamentales de la
persona. Ningún tributo puede tener efecto confiscatorio…
No surten efecto las normas tributarias dictadas en violación de lo que establece el
presente artículo.”
Como podemos apreciar, la actual Constitución señala expresamente sólo cuatro
Principios del Derecho Tributario, que es lo mismo que decir los cuatro Límites que debe
respetar quien ejerce potestad tributaria:
i) Reserva de Ley.
ii) Igualdad.
iii) Respeto a los Derechos Fundamentales de la Persona.
iv) No Confiscatoriedad.
Asimismo, el último párrafo de este artículo indica que aquellas normas tributarias que
se dicten violando este artículo no surten efecto.
Este último párrafo debe ser entendido en su verdadera dimensión, que a nuestro
parecer es justamente la consecuencia de lo que debería suceder cuando quien ejerce
la potestad tributaria no respeta estos límites en el ejercicio de esta potestad. Esto
constituye la excepción a la regla general establecida por el artículo 200 de la
Constitución.
Es decir, la Constitución ha precisado en el artículo 74 quienes gozan de potestad
tributaria, pero no otorga (como hemos indicado anteriormente) potestad tributaria
irrestricta, sino restringida, en el sentido que el ejercicio de esta potestad se encuentra
limitada justamente por los cuatro principios que hemos mencionado y que más
adelante trabajaremos.
I. RESERVA DE LEY
Según este principio –que está vinculado al principio de legalidad- algunos temas de la
materia tributaria deben ser regulados estrictamente a través de una ley y no por
reglamento.
El complemento al principio de reserva de la ley, y respecto del cual se debería
interpretar sus preceptos, es el principio de Legalidad el cual se puede resumir como el
uso del instrumento legal permitido por su respectivo titular en el ámbito de su
competencia 5.
Señala el doctor Humberto Medrano, que en virtud al principio de legalidad, los tributos
sólo pueden ser establecidos con la aceptación de quienes deben pagarlos, lo que
modernamente significa que deben ser creados por el Congreso en tanto que sus
miembros son representantes del pueblo y, se asume, traducen su aceptación.
En derecho tributario, este principio quiere decir que sólo por ley (en su sentido
material) se pueden crear, regular, modificar y extinguir tributos; así como designar los
sujetos, el hecho imponible, la base imponible, la tasa, etc.
Desde la perspectiva de Iglesias Ferrer 8 son diversas las razones que han llevado a
considerar que determinados temas tributarios sólo puedan ser normados a través de
la ley:
Primero: Impedir que el órgano administrador del tributo regule cuestiones sustantivas
tributarias a través de disposiciones de menor jerarquía.
Segundo: Impedir que un ente con poder tributario originario como el ejecutivo o el
municipio, que son más dinámicos, abusen de su dinamicidad y se excedan.
Tercero: Impedir que se den casos de doble imposición interna y normas tributarias
contradictorias.
Según el referido autor todas estas razones tienen como denominador común evitar el
caos y premunir de la formalidad adecuada a la norma tributaria que así lo merezca por
su sustancialidad.
Sin embargo, este principio ha ido evolucionando con el tiempo, de tal manera que, por
las necesidades propias de la técnica en el ámbito tributario, muchas veces es necesaria
la delegación de competencias del legislativo al poder ejecutivo, situación que se ha
generalizado en distintos países. En nuestro país dicha situación viene establecida como
precedente en la Constitución de 1979.
II. IGUALDAD
Según el principio de igualdad tributaria los contribuyentes con homogénea capacidad
contributiva deben recibir el mismo trato legal y administrativo frente al mismo
supuesto de hecho tributario.
El doctor Jorge Bravo Cucci señala lo siguiente: “El principio de igualdad es un límite que
prescribe que la carga tributaria debe ser aplicada de forma simétrica y equitativa entre
los sujetos que se encuentran en una misma situación económica, y en forma asimétrica
o desigual a aquellos sujetos que se encuentran en situaciones económicas diferentes.
El principio bajo mención supone que a iguales supuestos de hecho se apliquen iguales
consecuencias jurídicas, debiendo considerarse iguales dos supuestos de hecho cuando
la utilización o introducción de elementos diferenciadores sea arbitraria o carezca de
fundamento racional.”
Este principio se estructura en el principio de capacidad contributiva, formulada dentro
del marco de una política económica de bienestar y que no admite las comparaciones
intersubjetivas.
En nuestro país no necesariamente esto se cumple, ya que, como podemos apreciar del
Impuesto a la Renta, las deducciones no son reales, sino que se presumen. Es por ello,
que dos sujetos que ganan lo mismo, pero que tienen capacidad contributiva real
distinta (uno puede ser soltero y vivir en casa de sus padres, y el otro puede ser casado,
tener 4 hijos y una esposa que no trabaja ni percibe ingresos), van a tener la misma
deducción. (hace algunos años en la ley del Impuesto a la Renta, si se permitían que las
deducciones sean reales (principio de causalidad), pero el abuso de los contribuyentes,
llevo (aparentemente) a utilizar el criterio actual. Además, hay que tener en cuenta que,
para efectos de la fiscalización, es mucho más sencillo trabaja con deducciones
presuntas.
Finalmente, es importante mencionar que la igualdad se traduce en dos tipos:
Igualdad en la Ley,
Igualdad ante la Ley. En el primer caso, el legislador se encuentra impedido de tratar
desigual a los iguales, en el segundo caso, una vez que la norma se ha dado, es la
Administración Tributaria quien tiene el deber de tratar a los contribuyentes en la
misma forma, es decir trato igual ante la Ley.
III. NO CONFISCATORIEDAD
Por este principio los tributos no pueden exceder la capacidad contributiva del
contribuyente pues se convertirían en confiscatorios. Hay lo que nosotros llamamos el
mundo de lo tributable (y nos podemos imaginar una línea horizontal), y aquello que
podría convertirse en confiscatorio, bajo esta misma línea horizontal. Lo que tenemos
que aprender a diferenciar es cuanto lo tributario está llegando al límite, de tal manera
que no cruce la línea a lo confiscatorio.
El principio de No Confiscatoriedad defiende básicamente el derecho a la propiedad, ya
que el legislador no puede utilizar el mecanismo de la tributación para apropiarse
indirectamente de los bienes de los contribuyentes.
A decir de Juan Velásquez Calderón: “Este principio tiene una íntima conexión con el
derecho fundamental a la propiedad pues en muchos casos, ya tratándose de tributos
con una tasa irrazonable o de una excesiva presión tributaria, los tributos devienen en
confiscatorios cuando limitan o restringen el derecho de propiedad pues para poder
hacer frente a las obligaciones tributarias ante el Fisco el contribuyente se debe
desprender de su propiedad.”
Pero, la potestad tributaria que ejerce el Estado no debe convertirse en un arma que
podría llegar a ser destructiva de la economía, de las familias y de la sociedad, en el caso
que exceda los límites más allá de los cuales los habitantes de un país no están
dispuestos a tolerar su carga. En este sentido, debemos comprender bien el límite entre
lo tributable y lo confiscatorio, muchas veces difícil de establecer.
Todo gravamen influye sobre la conducta del contribuyente y esto sucede
particularmente cuando llega a determinada medida o la pasa, y suele hablarse de
límites de la imposición cuando su medida influye sobre la conducta del contribuyente
en forma tal que el efecto financiero corre peligro de malograrse o que la imposición
produzca efectos indeseables.
Por ello, si el estado pretende que los contribuyentes cumplan adecuadamente con sus
obligaciones tributarias debe tener presente los siguientes límites a la imposición:
Límite psicológico, que es el punto a partir del cual el contribuyente prefiere el
riesgo al cumplimiento de la obligación tributaria;
Límite económico, entendido como el límite real de soportar la carga tributaria;
Límite jurídico, que pretende normar el límite económico real del contribuyente.
Este último lo encontramos en la Constitución y en la Jurisprudencia.
Sobre que es considerado confiscatorio en materia tributaria, se ha recogido el concepto
de la razonabilidad como medida de la confiscatoriedad de los gravámenes, “se
considera que un tributo es confiscatorio cuando el monto de su alícuota es
irrazonable”.
La confiscación puede evaluarse desde un punto de vista cualitativo y otro
cuantitativo:
Cualitativo: es cualitativo cuando se produce una sustracción ilegitima de la
propiedad por vulneración de otros principios tributarios (legalidad por ejemplo) sin
que interese el monto de lo sustraído, pudiendo ser incluso soportable por el
contribuyente.
Cuantitativo: es cuantitativo cuando el tributo es tan oneroso para el contribuyente
que lo obliga a extraer parte sustancial de su patrimonio o renta, o porque excede
totalmente sus posibilidades económicas.
IV. RESPETO A LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
Según Jorge Bravo Cucci “En rigor, el respeto a los derechos humanos no es un
“principio” del Derecho Tributario, pero sí un límite al ejercicio de la potestad tributaria.
Así, el legislador en materia tributaria debe cuidar que la norma tributaria no vulnere
alguno de los derechos humanos constitucionalmente protegidos, como lo son el
derecho al trabajo, a la libertad de asociación, al secreto bancario o a la libertad de
tránsito, entre otros que han sido recogidos en el artículo 2 de la Constitución Política
del Perú”.
Sin embargo, habría que precisar que, si bien se pone en preeminencia el respeto a estos
derechos fundamentales en materia tributaria, la no consignación legislativa no le
hubiera dado menor protección pues el solo hecho de haberse consignado en la
Constitución una lista (en nuestro entender “abierta”) de derechos fundamentales ya
les confiere rango constitucional y, en consecuencia, la mayor protección que ellos
puedan requerir. En otras palabras, no era necesario dicha declaración, técnicamente
hablando. Al margen de ello, creemos que es justificable su incorporación porque ofrece
garantía a los contribuyentes, dado que los derechos fundamentales de la persona
podrían verse afectados por abusos en la tributación”.
Como podemos apreciar, no se señala al respeto a los derechos fundamentales como
un principio más, sino como el requisito indispensable para que la potestad tributaria
sea legítima.
V. PRINCIPIOS IMPLICITOS
Asimismo, y como hemos señalado anteriormente, hay principios explícitos y otros
implícitos, veamos algunos que aunque no estén contemplados en forma expresa en el
artículo 74 de la Constitución vigente, constituyen principios implícitos:
a) PRINCIPIO DE CAPACIDAD CONTRIBUTIVA
Conocida también como capacidad económica de la obligación, consiste como dice el
profesor Francisco Ruiz de Castilla “en la aptitud económica que tienen las personas y
empresas para asumir cargas tributarias” 16, tomando en cuenta la riqueza que dicho
sujeto ostenta. Impone también respetar niveles económicos mínimos, calificar como
hipótesis de incidencia circunstancias adecuadas y cuantificar las obligaciones
tributarias sin exceder la capacidad de pago.
a) Absoluta
Aptitud abstracta que tienen determinadas personas para concurrir a los tributos
creados por el estado en ejercicio de su potestad tributaria. Este tipo de capacidad
contributiva se toma en cuenta en el momento en el que el legislador delimita los
presupuestos de hecho de la norma tributaria.
b) Relativa
Es aquella que orienta la determinación de la carga tributaria en forma concreta. Este
tipo de capacidad contributiva, permite fijar cuales son los elementos de la
cuantificación de la deuda tributaria.
La persona que esta apta económicamente para pagar impuestos debe contribuir, el que
tiene riqueza solo para cubrir sus necesidades vitales y las de su familia, carece de
capacidad contributiva, por el contrario, la existencia de grandes utilidades constituye
evidencia de capacidad contributiva, por ejemplo.
Para calcular la capacidad contributiva el legislador toma como índice los ingresos,
rentas, incrementos patrimoniales debidamente comprobados de la totalidad o de una
parte constitutiva del patrimonio del sujeto deudor tributarios, también la producción
de bienes, venta de bienes, consumo de bienes o servicios hace presumir un nivel de
riqueza como índice de capacidad contributiva.
b) PRINCIPIO DE EQUIDAD
Consiste en que la imposición del tributo mediante la norma debe ser justa,
entendiendo justicia como razonable.
El principio de equidad tiene su antecedente en el principio de justicia formulado por
Adam Smith, así se precisa que “Los súbditos de cada Estado deben contribuir al
sostenimiento del gobierno en una proporción lo más cercana posible a sus respectivas
capacidades: es decir, en proporción a los ingresos de que gozan bajo la protección del
Estado. Justamente de la observancia o menosprecio de esa máxima depende lo que se
llama equidad o falta de equidad en los impuestos”.
Como señala el profesor Ruiz de Castilla, dentro de las características del sistema
tributario se debe respetar el principio de equidad, lo cual significa que el tributo debe
guardar proporciones razonables; y en relación a la presión tributaria, la equidad
significa que debe existir una relación prudente entre el total de ingresos de los
contribuyentes y la porción que de éstos se detrae para destinarla al pago de tributos;
en relación a las clases de equidad.
c) PRINCIPIO DE ECONOMIA EN LA RECAUDACION
Mediante este principio las normas tributarias no pueden resultar inoportunas, en el
sentido que para el cumplimiento de estas en la recaudación no pueden generar un
gasto mayor que el que por la vía del tributo se obtiene; es decir, si el cumplimiento de
la norma genera mucho gasto, tanto que es mayor a lo que se obtendrían por el ingreso
de ese tributo, entonces la norma viola el principio de economía en la recaudación.
Evidentemente la recaudación es la función más importante que debe cumplir la
Administración Tributaria, y ello genera evidentemente un gasto al poner en
movimiento toda la maquinaria de la Administración para poder recaudar determinado
tributo, entonces, de lo que se trata es que el monto recaudado por un tributo sea
mayor al monto que se gasta para recaudar este, de lo contrario no tendría ningún
efecto que la norma se cumpla, ya que en lugar de recaudación, lo que se generaría sería
un mayor gasto para la Administración, que finalmente se convertiría en un gasto
tributario, por decir lo menos absurdo.
BASES CONSTITUCIONALES DE LA TRIBUTACIÓN EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA Y LOS
PRINCIPIOS DE TRIBUTACIÓN EN EL PAÍS DE ESPAÑA
I. INTRODUCCIÓN.
La Constitución Española de 1978 es la ley suprema que ha hecho posible la creación del
nuevo Estado democrático español y el diseño del mapa autonómico español. El diseño del
texto constitucional que se tiene en la actualidad se fundamentó en la misma política de
consenso entre partidos que había existido a la hora de firmar los acuerdos de los Pactos de
Moncloa, en octubre de 1977. Fue aprobada por las Cortes Generales en sesiones plenarias
del Congreso de los Diputados y del Senado celebradas el 31 de octubre de 1978, ratificada
por el pueblo español en referéndum de 6 de diciembre de 1978 y sancionada por S.M. el
Rey ante las Cortes el 27 de diciembre del mismo año. La estructura de dicha constitución
es la siguiente:
Inc. 2 “El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos, y su
programación y ejecución responderán a los criterios de eficiencia y economía.”
Rueda (2012) indicó que La Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria (LGT),
define los tributos como los ingresos públicos que consisten en prestaciones monetarias
exigidas por una administración pública como consecuencia de que el contribuyente
realiza un acto (denominado hecho imponible) por el que la ley obliga a su pago. Por tanto,
los tributos son ingresos de carácter coactivo que deben aprobarse mediante una norma
con rango de ley.
Esta ley establece, asimismo, los principios y las normas jurídicas generales que regulan las
actuaciones de la Administración tributaria por aplicación en España de la normativa sobre
asistencia mutua entre los Estados miembros de la Unión Europea o en el marco de los
convenios para evitar la doble imposición o de otros convenios internacionales. En cuanto
a su objeto y ámbito de aplicación, establecido en su artículo 1, en esta ley se regulan los
principios y las normas jurídicas generales del sistema tributario español.
A) TASA: es un tributo que se exige cuando el sector público realiza una actividad o presta
un servicio que afecta o beneficia de forma particular al contribuyente (o sujeto pasivo). Se
caracteriza, además, porque dicha actividad o servicio no puede prestarse por el sector
privado y no se solicita de forma voluntaria por el contribuyente. Por ejemplo, las tasas que
se pagan a la administración por la expedición del DNI.
B) CONTRIBUCIONES ESPECIALES: Se aplican cuando el sujeto pasivo obtiene un beneficio o
un aumento del valor de sus bienes como consecuencia de la realización de una obra pública
o del establecimiento o ampliación de un servicio público. Para que pueda exigirse la
contribución es necesario que la obra beneficie a determinados sujetos, y no es suficiente
con que beneficie a una colectividad. Su recaudación suele cubrir parte del coste del servicio
u obra. Por ejemplo, cuando se trata de obras de construcción de galerías subterráneas por
un ayuntamiento, el importe total de la contribución especial será distribuido entre las
compañías o empresas que vayan a utilizarlas.
C) IMPUESTOS: Están definidos por la ley tributaria como el pago sin contraprestación que
realiza el ciudadano como prueba de que puede contribuir a la administración pública por
motivo de una capacidad económica resultante de negocios, propiedades o del trabajo (art.
2.2. C de la Ley General Tributaria).
Es decir, toda persona que genere ganancias suficientes para contribuir a la hacienda pública
está obligada a hacerlo y lo hace en función de unos hechos que demuestran su capacidad
económica. Estos hechos se denominan “hechos imponibles” y son los que generan
precisamente el impuesto: la obtención de un salario constituye un hecho imponible del
Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y la percepción de bienes por herencia, del
Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, por ejemplo.
El IRPF es una pieza clave del sistema tributario español y se encuentra regulado en
la Ley 35/2006 de 28 de noviembre y el Real Decreto 439/2007 de 30 de mayo.
Los profesionales autónomos declaran su renta cada tres meses en base a un sistema
progresivo de contribución establecido por la Agencia Tributaria.
Este impuesto grava la renta obtenida en España por personas físicas y entidades
residentes en el extranjero y se fundamenta en el Real Decreto Legislativo 5/2004 de 5
de marzo de 2004 y el Real Decreto 1776/2004 de 30 de julio de 2004. Asimismo
conviene conocer los diferentes Convenios internacionales de doble
imposición suscritos por el Estado español con otros Estados para evitar la doble
imposición o la evasión fiscal.
A ciertos bienes y servicios básicos se aplica un IVA reducido del 10% (por ejemplo,
productos alimenticios y agrícolas, viviendas, otros servicios elegibles) o 4% (por
ejemplo, pan, leche, libros, medicamentos). Las exportaciones y los servicios
internacionales prestados a países no pertenecientes a la UE no pagan impuesto. La
transferencia de bienes inmuebles también está sujeta a un IVA del 21%, con tasas
reducidas para la propiedad residencial privada (10%) y personas que no están en el
sistema del IVA (6%).
Las personas residentes, que pasan más de 183 días del año fiscal en España o con una
base profesional o comercial principal en España, pagan impuestos sobre el ingreso
mundial. Los individuos no residentes solo pagan impuestos sobre los ingresos de
fuentes españolas a una tasa diferente (deducible en el país de origen si se firma la
convención de no imposición doble).
2.2. FISCALIDAD
a) Por la acumulación de patrimonio (así, no conocemos nada sobre dos sujetos, pero
sabemos cuál es su patrimonio, entonces entenderemos que tiene mayor capacidad
económica quien tenga más patrimonio).
b) Como flujo de ingresos, atendiendo a las rentas, (así, dos personas con un patrimonio
similar, pero uno de ellos trabaja y obtiene unas rentas mayores que el otro, entonces tendrá
más capacidad económica quien tenga más renta).
C) Como flujo de salida, en forma de consumo, gasto o inversión, (tendrá entonces mayor
capacidad económica aquél que realice un mayor consumo).
Por todo ello, los tributos deben tener en cuenta la capacidad económica del sujeto que
pretenden gravar, es decir, sólo se dan sobre el consumo, gasto o rentas. Actualmente, los
tributos se dan más sobre la renta y gastos de los individuos y en pocas ocasiones sobre el
patrimonio que se posee. La capacidad económica del sujeto se constituye como el factor
principal para la distribución de la carga fiscal, es decir, que la capacidad económica nos dice
quién y cuánto impuesto debe pagarse. No obstante, este principio no es absoluto, sino
relativo.
En resumen, la capacidad económica en el sentido que aquí nos interesa es una situación
subjetiva patrimonial en relación con obligaciones dinerarias determinadas.
Así señala el profesor Calvo Ortega refiriéndose al principio de generalidad que el mismo
supone que: "todos los sujetos de derecho están sometidos al poder tributario y que no se
pueden establecer exoneraciones individuales o de grupo (a personas físicas o jurídicas) que
no estén justificadas por el propio ordenamiento y concretamente por la Constitución
misma" y respecto del principio de capacidad económica señala que respecto de la capacidad
"siempre se hace referencia a la aptitud, a la posibilidad real, a la suficiencia de un sujeto de
derecho para hacer frente a la exigencia de una obligación dineraria concreta por parte de la
Administración Pública. En resumen, la capacidad económica en el sentido que aquí nos
interesa es una situación subjetiva patrimonial en relación con obligaciones dinerarias
determinadas".
3.3. PRINCIPIO DE IGUALDAD: Este principio queda recogido en muy diversos preceptos, por
ello su significado según el contexto puede ser muy diverso. Así, en el ámbito tributario este
principio de igualdad hace referencia a que quién tuviera la misma capacidad económica, en
principio, debería pagar la misma cantidad de tributo que otro que tuviera esa misma
capacidad económica. Esta igualdad se refleja en la igualdad material y no formal, es decir,
que habrá que tener encuentra todos los aspectos económicos que afectan a un sujeto para
demostrar que tiene la misma capacidad económica. Veamos un caso;
Hay dos sociedades mercantiles, una anónima y otra cooperativa, ambas tienen las mismas
ganancias, pero la anónima paga más impuestos que la cooperativa, ya que la cooperativa es
objeto de beneficios y protección.
IV. NOTICIA: ESPAÑA Y PERÚ NEGOCIAN UN CONVENIO PARA EVITAR LA DOBLE IMPOSICIÓN
Los Gobiernos de España y Perú han iniciado, desde el pasado 11 de septiembre, las
negociaciones para cerrar un acuerdo para evitar la doble imposición tributaria entre ambos
países.
PwC Tax and Legal Services ha sido el encargado de la coordinación del documento, elaborado
por las principales empresas españolas y peruanas con intereses en los dos países, que recoge
las principales propuestas para elaborar el texto del acuerdo.
Entre las empresas, tanto españolas como peruanas con intereses en ambos países se
encuentran: Abertis, Acciona, BBVA, Mapfre, Telefónica, Enagas, Repsol, Iberdrola, Santander,
Indra, Técnicas Reunidas, OHL, Lys, Continental, Yanbal y Alicorp.
El inicio de las negociaciones para este Convenio presenta una especial relevancia, puesto que
Perú es el único de los principales países latinoamericanos que no cuenta con un acuerdo de
estas características en vigor con España. El Convenio de doble imposición con Perú, acordado
entre ambos Gobiernos en 2006, no fue ratificado por el Congreso peruano y, por tanto, no
entró en vigor.
A lo largo del período comprendido entre 2013 y 2016, el saldo comercial bilateral entre España
y Perú ha sido deficitario para España todos los años considerados y se ha situado entre los 600
millones y los 800 millones de euros favorables a Perú, según el año de referencia elegido. La
tasa de cobertura alcanzó su valor máximo de alrededor del 50 por ciento en 2015 y se situa
normalmente en el 40 por ciento. Las exportaciones españolas al país han supuesto alrededor
de 500-600 millones de euros anuales durante el intervalo de tiempo mencionado. En 2016,
España exportó a Perú por un valor de 593 millones de euros e importó bienes y servicios por
un monto de 1.450 millones de euros.
La importancia y utilidad de este tipo de convenios entre países para los operadores económicos
radica en la posible reducción de la carga impositiva y la seguridad jurídica que dichos textos
proveen a los inversores. En este mismo sentido, las Administraciones tributarias de ambos
verán incrementada su recaudación en el largo plazo y podrán contar con mayor información de
los contribuyentes dado el intercambio de la misma a raíz del Convenio.