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9 El enfoque sistémico y el uso

de narrativas a través de imágenes.


Lealtades Post-Terremoto:
Niños y niñas que se insegurizan
más allá del desastre
Carmen Olivari Piña

L
os desastres naturales como los terremotos, maremotos, aludes
y temporales son fenómenos de gran magnitud que impactan
física, económica y psicológicamente a personas: ancianos,
adultos, jóvenes, niños y niñas.

Producen destrucción, muertes, como pérdidas tanto físicas emo-


cionales. Son eventos traumáticos, y por ende, esperamos que pro-
voquen una crisis tanto individual como social. Estas circunstancias
generan, principalmente, sensaciones de incontrolabilidad y despro-
tección tanto en la grupalidad como en los individuos. Rompen
abruptamente la cotidianeidad de personas, instituciones y comu-
nidades, y nos exigen un repertorio de prácticas y adaptaciones que
sitúan nuestras capacidades al límite.

Desgraciadamente nuestro país, Chile, experimenta estos fuertes


embates cada cierto tiempo. Durante estas catástrofes la comu-
nidad entera se moviliza, se despliegan acciones en un principio
desordenadamente, carentes de coordinación y simultáneamente
desde diversos roles, en primer lugar como sujetos del desastre
con nuestras emociones, recursos y vulnerabilidades. Sin embar-
go, también estamos situados como profesionales en un terreno
inestable, sufriente, muchas veces devastado, en el cual las personas

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están tremendamente interferidas y dolidas. Por su carácter abrupto e imprevisto,


la exigencia de operar como expertos nos abruma. Parece difícil lograr estar
preparados, empero, aquilatar reflexiones sobre cómo nos movilizamos,
ayudamos y recibimos ayuda, y compartirlas, abre caminos de empoderamiento
para fortalecernos en un área del acontecer que es recurrente en el curso de
nuestras vidas.

Una crisis es un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado


principalmente por una incapacidad del individuo para manejar situaciones
particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas,
y que sus resultados potencialmente pueden ser negativos o positivos. Es decir,
se pone el énfasis sobre el trastorno emocional y el desequilibrio, además
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del impacto de la expectación de su solución (Caplán, 1964). Otros autores
subrayan el componente subjetivo por la violación de las expectativas de
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la persona sobre su vida por el evento traumático, y el sentirse incapaz de


manejar lo que le acontece (Taplin, 1971). Los eventos que se constituyen
en traumáticos, producen habitualmente sintomatología ansiosa y depresiva e
impactan el sistema inmunológico de las personas, resultando en una condición
de mayor vulnerabilidad.

Las personas expuestas directa o indirectamente, a un acontecimiento


traumático, a un suceso extremadamente adverso, presentan un conjunto
de reacciones iniciales catalogadas de normales: insomnio, pesadillas,
recuerdos intrusivos, sintomatología física asociada a respuestas ansiosas
y al temor.

A nivel de sentimientos y emociones predominan la sorpresa, el sentimiento


de extrañeza, espanto, descontrol, indefensión, inseguridad.Asimismo, se presentan
sentimientos de inestabilidad, miedo, pánico, tristeza, dolor, rabia, ira, conmoción,
compasión, resentimiento, indignación, culpa. Nos sentimos agredidos/as por
un enemigo fuerte, que no es humano, al cual no podemos enfrentar y que
ataca inesperadamente. Una línea de sentimientos surge de la vivencia de la
indefensión y la causa se sitúa en el exterior, sin embargo, frecuentemente, y
por nuestra necesidad de recuperar cierto control, nos auto-responsabilizamos,
culpándonos de infinidad de maneras, siendo críticos/as y castigadores, aludiendo
el no haber anticipado la situación, o no haber desplegado las acciones adecuadas.
Finalmente, tanto en forma individual como colectiva corporizamos al “desastre”
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buscando en otros/as los actos irresponsables, negligentes, en otros/as más


cercanos/as, más humanos/as.

Desde nuestra experiencia clínica se puede afirmar que los comportamientos


más típicos son estar híper-alerta, muy sensibles, con llanto fácil y recurrente,
sobrerreactivos e irritables. Muchas veces se desarrolla una conducta hacia el
polo de la manía, haciéndonos cargo de todo y de todos, en forma impulsiva
y apremiante, lo que fácilmente desemboca en agotamiento, frustración,
involución y resignación.

En el polo de la inhibición, se exacerba la dependencia de otros, la


inactividad, sentimientos de minusvalía, de aplastamiento, desinterés y apatía.
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Todas estas respuestas son intensas, producen un malestar profundo e irrumpen

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y alteran, como el desastre, nuestro curso normal, predecible y relativamente
estable de vida. No obstante, la aflicción y sufrimiento experimentados por un
porcentaje altísimo de la población que sufre una catástrofe son “normales” e
incluso adaptativos. Se propone entonces mirar estas respuestas como esperables
y en consonancia a lo vivido, ya que las reacciones de crisis son reacciones
normales ante una situación anormal, y pueden ser abordadas desde un primer
apoyo, como se conceptualiza desde el modelo de intervención en crisis.

Se trata de personas que requieren ayuda, y no


personas que padecen una enfermedad mental.
Por lo tanto, las intervenciones psicológicas en una primera etapa se
centran en Primer apoyo psicológico, cuyos objetivos son facilitar que las personas
afectadas se estabilicen y estructuren. La idea es favorecer que la persona
pueda enfrentar los aspectos más urgentes de la situación, detectar personas en
riesgo, ya sea por sus conductas o por la situación, e implementar medidas de
protección y asegurar que se vele por la integridad de las personas afectadas
(Morales y Chía, 2010). Por ejemplo, identificar a niños/as más temerosos e
inhibidos y acompañarlos en situaciones de réplicas o de situaciones de alerta
y de evacuación.

En esta etapa es muy importante no enjuiciar ni los sentimientos asociados


al evento traumático, ni las conductas desplegadas por la persona afectada.
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Ahora bien, para acoger el impacto psicológico es necesario contar con


procedimientos estructurados, que permitan resolver las necesidades concretas
de los afectados. También se requiere contextualizar el apoyo psicológico en
una intervención más amplia de ayuda social que posibilite y contenga las
ayudas propiamente psicológicas.

Ayudando a niñas/os y jóvenes


Aun cuando una experiencia traumática va a impactar psicológicamente
al niño/a y al joven, igual que al adulto, ellos y ellas sufren y significan de
modo particular estas experiencias.

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La intensidad del impacto, el cómo se exprese éste y el tiempo que ocupe
en volver a la normalidad, van a depender del contexto de la experiencia vivida,
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de la edad, las características de personalidad del niño, de la habilidad de los


adultos significativos para ayudarlo/la a enfrentar y manejar la situación, como
es proveerle una sensación de protección y seguridad, y de la vulnerabilidad
y problemática familiar previa al trauma.

Cuando existen previas al desastre, condiciones de vulnerabilidad individual


del niño/a o joven y/o fragilidades relacionales al interior de la familia, aumenta
la probabilidad de mantención de las reacciones iniciales, de que éstas se agudicen
instalándose un cuadro sintomático que ya no se considera normal o adaptativo.

Para responder la pregunta de cómo distinguir entre reacciones esperables


y malestares o síntomas que cursan entrelazados con otros sufrimientos y
realidades independientes del desastre natural, nos focalizaremos en aquellos
niños y niñas que siguen enfermando a pesar de haber recibido un buen
primer apoyo, y cuyos problemas ya no se explican sólo por las vivencias y
consecuencias de la catástrofe vivida.

Se propone el enfoque relacional para comprender y ayudar a ellos/as y


sus familias, apelando a las teorías subjetivas34 construidas en torno al problema,

34 Este concepto se desarrolla en el apartado Constructivismo y narrativas en terapia,


pág.184.
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develando la funcionalidad del síntoma y las lealtades de aquellos niños y niñas con
algún miembro de su sistema afectivo significativo. Es necesario detenerse en
las características relacionales de la familia, los juegos interaccionales previos
al desastre, los roles, funciones y tareas adscritas a estos roles y los conflictos
familiares previos al trauma.

En cuanto a la selección de herramientas terapéuticas, quisiéramos


destacar un área específica como es la construcción de narrativas, y cómo
utilizar la elección de imágenes y expresión gráfica como dispositivo o
técnica que facilitaría dicho proceso. En específico, en este tema posibilita
la lectura más allá del impacto del terremoto y maremoto, que por sus
consecuencias devastadoras, nublan la pesquisa de otras crisis o eventos
traumáticos y dolores que coexisten con los propios de la catástrofe vivida. 185
Se trata aquí de dar una mirada relacional e inclusiva de la especificidad

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de lo infantil, buscando dar respuestas más amplias, pero a la vez precisas
a estas experiencias.

El sistema familiar y las lealtades


Las familias construyen su devenir, tienen fuertes cimientos que son
transmitidos por generaciones y “tomados”, es decir coaptados o incorporados
en la genuina experiencia de cada miembro.

Los temas, estilos y valores que permean fuertemente las prácticas familiares
se expresan singular y colectivamente. El sentimiento de pertenencia, los
juegos de aceptación/inclusión– marginación/exclusión van regulando
los comportamientos en términos de diferenciación y de formas de
individuación. Circulan mandatos, mensajes implícitos o explícitos que
contienen reglas y marcos. Cada integrante de la familia estaría inserto en
una red de lealtades multipersonal, la cual le exige a cada uno de ellos que
cumpla las obligaciones y expectativas del grupo. La lealtad corresponde a
un sentimiento de solidaridad y compromiso que unifica las necesidades y
expectativas de la familia, así como también los pensamientos, sentimientos
y motivaciones de cada miembro. De esta forma, la lealtad como actitud
individual abarcaría la identificación con el grupo familiar, la confianza y
la responsabilidad debido al compromiso existente (Boszormenyi-Nagy y
Spark, 1983).
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Si un miembro de la familia transgrede las reglas que están asociadas a la


lealtad, éste puede sentir la amenaza de ser expulsado del sistema familiar.
Por otra parte, la incapacidad de cumplir con las obligaciones inherentes a
la lealtad genera sentimientos de culpa que van regulando al sistema familiar
(Boszormenyi-Nagy y Spark, 1983).

Se establecen alianzas o coaliciones entre los miembros de un sistema, a


partir de una lealtad explícita o encubierta. Ahora bien, descubrir esas vinculaciones
y acceder a la significación subjetiva que esto tiene para esa persona nos ayuda en
nuestra labor terapéutica cuando, como en la mayoría de las veces, la forma de expresión
de esa lealtad no es sana.

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En cuanto a las expectativas familiares, Boszormenyi-Nagy y Spark (1983)
expresan que las familias tienen sus propias leyes en formas de esperanzas
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compartidas. Cada integrante de la familia está sujeto constantemente


a pautas de expectativas. Muy tempranamente se sanciona a los niños y
niñas que no cumplen con ellas, de esta manera se internaliza gradual
e inconscientemente lo que se espera de uno en ese sistema y en esos
vínculos singulares. Es así como las expectativas y los mandatos en un
miembro leal de la familia pueden ejercer fuerzas psicológicas que pasen
coartan al sujeto.

La funcionalidad del síntoma


El síntoma, el malestar, el sufrimiento es frecuentemente egodistónico,
sin embargo, esto no es suficiente para combatirlo, hay otras fuerzas que lo
mantienen, dentro de éstas se identifican algunos factores que le otorgan a
la persona una ganancia secundaria. Desde una perspectiva relacional, esa
ganancia también involucra a otros. Es aquello que hace que el problema
se mantenga, ya que otorga vivencias, estados, refuerza vínculos, tanto en el
paciente como en otros miembros del sistema. Nos invita a develar la siguiente
clásica pregunta: ¿para quién o quiénes es útil que el paciente continúe con síntomas?

Constructivismo y narrativas en terapia


La cibernética de segundo orden, se inspira en una postura epistemológica
constructivista, que enfatiza el rol del observador en la construcción de la
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realidad observada. Entonces la realidad se concibe interdependiente de los


procesos de organización del observador y su aplicabilidad a la clínica apunta
a considerar la terapia como construcción social.

Esta perspectiva, asociada a posturas posmodernas en la práctica terapéutica


y en la reflexión intelectual, implica la redefinición de la psicoterapia como
la génesis intencional de significados y narrativas que puedan transformar la
construcción de la experiencia de los clientes mediante un diálogo colaborativo,
estableciendo un giro discursivo, semántico y narrativo. La información y
el procesamiento de ésta pasa centralmente por la atribución de significado
a dicha información. Así, desde la perspectiva posmoderna se asume que no
son las descripciones de las teorías de la terapia lo que puede conocerse, sino
que la experiencia concreta, cotidiana y personal de nuestras vidas, y que estas 187
se expresan en narrativas que nos contamos unos a otros y que además estas

El enfoque sistémico y el uso de narrativas a través de imágenes... / Carmen Olivari P.


historias son influyentes (Payne, 2002).

Estas historias o narrativas conforman la matriz de conceptos y


creencias a través de las cuales comprendemos nuestras vidas y también
el mundo donde ocurren; hay una continua interacción entre los relatos
que nos contamos en un momento y la forma en que vivimos nuestras
experiencias. Desde esta óptica, el o la terapeuta facilita el surgimiento
e identificación de relatos dominantes y posibilita la construcción de un
relato enriquecido.

Señalaremos la vinculación de lo desarrollado con el planteamiento


de teorías subjetivas construidas en torno al problema. Los individuos en
la vida cotidiana, desarrollan constructos teóricos sobre cómo funciona
el mundo y sus propias actividades. Así, las personas aplican y someten a
prueba estos sistemas de ideas en sus actividades y las revisan si es necesario.
Los supuestos en estas teorías se organizan independientemente, y con un
arreglo argumentativo que corresponde a la estructura de las expresiones
en las teorías científicas. Las personas elaboran hipótesis para orientarse
respecto de sí mismas y del mundo. Éstas son, a la vez, interpretaciones
de la realidad y fundamento para actuar en ella, y les permiten además
interpretar, explicar y justificar sus relaciones con los otros y las situaciones
en general (Flick, 2004). Al respecto, Rodrigo, Rodríguez y Marrero (1993)
y Catalán (1997), puntualizan que estas representaciones individuales
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complejas están basadas en experiencias sociales y culturales sin por ello


perder su condición de representaciones particulares. Estas “teorías”, a la
vez, dan acceso a los contextos temporales y locales, reconstruidos desde
el punto de vista del narrador.

Cada uno de los niños/as que colaboraron con sus experiencias en este
trabajo han desarrollado teorías subjetivas (o implícitas), en torno a los
sufrimientos, malestares experimentados por sufrir un desastre natural, en
este caso el terremoto. Éstas están conformadas por supuestos individuales,
acerca de sí mismas/os y de su contexto. Les permiten interpretar, explicar
y justificar sus vivencias y comportamientos, como también aquellos de los
adultos significativos, y así dan sentido a esta situación de vida, otorgándoles
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explicaciones para tolerar el sufrimiento y los malestares que conlleva.
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Los niños y niñas habitualmente no verbalizan sus experiencias, por lo tanto,


para los y las terapeutas muchas veces resulta difícil acceder a estas construcciones
subjetivas. ¿Cómo construir narrativa entonces? El uso de imágenes y la expresión
gráfica son técnicas para facilitar la producción de las narrativas, siendo un buen
dispositivo para acceder a este conocimiento subjetivo, local y sabio que nuestros
niños y niñas nos entregaron.

En términos operativos, durante el proceso terapéutico se les propone


representar el problema, malestar o experiencia traumática eligiendo una
imagen de animales y construir un relato en torno a ellas o bien dibujar la
representación de ese relato sobre el o los problemas. Luego se construye un
diálogo terapéutico que alienta la comprensión de las vivencias, introduciendo
otras perspectivas ampliando el relato dominante. Este diálogo puede ser
mediatizado con nuevas elecciones de imágenes o nuevos dibujos.

Esto permite y facilita, tanto para el terapeuta como para el niño/ ña y


su familia, la identificación del juego relacional disfuncional que mantiene u
origina el problema, más allá del episodio traumático propiamente tal. Leer
la funcionalidad del síntoma, es decir, para quien o quienes resulta útil que
el niño siga con síntomas, develar las lealtades del paciente índice y otras
tramas relacionales relevantes. Así, se diseñan objetivos que dan cuenta de
estos juegos relacionales complejos, y con esto se inicia una etapa de atención
más allá del primer apoyo.
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Imágenes y Relato
Los siguientes son relatos y sus consiguientes análisis han sido construidos
desde la perspectiva planteada:

La historia de Bertha35
Bertha, de 12 años, vivió el terremoto con su abuela materna, su madre y
sus tres hermanitos, hijos del segundo matrimonio de la madre. Bertha presenta
síntomas ansiosos a partir del terremoto, el que siente en un punto de la costa de
Chile , LengaVIII Región, donde no llega el maremoto, pero viven la expectación
de éste. Durante el sismo, su abuela la ayuda a salir de la casa, mientras su mamá
se encarga de sus hermanitos de 2, 4 y 5 años. 189

El enfoque sistémico y el uso de narrativas a través de imágenes... / Carmen Olivari P.


Soluciones y relato familiar:
Bertha y su familia se van a vivir con la abuela materna en Santiago,
quien en los primeros años de la niña fue crucial, ya que ayudó a su hija
con la crianza. En ese tiempo la madre de Bertha vuelve a la casa de la
abuela para así poder continuar con sus estudios. Ahora el padre de los
hermanos de la niña, se queda en el sur, construyendo la nueva casa. A los 6
meses los síntomas se han intensificado, razón por la cual Bertha empieza a
dormir con la abuela. No quiere ir al colegio, se queja que dos compañeros
la molestan mucho, presenta náuseas y dolores de estómago recurrentes.

Hace un par de años, la abuela se dedicó a cuidar a un primo drogadicto


hasta que terminó su periodo de rehabilitación con éxito. Durante ese tiempo
la madre de Bertha se empareja y contrae matrimonio, luego la madre de la
abuela fallece y ésta se queda al cuidado de su padre, durante todo este tiempo
Bertha añora estar nuevamente con su abuela.

Hace un año, el padre de la abuela se enferma y muere, y ella comienza


a llevarse por periodos largos a Bertha a su casa, ya que la niña ha resentido

35 Los nombres de las niñas son ficticios, y se han cambiado algunos datos para resguardar
su privacidad.
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mucho el nuevo matrimonio de la madre y el nacimiento de sus hermanos.


La madre de Bertha declara estar sobrepasada por la crianza y por las demandas
del marido y de Bertha, señalando: “me estiran como a un chicle”.

El siguiente párrafo muestra un ejemplo del análisis del relato dominante


y del relato enriquecido que surge como resultado de las intervenciones
terapéuticas y que va engrosando la narrativa original. Se marcan también
las lealtades.

Relato dominante en esta familia: “las mujeres nos hacemos cargo de todo,
y de nuestros seres queridos. Uno no se la puede sola en esta mundo, el
sentido de vida de la abuela es preocuparse por los demás. Ella (la abuela)
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es muy buena organizando la vida y ayudando a otros (y a la vez necesita a
alguien que requiere de su ayuda, relato enriquecido). Ella ha sido generosa y no
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podemos dejarla sola, lealtades y mandatos (eso no me permite estar tranquila


con mis hermanos, padrastro y mamá, me siento culpable de dejarla sola pero
mi mamá también me necesita, relato enriquecido), cada vez que vuelvo de la
casa de la abuela, mi mamá dice que no me dejará ir de nuevo”.

Resumiendo se podría afirmar que Bertha ha construido la siguiente


teoría subjetiva: soy una mujer, tengo que ser fuerte como mi abuela, yo la
hago feliz, ahora soy débil y por eso me asustó tanto el terremoto, pero
al lado de ella aprendo, siempre tengo que estar “pegadita” a alguien.
Respecto a la funcionalidad del síntoma se puede afirmar que la familia
intenciona mantener las lealtades familiares, pagar los sacrificios de la
abuela, solucionar conflicto de lealtades, “es la enfermedad la que me deja al
cuidado de la abuela, no yo”.

En cuanto al uso de imágenes como dispositivo para facilitar narrativas, se


propone a Bertha elegir un animal que represente su vivencia del terremoto
de entre un set de fotos de diversos animales.
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Bertha elige un conejo pequeño rodeado de flores multicolores en el campo.


Fotografía:todo-nascotas.com

Soy un conejito, estoy


asustado, la tierra se movió
pero en mi cueva no pasa
na’. Pero me siento solito, me
asustan los ruidos, las luces,
sé que cuando grande seré
hábil, mi familia está entre esas
flores... mi mamá criando a
mis hermanos conejos.
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El enfoque sistémico y el uso de narrativas a través de imágenes... / Carmen Olivari P.


Se propone a Bertha elegir un animal que represente a su familia, elige
unos delfines.

Estas somos nosotras,


Fotografía:studentsoftheworld.info

delfinas, siempre juntas,


podemos danzar y acuatizar,
somos felices y la más grande
nos guía, es linda y poderosa,
pero solita se esconde, a la
delfina bebé le da susto el
mar adentro, prefiere estar
en la superficie... los delfines
son agregados... no pueden
vivir solos.

El siguiente relato nos ejemplifica otra trama relacional que da cuenta de


la mantención de síntomas. Y nos permite comprender que las dificultades
presentadas por la niña, por la que se consulta, van más allá de una reacción
post-terremoto. Nuevamente el uso de narrativas facilitadas por imágenes nos
amplía la comprensión del problema.
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La historia de Ana
Ana es una niña de 10 años, con el terremoto perdió a su perrita, sus padres
la llevan a dormir con ellos esa noche y desde esa fecha no logra retornar a
su pieza. En el momento de consultar, el padre se queja de sufrir insomnio,
ya que durante 7 meses ha acompañado a su hija en un sillón en la salita
de estar. Cada vez que intenta dejarla sola, ella llega llorando al dormitorio
matrimonial. La reta, le grita y ahora admite: “me como el enojo para no pegarle”.

Soluciones y relato familiar:


Ana es hija única, fue muy esperada por sus padres, quienes querían
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conformar una familia numerosa. El padre propone armar familia con dos
hijas de un matrimonio anterior de 13 y 16 años. Después de tres años muy
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conflictivos, las niñas mayores “son devueltas con su madre”. Luego el padre
termina su relación con ellas por sentirse traicionado, ya que estas hijas prefieren
estar con la madre. El padre es descrito como muy dominante, protector y
de ideas fijas, él agrega “de una sola palabra”.

La madre de Ana dice no “aguantarle nada a su marido” y quiere que la


niña se haga respetar: “ella es la hija con mayúscula”. Ambos relatan que desde
siempre han tenido muchos conflictos, que pelean frecuentemente, siendo
abiertos y valorando que las cosas se digan en familia.

En el párrafo siguiente realizamos un breve análisis del relato dominante


y del relato enriquecido, que como ya planteamos es el resultado del diálogo
terapéutico, y que en estos casos, ha sido facilitado con un dispositivo
de imágenes, que permite a las niñas externalizar sus experiencias y nos
da acceso a ese mundo subjetivo. En esta historia, el Relato Dominante se
identifica como: “Para nosotros la familia es muy importante, así la traición
no se perdona, los hijos deben ser leales, las personas deben ser fuertes
y hacerse respetar, mandatos y lealtades (debo unir a mis padres, cuidar
que no peleen, relato enriquecido). Los conflictos deben abrirse, hay que
decirse todo lo que uno piensa y siente (en mi familia se valora que una
sea agresiva, pero después te castigan y te pueden excluir, y para siempre,
relato enriquecido).
193

Nos parece que Ana ha construido la siguiente Teoría subjetiva: Yo uno a mi familia,
mis hermanas no pudieron, pero yo soy débil y mi papá protege bien, a mi mamá
le gusta eso, los padres están para proteger a los hijos. El terremoto me asustó
mucho y me quitó a mi perrita, eso me tiene mal. Soy débil y no puedo superarlo.
Mi padre y mi madre pelean mucho, pero si yo los necesito dejan de pelear.

Funcionalidad del síntoma: Ocupar a los padres en tareas de protección


y desviar el conflicto de pareja: hija, me tranquiliza que mi papá duerma
conmigo así ya no pelean más; madre, prefiero dormir sola y no escuchar
sus reclamos, una tregua nos hace bien, si seguimos peleando podemos
separarnos.

Uso de imágenes como dispositivo para facilitar narrativas 193

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Se propone a Ana elegir un animal que represente su vivencia del terremoto,
y ella elige un águila, muy grande y fuerte.

El terremoto cayó sobre


nosotros, no me di cuenta,
antes me despertaba y sabía
por qué, esta vez no, fue

Fotografía:.w.w.fotosdeanimales.com.ar
como esa águila y todo se
sacudía, se llevó en sus garras
a la Blaky. A veces siento sus
discusiones como esa águila.

Imágenes, historia y narrativa


En las historias de Bertha y Ana, observamos el sufrimiento de niñas
que vivieron un desastre natural cuyos síntomas perduraron más allá de
un periodo esperable. El relato, en el caso de ambas, les permitió en una
primera intervención, focalizarse en sus vivencias únicas y particulares, sobre
el terremoto/maremoto.
194

Las imágenes de animales facilitaron sus narrativas y la externalización de


sus explicaciones sobre sus síntomas. El trabajo posterior sobre esos discursos,
en la línea de explicitar los subtextos que contenían atribuciones familiares,
representaciones colectivas, temores compartidos y a veces particulares
a cada niña, permitieron -como decíamos- engrosar un hilo explicativo,
enriqueciendo una trama comprensiva que nos permite dar cuenta entonces
de la mantención de los síntomas, más allá de las catástrofes vividas y sus
consecuencias más cercanas.

En ocasiones, como terapeutas resonamos con aquellas experiencias más


globales y colectivas, atribuyendo en una primera lectura simple y que reduce
la complejidad de los casos particulares a unas pocas variables, los síntomas o
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la duración de ellos. El análisis desde una perspectiva relacional, enmarcada
en el uso de las narrativas, facilitó acceder a otra trama de lealtades y vivencias
Psicoterapia de Niños, Niñas y Adolescentes.../ Germán Morales F. y Carmen Olivari P.

que, articuladas en relatos centrales y dominantes, inciden en el curso de


acciones que en estos casos particulares enfermaban a las niñas protagonistas
de ellas. Facilitar su identificación y tener acceso a esos mundos infantiles
con sus particulares representaciones de la realidad, deconstruirlos a través de
enriquecer esos relatos, pareciera ser un camino interesante para lograr una
lectura más compleja y atingente de los efectos post terremoto.Tal como nos
dicen Whitaker & Bumberry (1990): “En una terapia orientada al crecimiento, lo
fundamental es concentrarse en la expansión del significado de la experiencia y en la
ampliación de los horizontes de la vida”.

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