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8 Uso de Bandeja de Arena

como herramienta psicoterapéutica


facilitadora de la elaboración de
experiencias de maltrato
Los niños se revelan a través del juego. El clínico debe ser paciente y
fascinarse por pequeños matices y tomar decisiones con propósito.

E.Gil, 1991

Macarena Atal Maturana y Claudia Cerfogli Flores

E
n el presente capítulo se busca promover el aporte de
la técnica de la Bandeja de Arena32 como herramienta
psicoterapéutica en casos de niños y niñas que han sufrido
distintos tipos de maltrato.

El maltrato infantil aparece como un hecho traumático para


los/as niños/as, quienes no logran, en ocasiones, expresar en
totalidad su vivencia, las emociones que surgen en torno a
esto, el grado de desprotección que sienten de su ambiente,
y las dificultades que perciben para salir de este contexto
amenazante para su desarrollo.

32 Esta técnica consiste en una caja que contiene arena en su interior donde el niño/a crea
una historia con ciertos elementos que el terapeuta pone a su servicio. El contacto con
este elemento sensorial favorece el surgimiento de una variedad de emociones que se
pueden trabajar en terapia.

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El uso de una técnica más lúdica permite al/la niño/a establecer una
relación con el/la terapeuta desde una actividad que le da seguridad y le
favorece el poder comunicarse desde un leguaje conocido para él/ella, como
es el juego. Al ser la arena un elemento kinestésico, facilita la expresión de
una variedad de emociones usando la bandeja como medio para ello. De este
modo, la actividad favorece el reconocimiento de sus propias necesidades,
la manifestación de las mismas y el manejo adaptativo de sus emociones y
pensamientos. Es un recurso excelente para ser usado en niños/as de diversas
edades (preescolares y, escolares) y adolescentes, además de ser una técnica
específica para ser utilizada en adultos y familias.

La Bandeja de Arena ayuda a rescatar las vivencias individuales. En el caso


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de niños/as que han sufrido experiencias de malos tratos, facilita el trabajo
terapéutico en torno a elaborar la experiencia traumática. En ella construyen
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significados en torno a lo sufrido, incluyendo los recursos propios para hacer


frente a esa experiencia. Por otra parte, permite visualizar las capacidades de
las personas significativas, las necesidades de protección, la visión del mundo
y la relación consigo mismo/a. Es así como esta técnica faculta para observar
elementos relevantes en torno a una situación de maltrato, para desde ahí
intervenir en ellos durante el proceso psicoterapéutico de un/a niño/a que
ha sido o sigue siendo víctima de esta situación.

Todas estas vivencias se vierten en el mundo construido en este espacio, que


ofrece el instrumento para poder desde ahí ser re-significadas y elaboradas en
la experiencia infantil. Se plasman de modo no amenazante, en algo externo
(la bandeja), pero propio a la vez. Pasa a ser una herramienta privilegiada de
externalización de lo traumático para, de este forma, comenzar un camino
de encuentro con recursos propios y de su contexto que le permitan al/la
niño/a ir interiorizando, siempre con la ayuda sigilosa del/la terapeuta, una
experiencia más adaptativa. Al realizar este tipo de intervención dentro de
un proceso terapéutico más amplio, el/la niño/a puede, finalmente, retomar
la senda evolutiva adecuada para un desarrollo mejor.

Para graficar lo anterior, se presentan ejemplos de bandejas de arena y procesos


clínicos en torno a su construcción, se explicitan contenidos reiterativos entre
niñas con experiencias similares y especificidades de acuerdo a los contenidos
particulares. En las creaciones se pueden observar las dificultades y recursos que
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ellas perciben de sí mismas y de su entorno, así como sus deseos y necesidades,


aspectos importantes que guiarán la intervención. Por otra parte, se hace
referencia a las condiciones de trabajo ideales para el buen uso de este tipo
de intervenciones, el modo de interactuar del/la terapeuta con la obra del/
la niño/a, el modo de interpretarla y las posibles intervenciones a realizar.

Historia del uso de la Bandeja de Arena


Los orígenes de esta técnica se circunscriben al trabajo con niños/as,
pero luego se extiende a intervenciones con adultos y familias. Además, en
la actualidad sirve como una herramienta de desarrollo de la persona del
terapeuta.
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En (1929) Margaret Lowenfeld, psiquiatra inglesa, incorpora el uso de una
bandeja de arena en su setting de consulta. Es importante destacar que aunque

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sus raíces eran psicoanalíticas, desconsideró esa teoría al aproximarse a esta
técnica resaltando también el poder curativo del juego en sí, y la poderosa
herramienta que resultaba de él al poder aproximar al adulto al mundo del/
la niño/a, que muchas veces no podía ser traducido a palabras. Esto la llevó
a desestimar las interpretaciones durante el proceso de creación del mundo.
Desde su punto de vista, el mundo primario del/la niño/a no siempre era
posible ni necesario verbalizarlo, siendo esta creación una posibilidad para
acercarse al mundo interno por parte de los otros (Herane, 2005).

Dora Kalff (1993), de origen sueco, introduce en Estados Unidos el uso


de la bandeja. Ella incluye una visión junguiana, siendo su postura frente
a la actividad más bien de observación sin intervención activa, en silencio,
mientras el/la niño/a recrea su subjetividad. Desde su punto de vista, el
efecto de la técnica está en el poder curativo que conlleva el representar, a
través de símbolos, su mundo interno. Lo anterior se ve potenciado con que
la representación la hace frente a otro como testigo. En ella se permite la
liberación de los conflictos inconscientes, para lograr una mayor integración
psíquica y plasmar en imágenes concretas, los pensamientos y sentimientos
del/la niño/a. Como recurso kinestésico, también tiene un poder relajante
para el/la niño/a que puede estar vivenciando ansiedad. Desde esta autora, su
uso permite una forma protegida de relacionarse con la experiencia vivida,
sin exigencias de performance ni interpretaciones desde el/la terapeuta que
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interrumpan el acto creativo. Por otra parte, el rol del mismo es desde una
actitud de profundo respeto, no intrusivo, y siendo testigo de la expresión de
la psique y la aceptación del sujeto, lo cual favorece el proceso de integración
psíquica.

Posteriormente, Eliana Gil (2006), terapeuta de vasta trayectoria en el


trabajo con niños/as y sus familias, incorpora este instrumento al trabajo
tanto individual como con todos los miembros. A raíz de la intervención con
niños/as que han sufrido abuso sexual, Gil (2006) incursiona en la terapia
expresiva dando énfasis a la necesidad de usar otros recursos no verbales en
la intervención clínica. Es por esto que incorpora la bandeja de arena a lo
clínico, permitiendo que el individuo elabore su experiencia en un contexto
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seguro. Junto con eso, utiliza la técnica con familias para poder reconstruir
las relaciones. Por último, cabe mencionar que esta prestigiada clínica utiliza
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la herramienta para consigo misma como modalidad de desarrollo de la


persona del/la terapeuta.

Beneficios del uso de la bandeja de arena


Las principales ventajas del uso de esta técnica en el trabajo terapéutico
con niños/as que han sufrido situaciones de abuso, pueden ser resumidas en
los siguientes párrafos:

- Resulta un modo familiar, natural de expresión para los/as niños/as.

- Genera atracción hacia su uso desde la poca exigencia que demanda.

- No exige la comunicación verbal y lógica de los pensamientos y


sentimientos que muchas veces se encuentran confusos y disociados
en la situación de un/a niño/a que ha sufrido abuso.

- Permite la expresión y comunicación de estos sentimientos y pensamientos,


permitiendo una integración psíquica sanadora.

- Como experiencia táctil, posee un efecto calmante muy beneficioso


en niños/as que manifiestan grados de ansiedad importantes.
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- Permite al/la joven tener un testigo de su proceso psíquico. Esto favorece


la reconstrucción de una visión del mundo reparadora.

- Favorece el empoderamiento del sujeto, la activación y conciencia de


los propios recursos, debilitando sentimientos propios de las experiencias
traumáticas como son la indefensión, la vergüenza, la estigmatización y
la confusión.

El hecho de ser una técnica de poca exigencia y con tantas ventajas


no sólo favorece el vínculo entre paciente y terapeuta sino que, además,
ayuda a ampliar nuestra mirada como terapeutas, ya que todas las creaciones
son únicas y reflejan un mundo interior particular siendo, por tanto, la
bandeja de arena un instrumento de recursos inagotables. Junto con esto, 169
es importante señalar que sus ventajas no se circunscriben a lo individual
solamente, sino que, muy por el contrario, abarcan a los sistemas familiares

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como objetos de intervención, permitiendo, a través de ella, entrar en
el mundo relacional e intervenir de un modo poco amenazante para el
grupo consultante.

Consignas para el uso de la Bandeja


La Caja de Arena es una técnica utilizada tanto con fines diagnósticos como
terapéuticos. Para comenzar, se le presenta al/la niño/a una recipiente con
arena en su interior cuyo fondo esté pintado de azul para traer el cielo o el
agua a la creación. Se pueden usar bandejas secas o húmedas y se le brinda al/la
niño/a una serie de miniaturas donde se incluyen las categorías de personajes
fantásticos, familias, animales, vegetación, construcciones, automóviles, objetos
de la naturaleza, entre otras.

El/la terapeuta le ofrece a su paciente familiarizarse con el material,


posibilitándole la indagación libre de la arena. Posteriormente, se le pide al/
la niño/a que realice un mundo en ella, o lo que le surja hacer, para lo cual puede
elegir miniaturas y disponerlas en la bandeja mientras el clínico frente a él/
ella, observa silencioso/a, atento/a, tomando algunas notas, pero cuidando de
no entrar en este espacio de creación.
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Las estrategias desde el/la terapeuta que han tomado las distintas autoras,
como modo de ser testigos de este proceso de integración y sanación de
aspectos dañados en el/la niño/a, se pueden sintetizar en los siguientes puntos:

- Ofrecimiento de la exploración de la bandeja.

- Facilitación de la elección de miniaturas.

- Sugerencia de realizar un mundo en ella.

- Observación silenciosa de la creación.

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- Petición de una narrativa de lo creado.
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- Favorecimiento, de modo respetuoso, de la inclusión de todos los


elementos en lo narrado.

- Intervención solicitando la identificación con algún elemento de la


bandeja.

- Facilitación de un cierre de acuerdo a las necesidades del/la niño/a.

Aspectos a considerar frente a la creación


Se analiza la bandeja de arena tomando en cuenta, en primer lugar, el
proceso de creación. Aquí se observa cómo se da la aproximación a la bandeja,
la manipulación de la arena, la elección de miniaturas, el uso del espacio, las
verbalizaciones y conductas asociadas mientras el/la niño/a trabaja en su obra.
Además, es importante estar atentos/as a la relación que se establece entre el/
la terapeuta y el/la niño/a, las resonancias del proceso y el resultado en el/
la propio/a terapeuta.

En segundo lugar, se estudia el contenido de la bandeja, es decir, qué objetos


elige y su posible contenido simbólico, la narrativa en torno a los eventos
dentro de ella, la naturaleza dinámica o estática de la escena, las consideraciones
evolutivas de lo creado y los aspectos de vitalidad dentro de la misma (Gil, 2006;
Kalff, 1993).
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En el caso de niños/as con vivencias traumáticas, la literatura ha encontrado


los siguientes aspectos en la bandeja realizada por el/la niño/a (Homeyern
y Landreth, 1998):

- Sentimientos de soledad reflejados en sujetos aislados dentro de las


bandejas de arena.

- Vacío o desorganización.

- Agresión y uso destructivo de la bandeja.

- Animales devorando otros animales o personas.


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- Mundos sin personas.

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- Uso de la arena para frotaciones corporales.

- Confrontación de buenos y malos.

- Transformación de los buenos en malos.

Sin embargo, es posible afirmar que no hay indicadores concluyentes de


trauma y menos de abuso en la creación, desde lo idiosincrático que resulta
la simbolización y experiencia fenomenológica de los/as niños/as frente a
un mismo evento y en distintos momentos de su proceso de elaboración de
lo vivido. Esto nos lleva a establecer una actitud profundamente respetuosa,
es decir, cuidadosa de los procesos personales y curiosa frente a la creación
del/la niño/a, no sólo en esta técnica sino que frente a otras de similares
características.

En el caso de niños/as con experiencia de abuso, la bandeja resulta una


técnica privilegiada, ya que esta experiencia es muy difícil de verbalizar para
ellos y muchas veces no logran conceptualizarla. Con este instrumento pueden
expresar libremente y resolver los conflictos asociados al evento traumático, esto
es los/as jóvenes pueden traer de manera metafórica los conflictos asociados
al hecho doloroso, revisarlos, resignificarlos y, también, manejarse de modos
diversos y más adaptativos con esa experiencia.
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Ejemplos clínicos

“Creciendo en la granja”
El siguiente ejemplo clínico fue extraído de un proceso terapéutico de
una niña de 11 años que había sufrido abuso sexual de parte de un primo
mayor que ella, pero menor de edad. La técnica de bandeja de arena se usa en
tres momentos del trabajo terapéutico. Al comienzo, ella reproduce un dibujo
libre que había hecho anteriormente, realizando en el recipiente una escena
campestre donde “una granjera muy hermosa” dispuesta en lo alto de una montaña
junto a una casa de madera (en el sector superior de la bandeja de arena), se
encuentra cuidando a los animales de este hogar (una vaca, un caballo, una
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oveja) distribuidos por alrededor de ésta (en la parte baja de la bandeja). En
la parte central de su producción deposita un pequeño conejo. Al verbalizar
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lo realizado se refiere a la mujer que cuida como quien debe preocuparse de


que estos “animalitos” estén bien y no les pase nada. Una intervención más
activa surge al pedirle que se identifique con algún elemento, y ella elige al
conejo refiriéndose a él como frágil, pequeño, algo asustadizo y juguetón.

En un segundo momento, varias sesiones después, la niña vuelve a trabajar en


la bandeja y reproduce una escena semejante, adicionando algunos elementos.
Esta vez, agrega cercos, clasifica a los animales por familias, e incluye una serie
de figuras masculinas a las cuales también encierra dejando una abertura en
la cerca que los delimita. En la parte central superior, incluye a un hombre
sentado. En la verbalización de esta bandeja, la joven muestra a este último
personaje como el cuidador de la granja que se preocupa de que no entren
animales salvajes a molestar a los animales domésticos. No hace referencia a
los hombres en el sector derecho y vuelve a reproducir al conejo cerca de
la granjera manifestando que está muy feliz, que está libre y se siente seguro
en ese lugar.

Coincide esta bandeja con un momento crucial de la terapia cuando el


primo asume explícitamente, ante toda la familia, su responsabilidad en los
actos abusivos. Podemos suponer un alivio psíquico en la niña junto con una
percepción de más testigos del abuso y más personas significativas asociadas
al cuidado de su indefensión.
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En un último momento de la terapia, se invita a sesiones diádicas a


una hermana de la niña, debido a que por la apertura del abuso se había
generado mayor conflicto entre ellas. La niña de inmediato desea realizar
con su hermana una creación que sincrónicamente resulta ser casi idéntica
a la anterior, agregando una escena de una laguna pequeña con una familia
de sapos en su interior. Los padres afirman que la relación entre ellas mejoró
mucho después de estos encuentros.

Analizando este proceso terapéutico, podemos señalar que las distintas


bandejas surgen desde la elección que la niña hace en un proceso terapéutico
de trabajo basado en lo lúdico. Resulta especialmente interesante el proceso
diádico donde podríamos suponer que la niña busca un modo de comunicar
a su hermana la vivencia que no es posible de otros modos, resultando 173
esa sesión muy significativa para la niña, contando tiempo después que su
hermana la comprendía mejor. En esa sesión la testigo fue la hermana, lo cual

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reforzó el proceso de sanación de los aspectos dañados de culpa, confusión y
estigmatización. No fue necesario mayor intervención de parte del terapeuta,
sino más bien un acompañamiento silencioso, donde muchos aspectos quedaron
en lo implícito, como el tema de los personajes masculinos que tentaban a una
interpretación explícita hacia la niña o el encierro a medias de los mismos.

Como elementos positivos del proceso asoman la adherencia a la técnica


como modo de expresión, de comunicación y de conexión desde la niña,
surgiendo de familias dentro de la bandeja y menor aislamiento de los
personajes. Se utilizan cercos como una manera de estructurar y proteger.
Además resulta positiva la explicitación de la figura masculina como una
figura a limitar, pero también una que puede proteger, lo que en este caso
resultó coherente a la participación del padre en las acciones de protección y
límites, en una familia en que los roles parentales estaban polarizados de modo
tradicional. Las figuras masculinas semi-encerradas mostraban coherencia con
la mantención de una relación con el primo, pero en un contexto de mayor
protección y estructura. La mantención de la figura de la granjera, concuerda
con la figura materna, pero esta vez apoyada en su rol de protección y, a la vez,
coherente a la vivencia de la niña de mayor empoderamiento de su propia
figura femenina. También se mantiene en todas las bandejas, un objeto de
fragilidad, que refleja los sentimientos de vulnerabilidad en la niña.
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“La llegada del súper héroe”

Los padres de una niña de 12 años llegan a consultar de manera espontánea


debido a que su hija era víctima de malos tratos de parte de sus compañeros
desde hace tres años. De acuerdo a la impresión de la madre, la niña tiende
a postergar sus necesidades en favor de sus figuras significativas, lo cual es
coherente con que al momento de ser hostigada por sus pares, no quisiera
contarles a sus padres lo que le estaba ocurriendo.

En las sesiones, ella se muestra muy complaciente con la terapeuta, con muy
buena disposición para enfrentar las actividades y con una baja competitividad
en los juegos que se le proponen. Al realizar actividades donde debe identificar
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ciertas emociones, la niña manifiesta constantemente que siente mucha
vergüenza, un poco de tristeza y que no siente rabia.
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Se decide en algunas sesiones trabajar con la bandeja de arena, principalmente


por la sensación agradable que produce en la niña y por la facilidad que tiene
para poner de manifiesto los temas que la aquejan.Además, las técnicas verbales
le generan una mayor ansiedad, lo que se traduce en cierta vergüenza para
expresar lo que siente.

En la primera sesión con este instrumento, la niña decide hacer, en el


centro de la bandeja, una granja de animales domésticos con caballos, un perro,
un pato y un ganso dentro de un cerco, y afuera pone serpientes, reptiles y
cazadores con elementos citadinos como autos, señaléticas y vegetación. En
la historia que se le pide realizar, ella señala que “la única manera en que los
animales estén a salvo es dentro de este corral, si salen de ahí puede pasarles algo, y
los otros los pueden atacar”.

Se puede observar en este mundo creado una necesidad de contención


y protección, que se refleja en el encerrar a los animales domésticos. Si estos
animales salen, pueden ser atacados por animales salvajes, lo que hace referencia
al medio hostil y agresivo que percibe a su alrededor. Esto coincide con el
hecho de que la niña, al no percibir ayuda efectiva de su entorno cercano, se
retrae y aísla del mundo, incluso evadiendo la mirada en ocasiones, pareciendo
distraída en sesión, mecanismo de defensa que utiliza habitualmente frente a
cualquier agresión externa.
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La bandeja de arena, permitió mostrarle a los progenitores la importancia


de otorgarle protección a su hija para que pudiera sentirse más confiada y
con mayores recursos para enfrentar situaciones conflictivas y adaptarse a un
nuevo contexto, como el cambio de colegio, decisión tomada por los padres
frente al acoso escolar. De esta manera, a través de esta técnica utilizada en el
diagnóstico, se pudo trabajar competencias parentales, como establecer límites
seguros que dieran contención a la niña. En este sentido, la bandeja fue un
recurso para poder trabajar con la familia respecto a las necesidades de su
hija, ampliando el campo de intervención individual que se estaba realizando
mayoritariamente hasta ese momento.

En el proceso terapéutico, la herramienta siguió siendo un recurso utilizado


con la niña. Sus historias eran cada vez más ricas en cuanto a la calidad de las 175
verbalizaciones, los cuales giraban, principalmente, en torno a su sentido de
competencia, donde ella se percibía a sí misma siendo eficaz en la resolución

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de ciertos conflictos y donde ella era quien rescataba a los más vulnerados.

Es así como en una ocasión, incorporó a su juego a un hombre que


secuestraba a una niña, que se quejaba de lo sucedido, pero que no podía escapar
de esta situación. La única persona que la podía ayudar en ese momento era
un “súper héroe”, quien lograba usar todos sus poderes y armas para distanciar
al hombre y defender a la niña. En este juego, el “súper héroe” rescataba a
la pequeña y la llevaba a su casa junto a sus padres. Al preguntarle con qué
personaje se identificaba, ella respondió “con el súper héroe”, quien “rescata de
las manos del malvado a la niña que se encuentra en peligro”.

De esta manera, esta técnica sensorial le permitió ir desplegando sus recursos


y le ayudó, a través del juego, a encontrar alternativas para poder resolver
conflictos. Si bien la niña se sentía más empoderada frente a situaciones que
le podían resultar amenazantes, también se encuentra en esta bandeja la idea
de proteger a un ser más indefenso y la necesidad de hallar a otra persona
que la pueda rescatar del peligro, lo que concuerda con la disponibilidad de
los padres para protegerla. Además, aparece la defensa del “súper héroe” como
un componente más agresivo, lo que coincide con el hecho de que la niña
identificara en terapia su rabia, emoción que ella misma reconocía no sentir,
situación que la dejaba en un escenario de mucha vulnerabilidad frente a
los demás.
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“Del caos al orden”

Una niña de 7 años fue derivada por su psicopedagoga a evaluación


psicológica debido a que poseía dificultades en el control de impulsos,
comportamiento que se acentuaba frente a su madre.

En entrevista clínica, la madre señala no reconocer en su hija la conducta


que percibía la profesional derivante, negándola en ocasiones, minimizando y
justificando su comportamiento en otras. En la evaluación se pudo observar
que la niña poseía un sentimiento de desprotección donde sus figuras parentales
no satisfacían sus necesidades, lo que la dejaba en una situación de negligencia
afectiva importante. Sus problemas de conducta se debían a la falta de límites
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y de contención de parte de sus padres, quienes constantemente minimizaban
las conductas de su hija, justificando que como ella es la menor de cuatro
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hijos, han sido “más relajados” con ella.

En este caso, la niña escogió trabajar con la bandeja de arena en todas las
sesiones, admitiendo que le gustaba “la caja”. Luego de la consigna otorgada,
vierte todo el contenido de las cajas de animales dispuestas en la sala sobre la
arena, no ordenando ningún elemento. La niña señala que lo quiere dejar así
porque “todos los animales están muertos porque hubo un desastre”.

Este comportamiento fue reproducido de manera reiterada en distintas


sesiones, constituyéndose en un juego traumático33 en la terapia. Sus recreaciones
en la arena producían mucha ansiedad en la niña, quien no encontraba otra
solución para el juego que estaba realizando y donde no dejaba que la terapeuta
pudiera ayudarla a contener su angustia. Debido a esto, en una de las sesiones
se decide intervenir más activamente, con precaución y respeto, y otorgarle
cierta estructura a lo creado, efectuando declaraciones verbales sobre el mismo
juego. Es así como la terapeuta propone levantar uno de los animales de su
juego y preguntarle a la niña qué pasaría si el caballo se pusiera de pie. Ella
observa la intervención de la terapeuta y empieza a poner de pie una a una
las miniaturas e incluso agrega un león en lo alto del recipiente –elemento

33 Juego que reproduce de manera reiterada la misma temática, produciendo angustia en el/
la niño/a, sin poder elaborar la experiencia traumática.
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que no había utilizado con anterioridad- y saca otros elementos, ordenando


la bandeja. Posteriormente, en su narración relata que los animales estaban
recuperándose porque estaban enfermos y que el león es quien los va a proteger
porque no pueden solos. Decide además poner una reja, la cual establece un
límite entre los que se encuentran enfermos y los que se sanan gracias al león.

A través de su bandeja se pudo constatar no sólo el caos de su mundo


interno, sino también la necesidad de que alguien la ayudara a ordenar sus
experiencias y emociones. Por otra parte, esta técnica ayudó a la niña a
manifestar su propia percepción de lo que para ella era importante restablecer,
lo que permitió mostrarle a la madre el rol parental protector y contenedor
que era necesario desplegar con su hija.
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Conclusiones

Uso de Bandeja de Arena como herramienta... / Macarena Atal y Claudia Cerfogli


Podemos mencionan algunos aspectos comunes encontrados en los tres
ejemplos descritos anteriormente. En primer lugar, mencionar la necesidad de
establecer límites. Esto se ve reflejado en forma concreta, a través de rejas, las
cuales tienden a proteger a las figuras más vulnerables, en ese momento, de
un ambiente que las niñas perciben como amenazante.

También, se describe en las historias la utilización de personajes frágiles, débiles


y necesitados de cuidados. Nos encontramos con animales pequeños o enfermos
que requieren de otros para sentirse seguros. Mediante estos personajes, las
jóvenes de los casos descritos, pudieron reflejar el sentimiento de vulnerabilidad
producto de la situación de maltrato vivida por ellas.

Por otra parte, la incorporación de un personaje que protege y/o cuida da cuenta
de la percepción de la necesidad de ayuda que poseen estas niñas frente a una
experiencia de maltrato, de la cual no pueden salir por sus propios medios. Estos
personajes aparecen reflejados como adultos, animales fuertes o personajes con
herramientas suficientes para poder enfrentar lo que les está ocurriendo en ese
momento.

Se halló en cada uno de los procesos terapéuticos el aumento de elementos de


estructuración en las bandejas de arena. En todas las creaciones expuestas aparecen
aumento de clasificaciones y enriquecimiento de los elementos incorporados.
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De esta manera, se corroboran algunos de los antecedentes revisados


respecto de lo que se espera encontrar en estas creaciones, sin embargo,
podemos enfatizar en la importancia para la vivencia de estas niñas, las
temáticas del cuidado de otros y del empoderamiento personal. Lo anterior,
aparece coherente con los objetivos terapéuticos que buscan reparar con el/
la niño/a los aspectos dañados, particularmente la vivencia de indefensión y
desprotección experimentada por los mismos frente al hecho abusivo.

Es necesario advertir que este modo de abordaje de los contenidos


traumáticos, no está exento de desafíos y dificultades que deben tomarse en
cuenta al momento de elegirlo como modalidad terapéutica.

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La bandeja de arena puede ser amenazante como técnica, al usarla con individuos
que presentan problemas en relación a su sistema táctil. En estos casos, al niño o
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niña le puede resultar desagradable el contacto con la arena, retrayéndose de jugar


en ella y/o manifestando explícitamente su deseo de hacer otra actividad. Por esto
mismo, privilegiamos el uso libre de la técnica, es decir, la posibilidad permanente
que los niño, niñas y los/as jóvenes elijan la actividad a desarrollar en sesión.

Además, existe el riesgo de que se presente un juego traumático en la


utilización del instrumento como herramienta psicoterapéutica. En este
sentido, cuando lo lúdico se torna repetitivo en varias sesiones, al niño o niña
le puede producir angustia, siendo éste un obstáculo para la transformación de
sentimientos asociados a experiencias de maltrato. Las experiencias plasmadas
en la arena se pueden repetir hasta ser dominadas, pero cuando el juego se
vuelve monótono o ritualista se torna disfuncional. Esto puede constituirse
en un obstáculo incluso en la relación terapeuta-paciente, ya que el/la niño/a
no obtiene el consecuente alivio de poder expresar sus sentimientos de
indefensión en un contexto terapéutico. Por esto, es importante estar atentos
como clínicos al contacto que se genera en sesión con el o la paciente. El
desafío en esto último es acompañar de modo certero al/la niño/a, ya sea
realizando una intervención activa en su bandeja, o bien, favoreciendo el
cambio de técnica hacia una más favorable para su proceso. Si se elige una
injerencia más activa, se pueden realizar verbalizaciones en relación al juego,
interrumpir la secuencia del mismo a través de un personaje, o bien, preguntar
acerca de la posibilidad de que si ocurriese algo distinto a lo que se encuentra
realizando en su historia.
179

Los terapeutas nos podemos ver tentados a la sobre interpretación. Estos


análisis siempre rondan las hipótesis terapéuticas, como es el caso de la niña
que encerraba a los personajes masculinos. Los prejuicios nos ayudan a
seguir el proceso y confiar en la sanación del mismo, pero nos obligan a ser
respetuosos de los devenires ajenos y nos desafía a estar siempre atentos/as a
las claves verbales y no verbales que los/as niños/as nos envían. Coherente con
lo planteado, siempre presente es el deseo de salirse de la metáfora con lo cual
perdemos el poder curativo de la misma y podemos causar en el niño o niña
un sufrimiento que su aparato psíquico no es capaz de tolerar. Creemos que
será él o ella quien nos muestre cuándo es necesario salir de lo metafórico o
cuándo el proceso se debe mantener en lo lúdico.

Todo lo anterior nos lleva como terapeutas al desafío de acomodarnos y 179


danzar con el/la joven y su familia al ritmo de ellos, siendo flexible con las
técnicas, ya que en los tres casos señalados la herramienta estuvo al servicio

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de las necesidades de las niñas y no al revés.

Además, como se pudo ver en estos ejemplos clínicos, la intervención


permite ir integrando aspectos relacionales en el encuentro con los/as niños/
as, ya sea reflejando procesos de cambio en la familia (la incorporación de un
hombre que ayuda a la granjera en el cuidado) o también, ofreciendo aspectos
a ser considerados para el trabajo sistémico (la necesidad de ser cuidados).
Mediante la bandeja de arena, existe la posibilidad de intervenir no sólo con
los/as jóvenes sino que con sus padres, familiares y/o adultos significativos, los
cuales pueden aportar al proceso psicoterapéutico, otorgándoles la contención
necesaria para poder elaborar de mejor manera la experiencia de maltrato
vivida.-

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