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Carlos Morales Herrera

La Condición Física tiene su relevancia en la realidad social (necesidad de una buena salud, calidad
de vida y ocio) y por la satisfacción de practicar actividad física (requiere un mínimo desarrollo de
las Capacidades Físicas Básicas y Cualidades Motrices); Las capacidades físicas básicas son la,
resistencia, fuerza, velocidad y flexibilidad , en cuanto a las cualidades motrices son la
coordinación y el equilibrio, también hay autores que proponen la Agilidad como capacidad
resultante; todas son susceptibles de mejora a través de la práctica de ejercicio físico y el
entrenamiento.

UNIDAD 1
RESISTENCIA
Muchos rendimientos deportivos vienen determinados y limitados por el grado de desarrollo de la
capacidad de resistencia. Aunque la capacidad primaria de cualquier rendimiento deportivo es la
fuerza que se aplica al realizar la actividad específica, sin la capacidad suficiente para mantener la
aplicación de una determinada magnitud de fuerza, es decir, sin una resistencia específica para el
esfuerzo requerido, no se podría obtener nunca un rendimiento óptimo.

Resistencia es la capacidad de resistir. Y resistir es sinónimo de durar una cosa o acción, así como
la capacidad de tolerar una situación, que puede ser un esfuerzo deportivo. Por tanto, la
resistencia, en nuestro campo, hace referencia a la capacidad del sujeto para mantener la
realización de un esfuerzo físico determinado, pero teniendo como particularidad y objetivo que el
rendimiento disminuya en la menor medida posible durante la realización del ejercicio o prueba
de competición.

Esto significa que las posibilidades de "resistir", para un mismo sujeto, están en relación inversa
con la intensidad o potencia desarrollada durante la actividad deportiva. Igualmente, la capacidad
de "resistir" será menor cuanto mayor sea la fatiga. Por tanto, la resistencia viene definida
también por el grado de fatiga y por la capacidad de "tolerar" la fatiga en la realización del
ejercicio. Las posibilidades de "tolerar" un determinado grado de fatiga objetiva (que se pueda
medir) dependen tanto de los factores neuromusculares y metabólicos como de la capacidad
psíquica del sujeto.

Por resistencia también se puede entender normalmente como la capacidad del deportista para
soportar la fatiga psicofísica. Siguiendo a Frey (1977, 351), la resistencia psíquica se define como la
capacidad del deportista para soportar durante el mayor tiempo posible un estímulo que invita a
interrumpir la carga, y la resistencia física, como la capacidad para soportar la fatiga que poseen el
organismo en su conjunto o algunos de sus sistemas parciales.

Al hablar de intensidad se observa como un factor determinante la densidad o tiempo de pausa


entre distintas acciones o gestos deportivos. En algunos casos no existe recuperación entre las
distintas acciones o ésta es mínima, lo cual ocurre, generalmente, en las acciones continuas de
tipo cíclico, mientras que en otros casos las pausas son frecuentes y de mayor o menor duración.

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Las pausas son un elemento de la propia intensidad o potencia en la ejecución del ejercicio, y a
igualdad de esfuerzo por unidad de acción, determinan la magnitud de la propia intensidad. Por
tanto, las características de la resistencia vendrán determinadas por la intensidad o potencia y por
el tiempo que dura la acción, tanto si ésta se desarrolla de manera continua como intermitente.

La resistencia también se asocia con la capacidad de recuperarse al final de una sesión de


entrenamiento o de recuperarse entre esfuerzos intermitentes dentro de una sesión. Esta relación
entre resistencia y recuperación se manifiesta por la capacidad para volver a realizar un nuevo
esfuerzo de la misma intensidad y duración en un tiempo cada vez más corto. Se aplica tanto a la
recuperación entre sesiones en cualquier deporte como entre esfuerzos dentro de una
competición o un entrenamiento en deportes que no dependen directamente de la resistencia en
las acciones específicas pero que necesitan repetir estas acciones con frecuencia.

Una vez expuestas estas características básicas de la resistencia, se puede utilizar como definición
la que aporta Zintl (1991), la cual recoge todos los elementos descritos: La resistencia es la
capacidad de resistir psíquica y físicamente a una carga durante largo tiempo, produciéndose
finalmente un cansancio o pérdida de rendimiento insuperable debido a la intensidad y la duración
de dicha carga, y (el autor pone "o") también la capacidad de recuperarse rápidamente después de
esfuerzos físicos y psíquicos. Dicho brevemente, es la capacidad de tolerar el cansancio más la
capacidad de una rápida recuperación. Se utilizará esta definición, pero sólo con la matización de
que el esfuerzo no tiene que ser necesariamente de larga duración, sino que se puede aplicar a
cualquier esfuerzo en el que se produzca una disminución del rendimiento de manera involuntaria
y que imposibilite mantener la aplicación del mismo grado de fuerza, velocidad o potencia (la
velocidad y la potencia son dependientes de la fuerza) durante el transcurso de la prueba o
competición.

Generalmente, la resistencia se relaciona con acciones prolongadas en el tiempo, pero esto es una
visión parcial de la misma. La pérdida de velocidad de un corredor de 100 metros en la última fase
de la carrera es una clara manifestación de resistencia. Si el sujeto pudiera mantener los valores
de fuerza máxima y explosiva aplicados en la fase de máxima velocidad de desplazamiento, el
resultado final de la carrera sería muy superior. Por tanto, cualquier actividad, por muy corta que
sea su duración, en la que se produzca una reducción de la velocidad o potencia de ejecución de
manera involuntaria durante la realización de la misma, es dependiente en mayor o menor grado
de la resistencia. Pero, obviamente, las características de la resistencia y los factores
determinantes de la misma son muy diferentes en función del tiempo que haya de mantenerse el
esfuerzo de competición.

Las funciones globales de la resistencia se pueden resumir en los siguientes puntos:

•Mantener durante el tiempo específico de competición la óptima aplicación de fuerza para


alcanzar la óptima o máxima velocidad y potencia que determina el rendimiento deportivo. Sería
aplicable a cualquier deporte o especialidad deportiva.

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•Lo expuesto en el punto anterior no es posible –sobre todo– cuando el esfuerzo ha de ser
máximo y se "lucha" contra el reloj. Por tanto, en estos casos el objetivo es reducir al mínimo las
pérdidas de velocidad y potencia durante el tiempo que dura la competición.

•Aumentar la capacidad de soportar cargas de entrenamiento en cualquier especialidad deportiva.


El objetivo y la aplicabilidad de la resistencia en deportes de "no resistencia" es mantener la más
alta "calidad" del entrenamiento, permitiendo mantener los valores óptimos de aplicación de
fuerza.

•Recuperación acelerada de los esfuerzos realizados tanto en entrenamiento como en


competición.

•Estabilización de la técnica deportiva –cuando ésta sea correcta– y la capacidad de concentración


en los deportes técnicamente más complejos.

FUNDAMENTOS BIOLÓGICOS DE LA RESISTENCIA

Para comprender mejor el efecto de los diferentes métodos y contenidos de entrenamiento, y


para aplicar éstos de forma más selectiva, con vistas a mejorar las diferentes capacidades de la
resistencia, necesitamos conocer suficientemente las regularidades deportivo‐biológicas y
fisiológicas que les sirven de base. Para ello comenzaremos por la célula muscular, la base de la
actividad deportiva.

CAPACIDAD DE RENDIMIENTO DE RESISTENCIA DEPENDIENDO DE LA COMPOSICIÓN DE FIBRAS


MUSCULARES (FIBRAS FT Y ST).

El hombre posee dos tipos principales de fibras musculares, las de contracción lenta (fibras ST o de
tipo I) y las de contracción rápida (fibras FT o de tipo II). La distribución se sitúa normalmente en
un 50 % de fibras FT y está determinada por la herencia genética. Suele darse una relación
estrecha entre el porcentaje de fibras y el consumo máximo de oxígeno, el criterio básico de la
capacidad de rendimiento en resistencia (cf. también Bergh y cols., 1978, 152; Farrell y cols., 1979,
341; Inbar/Kaiser/Tesch, 1981, 156). Dado que las fibras ST y FT presentan propiedades
metabólicas y mecánicas diferentes, hemos de asumir que su participación en tareas diferentes,
de intensidad distinta, tendrá lugar de acuerdo con una serie de regularidades planificadas
(pensemos en la práctica de la carrera continua o la carrera de velocidad constante, en el
entrenamiento de intervalos extensivo o intensivo, etc.).

Varios estudios confirman esta suposición, mostrando una degradación selectiva del glucógeno y,
por tanto, un modelo de activación selectivo: las tensiones musculares por debajo del 20‐25 % de
la fuerza isométrica máxima (FIM) movilizan sólo fibras ST, y las tensiones por encima de esta cifra,
sólo fibras FT (Gollnick y cols., 1973, 615; Saltin, 1973, 142; Tidov/Wiemann, 1993, 92 s. y 136 s.).
Por lo demás, las tensiones superiores al 20‐25 % sólo se obtienen en carrera con un trabajo duro
y velocidad constante. En relación con el consumo máximo de oxígeno, Piehl (1975, 33) encontró
un modelo similar de gasto del glucógeno; con una intensidad de hasta el 90 %, del consumo
máximo de oxígeno se agotan primero las fibras ST, y con una intensidad mayor del 90 %,

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lo hacen las fibras FT. Sólo cuando se van vaciando las fibras sometidas a trabajo en primer lugar
se produce un mayor reclutamiento y, por tanto, un desabastecimiento del otro tipo de fibra.

CAPACIDAD DE RENDIMIENTO EN RESISTENCIA DEPENDIENDO DE LAS RESERVAS ENERGÉTICAS


CELULARES, LA ACTIVIDAD ENZIMÁTICA Y LOS MECANISMOS DE REGULACIÓN HORMONAL.

El proceso de adaptación bioquímica provocado por el entrenamiento transcurre a nivel celular en


el orden siguiente (Jakovlev, 1976, 66):

• Aumento de la concentración de productos energéticos; Refuerzo de la actividad enzimática;


Perfeccionamiento de los mecanismos de regulación (parámetros cardiovasculares).

CAPACIDAD DE RENDIMIENTO DE RESISTENCIA Y DE RESERVAS ENERGÉTICAS CELULARES.

Durante el trabajo mecánico el músculo consume energía que obtiene de la combustión de


sustratos ricos en energía. Estos sustratos pueden encontrarse almacenados directamente en la
célula muscular en forma de glucógeno o gotas de triglicérido, o bien son transportados por el
torrente sanguíneo desde el depósito de glucógeno del hígado o desde el tejido graso subcutáneo
hasta la célula muscular que trabaja.

El glucógeno tiene una importancia crucial para el organismo en un doble sentido. Por una parte,
el cerebro necesita constantemente glucosa (un descenso de la glucosa en sangre debido al
agotamiento del nivel de glucógeno en el hígado debilita la capacidad de concentración y de
coordinación); por otra parte, en situaciones de carencia de oxígeno sólo resulta posible la
combustión de glucosa, no la de grasa.

Las cargas de resistencia, dependiendo de su duración e intensidad, producen un agotamiento


más o menos pronunciado de las reservas energéticas. Las existencias de glucógeno intracelular
disminuyen con especial rapidez en los primeros 20 minutos de una carga intensa, mientras que lo
hacen en menor medida durante los siguientes 40‐60 minutos debido a un mayor consumo de la
glucosa transportada por la sangre y a una mayor combustión de lípidos (en medio de una
tendencia ya reconocible a disminuir la intensidad del esfuerzo). A continuación, se produce la
caída final del glucógeno hasta llegar al agotamiento (v. Bergström/Hultman/Saltin, 1973, 74;
Taylor/Booth/Rao, 1972, 75). Cuantos mayores son las existencias iniciales de glucógeno, mayor es
la capacidad para producir trabajo con una intensidad elevada.

Este principio ha sido demostrado de forma brillante por Saltin (1973, 140) y Karlsson (cit. en
Bosco, 1990, 30), con la ayuda de biopsias efectuadas a jugadores de fútbol: el volumen y la
intensidad de los rendimientos de carrera de cada jugador estaban en estrecha correlación con el
nivel inicial de las reservas energéticas en la musculatura de trabajo.

Con un entrenamiento regular de la resistencia –dando por consabida una nutrición correcta– se
produce un aumento de las reservas energéticas a través del constante vaciamiento y la
consiguiente repleción, en el proceso conocido como supercompensación: el nivel inicial de
glucógeno en el músculo y el hígado puede superarse en más de un 100 %.

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En individuos no entrenados, las existencias de glucógeno se sitúan entre 200 y 300 g en el
conjunto de la musculatura, y entre 60 y 100 g en el hígado; en individuos entrenados la cantidad
puede doblar las cifras anteriores (cf. Saltin, 1973, 127).

Después de un agotamiento completo del glucógeno, la recuperación del nivel de partida puede
durar unas 46 horas. Hemos de destacar que la resíntesis de las reservas energéticas celulares
transcurre con mayor rapidez en las primeras 5 o 6 horas que, en las horas posteriores, y que el
proceso se acelera en las fibras FT en comparación con las ST (Piehl, 1975, 37).

En el entrenamiento de resistencia los vaciamientos y repleciones sucesivos producen un aumento


de las reservas energéticas. El nivel de partida se incrementa siempre en una cantidad escasa, y al
final el aumento de glucógeno puede superar el 100 % de las reservas iniciales en el músculo y en
el hígado.

El contenido en glucógeno del músculo esquelético se sitúa normalmente entre 1 y 2% (g por 100
g de músculo), y el del hígado entre 1,5 y 6% (Keul/Doll/Keppler, 1969, 30). Después de la última
ingesta de alimento, las necesidades de glucógeno pueden quedar cubiertas durante un período
entre 8 y 12 horas con las reservas del hígado (Siegenthaler, 1973, 80). Las existencias de glucosa
en sangre son relativamente escasas, situándose en unos 6 g. Esta cantidad alcanza para un
trabajo máximo de unos 2 minutos de duración (Nöcker, 1974, 26).

Interesa señalar además que la regulación del azúcar en la sangre es una función desempeñada
sólo por el glucógeno del hígado, pues sólo el hígado posee la enzima necesaria para liberar
glucosa a partir del glucógeno, la glucosa‐6‐fosfatasa, y, por tanto, para transportar la glucosa a
través del torrente sanguíneo hacia la célula muscular. El músculo no dispone de esta capacidad
(cf. Gollnick/King, 1969, 27).

CAPACIDAD DE RENDIMIENTO EN RESISTENCIA Y ACTIVIDADES ENZIMÁTICAS

Los procesos de adaptación originados por el entrenamiento no transcurren aislados unos de


otros, sino en estrecha correlación; por tanto, el desarrollo de todas las estructuras parciales que
forman un sistema funcional jerárquicamente superior tiene lugar siempre en paralelo. Con el
aumento de las reservas energéticas va asociada una mayor actividad de las enzimas que
metabolizan estos pro‐ductos energéticos.

Como muestran numerosos estudios, la actividad enzimática tiene lugar, dependiendo de las
modalidades de entrenamiento, en el sarcoplasma (sede de la producción de energía anaeróbica),
en las mitocondrias (sede de la producción de energía aeróbica) o en los dos ámbitos. El
entrenamiento aeróbico asegura una cantidad elevada de enzimas oxidativas (aeróbicas) y
aumenta su velocidad metabólica a través de un incremento considerable de su actividad. De esta
forma se mejora el suministro energético y la capacidad de resistencia contra la fatiga (cf. Sch‐
midtbleicher/Haralambie, 1981, 221; Schwaberger y cols., 1982, 3; Neumann, 1988, 407). Bajo el
influjo de un entrenamiento de resistencia aeróbico no sólo se producen modificaciones en el
número y la actividad de las enzimas, sino que se duplican o triplican –como requisito de dichas
modificaciones– el número y el tamaño (superficie) de las propias mitocondrias (cf. Saltin, 1973,
139; Schön, 1978, 77).

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Las mitocondrias se encuentran en el líquido celular que rodea las fibras musculares. En ellas
desarrollan su actividad las enzimas aeróbicas, metabolizando nutrientes ricos en energía. Por ello
se considera a las mitocondrias las “centrales térmicas” de la célula, en nuestro caso de la célula
muscular. En paralelo al incremento del número y superficie de las mitocondrias se produce un
aumento del número y la actividad de las enzimas aeróbicas, y con ello una mayor “capacidad de
caudal” energético. Éste es, a su vez, un factor determinante para la eliminación rápida de las
sustancias derivadas de la fatiga (p. ej., lactato) que aparecen en la combustión anaeróbica de la
glucosa.

CAPACIDAD DE RENDIMIENTO EN RESISTENCIA Y PARÁMETROS CARDIOVASCULARES Y


RESPIRATORIOS

Todo estímulo de carga incide de forma primaria sobre la célula, y el sistema cardiovascular es en
este aspecto sólo un mecanismo auxiliar, cuya tarea es la de satisfacer las necesidades del
metabolismo celular.

El mantenimiento del equilibrio entre la necesidad de oxígeno de la célula muscular y la oferta del
mismo está asociado al siguiente sistema (cf. Hecht, 1972, 359; Keul/Kindermann/Simon, 1978,
23):Intercambio de gases en el pulmón (capacidad de difusión);Corazón como bomba
alimentadora; Sangre como vehículo de transporte de oxígeno; Lecho capilar (capacidad de
intercambio).

Al final de este sistema funcional se encuentra la célula muscular como estímulo de los “sistemas
transportadores”. Los receptores sensibles a la acidez en el músculo regulan, según Stegemann
(1963, 49), el rendimiento de aporte del sistema cardiovascular en función de la necesidad de
sangre en el músculo que trabaja. El intercambio de sustrato y la acumulación, la liberación y la
utilización de la energía tienen lugar en la célula muscular.

El consumo máximo de oxígeno (VO2máx.), como criterio básico de la capacidad de rendimiento


en resistencia, refleja la eficacia funcional de este sistema en su conjunto. El consumo máximo de
oxígeno se suele indicar en relación con el peso corporal. Los valores por encima de 70 ml/kg/min
se consideran condición idónea para las competiciones en el ámbito de la resistencia, mientras
que los valores por debajo de 60 ml/kg/min indican escasa preparación para competir en la escena
internacional. En personas normales, no entrenadas, de entre 25 y 30 años de edad encontramos
valores en torno a 45 ml/kg/min (di Pampero, 1973, 3).

No obstante, la práctica deportiva muestra que la capacidad de consumo máximo de oxígeno no


es suficiente como indicador único de la capacidad de rendimiento en resistencia, y lo mismo
ocurre con otro parámetro de gran importancia en este contexto: el tamaño del corazón. Aunque
hace 10 años se conseguían ya valores elevados en comparación con los actuales, no se pudo
constatar en este lapso de tiempo una mejora extraordinaria en todas las disciplinas de
resistencia. Este hecho es un claro indicio de la existencia de determinadas magnitudes
metabólicas, además de la capacidad de consumo máximo de oxígeno y del tamaño del corazón,
que desempeñan, entre otros factores, un papel decisivo para la capacidad de rendimiento en

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resistencia. Los diferentes métodos de entrenamiento pueden influir en mayor o menor medida
sobre este sistema.

Algunos de ellos producen, por ejemplo, un aumento relativamente rápido de tamaño del corazón,
y en cambio contribuyen en escasa medida a mejorar la superficie de intercambio de los capilares
(los vasos sanguíneos más finos, a través de los cuales se produce el intercambio de sustancias con
la célula muscular). Por el contrario, otros métodos influyen marcadamente sobre la capilarización
(aumento del número de capilares) y menos sobre la hipertrofia del corazón. Se ve, pues, que los
distintos métodos y contenidos de entrenamiento pueden influir de forma muy detallada sobre las
siguientes magnitudes cardiovasculares, con las lógicas consecuencias para la metodología del
entrenamiento.

FORMAS BÁSICAS DE ENTENDER LA RESISTENCIA

En línea con lo que se ha mencionado, el tiempo y la intensidad o potencia absoluta que requiere
la actividad deportiva sirve para diferenciar dos formas básicas de entender la resistencia. Así,
Wilmore y Costill, (1994) consideran que la resistencia es un término que describe dos conceptos
distintos pero relacionados, como son la resistencia "muscular" o local y la resistencia
cardiorrespiratoria. Cada una de ellas contribuye de manera diferente y específica al rendimiento
deportivo y tiene mayor o menor importancia en función de las necesidades o exigencias de la
especialidad deportiva.

Cuando la actividad de competición es muy corta, la resistencia predominante es la resistencia


local: la capacidad de un músculo o grupo muscular para mantener una alta velocidad o potencia
absolutas en acciones tanto dinámicas como estáticas. En este caso se pueden encontrar
especialidades como la velocidad en carrera (100‐ 400 metros), el levantador de pesas, el luchador
o el boxeador en una acción de poca duración o la realización de un ejercicio de fuerza de
entrenamiento en el que se hacen más de 4‐5 repeticiones por serie. Generalmente se dice que en
estos casos la fatiga se centra fundamentalmente en un grupo muscular concreto. Entendemos
que esto es posible y se puede producir de esta manera, pero no tiene que ser necesariamente así,
sino que también utilizando grandes grupos musculares y prácticamente todo el cuerpo se
produce este tipo de resistencia. El rendimiento en este tipo de ejercicios (en este tipo de
resistencia) tiene una alta relación con la fuerza muscular y el desarrollo de los factores
anaeróbicos (procesos metabólicos de suministro de energía en ausencia de oxígeno).

La resistencia cardiorrespiratoria se relaciona con la capacidad para soportar una determinada


velocidad o potencia durante tiempos más prolongados con la implicación del cuerpo como un
todo, aunque no todos los grupos musculares tengan el mismo grado de participación en el
esfuerzo.

El Colegio Americano de Medicina del Deporte (1991, en la cuarta edición de su guía sobre la
valoración y prescripción de la actividad física) define la resistencia cardiorrespiratoria como la
capacidad para realizar un ejercicio dinámico con la activación de grupos musculares de gran
tamaño a intensidad moderada o alta por espacios de tiempo prolongado.

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El rendimiento en este tipo de ejercicio está altamente relacionado con el estado funcional de los
sistemas respiratorio y cardiovascular y, por tanto, con el desarrollo aeróbico (Wilmore y Costill,
1994), aunque además también depende de sistema muscular (GorostiagayLópez‐Calbet,1998).

En el ámbito del entrenamiento se emplean con mucha frecuencia los términos capacidad
aeróbica y resistencia aeróbica para referirse a la resistencia cardiorrespiratoria. Si la capacidad
cardiorrespiratoria se identifica con estas dos expresiones de resistencia aeróbica, vendrá definida
como el tiempo durante el cual puede ser mantenido un esfuerzo de una determinada intensidad,
cuando la energía necesaria es suministrada, de forma prácticamente exclusiva, por procesos
metabólicos aeróbicos. Para ello, el ejercicio ha de requerir la participación de buena parte de la
masa muscular corporal. Si la masa muscular activa es pequeña, se estará midiendo la resistencia
del grupo muscular activo, pero no la capacidad de resistencia o resistencia aeróbica (Gorostiaga y
López‐Calbet, 1998). El metabolismo aeróbico es el proceso de suministro de energía que tiene
lugar en las mitocondrias con presencia de oxígeno.

Según estos mismos autores, la capacidad aeróbica será tanto mayor cuanto más elevada sea la
cantidad de energía que pueda suministrar el metabolismo aeróbico. Por tanto, el trabajo
mecánico que pueda efectuar el deportista en condiciones aeróbicas dependerá de la capacidad
de suministro de energía por parte del metabolismo aeróbico al aparato contráctil.

Como se puede observar, hay dos formas básicas de resistencia. Una de ellas que se requiere
cuando la acción es de corta duración y el rendimiento depende de manera relevante de la fuerza
muscular y de los procesos anaeróbicos. Pueden intervenir pocos grupos musculares o muchos. Lo
fundamental en su definición es la intensidad y la duración del esfuerzo. A este tipo de resistencia
se le denomina generalmente como resistencia anaeróbica. Y la otra forma es aquella que se
requiere cuando el esfuerzo es prolongado, la intensidad, velocidad o potencia absolutas son
pequeñas o moderadas, intervienen necesariamente grandes grupos musculares y todo el cuerpo
como un todo, y el rendimiento depende principalmente de la capacidad de proporcionar energía
por la vía aeróbica, aunque tampoco debería olvidarse la importancia del sistema neuromuscular.
A este tipo de resistencia se le denomina generalmente como resistencia aeróbica.

RESISTENCIA AERÓBICA

Al hablar de la resistencia aeróbica o cardiorrespiratoria nos encontramos con dos expresiones


fundamentales de la misma. Por una parte, está la capacidad aeróbica, que comentaremos más
adelante, y por otro la potencia aeróbica, que tratamos a continuación.

POTENCIA AERÓBICA

A la cantidad máxima de energía que un sujeto pueda generar por la vía aeróbica en la unidad de
tiempo al realizar un esfuerzo progresivo hasta el agotamiento, se le denomina potencia aeróbica
máxima o consumo máximo de oxígeno (consumo máximo de oxígeno en la unidad de tiempo o
VO2 máx.). Se expresa en términos absolutos como litros por minuto o, de manera más apropiada,
en términos relativos como ml · kg‐1 · min‐1. Según Wilmore y Costill (1994), la mayoría de los
científicos del deporte consideran el VO2 máx. como la mejor medición de la resistencia
cardiorrespiratoria en el laboratorio. Junto a este valor de potencia aeróbica máxima,

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es importante, para el rendimiento y para valorar las capacidades aeróbicas del deportista, la
determinación de la potencia o velocidad a la que el sujeto alcanza su VO2 máx. Dado que el
consumo máximo de oxígeno se estabiliza cuando se llega a una intensidad de esfuerzo
determinada, aunque se siga incrementando la velocidad o la potencia, la velocidad o potencia
que ha de considerarse en la valoración será el primer valor de intensidad a la que se alcanza dicho
VO2 máx.

La potencia aeróbica máxima se mide a través del VO2 máx. Porque existe una relación lineal entre
el consumo de oxígeno (VO2) y la cantidad de energía suministrada al aparato contráctil por el
metabolismo aeróbico (Gorostiaga y López‐Calbet, 1998). Y el VO2 máx. Es importante para el
rendimiento porque en numerosos estudios se ha observado que existe una relación lineal entre el
tiempo de resistencia y el VO2 máx. En esfuerzos de intensidades moderadas y altas (varios
autores, en Gorostiaga y López‐ Calbet, 1998)

El VO2 máx. Está íntimamente relacionado con el sistema de transporte de oxígeno, que depende
del gasto cardiaco (volumen sistólico · frecuencia cardiaca) y de la capacidad máxima de la
utilización de oxígeno, que se expresa por la diferencia arteriovenosa (diferencia entre el oxígeno
presente en la sangre arterial y la venosa, que es un indicador del oxígeno utilizado por el
músculo). Por tanto, la resistencia aeróbica depende de la capacidad de suministro de oxígeno y
de la capacidad de utilización del mismo. Y a su vez, la capacidad de utilización de oxígeno (O2)
depende de la cantidad de O2 que difunde efectivamente al interior de la matriz mitocondrial de
las fibras musculares y del potencial oxidativo de la maquinaria enzimática mitocondrial
(Gorostiaga y López‐Calbet, 1998).

Se ha observado que el VO2 máx. es relativamente poco entrenable. Se estima que se puede
mejorar en un 15‐20% una vez superada la pubertad (Zintl, 1991). Sin embargo, sí es mejorable en
mayor medida el tiempo que se puede realizar un esfuerzo a la intensidad del consumo máximo
de oxígeno y la intensidad (potencia o velocidad) a la que se alcanza dicho consumo. Estas
modificaciones son más importantes para el rendimiento que poseer un alto VO2 máx., pues un
VO2 muy alto que sólo se puede mantener poco tiempo tiene menor efecto sobre el rendimiento.

En dos sujetos con el mismo consumo y la misma velocidad o potencia de VO2 máx, obtendrá
mejor rendimiento el que sea capaz de "resistir" la velocidad de máximo consumo durante más
tiempo. De la misma manera, a igualdad de consumo de oxígeno, será mucho más eficaz el
deportista que lo alcanza a una velocidad o potencia mayor.

La estabilización del consumo de oxígeno cuando aún sigue aumentando la potencia o la velocidad
significa que las necesidades de energía son tan altas que ya no se pueden seguir suministrando
por la vía aeróbica, y está entrando en funcionamiento de manera prioritaria la energía
suministrada por la vía anaeróbica. Si seguimos aumentando o manteniendo una intensidad igual
o superior a la equivalente al VO2 máx., el esfuerzo sólo se podrá prolongar por unos minutos.
Como consecuencia de la intervención prioritaria del metabolismo anaeróbico se produce una
acidosis metabólica al mismo tiempo que aumenta claramente la concentración de lactato en el
músculo y en la sangre. A la intensidad de esfuerzo a partir de la cual se inicia la acidosis
metabólica se le denomina umbral anaeróbico

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(Wasserman, 1987; en Gorostiaga y López‐Calbet, 1998). Cuanto más se eleva la intensidad del
esfuerzo por encima del umbral, más aumenta la acidez y más disminuye el pH [el pH expresa la
concentración de iones (átomo o grupo de átomos con carga eléctrica, en este caso de carga
positiva: H+) hidrógeno como medida de la alcalinidad o acidez. Cuanto más bajo es el pH mayor
es la acidez] y mayor es la fatiga. Al igual que una mayor velocidad o potencia de VO2 máx. Supone
un mayor rendimiento, también se ha observado que cuanto mayor es la intensidad (velocidad o
potencia) a la que se alcanza el umbral anaeróbico, mayor es la resistencia.

CAPACIDAD AERÓBICA

El término capacidad hace referencia a la propiedad de las cosas de contener algo dentro de sí
mismas. En nuestro ámbito sería, por tanto, la propiedad del organismo (sistema muscular y otros
sistemas) de contener o almacenar energía. De esta manera, el término capacidad debería
referirse a la cantidad total o máxima de energía o de trabajo realizado (Green, 1994). Esta energía
se puede consumir en más o menos tiempo o a mayor o menor velocidad. El tiempo que dure
("resista") esta energía es inversamente proporcional a la intensidad del esfuerzo. Por tanto, la
capacidad dependerá tanto de la intensidad como de la cantidad de energía disponible.

Una disminución de la cantidad de glucógeno muscular disminuye la capacidad de resistencia, y,


por el contrario, cuando las reservas de glucógeno son altas la resistencia mejora. Pero la
intensidad no sólo tiene una implicación cuantitativa, sino cualitativa, pues dependiendo de la
intensidad, el tipo de energía utilizado será distinto. Cuando la intensidad es muy baja y las
demandas de energía por unidad de tiempo son pequeñas se utilizarán principalmente las grasas,
mientras que cuando aumentan las exigencias se utilizará principalmente glucosa. Las grasas
pueden proporcionar más energía por unidad de masa que la glucosa, pero la proporcionan mucho
más lentamente.

El desplazamiento del metabolismo aeróbico hacia una mayor utilización de glucosa a medida que
aumenta la intensidad del esfuerzo obedece a que la oxidación de las grasas requiere más oxígeno
para producir la misma cantidad de ATP y a que la cantidad de energía obtenida por litro de
oxígeno consumido en el proceso oxidativo es mayor cuando se oxida glucosa (Gorostiaga y López‐
Calbet, 1998). Dado que al aumentar la intensidad del esfuerzo aumenta la demanda de energía y
la utilización de oxígeno, la disposición de unas determinadas fuentes de energía en mayor o
menor cantidad puede influir en la capacidad de resistencia.

Pero hay otro elemento fundamental relacionado con el rendimiento deportivo, que es la
capacidad de obtener el mayor rendimiento mecánico (rendimiento mecánico, que se traduce e
identifica con el propio rendimiento deportivo). El rendimiento mecánico será mayor cuanta
menor sea la energía consumida para realizar el mismo trabajo. En el campo del rendimiento
deportivo se expresa como economía de esfuerzo. En todos los deportes, pero especialmente en
los que requieren una gran capacidad de resistencia, la economía es determinante, pues ante la
misma intensidad y la misma reserva de energía, obtendrá mejor rendimiento aquel que sea más
"económico", el que consuma menos energía para realizar el mismo trabajo.

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De esta manera, el deportista no sólo será más eficaz, es decir, conseguirá con más probabilidad
sus objetivos, sino que lo hará con mayor eficiencia, produciendo un menor gasto para conseguir
el mismo objetivo. La eficiencia o economía en el esfuerzo tiene relación directa con la técnica de
ejecución del ejercicio, y, entre otros factores, se ha observado que puede mejorar –sin
modificación de los factores aeróbicos– cuando se mejora la fuerza en sujetos entrenados en
resistencia.

Otros factores como la temperatura ambiente también pueden provocar un cambio en la


capacidad de resistencia. Según Rowel (1974; en Gorostiaga y López‐Calbet, 1998), la respuesta al
calor, con el aporte de una mayor cantidad de sangre a la superficie corporal para disiparlo, reduce
la aportación de oxígeno a la musculatura y el consiguiente descenso de la resistencia. Este hecho
justifica la conocida necesidad de adaptarse a las altas temperaturas –y a la alta humedad, que
aumenta el estrés producido por la temperatura– cuando se vaya a competir en ambientes
calurosos y húmedos: las necesidades de aporte global de oxígeno para producir la misma energía
son mayores en ambientes calurosos y húmedos.

En síntesis, la capacidad aeróbica viene definida por la cantidad total de energía que se puede
proporcionar por el metabolismo aeróbico, se mide por el tiempo que se puede "resistir" el
esfuerzo a una intensidad determinada, y ante una misma intensidad depende de la cantidad de
energía específica disponible y de la economía de esfuerzo. Por tanto, la capacidad del sujeto no
es única, sino que dependerá de la intensidad o potencia a la que se mida. Ante una misma
intensidad (velocidad o potencia), el sujeto que "resista" más a dicha intensidad tendrá mayor
capacidad específica para esa intensidad. Si la intensidad requiere un aporte de energía
suministrado principalmente por el metabolismo aeróbico, la capacidad se puede considerar como
capacidad aeróbica.

Todo lo relacionado con la resistencia anaeróbica hace referencia al suministro de energía sin la
utilización del oxígeno, aunque no toda la energía suministrada en un esfuerzo de alta intensidad
proceda de los procesos anaeróbicos. Pero al hablar de la resistencia anaeróbica hemos de
distinguir dos fuentes de energía prioritarias de características muy diferentes. Cuando el esfuerzo
es de muy corta duración (sólo cinco‐ seis segundos), la energía puede proceder directamente, y
es posible que, de forma total, de los fosfágenos (fosfocreatina y ATP disponibles en el músculo), y
sin producción de ácido láctico derivado directamente de esta fuente de energía, por tanto, es una
fuente de energía anaeróbica aláctica.

Cuando el esfuerzo se prolonga durante más tiempo y la intensidad supera claramente el umbral
anaeróbico, los fosfágenos tienden a agotarse y hay que recurrir a la formación de nuevas
moléculas de energía por la vía glucolítica anaeróbica, a través de la cual se transforma el
glucógeno y la glucosa en ATP, produciendo lactato si la intensidad es alta. Tenemos, por tanto,
una fuente de energía anaeróbica láctica. En esta situación anaeróbica, los hidratos de carbono
son las únicas fuentes de energía posible para proporcionar ATP a la célula (McArdle y col. 1990)

Para que se produzca la máxima manifestación del metabolismo anaeróbico, el esfuerzo ha de ser
de corta duración (60‐90"), la intensidad ha de ser máxima para el tiempo de esfuerzo y llevar al
agotamiento a medida que el tiempo de esfuerzo se prolonga.

Carlos Morales Herrera


Asumiendo que la intensidad es máxima, el tiempo que dura el esfuerzo da lugar a distintas
manifestaciones de la resistencia anaeróbica tomando como criterio de diferenciación la cantidad
de energía producida en la unidad de tiempo y la cantidad total de energía proporcionada. Así, se
pueden distinguir cuatro situaciones diferentes, aunque algunas de ellas sean de difícil
diferenciación.

Tomando como referencia la producción de energía en la unidad de tiempo, tenemos:

• Potencia anaeróbica aláctica: no se modifican los niveles de ácido láctico y el tiempo de


producción y medición es de 1 a 5". Se identifica básicamente con la potencia mecánica producida
de manera instantánea o hasta tiempos de 5" aproximadamente, siempre que la resistencia
(oposición o carga) contra la que se actúa sea la adecuada y la velocidad de ejecución la máxima
posible. El factor resistencia tiene su mínima expresión en estos casos, salvo que los esfuerzos se
hagan de manera repetida con reducidas pausas de recuperación

•Potencia anaeróbica láctica: se supone que refleja la fase de mayor producción de ácido láctico
en la unidad de tiempo, aunque no se pueda medir fácilmente. El tiempo de producción se estima
que va, aproximadamente, desde los 10” a los 3’. Tomando como referencia la cantidad total de
energía producida, tenemos:

•Capacidad anaeróbica aláctica: salvo en el tiempo estimado de producción o medición, no se


diferencia básicamente de la potencia anaeróbica aláctica.

•Capacidad anaeróbica láctica: se acumula la máxima cantidad de lactato y el tiempo de


producción y medición puede oscilar entre 1’ y 3’.

POTENCIA ANAERÓBICA ALÁCTICA

Máxima síntesis de ATP por unidad de tiempo que se puede realizar por medio del metabolismo
anaeróbico aláctico en un esfuerzo máximo de corta duración. Viene determinada por la velocidad
máxima con la que la miosina ATPasa es capaz de hidrolizar ATP (liberación de la energía del ATP
en presencia de agua), puesto que la velocidad de suministro de ATP por la reacción de la
creatinquinasa (CK, enzima que activa la formación de ATP transfiriendo un fósforo de la
fosfocreatina al ADP) es superior a la máxima actividad de la miosina ATPasa, y, por tanto, no es
limitante (Gorostiaga y López‐ Calbet (1998).

POTENCIA ANAERÓBICA LÁCTICA

Máxima síntesis de ATP por unidad de tiempo que se puede realizar por medio del metabolismo
anaeróbico láctico en un esfuerzo máximo de corta duración. Depende de la actividad de la
fosfofructoquinasa (PFK, enzima que activa la formación de ATP por la vía de la glucólisis
anaeróbica). El tiempo de medición puede estar entre los 10 y los 30” de esfuerzo. La enzima PFK
es inhibida cuando caen los valores del pH (aumento de la acidez), y esto puede ocurrir después de
30‐40” de esfuerzo a la máxima intensidad (Gorostiaga y López‐Calbet (1998).

CAPACIDAD ANAERÓBICA ALÁCTICA

Carlos Morales Herrera


Cuando hablamos de capacidad, como hemos indicado, deberíamos entenderla como la cantidad
total o máxima de energía o de trabajo realizado. La capacidad anaeróbica es definida por Green
(1994) como la máxima cantidad de ATP resintetizado por la vía del metabolismo anaeróbico (por
la totalidad del organismo) durante un tipo específico de esfuerzo máximo de corta duración. Por
tanto, la capacidad anaeróbica aláctica sería la cantidad máxima o total de ATP sintetizado por
medio del metabolismo anaeróbico aláctico en un tipo específico de esfuerzo máximo de corta
duración.

CAPACIDAD ANAERÓBICA LÁCTICA

Según las definiciones anteriores, la capacidad anaeróbica láctica seria la cantidad máxima o total
de ATP sintetizado por medio del metabolismo anaeróbico láctico en un tipo específico de
esfuerzo máximo de corta duración. Para que se manifieste la máxima capacidad anaeróbica, el
esfuerzo debería llevar al agotamiento. Green (1994) considera que se debe distinguir el concepto
de capacidad anaeróbica del de trabajo anaeróbico. La capacidad de trabajo anaeróbico debe
definirse como la cantidad total de trabajo externo (mecánico) efectuado durante un tipo
específico de ejercicio hasta el agotamiento, el cual ha de ser de suficiente duración como para
requerir un aporte casi máximo de ATP por parte del metabolismo anaeróbico, siempre que este
aporte de ATP sea superior al que se aporta por el metabolismo aeróbico. Todo lo expuesto sobre
la diferenciación de las distintas manifestaciones de la resistencia debe considerarse como un
intento metodológico de diferenciación de las distintas situaciones, pero en la práctica, los límites
entre los procesos biológicos que sirven para diferenciarlos se superponen, actuando las distintas
vías de manera simultánea, sobre todo en el inicio del esfuerzo o actividad física realizada. Han de
considerarse, por tanto, como situaciones metabólicas predominantes en cada caso, pero no
como únicas o exclusivas.

CRITERIOS DE DIFERENCIACIÓN DE LA RESISTENCIA

RESISTENCIA AERÓBICA Y ANAERÓBICA EN FUNCIÓN DEL TIEMPO

Como se ha indicado en repetidas ocasiones, tanto las características que definen a la resistencia
aeróbica como a la anaeróbica tienen una clara dependencia del tiempo. En la metodología del
entrenamiento se ha considerado que el tiempo durante el que se desarrolla el esfuerzo dentro de
cada vía energética es un criterio válido para hacer diferenciaciones dentro de cada una de estas
expresiones de resistencia. Esto se justifica porque, aunque se trate de una misma vía energética
prioritaria, los factores determinantes y las necesidades de entrenamiento son distintas en función
del tiempo que dure el esfuerzo.

Una de las clasificaciones más clásicas, procedente de la escuela alemana, y siguiendo


concretamente la síntesis de Zitl (1991), es la que distingue a la resistencia aeróbica y anaeróbica
en tres clases según la duración.

El criterio para determinar los tiempos en la resistencia con predominio del metabolismo aeróbico
es el máximo consumo de oxígeno que puede alcanzar el sujeto durante la realización del esfuerzo
o prueba si ésta se hace a la máxima intensidad. Así, se distinguen:

Carlos Morales Herrera


Resistencia aeróbica de duración corta. La duración del esfuerzo sería de 3 a 10’. El aporte máximo
de oxígeno en esta situación en una persona entrenada puede llegar al máximo (100% del VO2
máx.). Es también relevante en este tipo de resistencia el nivel de lactato en sangre.

Resistencia aeróbica de duración media. La duración del esfuerzo sería de 10’ a 30’. El aporte
máximo de oxígeno en esta situación en una persona entrenada puede llegar al 90‐95%. Es
también relevante en este tipo de resistencia el nivel del umbral anaeróbico o porcentaje del VO2
máx. Que se puede mantener durante toda la prueba.

Resistencia aeróbica de duración larga. La duración del esfuerzo sería de > 30’. El aporte máximo
de oxígeno en esta situación en una persona entrenada puede llegar hasta el 90%. Es también
relevante en este tipo de resistencia la magnitud de los depósitos de glucógeno.

El criterio para determinar los tiempos en la resistencia con predominio del metabolismo
anaeróbico es el porcentaje de energía obtenida por vía aláctica y láctica durante la realización del
esfuerzo o prueba si se hace a la máxima intensidad. Así, se distinguen:

•Resistencia anaeróbica de duración corta. La duración del esfuerzo sería de 10 a 20”. Más del
80% de la energía se considera que es de carácter aláctico.

•Resistencia anaeróbica de duración media. La duración del esfuerzo sería de 20 a 60”. El esfuerzo
se realiza con un predominio del metabolismo láctico, más del 70%. Lógicamente, este porcentaje
será muy diferente si la prueba dura 20” que llega a los 60”.

•Resistencia anaeróbica de duración larga. La duración del esfuerzo sería de 60 a 120”. Según el
autor, el esfuerzo se realiza con un predominio del metabolismo láctico, de aproximadamente el
60%, pero actualmente se estima que la contribución aeróbica en estos casos es más alta.

RESISTENCIA SEGÚN LA FORMA DE TRABAJO

El criterio utilizado en este caso es el régimen de activación muscular utilizado. Se consideran sólo
dos posibilidades, que la activación sea isométrica (estática) o que sea dinámica, sin distinguir
entre activaciones de tipo concéntrico, excéntrico o combinado (ciclo estiramiento‐acortamiento).
Tenemos, por tanto, dos tipos de resistencia: estática y dinámica. Se considera que la vía
metabólica predominante progresa desde la aeróbica a la anaeróbica según el porcentaje de
tensión muscular que se genera en la activación muscular correspondiente. Así, cuando la
resistencia es de tipo estática, se considera como resistencia estática aeróbica si la tensión
muscular es inferior al 15% de la tensión máxima, y progresa hasta llegar a ser resistencia estática
anaeróbica a partir del momento en que la tensión es de más del 50%. El carácter aeróbico‐
anaeróbico de cada tipo de resistencia se determina por las posibilidades de irrigación del
músculo, que necesariamente disminuyen a medida que aumenta la tensión. Si hablamos de
resistencia dinámica, se estima que la resistencia será dinámica aeróbica si la tensión es inferior al
30%, y progresa hasta llegar a ser resistencia dinámica anaeróbica a partir del momento en que la
tensión es de más del 70%. La mejora de la resistencia estática, tanto aeróbica como anaeróbica,
se consigue principalmente por la mejora de la fuerza máxima estática, ya que esto supone una
reducción del porcentaje de la fuerza máxima necesaria para alcanzar el mismo valor de fuerza.

Carlos Morales Herrera


TIPOS DE RESISTENCIA EN FUNCIÓN DE LA DURACIÓN DE LA COMPETICIÓN

Una clasificación más operativa que las anteriores toma como criterio el tiempo que dura la
competición, con lo cual se acerca a las necesidades de entrenamiento. En este caso lo que se
hace es una clasificación global de la resistencia sin diferenciar en aeróbico y anaeróbico, ya que
en todas las competiciones siempre hay un porcentaje determinado de ambas vías metabólicas.

La clasificación es la siguiente:

•Resistencia de corta duración (RCD), con una duración de la competición de 35” a 2’.

•Resistencia de media duración (RMD), con una duración de la competición de >2’ a 10’.

•Resistencia de larga duración (RLD), con una duración de la competición de >10’.

Dada la amplitud del tiempo concedido a la resistencia de larga duración, se hace una subdivisión
de este tipo en otras cuatro categorías, que son:

•Resistencia de larga duración I (RDL I), que comprende a las competiciones de una duración entre
> 10’ hasta 35’.

•Resistencia de larga duración II (RDL II), que comprende a las competiciones de una duración
entre > 35’ hasta 90’.

•Resistencia de larga duración III (RDL III), que comprende a las competiciones de una duración
entre > 90’ hasta 360’.

•Resistencia de larga duración IV (RDL IV), que comprende a las competiciones de una duración de
> 360’.

TIPOS DE RESISTENCIA CUANDO HAY OTRAS CUALIDADES FUERTEMENTE IMPLICADAS

Existen algunas diferenciaciones de resistencia muy popularizadas como la fuerza‐ resistencia que
se distingue porque en la manifestación de la resistencia interviene decisivamente el factor fuerza,
ya que el esfuerzo se realiza superando una carga (oposición al movimiento) de considerable
magnitud. El éxito en este tipo de resistencia depende de manera notable de la fuerza máxima del
sujeto. Y el tipo de resistencia en el que se ubica es el de corta y media duración.

La fuerza adquiere mayor importancia cuanto más corta es la duración del esfuerzo o competición.
El tiempo de recuperación entre acciones también puede jugar un papel importante en cuanto a la
importancia de la fuerza y la resistencia en el resultado final.

El término velocidad‐resistencia –muy usado en el ámbito del deporte– también encierra una alta
relación con la fuerza, ya que la velocidad es el resultado de la aplicación de una fuerza, y su
magnitud depende de la rapidez con la que se aplique la fuerza y la diferencia que se alcanza entre
la fuerza aplicada y la carga (peso) desplazada. Se utiliza esta expresión cuando se ha de luchar
contra una oposición (carga) a una velocidad máxima o casi máxima.

RESISTENCIA DE BASE

Carlos Morales Herrera


La resistencia de base se divide, siguiendo a Zintl (1991), en tres modalidades diferentes:
resistencia de base I (RB I), resistencia de base II (RB II) y resistencia de base acíclica (RBac).

La RB I es independiente de un deporte o especialidad concreta, se entrena con intensidades


medias (60‐75% de VO2 máx.) y, por tanto, por debajo del umbral anaeróbico (2‐3 mmol/l). Se
propone con el fin de que a través de su entrenamiento se alcancen, fundamentalmente, los
siguientes objetivos:

•Mantener o recuperar la capacidad física básica (que podría venir representada por alcanzar o
mantener valores de VO2 máx. de 45‐55 ml · kg · min).

•Crear una buena base de acondicionamiento físico en los deportes que no son “de resistencia”,
con el fin de que contribuya a un mejor acondicionamiento específico.

•Mejorar la resistencia para soportar las cargas de entrenamiento y acelerar la recuperación en la


sesión y entre sesiones.

La RB II se relaciona con una actividad específica de competición, se trabaja con intensidades


medias‐altas (75‐80% de VO2 máx.) y, por tanto, próximo al umbral anaeróbico (4 mmol/l), se
entrena con ejercicios propios de la especialidad o de estructura parecida. Se propone con el fin
de que a través de su entrenamiento se alcancen, fundamentalmente, los siguientes objetivos:

•Crear una adaptación global del organismo a los esfuerzos específicos de las modalidades de
Resistencia.

•Desarrollar una base de partida elevada que posibilite el máximo rendimiento específico en
Resistencia.

•Producir adaptaciones musculares y neuromusculares (periféricas e intermusculares).

•Mejorar la eficiencia.

La RBac es la resistencia básica que se requiere en deportes no puramente cíclicos como son los
colectivos en general (deportes de cooperación‐oposición: fútbol, baloncesto, hockey, etc.), los de
oposición (lucha, tenis, judo, pelota, esgrima, etc.) y algunos otros en los que la exigencia física en
resistencia sea alta, pero el resultado no depende específicamente de la resistencia. Las exigencias
de cargas son dispares dentro de la propia acción de competición, el volumen total de carga es
alto, pero con numerosas pausas de recuperación, los requerimientos de energía se alternan
constantemente entre el metabolismo aeróbico y el anaeróbico. Se propone con el fin de que a
través de su entrenamiento se alcancen, fundamentalmente, los siguientes objetivos:

•Todos los propuestos para la RB I y RBII.

•Facilitar el entrenamiento de la técnica y la táctica por la mayor resistencia a la fatiga.

•Incrementar la capacidad de recuperación en las fases de pausa dentro de la competición.

RESISTENCIA ESPECÍFICA

Carlos Morales Herrera


La resistencia específica comprende los mismos tipos y tiempos de duración que hemos indicado
para la clasificación en “tipos de resistencia en función de la duración de la competición”. Por
tanto, nos encontramos con resistencias de “corta, media y larga duración”, y la de larga duración
con sus cuatro categorías. Cada uno de los tipos de resistencia específica, o según el tiempo de
duración de la competición, tienen unas característica y exigencias propias, así como unos efectos
determinados, aunque más o menos acentuadas en función de los límites de los tiempos. Según la
clasificación clásica, la RCD comienza desde los 35”, por lo que deja fuera algunos esfuerzos que
son dependientes en alguna medida de la resistencia, ya que a partir de los 6‐7” de cualquier
esfuerzo máximo el rendimiento (velocidad, potencia) comienza a decaer, y esto es una expresión
de resistencia o tolerancia al esfuerzo. Todas estas características, serán estudiadas con detalle en
el próximo apartado, por lo que aquí sólo vamos a indicar brevemente lo más elemental y
genérico. Estas clasificaciones de la resistencia no son lo suficientemente precisas, pues engloban
dentro de la misma categoría esfuerzos de muy distinta naturaleza, por tanto, se entiende que los
factores determinantes del rendimiento en cada tipo de resistencia que vamos a mencionar a
continuación no son determinantes en la misma medida para todo el intervalo de tiempo al que se
refieren, pues, es obvio que, por ejemplo, una prueba que dura 35” es claramente distinta que una
de 2’, hasta el extremo de que un mismo sujeto no podría nunca obtener altos rendimientos en
ambas pruebas al mismo tiempo, ya que el entrenamiento específico para una de ellas es
prácticamente incompatible con el entrenamiento de la otra: los factores del rendimiento
relacionados con la fuerza, velocidad, fuentes y vías energéticas, potencia y capacidad aeróbica,
potencia anaeróbica son muy diferentes en ambos casos.

Factores básicos relacionados con el rendimiento en la RCD (35” ‐2’):

•Capacidad para generar energía por la vía de la glucólisis anaeróbica; Capacidad anaeróbica
máxima; Potencia anaeróbica alta; Capacidad de amortiguamiento y tolerancia a la acidez;
Potencia y capacidad aeróbica elevadas; Fuerza máxima óptima; Resistencia a la fuerza específica.

Factores básicos relacionados con el rendimiento en la RMD (>2’‐10’):

•Potencia aeróbica muy elevada; Máxima capacidad aeróbica a la intensidad específica; Tolerancia
a la acidez; Reservas de energía en forma de glucógeno; Fuerza máxima óptima; Resistencia a la
fuerza específica.

Factores básicos relacionados con el rendimiento en la RLD I (>10’‐35’):

•Capacidad aeróbica a la intensidad específica; Potencia aeróbica elevada; Velocidad o potencia


de umbral; Tolerancia media a la acidez; Reservas de energía en forma de glucógeno; Fuerza
específica.

Factores básicos relacionados con el rendimiento en la RLD II (>35’‐90’):

•Capacidad aeróbica a la intensidad específica; Potencia aeróbica elevada; Velocidad o potencia


de umbral; Reservas de energía en forma de glucógeno; Metabolismo de las grasas; Tolerancia al
estrés térmico (ocasionalmente); Fuerza específica.

Factores básicos relacionados con el rendimiento en la RLD III (>90’‐360’):

Carlos Morales Herrera


•Capacidad aeróbica a la intensidad específica; Potencia aeróbica relativamente alta; Velocidad o
potencia de umbral; Reservas de energía en forma de glucógeno; Metabolismo de las grasas;
Tolerancia al estrés térmico; Fuerza específica.

Factores básicos relacionados con el rendimiento en la RLD IV (>360’):

•Capacidad aeróbica a la intensidad específica; Potencia aeróbica relativamente alta; Velocidad o


potencia de umbral; Reservas de energía en forma de glucógeno; Metabolismo de las grasas;
Tolerancia al estrés térmico; Resistencia del tejido ligamentoso y tendinoso; Fuerza específica.

Carlos Morales Herrera

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