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Gómez Ramírez Sarahi Raquel

¿Es posible traducir los fonemas (con simbolismo sonoro) de una lengua a otra?

¿Qué es el proceso de traducción?

Para M. Tricas (1995) citado por Masseau (2008), “la traducción consiste estrictamente en

un acto de comunicación que pretende reproducir el sentido de un mensaje, mediante la

creación en otra lengua, de un mensaje equivalente con una función comunicativa similar,

expresado en la forma más adecuada posible, para que pueda ser entendido por un nuevo

lector en una nueva situación”.

Hurtado (2001) dice al respecto: “la traducción es una habilidad, un saber hacer que

consiste en saber recorrer el proceso traductor, sabiendo resolver los problemas de

traducción que se plantean en cada caso. La traducción más que un saber en un saber

hacer”.

Y, finalmente, Nida y Taber (1986) dicen que: “una traducción será correcta en la medida

en que el lector medio a que va destinada sea capaz de entenderla correctamente. Y no se

trata sólo de una posibilidad de comprensión, sino de una gran probabilidad. En otras

palabras: no nos basta traducir de manera que el lector medio sea capaz de captar el

mensaje, sino que debemos estar lo más seguros posible de que esa persona va a captarlo

de hecho”.
Es decir, la traducción pretende comunicar un texto desde su lengua original (ya sea

escrito o hablado) a una lengua meta, de manera que sea comprensible y se adapte al

lector, al mismo tiempo que respeta las intenciones del autor original.

¿Qué es un fonema con simbolismo sonoro?

Un fonema es la unidad mínima que sirve para distinguir una palabra de otra, son los

sonidos básicos del lenguaje (Hayes, 2009). Mientras que el simbolismo sonoro está

definido según Ohala (2015) y Hunter-Smith (2007) como una relación sistemática

hipotética entre sonido y significado; y por Jakobson como “una asociación natural e

interna por semejanza entre sonido y significado (signans y signatum)” (Jakobson, 1979).

En este trabajo no discutiré sobre la arbitrariedad del signo lingüístico, sino de la

posibilidad de traducir un fonema con carga simbólica de una lengua a otra.

Para comenzar, ¿es posible que un solo fonema, por sí solo, cargue simbolismo sonoro?

Hay cuatro tipos de simbolismo sonoro documentados por Hinton et al (1994) hasta

ahora: el imitativo, que consiste en palabras que intentan imitar sonidos de aquello que se

quiere representar; corporal, que refiere al uso de ciertos patrones de sonido y

entonación que expresan el estado emocional y físico del hablante como la tos, o el hipo

(que en el inglés las palabras para ambos hacen semejanza a cómo suenan cuando se

producen: cough y hiccup); cinestésico, que es aquel que representa un fenómeno no

acústico (como forma, tamaño, textura) a través de una estructura acústica; y el

convencional que refiere a la asociación de ciertos fonemas, grupos consonánticos, o

sílabas con ciertos significados. Es decir, este tipo de simbolismo implica el uso
convencional dentro de la lengua de determinados segmentos lingüísticos con

determinados significados. De todos ellos, el de tipo cinestésico es el que me parece más

interesante para este trabajo ya que se ha encontrado en las lenguas del mundo una

relación entre los sonidos agudos y vocales altas con representaciones de cosas pequeñas,

delicadas, delgadas o por el estilo, mientras que los sonidos graves y redondos suelen

representar objetos grandes, redondos, toscos y similares. Hinton et al (1994).

Por ejemplo, en español solemos añadir sufijos con [i] para decir que algo es pequeño, o

con [o] para decir que algo es muy grande: “chiquitito”, “grandotote”. En Yaqui también

sucede algo parecido con el adjetivo ilitchi, que tiene un significado de pequeño. Mientras

que en inglés tenemos el ejemplo de little, que en el habla se suele alargar la [i]

dependiendo de qué tan pequeño sea el objeto del que se habla.

Sin embargo, aunque en todos los ejemplos anteriores exista evidencia de la relación del

fonema vocálico [i] con una proporción de tamaño pequeña, esto no significa que el

fonema por sí solo tenga este significado, es decir, si se aísla de una palabra o contexto, el

fonema dejaría de cargar ese significado.

Si tomáramos un segmento más grande en lugar de una unidad como gl- en el caso del

inglés con (glitter, glassy, glow) que se relaciona con algo brillante; o baa- en yaqui como

en (baa’am, baabo’o, baaju) que se relaciona con el agua, tendríamos el mismo resultado.

Ninguno de los dos segmentos, por sí solos, cargan ningún significado. Aunque aquí

estamos hablando de simbolismo convencional, es decir, que la lengua ha elegido dichos

segmentos para representar algo.


Es posible decir que ciertos fonemas y segmentos nos evocan ciertas sensaciones o

percepciones de la realidad de manera subjetiva, es decir, que dependen del sujeto para

su interpretación. Es por este motivo que fenómenos como las onomatopeyas (que son

imitaciones de sonidos) son diferentes en cada lengua. Como el canto de un gallo en inglés

“cockadoodledoo” difiere al del español “quiquiriquí”, aunque hacen referencia a

exactamente el mismo sonido, interpretado de maneras diferentes.

Es por esto por lo que las lenguas tienen tantas maneras diferentes para evocar o

interpretar un mismo sonido o experiencia de la realidad, porque las lenguas están sujetas

a las interpretaciones de los sujetos que las hablan. Tanto es así, que se habla de la

cosmovisión de cada lengua, ya que cada una tiene su propia “versión” de la realidad, su

propia interpretación que depende del contexto dado al sujeto. Así es como ciertas

lenguas habladas en lugares rodeados por agua, tendrán más palabras o sonidos

relacionados a ella, a sus colores, sus estados, etc.; contrario a lenguas que se hablan en el

desierto, que seguramente tengan más palabras para describir la arena o los tipos de

rocas que palabras para el agua.

En el proceso de traducción es muy importante este punto, ya que habrá ocasiones en que

una palabra que tiene un significado complejo en una lengua, no lo tenga en otra, por lo

que habrá que encontrar una forma de comunicar el mismo significado, pero con un

recurso diferente, que se adapte a la visión de la realidad de la lengua meta, alejándose lo

menos posible del significado completo de la lengua origen. En poesía esto suele ser un

problema, ya que muchas veces se emplean palabras polisémicas que en el contexto de la

poesía hacen mucho sentido, pero que, al momento de traducirlas, como en la lengua
meta seguramente tendrá un solo significado equivalente, o, de tener otros, posiblemente

no sean los mismos que el de la lengua origen, por lo que en la traducción es posible que

se pierda gran parte del sentido del poema. García De La Banda (1990) lo ejemplifica en el

siguiente verso de Pablo Neruda, tomado de ”Veinte poemas de amor y una canción

desesperada”:

"La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros a lo lejos"

El autor señala que debido a la polisemia de la palabra "estrellada", se tradujo al inglés

como "hecha añicos" y no "llena de estrellas" (Traducción de Merwin, 1975): "The night is

shattered..." (García De La Banda, 1990).

El autor también señala que, de hecho, debido a la polisemia de la palabra, ya no

podemos saber si Neruda quería decir que la noche estaba "hecha añicos" o "llena de

estrellas".

Por otro lado, podría suceder una coincidencia de significados que permita traducir una

frase con un juego de palabras de una lengua a otra. Un ejemplo es el siguiente del inglés:

“Where do cats go when they die? They go to the purrgatory”

¿A dónde van los gatos cuando mueren? Van al purgatorio.

El juego de palabras funciona de alguna manera en ambas lenguas no en el sentido que

esperamos, pues, el primer caso es una onomatopeya del sonido que emiten los gatos y el

segundo es la palabra que hace referencia al animal, pero en la traducción funciona

porque no se pierde el significado. Y coincide en varias lenguas:


“où vont les chats quand ils meurent? Au purchattoire” -francés

“Dove vanno I gatti quando muoiono? Nel purgattorio” -italiano

En todos los ejemplos, la palabra purgatorio contiene dentro de sí una referencia al gato

(ya sea en forma de onomatopeya como el inglés, o la palabra “gato” en sí como en el

resto). Lo que nos dice esto es que el segmento [pur] por sí solo, si lo separamos del

contexto de la palabra “purgatorio” no tiene significado alguno y sería inútil traducirlo. En

cambio, el mismo segmento adquiere un significado completo dentro del contexto del

juego de palabras del chiste, por lo que ahora puede ser traducido por una referencia que

equivalga a la referencia original.

Traducir una onomatopeya es difícil en este caso, como se puede ver, si se insiste en

conservar el significado sonoro de la misma, en lugar del significado global, y compensarlo

con una traducción léxica. Lo que quiero decir es que, en algunos casos, no será posible

conservar el significado simbólico contenido en una palabra hacia la lengua meta si en ella

tal significado no se encuentra representado en la misma forma simbólico-sonora (como

lo es el caso antes mencionado donde [pur], que contiene una referencia clara a los gatos

contenida en una onomatopeya del sonido que emiten al ronronear en la lengua inglesa,

no puede ser encontrada en la onomatopeya para el mismo sonido en la lengua meta), y

deberá de ser compensado de forma léxica, como se hizo en el ejemplo mencionado con

la palabra “gato” haciendo explicita la referencia: Pur = gato.

En el proceso de traducción, será necesario en muchas ocasiones llevar a cabo este tipo de

proceso, el de compensación, cuando no sea posible traducir un elemento o efecto


estilístico en el mismo sitio donde se requería. El objetivo del traductor es conservar el

mayor significado posible, aunque se deba cambiar la forma de la traducción. Por ejemplo,

en un texto dado como:

“Nos van a descubrir, ¡cállate! Necesito que ya te calles”

Que se ha traducido de la siguiente manera:

Shh! Do you want us to be found? Just stay quiet, please.

Por cuestiones estilísticas, se puede observar que la orden de guardar silencio que se

encontraba expresada en el imperativo “¡cállate!” del texto original, se ha traducido por la

onomatopeya para guardar silencio del inglés “Shh!” (traducción de un elemento léxico

por un elemento con simbolismo sonoro) y se ha movido de lugar al principio del texto. Se

puede ver también que el carácter de urgencia que estaba expresado originalmente como

una necesidad (“necesito que ya te calles”), ha sido traducido como una petición para

permanecer callado: “just stay quiet, please”. Hablando de manera global, se puede

observar que, en el texto traducido, aunque la forma estilística del texto es muy diferente

a la original, se ha conservado de alguna manera el significado original, compensando

unas cosas por otras.

A manera de conclusión, pienso que no es posible traducir un fonema aislado, sin

contexto, de una lengua a otra, ya que va a carecer, precisamente, de significado. En

cambio, si el fonema o segmento, tiene un significado, sí será posible traducirlo, porque, al

fin y al cabo, el proceso de traducción es precisamente comunicar un significado a otra


lengua, ya sea que se haga de manera literal, o se adapte, o se cree una nueva forma en

caso de que la lengua no posea forma de expresar ese significado de manera concreta.

Bibliografía

García De La Banda, F. (1990). Traducción de poesía y traducción poética. En III

Encuentros Complutenses en torno a la Traducción (pp.115-135). Editorial Complutense

Hayes, B. (2009). Introductory phonology. UK: Wiley-Blackwell Publication.

Hurtado Albir A. (2001). Traducción y Traductología: Introducción a la

Traductología. Madrid: Cátedra.

Masseau, P. (2008). Aproximación teórica a la crítica de la traducción poética. "Le

Cimetière marin" de Paul Valéry. Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Neruda, P. (1975). Pablo Neruda: selected poems. W.S. Merwin Trad. Delacorte

Press.

Nida, E. y Taber, C. (1986). La traducción: teoría y práctica. Madrid: Cristiandad.

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