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SEPTEMBER 18, 2014
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JOHN A. DAVIS
KACIE LACHAPELLE
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Al llegar la primavera de 1997, Jaime Pérez (Hijo), presidente de Alimentos J. Pérez, estaba
convencido de que no podría resolver sus problemas con Mercedes, su hermana menor y accionista
de la empresa. Desde 1976, Jaime, de 45 años, había trabajado en estrecha relación con su padre,
Jaime Pérez, fundador de la empresa cárnica de la República Dominicana. En 1994 se había
convertido en su presidente al fallecer Jaime Padre a los 72 años en un accidente de automóvil.
Aunque los desafíos empresariales y de liderazgo a los que se tenía que enfrentar al dirigir una
empresa de $70 millones de dólares de facturación eran exigentes, nunca había previsto la batalla
familiar en la que se encontraba envuelto.
op
La propiedad de Alimentos J. Pérez había sido transmitida en gran medida a la segunda
generación. Jaime Hijo detentaba un 20% de las acciones sin derecho a voto y un 48% de las acciones
con derecho a voto. Cada una de sus cinco hermanas tenía un 15% de las acciones sin voto y un 7% de
las acciones con voto. Su madre, Lena, retenía un 5% de las acciones sin voto y el 17% restante de las
acciones con voto. Salvo breves periodos, ninguna de las hijas de la familia Pérez había trabajado en
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Tras la muerte de su padre, Mercedes, de 24 años, la menor de los hermanos Pérez, empezó a
preocuparse cada vez más por su futuro y la seguridad de su propia y joven familia. Se preguntaba
cómo sus intereses financieros como accionista iban a verse protegidos en ausencia de su padre. Para
averiguarlo, en noviembre de 1996 comenzó a trabajar en la empresa como gerente en el
departamento del recursos humanos. Su misión personal, desconocida por Jaime, era investigar cómo
estaba siendo administrada la empresa. Mercedes sentía que, como propietaria, estaba en su derecho
No
Pasaron casi tres meses antes de que Jaime supiera del comportamiento de Mercedes y del efecto
que estaba teniendo en la moral de los trabajadores. En febrero de 1997 se reunió con ella para
explicarle que la empresa tenía múltiples sistemas de control sobre el desempeño, y que era
responsabilidad de los supervisores, y no de ella, el vigilar a los empleados. Mercedes dimitió poco
después. Sin embargo, continuó expresando su preocupación sobre los negocios, y sobre el control de
Jaime, a su marido, madre y hermanas. Según Jaime,
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Senior Lecturer John A. Davis and Research Associate Kacie LaChapelle prepared this case. It was reviewed and approved before publication by
a company designate. Funding for the development of this case was provided by Harvard Business School and not by the company. HBS cases
are developed solely as the basis for class discussion. Cases are not intended to serve as endorsements, sources of primary data, or illustrations of
effective or ineffective management.
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marido en la empresa. Para mi indignación, se puso a protestar en voz alta delante de
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los empleados, y a rebuscar en sus mesas. Exigió información financiera a nuestro
controlador, Carlos López. Posteriormente le mandé una nota a López declarando
que cualquier información solicitada por un accionista debería ser autorizada
previamente por mí. Envié una copia a todos los accionistas familiares, pero no hablé
personalmente con Mercedes ni la mencioné expresamente. Las cosas se han
complicado mucho. Mercedes ha amenazado con involucrar a abogados y expertos
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financieros para ayudarle a averiguar más sobre la empresa y aprender sobre sus
derechos como accionista. Mis hermanas me dicen que soy yo quien debe resolver el
problema. Saben que los beneficios han caído y están preocupadas por sus
dividendos. ¡La realidad es que soy yo quien lleva 20 años trabajando para construir
la empresa! La familia ni siquiera entiende la información financiera cuando el
director financiero y yo se la explicamos. Y no entienden que su papel no está en la
gestión. Durante las reuniones familiares, intentan participar en decisiones de
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negocio sobre las cuales no tienen la base ni la experiencia necesarias. Las cosas
simplemente no pueden seguir así ni un minuto más. Toda la familia está tensa. Me
preocupa sobre todo nuestra madre. A sus 71 años, no puede aguantar mucho más
este tipo de presión y dolor.
A pesar de sus humildes orígenes, Jaime Pérez llegó a ser uno de los miembros más destacados y
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La familia Pérez
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Jaime Pérez y su mujer Lena se casaron en 1947 y tuvieron cinco hijas y un hijo (ver Figura 1,
Genograma familiar). La mayor, Carmen, nació en 1949, seguida de Jaime en 1952, luego Rosi en
1954, Silvia en 1957, Linda en 1964, y la menor, Mercedes, en 1970.
La familia Pérez fue un entorno comprensivo y leal para todos los niños. Carmen, Rosi y Silvia, al
estar cercanas en edad, forjaron relaciones estrechas. Lo mismo ocurrió con Linda y Mercedes. Jaime,
al ser el único chico, recibió mucha atención por parte de su madre y hermanas y era un poco
mimado, como también lo fue Mercedes por ser la pequeña.
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Linda, la única hermana que siempre demostró un fuerte interés por la empresa, obtuvo su título
universitario en una respetada escuela de negocios en 1986. Al año siguiente se casó con un mejicano
y se mudó con él a México. Carmen, que se había instalado en Miami con su marido, abrió un negocio
como proveedor de Alimentos J. Pérez en 1992. Su acuerdo con los compradores de la empresa era
que les ofrecería el mejor precio posible y no recibiría favoritismo.
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Jaime Hijo se licenció en negocios agrícolas por el Instituto Tecnológico de Monterrey en México
en 1976, a los 24 años. Ese mismo año se casó con una mejicana y volvió a la República Dominicana a
trabajar con su padre. En 1978 Jaime Padre contrató a su sobrino Carlos López como controlador. Por
aquél entonces la facturación era de $600,000 y la empresa tenía 30 empleados. En 1980 Jaime fue
nombrado jefe de distribución en la fábrica de productos cárnicos, en la que se elaboraban salami,
jamón y salchichas. Jaime estaba ubicado en Santo Domingo, mientras que su padre y Carlos López
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trabajaban a una hora y media en La Vega.
En 1985, Jaime, que para entonces llevaba nueve años trabajando en la empresa, anhelaba
participar más en la toma de decisiones y tener la autoridad necesaria para introducir lo que
consideraba serían mejoras en la empresa. Con frecuencia se sentía frustrado porque su padre no
tomase sus ideas en serio. Jaime recordaba:
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relaciones con todo el mundo. De hecho, Carlos López dejó la empresa en un
momento dado por esta razón. Fui yo quien finalmente consiguió que volviera.
En 1989 Alimentos J. Pérez añadió dos supermercados a su negocio de carnes. Las ventas anuales
crecieron hasta alcanzar los $23 millones. Jaime, con 37 años, quería realizar cambios en el negocio
pero seguía encontrándose con la resistencia de su padre, quien permanecía altamente involucrado
en las operaciones diarias. Jaime trabajó con varios consultores con el fin de que le ayudaran a
comunicar sus ideas a su padre. También participó en el programa de dirección para propietarios
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presidentes de empresa de Harvard Business School. Sin embargo, ninguna de estas medidas pareció
impresionar a su padre. Una vez, mientras preparaba un plan de negocio con ayuda de un consultor,
Jaime oyó a su padre comentar a uno de los gerentes: “Ese niño [Jaime] cree que va a solucionar los
problemas de la empresa con esos papeles. Desde luego tiene mucho que aprender”.
En 1992, ante la insistencia de sus asesores patrimoniales, Jaime Padre repartió la propiedad de
Alimentos J. Pérez entre sus seis hijos. Carmen, con 43 años, Rosi, con 38, Silvia, con 35, Linda, con 28,
y Mercedes, con 22, recibieron cada una un 15% de las acciones sin voto. Jaime, con 40 años, recibió
un 20%. También quedó estipulado que, a la muerte de Jaime Padre, las acciones con voto se
repartirían al 50/50 entre Jaime Hijo y Lena, si bien eventualmente, Jaime Hijo se quedó sólo con un
48% de las mismas, Lena con un 17%, y cada una de las hijas con un 7%.
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Jaime convenció a su padre para mantener reuniones familiares ocasionales con sus hermanas
para que pudieran aprender sobre el negocio. Carmen recordaba: “Papá decía que sí, pero le era muy
difícil sentarse quieto durante mucho tiempo. Carmen también comentó acerca del enfoque de su
padre con respecto a las necesidades financieras de la familia: “Nos daba algunos dividendos de vez
en cuando, cuando el negocio iba bien. Pero casi todo era informal. Cuando uno de nosotros
necesitaba comprarse un coche o una casa, o cualquier otra cosa, nos ayudaba. Cuando ganaba
dinero, siempre lo reinvertía en la empresa o lo usaba para entrar en otros negocios”.
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Al morir, Jaime Padre estaba en plena campaña política para su reelección como Senador, y Jaime
Hijo decidió presentarse en su lugar. Empezó a hacer campaña sólo diez días después de morir su
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padre, y fue elegido en mayo. Su compromiso político le apartaba del negocio varios días a la
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semana. Sus mayores preocupaciones con respecto a la empresa tenían que ver con la competencia de
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los gerentes y la falta de controles efectivos. También tenía sus reservas sobre la capacidad de Carlos
López, quien había estado muy unido a su padre y aún trataba de preservar los antiguos métodos de
gestión en la empresa. Desde su punto de vista, López representaba “la vieja cultura” y estaba
asumiendo una posición de excesivo liderazgo en la empresa.
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A Linda su padre siempre le había animado por su padre a trabajar en la empresa y siempre supo
que algún día lo haría. Al morir su padre, Linda, con 30 años de edad, consideró que era el momento
apropiado:
Tan pronto como supe que Jaime había sido elegido Senador, comprendí que
tenía que volver a casa para trabajar en la empresa. Mi hermano estaba bajo una
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presión tremenda, y yo sabía que iba a ser demasiado trabajo para él solo. Yo quería
que el negocio continuara como empresa familiar y quería ayudar a representar los
intereses de mi familia.
Con el beneplácito de Jaime, el 5 de agosto de 1994 Linda se mudó de vuelta a casa y empezó a
trabajar en la empresa. Linda y Jaime acordaron que tendría el título de vicepresidente. Su prioridad
fue aprender todo lo posible sobre el negocio y ganarse la credibilidad del equipo directivo. Durante
los primeros dos años estuvo reportando a Carlos López (de 50 años), quien entonces era el director
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de operaciones. En 1996 López asumió el cargo de director financiero y Linda pasó a ocupar su
puesto como director de operaciones, reportando directamente a Jaime (ver Figura 2, Organigrama
de la empresa). Reflexionando sobre el estilo de liderazgo de Jaime y sus respectivos papeles en la
empresa, Linda observó:
Tengo serias preocupaciones sobre la forma en que Jaime interactúa con los
empleados. Papá también hacía lo que le daba la gana, pero podía decirte que no y
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todavía salías contenta de su oficina. Pero Jaime es más como un dictador – nadie se
atreve a llevarle la contraria. Es muy malhumorado y no escucha ni deja que nadie le
interrumpa. Mi valor añadido ha sido en la parte humana de la empresa. Esto no es
el punto fuerte de Jaime. Veo mi trabajo como el hacer la empresa tan humana como
cuando mi padre estaba aquí. Quiero que la gente sienta que me preocupo por ellos.
Jaime está aprendiendo a controlar sus malos humores de forma más
consistente. Ha sido muy respetuoso conmigo. Al principio teníamos problemas de
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comunicación pero estamos aprendiendo a discutir las cosas mejor. ¡Antes era tan
difícil! Pero ahora siento que me escucha cuando tengo algo importante que decirle.
Creo que juntos podemos dirigir bien la empresa. ¡Nos estamos convirtiendo en un
buen equipo, Jaime y yo!
Jaime, por su parte, comentó:
en los detalles y los objetivos. Se exige mucho a sí misma. Trata a la gente bien.
Nuestra relación ha sido excelente. Yo soy profesional y siempre estoy luchando por
ser cada vez mejor. Sé que puedo ser un tipo duro. Se me acusa de ser muy directo,
demasiado claro y, a veces, hasta maleducado. Pero necesito resolver los problemas
de la empresa. Estoy tratando de escuchar más y ser más paciente. Antes era el único
que tomaba las decisiones. Ahora no puedo y no debo hacerlo.
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Aunque las ventas de la empresa crecieron en 1995 y 1996, los beneficios netos cayeron en picado
(ver Cuadro 3, Historial financiero). A medida que Jaime comenzó a implementar cambios, su
relación con Carlos López se fue haciendo cada vez más tensa. Según Jaime,
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mía. No era progresivo, tenía el estilo de mi padre. También estaba demasiado
metido en la familia y almorzando demasiado a menudo con mi madre. Esto no hacía
más que complicar las cosas. Ni siquiera aceptaba tomarse unas vacaciones, porque
siempre tenía que estar aquí y saber qué estaba pasando. Cuando le insistí para que
se fuera de vacaciones, se sintió insultado. Se fue y nunca más volvió. Creo que es
mejor así. Y con el tiempo, Linda también me dio la razón.
Tras la muerte de su padre, Jaime pasó a organizar reuniones familiares una o dos veces al año,
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pero no le parecía que fuesen muy productivas. Con el director financiero, Jaime presentaba a sus
hermanas los datos financieros y les explicaba los resultados de la empresa. Aunque su intención era
estructurar estas reuniones de manera profesional, terminaban siendo tensas y descentradas. Con
frecuencia Jaime se sentía cuestionado. Linda afirmó:
La familia quería saber qué estaba pasando con la empresa. Pensaban que,
sin nuestro padre, el negocio debería ser gestionado de manera menos paternalista y
que deberían participar en las decisiones. Querían saber acerca de los sueldos de los
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principales ejecutivos, inversiones, compras de equipos y ventas de activos.
Básicamente, querían tomar decisiones que los gerentes de la empresa deberían
tomar, sobre asuntos operativos. Pero incluso si les explicabas la información
financiera y sus implicaciones, realmente no la entendían ni conocían el negocio. Aún
así, se sentían en su derecho de tomar esas decisiones. Era muy difícil para Jaime.
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Mercedes:
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Yo creía que las cosas iban a mejorar al trabajar Linda en la empresa, pero
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ella sólo hace lo que dice Jaime. Jaime es muy ambicioso y mis hermanas lo saben
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también. ¡Sólo hay que ver los millones de dólares que vale el terreno en el que está
su casa, y lo que saca para sí mismo! Al principio, yo sólo quería papeles formales
para saber que de hecho yo tenía un 15% de las acciones. Quería los papeles por la
seguridad de mis hijos, por si algún día me pasara algo.
Perspectivas familiares
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En febrero de 1997, nada más volver del programa de dirección para propietarios presidentes de
empresa de Harvard Business School, Linda fue a una cena de familia en casa de su madre. Lo que
empezó como una reunión familiar informal acabó siendo una batalla cargada de emociones entre
Linda y sus hermanas. Linda describió los eventos de aquella noche:
yo
beneficios de la empresa y Jaime un 10%? ¡Eso es un robo!” Al principio creí que
estaba bromeando. Me quedé totalmente sorprendida cuando me di cuenta de que no
lo estaba. Le dije que fuera a cualquier gran empresa a ver cómo remuneraban a sus
ejecutivos. Le dije a Mercedes “¿Puedes creer lo que me ha dicho Silvia?” Y ella me
dijo “Sí, estoy de acuerdo con Silvia”. ¡No me lo podía creer! Fui a Mami, y su
respuesta fue algo así como: “No te haces idea de cuánto de esto ha estado pasando”.
Desde el punto de vista de Jaime:
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Mercedes y yo tuvimos una relación buenísima cuando crecimos, aunque ella
siempre fue algo rebelde. Pero tiene 18 años menos que yo. La puerta estaba abierta
para que ella viniese a trabajar a la empresa. Pero me preocupaba el que quería
empezar en una posición demasiado alta, sin ninguna experiencia, lo que no habría
sido justo para los demás empleados. Cuando descubrí que Mercedes estaba
diciendo a los empleados que tenía derecho a echarlos y que no estaba haciendo el
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trabajo que tenía que hacer, hablé con ella. Mercedes estaba a punto de tener un bebé
así que poco después presentó su dimisión. Pensé que era mejor así.
Carmen, Rosi y Silvia también estaban preocupadas por su futuro financiero. Pensaban que, dado
el tamaño de su empresa, deberían estar recibiendo mayores dividendos (ver Cuadro 4). Pero no
querían adoptar una posición tan firme como la de Mercedes. Rosi explicó:
todas las ventajas que él tiene que nosotras no tenemos. Yo creo que Jaime es muy
capaz y decidido. Pero su ambición personal es demasiado alta, y eso es peligroso.
No para de gastar dinero, y quiere más y más. Tiene una casa maravillosa en la
montaña y va por todas partes en su helicóptero. Nosotras tenemos también un buen
estilo de vida, pero no es lo mismo.
Silvia estaba de acuerdo:
Jaime gasta demasiado dinero y es muy extravagante. Sin nuestro padre aquí
para cuidar de las cosas, es difícil estar segura sobre las intenciones de Jaime.
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empresa. Yo sé que tiene visión y puede entender. Ella pasó por todo esto con mi
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padre y se mantuvo involucrada a lo largo de los años; llevaba la nómina y firmaba
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los cheques. Pero la situación con Mercedes le está afectando mucho. Quiere ayudar
pero no puede. Mercedes no le escucha.
A principios de 1997, Jaime y Linda contrataron a Francis Sánchez, un consultor de empresa
familiar estadounidense con quien Jaime se había reunido dos años y medio antes, a los dos meses de
morir su padre. Francis facilitó la primera reunión formal del Consejo de Accionistas Familiares y
llevó a cabo una evaluación exhaustiva de la empresa familiar, tras la cual observó:
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Cuando Jaime Padre murió, la estructura societaria, la normativa fiscal del
país y los mecanismos internos de información financiera eran increíblemente
complicados. Además, las hijas no estaban preparadas para ser propietarias. Bajo la
anterior cultura patriarcal, esperaban que alguien cuidara de ellas. Jaime Hijo tenía
que encontrar una manera de desenredar semejante bola de complejidad, además de
ser senador y manejar la empresa.
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Su madre, Lena, es realmente es el héroe no reconocido aquí. Yo hasta diría
que si no fuera por ella, esta empresa no existiría hoy día; habría implosionado. Es el
punto de referencia, el catalizador de confianza, el pegamento que lo une todo. Su
presencia es de una importancia enorme para la capacidad de liderar de Jaime.
Confuso y dolido, Jaime no sabía qué hacer para remediar la situación. Todos sus intentos para
compartir información y tranquilizar a Mercedes y sus otras hermanas parecían inútiles, mientras la
tensión y el resentimiento continuaban aumentando en la familia. Jaime comentó:
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La suegra de Mercedes es una banquera poderosa en este país. Y estoy
seguro de que el marido de Mercedes ha tenido que ver con todo esto al influir sobre
ella. Quizá esté alimentando sus sospechas de que se están aprovechando de ella.
Jaime sabía que tenía que encontrar la forma de mejorar la situación antes de que las relaciones
familiares se deteriorasen aún más, pero sentía que ya había agotado todas sus opciones. Mientras
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tanto, Mercedes amenazaba con contratar asesores legales y financieros para investigar cómo estaba
siendo gestionada la empresa y determinar sus derechos como accionista. A Jaime le preocupaba que
si los registros contables y procedimientos arcaicos estuvieran sujetos a escrutinio, crearía un caos
todavía mayor para él y hasta podrían salir a relucir los poco sofisticados registros financieros y las
decisiones del pasado. Jaime conocía a los astutos abogados con los que Mercedes estaba hablando, y
temía que su involucración fuera a ser destructiva no sólo para las relaciones familiares sino también
para la reputación de la familia en la comunidad empresarial.
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Ramón Carmen María Jaime Pedro Rosi Juan Silvia Ramiro Linda Gino Mercedes
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n. 1936 n. 1949 n. 1952 n. 1952 n. 1950 n. 1954 n. 1956 n. 1957 n. 1962 n. 1964 n. 1968 n. 1970
op
Juanita Ramón Pablo Jaime Antonio Miguel Janet Rafael Lourdes Ana Juan Ramiro Ada Gino Teresa
n. 1978 n. 1981 n. 1983 n. 1979 n. 1980 n. 1984 n. 1988 n. 1986 n. 1988 n. 1979 n. 1981 n. 1989 n. 1991 n. 1981 n. 1997
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Jurídico
tC
Auditoría
Interna
I+D
Consultoría
Técnica
op
Director de Director de Director de Director Director de Director de Director de Director de Director de
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Ventas y Operaciones Operaciones Financiero Recursos Control de Producción Super- la Central
Marketing Linda Pérez Carlos López Humanos Calidad Animal mercados de Servicios
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Cuadro 3 Historial financiero (millones de dólares)
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1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996
Ventas 19.2 23.1 33.4 30.7 35.4 43.1 47.8 57.8 70.1
Coste de Ventas 15.2 18.2 26.4 23.0 26.7 30.5 34.2 43.8 52.2
Margen Bruto 4.1 4.9 7.1 7.7 8.7 12.6 13.6 14.1 17.9
Gastos de Administración 2.7 2.8 4.6 5.3 4.7 8.5 9.9 11.1 16.3
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Intereses 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
Impuestos 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
Beneficio Neto 1.4 2.1 2.4 2.4 4.0 4.0 3.7 2.9 1.6
yo
Cuadro 4 Historial de dividendos
1995 $181,000
1996 $322,000
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Reparto para cada familiar:
Linda: 15%
Mercedes: 15%
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Do
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