Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hay ángeles que todavía creen que todos los países terminan al borde
de sus fronteras. Son los que afirman que los Estados Unidos poco o
nada tienen que ver con la integración latinoamericana, por la senci-
lla razón de que los Estados Unidos no forman parte de la Asociación
Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) ni del Mercado Co-
mún Centroamericano. Como quería el libertador Simón Bolívar,
dicen, esta integración no va más allá del límite que separa a México
de su poderoso vecino del norte. Quienes sustentan este criterio se-
ráfico olvidan, interesada amnesia, que una legión de piratas, merca-
deres, banqueros, marines, tecnócratas, boinas verdes, embajadores y
capitanes de empresa norteamericanos se han apoderado, a lo largo
de una historia negra, de la vida y el destino de la mayoría de los
pueblos del sur, y que actualmente también la industria de América
Latina yace en el fondo del aparato digestivo del Imperio. «Nuestra»
unión hace «su» fuerza, en la medida en que los países, al no romper
previamente con los moldes del subdesarrollo y la dependencia, inte-
gran sus respectivas servidumbres.
En la documentación oficial de la ALALC se suele exaltar la fun-
ción del capital privado en el desarrollo de la integración. Ya hemos
visto, en los capítulos anteriores, en qué manos está ese capital priva-
do. A mediados de abril de 1969, por ejemplo, se reunió en Asunción
la Comisión Consultiva de Asuntos Empresariales. Entre otras cosas,
reafirmó «la orientación de la economía latinoamericana, en el senti-
do de que la integración económica de la Zona ha de lograrse con
base en el desarrollo de la empresa privada fundamentalmente». Y
recomendó que los gobiernos establezcan una legislación común
para la formación de «empresas multinacionales, constituidas pre-
dominantemente [sic] por capitales y empresarios de los países miem-
bros». Todas las cerraduras se entregan al ladrón: en la Conferencia
de Presidentes de Punta del Este, en abril de 1967, se llegó a propug-
nar, en la declaración final que el propio Lyndon Johnson cerró con
sello de oro, la creación de un mercado común de las acciones, una
especie de integración de las Bolsas, para que desde cualquier lugar
de América Latina se puedan comprar empresas radicadas en cual-
quier punto de la región. Y se llega más lejos en los documentos
326
LA ESTRUCTURA CONTEMPORÁNEA DEL DESPOJO
113
Maurício Vinhas de Queiroz, op. cit.
114 Gustavo Lagos, en el volumen del BID, varios autores, Las inversiones mul-
tinacionales en el desarrollo y la integración de América Latina, Bogotá, 1968.
El 64 por ciento de las empresas exportaba dentro de la región, haciendo
uso de las concesiones de la ALALC, productos químicos y petroquímicos,
fibras artificiales, materiales electrónicos, maquinaria industrial y agrícola,
equipos de oficina, motores, instrumentos de medición, tubos de acero y
otros productos.
327
EDUARDO GALEANO
115 Business International, LAFTA, Key America’s 200 Million Consumers, repor-
taje de investigación, junio de 1966.
328
LA ESTRUCTURA CONTEMPORÁNEA DEL DESPOJO
116 Fortune, A Latin American Common Market Makes Common Sense For U. S.
Businessmen Too, junio de 1967.
117
Raúl Prebisch, Problemas de la integración económica, en Actualidades econó-
micas financieras, Montevideo, enero de 1962.
118
Prebisch, Sanz de Santamaría, Mayobre y Herrera, Proposiciones para la
creación del Mercado Común Latinoamericano, documento presentado al pre-
sidente Frei, 1966.
329
EDUARDO GALEANO
y gana en un solo año una cantidad de dinero cuatro veces mayor que el
íntegro producto nacional bruto de Bolivia.
Las corporaciones conocen ya, por anteriores experiencias de
integración, las ventajas de actuar como insiders en el desarrollo
capitalista de otras comarcas. No en vano el total de las ventas de las
filiales norteamericanas diseminadas por el mundo es seis veces ma-
yor que el valor de las exportaciones de los Estados Unidos119. En
América Latina, como en otras regiones, no rigen las incómodas
leyes antitrusts de los Estados Unidos. Aquí los países se convierten,
con plena impunidad, en seudónimos de las empresas extranjeras que los
dominan. El primer acuerdo de complementación en la ALALC fue fir-
mado, en agosto de 1962, por Argentina, Brasil, Chile y Uruguay; pero
en realidad fue firmado entre la IBM, la IBM, la IBM y la IBM. El acuer-
do eliminaba los derechos de importación para el comercio de ma-
quinarias estadísticas y sus componentes entre los cuatro países, a la
par que alzaba los gravámenes a la importación de esas maquinarias
desde fuera del área: la IBM World Trade «sugirió a los gobiernos que
si eliminaban los derechos para comerciar entre sí construiría plantas
en Brasil y Argentina...»120. Al segundo acuerdo, firmado entre los
mismos países, se agregó México: fueron la RCA y la Philips of
Eindhoven quienes promovieron la exoneración para el intercambio
de equipos destinados a radio y televisión.
Y así sucesivamente. En la primavera de 1969, el noveno acuerdo
consagró la división del mercado latinoamericano de equipos de ge-
neración, trasmisión y distribución de electricidad, entre la Union
Carbide, la General Electric y la Siemens.
El Mercado Común Centroamericano, por su parte, esfuerzo de
conjunción de las economías raquíticas y deformes de cinco países,
no ha servido más que para derribar de un soplo a los débiles produc-
tores nacionales de telas, pinturas, medicinas, cosméticos o galletas,
y para aumentar las ganancias y la órbita de negocios de la General
Tire and Rubber Co., Procter and Gamble, Grace and Co., Colgate
119
Judd Polk (del U. S. Council of the International Chamber of Commerce) y
C. P. Kindleberger (del Massachusetts Institute of Technology) brindan muy
jugosos datos y opiniones sobre la norteamericanización de la economía
capitalista mundial, en la publicación del Departamento de Estado, The
Multinational Corporation, Office of External Research, Washington, 1969.
120
Business International, op. cit.
330
LA ESTRUCTURA CONTEMPORÁNEA DEL DESPOJO
121
E. Lízano F., El problema de las inversiones extranjeras en Centro América, en
la Revista del Banco Central de Costa Rica, septiembre de 1966.
122 En Columbia Journal of World Business. Citado por NACLA Newsletter, enero
de 1970.
123 Paul N. Rosenstein-Rodan, Reflections on Regional Development. Citado en
BID, varios autores, op. cit.
331
EDUARDO GALEANO
124
Sesiones extraordinarias del Comité Ejecutivo Permanente de la ALALC,
julio y septiembre de 1969. Apreciaciones sobre el proceso de integración de la
ALALC, Montevideo, 1969.
La integración como un simple proceso de reducción de las barreras de
comercio, advierte el director de la UNCTAD en Nueva York, mantendrá
«los enclaves de alto desarrollo dentro de la depresión general del continen-
te». Sidney Dell, en el volumen colectivo The Movement Toward Latin American
Unity, editado por Ronald Hilton, Nueva York-Washington-Londres, 1969.
125
La industria automotriz es ciento por ciento extranjera en Brasil y Argenti-
na, y mayoritariamente extranjera en México. ALALC, La industria automo-
triz en la ALALC, Montevideo, 1969.
332
LA ESTRUCTURA CONTEMPORÁNEA DEL DESPOJO
126
Vivian Trías, Imperialismo y geopolítica en América Latina, Montevideo, 1967.
Uruguay se comprometió, por ejemplo, a incrementar sus importaciones de
maquinarias desde Brasil, a cambio de favores tales como el suministro de
energía eléctrica brasileña a la zona norte del país. Actualmente, los depar-
tamentos uruguayos de Artigas y Rivera no pueden aumentar su consumo
de energía sin permiso de Brasil.
127 Golbery do Couto e Silva, Aspectos geopolíticos do Brasil, Río de Janeiro,
1952.
333
EDUARDO GALEANO
334