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ALIANZA BOLIVARIANA PARA LOS PUEBLOS DE NUESTRA AMÉRICA – ALBA-TCP

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los
Pueblos (ALBA-TCP), es una plataforma de integración de los países de América Latina y el
Caribe, que pone énfasis en la solidaridad, la complementariedad, la justicia y la cooperación.
Es una alianza política, económica y social en defensa de la independencia, la
autodeterminación y la identidad de los pueblos que la integran.

Nace el 14 de diciembre de 2004 por un acuerdo firmado entre Venezuela y Cuba, como forma
de integración y unión de América Latina y el Caribe. Se proponía un modelo de desarrollo
independiente con prioridad en la complementariedad regional que permita promover el
desarrollo de todos y fortalecer la cooperación mediante el respeto mutuo y la solidaridad.

Para abril del 2006 se enriquece la ALBA con la propuesta del Tratado de Comercio de los
Pueblos (TCP), que es un instrumento de intercambio solidario y complementario entre los
países, destinado a beneficiar a los pueblos en contraposición a los Tratados de Libre
Comercio.

En junio del 2009, los Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros decidieron que el
ALBA – TCP se denominará “Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado
de Comercio de los Pueblos” (ALBA – TCP) en el entendido que el crecimiento y fortalecimiento
político del ALBA – TCP la constituye en una fuerza real y efectiva.

Actualmente la integran la República Bolivariana de Venezuela, República de Cuba, Estado


Plurinacional de Bolivia, República de Nicaragua, Mancomunidad de Dominica, República del
Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, y Santa Lucía.

OBJETIVO DE LA ALBA-TCP

La ALBA no alberga criterios mercantilistas ni intereses egoístas de ganancia empresarial o


beneficio nacional en perjuicio de otros pueblos. Busca tener una amplia visión
latinoamericanista, que reconozca a la integración como motor del desarrollo e independencia
de nuestros pueblos, siendo capaz de lograr lo que Bolívar concibió “ver formar en América la
más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria”,
y que Martí llamó la “América Nuestra”, para diferenciarla de la otra América, expansionista y
de apetitos imperiales.

LA IMPORTANCIA DE CONSTITUIR EL ESPACIO ECONÓMICO DEL ALBA


Entre las resoluciones alcanzadas en la XI Cumbre del ALBA, efectuada en Caracas, en febrero
de 2012, una de las más destacadas es la decisión de constituir el Espacio Económico del ALBA-
TCP o ECOALBA-TCP. No solo por tratarse de un acuerdo que manifiesta la creciente conciencia
de que América Latina y el Caribe deben profundizar rápidamente su integración económica,
sino también, por ubicar y determinar incluso el camino y el modo de lograr el principal desafío
que actualmente enfrentamos: la conservación y ampliación de las capacidades productivas de
todos y cada uno de nuestros países.

Actualmente nos encontramos asistiendo a la emergencia de un nuevo orden económico


mundial, que conlleva transformaciones sociales y políticas tan o más profundas que aquéllas
que dieron lugar a la “Revolución Industrial”. Pues, de modo análogo a lo sucedido en el s. XIX,
cuando transformaciones institucionales posibilitaron separar el trabajo de la tierra, desde la
década de los años 1970 nos hallamos en presencia de cambios normativos que permiten
liberar el capital del trabajo, siendo la crisis financiera de 2008 un indicativo que tal proceso ya
ha alcanzado una escala global.

El fenómeno de la independencia del capital frente al trabajo ha instaurado una nueva lógica
en la reproducción y crecimiento de la economía mundial. Las fuentes de beneficio económico
ya no son los objetos materiales, sino las ideas. La competitividad, eficacia y rentabilidad de las
inversiones ya no depende de los productores, sino de los consumidores. Y los flujos de
capitales ya no buscan compromisos de largo plazo, sino que varían según la presencia o
ausencia de consumidores y según la capacidad o no para generar o demandar ideas, sin que
medie compromiso alguno para su permanencia en un determinado territorio. (Bauman,
2007:38)

En este nuevo escenario, el grado de autonomía alcanzado por los capitales en virtud de su
libertad de movimiento contrasta enormemente con la sujeción territorial a la que se
encuentran restringidas las estructuras productivas y la fuerza laboral de las economías
nacionales. Así mismo, el poder que adquieren las empresas transnacionales conduce a que la
población experimente o esté expuesta a un continuo deterioro de sus condiciones de empleo
y de sus posibilidades de obtención de empleo. Consecuentemente, el riesgo de inestabilidad
en la producción, en el empleo o en el comercio internacional se convierte en factor que
ninguna economía nacional o regional puede dejar de considerar, dada la posibilidad de
destrucción intempestiva de capitales que, hoy por hoy, pueden generar inversionistas y
empresas transnacionales.

Enfrentar esta amenaza que vulnera la soberanía de los Estados no es tarea fácil, sobre todo
para gobiernos y autoridades que aún aceptan desde lecturas simples la idea de que “el
comercio internacional es el motor del crecimiento económico”. Pues, como demuestra
Milberg (2004), en un contexto en el que el capital productivo actúa con un nivel acrecentado
de movilidad, la idea de una especialización comercial basada en ventajas comparativas
derivada de las dotaciones factoriales pierde validez.

Sobre la base de lo expuesto, la entrada en vigencia del «Acuerdo para la Constitución del
Espacio Económico del ALBA-TCP» marca un hito en América Latina, al convertirse en el primer
instrumento de integración latinoamericana que reconoce el derecho de los Estados a incidir
de manera significativa en la configuración de las estructuras económicas regionales, basada
en la cobertura de sus necesidades básicas, el uso racional de sus recursos naturales, la
complementariedad y solidaridad para lograr el buen vivir y a su vez reducir las asimetrías
entre sus miembros.

El Acuerdo para la Constitución del Espacio Económico del ALBA-TCP confiere al estado la
responsabilidad de direccionar la configuración de las estructuras económicas nacionales para
alcanzar un desarrollo justo, sustentable e inclusivo. La consecución de este objetivo está
subordinado a reemplazar el concepto de competencia por el de capacidades productivas
regionales. Bajo esta visión los países reivindican el derecho a producir bienes y servicios en
función de sus necesidades, capacidades actuales y futuras. A su vez, los países pueden
beneficiarse de las fortalezas productivas de sus miembros a través de la complementariedad
productiva, comprendida en un concepto de fragmentación de la producción a nivel territorial
que remunere con justicia al factor trabajo y reconozca la importancia del capital. En este
contexto, el comercio y la inversión no son considerados como fin en sí mismos, sino como
herramientas complementarias a los procesos de desarrollo.

Es imperativo modificar la forma en que miramos el comercio internacional y el ECOALBA-TCP


propone una alternativa como instrumento de transformación necesario para configurar un
nueva estructura económica regional que articule las economías nacionales orientando sus
estructuras productivas a la satisfacción de un sistema de necesidades regionales, asegure las
condiciones técnicas para realizar inversiones productivas regionales (grannacionales) y
configure ordenamientos productivos verticales que contribuyan a que todas y cada una de las
economías de la Región alcancen estados de equilibrio dinámico estables.

Actualmente se encuentra en discusión la propuesta de una Zona Económica Complementaria


entre los países del ALBA, PETROCARIBE y MERCOSUR. Su primera fase está siendo coordinada
por cinco países: Jamaica, Ecuador, Venezuela, Dominica y Nicaragua.
privatizará los bienes y servicios públicos y terminará beneficiando a Estados Unidos. Los
partidos de izquierda no dudan en afirmar que se trata de una herramienta del imperialismo
norteamericano, mientras que las posiciones más moderadas reclaman que, al menos, se
eliminen en principio los subsidios estadounidenses a la agricultura para poder avanzar en la
integración.

Tras la IV Cumbre de las Américas, que tuvo lugar en la ciudad de Mar del Plata (Argentina) en
2005, el proyecto quedó en suspenso por las fuertes críticas recibidas y las masivas
movilizaciones de la población civil en contra del bloque.

Una de las figuras relevantes del panorama internacional que más enérgicamente ha atacado a
ALCA es el actual presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Así, este dirigente político no ha
dudado en calificar a dicha iniciativa como una herramienta más del imperialismo que se
quiere llevar a cabo en los países de Hispanoamérica.

Una posición que, en cierta medida, también fue respaldada por otros líderes latinoamericanos
como sería el caso de dos antiguos presidentes como el argentino Néstor Kirchner y el
brasileño Lula Da Silva. Ellos no es que rechazaran plenamente la propuesta planteada por
ALCA sino que lo que dejaron de manifiesto es que la misma debía ser realmente libre. Y es
que consideraban que aquella no lo era y estaba sometida a diversos intereses.

Los economistas indican que, de concretarse el ALCA, se crearía un mercado común con 800
millones de habitantes y un PIB combinado de 21.000 millones de dólares anuales.

Asimismo el término que nos ocupa sirve para darle nombre a una empresa española que
opera en el sector industrial donde lleva trabajando más de setenta años ofreciendo los
mejores servicios a sus clientes. En concreto, la misma está centrada en lo que es la fabricación
de herramientas e instrumentos para llevar a cabo tanto el control como el trazado. Así, lleva a
cabo la realización de escuadras, niveles o calibres de diversa tipología.

Alca, por otra parte, identifica a una especie de ave perteneciente a la familia Alcidae. Es
posible distinguir entre el alca torda (que habita en las costas europeas) y el alca gigante (ya
extinto).

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