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Realizado por: Buto, Elisa.

C.I. 13788066

La Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) fue un organismo


regional latinoamericano existente entre 1960-1980. Creado el 18 de febrero de 1960 por el
Tratado de Montevideo. Cambiado posteriormente por la ALADI.

La ALALC fue la primera propuesta de integración económica latinoamericana para el


desarrollo de las naciones. De carácter gradual y asociativa, fue promulgada por Argentina,
Brasil y México. Por otra parte en 1969, el Pacto Andino se convierte en una
contrapropuesta subregional que busca una integración de países con economías similares
(Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú). Cabe aclarar que todos estos países ya hacían
parte de la ALALC y que proponen que primero a través de la integración subregional se
logrará luego la integración latinoamericana.

Si bien con la ALALC hubo un incremento del comercio regional, que coincide con la
crisis del modelo "proteccionista" de industrialización por substitución de importaciones
(ISI) y un incremento del comercio entre Europa y EE.UU, así como también coincide con
la crisis mundial petrolera de 1973, sus problemas se debieron a una falta de coordinación
económica y a la rigidez en los plazos y mecanismos que no permitían otras formas de
negociación. Por ejemplo una limitación importante fue solo referirse al intercambio de
bienes y no incluir, como si lo fue en el Tratado de Roma del 1957 de la Comunidad
Económica Europea, materias como servicios, infraestructura, inversiones extranjeras,
políticas agrícolas, balanza de pagos, arancel exterior común u otras posibles pautas de
coordinación económica, social o política.

Sin embargo hay que anotar que ciertas de estas materias son las que en la actualidad se
incluyen en los tratados llamados de "tercera generación" y que han sido reveladas como
prioritarias desde hace pocos años, en particular a partir de la incidencia de la globalización
de capitales financieros, la inversión directa extranjera y la transformación del GATT (que
solo se centra en bienes) a la Organización Mundial de Comercio en 1995, quien tiene en
cuenta tanto los bienes como servicios, patentes, etc.

Si bien en el Tratado de Roma de 1957 dichas materias estaban incluidas, la falta de


gestión para llevarlas a cabo condujeron a una crisis en la construcción Europea que solo
pudo ser reparada a través de la firma de un tratado suplementario como el Acta Única
Europea de febrero de 1986. En Latinoamérica se siguió, sin quererlo, un proceso similar.

Ante la imposibilidad de cumplir los plazos de creación de la zona de libre comercio


(primero en 1972 y luego en 1980), se efectúa una ronda de negociaciones que termina con
la firma del Tratado de Montevideo de 1980 que crea la ALADI en reemplazo de la
ALALC, en donde todas las concesiones acordadas anteriormente pasan a formar parte del
patrimonio histórico del nuevo organismo.

Objetivos.

El objetivo de la ALALC fue la conformación de una zona de libre comercio dentro de un


plazo de doce años, que luego fue ampliado a veinte años. De esta forma la propuesta de
una integración acelerada patrocinada por Chile, Colombia y Venezuela, fue derrotada por
el bloque de Argentina, Brasil y México (ABRAMEX) que consiguió hacer prevalecer su
concepción de un proceso de integración “gradual” y dependiente de los desarrollos
nacionales.

En consecuencia, los objetivos previstos por el Tratado, fueron los siguientes:


Solución a los problemas del comercio recíproco.
Establecimiento de una zona de libre comercio para posteriormente llegar hasta un
Mercado Común.
Contribuir a la remoción de los obstáculos al desarrollo económico y al mejoramiento del
nivel de vida de sus pueblos.

Principios

La ALALC, basó el desarrollo del proceso en tres principios:

Gradualidad, por el cual el proceso de liberación del comercio debía cumplirse en un


periodo de transición de 12 años (1960 – 1972), cumplido el cual se debería haber logrado
la zona de libre comercio.
Reciprocidad en las concesiones. Ningún país podía pretender mayores beneficios que
los que otorgaba.
No discriminación, a través de la aplicación recíproca de la Cláusula de la Nación más
Favorecida.

Estructura

La ALALC tuvo una estructura tripartita, en función del nivel de desarrollo de los países
participantes:
Países de mayor desarrollo: Argentina, Brasil y Mexico (ABRAMEX)
Países de mercado insuficiente: Colombia, Venezuela, Chile y Perú.
Países de menor desarrollo económico relativo (PMDER): Bolivia, Ecuador, Paraguay y
Uruguay, este último con este status en forma transitoria.
Factores que han inhibido su crecimiento.

Los factores que han impedido el desarrollo de la ALALC y le han negado los
crecientes compromisos económicos y políticos necesarios para su éxito son los siguientes:

1- Falta de homogeneidad.

Tanto la CEPAL como el Comité Interamericano para la Alianza para el Progreso


(CIAP) llegaron a la conclusión de que el principal obstáculo que traba el progreso de la
ALALC es la disparidad económica entre sus miembros. En dólares de 1973, el ingrese
medio per cápita en América Latina era de 517 dólares, con el máximo en Venezuela
(1,072 dólares), Argentina (978 dólares), Chile (847 dólares), y el mínimo en Bolivia (189
dólares), Ecuador (246 dólares), Paraguay (278 dólares).

Los miembros de la Asociación reconocieron desde el comienzo que las disparidades en


su tamaño y desarrollo serían un obstáculo a la integración económica. Ya a mediados del
decenio del 60 se habían dividido en tres categorías:

1. Los países de menor desarrollo Bolivia, Ecuador y Paraguay;


2. Los países con mercados internos insuficientes Chile, Colombia, ‘Perú, Uruguay y
Venezuela; y
3. Los países más desarrollados Argentina, Brasil y México. (En 1967 a Uruguay se le
dio la categoría temporaria de país de menor desarrollo debido a sus problemas
internos.

El punto clave es que, dentro de la ALALC, países de distintos niveles de desarrollo han
perseguido objetivos distintos que la Asociación no ha podido conciliar. Los países
mayores, Argentina, Brasil y México, no creen que la ALALC sea realmente importante
para su propio desarrollo. Se contentan con la orientación comercial de la ALALC dado
que sus sectores industriales tienen capacidad para aprovechar las oportunidades de
comercio. Los países más grandes han sido los más proclives a aplicar políticas
dirigistas (nacionalistas). Se preocupan más por las consecuencias políticas
de la creciente brecha entre sus modernas zonas urbanas y sus campiñas empobrecidas
que por sus países limítrofes de menor desarrollo.

2- Presiones proteccionistas.

La prosecución de estrategias de industrialización dirigidas por el Estado en naciones


que hasta la Segunda Guerra Mundial habían sido básicamente agrícolas ha dado como
resultado una forma singular de capitalismo fundado en un monopolio respaldado por el
Estado más que en la competencia “laisezz-faire”. Muchas de las naciones de América
Latina han seguido políticas de sustitución de importaciones cuya consecuencia ha sido un
desarrollo duplicativo de industria liviana en la mayoría de los países. Detrás de un escudo
protector de aranceles altos, el empresario latinoamericano ha desarrollado múltiples casas
de cambio, y cuotas y licencias de importación. Debido a esa protección, el empresario
nunca ha corrido muchos riesgos; esencialmente, ha respondido a un mercado conocido y
que puede ser evaluado por las estadísticas de importación.
Su mayor preocupación ha sido obtener ganancias rápidas atendiendo a las necesidades
del consumo de las clases medias de las áreas urbanas, Las ganancias no han sido
adecuadamente reinvertidas para mejorar la eficiencia de la empresa, lo que explica la
razón de que los costos de producción sean tan altos en América Latina. Los altos costos de
producción y el evitar operaciones de exportación a nuevos mercados extranjeros por los
riesgos involucrados, explican también por qué las naciones de la ALALC pueden producir
85% de sus productos manufacturados para consumo interno, pero aún deben depender,
como en el siglo XIX, de la venta de productos básicos a las naciones desarrolladas para el
grueso de su comercio exterior.

3- Temor a las inversiones privadas estadounidenses

A principios del decenio del 60, Estados Unidos habla Invertido alrededor de 12 mil
millones de dólares en América Latina. Dado que temían la nacionalización de inversiones
tradicionalmente atractivas como petróleo, minería, ferrocarriles y servicios públicos, las
corporaciones estadounidenses comenzaron a establecer subsidiarias que atravesaron los
límites nacionales y en consecuencia fueron protegidas por los altos aranceles
latinoamericanos.

El poder de estas subsidiarias estadounidenses atemorizó a muchos latinoamericanos,


que temieron que esas inversiones amenazaran su desarrollo autónomo. Los empresarios
locales declaraban que no podían competir con las empresas estadounidenses que “no
tienen que preocuparse de las reservas de moneda extranjera, que cuentan con ayuda de su
país cuando llega el momento de establecer las condiciones de crédito y que tienen mejores
técnicas de promoción, producción y distribución”.

Muchos empresarios y nacionalistas latinoamericanos leyeron la edición española del


libro de J. J Servan-Schreiber “El desafío americano” y sintieron que si Europa occidental
creía estar en peligro de ser dominada por subsidiarias estadounidenses, América Latina
corría un peligro aún mayor. Estos temores aumentaron cuando se hizo evidente que
muchos de los acuerdos de complementación beneficiarían realmente a firmas
estadounidenses, tales como IBM. La verdad es que Estados Unidos tiene mayor capacidad
de sacar ventaja de las oportunidades de la ALALC que las empresas nacionales.

4- La falta de instituciones adecuadas

La falta de espíritu comunitario, tanto a nivel nacional como regional, aunada al


crecimiento del nacionalismo extremo en los Estados latinoamericanos, explica por qué los
países miembros de la ALALC no han podido crear, un conjunto de instituciones más
homogéneo y sólido. Varios de los gobiernos asociados padecen de lo que Irving L.
Horowitz ha llamado “la norma de la ilegitimidad”. En esas condiciones, un gobierno
encuentra más difícil negociar con otro en situaciones en que una o ambas partes derivan
sus mandatos negociadores de manos de un sector minoritario de sus respectivas
poblaciones. Es por esto que la coordinación de los planes de desarrollo industriales ha sido
mucho menos exitosas que las concesiones arancelarias anuales. La inestabilidad de las
instituciones de la ALALC se refleja en las cifras presupuestarias. Las contribuciones al
presupuesto anual se prorratean en las siguientes proporciones: Argentina, Brasil y México
21,3% cada uno; Venezuela 9,9%; Colombia y Chile 8,05%; Perú y Uruguay 3,1%;
Ecuador, Paraguay y Bolivía 1,3% cada uno. El presupuesto de 1968 fue de 1,150.000
dólares. En estas condiciones, la ALALC indudablemente no puede adquirir las
características institucionales de prestigio y legitimidad, la iniciativa y el dominio de la
técnica tan necesarias para elevar el interés común.

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