Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La
Propiedad Comunitaria
Derechos Reales y Derechos indígenas
Antecedentes
El Convenio 169 de la OIT fue aprobado en 1992 por Ley Nacional N° 24.071;
entrando en vigencia recién en el año 2.001; sin embargo, fue la fuente inspiradora
para los legisladores que redactaron el art. 75 inc. 17; y a la vez es su fuente de
interpretación.
En los artículos 13 y 14 del convenio se reconocen los derechos territoriales; su
concepción se corresponde a cuatro situaciones:
Esta ley pone de relieve las continuas violaciones a los derechos territoriales de los
pueblos indígenas, nótese que fue necesario sancionar esta norma para brindar
protección frente a los reiterados despojos y turbaciones.
Resulta ilustrativo transcribir algunas palabras del relator especial de Naciones Unidas
sobre los derechos de los pueblos indígenas en su visita al país en el año 2012: “la
grave inseguridad jurídica de las tierras indígenas se ve reflejada en el alto número de
desalojos practicados a dichas comunidades…el gobierno federal y especialmente, los
gobiernos provinciales y los tribunales deben aplicar la letra y el espíritu de las leyes
26.160 y sus prorrogas…” (reunión en la Cámara de diputados de la Nación. Expte
1996-D—2013). Finalmente, la Ley 26.160 es un proceso inconcluso al día de hoy,
donde se mezclan negligencias, incapacidades, intereses económicos y conflictos
regionales.
Un comentario merece la ley nacional 23.302 por estar vigente desde el año 1985,
advirtiendo que, por ser anterior a la reforma constitucional, se debe tener la prudencia
de analizar sus disposiciones haciendo la necesaria adecuación normativa.
Naturaleza jurídica
Las posturas mayoritarias, en tanto se ocupan de diseñar la naturaleza jurídica del
instituto lo ven como un nuevo derecho real, diferenciándose en su ubicación dentro
del campo del derecho público o privado y asignando diferentes nominaciones a la
figura. Acuerdan en que la fuente de creación es la Carta Magna; algunos van más allá
y sostienen la doble función de la Constitución Nacional, como fuente creadora y
fuente de constitución.
Dentro de los autores que conciben a la PCI como un derecho real ubicado en el
ámbito del derecho público, se destaca la posición de Gabriela Vázquez quien en
diferentes documentos se ha expresado en tal sentido; resaltando el especial vínculo
de los pueblos indígenas con la tierra/territorio; cabe citar tal postura acompañada por
Jorge Alterini y Pablo Corna en la obra “Propiedad Indígena”:
“Pese a cierto paralelismo con derechos reales clásicos, son tan acentuadas las
particularidades que luego analizaremos, que no puede ponerse en tela de juicio que
estamos en presencia de un instituto con rasgos propios.
Identificar la propiedad comunitaria indígena con las formas tradicionales de propiedad
importa desconocer las profundas diferencias que existen entre ellas. La diversidad no
pasó inadvertida para los convencionales constituyentes de 1994 (nota). Ya sabemos
que la relación del indígena con la tierra, tiene un punto de partida espiritual, pues ella
corporiza sus tradiciones y valores ancestrales, en los que se esfuma el distingo entre
lo propio y lo ajeno; pues esa matización es incompatible con la utilización comunitaria
de los dones brindados por la madre tierra. No olvidan que allí nacieron ellos, que allí
reposan sus antepasados, que allí nacieron sus hijos. Más que sentir que son
poseedores de la tierra, su concepción encierra la idea de que la tierra los posee a
ellos.” (Alterini, Jorge Horacio y ot., 2005).
En la misma línea, se trató el tema en las XXII Jornadas Nacionales de Derecho Civil,
celebradas en Córdoba en el año 2009; la Comisión “Derechos reales” concluyo por
mayoría que:
“La propiedad comunitaria indígena es una propiedad especial de fuente constitucional
(art. 75, inc. 17, CN), cuya naturaleza real integra una compleja relación
multidimensional de pertenencia de esos pueblos con su entorno físico, social y
cultural”.
Es destacable que más allá de la noción como derecho real, se realiza un trabajo
profundo en marcar las notas especiales en cuanto a la esencia de la PCI que marcan
la diferencia con los derechos reales de concepción clásica. Se considera la íntima
vinculación del derecho a la tierra/territorio con el derecho a la identidad; se pone en
resalto el valor de la diversidad cultural y la naturaleza comunitaria del derecho. Sin
embargo, en mi opinión, esta posición doctrinaria queda encerrada en el paradigma
occidental; captan la diferencia, pero no escapan de la matriz individualista del
derecho de propiedad, maquillaje que se le busque, el derecho real es una figura que,
por su naturaleza jurídica e histórica, nos coloca en el pórtico del individualismo. Sea
en el campo privado o en el público, catalogar a la PCI como un derecho real, implica
colocarle viejos ropajes que la disfrazan, luego desnaturalizan la verdadera esencia
que tiene la PCI al darle un tratamiento analógico al derecho real de dominio sobre
cosa propia y endilgarle los caracteres propios de éste. A la par se termina también
por alterar la figura del derecho real, limitando y restringiendo la extensión del
contenido del poder que un titular ejerce sobre la cosa objeto de su derecho.
El nuevo código del siglo XXI se enrola en una nueva cultura jurídica respecto al
código velezano; se despoja de la tradición romana, hispana, francesa y pone los ojos
en nuestra región; así lo expresa en los “Fundamentos del Proyecto”; es un código de
valores y principios; un código tuitivo de la vulnerabilidad de determinados grupos
sociales.
Concepto
a) Derecho colectivo
Los derechos colectivos surgen como un constructo jurídico-político diseñado como
concepto disyuntivo de la división dicotómica entre bienes públicos y bienes privados;
este binomio conceptual que predominó en la racionalidad teórica de la modernidad
entró en crisis a partir de su insuficiencia para dar respuestas a los nuevos problemas;
particularmente con la aparición del derecho indígena. Nuevas indagaciones en la
filosofía, la sociología y tímidamente en el campo del derecho abren paso a nuevas
construcciones teóricas, en la búsqueda de respuestas alternativas.
b) Origen constitucional
La reforma constitucional del año 1994 incorpora en el art. 75 inc. 17 una serie de
derechos indígenas que se derivan del reconocimiento de la preexistencia étnica y
cultural de los pueblos indígenas que habitan el territorio argentino; entre ellos se
declaran el de la posesión y propiedad comunitaria de las tierras tradicionalmente
ocupadas; y la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo de los pueblos
indígenas.
c) Derecho humano
Constituye un derecho humano y es el fundamento jurídico para definir el territorio,
base de la subsistencia de los Pueblos Indígenas, y de su desarrollo con identidad
cultural y espiritual. La CIDH considera que el derecho a la tierra/territorio es un
derecho humano; debido a la conexión intrínseca que los integrantes de los pueblos
indígenas tienen con su territorio, la protección del derecho a la propiedad, uso y goce
sobre éste es necesaria para garantizar su supervivencia (Sarayaku vs. Ecuador, 2012
).
e) Función de garantía:
El art. 75 inc. 17 de la Constitución nacional, dispone que la PCI no será enajenable,
transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos; estas limitaciones que la
determinan como intransmisible e inembargable se deben comprender como garantías
tendientes a la protección de los pueblos indígenas y sus comunidades; no debe
olvidarse la historia de abusos y despojos a los que han sido sometidos. El convenio
169 de la OIT en el art. 17 apunta a respetar la autonomía de los pueblos y sus
prácticas tradicionales, imponiendo la protección frente a abusos de terceros.
Los Estados tienen obligaciones activas, deberán: delimitar y demarcar las tierras
tradicionales; titular efectivamente las tierras; reconocer y conservar modalidades
propias de cada comunidad de relacionamiento con el territorio; sancionar un marco
legal adecuado a las pautas culturales de los pueblos indígenas para efectivizar el
derecho de PCI; garantizar el control y uso de los recursos naturales para que los
pueblos indígenas puedan mantener sus formas de vida y obtener beneficios
compartidos; otorgar protección judicial efectiva que tome en cuenta las
particularidades de las comunidades indígenas; referidas a sus características
sociales, económicas y culturales.