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CÓMO VALIDAR UN SISTEMA EDUCATIVO

Profesor Gustavo CIRIGLIANO

Dr. en Filosofía

Docente universitario

Colaborador del Instituto de Investigación, Capacitación y Perfeccionamiento Educativo.

INCAPE.

Un saber corresponde a una cultura.

Un saber corresponde y responde a un proyecto.

Ambos deciden – por ser la fuente – qué debe saberse.

Y se expresan en una voluntad. Que es política.

El sistema educativo en Argentina es un instrumento político, desde Belgrano, Rivadavia, Urquiza,


Sarmiento, Roca.

Cuando nadie sabe qué debe saberse, cómo exigir que se sepa ? Qué ?

Cuando no existe un proyecto de país asumido nadie sabe bien qué debe saberse. Y todos tienen derecho
a proponer sus propios enfoques individuales. Pero difícil será alcanzar una actitud compartida, porque
todo saber – por sí mismo – tiene igual validez que otro. Es por otra razón que se lo enseña. Ya Dewey
señalaba la nota de “ instrumentalidad ” de los contenidos.

A. N. Whitehead denominaba “ ideas inertes ” a cierto conjunto de nociones o saberes que se enseñan
en la escuela y que no obtienen más vigencia que saberlos para la escuela; de ellos no se deriva ni su uso
ni su transformación. Es el viejo problema de los contenidos. Antes de considerar qué aprende un
alumno, hay que resolver qué se debe enseñar. De dónde salen los contenidos? Y tanto procesos como
productos son contenidos.

Es pensable y posible que los chicos de hoy en Argentina salgan triunfantes, en evaluaciones, si se les
preguntara sobre otras cosas que sí saben, aunque no figuren en el inventario de la escuela.

Por ello- ese otro saber – no resuelve un conflicto sino que sólo lo pone de manifiesto.

Sin proyecto de país asumido, hay conflicto entre los saberes de la realidad cotidiana, fáctica, y los de la
escuela..…

Antes, en el sistema educativo argentino del Proyecto del 80, un tema nuclear resultó “ la vaca ”, síntesis
genial de la esencia del proyecto que articulaba ganado y mieses con la pampa húmeda bonaerense y
estanciero, con FF.CC y puertos, con el mar de Gran Bretaña, con el intercambio y con la inmigración
europea.

Qué sustituye hoy a aquel acierto educativo? Los argentinos no lo hemos encontrado. O no lo queremos
ver.
Hoy el tema central equivalente, desde un ángulo fáctico, pareciera ser “ la guita ” ( ver un tango de
Ferrer y Gareglio al respecto ). Si la vaca mereció composiciones, sonetos, visitas a Exposiciones
Rurales todos los años, novelas, monedas, odas, diarios. Sociedades Rurales, virtudes agrarias. ¿Es la
guita la composición, tema que la actual sociedad del lucro y del gobierno impone? ¿ Eso es lo que
debiera saberse y preguntarse?

Eso y su temática conexa: financieras, inversiones, bancos, préstamos, subsidios, retenciones, impuestos,
evasiones, deudas, condonaciones, deuda externa, sumisiones, coimas, desfalcos, estafas, ricos, famosos,
cuerpos, mansiones, lujo, cruceros, T.V., filósofos o pensadores mediáticos, mujeres hermosas, juventud
perenne, cirugías, tratamientos, Miami, tenis, privatizaciones, despojo.

Será correcto pensar que cada uno de estos elementos reemplaza a los clásicos componentes del
Proyecto del 80?

Será correcto admitir que existe un proyecto de país fáctico y que las escuelas se han quedado retrasadas
frente a él y su papel educador lo cumple el sistema televisivo?

La “ guita ” – como lo fue la vaca – es el corazón del argumento, la piedra de toque, el sobreentendido
medular, la sintonía en un reino donde todo se vende y todo se compra. Ámbito al que se llama mercado.

Aquella es la cultura socializada o vigente tácticamente verificable, al margen de lo que queremos o no


en la sociedad. Se reclama como verdadero y operante saber.

Esa cultura real, fáctica que reemplazó a aquella del Proyecto del 80 ( y sus modificaciones ) niega la
vigencia a cualquier otra, por más que uno intente proclamar ( o apenas declamar ) otros valores.

De ser esto así, no existe política educativa intencionada para su proyecto de país asumido; existe sólo
una política educativa de facto.

Que actúa a través de los medios de comunicación, sean éstos conscientes o no de su instrumentación.
Donde los periodistas resultan ser hoy los maestros. Y los grandes comunicadores son los sumos
pontífices de la cultura del proyecto de país de facto.

Si esto es así ¿qué papel le toca a la escuela? ¿qué debe enseñar? ¿de dónde obtener los contenidos?

Si esto no está claro ¿por qué y con qué sentido preguntar a los chicos qué saben dentro de un
currículum que además será cambiado?

El problema de la congruencia. En una sociedad teológica no se espera que los estudiantes sepan física o
química.

Cuando uno no sabe muy bien qué enseñar pone todo adentro: inglés, computación, yoga, ikebana,
campamentos, artes marciales, etc. Algo servirá.

Si no tengo claro el país que quiero y con el que me comprometo a que exista ¿cómo sé qué hombre debo
formar? Y si no sé cuál es ese hombre, cómo sabré qué enseñarle?.

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