Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tema 1. Derecho. Derecho Civil DCTS
Tema 1. Derecho. Derecho Civil DCTS
Es evidente que el mundo del Derecho nos envuelve cotidianamente desde el momento
del nacimiento (e incluso antes) hasta el de la muerte y que, posiblemente, la convivencia
social resultaría absolutamente imposible si no existieran una serie de normas y principios
que la regulasen y, consiguientemente, establezcan el marco de actuación de cada uno
de los integrantes de la comunidad social de que se trate (ciudadanos, asociaciones,
Estado...). Vivimos bajo el. imperio del Derecho, rodeados de reglas y normas que rigen
nuestros actos y que hacemos valer cotidianamente.
El Derecho consiste fundamentalmente en un sistema de normas, en un conjunto
normativo, con una clara finalidad instrumental: la resolución de los conflictos que se
generan y surgen en el propio cuerpo social al que el Derecho (de cada momento y
de cada comunidad social dada) va destinado, excluyendo de raíz el recurso a la fuerza
bruta o a la violencia. El Derecho nace en y para la convivencia social humana y sólo
a ella está destinado, como expresa el antiguo aforismo latino ubi societas ibi ius. (donde
hay una sociedad, por muy rudimentaria que sea, hay un Derecho; cualquiera que sea el
tipo de asociación, de sociedad, o de comunidad, necesita un orden).
En resumen, el Derecho es asunto de la sociedad; la convivencia de los seres
humanos hace indispensable al Derecho, que nace ineludiblemente en cuanto los hombres
viven juntos y en relación.
Precisamente, la etimología de la palabra Derecho proviene del latín: de "ius" (lo
que une, lo justo) y de "directum" (dirigir hacia, ordenar con reglas...)
Las normas jurídicas son las manifestaciones externas del Derecho más habituales
(especialmente a través de las leyes) y conocidas, que se nos imponen a través de una
formulación general y abstracta de tal modo que el precepto o mandato valga (al menos
tendencialmente) para solucionar la generalidad de los conflictos sociales que pueden
plantearse, atendiendo de una parte a sus destinatarios (los ciudadanos) y, de otra, a
la multiplicidad de los supuestos de hecho que pueden darse en la materia regulada por
cada norma.
Fines del Derecho.
El Derecho no es el resultado de generalizaciones conceptuales, ni de deducciones
silogísticas. Tiene, pues, unos fines inmutables, inmodificables, pertenecientes, acaso, al
denominado Derecho Natural. Son éstos:
(*) Modificaciones del Código de Derecho Foral de Aragón desde 2011: La Ley 3/2016,
de 4 de febrero, de las Cortes de Aragón, reforma los artículos 535 y 536 del Código del
Derecho Foral de Aragón (BOA 10/03/2016); la modificación del artículo 80.2 CDFA por
la Ley 6/2019, de 21 de marzo (BOA nº 66, de 04/04/2019), de las Cortes de Aragón, que
suprime como preferente el Sistema de custodia compartida; y la Ley 6/2021, de 29 de junio,
por la que añade el art. 598bis CDFA, en lo que afecta a la regulación de los inmuebles
vacantes y los saldos y depósitos abandonados (BOA 02/07/2021).
II. LAS FUENTES DEL DERECHO
1. LAS FUENTES DEL DERECHO ESPAÑOL
Las fuentes normativas o directas, creadoras de normas jurídicas vinculantes para
los ciudadanos y los poderes públicos, son exclusivamente las indicadas en el artículo 1.1
d e l C ó d i g o c i v i l ( Cc.): la Ley, la Costumbre y los Principios Generales del Derecho,
para todo el ordenamiento jurídico español
En nuestro ordenamiento no existen más fuentes que las establecidas anteriormente; a
veces se ha venido hablando de otras posibles fuentes, como la analogía, la equidad, la
jurisprudencia, la doctrina de los autores, etc... (a las que llamaremos fuentes indirectas o
de conocimiento, porque no crean normas, sino que nos ayudan a conocer, aplicar e
interpretar las normas jurídicas).
Aunque el art. 1.1 Cc. determina “las fuentes del ordenamiento jurídico español”,
no todos los sectores del ordenamiento admiten todas las mencionadas en dicho artículo,
aunque en todo el ordenamiento rige el principio de primacía de la Ley sobre las otras
fuentes normativas. Así, por ejemplo –cita LACRUZ-, en el Derecho penal rige de
manera estricta el principio de legalidad, y no puede admitirse la configuración de delitos
por medio de costumbre o de principios generales del Derecho. Lo mismo sucede en
el Derecho fiscal o procesal. En Derecho administrativo se reconoce escasa relevancia a
la costumbre. A su vez, dentro del Derecho privado y del Derecho civil, los Derechos
civiles forales pueden dictar normas sobre fuentes que son aplicables en el ámbito territorial
del propio Derecho civil (como veremos para el caso del Derecho civil aragonés).
La Ley
NOTA: La fuente Ley (Constitución, Leyes orgánicas, leyes ordinarias estatales
y autonómicas, Decretos Legislativos y Decretos-leyes, Reglamentos y Derecho
comunitario europeo) ya ha sido tratada en la asignatura ”Fundamentos Jurídicos”, por
lo que se hace una remisión a su tratamiento anterior.
REFERENCIA A OTRAS FUENTES CONTEMPLADAS EN EL ART. 1 CÓDIGO
CIVIL: LA COSTUMBRE Y LOS USOS. LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL
DERECHO
REGLAS MORALES, USOS SOCIALES, USOS JURÍDICOS Y COSTUMBRE
Diferentes a las normas jurídicas y sin valor de fuentes del Derecho, salvo que la propia
Ley remita a ellos, son las reglas morales y los usos sociales:
a) reglas morales: Estas pueden ser asimismo normas jurídicas, como las prohibiciones
de matar o robar, y a veces la moral viene invocada por el Derecho como medida de
permisividad de un acto o contrato, como cuando el art. 1.255 Código civil prohíbe los
pactos opuestos a la moral. Pero, en cuanto tales normas morales, se dirigen a la conciencia de
la persona y solo tienen virtualidad en el terreno de la ética. De hecho, la moral, la ética
cambia con el tiempo y con los sistemas (político, religioso...).
La ética, aunque tenga coacciones y sanciones de carácter social (pérdida de prestigio
y apartamiento del grupo) e individual (sentido de culpa...), carece siempre de esa
formalización y positivación institucional.
A veces, se alegan como excepción para el cumplimiento de determinadas actividades,
como ocurre con algunas intervenciones o tratamientos sanitarios (aborto, tratamientos
paliativos en enfermedades terminales), pero el cumplimiento de las normas es
obligatorio salvo que la Ley o los códigos deontológicos profesionales contemplen la
excepción por razones éticas o religiosas.
Así, los profesionales sanitarios podrán alegar objeción de conciencia para no realizar
la intervención, garantizando su realización en otro centro, como se recoge en el artículo
19 de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la
interrupción voluntaria del embarazo. En su apartado 2 se establece: "Los profesionales
sanitarios directamente implicados en la interrupción voluntaria del embarazo tendrán el
derecho de ejercer la objeción de conciencia sin que el acceso y la calidad asistencial
de la prestación puedan resultar menoscabadas por el ejercicio de la objeción de
conciencia".
b) Los usos sociales: comportamientos, hábitos y principios cuya infracción acarrea una
sanción igualmente social, pero no jurídica. Podemos definirlas como aquellos que no son
normas jurídicas ni éticas y que se refieren, desde relaciones de cortesía y formas exteriores
de comportamiento, hasta usos del lenguaje y de ciertos símbolos culturales.
Se discute, por ejemplo, sobre determinados comportamientos sociales de tradición
histórica o cultural en actividades taurinas populares y sus límites, que pueden originar
un rechazo social como usos sociales o pueden transgredir los límites legales del maltrato
animal.
Los usos jurídicos
Diferenciándolos previamente de los meros usos sociales, Federico DE CASTRO
distinguía entre la función interpretativa (art. 1287 Cc.) y la función reguladora (art. 1258 Cc)
de los usos. El uso con valor normativo tiene el significado de regla jurídica que señala la
eficacia del negocio con valor de norma supletoria, y se aplicará siempre que falte una
regulación concreta preferente, y obligará al que ignora el uso y hasta al que no lo quiere,
si esa voluntad no se ha expresado y concretado en el negocio jurídico (arts. 570, 571, 590,
591, 1496, 1520, 1599 Cc).
Estos usos de negocios o normativos es a los que el párrafo 2º del art. 1.3 Cc. reconoce
como fuente del Derecho, equiparándolos a la costumbre: “los usos jurídicos que no sean
meramente interpretativos de una declaración de voluntad, tendrán la consideración de
costumbre”.
La costumbre
En términos generales podemos definir la costumbre como el uso seguido de
manera uniforme, general, duradera y constante de una determinada conducta aceptable, como
expresión de una convicción jurídica, o dicho más simplemente, es la norma de conducta
nacida en la práctica social y considerada como obligatoria por la comunidad.
Por supuesto, la costumbre deberá ser según ley (secundum legem), es decir, acorde a
las leyes y al conjunto del ordenamiento jurídico, ya que de lo contrario (costumbre contra
legem) no podrá ser considerada como fuente válida de derecho. Reconocida, sin embargo,
en el Derecho civil navarro y aragonés (sólo aplicable frente a normas dispositivas, no frente
a las imperativas
La costumbre, o norma jurídica consuetudinaria, procede directa e inmediatamente de la
sociedad.
Regulación: Art. 1.3 Cc. (no puede ser contraria a la moral y al orden público, y ha de
ser probada)
STS (Sala 3ª) 21 de febrero de 2007: En cuanto a la Jurisprudencia de esta Sala sobre el valor de la
costumbre en esta materia, cita el motivo la Sentencia del Tribunal Supremo de 10 de julio de 1989, que
referida al aprovechamiento comunal de unos montes afirma que "no siendo posible la explotación
colectiva ante todo habrá que acudir a dicha fuente(costumbre)”
FUENTES INDIRECTAS
La jurisprudencia
- El art. 1.6 Cc.
- Fuente indirecta. “Complementa” el ordenamiento jurídico. Desarrollos autorizados
por los Tribunales del conocimiento, interpretación y aplicación de las normas jurídicas.
- Requisitos de la jurisprudencia::
- a) Más de una sentencia (reiteración)
- b) Sustancial analogía entre los hechos juzgados y sentenciados
- c) Que en los supuestos ya resueltos y en los nuevos se apliquen las mismas normas; es
decir, que la “ratio decidendi” sea la misma, sin tener en cuenta los argumentos circunstanciales.
- “Jurisprudencia” se aplica, como fuente indirecta, a las sentencias del Tribunal Supremo,
Tribunales Superiores de Justicia de Comunidades Autónomas con Derecho civil o foral
(Sala 1ª de lo Civil).
Las sentencias del Tribunal Constitucional, como intérprete “auténtico” de la
Constitución, tienen valor normativo como desarrollo de los propios arts. CE, cuando
declara la inconstitucionalidad de una ley. Sin embargo, cuando resuelve recursos de
amparo por actos de violación de derechos fundamentales, el efecto, en su caso, es declarar
la nulidad del acto y reconocer el derecho violado. Las sentencias del TC vinculan a los
jueces y tribunales (art. 5.1 Ley Orgánica del Poder Judicial).
La equidad. (Art. 3.2 Cc.)
Justicia del caso concreto. El Cc faculta al juez para utilizar la equidad como criterio
interpretativo pero no le permite suprimir la aplicación de la norma con base en este
concepto, sino cuando la ley expresamente lo autorice.
Doctrina de los autores (científica)
La doctrina está formada por las opiniones que, sobre normas o instituciones jurídicas,
mantienen los tratadistas o escritores que se ocupan del estudio del Derecho. Esta no es
fuente de Derecho sino medio para conocerlo y estudiarlo.
EL SISTEMA DE FUENTES EN EL DERECHO CIVIL DE ARAGÓN.
En Aragón, el art. 1 del Código de Derecho Foral de Aragón diseña un sistema
propio de fuentes de su Derecho civil, separándose del que regula el art. 1 Cc. El citado
artículo menciona como fuentes del Derecho Civil aragonés a la ley, la costumbre y los
principios en que tradicionalmente se inspira el Ordenamiento jurídico aragonés. De igual
forma la CDFA otorga preferencia al Derecho civil propio de Aragón, si bien por encima
está siempre la CE.
El texto actual del Título Preliminar del Código del Derecho Foral (arts.1 a 3) dice así en
su art. 1º:
Artículo 1.Fuentes jurídicas.—1. Las fuentes del Derecho civil de Aragón son la
ley, la costumbre y los principios generales en los que tradicionalmente se inspira
su ordenamiento jurídico.
2. El Derecho civil general del Estado se aplicará como supletorio sólo en
defecto de normas aragonesas y de acuerdo con los principios que las informan.
En consecuencia, la aplicación del Código civil se limita a:
A) Como Derecho supletorio propiamente dicho en el supuesto de carencia de norma
aragonesa aplicable.
B) Derecho asumido por el propio legislador aragonés.
En cualquier caso una disposición estatal no puede aplicarse en Aragón si contraviene
el espíritu o sustrato propio de nuestro Derecho.
Por tanto, respecto al Derecho civil aragonés, el Derecho estatal es supletorio en
la medida en que no haya en un momento dado normas aragonesas (ley, costumbre,
principios), y en la forma que éstas establezcan. La jurisprudencia no aparece
mencionada en el CDFA ya que no es fuente de Derecho. (vid. art. 1.6 Cc.)
LA COSTUMBRE.
El art. 2 CDFA (al igual que el art. 1 Cc.) no distingue las clases de costumbre; permite
la diversidad dentro de la unidad. Ahora bien, la costumbre despliega su eficacia siempre
que no sea contraria a la Constitución o a normas imperativas de Derecho aragonés. Nos
se produce una equiparación de los usos jurídicos como en el Cc.
Artículo 2.De la costumbre.— 1. La costumbre tendrá fuerza de obligar cuando
no sea contraria a la Constitución o a las normas imperativas del Derecho aragonés.
2. Los Tribunales apreciarán la existencia de la costumbre a virtud de sus propias
averiguaciones y de las pruebas aportadas por los litigantes.
Se admite, a diferencia del Cc. (art. 1.3), cualquier forma de prueba; quedan abiertos
todos los medios de prueba a ese respecto. En nuestra Comunidad los Tribunales también
podrán realizar sus propias averiguaciones, así como considerar las pruebas aportadas por
los litigantes, lo que está más adaptado a la realidad.
STANDUM EST CHARTAE
El conocido por "standum est chartae" (literalmente, hay que estar a la carta, al
documento donde expresan su voluntad los particulares) se presenta como el principio
consagrador de la autonomía de la voluntad de los aragoneses en sus relaciones
jurídicas; además no está limitada su aplicación a las obligaciones y contratos, sino que
también se aplica en las relaciones jurídicas familiares y sucesorias, y derechos reales.
Hay que distinguir por tanto que la autonomía de la voluntad no es fuente de Derecho
civil aragonés, pero el “standum est chartae” si es fuente de Derecho civil aragonés como
principio general, y además se considera el más importante de todos; informa y guía la
interpretación del ordenamiento civil aragonés, pero además su fuerza consiste en
determinar que los pactos y disposiciones de los particulares prevalecen frente a las
leyes aragonesas, con los únicos límites de lo imposible, la Constitución y las normas
imperativas aragonesas.
Art. 3. Standum est chartae.- Conforme al principio standum est chartae, se
estará, en juicio v fuera de él, a la voluntad de los otorgantes, expresada en
pactos o disposiciones, siempre que no resulte de imposible cumplimiento o
sea contraria a la Constitución o a las normas imperativas del Derecho
aragonés.
2.VIGENCIA Y EXTINCIÓN DE LAS LEYES
PUBLICACIÓN DE LAS LEYES Y DEMÁS DISPOSICIONES NORMATIVAS.
Los ordenamientos jurídicos democráticos no admiten la existencia de
disposiciones normativas secretas, por tanto, toda norma jurídica escrita debe ser
publicada para que su mandato normativo pueda ser conocido, al menos teóricamente,
por todos los ciudadanos.
A este respecto, el art. 9.3 CE, establece que la misma garantiza la publicidad de
las normas, pero ya con anterioridad el art. 2º Cc, exigía también con carácter necesario la
publicación completa de las leyes.
Desde la Constitución de 1.978, las disposiciones normativas estatales se publican
en el B.O.E. y las autonómicas en el B.O. de la Comunidad de que se trate (en nuestro
caso, el Boletín Oficial de Aragón, que en caso de doble publicación –BOA y BOE- es el
que sirve de referencia oficial de publicación de la norma y para computar su entrada en
vigor).
VIGENCIA Y DEROGACIÓN DE LAS NORMAS LEGALES
Los límites de eficacia en el tiempo de las normas jurídicas vienen determinados
por dos momentos cronológicos: la entrada en vigor de las normas y la pérdida de vigencia
de las mismas.
A) ENTRADA EN VIGOR DE LAS LEYES.
Según el art. 2 Cc, las leyes entrarán en vigor a los 20 días de su publicación en el
B.O.E., si en ellas no se dispone otra cosa. Por tanto, serán las propias leyes las que fijen
libremente su entrada en vigor, ya que el plazo de 20 días al que se refiere el Código Civil,
sólo entrará en juego cuando las leyes no dispongan otra cosa.
El cómputo de los días se hará a partir del siguiente a aquél en que haya terminado de
aparecer la disposición completa en el diario oficial correspondiente. Para las reglas de cómputo
se aplica el art. 5 Cc.
B) LA PÉRDIDA DE VIGENCIA DE LAS LEYES
La derogación de una ley equivale a su pérdida de vigencia. Existen leyes que
establecen su periodo de vigencia, como son las leyes de los Presupuestos Generales del
Estado. A estas leyes las denomina el Código civil en su art. 4 leyes de ámbito temporal.
Lo más frecuente es que las leyes no tengan límite temporal y su vigencia se proyecte
temporalmente hasta que una nueva ley las contradiga o las derogue; en este sentido, el art.
2.2 Cc. establece que las leyes sólo se derogarán por otras posteriores. Definiremos
entonces derogar como la capacidad de dejar sin efecto o vigor una ley por publicarse otra
que regula los mismos supuestos y materias. La derogación puede ser total (si la nueva ley
deja absolutamente privada de vigencia a la ley anterior) o parcial (si solamente se priva
de vigor en parte/s).
C) PRINCIPIO DE IRRETROACTIVIDAD DE LAS LEYES.
Para derogar una ley, hay que dictar y publicar otra nueva, el problema radica en si
la nueva ley podrá regular situaciones jurídicas producidas anteriormente a su entrada
en vigor o si por el contrario sólo podrá regular las nacidas con posterioridad. Es el
problema de la irretroactividad de las leyes que las mismas tratan de resolver mediante el
establecimiento de disposiciones transitorias que se refieran a los problemas que puede
plantear el cambio de una ley a otra, el tránsito de la antigua a la nueva ley.
Estas disposiciones transitorias no pueden ser infinitas ni tan completas que
resuelvan todos los problemas del tránsito de una ley a otra, por ello todos los
Ordenamientos jurídicos contienen una regla general favorable al principio de
irretroactividad de las leyes. En nuestro Derecho, este principio se encuentra formulado en
el art. 9.3 de la Constitución cuando dice que la misma garantiza la irretroactividad de
las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales. Ya
con anterioridad, el art. 2.3 Cc. establece que las leyes no tienen efecto retroactivo si no
dispusieran lo contrario.
III. APLICACIÓN Y EFICACIA DE LAS NORMAS
LA APLICACIÓN DEL DERECHO
La norma se refiere a un caso típico, abstracto, por lo que para que pueda regular los
casos concretos de la vida es necesaria la actividad humana que haga la aplicación de ella, que
no es otra cosa sino la adaptación de la norma abstracta a un caso concreto.
Tradicionalmente se ha entendido que la aplicación del Derecho consiste
sencillamente en subsumir el caso concreto de la vida jurídica bajo la norma jurídica o,
lo que es igual, en determinar si la hipótesis de la ley se realiza en el supuesto de hecho.
Se puede decir que consiste en una operación mental que en esquema se reduce a tener
en cuenta o prever un fenómeno real o posible, encajarlo o subsumirlo dentro de una o
varias normas jurídicas y extraer la consecuencia que de aquellas normas se desprenda
(DE ANGEL YAGÜEZ).
Esta operación se traduce en un silogismo en el que la premisa mayor es la norma;
la menor, el hecho o relación de que se trate, y la conclusión, la sentencia judicial.
La crítica que se hace a esta teoría es que el juez o jurista debe construir previamente
la premisa mayor del silogismo, ya que no siempre la encuentra formulada y
determinada, y con frecuencia ofrece dudas y dificultades. Por otro lado, el juez quedaba
reducido a mero autómata que se limitaba a traducir el fallo previsto en la norma cuando
las circunstancias o hechos analizados coincidían con los previsto en la ley.
Para evitar la estrechez de esta teoría, varias escuelas modernas la sustituyen por
otras doctrinas más amplias y de sentido más funcional, que contemplan la actividad
del jurista o del juez como una tarea de individualización, realización y elaboración
del Derecho. En definitiva, se trata de poner de manifiesto que el acto de aplicación del
Derecho contiene en sí una verdadera actividad creativa, y que en absoluto puede reducirse
a una mera acción mecánica. La teoría jurídica moderna ha destacado la enorme
complejidad que encierra la actividad aplicativa del Derecho, no sólo en cuanto a la
determinación del supuesto de hecho, sino en cuanto a la fijación de la premisa mayor.
Por ello, la aplicación de las normas queda casi exclusivamente reservada a quienes
ejercen una actividad profesional jurídica (los llamados “operadores jurídicos”), ya sea
preventiva (asesores, notarios), calificadora (abogados, graduados sociales), o resolutoria
(jueces y autoridades administrativas).
El juez, como ejemplo más relevante, tiene como misión aplicar el Derecho (para
salvaguardar el derecho fundamental de los ciudadanos de la tutela judicial efectiva de
sus derechos, art. 24 CE, en virtud de la autoridad que a jueces y tribunales reconoce el
art. 117. 1 y 3 CE), y para ello debe realizar una labor previa de interpretación de la
norma teniendo en cuenta los criterios del art. 3.1 CC. Además, el juez puede ponderar
el rigor de la norma por medio de la técnica de la equidad (art. 3.2 Cc), y completar el
mandato legal, a veces insuficiente, por medio de la analogía (art. 4.1 y 2 Cc).
Antes de aplicar el Derecho, el juez debe comprobar la existencia de la norma,
incumbiéndole el deber de conocerlas (principio Iura novit Curia, cuya traducción, en orden
inverso, es “El Tribunal conoce el Derecho”, salvo costumbre y derecho extranjero), y
comprobar su legitimidad y legalidad (que no contradice a otra de rango superior).
También el ordenamiento español obliga a los jueces a juzgar y resolver todos los casos
que se les presenten, y el art. 1.7 Cc ordena que «Los jueces y tribunales tienen el deber
inexcusable de resolver en todo caso los asuntos de que conozcan ateniéndose al sistema
de fuentes establecido».
LA INTERPRETACIÓN JURÍDICA Y LA ANALOGÍA
♦ INTERPRETACIÓN JURÍDICA
Interpretación es, en sentido propio, la indagación y esclarecimiento del alcance, contenido
y significado, en definitiva, del sentido de la norma jurídica.
Por los medios, procedimientos, o criterios que el intérprete utiliza, la interpretación se
divide, según el art. 3.1 CC, en literal o gramatical, sistemática, histórica, sociológica y
lógico-finalista.
a) Gramatical o literal: Atiende al sentido propio de las palabras. Si el sentido de una
norma se desprende claramente de las palabras empleadas no es preciso interpretar.
b) Sistemática: interpretación con relación al contexto. Se trata de averiguar el sentido de
la norma en el conjunto de normas que forman el ordenamiento jurídico, o en relación
con algunas determinadas, ya que las normas por lo general no se encuentran aisladas.
c) Histórica: interpretación en relación con los antecedentes históricos y legislativos. Las
normas nacen en un contexto histórico y con unos fines determinados, intentando resolver
determinados problemas. Es de gran ayuda también consultar las leyes precedentes.
d) Sociológica: interpretación de las normas en relación con la realidad social del tiempo
en que han de ser aplicadas. Viene a representar el contrapeso del elemento histórico, ya
que la realidad a la que hay que aplicar las normas puede ser diferente a la de la época
y momento que se crearon.
e) Lógica y teleológica: Atendiendo a la ratio de la norma, es decir, al sentido común
para determinar su contenido empleando criterios lógicos, para averiguar el por qué y
el para qué de la norma. La interpretación teleológica (“teleos” en griego clásico significa
lejos, finalidad) supone ir más allá de la letra de la ley, para llegar al “espíritu y
finalidad” de la norma. Por espíritu de la norma hay que entender el sentido y contenido
inmanente de la misma, y por finalidad, su intencionalidad, eficacia o resultado de la
aplicación.