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PROFESOR:

Rafael Espinosa Acosta.

ASIGNATURA:
Filosofía del derecho practica 7. Segundo periodo.

INTEGRANTES DE GRUPO:
Elvis Luis Peñalo: 211-3523.
Manuela Santos: 213-3548.
Teresa Rodríguez: 103-5768.
Yeny Feliz: 112-4969.
INTRODUCCION

El presente trabajo trata de la justicia y las leyes plasmados en base a


preguntas y respuestas que destacan los aportes y pensamientos de
grandes maestros de la filosofia.

Tambien plasmamos las caracteristicas que surgieron en la edad media


por la cosmovision del derecho que abriria las puertas a una interpretacion
mas clara que nos permite entender hoy en dia la importancia de lo que
fue en ese periodo , de lo que es hoy y como seguimos avanzando.

Esperamos nuestro trabajo cumpla con las espectativas requeridas por


nuestro maestro y sea de su agrado.
JUSTICIA Y LEY (Cuestionario)

1. ¿Que entendía Sócrates sobre la ley?

La concepción del Derecho en Sócrates tiene una especial


relevancia, pues este pensador llevó su concepto de la ley (y por
extensión del principio de legalidad) a su propia vida, predicando
con el ejemplo. Es sabido que fue juzgado e injustamente
condenado a muerte, pena que acató sin resistencia. El hecho
probado por el que se le condenó fue el enseñar a la sociedad a ser
crítica, a pensar a través de dialéctica y mayéutica, lo que fue
derivado al cargo de “corromper a la juventud”.

La ley en Sócrates es el fundamento indiscutible de la convivencia.


Absolutamente nadie se encuentra por encima de ella. De modo que
su aplicación responde a la plasmación de las garantías
fundamentales que permiten la vida en sociedad. Se trata de un
concepto de ley como norma perfecta en sí misma, indiscutible en
toda su extensión y contenidos. La ley en Sócrates es el fundamento
indiscutible de la convivencia.

El problema de la injusticia no procede, para Sócrates, de la ley o


del ordenamiento jurídico de una forma apriorística; no existe
diferencia entre lo legal y lo legítimo, pues la norma democrática
siempre es legítima. Esto es: existe una identidad entre el Derecho
Natural (la Ética, la moral social) y el Derecho Positivo, de modo que
las leyes nacidas en el seno de la democracia adquieren un estatus
de perfección. La injusticia tiene lugar entonces, según Sócrates, en
la aplicación de las normas jurídicas, es decir, en el momento en el
que se produce la intervención (por otro lado, siempre necesaria) del
razonamiento humano, de la argumentación jurídica.
Así pues, cabe la posibilidad de que los razonamientos humanos
que conlleven a subsumir una acción o un hecho en una norma
jurídica no sean acertados, bien por error o bien de una forma
intencionada, siendo esa tarea argumentativa la causante de
trasladar los efectos de una norma a un hecho que no los merece,
dando lugar al concepto más genuino de injusticia.
Este resultado, como se comprende, no procede de la ley, sino de
su aplicación, por lo que la injusticia es, en definitiva, obra del
hombre, no de la ley. Las leyes democráticas nunca serán injustas
(pues con los debidos procedimientos se amoldan a la Ética social)
como sí pueden serlo los quehaceres humanos, entre los que se
encuentra la misma aplicación del Derecho Positivo. Este es el
motivo por el que Sócrates escogió la muerte antes que quebrantar
la norma, que le fue aplicada a través de una argumentación, no
siendo la causante de la injusticia la misma ley, sino la valoración
que de ella se hizo para aplicarle, en todo caso, la pena
correspondiente.

Las leyes democráticas nunca serán injustas (pues con los debidos
procedimientos se amoldan a la Ética social) como sí pueden serlo
los quehaceres humanos, entre los que se encuentra la misma
aplicación del Derecho Positivo. Por esta razón, uno de los legados
de Sócrates es enseñar a reflexionar sobre las consecuencias de la
actividad humana al respecto de la propia ley, cuando ésta no es
respetada; residenciando los problemas, la injusticia, no en la ley,
sino en los hombres. Es peor llevar a cabo una injusticia que
cometerla, ya que quien la comete se transforma en injusto pero el
otro, no.
2. ¿Cuántos tipos de justicia concebía Aristóteles y
en que consistían?

Aristóteles distingue, a su vez, dos tipos de justicia particular: La


justicia distributiva (nemêtikon dikaion), y aquella que desde Tomás
de Aquino se denomina justicia conmutativa (diorthôtikon o, también,
epanorthôtikon). La primera, como su nombre lo indica, tiene que
ver con la distribución de los bienes sociales, incluidos la
distribución de los cargos públicos y los honores. Dentro de la
justicia conmutativa, también llamada por otros correctiva, diferencia
entre aquella que implica actos voluntarios por parte de todos los
participantes y aquella que implica un acto involuntario por una de
las partes, esto es, aquella que implica un daño, así como la
presencia de un juez. Una manera de comprender esta última
diferencia es relacionándola con la actual distinción entre derecho
civil y derecho penal.

La estrategia reconstructiva que se seguirá en este trabajo será


abordar, en primer lugar, todo lo referente a la justicia universal, para
después abordar el tema de la justicia particular y sus divisiones.
Esta estrategia se basa en que, como hemos dicho, la justicia
particular es un subconjunto de la justicia universal. Ello implica, por
otra parte, que, a pesar de que se tomará como guía el libro V de la
EN, no se seguirá el orden que encontramos en él.Justicia universal
o justicia en un sentido general.

En relación con el tema de la justicia universal, ante todo es


menester advertir que Aristóteles reflexiona desde un contexto
social en donde no existe un amplio desarrollo del proceso de
diferenciación funcional de la sociedad, como sucede en la
modernidad. Por ello, cuando él habla de las leyes (nomoi) se refiere
a todas las normas que regulan las relaciones sociales, es decir, no
sólo habla del sistema jurídico, sino también de las costumbres en
general. Precisamente, utiliza la noción de justicia universal porque
"las leyes hablan de todas las cosas y tratan de realizar lo que
conviene a todos " (EN 1129b 14). Sin embargo, en la Grecia clásica
ya se establece una diferenciación entre las costumbres en general y
aquellas leyes escritas que conforman lo que Aristóteles llama la
justicia política. Esta diferenciación corresponde a la distinción entre
oikos y polis. En el mito de Prometeo y Epimeteo, que narra Platón
en el Protágoras, se plantea que, si bien los hombres son
espontáneamente sociales, sólo se convierten en seres políticos
cuando tienen la capacidad de reunirse para definir
conscientemente aquellas leyes que definen sus fines e identidad
común, es decir, cuando adquieren el sentido de la justicia y del
pudor (el sentido moral en general). De acuerdo con Aristóteles, los
seres humanos son por naturaleza animales políticos potencialmente.
Esta potencialidad política se actualiza cuando constituyen,
mediante la actividad conjunta, las polis. La justicia universal, por
tanto, se refiere fundamentalmente al conjunto de leyes que
representan los muros espirituales de las polis y en las que se
condensa el bien común.

Aristóteles parte del supuesto de que la legalidad implica la justicia,


pues las leyes introducen un orden (kosmos) que hace posible no
sólo la convivencia, sino también la aspiración de alcanzar una vida
buena.
Aunque el conjunto de normas imperantes en una sociedad concreta
no cumpla plenamente con las exigencias de la justicia, su mera
eficacia ya implica un mayor grado de justicia en comparación con
aquellas sociedades en donde no existe una legalidad definida o
donde ésta no se respeta. Para Aristóteles el concepto de legalidad
presupone no sólo una regularidad en las conductas, sino también
una referencia a la justicia. Porque la ley (en su sentido normativo)
contiene el mandato de vivir conforme a la virtud y la prohibición de
comportarse de manera viciosa. Como dirá más tarde San Agustín la
diferencia entre las leyes y las órdenes dadas por un ladrón (o por un
tirano) es que en las primeras existe una demanda de justicia, de la
que emana su autoridad.
En tanto las leyes representan el principal medio para formar a los
individuos como miembros de la sociedad en general y como
ciudadanos en particular, todos deben obedecerlas. De acuerdo con
Aristóteles el mejor gobierno es el gobierno de las leyes; pues, la
única otra alternativa a este último sería el gobierno de un ser
infinitamente sabio, capaz de controlar plenamente sus pasiones, lo
que, como el propio Platón reconoció, no es una alternativa real o
viable en el mundo humano.

“No es más justo gobernar que ser gobernado, y al hacerlo por turno
es justo. Esto es ya una ley, pues el orden es una ley. Por
consiguiente, es preferible que mande la ley antes que uno
cualquiera de los ciudadanos, y por esa misma razón, aún si es
mejor que gobiernen varios, éstos deben ser establecidos como
guardianes y servidores de las leyes. Pues es necesario que existan
algunos magistrados, pero no es justo, se dice, que tenga el poder
uno solo, al menos cuando todos son iguales”. Así pues, el que
defiende el gobierno de la ley, parece defender el gobierno de la
divinidad y de la inteligencia; en cambio, el que defiende el gobierno
de un hombre añade también un elemento animal; pues tal es el
impulso afectivo, y la pasión pervierte a los gobernantes y a los
hombres mejores. La ley es, por tanto, razón sin deseo.

Desde esta perspectiva Aristóteles concuerda con la tradición


democrática presente en la cultura de la Grecia clásica. Recordemos
aquella consigna anónima en la que se afirma: Si quieres hacer de tu
hijo un buen ser humano, hazlo miembro de una ciudad (polis) de
buenas leyes. O bien, el Discurso fúnebre de Perícles, en donde se
sostiene que la dignidad del ser humano se encuentra en obedecer
a la ley, y no al arbitrio de un superior “prestamos obediencia a
quienes se suceden en el gobierno y a las leyes, y principalmente a
las que están establecidas para ayudar a los que sufren injusticias y
a las que, aún sin estar escritas, acarrean a quien las infringe una
vergüenza por todos reconocida". Pero la identificación entre justicia
y legalidad encierra un gran problema, porque la experiencia indica
que, aunque es preferible la presencia de la legalidad a su ausencia,
no todas las leyes y normas se adecuan a la justicia. Como dirán los
representantes del positivismo jurídico moderno, una ley injusta (o
una norma social) no deja de ser ley (o norma). Tanto por su propio
estudio de las diversas constituciones, como por el conocimiento de
la tesis de los sofistas respecto a que la normatividad (nomos) es un
artificio que no puede identificarse con el orden natural (physis),
Aristóteles es consciente que la fórmula que establece la igualdad
entre justicia y legalidad requiere de una justificación. Cabe advertir
el límite que él mismo introduce cuando establece el nexo entre
justicia y legalidad: "todo lo legal es, en cierto modo, justo ".

Predicar la justicia de la legalidad es un presupuesto que requiere de


la labor de fundamentación filosófica.

Aristóteles advierte una conexión entre legalidad y justicia en el nivel


conceptual, esto es, que la noción de legalidad implica de manera
implícita una referencia a la justicia. Por ejemplo, ningún legislador
puede afirmar, sin caer en una contradicción, que la ley que
establece es injusta, pues ello sería afirmar que los ciudadanos
deben someterse, no a la ley, sino a su arbitrio. Dicho de otra
manera, se negaría el sentido normativo del orden civil y de la
legalidad que lo conforma. Pero entre el vínculo conceptual que une
legalidad con justicia y el nivel empírico existe un abismo (no toda
ley vigente es justa). Ello exige establecer un criterio racional que
permita juzgar críticamente la validez (el carácter justo) de las
distintas leyes y normas empíricas. En este punto se introduce la
conocida distinción entre justicia natural y justicia legal. "La justicia
política, puede ser natural y legal; natural, la que tiene en todas
partes la misma fuerza y no está sujeta al parecer humano; legal, la
que considera las acciones indiferentes, pero que cesan de serlo
una vez establecida " (EN 1134b 20). Incluso en la Retórica se apela
al pasaje de la tragedia Antígona de Sófocles en el que se afirma:
"No pensaba que tus proclamas tuvieran el poder como para que un
mortal pudiera transgredir las leyes no escritas e inquebrantables de
los dioses. Éstas no son de hoy, ni de ayer, sino de siempre y nadie
sabe de dónde surgieron" (45-456). Más adelante Aristóteles agrega:
“(Ley) particular es la que ha sido definida por cada pueblo en
relación consigo mismo, y ésta es unas veces no escrita y otras
veces escrita. Común, en cambio, es la (ley) conforme a la
naturaleza, porque existe ciertamente algo -que todos adivinan-
comúnmente (considerado como) justo o injusto por naturaleza,
aunque no exista comunidad ni haya acuerdo entre los hombres, tal
como, por ejemplo, lo muestra la Antígona de Sófocles, cuando dice
que es de justicia, aunque esté prohibido, enterrar a Polinices,
porque ello es justo por naturaleza (Retórica 1373b 3)”

3. ¿Cuál era la cosmovisión del derecho en la edad


media?
La cosmovisión medieval en la Edad Media (Caída del Imperio
Romano, año 476 – “Descubrimiento” de América, año 1492, siglo
XV).
Cosmovisión teocéntrica

La sociedad: El mundo medieval es un mundo profundamente


jerarquizado, de muy escasa movilidad social. Los lugares que se
ocupan en la sociedad son determinados en relación a Dios.

La vida humana: El mundo terrenal, humano, adquiere su real


significación fuera de sí, en el plano trascendental constituido por la
fe. El principal sentido de esta vida se halla fuera de ella, en un más
allá, en procurar la salvación en otra vida, luego de la muerte.

¿Qué es una cosmovisión?


El conocimiento: La verdad de Dios es una “Verdad revelada” (por la
fe y no por la razón)

La Iglesia es la máxima autoridad medieval y fija límites al


conocimiento. Trasgredir los límites autorizados por la Iglesia implica
caer en pecado. (Ejemplo Giordano Bruno cuando afirmó que el
Universo era infinito)
Para esta cosmovisión sin aceptar la existencia de Dios todo tipo de
conocimiento es vano. Dios es el fundamento y condición del
conocimiento. Es el ser verdadero.

Por eso la razón se encuentra en segundo lugar y en primer lugar se


coloca a la fe.

Es una manera de ver e interpretar el mundo, incluye una


concepción antropológica, una visión sobre la naturaleza, conductas
y prácticas sociales

La cosmovisión medieval se caracteriza por su carácter


 TEOCÉNTRICO: esto quiere decir que la afirmación de la fe en Dios es el
elemento central en el ordenamiento del mundo.

Las personas y las cosas ocupan el lugar que la relación y referencia


con Dios les confiere y, de esta forma, adquieren sentido y valor.

La naturaleza: Su conocimiento está motivado por descubrir en ella


la presencia de Dios. Reconocer referencias a su creador.

El fin de la cosmovisión medieval: El ser humano es la principal


creatura de Dios. Esta idea de superioridad humana frente a las
demás creaciones de Dios tiene una consecuencia para la visión
sobre el Universo: La Tierra es el lugar del hombre, por eso debe ser
un lugar privilegiado.

 GEOCENTRISMO: la Tierra se ubica inmóvil en el centro del Universo


mientras que todos los planetas (incluso el Sol al que también
consideraban planeta) giran en torno a ella.

El universo cultural que predominó en la Edad Media será


progresivamente sustituido por otro completamente diferente: la
Modernidad. Con este concepto se describe una determinada
concepción del ser humano y del mundo (también implica una
cosmovisión).

La Modernidad se extendió progresivamente, llegó a otros


continentes y fue asimilada por culturas muy diferentes de aquellas
en las que se gestó.

El punto de quiebre que permite el paso del universo cultural


medieval a la Modernidad es la gran crisis de autoridad que sufre la
Iglesia, tanto en el orden intelectual como en el político. Hay
diversos factores que conducen o contribuyen a ello, por ejemplo, la
Reforma.

También las investigaciones de hombres de Iglesia como Nicolás


Copérnico y Giordano Bruno que fueron seguidas por Galileo y
Kepler. En la medida en que la acción 'y la palabra de la Iglesia son
puestos en tela de juicio, el soporte fundamental que sostenía el
mundo medieval se desploma.

4. ¿Como entendía San Agustín el derecho y la


justicia?

Agustín de Hipona, más conocido San Agustín, a veces nombrado


como «Doctor de la Gracia», no sólo ha sido el máximo pensador del
cristianismo en el primer milenio de nuestra era sino uno de los
mayores genios de la humanidad.

entre muchas otras cuestiones, las ideas respecto del derecho y la


justicia, expresa desterrando la idea que la comunidad política nace
o se mantiene por la fuerza. De ello se desprenden consecuencias
importantísimas, como que el derecho, para serlo, debe ser un
conjunto de normas adecuadas a esa justicia, no pudiendo ningún
acto de voluntad con distinto sentido establecerlo con tal calidad.
«Donde no hay verdadera justicia no puede haber un pueblo según
la definición de Cicerón»

Hijo mío que estás en la tierra, preocupado, solitario, tentado. Yo


conozco perfectamente tu nombre, y lo pronuncio como
santificándolo, porque te amo. No, no estás solo, sino habitado por
mí, y juntos construimos este reino del que tú vas a ser el heredero.
Me gusta que hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que tú seas
feliz, ya que la gloria de dios es el hombre viviente. Cuenta siempre
conmigo, y tendrás el pan para hoy, no te preocupes; sólo te pido
que sepas compartirlo con tus hermanos. Sabes que perdono todas
tus ofensas, antes incluso de que las cometas; por eso te pido que
hagas lo mismo con lo que a ti te ofenden. Y, para que nunca caigas
en la tentación, agárrate fuerte de mi mano, y yo te libraré del mal,
pobre y querido hijo mío.

5. ¿Que entendía Santo Tomas por justicia?

Para Santo Tomás de Aquino, el hombre es el ser superior y más


digno, por estar dotado de racionalidad y libertad, pero también es
autoperfectible para obrar de manera virtuosa y escoger libremente
su meta en la vida, sin importar su edad o condición física: la
felicidad.

Para Santo Tomás, la dignidad del ser humano surge de la propia


naturaleza del hombre, cuya diferencia específica es su racionalidad;
este es un atributo esencial de toda persona. También vislumbra el
ser humano como superior en comparación a su entorno, por ser el
único dotado de auténtica racionalidad, intelecto y apetito volitivo
(relacionado con la voluntad).

De esta racionalidad surge igualmente la capacidad del hombre de


ser libre y ser causa de sí mismo, es decir, de no estar sometido a la
voluntad de alguien más para poder obrar, cosa que sería
servidumbre. “Lo que tiene necesidad de ser actuado por otro para
obrar, está sujeto a servidumbre. Luego toda criatura, exceptuada
solamente la intelectual, está sujeta a servidumbre”.

Según lo antes expuesto, la libertad es propia del ser humano, lo


distingue del resto de las criaturas y es un aspecto fundamental de
su dignidad. La capacidad de ejecutar acciones libres será, en
consecuencia, el rasgo distintivo y propio del hombre.

Además, por su naturaleza intelectual, el hombre y la mujer son


capaces de conocer la “verdad” y obrar en consecuencia. En este
contexto, la verdad es la adecuación de las cosas (reales) con el
intelecto. El intelecto humano es capaz de reconocer efectivamente
cuáles son sus fines y metas, y obrar en consecuencia.

Desde la visión medieval de Tomás de Aquino y su filosofía tomista,


el fin y el bien del intelecto es la “verdad” y el obrar libremente para
amar. La persona posee la capacidad de la consecución de sus
fines: conocer y amar. Estos fines son posibles por la naturaleza
racional del hombre, que los identifica con la inteligencia y los
ejecuta por su voluntad, caracteres en los que reconocemos la
dignidad humana.

Finalmente, la dignidad de Tomás de Aquino cobra relevancia en la


dimensión moral y social del hombre. El ser humano es un ser
autoperfectible, no en cuanto a su esencia (ser) sino en cuanto a
su obrar (hacer). Esto significa que existe un vínculo entre su
dignidad y la calidad de sus actos. Una persona será digna mientras
obre dignamente.

Con base en la filosofía tomista podemos establecer que la dignidad


humana fundada en la naturaleza puede ser comprendida bajo dos
aspectos. Primero, como dignidad natural, por cuanto toda persona
es digna según su naturaleza racional. Segundo, como dignidad
moral, propia de las acciones del hombre en atención a las virtudes
morales, motivo por el cual una persona es digna mientras más
virtuosos sean sus actos.

Siguiendo esta línea, los ancianos, por su experiencia en el


conocimiento y el amor, poseen una disposición hacia la dignidad
moral posibilitada por la vida activa, que involucra obrar de acuerdo
con su propia naturaleza; es decir, obrar en libertad mediante
acciones externas que persigan la virtud y, por otro lado, mediante
la vida contemplativa, que comprende aquellas acciones internas del
hombre propias a su verdad y los fines últimos. Entre estos fines
están la sabiduría y el amor.
CONCLUSION

Para concluir este trabajo podemos destacar la importancia de una base


fundamentada por los grandes pensadores de la epoca que permitieron
convertir a traves de sus ideas una ciencia filosofica en un derecho facil
de entender ya que sin la objetividad que caracterizaron sus aportes no
existiera una idea clara y logica que nos permita reflexionar sobre lo que
abarcan las distintas disciplinas que componen las leyes ni abordar
aspectos concretos del sistema juridico y gracias a ello hoy en dia lo
podemos hacer.
BIBLIOGRAFIA

 Internet: Google ( Varios articulos)

 Juridica.com

 Dialnet. (Derecho y politica)

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