Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CAPÍTULO 2
CLAVES CULTURALES: LOS DERECHOS HUMANOS
EN SUS CONTEXTOS EPISTEMOLÓGICOS
105
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 106
106
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 107
107
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 108
108
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 109
diseminado por el mundo que las cosas, los fenómenos y los luga-
res no son denominados y, por ello mismo, construidos por los
seres humanos que con ellos y en ellos viven, sino que son produc-
to de una esencia que los nombra y que se manifiesta a través de
nuestra misión civilizadora y colonizadora: nada podría haber sido
de otra manera ya que así se han nombrado, siendo el Verbo -
¿palabra neutral?- el inicio de toda creación.
Así, —continúa el poema de Borges—…hecho de consonantes y
vocales, habrá un “terrible Nombre”, que la esencia cifre de Dios y que la
omnipotencia guarde en letras y sílabas cabales. O, lo que es lo mismo,
el Verbo, la palabra que nombra y crea no es humana sino divina. Es
lo omnipotente, lo absolutamente trascendente a nuestras imper-
fecciones corporales. De ahí, que sea a través del desprecio por las
otras lenguas y otras culturas ha sido el “leitmotiv” de la misión
colonizadora e imperialista con la que Occidente se ha investido
con especial intensidad. La lengua y la cultura — o, en otros térmi-
nos: la civilización— ha sido el instrumento a partir del cual dise-
minar por todo el orbe la verdad, la palabra, revelada
mistéricamente por la hipotética e improbable voluntad de nuestro
Dios, de nuestra Razón, de nuestra Lógica, de nuestra forma de
organizar el mundo. Olvidando, u ocultando, la naturaleza básica
del lenguaje: facilitar la traducción y la interacción intercultural.
En el diálogo platónico Cratilo, Platón hace decir a Sócrates
que los nombres de las cosas coinciden con una esencia, o, lo que es
lo mismo en términos platónicos: el nombre de algo no es casual,
sino que viene dado por su correspondencia esencial con alguna
Idea situada más allá de la naturaleza humana y social.
Hermógenes, la desdichada contraparte en el monólogo-diálogo
platónico, empieza defendiendo, con todo el sentido común de la
sofística la convencionalidad de todo nombre, negando con ello
cualquier dependencia con respecto a lo que está más allá de las
acciones humanas y sentando las bases de un diálogo intercultural:
Pues yo al menos, Sócrates, no conozco otra rectitud de
la denominación que ésta: yo puedo llamar cada cosa con
una denominación que “yo he dado”, y tú con otra que “tú por
tu parte has dado”. Así veo también que cada una de las ciu-
dades tienen puestas denominaciones de forma particular a
109
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 110
110
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 111
111
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 112
112
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 113
113
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 114
114
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 115
esté fuera de ese proceso, si es que asumimos que no hay nada más
allá de la praxis humana y de la inmanencia de las relaciones que
construimos. El proceso cultural, como vimos, constituye el marco
del proceso de humanización en el que los seres humanos pasan de
ser meros animales sociales a convertirse en animales culturales,
es decir a relacionarse cultural y, por consiguiente, convencional-
mente con el entorno de relaciones en el que vivimos. No hay un
mundo de esencias racionales al cual podamos acudir para garanti-
zar los equilibrios, las armonías y los consensos. Existe el mundo
real, repleto de conflictos, heterogeneidades, desacuerdos y volun-
tades de llegar a consensos. Un mundo donde culturalmente los
consensos se construyen y no se asumen como elementos dados de
una vez para siempre como si fueran procesos neutrales o univer-
sales que determinan absoluta y homogeneizadamente las volunta-
des. En ese mundo convencional —que es en acto y en potencia—,
estamos constantemente negociando significados y sentidos, es
decir, estamos creando mundos porque somos capaces de asumir
compromisos, de ponernos de acuerdo en cómo luchar por aquello
para lo cual nos hemos comprometido y, al final, nombrar spino-
zianamente lo real para poder vivir en él y poder transformarlo.
En el platonismo lingüístico late siempre un aspecto de vio-
lencia y alienación, pues, en el proceso de nombrar al mundo,
separa los seres humanos de aquello que es nombrado: lo nombra-
do no depende de nuestra acción, sino de nuestra aceptación pasi-
va de lo que las esencias determinan. Y esto no es así. Aunque no
tenemos otro remedio que aceptar que lo cultural, entre cuyos
componentes esenciales está el lenguaje, tiene un fuerte aspecto
causal: somos producidos por lo ya nombrado; también hay que
aceptar que, junto a los aspectos causales, están los metamórficos
(nosotros producimos lo cultural y, por tanto, tenemos la posibili-
dad y la capacidad de transformarlo) y los interactivos (somos
nombrados y nombramos el mundo colectiva y comunitariamente)
Estamos ante la diferencia cualitativa entre los procesos de
identidad y los procesos de subjetivación. El término “identidad”
parte del presupuesto de una esencia fija e independiente de la
variedad de discursos disponibles por parte de los individuos. O sea,
el término identidad sugiere un sujeto unitario y autoconstituyente,
115
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 116
116
Los derechos humanos (1) 10/10/05 14:25 Página 117
117