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La ciencia para salvarnos de la ciencia

BERTRAND RUSSELL

DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO diecisiete la invención ye! descubrimien-


to científico han avanzado a un ritmo que crece continuamente.
.Esto ha hecho a los últimos trescientos cincuenta años profunda-
mente distintos de todas las eran anteriores. El golfo que separa al
hombre de su pasado se ha ensanchado de generación en genera-
ción, y al final de decenio en decenio. Si reflexiona sobre la ex-
tinción de trilobites, dinosaurios y inamuts, una persona termina
formulándose ciertas inquietantes preguntas. ¿Puede nuestra espe-
cie zopsirtar cambios tan rápidos? Los hábitos que en el pasado rela-
tivamente estable han asegurando su supervivencia ¿pueden aún
ser útiles en el calidoscópico escenario de nuestros tiempos? Y sino,
¿será posible cambiar antiguos Patrones de conducta a la velocidad
en que los inventores cambian nuestro ambiente material? Nadie
sabe la respuesta, pero sí es posible examinar probabilidades, y for-
mar hipótesis respecto de las probables direcciones que tome el de-
sarrollo humano.
La primera cuestión es: ¿El avance científico será cada vez más
rápido, o alcanzará una velocidad máxima y comenzará entonces a
ir más lento?
El descubrimiento del método científico requirió de genio, pero
su utilización no requiere más que talento. Si su trabajo le permite
acceso a un buen laboratorio, un científico joven e inteligente segu-
ramente descubrirá algo interesante, y acaso se tope con algún dato
nuevo de importancia inmeosa. La ciencia, que aún a principios del
siglo xvil era una fuerza muy rebelde, está hoy integrada, por el
apoyo de gobiernos y universidades, a la vida de la comunidad. Y, al
tiempo que su importancia se hace más evidente, crece en forma
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constante el número de gente empleada en la investigación cien-
tífica. Parecería que mientras las condiciones económicas y socia- Hay consideraciones de tipo muy distinto que pueden hacernos
les °asean adversas podemos esperar que se mantenga el ritmo esperar un retroceso científico. Podría sostenerse que la ciencia mis-
del avance científico, hasta que un nuevo factor limitante inter- ma genera fuerzas explosivas que, tarde o temprano, harán imposi-
venga. ble la preservación de una sociedad en que pueda florecer la cien-
También parecería que en algún momento la cantidad de cono- cia. Esta cuestión es amplia y diferente, y es imposible darle una
cimientos que se necesita antes de hacer un descubrimiento llegue a respuesta en que podamos confiar plenamente. Veamos entonces
ser tan grande que absorba los mejores años de la vida del científico, qué podemos decir al respecto.
de modo que estará senil cuando alcance la frontera del conoci- El industrialismo, que es principalmente un producto de la cien-
miento. Supongo que esto puede pasar algún día, mas ciertamente cia, ha procurado al mundo un cierto modo de vida y un cierto
ese día queda muy distante. En primer lugar, los métodos de ense- aspecto. En los EstadosUnidos e Inglaterra, los primeros países in-
ñanza mejoran. Platón creyó que los alumnos de su academia ha- dustriales, este aspecto y este modo de vida llegaron gradualmente,
brían de pasar diez años en el estudio de las matemáticas conocidas y la población ha sido capaz de ajustarse a ellos sin tina violenta
entonces; hoy un alumno interesado aprende mucho más matemá- brecha en la continui lad. Estos países, consecuentemente, no de-
ticas en un ario. sarrollaron presiones psicológicas peligrosas. Quienes preferían los
En segundo lugar, con la creciente especialización, es posible lle- modos antiguos podían quedarse en el campo, mientras que los más
gar a la frontera del conocimiento por un angosto sendero, que aventureros podían emigrar a los nuevos centros industriales. Allí
implica mucho menos afanes que una amplia carretera. En tercer hallaron pioneros que eran sus compatriotas, y que compartían el
lugar, la fi-ontera no es un círculo sino un irregular contorno en aspecto general de sus vecindarios. Las únicas protestas vinieron de
ocasiones no tan lejano del centro. El descubrimiento de Me,ndel, gente como Carlyle y como Ruskin, a quienes todo el mundo alabó
que marcó una época, requirió poco conocimiento previo: requirió y desoyó.
una vida de elegante ocio en el jardín. La radioactividad fue descu- Un asunto totalmente distinto fue cuando el industrialismo y la
bierta por el hecho de que unos especímenes de pecblenda, inespe- ciencia, como bien desarrollados sistemas, irrumpieron violentamen-
radamente, se fotografiaron a sí mismos en la obscuridad. No creo, te en países que hasta el momento ignoraban a los dos, especial-
por tanto, que razones puramente intelectuales alienten los avances mente porque llegaron como algo extranjero, y demandaban la
científicos en mucho tiempo. imitación de enemigos y la ruptura con antiguos hábitos nacionales.
Hay otra razón para esperar la continuidad del avance científi- En diversos grados, Alemania, Rusia, Japón, India y los nativos del
co, y es que la ciencia atrae cada vez más a los cerebros mejores. África han soportado este choque. En todos lados ha causado levan-
. Leonardo da Vinci fue tan preeminente en las artes corno en las tamientos de este tipo o de aquél, cuyo fin nadie puede aún prever.
ciencias, pero del arte obtuvo su mayor fama. Un hombre de hoy El primer resultado importante del impacto del industrialismo
con dones semejantes casi seguramente tendría un puesto que re- en los alemanes fue el Manifiesto Comunista. Hoy lo vemos como la
queriría todo su tiempo; si fuera ortodoxo en política, probable- Biblia de uno de los dos poderosos grupos en que el mundo está
mente inventaría la bomba de hidrógeno, que nuestra época consi- dividido, pero vale la pena pensar en su origen en 1848. Así, es tina
deraría más útil que sus pinturas. El artista, tristemente, no tiene el expresión del admirado horror de dos jóvenes universitarios de
' estatus que,tuvo alguna vez. Los príncipes del Renacimiento com- una ciudad de catedrales pacífica y agradable, traídos sin mayor
petían por Miguel Angel; los estados modernos compiten por ffsi- preparación intelectual al ajetreo de la competencia en Manchester
cos nucleares. Alemania, antes de que Bismarck la "educara", era un país
hondamente religioso, con un callado y excepcional sentido del deber
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público. La competencia, que a los británicos les parecía esencial El peligro no es remoto; amenaza en los próximos años. Mas no
para la eficiencia, y que Darwin elevó casi a una dignidad cósmica, me preocupan instancias tan inmediatas. Me preocupa un punto
chocó a los alemanes, para quienes el ideal moral era obviamente el más extendido: ¿Puede una sociedad como la nuestra, que está ba-
servicio al estado. Por tanto, era natural que embonaran el industria- sada en la ciencia y en la técnica científica, tener la estabilidad que
lismo en un marco de nacionalismo o socialismo. Los nazis combi- tuvieron muchas sociedades pasadas, o habrá de desarrollar fuerzas
naron ambos. El carácter algo enloquecido y frenético del industria- que la destruirán? Esta cuestión nos lleva más que a la esfera de la
lismo alemán, y la política que inspiró, se debe a su origen extranjero ciencia, a la de los códigos de moral y de ética y a la de la compren-
y a su súbito advenimiento. sión imaginativa de la psicología de masas. Ésta es una cuestión que
La doctrina de Marx estaba hecha a la medida de países donde han malamente desatendido los teóricos de la política.
el industrialismo era cosa nueva. Los social demócratas alemanes Comencemos con los códigos morales. Daré al problema una
abandonaron sus dogmas cuando el país llegó a 11 adultez indus- ilustración un tanto trivial. Hay quienes creen que es malo fumar
trial. Pero para entonces Rusia era lo que Alemania había sido en tabaco, pero son más que nada gentes que no se han aproximado a
1848, y era natural que el marxismo encontrara un nuevo hogar. la ciencia. Quienes se han visto influidos por la ciencia suelen opi-
Stalin, con gran habilidad, ha combinado el nuevo credo revolucio- nar que fumar no es ni vicio ni virtud. Mas cuando revisé las obras
nario con la creencia tradicional en la "Santa Rusia" y el "Pequeño de un Nobel, donde fluyen como agua ríos de nitroglicerina, hube de
Padre". Hasta el momento éste es el ejemplo más notable del arribo dejar hasta mis cerillos a la entrada, y me fue obvio que en esas
de la ciencia a un campo que no es de su cultivo. China parece obras fumar era un acto de maldad espantosa.
seguirle. La instancia ilustra dos puntos: primero, que la visión del cientí-
Japón, como Alemania, combinó la técnica moderna con la ado.. fico tiende a que algunas partes de los códigos morales tradicionales
ración del estado. Los japoneses cultos abandonaron cuantq fue parezcan supersticiosos e irracionales; segundo, que crear un en-
necesario de su antigua forma de vida para asegurar eficiencia in- torno nuevo implica nuevos deberes, que acaso coinciden con los
dustrial y militar. El repentino cambio produjo histeria colectiva, y que se han descartado. Un mundo que contiene bombas de hidró-
los llevó a visiones insanas de poder que las antiguas devociones no geno no difiere de aquel que contiene ríos de nitroglicerina; accio-
controlaban. nes que en otros lados son inofensivas pueden volverse profunda-
Estas formas variadas de locura —el comunismo, el nazismo, el mente peligrosas. Necesitarnos, por tanto, un código moral distinto
imperialismo— son resultado del impacto de la ciencia en naciones del que hemos he:- edado del pasado. Mas da:-
a un nuevo código
con una fuerte cultura precientífica. Los efectos en el Asia están aún moral fuerza suficienti para restringir acciones que antes fueron
en época temprana. Y los efectos sobre los nativos de África recién consideradas inofensivas no es fácil, y ciertamente no puede hacer-
han comenzado. Por tanto, es poco probable que el mundo recobre se en un día.
la cordura en el futuro más próximo. En cuanto a la ética, lo que importa es darse cuenta de los mie-
El futuro de la ciencia —o aun, el futuro de la humanidad— los peligros y también darse cuenta de que nuestra perspectiva éti-
depende de si será posible restringir estas histerias colectivas hasta ca hará lo posible por disminuirlos. Los hechos recientes más im-
que los pueblos tengan tiempo de ajustarse al nuevo entorno cientí- portantes son que el mundo está más unificado que antes y que las
fico. Si tal ajuste resulta imposible la sociedad civilizada desaparece- comunidades beligerantes tienen más capacidad de infligir desas-
rá y será la ciencia un borroso recuerdo. En el obscurantismo no tres que en cualquier otra época. La cuestión del poder tiene nueva
había diferencia entre la brujería y la ciencia, y es posible que un importancia. La ciencia ha incrementado el poder humano enor-
nuevo obscurantismo reviva este punto de vista. memente, mas no sin límites. Ese crecimiento trae consigo un incre-
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mento de responsabilidad; trae también el peligro de la aserción


propia, que sólo puede prevenirse si se recuerda que el hombre no con la impresión de estar ejerciendo el libre albedrío. Acaso esto
es omnipotente. suene bastante cínico, pero es sólo porque no estamos acostumbra-
De tal forma, las ciencias más influyentes han sido la fisica y la dos a aplicar las ciencias a la mente humana. La ciencia tiene poder
química; la biología comienza apenas a enfrentarlas. Mas dentro de para el mal, no sólo fisica sino mentalmente: la bomba de hidrógeno
poco la psicología y especialmente la psicología de masas serán re- puede matar el cuerpo, y la propaganda gubernamental (corno en
conocidas como las ciencias más importantes desde el punto de vis- Rusia) puede matar la mente.
ta del bienestar humano. Es obvio que los pueblos tienen caracteres En vista del poder aterrador que la ciencia le ha conferido a los
dominantes que cambian de acuerdo con sus circunstancias. Cada gobiernos, es necesario que quienes controlan los gobiernos tengan
carácter tiene una ética que le corresponde. Nelson inculcó estos ideales ilustrados e inteligentes, pues de otro modo pueden llevar a
principios éticos en sus guardias marinas: decir la verdad, disparar la humanidad al desastre.
recto y odiar a los franceses como se odiaría al mismo diablo. Esto Para mí un ideal es inteligente cuando es posible aproximársele.
último fue, principalmente, porque los ingleses estaban enojados En modo alguno esto es suficiente como criterio ético, pero es una
con los franceses por haberles intervenido su lado de América. El prueba por la que se puede condenar a muchos objetivos. No pue-
Enrique V de Shakespeare dice: de suponerse que Hitler deseara el destino que dio a su país y a sí
mismo, pero era muy seguro que tal iba a ser el resultado de su
Si fuera pecado envidiar &mon arrogancia. Por tanto se puede reprobar el ideal de Deutschland
soy entonces el alma más ofensiva. über Alles por poco inteligente. (Y no quiero sugerir que ése fuera
su único defecto.) España, Francia, Alemania y Rusia han buscado
Tal es el sentimiento ético que acompaña al imperialismo agrssivo: el dominio del mundo: tres de ellas han soportado la derrota en
el "honor" es proporcional al número de personas inofensivas á las consecuencia, pero su sino no ha inspirado sabiduría.
que se da muerte. Muchísimos pecados se pueden excusar bajo el Que la ciencia —y de hecho la civilización en general— pueda
nombre "patriotismo". Y por otro lado, la total impotencia sugiere a sobrevivir depende de la psicología, es decir, depende de lo que los
la humildad y la sumisión como las más grandes virtudes —de don- seres humanos desean. Esos seres humanos son los gobernantes de
de nace la moda del estoicismo en el imperio romano y del países totalitarios y masas de hombres y mujeres de las democracias.
metodismo en los ingleses pobres de principios del siglo xix—; sin Las pasiones políticas determinan la conducta política mucho más
embargo, en cuanto hay oportunidad de revueltas efectivas, una directamente de lo que casi siempre se supone. Si los hombres
feroz y vengativa justicia es el principio ético dominante. desean victoria más que cooperación, creerán que la victoria es
En el pasado la predicación ha sido el modo único de inculcar posible.
preceptos morales. Pero este método tiene limitaciones muy defini- Mas si el odio los domina de tal forma que estén más ansiosos de
tivas: es notorio que, en promedio, los hijos de clérigos no son mo- ver muertos a sus enemigos que de que sus propios hijos sigan vivos,
ralmente superiores que otras personas. Cuando la ciencia cubra descubrirán toda suerte de "nobles" razones para hacer la guerra.
este campo se adoptarán métodos muy distintos. Se sabrá qué cir- Si resienten la inferioridad o desean la preservación de la superiori-
cunstancias generan cuáles estados de ánimo, y qué estados de áni- dad, tendrán los sentimientos que promueven la lucha de clases. Si
mo inclinan a los hombres hacia cuáles sistemas éticos. Los gobier- están aburridos más al] 't de cierto punto, recibirán con gusto la ex-
nos decidirán qué tipo de moralidad habrán de tener sus sujetos, y citación aun dolorosa.
los sujetos adoptarán lo que el gobierno favorezca, pero lo harán Semejantes sentimientos, cuando están muy extendidos, deter-
minan la política y la decisión de las naciones. La ciencia puede, si
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los gobernantes lo desean, crear sentimientos que prevengan el de-


sastre y faciliten la cooperación. Hoy en día no hay muchos gober-
nantes que tengan ese deseo; pero la posibilidad existe, y la ciencia
puede ser tan potente para el bien como para el mal. Y sin embar-
go, no es la ciencia la que determinará cómo se use la ciencia.
La ciencia, por sí misma, no puede procurarnos ética. Puede
mostrarnos cómo alcanzar un cierto fin, y puede también mostrar-
nos que ciertos fines no pueden alcanzarse. Entre los que sí se pue-
de, nuestra decisión habrá de tomarse por consideraciones no pu-
ramente científicas. Si un hombre dijera: "Odio tanto a la raza
humana que me parecería bien que fuera exterminada", nosotros
podríamos decirle: "Bueno, mi estimadísimo señor, permítanos co-
menzar el proceso con usted." Pero esto no es argumento, y ni toda
la ciencia podría probar que ese hombre está equivocado.
Pero todos los que no son lunáticos concuerdan en ciertas cosas:
que es mejor estar vivo que muerto, mejor estar adecuadamente
alimentado que muerto de hambre, mejor ser libre que estar escla-
vizado. Mucha gente desea esas cosas sólo para sí y para sus amigos,
y está bastante contenta con el sufrimiento de sus enemigos. A esta
gente la ciencia sí puede refutarla: la humanidad se ha vuelto'cle tal
forma una sola familia que no podemos asegurar nuestra prosperi-
dad más que si aseguramos la de todos los demás. Si usted desea ser
, feliz habrá de resignarse a ver que los otros son felices también.
Que la ciencia pueda continuar, y que pueda, mientras conti-
núa, hacer más bien que daño depende de la capacidad que el hom-
bre tenga de aprender esta sencilla lección. Acaso todos debamos
aprenderla, pero tienen que hacerlo quienes tienen gran poder, y
de ellos a muchos les queda un muy largo camino por' recorrer.

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