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1
Lamas, Marta (2002), “La antropología feminista y la categoría género, en Cuerpo, Diferencia Sexual
y Género”, México, Taurus, recuperado el 16/10/2014 de
http://www.editorialtaurus.com/uploads/ficheros/libro/primeraspaginas/201201/primeras-paginas-
cuerpo-diferencia-sexual-genero.pdf.
2
Cfr. Paredes, Ricardo, “Los estereotipos de género en la comisión de delitos”, revista
“Igualdad”, mayo- agosto 2016, Consejo de Judicatura Federal.
Así puede resultar meramente informativo e inocuo suponer la
determinación de los colores de vestimenta entre uno y otro género, las
funciones gestacionales, o la más o menos generalizada atribución de
mayor fuerza física a los varones frente a las mujeres. Sin embargo, aun
cuando ello conforma un estereotipo [este], no se vuelve perjudicial sino
cuando se convierten en verdaderos límites, obstáculos y condiciones
insuperables. Asimismo, en un plano posterior, cuando se utilizan como
justificaciones dentro de organizaciones sociales como fuentes de poder,
pasan a constituir reglas claras de discriminación que, si no se revierten,
tienden a institucionalizarse. Es el caso del rango cultural que se vuelve
costumbre, después regla convencional y finalmente, norma
obligatoria.
Evidentemente, los estereotipos no son necesariamente negativos; sin
embargo, en una tendencia autodestructiva de la sociedad, se suele dejar
de apreciar y aprovechar las características de mujeres y hombres, y se
hacen emerger las diferencias en forma negativa, de manera que a los
hombres se les atribuye calidad de feroces, inflexibles, insensibles, rudos,
impulsivos, y a las mujeres se les tacha de hipersensibles, manipuladoras,
irreflexivas, caóticas, irracionales, histéricas.
3
Organización de las Naciones Unidas, CEDAW, Recomendación General 19.
4
Cfr. CIDH, Acceso a la Justicia para las Mujeres Víctimas de Violencia en las Américas, OEA/Ser.
L/V/II. doc.68, 20 de enero de 2007, Sección I, Introducción, Obstáculos que las mujeres enfrentan
al procurar remediar actos de violencia: diagnóstico de la situación actual, párr. 65. Ver también
Cook, Rebecca y Cusack, Simone, Estereotipos de género, University of Pennsylvania Press,
2009.
Época: Décima Época Registro: 2020986 Instancia: Primera Sala Tipo
de Tesis: Aislada Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la
Federación Libro 72, Noviembre de 2019, Tomo I Materia(s): Penal,
Constitucional Tesis: 1a. XCIV/2019 (10a.) Página: 375
sino que comprende toda privación de la vida a una persona del sexo
femenino. Sin embargo, sólo en los casos relacionados con un contexto de
dominación y discriminación, la ofensa o reproche social es mayor, lo que
justifica el incremento de la pena. En otros términos, lo que intimida,
degrada y cosifica es la “violencia feminicida” 5 que en su vertiente más
extrema termina en la muerte de una persona identificada como mujer, no
así toda privación de la vida de una persona de sexo femenino.
5
El concepto de “violencia feminicida” está definido en el artículo 21 de la Ley General de Acceso
de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, vigente desde 2007: “La forma extrema de violencia
de género contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos, en los ámbitos
público y privado, conformada por el conjunto de conductas misóginas que pueden conllevar
impunidad social y del Estado y puede culminar en homicidio y otras formas de muerte violenta de
mujeres”.
de la mujer como sujeto intrínsecamente vulnerable, que el propio legislador
equipara a los menores de edad, de quienes se presume una posición de
debilidad. Este enfoque esencialista esconde los factores contextuales o
estructurales que dan origen a la discriminación y violencia contra las
mujeres. En este sentido, si bien esta Primera Sala entiende que ser mujer
no implica necesariamente vulnerabilidad como condición física o mental,
también reconoce que las mujeres sí son un grupo en situación de
desventaja histórica sujeto a una discriminación estructural.
6
Fallada el once de agosto de dos mil quince por el Tribunal Pleno, bajo la ponencia de la Ministra
Margarita Beatriz Luna Ramos, siendo encargado del engrose el Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz
Mena.
De ahí la importancia de que en las medidas penales que proporcionan un
tratamiento diferenciado y agravado de la violencia contra las mujeres no se
desvincule ésta de los factores contextuales y estructurales que la
posibilitan, pues es el nexo entre violencia y discriminación el que debe ser
combatido de forma reforzada por el Estado mexicano, no sólo por así
haber sido condenado en el sistema interamericano, sino por constituir el
mandato previsto en los instrumentos internacionales a los que se ha hecho
referencia.