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Las cosas adquiridas por usucapión y el régimen patrimonial de comunidad.

Por Néstor Luis Lloveras

El artículo 464 CCyC enumera los bienes propios de los cónyuges en el régimen de
comunidad. Su inciso a) califica como propios “los bienes de los cuales los cónyuges tienen la
propiedad, otro derecho real o la posesión al tiempo de la iniciación de la comunidad.”
A estos bienes, que pueden consistir en cosas o derechos, se los denomina habitualmente “bienes
aportados” por ser los que cada cónyuge lleva al matrimonio. Todos los bienes sobre los cuales
alguno de los cónyuges es titular de derechos reales antes de la celebración del matrimonio, son
propios.

El artículo cita también a las cosas de las que alguno de los cónyuges tuviera la posesión “al
tiempo de iniciación de la comunidad”. Dado que la posesión no es un derecho real, sino una de
las relaciones de poder que pueden establecerse, de hecho, entre una persona y una cosa (art.
1909), cabe examinar el alcance de la expresión empleada por el art. 464 inciso a) en relación
con la calificación de los derechos que pueden derivar de una posesión iniciada antes del
nacimiento de la comunidad y que, continuando durante la vigencia de ésta, origina la
adquisición de un derecho real por prescripción adquisitiva. En esta hipótesis, la sentencia que
declara la adquisición del dominio es dictada durante el período en que rige la comunidad, pero
computa aquella posesión que le precedía para otorgar el derecho al usucapiente.

Así planteadas las cosas, la cuestión adquiere cierta complejidad al vincular la norma del art. 464
inciso a) con las que el CCyC dedica a la adquisición de derechos reales por prescripción
adquisitiva. Por cierto, conviene señalar, ante todo, que conforme el art. 2565, no sólo el dominio
puede adquirirse mediante el modo (art. 1897) de la usucapión sino también los otros derechos
reales principales, es decir que quedan exceptuados los que son accesorios de un crédito en
función de garantía: la hipoteca, la prenda y la anticresis (art. 1889), excepción a la que debe
agregarse las servidumbres negativas, en las que la carga real se limita a una abstención (art.
2164).

La sentencia que se dicta en los juicios de prescripción adquisitiva debe fijar la fecha en la cual,
cumplido el plazo de prescripción, se produce la adquisición del derecho real respectivo. Pero
dicha sentencia, si se trata de prescripción larga (art. 1899), no tiene efecto retroactivo al tiempo
en que comienza la posesión (art. 1905, segundo párrafo). En cambio, la sentencia declarativa de
prescripción adquisitiva breve (art. 1898), tiene efecto retroactivo al tiempo en que comienza la
posesión, sin perjuicio de los derechos de terceros interesados de buena fe (art. 1903, segundo
párrafo). Y la posesión, en este supuesto, se presume, salvo prueba en contrario, que se inicia en
la fecha del justo título o de su registración si ésta es constitutiva (art. 1903, primer párrafo).

El diferente efecto de las sentencias se explica, sucintamente, en la falta de registración de la


posesión en caso de prescripción larga de inmuebles, con la consecuente incidencia que ello
puede tener en los derechos o las cargas constituidos por el propietario durante el curso del plazo
prescriptivo[1]; mientras que en la prescripción breve, la existencia de justo título (una de cuyas
características es que esté revestido de las formalidades legales para su validez –art. 1902-),
unida a la posesión, otorga alcance “erga omnes” al derecho del usucapiente. Para consolidar ese
efecto también contra el verdadero propietario la ley otorga al poseedor, precisamente, la acción
de usucapión.[2]

En las condiciones descriptas ¿varía la calificación del bien adquirido por prescripción, en el
régimen de comunidad, según derive de sentencia dictada en juicio de usucapión larga o breve?

En una primera aproximación, pareciera que la falta de efecto retroactivo del pronunciamiento
dictado durante la vigencia de la comunidad en el proceso de usucapión larga determinaría que el
bien adquirido fuera ganancial aun cuando la posesión ejercitada por el cónyuge hubiera
comenzado antes de la iniciación del régimen dado que el derecho real se obtiene en una fecha
comprendida dentro de aquél. Por el contrario, en virtud del efecto retroactivo de la sentencia
que se dictara en juicio de usucapión breve, si el justo título (y la posesión que él hace presumir)
fueran anteriores al comienzo del régimen de comunidad, el bien adquirido sería propio del
cónyuge usucapiente.

Sin embargo, me parece que esa distinción no procede y que se impone una única conclusión,
aunque con fundamento en distintas normas.

Si se trata de prescripción breve, la retroactividad de la sentencia a la fecha de inicio de la


posesión implica que el derecho real se considera adquirido antes del comienzo de la comunidad
y, por lo tanto, el bien es propio del usucapiente en los términos del art. 464 inciso a) CCyC: es
un bien sobre el cual un cónyuge tiene la propiedad u otro derecho real.

Eventualmente, podría suscitarse alguna cuestión sobre la calificación del bien en caso –por
ejemplo- de disolución de la comunidad por divorcio, si se dilatara la inscripción registral del
derecho adquirido antes de la iniciación de aquélla, difiriéndose así la oponibilidad al otro
cónyuge hasta que el régimen hubiera comenzado. Pero cabe conjeturar que éste no podría
invocar su buena fe –presupuesto de la inoponibilidad por falta de publicidad- pues la
comunicación nacida de la convivencia, propia del vínculo matrimonial, en la generalidad de los
casos le habría hecho conocer el momento de la adquisición del derecho real por parte del otro
cónyuge sin dependencia de la registración. En tales condiciones, se presentaría la situación
prevista por la parte final del art. 1893 CCyC: “no pueden prevalerse de la falta de publicidad
quienes…conocían o debían conocer la existencia del título del derecho real”[3].

Cuando la sentencia se dicta en un juicio de prescripción larga y, por lo tanto, el derecho real
recién es adquirido por el usucapiente en la fecha fijada por el fallo (que está dentro del período
de vigencia de la comunidad), sin efecto retroactivo al momento de comienzo de la posesión, es
operativo, a mi juicio, lo dispuesto por el art. 464 inciso g): son propios los bienes adquiridos
durante la comunidad, aunque sea a título oneroso, si el derecho de incorporarlos al patrimonio
ya existía al tiempo de su iniciación.

Este principio estaba contenido en el art. 1267 del Código Civil. El derecho anterior al inicio de
la comunidad que menciona el art. 464 inciso g) CCyC (derecho que se admite que puede ser
hasta eventual), equivale a la causa o título precedentes de adquisición a los que aludía el art.
1267 CC. Los actos posesorios (art. 1928) que se comienza a efectuar antes de la iniciación del
régimen de comunidad y se prosiguen durante el plazo legal de la prescripción constituyen la
causa precedente que desemboca en la adquisición del derecho real mediante la sentencia que lo
otorga, aunque ésta se dicta durante la existencia de la comunidad.[4]

En cuanto a la enumeración de bienes gananciales del art. 465 CCyC, su inciso a) encuadra como
tales a “los creados, adquiridos por título oneroso o comenzados a poseer durante la comunidad
por uno u otro de los cónyuges, o por ambos en conjunto, siempre que no estén incluidos en la
enunciación del artículo 464”.

Esta norma describe la situación inversa a la que se ha venido comentando pues en este supuesto
la posesión comienza durante la vigencia de la comunidad. En ese caso, si se dicta sentencia de
prescripción breve una vez disuelta la comunidad, por el efecto retroactivo del pronunciamiento
(art. 1903 citado), la calificación de la cosa adquirida será la de ganancial.

Si se trata de sentencia de prescripción larga, en igual situación de hecho –es decir, comienzo de
la posesión durante la vigencia de la comunidad- habida cuenta de la irretroactividad prevista por
el art. 1905, deberá aplicarse el art. 465 inciso j). Esa norma tiene como antecedente el art. 1273
del Código Civil[5], que reputaba adquiridos durante el matrimonio los bienes que durante él
debieron adquirirse por uno de los cónyuges, y que de hecho no se adquirieron sino después de
disuelta la sociedad. El ya indicado art. 465 inciso j) es el reverso del art. 464 inciso g) y dispone
que son gananciales los bienes adquiridos después de la extinción de la comunidad si el derecho
de incorporarlos al patrimonio había sido adquirido a título oneroso durante ella.[6]

Por último, cabe señalar que este encuadramiento de las cosas adquiridas por usucapión dentro
de los bienes propios o gananciales en el régimen de comunidad no incide ni interfiere con la
operatividad propia de las soluciones que fueren aplicables en relación con los derechos, cargas o
gravámenes que pudiera constituir el propietario durante el curso del plazo prescriptivo y sus
consecuencias sobre la situación del usucapiente. Se trata de cuestiones independientes, la
segunda de las cuales no se vincula con la calificación del bien dentro del régimen de
comunidad.[7]

(*
[1] Conf. Kiper Claudio, “La prescripción adquisitiva en el proyecto de Código Civil y
Comercial de 2012”, Revista Jurídica UCES, dspace.uces.edu.ar
[2] Conf. nota de Vélez Sarsfield al art. 4010 del Código Civil.
[3] El CCyC adopta el criterio subjetivo de configuración de la buena fe del tercero, que concede
relevancia decisiva a su conocimiento o desconocimiento de la realidad extrarregistral, vale decir
de aquello que sucede fuera del registro en discordancia con sus constancias.
[4] En cuanto a la aplicación al supuesto estudiado del art. 1267 C.Civil, antecedente del art. 464
inciso g) CCyC, conf. Vidal Taquini Carlos H., “Régimen de bienes en el matrimonio”, Astrea,
1995, pág. 214. En cuanto al art. 464 inciso g) CCyC, conf. Belluscio, Augusto C., “Derecho de
familia”, Abeledo Perrot, 2016, página 332 y Sambrizzi, Eduardo, “El régimen patrimonial del
matrimonio en el nuevo Código Civil y Comercial”, La Ley, 2016, pág. 163. Ambos autores
encuadran en el art. 464 inciso g) el caso de la adquisición de un inmueble por prescripción
adquisitiva cuyo curso comenzó antes de la celebración del matrimonio y se cumplió después.
Sin embargo, los dos doctrinarios mencionan el efecto retroactivo de la prescripción que lleva a
considerar adquirida la propiedad desde el momento en que se inició la posesión “animus
domini”. A mi criterio, sin perjuicio de reiterar que el art. 1905 no otorga efecto retroactivo a la
sentencia dictada en juicio de usucapión larga, no es esa aludida retroactividad lo que explica la
aplicación al caso del art. 464 inciso g) sino la existencia de un derecho o causa anterior que está
constituida por la iniciación de la posesión antes del comienzo del régimen de comunidad. Según
entiendo, si la sentencia fuera retroactiva al momento de comenzar a poseer no haría falta
recurrir al art. 464 inciso g) porque, entonces, el derecho real ya se habría adquirido antes del
inicio de la comunidad por aplicación del art. 464 inciso a).
[5] Decía Guaglianone que para la determinación concreta de los bienes pertenecientes a la
sociedad conyugal disuelta, la ley ayuda a las partes mediante la presunción de ganancialidad del
art. 1271 C.Civil (hoy, art. 466 CCyC), y también “atendiendo no sólo a la época de la
adquisición, sino al tiempo en que se produjo la causa que ha conducido a ella” (art. 1273 CC).
(Guaglianone, Aquiles Horacio, “Disolución y liquidación de la sociedad conyugal”, Ediar,
1965, páginas 213/15, parágrafo 208).
[6] Conf. Zannoni, Eduardo, “Derecho de familia”, Astrea, 1998, tomo 1, pág. 544, parágrafo
434, quien da como ejemplo de una situación incluida en el art. 1273 C. Civil, antecedente del
art. 465 inciso j), “el de un bien adquirido por usucapión cumplida con posterioridad a la
disolución”.
[7] Se ha efectuado una distinción doctrinaria señalando que la irretroactividad de la sentencia
de usucapión larga concierne a los derechos que hubiese constituido el antiguo propietario pero
no al carácter propio del derecho adquirido pues el art.464 inciso a) sería una norma especial (ver
Arianna, Carlos, “Régimen patrimonial del matrimonio”, Astrea, 2017, pág.127, comentario al
art. 464 inciso a), quien adhiere a la opinión de Medina, en Kemelmajer de
Carlucci-Herrera-Lloveras Nora (dirs), “Tratado de derecho de familia”, tomo I, pág. 699 y 700).
Citar: elDial DC2B24
Publicado el: 18/06/2020
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