Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
OM
Art 30= La responsabilidad solidaria de "quienes contraten o subcontraten, cualquiera sea el acto que le dé origen, trabajos o servicios
correspondientes a la actividad normal y específica propia del establecimiento, por las obligaciones laborales del contratista o subcontratista.
El actor se hallaba vinculado laboralmente a Compañía Embotelladora, empresa dedicada, según surge de la sentencia de primera instancia, a la
fabricación, venta y distribución de gaseosas de la línea Pepsi.
La recurrente se dedica a elaborar los concentrados de las bebidas gaseosas, vendiéndolos a su vez a otras empresas. Compañía Embotelladora
.C
compraba a Pepsi esos extractos, elaboraba el producto final, y lo vendía y distribuía. (estas circunstancias relativas a la actividad comercial normal
y real de ambas empresas no se encuentran controvertidas en la causa).
Pepsi "no participa en manera alguna en la distribución, dirección o supervisión de la actividad desarrollada por Compañía Embotelladora
LA
Argentina". Por ello, consideró que no había mediado la contratación o subcontratación prevista por el art. 30 LCT.
La norma laboral no se refiere al objeto sino a la actividad social, de acuerdo a la distinción efectuada en la ley de sociedades (art. 19 , ley 19550).
la Cámara omitió examinar la distinción propuesta por la apelante entre objeto y actividad social, de relevancia decisiva para resolver esta causa.
FI
Que no corresponde la aplicación del art. 30 LCT, toda vez que un empresario suministre a otro un producto determinado, desligándose
expresamente de su ulterior procesamiento, elaboración y distribución.
Que NO media en el caso la contratación o subcontratación prevista en el art. 30 LCT ya que los trabajos y servicios de Compañía Embotelladora no
corresponden a la actividad normal y específica de Pepsi Cola Argentina es la fabricación de los concentrados.
NO se ha probado vinculación jurídica entre las accionadas. Tampoco que Pepsi tuviera participación de algún tipo en la actividad de Compañía
Embotelladora. El solo hecho de que la primera provea a la segunda de materia prima no compromete, por sí mismo, su responsabilidad solidaria
por las obligaciones laborales de la segunda en los términos del art. 30 LCT. Para que nazca aquella solidaridad es menester que una empresa
contrate o subcontrate servicios que complementen o completen su actividad normal.
Debe existir una unidad técnica de ejecución entre la empresa y su contratista, de acuerdo con la implícita remisión que hace la norma en cuestión
al art. 6 LCT.
Tampoco se ha probado en el caso la concurrencia de las circunstancias que habilitan la aplicación del art. 31 (empresas subordinadas o
relacionadas).
Hechos: Los herederos del profesional anestesiólogo (doctor Julio César Estala) inician demanda de indemnización por despido.
En primera instancia se hace lugar a la demanda y en segunda instancia se confirma la sentencia apelada. (El tribunal a quo consideró que
había quedado configurada la presunción del arto 23 de la Ley de Contrato de Trabajo. Hizo hincapié en que el doctor Estala cumplía sus
tareas como médico anestesiólogo en forma habitual en el Hospital Italiano, que integraba el plantel de la accionada y su tarea formaba
parte de un engranaje empresario. Concluyó que correspondía confirmar el fallo que reconocía al causante como dependiente de la
demandada.)
OM
La recurrente fundamenta la arbitrariedad de sentencia ya que no se analizó de manera circunstancial las diferencias que median entre el
control y la dependencia laboral. Fundamental para distinguir la “locación de servicios” del “contrato de trabajo”. Además, que el tribunal no
hizo mérito del comportamiento asumido por las partes durante 32 años; que el médico anestesió- lago no cobraba honorarios si no se
realizaba el acto médico en el que debía intervenir; y que el causante emitía facturas que presentaba ante la Asociación de Anestesia,
Analgesia y Reanimación de Buenos Aires, que gestionaba el cobro de sus honorarios.
Destaca que los pagos estaban siempre a cargo de la obra social o entidad de medicina prepaga que cubría la intervención. Y que el riesgo
.C
económico corría por cuenta del anestesiólogo, ya que no cobraba honorarios si no se realizaba el acto médico en el que debía intervenir.
Agrega que durante 32 años mantuvo una relación pacífica sin reclamo alguno con respecto al tipo de vínculo jurídico que unía al
anestesiólogo con el Hospital Italiano, lo que revela un acto jurídico propio, relevante y plenamente eficaz que no podría ahora tener un
DD
significado diferente
LCT (el actor cumplía tareas como médico anestesiólogo en forma habitual en el hospital de la demandada. Señaló que este formaba
parte del plantel de la accionada prestando servicios en forma personal en una tarea que era parte del engranaje empresario de la
accionada. En virtud de ello el reconoce el carácter de dependiente del reclamante.
5. la Corte Suprema declaró formalmente admisible la queja en tanto los agravios planteados en el recurso extraordinario y mantenidos en
la queja involucran cuestiones de orden federal susceptibles de examen en la instancia del artículo 14 de la ley 48. En virtud de ello,
OM
En primera instancia se hace lugar a la demanda y en segunda instancia se revoca la sentencia.
Cámara: Considera relevante que el calificativo impugnado provenía de una norma dictada por el Congreso Nacional en el ámbito de su
competencia y afirma que no puede sostenerse que la ley 24.700 resulte inconstitucional por afectar las garantías de retribución justa y de
protección contra el despido arbitrario consagradas por el art. 14 bis CN ni tampoco que colisione en forma manifiesta con el Convenio N° 95
de la OIT en cuanto define al salario.
.C
La parte actora interpone recurso extraordinario cuya denegación da lugar a la queja.
Corte:Declara la inconstitucionalidad en cuanto negaba carácter salarial a los vales alimentarios, lo cual impedía en el caso que su importe
fuese tomado en cuenta para calcular la indemnización por despido.
DD
Es indudable que “salario justo”, “salario mínimo vital móvil”, entre otras expresiones, bien pueden ser juzgados en cuanto a la relación
adecuada entre los importes remuneratorios y las exigencias de una “vida digna” para el empleado y su familia, también lo es que el salario
se proyecta con pareja intensidad a otro costado de la dignidad del trabajador: se trata, en breve, de que es preciso y necesario que a la
persona trabajadora le sea reconocido, de manera tan plena como sincera, que se ha “ganado la vida en buena ley”, y que toda ganancia que
obtiene del empleador con motivo o a consecuencia del empleo, resulta un salario. Llamar a las cosas por su nombre, esto es, por el nombre
que el ordenamiento constitucional les da, concluyó, resulta un tributo a la “justicia de la organización del trabajo subordinado”.
LA
La Corte recordó su jurisprudencia, según la cual, tanto el principio protectorio previsto en el art. 14 bis de la Constitución Nacional (“el
trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes”), cuanto diversas declaraciones y tratados internacionales con jerarquía
constitucional, han hecho del trabajador un sujeto de “preferente tutela constitucional”. Advirtió al respecto que ese bloque normativo
perdería buena parte de su sentido y efectividad si no expresara una conceptualización del salario que posibilitara su identificación.
En tal sentido, hizo referencia al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que en su artículo 6 dispone que el
derecho a trabajar “comprende el derecho de toda persona de tener oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo”, y que en el art. 7
FI
califica, cuando dicha oportunidad se materializa mediante un trabajo en relación de dependencia, como “salario” o “remuneración” la
prestación debida por el empleador al empleado.
Resultaba inadmisible que no se considerara salario una prestación que, como los citados vales alimentarios, entrañó para el trabajador,
inequívocamente, una “ganancia” y que, con no menor transparencia, sólo encontró motivo o resultó consecuencia del contrato o relación
de empleo.
1. Examina la validez constitucional del art 103 bis inc.c. Son beneficios sociales las siguientes prestaciones: Los vales alimentarios
otorgados a través de empresas habilitadas por la autoridad de aplicación, hasta un tope máximo de un 20% de la remuneración bruta de
cada trabajador comprendido en convenio colectivo de trabajo y hasta un 10% en el caso de trabajadores no comprendidos.
2. La evolución progresiva de la tutela jurídica del trabajador en materia de salarios tuvo como propósito fundamental, la protección de la
dignidad de la persona humana en el vínculo laboral subordinado.
3. El art. 103 bis inc. c no proporciona elemento alguno que, desde el ángulo conceptual, autorice a diferenciar a la concesión de los vales
alimentarios asumida por el empleador de un mero aumento de salarios adoptado a iniciativa de éste.
4. Contraprestación sólo pueden y deben ser llamados, jurídicamente, “salario, remuneración o retribución”.
5. Los beneficios no remuneratorios de los decretos 1477 y 1478 de 1989, y 333 de 1993, "destinados a mejorar la alimentación del
trabajador y de su familia", al concluir en "la existencia de un vínculo entre los beneficios dirigidos a mejorar la alimentación del
trabajador y de su familia, y el trabajo realizado o el servicio prestado, en virtud de un contrato de trabajo. Estos 'beneficios'
Por lo expuesto se hace lugar parcialmente a la queja y al recurso extraordinario, y se revoca la sentencia apelada. Determino que los vales
alimentarios tienen carácter salarial.
OM
.C
DD
LA
FI