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Equipo docente de Introducción a las Teorías Psicológicas

Corrientes Teórico Técnicas


Facultad de Psicología
Universidad de la República
PERSPECTIVAS PSICOLÓGICAS
EN SALUD

E q u ip o d o c e n te
de In tro d u c c ió n a la s T eorías P s ic o ló g ic a s
C o rrie n te s T eórico T é c n ic a s
Facultad de Psicología
Universidad de la República

P S IC O L IB R O S
U n i v e r s i t a r i o
Y
Derechos exclusivos de Publicación:

© Psicolibros Universitario - ConyTriun

Tristán Narvaja 1671


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Revisión de texto: Lic. Cecilia Mota
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ISBN 978-9974-8167-7-0

Se term inó de im prim ir en el mes de octubre de 2009

Hecho el depósito que marca la ley.


Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o
total de cualquier m edio gráfico o inform ático sin previa autorización del editor.
LA ESCISIÓN “ALMA CUERPO” EN
PERSPECTIVA HISTÓRICA
Lic. A na Laura R usso

Introducción
El p resente artículo se propone a n alizar las dificu lta de s que
la cultura occidental ha tenido, para lograr una concepción integra-
dora del hom bre, capaz de superar las clásicas dicotom ías alm a-
cuerpo o m ente-cuerpo.
Un recorrido en el tiem po, m ostrará la em ergencia de los di­
feren tes p aradigm as que han dom inado y d eterm inado que aun
hoy, la dicotom ía m ente-cuerpo se presente com o problem a para
las ciencias de la salud, habiendo perm anecido com o una c o n s­
tante a lo largo del tiem po y siendo uno de los ejes centrales en la
historia del se r hum ano.
La historiografía sobre el tem a es m uy am plia, te niendo en
cuenta que partim os desde antes de la Era C ristiana. Solo por una
cuestión tem poral serán posibles algunas referencias e sp e cificas,
re m itiend o al lector interesado, a co n su lta r las fuentes b ib lio g rá fi­
cas que fueron referencia para esta exposición.
El tem a en sí m ism o resulta com plejo, en el sentido de los
m últiples enfo ques sostenidos por autores con posturas d ife re n ­
tes, siendo im posible citarlos a todos.
Es por tanto im portante señalar, que estam os re a liza n d o un
recorte de lo que creem os, son las lineas de producción de conocí-
m iento que m ás contribuyen a explicar y fu n d a m e n ta r la diversidad
de teo ría s o prácticas, que determ inan en definitiva, las co n ce p cio ­
nes de salud-enferm edad predom inantes hasta n uestros días.
O bserva m o s cóm o desde ios orígenes de la F ilosofía, con
los antigu os p e nsadores griegos com o representantes, hallam os
la preocupación por e n te n d e r la constitución hum ana ta n to en sus
aspectos físico s com o psíquicos.
M uchos siglos después, la m ism a tem ática seguirá siendo
ab ordada desde d istintos enfoques de la P sicología y de la M edi­
cina, tan to en la academ ia, en el laboratorio o desde las que se ha
deno m in ado terapias alternativas.
Llegarem os a un siglo XX de grandes rupturas e p iste m o ló g i­
cas en tod as las ram as de la ciencia, que co nm overán los saberes
e stab lecidos y aceptados. Sólo podrem os a cercarnos a una ce rte ­
za tem poraria , verd a d e s en perm anente construcción y cam bio.
E ste m odelo sólo es pensable desde la aceptación de un pa­
radigm a com plejo, superando la idea de causalidad lineal y ve rd a ­
des únicas.
Tal vez así sea posible acercarnos a pensar en la P sico so m à ­
tica com o una disciplina más, que aporte una explicación dinám ica
e integral del hom bre del siglo x x i y proponga la superación de la
vieja escisión.

Un punto de partida: La antigüedad


Los prim eros antecedentes con registro escrito, que señalan
la p re ocupación por la m ente o el espíritu-alm a del hom bre, se
ubican en la G recia A ntigua hacia el siglo V a. C.
P ensar en pares de opuestos es una característica del pen­
sa m ien to a ntiguo y sin duda una m arca m uy profunda en el p ro ce ­
so histó rico de la sociedad occidental, que com o ve re m o s en las
sucesivas etapas cronológicas, determ inará la form a de pensar,
de vivir, de ha ce r ciencia, de la religión, en definitiva, de to d o s los
aspectos cotid ia no s del individuo.
El té rm in o p sico so m à tico corresponde e tim o ló g ica m e n te a la
lengua griega y significa: “p s y c h é ” = alm a y “s o m a ” = cuerpo. Se

— 40 —
Ir Min de dos vocablos unidos, en el intento de c o n so lid a r una form a
ilii pen sar y e xplicar al ser hum ano.
S ócrates (470 a. C. - 399 a. C.) concebía un hom bre co n sti­
tuido por un substrato m aterial, que serían el cuerpo y sus funcio-
nos, pero tam bién habla de una esencia inm aterial, a la que llam a-
i;i alm a y que tien e que ver con los pensam ientos y sentim ientos.
: ;u recordada frase “C onócete a ti m ism o ” , señala los aspectos
in lle xivo s del sujeto com o una necesidad para la búsqueda de lo
verdadero.
R econocem os en Platón (428 a. C. - 347 a. C.) la prim era
concepción dicotòm ica com o form a explicativa del fun cio n a m ie n to
hum ano. Su planteo ubica la razón en la cabeza y el coraje en el
abdom en. D esde esta postura, la dicotom ía razón - opinión, nos
lleva a je ra rq u iz a r a la prim era, quedando en un se gundo plano la
opinión, lo sensible, lo no razonado.
A ristóteles (384 a. C. - 322 a. C.) retom ará el p ensam iento
de su m aestro Platón, pero realizará algunas variaciones. S eñala
que las ideas no pueden existir separadas de la “cosa m ism a ” . Si
bien ¡a realidad es el m undo que vem os y sentim os, algunas cosas
e xisten en sí m ism as, com o un hom bre, una casa, etc; son solo
si form an parte de otras, por ejem plo un color, una cualidad (rojo,
bello, g rande). A ristóte les llam ará su stancias a las prim eras y las
considera la form a fundam ental. Llegará a la conclusión de que
todas las cosas se com ponen de dos elem entos: form a y m ateria.
A m b a s no pueden pensarse separadas. A sí alm a y cuerpo
son e lem en tos inseparables. Si bien la m anera de p e n s a re n pares
se m antiene, com o uno con dos partes, hay un prim er intento de
co nceb irlas com o dos caras de la m ism a m oneda.
La M edicina ha reconocido a H ipócrates (460 a. C. - 367 a.
C.), com o su padre, siendo de sum o va lo r sus aportes, m uchos de
ellos o lvidad os a lo largo de la historia, pero que m antienen hoy
plena vigencia.
S osten ía la idea del cuerpo com o unidad funcional, siendo el
alm a la que tiene una función reguladora que se m odifica c o n sta n ­
te m ente y form a un todo con el cuerpo. Esta unidad organizada,
dirá H ipócrates, puede desorganizarse y allí surgiría la e n fe rm e ­
dad.

— 41 —
Las con trib u cio n e s de este p e nsador serán de gran im p o rta n ­
cia, en cuanto fue el prim ero, según se tiene registro, en desta ca r
la relevancia de la observación clínica y la anam nesis del paciente,
viendo al enferm o en su contexto general e in cluyendo las causas
am b ie ntales de las e n ferm edades com o el clim a, los vientos, el
agua y ten ie n d o en cuenta el pasado del enferm o, su p resente y
su futuro.
Tenem os en H ipócrates una clara visión integradora del suje­
to, que si bien m antiene la búsqueda de causas e xplicativas, estas
pueden se r diversas.
La im portancia del contexto nos m uestra una conce p ció n de
hom bre d iferente a la de los filósofos de su época, ya que lo sano
y lo enfe rm o se relacionan con las condiciones de vida de los su je ­
tos, por ta n to está im plícito en ello lo que se conciba y acepte para
esa época com o salud o enferm edad.
D urante el período m edieval (siglos v a x v ) y el surgim iento
de la Iglesia com o dom inadora de la cultura, la actitud del hom bre
estaba centrada en el dogm a religioso y la fe com o ve rd a d e s in­
cuestionables.
Del p rim e r período m edieval se destacó San A gustín, un clé­
rigo que retom ará las ideas de Platón tra tan d o de e xp lica r m e d ia n ­
te la razón lo que cree que es la fe. Ésta es la que hace posible el
e ntendim iento, la razón debe ser ilum inada por la fe.
Tam bién en la línea de conciliar razón y fe, ya a va n za d o el
siglo xni, el e clesiástico S anto Tomás de A quino, se a poyará en el
pen sam iento de A ristóteles, afirm ando que si bien no es posible
c o nce bir m ateria sin form a, sí es posible la existencia de form a sin
m ateria y de allí se sostiene la existencia de Dios.
Se m antiene por tanto la distinción en dos estados posibles,
tal com o se había concebido en la A ntigüedad, solo que ahora el
fuerte p od e r eclesiástico ponía a su servicio y para e xp lica r su d o g ­
ma, las ideas que la F ilosofía había aportado siglos atrás.
La concepción de salud y enferm edad en este período re co ­
nocía la clasificación en enferm edades del cuerpo, llam adas “n atu­
ra les” y e n fe rm e d a d e s del alma, denom inadas “so b re n a tu ra le s” .
A tra vé s de estas últim as se ju stifica b a n las disidencias que
el cristia nism o tenía, ya que toda ¡dea que cuestionara el dogm a
mllflloso, era considerada un alm a poseída por el dem onio y sufría
1.1 ((liorna en la hoguera.
Hacia los siglos xvi y xvn, durante el período co n o cido com o
M odernidad, se producen im portantes cam bios políticos, e co n ó m i-
i .iin y so cia le s.13
La Reform a Religiosa y la crisis de la Iglesia C atólica co n trib u ­
yan a la separación de la ciencia y la fe, surgiendo nuevas form as
<|u ver y explicar los viejos problem as que preocupan al hom bre.
En estos años es que ubicarem os el su rg im ie n to de la cie n ­
cia m oderna con im portantes descubrim ientos y e x p e rim e n ta d o -
nos que darán a la producción de co nocim ientos un ca rá cte r de
utilidad. S erá una ciencia al servicio del hom bre para m o d ifica r la
naturaleza en la búsqueda de beneficios propios.
M uchos son los exponentes de este período, pero p a rticu la r­
m ente qu ere m os de sta ca r las figuras que hacen al tem a que nos
convoca, en la búsqueda de respuestas históricas al te m a de la
oscisión m ente-cuerpo.
Uno de los filósofos reconocidos com o de m a yo r incidencia
on el pen sam iento m oderno es R ene D escartes (F rancia 1596-
1650).
Entre sus notables aportes al pensam iento cie n tífico de la
época, se destacan la elaboración de un m étodo a n a lítico d e d u c­
tivo y la distinción de una m etafísica que trata los p ro b le m a s del
alm a y una física aplicada al m undo m aterial. Su p lanteo es de­
term inante, en cuanto señala una fe en la certeza a b soluta de la
ciencia.
La clave del m étodo es la duda radical, hasta lle g a r a lo que
no se puede dudar: su existencia: “pienso luego e x is to ” .
D istingue entre “res exte n sa ” y “ res pensa n te ” com o ob ra s de
Dios. Se trata de seres hum anos habitados por un alm a racional
que se conecta al cuerpo por la glándula pineal, ubicada en el
cerebro.
La razón es m ás cierta que la m ateria y el c o n ce p to de cu e r­
po no incluye nada que pertenezca a la m ente y viceversa.

13 Para ampliar: Russo, A. (2007). “Transición Edad Media-Modernidad”, en: Carro, S.


y De la Cuesta, P. (comp.). Introducción a las teorías psicológicas. Ed. Psicolibros.
Montevideo.

— 43 —
A sig na al cuerpo una extensión, es espacial y puede e jecutar
.u;don<'s por si m ism o, sin la intervención de la m ente; en cam bio
< I nlm fl o m ente no tienen extensión. D escartes dirá que excede
nuestra capacidad co m p re n de r cóm o están unidos cuerpo y m en­
tó, pues no sa b e m o s cóm o y cuándo ese cuerpo e spacial se ve
afectado por la m ente.
El a u to r y filósofo G. V esey (1970) llam ará a este dilem a p lan­
teado por D escartes “el pun to m uerto cartesiano", pues es a partir
de esos planteos que m uchísim os autores posteriores se e m p e ­
ñen en reso lve r este dilem a, o por lo m enos intentan dar respuesta
a esta dicotom ía, que aún cuesta d e sce n tra r com o problem a en el
ám bito de las ciencias de la salud.
A co rd a m o s con V esey que se trata de un “p u n to m u e rto ” en
el sentido que así planteado no quedan alternativas.
El problem a queda instalado desde el m om ento que se co n ­
cibe al hom bre e scindido y form ado por dos co m p o n e n te s que, al
asignarles una com posición diferente, es im posible su integración.
Es com o si p e nsáram os en la clásica m ezcla de agua y aceite, su
com posición m ism a im pide su fusión en una sola.
P artiendo de este “pun to m uerto c a rte s ia n o ” a m ediados del
siglo x vil, serán m uchos los autores que buscan las respuestas
m etafísicas a este problem a. Sin em bargo, q u isiéram os d e sta ca r
no solo las respuestas en este sentido, sino intentar una breve pa­
norám ica que perm ita visu a liza r cóm o, desde diferentes co n ce p ­
ciones de hom bre y de ciencia, hallam os interesantes planteos que
perm iten pe n sa r en las construcciones te ó rica s y prácticas de los
siglos posteriores, en lo referente a las corrientes psicológicas.
D estaca re m os básicam ente tres líneas o enfo q u e s sobre el
tem a en cuestión:
a) Las respuestas m etafísicas y filosóficas.
b) Las posturas de la neurofisiología y la “psicología e xp e ri­
m e n ta l’’.
c) Los enfo q u e s de la psiquiatría dinám ica, em e rg ie n d o una
concep ció n de la salud y la enferm edad que se acerca a lo
integral y que será resistida por la academ ia y cu estionada
por el paradigm a vigente.

— 44 —
El siguiente cuadro c o m p a ra tivo perm ite v is u a liz a r en form a
sim ultánea las respuestas que m u ch o s autores aportaron a la di-
li'in á tica planteada.

1600____________ 1700____________
D E S C A R T E S (1 5 9 6 -1 6 5 0 ) "H U M E (17 1 1 -1 77 6 )
In te ra c c io n ism o m e n te - M ente co m o im p re sio n e s de
cuerpo. la e xp e rie n cia .

M E L A B R A N C H E (1 6 3 8 - DE LA M E T T R IE (17 0 9 -
(/) 1751)
1715) O ca sio n alism o . N o hay
11 influencia. M ate ria lism o , niega la
™s g.
c/) w m ente.

C/J tp r- S P IN O Z A (1 6 3 2 -1 6 7 7 )
O) a)
N iega la m ente. D oble a s p e c ­ K A N T (1 7 2 4 -1 8 0 4 )
13 ^
cu J5 ■o to. M ism a su sta ncia. M ente co m o o rg a n iza d o ra
>> o de la e xp e rie n cia .
co
L E IB N IZ (16 4 6 -1 7 1 6 ) A rm o ­
(/) nía de am bas. H A R T L E Y (1 7 0 5 -1 7 5 7 )
CD
a: A to m ism o . E n fo q u e fis io ló ­
B E R K E L E Y (1 6 4 6 -1 7 1 6 ) gico.
In m a te ria lism o . El c u e rp o es
una p e rce p ció n de la m e n te .
o W H Y T T (1 7 1 4 -1 7 6 6 )
" o c /T
a) oo — R e fle jo s in vo lu n tario s.
'o C0 v) B
i 3 Q. c G A L L (1 7 5 8 -1 8 2 8 )
■c CO ^ 0
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E 03 o a. c e re b ra le s.
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.2 0 o 'Fv CT) W E B E R (1 7 9 5 -1 8 7 8 )
2 co F isio lo gía ó rg a n o s s e n s o ­
O — riales.
M E S M E R (17 3 4 -1 8 1 5 )
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8 JS P U Y S E G U R (17 5 1 -1 8 2 5 )
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2. E c
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P IN E L (1 7 4 5 -1 8 2 )
E “ D e se n c a d e n a r al e n ferm o
m ental"

— 45 —
1800 1900
JH O N S T U A R T M ILL (1 8 0 6 -1 8 7 3 )
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TO C a u sa s lóg ica s a p a rtir de la e xp e rie n cia .
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C o n d u ctism o . N e g a ció n o n to lò g ica de la m ente.
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1957)
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B E R N H E IM (18 4 0 -1 91 0 )
S u g e stió n . P sico te ra pia

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I as respuestas metafísicas y filosóficas
B aruch S pinoza (1632-1677) negará la existencia de la m e n ­
te y el cuerpo com o entidades distintas y dirá que am bas son as­
pectos de la m ism a sustancia. Su teoría conocida com o del doble
aspecto sostiene com o única sustancia e xistente a Dios, re co n o ­
ciendo la m ente y el cuerpo com o aspectos distintos de la e xis­
tencia.

N icolás de M alebranche (1638- 1715) tam bién desde una


postura dogm ática religiosa, propone que la m ente y el cu e rp o no
lienen capacidad causal y Dios sería la única causa.

Gottfried Leibniz (1646-1716) con una visión racionalista, dirá


que tanto el m undo físico com o las capacidades m entales están
com puestos de infinitas m ónadas que no se com unican entre sí, de
m odo que el m undo mental no se relaciona con el m undo físico.
Tam bién subordina la existencia de la m ente a la existencia
de Dios ya que cree que los dos m undos están sincronizados com o
dos relojes a la m ism a hora, y esa sincronización la hace Dios.
V em os el com ún d e nom inador de estos pensadores en la
explicación religiosa com o una constante explicativa im posible de
abandonar.

D esde una postura radical del em pirism o, G eorge B erkeley


(1685-1753) sostenía que la sensación era la fuente de todo c o ­
nocim iento, por lo que negaba que la m ateria pudiera e x is tir en
ausencia de la percepción. P or lo tanto no existe la distinción entre
m ente y cuerpo pues el cuerpo sería una percepción de la m ente.
Esta ¡dea de que solo existe la m ente se conoce com o In m a te ria ­
lism o.

El escocés D avid H um e (1711-1776) ta m bién desde su p o si­


ción em pirista, argum enta que los elem entos básicos de la m en­
te son las im presiones (obtenidas de la experiencia), en tanto las
¡deas son las im ágenes de las im presiones. Los aportes de H um e
a la P sicología, se reconocen com o im portantes en lo re fe re n te a
las nom ina das Leyes de la A sociación:

— 47 —
1) S em ejanza: La m ente tiende a aso cia r lo parecido.
2) C ontigüidad: Dos elem entos o hechos que se e x p e rim e n ­
tan ju ntos, se tienden a recordar juntos.
3) C ausa- efecto: A un fenóm eno que ocurre a continuación
de otro, so le m o s asociarlos.

Im m anuel Kant, será otro filósofo que aportó a la discusión


entre e m piristas y racionalistas, señalando que si bien todo c o ­
nocim iento com ienza con la experiencia, no todo p rocede de la
experiencia y se necesitan determ inados “esquem as que son pro­
ducto de la im aginación que nos perm iten co m p re n de r el m undo y
a d ecuarlo a la estructura de nuestra m e n te ".14

Im posible detenernos en esta oportunidad en m uchos a utores


im portantes, ta le s com o D avid Hartley, Jhon S tuart Mili, S hadw orth
H odgson, G eorge Lew es, W illiam C lifford entre otros, q u ienes se
cuestion aro n sobre el problem a del conocim iento y a su relación
con la conce p ció n de lo que se definía com o “m ente".

La Neurofisiología y la “psicología experimental”.


Es op ortu n o ob se rva r cóm o, sim ultáneam ente a las re sp u e s­
tas filo sófica s, com ienza el desarrollo de las ciencias natu ra le s y
desde la N eurofisiología surgen valiosas investigaciones sobre el
sistem a nervioso central.
El problem a de resolver la dicotom ía m ente-cuerpo, se d e s ­
plaza de sd e la m etafísica, que no lograba dar una respuesta aca ­
bada; hacia los e studios de la N eurofisiología, que se presenta
com o la que sí puede ser “cie n cia ”.
La P sicología com ienza a recorrer el cam ino de la Biología y
las C iencias N aturales, dada la necesaria condición del paradigm a
positivista dom inante, que exige a toda ciencia, la utilización del
m étodo cien tífico experim ental.
P odem os reco n o ce r com o antecedentes de la P sicología
E xperim ental a varios neurofisíólogos que, a p artir del e studio de

14 Citado por SANTAMARIA, C. en: Historia de la Psicologia. (Ob. Ref, p. 31)

— 48 —
anim ales en un com ienzo, se cuestionan sobre estím ulos, reflejos
e im pulsos nerviosos.
Entre m uchos, fue destacado R obert W h ytt (1714-1766), pio­
nero en re alizar estudios rigurosos sobre los reflejos involuntarios
en el estudio de ranas. Luigi Galvaní (1737-1798) co ntinuando en
la línea anterior, observó aspectos relacionados con la electricidad
anim al, utilizando aparatos para su m edición.
A uto re s posteriores com o H elm holtz (1821 -1894), se basarán
en estos antecedentes para e stu d ia r el sistem a nervioso hum ano
y m edir la velocidad de los im pulsos. Fueron valiosos sus aportes
sobre la percepción y se le reconoce por la invención del ofta lm o s-
copio (instrum ento para e xa m in a r la retina). S us e studios sobre
la visión, explicaban de m anera bastante exacta, los m ecanism os
por los cuales podem os c a lcu la r la distancia entre objetos.
En relación a la localización de las funciones cerebrales, se
reconocen los estudios de F ranz Gall (1758-1828) com o un p ione­
ro en el intento de localizar e spacialm ente las áreas cerebrales. Si
bien falló en algunos de sus presupuestos, el aporte que d e sta ca ­
m os para la P sicología, tiene que ver con su afirm ación de que “el
cerebro es el órgano de la m e n te ” , instalando una con ce p ció n que
otorga a la m ente facultades intelectuales y em ocionales.
O tro grupo de autores llam ados “p sico físico s” , tam bién han
de consid erarse com o a n tecedentes en la construcción de la lla­
m ada “ P sicología experim ental o cie n tífica .” Dicha nom inación se
les asigna, dado que buscarán re la cio n a r lo que consideran a sp e c­
tos psicológicos del hom bre, con sus m anifestaciones físicas.
E rnest W ebe r (1795-1878) se interesó en la fisio lo g ía de los
ó rgan os se nsoria les e investigó cóm o se produce el proceso de
percepción de los estím ulos externos. P lanteó lo que se reconoce
com o prim era ley m atem ática en Psicología, ya que hablaba de
“un um b ra l d ife re n cia l m ínim o de percepción".
G ustav F echner (18 0 1 -18 8 7 ) es co nsiderado un se g u ido r
de los estud ios de W eber y se propuso re la cio n a r el m undo físico
y el de la m ente, buscando una relación que fuera re g istra b le y
cuantificable. U tilizó varios m étodos para m e d ir la m agnitud de las
sensaciones, los que si bien fu eron cue stio n a d o s por parte de la
academ ia, le aseguraron cierto re co n o cim ie n to por parte de a lg u ­
nos investigadore s que veían en los e studios e xp e rim e n ta le s de

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laboratorio, el com ienzo de la legitim ación científica de los a sp e c­
tos psicológicos.
W ilh elm W undt (1832-1920), había tra b a ja d o com o asistente
de H e lm holtz y se m ostraba m uy interesado en los e studios de
sen sa ciones y percepciones.
La historia de la P sicología, lo ha reconocido com o el psicó ­
logo experim ental que logró siste m a tiza r y o rd e n a r los e studios
realizados en su época. La creación de un laboratorio de d icad o
e sp ecíficam e n te a estudios psicológicos en 1875 en Leipzig y la
concurrencia al m ism o de investigadores de varios lugares de Eu­
ropa, e incluso de los E stados Unidos, hizo de W undt un referente
ineludible de la P sicología científica de su m om ento.
Las inve stig acio n e s incluían, análisis de se nsaciones, e stu ­
dios de atención, percepción, m em oria y asociación de ideas.
D esde esta postura, la m ente aparece ra d icalm ente se p a ra ­
da del cuerpo, ya que se je ra rq u iza n los ó rganos se n so ria le s que
reciben estím ulos, d efiniendo los “h echos o contenidos de co n ­
ciencia" com o objeto de estudio.
Los investigadores anteriorm ente citados, pertenecen a la
que podríam os d e n o m in a r “la cuna de origen", de la P sicología
científica en A lem ania, sin em bargo, la producción de c o n o cim ie n ­
to e m igraba p rontam ente a los Estados U nidos, donde deb e m o s
d e stacar a W íllíam Jam es (1842-1910), quien tu vo un reconocido
lugar co m o fu n d a d o r de la Psicología.
En el año 1890 escribió el libro “P rincipios de P sico lo g ía ” ,
con siderada obra clásica, en la cual se m uestra partidario de la
introspección y señala las propiedades de la conciencia. Ésta es
definida com o “ ...u n flujo continuo que no puede de sco m p o n e rse
en unid ades sim p le s y para estudiarla es preferible p e n sa r en su
utilidad m ás que en tra ta r de indagar su e s tru c tu ra ...” 15
Su postura pragm ática radical, lo llevó a c o n s id e ra r a las
e m ocione s com o procesos fisiológicos particulares y la e xistencia
de estím ulos e xternos que afectan nuestros ó rganos físicos. R es­
pecto al problem a m ente-cuerpo, m antuvo dos posicio n e s que por
m om entos se contradicen. P or un lado señala que todo está fo r­
m ado p or una sola m ateria y no hay distinción m ente-m ateria. En

15 Op. cit.

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otro m om ento se acerca a la posición de B e rk e le y (Inm aterialism o)
y dice que la m ateria no existe.
Es intere san te señalar, un interés q u iz á s m enos conocido de
este autor, y es lo referente a su cu rio s id a d y a tracción por los
fenóm enos “p aran orm a le s” . Creía en la te le p a tía y en el e sp iritis­
mo, quizás po r ello es tan difícil se ñ a lar u n a postura definida con
respecto a lo que definía com o m ente y co n c ie n c ia .
Tam bién en Estados Unidos, a lg u n a s déca d a s después,
m erece ser destaca do John W atson (1 8 7 8 -1 9 5 8 ), co n sid era d o el
cread or del C onductism o. En su crítica a la psicología clásica y al
uso del m étodo introspectivo, se propone d e s a rro lla r una P sico lo ­
gía o bjetiva y experim ental que pudiera s e r co nsiderada dentro de
las ciencias naturales. Para ello se p la n te a com o objeto de e stu ­
dio “ la conducta h um ana” . En su obra se d is tin g u e n básicam ente:
a) el “cond u ctism o m e to d o ló g ic o ” que s o s tie n e el uso del m étodo
científico e xperim ental, b) el "co n d u ctism o m e ta físico ” , en el cual
fundam enta que la m ente no existe.
Toda actividad hum ana incluyendo p e n s a m ie n to s y e m o cio ­
nes, se pueden explica r a través de m o v im ie n to s m u sculares o
se crecione s glandulares. D esde esta p e rsp e ctiva , W atson elije no
pen sar en el problem a de la escisión m e n te -cu e rp o . Sí se deja de
pen sar com o problem a m etafísico y se lo coloca en el polo c ie n ­
tífico, es ne cesario a n u lar la m ente, p u e s co rre sp o nd e a una ca­
tegoría no m edible, desde el paradigm a p ositivista de la ciencia
exacta.

La psiquiatría dinámica y las prim eras concepciones


unicistas
El te rce r eje tem ático que nos p ro p o n e m o s analizar, en re­
lación al p roblem a de la escisión m e n te -c u e rp o , se co rre sp o nd e
fund am e n ta lm e n te , con ciertos planteos que, se m a ntuvieron al
m argen del m étodo científico validado p o r la academ ia y el p a ra ­
digm a dom inante, y tienen que ve r con u n a concepción d iferente
en el tra ta m ie n to de las e nferm edades m e n ta le s.
A la ¡dea reinante hasta la Ilu stra ció n , de los e nferm os m e n ta ­
les com o poseídos por el dem onio y tra ta d o s de form a to ta lm e n te
inhum ana, se presenta com o un m ojón relevante en la historia,
P hillipe Pinel (1745-1826), quien intentará d a r un lu g a r y tra ta ­
m iento d ife re n te a estos enferm os, buscando una explicación a las
causas naturales del origen de estos padecim ientos.
En A lem a n ia los estudios de Franz A ntón Mesm er, (1734-
1815) proponen una nueva concepción de enferm edad, basada en
la hipótesis de un d e sequilibrio en el fluido energético del hom bre,
que podía a fe cta r tanto su m ente com o su cuerpo.
C om o terapia hacía beber a sus pacientes agua con alto co n ­
tenido en hierro y luego colocaba im anes en varias zonas del cu e r­
po. E stablecía cierto contacto físico con los pacientes, co lo c á n d o ­
se de frente, tom ando sus m anos y m irándolos a los ojos con lo
que lograba que las personas entraran en una especie de trance.
Luego de estos episodios ocurría una m ejoría de los síntom as.
En ocasiones desarrollaba curas en grupo, tam bién con b u e ­
nos resultados.
Su final no fue feliz, dado que su ¡dea de h a ber de scu b ie rto
un flu id o m agnético no fue com probada científicam ente y se pudo
constatar que sin el uso de im anes podían lograrse re su lta d o s si­
m ilares. Sin em bargo, sus investigaciones y tra ta m ie n to s dieron
cuenta de la im portancia del rol del terapeuta y del p o der de la
sugestión en ese vínculo con el paciente.
A sí m ism o el hecho de hablar de crisis para el logro de la
cura, a pare ce com o un indicio en la historia de la psiquiatría d in á ­
m ica en lo que refiere a la expresión de la enferm edad.
Un discípulo de M esm er, el m arqués de P uységur (1751-
1825) centró la im portancia del tratam iento en el p o der del m ag­
netizador y habló de crisis, com o un estado de “so n a m b u lism o
a rtific ia r en el que caían los pacientes. Se considera este com o
el prim e r ante ce d e n te docum entado de lo que m ás adelante se
llam ará hipnosis.
Estos e studios se fueron difundiendo m ás allá de A lem ania y
Francia, desta cá n d o se en Inglaterra el m édico Jam es Braid (1795-
1860), quien en conocim iento de las exp e rie n cia s anteriores, p ro ­
puso in d u cir a los pacientes en un estado de sueño, al que llam ó
neu roh ipn osis, utilizando un objeto brillante.
Es en este m om ento en que una enferm edad cuyos síntom as
físicos resultaban incom prensibles para la m edicina tradicional, se
destaca y de m anda la atención de v a rio s m édicos investigadores:
la histeria.
Q uienes la padecían, fu n d a m e n ta lm e n te m ujeres, p re se n ­
taban d esvanecim ientos, parálisis en los m iem bros su p e rio re s o
inferiores y ataques que se parecían a los epilépticos. Sin e m b a r­
go los m édicos observaron que las p a rá lisis no se correspondían
con una afección del sistem a n ervioso, ya que por e jem plo estaba
paralizada la m ano pero no el brazo, lo que neurológícam ente no
era posible.
R eco rd em os que la neurofisiología, ciencia acep ta d a en el
am biente científico, adjudicaba una ca u sa cerebral a to d o s los fe ­
nóm enos m entales. El hecho de que algunos autores em piecen
a p ropo ner la hipótesis de que po d ía n sufrirse de te rm in ad o s sín­
tom as físico s sin que hubiera una ca u sa orgánica, co m e n za b a a
su b ve rtir las ideas hasta entonces avaladas.
Fue el neurólogo francés Jean M artín C harcot (1825-1893)
de la e scuela de S alpetriere, quien m edíante el m étodo de hip n o ­
sis lograba m ejorías en las enferm as. C harcot propuso la idea de
que la h ipnosis era una consecuencia d e la histeria y que los sín to ­
m as realm ente existían sin que h u b iese a lteraciones e structurales
ni cerebrales.
Un poco m ás adelante en el tie m p o , dos de los discíp u los de
C harcot, P ierre Janet en París y S igm und Freud en V iena darán a
la histeria la categoría de trastorno psicológico.
P a ralelam ente a estos estudios, en la escuela de Nancy, Hi-
ppolyte B ernheim (1840-1919), d e fie n d e la hipótesis de la s u g e s ­
tión. No com parte la idea de la h ip n osis com o estado patológico
com o planteaban en S alpetriere, sino que lo define com o “un sue­
ño prod ucido por sugestión" y el cual pue d e utilizarse con fin e s te ­
rapéuticos, siendo todos los sujetos p a sib le s de ser su g e stio n a d o s
en estado de vigilia.
Se recono ce a B ernheim el u so del vo cablo “p s ic o te ra p ia "
cuando usaba este m étodo, palabra d e uso habitual en la te rm in o ­
logía psicológica actual.
E ntre las corrientes c o n te m p o rá n e a s de inicios del siglo xx,
surge el P sicoanálisis de S igm und F reud (1856-1938), cuyo origen
surge de la práctica clínica, vinculada al interés por las e n fe rm e d a ­
des m entales y particularm ente a los c a s o s de histeria.
Freud había sido becado en 1885 para e stu d ia r con C harcot
en París y entró en contacto con am bas escuelas (S alpetriere y
Nancy), y sus aportes respecto a la hipnosis y la sugestión.
En V iena, Freud com ienza a tra b a ja r con Joseph B reuer
(1842-1925), in tercam biando sobre las posibles re sp u e sta s a la
histeria. En un co m ie n zo utilizaron el m étodo catártico, la hipnosis
y la sugestión. Luego Freud irá m odificando su m étodo a p a rtir de
sus casos clínicos, hasta llegar al que llam ará p ropiam ente m é to ­
do p sicoana lítico .
Este am b ie n te de producción de co nocim ientos hacia 1880,
nos ubica en un m om ento fundam ental de la historia de la P sico ­
logía y de las co ncepciones de salud y e nferm edad que ve n im o s
d esarrollando. Se trata de nuevas form as de p e n sa r lo que m a­
nifiestan los enferm os y las causas de los síntom as que se pre­
sentan. N os en co n tra m o s en los prim eros intentos de e x p lic a r el
fu n ciona m iento de los sujetos, no desde un punto de vista m ecaní-
cista, com o vim os para la psicología experim ental, sino donde se
atribuyen causas d esconocidas o no consientes a los aco n te ce re s
hum anos

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