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TEMA 5: DESCARTES.

1. CONOCIMIENTO Y REALIDAD.

Según Descartes, solo hay un método para la razón, y es el que usan los matemáticos. Su
método está basado en entender cómo funciona la razón, y es que aquel que entiende las
características de la razón será capaz de progresar aplicándolo a cualquier objeto.

Para Descartes, un método es un conjunto de reglas ciertas y fáciles tales que todo aquel
que las observa, nunca toma algo falso por verdadero. El método de la razón está basado en
cuatro reglas:

1. La regla de la evidencia explica que no se debe aceptar nada por precipitación, es decir,
no se debe aceptar nada que no sea evidente. Tomamos por evidente aquello que sea claro, que
es lo que se presenta a la razón con tal transparencia que no deja lugar a dudas, y distinto, algo
que me permita distinguirlo de otras cosas similares.
2. El análisis consiste en dividir ese discurso en sus componentes más sencillos para poder
ver que todos son evidentes.
3. La síntesis, que es resumir todo lo analizado y extraer las ideas en un orden claro.
4. La enumeración es la revisión final. Sirve para comprobar que se han dado todos los
pasos y que todo está establecido con un orden claro.

Este método, al aplicarse a la filosofía, surge la duda metódica. Consiste en dudar de


todos los conocimientos que la tradición nos ha hecho dar por ciertos sin haberlos sometido a la
razón. Con esto se pretende llegar a una verdad axiomática e indiscutible de la que nadie pueda
dudar. Para esto, no tenemos que aceptar ninguna verdad, y fingiremos una duda para abordar
cualquier conocimiento. Esta duda, sin embargo, es transitoria y durará hasta que lleguemos a la
verdad. Asimismo, es exagerada pues se dudará hasta de cosas inverosímiles. No obstante, no
se puede dudar de todo, por lo que agrupa la duda en tres criterios:

1. Testimonio de los sentidos. Éstos nos han engañado alguna vez por lo que, si queremos
verdades axiomáticas, hay que dudar de ellos.
2. Indistinción entre sueño y vigilia. No se sabe distinguir estamos soñando o despiertos
pues hay sueños que se sienten con tanta claridad que pensamos que es real. No obstante, en
los sueños sigue habiendo ciertas verdades firmes como las matemáticas.
3. Genio maligno. Supongamos que hay un Dios todopoderoso que engaña al hombre cada
vez que está razonando (lo cambia a genio por la Inquisición).

Consecuentemente, Descartes llega a la siguiente conclusión: Cogito ergo sum (Pienso,


luego existo). Declara esto una verdad axiomática, pues si pienso, soy una cosa que duda, que
siente… y, por tanto, que existe. Entonces, expone su postura solipsista, que defiende que cada
individuo está solo con su pensamiento y no sabe si esas ideas que tiene son verdaderas, pero sí
sabe que las tiene.
Tras demostrar la primera verdad absoluta (pienso, luego existo), surge la duda de si todo
lo demás son alucinaciones, y para ello, tiene que demostrar la existencia de Dios, para lo que
tiene que analizar las ideas.

1. Ideas adventicias son ideas que vienen de la experiencia sensible, como los colores o los
olores, y no son fiables pues vienen de los sentidos.
2. Ideas fácticas son ideas construidas por la imaginación, y son aún menos fiables ya que son
inventadas a capricho del individuo.
3. Ideas innatas son aquellas que no son adquiridas mediante la experiencia sensible, sino que
las aporta la razón, que no nos engaña. Entre las ideas innatas, se encuentra la idea de lo
perfecto y, como se tiene dicha idea, no se duda de ella y es proporcionada de manera clara y
distinta por la razón, entonces lo perfecto existe, y esto es Dios.

Después de haber analizado las ideas, Descartes expone su demostración a priori de la


existencia de Dios. La idea de lo perfecto, es decir, de Dios, no se encuentra en el mundo como
algo que podamos sentir, por lo que tiene que haber sido impuesta en nosotros por un ser
perfecto, Dios. Éste será, además, la garantía de que cada vez que un individuo conozca el
mundo con su razón, no se equivocará. Por tanto, si Dios es bueno y omnipotente, además de
ser el creador de todos los seres y de su razón, por su bondad será imposible que los
conocimientos no sean correctos y que las ideas no se correspondan a la razón. La veracidad de
Dios garantiza que a las ideas de la sustancia pensante le corresponden cosas en el ámbito del
mundo externo, y es que, al igual que un espejo, Dios hace que los seres del mundo se reflejen
en las ideas en la razón humana.

Por último, Descartes defiende una estructura de la realidad dividida en tres sustancias.

1. Res cogitans (alma) es la sustancia pensante, que está caracterizada por el entendimiento y
la voluntad.
2. Res extensa (cuerpo) es el conjunto de cuerpos extensos, que son máquinas y están bajo el
mecanicismo.
3. Dios es sustancia infinita y ha creado a las anteriores.
3. ANTROPOLOGÍA.

El hombre es una dualidad de dos realidades: la res cogitans, el alma, y la res extensa, el
cuerpo.

Descartes define como sustancia aquello que no necesita ninguna otra cosa para existir a
excepción de Dios, y afirma que cuerpo y alma son sustancias, por lo que son independientes.
Sin embargo, estas dos interfieren en la otra. Por una parte, en el cuerpo se encuentran las
pasiones, que afectan al alma, y el alma es capaz de interferir en el cuerpo, por ejemplo, para
provocar un movimiento como puede ser levantar la mano o andar.

Tras esto, podemos decir que se da una relación entre ambas, y para ello, Descartes
emplea la glándula pineal para explicar dicha relación. La glándula pineal se define como el
punto de conexión entre la res extensa (cuerpo) y la res cogitans (alma) situado en el centro del
cerebro. Como prueba de esta unión entre ambas sustancias, ofrece las pasiones, pues están en
el cuerpo, pero afectan al alma, y ésta tiene la posibilidad de controlarlas.
4. ÉTICA O MORAL.

El ser humano es una dualidad entre la res cogitans (alma) y la res extensa (cuerpo). El
alma es libre y trata de controlar el cuerpo, que tiene pasiones irracionales, involuntarias y
espontáneas, que influyen en el alma.

La libertad es una característica de la res cogitans, pues la voluntad es libre, que es


evidente, por lo que no necesita demostración. Es la máxima cualidad de la res cogitans pues
hace al hombre ser más perfecto porque se puede llegar a ser lo mejor o lo peor, y Descartes
afirma que hay que elegir la verdad y controlar las pasiones, porque si las seguimos, éstas
nos esclavizan. Para ello, habrá que someter la voluntad al entendimiento.

Descartes aporta una moral provisional, que puede ser tomada como unas provisiones
para ser más feliz, o como algo no definitivo, y esta es la explicación mejor sostenida.
Descartes quería ofrecer una fundamentación de la ética, y mientras tanto, propone unas
reglas, unas máximas, unos consejos para alcanzar la felicidad. La felicidad se define como el
dominio de la razón y la eliminación de la tiranía de las pasiones.

La primera regla se basa en la obediencia a las leyes y a las costumbres del propio país,
así como a la religión en la que uno se ha educado. Como virtud de esta regla se expone la
moderación y la búsqueda de un término medio ante la diversidad de opiniones.

La segunda regla consiste en la resolución y firmeza en la toma de decisiones. Una vez se


ha tomado una decisión, se debe actuar como si fuera lo más seguro. En esta regla, la virtud
que expone es la firmeza para llevar a cabo la decisión tomada de modo que se supera a la
incertidumbre y la indecisión.

La tercera regla busca la virtud de dominación de uno mismo, sobre todo de las pasiones
y deseos ya que, como no se puede cambiar el mundo a capricho, se deben adaptar los
deseos a la realidad. El hombre solo es libre en su pensamiento de manera que después de
haber obrado de la mejor manera posible, en cuanto a cuestiones exteriores, lo que no logra
es absolutamente imposible y debe aceptar lo que le toca como algo bueno (estoicismo). Y es
que querer cambiar lo inevitable es un acto de desesperación e infelicidad.

Finalmente, en la cuarta regla, Descartes explica que él busca la vida del filósofo feliz, que
es contemplativa y está dedicada a la investigación científica y filosófica. A la hora de
extrapolar esto al resto de casos, esta regla consistiría en la elección de la mejor forma de
vida, es decir, de la profesión a la que cada uno se quiere dedicar para alcanzar la felicidad.
Tras esta regla, podemos observar que su propósito con esta moral provisional es buscar la
libertad para poder desarrollar su profesión, que le hace feliz.

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