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Trashumantes de Neblina - Blanco, Imperatore, Kohan
Trashumantes de Neblina - Blanco, Imperatore, Kohan
De modo que el Gran Relato Argentino logra entrampar en su lógica a todas estas
versiones: todo podrá ser cuestionado, excepto las bases de la identidad nacional, núcleo
fundante de la versión oficial. Todo podrá ser dicho, excepto que el problema de la sobera-
nía sobre las islas carece de relevancia.
Estrategias de desarme: una guerra desarmada
Existen, de todas maneras, otros relatos que sí deconstruyen el Gran Relato y que
pertenecen al campo discursivo de la literatura: surgieron en la narrativa argentina de los
últimos años con variantes tan diversas, literaria y generacionalmente, como lo son La
Causa Justa de Osvaldo Lamborghini, Los Pichy-cyegos de Rodolfo Fogwill, A sus plantas
rendido un león de Osvaldo Soriano, "El aprendiz de brujo" y "Soberanía nacional"
en Historia argentina de Rodrigo Fresán, "Memorandum Almazán" en Nadar de noche de
Juan Forn o "Impresiones de un natural nacionalista " en El ser querido de Daniel Guebel.
Pero toda identidad nacional, no sólo la argentina, está deconstruida con el mismo
procedimiento: aún la del enemigo. Quien representa lo inglés en un restaurant londinense
es un hindú (justamente una ex colonia). Y los pibes argentinos en Malvinas se asombran
porque los ingleses son "escot, wels o gurjas" y se preguntan si no hay ingleses auténticos.
Y es que es precisamente la idea de que haya una autenticidad nacional lo que se cuestiona:
tampoco los ingleses son ellos mismos, no hay centro puro que no sea impregnado por la
otredad.
Aquí no hay héroes nacionales. La heroicidad requiere una causa justa y en estos
textos la causa ha sido despojada de su fundamento. Lo que queda, perdida la causalidad, es
la casualidad: cuando un argentino aparece en la posición de héroe por haber matado a un
gurkha, se trata en realidad de un accidente que se produce cuando los dos procuran
entregarse mutuamente como prisioneros. Si el cónsul argentino en un desconocido país
africano (que ni siquiera es el auténtico cónsul, sino que ha usurpado su lugar) incursiona
en la embajada inglesa en lo que es visto como un acto de arrojo, lo que en verdad está
haciendo es tratando de reivindicar, no tanto el orgullo nacional, como el honor personal
comprometido por unas cartas amorosas que intenta recuperar. Así también, cuando
aparece otro voluntario, esta vez argentino, su motivación para alistarse en el ejército no
responde a eficacia alguna del Gran Relato convocante, sino al deseo que tiene de ser hecho
prisionero y ser trasladado a Londres, con la intención de presenciar un concierto de los
Rolling Stones.
Vemos entonces que se reproduce la lógica del sistema de lo nacional, pero con la
inversión de sus jerarquías, trastocando su orden simbólico, degradando sus principios de
valor, estos relatos deconstruyen, por lo tanto, las versiones de la guerra del Gran Relato
Argentino. Lo propio aparece como lo otro; lo otro se identifica con lo propio. Los siete
textos que circunscribimos plantean la representación de múltiples espacios: el espacio
propio (la Argentina en La Causa Justa); el espacio del otro (Londres en "El aprendiz de
brujo"); el espacio propio en el ajeno (la embajada argentina en Chile en "Memorándum
Almazán" y el consulado argentino en Bongwutsi en A sus plantas rendido un león); el
espacio en disputa (las islas Malvinas en Los pichy-cyegos y en "La soberanía nacional"); o
los espacios absolutamente invertidos (Inglaterra es Argentina y Argentina es Inglaterra en
"Impresiones de un natural nacionalista"). En estos espacios se producen sistemas de
homogeneización, que a su vez funcionan como sistemas de inclusión y exclusión, se
detentan órdenes jerárquicos, se constituye un nosotros antagónico de un ellos. Es decir que
los grupos representados en estos textos operan, en apariencia, con la misma lógica que un
Estado utilizaría para definir una identidad nacional. Sin embargo, sus móviles invierten los
valores sobre los cuales lo nacional está construido y corroen esa lógica: los pichys del
texto de Fogwill, los oficinistas de La Causa Justa, el aprendiz de brujo en la cocina de
Londres, el chileno farsante en la embajada argentina, el falso cónsul argentino en
Bongwutsi, sólo se proponen sobrevivir o zafar, aunque a menudo no lo consigan,
supliendo la lógica del honor nacional por la de la supervivencia, que actúa en el interior de
su sistema, pero para resquebrajarlo.
Y Dios no es argentino
En los textos testimoniales - Los chicos de la guerra de Daniel Kon o 5.000 adioses
a Puerto Argentino de Daniel Terzano, por ejemplo -son recurrentes las apelaciones a
Jesucristo o a Dios, o la aparición de objetos tales como crucifijos y rosarios, en la situación
límite del miedo a la muerte o al sufrimiento físico. Los textos deconstructivos, en otro
movimiento, secularizan estas zonas de religiosidad, transformándolas al ocupar su lugar
con narraciones sobrenaturales, relatos de aparecidos, etc. Nos sitúan así en el registro de lo
fantástico, tradición que la escritura literaria ha tomado de la oralidad (los cuentos de
fantasmas narrados en torno al fogón), hasta volverla propia. Mediante esta inversión - la de
colocar lo profano donde estuve le sagrado - se nos ubica en un terreno reconocidamente
literario, donde vemos emerger la deconstrucción.
Decimos, por otra parte, que se trata de relatos deconstructivos, porque no postulan
nada que reemplace al Gran Relato Argentino: sólo lo desarman. Ni siquiera el propio
espacio de enunciación queda en pie. Por eso diluyen también el espacio de autoridad de
sus narradores: su saber es mostrado como endeble, su cordura es puesta en duda, su lugar
de poder es cuestionado, su honestidad es sospechada.
Lo que se plantea aquí no es que necesariamente la literatura deconstruya un
sistema. Un texto como "Gurka" de Vicente Zito Lema, contado desde la locura, termina
erigiendo la figura de las víctimas de la versión del lamento. Y un texto tramado desde la
técnica narrativa que se propone lograr un verosímil realista, podrá recorrer, como sucede
en Arde aún sobre los años de Fernando López, todas las versiones del relato de la guerra
(incluida la oficial); pero no logra desarticular ni deconstruir su objeto, al sostener también,
finalmente, la versión de las víctimas.
Notas
-Fogwill, Rodolfo Enrique. Los Pichy-cyegos. Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1983.
-Fresán, Rodrigo. "El aprendiz de brujo" y "La soberanía nacional", en Historia argentina.
Editorial Planeta, Buenos Aires, 1991.
-Lamborghini, Osvaldo. "La causa justa", en Novelas y cuentos. Ediciones del Serbal,
Barcelona, 1988.
-Soriano, Osvaldo. A sus plantas rendido un león. Editorial Sudamericana, Buenos Aires,
1986.
-Kon, Daniel. Los chicos de la guerra. Editorial Galerna, Buenos Aires, 1982.
-López, Fernando. Arde aún sobre los años. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1986.
-Terzano, Daniel. 5.000 adioses a Puerto Argentino. Editorial Galerna, Buenos Aires, 1985.
-Zito Lema, Vicente. "Gurka (Un frío como el agua, seco)", en Voces en el hospicio.
Ediciones de Fin de Siglo, Buenos Aires, 1990.
Fuente: Revista Espacios, nº 13, Dic. 1993- Marzo 1994, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras,