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CAYETANO SANTOS GODINO

“EL ÚLTIMO OREJÓN DEL TARRO”


Transcripción de Chalo Agnelli

Si se lee un legajo criminal, un artículo de prensa sobre lo


criminal se descubren elementos comunes.
La pomposidad del título de la charla de hoy que dice
“Cayetano Santos Godino el último orejón del
tarro”, conjuga la idea de política, de mito y de literatura
en torno a una figura criminal. Eso es muy ambicioso
porque soy cronista de la vida cotidiana. Sin bien, con
características especiales pues soy de la generación del 70
y eso implica en la figura del cronista una heterogeneidad
de saberes laicos, autodidactas, que provienen de las
librerías de viejo. Y permite un tipo de abordajes distinto.
Se hace un tipo de crónica diferente de la que se puede
hacer ahora que, creo, está más basada en las mitologías
que en los hechos reales; se trabaja menos con
antecedentes, el abordaje de la realidad está inspirado
más en el modelo periodístico.
Me intimidó el título de estas jornadas: “Literatura y
Delito” pensé que sí, seguramente, los grandes textos de la
literatura argentina están vinculados al delitos.
Recorriendo los textos fundantes como “El matadero”,
“El Facundo”, “Una incursión a los indios ranqueles”,
siempre aparece la figura del delito, O sea, que el delito
está presente en la literatura argentina. De ahí la frase de
Viñas, que la literatura argentina empieza con una
violación. Y un poco en broma se podría agregar que la
literatura argentina comienza con cuatro elementos
transgresores: mujeres transvertidas, hombres no
destetados, un muerto y una violación.
Uno de los primeros textos que se pueden leer de Isabel
de Guevara, que vino con Mendoza en la primera
fundación de Buenos Aires, cuenta que les estaba
prohibido viajar a las mujeres entonces venían vestidas de
varón; y, a su vez, como muchas de ellas venían
embarazadas o tenían niños de cría y la hambruna era tan
grande, amamantaban a los hombres. Resulta divertido
este mito fundante.
A poco de llegar, durante el viaje de Solís, muere
un hombre, Martín García, que es enterrado en la isla que
lleva ese nombre. Y a esto se suma la violación de “El
Matadero”. Esto es ideal para un cuento de Borges.
Estas conclusiones no son mías; es un tema que
maneja muy bien Sara Díaz que se llama “Buenos Aires,
claves filosóficas”. Es un texto muy interesante pues, si
bien es filosofía, tiene muchas filtraciones, incluso
termina con un tango.
En “El Facundo” de Sarmiento se presenta un caso
psicológico y criminal. En “Una excursión a los indios
ranqueles”, una obra absolutamente moderna – leerla es
como si alguien nos conversara al oído - aparecen muchos
casos de delitos en esos relatos que hacen los soldados al
narrador en torno al fogón; desgracias generadas por algún
crimen ligado a una autoridad injusta, a una mujer, a
circunstancias que tienen que ver con el poder o a la huída
a la frontera para evitar las levas. La construcción del
criminal es también pesimitas. Pero la figura mas
criminalizada de “... ranqueles” es el indio. Es la paradoja
de este libro genial de Mansilla al construir una
humanidad en los indios, incluso una sofisticada lengua, él
colabora con la masacre, aunque no sea explícito. Es el
otro peligroso, en cuanto a semejante con una serie de
saberes. Pero el gran criminal en potencia es el indio.
Y volviendo al título de las jornadas me di cuenta
que son más sofisticadas las formas al pensar en el delito,
pues la literatura puede ser delictiva en cuanto atenta
contra la Lengua, atenta contra la literatura dominante o
porque no propone modelos edificantes. Me parece
interesante que la primera charla fuera sobre Arlt,
precisamente porque apuntó a las tres formas insurrectas
de la literatura..
El delito al formar parte de un grupo de insurrectos
pasa a ser político, esto se va a escuchar en la charla de
Bayer, que hace pasar a un personaje de la política a un
texto de no -ficción.
Por otra parte Diana Bellesi muestra como los
acusados de delincuentes producen literatura. Entonces
comprobé que era menos convencional de lo que yo creía
el despliegue de estas charlas. De todos modos no deja de
acomplejarme el término Literatura Argentina pues el
Petiso Orejudo es un texto de no-ficción
Pero analizando se puede observar que en la
Literatura Argentina la no-ficción tiene una preeminencia
muy grande; tanto El matadero, como El Facundo
y “Excursión...” son textos híbridos, son indefinibles en
cuanto al género; dan cuanta de una realidad con
elementos narrativos de la ficción donde se amalgama lo
ficcional con la crónica. No son novelas en ningún caso.
De modo que también la no-ficción nos funda. Mucho
antes que se hable de no-ficción en Estados Unidos con las
obras de Truman Capote. Y ni hablar de los textos de
Rodolfo Walsh, que publicados a partir de 1957, hace no-
ficción mucho antes que esto se pusiera de modo como
una posición estético-política. Las obras tienen distintas
maneras de definirse de acuerdo al contexto en que se
formulen. Walsh al principio de “Operación Masacre”, al
hablar de sí mismo dice, que él hace periodismo, pero que
no es periodismo. Él no nombra lo que hace pero se da
cuanta que hace otra cosa.
Walsh creador de un nuevo periodismo, periodista
él mismo, a mediados de los 60 advierte un cambio en los
periódicos en Nueva York lee en la prensa un texto que
rompe con las convenciones del género periodístico; el
artículo se titulaba aproximadamente: “John Louis, el
campeón, en su edad madura” y puede ser considerado un
cuento corto por los elementos que recoge como
transcribir los pensamientos del boxeador. O artículos
donde se mostraba a algún político de la época untando
una tostada con manteca. Esto se ubicaría en el mundo de
la narrativa no en el del periodismo. No deja de ser un
elemento reformista, porque los periodista toman de los
escritores los elementos de la ficción, lo cual produce un
boom de ventas. Reformista digo, porque cambian el
periodismo, pero no inventan otra cosa, agregan. En la
misma época Capote está escribiendo “A sangre fría”. Han
logrado remozar los casos periodísticos con elementos de
la literatura y un escritor toma una simple noticia del
diario, la desarrolla con un despliegue narrativo y sale una
obra genial.
Les explicaré como armé el libro sobre el Petiso
Orejudo. Como “A sangre fría” que nace de una noticia
pequeñita en un diario de Arkansas donde cuentan que
una familia fue asesinada. Sin ninguna explicación. Y la
tarea que emprende Capote es levantar testimonio en una
ciudad para ver los efectos de un crimen en una ciudad
puritana, abstemia, sobria, tranquila y bastante
reaccionaria. Después cambia el proyecto y hace un gran
alegato contra la pena de muerte. No-ficción, nuevo
periodismo, no-periodismo, en Walsh son estos
reclutamientos un tipo de texto que intenta confundir al
punto que no se advierta cuales son los elementos
auténticos y cuáles los de la ficción.
Se formaliza luego los nuevos parámetros de estas
producciones, y son las síntesis de cuatro procedimientos
narrativos: el contar escena por escena; utilizar el diálogo
como retrato; hacer descripciones vastas sobre el modo de
hablar, ropa, mobiliario, forma de vida, a fin de mostrar
status y, el cuarto es el que consiste en, cambiar el punto
de vista del cronista que suele ser objetivo, tomando el
punto de vista de uno de los elementos a analizar.
Una nota célebre, de Walsh es la entrevista que
hizo a unas prostitutas que trabajaban en un alto edificio
de Nueva York, en un departamento, donde toma el punto
de vista de una de las prostitutas. Esto era sospechoso pues
suponía que allí se inventaba mucho, esto no es así, los
nuevos periodistas tenían que relevar muchas más
situaciones y materiales que actualmente un cronista
común no releva pues está abocado a la noticia. En lugar
de decir “A tal hora Macri se dio por derrotado. Su
adversario celebra”; Walsh hubiera dicho: “Desde su
estrado bajó los ojos, hizo un guiño a una de las mozas
para que se retiraran los canapés y los postres y
aguantando para no llorar se dio por derrotado. Mientras
que en el palacio San Miguel su adversario arrojaba el
saco al techo.”
Si se escuchan a los personajes de Fernando
Peña se puede advertir perfectamente lo que dice cada uno
detrás del monólogo del personaje, lo que develan, lo que
dejan traslucir. Dar datos que parecerían insignificantes,
vestimentas, formas de vida mobiliario, todo esto retrata al
personaje. Como hace la revista Gente cuando muestra
casas para destacar status o señalar el tipo de ropa con que
se viste un candidato, si es de Armani, o lleva un reloj
Cartier, son datos que tienen un valor de resonancia. No es
presentar detalles vanos.
Hay una letra de un tango que pinta
aproximadamente a un presidiario del penal de Usuahia,
en aquel tiempo: “Mirando pa’ lao del mar, te escribo
querida Marta pa´que dejes de pensar. No quiero nena
que vaya a creer que su marido está mal en el penao de
Ushuaia, tengo un pingo amaestrao que está apriendiendo
a tanguear, tengo un retrato de Alvear pa´engrupir de
vinculao, vidita te escribiré cuando cumpla mi condena ya
llevo un año mi nena, solo faltan veintitrés”.

Volviendo a los textos fundantes de la Literatura


Argentina un poco pensando en grandes líneas la
diferencia entre Facundo y “Una excursión...” es que en
ranqueles que es una crónica en folletín que, si bien le
llevó 19 días la aventura, Mansilla, como genial escritor,
la estiró en 68 episodios, hay un cuerpo a cuerpo, una
primera construcción del cronista en peligro, el que va
hacia el otro; y lo cuanta con una retórica tal, con
determinados trucos atractivos y dando cuenta de una muy
profética percepción del valor que tendría la prensa, el
valor de lo publicado en los periódicos en ese momento.
Sintetizando tenemos. el Cuerpo a cuerpo, el in situ y la
mirada directa. En cambio El Facundo trabaja más con
documentos; es un modelo de tipo editorial; hay
testimonios, pero medio de oídas, no se ponen en juego
voces para dar evidencias.
Sarmiento es el más genial refritador de la literatura
argentina. Técnica rechazada porque se hace mal se hace
juntado tres cables. Hay mucho aval de documentos
extranjeros, de visitantes, de análisis de periódicos. Esa
forma de narrar, en periodismo marca dos líneas, a pesar
de las ideología y de los tiempos, la línea de Walsh tiene
que ver con Mansilla y Verbisky con Sarmiento por el
trabajo con documentos, con mediaciones y análisis.
Cuando uno investiga a alguien que murió y no se
puede tener acceso a nadie vivo de la época, aunque en mi
caso sobre la obra de El Petiso Orejudo, encontré un
hermano menor de una de las víctimas vivo, hay que
trabajar con los documentos de la época que son los
periodísticos y los científicos. Donde el petiso aparece
como un chivo expiatorio, pero también como pretexto
para las diferentes argumentaciones que se estaban
jugando en la psiquiatría argentina.
Los diferentes científicos que lo analizan, cada uno,
llevan agua para su molino. Los médicos de la policía
Negri y Lucero lo van a tratar como un imbécil pensando
en la imbecilidad como con posibilidades de rehabilitar
pero no como algo que impida la confianza de los actos; es
un investigación incriminatoria.
Víctor Mercante, que es el primero que piensa cómo
prevenir el delito desde un modelo educativo, lo escucha
de otra manera ya hasta le atribuye conocimientos de
historia capaz de tocar la guitarra, criminaliza al Petiso
pero en función de alguien que no está colonizado.
Domingo Cabré es el fundador de la mayoría de los
encierros argentino: reforma el hospicio de Las Mercedes,
construye la colonia de retardados de Torres, el asilo de
tuberculosos, lugares para prostitutas. Él solo armó estos
lugares, que en principio eran progresistas, tenían la
voluntad de la rehabilitación en pos de una supuesta
integración, aunque en las prácticas las cosas eran
distintas; había una frontera utópica.
En primera instancia el Petiso es declarado
imputable. A pesar de que era consciente de sus actos se
podía pensar a que había una alteración mental en que un
niño matara a otro niño. No había en ese momento, años
después se podría hablar de perversión, no existía
categoría donde ubicarlo en el terreno de la psiquiatría.
Pero después va a parar a presidio pues el caso sirve como
pretexto para poner en juego un debate que es la zona que
hay entre locura y delincuencia. Si era necesario
beneficiarlo con el asilo como tratamiento psiquiátrico no
lo sabían en esa época. En todo caso no criminalizarlo sino
darle una coartada de enfermo eso era muy de la época: o
era loco o delincuente. Eso implicó que muchos fingieran
locura para no ir a la cárcel. El petiso al revés, cuando lo
acusan de loco prefiere caracterizarse como delincuente.
Aunque en realidad de todos los testimonios que
hay de la voz del petiso uno puede pensar que son todos
falsificados en función de construir un personaje literario
fuerte. Era difícil probar algo partiendo de su testimonio.
Las preguntas de época son ¿Loco o delincuente?, ¿Es o se
hace?, ¿Innato o adquirido? El debate era: ¿Se nacía así o
las condiciones sociales, políticas, la educación, etc.,
determinaba una tendencia al delito?

Estas discusiones que llevaba a cabo la criminología


no hacían diferencia del destino del sujeto; de los modos
de encierro. No se si era peor pudrirse en Ushuaia o en el
hospicio de Las Mercedes. Pero él se transforma en un
paradigma; es la representación de los que han
transformado al inmigrante como amenaza social; como lo
que hay que excluir del Ser nacional.
Hubo mucha inmigración a los largo de diferentes
décadas, llegan a ser el 40% de la población de Buenos
Aires a principios del 1900, que a su vez es la gran masa
de pobre. El sueño de la ciencia argentina construyendo
una nueva definición de ser nacional pensaba que la raza
nativa era inferior. Con los oscuros de la pampa mezclados
con los europeos se podría crear una nueva raza. José
Ingeniero, Bunge, Ramos Mejía eran la conciencia
científico-ideológica-política de la clase dominante de
esos años.
Pecceti en “La locura en la argentina” cuenta la
importancia de los médicos para la construcción de la
argentinidad en la generación del 80. Argentinidad
coincide con salud, enfermedad, criminalidad se relaciona
con inmigración. Se homologaban los dos términos. El
modelo era lo social un poco tardío. Se veía incluso que no
había oportunidades de cambio para el sujeto. Se limitaban
a reconocer la superficie de los cuerpos, es decir, los
rasgos señalaban la locura.
El petiso es hijo de italianos, vivía en un conventillo,
el padre era desocupado, alcohólico, golpeaba a su mujer.
Se le atribuyó epilepsia. Cuando uno lee los legajos, basan
las conclusiones, no en los testimonios, sino en los
supuestos de la época. Lombroso relacionaba epilepsia y
criminalidad por eso se atribuye ser epiléptico.
Lo que está probable en el Petiso es que el 3 de
diciembre de 1812, cuando Cayetano tiene 16 años, se
encuentra en la localidad de Moreno, el cadáver de un
menor de 3 años, Gesualdo Giordano, ahorcado con un
hilo y un clavo introducido en la frente. Toda la
investigación se hace en torno a testigos oculares. La
impresión que se tiene es que no hubo mucha
investigación, sino que todo se basa en la construcción
previa de un perfil criminal y en la confesión.
El eje es la confesión, pero al mismo tiempo los
informes científicos dicen que era un mitómano, por lo
cual era bastante contradictorio tomarlo al pie de la letra.
Luego le endilgan crímenes no resueltos.
Hay una serie de testigos: vecinos, el canillita - como
no había televisión se miraba mucho lo que pasaba en la
vereda -, que van reconstruyendo sus pasos desde el
momento que lo saca de la sastrería - el padre del niño era
sastre - de manera que se pueden describir los momentos
previos.
Entre los acontecimientos que se le endilgan está la
supuesta agresión a un niño que cae a una pileta, aparece
un testigo, el Petiso está ahí y dice que lo está salvando,
pero igual lo llevan a la comisaría.
El único crimen probado es el de este Gesualdo
Giordano. Hay otro crimen de un niño que era el hijo de
un empleado de Gath y Chávez, que todos los textos
indican que es un crimen sexual. Varios testigos han visto
a una persona de treinta y pico de años, bien vestida, que
pidió la llave de una casa que estaba en alquiler; el niño
asesinado aparece en ese espacio; no había manera de
entrar si no era con esa llave y además, lo ven varios niños
a ese personaje que no era el petiso.
El Petiso se adjudica también ese crimen.
Seguramente bajo tortura o presión. Hay otro de una niña
que entierran en la calle Río de Janeiro, eso jamás se
investigó ni se buscó pruebas. Se podría decir que lo
único que sirve para que se le endilguen sin prueba estos
crímenes es la confesión, porque lo único realmente
comprobado como perpetrado por él, es el asesinato de
Gesualdo Giordano.
No se puede hablar de un asesino serial. En diarios
del día, la noticia es un policial más. No es nota de tapa. Y
eso me hizo preguntarme qué valía un niño en ese
momento. ¿La sensibilidad de la muerte de un niño se
podría pensar como ahora? ¿Qué lugar ocupaban los
padres ante este espacio? Parecería que el crimen de
Gesualdo es, en diferente de grado, una muestras de
agresiones de niños a niños; incluso, registrados por
Ingenieros, crímenes entre hermanos, pero, evidentemente,
el Petiso daba con las condiciones más adecuados para
hacer el paradigma del loco emigrantes peligroso por sus
potencialidades de locura y peligrosidad. Es algo
expulsado de la sociedad. El poder puede denunciar lo que
construye.
¿Qué valía un niño en ese entonces? En ese
momento los niños no estaban excluidos del trabajo en las
fábricas. Incuso la empresa Rigoleau empleaba gran
cantidad de niños en condiciones terribles. Se enfermaban
de necrosis, una enfermedad que deforma la mandíbula;
trabajaban en una especie de pozos con gran calor. No
había ninguna protección a la infancia y por supuesto
siempre tenían rango de aprendices; no tenían ninguna
protección gremial. A menudo eran castigados por los
obreros mayores además de los golpes que recibían de los
patrones.
Generalmente no había una promoción a la infancia,
se los expulsaban del mundo del trabajo cuando
ingresaban a un espacio a donde podrían ser protegidos.
No había en la condición de los niños pobres ningún
privilegio. En 1904 se produce un debate entre anarquistas
y socialistas para regular el trabajo infantil; quitarles
horas, promover la escolaridad y los anarquistas
proponían, directamente, eliminar el trabajo infantil.
Siendo el emigrante un criminal en potencia los
primeros presos son los padres de Gesualdo. O sea, que
cuando velan al niño los padres están presos. De manera
que hay una mirada incriminatoria sobre los padres de la
víctima. Como suele pasar las víctimas tiene que
demostrar que son inocentes.
Hay ciertos rasgos que se repiten para mostrar la
ferocidad de alguien. Tanto en caso reales como en lo
ficcional: para mostrar la ferocidad de un criminal se da
cuenta también de algo paradójico: un rasgo de ternura.
Esto se puede ver en El Facundo donde se muestra una
figura terrible, sumamente cristalizada como el mal mismo
y de pronto en el momento que podría castigar a alguien
severamente aparece la debilidad y el perdón.
Una figura muy utilizada para mostrar la maldad de
alguien es que los padres lo denuncien. Eso aparece “El
Facundo”. En El petiso Orejudo ocurre también, pero
cuando uno quiere reconstruir un caso así hay que pensar
qué significaba eso exactamente. Cuando él tiene ocho
años como cometía fechorías, cazaba pajaritos, rompía
vidrios; no había diferencia con los otros niños que vivían
en los conventillos en un clima de violencia; lo envían a la
colonia de Marcos Paz a pedido del padre. Algo común en
las familias numerosas y paupérrimas: tratar de que el
Estado se hiciera cargo de un hijo. Pero en el expediente
esto está narrado para aumentar la supuesta ferocidad del
petiso.
Otra manifestación para definir a un criminal es ver
donde tiene desplazado el honor. Cuando le sugieren al
petiso que violaba a los niños se ofende muchísimo. O sea,
si bien no defiende su crimen tampoco parece arrepentirse,
para él el robo y la violación son deshonrosos. Algo que
aparece, también en “A sangre fría”, Terry Smith, impide
la violación de la víctima a su cómplice.
Estas son maneras en que se arman los modelos
criminales. El petiso Orejudo no tiene temor de que lo
maten – de hecho no lo fusilan pues es menor de edad;
beneficio que también tiene Simón Radowisky - pero sí
teme que el padre del chico se entere que le mintió. Porque
cuando el padre buscaba a su hijo se cruzó con él le
preguntó y él negó haberlo visto y lo manda a que
pregunte en la comisaría.
Él pertenecía a una categoría patológica que no
estaba pensada en ese momento. Pero en el énfasis de
vincular locura con criminalidad importaba menos las
figuras propias del espacio psiquiátrico. Creo que era un
perverso, además, su intencionalidad no era criminal. La
figura es más compleja. En realidad la escena deseada no
es matar sino esa frontera donde él es dueño de la vida y la
muerte, pero siempre se las arregla para que alguien lo
vea. Ahí si hay algo de serial en la satisfacción a partir de
una escena repetida.
Cuando se planteaba cómo se construye un criminal
en aquel entonces, se ve que no hay diferencia entre los
discursos legales y los ficcionales. Es interesante ver la
literatura de la generación de 80 donde justamente pesa
esa marca de la criminología Lombrosiana, se reitera la
muerte de un niños, tanto en “La Gran Aldea” de López,
como en “Poupurrí” de Cambaceres como en “Inocentes
o culpables” de Antonio Argerich, como en “Tini” de
Wilde. Siempre muere un niño porque son narraciones
moralistas. Muere el niño que es producto de mezclas non
sanctas. Cuando justamente se intenta ordenar, con la
consolidación del estado, un modo de vida recta que es la
que marcaría el ser argentino. Muere el hijo del vejete
millonario y la oportunista, el de la prostituta y el niño
bien, el del señorito y la china, hay un lección que indica
que hay que permanecer en la clase social en la que se
nació y establecer vínculos convenientes dentro de la
misma. Hay una hipótesis interesante: el niño que muere
es el de la ilusión, es esa especie de ser nacional que se
pensaba lograr entre un ego europea y una pampa virgen y
fecunda. Muere un niño en Mataderos, otro en el relato de
Mansilla que entierran con su esclavo indio, como si fuera
un fantasma de la literatura argentina que valdría la pena
investigar, y que llega hasta Rocamadur el personaje de
Cortazar.
Es como si el Petiso hubiera encarnado un pasaje a
la acción, desde la ficción que estaba en el aire y en
construcciones preestablecidas en el poder.
Esta figura sirvió para ser ejemplar. ¿Cómo
transcurre su vida en el sur? ¿Qué era esta cárcel de
Ushuaia? Si se piensa que gobernar es poblar, poblar es
construir cárceles. Lo que sucedió en 1896 es que se
mandan a 16 personas a una zona desierta no por su
peligrosidad sino en base a sus oficios y profesiones y así
construyen la prefabricada que da lugar a la cárcel y,
bastante, lo que es hoy Usuahia. A ese espacio llega el
petiso en la década del 20 con el número 90 hasta su
muerte.

Las siguientes son pruebas de cómo, a veces, la


reconstrucción de un hecho no rompe el mito. Una prueba
es que se dice que él mata unos gatitos que estaban en la
prisión, entonces los compañeros lo matan a él. Esto
también se agrega a lo dicho anteriormente sobre la
construcción de un criminal, para mostrar su maldad
extrema, un paradigma de maldad: ¡Cómo será este
monstruo, que hasta los monstruos mismos lo ejecutan!
Es un asocial aún en una comunidad de excluidos y
de peligrosos. Esto no es cierto, ahí lo que hay es
desplazar un acontecimientos de algo que sucedió antes, al
final de él para mantener un mito. Él muere en el año 1945
de una úlcera. En el año 1935, el periodista Juan José de
Souza Reily visita la cárcel y había sucedido ese episodio
donde él había estrangulado a los gatitos de la prisión, que
los grandes peligrosos mimaban y le ponían ropita incluso,
y le dieron una paliza, pero eso fue desplazado, contado
como castigo ejemplar y como el final de este criminal
bastante mistificado.
Del mismo modo para mantener un mito otro
elemento es hacer que algo que sucedió en un sólo
momento dure para siempre se lo piense como repetición.
Eso de que introdujo un clavo en la frente del niño sucedió
en el único crimen probado y se suele contar como que
esto hubiera sucedido en todos los casos. Todos apuntando
a magnificar al emigrante como loco peligroso que había
que excluir de la idea de argentinidad. Ahora esta
peligrosidad puede desplazarse a los jóvenes que viven en
los bordes.
Ingeniero, Ramos Mejía, Bunge eran tecno-políticos
ellos ocupaban lugares políticos concretos y daban clases
en la facultad difundían libros de ciencia. La ciencia esta
ligada a la política.
No hay en torno al petiso un discurso homogéneo; el
caso no se presta a la diversidad. No es Bairoleto, no es
Mate cocido, no era un héroe popular, sino como un eterno
pobre infeliz que en otro momento hubiera tenido la
posibilidad de un tratamiento terapéutico, igual cada vez
se tiende menos a ellos. Vieron esos casos de niños
matando a niños en Inglaterra donde se los puso en
cárceles de alta seguridad cada vez los castigos son más
fuertes. Él vive en un momento donde se pasa de castigar
un delito cometido a prevenir un delito en potencialidad.
Los cronistas tienen una visión diferente de los
criminólogos del ochenta que son lombrosianos. Fray
Mocho, Félix Lima, están del lado de la víctima y del lado
del pueblo, utilizando la ciencia, pero de otra manera.
En ”Un viaje al país de los matreros” se describe la
pobreza de ciertas zonas electorales y los rostros, se
explica a Lombroso, pero no como destino, escrito en el
cuerpo, sino como efecto de las condiciones sociales.
Vemos que hay diversas lecturas afortunadamente.
En el caso del Petiso no. El periodismo no gastó mucha
letra en el personaje, se dan atenuantes, se lo vio como un
tipo sin laburo, sin posibilidades de educación, pero no dio
para las crónicas. No hay relato dominante. Las ideas
tienen pliegues. Por ejemplo Domingo Cabré tenía una
posición menos definitiva él creía en un futuro para el
petiso Orejudo en un manicomio construido como una
utopía donde el valor de salud era el trabajo, que pretendía
la autofinanciación de los encierros a partir de los
productos que fabricaban los propios enfermos. Estas
construcciones tienen fisuras y siempre se filtran otros
relatos.
La psiquiatría era una ciencia sumamente delirante.
Las revistas de Ingeniero daban cuenta de todo, los
médicos podían pensarlo todo, hay artículos que dicen
cómo blanquear a un negro, infanticidio entre los pájaros,
que ciencia podía sostener eso. Lombroso daba para todo.
Ramos Mejía tenía un lenguaje publicitario, colorido y
seductor, mucho mejor que el del periodismo. Los mitos
sirven para algo, son funcionales.

María Moreno
Transcripción Prof. Chalo Agnelli

ALGUNAS TRANSCRIPCIONES DE LA
BIBLIOGRAFÍA MENCIONADA PARA APOYAR
LA DISERTACIÓN:
De “Una excursión a los indios ranqueles” de Lucio V. Mansilla (1831-
1913 ) Epílogo.
“La conquista pacífica de los ranqueles, cuya fisonomía física y moral
conocemos ya, para absorberlos y refundirlos, por decirlo así, en el
molde criollo, ¿sería un bien o un mal?.
En el día aparece ser un punto fuera de disputa que la fusión de las
razas mejora las condiciones de la humanidad.
Cuando nuestros primeros padres los españoles llegaron a América,
¿qué mujeres traían?
¿El gobierno de la Metrópoli hizo con sus colonias lo que los
gobiernos de Francia e Inglaterra hicieron con las suyas?
¿Mandó a ellas cargamentos de prostitutas?
¿No tuvieron los conquistadores que casarse con mujeres indígenas,
entroncando recién entre sí, pasada la primera generación?
Y entonces, se es así, todos los americanos tenemos sangre de indio
en las venas, ¿por qué ese grito constante de exterminio contra los
bárbaros?
Los hechos que se han observado sobre la constitución física y las
facultades intelectuales y morales de ciertas razas, son demasiados
aislados para sacar de ellos consecuencias generales, cuando se trata de
condenar poblaciones enteras a la muerte o ala barbarie....
Las calamidades que afligen a la humanidad nacen de los odios de
razas, de las preocupaciones inveteradas, de la falta de benevolencia y de
amor.”
De “Facundo” de Domingo Faustino Sarmiento ( 1811-1888). Capítulo 5
“... Facundo, pues, era de estatura baja y fornida; sus anchas
espaldas sostenían sobre un cuello corto, una cabeza bien formada,
cubierta de pelo espesísimo, negro y ensortijado. Su cara, un poco
ovalada, estaba hundida en medio de un bosque de pelo, a que
correspondía una barba igualmente espesa, igualmente crespa y negra,
que subía hasta los juanetes, bastante pronunciados, para descubrir una
voluntad firme y tenaz.
Sus ojos negros, llenos de fuego y sombreados por pobladas cejas,
causaban una sensación involuntaria de terror en aquellos sobre quienes,
alguna vez, llegaban a fijarse; porque Facundo no miraba nunca de frente,
y por hábito, por arte, por deseo de hacerse siempre temible, tenía de
ordinario la cabeza inclinada y miraba por entre las cejas, como el Alí –
Bajá de Monvoisin. El Caín que representaba la famosa Compañía Ravel
me despierta la imagen de Quiroga, quitando las posiciones artísticas de
la estatuaria, que no le convienen, por lo demás, su fisonomía era regular,
y el pálido moreno de su tez sentaba bien, a las sombras espesas en que
quedaba encerrada.”

Quilmes
Centro Cultural “Artenpié”
Domingo 16 de noviembre de 2003

NUESTRAS VOCES

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