Seguramente has escuchado testimonios de personas sorprendentes
que han hecho grandes aportes a la humanidad con su trabajo social en comunidades azotadas por la pobreza o algún desastre natural. Ese tipo de testimonios siempre son heroicos y motivadores, y nos mueve a hacer algo por los demás.
Desafortunadamente a veces pensamos que para ser voluntario de
alguna causa, tenemos que mudarnos a Tombuctú, irnos a África a diseñar sistemas de agua, o enlistarnos en alguna organización de protección del Amazonas. Lo cierto es que el lugar donde podemos hacer el cambio más importante que transformará positivamente la vida de muchos, empezando por la nuestra, es nuestro hogar. Llegamos a creer que para cambiar el mundo se tiene que hacer un trabajo extraordinario, y si lo extraordinario consiste en ser perseverantes ahí en lo ordinario.
Te apuesto a que en tu casa hay muchas necesidades, como en la mía
y en la casa de todos. Empezando por la limpieza y el buen humor. ¿Cuántas veces no te has quejado porque tu ropa no esta lista, aún no está preparada la comida, tus papás están de mal humor, o tu cónyuge o bien tus hermanos o a tus hijos les falta alegría, la casa del vecino tiene un jardín más lindo, o porque ya no hay nada en la alacena o en el refri? De todo eso que te quejas, has pensado, ¿cuántas cosas puedes solucionar tú?.
A veces todos caemos en ser egoístas y pensamos poco en lo que hace
falta en nuestro hogar y a nuestra familia. Creemos que son los otros los responsables de que todo este limpio y de que haya comida preparada. Nos comportamos como si la fruta creciera sola en el refri y que no hay necesidad de ir al supermercado por ella. Los cierto es que independientemente de cual sea tu rol en casa, ya sea como madre, padre, hijo, hermanos; quienes son los jefes del hogar sin duda tienen una fuerte responsabilidad de sostener un hogar y debemos tener comprensión con ellos. O si a ti te toca fungir ese rol, es muy importante comunicar con amor el grado de responsabilidad que llevas en tus hombros. Es pesado tener un excelente humor cuando después de 8 horas o más de trabajo y estrés, se llega a casa, y los hijos no han hecho nada, más que checar Instagram, Facebook y Whatstapp. Si en este momento quien me lee es hijo, imagina que pasaría si fueras el responsable de mantener una familia y trabajar sin descanso, ¿Cómo te sentirías? Seguramente también te volvería loco llegar a tu casa y encontrar todo “patas pa arriba”, mientras que los demás descansan plácidamente. Obviamente tienes tareas y proyectos que realizar al ser estudiante pero, ¿cuánto tiempo desperdicias en las redes sociales? Te aseguro que mínimo 2 o 3 horas al día, si no es que más. ¿Cuántas tareas domésticas podrías hacer en todo ese tiempo?. Y si resulta que ya eres jefe de familia, como podrías motivar a que tus hijos participen comprometidamente en el hogar puesto que es de todos y todos deben mantenerlo en orden y armonía. Y también cuestionarte sino estás desperdicias tu tiempo en el trabajo, o en otras actividades que le roban tiempo a tus hijos y a tu cónyuge.
Si te quejas de la violencia y las guerras en el mundo, y te molesta que
tus padres se enojen, especialmente porque la casa no esta ordenada y tu no has recogido tu cuarto, ¿por qué no te conviertes en un agente de paz, ordenando tu recamara y limpiando otras áreas de la casa, sin que te lo tengan que pedir? Te aseguro que eso dará tranquilidad a todo tu hogar, porque un enojo lleva a más enojos. Padres eviten gritos, teniendo reglas claras y siendo firmes al cumplir los castigos, es más sencillo eso que gritar y desgastarse con enojos. Y obviamente pon el ejemplo, cierto que tu eres la autoridad en casa, pero la mejor autoridad se gana sirviendo a los demás, y enseñándoles como servir sin descanso y obviamente comprometiéndolos a que ellos ensanchen el corazón de amor, para que puedan servir de esa manera.
La mejor manera de demostrarle nuestro amor y agradecimiento a
nuestros padres y hermanos es justamente haciendo labores domésticas, especialmente las que a ellos más les desagradan. Recuerda que amar es sacrificio.
En ocasiones queremos ser voluntario o misionero de mil causas, ser
doctor de la risa e ir con los niños enfermos, lo cual es muy lindo, pero olvidamos la causa más importante: nuestra familia, nuestro hogar. No podemos “ser candil de la calle y oscuridad de la casa”. Si quieres ser voluntario de alguna causa social, te felicito, pero antes de que te comprometas en ese servicio, asegúrate primero de que tienes tiempo para ofrecer ese servicio en tu casa, y hacerlo con alegría y eficacia, de esa manera muestras gratitud por todo lo que tus padres, hermanos, cónyuge o hijos han hecho por ti. A veces queremos llevar felicidad y generosidad a los orfanatos, albergues y asilos, y se nos olvida que también en casa necesitan desesperadamente de nuestra chispa, buen humor y sacrificio. Recuerda tu prójimo más próximo, son todos los de tu casa. Si cada uno nos comprometemos a ayudar a los que más nos aman: nuestra familia, te aseguro que este mundo tendría mucha más felicidad, alegría y menos problemas sociales.