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JESUS EN LA FAMILIA

Antes de querer comprender la situación de Jesús en la familia, es de vital importancia dar una
definición de la palabra familia.
Dinámica inicial: Responde en la hojita de notas, ¿qué es la familia?
Veamos que nos dicen los diccionarios:
Familia. - Conjunto de personas que proviene de la misma sangre, de un mismo linaje, de una
misma casa. (Gran enciclopedia Larousse)
Nota: Linaje.- Es nuestra descendencia familiar, de donde venimos, quienes son nuestros
antepasados.
Pero en realidad. . .
¿Es solamente eso la familia?
¿Existe algún tipo de trascendencia en ella?
O ¿Es solamente una relación carnal entre varias personas?
Es fácilmente comprobable que la familia es el lugar mas importante para el desarrollo de un
individuo. No solo porque llena sus necesidades físicas, sino porque pone el ejemplo o la pauta de
como de ser una vida en sociedad, una vida de amor, una vida de convivencia, de comprensión; en
otras palabras, es el primer lugar de formación de una persona como tal. Esto ya lo hemos oído
muchas veces en nuestra vida: en la T.V., en la iglesia, nuestros propios papás, etc., pero…. ¿Cómo
es en realidad la familia de cada uno de nosotros? ¿Qué hemos hecho nosotros para que nuestra
familia sea realmente lo que debe ser? ¿Realmente comprendemos el verdadero sentido de la
familia? Ojo: existen muchas ideas erróneas (llamada contaminantes mentales), difundidas por la
TV, la radio, los amigos, que nos “enseñan” conceptos y valores que están un poco alejados de la
realidad o de lo que debería de ser. ¿Cómo debe ser o que debe ser la familia? Contestemos esta
pregunta mencionando lo que NO debe ser:
Veamos entonces los siguientes tipos de familia cotidiana en nuestra actualidad:
*Familia modelo “Zoológico” (Perros y gatos en una misma jaula). En este tipo de familias, el
juego es “todos contra todos”. La mamá le reclama con muy poca dulzura) a papá por no sacar la
basura, éste se enoja y se desquita con los hijos. Después, los hijos piden un permiso, y papá no lo
da. Entonces los hijos van con mamá, que si da el permiso. Papá se entera y se enoja con mamá,
mientras los hermanos se “deschongan” por ver cada uno el programa de T.V. que a cada uno le
gusta. Bonito juego…. Cada uno de los miembros tiene su cuarto, su comida, sus cosas, su ropa, su
televisión, su tiempo, y los préstamos son casi un milagro. . . Y si por alguna razón se dan cuenta de
sus errores, la justificación siempre es: “En fin, todas las familias son así. . .”. Por supuesto que NO
HAY PAZ, dado que no hay amor ni en la sopa. . .
*Familia modelo “Almoloya” (Una cárcel con todo y presos). Ya sea papá o mamá, cualquiera de
los dos es el que manda, y todos los demás obedecen. Si es si, no es no, ¿Por qué? PORQUE SOY
TU MADRE, PORQUE SOY TU PADRE, y punto.
¿Dialogo? No hay. ¿Comprensión? ¿Qué es eso? La “educación” es como la de los abuelos, que a la
vez la tuvieron de sus abuelos, y de ahí para arriba. Los castigos es la forma de poner orden, los
chantajes y la fuerza bruta o moral la forma de convencer, la “tradición” y el “nombre” de la familia
son los valores más importantes. . . y lo peor es que generalmente los hijos acaban escapándose de
“Almoloya”, las hijas embarazándose del primer P…ersonaje que pasa por su vida y es evidente
que no se conocen cada uno, no hay intimidad sentimental, no hay amor.
*Familia modelo “Camino Real” (Un hotel). La casa es solamente donde se come (a veces) y se
duerme (Tambien a veces), Cero comunicación. Lo que haga el otro es su vida y su problema. A mí,
me vale, “¿Con quién quiere hablar? ¿Con fulanito? A ver si esta. . . creo que no. ¿A dónde fue?
Quién sabe. ¿A qué hora regresa? Quién sabe. ¿Recado? Si lo llego a ver. .”.
¿Familia?, Este tipo de asociación debería llamarse “Egoísmo compartido” . . . Estos son sólo
algunos ejemplos de “familias” que vemos todos los días. ¡Y lo más triste es que así nos pintan a la
familia en la televisión, en la radio, las revistas. . .! ¡Cómo si nos tuviéramos que resignar a escoger
uno de los modelos anteriores, pues “así es la vida”!
¿Por qué? ¿Por qué nuestras familias tienden a volverse un problema en vez de un encuentro cara a
cara con el amor de Dios? Porque, simple y sencillamente, en estos modelitos nadie conoce el amor
de Dios. “Pero mi familia es Católica y de todas maneras nos peleamos”. Pues entonces, ¿Qué te
parece si vas leyendo las siguientes citas bíblicas para ir conociendo el verdadero amor?
Dinámica 2.- Responde la segunda pregunta en tu hoja de notas
“Eso está muy bien”, me dirás. “Pero yo quiero saber qué hacer cuando mi papá se enoja, cuando
mi mamá me chantajea, cuando no soporto a mi hermano… ¡AUXILIO”, bueno, bueno para ayudar
un poco, vamos a ver una serie de pasos que pueden ser de utilidad:
1. C A L M A. No te alteres. Respira profundo y cuenta hasta 10 o quizá hasta 20 o 30 si la
cosa se pone gruesa. Cuando la adrenalina fluye, la inteligencia se hace chiquita, y se pierde
de vista en su totalidad.
2. Pregúntate: ¿Por qué?: ¿Por qué pasan estas cosas? Deben de tener una cauda. . . Estoy
seguro de que ni tu papá, ni tu mamá, ni tu hermano, quieren hacer de tu vida una desgracia
en el momento que te dan lata. En otras palabras, no se dan cuenta de que te hacen daño.
Hay que tomar en cuenta que tal vez se encuentren pasando por algún momento difícil, por
un problema o simplemente quieren que los peles. También hay que pensar que, en el caso
de tus papás. A ellos los educaron de la misma forma que te intentan educar a ti. Y así lo
aprendieron, aunque esté mal, aunque nunca les hayan hablado de Dios ni se hayan
acercado a Él. En cierta forma, o tienen la culpa, nadie les ha enseñado cómo aplicar el
amor en la familia. Date cuenta que no se ha inventado la “Escuela Nocturna para Padres” y
que ellos están haciendo su mayo esfuerzo. En fin, ponte en sus zapatos y haz lo que ellos
no hacen; utilizar la comprensión. Y por otro lado, hay que preguntarnos tambien por que
hacemos las cosas nosotros. ¿Cuántas veces nos hemos desquitado con ellos de lo que nos
pasó, o hacemos cosas que sabemos les molestan con esa intención? ¿Soy agresivo,
cortante, metiche, indiferente, amable o cómo me comporto con ellos? ¿No será que yo
también estoy cooperando a que haya tensión?
3. ¡Ayúdate y ayúdalos! Una vez habiendo visto realmente qué es lo que está mal, la idea no
es criticar ni quedarse con los brazos cruzados, sino ver en qué puedo cambiar yo y cómo
puedo ayudarlos a ellos. Él perdón, el respeto, la paciencia la comprensión, la generosidad,
el hablar con la verdad, aunque parezcan poca cosa pueden llevarnos a grandes cambios.
Podrá parecer difícil al principio, pero hay que recordar que las cosas que valen la pena
cuestan trabajo. Y que habrá caídas y tropezones, pues a final de cuentas somos humanos,
pero se irán sentando las bases para una relación familiar en al que el amor esté presente.
4. Perseverancia. Tenemos que quedar firmes en nuestros pequeños cambios y convertirlos en
hábitos. Así, podremos comenzar cambios más grandes a nuestro alrededor. Pero… ¿Cómo
hacer eso? Lo más importante es estar cerca de Dios. Eso sólo se puede lograr con una
oración sincera y constante. Teniendo a Dios como aliado, Él siempre pone su 100%, sólo
falta que nosotros pongamos algo de nuestra parte…

¿Cristo parte de la familia? ¿Qué Cristo no estaba crucificado por allá en la Parroquia? ¿No tenía su
familia en Jerusalén? Veamos algunos puntos:
Nosotros podemos hacer que Cristo sea parte de nuestra familia, pero para ello, nosotros
mismos tenemos que estar con Él: No podemos dar lo que no tenemos. Por lo tanto, antes
de que Jesús entre en nuestra familia debe entrar en nuestro corazón…
¿Y cabrá? Eso depende del tamaño de tu corazón: Si este es chiquito, es decir, no esta
acostumbrado a dar y recibir AMOR, pues le va a costar un poquito de trabajo acomodarse
dentro de él. Si, en cambio, tu corazón es grande, es decir, capaz de amar (y amar hasta que
duela, como dice la Madre Teresa de Calcuta), entonces Cristo tendrá tanto espacio que no
habrá problema alguno para que habite en nosotros.

“El que me ame, guardará mis preceptos, mi Padre lo amará, a él vendremos


y con él habitaremos” (Jn 14, 23)
¡He aquí la clave! Si somos capaces de guardar los mandamientos (recordando que todos se
resumen en “Amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”), quiere
decir que Jesús REALMENTE nos importa, y que REALMENTE lo amamos, y por lo tanto
vendrá a nuestras vidas (hay que recordar que no se puede amar lo que no se conoce, y para
eso estamos aquí).
¡CRISTO VINO PARA LLEVARNOS HACIE EL PADRE, Y GRACIAS A EL, SI GUARDAMOS SUS
PRECEPTOS, NOS CONSERVAMOS EN ESTADO DE GRACIA, O SEA, SOMO REALMENTE HIJOS
SUYOS, CON APELLIDO, TITULO Y TODA LA COSA!

Si queremos introducir a Jesús en nuestra familia, debemos tenerlo primero dentro de nosotros. Para
ello tenemos que llevar una adecuada vida espiritual participando de los sacramentos. Para
participar de los sacramentos, debemos estar en gracia con Dios. Esto se logra cumpliendo lo que
Dios quiere de nosotros, o sea, los 10 mandamientos, los cuales los entendemos si conocemos quién
es Dios y cual es su voluntad. ¡Asi de fácil! O de Difícil.
Existe otro aspecto importante para esta en gracia y estar con Él: La oración. La oración es la
principal herramienta para comunicarnos con Dios. No estamos diciendo que hay que repetir 50
veces la oración de San Jacinto de las Manzanas, Orar es platicar con Dios de la manera mas
sincera que puedas hacerlo. Dios no se preocupa por la forma en que ores, cino en la condición en la
que te encuentres. Mas vale una pequeña oración sincera que 3 oraciones “prefabricadas” grandotas
y vacías. Dios escucha intentos. Muchas veces intentamos hacer oración y nos distraemos o no
terminamos… ¡Pero Dios escucha aun esos intentos! Así que no te preocupes pro como hablarle,
mientras lo hagas con las puertas del corazón abiertas de par en par. Y escucha bien, porque tambien
sabe contestar… Es sencillo: los que tenemos una mascota y la cuidamos, generalmente decimos
que “es como de la familia”. Jesús debe de ser notado como parte de la familia, porque es mas que
una mascota. Su presencia dentro de la familia debe ser notada cuando está y extrañada cuando
falta, tal como extrañamos a algún familiar cuando no está presente. ¡Que triste cuando en una
familia no se sabe de Jesús, y por eso ni siquiera se le extraña!

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