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LA POLÍTICA EXTERIOR
ESPAÑOLA DE LA ESPAÑA
DEMOCRÁTICA.
PROFS. ISIDRO JESÚS SEPÚLVEDA MUÑOZ y ROSA MARÍA PARDO SANZ.
1.INTRODUCCIÓN.......................................................................................................................3
2. LA DESCONOLONIZACIÓN INCLONCLUSA DEL SAHARA OCCIDENTAL................3
3. RELACIÓN Y ENFOQUE DIPLOMÁTICO TRAS LA RETIRADA DE TROPAS..............6
4. BALANCE DEL POSICIONAMIENTO ESPAÑOL.............................................................10
5. CONCLUSIONES....................................................................................................................14
6.BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................................................16
1.INTRODUCCIÓN
El trabajo que se presenta a continuación versa sobre la problemática descolonización
del Sahara Occidental y el enfoque diplomático español acerca de este conflicto. Así
mismo, a lo largo de estas páginas se abordará cómo España decide asumir, a través de
su política exterior, el grado de responsabilidad que tuvo en la apertura de este escenario
como última potencia colonizadora y tras su comprometida retirada, y también de qué
manera afronta su relación respecto a los dos bandos en disputa: el Frente Polisario y
Marruecos.
2
PARDO, R. La política descolonizadora de Castiella. En OREJA, M. y SÁNCHEZ MANTERO, R.
(Eds.). Entre la historia y la memoria. La política exterior de F.Mª Castiella. Madrid: Real Academia de
Ciencias Morales y Políticas, 2007, p. 81-134.
3
El Protectorado español de Marruecos había accedido a la independencia en 1956.
4
VILLAR F., El Proceso de autodeterminación del Sahara. Valencia: Edit. Fernando Torres, 1982. p. 57-
58.
En el año 1975, con la crisis del Régimen ante la inminente muerte de Franco, se
agolparon los acontecimientos. Días después de que una misión de visita abandonara el
Sahara, el Gobierno español hizo pública una declaración en la que se dejaba entrever la
intención de abandonar el territorio transfiriendo sus responsabilidades, aunque no se
especificaba a quien. De cualquier modo, este planteamiento no se correspondía con las
promesas españolas efectuadas acerca de autodeterminar el Sahara Occidental ante el
máximo organismo internacional.5 En octubre de 1975 se produciría la `marcha verde´,
una invasión de civiles sobre suelo saharaui orquestada por Hassam II para simbolizar la
reclamación del territorio como parte de Marruecos. Esta movilización se legitimó en
base a una lectura parcial que hizo Marruecos de un sentencia del Tribunal de la Haya
en 1975, que reconocía ciertas relaciones de autoridad entre el Sultán marroquí y
algunas tribus saharauis; aunque se omitió la otra parte del fallo en la que el Tribunal
negó que dichos vínculos fueran indicativos de lazos jurídicos de soberanía territorial
del Sáhara Occidental con Marruecos, por lo que seguía siendo necesario aplicar el
principio de autodeterminación de las poblaciones.6 Posteriormente, en noviembre de
ese mismo año España firmaría con Marruecos y Mauritania los Acuerdos de Madrid,
sin tener en cuenta las resoluciones de la ONU sobre descolonización, con los que
traspasaba a Rabat y Nouakchott los poderes que tenía como potencia administradora.
Finalmente, en febrero 1976, España abandonó el Sahara Occidental dejando tras de sí
un grave problema que en pleno 2019 sigue sin resolverse.
Del mismo modo, dicha responsabilidad española que se trató de eludir con el acuerdo
tripartito y la posterior retirada de tropas, supuso una delicada herencia para los
tiempos democráticos, a la cual se han aproximado los diferentes gobiernos con una
actitud titubeante. Al no contar con el reconocimiento español del RASD como
Estado independiente, las relaciones directas con el Sáhara Occidental son
prácticamente nulas, aunque sí se han producido numerosos contactos directos y
apelaciones mutuas con el Frente Polisario, que es interlocutor diplomático saharaui
oficial asumido por la ONU. De cualquier manera, el conflicto desarrollado en la ex-
colonia española no ha dejado de ser un recurrente tema de la agenda diplomática
sobre el que rendir cuentas y posicionarse políticamente tanto el plano nacional como
en el internacional, desde el inicio de la transición.
Adolfo Suarez en 1979, afirmaba con relación al conflicto del Sahara que el objetivo
era `lograr la autodeterminación del pueblo saharaui´, 9 lo que llenó de optimismo al
Frente Polisario, al intuir que esto se traduciría en una determinante implicación
española que afectaría positivamente a la resolución del conflicto. Lo cierto es que, en
la práctica, los gobiernos de Suárez atajaron esta cuestión con una política cambiante;
en función de las necesidades se buscaron apoyos en Marruecos o Argelia (rivales en
el Magreb). La estrategia sería el tratar de mantener una relación equidistante en la
8
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. (12 de Febrero de 2002). Carta de fecha 29 de enero de
2002 dirigida al Presidente del Consejo de Seguridad por el Secretario General Adjunto de Asuntos
Jurídicos, Asesor Jurídico. http://www.arso.org/Olasp.pdf
9
SEBASTÍAN, P y OSTOS, M. (1 de Mayo de 1979). Suarez defiende la autodeterminación del pueblo
saharaui. https://elpais.com/
que cada aproximación dirigida a Marruecos se debía de igualar con otra de
características similares hacia Argelia en una política reactiva. El resultado fue un
ineficaz intento de equilibrio que le valió la pérdida de credibilidad en su política
exterior sobre este particular.10
Así pues, tras su llegada al gobierno el PSOE abandonó en la cuestión del Sáhara
Occidental, muchas de las posiciones defendidas en la oposición. Los gobiernos
presididos por Felipe González optaron por el realismo y abandonaron la idea de
denunciar los Acuerdos de Madrid, lo que permitió desactivar los temores de Rabat y
10
MARQUINA BARRIO, A. “El conflicto del Sáhara y la cooperación global del gobierno español con
Argelia y Marruecos”, en Revista de Estudios Internacionales. Nº 4,1983. p.755-773.
11
OSTOS, M. (11 de Marzo de 1983). El documento firmado en 1976 por Felipe González y el Frente
Polisario apoya la creación de la RASD. https://elpais.com/
12
MARQUINA BARRIO, A. “El conflicto del Sáhara y la cooperación global del gobierno español
con Argelia y Marruecos”, en Revista de Estudios Internacionales. Nº 4, 1983. p.755-773.
13
DEL PINO, D. (27 de diciembre de 1982). La visita de Fernando Morán a Marruecos abre una nueva
etapa entre Madrid y Rabat. https://elpais.com/
encauzar las relaciones con Marruecos en un momento en el que el conflicto del Sáhara
Occidental entraba en una fase cada vez más diplomática. Este giro del gobierno
socialista en la cuestión del Sáhara Occidental estuvo acompañado por un intento de
distanciarse de la mencionada política de “equilibrios alternativos”, a remolque de las
presiones de Marruecos, el Frente Polisario o Argelia, con la que los gobiernos de la
UCD habían intentado gestionar sus relaciones con el Magreb. Sin embargo, la no
resolución del conflicto del Sáhara Occidental hizo que, en la práctica, el ejecutivo
socialista tuviera que continuar recurriendo a la política de gestos compensatorios y
viajes cruzados. 14
En este contexto, el Frente Polisario, trazó unas líneas políticas hacia el Gobierno
español basadas en que Madrid reconociera sus responsabilidades en el proceso de
descolonización y aceptara que "no puede haber reparto ni desmembramiento del
territorio...". 15 Por su parte, el PSOE a lo largo de sus años de poder, sin dejar de
mantener el apoyo al proceso de autodeterminación del pueblo saharaui mediante
referéndum, según las resoluciones de las ONU, basculó en mayor medida su esfuerzos
en promover la negociación directa entre Marruecos y el Polisario y en bloquear
manifestaciones que implicaran una pérdida de soberanía para el pueblo saharaui.
El mismo Ahmed Bujari en un ensayo recogido en 2014 por el Real Instituto Elcano de
Estudios Internacionales y Estratégicos, en el que responde a un informe presentado
anteriormente por dicho Instituto, volvía a expresar la importancia que tenía la actitud
de España sobre la problemática saharaui tanto para el Gobierno de la RASD, como
miembro de la UA, como para el Frente Polisario. De esta manera, resultaba clave
analizar y contestar controvertidas propuestas desarrolladas por parte de una institución
invitada a ayudar en la concepción teórica de la política exterior española. En este
informe del RIE, a pesar de apoyar el que España siguiera trabajando para lograr una
solución política justa y duradera a la descolonización del Sáhara Occidental, también
se apuntaba que un posible nuevo Estado “poblado solo por unos centenares de miles de
habitantes no homogéneos y susceptibles de radicalización, preocuparía más allá del
Magreb”. De ello se apostillaba una conclusión con la que se recomendaba a España
tomar una “posición más proactiva y, cuando las condiciones resulten favorables,
plantear una solución de autogobierno genuino y garantizado que permita satisfacer los
deseos de Marruecos y del Frente Polisario”. Ahmed Bujari, en coherencia con la
demanda angular del Frente Polisario basada en la celebración de un referéndum de
autodeterminación, criticaba la invitación que se le hace a España de abrazar la solución
de autonomía preferida por Marruecos que, por otro lado, tampoco estaría plenamente
abalada por la comunidad internacional.
Además, Bujari censuraba que esta propuesta, apuntalada por el recurso al miedo,
implica también un amplio desconocimiento respecto a las aspiraciones del pueblo
saharaui al que se le negaría la independencia y su derecho a elegir su futuro. También
defendía la viabilidad y estabilidad de un Sahara Occidental independiente,
argumentándolo en su “homogeneidad étnica, cultural, religiosa y de tradiciones y sus
inmensos recursos naturales”. Finalmente, expresó su frustración por observar la deriva
española, que cuadraba con los consejos del REI, en su alineamiento con Marruecos y la
desvinculación de su pasado en el Sahara Occidental, en vez de contribuir desde sus
notables potencialidades, en una asumible obra de paz justa y genuina.19
Dos años después, una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE),
del 21 de Diciembre de 2016, a raíz de una denuncia del Frente Polisario por unos
18
BUJARI, A. (25 de Octubre de 2004). La diplomacia española y el Sáhara Occidental.
https://elpais.com/
19
BUJARI, A. (17 de Marzo de 2014). El Informe Elcano de Estrategia Exterior y la profecía sobre el
Sáhara Occidental. http://www.realinstitutoelcano.org/
acuerdos Euro-mediterráneos, reconocía que el territorio del Sahara Occidental no
pertenecía a Marruecos. El escrito afirmaba que los beneficios comerciales previstos en
dichos acuerdos entre la Unión europea y Marruecos no eran aplicables en relación al
territorio del Sahara Occidental, ya que este no formaba parte del reino marroquí. El
fallo sería asumido por el Gobierno de Rajoy, que aprovecharía la ocasión para mostrar
su apoyo a la disposición de una solución dentro de los carriles de la ONU.
Sin embargo, en 2019 se volvería a formar un nuevo acuerdo de Pesca, aprobado por el
Parlamento Europeo, que la delegada del Frente Polisario en España, Jira Bulahi calificó
de ir en contra del Derecho Internacional y contradecir el dictamen del Tribunal de
Justicia Europeo que establece que no se pueden incluir las aguas territoriales del
Sahara Occidental, un territorio no autónomo pendiente de descolonización". Además,
la política saharaui apuntó que este acuerdo era un obstáculo más a los grandes
esfuerzos de la ONU y la UA por encontrar una solución definitiva y señaló
críticamente a España por su complicidad y continuado incumplimiento de sus
responsabilidades internacionales.20
Por otra parte, en el 2016 el PSOE desde la oposición ya denunciaría que el Sahara
Occidental seguía siendo un territorio pendiente de descolonización y que, ciñéndose a
lo establecido de la ONU, tenía derecho a la libre determinación. Además, señalaba
como vital el impulso del diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario y el enfoque
decidido de las acciones diplomáticas españolas en la línea de lo acordado por la
comunidad internacional. 21 Estos mismos planteamientos seguiría Pedro Sánchez en sus
promesas electorales de cara a las elecciones generales del 2019. Por otro lado, el PP y
Cs sacaron de sus programas la defensa de la causa saharaui de cara a estos comicios, 22
lo que muestra por primera vez la ausencia de homogeneidad en la aproximarse al
conflicto desde los diferentes partidos políticos. La victoria socialista en el 27-A vuelve
a poner sobre la mesa la oportunidad de emprender de una colaboración eficaz para la
resolución de un problema severamente anquilosado.
La asunción de este papel arbitral-neutral, tenía claras ventajas que pudieran derivarse
de los contactos con Marruecos, a nivel económico, cultural y político, quien iba a
asumirse como un socio clave. La actitud equitativa de España consiguió que Marruecos
no presentara obstáculos importantes respecto a las actividades comerciales o inversoras
de grupos españoles en territorio marroquí. Además, pudo facilitar la penetración
cultural hispánica en Marruecos, así como la mitigación de las pretensiones marroquíes
sobre Ceuta y Melilla. De esta manera, se asentaría una dinámica en la que no cesarían
las palabras de apoyo para los saharauis y la resolución del conflicto por la vía de la
ONU (boicoteada por los Marroquies), y, paralelamente, se asentarían los canales de
colaboración con Marruecos. Muestra de ello sería como España en 1984 y 1988 sus
votaciones en la ONU apoyaría el establecimiento de las negociaciones directas entre
las partes con el objeto de celebrar un referéndum de autodeterminación en el Sahara
(resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas 43/33, de 22-XI-1988) y, poco
después, intensificaría sus relaciones con Rabat con la firma julio de 1991, un tratado
bilateral de Amistad y Cooperación.23
Por otro lado, para España, a pesar de tener más vínculos y deudas que ninguna otra
potencia en el conflicto saharaui, salirse de los carriles marcados por la comunidad
internacional o establecerse como un tenaz foco de empuje, hubiese implicado una serie
de riesgos globales que España realmente nunca valoró en asumir. La posición española
siempre estuvo coordinada en tiempos e intensidad con los parámetros establecido por
la ONU, que sería el organismo realmente encargado de patrocinar la solución pacífica
y consensuada entre el Frente Polisario y Marruecos, decidiendo no asumir ningún rol
diferenciado, priorizando la defensa de los intereses nacionales. Así pues, es en el
pragmatismo político donde se encuentra la principal justificación de la postura asumida
por España.
Por su parte, James Baker señalaría que en el desatascamiento del conflicto saharaui,
también influyen de manera relevante la posición de neutralidad pragmática abrazada
por España (y por el resto de potencias virtualmente influyentes). Lo hacía una vez
abandonado su cargo de enviado especial en la región, resignado tras la ausencia de
progresos y la ineficacia de su Planes. El diplomático estadounidense afirmaba que “el
verdadero problema es que ningún país del Consejo de Seguridad está dispuesto a
implicarse políticamente en el Sahara Occidental, el perfil del asunto es muy bajo y
ninguno quiere correr riesgos de ganarse la enemistad, bien de Marruecos o bien de
Argelia, adoptando una posición firme. Y no están dispuestos a pedir a una o a ambas
partes que hagan lo que no quieren hacer”.26
5. CONCLUSIONES
25
VAN WALSUM, P. (28 de Agosto de 2008). El largo y complejo problema del Sahara.
https://elpais.com/
26
GARCÍA, A. Historia del Sáhara y su conflicto. Madrid: Catarata, 2010. p. 89-90.
atropellada al agravado problema de la obligada descolonización del Sahara
Occidental. La difícil situación en el interior de país llevo a que se primara el no
deterioro de la posición internacional española, a las deudas históricas con su antigua
colonia. Posteriormente, los diferentes Gobiernos españoles trataron de defender un
moderado posicionamiento institucional a favor de la libre determinación de los
saharauis, pero siempre dentro del marco de la comunidad internacional y la UE, lo
que les ha valido las constantes críticas del Frente Polisario por su baja implicación y
que, por otro lado, fue suficiente para levantar el principal obstáculo que ha permitido
el despliegue de unas imprescindibles relaciones Marruecos, con quien se buscó el
establecimiento de un contacto privilegiado desde el comienzo de la transición.
Por otro lado, en las más cuatro décadas de existencia del conflicto Saharaui, las dos
partes implicadas casi no han modificado sus posiciones originarias. Así pues se
mantiene un escenario prácticamente inmutable en el que se atisba lejano el encontrar
una solución política mutuamente aceptable como se preconiza desde las ONU. En el
enquistamiento de la disputa y la compleja red de interés dado el valor geoestratégico
de la región, se suma el problema añadido del aprovechamiento de los recursos
naturales de la zona que teóricamente estarían bajo la soberanía del pueblo saharaui.
Además, por encima de todo ello, se encuentra un problema humanitario de primer
nivel dado el gran número de desplazados dependientes de ayuda y asistencia
internacional, que desde hace varias décadas habitan en campos de refugiados en
territorio argelino. Tinduf se encuentra habitado por personas aisladas del mundo que
han visto como sus campamentos se transformado en lugares estables de vida. Las
jaimas se volvieron casas formando “neociudades del desierto”, desde donde se
percibe como la enorme longevidad del conflicto la se ha traducido en una
desconexión con el Frente Polisario, agotado tácticamente y presa de la
“desubstanciación polítca y desfondamiento anímico”. 28
27
HERNANDO DE LARRAMENDI, M. España y el Mediterráneo: entre las inercias de la política pro-
árabe y los avatares de una descolonización por etapas (1953-1986). En: DELGADO GOMEZ-
ESCALONILLA, L.; MARTÍN DE LA GUARDIA, R. Y PARDO SANZ, R. La apertura internacional
de España. Entre el franquismo y la democracia, 1953-1986. Madrid: Silex, 2016. pp. 167-197.
28
GARCÍA, A. Historia del Sáhara y su conflicto. Madrid: Catarata, 2010. p. 89-90.
en la defensa de los derechos humanos en los territorios saharauis controlados por
Marruecos. Sin embargo, desde Marruecos normalizan la integración de los saharauis en
el Régimen, niegan la exclusividad del Polisario en su representación y defienden su
opción autonomista aludiendo, por ejemplo, a como en 2006, cien personas originarias
de todas las tribus del Sahara aceptaban formar parte de un nuevo organismo
patrocinado por el rey como CORCAS Este sería una especie de consejo consultivo de
notables, presentado como la nueva Yemaá del Sahara y como genuino instrumento
saharaui para guiar el proceso autonómico en el marco de Marruecos.
En medio de este espinoso escenario, España sigue estando habitualmente citada a dar
explicaciones e informar de su postura ante una coyuntura para la que ya no valen ni los
titulares vacios ni los reproches maniqueos. Desde el Frente Polisario se persiste en
tachar de actitud colaboracionista (con Marruecos) la desatención de España ya que, a
pesar de que siempre haya asumido una posición en coherencia con las resoluciones de
la ONU, se señala especialmente la pasividad española sobre la de otros estados por su
pasado colonial en la región y por el rol tan determinante que tuvo en la descolonización
inconclusa. Lo cierto es que, el alineamiento de España siempre fue con la ONU y no
con el Polisario. Dicho alineamiento en un primer momento incitó a manifestar de una
manera más rotunda el respaldo a la celebración de un referéndum y a alentar del sueño
de independencia de los saharauis, avalado por las disposiciones internacionales.
Posteriormente, entrado en siglo XXI empezó a parecer inaplicable la consulta que
planteara una posible independencia dado el firme posicionamiento marroquí en su
contra y, sobre todo, por la negativa del Consejo de Seguridad de la ONU de imponer el
camino a esta solución. En esta segunda etapa, marcada por análisis realista de las
expectativas futuras, se produjo una mitigación de las manifestaciones que secundaran
las demandas polisarias (motivado por la pérdida de esperanza de la ONU ante el
completo estancamiento) y ayudó a justificar la reducida involucración de España y a
camuflar su pragmático paso atrás asemejado a la actitud del resto de potencias.
Además, la nueva correlación de fuerzas reflejó, de forma más fuerte que nunca, la
ingenuidad en el optimismo del Frente Polisario de que España, aún reconociendo sus
errores y responsabilidades, pudiera albergar las herramientas y la influencia necesaria
para desatascar en su favor la intrincada situación en el Sahara Occidental.
6.BIBLIOGRAFÍA.
-LÓPEZ GARCÍA, B. (21 de Marzo de 2014). España ante el problema del Sahara:
por una solución magrebí. http://www.realinstitutoelcano.org/
-Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. (12 de Febrero de 2002). Carta de fecha
29 de enero de 2002 dirigida al Presidente del Consejo de Seguridad por el Secretario
General Adjunto de Asuntos Jurídicos, Asesor Jurídico. http://www.arso.org/Olasp.pdf
-(13 de Febrero de 2019). Polisario acusa a España de traicionar a los saharauis con
un acuerdo ilegal. https://www.lavanguardia.com/
-(14 de Noviembre de 2016). Comunicado PSOE con motivo del 41 aniversario del
Acuerdo Tripartito de Madrid sobre el Sahara Occidental. https://www.psoe.es/
VAN WALSUM, P. (28 de Agosto de 2008). El largo y complejo problema del Sahara.
https://elpais.com/