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ESPAÑA EN UN MUNDO GLOBAL.

LA POLÍTICA EXTERIOR
ESPAÑOLA DE LA ESPAÑA
DEMOCRÁTICA.
PROFS. ISIDRO JESÚS SEPÚLVEDA MUÑOZ y ROSA MARÍA PARDO SANZ.

2ª PRUEBA DE EVALUACIÓN A DISTANCIA: ENSAYO


FINAL.

LA PROBLEMÁTICA DESCOLONIZACIÓN DEL


SAHARA Y LA CONSECUENTE DINÁMICA
DIPLOMÁTICA ESPAÑOLA.

MÁSTER UNIVERSITARIO EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA


EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA (UNED)

ENRIQUE MARINA MONTERO


ÍNDICE

1.INTRODUCCIÓN.......................................................................................................................3
2. LA DESCONOLONIZACIÓN INCLONCLUSA DEL SAHARA OCCIDENTAL................3
3. RELACIÓN Y ENFOQUE DIPLOMÁTICO TRAS LA RETIRADA DE TROPAS..............6
4. BALANCE DEL POSICIONAMIENTO ESPAÑOL.............................................................10
5. CONCLUSIONES....................................................................................................................14
6.BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................................................16

1.INTRODUCCIÓN
El trabajo que se presenta a continuación versa sobre la problemática descolonización
del Sahara Occidental y el enfoque diplomático español acerca de este conflicto. Así
mismo, a lo largo de estas páginas se abordará cómo España decide asumir, a través de
su política exterior, el grado de responsabilidad que tuvo en la apertura de este escenario
como última potencia colonizadora y tras su comprometida retirada, y también de qué
manera afronta su relación respecto a los dos bandos en disputa: el Frente Polisario y
Marruecos.

Para la presentación de dicho ensayo se ha realizado una división en la que, en primer


lugar, se expone un contexto histórico en el que se traza el camino hacia la
descolonización inconclusa del Sahara Occidental, sus principales claves y la situación
que se abre desde 1976. Posteriormente, se analizan las distintas dinámicas diplomáticas
desarrolladas por España respecto al mencionado conflicto, representadas por la actitud
y las declaraciones de los diferentes Gobiernos desde la época de la transición; también
se comenta la dialéctica con el Frente Polisario y Marruecos; así como la relación de los
planteamientos exteriores con el marco expuesto por la ONU y los planes dentro de la
UE. Después de esto, se expone un balance del posicionamiento español, argumentando
sus razones y sus críticas, sus posibilidades pasadas y sus opciones futuras. Tras ello,
aportan una serie de conclusiones y se finaliza incluyendo la lista de referencias
bibliográficas pertinentes.

Como documentación se han utilizado principalmente fuentes basadas en libros y


ensayos sobre la política exterior española y la histórica del Sahara Occidental;
comunicados de la ONU; informes del Real Instituto Elcano; y artículos de diferentes
periódicos nacionales que reflejan el termómetro diplomático de cada momento.
2. LA DESCONOLONIZACIÓN INCLONCLUSA DEL SAHARA
OCCIDENTAL

El Sáhara Occidental es un territorio del norte de África localizado en el extremo oeste


del desierto del Sahara y a orillas del océano Atlántico. Había estado habitado durante
siglos por tribus nómadas hasta que la Conferencia de Berlín (1884-1885), con la que se
estableció el reparto europeo de África, permitió a España tomar posesión como
potencia colonizadora de esta región. Tras la Segunda Guerra Mundial, la ONU
abanderó el objetivo de poner fin al colonialismo y, consecuentemente, comenzó a
presionar en este sentido al Régimen de Franco desde su entrada en la organización en
1955. El Ministerio de Asuntos Exteriores español, con Castiella a la cabeza, trató en
empujar hacia una disposición favorable a dicha descolonización, en sintonía con las
flexibles soluciones desarrolladas por la mayoría de países europeos. Con ello se
pretendía evitar una nueva condena internacional al franquismo y la pérdida de apoyos
en las ONU1 y también se buscaba asegurar la futura influencia española sobre su
excolonia. Sin embargo, la Presidencia del Gobierno asumía como innegociable el
1
PARDO, R. La salida del aislamiento: la década de los cincuenta. En MATEOS, A. La España de los
cincuenta. Madrid: Eneida, 2008, p. 109-133.
mantenimiento de este territorio dada su importancia geoestratégica, aumentada por su
cercanía a las Canarias, además del valor económico de sus aguas y de un subsuelo
potencialmente rico en fosfatos y petróleo. Así pues, se decidió emprender una huida
hacia delante abrazando un sistema de provincialización al estilo del Portugal de
Salazar, desoyendo las recomendaciones y avisos de la ONU y en contradicción con las
inclinaciones del equipo de exteriores.

En 1960 el proceso de descolonización africana se aceleró enormemente, haciendo que


España fuera el principal objetivo (junto con Portugal) para la IV Comisión de la ONU
a causa de su postura inmovilista. No tardarían en aparecer síntomas de una abierta
hostilidad hacia España en la ONU y en la Conferencia por la Liberación de África que
provocaron, por primera vez, el establecimiento de un compromiso español por
desplegar una política afín al proceso descolonizador2. No obstante, si bien esta nueva
actitud se tradujo en avances para hacer efectiva la independencia de Guinea, así como
la posibilidad de negociar Ifni con Marruecos 3, no ocurriría lo mismo con el caso del
Sahara Occidental respecto al cual se iba confirmar la estrategia de contención,
proyectando únicamente la posibilidad de asumir la concesión de una autonomía
tutelada -en el caso de que continuara presionando la ONU-. La apuesta firme por
mantener la soberanía sobre esta región se tradujo en un aumento de las inversiones y de
los refuerzos militares, lo que se acompañó con una campaña de asentamiento de
inmigrantes peninsulares.

En 1965, en la XX Asamblea General de la ONU se abordó específicamente la cuestión


del Sahara Occidental y se adoptó la resolución 2072 (XX), en la que se señalaba el
retraso de España en aplicar la declaración de independencia y obligaba a la potencia
administradora a dar pruebas de su intención de descolonizar el Sahara. 4 Las
indicaciones no satisfechas de la ONU respecto al caso del Sahara Occidental estaban
orientadas principalmente a la facilitación de acoger una visita oficial y a la
programación de un referéndum de autodeterminación. Por otro lado, en esta misma
coyuntura comenzaría a crecer en gran medida el nacionalismo saharaui que cristalizaría
en un movimiento de liberación independentista comandado por el Frente Polisario.
Además, ya se habían desplegado de forma clara las intenciones de Marruecos,
Mauritania (con pretensiones anexionistas) y Argelia (apoyo a la soberanía saharaui) de
tomar parte activa en el conflicto, lo que enrevesaba aún más el laberinto por el que
seguía avanzando el Gobierno franquista. De la misma manera, los nuevos ministros de
exteriores que sucedieron a Castiella, López Bravo en primer lugar y posteriormente por
López Rodó, no harían sino colaborar aún más con el enquistamiento de este conflicto.

2
PARDO, R. La política descolonizadora de Castiella. En OREJA, M. y SÁNCHEZ MANTERO, R.
(Eds.). Entre la historia y la memoria. La política exterior de F.Mª Castiella. Madrid: Real Academia de
Ciencias Morales y Políticas, 2007, p. 81-134.
3
El Protectorado español de Marruecos había accedido a la independencia en 1956.
4
VILLAR F., El Proceso de autodeterminación del Sahara. Valencia: Edit. Fernando Torres, 1982. p. 57-
58.
En el año 1975, con la crisis del Régimen ante la inminente muerte de Franco, se
agolparon los acontecimientos. Días después de que una misión de visita abandonara el
Sahara, el Gobierno español hizo pública una declaración en la que se dejaba entrever la
intención de abandonar el territorio transfiriendo sus responsabilidades, aunque no se
especificaba a quien. De cualquier modo, este planteamiento no se correspondía con las
promesas españolas efectuadas acerca de autodeterminar el Sahara Occidental ante el
máximo organismo internacional.5 En octubre de 1975 se produciría la `marcha verde´,
una invasión de civiles sobre suelo saharaui orquestada por Hassam II para simbolizar la
reclamación del territorio como parte de Marruecos. Esta movilización se legitimó en
base a una lectura parcial que hizo Marruecos de un sentencia del Tribunal de la Haya
en 1975, que reconocía ciertas relaciones de autoridad entre el Sultán marroquí y
algunas tribus saharauis; aunque se omitió la otra parte del fallo en la que el Tribunal
negó que dichos vínculos fueran indicativos de lazos jurídicos de soberanía territorial
del Sáhara Occidental con Marruecos, por lo que seguía siendo necesario aplicar el
principio de autodeterminación de las poblaciones.6 Posteriormente, en noviembre de
ese mismo año España firmaría con Marruecos y Mauritania los Acuerdos de Madrid,
sin tener en cuenta las resoluciones de la ONU sobre descolonización, con los que
traspasaba a Rabat y Nouakchott los poderes que tenía como potencia administradora.
Finalmente, en febrero 1976, España abandonó el Sahara Occidental dejando tras de sí
un grave problema que en pleno 2019 sigue sin resolverse.

Después de la retirada española del Sahara Occidental comenzó en un conflicto


armado entre Marruecos y el Frente Polisario. Marruecos se adueñaría de la mayor
parte del territorio creando lo que se conoce como Provincias Meridionales bajo su
soberanía (no reconocida por la ONU), al tiempo que el Frente Polisario proclamaría
la independencia de la recién creada República Árabe Saharaui Democrática
(RASD),7 con base en los campamentos de Tinduf, en territorio argelino. Tanto las
Provincias Meridionales como la RASD, quedarán divididas por un muro de más de
2500 km levantado por Marruecos en 1981. Habría que esperar hasta el inicio de la
década de los noventa para que ambos bandos aprobaran un plan de paz abalado por la
ONU con el que se crea la MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el
Referéndum en el Sahara Occidental). Bajo estas mismas premisas se establecerán
también los posteriores acuerdos de Houston y el Plan Baker: fijar un calendario para
la celebración de un referéndum mediante el cual los saharauis deberían decidir su
futuro. Este medio de resolución fue incapaz de ponerse en práctica a causa
principalmente de la congelación y el entorpecimiento del proceso por parte de
Marruecos aludiendo a discrepancias sobre la composición del censo que participaría
en la votación. De forma paralela, desde 2007 Marruecos abriría otra vía de
negociación basada en el ofrecimiento de un encuadre autonómico para la región del
Sahara Occidental, propuesta que hasta el momento cuenta con la desconfianza del
5
MARTÍNEZ MILÁN, J.M. La descolonización del Sahara Occidental. Espacio, Tiempo y Forma, S. V,
Hª Contemporánea, Nº4, 1991. pp. 191-200.
6
LÓPEZ GARCÍA, B. (21 de Marzo de 2014). España ante el problema del Sahara: por una solución
magrebí. http://www.realinstitutoelcano.org/
7
Mauritania renunció definitivamente a sus pretensiones anexionistas en la zona en 1979.
Frente Polisario y un comedido respaldo de la comunidad internacional.
3. RELACIÓN Y ENFOQUE DIPLOMÁTICO TRAS LA RETIRADA DE
TROPAS

Un comunicado emitido en 2002 por el Secretario General Adjunto de Asuntos


Jurídicos-Asesor Jurídico de la ONU establece que “el Acuerdo de Madrid no
transfirió la soberanía sobre el Territorio ni confirió a ninguno de los signatarios la
condición de Potencia administradora, condición que España, por sí sola, no podía
haber transferido unilateralmente”8. Por lo tanto, la transferencia de la autoridad
administrativa sobre el Territorio a Marruecos y Mauritania en 1975 no afectó la
condición internacional del Sáhara Occidental como Territorio no autónomo la que
está vinculada desde 1963. De esta manera, actualmente el Sahara Occidental sigue
siendo uno de los 17 territorios no autónomos bajo supervisión del Comité Especial
de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas, que precisa de
completar el proceso descolonizador interrumpido en 1976 con el abandono abrupto
de España; país que de iure no perdería su carácter de administrador del territorio en
aquel momento. De todo ello se deduce que el anhelo del Frente Polisario estaría
respaldado por la legitimidad internacional al tratarse de un proceso de
descolonización inconcluso que requiere la consulta a la población saharaui y que
España contraería una alta responsabilidad histórica, jurídica y moral ante la situación
desencadenada.

Del mismo modo, dicha responsabilidad española que se trató de eludir con el acuerdo
tripartito y la posterior retirada de tropas, supuso una delicada herencia para los
tiempos democráticos, a la cual se han aproximado los diferentes gobiernos con una
actitud titubeante. Al no contar con el reconocimiento español del RASD como
Estado independiente, las relaciones directas con el Sáhara Occidental son
prácticamente nulas, aunque sí se han producido numerosos contactos directos y
apelaciones mutuas con el Frente Polisario, que es interlocutor diplomático saharaui
oficial asumido por la ONU. De cualquier manera, el conflicto desarrollado en la ex-
colonia española no ha dejado de ser un recurrente tema de la agenda diplomática
sobre el que rendir cuentas y posicionarse políticamente tanto el plano nacional como
en el internacional, desde el inicio de la transición.

Adolfo Suarez en 1979, afirmaba con relación al conflicto del Sahara que el objetivo
era `lograr la autodeterminación del pueblo saharaui´, 9 lo que llenó de optimismo al
Frente Polisario, al intuir que esto se traduciría en una determinante implicación
española que afectaría positivamente a la resolución del conflicto. Lo cierto es que, en
la práctica, los gobiernos de Suárez atajaron esta cuestión con una política cambiante;
en función de las necesidades se buscaron apoyos en Marruecos o Argelia (rivales en
el Magreb). La estrategia sería el tratar de mantener una relación equidistante en la
8
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. (12 de Febrero de 2002). Carta de fecha 29 de enero de
2002 dirigida al Presidente del Consejo de Seguridad por el Secretario General Adjunto de Asuntos
Jurídicos, Asesor Jurídico. http://www.arso.org/Olasp.pdf
9
SEBASTÍAN, P y OSTOS, M. (1 de Mayo de 1979). Suarez defiende la autodeterminación del pueblo
saharaui. https://elpais.com/
que cada aproximación dirigida a Marruecos se debía de igualar con otra de
características similares hacia Argelia en una política reactiva. El resultado fue un
ineficaz intento de equilibrio que le valió la pérdida de credibilidad en su política
exterior sobre este particular.10

A pesar del inicial compromiso retórico de la UCD, el apoyo en el plano político al


proceso de autodeterminación saharaui estuvo desde sus inicios muy escorado a la
izquierda, por ello cuando en octubre de 1982 el PSOE accedió al poder se atisbó un
posible aumento de la cooperación española encaminada, sobre todo, al apoyo a la
realización de un referéndum como solución final. Esta idea también venía reforzada
por los términos en los que había transcurrido una visita de Felipe González a los
campos de refugiados saharauis en Tinduf en 1976, desde donde criticó la `mala
colonización y peor descolonización´ y garantizó su compromiso con el proceso de
autodeterminación, llegando a firmar un comunicado conjunto con el Frente Polisario
certificando su apoyo.11 Sin embargo, dos meses después de la victoria socialista en las
elecciones generales, el ministro de Exteriores, Fernando Morán, viajaría a Marruecos
para reunirse Marruecos con Hassan II, siendo uno de los objetivos de la visita hacer
desaparecer la desconfianza marroquí ante el gobierno socialista, así como demostrar
también el interés que tenía para España por mantener buenas relaciones bilaterales y
afianzar su sentido de responsabilidad y de cooperación en cuanto a la estabilidad de la
zona.

De la misma manera, al mismo tiempo que empezaron a cristalizar acuerdos hispano-


marroquíes como los pesqueros que afectaban a la zona marítima del Sahara,
comenzarían a desaparecer los contactos entre el Polisario y España haciendo que los
dirigentes saharauis mostraran su rechazo ante un política que contradecía la línea hasta
entonces mantenida por los socialistas en los foros nacionales e internacionales. 12
Además, para que fuera posible crear un clima de entendimiento entre España y
Marruecos actual en estos momentos, el nuevo Gobierno socialista español tuvo que
deshacer primero, con sus gestos y declaraciones, todas las aprensiones de Marruecos
que principalmente estaban motivadas por la posible política del PSOE con respecto al
Sahara.13

Así pues, tras su llegada al gobierno el PSOE abandonó en la cuestión del Sáhara
Occidental, muchas de las posiciones defendidas en la oposición. Los gobiernos
presididos por Felipe González optaron por el realismo y abandonaron la idea de
denunciar los Acuerdos de Madrid, lo que permitió desactivar los temores de Rabat y
10
MARQUINA BARRIO, A. “El conflicto del Sáhara y la cooperación global del gobierno español con
Argelia y Marruecos”, en Revista de Estudios Internacionales. Nº 4,1983. p.755-773.
11
OSTOS, M. (11 de Marzo de 1983). El documento firmado en 1976 por Felipe González y el Frente
Polisario apoya la creación de la RASD. https://elpais.com/
12
MARQUINA BARRIO, A. “El conflicto del Sáhara y la cooperación global del gobierno español
con Argelia y Marruecos”, en Revista de Estudios Internacionales. Nº 4, 1983. p.755-773.
13
DEL PINO, D. (27 de diciembre de 1982). La visita de Fernando Morán a Marruecos abre una nueva
etapa entre Madrid y Rabat. https://elpais.com/
encauzar las relaciones con Marruecos en un momento en el que el conflicto del Sáhara
Occidental entraba en una fase cada vez más diplomática. Este giro del gobierno
socialista en la cuestión del Sáhara Occidental estuvo acompañado por un intento de
distanciarse de la mencionada política de “equilibrios alternativos”, a remolque de las
presiones de Marruecos, el Frente Polisario o Argelia, con la que los gobiernos de la
UCD habían intentado gestionar sus relaciones con el Magreb. Sin embargo, la no
resolución del conflicto del Sáhara Occidental hizo que, en la práctica, el ejecutivo
socialista tuviera que continuar recurriendo a la política de gestos compensatorios y
viajes cruzados. 14

En este contexto, el Frente Polisario, trazó unas líneas políticas hacia el Gobierno
español basadas en que Madrid reconociera sus responsabilidades en el proceso de
descolonización y aceptara que "no puede haber reparto ni desmembramiento del
territorio...". 15 Por su parte, el PSOE a lo largo de sus años de poder, sin dejar de
mantener el apoyo al proceso de autodeterminación del pueblo saharaui mediante
referéndum, según las resoluciones de las ONU, basculó en mayor medida su esfuerzos
en promover la negociación directa entre Marruecos y el Polisario y en bloquear
manifestaciones que implicaran una pérdida de soberanía para el pueblo saharaui.

A comienzos de siglo XX, los ánimos políticos en relación a la disputa saharaui-


marroquí se mantenían inmutables en las declaraciones de los presidentes del Gobierno
espaol, pero siguieron sin trasladarse en una política exterior con capacidad resolutiva.
De esta manera, José María Aznar en 2003 se mostraba favorable a hallar una solución
aceptable para todas las partes y que fuera respetuosa con la legalidad internacional.
Además, defendía la utilidad del Plan Baker desde Argelia (en un momento en el que
parecía que los marroquíes ya descartaban oficialmente la salida del referéndum) y
argumentaba la perfecta compatibilidad de estos movimientos diplomáticos con el
mantenimiento de una buena relación con Marruecos.16 Por su parte, José Luis Zapatero
en 2004 también se mostraba dispuesto a colaborar en el arreglo de la situación en el
Sahara dentro del marco de lo acordado por la ONU. Lo hacía en una reunión en Madrid
con el líder del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, quien desde su posición animaba
a Zapatero a desempeñar un papel mucho más activo en el conflicto.17

Posteriormente, Ahmed Bujari, representante del Frente Polisario ante la ONU y la


principal punta de lanza de la diplomacia saharaui desde 1992 hasta su muerte en 2018,
también criticó en octubre de 2004 la falta de decisión del Gobierno español. En dicho
14
HERNANDO DE LARRAMENDI, M. España y el Mediterráneo: entre las inercias de la política pro-
árabe y los avatares de una descolonización por etapas (1953-1986). En: DELGADO GOMEZ-
ESCALONILLA, L.; MARTÍN DE LA GUARDIA, R. Y PARDO SANZ, R. La apertura internacional
de España. Entre el franquismo y la democracia, 1953-1986. Madrid: Silex, 2016. pp. 167-197.
15
OSTOS, M. (22 de Marzo de 1983). Moderado optimismo en Argel ante la visita de Alfonso Guerra.
https://elpais.com/
16
EGURBIDE, P. (28 de noviembre de 2003). Aznar reafirma en Argel su apoyo al plan sobre el Sáhara
que rechaza Marruecos. https://elpais.com/
17
Editorial. (26 de noviembre de 2004). Zapatero expresa su "voluntad" de solucionar el conflicto del
Sáhara "en el marco de la ONU". https://elpais.com/
escrito alentaba a España a mantener el compromiso con el Plan Baker y los Acuerdos
de Houston, así como con el referéndum de autodeterminación para respetar los
"intereses y derechos" del pueblo saharaui en coherencia con lo establecido por la
legalidad internacional. Al mismo tiempo, apelaba a España a asumir las
“responsabilidades le incumbieron como potencia administradora del territorio y a
retomar el proceso de descolonización trágicamente abandonado en 1975 para
encauzarlo a su culminación natural y legal”.18

El mismo Ahmed Bujari en un ensayo recogido en 2014 por el Real Instituto Elcano de
Estudios Internacionales y Estratégicos, en el que responde a un informe presentado
anteriormente por dicho Instituto, volvía a expresar la importancia que tenía la actitud
de España sobre la problemática saharaui tanto para el Gobierno de la RASD, como
miembro de la UA, como para el Frente Polisario. De esta manera, resultaba clave
analizar y contestar controvertidas propuestas desarrolladas por parte de una institución
invitada a ayudar en la concepción teórica de la política exterior española. En este
informe del RIE, a pesar de apoyar el que España siguiera trabajando para lograr una
solución política justa y duradera a la descolonización del Sáhara Occidental, también
se apuntaba que un posible nuevo Estado “poblado solo por unos centenares de miles de
habitantes no homogéneos y susceptibles de radicalización, preocuparía más allá del
Magreb”. De ello se apostillaba una conclusión con la que se recomendaba a España
tomar una “posición más proactiva y, cuando las condiciones resulten favorables,
plantear una solución de autogobierno genuino y garantizado que permita satisfacer los
deseos de Marruecos y del Frente Polisario”. Ahmed Bujari, en coherencia con la
demanda angular del Frente Polisario basada en la celebración de un referéndum de
autodeterminación, criticaba la invitación que se le hace a España de abrazar la solución
de autonomía preferida por Marruecos que, por otro lado, tampoco estaría plenamente
abalada por la comunidad internacional.

Además, Bujari censuraba que esta propuesta, apuntalada por el recurso al miedo,
implica también un amplio desconocimiento respecto a las aspiraciones del pueblo
saharaui al que se le negaría la independencia y su derecho a elegir su futuro. También
defendía la viabilidad y estabilidad de un Sahara Occidental independiente,
argumentándolo en su “homogeneidad étnica, cultural, religiosa y de tradiciones y sus
inmensos recursos naturales”. Finalmente, expresó su frustración por observar la deriva
española, que cuadraba con los consejos del REI, en su alineamiento con Marruecos y la
desvinculación de su pasado en el Sahara Occidental, en vez de contribuir desde sus
notables potencialidades, en una asumible obra de paz justa y genuina.19

Dos años después, una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE),
del 21 de Diciembre de 2016, a raíz de una denuncia del Frente Polisario por unos

18
BUJARI, A. (25 de Octubre de 2004). La diplomacia española y el Sáhara Occidental.
https://elpais.com/
19
BUJARI, A. (17 de Marzo de 2014). El Informe Elcano de Estrategia Exterior y la profecía sobre el
Sáhara Occidental. http://www.realinstitutoelcano.org/
acuerdos Euro-mediterráneos, reconocía que el territorio del Sahara Occidental no
pertenecía a Marruecos. El escrito afirmaba que los beneficios comerciales previstos en
dichos acuerdos entre la Unión europea y Marruecos no eran aplicables en relación al
territorio del Sahara Occidental, ya que este no formaba parte del reino marroquí. El
fallo sería asumido por el Gobierno de Rajoy, que aprovecharía la ocasión para mostrar
su apoyo a la disposición de una solución dentro de los carriles de la ONU.

Sin embargo, en 2019 se volvería a formar un nuevo acuerdo de Pesca, aprobado por el
Parlamento Europeo, que la delegada del Frente Polisario en España, Jira Bulahi calificó
de ir en contra del Derecho Internacional y contradecir el dictamen del Tribunal de
Justicia Europeo que establece que no se pueden incluir las aguas territoriales del
Sahara Occidental, un territorio no autónomo pendiente de descolonización". Además,
la política saharaui apuntó que este acuerdo era un obstáculo más a los grandes
esfuerzos de la ONU y la UA por encontrar una solución definitiva y señaló
críticamente a España por su complicidad y continuado incumplimiento de sus
responsabilidades internacionales.20

Por otra parte, en el 2016 el PSOE desde la oposición ya denunciaría que el Sahara
Occidental seguía siendo un territorio pendiente de descolonización y que, ciñéndose a
lo establecido de la ONU, tenía derecho a la libre determinación. Además, señalaba
como vital el impulso del diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario y el enfoque
decidido de las acciones diplomáticas españolas en la línea de lo acordado por la
comunidad internacional. 21 Estos mismos planteamientos seguiría Pedro Sánchez en sus
promesas electorales de cara a las elecciones generales del 2019. Por otro lado, el PP y
Cs sacaron de sus programas la defensa de la causa saharaui de cara a estos comicios, 22
lo que muestra por primera vez la ausencia de homogeneidad en la aproximarse al
conflicto desde los diferentes partidos políticos. La victoria socialista en el 27-A vuelve
a poner sobre la mesa la oportunidad de emprender de una colaboración eficaz para la
resolución de un problema severamente anquilosado.

4. BALANCE DEL POSICIONAMIENTO ESPAÑOL

Tal y como se puede observar en el escueto recorrido presentado anteriormente, España


por medio de las declaraciones de los sucesivos presidentes del Gobierno de la actual
etapa democrática, ha reiterado su compromiso por las resoluciones asumidas por la
ONU en relación al conflicto del Sahara Occidental que, teóricamente, estarían
encaminadas a satisfacer las principales reclamaciones del Frente Polisario (al menos
20
(13 de Febrero de 2019). Polisario acusa a España de traicionar a los saharauis con un acuerdo ilegal.
https://www.lavanguardia.com/
21
(14 de Noviembre de 2016). Comunicado PSOE con motivo del 41 aniversario del Acuerdo Tripartito
de Madrid sobre el Sahara Occidental. https://www.psoe.es/
22
LAFARGA, A. (3 de Mayo de 2019). Pedro Sánchez ¿Qué pasará ahora con El Sahara?.
https://latribunadeespana.com/
hasta la primera década del SXXI). Sin embargo, el sentido de Estado y la realpolitik
siempre han actuado como frenos para evitar que España protagonizara un movimiento
de presión en los foros internacionales o europeos para hacer cumplir estas resoluciones
en el corto plazo.

La responsabilidad histórica con el Sahara Occidental, que se ha encontrado con una


escasa voluntad política de saldarla, sí ha contando tradicionalmente respuesta en la
solidaridad de amplios sectores de la opinión pública. A nivel social el apoyo a la causa
saharaui se ha traducido en movilizaciones populares y presiones a los diferentes
partidos del gobierno y oposición, quienes por su parte han asumido el retórico y
puntual apoyo al pueblo saharaui y su derecho a la libre determinación. En coherencia
con ello, también desde la esfera política se ha cuidado de presentar una imagen
favorable a las pretensiones de Marruecos, aunque esto no ha impedido que se
desarrolle una política exterior de gran actividad con los marroquíes. Una de las
muestras de la aproximación con `pies de plomo´ que se hace de este conflicto desde la
esfera política se observa en cómo se miden meticulosamente las visitas de diplomáticos
españoles al territorio del Sahara Occidental para evitar que su presencia en la zona
marroquí pueda ser interpretado como un alineamiento de España con las tesis del país
vecino en detrimento de las aspiraciones del pueblo saharaui.

De la misma manera, el apoyo al pueblo saharaui en ningún momento significó el pleno


alineamiento con las demandas del Frente Polisario, pues esta postura le hubiese
acarreado problemas directos en su potencialmente beneficiosa relación con Marruecos.
Así pues, España pasó a abrazar una posición de pseudoarbitraje ciñéndose y
parapetándose en los acuerdos establecidos por la ONU y confiando en el, poco
probable, entendimiento entre el Frente Polisario y Marruecos. No cabe duda que
España sabía que tenía que cuidar meticulosamente sus actuaciones en África, pues no
podía permitirse una enemistad directa con Marruecos que detonara una pérdida de
apoyo del Mundo Árabe y una reducción de su presencia e influencia en el foco
Mediterráneo. Además, los EEUU y Francia (principales apoyos de Marruecos en el
plano internacional y europeo) trataron de colaborar el cordial entendimiento hispano-
marroquí del que también se beneficiaban. Como resultado de todo ello, España en su
política exterior fue asumiendo una posición cada vez más neutral respecto al conflicto
saharaui que, por otro lado, beneficiaría al status quo dispuesto por Marruecos.

La asunción de este papel arbitral-neutral, tenía claras ventajas que pudieran derivarse
de los contactos con Marruecos, a nivel económico, cultural y político, quien iba a
asumirse como un socio clave. La actitud equitativa de España consiguió que Marruecos
no presentara obstáculos importantes respecto a las actividades comerciales o inversoras
de grupos españoles en territorio marroquí. Además, pudo facilitar la penetración
cultural hispánica en Marruecos, así como la mitigación de las pretensiones marroquíes
sobre Ceuta y Melilla. De esta manera, se asentaría una dinámica en la que no cesarían
las palabras de apoyo para los saharauis y la resolución del conflicto por la vía de la
ONU (boicoteada por los Marroquies), y, paralelamente, se asentarían los canales de
colaboración con Marruecos. Muestra de ello sería como España en 1984 y 1988 sus
votaciones en la ONU apoyaría el establecimiento de las negociaciones directas entre
las partes con el objeto de celebrar un referéndum de autodeterminación en el Sahara
(resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas 43/33, de 22-XI-1988) y, poco
después, intensificaría sus relaciones con Rabat con la firma julio de 1991, un tratado
bilateral de Amistad y Cooperación.23

En la actualidad se confirma el exitoso nexo entre España y Marruecos pues se


encuentran plenamente desarrollados, y continúan en expansión, flujos comerciales
clave para ambos paises. Además de productos tradicionales como pescados, tomates y
fosfatos, la automoción es el primer sector exportador del país vecino desde 2014.
También pujan al alza la industria textil, aeronáutica o farmacéutica. El comercio
bilateral se ha más que duplicado en seis años, pasando de 6.000 millones en 2012 a
más de 14.000 en 2018, con un balanza favorable a España pero cada vez más
equilibrada. Por otro lado, España desbancó hace ya seis años a Francia como primer
proveedor de Marruecos y también es su primer cliente. También Marruecos es el mejor
mercado de los productos españoles fuera de la UE, solo detrás de los Estados Unidos, y
el primer destino de la inversión española en África. A nivel turístico, dos millones de
personas visitan cada año Marruecos procedentes de España, mientras que los turistas
marroquíes en España alcanzan ya los 900.000. Finalmente, es destacable que sea en
Marruecos donde se localice la segunda red mundial del Instituto Cervantes (con seis
centros y seis sucursales); de la misma manera, 5.000 alumnos estudian en colegios
españoles.24 También son especialmente relevantes los acuerdos Marruecos y España en
el marco de la UE, en aspectos fronterizos con los que se busca aumentar la cooperación
en materia de inmigración.

Por otro lado, para España, a pesar de tener más vínculos y deudas que ninguna otra
potencia en el conflicto saharaui, salirse de los carriles marcados por la comunidad
internacional o establecerse como un tenaz foco de empuje, hubiese implicado una serie
de riesgos globales que España realmente nunca valoró en asumir. La posición española
siempre estuvo coordinada en tiempos e intensidad con los parámetros establecido por
la ONU, que sería el organismo realmente encargado de patrocinar la solución pacífica
y consensuada entre el Frente Polisario y Marruecos, decidiendo no asumir ningún rol
diferenciado, priorizando la defensa de los intereses nacionales. Así pues, es en el
pragmatismo político donde se encuentra la principal justificación de la postura asumida
por España.

El razonamiento español, entroncado en el realismo político, se vería reforzado con el


transcurso de los acontecimientos que hacían presagiar una, cada vez más reducida,
capacidad de éxito para las aspiraciones polisarias. En la ONU, a mediados de la
primera década del siglo XXI, ya existía la convicción de que la independencia estaba
23
RUIZ MIGUEL, C. El Sahara Occidental y España: Historia, Política y Derecho. Análisis crítico de la
política exterior española. Madrid: Dykinson, 1995. p. 188-190.
24
GONZÁLEZ, M. (12 de Febrero de 2019). Marruecos, el México de España. https://elpais.com/
fuera del alcance del pueblo saharaui. Asó lo expresaba en un comunicado de 2008 Van
Walsum; diplomático holandés que se desempeñó el papel del enviado personal del
Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Anan, para el Sáhara Occidental desde
2005 a 2008. En dicho escrito advertía de que la opción más probable era que el
conflicto se prolongara indefinidamente en el punto muerto actual, y que la comunidad
internacional continuará acostumbrándose al statu quo. La otra posibilidad era que se
iniciaran negociaciones directas entre las partes, en la que una de las premisas más
realistas que asumir sería que, mientras Marruecos ocupara gran parte del territorio y el
Consejo de Seguridad no estuviera dispuesto a presionarle, el resultado no llegaría a ser
un Sáhara Occidental independiente. Van Walsum asume que esto significaría ir en
contra de la legalidad internacional pero, apunta que, lo cierto es que “no hay nada en el
derecho internacional que obligue al Consejo de Seguridad a utilizar todos los poderes
que tiene a su disposición para poner en práctica las resoluciones de la Asamblea
General o las opiniones consultivas de la Corte Internacional de Justicia”. 25

De este modo, el Consejo de Seguridad puede justificar su actitud en base a su


responsabilidad primordial: mantener la paz y la seguridad internacional. Teniendo en
cuenta la realidad política, no impondría nunca una solución no consensuada que,
además, puede tener potenciales factores derivados como un efecto desestabilizador de
la acción coactiva, el reporte de nuevas injusticias al reparar una injusticia o la
contribuir a la posible creación de otro Estado fallido. Así pues, Van Walsum en vista
de que la ONU no va a forzar a Marruecos a asumir una salida que permita la
independencia saharaui; y al ser el Frente Polisario quien efectúa las reclamaciones
territoriales y rechaza el status quo actual, dependería de este último el deshacer el
bloqueo que pasaría por valorar una opción autonomista.

Por su parte, James Baker señalaría que en el desatascamiento del conflicto saharaui,
también influyen de manera relevante la posición de neutralidad pragmática abrazada
por España (y por el resto de potencias virtualmente influyentes). Lo hacía una vez
abandonado su cargo de enviado especial en la región, resignado tras la ausencia de
progresos y la ineficacia de su Planes. El diplomático estadounidense afirmaba que “el
verdadero problema es que ningún país del Consejo de Seguridad está dispuesto a
implicarse políticamente en el Sahara Occidental, el perfil del asunto es muy bajo y
ninguno quiere correr riesgos de ganarse la enemistad, bien de Marruecos o bien de
Argelia, adoptando una posición firme. Y no están dispuestos a pedir a una o a ambas
partes que hagan lo que no quieren hacer”.26

5. CONCLUSIONES

Los Acuerdos de Madrid, marcados por la improvisación y llenos de controversias a


nivel jurídico y legal, significaron el intento de España de dar una solución

25
VAN WALSUM, P. (28 de Agosto de 2008). El largo y complejo problema del Sahara.
https://elpais.com/
26
GARCÍA, A. Historia del Sáhara y su conflicto. Madrid: Catarata, 2010. p. 89-90.
atropellada al agravado problema de la obligada descolonización del Sahara
Occidental. La difícil situación en el interior de país llevo a que se primara el no
deterioro de la posición internacional española, a las deudas históricas con su antigua
colonia. Posteriormente, los diferentes Gobiernos españoles trataron de defender un
moderado posicionamiento institucional a favor de la libre determinación de los
saharauis, pero siempre dentro del marco de la comunidad internacional y la UE, lo
que les ha valido las constantes críticas del Frente Polisario por su baja implicación y
que, por otro lado, fue suficiente para levantar el principal obstáculo que ha permitido
el despliegue de unas imprescindibles relaciones Marruecos, con quien se buscó el
establecimiento de un contacto privilegiado desde el comienzo de la transición.

Lo cierto es que, a nivel diplomático, el desencadenamiento del conflicto del Sáhara


Occidental también hipotecó las relaciones con el resto de Estados del Magreb,
habiendo que esperar a la entrada de España en la CEE para que la diplomacia
española intentase activar las relaciones con la región mediterránea. Desde este
momento y sirviéndose de esta cobertura europea, España pudo tratar de ganar peso
internacional, liderando la renovación de unas vitales relaciones euro-mediterráneas. 27

Por otro lado, en las más cuatro décadas de existencia del conflicto Saharaui, las dos
partes implicadas casi no han modificado sus posiciones originarias. Así pues se
mantiene un escenario prácticamente inmutable en el que se atisba lejano el encontrar
una solución política mutuamente aceptable como se preconiza desde las ONU. En el
enquistamiento de la disputa y la compleja red de interés dado el valor geoestratégico
de la región, se suma el problema añadido del aprovechamiento de los recursos
naturales de la zona que teóricamente estarían bajo la soberanía del pueblo saharaui.
Además, por encima de todo ello, se encuentra un problema humanitario de primer
nivel dado el gran número de desplazados dependientes de ayuda y asistencia
internacional, que desde hace varias décadas habitan en campos de refugiados en
territorio argelino. Tinduf se encuentra habitado por personas aisladas del mundo que
han visto como sus campamentos se transformado en lugares estables de vida. Las
jaimas se volvieron casas formando “neociudades del desierto”, desde donde se
percibe como la enorme longevidad del conflicto la se ha traducido en una
desconexión con el Frente Polisario, agotado tácticamente y presa de la
“desubstanciación polítca y desfondamiento anímico”. 28

Parece indudable que la presión de la ONU no ha conseguido ser determinante para


encontrar una solución pacífica, ni para lograr el eficaz entendimiento y negociación
entre las dos partes implicadas. El Frente Polisario continúa defendiendo la total
independencia de la región del Sahara Occidental a obtener por medio de un
referéndum, a la vez que crítica a la comunidad internacional por su baja implicación

27
HERNANDO DE LARRAMENDI, M. España y el Mediterráneo: entre las inercias de la política pro-
árabe y los avatares de una descolonización por etapas (1953-1986). En: DELGADO GOMEZ-
ESCALONILLA, L.; MARTÍN DE LA GUARDIA, R. Y PARDO SANZ, R. La apertura internacional
de España. Entre el franquismo y la democracia, 1953-1986. Madrid: Silex, 2016. pp. 167-197.
28
GARCÍA, A. Historia del Sáhara y su conflicto. Madrid: Catarata, 2010. p. 89-90.
en la defensa de los derechos humanos en los territorios saharauis controlados por
Marruecos. Sin embargo, desde Marruecos normalizan la integración de los saharauis en
el Régimen, niegan la exclusividad del Polisario en su representación y defienden su
opción autonomista aludiendo, por ejemplo, a como en 2006, cien personas originarias
de todas las tribus del Sahara aceptaban formar parte de un nuevo organismo
patrocinado por el rey como CORCAS Este sería una especie de consejo consultivo de
notables, presentado como la nueva Yemaá del Sahara y como genuino instrumento
saharaui para guiar el proceso autonómico en el marco de Marruecos.

En medio de este espinoso escenario, España sigue estando habitualmente citada a dar
explicaciones e informar de su postura ante una coyuntura para la que ya no valen ni los
titulares vacios ni los reproches maniqueos. Desde el Frente Polisario se persiste en
tachar de actitud colaboracionista (con Marruecos) la desatención de España ya que, a
pesar de que siempre haya asumido una posición en coherencia con las resoluciones de
la ONU, se señala especialmente la pasividad española sobre la de otros estados por su
pasado colonial en la región y por el rol tan determinante que tuvo en la descolonización
inconclusa. Lo cierto es que, el alineamiento de España siempre fue con la ONU y no
con el Polisario. Dicho alineamiento en un primer momento incitó a manifestar de una
manera más rotunda el respaldo a la celebración de un referéndum y a alentar del sueño
de independencia de los saharauis, avalado por las disposiciones internacionales.
Posteriormente, entrado en siglo XXI empezó a parecer inaplicable la consulta que
planteara una posible independencia dado el firme posicionamiento marroquí en su
contra y, sobre todo, por la negativa del Consejo de Seguridad de la ONU de imponer el
camino a esta solución. En esta segunda etapa, marcada por análisis realista de las
expectativas futuras, se produjo una mitigación de las manifestaciones que secundaran
las demandas polisarias (motivado por la pérdida de esperanza de la ONU ante el
completo estancamiento) y ayudó a justificar la reducida involucración de España y a
camuflar su pragmático paso atrás asemejado a la actitud del resto de potencias.
Además, la nueva correlación de fuerzas reflejó, de forma más fuerte que nunca, la
ingenuidad en el optimismo del Frente Polisario de que España, aún reconociendo sus
errores y responsabilidades, pudiera albergar las herramientas y la influencia necesaria
para desatascar en su favor la intrincada situación en el Sahara Occidental.

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