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SIGLO (1898-1909)
La historia que aquí pretendo contar, la de las causas por las que
clave de 1898; fue entonces cuando Marruecos pasó a ocupar el lugar central
Desastre del 98, España era una nación debilitada y vencida. Pasó a ser una
primeros años del siglo XX, el imperio marroquí o jerifiano, como se le llamaba
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Este artículo está basado en la investigación realizada por la autora para su tesis doctoral, que se plasmó
en el libro España en el Mediterráneo. Primo de Rivera y la cuestión marroquí. Madrid, Uned, 1992, así
como en otros trabajos publicados posteriormente, entre los que destacan: “La política exterior de España
en los años veinte: una política mediterránea con proyección africana”, en Tusell, Avilés y Pardo (Eds.):
La política exterior de España en el siglo XX. Madrid, Uned/Biblioteca Nueva, 2000. “España, potencia
mediterránea (1898-1930)”, en Bulletin d’Histoire Contemporaine de l’Espagne, nº 27: “España, Europa
y el Mediterráneo”. Centre National de la Recherche Scientifique, Université de Provence, juin 1998, pp.
85-110. “Spanish Colonialism during Primo de Rivera’s Dictatorship”, en Raanan Rein (Ed.): Spain and
the Mediterranean since 1898. London, Frank Cass, 1999, pp.48-64. “La política mediterránea”, en F.
Portero (Ed.), La política exterior de España en el siglo XX, dossier de la revista Ayer, 49, 2003, pp. 185-
202.
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en el centro de interés de las potencias coloniales que comenzaron a rivalizar
¿Por qué era tan vital aquel territorio, por qué era tan importante para
extra-peninsulares que aún permanecían bajo soberanía española, esto es, los
venían siendo españolas desde hacía siglos, desde el siglo XV, pero tras la
grueso de su imperio americano, y era difícil prever cuáles serían sus límites.
aplicó también a las sociedades humanas –el llamado darwinismo social, muy
sólo los pueblos fuertes podían sobrevivir, y las razas superiores se imponían a
las inferiores, una filosofía que de forma diáfana y brutal expuso Lord Salisbury,
2
Véase, José Mª Jover Zamora: Teoría y práctica de la redistribución colonial. Madrid, Fundación
Universitaria Española, 1979.
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España en Cavite, en Filipinas, en el que estableció una división de naciones
No hacía falta ser muy sagaz para saber en cuál de las dos categorías
descalabro del 98, como señaló Jover Zamora, una cuestión de defensa
nacional 5 .
3
Véase, Rosario de la Torre del Río: “La prensa madrileña y el discurso de Lord Salisbury sobre las
“naciones moribundas” (Londres, Albert Hall, 4 de mayo de 1898), en Cuadernos de Historia Moderna y
Contemporánea, VI, 1985, Universidad Complutense.
4
Véase, José María Jover Zamora: “Después del 98. Horizonte internacional de la España de Alfonso
XIII”, en La España de Alfonso XIII. El Estado y la política (1902-1931), vol.1.: De los comienzos del
reinado a los problemas de la posguerra, 1902-1922, tomo XXXVIII de la Historia de España Menéndez
Pidal. Madrid, Espasa Calpe, 1995, pp. IX-CLXIII. Véase también, Sebastian Balfour: “Spain and the
Great Powers in the Aftermath of the 1898 Disaster”, en S. Balfour y P. Preston (eds.), Spain and the
Great Powers in the Twentieth Century. Londres, Routledge, 1999.
5
Véase, J. Mª Jover Zamora, op. cit. Esto mismo había dicho de forma muy explícita en su día el
embajador español en París, León y Castillo, que negoció el nonato tratado franco-español de 1902:
“Marruecos para nosotros no es simplemente una cuestión de honor, sino un asunto de seguridad nacional
y fronteriza” (Mis tiempos. Madrid, 1921, vol.2., p. 126).
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exterior y de repulsa de alianzas internacionales promovida por Cánovas, había
Otra razón, fundamental para que España decidiera hacer valer sus
en el norte –tras los Pirineos- y ahora amenazaba con tener también en el sur,
presión, cuyo reconocido objetivo era lograr un gran imperio africano francés
4
puertas de España, entre las dos potencias mediterráneas hegemónicas de la
Francia y Gran Bretaña con sus respectivas colonias. Gran Bretaña era la
Peñón de Gibraltar. Francia, por su parte, una vez instalada en Argelia y Túnez,
1898 truncó sus aspiraciones sobre Sudán y el Valle del Nilo en beneficio de
Inglaterra de modo tal que, a partir de aquel momento, para Francia su máxima
Con este objetivo, Francia se lanzó a una política de pactos secretos con
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José Luis Villanova: El Protectorado de España en Marruecos. Organización política y territorial.
Edicions Bellaterra, 2004, p. 42.
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recordaría, con enorme añoranza, como la gran ocasión perdida. El territorio
fértiles regiones agrícolas, la cuenca del río Uarga, por ejemplo, así como
importantes ciudades como Taza y sobre todo Fez, capital política y religiosa
vitales ambos porque desde uno y otro se dominaban las dos puertas del
marroquí adyacente a Melilla, Ceuta y demás presidios” para evitar que Francia
una potencia menor, como mero tapón para contener al colonialismo francés en
un área esencial para sus intereses estratégicos 7 . Pero, aunque por empeño
7
Florentino Portero, “España, entre Europa y América: un ensayo interpretativo”, en F. Portero (Ed.): La
política exterior de España en el siglo XX, dossier de la revista Ayer, 49, 2003, p. 207.
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más aún, se hizo público sin ni siquiera habérselo comunicado previamente.
mediterráneas que durante mucho tiempo iban a ser las protagonistas del
sistema europeo. Aquel decisivo tratado de 1904 ponía final a una rivalidad de
en una posición negociadora mucho más fuerte que dos años antes y estaba
territorial necesario para que Inglaterra no se opusiese. Fue así como el tratado
para negociar con el resto de las potencias era escaso. Bien es verdad que, en
francesas. En realidad, fue sólo gracias al interés de Gran Bretaña por limitar el
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expansionismo francés por lo que a España le fue atribuida una zona de
básicamente bled es-siba, territorio “siba”, que significa país de la anarquía, sin
afianzada, pero aún tendría que hacer frente a las reclamaciones de una cuarta
comercial y estratégico por ser, junto con Gibraltar, llave del Estrecho, quedó
8
Así pues, el enclave más importante situado geográficamente en la zona
subordinación que sufrió con respecto a Francia. Francia no sólo se quedó con
la mayor parte y la más rica y fértil de Marruecos, sino que adquirió en aquel
Francia iba a quedar legitimada una vez que el Sultán aceptó ser su protegido;
mariscal Lyautey, gran militar pero también agudo político 8 , que había
ministro Delcassé, llevó a cabo desde territorio argelino una política de lenta y
aceite”. Lyautey contaba para ello con el firme y decidido apoyo del potente
8
Véase, Daniel Rivet: Lyautey et l’institution du protectorat français au Maroc, 1912-1925. París,
L’Harmattan, 1988, 3 vols. Sobre su época primera, en Indochina y Madagascar, véase Pascal Venier:
Lyautey avant Lyautey. París, L’Harmattan, 1997. Véase también, Arnaud Teyssier: Lyautey: Le ciel et
les sables sont grands. Perrin, 2004. En inglés puede verse, Douglas Porch: The Conquest of Morocco.
Londres, J. Cape, 1982
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vivamente con la inconsistencia e ineficacia del llamado “africanismo” español.
franceses, actuó con una enorme autonomía, sin haber recibido órdenes e
tarea colonial común. Pero Francia, imbuida de un gran ímpetu colonial, no iba
español sobre Marruecos, Francia no hizo sino consolidar una supremacía que
9
Váese, Germain Ayache: Les origines de la guerre du Rif. Publications de la Sorbonne, 1981, pp. 87-89.
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1921, ya en los años veinte, de modo que no nos extenderemos sobre ello ya
que queda fuera del ámbito cronológico que nos interesa hoy aquí.
Si nos situamos a comienzos de siglo y hasta 1909, hay que señalar que
agobiante carga. Por cierto que entre los más pesimistas y que más alertaron
sobre los potenciales riesgos de la empresa marroquí estuvo el líder del partido
una auténtica pesadilla para los sucesivos gobiernos del reinado de Alfonso
XIII, no ya por la sangría de dinero para las arcas del Estado sino, mucho peor,
por la sangría de vidas humanas. Fue un cáncer que exacerbó los conflictos
figura, el rey, y que acabó precipitando el golpe de estado del general Miguel
11
constitucional liberal. Pero la cruda realidad en que se convertiría la presencia
Si hasta 1904 España no se había atrevido a optar entre las dos grandes
importante aún, conseguía evitar que el territorio al otro lado del Estrecho, a
exterior de seguridad con respecto a los territorios que aún permanecían bajo
su soberanía.
pretendida riqueza. El hierro, con una pureza del 65 % de término medio, fue el
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único mineral rentable para un pequeño grupo de capitalistas privados que
Rif, las cuales fueron las principales beneficiarias de la ocupación española del
10
Véase, G. Ayache, op. cit., p. 66 y ss, 87 y 89.
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España, por su parte, abrumada por el empuje colonial francés, se vio
arrastrada a hacer lo propio en su zona. Con el apoyo del jefe local El Roghi (El
cambio dinero, España comenzó los trabajos en las minas del Rif y la
trabajos mineros que estaban siendo hostigados por las tribus marroquíes
vecinas. La afluencia de dinero europeo por los contratos mineros, y las nuevas
oportunidades de trabajo que las minas generaron en una región tan pobre
como aquélla, exacerbó la división y las rencillas entre las tribus, contribuyendo
a la desestabilización del área. Una vez que las tribus marroquíes vecinas a
Melilla se liberaron del dominio del Roghi, que perdió su autoridad y finalmente
huyó, entraron cada vez más en un estado de agitación que suponía una
de la llamada “campaña de Melilla” con la que se inició la guerra del Rif, una
campaña que se desarrolló junto a los límites de la ciudad, en las faldas del
monte Gurugú, hasta el punto de que los melillenses subían a las partes altas
obreros de las minas, que ocasionó la muerte de seis de ellos, iba a ser
11
Juan Díez Sánchez, “Melilla 1909. Álbum gráfico”, en Aldaba. Revista del Centro Asociado de la
Uned, año 8, nº 15, 1990, p. 127.
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Barcelona de la que mucho hablaremos aquí en los próximos días. Comenzó
¿Por qué le fue a España tan mal en tierras marroquíes a partir de aquel
Marruecos?
hacían más que probable una escalada militar. La tortuosa e intrincada zona
norte de Marruecos era inmejorable para las tácticas guerrilleras de las que las
las tribus del Rif fuesen por entonces los mejores guerrilleros del mundo, no
sólo por ser jinetes y montañeros expertos sino porque eran capaces de
sobrevivir días y días sólo con higos y algo de pan. Conocían el terreno palmo
los pasos del enemigo durante todo el día, sin que éste les viera,
para atacar. Además, “sus creencias religiosas les aseguraban que si morían
ataques durante la guerra del Rif, el que se estudia en todos los manuales de
12
Véase, Sebastian Balfour: Abrazo mortal. De la guerra colonial a la Guerra Civil en España y
Marruecos (1909-1939). Barcelona, Península, 2002, p. 53.
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historia y el que más bibliografía ha generado, fue el de Annual en julio de
1921, una inmensa catástrofe para España que perdió a 10.000 soldados y aún
pudo haber sido peor ya que las harkas rifeñas acaudilladas por Abd el-Krim
llegaron a las mismas puertas de Melilla. Pero mucho antes del tristemente
encontraría en su zona marroquí: el del Barranco del Lobo, ocurrido por cierto
también en un mes de julio, el día 27, del que nos corresponderá hablar aquí.
montañoso del Gurugú, encontraron fácil refugio los francotiradores rifeños, los
que les costó 180 muertos y 600 heridos. En definitiva, pues, la zona que los
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contraste con las ricas tierras de cultivo de la zona francesa, que era en gran
de las diversas partes del imperio francés, España, por el contrario, careció de
un verdadero ejército colonial así que fueron los reservistas españoles los que
diferencia hizo que, mientras la opinión pública francesa mostró, bien su apoyo,
carne viva, se lanzaron en 1909 a una radical campaña contra la guerra. Los
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tropas. Los reservistas eran en muchos casos hombres casados y con familias
que mantener. Presas del cólera y la angustia, las mujeres, ya fuesen esposas
para impedir la salida de los trenes que llevarían a sus hombres a la guerra 14 .
Algún historiador ha llegado a afirmar que desde el Quai d’Orsay y los medios
14
Véase, Víctor Ruiz Albéniz: El Rif. Madid, Juan Pueyo, 1912, p. 159, citado por Andrée Bachoud: ,Los
españoles ante las campañas de Maruecos. Espasa Calpe, 1988, p. 167.
15
Mohamed ben AbdelKrim el-Jattabi llegó incluso a ser condecorado en 1913 con la Orden de Isabel la
Católica, lo que, como señala C.R. Penell, “no deja de resultar bastante irónico, dado el testamento de la
reina Isabel pidiendo la conquista del norte de África y las actividades posteriores del joven cadí” (Véase,
C. Richard Pennell: A country with a Government and a Flag: The Rif War in Morocco, 1921-1926.
Cambridge, 1986 (Edición revisada y aumentada: La guerra del Rif. AbdelKrim el-Jattabi y su Estado
rifeño. La Biblioteca de Melilla, 2001, p. 91).
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la guerra de Marruecos que originaron la Semana Trágica 16 . Sería interesante
de la guerra del Rif pero sí la del periodo de los años veinte y puedo afirmar
prestigioso líder rifeño Abd el-Krim, las autoridades del Protectorado francés en
rifeño una política benévola hacia los rifeños y una actitud de no colaboración
16
Véase, Carlos Seco Serrano, Introducción al libro de A. Bachoud, op. cit., pp. 9-23.
17
Véase, Susana Sueiro Seoane: España en el Mediterráneo. Primo de Rivera y la “cuestión marroquí”,
1923-1930. Madrid, UNED, 1993. Algún autor, como el historiador marroquí Germain Ayache, ha
afirmado que los rifeños acaudillados por Abd el-Krim encontraron en la actitud francesa un apoyo sin el
cual no hubieran podido resistir a los españoles tan fieramente y durante tanto tiempo. Véase, de este
autor, “Les implications internacionales de la guerre du Rif, 1921-1926”, Hésperis-Tamuda, vol. XV,
1974, pp. 181-224 y “Les relations franco-espagnoles pendant la guerre du Rif”, en Españoles y franceses
en la primera mitad del siglo XX. Casa de Velázquez, Madrid, 1986, pp. 287-293. Sobre las conflictivas
relaciones de Francia y España en Marruecos y la política de las autoridades francesas de Rabat, puede
consultarse también, Daniel Rivet: Lyautey et l’institution du Protectorat Français au Maroc, 1212-1925.
París, 1988; Matthieu Séguéla: Pétain-Franco. Les secrets d’una alliance. París, 1992.
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su política marroquí, ensayando continuos cambios de estrategia. Los estudios
en esa política errática e incoherente, y, más aún, creen que esa política se
Marruecos con los más negros tintes, nos recuerdan el lamentable estado del
Sin negar lo mucho que hay de verdad en esta negativa visión, sin
escarpadas montañas del Rif a una guerra sin fin. Su impotencia radicó en que,
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Entre las obras más conocidas y que han tenido, además, relativo éxito de lectores, cabe citar: Juan
Pando: Historia secreta de Annual. Temas de Hoy, Madrid, 1999; Sebastián Balfour: Abrazo mortal. De
la guerra colonial a la guerra civil en España y Marruecos, 1909-1939. Ediciones Península, 2002;
María Rosa de Madariaga: Los moros que trajo Franco. La intervención de tropas coloniales en la
guerra civil. Ediciones Martínez Roca, 2002. De esta última autora, véase también: España y el Rif.
Crónica de una historia casi olvidada. La Biblioteca de Melilla, 1999.
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cada vez más, una intolerable sangría de recursos humanos y materiales. La
iba a ser recurrente. Fueron muchos los que creyeron que la empresa marroquí
no podía abandonar sin más Marruecos puesto que ello sería una humillante
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