Está en la página 1de 14

CLARA A

u LVAREZ ALONSO

QUADERNI FIORENTINI EL DERECHO INTERNACIONAL DE LA ERA


DEL IMPERIALISMO.
per la storia del pensiero giuridico moderno ESPANx A Y LA COLONIZACIO u N DE MARRUECOS
(1880-1912)

1. Colonización vs colonialismo. Algunas palabras sobre la polı́tica colonial del periodo

33/34 Entreguerras (1870-1914). — 2. La estética de la moral liberal. Del cristianismo a la


confrontación naturaleza-cultura en la legitimación de la discriminación racial. — 3. La
aristocratización de las relaciones internacionales. El Concierto Europeo y la coloniza-
(2004/2005) ción africana. — 4. Una cuestión de Titulos. El Concierto europeo y la nueva práctica
colonial. La Teorı́a del Hinterland. — 5. El Ordenamiento jurı́dico Internacional: entre
el Equilibrio Europeo y la expansión colonial. — 6. ‘Una cierta nemesis’. Europa y el
Norte de África. — 7. ‘El derecho de los Estados a su engrandecimiento’. La Comunidad
L’Europa e gli ‘Altri’ Internacional y la cuestión marroquı́. — 8. Los derechos de ‘la España irredenta’. La
Comunidad Internacional ante la colonización de Marruecos. — 9. Las reglas del juego.
La Balanza de poder, el principio de no intervención y la cláusula de Nación más
Il diritto coloniale fra Otto e Novecento favorecida. — 10. Protagonismo de los Órganos del Derecho Internacional. La confe-
rencia de Algeciras y la ‘polı́tica de puertas abiertas’. — 11. El abandono de ‘polı́ticas
vagas’. De la penetración pacı́fica al conflicto armado. — 12. Consumación de una
‘mission providentielle’. La constitución de Protectorado francoespañol en Marruecos

TOMO II
1. Colonización vs colonialismo. Algunas palabras sobre la polı́tica
colonial del periodo Entreguerras (1870-1914).

En el caso particular de Marruecos, 1912 es, oficialmente, el año


de su incorporación a la esfera colonial europea. Esa es, en efecto, la
fecha de la constitución del Protectorado franco-español en la zona,
con todas las consecuencias económicas y polı́ticas que implicaba y
que se venı́an acariciando desde tiempo atrás.
Desde el punto de vista jurı́dico, este acontecimiento reviste un
inequı́voco valor formal si bien, contemplado desde otras perspec-
tivas, su importancia es relativa. Lo es porque la constitución del
protectorado, por un lado, no puso fin a la violencia ni evitó los
conflictos — algunos, como la proclamación de la República del Rif,
giuffrè editore milano

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
800 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 801

singularmente virulentos (1) — al menos en las dos décadas poste- riores Y, por el otro, porque en la práctica no era sino el predecible
y lógico punto de llegada de un proceso que se habı́a iniciado con las
(1) Abandonada prácticamente durante un largı́simo periodo de tiempo, la Conferencias de Madrid de 1880, continuado por las de Berlı́n
historiografı́a española sobre asuntos norteafricanos ha emergido en las dos últimas (1885) y Bruselas (1890) y concluido, en lo que respecta a ese paı́s en
décadas, en particular desde los años noventa y coincidiendo con la recepción de la concreto, con la de Algeciras en 1906, cuya Acta Final significó, de
inmigración magrebı́, con un interés sin precedentes, hasta el extremo de que las
publicaciones pueden contarse por centenares, en especial en lo que afecta a la cuestión
hecho, el epitafio de la independencia del ası́ llamado Imperio
del Protectorado. Entre los primeros que recuperó este interés, V. MORALES LEZCANO, Cherifiano (2).
Africanismo y orientalismo español en el S. XIX, Madrid, UNED, 1988 y entre los últimos, En realidad, tales Conferencias, todas ellas celebradas en el
J.L. MATEO DIESTE, La “hermandad” hispano-marroquı́. Polı́tica y Religión bajo el Protec- transcurso de ese periodo de Pax europea, desde luego mucho más
torado español en Marruecos (1912-956), Barcelona, 2003, ası́ como Vv.Aa., El protectorado
español en Marruecos. Gestión colonial e identidades, Madrid, 2002. Para los coetáneos,
frágil de lo que creyeron los coetáneos a juzgar por los traumáticos
M. CAPDEQUI, Yebala. Apuntes sobre la zona Occidental del Protectorado marroquı́ acontecimientos que pusieron fin a la misma — algunos, por cierto,
español, Madrid, 1923 o W. HARRIS, France, Spain and the Rif, Londres, 1927. Sin directamente relacionados con la cuestión marroquı́ —, fueron las
embargo, ahora como a principios de Siglo, uno de los temas más tratados es la guerra responsables directas del reparto oficial de África. Porque fue ahı́,
del Rif, por la enorme difusión internacional que alcanzó la creación de un gobierno
independiente que giraba en torno a la carismática figura de Abd-el-Krim el Jatabi,
bajo la atenta mirada de las que ya entonces se denominaban
asunto por el que se han interesado estudiosos de todos los paı́ses afectados. Entre los Potencias, donde se ratificó una partición, realizada con precisión
actuales, y a modo de ejemplo, G. AYACHE, La guerre du Rif, Parı́s, 1996; J.M. CAMPOS milimétrica sobre un mapa en blanco, cuyas zonas se iban rellenando
MARTÍNEZ, Abdelkrim y el Protectorado, Málaga, 2000; Z. DAOUD, Abdelkrim. Une épopée al compás de los descubrimientos de las ‘misiones cientı́ficas’ sufra-
d’or et de sang, Biarritz, 1999; M. KHARCHICHI, La alianza franco-española contra el
movimiento rifeño, Granada, 1996; M.R MADARIAGA, España en el Rif. Crónica de una
gadas por los gobiernos y las Sociedades Geográficas nacionales,
historia casi olvidada, Melilla, 1999; J.M. SALAFRANCA, La república del Rif, Málaga, 2004; cuyos trabajos tan útiles resultaron a estos efectos, y no solo en el
D. WOOLMAN, Andel-Krim y la guerra del Rif, Barcelona, 1971; Vv.Aa, Abd-el-Krim et la terreno cultural.
republique du Rif (Actes du colloque internacional d’etudes historiques et sociologiques. En este sentido, la inestimable ayuda que prestaron en el
18-20 janvier 1973), Paris, 1976. Para los contemporáneos, resulta extremadamente
proceso colonial del ‘continente misterioso’ solo puede ser compa-
ilustrativo reseñar las diferencias que se observan entre la bibliografı́a francesa y
española al respecto, sobre todo desde los años inmediatamente anteriores a la acción rada con la de algunos relevantes literatos — como, p.e., Victor
directa europea en Marruecos hasta constitución del Protectorado (1897 c.a.). Y es que, Hugo, que abogaba por « llevar Europa a África » — y, sobre todo,
en tanto que la española — salvo excepciones como la de G. MAURA GAMAZO, La cuestión con la de la prensa. La implicación directa de ésta en los asuntos de
de Marruecos desde el punto de vista español, Madrid, 1905 o la de N. PÉREZ SERRANO, El esta naturaleza, realizada siempre bajo la dirección gubernamental
reparto de África, Madrid, 1909 — es de marcada naturaleza militar, la francesa, por el
contrario, demuestra poseer una sólida orientación jurı́dico-colonial, lo que constituye con el fin de construir o dirigir la opinión pública o como medio de
un auténtico sı́mbolo de la posición de ambos paı́ses, como se pretende demostrar en el presión frente a terceros paı́ses, fue una de las reivindicaciones más
texto. De la primera pueden ser ejemplos, J. ÁLVAREZ CABRERA, Cuadernos de operaciones constantes de los Partidos y lobbys colonialistas. Unos y otros
en Marruecos. Estudio polı́tico-militar, Tánger, 1909; del mismo La Guerra de África crearon y divulgaron imágenes predeterminadas (3) en las que es
(Apuntes militares sobre el Imperio de Marruecos), Madrid, 1893, M. CORRAL CABALLÉ,
Crónica de la Guerra de África de 1909, Barcelona, 1910 o C. IRIARTE, Recuerdos de la
imposible pasar por alto la influencia de las demoledoras descrip-
guerra de África bajo la tienda, Barcelona, s.a.. De la segunda, es suficiente recordar la
colección de la Bibliothèque Internationale & Diplomatique de A. PEDONE, Libraire- (2) He utilizado, para la consulta de estos instrumentos internacionales la edición
Éditeur, Colonies, Protectorats & spheres d’influence de la France en Afrique, de E. de J. M. CORDERO TORRES, Textos Básicos de África, 2 vols. Madrid, CEC, 1962, vol. I. Parte
ROUARD DE CARD, entre las que se incluı́an tı́tulos como Les traités entre la France et le General.
Maroc, Les relations de l’Espagne et du Maroc pendant le XVIIIe et le XIXe siècles o La (3) P. BLANCHARD y S. LEMAIRE, La représentation de l’indigène dans les affiches de
frontière franco-marocaine et le protocole du 20 juillet 1901, sólo en relación con el tema propagande coloniale: entre concept republicain, fiction phobique et discours racialisant,
que aquı́ interesa principalmente. Des modes de construction de l’autre: textes/images. Florencia, 1998.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
802 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 803

ciones que, escritores y cientı́ficos, hacı́an acerca de los indı́genas (4). desde el inicio de la denominada era de la descolonización, sobreex-
En cualquier caso, antropólogos, etnólogos, periodistas y explo- cede con mucho el propósito de lo que aquı́ se persigue. Sin
radores, contribuyeron a construir los fundamentos sobre los que se embargo, es de rigor recoger siquiera algún testimonio. Y de entre
asienta ese colonialismo finisecular, expresión la más elevada de los tantas que podı́an ser invocadas, me ha parecido pertinente selec-
gloriosos Victorian days que situaron a Gran Bretaña como el arbitro cionar dos opiniones porque, en cierto modo, compendian las
mundial de esta polı́tica por más de un siglo, desde mediados del principales corrientes al respecto y, además, tienen el valor añadido
XIX. Fueron ellos los que aportaron las bases para elaborar esa muy de haber sido emitidas desde posiciones doctrinales y épocas dife-
oportuna división tripartita entre el África Blanca, el África Negra y rentes: la primera, en el ocaso del colonialismo y, la segunda,
el África Tenebrosa, a la que todavı́a se recurrı́a hasta bien entrado avanzado el proceso de descolonización.
el Siglo XX y que es capital para comprender las diferencias Ası́, en 1958, N. Coissoró, diferenciaba ambos conceptos con-
jurı́dicas con las que los europeos trataron las cuestiones africanas. traponiendo la visión unitaria que suponı́a la colonización frente a la
Estos son, con otros, los factores que permiten singularizar el diversidad que conllevaba el colonialismo. No era una conceptuali-
sistema colonial de esta época de los precedentes, hasta el extremo zación gratuita, pues una de las formas que éste podı́a adquirir, en
de que los especialistas han podido introducir una clara diferencia- este supuesto el colonialismo missionario, le permitı́a justificar el aún
ción que se expresa a través del binomio colonización-colonialismo. vigente, alegando al respecto que « Europa tiene los derechos
Entrar ahora en las precisiones conceptuales, por otra parte muy adquiridos en el Continente Negro tan fuertes como los de los
ilustrativas, de un debate que tanta tinta ha hecho correr, en especial indı́genas » (5). Décadas más tarde, H. Arendt lo situaba directa-
mente entre los totalitarismos y lo calificaba como la expresión más
(4) Entre los primeros escritores post-revolucionarios que contemplan a los no excelsa del capitalismo (6).
occidentales — en realidad a los extraeuropeos — desde una perspectiva de superiori-
dad vinculada a una organización polı́tica y una civilización más avanzadas se encuentra
Se trata, como se advierte, de dos opiniones radicalmente
Johann W. GOETHE quien, no obstante la admiración que dice profesar por la literatura contrarias pero, al mismo tiempo, sumamente elocuentes. A pesar de
árabe y persa, no duda en desgranar opiniones tendentes a resaltar la crueldad, la su divergencia, ambas sobreentienden la legitimación moral — fruto
deslealtad y el despotismo de estos pueblos en Notas y disertaciones para la mejor de esa moralidad neutra tan caracterı́stica del liberalismo — que los
comprensión del Diván de Occidente y Oriente. Utilizo aquı́ la versión española incluida
europeos construyeron para justificar su expansión y que fue parti-
en Obras Completas, Recop., Trad. Prol. y notas de R. CANSINOS ASSENS, Madrid, Aguilar,
2003, Vol. IV, pp. 855 ss. Con posterioridad son muchos los literatos que desarrollan en cularmente eficiente en los asuntos africanos. En este sentido con-
Europa esta imagen de la confrontación con el indı́gena y desde todos los puntos de forman, asimismo, dos testimonios fehacientes de la pervivencia y
vista, desde el paternalismo al desprecio. En la época del imperialismo colonial, en adaptación de viejas ideas cuando la ocasión lo requerı́a porque, en
Francia sobresale Jules Verne, que dedicó varias de sus novelas a estos asuntos, y en el fondo, tanto la defensa de Coissoró como la denuncia de Arendt
concreto a África, desde presupuestos colonialistas. En lo que respecta a la función de
las sociedades geográficas, y a los exploradores en particular, es imposible no mencionar tienen la referencia común de la mission civilisatrice connnatural al
a sir Richard BURTON, cuyas obras, por otro lado excelentes, en especial The Great Lakes ius publicum europaeum desde su nacimiento. Exactamente la misma
of East Africa y First Footsteps in East Africa, escritas entre 1856 y 1860, son todo un a la que se referı́a C. Schmitt cuando, en su momento, la describı́a
canto a la ocupación llevada a cabo « por un pueblo civilizado como el nuestro », ante como la causa que, desde mediados del Siglo XVII, habı́a sido
la pereza, decadencia y el carácter taimado de los nativos africanos. Por su parte, la
imprescindible implicación de la prensa en los asuntos coloniales fue unánimemente
utilizada para justificar la colonización europea durante el Antiguo
encomiada en Congrès de l’Afrique du Nord tenu à Paris du 6 au 10 Octobre 1908, T. I,
Paris, 1909. Para una visión general, vid. E. M’BOKOLO, Afrique centrale: le temps des (5) N. COISSORÓ, As estruturas básicas do fenómeno colonial, en Coloquios de
massacres y M. FERRO, La conquête de l’Algérie, ambos en M. FERRO, Le livre noir du polı́tica ultramarina internacionalmente relevante, VII. Ministerio do Ultramar, Lisboa,
colionalisme XVIe-XIXe siècle: de l’extermination à la repentance, Paris, 2003, pp. 577 ss. 1958, pp. 7ss.
y 655 ss., a las que pertenecen las frases entrecomilladas del texto. (6) H. ARENDT, Los orı́genes del totalitarismo. Trad. Esp. 1a 1974; 2a 1981.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
804 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 805

Régimen, al ser considerada como el justo precio a pagar por los Absolutamente convencido de que conseguir que tales relaciones se
beneficios de la civilización (7). En la medida que no solo no llevaran a cabo según los parámetros de un sistema no intervencio-
contradecı́a sino que podı́a convertirse en un respaldo eficaz de su nista era un reto que exigı́a uno de esos « grandes saltos por la vı́a
elemento más caracterı́stico, el librecambismo, con ese mismo sig- de la civilización que la raza humana, constituida como está » (9)
nificado fue adoptada con facilidad por el modelo estatal caracte- tendrı́a que dar inevitablemente en un corto plazo, Seebohm lo
rı́stico de ese periodo de Paz armada que transcurre entre 1870 y presenta como punto axial de la reforma que preconizaba, toda ella
1914, durante el cual, no por casualidad, tuvo lugar la gran ocupa- orientada a la defensa de la libertad de comercio y navegación.
ción colonial africana. En la práctica, tales libertades, contempladas desde la perspec-
Es, esta última, una circunstancia de extraordinaria importancia, tiva desigual que aportaba la división del mundo entre paı́ses
en atención a la profunda incidencia que esta teorı́a económica civilizados o no civilizados (10), fueron el objeto preferente de los
alcanzó a todos los efectos. Una relevancia que afectaba al ámbito Tratados bilaterales y todo tipo de Alianzas o Ententes. Y por
interno — en el que reservaba al Estado la función exclusivamente supuesto, lo fueron esencialmente de las grandes Conferencias ya
ordenadora y garantista, pero con la taxativa proscripción de inter- aludidas sobre cuestiones africanas, marcando un antes y un después
venir en las relaciones interpersonales por imperativo constitucional, para este Continente. De esta manera, África se convirtió en un
imposibilitando ası́ la más mı́nima consideración social — y aun con punto axial, en un tema estrella durante la era de los Imperialismos,
mayor intensidad en el internacional. cuya época dorada se iniciaba, aproximadamente, hacia 1870.
De hecho es el leit motiv de la Reforma del Derecho de Gentes A este respecto, fueron la segunda Revolución Industrial y el
que propugnaba Seebohm por esas fechas, en la que el libre nuevo modelo estatal surgido de la superación de las divergencias
comercio entre las Naciones civilizadas se conforma como la más Estado-Sociedad como consecuencia de las presiones sociales, los
importante ley natural que regulaba las relaciones de esta clase. Tal factores determinantes de una colonización que el Derecho interno
calificación no era sino la consecuencia lógica, decı́a, de un hecho respaldaba a su más alto nivel en las propias constituciones, pues no
evidente, el rápido incremento y la dispersión de « la población de en vano, como con acierto se ha dicho, si « la expansión colonial es
la cristiandad civilizada por las regiones en las cuales los productos una acción civilizadora, la difusión de la civilización pasa por la
naturales son más baratos » porque « las sustancias necesarias para organización del dominio » (11). Y es que si la economı́a polı́tica y la
la vida tienden a su aumento en cantidad y a su disminución en teorı́a social se conjugaron para elaborar las bases de una moderna
precio » (8). Desde una perspectiva estrictamente economicista y sociedad industrial que encontraba su desarrollo en la expansión
bajo la confesada influencia de Malthus y A. Smith, no en vano los colonial impregnada de un ethos capitalista, el derecho colaboraba
exponentes más representativos de dos de las más señaladas escuelas haciendo que decisiones polı́ticas que, en ocasiones, ni siquiera se
o tradiciones del nuevo Imperialismo, las palabras de este interna- adoptaban por los propios afectados europeos, alcanzaran rango
cionalista resultan ilustrativas en extremo de un difundido discurso jurı́dico a través de los ordenamientos internos e Internacional,
que compendia la quintaesencia de un Estado capitalista, llamado a
consiguiendo ası́ una suerte de legitimidad. En todo caso, esta fue la
operar como tal en el marco de las relaciones con los demás.

(7) C. SCHMITT, Der nomos der Erde im völkerrecht des Jus Publicum Europaeum. (9) Ivi, p. 23.
Berlı́n, 1974. He utilizado la Trad. Esp. de D. SCHILLING THON, El nomos de la Tierra en (10) A. REMIRO BROTONS, Civilizados, bárbaros y salvajes en el Nuevo Orden
el Derecho de Gentes del Jus Publicum Europaeum. Madrid, 1979. Internacional, Madrid, 1995.
(8) F. SEEBOHM, Reforma del Derecho de Gentes. Trad. esp, Madrid, s.a, pp. 23 y (11) P. COSTA, Civitas. Storia della cittadinanza in Europa, 3. La civiltà liberale,
93. Roma-Bari, 2001, p. 489.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
806 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 807

manera por la cual « imperialismo y colonialismo se convirtieron en realidad africana en vez de respetarla (15). En la medida que facilitó
metáforas de las injusticias asociadas a la opresión histórica » (12). — y por tanto, abarató — una conquista carente de guerras contra
los nativos, esta última fue, seguramente, una de las decisiones más
beneficiosas para los europeos. Sin embargo, no evitó conflictos
2. La estética de la moral liberal. Del cristianismo a la confrontación
naturaleza-cultura en la legitimación de la discriminación racial. entre los propios colonizadores, a través de enfrentamientos bélicos
cuya mayor intensidad se produce, precisamente, durante ese pe-
Desde esta aproximación, África ocupa un lugar especial. Por- riodo de Paz Armada. Conducidas por militares colonialistas por
que, si bien es cierto que la Revolución Industrial del momento instigación de los gobiernos, tales enfrentamientos, por sı́ solos,
obligaba, como exponı́a Seebohm, a buscar nuevos y más competi- conforman el ejemplo más cabal de hasta que extremo unos y otros
tivos productos, éstos, tras la independencia americana, necesaria- habı́an asumido la máxima clausewitziana « la polı́tica es la inteli-
mente tenı́an que proceder de Asia, Oceanı́a y del Continente al que, gencia que dirige y la guerra solo el instrumento » que inspira todo
hasta entonces, se habı́a prestado muy poca atención. No obstante, este periodo, en el que la moderna teorı́a de la guerra es parte
la planificación de las operaciones en este inmenso mercado mundial fundamental del Derecho Internacional (16).
obedeció a una estrategia perfectamente calculada que requirió Esta circunstancia pone de manifiesto el hecho de que la acción
tácticas diversas y adecuadas a cada zona. Y es que, frente a una colonial es, sino el que más, uno de los factores más influyentes de
América receptora de inmigrantes y una Asia calificada como el las relaciones internacionales durante esa etapa. Consecuencia de
paraı́so de la explotación y el comercio, África en modo alguno una determinada opción polı́tica, tales relaciones estuvieron siempre
respondı́a a los requerimientos y expectativas que los europeos condicionadas por la omnipotente presencia de lobbys y partidos
poseı́an de un lugar de asentamiento (13). Sin embargo, y precisa- coloniales, a cuyos intereses se plegaron todas las formaciones
mente por esta razón, fue un excelente laboratorio para comprobar polı́ticas, incluso las más progresistas. El caso del Partido Socialista
los resultados de la aplicación de las ideas coloniales, diferentes en francés, dirigido por Jaurés a caballo entre dos siglos, es ilustrativo
tantos sentidos a las preexistentes, durante el esplendor del impe- en particular.
rialismo. En este sentido, las aspiraciones de estos poderosı́simos e
Lo fue, en primer término, porque, sobre todo en el África institucionalizados grupos de presión se convirtieron en una cues-
Negra, se recurrió al « colonialismo sin colonos », una concepción tión estatal. Asumidas por los gobiernos de turno, son las autenticas
que descartaba la idea tradicional de la colonización como un inspiradoras de una acción polı́tica que propugnaba las intervencio-
fenómeno de asentamiento, en especial ultramarino, según se habı́a nes militares con el exclusivo propósito de reembolsar e incrementar
practicado históricamente (14). Y, en segundo lugar, lo fue porque se
llevo a efecto un « reparto sobre el mapa » que solo con posterio- (15) WESS. ELING, Divide, cit., p. 444.
ridad se transformó en una « partición sobre el terreno », en el que (16) « La polı́tica convierte el elemento abrumadoramente destructivo de la
guerra en un mero instrumento », es otra de las célebres frases de karl von CLAUSEWITZ,
las fronteras, como resultado de una decisión polı́tica, crearon la en su obra Vom Kriege. Publicada en 1832 por su viuda, fue desde entonces el texto de
estudio en las academias militares y de consulta para los Estados Mayores en todos los
(12) B. SEMMEL, The Liberal Ideal and the Demons of Empire. Theories of Impe- paı́ses occidentales y en Japón. Con su lectura estaban familiarizados, por tanto, los
rialism from Adam Smith to Lenin, The Johns Hopkins U.P., 1993, pp. 166 y 6 ss. militares colonialistas. Uso aquı́ la versión española, De la Guerra. Madrid, Ministerio de
(13) H. L. WESSELING, Divide y vencerás. El reparto de África (1880-1914), Defensa, 1999, 2 vols. Las frases entrecomilladas corresponden al Libro VIII, cap. V. En
Ámsterdam, 1991; de la trad. Esp., Barcelona, 1999, p. 450. este sentido resulta particularmente interesante al respecto M. HOWARD, La influencia de
(14) M. FERRO, Le colonialism envers de la colonisation, en FERRO, Le livre Noir, Clausewitz, Ivi, vol. I, pp. 51 ss., donde analiza las alternativas de esta teorı́a, sobre todo
cit., pp. 10 ss., p. 11. en Francia, a principios del S. XX.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
808 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 809

sus empréstitos y obtener garantı́as para sus operaciones financieras. inferioridad no sólo del negro, sino de cualquier individuo extraoc-
Ahı́, precisamente, radica la principal diferencia con el colonialismo cidental, se impuso ası́ como una afirmación absolutamente com-
anterior, ya que, al contrario de sus predecesores mercantilistas, a los partida, si bien se hacı́a necesario presentarla bajo una apariencia de
nuevos colonizadores no les interesaba tanto el poder como la moralidad.
acumulación. Para ellos, a quienes los fourieristas, no sin razón, El procedimiento utilizado al respecto resulta, cuando menos,
denominaban féodalité de finance, el ejercicio directo del poder, que sorprendente, porque, a pesar de la secularización a que se apelaba
dejaron en manos de la aristocracia, jamás fue su objetivo principal, desde Westfalia y del indudable triunfo del humanismo, hasta el
como tampoco lo fue la expansión territorial a menos que fuera surgimiento del Imperialismo, no se dudó en recurrir al cristianismo
estrictamente necesaria para sus operaciones financieras (17). Y en como la única fuente de legitimación. De esta manera lo europeo —
este propósito absolutamente prioritario, su programa, no obstante y, por extensión, lo occidental — quedaba plenamente justificado en
el manifiesto interés de presentarlo bajo presupuestos racionales y el binomio cristiano-no cristiano que, hasta esa fecha y aún con
pacifistas, encontró un perfecto acomodo en una de las discrimina- posterioridad, separó Europa del resto del mundo. Lo vemos clara-
ciones congénitas al sistema, el racismo. Un racismo que, en el mente reflejado en el Acta de la Alianza firmada en Parı́s el 26 de
aspecto que aquı́ interesa, muestra todas sus facetas en la forma en septiembre de 1815. En ella habı́a quedado sentado para la poste-
que se orientaron las relaciones internaciones y la polı́tica colonial, ridad que « una sola regla debı́a no obstante dictar la conducta de
en particular la africana.
los soberanos en la administración de sus Estados y en sus relaciones
La naturaleza del mismo se identificaba con el incuestionable
polı́ticas con los otros gobiernos, y esta regla estaba dictada por los
principio de la superioridad de la raza blanca. Aunque sus orı́genes
preceptos de la religión cristiana » (19). Naturalmente fue una
doctrinales se remontan a los grandes teóricos de los derechos
universales del hombre, es decir, los ilustrados, cuyas ideas al opción, además de calculada, extraordinariamente oportuna, ya que
respecto fueron convenientemente divulgadas por L’Encyclopédie, es se utilizó para establecer una serie de imposiciones a la ya entonces
sobre todo durante el Siglo XIX cuando se elevó a categorı́a en decadencia Sublime Puerta en relación a sus territorios europeos
cientı́fica. Gobineau en Francia y Haeckel en Alemania, entre otros, y a los súbditos de esta procedencia en el Imperio Otomano. Pero
se preocuparon de extender este darwinismo social que llegó a ser también es muy valiosa para comprender el apoyo prestado a los
un ‘racismo colonialista’, perfectamente adaptado a las exigencias y misioneros, en especial los Padres Blancos, no obstante las directri-
requerimientos de la expansión europea de ese momento (18). La ces que éstos tenı́an de no respaldar a ninguna Potencia europea en
África (20).
(17) FERRO, Le colonialismo, cit., p. 26; SEMMEL, The liberal Idea, cit., p. 13. Hacia mediados de Siglo, y sobre todo a partir de 1870, esta
(18) El gobinismo, o teorı́a que el Conde Joseph Arthur de GOBINEAU desarrolló fuente de legitimidad perdió fuerza. Su lugar lo ocupó otro binomio,
en los cuatro vols de su Essai sur l’inégalité des races humaines, aparecidos entre 1853-55, en este caso, la oposición naturaleza-cultura, en el que es imposible
se basaba en la superioridad del hombre germánico y rubio sobre todos los demás y llegó
a ser una base incuestionable para los sociólogos nacional-socialistas. Por su parte el
biólogo Ernst Heinrich HAECKEL en Generelle Morphologie der Organismen, aparecida en FERRO, Le livre noir, cit., pp. 863 ss. y, muy en especial, COSTA, Civitas, 3, cit., cap. IX,
1866 hizo lo propio a través de la formulación de la ley biogenética que relaciona el sobre todo los epı́grafes 1 y 2.
desarrollo del individuo a la especie a la que pertenece desde una perspectiva darwinista (19) E. NYS, Le Concert Européen et la Notion du Droit Internacional, en « Revue
que impedirı́a, aplicada al ámbito social, una evolución similar a la de especies superio- de Droit internacional et de législation comparée (« RDILC ») », 1899, pp. 273 ss., p. 293.
res. Son solo dos de los más destacados entre otros muchos que se dedicaron a (20) Estos, en efecto, tenı́an desde 1878 directrices destinadas a mantenerse al
‘demostrar’ la superioridad de los europeos, y entre éstos, de unos más que otros. Una margen del proceso colonizador, en las que expresamente se decı́a que « la misión no
aproximación inteligente a este fenómeno que se remonta a la antigüedad en C. consiste en la asimilación de los indı́genas ni es una auxiliar de la colonización »: M.
COQUERY-VIDROVITCH, Le postulat de la supériorité blanche et de l’infériorité noire, en MERLE, L’anticolonialisme, en FERRO, Le livre noir, cit., p. 822.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
810 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 811

no percibir la influencia del darwinismo social y la antropologı́a fı́sica puestos raciales de superioridad a través de la extraordinaria versa-
a las que, con frecuencia, se remitı́an algunos de los más conspicuos tilidad que ambos términos, naturaleza y cultura, poseı́an. En la
gobernantes del momento. El ejemplo de los tories ingleses cuando se práctica la inmensa potencialidad que para las aspiraciones colonia-
referı́an con orgullo a los programas de reforma social llevados a cabo listas suponı́a, se llevó al lı́mite de sus posibilidades a través de toda
por la ‘raza imperial’ británica, es particularmente ilustrativo al res- una simbologı́a que arraigó en el imaginario popular por medio se
pecto. Este, obviamente, es el lado ‘positivo’ , porque la otra cara de sus manifestaciones artı́sticas, literarias y hasta de jardinerı́a (23).
la discriminación podemos observarla en el trato otorgado a los in- En el fondo, no es más que la versión acomodada a los tiempos
dı́genas. A este respecto, resulta asimismo elocuente el caso de Ma- de una discriminación congénita del sistema jurı́dico postrevolucio-
rruecos, porque nos aporta un ejemplo evidente de cómo esta dualidad nario, para el que raza, más que biológico, es un concepto social
podı́a exportarse, naturalmente salvando las distancias, a paı́ses ex- polivalente (24) vinculado a una idea de superioridad que desprecia,
traeuropeos por razones de conveniencia polı́tica. La exitosa dife- o teme, lo diferente. Con esos fundamentos, la mera consideración
renciación entre bereberes y moros (árabes), realizada por antropó-
logos y etnólogos, muchos de ellos militares, fue plenamente aceptada
d’adopter ceux des nations plus civilisées ». H. WHEATON, Éléments du Droit Interna-
en los cı́rculos continentales (21). cional, T. I, Leipzig-Paris, 1848, p. 24.
De todos modos, esta dualidad, más acorde con la mentalidad (23) En este sentido resulta interesante el artı́culo de C. FORD, Nature, Culture and
del periodo, no sólo se adecuaba a la perfección a la missión conservation in France and her colonies 1840-1940, en « Past & Present a jornal of
civilisatrice, como de una manera explı́cita reconocı́a el internacio- historical studies », 183, 2004, pp. 173 ss., en el que la autora pone de relieve como las
disposicones, en este caso de carácter ecológico, tienen una marcada diferencia entre la
nalista H. Wheaton (22), sino que respaldaba plenamente los presu- metrópoli y las colonias africanas. Aunque ambas tratan de preservar la naturaleza, en
éstas no existe el deseo de conservar su paisaje histórico ni tampoco, a diferencia de lo
(21) A este respecto, Eduardo de LEÓN Y RAMOS, Marruecos. Su suelo, su población que ocurrı́a en el territorio metropolitano, la economı́a rural. Se trataba solamente de
y su derecho, Novisima edición con ilustraciones, corregida y considerablemente aumen- evitar las consecuencias negativas de un impacto excesivamente virulento de la civiliza-
tada. Madrid, 1915, escribı́a: « Moros son todos los marroquı́es mahometanos » pero, ción sobre el medio natural y eliminar las consecuencias que ello habı́a ocasionado en
añadı́a, « estrictamente son los moros españoles expulsados en 1492 ». Ellos eran los Europa.
que, en su opinión, desempeñaban los principales cargos y habitaban en las ciudades. (24) Cultura, como expone S. ELLIS, Violence and History: a response to Thandika
Tienen « buena presencia y porte majestuoso […] (pero) sin cualidades morales ». Por Mkandawire, en « Journal of Modern African Studies », 41, 2003, 3, pp. 457 ss., es, sobre
su parte los bereberes eran « altos […] atrasados y de nula instrucción […] de nivel todo desde ese perı́odo, un término extremadamente versátil, cuyo significado cambia con
intelectual y moral más bajo » que los anteriores. Dejando al margen la inferioridad el tiempo a voluntad del colonizador, de la misma manera que raza se convierte en cons-
moral que distanciaba a unos y otros de los europeos, ha de decirse asimismo que la trucción social que no tiene nada que ver con una categorı́a biológica aunque, funda-
diferencia establecida entre ambos en modo alguno es inocente. Los bereberes habitaban mentalmente durante la época victoriana, se acudiera a argumentos de esta naturaleza
al Noroeste, eran rifeños y, en consecuencia, los que mayor y más larga oposición proporcionados por una antropologı́a social en sintonı́a con los intereses colonizadores y
manifestaron a la presencia colonial, todavı́a muy viva en ese año y en los posteriores. a la peculiar legitimación en nombre de la civilización. De ahı́ la interconexión entre ambos
Puede verse asimismo F. CARLAÑO MAS, Raza árabe y raza berebere. Caracteres de las conceptos. De hecho, tal interconexión es la base de la « construcción social de la étni-
mismas, en « El Protectorado Español », 20, 1926. La expresión ‘raza imperial’ y las cidad », cuyas raı́ces se encuentran precisamente en la etapa que aquı́ interesa, en especial
referencias británicas en SEMMEL, The liberal Idea, cit. en las aportaciones de Le Bon, Husserl o Boas, para quien la humanidad no estaba di-
(22) « Les progrès de la civilisation, fondés sur la religión chrétienne, nous ont ferenciada en razas, sino en culturas, teorı́a que, como se advierte, fue extremadamente
insensiblement conduits à observer un droit analogue dans nous retations avec toutes les conveniente y eficaz en la colonización africana del periodo imperialista, sobre todo a
nations du Globe, quelle que sois leur foi religieuse et sans aucune réciprocité de leur principios del Siglo XX y que, sin esfuerzo, puede verse su influencia entre los interna-
part […]. Cette observación se trouve confirmée par les changements qui sont récem- cionalistas. A este respeto, A. CAMPBELL, Privileging the primitive: African Ethnicity and the
ment arrivés dans les relations chrétiennes de l’Europe et de l’Amérique et des peuples rehabilitation of the West., Londres, 1997; ID., Ethical ethnicity: a critique, en « The Journal
paı̈ens et mahométans de l’Asie et de l’Afrique. Ces peuples ont dans plusieurs of Modern African Studies », 35, 1997, 1, pp. 53 ss. y también, E. DOMMEN, Paradigms of
circonstances manifesté l’intention de renoncer à leurs usages internationaux et Governance and Exclusion, Ivi, 3, pp. 485 ss.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
812 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 813

de un tratamiento igualitario se convertı́a, como ya habı́an demos- actuación conjunta, como las verdaderas artı́fices de la polı́tica
trado los ilustrados, en una auténtica contradictio in terminis. internacional — y aún nacional — del Continente. En este sentido,
y como Pentarquı́a, invitaba en 1856 a la Puerta a « participar de las
ventajas del derecho público y del Concierto europeo », un precario
3. La aristocratización de las relaciones internacionales. El Concierto
equilibrio, en palabras de Phillimore (27), para cuyo mantenimiento
Europeo y la colonización africana.
hubo que hacer concesiones que afectaban directamente a la polı́tica
En todo caso, es ésta una posición en absoluto sorprendente si colonial. Sobre todo en África, de cuyo reparto, no obstante las
se tiene en cuenta la desigualdad que afectaba a los propios Estados diferencias más que notables, nadie quedó excluido.
en Europa. De hecho es la que está detrás de esa construcción tan Con ello se creó una situación que influyó de una manera
caracterı́stica que se denominó el Concierto Europeo. Un término decisiva en el orden jurı́dico internacional. En 1899 el ya citado
éste que nació exactamente con el Tratado Chaumont el 1 de Marzo profesor y juez belga Nys la describı́a como un hecho pernicioso ya
de 1814. Firmado por Austria, Gran Bretaña, Prusia y Rusia en que, bajo esta denominación conciliadora, los Estados más podero-
vı́speras de la derrota napoleónica, en él los signatarios se compro- sos no sólo pretendı́an dirigir los destinos de Europa ‘tout entière’,
metı́an a « consacrer tous les moyens de leurs États respectifs à la sino ejercer una « irresistible acción » sobre los otros Continentes,
porsuite vigoureuse de la présente guerre et les employer dans un de la que solo Estados Unidos se escapaba pero, añadı́a, « subsiste
parfait concert, a fin de procurer à elles-mêmes et à l’Europe une para Asia y África ». A dos años de la conclusión de la primera
paix gènérale ». Conferencia de La Haya, la mera existencia de esta circunstancia
Estas tan contundentes como conciliadoras palabras fueron, en suponı́a, en su opinión, una flagrante ‘contradicción formal’ con la
realidad, el vehiculo de introducción de la hegemonı́a de las Gran- idea de comunidad con la que se habı́an identificado los Estados
des Potencias que, como ya exponı́a Ernest Nys (25), marca la Europeos y que ahora estaba rota por la presencia del ‘cuerpo
historia europea de Ochocientos. Todo un sistema, en palabras de dirigente’ que, a lo largo del XIX, habı́an conformado las Poten-
los internacionalistas Phillimore o Travers Twiss o, como con más cias (28). Tan sólo un año antes, en 1898, en la Lección inaugural de
realismo los describı́a T. J. Lawrence, « l’entente des grandes Puis- su Curso de Derecho Internacional en la Universidad de Atenas, G.
sances » (26). En otras palabras, un club en el que el numero de Streit condenaba, con mayor vehemencia si cabe, el mismo fenó-
miembros no estaba predeterminado sino vinculado al cumpli- meno. Recordando a Treitschke — el primero que habı́a denunciado
miento de requisitos que, en rigurosa aplicación de la teorı́a mal- ese carácter en la Sociedad de Naciones (sic) desde que, tras el fin de
thusiana, estaban relacionados con la población, renta, ejército y en la Guerra de los Siete Años, las Potencias hegemónicas habı́an
el que, obviamente, los asuntos coloniales tenı́an un interés de reclamado para ellas solas la resolución de las grandes cuestiones y
primera magnitud. De esta manera fue Tetrarquı́a a principios del conflictos —, el jurista hacı́a hincapié en la forma de ‘organización
Ochocientos, Pentarquı́a cuando a mediados se incorporaba Francia aristocrática’ que habı́a adquirido la sociedad internacional para
y, finalmente, Exarquı́a, cuando Bélgica postuló, en el Tratado de
Londres de 1867, a Italia. (27) De hecho, la primera vez que se formalizó esta invitación fue por el Tratado
En cualquier caso, a partir del principio Balance des Puissances de Londres de 15 de Julio de 1840, y las Potencias se comprometı́an a mantener la
integridad del Imperio. En esa ocasión no asistió Francia, que sı́ lo hizo en el de Parı́s
que ellas mismas habı́an introducido, se constituyeron, mediante la de 1856 y aún con posteridad por el de Berlı́n de 1871, en el que los europeos se
comprometı́an a no modificar las cláusulas de los convenios anteriores, cosa que no
(25) NYS, Le concert, cit., p. 276. ocurrió en absoluto. Sir R. PHILLIMORE, Commentaries upon Internacional Law, Londres,
(26) T. J. LAWRENCE, Essays on some disputed Questions in modern Internacional 18793, vol. I, pp. 91 ss.
Law, 18852, pp. 193, y también Id., Principles of International Law, reprint, 1999. (28) NYS, Le Concert, cit., p. 276.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
814 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 815

llegar a la penosa conclusión del profundo contraste que se producı́a momento en que fue emitida, principios del Siglo XX, no solo los
entre las Grandes Potencias y los pequeños Estados (29). polı́ticos profesionales sino cualquier académico, habrı́an suscrito
Como se puede observar, a pesar de su indudable fuerza y un esa opinión sin objeciones de ningún género, porque, en realidad, se
más que considerable respaldo, tampoco faltó la oposición, al menos trataba de la proyección al ámbito internacional de la teorı́a del
entre la doctrina. Sin embargo, no obstante su solidez y coherencia, Estado dominante. Exactamente la misma que habı́a arbitrado la
las crı́ticas eran minoritarias; además, por lo general, procedı́an de diferencia constitucional entre ciudadanos activos y pasivos en el
expertos identificados con los intereses de Estados no muy repre- interior de cada uno de ellos por imperativo del omnipresente y
sentativos. En todo caso, poco o nada podı́an afectar al manteni- omnicomprensivo individualismo que prevalecı́a sobre el principio
miento de un statu quo que siempre podı́a encontrar amparo en el de igualdad material en el ámbito interno y, en el externo, era
conocido recurso ilustrado de ‘la naturaleza de las cosas’. Los incompatible con la idea tradicional de comunidad, al menos desde
interesados más implicados, no obstante, lo justificaron, en ‘el ansia el punto de vista jurı́dico.
de paz’ de una Europa hastiada de guerras, pero les fue imposible A este respecto, resulta elocuente la evolución del propio con-
encontrar legitimación para la insalvable escisión entre Estados de cepto de comunidad. Conocido y utilizado por los juristas, jamás
primera y segunda categorı́a. tuvo un significado exacto desde el inicio de la época postrevolu-
La dificultad principal, en opinión de Westlake (30), estribaba en cionaria, ni en derecho constitucional ni en el internacional mo-
que esta separación sobre la que estaba construida la propia realidad derno, lo que resulta en verdad sorprendente para un sistema que se
internacional europea, únicamente podrı́a remontarse mediante una autorreconoce, en primer lugar, por la precisión del lenguaje. Antes
crisis que permitiera la unión efectiva de los Estados para superar el bien, se fomentó en torno a él una aureola de ambigüedad que
procedimiento habitual que asignaba la decisión sobre los asuntos siempre resultó extremadamente eficaz, tanto para los teóricos como
más graves al Concierto y la de los menos relevantes a los Estados para los prácticos del Derecho.
excluidos del mismo. Una aspiración que entonces parecı́a total- Carentes, pues, de una definición, porque « corresponde a una
mente inalcanzable en la medida que la propia práctica, a través de realidad sociológica y polı́tica que es difı́cil de aprehender por el
Tratados bilaterales y Alianzas triples o cuádruples, no solo la Derecho », pudo ser ası́ usado en 1930 por el Tribunal Internacional
desmentı́a sino que fortalecı́a, precisamente, la posición contraria. de Justicia para calificar entidades polı́ticas de carácter nacional
La verdad es que la explicación última de esta situación radicaba según criterios etnológicos — raza, religión, lengua y cultura (32) —
en la inexistencia de un punto de encuentro entre los principios y, en la época que aquı́ más interesa, por quienes, como el ya citado
teóricos que declaraban la igualdad de los Estados, defendidos por Nys, contemplaban la situación europea desde una perspectiva
el Derecho Internacional, y el pragmatismo polı́tico que Tardieu organicista que desmentı́a la práctica habitual. Pero Phillimore,
expresaba con concisión en la ilustrativa y extremadamente precisa Wheaton, F. de Martens o Calvo, por citar alguno de los más
frase de que « pour les Nations, l’egoisme est un devoir » (31). En el conspicuos internacionalistas de la época, tampoco renunciaron al
uso de la voz comunidad, aunque sus presupuestos fueran radical-
(29) G. STREIT, Les Grandes Puissances dans le Droit internacional, en « RDILC », mente diferentes. De hecho, el concepto de éstos parece más bien la
32, 1900, pp. 7 ss. proyección al ámbito internacional de la idea republicana ilustrada
(30) J. WESTLAKE, Études sur les principes du Droit Internacional, London, 1894,
Trad. E. Nys, p. 99. Para este autor, además, en Derecho Internacional la independencia
que defendı́a el nacimiento simultáneo de la Sociedad y la Nación.
de los Estados era un concepto negativo.
(31) A. TARDIEU, La Conférence d’Algesiras. Histoire diplomatique de la crise (32) N. MAZIAU, La notion de communauté à la confluence du droit constitutionnel
marocaine (15 Janvier-7 Avril 1906), Troisième éd. Revue et augmentée d’un apéndice et du droit internacional des minorités, en « Civitas Europa Revue Juridique de la Nation
sur le Maroc après la conférence (1906-1909), Paris, 1909, p. 469. et de l’État en Europe », 2, 1999, pp. 42-3.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
816 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 817

Una Nación, se entiende, que se habı́a construido a partir de una En este orden de cosas, el Acta de Berlı́n es, desde luego,
serie de elementos que unı́an a la población de acuerdo a los fundamental, en particular por el extraordinario valor de la Decla-
parámetros de una etnicidad concebida en términos culturales y en ración que se recogı́a en sus artı́culos 34 y 35. En teorı́a, no eran más
la que, sobre todo durante la segunda mitad del Ochocientos, el que requerimientos formales aplicados a la adquisición de territorios
capitalismo y la industrialización desempeñaron una función cons- en la costa africana pero, en la práctica, sus propósitos fueron muy
titutiva (33). diferentes.
En efecto. Ambos artı́culos, que al parecer fueron el fruto de
4. Una cuestión de Titulos. El Concierto europeo y la nueva práctica una transacción entre las propuestas inglesas y alemanas, después de
colonial. La Teorı́a del Hinterland. un enfrentamiento en el que el delegado norteamericano solicitó que
se atendiera la conformidad de los indı́genas — consideración, por
Todos esos factores a los que se acaba de aludir no solo cierto, que no se aplicaba en su propio paı́s —, establecı́an como
estuvieron presentes sino que fueron decisivos en la redacción de los obligación la efectividad de la posesión y la notificación a las
instrumentos jurı́dicos que determinan la acción multilateral euro- potencias de los territorios conquistados. En el caso del hinterland,
pea en África durante este periodo: las Actas de la Conferencia de sin embargo, era suficiente con la notificación.
Berlı́n de 26 de Febrero de 1885 y de Bruselas de 2 de Julio de 1890. Es necesario tener en cuenta, con respecto a este último, que se
Ambas reuniones se celebraron con la participación de todos los trata del que, posiblemente, es el concepto más voluntariamente
Estados soberanos de este Continente. Pero a ellas fueron también impreciso creado por el Derecho internacional de la época para
invitados el Emperador de los otomanos y el Presidente de los
Estados Unidos, cuyos delegados aparecen asimismo como signata- y asegurar a dicho Continente los beneficios de la paz y la civuilización. Su contenido, sin
rios de unos documentos que pueden considerarse como el ejemplo embargo, es bien distinto, porque si bien es verdad que presta atención a la trata en su
más cabal de hasta que extremo el Derecho Internacional se habı́a origen y al comercio de armas en los 29 primeros artı́culos, también lo es que las
plegado a los requerimientos del imperialismo colonial. condiciones impuestas a los indı́genas a través del reglamento regulador de las « reglas
para la concesión del pabellón a los buques indı́genas, el rol de la tripulación y la
Porque ni sus grandilocuentes tı́tulos ni la explı́cita remisión a la declaración de pasajeros negros » que el Acta incorporaba a partir del artı́culo 30, son
igualdad de banderas, personas y bienes, incluso a efectos fiscales, ni manifiestamente discriminatorias. En este sentido son un claro desmentido del propósito
las invocaciones a fijar « las condiciones más favorables para el declarado en el preámbulo acerca de « la igualdad de banderas, personas y bienes », que
desarrollo del comercio y la civilización » o la preocupación por naturalmente, estaba pensado sólo en beneficio de los colonizadores y en conformidad
aumentar « el bienestar moral y material de las poblaciones indı́ge- a los presupuestos coloniales de este imperialismo. Un desmentido ratificado, además,
por la Declaración final, destinada a garantizar la libertad de comercio en la « cuenca
nas » que figuraban en el encabezamiento, pudieron ocultar los convencional del Congo » — es decir, el África Tenebrosa — que venı́a a consolidar lo
verdaderos fines. Dos de ellos, declarar la libertad de comercio y acordado en otras Conferencias anteriores, en particular la aludida de Berlı́n, donde se
navegación de los rı́os Congo y Nı́ger y garantizar la neutralidad de sentaron las auténticas bases de la colonización africana. Unas bases que, no obstante la
zonas consideradas, desde el punto de vista colonial, de alto valor operación de maquillaje a través de diferentes convenios de dudosa aplicación — como
estratégico, como era la cuenca convencional del Congo, resultan esa Convención para conservar la fauna africana de 19 de mayo de 1900, p.e., —
permanecerán vigentes durante largo tiempo. Incluso tras la constitución de la Sociedad
especialmente ilustrativos (34). de Naciones, entre cuyas decisiones estuvo la constitución de una Comisión permanente
de Mandatos (aprobada por el Consejo el 29 de Noviembre de 1920) y la cesión a
(33) G. DELANY, P. O’MAHONY, Nationalism and Social Theory, London, 2002, pp. Francia, en calidad de mandataria, de las antiguas posesiones alemanas en el sudoeste del
9 ss. Continente, ası́ como el reparto con Gran Bretaña de los territorios ribereños del Golfo
(34) El instrumento final de Bruselas llevaba por tı́tulo Acta general de la de Guinea, todo ello llevado a cabo desde julio de 1919. Los textos en CORDERO, Textos
Conferencia de Bruselas para reprimir la trata, proteger las poblaciones aborı́genes de África básicos, I, cit., pp. 91-172 y 333-350, respectivamente.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
818 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 819

responder a las acuciantes demandas de ese « colonialismo sin demás. Pero lo cierto es que permitı́a la prolongación al interior en
colonos ». Y es que, además de ser uno de los aspectos más la dirección que determinaban los geógrafos y sin más lı́mites que los
caracterı́sticos del periodo, esta práctica, por su novedad, está en el de otro Estado en la misma situación. Es decir, no era una ocupación
origen de dos de las más versátiles y, en consecuencia, eficientes, de hecho, sino un derecho a la misma, que podı́a producirse o no,
construcciones jurı́dicas, las llamadas esfera de influencia y esfera de pero llevaba implı́cito el beneficio de eliminar las expectativas de
interés. Pilares reconocidos de la expansión colonial desde su apa- terceros. Ahı́ radicaba la causa por la que se conformó como uno de
rición, su apoyo decisivo en la colonización africana en general, y del los procedimientos más caros a ese colonialismo de carácter finan-
África Blanca en particular, está fundado en el hecho de que las dos ciero, para el que era válido todo cuanto significara reducción de
facilitaban la explotación directa o indirecta de los territorios, costes, una aspiración que se vio totalmente ratificada por los
circunstancia sobre la que se fundamenta la diferencia entre ellas. Y mencionados artı́culos de la Declaración final del Acta de la Confe-
ası́, en tanto que la segunda consistı́a en un derecho de utilización rencia de Berlı́n, cuyas implicaciones fueron considerables. De
abusiva de las fuentes primarias y materias primas con fines mer- hecho, supusieron el nacimiento y la consagración de la ası́ llamada
cantiles, la esfera de influencia tenı́a un contenido claramente polı́- Teorı́a del Hinterland y, con ella, el ocaso de los fundamentos
tico, en la medida que suponı́a, al menos, un cierto grado de jurı́dicos que habı́an legitimado una larguı́sima práctica colonial.
intervención en los asuntos de esta clase. Contemplada desde el ámbito de la técnica jurı́dica, la teorı́a
Desde el punto de vista jurı́dico, en teorı́a, al igual que en la supone una impecable adaptación de la construcción de la propie-
práctica, las dos no eran más que el resultado de un acuerdo por el dad, tal y como los civilistas la contemplaban en el derecho privado,
que un Estado podı́a excluir a los demás de un territorio, al que se al campo del Derecho Internacional, donde el dominio se concebı́a
consideraba particularmente importante por su posición estratégica igualmente como el resultado de la conjunción de dos factores, el
o militar. Esta es la razón por la que la doctrina dominante, en hecho y la intención. Resultaba ası́ que el descubrimiento, por sı́
especial la inglesa y francesa (35), consideraba a este acuerdo como solo, únicamente producı́a un derecho estricto a la posesión (incoatle
res inter alios acta, cuya finalidad era la de evitar conflictos entre los title) que precisaba ser reforzado por la autoridad pública interna-
colonizadores. La manera de alcanzar este objetivo prioritario con- cional para convertirse en efectivo (effective title). La implantación
sistió en arbitrar sendos mecanismos jurı́dicos, la ası́ denominada de esta modalidad, cuya adopción distó de ser pacı́fica, se justificó en
zona neutra — « expresión muy impropia », como afirmaba Nys (36) la protección del derecho natural que tiene un Estado, al igual que
— que estaba exenta de la ocupación, y el Hinterland, al que los cualquier individuo con sus pertenencias, a no ser perturbado en sus
anglosajones de entonces, quizá por su proverbial rivalidad con los territorios por otros terceros. De esta manera, presentándolo como
alemanes, denominaron back country. una suerte de garantı́a, el tı́tulo original, vinculado a la posesión, que
En sentido estricto, el Hinterland era el territorio fijado por un era imperfecto, se perfeccionaba a través de la notificación a las
tratado internacional, a partir de lı́neas topográficas, sobre el que un Potencias (37).
Estado tiene derecho absoluto y, en consecuencia, excluye a los Sin embargo, esta construcción teórica, en la práctica alcanzó
consecuencias enormes. En primer lugar porque, al primar la noti-
(35) Entre otros, p. e., Ed. ENGELHARDT, Étude sur la déclaration de la Conférence ficación sobre el incoatle title, se hacı́a prevalecer un aspecto estric-
de Berlin relative aux occupations, en « RDICI », 1886; L. DEHERPE, Essai sur le dévelop- tamente procedimental formal sobre los derechos — ocupación,
pement de l’occupation en Droit Internacional, établisement et déformation de l’oeuvre de sucesión, anexión, prescripción — que habı́an conformado la piedra
la Conférence de Berlin, Paris, 1903; Sir A. LYALL, Rise and Expansion of British dominion
in India, 19043, reimp. seip., 1999.
angular de la colonización tradicional hasta ese momento. Ocurrı́a
(36) NYS, L’adquisition du territoire et le Droit Internacional, I, en « RDILC », 1905,
pp. 52 ss. (37) PHILLIMORE, Commentaries, I, cit., 324 ss.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
820 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 821

que ésta, relacionada con la explotación directa, ya no se adecuaba mente conveniente porque, si por un lado le reconocı́a una mayor
a las necesidades de un colonialismo de carácter decididamente solidez que durante la anterior etapa que se habı́a iniciado con el
financiero, vinculado a las exigencias de la Segunda Industrializa- Congreso de Viena, por el otro, limitaba la aplicación del mismo a
ción que, por imperativos presupuestarios, habı́a optado definitiva- Europa y, por extensión, al Occidente civilizado. Desde esta pers-
mente por « la colonización sin colonos ». Pero, por encima de todo, pectiva, podı́a cumplimentar las dos funciones que se esperaban de
esta obligación — producto al fin de la Balanza de Poderes —, dejaba él, tanto en relación con las cuestiones propiamente europeas como
a salvo la preeminencia incontestable del Concierto, es decir, esa en los asuntos coloniales.
institución polı́tica que, como se decı́a, no era más que un ‘instru- En el primero de los supuestos, fue absolutamente imprescin-
mento de opresión’. A través de él, sin embargo, las decisiones al dible para el mantenimiento del Equilibrio, acerca del cual, ya por
respecto de las grandes potencias europeas, sobre las que descan- esas fechas, Vergé explicaba que no se basaba sobre la identidad de
saba en buena parte su propia existencia, resultaban intangibles, no creencias o leyes sino sobre « la solidaridad de los intereses (y) sobre
obstante las denuncias que se habı́an formulado contra su ilegitimi- la necesidad común de seguridad » (41). Es decir, sobre exactamente
dad en el ámbito internacional (38). los mismos presupuestos garantistas de ese modelo estatal capitalista
que, también por entonces, comenzaba su singladura. En este
sentido, el Derecho Internacional del periodo no es más que, como
5. El Ordenamiento jurı́dico Internacional: entre el Equilibrio Eu- también se dice, el reflejo del derecho público interior.
ropeo y la expansión colonial.
Lo es desde el punto de vista de los objetivos, « los intereses
Precisamente, la salvaguarda de esta Balanza de Poderes es uno económicos y comerciales » que, ahora, prevalecı́an –aunque no
de los objetivos primordiales del Derecho Internacional Público hasta el punto de descartarlos completamente — sobre los religio-
durante esa nueva etapa que, en su propia Historia, se habı́a sos, las aspiraciones morales e intelectuales, incluso sobre el ‘paren-
inaugurado tras la derrota de Sedan. Un derecho cuya naturaleza ha testo de raza’, y conformaban el fundamento de la acción polı́tica
sido calificada recientemente de ‘monista’ (39), por cuanto presupo- interna e internacional (42). Y lo es, asimismo, por los sujetos, los
nı́a la homogenidad de sistemas — el internacional y el interno — y Estados, que se muestran como una proyección del sujeto individual
de valores para conformar una suerte de unilateralismo, y cuyos al ser calificados como ‘personas morales’ (43). A la postre, como
sujetos eran exclusivamente los Estados contemplados desde una
perspectiva individualista. (41) Précis du Droit des Gens moderne de l’Europe par G.-F. de MARTENS,
augmenté des notes de PINHEIRO-FERREIRA, precedé d’une introduction et complété par
Se trataba, en consecuencia, de un derecho de gentes que, como l’exposition des doctrines des publicistes contemporains et suivi d’une Bibliographie
escribı́a en 1868 W. Beach Lawrence, « supone la existencia de una raisonnée du Droit de Gens par M. Ch. VERGÉ, Paris, 18642, t. I, p. XIII.
comunidad de naciones que tienen entre ellas relaciones parecidas a (42) F. de MARTENS, Tratado de Derecho Internacional. Prolog. y notas de Joaquı́n
las que existen desde el origen de la sociedad entre los individuos del FERNÁNDEZ PRIDA, 3. T. Madrid, La España Moderna, s.a., T. I, pp. 32-3.
(43) WHEATON, Éléments, cit., t. I, p. 30. El que los Estados y sólo ellos eran
mismo Estado » (40). Una concepción como ésta, resultaba alta- sujetos de Derecho Internacional es una verdad incuestionable para la doctrina mayo-
ritaria de la época. A este respecto, debe sin embargo decirse que muy pocos cuestio-
(38) Son particularmente duras las de NYS, Le concert, cit., pp. 312-13. naron este principio y, entre ellos, destacan algunos internacionalistas italianos. Tal es el
(39) E. WYLER, L’internationalité en Droit Internacional Public, en « Revue Gé- caso de Eduardo CIMBALI, quien en diversos lugares de su extensa obra reivindica la
nérale de Droit Internacional Public », 2004, 3, pp. 642-43. subjetividad de los pueblos. Ası́ en Dal vecchio al Nuovo Diritto Internazionale (Prolu-
(40) W. BEACH LAWRENCE, Commentaire sur les élements du Droit International et sione al corso di ordinario tenuta il 30 novembre 1912 nella R. Universitá di Sassari),
sur l’Histoire des progrès du Droit des Gens de Henry Wheaton, 2 T., Leipzip 1868-69, T. Roma, 1913. Ahı́, en efecto, con su caracterı́stica y aguda vehemencia, exponı́a entre
I, p. 108. otras notables observaciones « [… ] tutto il dominante Diritto internazionale non è che

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
822 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005) CLARA A
u LVAREZ ALONSO 823

declaraba F. de Martens, en esa etapa de ‘regularización’ de las Nación y habı́a sido conferida a los respectivos gobiernos por las
relaciones internacionales, los principios básicos de este derecho Constituciones, y una exterior, que se manifestaba en la indepen-
estaban condicionados por el « dominante principio de las naciona- dencia de cada formación polı́tica frente a todas las demás (46).
lidades », identificado única y exclusivamente con la organización Resultado de una inteligente adaptación de la teorı́a constitucional al
estatal (44). Por consiguiente, debı́a poseer un territorio y disfrutar respecto (47), esta elaborada construcción aportó soluciones óptimas
de soberanı́a. para lo que entonces se demandaba. En el plano teórico, destaca sin
Estos requisitos sine qua non del Estado, fueron los elementos duda la diferenciación entre Derecho Internacional Privado — ius
fundamentales para el ordenamiento internacional y, en lo que aquı́ gentium privatum —, orientado a la protección de intereses y
interesa, cumplieron la función primordial de descartar del cı́rculo resolución de conflictos entre individuos y el ius gentium publicum o,
de las ‘naciones civilizadas’ a aquellas que no reunı́an esos caracteres más propiamente, ius inter gentes — en el que gens es aquı́ sinónimo
irrenunciables de la forma polı́tica estatal. De esta manera, el de Nación y, por extensión, Estado — Nación —, cuyo objeto
territorio ası́ considerado (certam sedem), permitió la incorporación consistı́a en la regulación de lo propio « entre comunidades o
de enormes zonas que no revestı́an esa caracterı́stica por los mismos Estados » (48).
procedimientos de adquisición de la propiedad que los reconocidos En ambos supuestos quedaba claro que ese Estado-Nación,
por el Código Civil, incluso después de la aparición de la Teorı́a del como persona moral, era el sujeto por excelencia. Es esto, precisa-
Hinterland, para la que eran un paso previo. Pero este hecho, que mente, lo que le confiere esa peculiaridad eurocentrista tan carac-
era un requisito imprescindible para establecer el dominio y se terı́stica, como ya advirtió en su dı́a el privatista holandés Jitta. Y es
adecuaba a la perfección a las teorı́as polı́tica y constitucional del que al partir de la, por otra parte nada ingenua, tesis savigniana de
momento, sirvió igualmente para diferenciar las posesiones metro- la ‘comunidad de Naciones’ en lugar de una ‘comunidad de hom-
politanas de las coloniales. Porque, a pesar de que se estimaba que bres’, continuaba plenamente vigente también la opinión del jurista
el Estado comprendı́a todas las posesiones de la Nación « incluidas alemán que defendı́a que, en relación con estos asuntos, « es preciso
las colonias más distantes » (45), éstas, por imperativo constitucional, determinar cada relación jurı́dica con arreglo a su propia naturaleza,
se sometieron a un régimen jurı́dico diferenciado que el propio el territorio a que pertenezca y a cuyo derecho está sometida » (49).
Derecho Internacional, del que eran objeto indiscutible, respaldaba Llevada a sus últimas consecuencias, es el argumento que permitió
a través del derecho colonial. el respeto a las posesiones de los colonos europeos — no ası́ de los
Es ésta una situación que está directamente relacionada con la indı́genas — aunque el territorio pasara a depender de otro Estado
doble consideración que los internacionalistas percibieron en la
soberanı́a. Concebida, según lo habitual, como poder supremo, (46) WHEATON, Éléments, I, cit., p. 34 o VERGÉ, Précis, cit., p. 102, entre otros. En
realidad, mutatis mutandis, era la versión internacionalista de la dualidad titularidad-
existı́a sin embargo para ellos una interior que pertenecı́a a la ejercicio de la soberanı́a que afectaba a la propia teorı́a constitucional.
(47) Una reciente contribución sobre la interpretación de la misma en la época
tutta una sistematicamente servile, indecorosa ed antigiuridica acquiescenza a tutti inmediatamente precedente, es decir, el perı́odo que los internacionalistas sitúan entre el
indistintamente i fatti della vita reale degli Stati […] noi non abbiamo ancora il vero e Congreso de Viena — 1815 — y la guerra francoprusiana — 1870 —, en I. FERNÁN-
proprio Diritto internazionale; il Diritto internazionale protettore dei diritti dei popoli ». DEZ SARASOLA, El pensamiento polı́tico-constitucional de Álvaro Flórez Estrada a través de
Años más tarde, y ya con la Sociedad de Naciones por medio, D. ANZILOTTI, Corso di la prensa, en J. VARELA SUANZES-CARPEGNA (Coord.), Álvaro Flórez Estrada (1766-1853)
Diritto Internazionale (Introduzione — I soggetti — gli Organi), Roma, 1923, pp. 67 ss. polı́tica, economı́a, sociedad, Junta General del Principado de Asturias, 2004, en especial,
introducı́a inteligentes crı́ticas a esta doctrina positiva señalando el doble error que la pp. 227-8.
consideración exclusiva de los Estados como sujeto conllevaba. (48) PHILLIMORE, Commentaries, IV, cit., p. 6.
(44) MARTENS, Tratado, I, cit., pp. 185-87. (49) J. JITTA, Método de Derecho Internacional Privado, Trad. J. F. Frida, Madrid,
(45) PHILLIMORE, Commentaries, I, cit., p. 78. La España Moderna, s. a., p. 121.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati © Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati
824 QUADERNI FIORENTINI XXXIII/XXXIV (2004/2005)

y, mediante un exagerado uso de la analogı́a, la causante de las


notables diferencia entre las formaciones polı́ticas — europeas o no
— en virtud de la aplicación de las reglas de Derecho Internacional
Privado o Público, respectivamente.
En este sentido, si bien es cierto que nunca hasta entonces habı́a
sido este último tan efectivo, lo es asimismo que esta efectividad
radica en la fuerza de los sujetos. No es casual que sea por entonces
cuando la denominación Derecho Internacional — de origen ben-
thamiano — desplace casi definitivamente a la anterior Derecho de
Gentes. A este propósito, todos los autores coincidı́an en reclamar y
dar por sentado que se trataba de un derecho positivo, conclusión
que algunos apoyaban con el argumento de que a él debı́a su
nacimiento el sistema europeo, basado en la solidaridad estatal que
se reflejaba en « la protección de los débiles y el freno de los
poderosos » (50). Pero sus más fervientes defensores, al tiempo que
reconocı́an este hecho, no dudaban en señalar los perjuicios que se
derivaban para el mismo de la existencia del Concierto, cuya exclu-
siva legitimidad se encontraba en « aquella suerte de contrato » que
las Potencias habı́an firmado en vı́speras de la derrota napoleónica
de 1814 con la finalidad de garantizar la paz (51).
Un contrato que, en su condición de personas morales — y, por
consiguiente, con análogos derechos y deberes que los indivi-
duos (52) —, ciertamente podı́an contraer los Estados, aunque su
objeto fuera el Equilibrio Europeo, cuyos dudosos principios eran
cuestionados por algunos juristas. Preguntándose acerca de los
mismos, Pinheiro-Ferreira llegaba a la conclusión de que no era más
que « un pretexto inventado por ciertas Potencias » para justificar
de una manera plausible el mantenimiento de la dependencia gene-
ral, porque « los celos, añadı́a, las empujaban a oponerse a la
prosperidad de cada Nación rival ». Ahı́, además, radicaba la razón
por la que era imposible no encontrar más principios fijos en las
relaciones que los pueblos europeos mantenı́an entre sı́ que las
convenciones firmadas por sus gobiernos y que el Derecho Interna-
cional, desde luego, reconocı́a, resultando ası́ que, al final « cada uno

(50) VERGÉ, Le Droit de Gens avant et depuis 1789, en Précis, cit., p. LIV.
(51) Ivi, p. XVII.
(52) PHILLIMORE, Commentaries, I, cit., pp. 3 y 5.

© Giuffrè Editore - Tutti i diritti riservati

También podría gustarte