Está en la página 1de 5

“Cuando algunas personas se sienten desgraciadas, se convierten en un peligro para los

demás”, Elly Hillesum

Desde muy joven, Marshall Rosemberg, psicólogo estadounidense, mostró un gran

interés por estudiar el impacto del lenguaje en el comportamiento del ser humano.

En 1943, siendo aún un niño, su familia, como muchas más, se traslada a Detroit en

busca de una vida mejor. Ya que, debido al florecimiento industrial de la ciudad

durante la segunda guerra mundial, las fábricas necesitaban abundante mano de obra.

La población de Detroit se sextuplicó durante la primera mitad del siglo XX, alimentada

por familias de blancos y negros y, en gran parte, por una afluencia de emigrantes

provenientes de Europa Oriental y del Sur.

Mientras que en el sur blancos y negros vivían segregados, cuando llegan a Detroit,

conviven en el mismo barrio. Esto origina la famosa Revuelta Racial de Detroit de 1943,

que se salda con 34 muertos. Incluso Rosemberg, por ser judío, recibió una paliza en

el colegio por parte de sus compañeros.

A raíz de este suceso, el que luego se convertiría en el padre de la CNV (Comunicación

No Violenta), se empezó a plantear dónde radicaba la diferencia que hacía que un ser

humano perdiese su humanidad y tratase a los demás con total desprecio y que otro

ser humano, ante la misma situación, tratase al prójimo con compasión y respeto.

Marshall Rosenberg trabajó para crear un mundo más humano. Su frase, «La

violencia es una expresión trágica de necesidades no cubiertas», y su método,

la Comunicación No Violenta, un camino para poder escuchar y reformular las

expresiones hasta encontrar soluciones en las que todas las partes salgan ganando.

Rosemberg llegó a la conclusión de que un lenguaje violento alienta y desemboca en

un comportamiento violento.

La comunicación violenta se caracteriza por la falta de escucha durante el proceso

comunicativo, las personas que emplean este tipo de lenguaje no escuchan a sus

interlocutores. Sueltan su mensaje, pero les importa nada la opinión de los demás.

Este tipo de comunicación no pretende alcanzar acuerdos, el mensaje que transmite es

unidireccional, contundente y fuerte, rechazando por completo los argumentos de los


demás. El comunicador carece de empatía, lo que piense o sienta su interlocutor le da

exactamente igual. Ejemplos podemos observar miles hoy en día, desde discursos

políticos en los que el personaje en cuestión parece estar en posesión de la verdad y

todos los demás equivocados, a debates televisivos en los que, a determinados

participantes, sólo les falta saltar sobre su presa y devorarla.

Sin embargo, Rosemberg defendía que, si cuidamos nuestra manera de comunicarnos

con los demás, modificaremos, automáticamente, nuestra relación con ellos. Las

personas deben comunicarse con empatía y eficacia.

Caso práctico. Imagina que tu pareja llega tarde sistemáticamente, cosa que te

molesta muchísimo. La última vez él/ella se retrasó y llegasteis tarde a un estreno.

Sacas el tema y termináis discutiendo de nuevo. Ahora sigue los 4 pasos de la CNV.

1-OBSERVAR SIN EVALUAR, “cuando observo que”, sin emitir juicios ni evaluar, haz una

descripción objetiva de lo que sucede, algo así como: “Cuando llegas tarde sin avisar…”

2-IDENTIFICAR EMOCIONES, “me siento, siento”, expresa cómo te sientes, sin

responsabilizar a nadie. Truco, si al terminar la frase puedo decir “por ti” no vale, no es

comunicación empática: “me siento impotente/siento frustración”

3-IDENTIFICAR NECESIDADES, “porque yo necesito”, observa qué necesidad tuya no

está siendo satisfecha: “porque yo necesito estar tranquilo/a”

4-ESPECIFICAR UNA PETICIÓN, “por eso te pido”, pídele a la otra persona lo que

necesitas para satisfacer esa necesidad: “por eso te pido que me avises con media

hora de antelación si vas a llegar tarde y así me organizo”

Te animo a que la pongas en práctica, ¡te sorprenderán los resultados!


4 factores para la comunicación no violenta

1. Observar, no evaluar
No evaluar es tarea complicada, aunque hacer el esfuerzo merece la pena cuando
pretendemos establecer una conversación en la cual las palabras se conviertan en
ventanas y no en puertas que acaben bloqueándola. Cuando mezclamos la
observación con la evaluación corremos el riesgo de que la persona se quede con la
parte negativa del mensaje.
No se nos pide que seamos totalmente objetivos/as ni tampoco que nos abstengamos
de hacer evaluaciones. Lo único que nos dice es que mantengamos una separación
entre nuestras evaluaciones y nuestras observaciones.

Observación con evaluación: «Eres demasiado generoso»

Observación sin evaluación: «Si das el dinero de tu comida a los demás, creo que
eres demasiado generoso»

Observación con evaluación: «Nunca haces lo que te pido»

Observación sin evaluación: «Las tres últimas veces que te he pedido un favor, me
has dicho que no podías.»

2. Expresión de sentimientos
Cuando elaboramos un vocabulario de sentimientos que nos permite describir de
forma clara y precisa nuestras emociones, nos resulta más fácil comunicarnos con los
demás. Al mismo tiempo que nos hace más vulnerables, la expresión de nuestros
sentimientos puede ayudarnos a resolver conflictos. La CNV distingue entre la
expresión de sentimientos reales y las palabras y afirmaciones que sirven para
describir ideas y hacer valoraciones e interpretaciones.
El lenguaje suele dar pie a confusiones, como cuando utilizamos el
verbo sentir cuando en realidad no estamos expresando un sentimiento. Por ejemplo,
en la frase: “Siento que no ha sido un buen negocio”, sería más adecuado
decir creo que siento.
El poder expresar el sentimiento facilita la comprensión del mismo. Partimos por
tanto del hecho de que toda emoción es legítima, lo importante es aprender a
expresarla sin dañar o culpar a la otra persona.

3. Reconocimiento de las necesidades que hay detrás de


nuestros sentimientos
Se parte aquí de la idea de que lo que digan o hagan los/as demás puede ser el
estímulo, pero nunca la causa de nuestros sentimientos. No podemos hacer a la otra
persona responsable de cómo nos sentimos (“me has hecho enfadar”, “me has puesto
de mal humor”…).
Los juicios, críticas, diagnósticos e interpretaciones que hacemos de los demás son
expresiones de nuestras propias necesidades y valores. Cuando los demás perciben
una crítica, acostumbran centrar su energía en la autodefensa o el contraataque.
Cuanto más directa sea la conexión entre nuestros sentimientos y nuestras
necesidades, más fácil será para los demás comprendernos y responder de un modo
compasivo.

4. Expresión de los deseos


El último componente de la CNV se ocupa de lo que queremos pedir a los demás
para enriquecer nuestra vida. Al hablar, cuanto más claramente manifestemos qué
queremos, más probable será que lo consigamos.

Hagamos nuestras peticiones conscientes:

Es habitual que la gente hable sin saber muy bien lo que pide en realidad. Según
Rosenberg, siempre que le decimos algo a una persona, le pedimos algo a cambio.
Cuanto más claros/as nos mostremos con respecto a lo que esperamos de la otra
persona, más probabilidades tendremos de que nuestras necesidades se vean
satisfechas.

Solicitemos la confirmación de nuestras palabras:

Como sabemos, lo que se entiende no siempre es lo que hemos querido decir. Por lo
general nos basamos en ciertas claves verbales que nos indican si lo que pretendemos
transmitir se ha entendido, aunque no tenemos la seguridad absoluta de que sea así.
Para ello lo mejor será pedirle claramente una respuesta a la otra persona con el fin
de saber cómo ha entendido nuestras palabras y poder corregir cualquier
interpretación incorrecta.

Pidamos sinceridad:

Por lo general, la sinceridad a la que aspiramos toma una de estas tres direcciones:

 Los sentimientos provocados por nuestra petición. “me gustaría que me


dijeras qué sientes con respecto a lo que acabo de decir y cuáles son las
razones de esos sentimientos”.
 Pensamientos: “me gustaría saber qué piensas sobre lo que he dicho”
 Si la otra persona está dispuesta a hacer determinadas cosas que le hemos
recomendado o pedido: “quisiera saber si estás dispuesta/o a…”.
Las peticiones frente a las exigencias:

Cuando una persona percibe que le están exigiendo algo, sólo ve dos opciones
posibles: la sumisión o la rebelión. Cuanto más censuremos o maltratemos a los
demás o hagamos que se sientan culpables, más probable será que interpreten
nuestras peticiones como exigencias.
Expresar una auténtica petición también requiere que tengamos conciencia de cuál es
nuestro objetivo. Si este estriba únicamente en influir en la persona y modificar su
conducta, o en salirnos con la nuestra, la CNV no será una herramienta adecuada.
El método expuesto está pensado para aquellos que quieren que los demás cambien y
respondan, pero sólo si optan por hacerlo de buen grado. El objetivo de la CNV
consiste en establecer una relación basada en la sinceridad y la empatía.

También podría gustarte