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LIBERTAD,

SOLIDARIDAD E
IGUALDAD.
TRABAJO REALIZADO POR: MARI ANGELES CACERES, LUCIA FRANCO GARCIA, AMANDA
CASADO Y LUCIA FRANCO DIESTRO DE 2BACH C

IGUALDAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES


En este trabajo vamos a hablaros sobre la igualdad entre hombres
y mujeres y los microcréditos que aporta la iglesia.
ÍNDICE:
1. Introducción
1.1. Definición de libertad
1.2. Definición de solidaridad
1.3. Definición de igualdad
1.4. Presentación del tema sobre el que vamos a
hablar
2. Igualdad entre hombres y mujeres en países del
primer mundo Vs Igualdad entre hombres y
mujeres en países del tercer mundo.
2.1. Los derechos de la mujer en países del primer
mundo
2.2. Los derechos de la mujer en países del tercer
mundo
3. Libertad de la mujer a lo largo de la historia
3.1. Prehistoria
3.2. Edad antigua
3.3. La caída del imperio Romano
3.4. Edad moderna
3.5. Principios del siglo XVII
3.6. Siglo XVIII
3.7. Siglo XIX
3.8. Siglo XX

4. Aportaciones De la Iglesia

4.1. ¿Apoya la Iglesia la igualdad hombre/mujer?

4.2. Definición de microcréditos

4.3. ¿Con qué fin los emplea la iglesia?

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1.Introducción

¿Qué es la libertad?

Libertad es la facultad o capacidad del ser humano de actuar


según sus valores, criterios, razón y voluntad, sin más limitaciones
que el respeto a la libertad de los demás.

Hay libertad cuando las personas pueden obrar sin coacción y


opresión por parte de otros sujetos. Por ello, se dice que un
individuo está en libertad o actúa en libertad cuando no está en
condición de prisionero, sometido a las órdenes de otros o bajo
coacción.

La libertad conlleva un sentido de


responsabilidad individual y social. Por lo
tanto, existe una relación entre la
libertad y la ética, ya que actuar en
libertad no es dejarse llevar por los
impulsos, sino obrar con conciencia en
pro del bien propio y común.

La libertad es un concepto construido por la sociedad para


alcanzar una convivencia plena y constructiva. En este sentido, se
encuentra consagrada en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.

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También se utiliza la palabra libertad para referirse a la facultad
que tienen los ciudadanos para actuar según su voluntad e
intereses propios en el marco de la ley.

La palabra deriva del latín libertas y libertātis, que significa el que


jurídica y políticamente es libre. Antiguamente, el término aludía
al que había nacido libre o al que había obtenido la libertad, tras
haber nacido bajo esclavitud o vasallaje.

¿Qué es la solidaridad?

La solidaridad es el apoyo o la adhesión


circunstancial a una causa o al interés de
otros, por ejemplo, en situaciones difíciles.
La palabra solidaridad es de origen
latín“solidus” que significa “solidario”.

Cuando dos o más personas se unen y colaboran mutuamente


para conseguir un fin común, se habla de solidaridad. La
solidaridad es compartir con otros tanto lo material como lo
sentimental, es ofrecer ayuda a los demás y una colaboración
mutua entre las personas.

En este sentido, se puede citar como ejemplo a La Cruz Roja


como símbolo de solidaridad, ya que es una organización imparcial
con una misión humanitaria basada en el principio de solidaridad

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que consiste en proteger la vida y dignidad de las víctimas de
guerra y de violencia, así como prestarle asistencia.

La solidaridad es sinónimo de apoyo, respaldo, ayuda, protección,


que cuando persigue una causa justa cambia el mundo, lo hace
mejor, más habitable y más digno.

¿Qué es la igualdad?

También indica un tratamiento equitativo de las personas, por


ejemplo, 'igualdad de género'. La igualdad entre los seres
humanos se considera un derechos en
muchas culturas, aunque en muchas
ocasiones no existe igualdad debido,
entre otros, a factores económicos,
raciales o religiosos. En este sentido,
se asociada a otras palabras como la justicia y la solidaridad.

Introducción del tema

Hablaremos de la igualdad de género, esta se puede definir de la


siguiente forma:

La igualdad de género es un concepto que establece que las


personas son iguales en cuanto a derechos y deberes sin tener en
cuenta su género. En ocasiones también aparece como 'equidad

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de género'. Aunque pueda parecer contradictorio, para alcanzar
en una sociedad la igualdad entre hombres y mujeres no siempre
se otorga el mismo tratamiento a todas las personas sin tener en
cuenta su género. Es decir, en ocasiones exiten leyes y medidas
llamadas de discriminación positiva que buscan conceder
beneficios a la mujer para compensar desigualdades de género
existentes.

En muchos lugares, la igualdad de género no existe,


especialmente en sociedades en las que existe un machismo
institucionalizado. Habitualmente, los temas en los que se intenta
fomentar la igualdad de género es el entorno familiar (por
ejemplo, la diferenciación de roles y tareas), educativo (derecho a
la educación) y laboral (el acceso a determinados puestos de
trabajo, por ejemplo).

CONCLUSIÓN: Para concluir podemos decir que la igualdad de


género está muy presente en nuestra sociedad hoy en día y está
muy relacionada con estas tres palabras (libertad, solidaridad e
igualdad). En mi opinión este tema es algo delicado pero del cuál
debemos hablar y es necesario.

¿En qué crees que está relacionado este tema con la libertad,
solidaridad e igualdad?

2. Igualdad entre hombres y mujeres en países del


Primer Mundo Vs Igualdas entre hombres y mujeres
en países del Tercer Mundo.

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Hay países donde las mujeres están abiertamente incluidas en
la esfera pública y hay países donde las mujeres se sienten
aisladas e inseguras. Los cuatro países con mejor desempeño
en el índice son:

•Noruega

Noruega es considerado uno de los países con mayor


igualdad de género del mundo. El objetivo principal de los
esfuerzos de Noruega en el campo de los derechos de la
mujer y la igualdad de género es ampliar las oportunidades
para mujeres y niñas, promover su derecho a la
autodeterminación y empoderarlas. Además, el país trata de
promover la igualdad de género a escala mundial.

•Finlandia

Finlandia tiene una larga historia de igualdad de género, ya


que fue el primer país del mundo en otorgar plenos derechos
políticos a las mujeres en 1906. Las mujeres en Finlandia
suelen trabajar a tiempo completo y tienen el mismo acceso a
la educación y la atención médica. También es donde es más
probable que las mujeres puedan participar plenamente en la
vida política y económica del país.

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En Finlandia, hombres y mujeres están igualmente
representados en la fuerza laboral.

•Islandia

La igualdad de género es una característica de la sociedad


islandesa, en consonancia con la Ley de igualdad de condición
e igualdad de derechos de mujeres y hombres. Ninguna
junta, consejo o comité de gobierno de una corporación
pública puede tener menos del 40% de igualdad de género,
según el artículo 15 de la Ley de Igualdad de Condición e
Igualdad de Derechos de Mujeres y Hombres.

En Islandia, cualquier empresa con más de 25 empleados


también debe contar con un programa de igualdad de
género, con objetivos que se revisarán cada tres años, de
acuerdo con la ley.

•Dinamarca

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Los daneses otorgan un gran valor a la igualdad. Un Ministro
de Igualdad generalmente está incluido en la coalición de
gobierno danesa. En términos de igualdad de género, las
mujeres ocupan un lugar más destacado en los negocios,
mientras que los hombres desempeñan un papel activo en la
crianza de los hijos. La considerable licencia por paternidad y
las guarderías subsidiadas por los impuestos de Dinamarca
alientan a las mujeres a trabajar fuera del hogar y seguir una
carrera mientras forman una familia.

En el gobierno de Dinamarca, las mujeres están bien


representadas. Alrededor del 40% del parlamento de
Dinamarca y muchos de los ministros son mujeres.

Sin embargo, en América Latina, el feminismo encuentra uno


de sus mayores desafíos, el de permear con sus nociones de
igualdad de derechos para ambos géneros la vida de las
sociedades de la región, pero el reto es no solo arduo,
también la lucha no deja de revelar sus contradicciones y
ambigüedades, ya que las reivindicaciones que se hacen y los
cambios de legislación que se plantean son combatidos desde
las instituciones que conforman el sistema patriarcal, donde
los hombres están tan cómodos con sus ventajas y la mayoría
de las mujeres combate la igualdad de derechos con la
certidumbre de que eso es antinatural.

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Este reto es tan difícil, porque los embates vienen desde las
propias mujeres, que a cada pequeño y titubeante paso
demuestran que no se ha avanzado nada en ese necesario
cambio de presupuestos, de constructos sociales que
demonizaron a un género en beneficio del otro. El aborto es
un ejemplo gráfico de lo que ocurre, ya que, ante el menor
intento de proyecto de despenalización de algún supuesto del
aborto, la Iglesia y las múltiples sectas sacan a la calle a
decenas de miles de mujeres para que se opongan a lo que
les beneficia. No importa que la Europa más civilizada y
definitivamente próspera haya demostrado que la
despenalización total del aborto disminuye, por lado, las
muertes de mujeres por estas intervenciones, y por otro los
propios embarazos no deseados. La legislación al respecto
sigue siendo la más restrictiva del mundo.

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Por ello, me gustaría concluir esto diciendo que aún queda
mucho por hacer para llegar a conseguir la igualdad entre
hombres y mujeres en todos los países del mundo. Por eso,
hago un llamamiento a todos los jóvenes, los cuales serán las
generaciones futuras, a que hagáis esto posible, porque tanto
los hombres como las mujeres valemos y tenemos los mismos
derechos y por ello debemos ser tratados igual por la
sociedad y no sentirnos inferiores o discriminados por ser de
un sexo u otro. Y de esta manera si todos ponemos de
nuestra parte finalmente acabaremos consiguiendo.

PREGUNTA: Dentro de la sociedad en la que vivimos donde la


religión no es tan influyente como antes, ¿por qué pensáis
que las parejas siguen funcionando igual?

3. Evolución de la libertad de la mujer a lo largo de la


historia.

En la actualidad, las mujeres representan el 49,5% de la


población mundial. Sin embargo, podemos observar que las
mujeres son menos mencionadas que las que se hacen de los
hombres, esto se debe a que las mujeres se han visto relegadas
a un papel secundario tanto en las libertades sociales y
políticas.

Durante la Prehistoria, el papel principal del hombre dentro de


la sociedad era proveer a la tribu o a su familia de alimento
(caza y pesca) y protección. La mujer desempeñaba labores de
administradora, cuidaba de los hijos o fabricaba herramientas,
piezas de arcilla, prendas de vestir y, desde la aparición de la
agricultura, también trabaja como recolectora. En lo político y
social, las mujeres no tenían ‘voz y voto’ en estos asuntos. Lo
religioso también presenta ciertas dudas ya que cabe la

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posibilidad de que hubiese chamanes y sacerdotisas, además
se sabe que la figura femenina era objeto de adoración como
símbolo de fertilidad.

Esto, a su vez, trajo una serie de avances culturales y técnicos


que dieron el paso de la Prehistoria a la Edad Antigua. Fue
precisamente en estas sociedades donde los roles distintivos
que se habían generado durante la Prehistoria se asentaron e
incluso se profundizó en ellos, otorgando a las mujeres un
papel de reclusión en el hogar y limitado al cuidado de este y
de la familia mientras que el hombre era responsable de la
guerra y la política. La integración de la mujer en el ámbito
cultural, educativo y religioso permitió que se dieran
excepciones en las que ostentaban un mayor poder de decisión
(la sacerdotisa sumeria Enheduanna, Hipatia de Alejandría, la
guerrera celta Boudica, las mujeres espartanas o Cleopatra…).

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En Grecia y Roma, las mujeres eran educadas pero se las
mantenía al margen de la política.

La caída del Imperio Romano a finales del siglo V dejó un


vacío de poder en Occidente. Esta etapa de la historia fue
oscura en muchos sentidos y negativa para las mujeres ya que
se impuso una concepción religiosa que dibujaba a la mujer
como la figura del pecado (según el Génesis, fue Eva quien
mordió la manzana del Edén), la tentación y la lascivia. Para
entender esta situación, durante la Edad Media, el acceso a la
educación quedó limitado a una clase política dirigente y casi
en exclusividad a los varones, por lo que la mujer era ama de
casa a los deseos de la figura masculina más cercana.

Al perder la oportunidad de ser formadas y educadas, la


inmensa mayoría de las mujeres medievales asumió un rol en
el que su independencia y capacidad de decisión quedaban
muy limitadas. Eran presentadas como seres inferiores a los
hombres que necesitaban de la guía de estos para vivir, lo que
suprimió casi cualquier posibilidad de independencia
económica y social y las empujaba al cuidado de los hijos y la
casa y a una serie de actividades laborales muy limitadas que
eran ‘apropiadas’ para ellas.

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El paso de la Edad Media a la Edad Moderna tiene lugar en
1492, con el descubrimiento de América, pero en muchos
sentidos supuso una continuación directa de la Baja Edad
Media y de sus costumbres.

A principios del siglo XVII se viviría una época de histeria y


radicalismo religioso que conduciría a las acusaciones de
brujería contra toda clase de mujeres y, por desgracia a la
quema de muchas de ellas en la hoguera. También supondría
el avance de la burguesía de las ciudades frente a las viejas
noblezas y la aparición de nuevas oportunidades laborales en
las que se permitiera la entrada de las mujeres y la
independencia económica de sus maridos. La educación
también comenzó a llegar a las clases populares, mejorando
poco a poco las expectativas de futuro de las entonces nuevas
generaciones.

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Sería a partir del siglo XVIII, con el Humanismo y la
Ilustración, cuando las reclamaciones de mayor libertad e
independencia para las mujeres comienzan a tomar fuerza e
incluso mostrarían ciertos cambios de mentalidad en algunos
hombres de la época, que seguían siendo quienes ostentaban
todo el poder real en la sociedad. La Revolución Francesa
(1789) y la sucesiva toma del poder por parte de la burguesía
traerán grandes esperanzas.

Las reclamaciones de las mujeres se intensificaron durante el


siglo XIX, siendo cada vez más estructuradas y definiendo o
bocetando lo que llegaría a ser la corriente feminista.

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La industrialización de las ciudades y la ampliación del sistema
educativo abrió nuevas oportunidades en lo económico pero,
con todo, las mujeres seguían siendo ciudadanas de segunda:
el acceso a la universidad para ellas era nulo o muy limitado,
sus condiciones y sueldos eran mucho peores que las de los
hombres, estaban excluidas de determinadas actividades y
sectores y no tenían derecho a votar, por lo que las decisiones
políticas y sociales de calado eran tomadas por hombres,
dejándolas fuera y dificultando enormemente cualquier posible
cambio.

Los cambios del siglo XX

El nuevo siglo fue el que vio más avances en la situación de las


mujeres. Nueva Zelanda había reconocido el derecho al voto
femenino en 1893 y muchos otros países de todo el mundo
fueron reconociéndose durante las siguientes décadas. Las dos
guerras mundiales que se vivieron en la primera mitad del siglo
obligaron a las mujeres a ocupar los puestos que eran para
hombres (que en esos momentos estaban luchando en el
frente), lo que supuso abrir nuevas puertas y concienciar a las
propias mujeres y a la sociedad en general de que eran capaces
de hacer mucho más de lo que les habían contado.

Curiosamente, a esta pequeña liberación que las mujeres


vivieron entre los años 20 y los años 40 que pretendía

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remarcar el papel de la mujer como ama de casa y el deber
que tenía de servir y contentar a su marido. Las décadas de
los 60 y los 70 supusieron una enorme agitación en todos los
ámbitos sociales y un impulso hacia delante por parte de las
generaciones más jóvenes, que rechazaban el mundo que se
les había entregado y estaban más que dispuestos a
cambiarlo. Podemos empezar a hablar de una revolución
feminista caracterizada por cambios profundos y victorias que
allanaban el camino hacia la igualdad real.

La concienciación de la mujer como integrante de un mundo


en el que se había visto discriminada durante siglos aceleró el
proceso y los roles que se habían impuesto a las mujeres en el
ámbito social, laboral, económico, cultural o familiar fueron
rompiéndose de forma natural.

La realidad demuestra que, incluso en los países occidentales


con las sociedades más paritarias, la mujer sigue
enfrentándose a situaciones de discriminación de las que la
sociedad es cada vez más consciente. Los logros obtenidos a

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lo largo de la historia han sido enormes, pero aún hay huellas
que dejar en el camino.

CONCLUSIÓN: podemos ver que la libertad de la mujer


durante todas las etapas de la historia siempre ha sido inferior
al hombre, y se le asigna un papel de ama de casa o cuidar a
los hijos. Además tenían prohibido el estudio para el acceso a
la universidad ya que eran cosas de hombres. Sin embargo con
el paso del tiempo hemos visto que las mujeres cada vez tienen
más libertades por su lucha, pero todavía queda un largo
camino para conseguir una igualdad plena y no más injusticias.
Hoy en día podemos ver que la mujer tiene menos sueldo que
un hombre, ellas tienen menos oportunidad que ellos, ellos
obtienen más fácilmente un trabajo. Luchamos para que las
mujeres tengan las mismas oportunidades que ellos y que haya
un mundo más igualitario, todos con los mismos derechos, ni
más ni menos.

PREGUNTA: ¿Creéis que en la época en la que nos


encontramos, todavía hay desigualdad entre hombres y
mujeres?

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4. Aportaciones De la Iglesia

“El genio femenino es necesario en todas las expresiones de


la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las
mujeres también en el ámbito laboral y en los diversos
lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en
la Iglesia como en las estructuras sociales”. Así lo expone La
alegría del Evangelio, un documento de teología pastoral, que
como hemos leído, dicta que la mujer es necesaria tanto
dentro como fuera de la iglesia, en todos los ámbitos de la
vida, y es por ello que se las toma en cuenta en dentro del
orden eclesiástico también. Además nos hemos informado de
que en el Día Internacional de la Mujer la Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días reconoce la importancia e
igualdad de las mujeres en la Iglesia y solicita lo mismo para
todas las mujeres del mundo. Ellas forman una parte
importante tanto en la familia como en la organización de la
Iglesia, pues las feminas forman parte igual con los hombres
en el desarrollo del plan del evangelio, y dicho plan no puede
funcionar sin ellas. Las mujeres participan en cada nivel de la
Iglesia, que incluye la obra misional de los miembros, la
retención de conversos, la activación de los miembros menos
activos, la obra del templo y de historia familiar, la enseñanza
del evangelio, y el cuidado de los pobres y de los necesitados.
A toda mujer de la Iglesia se le da la responsabilidad de
conocer y defender los papeles divinos de la mujer, los cuales
incluyen el de esposa, madre, hija, hermana, tía y amiga. Se
mantienen fuertes en la fe, la familia y el socorro. Las

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mujeres participan en los consejos que supervisan las
actividades de las congregaciones en
todo el mundo, por naturaleza divina,
tienen el mayor don y responsabilidad
por los hijos y el hogar y la educación
que ocurre en él y en otros lugares, se
les anima a adquirir una educación de
calidad y avanzada. Y como tal, son
todas estas pruebas del apoyo que la
mujer recibe dentro de la comunidad
cristiana, ya que toda mujer es una
hija de Dios. Uno no puede ofenderla a ella sin ofenderlo
también a Él.

Pero, ¿apoya la Iglesia la igualdad hombre-mujer? Para


ellos nos hemos encargado de recoger información de todos
los lugares posibles, y así, llegamos a la conclusión de que la
respuesta a esta pregunta es una mezcla entre el sí y no, ya
que depende de lo que se entiende por igualdad. Por
supuesto que considera que hombre y mujer son idénticos en
dignidad y en valor ante Dios, pero eso no quita que

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reconozca una diversidad entre ambos. Hombre y mujer son
distintos, pero pares. Reconociendo esta diversidad, la Iglesia
sí apoya la igualdad entre hombre y mujer, la igualdad de
condiciones para acceder a la educación o a un puesto
determinado, etc. De hecho, interesa recordar que los
primeros movimientos feministas, que interceden por los
derechos de la mujer, nacieron entre católicos. Desde
siempre la Iglesia ha proclamado la igualdad hombre-mujer:
Dios los creó en igualdad de condiciones y de dignidad, con
diferentes funciones y roles dentro de la sociedad y con
características complementarias. Así lo dice Génesis, 2: "Y
Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza”.

Para Dios no hay distinción entre el hombre y la mujer,


entre una raza u otra, todos somos hijos suyos, creados para
servir y adorarle en esta vida y gozar eternamente de Él en la
otra. La mujer y el hombre tienen cualidades y virtudes que
se complementan, de ahí nace la vocación específica de cada
uno delante de Dios y en relación a la sociedad en la que
vive.

Todos los hombres (englobando a ambos géneros)


tenemos una misión en la vida, y cada uno en nuestro
peregrinar hacia Dios debe cumplir su misión. Un gran

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ejemplo nos lo dan los santos, cómo hombres y mujeres de
diversas culturas, razas y tiempos, han cumplido con
heroísmo su misión.

Pero sin embargo, dentro de la Iglesia, se dan luchas para


seguir avanzando en la igualdad de cargos, como en el
siguiente ejemplo, de una noticia real en España, puede
verificarlo:

Marifé Ramos es coordinadora de Mujeres y Teología y


portavoz de la red de mujeres, laicas y religiosas, que lucha
por la igualdad dentro de la Iglesia católica. El anterior 1 de
marzo su colectivo convocó una manifestación en Madrid para
reivindicar una nueva cultura de respeto y de atención a las
causas feministas. Acabar con la discriminación en el seno de
la Iglesia a través de una profunda reforma cultural y
organizativa. Ese es el objetivo del colectivo Mujeres y
Teología y que han secundado diferentes asociaciones
católicas de todo el mundo. A través de un manifiesto de libre
adhesión, las convocantes esperan lanzar este domingo un
grito unánime para exigir la renovación de todas las
estructuras eclesiales. Este movimiento contestatario dentro
de la Iglesia responde a la necesidad de impulsar la presencia
femenina en todos los lugares de relevancia, dotando a las
mujeres de visibilidad en la toma de decisiones,
especialmente en las que tienen que ver con la Conferencia
Episcopal. El feminismo busca conquistar su próxima cima: la
sede del Vaticano. "Esta nueva cultura femenina y feminista
consiste en buscar nuestro lugar dentro de la Iglesia saliendo
de los lugares en los que estamos. Utilizando las redes
sociales se nos va a oír mucho más como colectivo y como
red. También con esta conexión con Europa. No solo se trata

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de la presencia física, sino que buscamos ir más allá. Las
redes que se han ido creando son muy profundas y pretenden
ser duraderas más allá de la manifestación del domingo.":
Decía Marifé. El objetivo de la convocatoria es reivindicar un
trato igualitario y no
discriminatorio por parte de la
Iglesia católica. ¿En qué
términos se acabaría con esta
desigualdad? "Primero, es una
cuestión de favorecer la
visibilidad. Las mujeres
venimos llevando a cabo
desde hace muchos siglos
muchísimo trabajo dentro de
la Iglesia, desde las parroquias
y desde otros grupos laicos y
religiosos y, hasta ahora, la
respuesta ha sido
desproporcionada en cuanto a voz y voto dentro de la Iglesia.
Los consejos de pastoral (organismo de participación de los
fieles dentro de la parroquia) no están representados y es el
momento de decir basta ya."

¿Qué pasos cree que debe dar la Iglesia católica para


alcanzar dicha cultura? "El primer paso es fomentar el diálogo
con los diferentes grupos que conforman la Iglesia. Que
nuestro discurso y las cosas que estamos diciendo se oigan.
Todavía no hemos recibido respuesta. El segundo paso es el
lanzamiento de un secretariado de mujeres. Todo ello para
buscar la visibilización y la insubordinación del trabajo
femenino. Se nos llama para arreglar flores pero no para
tomar decisiones importantes de tipo político o económico.

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Esto es lo que debería cambiar. Las teólogas, por ejemplo,
deberían tener más voz, al menos al 50% con los hombres.
No hay proporción entre las teólogas que acaban la carrera y
las que tienen un puesto en las universidades."

¿Cuál considera que es el gran cambio que se está


observando actualmente en la Iglesia? "Uno de los grandes
cambios es el nuevo lenguaje de la Iglesia. El Papa ha
renovado el lenguaje, ha actualizado palabras como
misericordia. A pesar de todo, una parte de ese lenguaje
sigue bajo dominio de la teología tomista y utiliza palabras
que ya no entiende nadie. Las mujeres tenemos un papel
precioso como puente de comunicación. Ayudando a traducir
ese lenguaje y recordando a estas personas que estamos en
el siglo XXI. Me encantaría que se pudiera dar un curso sobre
comunicación y homilía, por ejemplo." Así, esta mujer nos
contaba mediante las preguntas de la periodista los pasos
que ella cree que debe de seguir la Iglesia para la inclusión
total del género femenino dentro de esta, pues no es solo lo
que Dios predica, sino la puesta en marcha de seguir sus
palabras en la congregación.

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Por otro lado, hace poco el Vaticano desde el diario
"L’Osservatore Romano", reconoció que investigaría los casos
de violaciones y las condiciones de explotación a las que
estaban sometidas muchas
monjas dentro de los
conventos. Sobre ello anunció
que crearía una comisión, un
paso necesario. Todo lo que
está oculto tiene que salir a la
luz como sucedió con los casos
de pederastia. Es algo que nos
va a doler a todos pero por eso
es aún más necesario que se conozcan. Una vez que todo
esto se haga público se van a poder crear nuevos y efectivos
cauces de denuncia.

Se puede afirmar sin error a equivocarse, que gran parte de


la clase clerical, en sus diferentes niveles, desconocen la vida
y la obra de ese hombre, que hace dos mil años, pasó por el

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mundo haciendo el bien como fue Jesús de Nazaret. Si no
que expliquen porque mantienen esa actitud discriminatoria,
que de cristiana no tiene
nada. Dice el teólogo
granadino, José María
Castillo “que las mujeres
son el único colectivo
humano con el que Jesús
jamás tuvo problema
alguno”. Siempre había un
grupo de ellas que lo
acompañaban. Cuando
todos los apóstoles lo
abandonaron, a excepción de Juan, ellas permanecieron junto
a él hasta su muerte, a los píes de la cruz. A la primera
persona que se le aparece tras la resurrección es a María
Magdalena. Según narra los evangelios, fueron muchas las
mujeres que tuvieron relación con Jesús, sin tener en cuenta
su origen y condición. Si hiciéramos un listado de las mujeres,
que han hecho una gran aportación a la Iglesia, sería
interminable, no solamente desde la teología o la mística, sino
también desde la entrega más profunda en favor de los más
necesitados y que a muchas de ellas les costó la vida. La
Iglesia debe de saber leer los signos de los tiempos y uno de
ellos es la lucha que a lo largo y ancho de este mundo, están
teniendo las mujeres por equipararse a los derechos de los
hombres. A buen seguro que si la Iglesia sigue viva, se lo
debe a las mujeres, aunque marginadas, que han aguantado
el timón de este barco que en tantas ocasiones ha estado a
punto de naufragar.

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Dijo Martin Luther King que “no me preocupa el grito de
los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin
ética. Lo que más me
preocupa es el silencio de
los buenos”. Esta frase se
puede aplicar al sector
laical de la Iglesia, que
salvo excepciones,
mantiene un total silencio
ante la situación de
desigualdad que padecen
las mujeres. Esta situación no puede seguir así por más
tiempo. Hay que enfrentarse unidos a esta injusticia. No
olvidemos que Jesús denunció, ante los poderes de aquella
época, todo lo que iba en contra de las mujeres y hombres
porque él no hizo distinción.

Si bien es cierto que la mujeres sufren una tremenda


discriminación, no es menos que los hombres también están
marginados en el funcionamiento de la Iglesia, como si no se
formara parte de ella. El clero debe de recordar aquella frase
de Jesús en la que afirmó que había venido a servir y a no ser
servido. El servicio no es poder, sino todo lo contrario. La
misión más importante que tiene la jerarquía es servir al
pueblo de Dios y no servirse del mismo para mantener, en
muchos casos, situaciones de privilegios. Es cierto que el
papa está haciendo una buena labor pero hay muchos que no
se enteran o no quieren enterarse. Termino este apartado
con una frase del manifiesto de los colectivos convocantes de

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las concentraciones del 1 de marzo : “¡Basta ya! Alcemos la
voz hasta que la igualdad sea costumbre."

En otro ámbito, ante la carencia de bienes básicos y


alimentos, se hace necesaria la provisión en el corto plazo de
éstos para la
subsistencia de
familias
enteras, el
objetivo
prioritario es la
ayuda a largo
plazo
acompañando
a los cristianos
en un camino que los lleve a la autonomía económica. Para
lograr dicha autonomía económica, las estrategias principales
son la formación orientada a la capacitación profesional, la
asistencia jurídica y los programas de desarrollo
socioeconómico. Dentro de esta última estrategia, la
herramienta principal es el uso de los microcréditos, que
consisten en préstamos de pequeña cantidad de dinero y
corta duración, que se conceden sin la necesidad de contar
con garantías, como es
habitual en la banca
tradicional, y cuyo objetivo
final es el de financiar
proyectos de autoempleo
generadores de renta, que
se mantengan en el tiempo.
En el contexto global, los
microcréditos están dirigidos

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a personas que no pueden solicitar un préstamo por los
medios convencionales por no cumplir con los requisitos
mínimos. Por un lado, tenemos las ONGD (organizaciones no
gubernamentales para el desarrollo) que conceden
microcréditos subvencionando los tipos de interés sin criterios
que favorezcan la sostenibilidad financiera, lo cual, las hace
altamente dependiente de la financiación internacional. Por
otro lado, tenemos las cooperativas de crédito, las cuales
ofrecen servicios de ahorro y de crédito a corto plazo a sus
miembros a tipos de interés inferior al del mercado. Para ser
miembro y acceder al crédito es necesario disponer de
ahorros en la entidad, y estos sirven como garantía en los
créditos solicitados. Por último, encontramos instituciones
financieras especializadas en microcrédito, que han
evolucionado hasta convertirse en instituciones financieras.
Los microcréditos son, sin duda, la herramienta más conocida
y difundida dentro del sistema microfinanciero orientado a
luchar contra la pobreza entre los sectores sociales más
desfavorecidos, especialmente las mujeres. Lejos de limitarse
a su uso exclusivamente económico, se han ido
perfeccionando como una poderosa herramienta de cambio
social que ayuda a los beneficiarios a alcanzar importantes
metas a diferentes niveles personales, profesionales y
comunitarios. La efectividad de los programas de
microfinanciamiento orientados a la mujer desde los
movimientos de lucha por sus derechos radica en que la
mujer puede alcanzar el empoderamiento a través del éxito
económico en menos tiempo que con otro tipo de
intervenciones. Así, se puede afirmar que la relación de la
mujer con el dinero y su éxito económico influyen de forma
decisiva en su valoración social y, por tanto, en su bienestar
ya que a través de la microfinanciación con enfoque de

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género y ofreciendo solamente servicios financieros, se puede
contribuir a ello.

Uno de los aspectos por los que los microcréditos han sido
populares fuertemente entre la población pobre es que están
dirigidos principalmente a las mujeres. Éstas suman el 70 %
de la población pobre mundial y en determinadas estructuras
sociales están totalmente apartadas de los campos laborales.
Diversos estudios han puesto de manifiesto que las tasas de
devolución de los microcréditos son mayores entre las
mujeres que entre los hombres y que los beneficios
generados los invierten en mayor proporción en el bienestar
familiar. Estas particularidades hacen que las Instituciones
Microfinancieras (IMF) prefieran a las mujeres como clientas.
Por otro lado, hay quienes consideran que la participación en
un proyecto de microcréditos ya contribuye al
empoderamiento de la mujer, aunque ésta no sea quien
gestione totalmente el dinero, pues tiene efectos positivos
sobre la capacidad de
las mujeres de
controlar la natalidad,
además se
demuestran altos

niveles de
participación en la
toma de decisiones,
en la autoestima y
en el sentido de la

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preparación ante el futuro. Es por esto que, por sí solos, los
microcréditos no generan empoderamiento de forma
automática. Las teorías clásicas consideran que el
empoderamiento económico genera una mayor autoestima y
respeto en las beneficiarias. Pero la habilidad que cada una
de ellas tenga para transformar su vida mediante el acceso a
los servicios financieros depende de diferentes factores
personales y grupales, relacionados con su situación,
habilidades, el entorno y el estatus. Una crítica común al
sistema de microcréditos insiste en que la responsabilidad de
recibir un dinero externo para poner en marcha un negocio
puede ejercer una presión excesiva sobre las mujeres, que
deben hacerse cargo de unas actividades extras a las que ya
realizan diariamente. Sin embargo, a nivel individual, los
avances que consiguen las mujeres pueden tener un fuerte
impacto en la forma en que éstas son percibidas y tratadas
dentro de sus comunidades, aunque a este nivel el
empoderamiento es más limitado si no existe una unión como
grupo.

Para promover el empoderamiento como grupo, conviene


considerar los factores que afectan al estatus y los derechos
de la mujer
dentro del
mismo. Sin
embargo, los
microcréditos,
como
herramienta
de

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empoderamiento de la mujer, pueden ser un instrumento de
gran potencial, pero necesitan acompañarse de actuaciones
en otros ámbitos. La entrega de una suma de dinero
difícilmente influirá en el cambio social si no está respaldada
por mejoras en la salud, educación, equidad de género y
respeto por los derechos humanos. Tampoco debemos
esperar que la responsabilidad del desarrollo recaiga
únicamente en los pobres, ni la del empoderamiento en las
mujeres. Aunque los procesos arranquen de lo más profundo
de cada individuo, no podemos pretender que éstos
sustituyan a la lucha por la finalización de la pobreza. Aunque
los pobres y marginados deben
decidir sobre su propio
desarrollo y empoderamiento,
la responsabilidad de facilitar
los mismos es global para el
común desarrollo.

En conclusión, Dios creó a la


mujer y al hombre sin ningún
tipo de distinción entre ambos,
su objetivo era la reproducción
de la raza humana, así que no
pretendía crear disputa entre
ambos ni hacer uno superior al otro. Sin embargo, somos
nosotros mismos los que hemos reforzado este aspecto,
creando diferencias entre ambos géneros sin seguir ningún
tipo de criterio, solo con el afán de obtener el control y el
poder de determinadas maneras. Es por esto que cuando
dentro de las iglesias o de las comunidades cristianas se da

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una diferencia de géneros, es visto como una desinformación
por parte del causante ya que en los propios escritos se deja
clara la igualdad y equidad que entre mujeres y hombres se
dio originalmente. Ahora, una vez dada dicha desigualdad el
ámbito afectado lucha por erradicar tal injusticia, aunque es
un proceso paulatino que no deja a nadie desigual. Es por eso
que dicha desigualdad se vuelve más desproporcionada y
aumenta según el nivel de progreso que las diferentes
sociedades, que se dan en el mundo, lo estén. Es por eso que
cuando este nivel de inmoralidad se vuelve tan radical que el
estilo de vida de dichas personas se vuelve deplorable
diferentes instituciones dentro de la iglesia ofrecen y facilitan
ayudas económicas, dentro de sus posibilidades, para la
reinvención de estas o la dócil proceso de esto último.

¿Cómo piensan que se pueda cambiar el hecho de que haya


personas mal informadas que fomenten dicha desigualdad
dentro de la comunidad cristiana?

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