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Neuropsicología cognitiva

Video Unidad 1: Introducción a las ciencias cognitivas

Luego del conductismo, la psicología cognitiva apareció reclamando el retorno de la mente


al centro de la psicología. Fodor fue un exponente del cognitivismo de innegable relevancia
y planteó una cuestión fundamental para la psicología: planteó que el ser humano tiene como
característica la tendencia a interpretar a los estados mentales y el comportamiento desde lo
que él llamó una psicología del sentido común que entiende a la mente en términos de
creencias y deseos, y que sirve como una herramienta de predicción en la vida social.

Para llegar a este planteo, Jerry Fodor partió de la postura cartesiana según la cual las
personas actúan según su pensamiento o su conocimiento. Desde esta perspectiva, podría
decirse que las personas actúan según lo que les dictan determinadas representaciones
internas que están organizadas de manera tal que les sirven al sujeto como representación del
mundo. Sucede que para ese entonces, a mediados del siglo pasado, el conductismo planteaba
al estudio del comportamiento en términos de estímulo-respuesta, apartándose del estudio de
la vida mental en sí, por entender que solo podía hacerse a través de la introspección. Para el
conductismo, la mente y la introspección eran factores que alejaban a la psicología del
método de las ciencias objetivas y, por lo tanto, atentaban contra la posibilidad de lograr una
psicología científica.

Sin embargo, estas ideas, bien señaladas por Fodor, acerca de revalorizar las creencias, los
deseos y la intención manifestaron una cierta necesidad de retorno al estudio de la vida
mental. Lo cierto es que para 1956, en una reunión que tuvo lugar en el MIT y a la que
asistieron varios de los iniciadores de las ideas del cognitivismo, se forjó por primera vez el
término de ciencia cognitiva. Pero fue recién en la década de 70 cuando estas ideas
comenzaron a tenerse realmente en cuenta, aunque fueron muy criticadas durante las décadas
de 70 y 80 del siglo pasado.

Como mencionaba, hacia 1950 empezaron a generarse dudas en la comunidad científica


respecto de la medida en que podía explicarse el comportamiento humano en términos de
estímulo-respuesta. Varios investigadores empezaron a sentir la necesidad de estudiar la
psicología y sus procesos desde una perspectiva que no implicara un reduccionismo, que no
dejara de lado los aspectos inmateriales de la vida mental y la intencionalidad de los actos.
Riviere, al describir los orígenes históricos de la psicología cognitiva, afirmó que la
psicología para ese momento recuperó la tradición epistemológica de la psicología natural
del sentido común y de la reflexión filosófica sobre el alma, la mente y la conciencia. Sin
embargo, lo hizo de un modo diferente a otras psicologías.

¿A qué se refiere con esta distinción? Mientras la psicología introspectiva se manejaba con un
vocabulario intencional referido a objetos internos, el conductismo se manejaba con un
vocabulario extensional referido a objetos externos, es decir, mientras la primera trataba
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acerca de pensamientos y deseos en un vocabulario interno propio del sujeto de la


introspección, el conductismo trataba fenómenos físicos observables en un lenguaje teórico.
La psicología cognitiva, aunque volvió a poner a la mente en el centro de la psicología, dudó
de los métodos de la introspección con la misma fuerza con la que lo hizo el conductismo.
Así, va a usar un lenguaje intencional para describir la vida mental, pero lo va a hacer en
términos extensionales. La psicología cognitiva intentó compatibilizar la mente y la
objetividad, algo que fue imposible tanto para la psicología introspectiva como para la visión
conductista del comportamiento.

La necesidad de devolverle a la psicología el estudio de la mente como objeto no fue el único


aspecto que influyó en el desarrollo de la psicología cognitiva. Otra influencia muy relevante
fue el crecimiento de la tecnología, que le sirvió de apoyo al cognitivismo y como fuente de
objetividad para la generación de teorías psicológicas que fueran científicamente válidas.
Para ese entonces, John Von Newman, que era matemático, crea el primer computador
digital que almacenaba sus propios programas; y para la misma época, Alan Turing, otro
matemático, crea la “máquina de Turing” y conjeturó que los procesos mentales podrían ser
algorítmicos. Así, motivaron a muchos investigadores a construir modelos computacionales
que dieran cuenta de los algoritmos que subyacen a los procesos cognitivos humanos. Esto
dio origen al paradigma del procesamiento de la información en psicología.

La gran novedad de la psicología cognitiva es que consideró a la mente como un sistema de


cómputo, entendiendo por cómputo la transformación de representaciones. El desarrollo de
la tecnología y la llegada de las computadoras permitieron reconocer que los programas
corren mediante instrucciones o algoritmos que son simbólicos, y lo hacen sobre un soporte
material, que es el disco duro. La ciencia cognitiva estableció una analogía entre la relación
entre la mente y el cerebro y la relación entre los programas de una computadora y el
disco duro. Esta analogía sentó las bases para una verdadera ciencia cognitiva que, en
definitiva, la ciencia cognitiva aspiraba a lo mismo que los conductistas, pero esta vez sin
caer en el reduccionismo de estos últimos, cuyo método impedía estudiar la mente en sí
misma debido a la cantidad de propiedades y materiales que supone. Los cognitivistas no
renunciaron a la objetividad científica, pero la buscaron de otro modo. Se apoyaron en que la
aparición de las computadoras permitió tratar un nuevo nivel de análisis en el que se podía
hablar de lo funcional y de su estructura, disociándolos de su sustrato material. En el lenguaje
de la informática, la psicología encontró la posibilidad de lo mental, disociándolo de lo
material, es decir, del cuerpo o del cerebro. Así, la actividad mental pasó a considerarse como
el producto de algoritmos de cómputos.

Mc Culloch y Pitts plantearon dos caminos posibles para el nuevo enfoque de lo mental: uno
que entendía la mente funcionalmente separada de su sustrato material y la estudiaba
mediante proposiciones, y otro camino que interpretaba al sistema nervioso en sí mismo
como un sistema de cómputo. De estos caminos, prevaleció el primero de ellos, que se
identificaba con el paradigma de cómputos sobre representaciones. El segundo,
identificado con el conexionismo, se hizo cargo de esta segunda opción procurando explicar
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los sucesos de la mente mediante la emulación de redes neuronales y del funcionamiento del
sistema nervioso.

Riviere estableció una continuidad interesante entre el conductismo y el cognitivismo, dando


cuenta de que no se trató de una reacción por oposición, sino de una evolución de la
psicología en sí. Implicó ciertas similitudes entre ambas orientaciones. En primer lugar,
señaló que para ambas, los enunciados observacionales de la psicología como ciencia deben
ser extensionales y formulados en tercera persona del singular. Tanto conductistas como
psicólogos cognitivos van a requerir de un método objetivo. Además, ambas tradiciones
psicológicas tienen un tinte mecanicista, siendo el mecanicismo conductista de tipo fisicista y
el del cognitivismo de tipo simbólico y abstracto.

Así, se plantearon dos criterios de justificación para el enfoque cognitivo: el criterio de


extensionalidad de la base empírica, más afín a la versión débil de la analogía computacional
(el enfoque del procesamiento de la información), y el criterio de justificación algorítmica de
los conceptos teóricos, propio de la versión fuerte de la analogía (el paradigma computacional
representacional).

En definitiva, convivieron en la psicología cognitiva dos paradigmas diferentes que no


siempre coexistieron en forma armónica. Durante los años 70, la psicología cognitiva
ambicionó definir mecanismo explicativos muy generales de la vida mental, llegando a
pensar que las representaciones y los procesos mentales son isomorfos respecto del sistema
de reglas formales de la lógica y la matemática. Así, lo mental comenzó a traducirse en
términos de sintaxis, reglas y formas, imponiendo una visión del sujeto como esencialmente
racional e independiente de los contenidos por él procesados, que fue caracterizado por
Riviere como un “pequeño monstruo racional”. Esto impuso a que la psicología comenzara a
tener en cuenta, además de las formas, los contenidos, significados y a la intencionalidad ya
que se encontró frente a un nuevo reduccionismo.

La evolución de la psicología cognitiva, fue muy vertiginosa en la década del 70 y 80 porque


como desde principio estuvo asociada a la tecnología, el avance de ésta llevó de la mano al
rápido desarrollo de la ciencia cognitiva en general. Otros factores que influenciaron este
enorme desarrollo fueron el hecho de que se acercó más a lo que intuitivamente entendemos
por actividad mental y pareció resolver la antinomia entre mente y objetividad que era un
necesidad de la psicología como ciencia. Desde sus comienzos, la psicología cognitiva se
dedicó a desarrollar modelos de la mente, entendiéndola como un sistema de cómputos de
representaciones simbólicas es decir, que está definido por algoritmos que van a guiar las
transformación en las representaciones. A esto se refiere el modelo de cómputos sobre
representaciones.

Con su evolución, los aspectos semánticos de los contenidos procesados empezaron a cobrar
mayor importancia y este sujeto algorítmico y racional, El pequeño monstruo racional, se
acercó más a un sujeto real que estima las cosas de manera sesgada y que emplea categorías
mal delimitadas y difusas. Se empezó a acercar a un sujeto más real influido por la cultura,
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influenciado por su propia cultura y la construcción de sus propios significados. Un sujeto


portador de una mente que se maneja de manera heurística.

Los modelos generales de cómputo parecieron ser insuficientes para dar cuenta de una mente
flexible, que modifica las estrategias en función de los contenidos que procesa y del contexto
en el que ocurre el procesamiento. Pero aun habiendo evolucionado hacia una versión más
humana del sujeto, el plano de lo mental todo este tiempo se sostuvo en el plano de lo
computacional. Los cognitivistas empezaron a usar el conexionismo como método para
desarrollar modelos funcionales de la arquitectura mental. Aunque referido claramente a la
mente, el conexionismo se basó en propiedades del sistema nervioso. Así, los diagramas
desarrollados en la ciencia cognitiva empezaron a referirse a unidades y subunidades
simbólicas definidas por niveles de activación, patrones de conectividad, fuerza de la
conexión y umbrales de input y output. Estas propiedades definieron a la mente como un
sistema de cómputo encarnado en el sistema nervioso.

El método conexionista resultó un lenguaje extensional para una mente considerada como un
sistema funcional de cómputo en intersección con el sistema nervioso. Estos paradigmas
continuaron en choque durante años, aunque siempre coexistiendo. Sin embargo, hoy puede
decirse que el conexionismo quedó más ligado a investigaciones en Inteligencia Artificial y a
modelos modernos de redes neuronales. Por su parte, el paradigma de cómputo sobre
representaciones continuó su camino en una versión menos literal de la analogía
computacional que en sus inicios.
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Video Unidad 2: la modularidad de la mente

Jerry Fodor, exponente de la psicología cognitiva, participó en un momento histórico de


enorme relevancia para la evolución de la psicología. En la dirección que ha tomado en la
actualidad, el cambio de paradigma en el que participa Fodor ya se había iniciado con
Chomsky y alcanzó simultáneamente a la lingüística, la psicología y la filosofía de la mente.
La convergencia de estas ciencias, sumada al desarrollo de la informática y de la
neurociencia, configuró el ambiente propicio para la generación de los postulados de la
psicología cognitiva. En este clima de absoluta innovación, Fodor reflexionó acerca del
significado en relación al pensamiento y el lenguaje. Se planteó cómo era el lenguaje del
pensamiento, que se constituyó en una pieza clave de la teoría representacional
computacional de la mente. Presentó la modularidad de la mente como un ensayo sobre la
psicología de las facultades, un giro respecto de su postura anterior, ya que consideraba
inicialmente a la mente desde un aspecto general y se planteaban cuestiones más vinculadas a
la intencionalidad y a la capacidad computacional de la mente. Entendiendo como cómputo a
la capacidad de la mente para manipular representaciones, en la modularidad de la mente
cambia de perspectiva tratando de establecer los componentes de la estructura mental,
corriéndose de su visión generalista inicial.

Hasta ese momento había predominado en la investigación cognitiva el "New Look", una de
las corrientes psicológicas que, luego de una psicología clásica que entendía el sujeto como
pasivo frente a la percepción, continúa con la idea del sujeto activo capaz de percibir de
acuerdo a su mundo interno o bien de acuerdo al color de su propio cristal. Luego de la
gestalt y el constructivismo, se plantea bajo el liderazgo de Bruner y Postman qué sucede
cuando dos sujetos perciben la misma realidad material en formas diferentes, llegando a ver
en la percepción una forma de acceso a la personalidad y al sujeto como productor de
significado. En algún momento, Fodor se cautiva por esta perspectiva, entendiendo la
percepción como una continuidad con el resto de la actividad cognitiva y a la mente como un
sistema de cómputo de propósito general.

Diez y hasta veinte años después vinieron otros autores, como Marr con la teoría de la
percepción visual y el mismo Fodor con nuevos planteamientos sobre el procesamiento del
lenguaje, que parecían ir en una dirección contraria y lo llevaron a plantear la posibilidad de
una propuesta alternativa consistente en considerar a los componentes de la estructura mental.
Pensemos que para ese momento la neuropsicología había empezado a considerar la mente en
términos de sus propios componentes. Así que planteó que la arquitectura mental está
formada por dos componentes fundamentales: los sistemas modulares y los no modulares,
también llamados sistemas centrales, avanzando un paso más respecto de sus investigaciones
anteriores y proponiendo un modelo alternativo al del "New Look", ya que va a separar a los
procesos perceptivos de la cognición en sí. Esto no es un paso trivial: separó la expectativa
del sujeto y sus creencias de la percepción en sí misma, garantizando la percepción cabal del
mundo exterior y evitando la visión subjetivista exagerada. Va a ser principalmente dos cosas
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distintas: por un lado, va a ser un planteo empírico relativo a los contenidos de su teoría
modular con sus implicaciones teóricas y metodológicas; por otro lado, va a tratar el tema de
la intencionalidad de lo mental, tema presente desde el inicio en sus trabajos y que va a tener
una orientación más de tipo filosófico. Pero se va a ocupar una y otra vez de establecer
conexiones entre ambas cosas, dando cuenta de una teoría integrada de la mente cognitiva.

Va a decir que la arquitectura mental está compuesta por tres componentes: los
transductores, los sistemas modulares y los sistemas centrales. Los primeros pueden ser
sensoriales o motores, constituyen una interfaz de la mente con el mundo exterior y tienen
una interacción con el medio ambiente que es puramente física. Es decir, no es
computacional. Los sistemas modulares ya son sistemas de cómputo, procesan información
según un algoritmo, pero van a ser inferencias en un ámbito que está restringido a un
determinado dominio. Van a manejar un solo tipo de información según un lenguaje o
algoritmo que les es propio a cada módulo, y debido a esto, van a tener algunas características
tales como la obligatoriedad, la rapidez y el encapsulamiento de la información.

Va a plantear que los sistemas modulares son los sistemas de entrada al sistema cognitivo, son
los primeros en establecer cómputos. Por otra parte, van a estar los sistemas centrales que,
por cierto, no son modulares y son sistemas de cómputo de propósito general. Van a ser
sensibles a toda la información disponible y van a propiciar la interacción de la información,
siendo entonces más lentos que los módulos pero capaces de establecer cómputos de otro
nivel de complejidad.

Fodor va a insistir una y otra vez en que los módulos van a ser operaciones inferenciales
sobre dominios particulares para estar especializados y de hecho van a estar muy
especializados y van a trabajar de forma independiente uno de otro, formando una estructura
de múltiples facultades verticales que trabajan independientemente y luego informan su
salida a los sistemas centrales que van a ser los encargados del procesamiento superior de la
información y de la integración de la salida de todos los módulos.

Esta teoría tuvo una implicación importantísima en el método experimental de la


neuropsicología cognitiva, ya que va a empezar a buscar la independencia de funciones
mediante la disociación y la doble disociación. Resultó muy esclarecedora. Por otra parte,
para el estudio de los sistemas modulares, pero no así para el de los sistemas centrales, que al
ser tan amplios y globales son menos comprensibles. De hecho, no hay una filosofía de los
procesos cognitivos centrales digna de confianza, por el mismo motivo por el cual no hay una
filosofía válida de la confirmación científica. Y aquí nos encontramos con un paralelismo
muy importante que establece entre la relación entre lo modular y lo no modular de la
arquitectura cognitiva y la relación entre la observación y la teoría del conocimiento
científico en general.

Entiende que los sistemas de entrada, los módulos, se basan en un componente observacional
a través del cual se van a contrastar las teorías científicas, igual que hablamos del
encapsulamiento informativo de la percepción en los sistemas de entrada, podemos hablar del
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carácter neutral respecto de la teoría de los procesos y los resultados de la observación


empírica. Pero aunque la estructura de los sistemas centrales es más difícil de especificar,
Fodor de todos modos va a plantear ciertas características de los sistemas centrales.

Va a decir que los sistemas centrales son isotrópicos y quinianos. La isotropía refiere a la
posibilidad de recurrir a cualquier ámbito del universo de verdades científicas para confirmar
una hipótesis y el quinianismo refiere a que el grado de confirmación atribuido a una
hipótesis es sensible a las propiedades del sistema de creencias en su totalidad. Pero bien, lo
cierto es que la función de los sistemas centrales va a ser examinar en simultáneo las
representaciones que provienen de los diferentes módulos y la información que proviene de la
memoria para elaborar hipótesis respecto de la realidad.

Espero con esto haber esclarecido de algún modo esta teoría de tanta relevancia para la
neuropsicología cognitiva.

Teoría Redescripción representacional


Karmiloff-Smith
https://psicologiaymente.com/psicologia/modelo-redescripcion-representacional
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Video Unidad 3: Métodos y Supuestos de la Neuropsicología Cognitiva

Como ya sabemos, la neuropsicología clásica se dedicó a pesquisar los síntomas de


pacientes con lesión cerebral con el fin de clasificarlos en determinados síndromes para con
esto deducir la localización de la lesión. El advenimiento de las neuroimágenes dejó sin
efecto a todas las baterías neuropsicológicas diseñadas con este fin. Y por eso, entre otras
cosas, el objetivo de la neuropsicología comenzó a modificarse.

¿Cuáles son estas otras cosas por las cuales la neuropsicología empezó a modificar su
objetivo? Podemos incluir aquí que los síndromes establecidos por los neuropsicólogos
clásicos no daban cuenta del comportamiento de todos los pacientes neuropsicológicos
ya que las lesiones no son exactamente iguales en distintos pacientes y aspectos tales
como la personalidad hacen que la repercusión funcional de una misma lesión sea diferente
de un paciente a otro. La clasificación en síndromes terminó por definir a estos síndromes de
manera lo suficientemente vaga como para agrupar a pacientes con trastornos cognitivos
diferentes. Y con esto, sin duda, contribuyó a la necesidad de cambiar el foco en la
neuropsicología.

Actualmente, la neuropsicología se basa en modelos de procesamiento provenientes


de la psicología cognitiva, que le va a servir de marco teórico para interpretar a los
diferentes trastornos como consecuencia de la alteración en uno o más componentes del
sistema cognitivo. Ya no se trata de clasificar a los pacientes en síndromes, sino de explicar
su comportamiento a partir de estos modelos.

Sintetizando, podemos decir que la neuropsicología cognitiva se va a encargar de


tratar de explicar los trastornos conductuales que presentan los pacientes con lesión cerebral y
de ofrecerles el tratamiento adecuado para su recuperación, su mejoría o para paliar el
sufrimiento que generan sus síntomas. Para esto, se va a basar en los modelos desarrollados
por la psicología cognitiva para sujetos normales y va a explicar la conducta de estos
pacientes en base a los componentes y los mecanismos descritos en estos modelos.

La neuropsicología cognitiva va a suponer que los pacientes lesionados van a utilizar


los mismos mecanismos de procesamiento cognitivo que los sujetos sanos, menos alguno o
algunos de estos mecanismos que se encuentran dañados. Entonces, lo que va a intentar es
discriminar cuáles son los componentes o los mecanismos de procesamiento que no
funcionan correctamente para discernir cómo recuperarlos o bien mejorarlos.

Otra cosa que va a tener en cuenta la neuropsicología cognitiva es que los pacientes
aportan información novedosa sobre los modelos de funcionamiento cognitivo y por eso
sirven para poner a prueba estos modelos. Lo que la neuropsicología va a decir es que el
funcionamiento de un sistema se puede entender en base a lo que ocurre cuando este
sistema falla. Para testear a los componentes de este sistema y su organización, registrando y
analizando los distintos errores que pueden producirse en el sistema y que se observan en los
pacientes con lesión cerebral.
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Para que esta actividad de la neuropsicología cognitiva tenga rigor científico, es


necesario que quienes trabajen en este área compartan determinados principios y supuestos.
El supuesto central de la neuropsicología va a ser el de modularidad. Según esta teoría, el
sistema cognitivo está formado por un conjunto de procesos que operan en forma modular, es
decir, cada uno se va a ocupar de una tarea en particular y por eso lo va a hacer con rapidez.
¿Por qué esta teoría, que generó mucha controversia, es tomada como un supuesto central de
la neuropsicología? Es simple, más allá del desacuerdo que ha generado en la comunidad
científica, cuenta con evidencia empírica, sobre todo en estudios realizados con pacientes
afásicos que fallan en determinadas actividades lingüísticas manteniendo preservadas todas
las demás. Evolutivamente, también es plausible la estructura modular de la mente, ya que así
se explica de manera muy coherente la progresiva adquisición de habilidades cognitivas en el
género humano sin que su sistema cognitivo deba reorganizarse de manera integral.

Lo cierto es que la teoría modular de Fodor ha recibido muchas críticas, y la


neuropsicología adhiere seguro al hecho de entender que el sistema cognitivo posee
componentes que son independientes y que están encargados de funciones específicas. Y si el
sistema cognitivo está formado por módulos, entonces bien puede destruirse ante una lesión
un módulo, quedando intactos los demás.

Así, el segundo supuesto en el que se va a basar la neuropsicología es el supuesto de


isomorfismo, que hace referencia a la base biológica de los módulos. La actividad cognitiva
de cada módulo emerge de la actividad biológica en determinada o determinadas regiones
cerebrales. Los módulos cognitivos se corresponden con grupos de neuronas y con
determinados circuitos neuronales ubicados en determinada región cerebral.

A este supuesto se lo conoce también como especificidad neurológica. Las lesiones


cerebrales no van a afectar a todo el cerebro, sino que van a alcanzar solamente a
determinados grupos de neuronas. Por lo tanto, van a afectar únicamente algunos módulos.

Y con esto llegamos al tercer supuesto de la neuropsicología, que es el de fracción


habilidad. Y todavía hay un cuarto principio en el que se apoya el cuerpo teórico de la
neuropsicología, que es el supuesto de sustractividad que sostiene que la conducta del
paciente es la que deviene del sistema cognitivo sano menos los módulos lesionados.

Este supuesto es criticable desde el punto de vista de que el comportamiento del


paciente incluye seguro, además, una serie de estrategias compensatorias que no estarían
contempladas en este supuesto. Este enfoque de la neuropsicología hace un aporte que es
muy relevante y que permite, a diferencia de la neuropsicología clásica, pesquisar las causas
de los síntomas que presenta el paciente, y no en términos de localización de la lesión que es
de poca utilidad para su posible tratamiento, sino en términos de componentes lesionados del
sistema cognitivo. Esto facilita que el neuropsicólogo diseñe un programa de intervención y
que lo haga en base a modelos de procesamiento previamente validados que permiten incluso
prever el resultado de las intervenciones planificadas.
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Ya sabemos en qué principios se basa la neuropsicología para ejecutar su tarea, pero


¿cuál es su método? Si lo que el neuropsicólogo intenta hacer es determinar la existencia
independiente de módulos cognitivos, es necesario determinar que un módulo puede
funcionar en ausencia de los otros, es decir, que el módulo A puede actuar en ausencia del
módulo B y viceversa. Esto es precisamente lo que se conoce como doble disociación
clásica.

La neuropsicología cognitiva va a valerse de la doble disociación, pero respecto de un


deterioro relativo de las funciones cognitivas. Así, un paciente tiene peor desempeño en la
tarea A y mejor en la tarea B, mientras que otro tiene mejor desempeño en la tarea A y peor
en la tarea B. Pero ninguno de los dos tiene desempeño normal en ninguna de las dos tareas.
Y esto es así porque lo cierto es que es muy difícil encontrar pacientes que cumplan con la
doble disociación clásica.

Todavía cabe hacernos otra pregunta, por cierto, muy relevante. ¿Podemos decir que
los procesos cognitivos se dan de igual manera en todos los sujetos y podemos decir que
derivan de constelaciones neuronales iguales y de idéntica ubicación? Y todavía, ¿qué
utilidad tienen los estudios de grupo para la neuropsicología cognitiva?Si suponemos que los
procesos cognitivos son iguales o semejantes de un sujeto a otro, podemos hacer el mismo
experimento con varios sujetos y analizar los resultados controlando la variabilidad entre
sujetos. Pero, ¿qué podemos asumir del desempeño de los pacientes con lesión cerebral?
¿Podemos someterlos al mismo experimento? ¿Cómo controlaríamos la variabilidad?
Sabemos que la misma lesión afecta de forma diferente a distintos sujetos y que
finalmente, las lesiones nunca son idénticas, imposibilitando asegurar que dos pacientes
tengan exactamente el mismo déficit cognitivo.

Parece ser que la definición de grupos no es sencilla cuando se trata de pacientes. Lo


cierto es que los defensores de los estudios de grupo en pacientes lesionados proponen el
regreso a la clasificación en síndromes. Las diferencias individuales de los pacientes e incluso
la dificultad para aseverar que la especificidad neurológica es idéntica en todos los
sujetos llevó a la idea de que la investigación en neuropsicología debía basarse en el estudio
de casos únicos. Esto salva el problema de las diferencias entre sujetos, pero abre el problema
de la generalización de los resultados.

Ambas posturas, aunque contradictorias e insuficientes de algún modo, subsisten en la


neuropsicología cognitiva. Cabe destacar que, aunque la neuropsicología actual da por
sentado que el sujeto lesionado tenía previo a la lesión un funcionamiento cognitivo basado
en los mismos procesos que en cualquier sujeto sano, es una realidad que podría haber tenido
un funcionamiento premórbido atípico, ya que no podemos asegurar que todos los procesos
cognitivos se den de idéntico modo en todos los sujetos.

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