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Pedro y la máquina del tiempo

Lic. Tatiana Godoy.

“El analista – poeta es más bien quien puede dar lugar a la demostración de que el síntoma, en
su imbrincación de goce con su envoltura formal, da acceso a efectos de creación” 1. (Laurent, 2001
[Laurent, 2011]).

De la experiencia al caso:

El presente escrito se pretende como un intento de formalización de la experiencia atravesada


con Pedro, niño de 4 años atendido desde hace 4 meses, a los fines de elaborarlo como un caso clínico.

¿Qué se entiende por “caso clínico”? Laurent (2001 [Laurent, 2011]) sostiene que, en
psicoanálisis de orientación lacaniana, “(…) un caso es tal cuando testimonia a la vez de la incidencia
lógica de un decir en el dispositivo de la cura y de su orientación hacia el tratamiento (…) de un
problema de goce” 2, por lo que que no se trataría de la realización de un relato biográfico sino de cernir
el modo en que el sujeto está allí implicado. En este sentido, “(…) la solución lacaniana es la
consistencia formal: el acercamiento hacia lo real en una enunciación particular” 3 (Laurent, 2001
[Laurent, 2011]). A los fines de tal transmisión, serán tomadas, por punto de partida, las referencias
freudianas de considerar como pivotes del análisis la transferencia y la interpretación, e interrogarse
cómo el analista, en tanto a, se ubica completando el síntoma de aquel que nos habla, posibilitándose
el hacer oír la singularidad de cada cual.

Desde esta perspectiva, me interesa compartir los movimientos de constitución subjetiva que
se produjeron en Pedro a partir del encuentro con un analista.

Una cuestión preliminar:

La novedad producida a partir del encuentro con el trabajo analítico con niños me suscita una

1
Laurent, E. (2001). La poética del caso lacaniano. Pp. 45 En: Laurent, E. (2011) El sentimiento delirante de la vida. Buenos
Aires: Colección Diva.
2
Laurent, E. (2001). La poética del caso lacaniano. Pp. 34 En: Laurent, E. (2011) El sentimiento delirante de la vida. Buenos
Aires: Colección Diva.
3
Laurent, E. (2001). La poética del caso lacaniano. Pp. 42 En: Laurent, E. (2011) El sentimiento delirante de la vida. Buenos
Aires: Colección Diva.
serie de interrogantes que, al modo de una cuestión preliminar, llaman a una pausa para ser pensados.
¿Qué es un niño para el psicoanálisis?, ¿qué es un niño en el fantasma del analista?, ¿por qué admitir a
un niño en análisis?, ¿por qué admitir a este niño en análisis?

De cuna freudiana, nos encontramos ante cierta ambivalencia frente a la pertinencia de la


clínica psicoanalítica con niños. Por un lado, el desaliento y una serie de rigurosas restricciones para su
realización, reservándole, a través de su hija, una orientación que poco tiene que ver con el análisis: el
tratamiento vía la educación con miras a su adecuada constitución. Por otro lado, en cambio, la lectura
realizada del análisis de Juanito así como su desconfianza a la educación como vía de domeñamiento
pulsional, habilitan la producción de otra orientación, dejando leer entre líneas que “(…) la cronología
del desarrollo evolutivo poco tiene que ver con la temporalidad del sujeto del inconciente regida por la
función de la prisa (…)” 4 (Najles, 2008 [2012]).

Esta nueva apertura, permite afirmar que el psicoanálisis no se dirige al niño sino que, en tanto
éste es concebido como “(…) la significación otorgada al viviente por otro ser humano que lo precede y
engendra” 5 (Flesler, 2011), se apunta a “(…) otorgar un intervalo al niño para favorecer la respuesta del
sujeto” 6 (Flesler, 2011). De esta manera, en tanto analistas de la orientación lacaniana, nos separamos
de la noción de niño para introducirnos en la de sujeto, perspectiva que introduce a precisar dos ejes: la
singularidad y la responsabilidad que de ésta se desprende. Se trata, ahora, de “(…) ese sujeto
taponado, suturado, obturado en tanto singularidad por el discurso de la ciencia, del derecho y la
pedagogía, sujeto al que Jaques Lacan adjudicó un matema: el del sujeto tachado” 7 (Najles, 2008
[2012]); sujeto que apareciendo como victima del goce del Otro advendrá responsable de su goce en el
trayecto de su análisis, para lo cual se esperará que “(…) responda desde lo real, vale decir, como
síntoma” 8 (Najles, 2008 [2012]).

Esto implica la introducción a una temporalidad otra: tiempos de lo real, de lo simbólico y lo


imaginario en los cuales el sujeto puede recrearse “(…) si la función del objeto a mantiene su
alternancia en el mundo, recreando la falta original, condición de la Incompletud del Otro” 9 (Flesler,
2011) o bien producirse en una fijeza que detenga el juego simbólico.

Serán estos puntos de detención la brújula que orientará la intervención del analista, de modo

4
Najles, A.R. (2008 [2012]). ¿De qué hablamos? Pp. 15. En: Najles, A.R. (2008 [2012]).Problemas de aprendizaje y psicoanálisis.
Buenos Aires: Grama Ediciones.
5
Flesler, A. (2011). Cap. 2: Las intervenciones del analista en la dirección de la cura. Pp. 51. En: Flesler, A. (2011).
El niño en análisis y las intervenciones del analista. Buenos Aires: Paidós.
6
Flesler, A. (2011). Cap. 2: Las intervenciones del analista en la dirección de la cura. Pp. 64. En: Flesler, A. (2011).
El niño en análisis y las intervenciones del analista. Buenos Aires: Paidós
7
Najles, A.R. (2008 [2012]). ¿De qué hablamos? Pp. 17. En: Najles, A.R. (2008 [2012]).Problemas de aprendizaje y psicoanálisis.
Buenos Aires: Grama Ediciones.
8
Najles, A.R. (2008 [2012]). ¿De qué hablamos? Pp. 20. En: Najles, A.R. (2008 [2012]).Problemas de aprendizaje y psicoanálisis.
Buenos Aires: Grama Ediciones.
9
Flesler, A. (2011). Cap. 1: Las intervenciones del analista. Pp. 36. En: Flesler, A. (2011). El niño en análisis y las
intervenciones del analista. Buenos Aires: Paidós
que “el lugar del analista, aun en la clínica con niños, es el de la renuncia a los medios de persuasión, al
de querer moldear al sujeto conforme a un ideal, por elevado que éste sea; por esta razón, no es un
guía educativo” 10 (Ramírez Ortiz, 2012).

La apuesta de partida:

Pedro llega a la primera consulta pegado a la pierna de su padre, abrazándola en un


movimiento que le permite evitar todo encuentro posible con una exterioridad. La utiliza para ocultar
su rostro, sustrayéndose de la mirada del Otro. Pareciera fundirse en ella siendo Uno, sin establecerse
un límite preciso entre ambos cuerpos. Tieso ante los juegos de plaza, no atina hacer movimientos que
le permitan ubicarse en los mismos. Evita la mirada. No responde al llamado. Aquí, “el cuerpo del sujeto
está con él en una relación de pegamiento incesante, tentativa de situarse en relación a él” (Laurent,
2011), en tanto no se ubica como quien tiene un cuerpo, en el sentido de disponer del mismo, sino
como un puro organismo.

¿Cómo haría para producir una grieta en esa fusión que diera lugar a un trabajo posible? Si no
mira, no habla, no responde… si, al decir de Lacan 11 (1975), está inmerso en lo real… ¿cómo seria
posible crear un esbozo de comunicación desde el cual acceder a Pedro? La vía encontrada: sostener
esa fusión como punto de partida del trabajo y, simultáneamente, ofrecer un espacio sólo para Pedro
como intento de operar una modalidad de separación; rodeo que fue imprescindible recorrer ya que
este “pegamiento” al cuerpo del Otro no era sino una manifestación de que “(…) el niño no puede
separarse del Otro porque el Otro no es un objeto compensador de su falta, sino una parte de su libido.
Si acaso se separara, su cuerpo caería, inerte” 12. (Soler, 1983).

Así, en los encuentros iniciales si bien su padre estaba presente, los dichos y actos de la analista
estaban dirigidos a Pedro, lo cual posibilitó que, lentamente, se separe temporalmente del cuerpo de
aquél. De este modo, la presencia del padre fue sustrayéndose de la escena analítica, habilitándose la
producción de un lazo otro: con la analista, apostando a producir una “(…) desestabilización del estado
homeostático en el cual él es caparazón autista (…)” 13 (Laurent, 2011) que posibilite el desplazamiento
de su borde y la constitución de un nuevo espacio en el cual sostener los encuentros.

10
Ramírez Ortiz, M. E. (2012) ¿Psicoanálisis del niño o del sujeto? Pp. 24. En: Ramírez Ortiz, M.E. (2012). Psicoanálisis con
niños y dificultades del aprendizaje. Buenos Aires: Grama Ediciones.
11
Lacan, J. (1975). Conferencia en Ginebra sobre el síntoma. Pp. 134. En: Lacan, J. (1975 [2010]). Intervenciones y Textos 2.
Buenos Aires: Manantial.
12
Soler, C. (1983 [1997]). Autismo y paranoia. Pp. 47. En: Margen Analítico N° 1: Autismo y psicosis infantil. (2000) Buenos
Aires: Letra viva.
13
Laurent, E. (2007).Autismo y Psicosis. Continuación de un dialogo con Robert Y Rosine Lefort. Pp. 200. En: Laurent, E. (2011)
El sentimiento delirante de la vida. Buenos Aires: Colección Diva.
De un vacío al Otro:

Luego de varios encuentros, Pedro comienza a entrar al consultorio; hasta entonces, las
sesiones se desarrollaban en la Placita y pasillos de la institución.

Lo primero que llama su atención son los muebles y cajas cerrados. Mediante gestos, pide que
sean abiertos; luego los vacía arrojando jubilosamente todo su contenido. La repetición siempre igual
de esta actividad en varias sesiones y el júbilo que la acompañaba, me llevaron a preguntarme acerca
de la función de este qué-hacer en su constitución subjetiva. Laurent (2011) sostiene que “(…) hay que
extraer algo del cuerpo para que después algo diferente pueda entrar en la lengua, en el diccionario
personal del sujeto. No es una extracción de cierta cantidad de objeto a (…) sino que se busca algo que
permita desplazar este limite del borde, una extracción del objeto a” 14. ¿Puede pensarse, entonces, que
de este modo logra extraer de si un exceso del cual hasta entonces se defendía con un caparazón que lo
aislaba del Otro?

A su actividad de arrojar, la analista la acompañaba nombrando cada uno de los objetos, en


tanto “(…) los nombres agujerean un sentido a un tiempo que lo enganchan. Enganchan la materialidad
de la lengua al sentido, lo que permite hacer lazo” 15 (Stiglitz, 2012 [Tendlarz, 2012]). De este modo,
dejó de tratarse de un conjunto homogéneo a ser arrojado para pasar a constituirse en su
heterogeneidad, diferenciándose un objeto de otro, posibilitándose así que Pedro comenzara a
articular el arrojar al nombrar: partiendo de un decir ecolálico, empezó a nominar el objeto que sería
arrojado. Luego, tras arrojar los objetos, estos serían guardados por él, acompañando la acción con la
palabra “Guardar”.

Un día, marca un cambio de actividad: toma sólo algunos de los objetos que se encontraban en
el interior de la caja (las “plasticolas de color”) y los ordena; luego, dirige su mirada hacia donde la
analista se encontraba, ésta le devuelve una sonrisa, y él aplaude y sonríe. Búsqueda de
reconocimiento, ¿armado de un Otro? que no puede menos que sorprenderme. Con un objeto-fuera-
del-cuerpo, algo comenzaba a ordenarse.

Un Otro al juego:

Pedro llega a sesión con un elefante de peluche con el cual, según dichos de su madre, “está
todo el día”. Éste se incorpora al espacio analítico: ¿como su partenaire?, ¿cómo una parte de su propio
cuerpo?

La primera vez que lo trae, lo muestra a la analista diciendo “Efate” y se lo entrega; ésta lo toma
y le habla a Pedro a través del mismo. Luego, lo lleva a la Placita, en donde lo ubica junto a él en todos
los juegos: en la hamaca lo sienta a su lado, en el tobogán delante suyo, al desplazarse de un juego al

14
Laurent, E. (2007).Los espectros del autismo. Pp. 237. En: Laurent, E. (2011) El sentimiento delirante de la vida. Buenos
Aires: Colección Diva.
15
Stiglitz, G. (2012). Ampliacion del campo de batalla: el autismo. Pp. 126. En: Tendlarz, E.B. Una clínica posible
del autismo infantil. Buenos Aires: Grama Ediciones.
otro, lo hace tomándolo del brazo. Principios de producción de un objeto privilegiado a través del cual
comienza a realizar un tratamiento de su propio cuerpo, lo cual toma forma al armar una escena en la
que reproducía una situación por él vivida unos meses antes: toma al elefante, lo recuesta en una
camilla y dice: “turno”, “guaguau mordió”, “doctor, turno”, “pechito”, palabras que pronunciaba
mientras manipulaba su cuerpo como si lo curara. Del armado de esta escena, se puede leer que el
elefante operó al modo de “(…) una suplencia que le permite ordenar su cuerpo (…)” 16 (Cazenave, 2012
[Tendlarz, 2012]), en tanto “permite una cierta localización de goce” 17 (Cazenave, 2012 [Tendlarz,
2012]). A través del tratamiento sobre este objeto se produjeron “(…) efectos de corporización donde el
analista incide en la negativización de un cuerpo para provocar cierta extracción del objeto (…)” 18
(Daumas, 2012 [Tendlarz, 2012]).

¿De qué manera se constituyó este objeto para cumplir tal función? Apareciendo, primero,
como un objeto-fuera-del-cuerpo en tanto la analista lo ubica en una exterioridad que le habla a Pedro,
por una maniobra del niño, deviene partenaire real de él. Así, es tomado como una parte de si mismo,
y, al decir de Laurent, (1996 [2011]), estos objetos “siempre son la producción de un montaje del
cuerpo más un objeto fuera-del-cuerpo” 19.

Ahora bien, no obstante esta función apaciguadora, a la semana siguiente, cae su lugar: el
elefante es dejado en una hamaca y Pedro busca niños para jugar; luego, dejará de traerlo. A partir de
ello, se produce una modificación en dos niveles: en el manejo de su cuerpo: anticipa movimientos,
realiza movimientos que le permiten adecuarse a una determinada actividad (por ejemplos, las
flexiones necesarias para trepar a una mesa), localiza márgenes (por ejemplo, los de la hoja al
dibujar)…; en el lazo a la analista: la convoca con su mirada y sus palabras, va a su encuentro al inicio de
la sesión…

Me pregunto la razón de ello, y retomando a Cazenave 20 (2012) al decir que este tipo de
objetos tienen la contracara de ser un obstáculo a la relación con el Otro simbólico y, en consecuencia,
de impedir la simbolización, me surge el interrogante acerca de qué movimientos de ruptura de su
caparazón se estaban produciendo para que elija apostar a producir un lazo posible a un Otro.

16
Casenave, L. (2012). El objeto autista. Pp. 204. En: Tendlarz, E.B. Una clínica posible del autismo infantil. Buenos
Aires: Grama Ediciones.
17
Casenave, L. (2012). El objeto autista. Pp. 204. En: Tendlarz, E.B. Una clínica posible del autismo infantil. Buenos
Aires: Grama Ediciones.
18
Daumas, A. (2012). Lo que enseña el autismo. Pp. 34. En: Tendlarz, E.B. Una clínica posible del autismo infantil.
Buenos Aires: Grama Ediciones.
19
Laurent, E. (2007).Autismo y Psicosis. Continuación de un dialogo con Robert Y Rosine Lefort. Pp. 206. En: Laurent, E. (2011)
El sentimiento delirante de la vida. Buenos Aires: Colección Diva.
20
Casenave, L. (2012). El objeto autista. Pp. 204. En: Tendlarz, E.B. Una clínica posible del autismo infantil. Buenos
Aires: Grama Ediciones.
Mientras… malabares:

Tomando por punto de partida un interrogante formulado líneas arriba: “¿Cómo haría para
producir una grieta en esa fusión que diera lugar a un trabajo posible? Si no mira, no habla, no
responde… si, al decir de Lacan 21 (1975), está inmerso en lo real… ¿cómo seria posible crear un esbozo
de comunicación desde el cual acceder a Pedro?”, intentaré cernir las intervenciones que abrieron a la
posibilidad de recrear el juego, allí donde aparecía la detención del sujeto, “teniendo como horizonte,
que el psicoanálisis de nuestra orientación, considera al sujeto responsable de su posición de no entrar
en el discurso, y por ende, de no ser parasitado por el lenguaje. Premisa lógica sustentada en un juicio,
que funda en un sujeto, el campo de la eticidad” 22 (AA.VV, 2005 [Manzotti, 2005]).

Una primera apertura: durante el transcurso de uno de los encuentros, Pedro estaba arrojando
todos aquellos objetos que estaban a su alcance, entre ellos, unas pelotitas; éstas son tomadas por la
analista, quien empieza a hacer malabares con las mismas, convocando así la atención del niño. En un
momento, una de ellas cae despertando la risa de Pedro; la acción será repetida, produciendo el mismo
efecto. Sorprendida ante lo acontecido al percibir que, por primera vez, se había establecido un punto
de conexión, me preguntaba la razón de ello. ¿Qué diferencia se había inscripto allí respecto a la
sucesión de encuentros tenidos hasta ese entonces?, ¿qué implicaba la caída de ese objeto en el campo
del Otro? Ramírez Ortiz (2012) subraya la importancia de que el analista capture “(…) dónde hay jubilo
para ese sujeto; [en tanto éste] emergerá en el encuentro propio con un objeto a para si, donde hay
una recuperación de goce sacada del Otro que entonces deviene S(A)” 23. ¿Podría concluirse entonces
que la caída del objeto y el júbilo concomitante, produjeron a la analista como un Otro dividido? Los
efectos permitirán orientar una respuesta.

Desde entonces, Pedro, al ver llegar a la analista, va a su encuentro; las sesiones comenzaron a
ser realizadas en el consultorio, generándose un espacio otro al que sus padres no tenían acceso;
comenzaba a resistir la conclusión de los encuentros… Se abre un espacio donde, paulatinamente,
comienzan a producirse esbozos de juegos e intercambios que permitirían hipotetizar el armado de un
partenaire. ¿Qué movimientos lógicos se produjeron para que ello fuera posible?

En un primer tiempo, una decisión y una apuesta de la analista: decir “No” al estado
homeostático, creyendo que allí donde el niño se hacía condensador de goce, era posible el
advenimiento de un sujeto. Así, las entrevistas se interrumpían cada vez que Pedro iba en búsqueda de
su padre por no sostener la separación con el cuerpo de aquel; cuando arrojaba objetos al cuerpo de la
analista; cuando gritaba como respuesta a una demora… A su vez, se apuntó a la introducción de un
intervalo entre sus demandas y la respuesta a las mismas, así como el “No” y la propuesta de otra cosa.

21
Lacan, J. (1975). Conferencia en Ginebra sobre el síntoma. Pp. 134. En: Lacan, J. (1975 [2010]). Intervenciones y Textos 2.
Buenos Aires: Manantial
22
AA.VV. La eficacia de la intervención analítica en el autismo infantil. Pp. 133. En: Manzotti, M. (2005). Clínica del
autismo infantil. El dispositivo soporte. Buenos Aires: Grama Ediciones.
23
Ramírez Ortiz, M.E. El diagnostico diferencial del autismo y sus consecuencias en la posición del analista y en la
dirección de la cura. Pp. 182. En: Ramírez Ortiz, M.E. (2012). Psicoanálisis con niños y dificultades del aprendizaje. Buenos
Aires: Grama Ediciones.
La dirección de esta operatoria consistía en “(…) encontrarse con un signo de su goce” 24 (Najles, 2008
[2012]), modo de restar “(…) algo de ese goce Uno, para hacer cuerpo allí donde el rechazo del trauma
ha dejado un cuerpo por fuera de la determinación de los dichos y más cerca de lo real” 25 (AA.VV, 2005
[Manzotti, 2005]).

“¡Chau!”:

Una última apreciación sobre el caso: ¿en dónde se está actualmente? Un juego marca la
dirección: durante el transcurso de una entrevista, tras guardar todos los objetos que se encontraban
en el consultorio, Pedro se acerca lentamente a la puerta, mirando a la analista mientras lo hacia, hasta
retirarse del mismo; ésta se queda dentro. Luego, regresará y será recibido con las palabras: “Qué
bueno que Pedro se fue y volvió! A mi me gusta mucho jugar con él!”. A partir de aquí, repetirá el irse y
volver del consultorio, diciendo “Chau” cada vez que se retira. En un momento, al abrir la puerta, se
encuentra con su madre y la cierra repentinamente, iniciándose así un segundo tiempo en esta acción:
la analista toma lo acontecido y propone el armado de una escena lúdica desde la cual Pedro irá
nuevamente al encuentro de su madre, hasta que ésta no aparece: “Uy! No está!”. A la semana
siguiente, por primera vez, articulará una frase describiendo una situación: moviendo la cabecera de
una camilla dirá: “Uy! Se mueve todo”. Luego, sus padres lo traerán por fuera de su horario de sesión,
de modo que no será atendido, ante lo cual responderá llorando.

Primeros esbozos de producción del par presencia/ausencia que abren interrogantes, aún sin
respuestas… ¿De qué modo se está constituyendo y articulando lo simbólico en Pedro?, ¿qué este
movimiento se inaugure a partir de poner en juego su propio cuerpo, en el sentido de que es él mismo
quien entra y sale del consultorio, tiene implicancias en su subjetivación?, ¿sería diferente si lo actuase
mediante un objeto, tal como lo realiza el nieto de Freud jugando su fort – da? ¿Qué lugar aquí para ese
otro, representado primero por la analista y luego por la madre, de quien quiere sustraerse?, ¿qué
lugar en la transferencia y qué maniobras posibles allí?

…interrogantes aún sin respuesta que me causan a continuar explorando un territorio hasta
entonces desconocido…

***

Los movimientos de constitución subjetiva de Pedro me convocan a pensar sobre el qué hacer
de un analista. En este caso en particular, puede observarse de un modo radical cómo lo simbólico
comienza a escandir lo real produciéndose así un lugar y un espacio otros “(…) que extraiga al niño de
su indiferencia y su repetición exacta de su relación con el otro, y articular así un espacio de juego

24
Najles, A.R. (2008 [2012]). ¿De qué hablamos? Pp. 22. En: Najles, A.R. (2008 [2012]).Problemas de aprendizaje y
psicoanálisis. Buenos Aires: Grama Ediciones
25
AA.VV. La eficacia de la intervención analítica en el autismo infantil. Pp. 134. En: Manzotti, M. (2005). Clínica del
autismo infantil. El dispositivo soporte. Buenos Aires: Grama Ediciones
(…)” 26 (Tendlarz, 2012 [Tendlarz, 2012]), en perspectiva a llevar el síntoma del sujeto a un lazo posible
con el Otro. Es por esto que, como fuera anticipado, un analista no es un educador ni un operador de
ideales, sino alguien que, ante el “para todos igual” es particularmente sensible a la singularidad.

Bibliografía:

• AA.VV. Autismo y psicosis en la infancia. Condiciones para su tratamiento. Publicación de


Fundación AVENIR. Colección INVENCIONES. Buenos Aires. 2011.
• FLESLER, A. El niño en análisis y el lugar de los padres. Buenos Aires: Paidós. 2007.
• FLESLER, A. El niño en análisis y las intervenciones del analista. Buenos Aires: Paidós. 2011.
• LACAN, J. Intervenciones y Textos 2. Buenos Aires: Manantial. 2012.
• LACAN, J. El Seminario de Jaques Lacan: Libro 4: La relación de objeto [1956 – 1957]. Buenos
Aires: Paidós. 2008.
• LAURENT, E. Hay un fin de análisis para los niños. Buenos Aires: Colección Diva. 2003.
• LAURENT, E. El sentimiento delirante de la vida. Buenos Aires: Colección Diva. 2011.
• MANZOTTI, M. Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte. Buenos Aires: Grama
Ediciones. 2005.
• NAJLES, A.R. Problemas de aprendizaje y psicoanálisis. Buenos Aires: Grama Ediciones. 2008
[2012].
• RAMÍREZ ORTIZ, M.E. Psicoanálisis con niños y dificultades en el aprendizaje. Buenos Aires:
Grama Ediciones. 2012.
• TENDLARZ, E. B. Una clínica posible del autismo infantil. Buenos Aires: Grama Ediciones. 2012.

26
Tendlarz, S: (2012). Caparazón y objeto autista: su tratamiento. Pp. 200. En: Tendlarz, E.B. Una clínica posible
del autismo infantil. Buenos Aires: Grama Ediciones.

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