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El Trabajo con los padres

(en la clínica con niños)

Los analistas que trabajamos con niños tenemos cierta dificultad a la hora de
trabajar con sus padres. Sabemos que es una ardua tarea la del psicoanálisis con niños y
que la clínica en sí misma tiene sus inconvenientes enormes, para ser llevada a cabo en
la concreción de los objetivos de un tratamiento, pero también sabemos que no hay tarea
sin ellos (o sea sin los padres).

Cuando los papás tienen niños que están cursando una psicosis o un autismo, están
comprometidos en la patología que aquel está armando y esto hace que las
intervenciones vayan justo a ese lugar. El analista escucha el goce de los padres sobre
ese niño, y transferencialmente tiene que poner en palabra o en acto una intervención
que oficie allí de separación de ese goce en juego.
De los años de trabajo con niños y con padres, me queda la sensación clínica de que
siempre existe algo del orden de lo imposible; Lacan nos dice que la clínica es un
imposible, y vale el agregado de que el trabajo en la clínica con la psicosis y en niños,
redobla ese imposible, que ciertas veces hace obstáculo que no puede llegar a ser
atravesado. Claro que si nos quedamos sólo con esto, ya no hay más nada para hacer.
Algo es del orden de lo imposible, pero mucho es del orden de lo posible, entonces ahí
hay trabajo clínico para hacer y escucha analítica para ofertar.
Si el niño está inserto en el discurso de sus padres, habrá que evaluar de qué manera
está allí, en calidad de qué? de objeto?, de falo?, de sujeto? de síntoma?, etc. En la
psicosis en construcción en un niño encontramos que hay un lugar de objeto para él en
el discurso de esos padres. Se desprende de sus dichos, de sus actos, y de sus posiciones
subjetivas. Ciertas veces el goce sobre ese objeto-niño hace de condensador de colador
para su subjetividad en juego. Donde esa subjetividad es el residuo, el mosto que se deja
caer de ese colador.
La alienación de los dichos de los padres respecto de su objeto, es algo a separar
con las intervenciones analíticas, se trabaje en el uno a uno del consultorio, o en
dispositivos del psicoanálisis aplicado (tal como en el “entre varios” ú otras
modalidades clínicas). Si hay una indicación fundamental es, separar a ese niño de su
lugar de objeto para Otro; separarlo de su condición de goce que lo aliena, disputar ese
lugar que lo psicotiza.
La tarea no es ponerse en contra de los padres, no es luchar con ellos por ese objeto,
como tampoco lo es el sofocar sus significantes alienados, y menos alimentarlos; todo
esto es del orden de lo imaginario y no llegaría a buen puerto esta lectura y ese trabajo.
Para ello los analistas tenemos nuestros espacios de análisis y también de supervisión o
de control. Cuando trabajamos con padres, tenemos que rever el trabajo analítico
propio, el análisis personal con nuestros propios padres. Esto parece obvio, pero no lo
es. Recordemos la indicación freudiana donde, a un punto ciego del analista le
corresponde un punto ciego en el análisis del paciente. Por eso es peligroso que un
psicoanalista de niños no lo atraviese.
En el trabajo con lo simbólico, registro éste que ciertas veces no abunda en el
marco de la psicosis, ocurre que: la palabra justa, en el momento preciso, en el aquí y en
el ahora de la mostración del goce es un modo de intervención. Es una manera de
separar, una forma de cortar, es un palo para la boca de cocodrillo que está a punto de
cerrarse y que se tragará a ese niño. Palabra justa, en el sentido que apunta justo a allí a
ese lugar gozoso.
Fórmulas exactas no hay, es más, nadie las tiene. Ciertas veces ocurre que un
pequeño detalle, entre ellos un cambio de horario en la atención del niño, o una novedad
en el ámbito escolar, así como una indicación analítica determinada; ocasionan una
catástrofe subjetiva para los padres y recae en el tratamiento del niño. Se quejan del
analista anterior a uno, y se quejarán al próximo de nosotros mismos.
Volvemos a que no hay fórmulas precisas, y esto es una realidad. La tarea clínica es
del caso por caso, del uno por uno, con los niños y también con los padres. Pero si hay
algo que es preciso y que hay que escuchar, es el goce en juego que enmarca a ese niño
en ese discurso familiar, la alienación circundante, lo que no permite que construya su
subjetividad; y sí hay que rescatar el compromiso de ese niño en tratamiento para
propiciar su cura.
Eric Laurent nos dice que en atenciones breves o en la urgencia, la interpretación
(aquí podríamos decir intervención) tienen que apuntar a ser del orden de lo inolvidable.
Y lo dice, creo, en el sentido de que toque al sujeto, que lo rescate; por que eso dentro y
fuera de un tratamiento es algo que no se olvida, dado que modifica las subjetividades
en juego. Es más, algunas veces es la única posibilidad que tiene ese niño de
encontrarse con el sujeto, o con lo que haga las veces de él.
Traigo esto de las terapias en la urgencia o de los tratamientos breves, por que en la
atención con estos nenes, hay que articular la dirección de la cura con lo breve, por que
no sabemos cuanto tiempo vendrá. Pueden ser años o puede ser que cuando ese niño
mejore de su psicosis o de su autismo, el padre decida cortar con el tratamiento que
beneficia a su hijo. Y esto no tiene que ver con la bondad o con la maldad de los
progenitores respecto del niño, sin con lo que ese niño enfermo o sintomático viene a
anudar en o entre ellos. Entonces cada minuto clínico es no sólo único, sino que hay que
tomarlo como si fuera el último. El último cada vez.
Si a algo apostamos los analistas de niños que cursan una psicosis o un autismo, es
a que el paciente nos de su consentimiento. El cual es el punto más álgido de la
dirección de la cura. Si ese niño consiente con un no al goce del Otro, el rescate de la
subjetividad se lo lleva puesto.
Este podríamos decir, es un trabajo que no es sin la palabra sobre el discurso de los
padres y que no es sin poner el cuerpo a la psicosis, y es una tarea en lo real allí.
Sabemos que no todo ese goce podrá limitarse, ni tampoco mantenerse a raya, ni
separarse de ese niño; pero entre lo posible en la clínica con él, (nos contentamos y no
es poca cosa para nosotros), con la apuesta subjetiva que éste se inventa. Esto es parte
del lugar de la función analista en la clínica de la psicosis con niños, dentro del marco
que incluye también a los padres.

Cecilia Collazo

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