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La vista también es puesta en el futuro, y el salmista dice “aunque un ejercito acampe contra ni, no temerá

mi corazón”[PROYECTADO VERSO 3] Si somos guardados en el pasado, nada hace pensar que en el


futuro no seremos cuidados por nuestro Dios.
Cuando Dios es la fuente de nuestra alegría, Dios nos libra de la aflicción más terrible. No
importa como se llame nuestro enemigo, ni donde está ubicado, El Señor de los ejércitos nos librará, nos
libertará. ¿Ya has temido declarar tu fe frente a los demás por temor a la burla y el escarnio?, Dios es tu
libertador. Hermanos, la obra de Dios en nuestra vida nos pone al lado opuesto de los desesperanzados, de
los pesimistas. No caminamos como aquellos que no tienen esperanza, vivimos la vida con esperanza y
alegría porque Dios nos libra de las aflicciones. Pero, para eso Dios debe ser nuestra fuente de alegría,
debemos poder declarar: “Jehová es mi luz y mi salvación ¿de quién temeré?”. Cuanta esperanza hay en
el hijo de Dios.

I. Será mi búsqueda constante (V. 4-6)


Agustín nos alumbra un agran verdad: “Tú nos has creado para ti mismo, y nuestros
corazones están inquietos hasta que no reposan en ti.” [PROYECTADO]
La declaración de fe base para este salmo, como ya dijimos, habla de confianza en Dios,
confianza irrestricta. Esta confianza, no debe ser de un momento solamente, sino que debe ser una
constante búsqueda por la fuente de la felicidad. Si hay algo que nos caracteriza a toda la raza humana, es
que todo ser humano es por naturaleza un buscador. Y es que no somos simplemente robots, no es que
simplemente hacemos las cosas, simplemente por instinto. Comemos no por instinto solamente, también
buscamos algo que nos guste, en las proporciones que queremos, con la decoración que deseamos.
Articulamos nuestros impulsos con nuestra mente y corazón, para en definitiva buscar algo básico:
felicidad. Esa felicidad, siempre ha sido una respuesta, siempre ha sido alguien: Dios. Es la fuente de
verdadera felicidad. Pero ya sabemos, el hombre lejos de Dios trata de buscar esa felicidad en otras cosas,
el consumismo, las amistades, momentos de celebraciones, una carrera universitaria, una carrera
profesional, la adulación, en fin, en el ídolo que sea que intente tomar el lugar que a Dios le corresponde.
Dijimos anteriormente que Dios nos librará de nuestra aflicción, pero hay un gran pero: para eso, Dios
debe ser nuestro y nosotros de Él. ¿Cómo lo comprobamos? Un corazón genuino busca incesantemente a
Dios. Vean lo que dice el verso 4: “ 4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en
la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para
inquirir en su templo.” [PROYECTADO]. Es aquí en donde el salmo me hace aún más sentido,
porque nos está hablando todo el rato de una confianza a ciegas de Dios, aunque un ejercito quiera
atacarnos, nuestro corazón estará quieto. Pero ¿cómo? Si como hemos dicho todo eso

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