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I.

SE CUMPLE EN CRISTO JESÚS


Ninguna promesa tendría valor, si acaso no existiera un respaldo de quién promete. Y la
verdad es que todo lo que hemos hablado no encontraría ningún sentido si acaso Dios no hubiera
sido el artífice de todo y por tanto Cristo no hubiese ido a la cruz del calvario. Ya se encontraban
comiendo y el Señor toma el pan, lo parte y les dice: tomad esto es mi cuerpo, después tomo la
copa y habiendo dado gracias dijo esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es
derramada. Alguien pudiera decir que Jesús fue muy autorreferente en la cena, apuntando todo a
Él y ciertamente es la verdad, porque la verdad a la cual Él se refería solamente cabía su obra en
la cruz.
Sólo en Jesús hay salvación, pues ‘No hay otro nombre bajo los cielos dado a los hombre en
el cual podías ser salvos’. No hay otro, todo se cumple en Él. No hay otro motivo de celebración
más que Él mismo, puesto que el nuevo pacto se cumple en Él y con esto, el cumplimiento del
pacto eterno que hemos venido viendo en esta serie de sermones que se ha ido cumpliendo a lo
largo de toda la historia. Es su sangre y su carne derramada y partida la que da cumplimiento a
todo lo que habían hablado los profetas. ¡Emanuel! Dios con nosotros, la liberación las buenas
nuevas de salvación, todo conjugado en un solo nombre: Cristo Jesús.

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