Está en la página 1de 1

CUANDO SOY SORPRENDIDO POR LA TEMPESTAD

MATEO 8:23-26
INTRODUCCIÓN AL TEMA
¿Quién no ha sido sorprendido alguna vez? Yo creo que todos en alguna oportunidad nos
hemos sorprendido de una u otra forma. Nuestra expresión de asustados cuando somos
sorprendidos por alguien que no vimos venir, delata el susto que nos dio. O nuestra expresión de
alegría cuando recibimos un obsequio que no advertimos que recibiríamos. Un cumpleaños
sorpresa, una visita anhelada pero inesperada que hasta puede sacar lágrimas de alegría. La cosa
aquí es que, en ningún caso controlamos, por lo menos inicialmente, nuestras emociones o
actitudes al ser sorprendidos por algo, pues no tenemos el tiempo suficiente para pensar o
procesar la información y los sentidos y emociones reaccionan más rápido que nuestro propio
razonamiento.
Lo anterior tiene un ribete aún más importante, cuando se trata de malas noticias. Hay
veces que somos sorprendidos por la adversidad, por las noticias que nos espantan. Nuestra boca
tirita, nuestros pies se desvanecen, no somos nosotros, no procesamos lo que estamos viviendo,
cuando ya tenemos encima una tormenta que nos alcanza y envuelve en una circunstancia que
no queremos vivir.
Estas últimas dos semanas, fuimos sorprendidos por la Guerra entre Rusia y Ucrania. Una
tensión que se acarrea desde hace ya bastante tiempo, de pronto, desencadenó en un conflicto
armado que mantiene en alerta a todo el orbe. Pongámonos en los zapatos de aquellos
Ucranianos que, disminuidos en armas y en ejercito, de un momento a otro han visto destruidos
sus sueños, sus hogares, sus trabajos, sus inversiones, por un misil que no vieron venir y
despedazó todo. Pensemos en nuestros hermanos en Ucrania, que de un momento a otro fueron
sorprendidos por la invasión y ya no pudieron congregarse más. El mundo caído hizo presa de la
realidad de nuestros hermanos allí y, ciertamente, están sufriendo los embates de ser
sorprendidos por una tormenta que les ha rodeado amargamente. ¡Cómo reaccionar ahí! Si a
nosotros nos sorprenden, ¿cuánto más a ellos que están en el fragor de la batalla?
¿Y tú? ¿Ya has sido sorprendido por la tempestad? ¿Te has sentido tan golpeado en tu
vida que has reaccionado de una forma que inclusive actualmente te tiene irreconocible? ¡Hay
mucho de eso! Este texto nos exhorta a saber que cuando soy sorprendido por la tormenta,
nuestro Dios no es sorprendido, cuando soy sorprendido por la tormenta él responde nuestro
clamor, cuando soy sorprendido por la tormenta, Él sorprende con su poder.

También podría gustarte