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El valor de las religiones en la actualidad

Eréndira M.

Por años, se ha considerado a las religiones como un pilar para el control de la


sociedad, hay quienes las consideran una fuente de salvación, mientras que hay
quienes las ven como una fuente de poder y de riqueza. Por un lado, tenemos a la
religión como un motivo de guerra, y por otro, como un medio para la trascendencia
y la paz. El propósito de este escrito es hacer una distinción sobre el valor que se le
da a la religión en la actualidad, la parte positiva y la parte negativa, tomando en
cuenta los ámbitos tanto psicológico como social.

En primera instancia, se debe entender a la religión como un sistema creencias que


relacionan a la humanidad y a la espiritualidad. En un inicio su creación se debió a
una necesidad de dar una explicación e interpretación a los eventos que no tenían
sentido para los primeros pobladores de la Tierra. Esto se explica por medio de los
mitos, leyendas e historias que se contaban para dar una razón de por qué llovía o
por qué el mar se agitaba, lo que daba a los pobladores pistas de cómo evitar que
estos eventos les afectarán en su vida diaria, lo que ayudó a que pusieran orden su
entorno, esto ayudaba también a aliviar la incertidumbre y el desasosiego.

De acuerdo a Beth Azar (2010), quien escribió en su artículo llamado A reason to


believe, que “la religión, en efecto, son un producto de la forma en que trabajan
nuestros cerebros, creamos patrones cognitivos para buscar el orden en el caos,
antropomorfizar nuestro ambiente y para creer que el mundo que nos rodea fue
creado para nuestro uso (traducción propia)”, es decir que buscamos alivio a través
de la religión por medio de la invención de dioses con formas humanas, para darle un
sentido a nuestra existencia. Azar (2010) menciona que a la idea de que el mundo fue
creado para ser habitado por humanos se le llama diseño intencional, pues se basa
en la teoría de que estamos en el mundo con un propósito.

Sin embargo, la incomodidad del hombre ante la incertidumbre podría generar la


incógnita de si estamos programados para creer en algo, y la respuesta es sí, seamos
religiosos o no, buscamos respuestas a eventos que suceden en la vida en la tierra,
como a las enfermedades, los fenómenos naturales, a la muerte, y a un sin fin de
cuestionamientos más, lo que significa que hay una predisposición biológica de creer
en Dios, comúnmente quienes no profesan ninguna religión, suelen creer en algo más
allá de su entendimiento. Otros de los beneficios a nivel psicológico que ofrece el
creer en algún dios son: la alegría incluso cuando enfrentan situaciones
desfavorables, una inclinación más marcada a la caridad, un sentimiento de paz y
felicidad, además de la seguridad que confiere la salvación por depositar la confianza
en Dios (Bechout-Puente, 2017, p.16-17), entre muchos otros.

Azar (2010) menciona que una de las razones por las que la religión ha prevalecido
es porque “nos ha ayudado a formar grandes grupos de gente, unidos por sus
creencias religiosas”. Estos grupos, al tener la idea de que su mundo fue creado por
un ser superior, tienden a darle un papel de vigilante debido a sus características de
ser omnipresente y omnisciente, por lo que sienten cierto temor de Él, si es que llegan
a cometer un error, por lo que las religiones suelen dictar el modelo de conducta que
deben seguir para ser aceptados por su dios, y para ser aceptados dentro de su
comunidad. Uno de las grandes necesidades psicológicas del hombre es el de
pertenencia, lo que conlleva a que es más probable que, quien se identifica con una
religión, sea más obediente de las reglas morales dictadas por el grupo religioso al
que quiere pertenecer.

No obstante, esta obediencia se puede tornar peligrosa cuando se convierte en


fanatismo, pues limita la libertad y la vida de quien vive tan apegado a sus creencias,
así como las vidas de quienes lo rodean, por ejemplo, existe lugar en Michoacán
llamado Nueva Jerusalén donde “está prohibido jugar fútbol, leer diarios, ver televisión
o estudiar” de acuerdo a un artículo de Excélsior (2012), en este pueblo dirigido por
un padre llamado Nabor Cárdenas, quien impulsó un código de conducta muy estricto,
en el cual las mujeres debían seguir un código de vestimenta, aún cuando se cambió
al líder de esta comunidad, se amenazó con la expulsión a las familias que pedían
una educación laica para sus hijos.

Así como el ejemplo mencionado, existen otras muchas prácticas cometidas en


nombre de la religión por ser parte de un ritual y que están tan arraigadas a la cultura
de la región que es muy complicado abolir estas prácticas, como lo son las
mutilaciones genitales, sobre todo en las mujeres, las flagelaciones durante las
procesiones, la preferencia hacia los hijos dando lugar a los abortos selectivos y otro
tipo de discriminaciones hacia las mujeres. Otro claro ejemplo de lo que puede
generar el fanatismo religioso son los enfrentamientos, la discriminación y las guerras,
como es el caso del conflicto entre católicos y protestantes durante 30 años en Irlanda
del Norte, otro caso que ha sido olvidado es el de la discriminación y violencia que
sufren las minorías religiosas en Indonesia, según reportó la organización Human
Rights Watch (2013):

El informe de 107 páginas,“In Religion’s Name: Abuses against Religious


Minorities in Indonesia” […] documenta el fracaso del gobierno a la hora de
hacer frente a los grupos militantes cuyas agresiones y hostigamiento contra
centros de culto y miembros de minorías religiosas se han vuelto cada vez más
agresivas. Entre las víctimas de estos abusos se destacan miembros de la
comunidad Ahmadía, cristianos y musulmanes chiítas. Grupos indonesios de
vigilancia han observado un aumento constante en este tipo de ataques; un
grupo registró 264 incidentes violentos en el último año (parr. 2).

Cualquier conflicto de carácter religioso, tiende a complicarse porque se involucran


otros factores como la política y la economía, y viceversa, lo que ocasiona que sea
más complicado resolver la problemática inicial que se difumina entre las
complicaciones que van surgiendo a raíz del detonante que lo ocasionó. Un ejemplo
de esto es la guerra en Siria, que aunque comenzó como un enfrentamiento de índole
política, con la intervención del Estado Islámico, la dimensión de la guerra se hizo aún
mayor causando una guerra dentro de otra guerra.

Por otra parte, continuando con el punto de la agrupación de personas con las mismas
creencias, una ventaja que conllevan estas comunidades se hace evidente en la
psicología de los creyentes religiosos, ya que, de acuerdo a un estudio realizado por
la Universidad de Humboldt en Alemania, la Universidad de Southampton en
Inglaterra y la compañía alemana Affinitas GMBH (Lorenzo, 2012), las personas
religiosas que viven en una región donde se valora la religiosidad demostraron tener
una autoestima más alta, rasgo que no compartían quienes vivían en un ambiente
donde no se valora la religiosidad. Las comunidades religiosas tienen como una
característica que suelen ser más gentiles y empáticos con sus semejantes, siempre
y cuando vayan de acuerdo a sus ideales, ya que si son propensos a discriminar a
quienes no cumplan con su ideología, por ejemplo, muchas religiones están en contra
de la homosexualidad o del aborto, desaprueban las familias que salgan de lo
tradicional, también están en contra de las personas que hacen modificaciones a su
imagen con los tatuajes o las perforaciones, en otras palabras, suelen ser muy
cerrados y juzgan negativamente a quien no entre en sus ideales.

Así mismo, no se puede negar la importancia de las religiones y la formación de estas


agrupaciones, pues son las bases sobre las que se sentaron las primeras
civilizaciones, sin las religiones no se podría entender hoy el origen de su fundación,
y sin la existencia de estos primeros pobladores del mundo tampoco podría existir el
resto de la humanidad, como el caso de Mesopotamia, Egipto, los Aztecas, los Mayas,
los Incas, entre otras, que en su cosmovisión se explica cómo interpretan los sucesos
que acontecían a su alrededor, el valor que le daban tanto a la vida como a la muerte,
la lógica detrás de los fenómenos meteorológicos, las enfermedades, entre otros
eventos que a su entendimiento no tenían otra explicación aparte de la intervención
de seres divinos o de los espíritus de los muertos.

Del mismo modo que se pueden crear grandes civilizaciones a raíz de la religión,
también se pueden crear sectas, en las cuales se realizan rituales que, como se decía
anteriormente, ponen en riesgo la integridad de quienes los practican. A lo largo de
los años se han creado miles de sectas ejemplos de ellas son El Movimiento para la
Restauración de los Diez Mandamientos, que como su nombre lo dice cumplían al pie
de la letra los diez mandamientos por medio de rigurosas reglas como comer una vez
al día, la abstinencia sexual, e incluso por ciertos períodos de tiempo podían dejar de
hablar y dormir, otro caso es La Orden del Templo del Sol, cuyos seguidores
asesinaron a puñaladas a un bebé porque afirmaban que era el anticristo. Hoy en día,
en México una secta que sigue operando es Pare de Sufrir, en la que con la promesa
de que van a arreglar la vida de quien se quiera unir, piden grandes sumas de dinero,
gracias a estos nuevos adeptos los líderes de la secta se han llenado los bolsillos.
Muchas de estas sectas están movidas por el fanatismo, o por las ganas de poder,
puesto que por medio de la religión manipulan a los miembros para hacerse
millonarios, otros han llegado más lejos haciendo uso de la extorsión, de la trata de
blancas, hasta llegar a los suicidios y homicidios para lograr sus objetivos.

Aunque cualquiera pensaría que las religiones están muriendo ante el avance de la
ciencia, que puede dar explicaciones más lógicas y detalladas de los acontecimientos
que nos rodean, mucha gente sigue refugiándose en las religiones pues aún existen
dudas que la ciencia no logra responder, una de las más importante es ¿qué es lo
que pasa después de que morimos? Dado que cada religión tiene sus propias ideas
al respecto, cada una tiene sus rituales de duelo y sus respectivas respuestas a esta
gran incógnita. Sin embargo, las religiones se enfrentan a un serio problema pues les
cuesta actualizar sus creencias al avance de la ciencia y la globalización, es decir,
que los religiosos esperan que su ideología se adapte a la época que vivimos y a
todos los lugares donde se han extendido las religiones más predominantes (Andrade
y Gabriel, 2002, p. 64-66).

Si bien el creer en las religiones puede brindar a los seres humanos calma y alivio,
con la sensación de protección, al mismo tiempo que elimina la incertidumbre de estar
en este mundo sin ninguna razón, también existe el fanatismo, donde es tanta la
devoción, que puede resultar en discursos de odio en contra de quienes no comparten
sus creencias, en miedo de “irse al infierno” si no son o no se comportan como lo dicta
su religión, o simplemente en sentirse superiores y con el poder de hacer lo que
quieran en nombre de su dios y cometer actos atroces en nombre de él. Es aceptable
que cualquier persona siga la religión que más le favorezca si es que así lo desea,
siempre y cuando exista la aceptación y el respeto a todo aquel con creencias
religiosas distintas, incluso si no cree en nada, en este mundo en constante cambio
ya todo es posible.
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