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Eréndira M.
Azar (2010) menciona que una de las razones por las que la religión ha prevalecido
es porque “nos ha ayudado a formar grandes grupos de gente, unidos por sus
creencias religiosas”. Estos grupos, al tener la idea de que su mundo fue creado por
un ser superior, tienden a darle un papel de vigilante debido a sus características de
ser omnipresente y omnisciente, por lo que sienten cierto temor de Él, si es que llegan
a cometer un error, por lo que las religiones suelen dictar el modelo de conducta que
deben seguir para ser aceptados por su dios, y para ser aceptados dentro de su
comunidad. Uno de las grandes necesidades psicológicas del hombre es el de
pertenencia, lo que conlleva a que es más probable que, quien se identifica con una
religión, sea más obediente de las reglas morales dictadas por el grupo religioso al
que quiere pertenecer.
Por otra parte, continuando con el punto de la agrupación de personas con las mismas
creencias, una ventaja que conllevan estas comunidades se hace evidente en la
psicología de los creyentes religiosos, ya que, de acuerdo a un estudio realizado por
la Universidad de Humboldt en Alemania, la Universidad de Southampton en
Inglaterra y la compañía alemana Affinitas GMBH (Lorenzo, 2012), las personas
religiosas que viven en una región donde se valora la religiosidad demostraron tener
una autoestima más alta, rasgo que no compartían quienes vivían en un ambiente
donde no se valora la religiosidad. Las comunidades religiosas tienen como una
característica que suelen ser más gentiles y empáticos con sus semejantes, siempre
y cuando vayan de acuerdo a sus ideales, ya que si son propensos a discriminar a
quienes no cumplan con su ideología, por ejemplo, muchas religiones están en contra
de la homosexualidad o del aborto, desaprueban las familias que salgan de lo
tradicional, también están en contra de las personas que hacen modificaciones a su
imagen con los tatuajes o las perforaciones, en otras palabras, suelen ser muy
cerrados y juzgan negativamente a quien no entre en sus ideales.
Del mismo modo que se pueden crear grandes civilizaciones a raíz de la religión,
también se pueden crear sectas, en las cuales se realizan rituales que, como se decía
anteriormente, ponen en riesgo la integridad de quienes los practican. A lo largo de
los años se han creado miles de sectas ejemplos de ellas son El Movimiento para la
Restauración de los Diez Mandamientos, que como su nombre lo dice cumplían al pie
de la letra los diez mandamientos por medio de rigurosas reglas como comer una vez
al día, la abstinencia sexual, e incluso por ciertos períodos de tiempo podían dejar de
hablar y dormir, otro caso es La Orden del Templo del Sol, cuyos seguidores
asesinaron a puñaladas a un bebé porque afirmaban que era el anticristo. Hoy en día,
en México una secta que sigue operando es Pare de Sufrir, en la que con la promesa
de que van a arreglar la vida de quien se quiera unir, piden grandes sumas de dinero,
gracias a estos nuevos adeptos los líderes de la secta se han llenado los bolsillos.
Muchas de estas sectas están movidas por el fanatismo, o por las ganas de poder,
puesto que por medio de la religión manipulan a los miembros para hacerse
millonarios, otros han llegado más lejos haciendo uso de la extorsión, de la trata de
blancas, hasta llegar a los suicidios y homicidios para lograr sus objetivos.
Aunque cualquiera pensaría que las religiones están muriendo ante el avance de la
ciencia, que puede dar explicaciones más lógicas y detalladas de los acontecimientos
que nos rodean, mucha gente sigue refugiándose en las religiones pues aún existen
dudas que la ciencia no logra responder, una de las más importante es ¿qué es lo
que pasa después de que morimos? Dado que cada religión tiene sus propias ideas
al respecto, cada una tiene sus rituales de duelo y sus respectivas respuestas a esta
gran incógnita. Sin embargo, las religiones se enfrentan a un serio problema pues les
cuesta actualizar sus creencias al avance de la ciencia y la globalización, es decir,
que los religiosos esperan que su ideología se adapte a la época que vivimos y a
todos los lugares donde se han extendido las religiones más predominantes (Andrade
y Gabriel, 2002, p. 64-66).
Si bien el creer en las religiones puede brindar a los seres humanos calma y alivio,
con la sensación de protección, al mismo tiempo que elimina la incertidumbre de estar
en este mundo sin ninguna razón, también existe el fanatismo, donde es tanta la
devoción, que puede resultar en discursos de odio en contra de quienes no comparten
sus creencias, en miedo de “irse al infierno” si no son o no se comportan como lo dicta
su religión, o simplemente en sentirse superiores y con el poder de hacer lo que
quieran en nombre de su dios y cometer actos atroces en nombre de él. Es aceptable
que cualquier persona siga la religión que más le favorezca si es que así lo desea,
siempre y cuando exista la aceptación y el respeto a todo aquel con creencias
religiosas distintas, incluso si no cree en nada, en este mundo en constante cambio
ya todo es posible.
Referencias bibliográficas