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Mecanismos de evasión inmunitaria de la Leishmaniasis

Un número significativo de factores de virulencia descubiertos en


Leishmania están dirigidos a eludir la respuesta inmunitaria del
hospedador. La capacidad de Leishmania para mantener un estado
infeccioso crónico dentro de su hospedador depende en gran medida de
su potencial de evasión inmunitaria. De hecho, la batalla continua entre la
robusta respuesta inmunitaria montada por el hospedador y las estrategias
de contraevasión del parásito decidirán en última instancia el destino de
la enfermedad. Los mecanismos de evasión inmunitaria de las especies de
Leishmania incluyen los siguientes:
1. Modificación del sistema del complemento y fagocitosis
El sistema del complemento es una parte importante de la respuesta
inmune innata que puede destruir patógenos mediante la lisis celular y la
opsonización. Sin embargo, la Leishmania ha desarrollado mecanismos
para evitar la activación del complemento. Por ejemplo, algunos
componentes de la superficie de Leishmania pueden interferir con la
activación del complemento o incluso inhibir directamente la acción de
los componentes del complemento, lo que le permite al parásito evadir la
destrucción por parte de esta vía inmune.
Una vez que la hembra del flebótomo inyecta promastigotes de
Leishmania en el hospedador mamífero, es imprescindible que el parásito
escape o desactive el sistema del complemento del hospedador antes de
entrar en los macrófagos.
A diferencia de los promastigotes procíclicos no infecciosos, los
promastigotes metacíclicos infecciosos evitan la inserción del complejo
de ataque de membrana C5-C9, lo que los hace altamente resistentes a la
lisis mediada por el complemento (Puentes, Da Silva, Sacks, Hammer, &
Joiner, 1990). Esta diferencia específica del estadio del parásito en la
evasión del complemento se debe a una modificación del desarrollo que
resulta en la elongación del lipofosfoglicano (LPG) en Leishmania
metacíclica (Sacks, Pimenta, McConville, Schneider, & Turco, 1995).
Entre los diversos estadios de Leishmania, los promastigotes metacíclicos
muestran la mayor expresión de proteínas quinasas, que fosforilan las
proteínas del complemento C3, C5 y C9, lo que resulta en la
desactivación de las vías clásica y alternativa del complemento
(Hermoso, Fishelson, Becker, Hirschberg y Jaffe, 1991). La actividad de
la glicoproteína 63 de Leishmania (GP63), una metaloproteinasa que
abunda en la superficie de los promastigotes metacíclicos, es fundamental
para resistir la lisis del complemento. La GP63 escinde el C3b a una
forma inactiva, el C3bi en la membrana superficial del parásito,
impidiendo así la formación de la convertasa C5 (Brittingham et al.,
1995).
El C3bi también sirve como opsonina, facilitando la captación del
parásito al unirse al receptor 3 del complemento (CR3) y transitoriamente
al CR1 en la superficie de los macrófagos (Kane & Mosser, 2000; Mosser
& Edelson, 1985). La adhesión a través del CR3 en lugar del CR1 es
ventajosa para el parásito, ya que la ligadura del CR3, incluso en ausencia
de Leishmania, inhibe la producción de IL-12 (Marth & Kelsall, 1997).
De este modo, Leishmania es capaz de explotar la fagocitosis mediada
por CR3, facilitando una "entrada silenciosa" en los macrófagos y
evadiendo así la respuesta inmunitaria protectora del hospedador (Da
Silva, Hall, Joiner y Sacks, 1989; Wright y Silverstein, 1983). Para
apoyar aún más el papel de CR3 en la mediación de la susceptibilidad del
huésped a Leishmania, un estudio reciente con ratones BALB/c
deficientes en CR3 mostró una mayor resistencia a la infección por L.
major (Carter, Whitcomb, Campbell, Mukbel y McDowell, 2009).
2. Alteración de las vías de los receptores Toll-Like: Los receptores tipo
Toll (TLR) expresados en las células del sistema inmune innato son
críticos para el reconocimiento de patrones moleculares asociados a
patógenos. La interacción inicial del parásito con diferentes TLR dicta
el resultado de la infección (Faria, Reis, & Lima, 2012). El TLR2 de los
macrófagos del hospedador reconoce el LPG derivado del promastigote
de Leishmania (de Veer et al., 2003; Flandin, Chano, & Descoteaux,
2006) y los antígenos específicos del amastigote (Srivastava et al.,
2012). La interacción del GLP con TLR2 da lugar a la inducción de
TNF-α (Flandin et al., 2006), IL-12 (Kavoosi, Ardes-tani, & Kariminia,
2009), NO (Kavoosi, Ardestani, Kariminia, & Alimo-hammadian,
2010) y especies reactivas del oxígeno (ROS) (Kavoosi et al., 2009).
Los agonistas TLR2 que activan esta vía de señalización TLR2 se han
utilizado para inducir una respuesta inmunitaria protectora del huésped
que resulta en la eliminación del parásito de los macrófagos infectados
por L. donovani (Bhattacharya et al., 2010).
Para subvertir esta respuesta inflamatoria, L. major recluta supresores de
las proteínas de la familia de señalización de citoquinas, SOCS-1 y
SOCS-3, que regulan negativamente la inducción de citoquinas inducida
por TLR2 (de Veer et al., 2003). Otro mecanismo de supresión mediada
por TLR2 por Leishmania implica la activación de la enzima de
desubiquitinación del huésped A20 por promastigotes de L. donovani, lo
que resulta en el deterioro de la liberación de IL-12 y TNF-α mediada por
TLR2, ya que el parásito interfiere con la ubiquitinación de TRAF6
(Srivastav, Kar, Chande, Mukhopadhyaya, & Das, 2012). Por otro lado,
L. amazonensis capitaliza la señalización TLR2 para facilitar el
establecimiento de la infección, aumentando la expresión de la proteína
quinasa dependiente de ARN de doble cadena (PKR) y del IFN-β. El
IFN-β aumenta los niveles de superóxido dismutasa 1, lo que inhibe la
eliminación del parásito dependiente del superóxido y aumenta la
replicación del parásito (Khouri et al., 2009; Vivarini et al., 2011).
Además, un estudio similar con ratones deficientes en TLR2 mostró un
papel esencial de TLR2 en el desarrollo de lesiones durante la infección
por L. braziliensis (Vargas-Inchaustegui et al., 2009). Estos hallazgos
sugieren múltiples mecanismos empleados por diferentes especies de
Leishmania para alterar la señalización de TLR2 y mejorar el
establecimiento del parásito.
TLR4 desempeña un papel crítico en la conformación de la respuesta
inmunitaria del huésped durante la infección por Leishmania. Los
estudios con ratones TLR4-/- demuestran el papel de TLR4 en el control
de la infección por L. major (Kropf, Freudenberg, Modolell, et al., 2004,
Kropf, Freudenberg, Kalis, et al., 2004). El glicoesfingofosfolípido
(GSPL) y el complejo proteoglicolípido (P8GLC) de Leishmania inducen
TLR4, promoviendo una fuerte respuesta inmune antiparasitaria
(Karmakar, Bhaumik, Paul, & De, 2012; Whitaker, Colmenares, Pestana,
& McMahon-Pratt, 2008). Existe una fuerte respuesta de TNF-α tras la
participación de P8GLC-TLR4 en macrófagos infectados con amastigotes
de Leishmania pifanoi y el tratamiento in vivo con P8GLC mostró una
mayor eliminación del parásito en ratones infectados competentes en
TLR4 en comparación con ratones infectados deficientes en TLR4-/--
(Whitaker et al., 2008). Se obtuvieron resultados similares utilizando el
tratamiento con GSPL en la infección por L. donovani (Karmakar, Paul,
& De, 2011).
Leishmania ha ideado mecanismos para alterar las vías de señalización de
TLR4 con el fin de favorecer el establecimiento de la infección. Durante
la infección por L. donovani, la activación de macrófagos mediada por
TLR4 se suprime mediante la liberación de TGF-β que activa la enzima
editora de ubiquitina A20 y la fosfotirosina fosfatasa 1 (SHP-1) de
dominio Src homology 2 (Das et al., 2012). Leishmania major utiliza sus
inhibidores de serina proteasa (ISP) para prevenir la activación de TLR4
mediada por NE, inhibiendo la captación y muerte de Leishmania por los
macrófagos del hospedador (Faria et al., 2011; Ribeiro-Gomes et al.,
2007). Por otro lado, L. mexicana capitaliza la señalización de TLR4 para
inhibir la producción de IL-12 por los macrófagos infectados y promueve
el establecimiento del parásito (Shweash et al., 2011).

Otros TLR implicados en la infección por Leishmania son TLR3 y TLR9.


El TLR3 endógeno se une al ARN de doble cadena y se ha demostrado
que se activa durante la infección por Leishmania. Se ha demostrado que
una cepa virulenta de Leishmania guyanensis y Leishmania vianna que
alberga el virus ARN de Leishmania (LRV1) activa la vía dependiente de
TLR3-TRIF esencial para el aumento de la expresión de mediadores
proinflamatorios tras la infección de macrófagos (Hartley, Ronet,
Zangger, Beverley, & Fasel, 2012). Curiosamente, las respuestas
inmunitarias mediadas por TLR3 volvieron a los ratones más susceptibles
a la infección, mostrando una mayor hinchazón de la almohadilla plantar
y parasitemia junto con un aumento de la metástasis (Ives et al., 2011).

3. Sobrevivir en el fagosoma: Para sobrevivir en el interior del


macrófago, Leishmania debe resistir las duras condiciones creadas por
el fagocito, incluyendo un pH ácido, una temperatura elevada y un
mayor estrés oxidativo/nitrosativo. Tras la fagocitosis, los
promastigotes de Leishmania se internalizan en compartimentos
endosómicos, donde se transforman en amastigotes. Para escapar del
entorno hostil del fagolisosoma, los promastigotes impiden
transitoriamente la fusión del fagosoma y el lisosoma, retrasando o
inhibiendo así la maduración endosomal, como se observa por la
expresión tardía de Rab7 y LAMP-1 (Olivier, Gregory, & Forget, 2005;
Scianimanico et al., 1999). LPG en promastigotes de Leishmania inhibe
la maduración endosomal induciendo la acumulación perifagosomal de
F-actina (Holm, Tejle, Magnusson, Descoteaux, & Rasmusson, 2001).
El GLP también impide la acidificación del fagosoma al interferir con la
bomba V-ATPasa, lo que permite que los promastigotes se diferencien
en amastigotes resistentes (Vinet, Fukuda, Turco y Descoteaux, 2009).
La captura de esfingolípidos del hospedador es otra estrategia de
supervivencia empleada por los amastigotes de Leishmania para
contrarrestar el entorno ácido del fagolisosoma (Ali, Harding y Denny,
2012). Para diluir el efecto leishmanicida del óxido nítrico, Leishmania
regula la proteína de tráfico lisosomal (LYST) dando lugar a la
formación de grandes vacuolas parasitóforas (Wilson et al., 2008).
Los amastigotes de Leishmania requieren hierro para su metabolismo y
replicación, por lo que la adquisición de hierro es crítica para su
supervivencia dentro del fagolisosoma del macrófago (Huynh &
Andrews, 2008). En los macrófagos murinos, Nramp1 funciona como una
bomba de eflujo que transloca Fe2+ del fagolisosoma al citosol,
restringiendo así su disponibilidad para el parásito. Leishmania
contrarresta este efecto mediante la activación de sus propios
transportadores de hierro, LIT1 y LIT2, que compiten eficazmente con el
mecanismo de secuestro de hierro del hospedador (Kaye & Scott, 2011).
La arginina es también un factor de crecimiento esencial requerido por
los amastigotes intracelulares de Leishmania para la síntesis de
poliaminas, pero también es utilizada por los macrófagos para la
producción microbicida de óxido nítrico (Iniesta, Gómez-Nieto, &
Corraliza, 2001; Kropf, Herath, Weber, Modolell, & Müller, 2003).
Como demuestran los estudios que utilizan mutantes de Leishmania
deficientes en genes, la enzima arginasa codificada por el parásito no sólo
facilita el crecimiento al suministrar nutrientes esenciales al parásito a
través de la vía de las poliaminas, sino que también atenúa el mecanismo
de destrucción dependiente de iNOS de los macrófagos infectados al
competir por la arginina intracelular disponible (Gaur et al., 2007;
Reguera, Balaña-Fouce, Showalter, Hickerson, & Beverley, 2009). Estos
factores de virulencia expresados por los amastigotes de Leishmania
permiten al parásito evadir la respuesta inmune celular del hospedador y
sobrevivir en el fagosoma.

 Presentación defectuosa del antígeno y coestimulación


Los estadios virulentos de Leishmania tienen la capacidad de atenuar las
respuestas inmunitarias mediadas por células T regulando la expresión de
moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) cargadas
con antígenos leishmaniales en las células presentadoras de antígenos.
Esto lo consiguen mediante el secuestro de antígenos o la interferencia
con la carga de antígenos en las moléculas MHC de clase II (Fruth,
Solioz y Louis, 1993; Kima, Soong, Chicharro, Ruddle y McMahon-
Pratt, 1996; Prina, Lang, Glaichenhaus y Antoine, 1996). Los estudios
sobre la presentación del antígeno de Leishmania, homólogo de
Leishmania de los receptores para la quinasa C activada (LACK), por
macrófagos infectados mostraron una respuesta de células T específica de
LACK transitoria pero fuerte cuando se infectan con promastigotes de
Leishmania en fase estacionaria o logarítmica. Por otro lado, los
macrófagos murinos infectados con promastigotes metacíclicos o
amastigotes de Leishmania mostraron una activación de células T
específica de LACK débil o ausente, respectivamente (Courret et al.,
1999). Las balsas lipídicas de membrana son plataformas importantes
para la presentación de antígenos, ya que concentran las moléculas MHC
de clase II en microdominios, lo que permite la presentación eficiente de
antígenos a bajas densidades peptídicas. Leishmania donovani aumenta la
fluidez de las balsas lipídicas de los macrófagos, lo que provoca una
presentación defectuosa del antígeno y una disminución de la respuesta
de las células T (Chakraborty et al., 2005).
Se ha demostrado que las moléculas MHC de clase II, pero no las de
clase I, son importantes en la resistencia del hospedador contra
Leishmania (Huber et al., 1998; Locksley, Reiner, Hatam, Littman, &
Killeen, 1993), y sólo las moléculas MHC II aparecen en la vacuola
parasitófora de un macrófago infectado (Lang et al., 1994). Las moléculas
MHC II, localizadas en orgánulos específicos llamados megasomas, son
endocitadas por amastigotes de Leishmania y degradadas por proteasas de
cisteína (De Souza Leao, Lang, Prina, Hellio, & Antoine, 1995). Estos
ejemplos ponen de manifiesto la capacidad de Leishmania para evadir el
reconocimiento por parte de los linfocitos T interfiriendo en la
presentación de antígenos por parte de los macrófagos.
Las moléculas coestimuladoras como B7-1, B7-2 y CD40 expresadas en
macrófagos también son críticas para establecer respuestas de células T
antiparasitarias (Alexander et al., 1999; Bogdan, Gessner, Solbach y
Röllinghoff, 1996). En los macrófagos infectados por Leishmania, hay
una expresión reducida de B7-1 incluso tras la estimulación con
lipopolisacáridos (LPS), posiblemente mediada por prostaglandinas
inducidas por el parásito (Saha, Das, Vohra, Ganguly y Mishra, 1995).
Del mismo modo, durante la infección por L. major, la expresión de B7-1
disminuye en las células epidérmicas de ratones susceptibles (Mbow,
DeKrey y Titus, 2001). Las pruebas indirectas parecen apoyar la noción
de que Leishmania aumenta la expresión de B7-2 para favorecer el
establecimiento de la enfermedad. En el mismo estudio de Mbow et al.
(2001) la expresión de B7-2 fue mayor en las células epidérmicas de
ratones susceptibles que en las de ratones resistentes tras la infección por
L. major. En otro estudio con leishmaniasis humana causada por L.
mexicana, la expresión de B7-2 fue mayor en monocitos de pacientes con
DCL activa, mientras que no se observaron cambios en la expresión de
CD40 y B7-1 (Carrada et al., 2007). Además, el bloqueo con anticuerpos
de B7-2, pero no de B7-1, provocó un aumento de la respuesta de las
células T, lo que resultó en una disminución de la carga parasitaria
(Murphy, Cotterell, Gorak, Engwerda y Kaye, 1998; Murphy, Engwerda,
Gorak y Kaye, 1997). Los estudios con ratones BALB/c B7-1 knockout,
B7-2 knockout y B7-1/B7-2 double knockout infectados por L. major
corroboran esta afirmación (Brown et al., 2002). La señalización a través
de las interacciones CD40-CD40L, críticas para la inducción de
respuestas antileishmaniales (Campbell et al., 1996; Kamanaka et al.,
1996), también se ve afectada por L. major (Awasthi et al., 2003).

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