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¿La democracia es una?

En la actualidad, aunque la palabra "democracia" quizás ya no resuene con tanta frecuencia, su


presencia es notable, ya que la mayoría de los países que acaparan la atención en noticias, e
incluso el país en el que nos encontramos, se rige por un sistema democrático. Dada la
familiaridad con la palabra, cada individuo podría tener su propia interpretación de lo que
significa la democracia. En este ensayo, nos proponemos entender la democracia como "[…]
definida como 'el poder del pueblo': una forma de gobernar que se sustenta en la voluntad del
pueblo" (Annan, s. f.). Al comprender esta definición, establecemos la base de la palabra
democracia, de la cual surgen los diversos tipos de democracia que examinaremos
posteriormente, así como los elementos esenciales que las sustentan.

La democracia directa, considerada como la forma más "pura" y antigua, se atribuye a


los antiguos romanos. En esa época, se caracterizaba por la participación de todos los
habitantes en la toma de decisiones directa, donde la comunidad se congregaba para discutir y
decidir colectivamente. Aunque la participación generalizada podría sugerir un enfoque eficaz
para la toma de decisiones, en la práctica, esto a menudo se traducía en decisiones de masa,
las cuales no siempre pueden considerarse adecuadas, sino más bien reflejo de las
preferencias de la mayoría.

La idoneidad de esta forma de democracia depende en gran medida del nivel educativo
de la población, ya que solo a través de una educación amplia y precisa es posible elevar el
entendimiento de la realidad y el impacto de las decisiones tomadas. En un contexto en el que
la población posee un elevado nivel de educación, la democracia directa puede florecer como
un medio efectivo de gobierno participativo.

Por otro lado, cuando la población carece de educación adecuada y la mayoría está
sumida en la ignorancia o la necesidad, las decisiones tomadas pueden orientarse hacia la
búsqueda de beneficios individuales, dando lugar a luchas de clases internas. En este
escenario, la democracia directa puede convertirse en un terreno propicio para conflictos y
tensiones, ya que las decisiones estarían impulsadas por intereses particulares en lugar de un
bien común informado.

Además de los problemas previamente mencionados, surge otro inconveniente


relacionado con las dimensiones de la democracia directa. Esta modalidad, aunque efectiva en
pequeñas comunidades, se torna prácticamente inaplicable en las vastas naciones
contemporáneas. Para superar este desafío, se introduce la democracia representativa, la cual
se fundamenta en la elección de representantes capacitados. Este proceso implica votaciones
en las cuales la mayoría elige a quienes tomarán decisiones en representación de todos,
basándose en los criterios individuales de cada votante.

No obstante, la democracia representativa comparte un inconveniente con su


contraparte directa: la ignorancia de la población, que puede convertirse en su peor enemigo.
Esta falta de conocimiento puede resultar en una elección manipulada, comprada o
simplemente realizada sin plena conciencia de la importancia de la decisión. Además, se añade
otro desafío significativo: la probabilidad más alta de corrupción en los organismos estatales
que, en teoría, deberían representarnos.

En este sentido, la democracia representativa exige no solo que la población no sea


ignorante, sino también que la sociedad cuente con una ética y moral sólidas para garantizar su
funcionamiento adecuado. La necesidad de una cultura arraigada y valores éticos se convierte
en un requisito esencial para prevenir la manipulación y la corrupción, asegurando así la
integridad del sistema democrático.

Con el transcurso del tiempo, surgió un nuevo modelo de democracia conocido como
democracia liberal, que comparte similitudes significativas con la democracia representativa. La
principal distinción radica en que, en la democracia liberal, el Estado elegido se ve dotado de
menos poder y enfrenta mayores limitaciones, especialmente en áreas como el mercado,
promoviendo así el libre comercio. Además, destaca por el reconocimiento de la igualdad entre
todos sus participantes.

A pesar de compartir necesidades e inconvenientes con la democracia representativa, la


democracia liberal presenta una diferencia crucial: la posibilidad de una menor incidencia de
corrupción, derivada de la restricción de poder que impone. Al limitar el alcance de la autoridad
estatal, se reduce la oportunidad de abusos y se crea un entorno más propicio para la
transparencia y la integridad en el ejercicio del poder.

Así llegamos a la democracia participativa, un modelo que fusiona elementos de la


democracia representativa con la democracia directa. En este enfoque, persiste la elección de
representantes, pero se destaca por la activa participación de la población no solo en la
elección de estos representantes, sino también en la toma de decisiones. Para que esta forma
de democracia funcione adecuadamente, es esencial que la población cuente con un nivel
educativo que les permita superar la ignorancia y desarrollar la capacidad de ser conscientes
de las elecciones que realizan.
En este contexto, la democracia participativa se revela como la forma más conveniente
de democracia, según mi opinión, especialmente en situaciones donde el conocimiento
prevalece sobre la ignorancia. Este modelo busca evitar que la democracia, en cualquiera de
sus formas, sea una simple decisión de masas, promoviendo en su lugar la toma de decisiones
consciente por parte de los ciudadanos.

Referencias

Annan, K. (s. f.). Democracia. Manual de Educación En los Derechos Humanos Con Jóvenes.
https://www.coe.int/es/web/compass/democracy

Faro Democrático. (2022, 7 octubre). ¿Qué es la democracia? - Faro Democrático.


https://ijpc192.juridicas.unam.mx/que-es-la-democracia/

Rodríguez-Burgos, K. (2015). Capítulo 3: Democracia y tipos de democracia. En Percepciones


y valores asociados en la Democracia en Monterrey. México. Disponible en:
http://eprints.uanl.mx/8477/1/Documento2.pdf

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