Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Why Democracy I:
En la sociedad actual, existe una percepción arraigada de que vivimos en una democracia, donde las
elecciones son consideradas una conquista del pueblo y los políticos son vistos como personas preparadas
para gobernar. Se cree que el poder recae en los ciudadanos y se valora la importancia del programa
electoral. Además, se considera que la democracia tiene sus raíces en la antigua Atenas.
Sin embargo, la realidad nos muestra una imagen distinta. A pesar de la creencia en una democracia
participativa, en la práctica, la elección del poder político está en manos de una elite, lo que plantea serias
interrogantes sobre la igualdad de oportunidades y el acceso al poder. Esta situación es alimentada por la
mediocridad que prevalece entre los gobernantes y senadores, lo que socava la confianza en el sistema.
Aunque se valora la importancia del programa electoral, la triste realidad es que muchas veces estas
promesas carecen de peso e importancia real una vez que los políticos están en el poder. Esta discrepancia
entre lo prometido y lo cumplido socava la credibilidad del proceso electoral y la confianza de los
ciudadanos.
Además, la elección de gobernadores es un asunto delicado, ya que se requiere depositar una confianza
total en ellos. Lamentablemente, esto puede conducir a situaciones en las que se cometan "barbaridades"
debido a la falta de responsabilidad y el abuso de poder.
En resumen, vivimos en un gobierno representativo que se aleja de la forma original de democracia que
tuvo lugar en Atenas. La brecha entre la percepción idealizada de la democracia y la realidad es evidente.
Existe una necesidad urgente de cerrar esta brecha y promover una mayor transparencia en el sistema
político.
Para lograrlo, es fundamental garantizar una participación ciudadana más activa y promover la rendición
de cuentas de los políticos. Asimismo, es necesario fomentar una mayor diversidad y calidad entre los
líderes políticos, para asegurar que estén verdaderamente preparados y capacitados para asumir la
responsabilidad de gobernar.
La democracia no debe ser solo una ilusión, sino una realidad tangible en la que los ciudadanos puedan
confiar plenamente. Solo así podremos superar la desfiguración del sistema y avanzar hacia una
democracia más auténtica y representativa, en la que el poder resida verdaderamente en las manos de la
ciudadanía.