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La otra facción sostenía, en cambio, que el evangelio en su sentido propio (Matías Falcius Illyricus,
Mateo Judex y Joh. Wigand) es una predicación de la gracia y el favor de Dios, predicación por la cual se
perdona y remite la incredulidad, que era inherente en los que ya se han convertido, y que es reprobada
por la ley de Dios.
Nos ha sido enseñado, que es importante distinguir claramente entre las doctrinas de ley y evangelio en
las escrituras, no porque vayan separadas, al contrario siempre van juntas en la predicación, sino porque
tienen sus funciones específicas para guiarnos a Cristo, “la predicación de la ley, sin mencionar a Cristo,
o produce hipócritas presuntuosos, que se imaginan que pueden cumplir la ley mediante las obras
externas, o los obliga a la desesperación” (DS V, 10), se oscurece y se quitan los méritos de Cristo.
Mientras que la predicación del evangelio sin ley desprecia la obra de Cristo en favor de la humanidad.
Los Artículos de Esmalcalda lo expresan así: «En el Nuevo Testamento se exponen y explican el oficio, fin
y obra de la ley: Revelar pecados y la ira de Dios; empero, añade enseguida al oficio de la ley la
consoladora promesa de la gracia divina para los que creen en el evangelio» (Nota 200 FC, DS V, 14. 200-
AE parte III, Artículo III, Secciones 1 y 4)
La ley revela la justa e inmutable voluntad de Dios y como debe ser el hombre en naturaleza,
pensamientos, palabras y obras si quiere agradar a Dios, pero tambien nos muestra que no podemos
hacer esa voluntad por nosotros mismos, y como transgresores estamos sujetos a la ira de Dios, al
castigo temporal y eterno. (Rom1:18).
Rom. 3: 20 dice: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él;
porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” Enseñándonos que la naturaleza de la ley es
mostrarnos nuestro pecado, que somos culpables de no hacer la voluntad de Dios y por tanto
merecemos el castigo, condenando tambien la incredulidad (Jn. 16:8 Y cuando él venga, convencerá al
mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9 De pecado, por cuanto no creen en mí;)
El oficio de la ley es: Reprobar el pecado (Rom. 3:20) y enseñar respecto a las buenas obras (Rom 7:7)
El evangelio, por otro lado, consuela, ofrece la gracia de Dios al pecador que se ve acusado por la ley y le
ofrece el perdón de Dios por causa de Cristo.
Materia: Confesiones IV S208
Profesor: Rev. Dr. Roberto E. Bustamante
Tarea: 5 Exégesis sobre la Declaración Solida V- Ley y Evangelio
Estudiantes: Freddy Otuvo
Fecha de entrega: 01-03-2024
2 Corintios 5:21 “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él.”
Solo el evangelio nos puede llevar a Creer en Cristo, y dar consuelo por medio del Espíritu Santo al
pecador que se ve confrontado por la ley y que por su sacrificio recibimos la salvación eterna y somos
liberados de la ira de Dios, pues Cristo cargó y tomo en sí mismo esa ira en su pasión y muerte (Is. 53:5).
2 Corintios 3:7-9 “7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que
los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual
había de perecer, 8 ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? 9 Porque si el
ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.”
Este texto recalca esta distinción, la ley que fue escrita en piedra por Dios nos enseña que por nuestra
transgresión no podemos poner nuestra mirada en la gloria de Dios, Pero el evangelio que nos da el
Espíritu, que fue escrito por Dios con la sangre de su hijo nos justifica y quita el velo que nos separaba de
esa gloria, pues con el sacrificio de Cristo hemos sido reconciliados con Dios. “Mediante la sublime
verdad de que aquellos que creen el evangelio, Dios les perdona todos sus pecados por Cristo, los
adopta como hijos por causa de él, y de pura gracia, sin ningún mérito por parte de ellos, los justifica y
los salva.” (FC, DS V, 25)
Principios hermenéuticos
Jn. 14:16,26, Is. 28:21, Jn. 16:8-10, Hechos 2:38, Llevar al hombre al arrepentimiento, otorgar la
fe, dar vida, consolar, que es precisamente lo que hace la ley y el evangelio en las Escrituras