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Y así p. ej. la demanda es el acto que da inicio al proceso, mientras que la sentencia comúnmente le pone
fin. Como puede comprenderse entre estos dos actos (de inicio y de finalización del proceso) hay otros
muchos que se irán analizando.
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© Prof. José María Ruiz Moreno
2.2. Proceso y juicio. En general, la LEC suele identificar juicio con los términos
proceso y/o procedimiento (vgr. juicio ordinario) o, inclusive, con una fase dentro del
mismo (vgr. juicio oral).
En sentido estricto, juicio es acción de juzgar, actividad intelectual de aplicación del
Derecho al caso concreto. El tribunal juzga no sólo en la sentencia sino a lo largo de todo
el proceso, por eso se ha afirmado que “no se puede proceder sin juzgar, ni juzgar sin
proceder”. Este es el significado que cabe dar a enjuiciamiento [recordemos la
denominación de las dos leyes procesales básicas: Ley de enjuiciamiento civil y Ley de
enjuiciamiento criminal], que refleja el desarrollo de la actividad procesal necesaria para
llegar al momento del juicio. Ahora bien, en un sentido más técnico, el juicio es una
actividad oral o comparecencia oral (a veces también denominada: “vista”) que se realiza
ante un tribunal, y en la cual las partes (sus abogados) de manera oral exponen sus
alegaciones y se practican las pruebas propuestas y admitidas, y tras la cual el juez
(teniendo en cuenta todo ese material) dictará sentencia. Ejemplo de esta actividad la
tenemos en la LEC dentro del llamado juicio ordinario, donde se contempla una fase del
mismo llamada: juicio oral; así como dentro del juicio verbal, en el cual hay una vista.
Como se puede comprobar las denominaciones empleadas por el legislador (sobre todo
en la LEC) inducen a confusión a quiénes no estén mínimamente familiarizados con todo
este tema.
¿Qué tipo de tutelas o peticiones se pueden solicitar por medio del proceso
declarativo?
Es muy conveniente saber que a través del proceso declarativo se pueden tratar y resolver
situaciones jurídicas de muy diversa naturaleza 3. Es por ello que el art. 5 LEC trata de las clases
de acciones o peticiones de tutela jurisdiccional que el actor o demandante puede solicitar en el
proceso declarativo, y cuales son: a) Acciones o peticiones declarativas de condena, es
decir se solicita del juez la declaración de un deber de prestación y mandato de cumplirlo (pues,
solo en caso de no haber cumplimiento podría iniciarse el proceso de ejecución); b) Acciones o
peticiones mero-declarativas de un derecho, es decir, ahora se pide una tutela consistente en
la afirmación de existencia o inexistencia de un derecho o de una determinada relación jurídica
que, atención, ya existía con anterioridad, pero que se muestra incierta. (ejemplo: el Sr. A puede
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O el legislador no permite que se recurra, en cuyo caso nada más dictarse esa resolución es firme o
inatacable.
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Nada más fácil que abrir el Código Civil por su índice para darse cuenta de la inmensa cantidad de
potenciales derechos e intereses susceptibles, en su caso, de protección. Por ej.: persona y familia,
obligaciones, derechos reales, sucesiones, etc. etc. Y con el Código de Comercio y otras leyes, sucede
exactamente lo mismo.
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acudir al proceso solicitando que se reconozca un derecho de crédito frente al Sr. B y que hasta el
momento no aparecía exigible; cosa distinta es que una vez reconocido judicialmente ese derecho
[tutela mero-declarativa] el Sr. B rehúse el pago de lo debido en cuyo caso habrá que instar una
acción declarativa de condena, dado que entonces la tutela mero-declarativa resulta insuficiente
para ese supuesto concreto); y finalmente, c) Acciones o peticiones constitutivas, cuando la
tutela que se solicita va dirigida a la creación, modificación o extinción de una relación jurídica
(p. ej. que se declare la separación o el divorcio del matrimonio formado por el Sr. A y la Srª. B).
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El estudio del proceso cautelar (las medidas cautelares) corresponde a la asignatura: Derecho Procesal
II.
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4.1. Los procesos declarativos ordinarios ya se ha dicho que están previstos para tramitar
cualquier asunto litigioso con independencia de su cuantía y la materia sobre la que traten. Según
el art. 248 LEC existen dos tipos de procesos declarativos (ordinarios): el Juicio ordinario y el
Juicio verbal. La dificultad estriba ahora en comprender que el legislador para referirse a los
dos tipos de procesos declarativos ordinarios del art. 248 LEC, emplea la expresión “juicio” y
además en uno de ellos reitera la expresión: “ordinario”. Ya se ha dicho en un epígrafe anterior,
que por tradición la LEC hay veces que no habla de “procesos”, sino de “juicios”; puesto que de
forma genérica tanto una como otra expresión sirven para reproducir la idea de avance, o de
sucederse unos actos a continuación de otros. Algo más de dificultad entraña comprender que la
LEC, para referirse a los distintos tipos de procesos (o juicios) ordinarios, haya distinguido entre:
juicio ordinario y juicio verbal (art. 248). En realidad, si lo que quería hacer es evitar confusiones
terminológicas innecesarias, lo que tendría que haber hecho es hablar de “procesos declarativos
comunes o generales” (por contraposición a los procesos especiales) y dentro de aquellos, ahora
sí, podía ya mantener la distinción entre juicio ordinario y juicio verbal. Por eso, con su empleo
(nada correcto desde un punto de vista didáctico), parece que se está tomando la parte por el todo,
puesto que tan “ordinario” es el juicio verbal como el propio juicio ordinario. Sea como fuese, eso
es lo que hay, y debemos acostumbrarnos a manejar la rúbrica legal tal como se presenta en los
arts. 248 a 250 LEC.
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¡¡¡¡Importante¡¡¡ El juicio ordinario, y el juicio verbal son en realidad dos clases de juicios
o procesos declarativos (y así se prevén en el art. 248 LEC) sin embargo, para una más exacta
individualización, doctrina y jurisprudencia le añaden el adjetivo de “ordinarios” (esto es:
procesos declarativos ordinarios), y con la finalidad de contraponerlos o diferenciarlos de los que
son “especiales” (esto es: procesos declarativos especiales).
¿Cuándo hay que utilizar el juicio ordinario y el juicio verbal?
La determinación de la clase de juicio se hace en la LEC con arreglo a normas imperativas (improrrogables), y en
consecuencia no es algo que esté a disposición de las partes procesales, como la inmensa mayoría de reglas procesales. El
estudio pormenorizado de estos dos juicios lo haremos en otros temas.
4.2. Los procesos declarativos especiales. El libro IV de la LEC regula una serie de procesos
especiales, llamados así puesto que contemplan peticiones de tutela declarativa muy concreta
(interés público), y además en ellos está previsto, como regla general, la intervención del
Ministerio Fiscal en cuanto defensor del interés público. Según la LEC son procesos especiales:
los procesos sobre la capacidad, filiación, paternidad y maternidad; los procesos matrimoniales y
de menores; los procesos de división judicial de patrimonios (herencias); y el proceso monitorio
y el cambiario.
¿Cuál es el juicio o clase de proceso declarativo que se utiliza para los procesos
especiales? Como ya hemos visto, la LEC solo prevé dos procesos declarativos (el juicio
ordinario y el juicio verbal); y por otra parte, hay que saber que la mayoría de las pretensiones
litigiosas que se tramitan por vía de los procesos especiales (vgr. derecho de familia) exigen de
una respuesta judicial rápida, donde se tutele de la forma más eficaz posible tan singulares
materias litigiosas; por lo tanto, quiere decirse que es el juicio verbal el que mejor responde a tales
necesidades y, el que, en consecuencia, se utiliza por nuestro legislador para tramitar los procesos
declarativos especiales. Bien es cierto que, aunque sea el juicio verbal el juicio estándar o común
elegido para la tramitación de los procesos especiales, la verdad es que el legislador inclusive
contempla especialidades o reglas específicas dentro del mismo, para ajustar sí cabe, aún más, el
“traje a la medida”. Aparte de lo frustrante y criticable que tal cúmulo de reglas y especialidades
puede ser para el estudiante de derecho e, inclusive, para el operador jurídico, lo cierto es que
responde a una estrategia procesal (política legislativa) que comúnmente utiliza la LEC cuando
ante un supuesto concreto de tutela, no quiere reformar un proceso (juicio) entero ni crear otro
nuevo, sino añadirle alguna que otra característica para así adaptarlo a la concreta tutela
demandada.
Los principios del proceso vienen a ser reglas de validez general para los distintos
tipos de proceso, que actúan como elementos de interpretación o de integración y cuando
se constitucionalizan —sobre todo a través del art. 24 CE— adquieren naturaleza
normativa, se aplican directamente y vinculan al legislador ordinario que ha de respetar
su contenido cuando elabore las leyes procesales. De idéntica forma, las partes
procesales, en especial sus abogados y procuradores, tienen la obligación de adecuar su
actuación procesal a esos mismos principios. En general la doctrina hace la siguiente
clasificación de estos principios. Los principios jurídico naturales y los principios
jurídicos técnicos. Mientras que los primeros, se dan en todo tipo de procesos; los
segundos se dan en relación con procesos determinados y objetos específicos.
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Se les llama así en la medida que son característico de cualquier tipo de proceso, sin excepción.
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Esto es, laboral y contencioso-administrativo
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Sobre el principio dispositivo y de aportación de parte, se dará más información en clase.
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en exclusiva a los litigantes. El juez ha de dictar sentencia sobre la base los hechos
afirmados por las partes, que han sido incorporados al proceso mediante los actos de
alegación (son actos de las partes), y que resulten probados (iudex iudicet secundum
alligata et probata partium). La iniciativa probatoria corresponde a las partes y,
excepcionalmente, al tribunal.
En cambio, por lo que se refiere al Derecho aplicable, el juez es libre de aplicar las
normas que mejor se adapten al caso concreto (da mihi factum dabo tibi ius, iura novit
curia). En este sentido, el art. 218.1 II LEC dice: «El tribunal, sin apartarse de la causa
de pedir acudiendo a fundamentos de hecho o de Derecho distintos de los que las partes
hayan querido hacer valer, resolverá conforme a las normas aplicables al caso, aunque
no hayan sido acertadamente citadas o alegadas por los litigantes».
—Como consecuencia del principio de oficialidad, el principio de investigación
de oficio posibilita la alegación y prueba de los hechos en cualquier momento del
proceso y, además, permite al juez decretar de oficio cuantas pruebas considere
pertinentes. La voluntad de las partes en relación con los hechos no es relevante, de
manera que la conformidad de las partes, el silencio o las respuestas evasivas sobre los
hechos alegados por la parte contraria no vinculan al tribunal, ni tampoco las normas
procesales en materia de fuerza probatoria (apreciación legal de la prueba). Cfr. art. 752
LEC.
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