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Algunos autores escribieron para el teatro, pero sus propósitos de cambio no tuvieron
repercusión y fueron marginados de los escenarios.
En la Generación del 98, junto con algunas obras de Unamuno o Azorín,
destaca Jacinto Grau. Su obra más elogiada es El señor de Pigmalión, sobre la
rebelión de unos muñecos que acaban matando a su creador.
Por su parte, los autores del 27 intentaron crear un nuevo público mediante el
acercamiento del teatro al pueblo con compañías teatrales como La Barraca, de
Lorca. En la creación, aparte de este, sobresalen las obras teatrales de Rafael
Alberti y de Miguel Hernández.
Es el autor más original. Sus primeras obras, al igual que sus novelas, se vinculan al
Modernismo. Pero pronto busca otros modos de hacer teatro.
Con Luces de Bohemia (1920) Valle inicia un género propio, que constituye su
creación más personal: el esperpento. A través de la deformación de la realidad y de la
caricaturización de los personajes, el esperpento ofrece una visión tragicómica de la
realidad española.
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La repercusión de la Guerra Civil sobre el teatro fue más importante que sobre la poesía
y la narrativa. Las consecuencias fueron varias: la muerte o el exilio de autores,
escenógrafos y actores; la intervención de la censura sobre la creación y la
representación teatrales; y el peso de los condicionamientos comerciales derivados de
los gustos del público.
La escena española presenta un pobre panorama durante la posguerra. Las salas teatrales
se llenaron de espectáculos de evasión, como sainetes y revistas musicales, muy del
gusto del público burgués. También se representaron obras de contenido histórico o
político para propagar la ideología de los vencedores de la guerra.
La única tendencia teatral anterior a la guerra que continúa representándose es la
comedia burguesa, que acentúa la defensa de valores conservadores, a veces con leves
críticas tolerables.
Otra línea teatral es la del teatro cómico. Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura
crearon un humor de raíz surrealista, ilógico y corrosivo, pero tuvieron que plegarse a
los gustos del público. La obra más importante de este tipo de teatro es Tres sombreros
de copa, de Miguel Mihura. Este tipo de teatro también es cultivado por Pedro Muñoz
Seca, que en obras como La venganza de don Mendo muestra un humor directo, de
evasión. Al igual que Lorca fue fusilado a comienzos de la Guerra Civil, pero por el otro
bando.