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JUAN CARLOS MEJIA BERMÚDEZ

BIOENERGÍA
15 DE FEBRERO DE 2024

BIOMASA
DISPONIBLE
GTO-MEX
Juan Carlos Mejia Bermúdez Bioenergía 15 de febrero de 2024

Los biocombustibles y su uso son aspectos clave que están siendo explorados y
desarrollados en diversos lugares del mundo, incluyendo México. El potencial de la
biomasa como fuente de energía renovable y sostenible es ampliamente
reconocido, y se están llevando a cabo investigaciones y proyectos para
aprovecharlo de manera eficiente.

En este contexto, se destaca la importancia de la caña de azúcar como materia


prima para la producción de biocombustibles. El artículo analiza detalladamente los
diferentes componentes de la caña de azúcar y sus posibles usos, desde la
generación de energía eléctrica hasta la producción de bioetanol y biometano.
También se menciona la viabilidad de estos productos en el mercado, considerando
factores económicos y de seguridad alimentaria.

Es interesante notar cómo se evalúan distintas generaciones de biocombustibles,


desde los de primera generación, como los obtenidos a partir de caña de azúcar y
maíz, hasta los de segunda y tercera generación, que utilizan biomasa
lignocelulósica y algas, respectivamente. Se subraya que, si bien los
biocombustibles de primera generación pueden no ser económicamente atractivos
en México, hay un potencial significativo en el desarrollo de tecnologías para los
biocombustibles de generaciones posteriores, contribuyendo así al desarrollo
sustentable del país.

Además, se mencionan investigaciones específicas sobre el uso de


microorganismos, como Escherichia coli, en la producción de biocombustibles,
destacando la importancia de la ingeniería biotecnológica en este proceso. Se
discuten los desafíos asociados con el uso de biomasa lignocelulósica y se
proponen posibles soluciones para mitigarlos, como la detoxificación.

En el artículo aborda diversas estrategias y tecnologías relacionadas con la


producción de biocombustibles, centrándose en el biodiesel y el bioetanol, así como
en el potencial de Guanajuato para este sector. Se destacan tres enfoques
principales:

1. Producción de Biodiesel: Se menciona que además de los aceites


convencionales, se pueden utilizar cultivos como Jatropha curcas e
higuerilla. Se exploran tecnologías alternativas para este proceso, como
el secado previo a la transesterificación, el empleo de catalizadores
básicos y ácido-básicos, y el uso de biocatalizadores enzimáticos.

2. Producción de Bioetanol: Se discute la posibilidad de obtener bioetanol a


partir de diferentes materias primas, como sacarosa, almidones y biomasa

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lignocelulósica. Se detallan los procesos necesarios, incluyendo


pretratamientos e hidrólisis en el caso de la biomasa lignocelulósica, así
como los microorganismos implicados en la fermentación.

3. Perspectiva en México y Guanajuato: Se resaltan las ventajas de producir


biocombustibles, como la reducción de gases contaminantes y la
generación de empleos en áreas rurales. En particular, se analiza el
potencial de Guanajuato para la producción de biocombustibles a partir
de diversas fuentes de biomasa, como excretas de ganado, agave
tequilana, rastrojos de cereales y grasas de la industria curtidora y avícola.

El artículo también destaca la importancia de la investigación en aspectos


microbiológicos y genéticos para mejorar la rentabilidad y viabilidad de los procesos
de producción de biocombustibles. En conjunto, se ofrece una visión integral de las
oportunidades y desafíos en este sector, con un enfoque específico en el contexto
mexicano y el potencial de Guanajuato en particular.

El artículo aborda el potencial de la caña de azúcar como una materia prima


renovable y abundante en México, destacando que actualmente se cultiva en cerca
de medio millón de hectáreas, pero que este cultivo podría expandirse
significativamente. Se señala que el tonelaje de materia orgánica para 3 millones de
hectáreas de caña sería del mismo orden de magnitud que el consumo petrolero
nacional, lo que sugiere un gran potencial para su uso en la producción de
biocombustibles.

Se menciona la importancia de comparar las alternativas para la transformación y


uso de la caña, con especial atención a la producción de azúcar y bioetanol. Se
destaca el concepto de bio-refinerías, agroindustrias diversificadas que pueden
aprovechar diferentes componentes de la caña para la producción de diversos
productos, como azúcar, bioetanol, biometano, piensos y pulpa de celulosa.

Se describe cómo se han establecido usos alternativos para los componentes de la


caña, como el bagazo para la producción de energía y pulpa de celulosa, y el jugo
de caña para la producción de alcohol. Se compara la producción diversificada de
la caña con la producción especializada de bioetanol, resaltando la importancia de
analizar y debatir estas alternativas para el futuro de la industria azucarera.

En cuanto a la producción de azúcar granulado, se ofrecen estimaciones sobre la


producción de caña y azúcar en México, así como detalles sobre los precios y
rendimientos. En relación con la producción de bioetanol, se describe el proceso de

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fermentación de la melaza de caña para la obtención de etanol, con detalles sobre


los rendimientos y pérdidas asociadas al proceso industrial.

En resumen, el artículo ofrece una visión detallada del potencial de la caña de


azúcar como una materia prima versátil y abundante en México, y analiza diversas
alternativas para su transformación y uso, con un enfoque en la producción de
azúcar y bioetanol. Se destaca la importancia de comparar estas alternativas y
promover el debate para impulsar el desarrollo de la industria azucarera en el
país.crecen en la ausencia de oxígeno (sin aire).

El análisis presenta cuatro alternativas para la transformación de la caña de azúcar


en un ingenio tipo de 20,000 hectáreas, con rendimientos de 80 toneladas por
hectárea de tallos de caña. Estas alternativas son:

a) Alternativa convencional: Todo el guarapo se procesa para fabricar azúcar, el


bagazo se utiliza como combustible en las calderas y se produce melaza que
se vende en el mercado libre.

b) Alternativa de bioetanol: El guarapo se destina a la producción de bioetanol


y el bagazo se utiliza como combustible en las calderas.

c) Alternativa ganadera con biometano: Se destina el 59% del guarapo para la


producción de biometano y el 41% restante para la fabricación de meladuras.
El bagazo se divide en un 50% para combustible en las calderas y el resto,
tratado con álcali, se utiliza para la producción de piensos, mezclado con las
meladuras.

d) Alternativa de biometano y celulosa: Todo el guarapo se destina a la


producción de biometano, el bagazo se divide en un 40% para la producción
de celulosa y el resto se quema en las calderas para producir electricidad.

La tabla proporciona los balances correspondientes a estas alternativas, mostrando


las ventas estimadas para cada una y la relación entre las ventas y la cantidad de
caña procesada.

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El análisis revela que la alternativa convencional es la más rentable (Q = 1.8),


seguida de cerca por la alternativa ganadera con biometano (Q = 1.7). La producción
especializada de bioetanol no resulta tan atractiva (Q = 1), debido al alto costo de
la materia prima. La alternativa de biometano y celulosa resulta medianamente
atractiva (Q = 1.4).

En conclusión, el análisis sugiere que sería más rentable ampliar la industria


azucarera para la producción de piensos y biometano que para la producción
especializada de bioetanol. Esto podría contribuir a reducir la dependencia
alimenticia del país y requeriría menos capital para su instalación y operación en
comparación con los ingenios azucareros convencionales.

En el siguiente artículo se analizan las oportunidades y desafíos tecnológicos de la


bioenergía como una alternativa energética sostenible para México y el mundo. Se
define la bioenergía como la energía obtenida de materia de origen biológico, y se
discuten las fuentes de producción natural y antropogénica, así como las
tecnologías de aprovechamiento actuales. También se analizan las plantaciones
energéticas y las tecnologías de segunda y tercera generación compatibles con el
aprovechamiento sustentable de la bioenergía.

Los materiales orgánicos de origen biológico pueden proporcionar energía en forma


sólida, líquida y gaseosa, lo que hace que la bioenergía sea un recurso energético
universal y limpio. La bioenergía puede contribuir significativamente a reemplazar
las fuentes de energía fósil y nuclear. Se distinguen tres tipos principales de
bioenergía:

1. Biocombustibles: Incluyen materiales como la leña, residuos forestales,


carbón vegetal, paja, bagazo y otros desechos agrícolas. Se utilizan
ampliamente en la cocción de alimentos, calentamiento de agua, producción
de electricidad en turbinas de vapor y calor industrial. También pueden
producir gas de pirólisis utilizado en motores de combustión interna.

2. Biocarburantes: Como los aceites vegetales puros, esterificados, alcohol y


residuos de aceite de cocina. Se emplean en motores Otto y Diesel para
vehículos, generadores y trabajo mecánico en la industria. Actualmente
provienen de una variedad de cultivos como caña de azúcar, maíz, colza,
soja y palma de aceite, pero en el futuro podrían provenir de cultivos como la
higuerilla, la Jatropha y residuos agroindustriales.

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3. Biogás: Principalmente metano, producido por la fermentación de residuos


orgánicos de bosques, campos agrícolas y desechos animales. Se utiliza
para producir energía térmica, mecánica o eléctrica. También puede
obtenerse de la basura en rellenos sanitarios. El hidrógeno, otro combustible
gaseoso, puede obtenerse a partir de residuos orgánicos o mediante
procesos fotobiológicos.

El uso de bioenergía tiene varias ventajas, incluida su capacidad para reemplazar


combustibles fósiles sin aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero.
También puede competir con los combustibles líquidos en el sector del transporte,
proporciona almacenamiento fácilmente comparable al petróleo y gas, y promueve
la vegetación, la agricultura y el desarrollo económico local. Sin embargo, su
producción debe realizarse de manera sostenible para evitar la deforestación,
pérdida de biodiversidad y otros impactos negativos en el medio ambiente.

Las plantaciones energéticas, también conocidas como plantaciones


dendroenergéticas, son una alternativa en la producción de biomasa para la
bioenergía. A diferencia de los cultivos agrícolas, estas plantaciones producen
biomasa leñosa, principalmente celulosa, hemicelulosa y lignina.

Las especies perennes leñosas son más adecuadas para la producción de


bioenergía, ya que requieren menos insumos y utilizan de manera más eficiente los
recursos naturales. Estas plantaciones pueden ser mucho más productivas que los
bosques naturales, ofreciendo servicios ambientales como la mitigación de la
erosión y contaminación del suelo.

Sin embargo, la producción de biomasa para la bioenergía plantea desafíos en


términos de sustentabilidad ambiental y social. Se debe considerar el uso de
especies nativas para reducir los riesgos ambientales y preservar la biodiversidad.
Además, se plantea la necesidad de abordar las cuestiones sociales relacionadas
con la distribución de beneficios, los derechos de propiedad de la tierra y la
competencia con otros usos del suelo, como la producción de alimentos.

La investigación está desarrollando nuevas tecnologías para producir


biocombustibles a partir de biomasa lignocelulósica en lugar de almidones, lo que
reduce la competencia con los alimentos. Las plantaciones de madera y otras
formas de biomasa lignocelulósica ofrecen un gran potencial para la producción de

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bioenergía, siempre que se aborden adecuadamente los desafíos ambientales y


sociales.

La recuperación de suelos degradados no aptos para la producción de alimentos o


la conservación natural es otra alternativa importante para reducir la competencia
por el uso del suelo. La producción de biomasa con especies perennes
lignocelulósicas puede contribuir significativamente a la reducción de la erosión,
ofreciendo efectos ambientales positivos. Se estima que las plantaciones
energéticas en suelos degradados podrían satisfacer hasta un 25% de la energía
global primaria consumida actualmente, además de impulsar la economía de las
comunidades rurales.

Los bioenergéticos de primera generación, como el bioetanol y el biodiesel, se


basan en la producción a partir de granos y semillas, que a menudo son materias
primas alimentarias. Brasil es un gran productor de bioetanol a partir de caña de
azúcar, mientras que los Estados Unidos producen principalmente bioetanol a partir
de maíz. Sin embargo, en México, donde el maíz es un alimento básico, y la
producción de azúcar es limitada y más costosa, la viabilidad económica de estos
bioenergéticos de primera generación es cuestionable.

Los bioenergéticos de segunda generación, basados en biomasa lignocelulósica,


parecen ser una alternativa más prometedora. Los desechos forestales, agrícolas e
industriales son abundantes y no compiten con la cadena de producción de
alimentos. Sin embargo, las tecnologías para convertir la biomasa en etanol aún no
son maduras ni económicamente viables, aunque se espera que avances
biotecnológicos superen estas barreras en los próximos años. Además, se está
investigando el uso de otros alcoholes, como el bio-butanol, que tienen propiedades
más favorables como carburantes y podrían constituir un mercado amplio en el
futuro.

Los bioenergéticos de tercera generación se centran en el aprovechamiento de


microalgas para la producción de biocombustibles. Estas microalgas, que han
desempeñado un papel importante en la formación del petróleo a lo largo de
millones de años, presentan propiedades únicas que las hacen altamente
prometedoras para la producción de biodiesel y otros biocombustibles.

Las microalgas tienen la capacidad de crecer en diversos medios acuáticos,


incluidas aguas salobres, dulces y contaminadas, utilizando dióxido de carbono y
energía solar para producir una variedad de compuestos útiles, como carbohidratos,
proteínas y aceites. Estos aceites pueden ser convertidos en biodiesel, bioturbosina

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y biopetróleo, entre otros, utilizando tecnologías desarrolladas por el ser humano en


escalas de tiempo mucho más cortas que los procesos geológicos naturales.

La producción de biodiesel a partir de microalgas ofrece varios beneficios sobre las


plantas oleaginosas tradicionales, como un mayor contenido de lípidos (más del
40%), períodos de producción más cortos (días en lugar de meses) y una menor
superficie de cultivo requerida. Además, la tecnología de cultivo de microalgas
puede integrarse con el reciclaje de dióxido de carbono liberado por las industrias,
lo que potencialmente podría ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero.

Aunque los estudios sobre microalgas para la producción de biocombustibles son


relativamente limitados y la mayoría se realizaron hace más de dos décadas, los
avances tecnológicos han hecho económicamente factible el cultivo y la utilización
de microalgas para obtener biodiesel, especialmente cuando el precio del petróleo
supera los sesenta dólares por barril. El desafío actual es reducir el costo de
producción de biodiesel con microalgas para hacerlo aún más competitivo en el
mercado. Además, algunas variedades de microalgas acumulan compuestos
similares a los del petróleo en grandes cantidades, lo que sugiere la posibilidad de
cultivar estas especies para obtener productos similares a los procesados en las
refinerías petroleras.

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