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TECNOLÓGICO NACIONAL DE

MÉXICO
Instituto Tecnológico de Úrsulo Galván

INSTITUTO TECNOLÓGICO DE ÚRSULO GALVÁN

EXTENSIÓN TLAPACOYAN

Unidad 1. Introducción a los biocombustibles

Cultivos energéticos

Alumno: Lucero Marín Oluarte

7 de octubre de 2020., Tlapacoyan Veracruz.


Índice
Introducción...............................................................................................................1

Situación actual de los biocombustibles en México e importancia de los


bioenergéticos como fuentes alternativas de energía...............................................2

Biomasa en México...................................................................................................3

Aplicaciones de la bioenergía....................................................................................3

Transformación de biomasa a energía......................................................................4

Clasificación de los cultivos energéticos...................................................................6

Importancia actual y potencial para México..............................................................6

Potencial para biocombustibles sólidos.....................................................................7

Balance de emisiones de gases efecto invernadero en México...............................8

Referencias bibliográficas........................................................................................10
Introducción
Los biocombustibles representan en la actualidad una fuente potencial de energía
renovable; además de que podrían generar nuevos y grandes mercados para los
productores agrícolas. No obstante, sólo algunos de los actuales programas de
biocombustibles son viables, y la mayoría implica altos costos sociales e
irónicamente ambientales. Los efectos económicos, ambientales y sociales de los
biocombustibles deben debatirse ampliamente y es necesario evaluarlos
cuidadosamente antes de extender el apoyo del sector público hacia programas
de biocombustibles en gran escala.

El mundo se encuentra frente a una enorme campaña global, cuyo objetivo es


incorporar de la forma más rápida posible diferentes materias primas tales como:
caña de azúcar, soya, maíz, colza, remolacha, para la producción de
biocombustibles como substitutos perfectos de los derivados de petróleo. Las
principales justificaciones encontradas para este fenómeno tienen su fundamento
en el calentamiento global y en la contaminación del medio ambiente. Los
biocombustibles de primera generación utilizan cultivos específicos como materias
primas; los más ampliamente difundidos son el biodiesel y el bioetanol. Este último
representa más del 90% del total de biocombustibles que se utilizan actualmente
en el mundo. En Brasil, Suecia y Estados Unidos existen 6 millones de vehículos
circulando que pueden aceptar mezclas etanol y gasolina de hasta 85%.

El biodiesel ha alcanzado gran interés como fuente alternativa de energía, ya que


presenta muchas características atractivas: no tóxico, biodegradable, no
inflamable, técnicamente viable y competitivo económicamente.

Para el caso de México, en el 2006 se inició la construcción de dos plantas de


etanol en el estado de Sinaloa. El argumento para esta política es dar salida a la
producción de maíz de esa región hacia el nicho de mercado que comprende los
estados de California y Arizona, en los Estados Unidos puesto que la política de
etanol puede tener un impacto significativo en los precios del maíz, provocando

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que se disparen los costos; también puede aumentar la ineficiencia de los
subsidios agrícolas y viceversa (Serna, et al 2011).

Situación actual de los biocombustibles en México e importancia


de los bioenergéticos como fuentes alternativas de energía
El principal impacto de la producción de biocombustibles a nivel de consumo es
principalmente el aumento de los precios del maíz y la posible desviación, a
mediano plazo en la orientación de esta producción hacia los biocombustibles, en
lugar de priorizar la de los alimentos. Sabemos que este fenómeno no es
unicausal, es decir, no es únicamente por el aumento en la producción de
biocombustibles que ha aumentado el precio del maíz y de la tortilla en México,
sino que se debe a todo un conjunto de factores estructurales de la política
agrícola nacional y del comportamiento del mercado internacional. El aumento en
el precio de la tortilla es un aspecto relevante considerando que México tiene el
segundo lugar en el mundo como país consumidor, además de la significativa
proporción que destina el ciudadano mexicano al consumo de tortillas, sobre todo
considerando los deciles de mayor pobreza.

Para evaluar el impacto de los biocombustibles en la producción nacional, se debe


considerar que el sector agropecuario en México se enfrenta a dos situaciones: la
primera señala los efectos del calentamiento global que ha dado como resultado la
pérdida de cosechas en diversas regiones, lo cual repercute en la capacidad de la
producción interna, así como productores que no saben cómo afrontar los cambios
climáticos, en especial los pequeños que llevan a cabo un manejo tradicional que
se basa en una agricultura de temporal. La segunda situación, se refiere al retiro
de apoyos y subsidios que el Estado otorgaba al sector primario, esto ha sido
devastador para los agricultores, así como la pérdida de la autosuficiencia
alimentaria.

Ante este contexto, los productores maiceros que en el caso de México habían
sido desvalorizados porque era más rentable comprar el grano en el exterior y se
consideraba que el mercado internacional prefería cultivos no tradicionales, se
convierten ahora en el centro de atención de la política económica por producir
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una de las materias primas fundamentales de los biocombustibles (Merino et al,
2008).

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Biomasa en México
La biomasa es una fuente de energía renovable y limpia, con un portafolio extenso
de tecnologías maduras para la mayoría de sus distintas aplicaciones. A nivel
internacional, la bioenergía, o energía obtenida de la biomasa, representa el 10%
del consumo total de energía y 77% de las energías renovables. Se estima que
para el año 2035 podría contribuir con cerca del 25% de la energía requerida en el
mundo, y constituir así uno de los pilares de la transición a fuentes renovables de
energía. La bioenergía en nuestro país abastece el 5% del consumo de energía
primaria. Se utilizan principalmente la leña, el bagazo de caña y el carbón vegetal.
En México existe una experiencia importante en el área de biodigestores, captura
de metano y generación de electricidad en rellenos sanitarios, así como en estufas
eficientes de leña para la cocción en zonas rurales. Además, se cuenta con
iniciativas incipientes en biocombustibles líquidos, particularmente biodiesel, y con
grupos de investigación en insumos y procesos para biocombustibles de primera y
segunda generación.

Los recursos bioenergéticos en México pueden producir sosteniblemente, el


equivalente al 46% de la oferta interna bruta de energía primaria en el año 2008, y
10 veces más que su uso actual. Puede contribuir a la diversificación energética y
reducir las emisiones de CO2, así como la contaminación local. En el año 2030, la
bioenergía podría abastecer hasta un 16% del consumo de energía en México y
permitir una reducción anual de emisiones de CO2 a la atmósfera o 23% de la
mitigación total estimada en este año. A las ventajas globales del uso de la
bioenergía, se sumarían numerosos beneficios tangibles en lo local. Por ejemplo,
el aprovechamiento de desechos urbanos y agrícolas, reducción de los riesgos
sanitarios y la contaminación del agua y el aire; por su parte, las estufas eficientes
de leña y biogás permiten reducir la contaminación intramuros en las viviendas
rurales.

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Aplicaciones de la bioenergía
Los cultivos ricos en azúcares y almidones pueden ser utilizados como materia
prima para producir etanol vía fermentación. Los cultivos ricos en aceites y las
grasas de origen animal pueden utilizarse como materia prima para producir
biodiesel. El etanol y el biodiesel se utilizan para la sustitución parcial o total de
gasolina y diésel en los vehículos automotores.

De la biodigestión anaeróbica de residuos orgánicos se puede obtener biogás, y


gas de síntesis por medio de la gasificación térmica de biomasa. Ambos pueden
generar calor, electricidad o cogenerar calor y electricidad a la vez. Además, del
gas de síntesis puede obtenerse gasolina o diésel mediante el proceso Fischer-
Tropsch. Existen también aplicaciones rurales para la biomasa, como la leña que
se utiliza principalmente en la generación de calor para la cocción de alimentos. La
forma tradicional de hacerlo se basa en tecnologías rudimentarias como el fogón
de tres piedras, por lo que se han desarrollado tecnologías que mejoran la
eficiencia de su uso, llevando a mejoras en la calidad de vida de los habitantes
rurales. En el sector rural también se usa la leña para producir carbón vegetal a
partir de un proceso de pirólisis que genera un combustible de menor peso y
mayor contenido energético. La leña, los residuos agrícolas y algunos residuos
sólidos municipales pueden utilizarse con la tecnología de combustión directa para
la generación de calor, electricidad o cogeneración a mediana y gran escala.
Algunas de estas materias primas requieren tratamientos previos como reducción
de tamaño, secado o transformación a pellets (Ceruti, et al 2011).

Transformación de biomasa a energía


La valoración de la biomasa puede hacerse a través de cuatro procesos básicos
mediante los que puede transformarse en calor y electricidad: combustión, se basa
en someter a la biomasa a altas temperaturas con exceso de oxígeno. Es el
método tradicional para la obtención de calor en entornos domésticos, para la
producción de calor industrial o para la generación de energía eléctrica, el pirólisis
en este proceso se somete a la biomasa altas temperaturas alrededor de 500ºC
sin presencia de oxígeno. Se utiliza para producir carbón vegetal y también para

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obtener combustibles líquidos semejantes a los hidrocarburos, la gasificación, se
somete a la biomasa a muy altas temperaturas en presencia de cantidades
limitadas de oxígeno, las necesarias para conseguir así una combustión completa.
Según se utilice aire u oxígeno puro, se obtienen dos productos distintos, en el
primer caso se obtiene gasógeno o gas pobre este gas puede utilizarse para
obtener electricidad y vapor, en el segundo caso, se opera en un gasificador con
oxígeno y vapor de agua y lo que se obtiene es gas de síntesis. La importancia del
gas de síntesis radica en que puede ser transformado en combustible líquido, en
la digestión anaerobia, se basan en la utilización de diversos tipos de
microorganismos que degradan las moléculas a compuestos más simples de alta
densidad energéticas. La digestión anaerobia de la biomasa por bacterias, se
puede utilizar en explotaciones de ganadería intensiva, con la instalación de
digestores o fermentadores, en donde la celulosa procedente de los excrementos
animales se degrada en un gas que contiene cerca del 60% de metano.

En el caso de aplicaciones térmicas para la generación de calor y agua caliente


sanitaria, el proceso utilizado principalmente es la combustión. La calefacción
puede ser por cualquiera de los sistemas convencionales de agua, por ejemplo,
suelo radiante y radiadores. En general los equipos que existen en el mercado
permiten unos rendimientos de combustión que pueden alcanzar el 95%, si
cuentan con sistemas de recuperación de calor.

En instalaciones en el sector residencial el equipo se compone básicamente de un


silo de almacenamiento de la biomasa, un sistema de alimentación (tornillos sinfín,
cintas transportadoras, canjilones, sistemas neumáticos,) que lo llevan a las
calderas, en cuyo interior se encuentra el hogar de combustión y los
intercambiadores donde se calienta el fluido destinado a calefacción. En el caso
de las redes de calefacción centralizadas, el agua caliente se impulsa hasta las
viviendas mediante un sistema de bombas mayor, utilizando una doble tubería
aislada y colocando intercambiadores de placas en los edificios o en las viviendas.

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Una vez cedido el calor el agua fría retorna a la central térmica para iniciar
nuevamente el ciclo. A todo ello hay que añadir algunos equipos auxiliares como
los sistemas de limpieza de humos y un recuperador de calor.

Al quemar biomasa se produce algo de ceniza, que se recoge generalmente de


manera automática en un cenicero que debe vaciarse unas cuatro veces al año en
viviendas. La ceniza puede reciclarse, ya que es un abono natural para jardines,
huertos y plantas.

Debido a la necesidad de disponer de un lugar amplio y seco para el


almacenamiento del biocombustible este tipo de instalaciones pueden tener
problemas en edificios con salas de calderas pequeñas y poco espacio aprove-
chable. En cambio, son una buena solución, tanto económica como
medioambiental, para edificios de nueva construcción

La combustión de biomasa no contribuye al aumento del efecto invernadero


porque el carbono que se libera forma parte de la atmósfera actual es el que
absorben y liberan continuamente las plantas durante su crecimiento y no del
subsuelo, capturado en épocas remotas, precisamente como el gas o el petróleo.

Clasificación de los cultivos energéticos


Cultivos oleaginosos para la producción de aceites transformables en biodiésel,
cultivos alcoholígenos para la producción de bioetanol a partir de procesos de
fermentación de azúcares y cultivos lignocelulósicos, para la generación de
biomasa sólida susceptible de su uso para distintas aplicaciones son térmicas,
como climatización de edificios, agua caliente sanitaria, y aplicaciones industriales
preparación de cualquier fluido de proceso, fabricación de combustibles más
elaborados, con un valor añadido a la biomasa bruta, como astillas o pelets,
cogeneración generalmente asociada a una actividad industrial, o generación
eléctrica simple y obtención de biocarburantes de segunda generación (IDEA,
2007).

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Importancia actual y potencial para México
La fuente más importante de biomasa para energía en México son los bosques y
selvas nativos. La superficie total del país es de 196,437,500 ha, de las que 72%
(141,745,168 ha) corresponde a superficie forestal. Más de la tercera parte de ésta
se ubica en zonas semiáridas; mientras que 21% corresponde a bosques
templados y 19% a selvas tropicales. De estos últimos el 30% se encuentra en
alguna fase de sucesión secundaria. El potencial productivo sustentable, podría
ser de 28 millones de metros cúbicos por año para fines industriales y otros 28
millones de metros cúbicos para usos domésticos y mercados locales, asumiendo
un incremento anual disponible para cosecha de 2% del inventario.

El aprovechamiento de madera para energía podría estimular la producción


forestal para usos industriales mediante la comercialización de residuos y de
especies menos valoradas. Por otro lado, la producción de calor y energía
eléctrica a partir de la biomasa forestal. Las opciones para aprovechar
sustentablemente la biomasa forestal para bioenergía son el manejo de bosques
nativos, el uso de los residuos de industrias forestales, y las plantaciones. La
biomasa proveniente de leña, carbón vegetal, briquetas o pellets se puede usar
como biocombustible sólido de primera generación.

Potencial para biocombustibles sólidos


En México existe un potencial para uso energético de 472, proveniente
principalmente de residuos del maíz, la caña de azúcar, el sorgo y el trigo,
considerando una tasa de remoción de residuos del 40%. Estos cultivos aportan el
85% de los residuos agrícolas del país, pero sus usos actuales para generar
energía son muy limitados. Más del 50% de los residuos de cosecha del maíz,
sorgo, trigo y cebada, se utilizan para protección del suelo, 27% para alimentar el
ganado y 20% se quema. Por esta razón, existe interés en evaluar el potencial
energético de residuos que tienen baja calidad alimenticia, los cuales son
mayormente quemados en campo, por ejemplo, los residuos de cosecha de la
caña y las podas de frutales. El aprovechamiento de residuos de cosecha con
fines energéticos implica considerar, además de sus usos alternativos, otros

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aspectos, tales como: estabilidad del suelo, prácticas de cosecha, manejo y
almacenamiento, y viabilidad de sustitución de combustibles. También son
importantes las consideraciones técnicas, debido a que la biomasa agrícola como
combustible es relativamente difícil de usar y generalmente requiere ser sometida
a un pretratamiento, ya que no es homogénea, contiene elevados porcentajes de
humedad y es de baja densidad energética.

Considerando que la naranja es el cuarto cultivo de mayor producción anual en el


país después de la caña de azúcar, del maíz y del sorgo, los cítricos son otra
fuente de residuos agroindustriales de gran importancia (Bustamante et al, 2006).

Balance de emisiones de gases efecto invernadero en México


Se estima que el desarrollo de cultivos bioenergéticos para la producción de
biodiesel y etanol tendrá un impacto favorable sobre el ambiente. El etanol y el
biodiesel son compuestos biodegradables que reducen la emisión de gases
tóxicos y reducen el efecto invernadero por lo que pueden representar un beneficio
ambiental de gran magnitud por su futuro impacto en la salud humana. Los
cultivos energéticos pueden reducir o compensar las emisiones, ya que durante su
crecimiento lo almacenan en la biomasa y en el suelo. Los combustibles
provenientes de cultivos bioenergéticos se consideran con emisiones neutrales
cuando se queman. Además de los biocombustibles se generan subproductos
como leña, bagazo, entre otros. Al usar estos subproductos existe un ahorro de
emisiones.

A pesar de los beneficios potenciales, estudios científicos han revelado que los
biocombustibles varían mucho en sus balances. Esto depende de los métodos
utilizados para producir la materia prima y el tipo de biocombustible. Algunos
cultivos pueden generar más gases de efecto invernadero que los combustibles
fósiles.

En México, el INIFAP está realizando actualmente los primeros estudios del


balance de emisiones de gases de efecto invernadero en plantaciones
energéticas. Las primeras evaluaciones del cultivo de higuerilla (Ricinus

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communis L.) en condiciones de trópico seco con una densidad de población de 2
222 plantas, arrojan un ahorro de emisiones de gases de efecto invernadero de 21
% tomando en cuenta el indicador de cambio de uso de suelo, considerando que
el cultivo previo en el terreno era maíz. Por otro lado, con la asignación de
coproductos al sistema evaluado se obtuvo una mitigación del 81 %. Estos
resultados preliminares de investigación indican que el ahorro en reducciones de
emisiones dependerá en gran medida de las condiciones en donde se establezca
el cultivo (Colmenero, 2011).

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Referencias bibliográficas
Bustamante et al, (2006). Recuperado el 4 de octubre de 2020 de
http://rtbioenergia.org.mx/wp-content/uploads/2016/12/Divulgacion_Estado-del-
arte-de-la-bioenerg%C3%ADa-en-M%C3%A9xico.pdf

Ceruti, et al (2011). LA BIOENERGÍA EN MÉXICO Situación actual y perspectivas.


Recuperado el 4 de octubre de 2020 de http://rembio.org.mx/wp-
content/uploads/2014/12/CT4.pdf

Colmenero, (2011). “Estado del Arte y Novedades de la Bioenergía en México”.


Recuperado el 4 de octubre de 2020 de http://www.fao.org/3/as417s/as417s.pdf

IDEA, (2007). Biomasa Cultivos energéticos Biomasa Cultivos energéticos.


Recuperado el 4 de octubre de 2020
https://www.idae.es/uploads/documentos/documentos_10737_Biomasa_cultivos_e
nergeticos_07_4bd9c8e7.pdf

Merino et al, (2008). Biocombustibles, biotecnología y alimentos. Impactos


sociales para México. Recuperado el 4 de octubre de 2020 de
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-
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Serna, et al (2011). Impacto Social y Económico en el Uso de Biocombustibles.


Recuperado el 4 de octubre de 2020 de
https://scielo.conicyt.cl/pdf/jotmi/v6n1/art09.pdf

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