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Capitulo 1 Teoria Del Delito Naquira
Capitulo 1 Teoria Del Delito Naquira
I. EL CONCEPTO DE DELITO
Entendida así la misión del Derecho Penal, queda en claro que ella supone la
concurrencia de dos ideas principales:
Art. 1º del C.P.: "Es delito toda acción u omisión voluntaria penada por la
ley.
penas sin que la conducta que sanciona esté expresamente descrita en ella"
(nullum crimen sine lege); disposiciones que, de manera semejante, se repiten
en los Arts. 1º y 18 del C.P., El principio de tipicidad puede ser examinado
desde una perspectiva formal, la que supone que sólo la ley puede ser fuente
de delito y penas. Bajo una perspectiva material, en cambio, el mencionado
principio implica que es un deber del legislador determinar en la ley penal, con
la necesaria o suficiente precisión, aquella conducta que pretende prohibir u
ordenar y, de igual modo, las penas factibles de ser aplicadas para su futuray
eventual infracción. Consecuencia de lo anterior, es la no admisibilidad en el
trabajo legislativo penal de términos, expresiones o voces vagas o equívocas,
o bien, de cláusulas generales, a no ser que ello, por la naturaleza de lo
tratado, sea algo inevitable (v.gr. Art. 106: seguridad exterior; Art. 292: orden
social; Art. 373: buenas costumbres).
decir, comprensiva de dolo o culpa (v.gr. Arts. 18, 21, 50, 61, 63, 74, 75, 94,
95, etc.)
que mueve al sujeto a obrar; por ello, el legislador en el Art. 2º del C.P., se
refiere por primera vez al dolo y a la culpa. La cualidad o característica de
voluntariedad que el legislador presume está referida a la conducta y no al
delito.
Ej.: Si el dueño de una casa que vive solo, lanza un objeto pesado al patio
interior de su vivienda y éste cae en la cabeza de un niño que en ese momento
había ingresado furtivamente a la propiedad para recoger la pelota que se le
había caído mientras jugaba en la casa vecina y, como consecuencia del golpe,
muere el menor, quien lanzó el objeto pesado objetivamente ha realizado una
acción típica de homicidio. En efecto, el Art. 391 del C.P., sanciona al que mate
a otro... y, el dueño de casa, objetivamente, ha realizado una acción que ha
causado la muerte de otro.
existía una norma permisiva que autorizara, en dicho caso, la realización de una
acción típica (v. gr. la lesión o muerte de un agresor en una situación de legítima
defensa). El objeto sobre el cual recae el juicio de antijuridicidad esde carácter
objetivo toda vez que se trata de una acción (de naturaleza objetiva)
desvalorada; razón por la que las causales de justificación, también, están
concebidas y se deben determinar objetivamente, con absoluta prescindencia de
elementos subjetivos (v. gr. presencia de una finalidad defensiva en la legítima
defensa).
Con el transcurso del tiempo, los partidarios de esta doctrina clásica fueron
admitiendo que el dolo para ser tal, debía exigir como factor integrante del
mismo el conocimiento por parte del actor acerca del carácter antijurídico de su
conducta; con lo cual, se gestaba un concepto de "dolus malus".
E. Visión crítica. La doctrina causal clásica sobre estructura del delito ha sido
objeto de diversas críticas, dentro de la cuales, las más relevantes son:
a) Uno de los objetivos que tuvo en vista esta doctrina fue el proporcionar
un concepto de acción que permitiera incluir todas y cada una de las formas que
pudiera presentar el comportamiento delictivo. No obstante, tal como es posible
apreciar, un concepto causal-naturalístico de acción como inervación voluntaria
muscular no puede dar debida cuenta de una conducta omisiva, en donde
aquello está ausente, o bien, si en delitos como v. gr. en la injuria, la acción de
injuriar se reduce a una simple inervación voluntaria de las cuerdas vocales, es
imposible que dicho concepto pueda alcanzar a captar el "sentido social
negativo", es decir, el "significado descalificante" de que son portadoras dichas
expresiones para la persona afectada según el marco "sociocultural" imperante.
A pesar de haber reconocido este nuevo enfoque causal que la acción suponía
un factor objetivo-externo: lo voluntativo-causal y un factorsubjetivo-interno:
lo voluntativo-final; en definitiva, esta doctrina persistió en
material, lo cual sólo reconoce como excepción cuando concurre una causal de
justificación, en cuyo caso, una conducta típica no es materialmente
antijurídica.
hechos delictivos, sólo puede pretender prohibir conductas (finales) que puedan
ocasionar causalmente la lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos
protegidos y, en modo alguno, la simple causación desencadenada por un
hombre que lesiona o pone en peligro un bien jurídico tutelado. En efecto, no
es lo mismo que un hombre apunte y dispare un arma de fuego en dirección de
una persona a la que ha visto y pretende dar muerte (conducta dolosa), o bien
a la que ha visto y no pretende alcanzar (conducta imprudente), que la conducta
de un hombre que apunta y dispara un arma de fuego en dirección de unos
arbustos donde se ha escondido un conejo, lugar en el que se encuentra, además,
durmiendo un vagabundo, al que hiere o mata por ser algo absolutamente
imprevisible. Si bien en todos estos supuestos existe un común denominador
que viene dado por el poder causal desplegado por el hombre, sólo en los dos
primeros casos, se ha producido una acción (final) disvaliosa constitutiva, en el
primer supuesto, de un delito doloso de homicidio; en el segundo caso, de un
delito culposo de homicidio, y, en la tercera hipótesis, una acción final de
disparar en contra de un animal que, accidentalmente, ha causado la muerte de
una persona. Por ello, se afirma que la ley penal sólo puede prohibir acciones
(finales) que causen ciertos resultados y, en ningún caso, prohibir la simple o
mera "causación" de resultados. Es razonable que el legislador penal prohíba
que las personas realicen conductas (finales) que pongan en peligro o dañen la
vida o la salud de sus semejantes; en cambio, es absurdo imaginar que el
legislador se limite a prohibir la producción deresultados que dañen o pongan
en peligro la salud de las personas, cualquiera que sea la fuente de su origen: la
conducta humana o bien la fuerza ciega de la naturaleza.
Si bien toda acción humana que cause un daño o ponga en peligro un bien
jurídico tutelado es portador de un disvalor social; no obstante, no toda conducta
humana disvaliosa socialmente, es jurídico-penalmente relevante. Al legislador
penal sólo le interesan ciertas y determinadas conductas socialmente
disvaliosas: aquellas que son portadoras de un disvalor social grave e
importante. Sólo éstas son seleccionadas y tipificadas penalmente; es decir, por
el especial compromiso de disvalor social que encierran, el legislador penal las
ha descrito en la ley y, de esta forma, ha comunicado a los miembros de la
sociedad que, desde el momento en que dicha ley entre en vigencia, dichas
conductas son constitutivas de delito y, por ende, sometidas a la sanción penal.
Ahora bien, el disvalor jurídico-social de que son portadoras las conductas
típicas sólo se puede cimentar y proyectar sobre la base del dolo o de la
imprudencia. Sólo un proceso causal estructurado sobre la base de una conducta
dolosa o imprudente (y no algo puramente causal o accidental)puede aparecer
y ser algo socialmente disvalioso. Esto lleva a sostener que la ubicación
sistemática del dolo o la imprudencia es la tipicidad y no la culpabilidad.
Bajo esta nueva perspectiva, se ha creído ver una salida a un problema que
hasta el momento se ha presentado por un sector de la doctrina como una
verdadera aporía en el ámbito de la culpabilidad: el poder actuar de otro modo,
facultad que se basa en la existencia del libre albedrío humano, el que, según un
sector doctrinario, no es algo comprobable ni de modo general ni individual. En
cambio, una derivación del concepto de culpabilidad a la necesidad de pena,
permitiría dejar al margen el problema irresoluble de la libertad de voluntad.
Como una forma de compatibilizar la culpabilidad y las necesidades preventivas
general y especial, Roxin, adhiere a la doctrina forjada por la jurisprudencia
alemana sobre la "teoría del espacio de juego". Según esta teoría, la pena
ajustada a la culpabilidad no es una pena exacta,sino que ocupa el marco
comprendido entre un máximo y un mínimo. Dicho marco constituye un
"espacio de juego" por el que el juez puede moverse, atendiendo a las
necesidades preventivas, al momento de concretar la pena que ha de imponer.
En esta línea de pensamiento, este autor es de opinión que las