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ANTROPOLOGÍAS • HISTORIAS • LENGUAJES • SOCIOLOGÍAS

Carlos Antonio Flores Pérez

HISTORIAS DE POLVO Y SANGRE


GÉNESIS Y EVOLUCIÓN DEL TRÁFICO DE DROGAS
EN EL ESTADO DE TAMAULIPAS

P U B L I C A C I O N E S D E L A C A S A C H ATA
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Historias de polvo y sangre
Génesis y evolución del tráfico de drogas
en el estado de Tamaulipas

PUBLICACIONES DE LA CASA CHATA

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Historias de polvo y sangre
Génesis y evolución del tráfico de drogas
en el estado de Tamaulipas

Carlos Antonio Flores Pérez

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364.157097212
F623h   Flores Pérez, Carlos Antonio.
Historias de polvo y sangre : Génesis y evolución del tráfico de drogas
en el estado de Tamaulipas / Carlos Antonio Flores Pérez. -- México :
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2013
410 p. ; tabs. ; -- (Publicaciones de la Casa Chata)

Incluye bibliografía, epílogo, índice analítico y anexo documental.

ISBN 978-607-486-243-0

1. Tráfico de drogas - México - Tamaulipas. 2. Crimen organizado -México -


Tamaulipas. 3. Tráfico de drogas - Política gubernamental - Tamaulipas -
Siglo XIX . 4. Tráfico de drogas - Política gubernamental - Tamaulipas -
Siglo XX. 5. Delincuencia - México - Tamaulipas - Siglo XX. 6. Cocaína -
Industria y comercio - México. 7. Traficantes de drogas. I. t. II. Serie.

Proyecto apoyado por Conacyt

Tipografía y formación: Laura Roldán A. y Marlen Hernández


Gómez Diseño de portada: Raúl Cano Celaya
Corrección de estilo: Alejandrina González Gallegos

Primera edición: 2013


Primera edición digital: 2021

D.R. © 2021 Centro de Investigaciones


y Estudios Superiores en Antropología Social
Juárez 87, Col. Tlalpan, alcaldía Tlalpan
C.P. 14000, Ciudad de México
www.ciesas.edu.mx

ISBN 978-607-486-243-0

Impreso y hecho en México

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Índice

Agradecimientos ........................................................................................................... 9

Introducción ................................................................................................................ 13

1. Estado y delincuencia organizada.............................................................................. 23


Consideraciones teóricas sobre los vínculos entre poder y delincuencia organizada .. 24
De la fortaleza o debilidad del Estado ................................................................... 25
Un comentario sobre la naturaleza del objeto de estudio y las limitaciones
que impone.......................................................................................................... 33
Tráfico de drogas y poder político en México durante el régimen autoritario ............ 35
Reconfiguración cooptada del Estado y su efecto en el proceso de falla ..................... 40
La falla del Estado: origen conceptual y dilemas ................................................... 42
La falla del Estado ................................................................................................ 47
Reconfiguración cooptada del Estado .................................................................. 49
La producción y el tráfico de cocaína ....................................................................... 56

2. El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad .. 69


Tamaulipas: de sus orígenes hasta el Porfiriato ......................................................... 71
Tamaulipas: de la Revolución a la hegemonía portesgilista ....................................... 81
Tamaulipas: contexto sociodemográfico (1940-1950) .............................................. 91
El alemanismo ..................................................................................................... 96
El alemanismo en Tamaulipas .......................................................................... 115

3. Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) ........ 129


Protección política en los orígenes del Cártel del Golfo ............................................ 131
Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas y el homicidio de Gloria Landeros .............. 139
Tráficos ilícitos y el homicidio del comandante aduanal Octavio Villa Coss .......... 154
Miguel Alemán y Antonio Ortiz Mena: tráficos ilícitos y vinculaciones anticastristas... 164
Precursores y vinculaciones políticas ........................................................................ 167

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4. Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) ........ 179


Tamaulipas: contexto sociodemográfico (1970-1980) .............................................. 182
El contexto del tráfico de drogas en México a comienzos de los setenta
y sus particularidades en la región noreste ................................................................ 185
Tráfico de drogas en la región noreste.................................................................... 189
Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas ............................ 196
Cambios políticos, continuidad de intereses ......................................................... 199
Transición generacional ....................................................................................... 203
Carlos Hank González ..................................................................................... 208
Leopoldo Sánchez Celis .................................................................................... 211
Óscar Flores Sánchez ........................................................................................ 215
Alfonso Martínez Domínguez .......................................................................... 217
Reacomodos en Matamoros ................................................................................. 220
La Dirección Federal de Seguridad ....................................................................... 222
Cocaína ............................................................................................................... 224
El homicidio de Casimiro Espinosa Campos el Cacho .............................................. 228
El homicidio de Ernesto Flores Torrijos y Norma Moreno Figueroa ......................... 235

5. Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) ........................................ 241


Auge y ocaso del primer Cártel del Golfo ................................................................. 242
Motín en el penal de Matamoros.......................................................................... 252
Operaciones financieras y patrimoniales ............................................................... 267
Mario Ruiz Massieu ............................................................................................. 271
Antiguas relaciones, compromisos renovados ....................................................... 278
Rostuca Holdings y Emilio Martínez Manautou .................................................. 281
El surgimiento del nuevo Cártel del Golfo ............................................................... 285
El tráfico en el noreste tras la detención de Juan García Ábrego ............................ 286
Reacomodos tamaulipecos e incursiones sinaloenses ............................................ 293
El ascenso de Osiel Cárdenas Guillén y su guardia personal .................................. 309

Epílogo ......................................................................................................................... 327

Bibliografía ................................................................................................................... 339

Índice analítico ............................................................................................................. 383

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Agradecimientos

Quiero expresar mi reconocimiento y gratitud al Centro de Investigaciones y Estu-


dios Superiores en Antropología Social (ciesas) por su buena disposición para des­
arrollar este trabajo; en especial, a la Dra. Virginia García Acosta, su directora gene-
ral, y a mi colega y amiga, la Dra. Elena Azaola Garrido, por todo su interés en
respaldar esta línea de investigación.
Agradezco al Institute of International Education (iie) y a Robert Quinn, de
la Universidad de Nueva York, junto con todo su equipo. Les doy las gracias por
todo el respaldo en aspectos cruciales para la continuidad de la labor investigativa
que permitió elaborar estas páginas.
Asimismo, a la Universidad de Oslo, Noruega, por su cálida recepción y respal­do­.
En este caso, debo mencionar con particular gratitud a mi amiga y colega, la Dra.
Benedicte Bull, y, por supuesto, a la Dra. Kristi Anne Stolen. A Kristoffer Ring,
por todo el apoyo en cuestiones informáticas. A Manhar Pat Harmansen, por toda
la ayuda con diversas gestiones administrativas y todas las muestras de amigable
solidaridad. Desde luego, a Ivan Briscoe, Osvaldo Dorich, Erik Berge, Mónica
Guillén y Nelson Salinas, por su fraternal amistad.
Gracias también a mis amigos del Instituto de Derechos Humanos y del Cen-
tro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de la Universidad de Connecticut.
A sus respectivos titulares, el Dr. Richard Wilson y el Dr. Mark Overmyer-Ve­
lázquez, por todo el apoyo recibido. Con un énfasis muy particular, a la Dra. Anne
Geblein, entrañable amiga y magnífica colega. A la Dra. Shareen Hertel y a la
Dra. Kathryn Libal, por toda su generosidad. A Marisol Ramos y a Shika Sharma,
por toda su ayuda en la ubicación de material pertinente para mi trabajo.
Agradezco a mi buen amigo, el Mtro. Alejandro Peña García, por todo el di-
ligente apoyo para nutrir esta investigación, que se benefició de su talento y dispo-
sición infatigable, a pesar de la distancia.
Mi reconocimiento también al personal del Archivo General de la Nación y
de la Hemeroteca Nacional, por su colaboración cotidiana y amable mientras tenía
lugar mi investigación.
Mi gratitud infinita y permanente para otras personas que han constituido
elemento crucial para el buen desarrollo de este trabajo. Prefiero mantenerlos in
pectore; ellos saben bien quiénes son.

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La verdad nos hará libres.

Juan 8:32

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Introducción

¿Cuáles son las razones que han hecho del estado fronterizo de Tamaulipas una de
las regiones arquetípicas en términos de tráfico de drogas y violencia asociada a
este fenómeno? En la geografía nacional, la entidad está fuera del corredor donde
se producen este tipo de sustancias, que no han arraigado en su suelo de manera
significativa.
Más allá de su ubicación fronteriza —que ciertamente constituye uno de los
factores determinantes inexorables—, los procesos históricos que condujeron a la
consolidación de estos fenómenos en Tamaulipas tienen que ver más con el esta-
blecimiento temprano de prácticas corruptas relacionadas con estas actividades,
por parte de personajes que mantuvieron un amplio ascendente sobre la entidad por
sí mismos o a través de sus herederos, desde finales de los años cuarenta.
Aunque la presencia del tráfico de drogas y la violencia asociada al mismo
parecen a simple vista una cuestión que irrumpe en el escenario regional a media-
dos de los ochenta, en realidad se encontraba presente desde tiempo atrás, paradó-
jicamente con actores que las instituciones de seguridad y procuración de justicia
mexicanas habían detectado varias décadas atrás.
En Tamaulipas, el desarrollo acelerado de este fenómeno aparece más ligado a
circunstancias artificiales auspiciadas por personajes específicos, que a un proceso
relativamente natural de la ampliación de un mercado de sustancias autóctonas.
Es éste el factor que se evidencia determinante y que hace que en la región noreste
fuera Tamaulipas —y no otro estado fronterizo— la entidad que albergara a la
organización criminal más poderosa de esa parte del país.
El propósito de este trabajo es mostrar esos procesos y los personajes que —a
partir de la evidencia contenida en documentos gubernamentales ahora públicos
e información hemerográfica local e histórica—, parecen compartir la responsabi-
lidad del desbordamiento institucional que hoy día enfrenta esa entidad y que
comenzó a gestarse hace varios decenios.
Esta investigación parte de una premisa básica: el conocimiento que se tiene
sobre la delincuencia organizada para el tráfico de drogas requiere, en general, de
elementos históricos que permitan, en la medida de lo posible, contar con la mayor­
cantidad de información objetiva sobre sus características, su dinámica y los

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­ iversos tipos de factores que la prohíjan. Es éste un requisito previo a la teorización


d
a la que aspiran diversos académicos y especialistas, sin el cual resulta difícil alcanzar­
puntos de acuerdo elementales sobre el tema, que permitan extender la compren-
sión del mismo.
He sostenido en otros trabajos que un elemento central para entender el fe­
nómeno de la delincuencia organizada en México —en especial, la dedicada al
narcotráfico— es su interacción con las estructuras de autoridad bajo una lógica
de contubernio, presente en otras latitudes también, pero potenciada en este caso
por las características del régimen político que imperó en el país durante más de
se­tenta­años y que, en cierto sentido, sigue replicándose en el interior de algunos
estados del país, donde el cambio político externo parece poco permeado. Me
basé en testimonios obtenidos a partir de entrevistas con personajes que, dada su
trayectoria­en cargos gubernamentales de gran responsabilidad, estuvieron en con-
diciones de observar de cerca la lógica en que dicha interacción tenía lugar.1
Este trabajo tuvo muy buena recepción entre la comunidad académica; de
cualquier manera, algunos colegas expresaron la necesidad de llevar a un punto
más allá la autoridad que representaban las fuentes testimoniales, haciendo pública­
su identidad, hecho imposible dado el compromiso original de anonimato asumido­
con ellas.
En el contexto de investigaciones derivadas de este documento original, para
su publicación parcial bajo la forma de artículos en revistas especializadas y arbi-
tradas, algún otro colega expresó, dentro del beneficio del anonimato que también
estos medios académicos conceden —aun tratándose de cuestiones mucho menos
sensibles que la que nos ocupa—, que al no estar la información públicamente
disponible, se podía incluso poner en duda la veracidad de la misma.
Debido a la naturaleza de la cuestión, a la escalada de violencia que inundó al
país poco tiempo después de la aparición de aquel trabajo —originalmente listo para
publicarse desde 2005— y a los riesgos que implica la referencia pública a seme-
jantes temas, no es difícil comprender el interés por el anominato de personas que
hablaron de buena fe sobre la cuestión, pero que sin duda tienen otros intereses
vitales más sustantivos que satisfacer pruritos académicos.
No obstante, comprendí que para un trabajo posterior sería muy deseable contar
con información que permita, sin duda alguna, efectuar, para quien así lo desee,
procesos de comprobación intersubjetiva, es decir, que permita acceder de manera

1
Véase Carlos Antonio Flores Pérez (2009), El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos
para la consolidación democrática, ciesas, México.

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Introducción 15

libre a las mismas fuentes para verificar su contenido. Ese propósito se cumple en
esta investigación.
El tema de esta investigación, que es esencialmente la corrupción política y
policiaca asociada al tráfico de drogas, es incómodo y de difícil tratamiento. Suele
restar apoyos antes que sumarlos: genera desconfianza de autoridades —que en
principio deberían ser las primeras interesadas en conocer el fenómeno y sus di-
mensiones—, porque consideran que su resultado puede alcanzarlas y ponerlas en
entredicho. No suele contar con el respaldo de circuitos académicos que en buena
medida viven de presupuestos públicos o contratos gubernamentales para brindar
distintos tipos de asesoría a quienes ejercen el poder, que perciben en semejantes­
exposiciones un motivo potencial o fáctico de controversia, lesivo para el mecenazgo­
que les favorece. También puede parecer poco discreto o conveniente a la luz de
políticas de cooperación, incluso internacionales, que en aras de mantener un
tratamiento amistoso con sus beneficiarios, insisten en enfocar los problemas de
inseguridad como un asunto exclusivo de falta de recursos materiales o humanos
y su adecuada capacitación, olvidando la información que fluía de manera cons-
tante hace poco más de una década, que mostraba que la raíz del problema tenía
que ver más con una corrupción endémica que con la falta de helicópteros de alta
tecnología para el combate operativo a la delincuencia. Todo esto, sin mencionar
el poco agrado que puede generar en los personajes aludidos, que es un asunto
nada menor.
Frente a todo ello, una de las ventajas que presenta este trabajo es el carácter
público de la información que contiene. Todos los datos que pueda hallar el lector
en las siguientes páginas, pueden ser encontrados en fuentes públicas: documentos
oficiales en el Archivo General de la Nación; periódicos internacionales, naciona­
les­y de Tamaulipas; documentos judiciales que pueden obtenerse en diversas cortes­
federales de Texas y, ocasionalmente, alguna página web.
Éste es un trabajo que pretende ser útil tanto al investigador especializado —por
ello, un breve capítulo de carácter teórico y académico en su inicio y la profusión
de notas de pie de página, a fin de permitirle rastrear la información—, como al
público en general que puede interesarse en la materia y en las implicaciones que
ésta ha tenido para su vida cotidiana y la de sus seres queridos.
Para el primero de estos públicos, debo hacer explícitos algunos aspectos teó-
rico-metodológicos que guiaron la investigación. Ésta se adscribe, en sentido
general,­en la corriente institucionalista-histórica de la ciencia política, aunque el
grueso de la obra es esencialmente histórico en su sentido tradicional, de búsqueda
y exposición de información proveniente de fuentes primarias y secundarias. Parte­
de la noción del efecto de path-dependence, generado por ciertas prácticas corruptas­

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arraigadas dentro de las instituciones centrales y locales de seguridad y justicia, en


una etapa temprana de su desarrollo, que favorecieron su reproducción a lo largo
del tiempo, bloqueando o desviando permanentemente su desempeño formal.
Este proceso puede ser entendido, en general, a partir de aspectos esenciales con-
tenidos en el concepto de reconfiguración cooptada del Estado, desarrollado por Luis
Jorge Garay et al., y que puede ser vinculado con una modalidad específica de falla
del Estado, donde ésta no es producto de la ausencia de recursos estatales ni de su
colapso material, sino de una disfuncionalidad crónica e inducida en su naturaleza­
de garante del interés público. La identificación de los actores y procesos que des-
empeñaron un rol especial en semejante inducción, a partir de su vinculación con
intereses y grupos delictivos, constituye el elemento central para la comprobación
de esta hipótesis.
La indagación histórica se llevó a cabo a lo largo de tres años, en los fondos del
ramo Presidentes del Archivo General de la Nación, especialmente en aquellos de
Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo
López Mateos. Asimismo, en versiones públicas de más de setenta expedientes
personales contenidos en los acervos de la Dirección Federal de Seguridad y la Di-
rección de Investigaciones Políticas y Sociales —dependencias de la Secretaría de
Gobernación extintas en 1985—, ubicados también en el agn. En este caso se
recurrió, en múltiples ocasiones, a la solicitud de la generación de expedientes
semejantes,­mediante requerimiento ante el Instituto Federal de Acceso a la Infor-
mación (ifai). El expediente militar de Carlos I. Serrano también se obtuvo me-
diante esta vía, en el Archivo de Cancelados de la Secretaría de la Defensa Nacional,
lo mismo que el de Juan N. Guerra, como agente de la Procuraduría General de
Justicia del Distrito Federal, institución en la que se obtuvo la copia de la versión
pública correspondiente.
En algunos casos, documentos disponibles en el Archivo Nacional de los Es-
tados Unidos son citados —a partir de las referencias establecidas en las fuentes
bibliográficas en que fueron hallados—, en todo momento con los debidos crédi-
tos a sus respectivos autores.
Se llevó a cabo investigación en fuentes hemerográficas, consistentes en 16 dia­
rios de circulación local (12 en Tamaulipas, uno más en Nuevo León y, ocasional-
mente, tres más de otros estados); 16 periódicos y un semanario nacionales. En el
caso de la prensa local, el periodo de investigación fue de 1947 a 1993, aunque la
indagación se extendió hasta 1999 en el periódico El Norte, de Nuevo León, favo-
recida por su disponibilidad en línea. En lo referente a los medios de circu­lación
nacional, la mayor parte de la investigación se llevó a cabo con recursos digitales,
aunque ocasionalmente se rastreó en sus versiones impresas información relevante

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Introducción 17

no contenida en los primeros, debido a su antigüedad. La información más recien-


te se rastreó en línea.
Para la indagación informativa en prensa internacional se recurrió a los servicios­
de Newspaper Archives, sitio de paga en internet que ha compilado y digitalizado
los ejemplares de múltiples periódicos a nivel mundial, y que cuenta con motores
de búsqueda especializados para ubicar datos por país, nombre, lugar y periodo.
Se accedió también, directamente, a los sitios web de otros periódicos. En total, en
este caso, fueron consultadas 17 publicaciones.
El criterio que guió la selección de fuentes hemerográficas fue el de brindar la
perspectiva más amplia y panorámica posible de los hechos que se informan. En
su inmensa mayoría, se refiere a notas periodísticas de las cuales se extrajeron los
datos tal y como fueron reportados. No se recurrió, en absoluto, a artículos edito-
riales o de opinión. En muy pocos casos se hizo referencia a información contenida­
en columnas periodísticas, señalando específicamente cuando así ocurrió. En es-
tos casos, por ejemplo, se refirió la asistencia de diversos personajes de interés a
eventos sociales o la relación de amistad entre los mismos.
No se privilegiaron medios informativos por corte ideológico, sino por el se-
guimiento de la información y la precisión en la cobertura. Un factor a considerar,
además, fue la disponibilidad física de los diarios en los acervos de la Hemeroteca
Nacional.
Cuando la información proporcionada por diversos medios fue contrastante,
se optó por aquella que evidenciara un seguimiento más preciso y sistemático, o
bien, se hizo referencia explícita a la diferencia de versiones.
Aspectos genealógicos relevantes se rastrearon en el sitio web My Family Search,
que ha integrado los registros oficiales de nacimientos, bautizos, matrimonios y
defunciones en muchos países, incluyendo México, desglosándolos por entidades
e incluso por ciudades, por un periodo de tiempo que incluye varios siglos de
acervos documentales.
Se consultaron, también en su integridad, los casos penales y civiles seguidos
respectivamente contra Juan García Ábrego y Mario Ruiz Massieu, en la Corte
Federal de Houston, Texas, en los años 1996 y 1997. Asimismo, se incluye infor-
mación contenida en documentos judiciales de las cortes de Texas, Estados Unidos,
relativos al proceso penal en curso contra Antonio Peña Argüelles, donde aparece
vinculado el ex gobernador Tomás Yarrington Ruvalcaba, así como la acusación de
naturaleza civil en contra de este último.
También se realizó investigación en fuentes bibliográficas especializadas en la
historia de Tamaulipas. En este caso, especial relevancia cobraron aquellas en las
que el autor fuera testigo presencial de los hechos narrados, como ocurrió con el

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trabajo de Ciro R. de la Garza Treviño, actor y cronista de muchos asuntos rele-


vantes que, más allá de sus opiniones subjetivas, fue útil para establecer la existencia­
de relaciones personales en los que la relatoría de procesos generales usualmente
no repara.
Se debe aclarar, además, que este trabajo no es una historia exhaustiva y per-
fectamente secuencial de todos los aspectos o hechos relacionados con el tráfico de
drogas en Tamaulipas. Semejante tarea hubiera requerido no un volumen, sino una
enciclopedia, dada la abundancia de incidentes ocurridos entre 1947 y 2000, que
constituye el periodo de referencia central de la investigación. Sin embargo, los
datos que aquí se presentan constituyen, a mi juicio, los más relevantes para com-
prender el desarrollo de la organización delictiva que llegó a consolidarse como
hegemónica no sólo en Tamaulipas, sino en toda la región noreste, en el periodo
señalado: la denominada, de manera coloquial, como el Cártel del Golfo. Debido
a la relevancia de la misma, y de algunos hechos especialmente relacionados con
ella, algunas cuestiones ocurridas fuera de este periodo también fueron abordadas
en un apartado específico, dentro del último capítulo de la obra.
La exposición tampoco es en todo momento estrictamente secuencial, sino
que en ocasiones hace referencia a hechos pretéritos o futuros, relacionados con
aquel que se aborda de manera sustantiva. Lo anterior se realizó como una medida
para facilitar al lector la ubicación de personajes y procesos que, de otra manera,
dada la multiplicidad de nombres que aparecen en la investigación, podrían pasar
desapercibidos.
Uno de los puntos fuertes del trabajo es la exposición de información pública
y oficial que corrobora los amplios niveles de corrupción institucional relacionada
con el tráfico de drogas, su carácter central para la reproducción de las organizaciones­
dedicadas a esta actividad, y su naturaleza de orden político y no sólo policial.
En contraste, uno de los elementos que constituyen una debilidad —además
de aquellas que encuentre el lector— es que esta información es necesariamente
parcial; no en el sentido de su interpretación, sino del carácter heterogéneo, limi-
tado o incompleto en lo que se refiere al papel de personajes relevantes, de los
cuales no existe registro público o a los cuales no fue posible acceder.
Una cuestión a destacar es que los criterios de la desclasificación de informa-
ción son variables y —aun en el Archivo General de la Nación— los propios para
la presentación de las versiones públicas de los expedientes guardan diferencias­,
probablemente debido a los cambios del personal encargado de semejante tarea.
Así, por ejemplo, los expedientes desclasificados en tiempo más reciente se aprecian
más completos y útiles en términos de investigación histórica, mientras que otros
previos —donde el criterio prevaleciente fue sólo la recopilación de las fojas donde

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Introducción 19

aparece el nombre del personaje de interés, sin presentar en su conjunto­el docu-


mento original del cual forman parte— resultan prácticamente inservibles, pues
se evita la posibilidad de evaluar su contexto y valía.
A pesar de haber entregado formalmente al Archivo General de la Nación los
acervos correspondientes a la Dirección Federal de Seguridad y la Dirección de
Investigaciones Políticas y Sociales, la integración de estos documentos continúa
dependiendo, en buena medida, de personal del Centro de Investigación y Segu-
ridad Nacional (Cisen), de manera que el acceso a determinados documentos,
considerados sensibles por esta institución, pudiera ser sujeto a restricciones, más allá
de lo expresado por la Ley Federal de Acceso a la Información y sus medidas de
protección a datos personales, y de la voluntad de los propios investigadores del
Archivo General de la Nación. No obstante, en beneficio de la labor y del profesio­
na­lismo del personal de ambas instituciones, encargado de sistematizar y propor­
cio­nar la información contenida en estos archivos, debo señalar que los casos donde­
ésta se apreciaba insuficientemente integrada o descontextualizada fueron pocos.
El valor específico de la información contenida en estos acervos puede consi-
derarse alto. Muchos de los reportes o memorandos fueron elaborados por dele­
gados de la dfs o la dips, o bien, por sus propios titulares. Particular relevancia
guar­dan aquellos redactados bajo la dirección del coronel Manuel Rangel Escamilla,­
personaje que, a diferencia de varios de sus predecesores y sucesores, no se aprecia
involucrado en juegos de poder o actividades irregulares, en el sentido que interesa­
a este trabajo.
No se omite que la propia dfs tenía a su vez un amplio historial de corrupción,
pero éste es también evidenciado a lo largo del trabajo. Cabe señalar, además, que
en las disputas burocráticas entre las instituciones mexicanas de seguridad, la
corrup­ción de alguna de ellas no ha sido nunca óbice para que ésta reporte, con
la mayor precisión posible, la propia de las dependencias rivales o de personajes
considerados contrarios a sus intereses políticos.
Por otro lado, alguna parte de la información que aquí se presenta ha aparecido­
también ya ante la opinión pública, si bien de manera poco sistemática, aislada, y
con frecuencia con imprecisiones relevantes, de manera que su exposición conjunta­
y verificada con los criterios académicos apropiados constituye otro elemento­en-
riquecedor.
En general, se recomienda la lectura secuencial del trabajo. El primer capítulo
aborda cuestiones teóricas esenciales y definiciones básicas para encuadrar el fenó-
meno que se estudia, que el lector especializado puede hallar útiles en términos de
contribución académica a la comprensión del mismo, y el lector del público en
general podrá encontrar, espero, no demasiado aburridas ni abstractas. En él

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20 Carlos Antonio Flores Pérez

analizo­criterios generales para entender las interacciones entre el Estado, el régi-


men político y la delincuencia organizada, en términos de contubernio, y las ca-
racterísticas que éstas tuvieron en el contexto mexicano vigente hasta 2000. Explico­
también los conceptos empleados de reconfiguración cooptada del Estado y la rela-
ción que tiene con una modalidad específica del proceso de falla del Estado, que
asimismo describo. La comprensión de estos aspectos teóricos es deseable para
encuadrar el resto de la información que se presenta en el trabajo, pero no sobre-
carga el resto de la exposición ni limita las posibilidades de que ambos tipos de
lectores realicen sus propias inferencias.
Expongo la evolución general del tráfico de drogas en México, a la luz de las
características específicas del régimen político posrevolucionario, así como del trá-
fico de cocaína en términos históricos, tanto en su contexto global como nacional,
durante el periodo de referencia de este trabajo. En este último caso, señalo tam-
bién algunos aspectos inherentes a la lógica de producción y comercio transnacio-
nal de esta última droga psicoactiva, que vale la pena tener en consideración para
una mejor comprensión de los hechos descritos en las siguientes secciones del libro.
El segundo capítulo es un contexto sociodemográfico e histórico de Tamaulipas.­
Recomiendo ampliamente su lectura porque permite apreciar procesos políticos
que constituyen un eje fundamental para la comprensión de los hechos que se
exponen y la familiarización con personajes que habrán de desempeñar un rol
central en el resto del trabajo. Describe en particular la evolución de los hechos
histórico-políticos derivados de la Revolución mexicana en la entidad, la consoli-
dación de la camarilla de Emilio Portes Gil y su desplazamiento de las estructuras
locales de poder por la de Miguel Alemán Valdés, con aquellos personajes que,
dentro del estado, se asociaron con sus intereses.
El tercer capítulo aborda algunos hechos delictivos cometidos entre finales de
los cuarenta y principios de los años sesenta, por personajes que habrán de confor-
mar en su momento la principal organización del tráfico de drogas en Tamaulipas.
Se muestran sus relaciones con funcionarios y personajes políticos de primer nivel
en los ámbitos central y locales, que en 1947 arribaron al poder en ambas dimen-
siones, y la protección que éstos les brindaron a determinados criminales, a pesar
de estar plenamente identificados como autores de los delitos expuestos, por la
confluencia de intereses entre unos y otros, en materia de tráficos ilícitos de orden
diverso. Se relata la aparición de la figura de Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas,
líder original de la estructura criminal que habría de conocerse como el Cártel del
Golfo, y su estrecha vinculación con diversas figuras de poder. El periodo que se
cubre es de 1946 a 1964.

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Introducción 21

El cuarto capítulo expone la transición generacional entre personajes vinculados


con el alemanismo y otros tantos que heredaron de ellos intereses y asociaciones
irregulares, así como los procesos renovados de protección institucional sobre los
mismos grupos criminales, que habrían de potenciarse a partir del surgimiento de
un mercado internacional de drogas psicoactivas altamente demandadas. Este apar-
tado muestra cómo los cambios políticos dentro de la clase política posrevolucio-
naria parecieron ya irrelevantes para la continuidad de intereses ilícitos a la luz de
las grandes expectativas de enriquecimiento que éstos representaban desde finales
de los años setenta. Se aborda la consolidación de la organización de Juan N. Gue-
rra en el tráfico de drogas a lo largo del periodo 1964-1988, el surgimiento del
liderazgo de su sobrino, Juan García Ábrego, su incursión acelerada en el tráfico
de cocaína hacia los últimos años de esta época, y su consolidación amparada en
amplias relaciones de protección política y policiaca.
El quinto capítulo relata el auge y fin de esta última etapa de la organización.
Expone algunas evidencias sobre los altos grados de corrupción que permitieron
su operación, hasta la detención de García Ábrego. Expone también los reacomo-
dos graduales que tuvieron lugar en el noreste, especialmente en Tamaulipas, tras
este hecho, hasta la construcción de una nueva hegemonía en la región: la de Osiel
Cárdenas Guillén. Se expone cómo la variación en las condiciones políticas, que
culminarían en el cambio de régimen, afectaron las circunstancias del surgimiento
de esta última organización y, en consecuencia, su propia lógica operativa y fun-
cional. Asimismo, se abordan algunas cuestiones que darían lugar, años después, a
la confrontación entre la organización de Cárdenas Guillén con otras originarias
del noroeste del país, causa fundamental de la violencia registrada en los
últimos años. En este caso, el periodo abarcado es de 1988 a 2000.
Finalmente, en el epílogo, se hace una reflexión sobre los hechos expuestos a
lo largo del trabajo, a la luz de los planteamientos teóricos analizados en el inicio,
además de una referencia a hechos ocurridos en años más recientes; en especial, in-
vestigaciones judiciales en contra de algunos ex mandatarios tamaulipecos que
arrojan nuevos datos y parecen confirmar los altos y añejos grados de compenetra-
ción entre actores políticos y criminales en Tamaulipas, al punto de diluir la dife-
rencia entre unos y otros a proporciones de sutileza analítica.
Asumo de antemano las imprecisiones que pudiera contener el trabajo. No son
de mala fe, sino, en todo caso, espero sean producto del propio carácter limitado
o esquivo de la información y de la naturaleza del tema que se expone. Hasta donde­
fue posible procuré evitar juicios de valor; por el contrario, intenté dejar que la
información aportara por sí misma las evidencias necesarias. Espero haber cum-
plido con tal propósito.

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22 Carlos Antonio Flores Pérez

Agradezco por igual el interés de los colegas y del público en general por leer
estas páginas. Lo hago con especial sensibilidad en el caso de estos últimos lectores,
muestra aleatoria de la sociedad mexicana que pagó con sus impuestos mi forma-
ción académica y mi posterior trabajo de investigación. Les agradezco su interés
por estos temas, a pesar del agobio que en la actualidad representa, para su vida y
su tranquilidad, la continua reproducción de hechos de violencia criminal que
atestiguan en su entorno y que, acaso, pueden hacer palidecer a aquellos que aquí
se relatan, más allá de si éstos salen a relucir ante la opinión pública o no. Les agra­
dezco por su disposición para conocer mi interpretación y análisis sobre una de las
causas fundamentales de la violencia que hoy padecen: la suplantación del interés
público por intereses de orden criminal en las instituciones que pretendidamente
deberían velar por su bienestar y el de los suyos. Espero, con humildad, que este tra­
bajo contribuya no sólo al conocimiento académico, sino a la construcción de con-
ciencia ciudadana, de reflexión en la búsqueda de nuevos caminos de acción para
hacer de las instituciones representantes del interés de la gente, de renovación del
espíritu de cambio democrático e institucional que nos lleve, por fin, al México­
justo al que aspiramos, basado en una convivencia armónica y equitativa,­cimenta­
da­en leyes e instituciones. Si para ello sirven estas páginas, así sea en grado ínfimo,
cumplieron su propósito y me doy por bien servido.

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1. Estado y delincuencia organizada

El fenómeno de la delincuencia organizada se encuentra presente en una amplia


diversidad de países, diferenciados a su vez por las más dispares características en
términos de desarrollo económico, régimen político y características sociodemo-
gráficas. Dada su proliferación, puede suponerse que la delincuencia organizada
deriva de las propias dinámicas de las sociedades contemporáneas. No obstante,
los niveles de afectación que presentan los distintos casos muestran un notable
contraste. En algunos de ellos, la delincuencia organizada opera con un perfil
bajo, con escaso uso de la violencia y genera una afectación menor a la gobernabi-
lidad, a la dinámica institucional y a la convivencia cotidiana de la población. En
otros, su operación está asociada a grados muy altos de violencia, que en algunas
ocasiones llegan a asemejar a aquellos presentes en condiciones de conflicto inter-
no, acompañados por un profundo desgaste de las instituciones del Estado y una
zozobra social permanente.
En este capítulo se exponen algunas consideraciones teóricas encaminadas a
explicar por qué algunos países muestran condiciones más favorables para el des­
arrollo de una delincuencia organizada de alta intensidad, con alta proclividad a la
violencia y capaz de vulnerar la gobernabilidad, el funcionamiento de las institu-
ciones y la convivencia social.
Estas condiciones pueden ubicarse más en las profundas disfuncionalidades que
estos países presentan en sus respectivas estructuras estatales —potenciadas por las
características de sus regímenes políticos— que en los argumentos míticos y mani-
queos que suelen proliferar en los discursos oficiales de sus respectivas esferas de
autoridad. Discurso que suele reducir el problema a la lucha entre autoridades
buenas y delincuentes malos, y pretende modelar el imaginario colectivo a partir
de la repetición constante del imaginario oficial, construido artificialmente como
una cadena interminable de arrestos, decomisos, incautaciones de bienes y sustan-
cias ilegales, insuficientes para modificar el panorama en sentido positivo.
La retórica de los grandes números de semejante discurso tiende a difuminar
el hecho de que en varios de los estados donde la operación de la delincuencia
organizada ha generado crisis arquetípicas, la interacción de actores públicos y

23

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24 Carlos Antonio Flores Pérez

delictivos suele estar bastante alejada de los cánones establecidos por las normas
institucionales formales.
Como se verá a lo largo de estas páginas, en determinados estados el crecimiento
exponencial de la delincuencia organizada ha estado directamente vinculado a las
acciones y omisiones de múltiples actores públicos que, con propósitos de beneficio
personal, prevaricaron en sus funciones y auspiciaron su operación validos de sus
cargos oficiales o influencia personal en los círculos políticos y gubernamentales.
En algunos casos, dada la jerarquía de los actores públicos involucrados, estos in-
tereses desviaron el desempeño de múltiples instituciones políticas y de seguridad
en una lógica de reconfiguración cooptada del Estado, de manera que su funcionamien-
to normal fue obstaculizado y en su lugar se institucionalizaron prácticas corruptas
de protección a la delincuencia.
En estos casos, la crisis de seguridad no constituye sino la expresión más visible
y violenta de una disfuncionalidad estructural más profunda, donde el desempeño
cotidiano de múltiples instituciones está desprovisto de contenidos básicos de in-
terés público y, por el contrario, refuerza otros de carácter estrictamente privado,
e incluso criminal, a través de una corrupción endémica e institucionalizada, ga-
rantía permanente de impunidad.
Se trata pues, de una situación en la que la disfuncionalidad del Estado, po-
tenciada por la desviación inducida desde el propio interior de sus instituciones,
le coloca en una situación de falla permanente para gestionar sus propios recursos
con eficiencia, garantizar la preservación de sus instituciones y proveer bienes
políticos esenciales a su población. Un Estado carcomido desde sus mismas entra-
ñas, que atestigua entonces situaciones de creciente ingobernabilidad y violencia
agravadas, producto de la operación de una delincuencia organizada agigantada,
que creció bajo su propia tutela.

Consideraciones teóricas sobre los vínculos entre poder


y delincuencia organizada

La imagen oficial y mediática que se suele presentar del crimen organizado procura,
generalmente, convencer sobre la veracidad de varios supuestos: 1) que el ambien-
te público siempre es hostil a las organizaciones criminales; 2) que los funciona-
rios públicos en su conjunto son ajenos a las actividades ilícitas
ícitas de los grupos de-
e-
lictivos que se encargan de perseguir, salvo casos de excepción; 3) que los casos
documentados de vinculación entre organizaciones criminales y funcionarios pú-
blicos del más diverso nivel jerárquico son producto de prevaricaciones individua-

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Estado y delincuencia organizada 25

les, y no obedecen a prácticas institucionalizadas ampliamente arraigadas y difun-


didas dentro­de las instituciones gubernamentales; 4) que, en todo caso, son los
delincuentes quienes corrompen de manera unilateral a funcionarios públicos
generalmente conscientes de su deber.
No obstante, una de las premisas fundamentales para la existencia de la delin-
cuencia organizada de altas proporciones es la corrupción institucional que permi­te
la perduración de las operaciones ilegales. No existe una definición consensua­da
sobre delincuencia organizada, pero múltiples autores resaltan la importancia de
la existencia de una amplia red de corrupción gubernamental para la operación
perdurable del grupo delictivo.1
La delincuencia organizada está presente en todos los países del mundo, y si
un ingrediente para su existencia es la corrupción, ésta afecta de manera variable a
cada caso. Sin embargo, sólo en algunos tal relación es endémica, al grado de fractu­
rar gravemente la gobernabilidad y poner en duda la naturaleza pública de las
ins­tituciones del Estado.
Sostengo que la relación transaccional entre funcionarios y delincuentes pue-
de articularse en distintas condiciones de equilibrio, que dependen de la fortaleza
o la debilidad del Estado y que pueden acentuarse o no a partir de las característi-
cas del régimen político. Estos dos factores constituyen las bases estructurales en
las que se desarrolla el intercambio entre ambos actores sociales, y determinan los
recursos que unos y otros emplean para maximizar sus respectivos beneficios.

De la fortaleza o debilidad del Estado

La incapacidad crónica de algunos estados para dotar a su población con determi-


nados bienes políticos, generalmente identificados como razón fundamental de su

1
Véase, por ejemplo, Naylor, R.T. (1997), “Mafias, Myths and Markets: On the Theory and Practice
of Enterprise Crime”, Transnational Organized Crime, vol. 3, núm. 3, p. 6; Albini, Joseph (1971),
The American Mafia: Genesis of a Legend, Appleton Century Crofts, Nueva York; Bailey, John y Roy
Godson (2000), “Introducción: El crimen organizado y la gobernabilidad democrática: México y
Estados Unidos. Las zonas fronterizas mexicanas”, Crimen organizado y gobernabilidad democrática.
México y la zona fronteriza, Grijalbo, México, p. 19; Geffray, Christian (2002), “Drug Trafficking
and the State”, Globalization, Drugs and Criminalization. Final Research Report on Brazil, China,
India and Mexico, Management of Social Transformations, unesco, p. 47; Chambliss, William
(1978), On the Take: From Petty Crooks to Presidents, Indiana University Press, Bloomington; Block,
Alan (1994), East Side–West Side: Organizing Crime in New York City, 1930-1950, Transaction,
New Brunswick, p. 10; Mcillwain, Jeffrey Scott (1993), “Organized Crime: A Social Network Ap-
proach”, Crime, Law & Social Change, núm. 32, Holanda, p. 304.

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26 Carlos Antonio Flores Pérez

existencia, ha sido un tema muy debatido en la comunidad de la ciencia política sin


que se hayan alcanzado consensos en las definiciones del fenómeno.
Ésta es una preocupación que ha atraído la reflexión de diversos autores. Desde
Huntington, quien señalaba hace más de cuarenta años que la diferencia más impor-
tante entre los países no era su forma de gobierno, sino el grado de gobierno con que
contaban,2 hasta los autores que, en años más recientes, analizan diversas condiciones
deficitarias del Estado bajo la denominación del Estado fallido, como Rotberg.3 En
consecuencia, en el debate han aparecido conceptos diversos como Estado débil,4 Estado­
frágil,5 Estados colapsados,6 entre otros.
Una multiplicidad equiparable puede encontrarse en la variedad de metodo-
logías encaminadas a medir el grado de debilidad o fortaleza, de gobernabilidad7
o falla del Estado.8 La diferencia en definiciones e indicadores considerados deriva
en una amplia divergencia en la evaluación de casos específicos. Los Estados en
situación crítica parecen multiplicarse o reducirse dependiendo del enfoque em-
pleado, según mostraron Logan y Preble.9
No es el propósito de estas páginas exponer en detalle las diversas implicaciones­
analíticas de los distintos conceptos propuestos para definir tales casos ni de las
metodologías encaminadas a medir el fenómeno. A partir del reconocimiento de
diferencias de grado, aun entre casos que podrían incluirse en una misma categoría,

2
Huntington, Samuel P. (1972), El orden político en las sociedades en cambio, Paidós, Buenos Aires/
Barcelona-México, p. 13.
3
Rotberg, Robert (ed.) (2004), When states fail. Causes and consequence, Princeton University Press,
Princeton-Oxford.
4
Buzan, Barry (1988), “People, States and Fear: The National Security Problem in the Third World”,
en Azar, Edward y Chung-in Moon, National Security in the Third World, Cambridge University
Press.
5
Banco Mundial (2006), Engaging with fragile states, Washington, disponible en <http://lnweb90.
worldbank.org/oed/oeddoclib.nsf/DocUNIDViewForJavaSearch/A4D6461B0067E049852571F
500551E1B/$file/licus.pdf >.
6
Zartman, William (ed.) (1995), Collapsed States: The Disintegration and Restoration of Legitimate
Authority, Lynne Rienner, Boulder co.
7
Véanse, por ejemplo, los indicadores de gobernabilidad empleados por el Banco Mundial, en
Kaufmann, Daniel, Art Kraay y Massimo Mastruzzi (2009), “Governance Matters VIII: Aggregate
and Individual Governance Indicators, 1996-2008”, disponible en <http://papers.ssrn.com/sol3/
papers.cfm?abstract_id=1424591>.
8
Véase, por ejemplo, el índice de la Fundación para la Paz (Fund for Peace Failed State Index),
disponible en <http://www.fundforpeace.org/web/index.php?option=com_content&task=view&i
d=99&Itemid=140>.
9
Logan, Justin y Christopher Preble (2008), “Fixing failed states. A cure worse than the disease?”,
Harvard International Review, vol. 29 (4), invierno.

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Estado y delincuencia organizada 27

y a la luz de la multiplicidad metodológica en su medición, opto por exponer una


dicotomía cualitativa básica. Las consideraciones aquí expuestas no persiguen
una caracterización exhaustiva con indicadores concretos expuestos en detalle. Se
trata, fundamentalmente, de ofrecer definiciones esenciales que, más allá de las
gradaciones lógicamente diferenciables en cada caso histórico, permitan centrar la
discusión sobre determinados contrastes entre las expectativas que se guardan nor-
malmente respecto al Estado y las deficiencias en el cumplimiento de sus propias
premisas.
Esta diferenciación esquemática parte de la concepción del Estado desarrollada­
por Guillermo O’Donnell, en una lógica donde integra aspectos aparentemente
contradictorios de distintas teorías sobre el mismo.10 Expongo sucintamente sus
aspectos centrales, que he explicado con más detalle en otro trabajo.11
En el pensamiento político contemporáneo sobre el Estado existen tres orien-
taciones predominantes. La primera, que define al Estado desde su esencia como
monopolio legítimo de la violencia sobre un territorio determinado para el man-
tenimiento del orden vigente.12 La segunda, que aprecia al Estado como un ins-
trumento reproductor de los intereses materiales de determinado segmento de la
sociedad, que a partir del marco institucional, reflejo de una relación asimétrica de
poder, subsume los intereses del resto.13 Una tercera, también instrumental, más
antigua, pero muy influyente, concibe al Estado como emanación de la voluntad
individual de los integrantes de la comunidad política que, en una lógica contrac-
tual, le instituyen para proteger sus propios intereses a partir de un esquema subsi­
diario y representativo.14
En términos resumidos, la concepción del Estado desarrollada por O’Donnell
asume que los contrastes entre estas concepciones no son sino diferenciaciones
analíticas de un fenómeno complejo de dominación social. El monopolio legítimo
de la violencia es un prerrequisito fundamental de la existencia del Estado, pero el
mismo da lugar a un ordenamiento interior que reproduce un reparto necesaria-

10
O’Donnell, Guillermo (1978), “Apuntes para una teoría del Estado”, Revista Mexicana de Sociolo-
gía, vol. 40, núm. 4, Estado y clases sociales en América Latina (oct.-dic.), pp. 1157-1199.
11
Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 20-69.
12
Weber, Max (1983), Economía y sociedad, segunda edición en español, Fondo de Cultura Econó-
mica, México, pp. 43-44.
13
Engels, Friedrich (1974), “Del socialismo utópico al socialismo científico”, en Marx, Karl y F. En­
gels,­ Obras escogidas, t. III, Editorial Progreso, Moscú, pp. 153-155.
14
Locke, John (1998), Concerning civil government second essay: an essay concerning the true original
extent and end of civil government, The Pennsylvania State University, Penn’s State Electronic Classic
Series, pp. 49-50.

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28 Carlos Antonio Flores Pérez

mente desigual de los recursos socialmente disponibles, es decir, su constitución


esencial se reviste simultáneamente de una dimensión instrumental. La inequidad
en el reparto de recursos sociales que representa el Estado sólo se hace tolerable en
la medida en que éste, a su vez, es capaz de instaurar un mecanismo de reciprocidad
entre gobernantes y gobernados, y un principio paritario entre estos últimos en
relación con el trato que reciben del Estado (igualdad ciudadana ante el Estado),
como mecanismo fetichizado para atenuar la crudeza de la subyugación estatal. A
partir de estas condiciones se genera un sentido de interés público diferenciable de
los meros intereses hegemónicos y, en consecuencia, condiciones de legitimidad que
brindan perdurabilidad al arreglo político. El monopolio fáctico de la violencia­
sólo se hace tolerable cuando da muestras claras de proteger al menos un umbral
básico de intereses públicos, y cuando los distintos elementos que integran la co-
munidad política no están sistemática y permanentemente excluidos de la posibili­
dad de beneficiarse de los recursos sociales disponibles.
Los Estados con mayor solidez, estabilidad y funcionalidad serían aquellos que
ejercen de facto un monopolio de la violencia certero sobre su territorio. Además,
han logrado trascender un carácter instrumental de mero aparato de subyugación,
y garantizan a los gobernados la protección de un interés de naturaleza pública, así
como una relativa equidad objetiva en el acceso a los recursos sociales y en el trato
que los mismos reciben del Estado.

CUADRO 1.1
Premisas de la fortaleza o debilidad del Estado
Estado fuerte Estado débil
Amplia tendencia hacia el monopolio legítimo Incapacidad para garantizar el monopolio
de la violencia. de la violencia.
Soberanía comparativamente sólida. Soberanía notablemente mermada.
Cumplimiento de las estructuras normativas Aplicación discrecional de las leyes.
oficialmente reconocidas.
Funcionamiento del aparato público, de acuerdo Ejercicio patrimonial y clientelar del gobierno.
con criterios propios de la dominación
burocrática-legal weberiana.
Atenuación del carácter instrumental del Estado Agudización del carácter instrumental del
como mero reproductor de intereses privados, Estado, como mecanismo reproductor de
mediante garantías institucionales de condiciones inequitativas de reparto y acceso
reciprocidad a favor de los ciudadanos. a los bienes socialmente deseables.
Fuente: Carlos Antonio Flores Pérez, El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos para la con­
so­lidación democrática, Publicaciones de la Casa Chata, ciesas, 2009, p. 120.

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Estado y delincuencia organizada 29

Estas condiciones estructurales se ven reflejadas en el diseño y operación de las


instituciones y normas del Estado. Varias de estas instituciones entrecruzan las di­
mensiones pública y privada, y sus fortalezas o debilidades tienen un efecto que
trasciende los acotamientos analíticos con los que se les enfoca usualmente. Así,
por ejemplo, el Estado de derecho no es materia exclusiva de una dimensión penal
ni electoral, sino que implica también la vigencia de las normas estatales que afec-
tan múltiples dimensiones de la vida privada también reguladas por el Estado.15
Aspectos nodales que por lo general han sido abordados analíticamente en el
ámbito de las características del régimen político serían, bajo esta perspectiva, pro-
fundamente afectados por el cumplimiento o deficiencia de estos rasgos estructurales.
La naturaleza del régimen político que se asienta sobre estas bases estructurales pue-
de acentuar su fortaleza o exacerbar sus debilidades.

CUADRO 1.2
Premisas de acuerdo con la naturaleza del régimen político
Régimen democrático Régimen autoritario
Elección del gobierno mediante sufragio El mecanismo fundamental de acceso al poder no
popular. es el voto popular.
Concepción contractual-garantista del Estado Concepción orgánica del Estado y de la relación
(la autoridad es subsidiaria del interés ciudadano). de éste con sus ciudadanos (la autoridad manda y
el gobernado obedece).
Reparto del poder. Concentración del poder.
Ejercicio del gobierno apegado a la norma Legalidad subordinada a intereses políticos.
jurídica. Legislación ad hoc a los intereses políticos del
momento o interpretación arbitraria de la ley.
Garantía y protección de derechos políticos Supresión variable de derechos políticos y
y libertades civiles. libertades civiles.
Rendición institucional de cuentas orientada La rendición de cuentas sólo se ejerce hacia el su-
a la ciudadanía y abierta a la misma. perior jerárquico, con exclusión de la ciudadanía.
Ordenamientos y prácticas incluyentes. Ordenamientos y prácticas excluyentes.
Fuente: Carlos Antonio Flores Pérez, El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos para la
consolidación democrática, Publicaciones de la Casa Chata, ciesas, 2009, p. 121.

15
O’Donnell, Guillermo (1999), “Polyarchies and the (Un)Rule of Law”, en Méndez, Juan E., Guiller­
mo O’Donnell y Paulo Sérgio Pinheiro (1999), The (Un)Rule of Law and the Underprivileged in
Latin America, University of Notre Dame Press, Notre Dame, pp. 318-319.

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30 Carlos Antonio Flores Pérez

La situación inversa caracterizaría a aquellos estados que muestran mayores


deficiencias en las referidas condiciones estructurales. En ellos, el carácter instru-
mental de la violencia del Estado, como protección virtualmente exclusiva de los
intereses privados de determinados segmentos sociales, se exacerba. Es aquí donde
se encuentra el origen del perenne autoritarismo de sus gobiernos, de la aplicación
discrecional de la ley y la lógica privatizada de la acción gubernamental, que no
persigue otra cosa que el beneficio de actores privados específicos, transformándose
con frecuencia en franca corrupción. El orden instituido tiene una legitimidad
cuestionada, pues es profundamente excluyente y, como consecuencia, el monopolio­
de la violencia es precario. En estos estados, la democratización parcial e inacabada
puede conducir al deterioro de los mecanismos formales e informales previamente
empleados para subsanar de manera ad hoc diversas deficiencias estructurales.
Dadas las paradojas observadas en múltiples países de reciente democratización,­
varios autores han resaltado la relevancia de la funcionalidad del Estado como
prerrequisito para la fundación y el funcionamiento de una democracia liberal
efectiva.16 En estados donde la distinción entre intereses públicos y privados es en
general tenue, y donde el régimen político no integra condiciones operantes de
transparencia, rendición de cuentas y cumplimiento de la ley, las condiciones fa-
vorables para la corrupción se multiplican. Son éstas las circunstancias más propicias­
para el surgimiento de profundos vínculos de contubernio entre autoridades y
delincuentes, como una de sus variantes.
Un esquema de la interacción entre la fortaleza o debilidad del Estado, el ré-
gimen político y su efecto sobre las características de la colusión entre funcionarios
y delincuentes puede ser el que he descrito con mayor detalle en otro trabajo. 17
Muestro aquí sólo su esbozo e invito al lector interesado a remitirse al mismo para
mayores precisiones. Añado simplemente que la tipología propuesta está articulada­
a partir de tres criterios: 1) la concentración o dispersión de actores que ejercen el
control predominante en estos nexos; 2) la direccionalidad que tiene, es decir, la
existencia o ausencia de un relación jerárquica relativamente clara entre funciona-
rios y delincuentes, en el sentido predominante en que se ejerce el control sobre el
vínculo, y 3) la tendencia que pueda tener para proliferar e influir negativamente
en el funcionamiento del Estado.
16
Véanse, por ejemplo, Diamond, Larry (1997), Is the third wave of democratization over?, working pa-
per #237, The Helen Kellogg Institute for International Studies, University of Notre Dame, marzo,
p. 13; Linz, Juan J. y Alfred Stepan (1997), “Toward consolidated democracies”, en Diamond,
Larry, Marc F. Plattner, Yun-han Chu y Hung-mao (eds.), Consolidating the third wave democracies,
Johns Hopkins University Press, Baltimore/Londres, p. 14.
17
Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 105-136.

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CUADRO 1.3

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Tipología propuesta de las relaciones entre crimen organizado y política
Estado fuerte- Estado fuerte- Estado débil- Estado débil-
régimen autoritario régimen democrático régimen autoritario régimen democrático

Régimen. Totalitarismo. Democracia liberal. Autoritarismo. Democracia con débil


contenido liberal.
Tipo de vínculo Monopólico- Fragmentado- Centralizado- Atomizado-
con las organiza- descendente- multidireccionado- descendente- multidireccionado-
ciones criminales limitado. limitado. incremental. incremental.
endógenas.

Características. El Estado monopoliza El Estado monopoliza El Estado tiende a mono- El Estado tiende a mono-
efectivamente la coerción efectivamente la coerción; polizar la coerción, con polizar la coerción, con
y es capaz de controlar a los funcionarios gubernamen- deficiencias variables según deficiencias variables
todos los sujetos sociales, tales han interiorizado un el caso histórico. Tiende a según el caso histórico.
de manera que expolia sentido de servicio al bien organizar centralmente los El poder está atomizado
Estado y delincuencia organizada

verticalmente a los grupos público. El vínculo entre mecanismos de control en instituciones políticas
criminales. Las actividades criminales y autoridades social, que le permiten que operan con criterios
delictivas se encuentran existe con fluctuaciones dominar, de manera variable, patrimonialistas, clientelares
limitadas a aquellas que variables en quienes a los diversos actores sociales, e interpretan la ley a su
permitan y sancionen controlan la relación. El incluyendo a los grupos propia conveniencia. La
los funcionarios públicos. vínculo criminal-político criminales. El uso discre- fragmentación del poder
La corrupción política se encuentra acotado por cional de la legalidad, y la permite múltiples vínculos
que implica el vínculo la fragmentación del poder concepción patrimonialista entre funcionarios públicos
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CUADRO 1.3 32
Tipología propuesta de las relaciones entre crimen organizado y política

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Estado fuerte- Estado fuerte- Estado débil- Estado débil-
régimen autoritario régimen democrático régimen autoritario régimen democrático

Características.
entre criminales y propio de la democracia; y clientelar en el ejercicio y organizaciones criminales con
funcionarios existe en la existencia de controles y público permiten la amplia fluctuación variable entre
áreas específicas del contrapesos institucionales proliferación del vínculo quienes ejercen el liderazgo
aparato público, pero, efectivos y la profesionali- entre criminales y políticos de la relación. La dispersión
en general, se ve acotada zación de los servidores y, en general, de la corrup- del control se traduce en
porque una buena parte públicos. Los actores a ción pública. Las intituciones más amplias confrontaciones
de los funcionarios corromper son demasiados de seguridad centrales pueden dentro del aparato guberna-
que integran el aparato y no todos son corruptibles. disputar entre sí por la mental, motivadas por el
burocrático han extorsión de los criminales, contubernio con distintos
interiorizado nociones pero la actividad de éstos, intereses criminales porque
de servicio al bien público en general, requiere de la no existen acuerdos
y lealtad al Estado. protección del poder central perdurables que regulen
Carlos Antonio Flores Pérez

de manera constante. las actividades ilícitas.


Fuente: Carlos Antonio Flores Pérez, El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos para la consolidación democrática, Publicaciones de la
Casa Chata, ciesas, 2009, p. 130.

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Estado y delincuencia organizada 33

El contubernio entre funcionarios públicos y delincuentes puede ser concebido­


como una relación transaccional caracterizada por un intercambio desigual: los
primeros participan en la relación para obtener ganancias ilegales adicionales a sus
ingresos legítimos; los segundos se ven en la necesidad de compartir estas ganancias
con los representantes del Estado, como vía para evitar la penalización que éste
impone.
Se trata de una relación clandestina que descansa en la coacción, y los
recursos­que ambos actores sociales poseen para llevarla a cabo son igualmente
distintos: los actores estatales emplean los recursos de la violencia institucional
que el Estado les ha encomendado; los actores delictivos dependen fundamen-
talmente de recursos privados; esto es, la fortuna acumulada que les permite
comprar voluntades, y su capacidad individual para ejercer la violencia.18
En algunos casos de debilidad aguda de las características estructurales del
Estado, la prevaricación de los funcionarios públicos respecto a sus funciones for-
males hace muy difusa la línea divisoria entre los mismos y los delincuentes, al
grado que la distinción puede ser relevante sólo en términos analíticos. En los
hechos, los actores involucrados integran la matriz de la delincuencia organizada
más allá de sus adscripciones formales o institucionales.
Es aquí donde se encuentra el origen político de la impunidad como factor
que prohíja la crisis de seguridad mexicana. La reproducción de esas prácticas corrup-
tas no ha representado sólo el desvío limitado de determinadas dependencias o fun-
cionarios menores: evidencia una disfuncionalidad sistémica mucho más profunda­,
según se podrá apreciar en los capítulos siguientes.

Un comentario sobre la naturaleza del objeto de estudio


y las limitaciones que impone

La investigación académica sobre fenómenos clandestinos de la naturaleza del tema


que nos ocupa obliga a señalar algunas limitaciones metodológicas que impone su
misma condición. La primera es que a diferencia de otros temas de investigación
éste ofrece una disponibilidad de información necesariamente deficiente: no
existen­índices a consultar, la información pública oficial es dispersa o incompleta
(independientemente de la confiabilidad que pueda tener) o simplemente no se
cuenta con información pública oficial. Los criterios de validación de hipótesis,
por tanto, no pueden ser los mismos que los que se aplican al análisis de otro tipo
18
Ibid., pp. 119-136.

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34 Carlos Antonio Flores Pérez

de fenómenos sociales y políticos. Las evidencias e indicios que pueden obtenerse


a través de fuentes testimoniales, documentales o meramente periodísticas, por
tanto, raramente pueden constituir pruebas irrefutables en los términos que cabría
esperar, por ejemplo, en un juicio penal. Pero la multiplicidad en sus fuentes y la
congruencia o coincidencia en los hechos descritos apuntan a la existencia cierta
de semejantes hechos de colusión.
Cuando existen relaciones de contubernio como las que interesa estudiar, los
actores involucrados suelen tomar medidas para garantizar que su participación
permanezca oculta. Cuando ésta se asoma a la luz, recurren a diversas estrategias
para desviar la atención de la opinión pública y de los órganos de procuración de
justicia. En la investigación donde se involucran acciones de delincuencia organi-
zada, la navaja de Ockham puede no constituir el mejor criterio de certidumbre,
pues en este caso existe un deliberado propósito de falsear los hechos, desviar la
investigación y desvincular a los principales decisores de quienes se encargan de la
comisión material del delito, a fin de mantenerlos impunes,19 hecho que no ocurre
en otro tipo de fenómenos a investigar.
No se trata aquí de elaborar una interpretación conspirativa para ofrecer una
visión alterna de la evolución política reciente de México; se pretende mostrar el
efecto de relaciones criminales clandestinas en dicho proceso político, que por su
propia naturaleza tienen inevitablemente un carácter conspirativo.20 Se apuntan
tan sólo indicios que han aparecido ante la opinión pública y que incluso han dado
lugar a investigaciones judiciales, pero no se pretende asegurar culpabilidad alguna.
La mayoría de las veces, tales procesos judiciales no han rendido fruto en términos
de sentencia penal, y no pocas veces, cuando lo han hecho, sus resultados han sido
revertidos.
En campos de conocimiento que constituyen modelo de asepsia epistémica,
como la lógica y las matemáticas, los teoremas respectivos de Gödel y Tarski mues-
tran que un sistema no puede validarse exclusivamente a partir de sus propios

19
Herrán, Mariano, José Luis Santiago, Samuel González Ruiz y Ernesto Mendieta (eds.) (2007), Aná­­
li­sis, técnicas y herramientas en el combate a la delincuencia organizada y corrupción, Ediciones Co-
yoacán, México. La diferenciación entre actores materiales y otros tipos de participación, que sin
embargo forman parte activa de la delincuencia organizada, se pone también de manifiesto en los
artículos 2°, 5° y 6° de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada
Transnacional adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 15 de noviembre de
2000, disponible en <http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/1292.pdf>.
20
Véase González Ruiz, Samuel, Natalie Depuis y Gleb Zingerman, “La conspiración como modelo
delictivo en el ‘Common Law’ y el sistema continental”, en Herrán et al., op. cit., cap. 9.

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Estado y delincuencia organizada 35

axiomas.21 En estados donde existe un amplio historial de discrepancia entre las


prácticas existentes y los procesos legales, lo que se asume como verdad jurídica
puede guardar también una diferencia abismal respecto a la veracidad de determi-
nados acontecimientos históricos. Más aún, cuando los organismos de justicia han
estado secularmente influidos por criterios políticos, y cuando algunas de las más
altas figuras de decisión en este campo podrían haber estado involucradas en los
procesos que se relatan. Parafraseando a ciertos personajes literarios, existe una
diferencia entre la verdad y la parte de la verdad que puede demostrarse.22

Tráfico de drogas y poder político en México


durante el régimen autoritario

Tras esta advertencia, es posible señalar que en el México posrevolucionario, por


lo menos hasta finales de la década de los noventa, debido a la capacidad de control
político y social del régimen autoritario, la tendencia prevaleciente fue el predomi-
nio de los funcionarios sobre los delincuentes. El tipo de vínculo que existía entre
ambos actores durante esta época puede caracterizarse como propio del modelo
centralizado-descendente-incremental, propio de la tipología mostrada antes.
En México, el control estatal sobre la geografía del país ha sido imperfecto,
pero dentro de su debilidad ha sido comparativamente más sólido que aquel al-
canzado por otros países de América Latina. Incluso, testimonios de oficiales del
Ejército mexicano han evidenciado la precariedad del control estatal sobre diversas
regiones del territorio nacional, aun durante el periodo de mayor centralización
autoritaria del poder en los años sesenta y setenta.23
La centralización del control político en un partido de Estado, tras la Revolu-
ción mexicana, y las propias características del régimen autoritario que emanó de
la misma, determinaron una condición diferente en la evolución de las relaciones
entre delincuencia y el ámbito político.
Desde los años cuarenta —época en que se consolida— y virtualmente hasta
finales de los noventa, el régimen político mexicano se caracterizó por poseer consi­
derables rasgos autoritarios, fundamentalmente articulados en torno a una figura

21
Morin, Edgar (1991), El Método IV. Las ideas. Su hábitat, su vida, sus costumbres, su organización, Cá­
te­dra, Madrid, pp. 191-193. De hecho, Morin encuentra paradojas similares en la autorreferencia que
se suele observar en las diversas teorías científicas. Véase ibid., pp. 132-147.
22
Martínez, Guillermo (2004), Los crímenes de Oxford, Ediciones Destino, Barcelona.
23
Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 172-175.

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36 Carlos Antonio Flores Pérez

institucional central: la presidencia de la República.24 Esta institución, que cons-


tituía el eje del sistema, contaba con poderosas prerrogativas institucionales. A ellas
añadía otras tantas de orden metalegal que le permitían subordinar de facto a los
demás poderes de la Unión y a sus contrapartes en las entidades federativas.25
Las relaciones de poder entre el Ejecutivo federal y sus contrapartes locales no
fue siempre tersa, y la prevalencia del primero sobre los últimos no debe tampoco
interpretarse como una condición en la que los gobernadores y demás poderes
locales no tuvieran margen de resistencia y maniobra alguna distinta a la obediencia­
puntual y absoluta. Naturalmente, existían poderes locales con diferentes recursos
disponibles, debido a su propio capital político o a los recursos bajo su control que,
a su vez, les brindaban condiciones variables de negociación ante el poder central.
Sin embargo, en términos generales, este último prevaleció al grado de deponer a
múltiples gobernadores de estados formalmente soberanos. No se puede afirmar
lo contrario, pues ningún gobernador (ni bloque de ellos) fue capaz de oponerse
frontalmente a la presidencia de la República y sus secretarios de despacho sin
sufrir serias consecuencias políticas y presupuestales (ya no se diga promover su
destitución).
La preeminencia política del Ejecutivo federal sobre el resto de las instituciones
nacionales y estatales era reforzada por el control que el presidente ejercía sobre otra
pieza nodal del régimen: el Partido Revolucionario Institucional (pri), el partido
de Estado. En un contexto de ausencia de competencia política efectiva, esta es-
tructura actuaba como mecanismo de control político y social que permitía, simul-
táneamente, la negociación entre los diversos intereses que integraban a la clase
política posrevolucionaria y la construcción de apoyos sociales hacia las políticas
oficiales, a partir de su estructura corporativa y clientelar.26
Reflejo de las luchas de poder entre las distintas fracciones que lo integraban,
del pri emanaban casi todos los funcionarios electos del país, y a él afirmaban
pertenecer todos los servidores públicos de la estructura administrativa en los di-
versos ámbitos de gobierno. El fiel de la balanza de los diversos intereses políticos

24
Cosío Villegas, Daniel (1982), El sistema político mexicano. Las posibilidades de cambio, Cuadernos
de Joaquín Mortiz, México, pp. 28-29.
25
Carpizo, Jorge (1987), El presidencialismo mexicano, Siglo XXI Editores, México, p. 191; Meyer,
Lo­renzo (2002), “La institucionalización del nuevo régimen”, en Historia general de México. Versión
2000, El Colegio de México, México, p. 915; Camacho Solís, Manuel (1977), “Los nudos históri-
cos del sistema político mexicano”, Foro Internacional, vol. 17, núm. 4, abril-junio, México, p. 618.
26
Morris, Stephen D. (1991), Corruption and politics in contemporary Mexico, The University of
Alabama Press, Tuscaloosa-Londres, pp. 25-26.

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Estado y delincuencia organizada 37

era el presidente de la República, quien tomaba la última decisión sobre nomina-


ciones, candidaturas, designaciones y prebendas.27 Todas estas características per-
mitían al presidente en turno sumar a su condición de jefe de gobierno y de Estado,­
el liderazgo indisputable sobre la clase política en su conjunto, que por el diseño y
funcionamiento efectivo del régimen político, le permitían primar sobre toda la
estructura institucional del país, concentrando un poder, si no incontestable, sí
mucho mayor al que usualmente poseen sus pares en otros países. Como conse-
cuencia de esta concentración de poder en torno al titular del Ejecutivo federal,
sus colaboradores inmediatos, los secretarios de despacho, contaban a su vez con
una marcada preeminencia en el espectro político nacional respecto a las estructu-
ras de autoridad estatales, más allá de la configuración nominalmente federal del país.
Finalmente, imbricado en la estructura formal de las instituciones políticas
nacionales y locales, se encontraba también articulado un complejo conjunto de
redes sociales. Sus células organizativas eran camarillas o grupos políticos que, en
un contexto de competencia política limitado, empleaban sus influencias políticas,
su contacto con otros actores sociales y la manipulación deliberada de los recursos
institucionales bajo su control para promover sus aspiraciones políticas y proteger
sus intereses privados, junto con aquéllos de sus respectivas clientelas y asociados.28
La falta de transparencia y contrapesos ante el poder, característico del régimen
autoritario posrevolucionario, promovió la existencia de altos niveles de corrupción
en las múltiples áreas del ejercicio de gobierno. Sin embargo, debido a ese mismo
esquema autoritario y centralizado, el tráfico de drogas, presente en México desde
principios del siglo xx, creció durante el régimen posrevolucionario como actor
subordinado respecto al poder.29
En este caso, para los traficantes de droga no sólo resultaba altamente deseable
contar con la protección de actores políticos y gubernamentales: en última
instancia,­tal factor era decisivo para la continuidad de la organización delictiva.
Las instituciones del Estado y los funcionarios a cargo de las mismas determinaban, en
general, los lineamientos a los que debían apegarse los grupos delictivos de mayor
relevancia, es decir, qué tipo de actividades ilegales podrían llevarse a cabo y por
quiénes. Mientras que los delincuentes eran esencialmente piezas reemplazables en
la dinámica de la operación ilegal, sujetos a una condición que entremezclaba la
protección con la extorsión, los actores del Estado recibían grandes ganancias­

27
González Casanova, Pablo (1972), La democracia en México, Era, México, p. 45.
28
Meyer, Lorenzo (2002), op. cit., p. 919; Camacho Solís, Manuel (1977), op. cit., p. 619.
29
Astorga, Luis (2003), Drogas sin fronteras. Los expedientes de una guerra permanente, Grijalbo, Mé-
xico, p.14; Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 137-228.

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38 Carlos Antonio Flores Pérez

económicas de procedencia ilícita. En estas condiciones de intercambio desigual,


el traficante estaba subsumido en un entorno que no permitía su insubordinación
en tanto actor social.30
En este contexto, durante los años del régimen posrevolucionario, el entramado­
complejo que integraba la delincuencia organizada funcionaba también en una
lógica de red social, donde los integrantes, sin embargo, contaban con atribuciones,
jerarquías y limitaciones desiguales. Este entramado contaba con una división fun-
cional interna. El primero de ellos estaba integrado por delincuentes convencionales­
encargados de desarrollar operativamente la actividad ilícita; este grupo estaba
sujeto a extorsiones diversas por parte de los representantes del Estado y, en general,­
integraba el eslabón más débil de la cadena, pues su perduración en la empresa­
criminal e incluso su propia supervivencia estaban determinadas por los umbrales
de impunidad tolerados por sus asociados dentro de las instituciones.
En el otro extremo se encontraban políticos de alto nivel en condiciones de
manipular, desde las más altas esferas de decisión, el funcionamiento de las insti-
tuciones públicas, incluyendo las de seguridad, y de nombrar selectivamente a los
responsables de las mismas. Esta preeminencia y capacidad de designación los cons­
tituía como garantes últimos de la cobertura necesaria para la operación continua
de la empresa ilegal.
Entre ambos actores se encontraban los integrantes de las diversas corporaciones­
de seguridad, que realizaban funciones de intermediación entre unos y otros. Se
encargaban de subordinar y disciplinar a los actores delictivos, e incluso de co­labo­
rar frecuentemente con ellos en el desarrollo operativo o logístico del delito. Aun-
que contaban con una autonomía notable en el ejercicio cotidiano de sus funcio-
nes, estaban sujetos a los decisores políticos de alto nivel, en quienes recaía la
capacidad de nombrarlos y removerlos. Esta estructura estaba presente a nivel
nacional y se replicaba en los ámbitos de las entidades federativas. Naturalmente,
en todo caso, esta réplica local operaba siguiendo siempre las reglas propias del
régimen político, donde los poderes locales se encontraban subordinados de facto
a las instituciones centralizadas, en particular, al Ejecutivo federal. Así, por ejemplo­,
los comandantes policiacos federales tenían preeminencia sobre sus contrapartes
estatales. Las disputas entre ambos estaban relativamente acotadas, más que por la
separación clara de jurisdicciones, por la categoría política que sus respectivas
instituciones implicaban y el interés del líder político local de no incurrir en falla
ante los ojos de los decisores centrales, de quienes dependía, en última instancia,
la continuidad de su carrera.

30
Al respecto, véanse los testimonios expuestos en Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 169-227.

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Estado y delincuencia organizada 39

A esta estructura habría que añadir una adicional, integrada por actores eco-
nómicos de diverso nivel, insertos en la estructura empresarial, capaces de reinvertir­
el producto del delito en la economía formal. Este subgrupo ha sido mucho más
difícil de apreciar en el caso mexicano, pues no existe suficiente información dis-
ponible para caracterizarlo con la misma solidez, en comparación con los otros
actores sociales mencionados. En los inicios del régimen posrevolucionario, la
mayor parte del empresariado estuvo también subordinado en lo esencial —aunque­
en condiciones más laxas que otros actores sociales— a las reglas del régimen y a
la voluntad última del presidente de la República.31 Sin embargo, hacia las postri-
merías del mismo esa condición se fue atenuando al punto que los grupos empre-
sariales colaboraron activamente en la promoción de alternativas políticas que
condujeron a la alternancia en la presidencia en 2000.
La caracterización de la autonomía de estos actores, la ubicación de aquéllos
que eventualmente participaron en la estructura delictiva, en funciones de lavado
de dinero y la determinación de su dependencia o autonomía frente a los actores
políticos, es tema que compete a otra investigación.
De cualquier manera, en las condiciones hasta aquí descritas, en lo referente a
la dinámica de los grupos que integran la delincuencia organizada, no resulta ex-
traño que especialistas como Peter Reuter señalen que el contexto de violencia
crítica asociada a las mismas durante los últimos 10 años difícilmente pueda abor-
darse sin hacer referencia a la corrupción que ha plagado las políticas de drogas en
este país e incluso la política pública en general. Este factor no ha cedido, y escán-
dalos mayores de corrupción se aprecian también en la actualidad.32
Al preguntarse por las causas de esta violencia entre grandes organizaciones
delictivas, y con base en las confrontaciones entre grupos mafiosos ocurrida en
otras décadas en los Estados Unidos, Reuter observa que una respuesta podría ser
que, ante todo, la disputa entre ellas es por la relación preferencial con actores es-
tatales corruptos que protegen sus operaciones. De acuerdo con un informe oficial
de evaluación del gobierno de los Estados Unidos, por ejemplo, el rol de la mafia
americana era, sobre todo, gozar de la franquicia del cobro de rentas por actividades­
ilegales, originalmente en manos de departamentos de policía corruptos en diversas­
ciudades.33
31
Meyer, Lorenzo (2002), op. cit., pp. 906-908 y 937-938.
32
Reuter, Peter (2009), “Systemic violence in drug markets”, Crime, law and social change, vol. 52,
núm. 3.
33
Reuter, Peter (2009), op. cit., p. 277. El informe que cita es Schelling, T. (1967), “Economic analy-
sis of organized crime”, en President’s Commission on Law Enforcement and the Administration of
Justice, Task Force Report: Organized Crime, US Government Printing Office, Washington.

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40 Carlos Antonio Flores Pérez

En México, una competencia semejante era facilitada por la integración auto-


ritaria y centralizada del régimen político, donde actores del Estado decidían cuáles­
de estas organizaciones contarían con su protección y apoyaban su consolidación
mientras atacaban a otras.
La identificación de la dinámica de operación de algunos de estos actores, que
según las evidencias históricas estuvieron aparentemente involucrados en la pro-
tección a la delincuencia organizada dedicada al tráfico de drogas en México, podrá
ponderarse a partir de lo expuesto en los siguientes capítulos.

Reconfiguración cooptada del Estado y su efecto en el proceso de falla

México se encuentra inmerso en una crisis de seguridad derivada de la violenta


disputa entre organizaciones delictivas que pretenden hegemonizar el tráfico de
drogas y otras actividades ilícitas en diversas zonas del territorio nacional. La última­
versión oficial, ofrecida en enero de 2011, es que la cifra de asesinatos relacionados
con la delincuencia organizada, entre diciembre de 2006 y diciembre de 2010,
ascendía a 34 612.34
La cuenta actualizada no se ha hecho pública, pero el reconocido semanario
Zeta, de Tijuana, asegura que existe una gran cantidad de homicidios de esta
naturaleza que no han sido incluidos en el recuento. Basado en cálculos de tarjetas­
informativas de instituciones federales y estatales, el semanario expone que, hacia
julio de 2011, la cifra rebasa los 50 000 homicidios atribuibles a la delincuencia or­
ganizada.35 Por su parte, la dea estima que la cantidad de asesinatos es de aproxi-
madamente 43 000, entre diciembre de 2006 y octubre de 2011.36
Ninguna de estas cuentas contempla el número de desaparecidos, heridos ni
desplazados. Un especialista en estadísticas de la violencia, Arturo Arango, estimaba­
en 2010 que existían 1.3 huérfanos por cada muerto y, con las cifras de la época,
calculaba que existían entonces 75 000 lesionados y de 18 000 a 20 000 viudas.37
En el caso de desapariciones forzadas, el grupo de trabajo de las Naciones
Unidas constituido para evaluar ese tema señaló que en el caso de México los in-
34
El Universal (2011), “En el sexenio, 34 mil 612 muertes ligadas al crimen”, México, D.F., 12 de
enero, versión en línea: <http://www.eluniversal.com.mx/notas/736870.html>.
35
Zeta (2011) “50 mil ejecuciones”, Tijuana, 11 de julio, versión en línea: <http://www.zetatijuana.
com/2011/07/11/50-mil-ejecuciones/>.
36
El Universal (2011) “Van 43 mil muertos en la lucha a narco: dea”, 14 de octubre, versión en línea:
<http://www.eluniversal.com.mx/notas/801079.html>.
37
Proceso (2010), “2006-2010. Estadísticas del horror”, 31 de octubre, núm. 1774, pp. 6-8.

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Estado y delincuencia organizada 41

formes de las organizaciones de derechos humanos establecidas en el país, estima-


ban la existencia de más de 3 000 casos, desde 2006 hasta abril de 2011.38
En lo referente a la cantidad de desplazados, el Consejo Noruego para Refu-
giados estima que el número de personas que ha abandonado sus hogares en el
norte del país debido a la violencia asociada a la delincuencia organizada asciende
a 230 000, de los cuales aproximadamente la mitad habría cruzado hacia Estados­
Unidos, mientras que el resto sobrevive como desplazados internos.39 El carácter
y magnitud de esta violencia ha desquiciado la gobernabilidad y puesto en entre-
dicho la vigencia del Estado.
Esta situación ha abierto un debate recurrente sobre la caracterización del
Estado mexicano como fallido o en riesgo de falla. Resulta paradójico que a pesar
de la seriedad del tema en debate las más de las veces no se aprecia que éste tras-
cienda la mera opinión de los participantes, sin mayores explicaciones teóricas ni
caracterizaciones metodológicas. No es de extrañar, si se considera que también en
el ámbito internacional el concepto de Estado fallido ha sido empleado con fre-
cuencia sin mayor elaboración explicativa e incluso para hacer referencia a fenó-
menos muy diversos.
El presente apartado argumenta que el concepto falla del Estado puede tener
relevancia, tanto en términos cognitivos como prácticos, si se hacen explícitas las
concepciones teóricas que justifican su empleo y la naturaleza o modalidad específi-
ca que determina ese proceso de falla. Resalta la necesidad de abordar este fenóme-
no como un proceso dinámico que se puede revertir o empeorar en función de
medidas concretas, no como un mero calificativo derogatorio y estático ni como
un sinónimo de colapso absoluto del Estado.
Pretende demostrar, además, que en el caso mexicano un aspecto fundamental
para comprender la falla de aspectos clave del Estado ha sido la captura de circuitos
institucionales específicos por intereses delictivos, auspiciados con frecuencia por
los propios servidores públicos encargados de velar por el interés colectivo. La
implantación de estos intereses en las instituciones ha obstruido su funcionamiento­
y determinado profundas desviaciones respecto a lo que en principio cabe esperar

38
Organización de las Naciones Unidas (2011), “Observaciones preliminares. El grupo de trabajo
sobre las desapariciones forzadas o involuntarias concluye su visita a México” disponible en <http://
www.hchr.org.mx/files/informes/GTDFI.pdf>.
39
Norwegian Refugee Council (2010), “Informe del Observatorio de Desplazamiento Interno del
Consejo Noruego para Refugiados sobre el desplazamiento forzado en México a consecuencia de la
violencia de los cárteles de la droga”, diciembre, disponible en <http://www.internal-displacement.
org/8025708F004BE3B1/%28httpInfoFiles%29/E65A0D75E1B5E8F8C125781F00318DF2/$
file/Mexico_Dec2010_sp.pdf>.

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42 Carlos Antonio Flores Pérez

de ellas. Este proceso de captura del Estado es concebido a partir del concepto
reconfiguración cooptada del Estado,40 en el que un grupo de actores públicos y no
públicos, con intereses compartidos de índole ilícita, se valen de diversas estrategias
para utilizar en su favor los recursos del Estado, determinando u obstaculizando el
diseño y funcionamiento institucional.
El caso de Tamaulipas ofrece condiciones muy apropiadas para ilustrar este
fenómeno. En esta entidad, el proceso de reconfiguración cooptada del Estado se
habría iniciado durante el sexenio de Miguel Alemán, y las consecuencias que las
designaciones y la dinámica implantadas tendrían en los años siguientes en el in-
cremento exponencial de las actividades ilícitas del contrabando y el tráfico de
drogas, hasta constituirle en uno de los principales referentes de falla en México,
en 2011.
Esta investigación parte de la perspectiva propia de la corriente instituciona-
lista-histórica de la ciencia política, en especial, de la concepción del camino-depen­
diente (path-dependence), según la cual eventos, decisiones y prácticas que ocurrieron­
o se adoptaron en etapas tempranas de la evolución institucional, con frecuencia
influyen profundamente en su posterior desarrollo, dificultando en ex­tremo la rup­
tura de los precedentes establecidos y disminuyendo el horizonte de cursos a seguir.41

La falla del Estado: origen conceptual y dilemas

El término Estado fallido apareció por primera vez a principios de los años noventa­
en un trabajo donde Helman y Ratner hacían referencia a estados agudamente
inca­paces de conservarse a sí mismos como parte de la comunidad internacional,
dado que estaban crecientemente afectados por disturbios civiles, deterioro guber-
namental y económico.42 El artículo señalaba, además, que la creciente violencia

40
Garay Salamanca, Luis Jorge, Eduardo Salcedo-Albarán, Isaac de León Beltrán y Bernardo Gue-
rrero (2008), La captura y reconfiguración cooptada del Estado en Colombia, Fundación Método/
Fundación Avina/Transparencia por Colombia, Bogotá, pp. 49-59.
41
Pierson, Paul (2000), “Increasing Returns, Path Dependence, and the Study of Politics”, en The
American Political Science Review, vol. 94, núm. 2 (jun.), American Political Science Association,
pp. 251-267. Véase también Pierson, Paul y Theda Skocpol (2002), “Historical Institutionalism in
Contemporary Political Science”, en Ira Katznelson y Helen V. Milner (eds.), Political Science: State
of the Discipline, W.W. Norton, Nueva York, pp. 693-721.
42
Helman, Gerald B. y Steven R. Ratner (1992-1993), “Anarchy rules: saving failed states”, Foreign
Policy, invierno, issue 89, pp. 21-45.

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Estado y delincuencia organizada 43

y anarquía que los afectaba suponía una situación de riesgo para su población y la
seguridad de los estados vecinos.
El concepto recibió bastante atención en los ámbitos académicos y de seguri-
dad. En el primer caso, por ejemplo, la John F. Kennedy School of Government,
de la Universidad de Harvard, y la Fundación World Peace desarrollaron un pro-
yecto conjunto para evaluar y categorizar el fenómeno de naciones en proceso de
implosión.43 En el segundo, la Agencia Central de Inteligencia (cia) desarrolló dos
amplios estudios para analizar el proceso de falla del Estado y sus causas.44
La raíz de estas investigaciones, sin embargo, puede trazarse en años previos,
cuando diversos investigadores del campo de la ciencia política advirtieron notables
divergencias entre diversos estados, no sólo en términos de régimen político, sino
en aspectos estructurales que apuntan a la capacidad de gobierno que éstos eviden-
ciaban. Al respecto pueden consultarse, por ejemplo, los trabajos ya citados de
Huntington45 o Buzan.46
Hacia finales de los años noventa, este tipo de estudios cobrarían un auge re-
novado, entre otras razones, por el fin de la Guerra Fría. La multiplicación de
conflictos domésticos de diversa naturaleza y magnitud puso en evidencia la pro-
funda disfuncionalidad de las estructuras de autoridad de múltiples países. Sin las
anteojeras a conveniencia de la antigua lógica bipolar, el autoritarismo, la corrup-
ción reinante y la continua violación de derechos humanos prohijaban la repro-
ducción de condiciones constantes de confrontación. Desde luego, todos estos
elementos estaban ya presentes con anterioridad en esos mismos países, con mucho
arraigo en sus dinámicas políticas y estructuras sociales, pero fueron tolerados e
incluso reforzados artificialmente a partir del apoyo a los gobiernos en turno, con
frecuencia brutales e ilegítimos, a cambio de su alineación y colaboración con los
principales participantes en la confrontación Este-Oeste.
Sin embargo, a la luz de los nuevos tiempos, la perspectiva se transformó para
ubicarlos como serios impedimentos para la estabilidad del orden internacional y
el mercado global. En consecuencia, las burocracias de seguridad de los países
hegemónicos, aquéllos en condiciones de proyectar hacia el exterior su poder na-
cional, absorbieron cada vez más la investigación sobre los procesos de falla del

43
Rotberg, Robert I. (ed.) (2004), When the states fail. Causes and consequences, Princeton University
Press, Nueva Jersey, p. IX.
44
Rotberg, Robert I. (ed.) (2004), op. cit.
45
Huntington, Samuel P. (1972), op. cit., pp. 13-19.
46
Buzan, Barry (1988), op. cit., pp. 14-27.

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44 Carlos Antonio Flores Pérez

Estado,47 con frecuencia, en colaboración con centros de investigación académica


vinculados con las mismas, pero, desde luego, con un fin práctico a partir de sus
propios intereses y concepciones.
Las preocupaciones de otros actores quedaron más o menos eclipsadas, deri-
vadas de las múltiples crisis humanitarias producto de la violencia y la incapacidad
de diversos estados para remontar condiciones de creciente caos.
A partir de 2001, la dinámica internacional surgida a partir de los ataques del
9/11 potenció la pretensión interventora de los centros de poder ante el fenómeno
del Estado fallido, considerado ahora como una amenaza evidente a los intereses
hegemónicos, incluso como santuario de terroristas.
Más allá del potencial riesgo de intervención que el uso del concepto Estado
fallido implica cuando aparece en boca de las instituciones de seguridad de países
con mayor historial de injerencia en los asuntos de otras naciones, lo cierto es que
aun en el ámbito académico su referencia es tan frecuente como vago el sentido con
que se le emplea.
Desde luego existen trabajos donde se le aborda con mayor elaboración teórica,­
como el de Gros,48 Carment,49 Rotberg,50 Bates51 o Lemay-Hebert,52 por mencionar­
algunos. Pero la mayor parte de la literatura sobre la materia está constituida por
estudios de caso donde se describen diversas situaciones que han desbordado la ca-
pacidad de respuesta del Estado, desde la hambruna, hasta el genocidio o la guerra
civil, pero sin mayor clarificación de conceptos y premisas teóricas empleadas,­
incluso, sin hacer referencia explícita al mismo, más allá del título. En el primer
caso, puede revisarse el trabajo de Ghani y Lockhart.53 En el segundo, el de

47
Tokatlian, Juan Gabriel (2008), “La construcción de un Estado fallido en la política mundial: el
caso de las relaciones entre Estados Unidos y Colombia”, Análisis político, vol. 21, núm. 64, sep.-
dic., Bogotá, pp. 70-72.
48
Gros, Jean-Germain (1996), “Towards a taxonomy of failed states in the New World Order: decaying
Somalia, Liberia, Rwanda and Haiti”, Third World Quarterly, vol. 17, núm. 3, pp. 455-471.
49
Carment, David (2003), “Assessing state failure: implications for theory and policy”, Third World
Quarterly, vol. 24, núm. 3, pp. 407-427.
50
Rotberg, Robert (ed.) (2004), op. cit., pp. 1-20.
51
Bates, Robert H. (2008), “State failure”, Annual Review of Political Science, vol. 11, junio, pp. 1-12.
52
Lemay-Hebert, Nicolas (2009), “Statebuilding without Nation-building? Legitimacy, State Failure and
the Limits of the Institutionalist Approach”, Journal of Intervention and Statebuilding, 3: 1, pp. 21-45.
53
Ghani, Ashraf y Clare Lockhart (2008), Fixing failed states. A framework for rebuilding a fractured
world, Oxford University Press, Nueva York.

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Estado y delincuencia organizada 45

Grayson,54 que es el único que aborda el caso de México, pero sin mayor abunda-
miento teórico.
En el caso de México, prácticamente no se aprecia una construcción teórica
para abordar el análisis a la luz de la polémica suscitada respecto al riesgo de falla
del Estado en este país. La mayor parte de la literatura consiste en debates mediá-
ticos o, a lo más, en escritos de corte ensayístico que reflejan exclusivamente la
opinión de sus autores, quienes confirman o niegan la falla del Estado en México,
pero sin conceptualización o referente empírico sistemático.55 Por supuesto, esto
no va en desdoro de semejantes trabajos, pero tal situación no contribuye a clari-
ficar la precisión ni el sentido del concepto que aquí nos ocupa.
Al respecto, se puede estar de acuerdo con Williams, quien señala que, en
ausencia de mayores esfuerzos para comprender el origen de la crisis de seguridad
en México, se corre el riesgo de que el término Estado fallido acabe siendo una
mera etiqueta derogatoria.56 A ello habría que añadir que, en las mismas circuns-
tancias, la posición contraria puede implicar, también, el riesgo de convalidar
perspectivas que han minimizado sistemáticamente la gravedad de la crisis de se-
guridad que enfrenta México y el deterioro del Estado frente a la misma, sin refe-
rente objetivo ni argumento distinto a su propia convicción o preferencia ideoló-
gica. Naturalmente, ninguno de los dos escenarios parece deseable.
Los intentos por construir metodologías consensuadas para evaluar al Estado
fallido a partir de referentes concretos tampoco han gozado de la mejor de las
suertes, incluso su aplicación puede mostrar la discrecionalidad en su adjudicación.­
Así, por ejemplo, se había mencionado ya que Logan y Preble57 evidenciaron lo
anterior al referir un estudio desarrollado por la cia para contabilizar el número de
Estados fallidos en el periodo comprendido entre 1955 y 1998. Cuando la defi­
nición operativa se restringía a aquellos casos en los que el Estado central hubiera
colapsado por varios años, el número de casos era 20, lo que es insuficiente para
establecer alguna correlación estadística. Con una definición más amplia, la cifra

54
Grayson, George W. (2010), Mexico: Narco Violence and a failed state?, Transaction Publishers, New
Brunswick/Londres.
55
Véanse, por ejemplo, O’Neil, Shannon (2009), “The Real War in Mexico. How Democracy Can
Defeat the Drug Cartels”, Foreign Affairs, vol. 88, núm. 4; Felbab-Brown, Vanda (2009), “The
Violent Drug Market in Mexico, and Lessons from Colombia”, Foreign Policy at Brookings, policy
paper, Brookings Institution, núm. 12, marzo, pp. 1 y 5.
56
Véase Williams, Phil (2009), Drug Trafficking, Violence, and the State in Mexico, Strategic Studies
Ins­­titute.
57
Logan, Justin y Chistopher Preble (2008), op. cit., pp. 62-66.

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46 Carlos Antonio Flores Pérez

se incrementaba a 114, incluyendo, por ejemplo, realidades tan dispares como las
de China, Egipto,­Irán, Iraq, Indonesia, Israel, Filipinas, Sierra Leona y Turquía.
Más aun, en el Índice de Estados Fallidos 2009 elaborado por la Fundación
para la Paz, tan sólo 13 países en todo el mundo (Noruega, Finlandia, Suecia,
Suiza, Irlanda, Dinamarca, Nueva Zelanda, Australia, Holanda, Austria, Luxem-
burgo, Canadá e Islandia) estaban ubicados en la categoría sostenible, la más alta
de todas y, por definición, la única satisfactoria. Con una condición de falla mode-
rada estaban incluidos varios países desarrollados, como Francia, Alemania, Japón,
Reino Unido y los Estados Unidos; mientras en situación de advertencia se ubicaba
casi toda América Latina. Muchos Estados de África, Medio Oriente y el sudeste
asiático eran caracterizados en situación de alerta.58
La lógica propia del análisis de la fortaleza y debilidad del Estado, que sub-
yace al tema del Estado fallido, implica la existencia de diversas gradaciones que
se ubican a lo largo de un continuum, entre las categorías extremas del Estado
fuerte y sostenible y aquél en condiciones de colapso total. Éstas incluirían por
lo menos las categorías Estado débil y Estado fallido, en un sentido progresivo de
debilitamiento.59
Sin embargo, a partir de los resultados de los esfuerzos cuantitativos referidos
con anterioridad, así como de otros que muestran paradojas similares, resulta­in-
evitable considerar con cautela la posibilidad de establecer umbrales claros entre
las diversas categorías, así como la inexorable caracterización de un caso, pues ésta
varía según las definiciones operativas y los indicadores seleccionados en el análisis.
Puede ser relativamente fácil distinguir entre un Estado fuerte y uno colapsado, pero
no lo es determinar en qué punto un Estado débil se convierte en uno fallido.
Con semejantes antecedentes, no causa sorpresa que el concepto Estado fallido
genere amplia polémica, cuando no rechazo. A pesar de todo lo anterior y con todas
las reservas que las limitaciones antes expuestas imponen, la lógica del análisis de
la falla del Estado puede resultar útil si se explica la base teórica que lleva a su em-
pleo y se le aborda como un proceso dinámico, con características cualitativas que
denotan una desviación profunda del Estado a la luz de sus propios términos de
referencia, en lugar de aludir a una categoría específica e inconfundible establecida
sólo a partir de criterios de grado. A menos que el colapso estatal sea absoluto —cues-
tión en realidad poco frecuente— es muy improbable que se alcance el consenso
respecto a si un Estado es fallido o no. En ello intervienen tanto divergencias de-

58
Fund for Peace (2009), Failed State Index, disponible en <http://fundforpeace.org/web/content/fsi
/fsiindex2009.php#>.
59
Carment, David (2003), op. cit., p. 409.

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Estado y delincuencia organizada 47

finicionales y metodológicas como cuestiones de naturaleza metaepistémica. Com-


prender las diversas dinámicas que constituyen referentes de la falla del Estado o
conducen a ésta resulta de indudable utilidad, como paso necesario para evitar
mayor deterioro estatal o su reversión, sea que un país haya alcanzado­semejante
condición o no. Contribuir en tal sentido a la reflexión es el propósito del siguiente­
apartado.

La falla del Estado

De acuerdo con la propuesta conceptual de Rotberg,60 es el desempeño del Estado


en la provisión de bienes políticos a su población el que determina la diferencia entre
un Estado fuerte, débil, fallido o colapsado. Estos bienes son complejos y varia-
bles, pero se pueden integrar con propósitos analíticos en tres categorías jerárqui-
cas. La primera es la seguridad, que constituye la piedra angular de la existencia del
Estado en sentido weberiano. La seguridad que provee el Estado tiene pretensiones
integrales: garantiza la soberanía territorial frente a amenazas externas, pero tam-
bién genera condiciones internas de certidumbre, de orden normativo, de garantías
en la protección vital y patrimonial de la sociedad, sin las cuales la vida comunita-
ria sería impensable. La segunda integraría libertades civiles y políticas, derechos
humanos y, en general, derechos de inclusión en el entramado social político, y
—aunque Rotberg no lo señala— debería añadirse el económico. Esta dimensión
no es menos relevante, pero es difícil que pueda cumplirse sin la preexistencia de
la anterior. La tercera categoría de bienes políticos estaría caracterizada por la pro-
visión de infraestructura y servicios públicos. Aunque esta última dimensión no
significa un elemento constitutivo del Estado, las expectativas de las sociedades
contemporáneas le atribuyen a éste un papel fundamental en su generación, sea
como provisor directo o como coordinador de acciones privadas.
El proceso que caracteriza la falla del Estado está determinado por la provisión
deficiente y crónica de una o más de estas categorías de bienes políticos, respecto
a su población. Desde luego, entran aquí diferencias no sólo de grado, sino de
sustancia y jerarquía: un Estado puede ser subdesarrollado en términos de la pro-
visión de infraestructura que ofrece a su población, pero no por ello evidenciar un
proceso profundo de falla del Estado. Para que ésta se encuentre presente, tal defi-
ciencia no tendría que depender sólo de la limitación de recursos públicos para
generar infraestructura, sino de desviaciones cualitativas profundas en las otras dos

60
Rotberg, Robert (ed.) (2004), op. cit., pp. 2-4.

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48 Carlos Antonio Flores Pérez

dimensiones, que obstaculizan el funcionamiento de la última. Así, por ejemplo,


la mala calidad de la infraestructura provista por el Estado puede derivarse de una
ausencia material de recursos para invertir o también de la corrupción endémica
dentro de las instituciones gubernamentales. Mientras que en el primer caso el
problema se podría restringir a una cuestión de pobreza y subdesarrollo, en el se-
gundo, la desviación profunda del funcionamiento estatal en aspectos de relevan-
cia estructural estaría determinando el desempeño deficiente.
La falla del Estado como incapacidad crónica para proveer a la población de
bienes políticos fundamentales puede derivarse de al menos cuatro escenarios no
excluyentes entre sí: 1) un desastre que colapsa la infraestructura y capacidad ma-
terial del Estado para atender las demandas de su población; 2) un factor exógeno
que de igual manera colapse esa infraestructura (piénsese en el efecto de una
guerra),­o bien, que representa una demanda externa excesiva que sobrecarga las
capacidades domésticas del Estado (considérese el efecto que en algunas naciones
tiene el esquema punitivo de reprimir sólo la producción de drogas psicoactivas
ilegales); 3) una desviación crónica en el funcionamiento de las instituciones esta-
tales en relación con los propósitos y lineamientos formales que les rigen, y 4) una
situación de conflicto interno violento que erosione de manera creciente las capa-
cidades fácticas del Estado para proveer los referidos bienes políticos y que, más
aún, rompe con aquel de mayor jerarquía: la certidumbre que demandan todas las
demás dimensiones de la vida comunitaria.
La situación de violencia que ha asolado a múltiples regiones de México a lo
largo de los últimos cinco años guarda relación con tres de los escenarios antes
expuestos, exceptuando al propio del desastre. Sin restar relevancia a la sobrecarga
que representa para el Estado mexicano el esquema vigente de combate a las drogas
psicoactivas ilegales —desequilibrado y contradictorio—, este trabajo se concen-
trará, a lo largo de las siguientes páginas, en mostrar el efecto de la captura de es-
pacios institucionales por parte de intereses criminales, en la desviación crónica de
sus funciones que, según se ha definido con anterioridad, constituye una causa
importante de un proceso de falla del Estado. Como se podrá observar, se trata no
sólo de una cuestión de insuficiencia de recursos materiales o de cualificación de
personal para proveer a la sociedad de un bien político fundamental —la seguri-
dad—, sino de una profunda disfuncionalidad del Estado, en la que intereses ilí-
citos de actores públicos y delincuentes convencionales se han apoderado de ins-
tituciones estratégicas, para obstruir y desviar su funcionamiento formal.

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Estado y delincuencia organizada 49

Reconfiguración cooptada del Estado

El concepto reconfiguración cooptada del Estado está emparentado con el término


captura del Estado, de manera que su mejor comprensión requiere abordar en
primer­lugar este último.
En los primeros años de 2000, varios analistas de los procesos políticos y eco-
nómicos en los países de Europa del Este comenzaron a apreciar un fenómeno que
contradecía el resultado esperado tras 10 años de la desarticulación de los regíme-
nes comunistas y su democratización: ahí donde se esperaba la consolidación de
democracias liberales y la economía de mercado, el panorama ofrecía en cambio
regímenes profundamente corruptos y condiciones de competencia sesgadas a
favor de grandes consorcios cuasi monopólicos. Múltiples dependencias guberna-
mentales y reguladoras se apreciaban subsumidas a la voluntad de poderosos em-
presarios surgidos de las propias filas de las burocracias estatales o vinculados con
ellas, que en tal condición manipulaban instituciones y leyes en su propio beneficio­
y en detrimento del interés público.61
Con énfasis en la dinámica del mercado legal, el concepto captura del Estado
surgió para definir a un tipo específico de corrupción institucional en el que alian-
zas informales entre servidores públicos y empresarios imponían determinaciones
o lineamientos dentro de las instituciones, con el fin de beneficiar sus propios in-
tereses, así fuera en perjuicio de las condiciones generales de competencia y del
bien público en general. A través de pagos o beneficios materiales hacia los funcio-
narios públicos, estos empresarios obtienen ventajas irregulares o ganancias al di-
señar a su favor las normas e instituciones regulatorias, de manera que desde su
origen, el resultado de su aplicación sesga las condiciones del mercado en su bene-
ficio exclusivo.62
Este tipo de prácticas constituyen un tipo de corrupción institucional más
grave que aquella de carácter administrativo, y se concibe como el pago directo de
sobornos para evitar u obtener el favor de la acción del Estado en casos concretos.63

61
Hellman, Joel S., Geraint Jones y Daniel Kauffman (2000), Seize the State, seize the day. State
Captu­re, Corruption and Influence in Transition, policy research working paper 2444, World Bank
Institute (Governance, Regulation and Finance Division, Europe and Central Asia Region Public
Sector Group)/European Bank of Reconstruction and Development/Office of the Chief Economist,
septiembre, disponible en <http://info.worldbank.org/etools/library/latestversion.asp?17638>, pp. 1-2.
62
Hellman, Joel y Daniel Kauffman (2001), “La captura del Estado en las economías en transición”,
Finanzas y desarrollo, septiembre, vol. 38, núm. 3, p. 31
63
Hellman, Joel et al. (2000), op. cit., pp. 1-2.

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50 Carlos Antonio Flores Pérez

En esta otra modalidad, la captura se establece de tal forma que aun la propia ac-
ción del Estado, incluso en los términos normativos establecidos, tiene por fin no
la procuración del interés público, sino el beneficio de intereses estrictamente
privados. En este caso, la corrupción se halla institucionalizada64 y, lejos de ser
transitoria,­la captura del Estado evita la adopción y puesta en marcha de reformas
institucionales que podrían revertir su proliferación. Esta modalidad de corrupción
pública suele instalarse en contextos donde coexisten la transformación profunda
de los ordenamientos e instituciones políticas y una redistribución masiva de re-
cursos económicos.65
Pero ¿qué sucede cuando una práctica semejante es desarrollada no por inte-
reses legales sino criminales, y se focaliza no en instituciones reguladoras de
procesos­económicos lícitos, sino en aquéllas encargadas de reforzar las disposicio-
nes normativas más esenciales del Estado?
Es claro que el término de captura del Estado no es literal: éste es muy complejo­
y en ningún caso histórico actores individuales han estado en condiciones de impo­
ner su interés privado en todo el conjunto de instituciones y dinámicas estatales.
Sin embargo, si se asume la jerarquía de bienes políticos provistos por el Estado, el
efecto de semejante práctica sobre diversas instituciones relacionadas con distinto
tipo de bienes puede tener efectos más o menos devastadores para el Estado y la
sociedad.
La captura del Estado también puede concebirse en una dimensión de insegu-
ridad jurídica que no necesariamente está asociada a la regulación amañada de las
actividades económicas, sino que puede identificarse en el manejo sesgado de los ám-
bitos de procuración de justicia, penales e incluso legislativos, en donde se pretende­
manipular el sentido de la norma o el funcionamiento institucional en beneficio
de intereses delictivos.

64
También la corrupción administrativa puede estar institucionalizada, sin embargo, por el condi-
cionamiento y bloqueo intrínseco que implica la captura del Estado se asume que su carácter per-
nicioso es aun mayor. La corrupción institucionalizada se entiende de estructuras y procesos que se
han arraigado en la sociedad de forma corriente para obtener beneficios particulares. Véase Suárez,
Francisco, Marcela Jabbaz y Fernando Isuani (2001), “La corrupción organizacional: aportes para
el desarrollo teórico-conceptual”, Revista Probidad, edición 14, mayo-junio, citado en Garay et al.,
op cit., p. 35.
65
Banco Mundial (2000), Anticorruption in Transition. A Contribution to the Policy Debate, disponible en
<http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/WBI/EXTWBIGOVANTCOR/0,,content
MDK:20713499~menuPK:1976979~pagePK:64168445~piPK:64168309~theSitePK:1740
530,00.html>, pp. XIX.

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Estado y delincuencia organizada 51

En estados donde el monopolio de la violencia no está aún consolidado, es


precario o deficiente, y coexiste, además, una endeble institucionalización del Es-
tado de Derecho, los actores interesados en capturar al Estado o parcelas del mismo
son múltiples y no se restringen sólo a empresas lícitas. En la medida en que se
incrementan los actores con intereses captores aumenta también la dimensión
respecto a la cual éstos desean ejercer influencia, lo que multiplica los espacios sus-
ceptibles de ser capturados más allá de aquellos de orden económico. Algunos de
estos actores pueden ser criminales y, en consecuencia, su interés fundamental es
capturar instituciones que les garanticen el mayor grado posible de impunidad
junto con la maximización de su ganancia ilícita. En condiciones agudas de debi-
lidad del Estado, la captura que semejantes actores promueven puede estar basada
no sólo en la transferencia de beneficios materiales hacia los funcionarios públicos
coludidos, sino también en su mera intimidación a través de la capacidad de vio-
lencia ejercida por los criminales.66
A diferencia de lo que ocurre en los procesos de captura del Estado por actores
lícitos, donde el interés fundamental es alterar no sólo el funcionamiento de las
instituciones regulatorias, sino incluso sus propias normas, en la reconfiguración
cooptada del Estado los intereses ilícitos no pueden del todo modificar, por ejemplo,
todas las leyes que proscriben una amplia variedad de actividades en las cuales se
involucran. Por eso, si bien semejante proceso puede mostrar un punto de inicio,
requiere de esfuerzos deliberados para garantizar su continuidad temporal, las más
de las veces ubicando personajes afines al mismo dentro de posiciones clave que
eviten la reversión de lo alcanzado si se permite el funcionamiento normal de las
instituciones. Esta dinámica podrá apreciarse a partir del análisis histórico que se
muestra en las siguientes páginas.
Uno de los primeros trabajos que identificaron la relación entre altos niveles
de corrupción política y alta presencia de la delincuencia organizada es el de Bus-
caglia y Van Dijk, publicado en 2003.67 En este trabajo, los autores desarrollan un

66
Garay et al., op. cit., pp. 18, 52-53, 55.
67
Buscaglia, Edgardo y Jan Van Dijk (2003), “Controlling organized crime and corruption in the
public sector”, Forum on Crime and Society, vol. 3, núms. 2 y 3, diciembre. Los países estudiados
fueron Albania, Alemania, Argentina, Australia, Austria, Azerbaiyán, Bielorrusia, Bélgica, Bolivia,
Botswana, Brasil, Bulgaria, Canadá, China, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Croacia, Repú-
blica Checa, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, Fin-
landia, Francia, Georgia, Grecia, Holanda, Hong Kong, Hungría, India, Indonesia, Irlanda, Italia,
Jamaica, Japón, Kirguistán, Latvia, Lituania, Macedonia, Malasia, Malta, Mongolia, Paraguay, Perú,
Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumania, Rusia, Singapur, Suecia, Suiza, Sudáfrica, Tailandia,
Ucrania, Uganda, Venezuela, Vietnam, Yugoslavia y Zimbabwe. Cinco años más tarde, en 2008, la

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52 Carlos Antonio Flores Pérez

índice compuesto para medir la corrupción de bajo, medio y alto nivel, generado
a partir de regresiones estadísticas de datos empíricos que permitieron, a su vez, la
formulación de diversos índices específicos. Conciben la corrupción de alto nivel
como el grado y extensión en el que intereses privados penetran las instituciones y
desvían sus políticas a su favor, es decir, la captura del Estado. A partir de ese
estudio,­los autores demuestran que la corrupción y la delincuencia organizada no
son fenómenos aislados. Evidencia empírica muestra la fuerte correlación entre
uno y otro, los vínculos interdependientes entre las dimensiones políticas, so-
cioeconómicas, la justicia criminal y el entramado legal.68
Estos autores advirtieron que la regulación institucional del sector privado es
otro elemento de consideración en la correlación existente con la delincuencia
organizada. Una ausencia de mecanismos institucionales y transparentes de control
del sistema bancario, de la posibilidad de acceder a financiamiento, así como la
inexistencia de medidas contra el lavado de dinero o su efectiva adopción y super-
visión, favorecen una alta presencia de la delincuencia organizada. La discreciona-
lidad en el otorgamiento de apoyos y subsidios a determinadas entidades del sector
privado se integra también en este factor.69
Buscaglia y Van Dijk ejemplifican también prácticas de captura del Estado
sobre circuitos institucionales específicos. Es relevante que entre los mencionados
como usuales o preferentes, estos autores refirieron el caso de las aduanas.70 Seña-
laron, también, la correlación entre altos niveles de delincuencia organizada y una
escasa autonomía del aparato judicial.71 Vale la pena tener estas cuestiones en

metodología empleada en este estudio se utilizaría por el propio Buscaglia para ampliarlo a 107
países. Véase Buscaglia, Edgardo (2008), “The Paradox of Expected Punishment: Legal and Econo-
mic actors Determining Success and Failure in the Fight against Organized Crime”, Review of Law
and Economics, vol. 3, disponible en <http://papers.ssrn.com/soL3/papers.cfm?abstract_id=1161
204>.
68
Ibid., pp. 3-4, 8-9, apéndice A, tabla 4.
69
Ibid., pp. 10-11, 18-19. Para la presente investigación esta observación es en particular significati-
va, pues una de las características del modelo de desarrollo económico impulsado por la adminis-
tración de Miguel Alemán Valdés y subsecuentes fue la opacidad y discrecionalidad en las relacio-
nes entre el gobierno y el sector privado, y las reglamentaciones sobre este último. Como se verá
más adelante, esta situación parece haber dado lugar a múltiples casos de simbiosis entre capitales
de origen lícito e ilícito.
70
Ibid., pp. 11-12.
71
Ibid., p. 12 y 15. Según podrá apreciarse, una de las prioridades de los intereses delictivos que se
ex­­pondrán en las siguientes páginas fue, en el caso de Tamaulipas, el control de las aduanas y los
circuitos judiciales. En el primer caso, el interés que representan semejantes instituciones para el
flujo de bienes ilícitos es evidente. En el segundo, la independencia del aparato judicial es una vía

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Estado y delincuencia organizada 53

consideración para la lectura de los siguientes capítulos, pues caracterizan de ma-


nera directa prácticas y condiciones directamente apreciables, a partir de las evi-
dencias proporcionadas.
Otro aporte del trabajo de estos autores es la correlación positiva entre
condiciones­políticas autoritarias y de desigualdad socioeconómica, con la presen-
cia de la delincuencia organizada o una alta proclividad a desarrollar este tipo de
fenómeno.
En el primer caso, los factores socioeconómicos considerados tienen que ver
no sólo con la riqueza del país, sino con la distribución del ingreso nacional y cómo
se invierten los recursos públicos en la estructura del Estado, lo que en términos
generales influye en la calidad de vida de la población.72 Por ejemplo, la pobreza y
el desempleo ofrecen oportunidades para el desarrollo de la delincuencia organi-
zada no sólo por la provisión de mano de obra disponible, sino porque crean un
ambiente favorable para que los grupos ilegales establezcan una base social propia
y para que la lógica criminal se incorpore en diversos ámbitos de la vida lícita.73
En el segundo, aspectos centrales tienen que ver con la existencia de condiciones­
de rendición de cuentas y transparencia propias de un régimen democrático. Los
regímenes autoritarios suelen basarse en aparatos judiciales ad hoc. También suelen
tener un mayor grado de clientelismo y volatilidad en la designación y permanen-
cia de los servidores públicos. Asimismo, suelen limitar la libertad de prensa y
desincentivar la acción de la sociedad civil. Todos son factores favorables para la
presencia de altos niveles de delincuencia organizada.74
De acuerdo con el análisis empírico de Buscaglia y Van Dijk, las características
de la burocracia también favorecen (o no) la corrupción y la delincuencia organi-
zada. Aquellas en las cuales existe una escasa independencia frente a la presión
política o están estructuradas a partir de relaciones de patronazgo clientelar, antes
que servicios de carrera basados en aptitudes técnicas y meritocráticas, constituyen
el entorno más vulnerable.75 Ésta es una de las precondiciones más favorables para el
desarrollo de procesos de captura del Estado.

fundamental para combatir la corrupción de alto nivel en el que altos funcionarios y políticos están
involucrados, de manera que su captura es un elemento indispensable para garantizar su impuni-
dad.
72
Ibid., p. 14.
73
Ibid., p. 7.
74
Ibid., pp. 8, 14 y 16. En el caso de México, semejantes condiciones socioeconómicas y políticas
han estado presentes y parecen haberse arraigado a partir de mecanismos políticos y económicos
instituidos desde el sexenio alemanista.
75
Ibid., p. 18.

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54 Carlos Antonio Flores Pérez

Finalmente, a partir de los casos revisados en su estudio, Buscaglia y Van Dijk


distinguen cinco niveles de infiltración de la delincuencia organizada en la estruc-
tura estatal, el más grave es la captura del Estado por actores e intereses criminales.­76
Es a este tipo de condición a la que se refiere el concepto reconfiguración cooptada
del Estado, explicado a continuación.
La reconfiguración cooptada del Estado implica un proceso sofisticado de cap-
tura estatal mediante el cual un grupo de interés se apodera de instituciones para
reconfigurarlas de manera que sirvan fundamentalmente a sus propios objetivos,
con independencia de la función formal y carácter público que posean.77 Se defi-
ne como:

La acción de organizaciones legales e ilegales que mediante prácticas ilegítimas bus-


can modificar, desde adentro, el régimen político de manera sistémica e influir en la
formación, modificación, interpretación y aplicación de las reglas de juego y de las
políticas públicas, para obtener beneficios sostenibles y lograr que sus intereses sean
validados política y legalmente, y legitimados socialmente en el largo plazo, aunque
éstos no obedezcan al interés rector del bienestar social.78

Cuando el móvil de esta práctica son intereses criminales, su racionalidad in-


trínseca es la búsqueda de la mayor ganancia posible con el menor riesgo de castigo­
penal. En este caso, el interés sustantivo del grupo captor implica la comisión de
actividades ilegales que, en principio, están sujetas a un mayor grado de escrutinio
social e incluso a mecanismos de regulación internacionales, de manera que la
reconfiguración cooptada del Estado puede permanecer incompleta en sentido
formal sin que por ello se anule la premisa racional que guía su acción. Por ejemplo,
una organización poderosa de traficantes de drogas podría cooptar múltiples ins-
tituciones de seguridad y justicia, sea a través de la transferencia de beneficios
materiales o de su capacidad de coerción, de manera que obtuviera un alto umbral
de impunidad fáctica, pero resulta muy improbable que estuviera en condiciones de
transformar de motu propio el sentido de las disposiciones penales en contra del
tráfico de drogas sin incrementar su exposición a la represalia internacional.
Garay et al. desarrollan una tipología de los distintos escenarios que pueden
observarse en la captura de espacios institucionales, privilegiando el caso de los
partidos políticos, vía fundamental para el acceso al poder en regímenes democrá-

76
Ibid., pp. 23-24.
77
Garay et al., op. cit., p. 59.
78
Ibid., p. 96.

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Estado y delincuencia organizada 55

ticos.79 Es preciso enfatizar que la reconfiguración cooptada del Estado se promueve­


desde dentro de las propias estructuras de autoridad, como medio indispensable
para lograr su perdurabilidad.
Pero en regímenes autoritarios donde el acceso al poder no suele pasar por la
contienda electoral, las instituciones a cooptar no son necesariamente los partidos
políticos. Esta consideración es relevante para analizar el caso mexicano, en el que
diversos elementos apuntan a que este proceso tuvo lugar en etapas tempranas de
la consolidación del régimen posrevolucionario, en instituciones burocráticas que,
dadas las características centralistas de aquél, sentaron las condiciones para la con-
solidación de los intereses ilícitos de determinados grupos de actores públicos y de-
lictivos con presencia perdurable en diversas regiones del país, y les garantizaron
altos umbrales de impunidad en las décadas siguientes.
Debido a la coincidencia histórica entre la implantación de estas prácticas y la
consolidación del régimen y la simultánea creación de algunas instituciones de
seguridad clave —como la Dirección Federal de Seguridad, por ejemplo—, la re-
configuración cooptada del Estado parece constituirse, a momentos, en una defi-
nición de origen y no de rediseño. Diversas estructuras gubernamentales parecen
haber nacido capturadas por los intereses ilícitos de sus propios creadores. En otros
casos se trata del precedente de funcionamiento que estos actores promovieron en
instituciones ya existentes, pero aún en proceso de consolidación. Como se ha
señalado, en una lógica que puede entenderse bajo la perspectiva teórica del path-
dependence expuesto por Pierson y Skocpol,80 las prácticas de estos actores
marcaron­el desarrollo posterior de diversas dependencias gubernamentales y con-
tribuyeron en gran medida a la institucionalización de la corrupción dentro de
ellas. Esta tendencia fue reforzada, además, por la continuidad temporal en su
control hegemónico sobre las mismas, caracterizado por el nombramiento de fun-
cionarios afines a esos grupos de poder, en su titularidad o en sus jerarquías de
mayor relevancia.
Acciones semejantes contribuyeron a consolidar la discrepancia entre reglas
formales y prácticas efectivas en diversas instituciones fundamentales del Estado
mexicano, y a acrecentar su disfuncionalidad respecto a su objetivo formal de velar
por el interés público. La reproducción y agravamiento de estas condiciones, al
conjugarse con el incremento en el tráfico de drogas y la ruptura de los métodos
tradicionales de control del Estado sobre el mismo, profundizaron las deficiencias

79
Ibid., pp. 67-80.
80
Pierson, Paul y Theda Skocpol (2002), op cit., pp. 693-721.

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56 Carlos Antonio Flores Pérez

y disfuncionalidades estructurales de un Estado débil81 que, en función de lo an-


terior, estaría evidenciando características propias de un proceso de falla del Estado
en múltiples regiones del país. Todo esto se ilustrará en los siguientes capítulos con
la revisión de la dinámica del contrabando, el tráfico de drogas, las aduanas y las
instituciones políticas, de seguridad y justicia, que se implantó en Tamaulipas a
partir de 1946. Pero antes de proceder a ello conviene detenerse en dos cuestiones:
la primera es una exploración panorámica de la lógica del mercado de la cocaína,
el polvo al que hace referencia el título de la presente investigación; la segunda es
la revisión de información relativa a las características generales de este estado y su
historia, relevantes para entender el contexto del tema central que se analiza. Este
recuento de procesos y actores resulta indispensable para apreciar las cuestiones
que se abordarán con posterioridad.

La producción y el tráfico de cocaína

La planta de coca, Erythroxylon, se remonta a 5 000 años de antigüedad en la región


andina que actualmente comparten Perú, Ecuador y Bolivia. Ha tenido un uso
milenario ritual y estimulante entre las culturas indígenas establecidas en esas re-
giones. No fue sino hasta 1860 que la cocaína, uno de sus 14 alcaloides conocidos,
fue aislado de manera sintética.82 El proceso no fue fortuito: se debe al estudiante
de química Albert Niemann, de la Universidad de Göttingen, quien buscaba ob-
tener el componente activo de la hoja de coca.83
Su consumo bajo la forma usual de clorhidrato de cocaína —que puede ser
inyectada, fumada, o inhalada por la nariz— es un poderoso estimulante del sis-
tema nervioso, que inhibe la absorción de la dopamina.84 De acuerdo con algunos
especialistas médicos, pese a su reputación y a la imagen construida sobre la misma,
no produce una adicción física.85
En una sociedad como la decimonónica, en proceso de industrialización, la
perspectiva de una sustancia energética semejante despertó la simpatía y atención
de la comunidad científica. Incluso figuras intelectuales de la talla del propio Sig-
81
Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 325-326.
82
Gootenberg, Paul (2008), Andean cocaine. The making of a global drug, The University of North
Carolina Press, Carolina del Norte, p. 16.
83
Ibid., p. 22.
84
Ibid., p. 17.
85
Waldorf, Dan, Craig Reinarman y Sheigla Murphy (1991), Cocaine Changes: The Experience of Us-
ing and Quitting, Temple University Press, Filadelfia. Citado en Gootenberg, op. cit., p. 17.

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Estado y delincuencia organizada 57

mund Freud experimentaron su consumo directo.86 En esa época, su uso farma-


céutico como potente anestésico, empleado para realizar cirugías hasta entonces
no practicadas por la sensibilidad de las zonas a intervenir, está documentado, lo
mismo que su empleo como tónico empleado en la elaboración de bebidas de
consumo popular.87 Semejante uso le brindó el estatus de bien económico global.88
El comercio inicial de cocaína floreció en Perú como fuente de aprovisiona-
miento industrial para Europa, especialmente para Alemania. Bolivia fue un actor
secundario que no se consolidó en este circuito, sino que a lo más su producción
de hoja de coca sirvió para abastecer el consumo de comunidades andinas en di-
versos países sudamericanos. Para entonces, Colombia no figuraba en absoluto
dentro de esta producción.89
Hacia inicios del siglo xx, en los Estados Unidos, el consumo de productos que
contenían cocaína estaba también presente, y ese país constituía uno de los mer-
cados más significativos de semejantes bienes.90 No obstante, hacia 1910, la actitud
del público estadounidense y sus políticas hacia esta sustancia observó un viraje
notorio.
En 1900, la comunidad médica estadounidense ya había externado críticas al
comercio de cocaína sin regulación. El nuevo panorama de rechazo estaba relacio-
nado con sentimientos similares hacia drogas narcóticas, también usadas con pro-
pósitos no medicinales, que fueron adjudicadas a sectores sociales no privilegiados,
como las comunidades afroamericanas del sur. Tal perspectiva se extendió incluso
al alcohol.91
En 1915, Estados Unidos emprendió una cruzada mundial contra la cocaína,
que incluía promover una imagen de la entonces enemiga Alemania como un
imperio perverso de la droga.92 En general, ésta era una extensión de la creciente
inclinación prohibicionista que ya se había hecho manifiesta en el respaldo e im-

86
Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 23-24.
87
Ibid., pp. 25, 26, 107, 108, 112-113.
88
Ibid., p. 107.
89
Ibid., p. 113.
90
Ibid., pp. 118-121. La compañía farmacéutica estadounidense Parker y Davis, por ejemplo, se es­
pe­cializaba en la producción de medicamentos compuestos con cocaína. Véase, también, Musto,
David F. (1993), “Pautas en el abuso de drogas y la respuesta en los Estados Unidos”, en Smith, Peter
H., El combate a las drogas en América, fce, México, p. 77.
91
Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 122, 192 y 193; Musto, David F. (1993), op. cit., pp. 72-77.
92
Ibid., p. 122. Véase, también, Musto, David F. (1993), op. cit., p. 75.

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58 Carlos Antonio Flores Pérez

pulso de ese país a políticas semejantes sobre el opio, implantadas en la convención


de 1912.93
En diciembre de 1914, el presidente Woodrow Wilson firmó el proyecto de
ley propuesto por el representante demócrata por Nueva York, Francis Burton
Harrison, integrante del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso estadouni-
dense. Esta iniciativa, que sería en lo subsecuente conocida como la ley Harrison,
marcó el inicio de políticas restrictivas hacia varias drogas psicoactivas en ese país,
que guiarían su política exterior en la materia.94 Desde esa época temprana, los
Estados Unidos asumieron “el papel de jefe del control internacional de narcóticos,
papel que mantiene hasta el día de hoy”.95 En 1922, el Acta Jones-Miller proscribió
el ingreso de cocaína por la frontera estadounidense y reguló estrictamente la im-
portación legal residual con fines médicos.96
En la década los años veinte y treinta, las propias empresas importadoras es­
tadounidenses, virtuales oligopolios de esta actividad en ese país, junto con aque-
llas de carácter farmacéutico, favorecieron el cambio de la política hacia la cocaína
y cooperaron con las nuevas estrategias de control punitivo.97 Tales empresas tenían
interés por limpiar su imagen ante un problema social derivado del consumo no
médico de la cocaína, en buena medida exagerado.98 El tipo de consumidor al que
se proscribía, junto con la sustancia de uso, era considerado un desviado social o
criminal y no sin una buena dosis de racismo se le identificaba persistentemente
con la minoría afroamericana. Este tipo de consumidores no empleaban la
inyección­de cocaína, reconocida por la industria médica como estimulante
cerebral,­sino la inhalación nasal, práctica concebida en términos derogatorios.99
A mediados de los años treinta, de acuerdo con información de la Liga de las
Naciones publicada por Gootenberg, la producción mundial total de cocaína as-
cendía a 14 486 kg, de los cuales Japón producía 23.3% (3 606 kg); los Estados
Unidos, 21.3% (3 292 kg); Alemania, 15% (2 329 kg); Reino Unido, 9.9% (1 540
kg); Francia, 8.3% (1 284 kg); la Unión Soviética, 6.1% (940 kg); Bélgica, 3.7%
(574 kg); Suiza, 3.6% (564 kg); Checoslovaquia, 3.2% (496 kg); Holanda, 2.2%
(347 kg); y otros países como Formosa, Polonia, India, Yugoslavia y Corea sumaban­,

93
Musto, David F. (1993), op. cit., pp. 72 y 74.
94
Ibid. pp. 72-81; Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 191.
95
Musto, David F. (1993), op. cit., p. 72.
96
Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 191.
97
Ibid., pp. 194-198.
98
Ibid., op. cit., p. 197.
99
Ibid., pp. 192-193 y 197.

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Estado y delincuencia organizada 59

en conjunto, 3.3% (514 kg).100 Ninguno de los países sudamericanos donde se


produce la hoja de coca figuraba entre los productores de cocaína. Por otra parte,
el tráfico irregular —aquel que surtía precisamente al consumo no médico, según
se caracterizaba en el párrafo anterior— era, durante esta época, claramente margi-
nal. En 1936, de acuerdo con el Buró Federal Antinarcóticos (fbn, por sus siglas en
inglés), el total de cocaína de contrabando incautada en los Estados Unidos­fue de
725 gramos de los cuales 277 gramos fueron asegurados en la frontera.101
En el periodo entre guerras existía aún una multiplicidad de regímenes de
control sobre la cocaína. Muchos de ellos eran todavía bastante tolerantes respecto
a la misma y eran aceptados por la Liga de las Naciones. Esta condición, junto con
una baja demanda de la sustancia, evitó el surgimiento de redes de tráfico alternas
durante este periodo, pues las ganancias por semejante actividad eran aún relati-
vamente menores.102 Hasta 1970, las incautaciones de cocaína contrabandeada se
cuantificarían oficialmente en cantidades de gramos o, a lo sumo, kilogramos; sin
excepción, en este último caso, con cifras de dos dígitos o menos. A partir de 1970,
los reportes de incautaciones comenzaron a referir cantidades de cientos de kilo-
gramos y a finales de los años setenta, de toneladas.103
Con el cambio de estatus de la cocaína como bien mercantil ahora proscrito,
hacia finales de los cuarenta comenzaron a articularse redes alternativas para su
distribución. Se trataba de precursores del contrabando ilegal de esta sustancia que,
según Gootenberg, constituye una etapa precolombiana del negocio, que se exten-
dió hasta mediados de los sesenta y principios de los setenta. En esta etapa, los
actores sustantivos eran fundamentalmente peruanos, bolivianos, cubanos,
chilenos,­mexicanos, brasileños o argentinos.104
El principal punto de producción y exportación de hoja de coca lo constituía,
durante la primera mitad del siglo xx, la zona andina del este de Perú, en las proxi-
100
Ibid., pp. 213, 325-328. Aunque el autor previene, en general, sobre la laxa fiabilidad de las cuan-
tificaciones oficiales de la cocaína, el hecho de que en este caso se trate de estimaciones de la
producción de empresas legales puede proporcionar un mayor grado de certidumbre, al menos en
términos comparativos, frente a las propias presentes en el posterior régimen prohibicionista. En
el primer caso, si bien las cifras pueden ser inexactas (e incluso caracterizarse por un subreporte),
su proporción total muestra, de cualquier manera, dado su uso industrial, la discrepancia entre
la marginal disponibilidad eventual para usos no médicos o industriales y la construcción de una
ima­gen oficial de amenaza por la proliferación de este tipo de consumo.
101
Ibid., p. 336, apéndice, tabla A.5, “Contrabando de cocaína. Incautaciones reportadas, 1935-
1970”.
102
Ibid., op. cit., p. 217.
103
Ibid., pp. 252-336.
104
Ibid., p. 245.

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60 Carlos Antonio Flores Pérez

midades de la población de Huánuco. Después de los años cincuenta y hasta en-


trados los ochenta, esta zona constituiría también el punto de abasto para la pro-
ducción ilegal de cocaína.105
Según los propios comentarios de Harry Anslinger, titular del Buró Federal
Antinarcóticos, precedente institucional de la actual Drug Enforcement Adminis-
tration (dea) señalaba, a principios de los años treinta, que el flujo de cocaína
ilegal hacia los Estados Unidos era marginal, así parece corroborarse con los datos
sostenidos sobre incautaciones de esta sustancia, ya mencionados.106 Es preciso
tener en mente, como señala el autor, que las estimaciones oficiales del contraban-
do ilícito de drogas suelen basarse en las cantidades incautadas, no en aquella que
eventualmente logra llegar al mercado. Semejante consideración era válida entonces­
y ahora. De cualquier manera, la tendencia antes señalada parece confirmarse.
Vale la pena apuntar que los autores más reconocidos que han escrito sobre las
estimaciones económicas del mercado de la cocaína y, en general, apreciaciones
cuantitativas respecto al fenómeno del tráfico de drogas, coinciden en la dificultad
para tomar con seriedad las cifras históricas oficiales que muestran grandes discre­
pan­cias en sus valores e incluso en los propios sistemas de medición, que se modi-
fican con frecuencia y sin razón aparente.107 Incluso un autor observa sin ambages
que estas diferencias son empleadas con fines políticos para mostrar una pretendida­
eficiencia por parte de las instituciones de seguridad o justificar los crecientes pre-
supuestos destinados a esta materia.108
No obstante, con todas las reservas señaladas, la información disponible con-
valida que hacia comienzos de los años treinta el tráfico de cocaína era relativamente­
desorganizado y poco continuo, y las organizaciones involucradas no parecían
tener aún una relación estable.109 Por ejemplo, aunque se menciona algún tráfico
incipiente de cocaína por la Costa Pacífico, manufacturada en Japón y transportada­

105
Ibid., pp. 245-247.
106
Ibid., p. 251.
107
Ibid., pp. 10-11, 325-328; Thoumi, Francisco (2005), “The numbers game: Let’s all guess the size
of the illegal drug’s industry!”, en Journal of Drug Issues, Florida State University/School of Crimi-
nology & Criminal Justice, invierno, Miami, pp. 185-199; Reuter, Peter (1996), “The Mismea-
surement of Illegal Drug Markets: The implications of its irrelevance”, en Susan Pozo (ed.) (1996),
Exploring the Underground Economy: Studies of Illegal and Unreported Activity, W.E. Upjohn Insti-
tute for Employment Research, Kalamazoo.
108
Allen, Chistian M. (2005), An industrial geography of cocaine, Routledge, Latin American Studies,
Nueva York-Oxon, p. 4.
109
Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 251.

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Estado y delincuencia organizada 61

a través de la frontera con México,110 las organizaciones mexicanas de los años


treinta y cincuenta aparecen mucho más involucradas en la producción local de
mariguana y goma de opio y su traslado hacia los Estados Unidos.111
El tráfico de cocaína en Colombia se remonta a los años cincuenta, cuando
algunos productores locales proveían este producto a grupos criminales cubanos.
Cuando estos últimos se trasladaron a Florida, tras la Revolución cubana, comen-
zaron a su vez a surtir ese mercado, aún de reducidas proporciones. Por su parte,
productores colombianos de mariguana transformarían gradualmente sus redes de
contrabando para comerciar, en su lugar, la más redituable y compacta cocaína.112
En los años cincuenta, los principales traficantes internacionales de cocaína
fueron chilenos o cubanos. En el primer caso, la presencia relevante se mantendría
hasta inicios de los años setenta, cuando el golpe militar de Augusto Pinochet es-
tableció un esquema de extremo autoritarismo que aplastó, entre otras cosas, se-
mejante negocio.113
En los años cincuenta, Cuba fue el núcleo principal para el desarrollo de un
mercado ilegal de la cocaína. Varios factores fueron conducentes para ello: fun­
damentalmente, la existencia de una vasta red de personajes vinculados con circui-
tos ilícitos de orden transnacional, incluyendo aquéllos establecidos en los Estados
Unidos­por la mafia italoamericana desde los años de la prohibición del alcohol y
que en La Habana se habían establecido también explotando el juego y la prosti-
tución bajo el amparo de una secuencia de regímenes autoritarios considerable-
mente corruptos.114
Fue en este contexto que el uso de la cocaína con fines recreativos floreció con
nuevos bríos; con efectos atractivos para el turista que buscaba placeres afines a
semejante ambiente. Con una demanda estimulada, las primeras redes de produc-
ción y contrabando de cocaína destinada a este mercado y al estadounidense solían
incluir a cubanos entre sus integrantes, quienes establecieron contactos locales en
las regiones cocaleras andinas.115

110
Ibid. Aunque para los parámetros de hoy resulte sorprendente, el autor refiere la síntesis química de
cocaína realizada en ese país oriental. Como se recordará, Japón se encontraba entre los principales
países productores de cocaína, según la información estimada por la Liga de las Naciones.
111
Astorga, Luis (2005), El siglo de las drogas. El narcotráfico, del Porfiriato al nuevo milenio, Plaza y
Janés, México, pp. 39-98.
112
Allen, Christian M. (2005), op. cit., p. 57.
113
Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 261. El tráfico realizado por chilenos estaba más vinculado
con fuentes de aprovisionamiento bolivianas.
114
Idem.
115
Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 264.

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62 Carlos Antonio Flores Pérez

Al final de esa década, con la defenestración del régimen de Fulgencio Batista


por la Revolución cubana, y con la subsecuente emigración de personajes involu-
crados en estas actividades, el know-how del negocio se expandió a nuevas regiones;
tras su arribo a Florida, comenzaron a surtir ese mercado, aún de reducidas propor­
ciones.116
Según establece Allen, una de las razones que pudo haber favorecido el esta-
blecimiento y desarrollo de esta nueva red criminal identificada por una nueva
pertenencia nacional y étnica fue que, tras su expulsión de Cuba, la mafia italoame-
ricana tenía, durante los años sesenta, un interés prioritario por consolidar sus
intereses en Las Vegas, de manera que el incipiente negocio de la cocaína desarro-
llado en Florida por los recién llegados cubanos, ya en relación con los anteriores,
no enfrentó una rivalidad enconada. López Restrepo y Camacho señalan, además,
que la buena voluntad y colaboración de las autoridades estadounidenses hacia los
grupos anticastristas asentados en Miami, a comienzos de los años sesenta, con el
propósito de derrumbar el régimen de Fidel Castro, favorecieron que se mostrara
eventualmente algún grado de complacencia hacia las actividades de tráfico de
drogas desarrolladas por algunos de estos exiliados.117
De acuerdo con Gootenberg, no fue sino hasta comienzos de los años setenta,
cuando comienzan a surgir las redes de tráfico de cocaína colombianas.118 El traba­
jo de este autor está basado en investigación de archivo en los acervos correspondien­
tes al Buró Federal Antinarcóticos (fbn), que muestra virtualmente la nula referen­
cia de decomisos de cocaína provenientes de Colombia en los Estados Unidos­o
transportada hasta ese país por colombianos, previos a la década de los setenta. No
obstante, Allen ubica en los años cincuenta el origen del tráfico colombiano de
esta droga.119
Por su parte, los reputados académicos colombianos, Andrés López Restrepo
y Álvaro Camacho Guizado, documentan la existencia aislada de algunos laborato­
rios de procesamiento químico de heroína y cocaína en Colombia, asegurados por
autoridades de ese país con el apoyo de sus pares estadounidenses, desde los años
cincuenta. Asimismo, ofrecen evidencias de la relación entre traficantes cubanos y

116
Allen, Christian M. (2005), op. cit., p. 57; Gootenber, Paul (2003), op. cit., pp. 264-266; véase,­
también, López Restrepo, Andrés y Álvaro Camacho Guizado (s.f.), “From smugglers to drug-lords
to ‘traquetos’: changes in the Colombian illicit drugs organizations”, working paper, Kellog Insti-
tute for International Studies/University of Notre Dame, disponible en <http://nd.edu/~kellogg/
faculty/research/pdfs/LopeCama.pdf>, p. 7.
117
López Restrepo y Camacho Guizado (s.f.), op. cit., p. 7.
118
Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 273, 300 y 301.
119
Allen, Chistian M. (2005), op. cit., p. 57.

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Estado y delincuencia organizada 63

colombianos, y consideran que estos últimos eran los proveedores sustantivos de


aquéllos.120
Más allá de esta polémica, lo cierto es que entre finales de los sesenta y princi-
pios de los setenta, organizaciones dedicadas al tráfico de cocaína comenzaron a
multiplicarse en Colombia. La transición hacia el predominio de los grupos delic-
tivos originarios de este país sobre el tráfico de cocaína, desarrollado a lo largo de
las dos siguientes décadas, se explica por diversos factores que constituyeron una
ventaja comparativa para su arraigo y crecimiento exponencial.121
Francisco Thoumi, economista reconocido como uno de los principales
expertos­sobre este tema, señala que la ventaja competitiva de Colombia para el
tráfico de drogas en general, y de cocaína en particular, frente a las otras naciones
andinas, se debe a un conjunto complejo de factores políticos y socioeconómicos,
no necesariamente vinculados al sentido económico clásico del término, general-
mente expresado a partir de la lógica de producción per se; no pueden entenderse
tampoco como mero efecto lineal de una demanda externa y creciente por el
producto en cuestión.122
Estas condiciones son a su vez funcionales para el desarrollo de diversas des-
trezas no estrictamente económicas y de carácter ilícito, que favorecieron el arraigo
y crecimiento vertiginoso de estas organizaciones criminales.
Thoumi refiere, por ejemplo, el comercio de insumos ilegales, la siembra y
cuidado de plantíos ilícitos, el desarrollo de sistemas clandestinos de manufactura
de drogas, la existencia de conocimientos y redes para sacar el producto del país
como contrabando, la capacidad para establecer redes ilícitas de mercado y distri-
bución en el extranjero, así como para transportar de regreso la ganancia obtenida
e invertirla en la propia estructura económica.123 Este autor añade también una
laxitud en los controles sociales respecto a los comportamientos aceptados y las

120
López Restrepo y Camacho Guizado citan un documento presentado en el Congreso esta­dou­ni­
den­se, en 1980, según el cual, hacia 1965, los colombianos proveían casi 100% de la cocaína que
ingresaba a los Estados Unidos por medio de traficantes cubanos. Véase op. cit., p. 7.
121
Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 371-372.
122
Thoumi, Francisco (2002), El imperio de la droga. Narcotráfico, economía y sociedad en Los Andes,
Planeta, Bogotá, pp. 78-105. En un trabajo posterior publicado en inglés, Thoumi aborda espe-
cíficamente este tema. Véase Thoumi, Francisco (2005), “The Colombian competitive advantage
in illegal drugs: the role of policies and institutional changes”, en The Journal of Drug Issues, 1 de
enero, pp. 7-26.
123
Ibid., p. 79.

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64 Carlos Antonio Flores Pérez

normas formales e informales a respetar, lo mismo que una familiaridad con la


violencia y la disposición a usarla.124
Además de la capacidad sofisticada en el uso de la violencia extrema y la pron-
titud para recurrir a ella, producto de la presencia prolongada de conflictos arma-
dos dentro de su territorio, la existencia de añejas redes dedicadas a diversos con-
trabandos en Colombia constituye también una variable relevante para explicar
esta consolidación.125 Todo ello combinado con una estructura empresarial com-
parativamente más moderna que la existente en Perú y Bolivia, acostumbrada a la
ganancia económica pronta y con pocos pruritos respecto a la legalidad en sus
procedimientos.126
A ello hay que añadir las dificultades del Estado colombiano para ejercer un
efectivo control presencial y funcional sobre su territorio, y las actividades que se
desarrollan dentro de él, característica compartida con otros países donde la pro-
ducción y el tráfico de drogas se han desarrollado de manera considerable.127
No obstante, algunas consideraciones establecidas por Allen resultan en
especial­significativas para entender este proceso, mismas que ofrecen también
referencias importantes para el caso sustantivo de este trabajo.
La dinámica del mercado de la cocaína no está totalmente divorciada de aquella­
de otros bienes lícitos. La transferencia de habilidades y tecnología desde el ámbito­
de los negocios legales le ha convertido en una moderna industria transnacional.128
En su sentido mercantil, la lógica de las organizaciones del tráfico de cocaína no
está demasiado divorciada de la propia de firmas de carácter legal. Incluso,­según
expone este autor, en un estricto sentido económico y comercial, las estrategias de
exportación de cocaína parecen inspiradas en los consejos sobre políticas del desa-
rrollo recomendadas por organismos internacionales, como el Banco Mundial.129
A lo largo del amplio periodo histórico aquí descrito y hasta la fecha, el Estado
ha sido y continúa siendo el primer factor en la regulación comercial, promotor del
crecimiento y, en general, de la política económica que proyecta el florecimiento­
del mercado. El desarrollo de mercados ilegales transnacionales al que aquí se hace
referencia forma parte del proceso complejo de globalización que se aceleró en las

124
Ibid., pp. 79-80 y 85-87.
125
Allen, Chistian M. (2005), op. cit., p. 63.
126
Ibid., pp. 63-64; Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 301-302.
127
Thoumi, Francisco (2005), op. cit., pp. 9-10.
128
Allen, Chistian M. (2005), op. cit., p. 1.
129
Ibid., pp. 1-2. Este autor refiere la reflexión de Manuel Castells (1998), “The Perverse Connection­:
The Global Criminal Economy”, en End of Millennium, Blackwell Publishers Ltd., Oxford-Mal-
den, p. 173.

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Estado y delincuencia organizada 65

últimas décadas, pero surge, por lo menos, desde la primera mitad del siglo xx.
Estos mercados ilegales transnacionales no están desconectados del capital global
y sus principales circuitos y dinámicas vigentes durante las diversas etapas de este
periodo. Como señala Allen, en su interacción con las localidades, la globalización
es procesada a partir de sus propias condiciones e instituciones. Esto favorece que,
independientemente de la lógica similar que pueden tener sus procesos económi-
cos, éstos sean reconvertidos a partir de las circunstancias de los propios enclaves.130
El lugar de origen de las empresas, aun las ilegales, marca su impronta en su funcio-
namiento y lógica, debido a que supone una adaptación específica al contexto
institucional, a las prácticas y costumbres establecidas en ese lugar.131 Más aun, no
pueden ser enteramente ajenas al modelo específico de capitalismo adop­ta­do y a
sus peculiares características locales.
Si bajo cierto paradigma teórico el Estado es promotor del modo de producción­
capitalista y de sus relaciones de producción, una infraestructura económica
compleja­ofrece mejores condiciones de desarrollo también a las empresas ilegales,
frente a otra comparativamente más débil y de menor proporción, cuando la pri-
mera mantiene amplios umbrales de discrecionalidad y falta de controles transpa-
rentes, según se vio más arriba con lo expuesto por Buscaglia y Van Dijk.132
Gran parte de las ventajas comparativas para el tráfico de drogas descritas más
arriba por Thoumi, atribuidas a las organizaciones colombianas, es compartida
también por sus contrapartes mexicanas; con la salvedad de que semejantes inte-
reses ilegales, en este caso, y según se podrá apreciar en las páginas siguientes,
contaron con el respaldo de actores estatales en condiciones de movilizar también
a su favor prácticas identificadas con el modelo de desarrollo económico que habría
de resultar en el denominado milagro mexicano.
En este caso, resulta significativo el paralelismo entre las estrategias económicas­
de brindar protección comercial a ciertas empresas cercanas al poder en turno,
frente a sus competidoras, hasta constituirlas en virtuales monopolios u oligopolios
arraigados en México durante el sexenio de Miguel Alemán. De hecho, cabe la
posibilidad, a la luz de las evidencias que se expondrán más adelante, de que en estos
procesos de promoción del crecimiento económico, algunos de sus principales
artífices compartieran intereses en ámbitos que resultan, por lo menos, de legalidad
cuestionable, mismos que se habrían vinculado con el propio desarrollo de la eco-
nomía lícita.

130
Allen, Christian M. (2005), op. cit., p. 1.
131
Ibid.
132
Buscaglia y Van Dijk (2003), op. cit., pp. 7-12, 17-18.

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66 Carlos Antonio Flores Pérez

En referencia a las organizaciones del tráfico de drogas mexicanas, Peter An-


dreas señala que éstas constituyen “the quintessential expression of the kind of
private sector entrepreneurialism celebrated and encouraged by neoliberal econo-
mic orthodoxy that guides imf and World Bank policy prescriptions”.133
Como podrá apreciarse en el último capítulo de este trabajo, no deja de resultar­
significativo que, en el periodo en que semejantes políticas arraigaron en México­
e implantaron una supuesta modernización en el modelo de desarrollo nacional
para anclarlo en la nueva economía globalizada, algunos de sus promotores arque-
típicos aparezcan —según parecen indicar las evidencias—, de nuevo en el centro de
relaciones y procesos igualmente dudosos o cuestionables. Se trata otra vez de la
imbricación de intereses lícitos e ilícitos, auspiciados desde los espacios de poder,
con tenues barreras entre empresas legales y otras de distinta naturaleza.
Todo esto reviste especial relevancia a la luz de las observaciones realizadas por
un alto ex funcionario de la pgr en una investigación previa del autor. El persona-
je refería su percepción de la puesta en marcha de una estrategia durante uno de
los más recientes periodos de ajuste de la economía mexicana a las nuevas deman-
das de modernización del entorno globalizado. Su aplicación, basada en fines ilí-
citos y estrictamente privados e impulsada desde diversas instituciones públicas,
estaba encaminada a favorecer la extracción de rentas del tráfico de cocaína. El
recurso de esta peculiar medida proteccionista era evitar el libre tráfico enfocando
el aparato de seguridad contra grupos independientes o extranjeros, al tiempo que
se consolidaban otros de carácter nacional.134
En México, la presencia de productos legales elaborados con coca o cocaína,
entre finales del siglo xix y hasta 1939, ha sido documentada por Astorga.135 La
esca­sez posterior de esta sustancia, derivada del quiebre de sus cadenas de produc-
ción y comercialización referidas por Gootenberg, se refleja en su relativa ausencia
del panorama nacional, más allá de las transacciones ocasionales y esporádicas, que
este mismo autor refiere, entre traficantes cubanos y mexicanos.136

133
“La quinta esencia del tipo de mentalidad empresarial en el sector privado, celebrada y apoyada
por la ortodoxia neoliberal que guía las prescripciones políticas auspiciadas por el fmi y el Banco­
Mundial”. (Traducción libre del autor.) Véase Andreas, Peter (1999), “When Policies Collide: Mar­
ket­Reform, Market Prohibition and the narcotization of the Mexican Economy”, en Richard H.
Friman y Rowman P. Andreas (eds.), (1999), The illicit global economy and state power, Rowman &
Li­ttlefield Publishers Inc., Maryland, p. 125.
134
Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 193-196.
135
Astorga, Luis (2005), op. cit., pp. 24-25.
136
Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 273-275.

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Estado y delincuencia organizada 67

En este país, el tráfico de cocaína comienza a surgir hacia los años setenta,
pero crece de manera acelerada en los ochenta. En este periodo, las organizaciones
colombianas, ya entonces hegemónicas, se vieron presionadas para establecer
nuevas­rutas para transportar su producto hacia los Estados Unidos, cuando a
principios de esta última década un incremento en las medidas de seguridad cos-
tera en el Caribe dificultó la continuidad del contrabando por Florida.137
Los traficantes colombianos buscaron asociarse con sus contrapartes mexicanas,­
expertas ya en contrabandear drogas y otros bienes a través de la larga frontera­
compartida con los Estados Unidos. Estos últimos encontraron así el acceso con-
tinuo a una droga de mayor demanda respecto a la mariguana y los opiáceos, a los
que tradicionalmente se habían dedicado, más compacta y con niveles de ganancia
mucho más redituables.
Los colombianos, por su parte, encontraron un ambiente receptivo, pero más
centralizado y adverso a incursiones independientes, que aquel que enfrentaban
en su propio entorno. Con todas las precariedades que pudiera tener, el Estado
mexicano había logrado establecer una hegemonía territorial y funcional conside-
rablemente mayor a la de su contraparte colombiana. A diferencia de este último
caso, en México el tráfico de drogas había sido una actividad sujeta a los designios
de actores del poder, en condiciones de utilizar el aparato de seguridad para su
protección discriminativa y vinculados estrechamente a una estructura económica
más compleja y de mayores dimensiones que la colombiana.138
Aunque sus cifras no se refieren exclusivamente al tráfico de drogas, ni se re-
portan transacciones en efectivo ni el lavado de dinero doméstico, lo anterior se
puede dimensionar si se considera, por ejemplo, el informe de Global Financial
Integrity. Esta organización, dedicada a medir los flujos de capital ilícito en el
mun­do, reportó que entre 1970 y 2010 la cantidad de recursos ilícitos provenientes­
de México en el sistema financiero internacional ascendía a 872 000 millones de
dólares estadounidenses. En promedio, tales flujos ilícitos representaron anual-
mente 5.2% del pib, durante ese periodo. En 1995, sin embargo, alcanzaron el
máximo de 12.7%.139
Las organizaciones mexicanas, respaldadas por una estructura política y poli-
cial considerablemente centralizada en los hechos, más allá de las formas democrá-

137
Allen, Christian M. (2005), op. cit., pp. 72-73 y 84.
138
Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 278, 279, 324-326.
139
Kar, Dev (2012), México: flujos financieros ilícitos, desequilibrios macroeconómicos y la economía su-
mergida, Global Financial Integrity, p. i., disponible en <http://www.gfintegrity.org/storage/gfip/
documents/reports/mexico/gfi_mexico_report_espanol_web.pdf>.

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68 Carlos Antonio Flores Pérez

ticas y federalistas, favorecieron gradualmente un pago en especie por parte de los


grupos colombianos, a quienes incluso obligarían, a principios de los noventa, a
aceptar condiciones leoninas.140
Como factores añadidos a lo anterior, su conocimiento para el contrabando
fronterizo, su igualmente notable propensión a la violencia y la existencia de una
amplia comunidad mexicana que facilitaba la construcción de redes de distribución­
propias permitieron que, desde mediados de los años noventa, las organizaciones
mexicanas comenzaran a consolidar su propia hegemonía en el tráfico de cocaína
hacia los Estados Unidos.141

140
Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 193-194. Véase, también, Flores Pérez, Carlos Antonio
(2010), “Organized crime and oficial corruption in Mexico”, en Robert A. Donnelly y David A.
Shirk (2010), Police and Public Security in Mexico, University Readers, EU, pp. 100-106, 116. So-
bre el pago en especie, véanse González-Ruiz, Samuel, Ernesto López Portillo-Vargas y José Arturo
Yáñez (1994), Seguridad pública en México. Problemas, perspectivas y propuestas, unam, México, pp.
75-76; Allen, Christian M. (2005), op. cit., p. 78.
141
Esta tendencia ya se advertía, por ejemplo, en el informe de la Oficina de las Naciones Unidas
contra las Drogas y el Delito en 1999. Véase United Nations Office for Drug Control and Crime
Prevention (1999), Global Illicit Drug Trends, United Nations Publications, Nueva York, p. 46.

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2. El contexto tamaulipeco: antecedentes generales
e historia contemporánea de la entidad

La evolución del tráfico de drogas y la delincuencia organizada en Tamaulipas no


pueden entenderse sin vincular sus características esenciales con la dinámica polí-
tico-institucional y social de la entidad. Estos rasgos que pueden tener similitudes
considerables respecto a aquellos presentes en otras entidades de la frontera norte
del país —donde problemas similares se han hecho presentes—, guardan, sin
embargo, especificidades que han hecho de Tamaulipas un estado donde este fenó­
me­no se ha arraigado con especial virulencia y profundidad. Esta raíz se aprecia en
diversos sectores de la sociedad, pero sobre todo en las instituciones políticas y de
seguridad,­locales y federales, que tuvieron mayor relevancia e influencia en el tema
que nos ocupa, durante el periodo que comprende esta investigación (1947-2000).
Tamaulipas constituye el punto de cruce fronterizo más cercano al centro y sur
de la República, lo que le convierte en un punto estratégico para los intercambios
mercantiles entre México y los Estados Unidos, sean estos de carácter lícito o no.
Es un estado donde las prácticas del contrabando hacia uno y otro sentido de la
frontera cuentan con una historia secular, incluso de carácter fundacional en algu-
nos de los casos de las ciudades gemelas que se han establecido a lo largo de la línea
fronteriza. Las ciudades del norte de Tamaulipas han constituido polos de atracción
de poblaciones migrantes que llegaron a la entidad con el propósito de cruzar
hacia el vecino del norte, o bien, para encontrar opciones laborales en el contexto
de lo que alguna vez fue una floreciente agroindustria algodonera y, más tarde, el
establecimiento local de maquilas. De cualquier manera, a lo largo del periodo
señalado, Tamaulipas ofrece uno de los panoramas más notables en la perduración
de indicadores que evidencian un desarrollo social inequitativo, con segmentos de
población no desdeñables viviendo en condiciones de marginación.
A estas condiciones, ya en sí mismas favorables para el surgimiento de situa-
ciones de violencia y criminalidad, deben sumarse las características propias de la
dinámica política e institucional locales. Desde su fundación, la entidad ha estado
bajo el control político de caciques, hecho que ha determinado —y en buena
medida limitado— la lógica funcional de las instituciones existentes. La influencia
del poder central fue relativamente periférica, por lo menos hasta el Porfiriato.
Pero aun el propio triunfo de la Revolución mexicana derivó en el control político

69

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70 Carlos Antonio Flores Pérez

establecido por un núcleo estrecho de camarillas que se han heredado el poder


exclusivamente entre sus propios miembros, a veces incluso de manera dinástica,
sin que la oposición política externa al pri logre constituir una alternativa real de
disputa política.
Estas condiciones determinaron que la historia política estatal esté caracteri-
zada por las disputas entre camarillas adscritas al partido oficial, que muestran con
frecuencia notables rasgos caciquiles, que cuentan con poder local y estrecha
vinculación­con otras de dimensión nacional. Es la continuidad de estas fuerzas, y
a lo sumo la disputa entre ellas, el referente continuo de la política local, que desde
los años veinte se percibe caracterizada por esta condición, antes que estar deter-
minada por pugnas ideológicas y electorales entre fuerzas políticas con proyectos
alternativos claramente definidos y diferenciables. Todo ello en un contexto en el
que el funcionamiento de las instituciones políticas y de gobierno, incluyendo las
de seguridad, muestran tradicionalmente un amplio desfase entre sus planteamientos­
formales y la realidad cotidiana.
Este rasgo, que bien puede aplicarse al régimen posrevolucionario en general,
adquirió en Tamaulipas carácter de permanencia y se arraigó quizá de manera más
acusada que en otras entidades donde el surgimiento y desarrollo de otras fuerzas
políticas presionaron para la adopción de nuevos marcos institucionales y
condiciones­de competencia política y de interacción entre la sociedad y el poder.
Uno de sus efectos fue la generación de umbrales muy bajos de transparencia y
rendición de cuentas, que junto con las condiciones descritas más arriba, favore-
cieron a su vez vinculaciones endémicas y permanentes entre actores de poder y la
delincuencia­ organizada.
Como se verá en los siguientes capítulos, en buena medida estas organizaciones
se arraigaron en el estado gracias a la garantía de impunidad que les brindaron sus
asociados dentro de los espacios de poder, que obstruyeron de manera permanente­
y deliberada el funcionamiento de las instituciones de seguridad y justicia encar-
gadas de hacerles frente.
A continuación se describen algunos de los procesos políticos y características
sociodemográficas de la entidad que, a juicio del autor, revisten especial relevancia
para entender las razones que han hecho de Tamaulipas el lugar de origen y ope-
ración de algunas de las organizaciones delictivas más poderosas de México.
El lector podrá apreciar el proceso de reconfiguración cooptada del Estado que, por
el carácter temprano en que tuvo lugar, podría asemejar una configuración de origen
donde la camarilla de Miguel Alemán Valdés estableció una influencia significativa
en los ámbitos políticos, judiciales, de seguridad y empresariales, donde aparecen

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 71

imbricados intereses lícitos e ilícitos que determinarían, en el tiempo por venir, la


limitación en el desempeño de diversas instituciones del Estado, permitiendo am-
plios umbrales de impunidad.
Varios de los ejemplos que se ofrecen tienen el propósito fundamental de
mostrar las dimensiones de la corrupción de alto nivel asociada a estos personajes,
la naturaleza autoritaria y patrimonialista de su actividad política y gubernamental,
y la profundidad de su arraigo en los sectores público y privado del país, en una
etapa en la que ambas dimensiones comenzaban a articularse tras la Revolución
mexicana.

Tamaulipas, de sus orígenes hasta el Porfiriato

En la región que se conoce en la actualidad como Tamaulipas, la cultura prehispánica­


más definida fue la huasteca, que estaba asentada en el sur del estado y se expandía
también hasta algunas zonas de San Luis Potosí, Veracruz, Querétaro, Hidalgo y
Puebla. Esta cultura no integró una estructura de poder centralizada, sino que
estableció una serie de señoríos o cacicazgos que regían a sus propias comunidades,­
sólo vinculadas por su cultura y no por instituciones políticas, caracterizadas, ade-
más, por una considerable estratificación social.1
Si una conformación del poder dispersa parece caracterizar a esta región secu-
larmente, acciones de violencia, de crueldad extrema, también se hunden en la
memoria local. La brutalidad de la conquista hispánica se hizo presente en los te-
rritorios que hoy constituyen el estado de Tamaulipas; así, por ejemplo, para so-
juzgar a los pueblos huastecos asentados en esta región, en rebelión por el arribo
de una hueste hambrienta a sus dominios, Hernán Cortés envió a Gonzalo de
Sandoval al frente de un ejército de mexicanos y acolhuas. Tras vencer la resistencia­
indígena, Sandoval decretó la captura de 400 principales huastecos junto con los
cabecillas de la revuelta; los encerró atados dentro de un corral y les prendió fuego.2
Esta acción desarticuló el liderazgo huasteco y ubicó a la población en condi-
ciones de indefensión ante los nuevos embates de los conquistadores, quienes para
garantizar el sometimiento y evangelización de la región emplearon a otro grupo

1
Herrera, Octavio (1999), Breve historia de Tamaulipas, Fideicomiso Historia de las Américas, Serie
Breves Historias de los Estados de la República Mexicana, El Colegio de México, México, pp. 17-18.
2
Ibid., p. 31.

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72 Carlos Antonio Flores Pérez

indígena, el de los olives. De hecho, la raíz toponímica de la palabra Tamaulipas se


origina en un vocablo de este grupo: Tamaholipa.3
Los olives eran descritos como una población blanca, de cabello bermejo y
elevada estatura, que constituían guerreros muy diestros. Tras tomar el partido del
rey español, fueron empleados para enfrentar a los chichimecas y garantizar el do-
minio hispano sobre la zona. A cambio recibieron el privilegio de no pagar tributo
a la corona, el derecho de usar caballos y armas, y a nombrar a sus propias autori-
dades, que eran ratificadas por el virrey en turno, e incluso cobraban un sueldo de
la Real Hacienda.4
No obstante, el proceso de colonización del actual territorio tamaulipeco fue
largo y sólo se consolidó hacia el siglo xviii, cuando la monarquía española la promo-
vió de manera más activa, ante el riesgo de que la zona le fuera arrebatada por otras
potencias europeas. Hacia finales de 1748, con la fundación de la villa de Llera,
inició el establecimiento del Nuevo Santander.5 Durante la época colonial se esta-
blecieron en el Nuevo Santander diversas villas que se transformarían, al paso del
tiempo, en asentamientos que persisten hasta el presente, como es el caso de Soto
la Marina, San Fernando, Reynosa, Camargo, Mier y Laredo, entre otras. En 1755,
esta región estaba integrada por 8 989 personas, según el censo de ese año. A co-
mienzos del siglo xix alcanzaría los 34 445, y en 1821 la población era de 67 784.6
Tras la consumación de la Independencia, la unidad político-administrativa
de las entonces denominadas Provincias Internas de Oriente se fragmentó. En el
Nuevo Santander existía un deseo autonomista que se tradujo en la conformación,
a principios de 1822, de una diputación regional, autorizada por el Congreso
nacional.7 En julio de 1823, las autoridades locales santandereanas, bajo la jefatura­
política de José Manuel Zozaya, aceptaron añadirse en la instalación de un con-
greso federal constituyente, y un año más tarde nueve entidades de reciente crea-
ción firmaron el Acta Constitutiva de la Federación; entre ellas, el Estado Libre y
Soberano de Tamaulipas.8 Hacia 1821, la población asentada en su territorio era
de 67 434 personas y en 1838 la cifra se había incrementado a 94 695, para llegar
a 108 512 en 1853.9

3
Ibid., p. 34.
4
Ibid., pp. 34, 37.
5
Ibid., pp. 61, 65-66.
6
Ibid., p. 90.
7
Ibid., p. 105.
8
Ibid., p. 107.
9
Ibid., p. 121.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 73

Con anterioridad a la consumación del movimiento independentista, el mer-


cantilismo estrecho de la corona española, que se empeñaba en mantener a Veracruz­
como único puerto para la Nueva España, limitó el comercio normal en la región
tamaulipeca, condición que a su vez habría de favorecer el desarrollo del contra-
bando.10
El sistema colonial de la dominación hispánica favorecía la explotación de las
zonas mineras, hecho que había relegado comparativamente su interés respecto a
otras regiones, incluyendo el Nuevo Santander. Sin embargo, esta región sí revestía
un atractivo especial para otras naciones, ya inmersas en una acelerada transforma-
ción económica de carácter capitalista y que, en consecuencia, precisaban de nue-
vos mercados para ofertar sus respectivas producciones. Hacia 1820 ocurrió un
primer flujo de pobladores anglosajones que se asentaron en la región del río Bravo­,
con el propósito de comerciar hacia México, en una frontera aún débilmente­esta-
blecida. Sin embargo, ya con anterioridad a estas fechas era frecuente el arribo de
goletas repletas de contrabando que introducían de manera ilegal mercaderías a
México, y que serían después comercializadas en el interior del país.11
En 1820, una pequeña congregación en la región noreste del actual territorio
tamaulipeco, denominada El Refugio, fue constituida como puerto —a pesar de en-
contrarse en realidad varios kilómetros tierra adentro—; pocos años más tarde
cambió su nombre por Matamoros, que se constituyó en puerto de altura y en la
población más importante de la región, pero que en su origen tuvo la misma razón:
facilitar los intercambios ilegales de mercancías.12
Ya en 1822 el contrabando por Tamaulipas cobraba tales proporciones que
Agustín de Iturbide, entonces emperador mexicano, designó al coronel Manuel
Gómez Pedraza para contener dicha actividad e incrementar la producción de las
aduanas en la región.13 La principal de ellas se ubicaba en Matamoros.
Varias de las ciudades que se encuentran hoy al norte de la frontera mexicana
tuvieron un propósito similar en sus orígenes: el de facilitar el comercio ilegal ha­cia­

10
Ibid., p. 89.
11
Alarcón Cantú, Eduardo (1990), Evolución y dependencia en el Noreste: las ciudades fronterizas de
Tamaulipas, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, p. 15.
12
Ibid., p. 15. Sobre la introducción del contrabando en el noreste mexicano, así como su papel en
los orígenes fundacionales de Matamoros, el autor remite a Paredes, Eliseo (1976), Homenaje a
los fundadores de la heroica, leal e invicta Matamoros en el sesquicentenario de su nuevo nombre, H.
Ayuntamiento de Matamoros, Matamoros, p. 59. Véase, también, Vizcaya Canales, Isidro (1971),
Los orígenes de la industrialización de Monterrey, 1867-1920, Librería Tecnológico, Monterrey, p.
VIII.
13
Alarcón Cantú, Eduardo (1990), op. cit., p. 17.

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74 Carlos Antonio Flores Pérez

México. Así, por ejemplo, la texana Corpus Christi, asentada en la desembocadura­


del río Nueces, contaba con una bahía cerrada por islas y con una sola entrada
navegable, que era empleada frecuentemente para el contrabando. En 1833, un
agente de una casa comercial asentada en Matamoros, H.A. Gilpin, trasladaba la
mercancía que introducía a México desde Corpus Christi, para después llevarlas
hasta Zacatecas y Durango.14 También, hacia 1839, Henry Lawrence­Kinney,
fundador y promotor de Corpus Christi, introducía grandes cantidades de contra-
bando en Tamaulipas, protegido por Mariano Arista, entonces comandante militar
en la entidad. Las mercancías de Kinney eran trasladadas en carreta hacia el río
Bravo, cruzadas por Matamoros y después transportadas hacia Camargo,­donde
eran introducidas al interior del país.15
Un efecto de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo fue la pérdida de la
tercera parte del territorio tamaulipeco, así como el establecimiento de ciudades
paralelas a lo largo del río Bravo. Muchas de las ciudades erigidas en el lado esta-
dounidense tomarían provecho de las altas tarifas arancelarias establecidas en sus
vecinas del sur, convirtiéndose en activas plazas mercantiles estrechamente vincu-
ladas al contrabando.16 Así, por ejemplo, frente a Reynosa se estableció Edimburg;
enfrente de Camargo surgió Río Grande; del otro lado del río, paralela a Mier, se
estableció Roma, y enfrente de Guerrero se asentó Bellville. El fenómeno inverso
ocurrió respecto a Laredo, que con el establecimiento de la nueva frontera quedó
del lado estadounidense; Nuevo Laredo se construiría cruzando el río.17
Estas tendencias se favorecieron porque, tras la nueva delimitación fronteriza,
enclaves fundamentales para estos flujos comerciales irregulares, como la localidad
de Brazos de Santiago, se ubicaron ahora en territorio estadounidense. Serían
también pobladores estadounidenses quienes mantendrían el control —ya alcan-
zado desde años atrás— de la navegación fluvial en el río Bravo, elemento esencial
para su desarrollo logístico.18
En Tamaulipas, el tráfico de drogas se desarrolló como extensión de otras
actividades­ilícitas antiguamente arraigadas, en especial, el contrabando de otro
tipo de mercancías. Reportes de 1850 muestran la existencia de importantes redes
dedicadas al contrabando de mercancía en ciudades que años después se cons­ti­tui­
14
McCampbell, Colleman (1952), Texas seaport: the History of the Growth of Corpus Christi and the
Coastal Area, Exposition Press, Nueva York, p. 25. Citado en Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit.,
p. 15.
15
Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 18.
16
Herrera, Octavio (1991), op. cit., p. 146.
17
Ibid., pp. 146-147.
18
Ibid. Véase, también, Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., pp. 16-17.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 75

rían­­como puntos referenciales para el tráfico de drogas. El cónsul general prusiano,


Ferdinand Von Seiffert, informó ese año a Berlín respecto a las consecuencias del
contrabando, tras la firma del tratado de paz de Guadalupe Hidalgo (1848). En
referencia a Matamoros y Tampico señaló que tales ciudades “ya no tienen casi
ninguna importancia para el comercio legal, ni para el proveniente de Europa”.19
El sentido del flujo del contrabando era inverso en esa época. En la entonces
recientemente anexada Texas se había establecido una ciudad, Brownsville:

[…] cuya actividad es casi sólo el contrabando a México. Brownsville es hoy el de­pó­
sito de todas las mercancías prohibidas destinadas a ingresar clandestinamente a la
República. Desde allí se van río arriba hasta Camargo, donde, como en todas partes,
la custodia es tan mala que la desfachatez de los yankees no encuentra obstáculos,
y las mercancías, por Monterrey, se trasladan a Coahuila, Zacatecas y San Luis.20

El resultado de la situación de entonces guarda evidentes reminiscencias para


la interpretación del contexto actual:

Los funcionarios de aduanas, al ver que con los ingresos arancelarios no alcanzaban­
ni a cubrir sus propios salarios, decidieron aliarse a los contrabandistas, para con-
servar más o menos algún tráfico comercial en la ciudad. Por un precio fijo, o por
una participación en la ganancia que portara el contrabando, otorgan todo tipo
de certificaciones. El Gobierno es incapaz de tener este fenómeno bajo control, y
aunque tuviera los medios para hacerlo, tampoco osaría por temor a que los Estados
fronterizos se separen de la Federación, pues lo que hoy mantiene vivo el comercio
en esos Estados, es el contrabando.21

La dinámica del contrabando, favorecida por los esquemas proteccionistas


impuestos­desde la metrópoli central, parece haber erosionado la propia capacidad
funcional de las aduanas en la región y su capacidad para captar recursos. En Ma-
tamoros, los registros fiscales de 1826 mostraban importaciones por 51 000 pesos.
La cantidad se incrementaría al grado de que en 1832 la cifra alcanzó los 100 000
pesos, y pocos años más tarde, el balance anual 1834-1835 reportó cifras que supe­
19
Citado en Bernecker, Walther L. (1994), Contrabando. Ilegalidad y corrupción en el México del siglo
xix, México, Universidad Iberoamericana, Departamento de Historia, México, pp. 126-127.
20
Bernecker, op. cit., 126-127.
21
Idem. Resulta significativo que, según el reporte citado, otras zonas del país donde también flo-
reció de manera importante el contrabando, como Sinaloa y Chihuahua, sean igualmente en la
actualidad puntos geográficos de primera importancia para el tráfico de drogas.

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76 Carlos Antonio Flores Pérez

raban el millón de pesos. No obstante, hacia 1842 esos recursos habían decrecido
a 252 227 pesos, e incluso la población local había disminuido de 15 000 habitan-
tes, en 1835, a 7 000, en 1846.22 Para Manuel Payno, quien publicó sus impresio-
nes sobre Matamoros en 1842, destacaba el hecho de que la mayor parte del co-
mercio en la localidad era controlado por extranjeros, quienes además lo llevaban
a cabo de manera ilegal. Sin ambages expresó que “es público y notorio que esta
población debe su existencia al contrabando”.23 En 1826, el censo realizado en la
localidad contabilizó a 12 comerciantes, de los cuales 10 eran extranjeros y dos
mexicanos.24 Poco menos de veinte años después, el predominio continuaba; el
contrabando era manejado de manera prácticamente abierta y las mercancías eran
desembarcadas aun sin contar con documentación alguna.25
Medidas administrativas tomadas por las autoridades estadounidenses también
favorecieron y potenciaron el desarrollo del contrabando hacia México. En 1852,
una nueva reglamentación aprobada en ese país determinó que mercancías euro-
peas introducidas a los Estados Unidos, mediante el depósito de una fianza, podían
después permanecer de manera indefinida en la frontera con México, y que una
vez trasladadas hacia este último, no causarían ningún impuesto.26
En condiciones de notable debilidad presencial y funcional del Estado mexi-
cano, la consecuencia clara fue la proliferación del contrabando hacia México
promovido por redes bien organizadas. Oficiales del ejército estadounidense, como
W.W. Chapman, reportarían a sus superiores que “el contrabando es llevado con
vastedad a todo lo largo del río”.27
Puntos de entrada de bienes, del lado mexicano, serían, además de la ya men-
cionada Matamoros, las localidades de Reynosa, Camargo y Mier; esta última
cer­cana a la ciudad de Monterrey, pujante núcleo urbano con buenas oportunidades­
industriales y mercantiles, por lo que constituyó un destino predilecto para el
traslado de mercancías procedentes del lado estadounidense.28

22
Herrera, Octavio (1999), op cit., p. 128.
23
Citado en Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 17. El autor remite a Paredes, Eliseo (1976), op.
cit., p. 30.
24
Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 17.
25
Ibid., p. 18. El autor refiere como fuente a Chatfield, W.H. (1893), The Twin Cities of the Border.
Brownsville, Texas, Matamoros, Mexico and the Country of the Lower Rio Grande, E.P. Brandao,
Nueva Orleans, pp. 12-15.
26
Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 20.
27
Kelley, Pat (1986), River of Lost Dreams: Navigation on the Rio Grande, University of Nebraska
Press, Nebraska, p. 38. Citado en Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 20.
28
Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 16.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 77

También las poblaciones mexicanas establecidas a lo largo de ese corredor co­


mercial ilícito serían las que mostrarían transformaciones más notables: Mier con-
taba con 2 821 habitantes en 1828, y 10 años más tarde la cifra se había incrementa­
do­a 4 920; Camargo tenía 4 119 habitantes en 1838, mientras que Monterrey,
que tenía 12 282 habitantes en 1824, incrementó su población a 16 000 en 1837.29
Sin embargo, hacia 1848 el establecimiento de ciudades ribereñas en el lado
estadounidense daba ya muestras claras de impacto negativo a la actividad comercial­
realizada en el lado mexicano. Incluso ciudades como Matamoros habían atesti-
guado un decremento en su población, pues varios comerciantes habían cerrado
sus negocios para establecerlos en allende la frontera, con el fin de aprovechar las
facilidades de exportación brindadas por las autoridades estadounidenses.
La respuesta de la contraparte mexicana, determinada en principio por el go-
bernador tamaulipeco Ramón Guerra y por el jefe militar del estado, general Juan
José de la Garza, fue decretar la libre importación de bienes destinados al consumo
de la población del estado, en marzo de 1858. Esta medida sería respaldada por el
Congreso de la Unión en julio de 1861, y en noviembre de 1870 se haría extensi-
va a Nuevo León, Coahuila y Chihuahua.30
La zona libre favoreció un nuevo incremento en la población de las ciudades
fronterizas tamaulipecas —una preocupación central de México para evitar nuevos
intentos de despojo territorial—, pero derivó también en la continuidad del con-
trabando. Las mercancías seguían llegando del exterior a Tamaulipas, para después
destinarse a diversas zonas del interior del país, pero, además, algunos flujos inci-
pientes se realizaban ahora también en sentido inverso: mercaderías europeas eran
introducidas a Texas desde la frontera con Tamaulipas.31
Las quejas estadounidenses no se hicieron esperar y aun años después algún
autor señaló:

La zona libre fue una puñalada para el comercio de Estados Unidos, puesto que
muchas casas comerciales que inicialmente habían sido localizadas en el lado ameri­
cano, se pasaron al lado mexicano inmediatamente después de la proclamación de
la zona libre. Y respecto al contrabando hacia Texas, se argumentaba que la exen­­ción
de impuestos en la zona libre fue un estímulo al contrabando de bienes extranjeros de
regreso a los Estados Unidos.32

29
Ibid., pp. 16-18.
30
Ibid., p. 22.
31
Ibid., p. 23.
32
Chatfield, W.H. (1983), op. cit., p. 33. Citado en Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 23.

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78 Carlos Antonio Flores Pérez

Desde luego que el argumento pasaba por alto que el establecimiento de esas
casas comerciales —y como se ha visto, la propia formación de las ciudades fron-
terizas donde se asentaron— había tenido originalmente, entre sus motivos sus-
tantivos, el de contrabandear mercancías hacia México.
El gobierno estadounidense presionó continuamente a su contraparte mexi-
cana para que ésta aboliera la zona libre. Incluso, según un documento mexicano
de 1873, en los Estados Unidos algunas voces se alzaron para exigir, como única
solución al problema, “apoderarse del territorio mexicano entre el Bravo y la Sierra
Madre”.33
Hacia el último cuarto del siglo xix, el propio gobierno del general Porfirio
Díaz enfrentaría, como condicionante para su reconocimiento por parte de los
Estados Unidos, la exigencia de desaparecer la zona libre.34 Finalmente, ésta sería
abolida en 1905.35
De nuevo, en 1848, cabe señalar que la redefinición de las fronteras fue, asi-
mismo, factor de nuevas violencias entre las poblaciones asentadas a ambos lados
de la misma, con la desventaja, para la parte mexicana, de la escasa presencia de un
Estado ya de por sí derrotado en la guerra acontecida entre los dos países. La
tensión­y violencia que se suscitaron tras la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo­
afectaron sobre todo a la población mexicana, que fue presa de incursiones de fili-
busteros y gavillas de abigeos.36
En algunas ocasiones, acciones semejantes contaron con el apoyo de algunos
mexicanos, como fue el caso de la denominada rebelión de la Loba, encabezada
por un individuo de nombre José María Carbajal, quien para financiarla entró en
tratos con diversos comerciantes de Brownsville, a quienes prometió la introducción­
de un contrabando de mercancías a Tamaulipas. También formó un ejército merce­
nario integrado en su mayoría por estadounidenses, que en octubre de 1851 asedió
Matamoros, saqueó los comercios y provocó incendios que obligaron el desalojo
de la ciudad.37

33
Informe de la Comisión Pesquisidora de la Frontera Norte al Ejecutivo de la Unión (1873), Monte-
rrey, Nuevo León, reproducción facsimilar, citado en Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 24.
34
Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 24.
35
Ibid., pp. 23-24. Las protestas estadounidenses no fueron las únicas: a lo largo de su funcionamien­
to, comerciantes de otras localidades del país, como Tampico, Veracruz o Monterrey, manifestaron­
también su inconformidad por el desplazamiento de la actividad comercial que la zona libre de la
frontera tamaulipeca originaba, en perjuicio de sus propios intereses.
36
Herrera, Octavio (1991), op. cit., p. 161.
37
Ibid., pp. 161-162.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 79

Otro caso digno de mención fue el de N.P. Norton, juez del condado de Starr.
Este personaje, no obstante su condición de figura pública, promovía el abigeato
y apoyaba a algunas organizaciones de filibusteros que asolaban la frontera de Ta-
maulipas. En alguna ocasión cruzó el río Bravo y tomó Reynosa; apresó al alcalde
y a vecinos notables, amenazando con fusilarlos si no le eran entregados 30 000
pesos. Debido a que los prendidos no contaban con esa cantidad, el juez había
aceptado el pago de 2 000 pesos, al tiempo que permitía el saqueo de la población
por sus hombres armados. Aunque las autoridades mexicanas habían promovido
una queja formal ante sus pares estadounidenses, que motivó una causa judicial
contra Norton en Brownsville, ésta fue desechada a los dos años, sin mayores con-
secuencias.38
En lo referente al abigeato, éste fue también causa de violencia hacia la pobla-
ción mexicana, que involuntariamente surtía por esta vía la alta demanda de la
floreciente industria ganadera que se comenzaba a desarrollar en Texas. Hacia
1860, la región comprendida entre los ríos Nueces y Bravo, en el sureste de Texas,
contaba ya con 3 700 000 cabezas de ganado, mismas que 10 años después se in-
crementarían a cinco millones.39
Un elemento que favoreció el desarrollo inicial de esta producción ganadera
fue la apropiación de bovinos abandonados por mexicanos tras su partida, debido
a las condiciones de guerra.40 Con posterioridad, el traslado de ganado mexicano
hacia Texas continuaría a través de lo que Alarcón describe como tráfico ilegal.41
Según Herrera, miembros destacados de la recién instalada élite angloameri-
cana en Texas se convirtieron en promotores activos del abigeato y reclutaron por
igual a estadounidenses y mexicanos que participaban en esta actividad a cambio
de dinero. De acuerdo con el autor, fortunas del sur de Texas, como la de Richard
King, Adolfo Gleavecke y Thadeus Rhodes deben su origen a esta actividad. El

38
Idem.
39
Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., pp. 20-21.
40
Ibid., p. 21. Parte de la población de origen mexicano que decidió permanecer en Texas sería
objeto de nuevas depredaciones para despojarlos de sus tierras y bienes pecuarios, a pesar de haber
recibido formalmente la doble nacionalidad y derechos de residencia. El despojo, violento en sus
inicios, sería reforzado por el apoyo de las autoridades judiciales locales y el desconocimiento de
los mexicano-estadounidenses de la lengua y las disposiciones legales de ese país. Tales condicio-
nes causaron la rebelión de Juan Nepomuceno Cortina, quien decidió hacer justicia en mano
propia: tomó Brownsville por asalto, ejecutó a un personaje prominente y liberó a los presos, para
refugiarse después en Tamaulipas y Nuevo León, adonde lo persiguieron los rangers texanos. Véase
Herrera, Octavio (1991), op. cit., pp. 164-165.
41
Ibid., p. 21.

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80 Carlos Antonio Flores Pérez

primero de ellos estableció una gran empresa ganadera en las cercanías de Corpus
Christi, al tiempo que participaba en la transportación fluvial y la comercialización
de mercancías. Los segundos eran, además, funcionarios de condados texanos en
la frontera con México. El mencionado Rhodes incluso habría asentado una gavilla­
de abigeos en el rancho Rosario, en los alrededores de Edimburg, Texas, desde el
cual realizaba incursiones para robar ganado en las regiones norteñas de Tamauli-
pas y Nuevo León.42
Todo ello muestra el arraigo de flujos comerciales ilícitos en el norte de Tamau-
lipas, con importantes vasos comunicantes en ambos lados de una frontera inmer-
sa con frecuencia en condiciones de violencia e ilegalidad, en un contexto de ve-
cindad compleja, donde la parte mexicana había sido virtualmente dejada a su
suerte por un Estado central incapaz de resguardarla e imponer el orden establecido­
en lo formal.
En el ámbito político, hacia 1870, la figura de un militar liberal, el general
Servando Canales, que había intervenido en las distintas conflagraciones bélicas
desde las intervenciones estadounidense, francesa y las guerras de Reforma, con-
solidó una fuerte influencia personal en el estado. Canales mantuvo una conside-
rable independencia frente a las tendencias centralistas del gobierno de Juárez y,
hacia 1876, respaldó el Plan de Tuxtepec proclamado por Porfirio Díaz.43
Durante la etapa temprana del régimen porfirista, Servando Canales maniobró
para mantener su influencia política en el estado: pretendió, sin éxito, su carácter
de jefe militar de la entidad con el de gobernador —a lo cual se opuso Díaz—,
pero logró ubicar a su hermano, Antonio Canales, al frente de este último cargo.
Servando Canales murió un año después, pero con él se inauguró la etapa en la que
el dominio político en la entidad estuvo ejercido de manera sucesiva por caudillos.
La estrategia de consolidación central del poder ejercida por Porfirio Díaz dio
fin al dominio de los Canales en la política tamaulipeca en 1888, pues el caudillo
apoyó a un incondicional propio, el general Eulalio Vela, como jefe militar en la
entidad. Los Canales habían respaldado a su cuñado, el general Rómulo Cuéllar,
para alcanzar la gubernatura del estado en 1884, tras ocupar la comandancia militar
local. Cuéllar aspiraba a heredar el poder político local a su propio hijo. En 1887,
Díaz apoyó la candidatura del ingeniero Alejandro Prieto a la gubernatura del
estado.­Tras asumir el poder promovió la modificación de la constitución estatal­

42
Ibid., pp. 162-163.
43
Ibid., p. 198.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 81

para permitir sólo una reelección, hecho que le permitió gobernar un periodo
más.44
A Prieto lo sustituyó el abogado y periodista matamorense, Guadalupe
Mainero,­quien inició su mandato en 1896 y murió en 1901. Tiempo atrás había
sido opositor a Díaz, pero después se incorporó al sistema personal de cooptaciones
y dádivas del dictador. Tras el deceso de Mainero, Díaz designó a otro matamorense,­
Pedro Argüelles, quien además de ser tío materno de su esposa, Carmen Romero
Rubio, había ya recibido como premio la administración de la aduana de Nuevo
Laredo —con todas las oportunidades de enriquecimiento que ello implicaba—,
por su lealtad al caudillo durante la rebelión de Tuxtepec.45 Como se verá, esta
lógica sería continuada en los años por venir y es determinante para el tema central
de este trabajo.

Tamaulipas: de la Revolución a la hegemonía portesgilista

Según el censo poblacional realizado en 1910,46 la población de Tamaulipas era de


249 641 habitantes, esto la ubicaba como la segunda entidad menos poblada de la
frontera norte, sólo superada por Baja California, que contaba entonces con poco
más de la quinta parte de la tamaulipeca (52 272 habitantes).
En comparación, los estados limítrofes de Coahuila y Nuevo León excedían
en más de cien mil habitantes cada uno a la población de Tamaulipas, con 362 092
y 365 150, respectivamente. En este año, la población de Chihuahua fue de 405 707
y la de Sonora, de 265 383.
La población tamaulipeca se había incrementado en 1.4% desde 1900, la
tercera tasa más baja de crecimiento en la frontera norte, inferior a las de Chi-
huahua, Coahuila y Sonora. Tamaulipas tenía entonces una densidad poblacional
de 3.13 habitantes por kilómetro cuadrado, lo que le confería el lugar 25 a nivel
nacional. De su población, 79.6% era rural (198 770), mientras que el resto,
20.4% (50 871), era urbana. El porcentaje de población rural era el más alto de los
estados de la frontera noreste (Coahuila, 66.2% y Nuevo León, 72.2%). En 1910,
la población tamaulipeca que manifestó hablar algún idioma nativo fue sólo de dos

44
Ibid., pp. 202-204.
45
Ibid., p. 206.
46
Todos los datos censales que se proporcionan a continuación fueron tomados de inegi (2010),
México. Compendio censal siglo xx, disco compacto, México.

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82 Carlos Antonio Flores Pérez

personas, cifra muy inferior a la de los estados fronterizos del norte, salvo Nuevo
León, que no proporcionó datos.
El censo de 1910 sólo incluyó a cinco localidades con el carácter de ciudad. La
más poblada de ellas era Tampico, al sur de la entidad, con 16 528 habitantes. Le
seguía, en el centro, Ciudad Victoria, la capital del estado, con 12 103. En el noro­
este, Nuevo Laredo contaba entonces con 8 143, mientras que en el noreste Mata­
moros tenía 7 390.
Desde 1895 existía una ligera disparidad en la proporción poblacional entre
mujeres y hombres, con un predominio relativo de los últimos: 1895, 51.04% de
hombres y 48.96% de mujeres; en 1900, la proporción fue de 50.75% contra
49.25%; y en 1910, de 50.83% y 49.17%, respectivamente. Una tendencia similar­
se apreciaba en cinco de los demás estados de la frontera noreste, sin embargo,
ésta no se acercaba a la proporción de Baja California, por ejemplo, de 53.32% de
hombres contra 46.68% de mujeres en 1910, o a la propia de otro territorio ubi-
cado en el extremo opuesto del país, Quintana Roo, donde en ese mismo año
existía 66.82% de hombres y 33.18% de mujeres. Lo anterior podría significar que
hacia los años finales del siglo xix la zona de la frontera tendría un ligero excedente­
de varones que probablemente se dirigieron a esa zona del país con propósitos la-
borales o migratorios de carácter transitorio, pero no de establecimiento familiar.
Esto supondría la aparición incipiente de una tendencia que se habría de agudizar
en los años siguientes, sin llegar a los referentes señalados de Baja California y
Quintana Roo, que, según las cifras proporcionadas, no parecían ofrecer condicio-
nes propicias para el asentamiento familiar de largo plazo. Si se analiza esta pobla-
ción por rangos de edad de cinco años, se puede apreciar que el número de muje-
res comienza a guardar una proporción decreciente respecto al de varones en el
rango de edad de 30 a 35 años, y no vuelve a recuperarse en los siguientes. No
obstante, en los rangos anteriores, que suponen la edad de mayor fertilidad (15-
30), la proporción de mujeres respecto a los varones es, en cada uno de los casos,
mayor. Esta apreciación parece corroborarse si se considera el notable excedente
de varones solteros respecto a la población de mujeres en la misma condición, que
ofrece un evidente contraste en el caso de la proporción guardada entre varones y
mujeres casados. En el primer caso, en 1910, descontando menores de edad, exis-
tía en la entidad una población de 40 415 varones solteros, frente a 36 635 mujeres
solteras. En el caso de la población casada, las proporciones son más cercanas:
32 854 varones por 32 403 mujeres.
En 1910, la población analfabeta de Tamaulipas respecto al total era alta:
100 904, con concentraciones mayores en las regiones denominadas centro y
cuarto­, a las que deben añadirse proporciones de poco más de la quinta parte de

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 83

esta cifra, en cada caso, en el sur y norte de la entidad. De esta población, 54 988
eran mujeres.
Ese era en general el contexto del estado cuando inició la Revolución mexicana.­
Hacia 1909 surgió en Coahuila el Partido Antirreeleccionista, que tenía al hacen-
dado Francisco I. Madero como líder y candidato aspirante a suceder en la presi-
dencia de la República a Porfirio Díaz, en la elección de 1910. En Tamaulipas, su
movimiento fue secundado por Emilio y Francisco Vázquez Gómez, oriundos del
municipio­de Tula. La represión del intento electoral de Madero de poner fin pa-
cífico a la dictadura de Díaz derivó en una insurrección a la que convocó el propio
Madero, el 20 de noviembre de 1910, y que inició la Revolución mexicana. Alberto­
Carrera Torres, profesor de primaria y agrarista radical tomó Tula en mayo de 1911,
en respaldo al movimiento armado.47
En Tamaulipas, al igual que en otras regiones del país, la segunda década del
siglo xx fue considerablemente volátil. En la entidad, el triunfo de la revolución
maderista condujo al establecimiento, en febrero de 1912, del gobierno de Matías
Guerra, candidato del Partido Liberal de Tamaulipas, respaldado por Madero en
la elección local. No obstante, Guerra reconoció al gobierno golpista de Victoriano­
Huerta, que había asesinado a Madero en febrero de 1913, y su partido respaldó­
la fórmula contrarrevolucionaria de Félix Díaz y Francisco León de la Barra. Huerta­
resolvió designar al general Antonio Rábago para que se hiciera cargo del control
de la entidad.48
El apoyo a los constitucionalistas en Tamaulipas tuvo dos vertientes: la primera­,
encabezada por Alberto Carrera Torres, abiertamente agrarista y contrario a los
nexos porfiristas de la nueva dictadura militar; la segunda, por Luis Caballero,
pequeño propietario rural y jefe de fuerzas rurales del centro del estado durante el
gobierno maderista, ahora adherido a las fuerzas del general constitucionalista
Lucio Blanco.49
Estos grupos se habrían de confrontar, a su vez, tras la ruptura entre conven-
cionalistas y constitucionalistas, en 1914. El agrarismo de Alberto Carrera Torres
había terminado por confrontarlo con el carrancismo. Carrera se alió a Villa,
mientras­que Luis Caballero continuaría aliado a Carranza y enfrentaría a Carrera
Torres. Tras la derrota de la villista División del Norte, los constitucionalistas se
erigieron como la facción triunfante de la Revolución. Carranza designó a Luis
Caballero gobernador de Tamaulipas, quien se encargó de desarticular las fuerzas

47
Herrera, Octavio (1991), op. cit, pp. 220-221.
48
Ibid., pp. 222-224.
49
Ibid., pp. 224-225.

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84 Carlos Antonio Flores Pérez

de Carrera Torres y limitar el agrarismo en la entidad. El gobierno de Caballero


terminaría por fusilar a Carrera Torres en febrero de 1917.50
En Tamaulipas, el triunfo de los constitucionalistas derivaría en el enfrenta-
miento entre dos grupos integrantes de este movimiento, que no se diferenciaban
tanto por sus respectivos contenidos ideológicos, sino por su pretensión de dominar­
la administración pública estatal. El primero de ellos estaba encabezado por Luis
Caballero, general y ex gobernador que lideraba el Partido Liberal o Verde, y que
tenía por líder formal al profesor Lauro Aguirre. Este partido estaba identificado
con el obregonismo y los sectores privilegiados del ámbito rural: hacendados y
rancheros pudientes. Como contraparte, la otra facción estaba representada por el
general matamorense César López de Lara, quien participaba en el Partido De­
mócrata o Rojo, encabezado a su vez por José L. Morante; este partido apoyaba al
carrancismo.51
Ambos partidos se disputarían la gubernatura del estado y la integración del
legislativo local, tanto en las urnas como en enfrentamientos armados. Uno y otro
eran esencialmente estructuras clientelares organizadas en torno al poder personal
de sus respectivos caudillos, con lealtades basadas, en lo esencial, en sus respectivas
capacidades para garantizar prebendas a sus seguidores. En ambos casos, los
liderazgos­habían surgido de los sectores influyentes de la sociedad agraria estatal,
así como profesionistas provenientes de sectores medios urbanos. Aunque el sen-
tido ideológico de la disputa era difuso, los sectores sociales que uno y otro partido
representaban mostraban algunas diferencias relativas: López de Lara incluía entre
sus bases de apoyo a una coalición de trabajadores de diversos gremios asentados
en Nuevo Laredo, Ciudad Victoria y Tampico. Caballero, proveniente de una fa-
milia de ganaderos, era percibido ajeno a las causas proletarias.52
La política agraria de ambas facciones fue conservadora y en ambos casos es-
tuvo ligada a los intereses de los hacendados. Paradójicamente, fue Caballero el
que realizó algún intento de reparto agrario y de reglamentación del arrendamiento­
de tierras.53
Para solucionar el conflicto entre estos grupos, que habían llegado a proclamar
cada uno a su propio triunfador en las elecciones de gobernador, el Senado anuló
las elecciones en el estado y designó a un gobernador provisional en mayo de 1918:
Andrés Osuna. Este hecho motivó el levantamiento armado de Luis Caballero

50
Ibid., pp. 228-232.
51
Ibid., pp. 235-236.
52
Alvarado Mendoza, Arturo (1992), El portesgilismo en Tamaulipas. Estudio sobre la constitución de
la autoridad pública en el México posrevolucionario, El Colegio de México, México, pp. 45-47.
53
Ibid., pp. 47-48.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 85

junto con 1 600 hombres. Caballero permaneció insurrecto hasta enero de 1920,
cuando fue amnistiado y nombrado embajador de México en Guatemala. Esta
situación mantuvo continuos conflictos violentos en Tamaulipas.54
También, el gobernador Osuna sería depuesto por el mismo Senado por no
convocar a nuevas elecciones. Carranza lo reemplazó por el general Francisco
González Villarreal, quien integró una nueva legislatura, la XXVII, que tuvo ca-
rácter de constituyente, y redactó una nueva constitución para el estado, que entró
en vigor en 1920 y sustituyó a la de 1871.55
Hacia 1920, la situación política nacional se había tensado nuevamente con
la pretensión de Venustiano Carranza de heredar el poder a algún personaje incon-
dicional, marginando al general Álvaro Obregón, auténtico caudillo militar de la
Revolución. El resultado fue la rebelión de Agua Prieta, llevada a cabo por la fac-
ción obregonista del antiguo constitucionalismo, y el asesinato de Carranza en
Tlaxcalantongo, Puebla, en mayo de ese mismo año, por las fuerzas insurrectas.
En Tamaulipas, la campaña política de Obregón había sido hostilizada por el
gobierno del general Rafael Cárdenas, afecto a Carranza. El principal promotor
de la campaña en Tamaulipas era un abogado litigante vinculado a los obreros
locales, quien había sido diputado federal en 1917 y secretario general de gobierno­
del gobernador Osuna. Se trataba de Emilio Portes Gil, quien debido a las hosti-
lidades mencionadas debió, incluso, abandonar el estado tras la visita proselitista
de Obregón.56
En el noreste, el plan de Agua Prieta se tradujo en varias acciones armadas: el
general Marcelo Caraveo ocupó Ciudad Victoria, Tamaulipas, lo que motivó la
huida del gobernador Rafael Cárdenas. En la región de las Huastecas, el general
Arnulfo R. Gómez se adhirió al movimiento secundado por un jefe local, Manuel
Peláez. Francisco Carrera Torres y Saturnino Cedillo también secundaron la insu-
rrección. Todo ello implicó el colapso de la estructura de poder carrancista. Emilio
Portes Gil se trasladó de Sonora a Nuevo Laredo para hacerse cargo del gobierno
del estado de Tamaulipas. Según Herrera, su administración no se consolidó debido­
al enfrentamiento que tuvo con dueños de casas de juego y cantinas de Tampico y
la región fronteriza, “protegidos por fuertes intereses económicos ligados­a políticos
y militares de altas esferas”. El senador José L. Morante fue designado gobernador,
prácticamente como preámbulo de trámite al arribo del general César López de
Lara a la gubernatura de Tamaulipas, en 1921.57
54
Ibid., p. 47.
55
Herrera, Octavio (1991), op. cit., p. 236.
56
Ibid., pp. 236-237. Véase, también, Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., p. 49.
57
Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 236-237.

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86 Carlos Antonio Flores Pérez

El general César López de Lara se había aliado a Obregón a pesar del apoyo
que había recibido de Carranza, a fin de consolidar su poder personal en el estado.
Cuando alcanzó la gubernatura en 1921, su perfil político era esencialmente con-
servador, y fincó sus bases de apoyo social en líderes comerciales, terratenientes y
algunos sectores obreros, sin incorporar en el fondo al campesinado ni a los traba-
jadores organizados a su proyecto. Respecto a estos últimos, rechazó la organiza-
ción de sindicatos independientes, especialmente en el ramo petrolero, por la in-
fluencia que sobre ellos ejercía Portes Gil, entonces diputado ante el Congreso
nacional. Los intereses políticos de López de Lara entrarían en oposición directa
con los de Emilio Portes Gil y Candelario Garza, quien también era diputado fe-
deral. Para hacerles frente, López de Lara se aliaría al general Carrera Torres.58
Esta nueva disputa ponía de manifiesto, y con toda claridad, el carácter perso-
nalista y fagocitario de la política tamaulipeca del periodo: Portes Gil había mili-
tado en el Partido Demócrata Laborista y el Gran Partido Demócrata de Tamau-
lipas, ambos encabezados por el general César López de Lara, de quien había sido
partidario y quien confrontaba ahora sus aspiraciones políticas.59
Sin embargo, las perspectivas políticas representadas por Portes Gil sí eviden-
ciaban un contraste relevante respecto a las propias de las figuras de poder que
constituían el referente inmediato de la entidad. Así, por ejemplo, López de Lara
evitó el reparto agrario, mantuvo el sistema de aparcería para los campesinos que
carecían de tierras laborables y estableció buenas relaciones con la familia del ex
presidente Manuel González, de quienes adquirió varias de sus propiedades, e
incluso disolvió la Comisión Local Agraria sólo para reorganizarla bajo el control
de los hacendados.60 Luis Caballero, por su parte, se había valido de su posición de
influencia sobre el gobierno del estado para usufructuar irregularmente hacien-
das intervenidas, como la de San Pablo, El Molino y La Polvareda, en el municipio
de Jiménez, de donde era originario, mientras que arrendaba al gobierno­federal
otra más, denominada La Diana, en el de Güemez.61 En cambio, la política des­
arrollada por Portes Gil era cercana a fuerzas campesinas y sociales a las que pre-
tendía reorganizar bajo esquemas inéditos en el estado, e incluso en el país, como
se verá más adelante.
58
Ibid., p. 238.
59
Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., p. 49.
60
Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 238-239.
61
Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., p. 49. El autor remite al Archivo General de la Na-
ción, ramo Presidentes, Obregón-Calles, exp. 771-C-13, De Luis Caballero al presidente de la
República, 29 de octubre de 1921 y 16 de marzo de 1922; véase, también, exp. 808-C-38, De
Caballero al presidente de la República, 18 de noviembre de 1921.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 87

Como resultado de su apoyo a la rebelión de Agua Prieta, Portes Gil contaría


con el respaldo de Obregón para alcanzar, de nuevo, una diputación federal por
Tamaulipas. Durante el gobierno de éste, Portes Gil respaldó la política obregonista­
dentro del Congreso y realizó trabajo político a favor de la candidatura presiden-
cial de Calles. Por su parte, López de Lara, gobernador en funciones, apoyó la fa-
llida rebelión delahuertista, motivo que lo llevó a huir del país.62
Estos acontecimientos marcaron el inicio de un periodo de más de veinte años
en los que la principal figura política de Tamaulipas fue Emilio Portes Gil. Su
apoyo a la candidatura de Calles a la presidencia de la República le franqueó las
puertas para alcanzar la gubernatura del estado, hecho que aprovechó para cons-
truir su propia base de poder bajo la figura del Partido Socialista Fronterizo (psf ).63
Esta base de poder estuvo conformada por una amplia red de colaboradores
dentro de la burocracia local, a los que se sumó el respaldo político organizado de
sectores de campesinos y obreros, bajo el aparato aglutinador del referido partido.
Se trataba de un pacto político entre sectores de poder locales, vinculados con el
grupo que se había vuelto hegemónico tras las distintas confrontaciones de las
fuerzas revolucionarias, con la figura de Portes Gil como intermediario.64
El Partido Socialista Fronterizo fue un mecanismo aglutinador de las fuerzas
políticas y sociales presentes en Tamaulipas: incluyó a la clase media, obreros,
campesinos, e incluso a algunos terratenientes y miembros del antiguo régimen.
El partido mediaba en los conflictos entre estos sectores a fin de conciliar sus inte-
reses, legitimaba las decisiones a través de prácticas plebiscitarias y servía como
medio de reclutamiento político, movilidad social y control de masas. Todo ello
supeditado a la hegemonía personal de Portes Gil.65
La lógica y dinámica políticas articuladas dentro del psf servirían como refe-
rente directo para el diseño del Partido Nacional Revolucionario (pnr), del cual el
propio Portes Gil sería también uno de los principales arquitectos.66
En el contexto de la crisis política surgida tras el asesinato del presidente electo,­
Álvaro Obregón, en 1928, el general Calles solicitó a Portes Gil que le explicara­la
organización y el funcionamiento del psf. Éste lo describió como un “organismo polí-
tico de Estado” que había permitido zanjar las diferencias seculares entre grupos po­líticos
en la entidad; un “aparato gobiernista” que tenía la función de legitimar, en el
ámbito electoral, las decisiones tomadas por sus miembros y movilizar apoyo de

62
Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., pp. 51-52.
63
Ibid., pp. 54-55.
64
Ibid., p. 55.
65
Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 240-241.
66
Alvarado Mendoza, Arturo (1992) op. cit., p. 57

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88 Carlos Antonio Flores Pérez

masas a favor de las acciones del gobierno, además de permitir el reclutamiento y


formación de las élites del poder.67 Gracias al psf, el portesgilismo se constituyó en
los circuitos políticos y burocráticos del estado como una coalición cuasi mono-
pólica, según reconocería años más tarde uno de sus miembros distinguidos, el ex
gobernador Hugo Pedro González.68
El sistema desarrollado por Portes Gil era ante todo un arreglo pragmático de
grupos de poder con intereses de permanencia, que no dependía de una línea
ideológica ni pretendía transformaciones sociales radicales.69 Los logros indiscutibles­
en materia de estabilidad política y construcción de respaldo social hacia el gobierno­
tendrían por correlato, según exponen sus críticos, un anquilosamiento de la po-
lítica estatal, donde se institucionalizó el silencio y la sumisión.70
Todas estas características, ensayadas originalmente en la política tamaulipeca,
fueron transferidas al diseño institucional del pnr, en el ámbito nacional, y habrían
de caracterizar la lógica funcional del partido de Estado, una de las piezas esenciales­
del régimen posrevolucionario.
La habilidad política de Portes Gil, un civil con imagen progresista, construida­
a lo largo de su administración como gobernador de Tamaulipas, a partir del re-
parto agrario y la conciliación de los intereses de las diversas fuerzas locales, hicieron­
de él un personaje idóneo para evitar una nueva confrontación violenta entre los
generales revolucionarios agrupados en torno a las figuras de Calles y el difunto
Obregón. Portes Gil tenía afinidades políticas con ambos grupos, sin estar identi-
ficado exclusivamente con uno de ellos. El presidente Calles ofreció al grupo obre-
gonista la designación de Portes Gil como presidente interino, para sucederlo en
el poder, al tiempo que llamaba a fundar el pnr como medio para dar fin a las
continuas confrontaciones entre las fuerzas revolucionarias durante las sucesiones
presidenciales.71

67
Portes Gil, Emilio (1941), Quince años de política mexicana, Ediciones Botas, México, pp. 13-14.
Citado en Alvarado Mendoza (1992), op. cit., pp. 65-66.
68
González, Hugo Pedro (1983), Portesgilismo y alemanismo en Tamaulipas, Universidad Autónoma
de Tamaulipas, Instituto de Investigaciones Históricas, Ciudad Victoria, p. 20.
69
Herrera, Octavio (1999), op. cit., p. 241.
70
Guerrero Villarreal, Juan (1979), La historia como fue: comentarios políticos, Miguel Ángel Porrúa/
Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria, p. 32. Cabe señalar que, en todo caso,
semejante tendencia no fue resultado exclusivo del portesgilismo, como podrá deducirse de lo
ex­puesto en la presente investigación, ésta fue reforzada por los subsecuentes gobiernos centrales
y locales.
71
Meyer, Lorenzo (2000), “La institucionalización del nuevo régimen”, en Historia general de
México,­El Colegio de México, México, pp. 831-832.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 89

Portes Gil ejerció el cargo de presidente interino entre finales de 1928 y 1930.
En Tamaulipas, en 1927, se había valido de su hegemonía política sobre el estado,
maniobrando para que Francisco Castellanos Tuexi fuera designado candidato del
psf y electo gobernador.72 Francisco Castellajos Jr., como era también conocido,
era creación política de Portes Gil e integrante de su camarilla. Como se verá más
adelante, este personaje sería de particular relevancia para el tema central del pre-
sente trabajo.
En 1931, tras su interinato presidencial, Portes Gil fue designado embajador
en Francia. No obstante, aspiraba a ser electo nuevamente como gobernador del
estado, en la sucesión de Francisco Castellanos. Calles, ya en su carácter de jefe
má­ximo, de poder real tras la figura del entonces presidente Pascual Ortiz Rubio,
tenía interés en la centralización del poder y en la contención de los liderazgos re­
gio­nales, de manera que reprobó la aspiración de Portes Gil y maniobró para evitar
su reelección.73
Según Hugo Pedro González, el gobernador tamaulipeco, Francisco
Castellanos,­habría escrito en 1931 a Portes Gil, entonces embajador en Francia,
manifestándole el apoyo de las fuerzas representadas en el psf para su postulación
como candidato al gobierno estatal.74 No indica si Castellanos rindió tal apoyo
presionado­a su vez por Portes Gil, o lo hizo motu propio. Ciro de la Garza Treviño,
otro político local que dejó testimonio sobre la época, adversario permanente del
portesgilismo, sostiene que fue Portes Gil quien presionaba a Castellanos para fa-
vorecer su reelección, a pesar de que éste le había manifestado que el sentir local
era antirreeleccionista.75 De cualquier manera, Portes Gil renunció a su cargo di-
plomático y emprendió el regreso a Tamaulipas para empezar su campaña
proselitista.­No obstante, Calles habría expresado ya su negativa a apoyar la reelec-
ción de Portes Gil y emitido la consigna correspondiente para que el gobernador
Castellanos y las fuerzas locales restaran su apoyo a semejante candidatura. Caste-
llanos y una facción del portesgilismo se alinearon a los designios de Calles y
postularon a Rafael Villarreal, líder de la legislatura local, como su candidato, quien
ganó los plebiscitos del psf-pnr y fue después electo gobernador. Las heridas po-
líticas nunca se restañaron y el portesgilismo quedó permanentemente dividido.76
72
Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 243-244.
73
Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., pp. 72-73.
74
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 41-43.
75
De la Garza Treviño, Ciro (1975), La Revolución mexicana en el estado de Tamaulipas, t. II, Librería­
de Manuel Porrúa, México, p. 549.
76
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 41-43; Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., pp.
72-73; Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 244-245.

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90 Carlos Antonio Flores Pérez

De nueva cuenta, en el ámbito local, la pugna así originada parecía estar más
determinada por intereses personales que por contenidos ideológicos o programá-
ticos. Según Hugo Pedro González, el grupo castellano-villarrealista no era sino
una fracción del propio portesgilismo que aprovechó la consigna expresada desde
el centro a fin de alcanzar su propia hegemonía local.77
El grupo portesgilista perdió la gubernatura, pero mantuvo su presencia en
di­versos circuitos políticos locales, especialmente en la Liga de Comunidades
Agrarias.­Portes Gil fue compensado con la titularidad de la Procuraduría General
de la República, bajo la administración del general Abelardo L. Rodríguez, todavía
bajo el influjo de Calles. Por su parte, la administración gubernamental de Rafael
Villarreal fue débil, debido a la división del propio portesgilismo y a diferencias
entre la propia facción triunfante.78
Hacia 1935, el grupo portesgilista habría de recuperar su hegemonía en Ta-
maulipas. Su líder había trabajado con diligencia la candidatura presidencial del
general Lázaro Cárdenas, dentro del pnr. Cuando Cárdenas entró en confronta-
ción con Calles, tras pocos meses de iniciado su gobierno, Portes Gil se alineó al
cardenismo. El exilio de Calles restó respaldo al grupo castellanista-villarrealista en
Tamaulipas, y en agosto de 1935 su gobierno se derrumbó, tras el asesinato de un
líder portesgilista: Conrado Castillo. En su lugar fue designado el arquitecto En-
rique L. Canseco, partidario de Portes Gil.79 Los líderes de la facción castellanista-
villarrealista salieron del estado para asentarse en la capital de la República.80
Portes Gil fue designado presidente del Comité Ejecutivo Nacional del pnr
por el presidente Lázaro Cárdenas, lo que refrendó su carácter de figura política
nacional. No obstante, su confrontación con las fuerzas que el cardenismo impul-
saba derivó en su renuncia a dicho cargo en 1936. La centralización del poder
político favorecida por Cárdenas dejó cada vez menos espacio para la intermedia-
ción ejercida por figuras como Portes Gil en los ámbitos locales, de manera que el
liderazgo de éste inició entonces un lento declive.81
De cualquier manera, si bien la influencia ejercida sobre ellos pudo ser relati-
vamente variable, lo cierto es que las siguientes tres gubernaturas fueron ejercidas
por integrantes de la camarilla portesgilista, hecho que no era ajeno al manejo polí-

77
González, Hugo Pedro (1993), op. cit., pp. 58-60.
78
Herrera Octavio (1999), op. cit., pp. 244-245. Véase, también, Alvarado Mendoza, Arturo (1992),
op. cit., p. 74.
79
Herrera, Octavio (1999), op. cit., p. 245.
80
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., p. 60.
81
Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., pp. 74-75.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 91

tico de su líder. Tal fue el caso de Marte R. Gómez (1937-1941), Magdaleno


Aguilar (1941-1945) y el ya mencionado Hugo Pedro González (1945-1947).82
Sería durante el gobierno de este último que el arribo de una nueva camarilla
al ejecutivo federal y el efecto de su operación política en Tamaulipas habría de
poner fin a la hegemonía del portesgilismo en el estado. Pero antes de abordar este
proceso, conviene dar una nueva mirada a los cambios poblacionales que tuvo el
estado en los años cuarenta y cincuenta.

Tamaulipas, contexto sociodemográfico (1940-1950)

El censo de población realizado en 194083 estableció que la población total del país
era de 19 653 552 personas. Tamaulipas tenía entonces 458 832 habitantes, lo que
representaba un incremento de más de cien mil en una década, pues el censo de
1930 contabilizó 344 039 personas. En 1940, la brecha ya señalada entre la pobla-
ción de hombres y mujeres se ahondó, con proporciones deficitarias del género
femenino en la entidad: 231 298 hombres contra 227 534 mujeres. Esta tendencia
se había agudizado en la última década, pues en 1930 la proporción era de 172 739
hombres contra 171 300 mujeres. Otros estados fronterizos, como Chihuahua y
Baja California, mostraban también una proporción relativa deficitaria de mujeres,
lo que podría confirmar la ya mencionada percepción de estas regiones como lugar
de trabajo para determinados segmentos de la población masculina que radicaba
ahí sin necesariamente trasladar también a sus familias. Diez años después, en
1950, la población del país era de 25 791 017 habitantes, y la tamaulipeca de
718 167 personas: 360 278 hombres y 357 889 mujeres.
En 1950, la población tamaulipeca menor de 25 años era de 434 265 personas.
La densidad de población, que en 1940 era de 5.76 habitantes por km2, no fue espe­
cificada en el siguiente levantamiento. En 1950, 52.95% de la población era ur-
bana (380 281), mientras que 47% era rural (337 886). Tamaulipas fue la entidad
fronteriza del noreste que más había incrementado su población entre 1940 y
1950: 56.5% frente a 36.8% de Nuevo León y 30.8% de Coahuila.
82
Camp, Roderic Ai (1992), Biografías de políticos mexicanos, Fondo de Cultura Económica, México.­
83
Las fuentes de los datos son de inegi (2010), México. Compendio censal siglo xx, disco compacto,
México, e inegi (2010), Tamaulipas. Compendio censal del siglo xx, disco compacto, México. Es
preciso señalar que no siempre la información recabada en estos censos guardó continuidad, de
manera que, en ocasiones, determinados rubros no fueron reportados en el segundo periodo,
mientras que otros tantos fueron reportados sólo en el segundo, donde aparecieron por primera
vez. Como consecuencia, las comparaciones directas no siempre fueron posibles.

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92 Carlos Antonio Flores Pérez

A lo largo del periodo comprendido entre 1940 y 1950, los indicadores de


pobreza y marginación en los tres estados de la frontera noreste mostraban simili-
tudes considerables.
En 1950, 8 481 hogares tamaulipecos, 5.70% del total, carecían del servicio
de agua. Ésta era una cifra mayor a la de Coahuila (7 592; 5.37% de todas las
viviendas),­pero menor que la de Nuevo León (9 000; 6.13% del total).
En 1940, 27.22% de la población tamaulipeca era analfabeta. Esta cifra era
ligeramente menor a la de Coahuila (29.18%) e, igualmente, un poco mayor a la
de Nuevo León (24.65%). En 1950, el porcentaje de analfabetismo en Tamaulipas
había descendido a 21.01%, mientras que en Coahuila era 20.83% y en Nuevo
León, 17.56%. La disminución relativa respecto a la población total, en el caso
tamaulipeco, había sido comparativamente menor: 6.21% frente a 8.35% de
Coahuila y 7.09% de Nuevo León. Sin embargo, debido al rápido incremento
poblacional en Tamaulipas, esto significó que mientras en los dos últimos estados
la población analfabeta disminuyera en cantidades absolutas, en Tamaulipas se
incrementara, pasando de 124 923 a 150 954 personas.
En 1940, en Tamaulipas, una cifra de 122 181 personas declaró no tener es-
tudios de primaria, mientras que sólo 50 214 manifestó haberla completado. En
1950, ese era el caso de 25.62% de la población del estado. En este último año,
78 104 habitantes declararon no tener ningún año aprobado de educación, mien-
tras que 176 436 expresaron tener entre uno y seis años de educación aprobados.
Ninguno de los dos censos reportaron población que hablara exclusivamente al-
guna lengua indígena.
En 1950, la población económicamente activa en el estado era de 231 919
personas. En ese año, el censo reportó sólo 2 202 desocupados (integrando aquellos
que llevaban 12 y 13 semanas, o más, sin empleo). En 1940, el total de habitantes
desocupados por un mes o más en la entidad había sido de 2 631. En 1950, la po­
bla­ción desempleada se concentraba en los municipios de Ciudad Madero, Mante­,
Matamoros, Nuevo Laredo, Reynosa, Victoria, Xicoténcatl y, con las mayores ci-
fras, Tampico. Sin embargo, la población desocupada era considerablemente­baja
respecto a aquella en actividad.
Otro indicador de marginación socioeconómica considerado en los censos de
1940 y 1950 fue el del consumo del pan de trigo. A la ingesta de este producto se
añadió el indicador del lugar donde se dormía (1940) o el tipo de calzado usado­
—o su falta de uso— (1950). Los dos datos no son susceptibles de una compara-
ción lineal, pues es probable que, debido al cambio de indicadores contemplados,
las poblaciones consideradas en uno y otro caso se entrecrucen. No obstante, es
posible realizar algunas consideraciones de contexto: en 1940, 196 181 tamaulipecos­

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 93

declararon no comer pan de trigo. De ellos, 23 030 indicaron, además, que dormían
en el suelo. La primera de estas cifras correspondía a 42.7% de la población, mien-
tras que la segunda a 5.01%. En los casos de Coahuila y Nuevo León, las cifras
fueron de 233 966 para el primero, de los que 47 077 dormían en el piso (42.48%
y 8.54% de la población total), y 163 348 para el segundo, con 32 042 que des-
cansaban en el suelo (30.18% y 5.92% del total). Cabe señalar que existía también
una población que afirmó consumir con regularidad pan de trigo, pero también dor-
mir en el piso, lo que en sí mismo puede suponer un indicador de pobreza­. La
población en estas condiciones fue de 10 940 personas en Tamaulipas, y de 20 170
y 23 997 en Coahuila y Nuevo León, respectivamente.
En Tamaulipas, en 1940, y según estos dos indicadores combinados de nutri-
ción y lugar para dormir, las localidades con mayor marginación eran Tula, con
4 495 personas que no comían pan de trigo y dormían en el suelo; Jaumave (4 190),
Bustamante (1 225), Matamoros (1 182), Palmillas (941), Reynosa (874), Miqui-
huana (780), Victoria (773), Nuevo Laredo (743), Mante (592), Madero (580),
Camargo (557) y Mier (533).
En 1950, 207 981 tamaulipecos no comían habitualmente pan de trigo, mien-
tras que 66 090 personas usaban huaraches o sandalias y 24 307 andaban descalzas.
En este caso, si se considera como indicadores de pobreza el uso de huaraches o
sandalias y el andar descalzo, una buena parte de los municipios tamaulipecos
mostraban una afectación relevante: Abasolo (169-139),84 con 973 pobladores;
Antiguo Morelos (972-1 003), con una población total de 3 367 habitantes; Bur-
gos (789-618), con 4 060 habitantes; Bustamante (2 956-81), con 5 981; Casas
(1 381-277), con 3 643; Gómez Farías (683-474), con 4 185; Güemez (3 721-
561), con 10 242; Hidalgo (7 556-1 102), con 19 458; Jaumave (6 051-1 393),
con 12 257; Mainero (1 346-591), con 4 121; Miquihuana (1 303-156), con 3 521;
Nuevo Morelos (158-122), con 1 180; Ocampo (3 718-608), con 10 975; Padilla
(2 170-83), con 9 095; Palmillas (1194-128), con 2 253; San Carlos (3 203-437),
con 8 665; San Nicolás (496-66), con 983; Tula (7 159-1 406), con 15 372; Vic-
toria (5 767-1 468), con 42 659 y Villagrán (2 807-852), con 8 547.
En la frontera norte y con estos mismos indicadores, Matamoros tenía cifras
que excedían a las propias de otros municipios (1 894-1 957). No obstante, la
proporción que representaban era considerablemente menor frente a su cantidad
de habitantes: 128 347. Un caso similar era el de Nuevo Laredo (272-555), con
59 496. También Reynosa (2 318-3 574) con 69 428. Algo similar ocurría también

84
En este párrafo y en el siguiente las cifras entre paréntesis corresponden a la población que usaba
huaraches o sandalias y a la que andaba descalza (como indicadores de pobreza), respectivamente.

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94 Carlos Antonio Flores Pérez

al sur, en Tampico (625-973), con una población total de 96 541 personas. Las
ciudades fronterizas que varios años después serían las más afectadas por el tráfico
de drogas no eran aquellas más afectadas por condiciones de marginalidad, sino
que se caracterizaban por una prosperidad relativa.
Como puede apreciarse, entre 1940 y 1950 los niveles de pobreza y marginación­
en la entidad no eran desdeñables, si bien no ofrecían contrastes drásticos frente a
aquellos presentes en otros estados fronterizos del noreste. Todos estos datos
permiten­apreciar el contexto socioeconómico de Tamaulipas durante el periodo
en que comienza y transcurre buena parte de la administración de Miguel Alemán,
que constituye un punto de especial relevancia para el objeto de esta investigación.
En esta década, Tamaulipas no evidenciaba condiciones socioeconómicas únicas
que pudieran explicar por qué el narcotráfico se arraigó con particular virulencia
en esta entidad y no en otros estados de la frontera noreste.
La respuesta a esta interrogante se encuentra más en los antecedentes históricos
del contrabando en la frontera tamaulipeca, que serían retomados y potenciados a
partir del periodo presidencial de Miguel Alemán, como se verá más adelante. En
el apartado siguiente se analizarán algunas de las características generales más rele-
vantes del alemanismo, como preámbulo obligado para el posterior análisis de la
forma en que sus intereses se posicionaron en suelo tamaulipeco, desplazando a los
antiguos grupos portesgilistas.

CUADRO 2.1
Tamaulipas, población por municipio y tipo (1950)

Municipio Población Población Población De la cabecera De las demás


total urbana rural municipal localidades

Tamaulipas 718 167 380 281 337 886 373 524 344 643
Hombres 360 278 183 701 176 577 176 577 180 848
Mujeres 357 889 196 580 161 309 194 094 163 795

Municipios

Abasolo 973 973 288 685


Aldama 7 963 7 963 2 087 5 876
Altamira 12 625 12 625 1 349 11 276
Antiguo Morelos 3 367 3 367 912 2 455

(Continúa)

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 95

CUADRO 2.1
Tamaulipas, población por municipio y tipo (1950)

Municipio Población Población Población De la cabecera De las demás


total urbana rural municipal localidades

Burgos 4 060 4 060 541 3 519


Bustamante 5 981 5 981 1 114 4 867
Camargo 25 845 9 388 16 457 3 433 22 412
Casas 3 643 3 643 288 3 355
Ciudad Madero 41 144 41 074 70 41 074 70
Cruillas 2 983 2 983 415 2 568
Gómez Farías 4 185 4 185 685 3 500
González 7 297 7 297 1 912 5 385
Güemez 10 242 10 242 684 9 558
Guerrero 3 073 3 073 1 986 1 087
Hidalgo 19 458 19 458 1 867 17 591
Jaumave 12 257 12 257 1 884 10 373
Jiménez 3 207 3 207 1 359 1 848
Llera 12 354 12 354 1 653 10 701
Mainero 4 121 4 121 980 3 141
Mante 35 397 21 291 14 106 21 291 14 106
Matamoros 128 347 72 353 55 994 45 846 82 501
Méndez 2 479 2 479 2 182
Mier 6 0346 1 494 4 852 1 494 4 852
Miquihuana 3 521 3 521 1 777 1 744
Nuevo Laredo 59 496 57 668 1 828 57668 1 828
Nuevo Morelos 1 180 1 180 580 600
Ocampo 10 975 2 864 8 111 2 864 8 111
Padilla 9 095 9 095 2 036 7 059
Palmillas 2 253 2 253 1 165 1 088
Reynosa 69 428 38 717 30 711 34 087 35 341
San Carlos 8 665 8 665 887 7 778
San Nicolás 983 983 228 755
San Fernando 11 116 11 116 1 887 9 229
Soto La Marina 4 097 4 097 423 3 674
Tampico 96 541 94 345 2 196 94 345 2 196
Tula 15 372 3 709 11 663 3 709 11 663
Victoria 42 659 31 815 10 844 31 815 10 844
Villagrán 8 547 8 547 1 051 7 496
Xicoténcatl 10 254 4 000 6 254 4 000 6 254

Fuente: inegi (2010), Tamaulipas, Compendio censal del siglo xx, disco compacto, México.

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96 Carlos Antonio Flores Pérez

El alemanismo

Para tener una perspectiva de los procesos que habrían de favorecerse en Tamaulipas­
con el desplazamiento del portesgilismo por su contraparte alemanista, es preciso
analizar antes algunos de los rasgos definitorios de la camarilla de Miguel Alemán,
su gobierno, los intereses que se crearon en torno a ellos, la rampante corrupción
que le caracterizó y las implicaciones que todo esto tuvo para la política y el modelo­
nacional de desarrollo. Es ésta la camarilla política que aparece como autora de
este proceso de reconfiguración cooptada del Estado, explicado en detalle en el primer
capítulo de este trabajo. Las dinámicas afines a intereses ilícitos que impulsó,­
dentro­del aparato institucional de seguridad y judicial, tanto en el ámbito nacional­
como local, directamente o a través de sus asociados en los estados, constituyeron
ese path-dependence al que se hizo ya referencia y que implica que las prácticas de co-
rrupción entonces instituidas determinarían una tendencia continua dentro de
múltiples dependencias gubernamentales.
Entre 1935 y 1946, la escena nacional observó transformaciones que gradual-
mente perfilaron rasgos esenciales del régimen político mexicano, que habría de
culminar su consolidación en los siguientes seis años. El exilio de Calles, impuesto
por el general Cárdenas, había implicado la desaparición de figuras alternas como
ejes del poder central, mismo que se concentró en la figura del presidente de la
República. La presidencia adquirió desde entonces un virtual carácter hegemónico
sobre el régimen, que a sus ya considerables facultades formales sumó prácticas
institucionalizadas que le permitieron primar sobre el resto de las instituciones y
la clase política en su conjunto. La paulatina centralización del poder, que implicó la
limitación del propio de los actores y fuerzas locales, se favoreció por la transfor-
mación estructural del partido de Estado. En 1938, el pnr se convirtió en Partido
de la Revolución Mexicana (prm), sustituyó su estructura territorial y redefinió su
organización interna a partir de sectores corporativos que articularon a las fuerzas
políticas y sociales del país. Este nuevo diseño limitó la influencia de los hombres
de poder locales y acrecentó, en contraste, el predominio de la institución
presidencial,­que ejercía la jefatura real del partido.85
La organización corporativa auspiciada por Cárdenas, que en principio tendría
por fin garantizar la representación de los obreros y campesinos frente a una
clase política revolucionaria cada vez más separada de sus orígenes, sería utilizada,

85
Meyer, Lorenzo (2000), op. cit., pp. 855-857.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 97

tras el término de su gobierno, como mecanismo de control político y social del


régimen sobre esos mismos grupos.86
El gobierno de Cárdenas representó el momento cumbre de las transforma-
ciones sociales que en buena medida dieron lugar a la Revolución mexicana. La
reforma agraria se llevó a cabo con todo el respaldo de la presidencia, lo que se
tradujo en la mayor cantidad de tierras repartidas a los campesinos por parte de los
gobiernos revolucionarios. El apoyo a las demandas obreras por mejoras salariales
y de condiciones laborales se tradujo en mejoras materiales y socioeconómicas
significativas para los trabajadores.87
Este periodo contrasta con el creciente conservadurismo favorecido por Calles,
durante la etapa del Maximato,88 y con la regresión igualmente conservadora que
sería adoptada por los dos gobiernos siguientes: el de Manuel Ávila Camacho,
pero especialmente por el de Miguel Alemán.89
Hacia 1945, la Segunda Guerra Mundial había llegado a su fin y las expectativas­
de una buena relación comercial con los Estados Unidos, continuidad de aquellas
ya establecidas durante la conflagración bélica, auguraban un proceso de desarrollo­
económico para México.
En el contexto interno, las confrontaciones políticas entre los grupos revolucio­
narios se habían acomodado ya a los límites del partido oficial, del cual incluso el
sector militar había desaparecido. Los choques armados entre las propias fuerzas
constitucionalistas habían depurado para entonces a la mayor parte de caudillos
revolucionarios y las fuerzas armadas se habían institucionalizado, de manera que
la transición hacia el gobierno de los civiles era inminente.
El general Manuel Ávila Camacho eligió a su secretario de Gobernación,
Miguel­Alemán Valdés, para sucederlo en la presidencia de la República. Alemán
había sido coordinador de campaña de Ávila Camacho y, en el periodo cardenista,
gobernador de Veracruz.
Miguel Alemán, un joven abogado formado en la Universidad Nacional, re-
presentó la transición de la Revolución hacia los gobiernos civiles, pero también el
arribo de un modelo de desarrollo que beneficiaría desde entonces al capital, a

86
Hansen, Roger D. (1971), La política del desarrollo mexicano, Siglo XXI Editores, México, pp. 142-
145.
87
Ibid., pp. 123-125; Meyer, Lorenzo (2000), op. cit., pp. 855-856.
88
Meyer, Lorenzo (2000), op. cit., pp. 844-845 y 853. Hansen, Roger (1971), op. cit., p. 126.
89
Niblo, Stephen R. (2001), Mexico in the 1940’s. Modernity, Politics and Corruption, A Scholarly
Resources Public Inc., Wilmington, pp. 183-184.

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98 Carlos Antonio Flores Pérez

expensas de las bases sociales a las que formalmente apelaba y afirmaba proteger la
retórica revolucionaria: las masas campesinas, obreras y populares.90
Alemán, nacido el 29 de septiembre de 1900, era hijo de un general revolu-
cionario, Miguel Alemán González, quien había militado bajo las órdenes del
general Cándido Aguilar, yerno, a su vez, de Venustiano Carranza. La lealtad de
Alemán González a Carranza le había confrontado de manera permanente con
Obregón y Calles, pues apoyó también la rebelión de los generales Francisco R.
Serrano y Arnulfo R. Gómez, en contra de los primeros. El general Alemán Gon-
zález, insurrecto contra el gobierno federal, murió abatido por un regimiento del
Ejército mexicano, en marzo de 1929,91 durante la presidencia interina de Emilio
Portes Gil, cuando su hijo ya era estudiante universitario y opositor al gobierno de
los sonorenses.
La carrera de Miguel Alemán marcaría también los paradigmas del recluta-
miento político y la conformación de camarillas que predominaron en el régimen
posrevolucionario, al menos hasta finales de los años setenta.92 Según su propio
testimonio, en 1927, desde sus años como estudiante de la Escuela Nacional Pre-
paratoria, y a una edad en la que la mayoría de los jóvenes tienen otras preocupa-
ciones en mente, Alemán integró un grupo compacto de amigos a los que incluso
convocó a firmar un juramento de ayuda mutua, que en su exposición de motivos,
fundamentalmente utilitaria, desdecía sus pretensiones de signarse “en los años
más puros de la vida”.93 Su propósito era garantizar el apoyo entre sus miembros,
quienes se manifestaban seguros de “ocupar prominentes lugares en nuestra vida
social o política, (y quienes lo consigan) quedarán obligados para ayudar a aquellos
que lo necesiten del grupo”.94
En efecto, entre los firmantes se encontraban personajes como Raúl López
Sán­chez —futuro asociado en el bufete jurídico de Alemán y su colaborador en el
gobierno de Veracruz—, el senador y gobernador de Coahuila, durante su adminis­
tración presidencial: Gabriel Ramos Millán —también socio del despacho de abo-
gados señalado, miembro de su gobierno en el mismo estado y titular de la Comisión
Nacional del Maíz de 1947 a 1949, hasta su fallecimiento— y Óscar Soto Maynez,

90
Meyer, Lorenzo (2000) op. cit., pp. 886-887.
91
Castañeda Iturbide, Jaime y Francisco Castañeda Iturbide (1987), General Miguel Alemán Gonzá-
lez. Breve semblanza, Fundación Miguel Alemán A.C., disponible en <http://www.miguelaleman.
org/visitas/sala-de-armas/biografia-gral-miguel-aleman-gonzalez>.
92
Camp, Roderic Ai (1976), “Education and Political Recruitment in Mexico: The Aleman Genera-
tion”, en Journal of Inter American Studies and World Affairs, vol. 18, núm. 3, agosto, pp. 301-302.
93
Alemán Valdés, Miguel (1987), Remembranzas y testimonios, Grijalbo, México, pp. 56-57.
94
Ibid., pp. 56-57.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 99

magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz durante la gubernatura


de Alemán —y diputado federal por Chihuahua de 1949 a 1950 y gobernador de
ese estado desde 1950—.95
En esa etapa de su vida estableció también amistad con Antonio Ortiz Mena,
integrante del referido bufete jurídico, quien no ocupó un cargo político de primer
nivel durante la administración alemanista —fue subdirector del Banco Nacional
de Crédito Urbano—, pero con quien mantuvo una estrecha relación política en
las décadas siguientes.96
En la Facultad de Jurisprudencia, Alemán se encontró de nuevo con varios ex
condiscípulos de la Escuela Nacional Preparatoria con los que renovaría sus rela-
ciones personales. Hizo también nuevas amistades, varias de las cuales alcanzaron
puestos de importancia durante su gobierno. Entre los antiguos amigos se encon-
traban Braulio Maldonado, Gabriel Ramos Millán, Andrés Serra Rojas —secretario­
del Trabajo y Previsión Social en el gabinete de Alemán—, Antonio Ortiz Mena,
Manuel Ramírez Vázquez, Raúl López Sánchez y Óscar Soto Máynez. Entre los
nuevos, Antonio Carrillo Flores, director de Nacional Financiera durante su
sexenio,­y secretario de Hacienda y Crédito Público en la siguiente administración
federal; Alejandro Gómez Maganda, gobernador de su natal Guerrero, gracias al
apoyo de Alemán; Ernesto Peralta Uruchurtu, subsecretario de Gobernación y
titular de esa dependencia, tras la designación de Adolfo Ruiz Cortines como
candidato presidencial del pri; Ángel Carvajal, gobernador de Veracruz y secretario­
de Bienes Nacionales en el sexenio alemanista y secretario de Gobernación en el
gabinete de Ruiz Cortines;97 Fernando Casas Alemán, socio en el despacho de abo­
gados, secretario general de Gobierno en Veracruz y gobernador provisional de esa
entidad, subsecretario de Gobernación bajo las órdenes de Alemán y jefe del De-
partamento del Distrito Federal, durante la presidencia de este último; Rogerio de
la Selva, secretario particular de Alemán en sus cargos de magistrado del Tribunal­
Superior de Justicia del Distrito Federal, gobernador de Veracruz, secretario de

95
Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., pp. 57-58. Los datos curriculares corresponden a Camp,
Roderic Ai (1992), Biografías de políticos mexicanos, 1935-1985, Fondo de Cultura Económica,
México.
96
Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., p. 59.
97
Ibid., pp. 81-83. Ángel Carvajal y José Castro Estrada, otro amigo de Alemán de la Escuela de
Jurisprudencia de la Universidad Nacional, quien sólo ocupó el cargo de subsecretario de Fauna
y Recursos Forestales en la Secretaría de Agricultura y Ganadería durante el último año de su go­
bier­no, serían designados magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al término
del gobierno de Adolfo Ruiz Cortines; Carvajal ejerció ese cargo de 1958 a 1972, mientras que
Castro lo hizo de 1952 a 1967. Véase Camp, Roderic Ai (1992), op. cit., pp. 102 y 116.

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100 Carlos Antonio Flores Pérez

Gober­nación y, cuando éste alcanzó la titularidad del ejecutivo federal, secretario


de la presidencia; Fernando López Arias, magistrado del Tribunal Superior de
Justicia de Veracruz durante la gubernatura alemanista, senador durante su presi-
dencia, procurador general de la República durante el gobierno de Adolfo López
Mateos y gobernador de Veracruz de 1962 a 1968;98 Francisco González de la
Vega, su profesor en la universidad, quien sería nombrado procurador general de
la República durante su gobierno y alcanzaría, en las siguientes administraciones
federales, la senaduría y gubernatura de Durango.99 Sería también el caso de José
Aguilar y Maya, profesor de derecho en la universidad, a quien Alemán convertiría
en gobernador de Guanajuato durante su administración, y quien sería designado
procurador general de la República de 1955 a 1958.100 Durante esa época, Alemán
hizo amistad con Carlos Franco Sodi, procurador general de justicia del Distrito
Federal durante su administración, y procurador general de la República, con Ruiz
Cortines, cuando ambos se oponían a los intentos reeleccionistas de Álvaro Obre-
gón, y apoyaban a los generales Gómez y Serrano.101
Otro abogado, amigo cercano de Alemán, aun 15 años menor, fue Marco
Antonio Muñoz Turnbull, quien ocupó el cargo de oficial mayor de la Secretaría
de Industria y Comercio de 1947 a 1949, y fue apoyado por el entonces presiden-
te para alcanzar la gubernatura de Veracruz, que ejerció de 1950 a 1956.102
Aunque no era profesionista ni abogado, entre los amigos más cercanos a
Alemán es preciso incluir también al coronel Carlos I. Serrano, de quien no fue
posible determinar el punto de contacto inicial con el ex presidente, pero quien
gozaba de una relación especialmente estrecha con él. En sus memorias, Alemán
le prodiga grandes elogios: le considera su “gran amigo y hombre cabal como
pocos”,­testigo en el registro civil del nacimiento de su hijo Jorge.103 El coronel
Serrano fue electo senador durante el periodo alemanista, época en la que fungiría
como líder del Senado, lo que no obstó para que tuviera una gran influencia en el
Ejecutivo federal y en las cuestiones políticas internas de varios estados del país.
Como se verá, la figura de Carlos I. Serrano es de gran importancia para el tema
central de este trabajo.

98
Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., pp. 151-152; respecto a los datos curriculares, véanse los
resúmenes curriculares correspondientes en Camp, Roderic Ai (1992), op. cit.
99
Camp, Roderic Ai (1992), op. cit., pp. 238-239.
100
Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., p. 90.
101
Ibid., p. 85.
102
Ibid., pp. 359-396; Camp, Roderic Ai (1992), op. cit., p. 401.
103
Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., p. 267.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 101

A esta camarilla se sumaron otros personajes que probablemente no contaban


con una añeja amistad con Alemán, pero que en lo subsecuente estrecharían sus
vínculos personales y compartirían intereses y proyectos políticos con su líder. Tal
fue el caso de Ramón Beteta, subsecretario de Relaciones Exteriores con Cárdenas,
pero quien había cambiado de ideología para abrazar las concepciones proempre-
sariales del alemanismo, fungiendo como secretario de Hacienda y Crédito Público­
durante el gobierno de Alemán. Un caso similar fue el de Adolfo Orive Alba,
nombrado secretario de Recursos Hidráulicos.104 Menos visible, pero semejante,
es el de Óscar Flores Sánchez, subsecretario de Ganadería en la Secretaría de Agri­
cultura,­quien se encargaría de afrontar el problema de la epidemia de fiebre aftosa­
en el gobierno alemanista, y quien sería designado senador por Chihuahua en el
siguiente sexenio, para alcanzar después la gubernatura de ese estado y el cargo de
procurador general de la República de 1976 a 1982.105
Alemán también incluyó en su gabinete a empresarios, hecho relativamente
inédito hasta entonces. No se trataba sólo de generales enriquecidos durante su
ejercicio en el poder, como Aarón Sáenz —quien había sido director de finanzas
de la campaña de Alemán, y cuyo hijo fue designado director de crédito en la Secre­
taría de Hacienda durante este periodo— o Abelardo L. Rodríguez, titular de
Teléfonos de México durante el mismo,106 sino de los miembros de una incipiente
clase empresarial que florecería a partir de esta época, en buena medida, gracias a
los apoyos recibidos de Miguel Alemán. Entre ellos se cuenta a Antonio J. Bermú-
dez, vinculado a empresarios chihuahuenses y designado director general de Pemex­;
Antonio Díaz Lombardo, nombrado titular del Instituto Mexicano del Seguro
Social; Antonio Ruiz Galindo, empresario con intereses financieros en la industria
manufacturera, hotelera e inmobiliaria, puesto a cargo de la Secretaría de Economía­,
y Manuel Gual Vidal, quien ciertamente había sido profesor universitario, pero
además estuvo a cargo de la Asociación Mexicana de Banqueros, antes de ser de-
signado secretario de Educación Pública por Alemán.107
La camarilla de Alemán muestra un cambio significativo de la clase política
posrevolucionaria, que inauguraba entonces una etapa de predominio de profesio-
nistas con formación jurídica a lo largo de las siguientes décadas, y la incorporación
de una visión proempresarial en la concepción del modelo de desarrollo implan-
tado desde entonces. La trayectoria de estos personajes y su vinculación a Alemán

104
Niblo, Stephen R. (2001), op. cit, pp. 177-178.
105
Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., pp. 279-282.
106
Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., pp. 168, 178-179 y 273.
107
Ibid., pp. 178-179; Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., p. 243.

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102 Carlos Antonio Flores Pérez

da cuenta de la continuidad de influencia del círculo alemanista más cercano en la


política y la economía mexicanas, aun cuando la administración de su líder había
concluido.
La relación personal de Alemán con su sucesor, Adolfo Ruiz Cortines, era
también muy cercana, pues su carrera política había estado directamente ligada a
aquél en Veracruz, en la Secretaría de Gobernación y como miembro de su gabi-
nete.108 Una vez en la presidencia, Ruiz Cortines marcó sus propios límites, marcó
distancia frente a su antecesor y de ninguna manera podría decirse que su gobierno
representó una mera continuidad de la camarilla alemanista en el poder; sin em-
bargo, sí heredó a diversos funcionarios del alemanismo en su administración. En
el periodo de Ruiz Cortines, algún sentido de prudencia política o lealtad personal
hacia su antiguo patrocinador contuvo, dentro de límites moderados, las acciones
que hubieran podido ejecutarse para llamar a cuentas al ex presidente y sus prin-
cipales allegados.
Por otra parte, algunas fuentes identifican una relación de amistad de Alemán
con Adolfo López Mateos, a quien habría apoyado para alcanzar la senaduría por
el Estado de México durante su sexenio.109 El presidente López Mateos también
incorporó a su gabinete a cercanos colaboradores y amigos de Miguel Alemán. Más
aun, le confió a Alemán la dirección del Consejo Nacional de Turismo, creado
por el gobierno de López Mateos. Como se verá en el siguiente capítulo, este últi-
mo también mantuvo un trato de benevolencia hacia las irregularidades en que
parecían implicados algunos de los miembros del gabinete vinculados originalmen-
te con Alemán.
Finalmente, uno de los personajes que también había alcanzado la senaduría
por su estado, gracias a Miguel Alemán, fue Gustavo Díaz Ordaz, quien en 1951
se había sumado a la campaña para glorificar a Alemán y construir el camino hacia
la reelección de éste en la presidencia de la República.110

108
Camp, Roderic Ai (1992), op. cit., p. 512.
109
Gil Mendieta, Jorge y Samuel Schmidt, con la colaboración de Alejandro Ruiz León (2005),
Estudios sobre la red política de México, iimas-unam, México, p. 55. Estos autores incluyen a López
Mateos en el grupo de amigos de Alemán, quien, en efecto, se refiere a López Mateos en sus
memorias como uno de los personajes con quienes tendría amistad desde antes de alcanzar la
presidencia. Véase Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., pp. 133-214. De cualquier manera,
Ló­pez Mateos no parece haber formado parte del círculo más cercano a Alemán ni participado en
las prácticas irregulares a las que hace referencia este apartado, por lo menos no se encontraron
evidencias al respecto.
110
Krauze, Enrique (1997), La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano (1940-
1996), Tusquets Editores, México, p. 114.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 103

Fuera de los cargos públicos, Alemán establecería también una amplia red de
vínculos con personajes del ámbito privado. Muchos de ellos, conspicuos integran-
tes del mundo de los negocios, beneficiarios —y, aparentemente, en algunos casos
socios— del entonces mandatario. La lista difícilmente podría ser exhaustiva, pero
entre ellos se cuenta, por ejemplo, a algunos contribuyentes de su campaña: Raúl
Bailleres, Samuel Rosoff, A.C. Blumenthal. También tenía relación estrecha con
Luis y Agustín Legorreta, Fernando Buch de Parada, Emilio Azcárraga Vidaurreta
y Rómulo O’Farrill.111
De acuerdo con Stephen R. Niblo, vinculaciones semejantes implicarían que
Alemán tuviera una participación muy relevante en empresas como Tubos de Acero
de México, Siderúrgica Tamsa, Metalever, D.M. Nacional, Herramientas de Acero,­
Ferrero Enamel de México y Automagnético S.A., diversos establecimientos turís-
ticos y la naciente industria de los medios electrónicos radiofónicos y televisivos.112
Según Niblo, diversa información apunta a la participación de personajes
como los ya citados Rosoff y Blumenthal, junto con Ben Smith, Bruno Pagliai y
Jorge Pasquel, como posibles prestanombres —o por lo menos asociados— de
Alemán. A ellos habría que añadir a los ya citados Carlos I. Serrano, a Enrique
Parra Hernández, así como al secretario particular del mandatario, Jorge Viesca Pal-
ma.113 Según diversas evidencias, Pasquel, Serrano y Parra Hernández estaban
también relacionados con otro tipo de círculos y actividades de dudosa legalidad.
En sus propias memorias, Alemán deja entrever algunas de las más inocuas,
que ya muestran la disposición ética de varios integrantes de su círculo cercano. En
el despacho que abrió junto con Gabriel Ramos Millán y otros, Alemán incursionó­
en la especulación en bienes raíces. Según su exposición, la participación del grupo en
tales negocios habría ocurrido inmediatamente después de su primer y fallido in-
tento de iniciar una carrera política en su natal Veracruz como diputado local,
hacia 1932. Al tiempo que Alemán litigaba a favor de la causa de diversos sindicatos­
ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, su socio, Ramos Millán, habría
tenido la supuesta visión de adquirir vastos terrenos agrestes en Cuernavaca, Mo-
relos, para urbanizarlos y fraccionarlos y después venderlos a precios muy acrecen-
tados. Alemán afirmaba haberse mantenido al margen de la operación, tanto en su
concepción —que, según señala, tenía como premisa “no tenerle miedo a los seis

111
Niblo, Stephen R. (2001), pp. 212-215, 344-347.
112
Ibid, pp. 212 y 215.
113
Ibid., pp. 168-213.

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104 Carlos Antonio Flores Pérez

ceros”— como en su puesta en marcha, más allá de la revisión de los asuntos lega-
les de la misma.114
Aunque no lo menciona, es evidente que semejantes operaciones no podían
ser mero producto de la casualidad ni de un particular sentido comercial, pues
requerían de montos económicos y contactos gubernamentales de los que sus
memorias no añaden dato alguno. Alemán no parece dispuesto a reconocer nin-
guna deuda política o económica directa, y los individuos que desempeñarán un
rol fundamental como sus posibles prestanombres o colaboradores en negocios
poco claros, aparecen sólo ocasionalmente referidos, como ocurre con Carlos I.
Serrano, a quien reconoce como amigo leal, pero cuya relación no explica en nin-
gún momento en términos de orígenes y evolución. Jorge Pasquel no es nombrado
en absoluto. La irrupción de Alemán en la política aparece en sus memorias como
mero producto del voluntarismo, hecho inconcebible para un civil en una época
en la que los caudillos militares hegemonizaban el escenario.
No obstante, Alemán brinda algunas pistas que pueden explicar con mayor
lógica el repentino éxito de su grupo en los negocios. Mientras él afirma que ce-
dieron un par de lotes al propio Manuel Ávila Camacho y a su futuro rival por la
candidatura presidencial, Ezequiel Padilla, con el objeto de atraer la benevolencia
gubernamental hacia su proyecto y atractivo comercial por el renombre de los
obsequiados,115 el historiador Enrique Krauze señala que fue la influencia de
poderosos­generales revolucionarios lo que permitió que los noveles empresarios
obtuvieran préstamos en condiciones muy convenientes.116 Cabe destacar, sin em-
bargo, que la facción político-militar entonces hegemónica seguía estando ligada
a los sonorenses, precisamente a aquellos con los que Alemán y su padre se habían
confrontado hacía unos cuantos años, hechos que incluso le habían costado la
vida al segundo, de manera que la benevolencia gratuita de semejante sector resulta­
poco verosímil. Dadas las prácticas y los predominios de la época, no se puede
descartar que este grupo de abogados civiles no fuera sino una fachada de la inver-
sión de actores de poder consolidado. Sería justamente Ramón Beteta quien, en
una entrevista con James W. Wilkie, haría explícita la lógica de acciones semejantes­
en el México de la época:

114
Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., p. 130.
115
Ibid., p. 130.
116
Krauze, Enrique (1999), Mexico. Biography of power. A history of Modern Mexico, 1810-1996,
Harper Collins Publishers, Nueva York, pp. 535-537.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 105

Digamos que un funcionario público sabe que se va a hacer una carretera y que
conoce a la persona encargada de construir o dirigir la obra. Puede comprar, directa
o indirectamente, los terrenos que van a ser afectados por esa carretera y así obtiene
una posición ventajosa. Esto no es correcto de acuerdo con la ética, pero legalmente
no es un delito, y estas cosas son muy comunes, mucho más de lo que piensa la
gente.117

Lo cierto es que Alemán y sus socios del despacho de abogados se valdrían del
supuesto genio empresarial de Ramos Millán para fraccionar y vender terrenos que
hoy constituyen las zonas residenciales en la Ciudad de México y su zona conur-
bada. Adquirieron los terrenos de Polanco y Lomas de Chapultepec a precios
irrisorios. El método de adquisición expuesto en sus memorias parece igualmente
asombroso, pues afirma que se basó meramente en el poder de convencimiento de
Ramos Millán:

[…] acudió a entrevistarse con Carlos Cuevas, propietario del enorme predio,
quien accedería a venderle —en sólo dos pesos el metro— la parte correspondiente
a lo que había sido el rancho de Polanco. Tal era el poder persuasivo de Ramos Mi-
llán, que el propio don Carlos intercedió como su aval ante Nacional Hipotecaria,
adquiriendo los terrenos sin dinero alguno además de conseguir la autorización
para fraccionarlos.118

Lejos de esclarecer la dinámica de tales transacciones, los métodos de compra


descritos por Alemán, donde los vendedores parecen actuar en contra de sus
propios­intereses, evocan a cierto personaje literario de Mario Puzo, que realizaba
“ofertas que no se podían rechazar”. Además de los beneficios por el producto de
semejante especulación inmobiliaria, el propio Alemán, Ramos Millán, Carlos I.
Serrano, Enrique Parra Hernández y Antonio Ortiz Mena construyeron sus resi-
dencias en tales terrenos.119
El aprendizaje en diversos métodos de despojo fue después transferido al estado­
de Veracruz, cuando Alemán era ya secretario de Gobernación y había heredado la
gubernatura a uno de sus allegados. En el archivo del gobierno del general Manuel

117
Wilkie, James W. (1968), The Mexican Revolution: Federal Expenditure and Social Change since
1910, University of California Press Berkeley, Los Ángeles, p. 8. Citado en Hansen, Roger (1971),
op. cit., p. 166.
118
Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., pp. 130-131.
119
Ibid.

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106 Carlos Antonio Flores Pérez

Ávila Camacho constan diversas quejas enviadas a la presidencia de la República,


por el despojo masivo de terrenos a comunidades campesinas por parte del coronel
Carlos I. Serrano, en la zona de Mocambo y Boca del Río. Así, por ejemplo, en
agosto de 1942, la Federación Autónoma de Trabajadores de la Zona Marítima de
Veracruz, encabezada por Lucio García, remitió un telegrama al presidente de la
República solicitando su intervención, ya que el coronel Carlos I. Serrano, admi-
nistrador del balneario Mocambo, pretendía desalojar de sus ejidos a un grupo de
campesinos integrantes del Comisariado Ejidal Mocambo, municipio de Boca del
Río, quienes tenían posesión legal de esas tierras y las cultivaban desde 1937. Según
el telegrama, el coronel afirmaba contar con influencias oficiales que respaldaban
sus procedimientos.120 Un año después, aún de manera más explícita, el Comité
Manos Fuera de Veracruz, encabezado por Juan García González y Antonio­Jimé-
nez, reprodujo una carta pública que había dirigido previamente a Miguel Alemán,
cuando éste era gobernador de la entidad. Vale la pena reproducir algunos de sus
párrafos:

Estamos plenamente convencidos de sus buenas intenciones para darle a Veracruz


lo que en realidad necesita, pero esas buenas intenciones se han visto estorbadas
por la labor insana de un grupo de aventureros políticos, que no sabemos validos
de qué medios y con apoyo de quién, han convertido a Veracruz en tierra de con-
quista. Este grupo se encuentra encabezado y reconoce como Jefe a un llamado
Coronel Carlos Serrano, quien al principio del gobierno alemanista y en forma
abierta y descarada y hoy desde las sombras, ha absorbido y monopolizado todos
los negocios que pasan a través del Gobierno del Estado, obteniendo en esta forma
grandes éxitos económicos, contando con la complicidad de algunos funcionarios
que le son adictos.
Su labor de perfidia y voracidad no se ha concretado a enriquecerse por todos los
medios imaginables, sino que ha llegado hasta el crimen para ver satisfechos sus de-
seos y buena prueba de esto fue el asesinato cometido en la persona de nuestro gran
amigo y camarada el Lic. Adolfo Moreno, Procurador de Justicia del Estado, cri-
men que fue preparado y fomentado por Serrano, quien a raíz de consumado (sic)
se ausentó del Estado, confirmando así su intervención directa, pero con sorpresa
de todos sigue desde México siendo el influyente de antes, quitando empleados a
su antojo y acaparando negocios que les deja pingües utilidades.

120
Archivo General de la Nación (en lo subsecuente agn), Archivo Presidencial de Manuel Ávila
Camacho (Arch. Pres. mac), exp. 404.1/2292.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 107

No menos vergonzante y nefasta es la intervención de este señor en el contrato­


para la introducción del agua potable a la ciudad de Orizaba, que ha manejado
desde sus principios por conducto de su testaferro, el señor Horacio Xóchiha. Este
contrato que es gravosísimo para la ciudad de Orizaba, que ha tenido en cambio­
beneficios económicos cuantiosos para Serrano y su camarilla. Estimamos nues-
tro deber hacer del conocimiento del pueblo veracruzano que Serrano otorgó por
medio de sus influencias, permisos para juegos de azar en Tlacotalpan, recibiendo
en cambio grandes sumas de dinero, que se llevó para una Hacienda que tiene en el
camino de México a Pachuca unas gallinas del Departamento de Agricultura del
Gobierno local y que tenían un valor de $4 000.00, y que se encuentra en perfecto
acuerdo con el hacendado Manuel Parra, promotor de la muerte de nuestro inol­
vidable amigo el Lic. Manlio Fabio Altamirano. ¿Ignora Ud. todos estos hechos, Sr.
Lic. Alemán?121

La carta pública continuaba con la afirmación de que Serrano vendía también


las candidaturas a la diputación local. En un comentario de actualización señalaba­
que “el amigo y socio de D. Miguel Alemán” buscaba ahora una diputación federal,­
con José Luis Tejeda como suplente, un personaje que, según establecía este docu-
mento, era de nacionalidad cubana.
A pocos días de haber iniciado la administración de Alemán, una comunica-
ción del embajador estadounidense, Walter Thurston, al secretario de Estado de
su país, arrojaba luz respecto a la falta de interés del ahora mandatario en atender
las denuncias de despojo cometidas por Serrano, en sus cargos previos de gober-
nador del estado y secretario de Gobernación. La misiva exponía: “It seems that he
[Alemán] was the owner of ‘Mocambo’, an extremely valuable property consisting
of a large part of waterfront land extending from Veracruz south to Boca del Río,
including the resort Hotel Mocambo”.122
De manera similar se urbanizaría también la zona que actualmente constituye
Ciudad Satélite, un asentamiento de clase media en el área conurbada de la ciudad
de México, así como el puerto turístico de Acapulco, donde Alemán habría tenido

121
Ibid.
122
Embajador Thurston al secretario de Estado, 12 de diciembre de 1946. Memorándum de Horace
H. Braun del 4 de diciembre de 1946, usna/59, 812.00/12-1246. Citado en Niblo, Stephen
R. (2001), op. cit., p. 290. El paréntesis fue agregado por el autor de este trabajo; “Parece que él
[Alemán] era el dueño de ‘Mocambo’, una propiedad extremadamente valiosa, consistente en una
gran porción de tierra costera que se extiende del sur de Veracruz a Boca del Río, incluyendo al
centro turístico Hotel Mocambo”. (Traducción libre del autor.)

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108 Carlos Antonio Flores Pérez

intereses en términos de propiedad inmobiliaria, construcción e infraestructura.123


En el caso de Acapulco, el despojo a los campesinos locales sería también auspiciado­
por Alemán, utilizando a un intermediario, Melchor Perrusquía, recaudador de
impuestos y presidente de la Junta Federal de Mejoras Materiales de la localidad.
A través de éste, algunos de los inversionistas asociados fueron el petrolero esta-
dounidense J. Paul Getty, además de personajes cercanos a William O’Dwyer,
nombrado embajador en México por el presidente Harry S. Truman. O’Dwyer era
ex alcalde de Nueva York, a quien la Comisión Kefauver del Senado de los Estados
Unidos comprobó estrechos vínculos con Frank Costello, uno de los líderes de la
Cosa Nostra en ese país.124
Ya desde sus años como secretario de Gobernación, Alemán se había vuelto
afecto a frecuentar ciertos círculos sociales en ese país, donde diversos medios pe-
riodísticos dieron cuenta de sus affaires con estrellas hollywoodenses.125
También, durante ese periodo, atrajo la atención de otros sectores estadouni-
denses. Diplomáticos de ese país informaron a su gobierno que Alemán, en su
calidad de secretario de Gobernación, había facilitado la regularización migratoria
de empresarios asociados al régimen nazi, a cambio de sobornos, a través de su
secretario particular, Jorge Viesca Palma, aun cuando la guerra había iniciado ya.126
En la sucesión de Ávila Camacho, Alemán no era el precandidato favorito de
los estadounidenses. Algunos sectores de la política del vecino del norte ya habían
manifestado sus preocupaciones por la cercanía que en su momento tuvo Alemán
con el presidente Cárdenas, de quien coordinó la campaña presidencial en el estado­
de Veracruz. En su condición de gobernador del estado, Alemán había sido uno de
los principales apoyos políticos a la decisión de Cárdenas de nacionalizar el
petróleo.­127
No obstante, otros sectores muy influyentes dentro de los círculos de poder
estadounidense ya tenían de tiempo atrás una imagen más clara de las perspectivas
políticas del personaje. En 1940, J. Edgar Hoover escribió sobre él:

He accommodates himself readily to whatever situations arise and apparently has


few fixed political opinions, but governs himself more according to the expediency

123
Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 214.
124
Ibid., pp. 274-276.
125
Ibid., p. 160.
126
Thurston al secretario de Estado, 24 de abril de 1947, usna/59, 812.001 Alemán, Miguel/4-2447;
véase, también, George Messersmith a Nelson Rockefeller, 27 de abril de 1945, usna/59, 812.00,
Alemán, Miguel/4-2745. Citados en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., pp. 162-163.
127
Krauze, Enrique (1947), op. cit., pp. 537-538.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 109

of the situation […] He plays ball first with the leftist and then with the rightists,
as the exigencies of the situation may dictate, with the greatest benefit to himself.128

La camarilla de Alemán tendió puentes de entendimiento hacia los diplomá-


ticos estadounidenses, a quienes procuraron convencer de que Alemán no se deja-
ría influir por los sectores izquierdistas y que, por el contrario, las condiciones de
inversión serían muy favorables para el capital proveniente de ese país. Un esta-
dounidense residente en México, Guy Ray, cercano al secretario de Estado de los
Estados Unidos, le tradujo estos acercamientos sin ambages:

Judging by all indications that can be observed, the graft and corruption which
now exists would pale into insignificance compared with what Alemán and his
supporters could demonstrate. American capital would apparently be welcome in
Mexico, provided, of course, that it ‘treated Alemán right’.129

Esta disposición y apertura le valdría a Alemán un recibimiento apoteósico en


los Estados Unidos hacia 1947, en una visita oficial al presidente Truman, a pesar
de los poco encomiables antecedentes del personaje y su círculo. Esta disponibili-
dad, junto con la adopción de un modelo de desarrollo favorable al capital, y que
ejerció una represión no desdeñable sobre las demandas de los trabajadores y cam-
pesinos, probablemente le valió también un trato de continua benevolencia por
parte de los círculos de poder de ese país, interesado en revertir o contener las re-
formas económicas y sociales de la Revolución e inmerso ya en los prolegómenos
de la Guerra Fría.130 Todo ello, aun si el conocimiento que esos mismos círculos

128
Hoover a Berle, “Biographies of Members of the Cabinet of the Mexican Government”, 16 de
di­­ciembre de 1941, usna/59, 812.001, Alemán, Miguel/4-2447. Citado en Niblo, Stephen R.
(2001), op. cit., p. 162. “Se acomoda con rapidez a cualquier situación que surja y aparentemente
tiene pocas opiniones políticas fijas, pero se rige más a partir de la situación […] Primero juega
con los izquierdistas, luego con los derechistas, según las exigencias del entorno dicten, con el
mayor beneficio para sí mismo”. (Traducción libre del autor.)
129
Guy Ray al secretario de Estado, 6 de noviembre de 1945, usna/59, 812.00/11-645, y 7 de no-
viembre de 1945, usna/59, 812.00/11-745. Citado en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 168. “A
juzgar por todos los indicadores que se pueden observar, los sobornos y la corrupción que ahora
existen palidecerían y parecerían insignificantes comparados con lo que Alemán y sus apoyadores
pueden demostrar. El capital estadounidense sería aparentemente bienvenido en México, claro
está, asumiendo que ‘trate bien a Alemán’”. (Traducción libre del autor.)
130
Durante el sexenio de Alemán fueron creadas piezas centrales del mecanismo coercitivo del ré-
gimen posrevolucionario: la Dirección Federal de Seguridad (dfs), virtual policía política, y los
delitos contra la seguridad de la nación, especialmente, el delito de disolución social, fueron

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110 Carlos Antonio Flores Pérez

evidenciaban respecto a otras irregularidades, y que en los años por venir se cons-
tituirían como factores aún más graves de atención, al menos en el discurso formal.
En enero de 1951, en un reporte sobre la situación en México, la Agencia Central
de Inteligencia (cia) escribió sobre el amigo entrañable de Alemán, Carlos­I. Se-
rrano, lo siguiente:

Serrano, an unscrupulous man, is actively engaged in various illegal enterprises,


such as the narcotics traffic. He is considered astute, intelligent, and personable,
although his methods of operating violate every principle of established govern-
ment administration. He is said to aspire to the Presidency of the Republic.131

Más aun, en febrero de 1948, un senador de oposición, Mauro Angulo, de


Tlaxcala, fue asesinado en la ciudad de México. La diplomacia estadounidense
reportó a su gobierno que los principales sospechosos de la responsabilidad inte-
lectual del crimen eran todos miembros del círculo de Alemán: Enrique Parra,
quien arreglaba asuntos irregulares de orden financiero o amoroso; Gabriel Ramos
Millán, conocido por ejercer presión entre los banqueros para que éstos concedieron­
préstamos a recomendados del presidente; Carlos I. Serrano, dueño de varios pros-
tíbulos y líder de un grupo de pistoleros; y Jorge Pasquel, considerado el principal
importador de narcóticos.132

redefinidos­dentro del Código Penal Federal para facilitar la eliminación de la oposición política
y social. Estas instituciones serían fundamentales para contener las demandas sociales y limitar
o suprimir, según fuera la decisión del momento, a la izquierda organizada. Véase Torres Mejía,
David­ (1998), Proteccionismo político en México, 1946-1977, unam, tesis doctoral, pp. 108-109.
La unam ha publicado este trabajo como libro. De hecho, uno de los propósitos políticos cen-
trales del alemanismo fue eliminar a la izquierda de las estructuras gubernamentales y de las
estructuras de representación sindical. Medina, Luis (1979), Historia de la Revolución mexicana.
Civilismo y modernización del autoritarismo. 1940-1952, El Colegio de México, México, p. 2.
131
cia (Central Intelligence Agency) (1951), Situation Report: Mexico, 24 de enero, p. 69. Citado
en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 178. Véase, también, el mismo documento en Aguayo
Quezada, Sergio (2001), La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México, Grijalbo,
México, p. 75. Este documento me fue proporcionado por mi colega y amigo Sergio Aguayo, a
quien agradezco por ello. En su trabajo, la cita está traducida. Se describe a Serrano como “un
hombre poco escrupuloso, involucrado activamente en empresas ilegales, entre ellas, el tráfico
de narcóticos. Se le considera astuto, inteligente y agradable, aunque sus métodos de operación
vio­lan cualquier principio de buena administración. Se dice que aspira a la presidencia de la Re-
pública”.
132
S. Walter Washington to Secretary of State, “Political Gangsterism in Government...”, March 3,
1948, USNA/59, 812.00/3-348. Citado en Niblo, op. cit., p. 261. El autor recomienda revisar
también el expediente 812.00/2-1848, donde se exponen otras acusaciones contra Pasquel y Parra.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 111

En suma, uno de los sellos característicos del alemanismo fue un aprovecha-


miento sin precedentes de los cargos públicos para el beneficio personal del
entonces­mandatario y su camarilla. Esto no implica que la corrupción institucio-
nal fuera ajena a los gobiernos precedentes. Ya en los años treinta, el enriqueci-
miento desmesurado de varios generales revolucionarios, gracias a su desempeño
en los cargos públicos, era una realidad incontrovertible.133 Pero el arribo de una
camarilla con mayor formación profesional, en condiciones de ejercer una amplia
hegemonía política sobre el país gracias al régimen autoritario que ella misma se
encargaría de consolidar —en un momento histórico que implicaba la construc-
ción de una nueva plataforma de desarrollo económico para el país— acrecentó
esa corrupción de manera exponencial, incluso amplió sus variantes de manera
considerable.
En el gobierno de Lázaro Cárdenas, 37.6% del presupuesto federal había sido
destinado a estimular el crecimiento económico; con Ávila Camacho, esta propor-
ción se incrementó a 39.2%; mientras, con Alemán, superó el 50%.134 El alema-
nismo articuló ese modelo de desarrollo de tal manera que beneficiara fundamen-
talmente a sus propios asociados políticos y económicos.
Por ejemplo, Alemán concedió monopolios a sus allegados: a Jorge Pasquel le
favoreció con la distribución de gasolina virtualmente sin contendientes, y a An-
tonio Díaz Lombardo, con condiciones similares en los autobuses de transporte.135
Se hablará más adelante sobre favores similares al propio Pasquel y su agencia adua-
nal en la frontera norte, especialmente, en Tamaulipas.
Algunos manejos arbitrarios en las condiciones regulatorias de diversos produc­
tos evocaron, durante el alemanismo, las clásicas prácticas de captura del Estado­
en sentido tradicional expuestas en el capítulo anterior, promovidas en este caso por
actores políticos, como los agentes principales de las mismas; por ejemplo, los
incrementos de precios de diversos productos industriales o manufacturados eran
controlados por la Comisión de Precios, misma que estaba bajo el control de facto
de la Oficialía Mayor de la secretaría de la presidencia. Esta circunstancia podía ser

En el siguiente capítulo, volveremos con información relacionada con estos personajes, obtenida
en el Archivo General de la Nación de México, relevante para el tema que ocupa a este trabajo. La
participación de Jorge Pasquel en el contrabando -si bien no precisa respecto al tipo de mercancías
traficadas- es también referida por Krauze, La presidencia imperial, op. cit., p. 112.
133
Meyer, Lorenzo (2000), op. cit., p. 830.
134
Ibid., pp. 886-887.
135
Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 273.

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112 Carlos Antonio Flores Pérez

empleada de manera discrecional, lo que presionaba a empresarios nacionales y ex-


tranjeros a mantenerse cercanos y afines a los intereses de la camarilla alemanista.136
Incluso Marte R. Gómez, ex gobernador tamaulipeco originalmente vinculado­
a Emilio Portes Gil, terminó aliado con el alemanismo y daría muestras de cómo
esas prácticas de captura del Estado, en sentido tradicional, beneficiaban a los
allegados al régimen. Tras fungir como secretario de Agricultura en el gabinete de
Manuel Ávila Camacho, Gómez se convirtió en el presidente de la filial mexicana
de la compañía manufacturera de bombas de irrigación, Worthington de México,
S.A. de C.V. Sus contactos con el gobierno alemanista le permitieron obtener
créditos millonarios de Nacional Financiera. En 1952 acudió a Alemán para ob-
tener contratos gubernamentales por encima de su competidora, Peerless Pumps.137
Otro ejemplo sería el caso de las modificaciones regulatorias sobre la extracción
del oro. En 1948, los ejecutivos de la American Smelting and Refining Company
(Asarco) —una compañía minera estadounidense— en México se quejaron ante
la embajada de su país por una maniobra realizada por las autoridades del gobierno­
federal: el costo por la sustracción del oro era usualmente de 35 dólares por libra,
pero una reclasificación del mismo, como oro industrial, había incrementado el
precio a 38 dólares. Dada la cantidad anual extraída, 15 000 kg, la diferencia del in-
cremento en el precio arrojaba un monto considerable de dinero, que se convertía­
en ganancia personal de figuras influyentes dentro del poder.138
A pesar de la queja, es probable que la camarilla alemanista no estuviera sino
beneficiándose de un ya de por sí inequitativo negocio de la explotación de minas,
prácticamente en manos de compañías estadounidenses: Asarco, Phelps-Dodge,
American Metals Company o la National Lead Company, con intereses conjuntos
que representaban 20% de la inversión extranjera en el país.139
Si se consideran los antecedentes ya expuestos de las prácticas de Alemán y su
camarilla, surge la incógnita de si un esquema similar de intermediación o de ob-
tención irregular de beneficios privados no estuvo también presente en la reinversión
de empresas extranjeras en la industria petrolera durante su periodo presidencial.
Un ejemplo significativo de la misma tuvo lugar precisamente en Tamaulipas.
El 25 de marzo de 1948, una nota periodística apareció en las páginas interiores
de algunos periódicos estadounidenses. Hacía referencia a la venta de la mitad de

136
Ibid., p. 209.
137
agn, Arch. Pres. Miguel Alemán Valdés [mav, en lo subsecuente] 008.2(8)/1706. Citado en
Niblo,­Stephen R. (2001), op. cit., p. 209.
138
Ibid., p. 267.
139
Ibid., pp.209-210.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 113

los intereses de una compañía petrolera mexicana —la New England Fuel and Oil
Company of Mexico, propiedad de Pablo H. Bush Romero— a un grupo de
texanos­encabezados por Neville G. Penrose. La transacción había tenido un valor
de 200 000 dólares.140
Así lo consigna también, en su historia de la Revolución mexicana en Tamau-
lipas, Ciro de la Garza Treviño, cronista y figura política de ese estado:

1948. Marzo 20.- Primera inversión extranjera en materia de petróleo después de


la expropiación. El señor Pablo H. Bush Romero, de la Ciudad de México, propie-
tario de la New England Fuel and Oil Company, vendió la mitad de los intereses
de la compañía en un millón de pesos, que le fueron pagados en Tampico el día de
hoy, intereses que fueron adquiridos por Neville G. Penrose, J.M. Zachary, Agustín
Arriaga y R.B. Byrd, de Fort Worth, Texas. La empresa tiene algunos pozos que
le producen unos doscientos mil barriles anuales, la cual puede ser incrementada,
según afirma el señor Bush, quien quedó de Presidente de la Compañía. Todo el
petróleo que se obtenga será vendido a Pemex.141

El reporte de prensa consigna la aparente sorpresa de Antonio R. Bermúdez,


director general de Pemex, quien se dijo sorprendido por la decisión de Pablo H.
Bush Romero de vender esta parte de su empresa a extranjeros y no a Pemex, como
pretendidamente se venía negociando. Se trataba de la primera inversión extran-
jera de grandes proporciones en la industria petrolera mexicana, después de la
nacionalización, ocurridida 10 años antes.142
Según George W. Grayson, la decisión de permitir de nuevo la inversión ex-
tranjera en el petróleo mexicano fue impulsada por el propio Alemán.143 Desde
luego que el personaje no era el único actor interesado. Desde su candidatura
presidencial, Alemán se había comprometido a favorecer al capital estadounidense­
en los proyectos de modernización de Pemex. El proyecto de industrialización
estaría anclado en los Estados Unidos, no vinculado a Reino Unido y mucho me-
nos a la Unión Soviética.144

140
El Paso Herald Post (1948), “Mexican oil deal surprises official”, 25 de marzo, El Paso, Texas, p. 20.
141
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 735-736.
142
El Paso Herald Post (1948), “Mexican oil deal surprises official”, op. cit., p. 20.
143
Grayson, George W. (1980), The Politics of Mexican Oil, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh­,
p. 31.
144
Memorándum de la conversación entre Guy Ray y Miguel Alemán, 29 de marzo de 1946,
usna/59, 812.00/3-2946. Citado en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., pp. 201-202.

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114 Carlos Antonio Flores Pérez

En 1948, ese compromiso le sería tácitamente recordado, cuando el gobierno


mexicano solicitó al Departamento del Tesoro estadounidense la creación de un
fondo de diez millones de dólares para sostener la paridad peso-dólar; su titular,
John W. Snyder, aceptó vinculando el tema al inicio de pláticas para determinar la
participación de capital extranjero en Pemex y la industria mexicana del petróleo.145
De nuevo en la referida transacción, otras notas de prensa consignan que Pablo
H. Bush Romero, empresario de la ciudad de México, había comprado la New
England Fuel and Oil Company of Mexico tres años atrás, a la Magnolia Petroleum
Company. Ahora, tras la venta, Bush continuaría como presidente de la compañía,
que contaba con nueve pozos petroleros cerca de Tampico.146
Pablo H. Bush Romero no era un personaje desconocido para Miguel Alemán.
Ya en octubre de 1945, durante la campaña presidencial de Alemán, Pablo H. Bush
Romero­había viajado desde la ciudad de México a Nuevo Laredo, Tamaulipas,
para organizar la bienvenida al candidato en esa localidad. Al banquete de saluta-
ción, preparado en el Casino Laredense, acudieron integrantes de la Cámara de
Comercio, la banca, la industria, los clubes de Leones y Rotarios, así como agentes
aduanales de la localidad y representantes obreros y campesinos.147 En enero de
1947, tras el viaje oficial de Alemán a los Estados Unidos, y como resultado de su
invitación al capital estadounidense para invertir en la industrialización de México,
la compañía Dallas Rupe and Son proporcionó un préstamo de dos millones de
dólares a otra mexicana, la Financiera y Fiduciaria Bush, encabezada por Pablo H.
Bush Romero. Esta acción también fue considerada la primera gran inversión de
capital estadounidense en México, después de la Segunda Guerra Mundial.148
Más allá de la improbabilidad de que un personaje con esa cercanía y esos fa-
vores recibidos por parte del gobierno de Alemán pudiera realizar una transacción
de semejante nivel a espaldas de dicha administración, y contraviniendo los acuer-
dos presuntamente establecidos con ella sobre la venta a Pemex de sus intereses en
la New England Fuel and Oil Company of Mexico, lo cierto es que no fue posible

145
Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 220.
146
Lubbock Evening Journal (1948), “Mexican firm sold to Texans”, 22 de marzo, Lubbock, p. 12.
147
El Tiempo de Laredo (1945), “Preparativos para la recepción de Alemán en Nuevo Laredo”, 19 de oc-
tubre, Laredo, Texas, p. 1. De la organización también formó parte Héctor Ponce Sánchez, amigo
de Alemán y su colaborador en la Secretaría de Gobernación, a quien Alemán había enviado­a
Cuba para estudiar el sistema penitenciario de Fulgencio Batista, y sería bien recordado años des-
pués en los círculos anticastristas de Miami, en los Estados Unidos. Véase Libre (2007), “Cuba,
sus cárceles de ayer y las de hoy”, 2 de mayo, p. 71, disponible en <http://www.libreonline.com/
PDF/May/05-02-07/5-2-07%20page%2071-80.pdf>. Durante su mandato, Alemán nombraría
general del ejército a Ponce Sánchez.
148
Lubbock Evening Journal (1945), “Mexican Firm Gets Big Loan”, 5 de junio, p. 16.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 115

encontrar ninguna evidencia en los archivos hemerográficos digitalizados sobre el


papel de Pablo H. Bush Romero, como presidente de tal compañía, después de la
operación de venta a los petroleros texanos. Las múltiples referencias al personaje
sólo lo vincu­lan a la cacería de animales exóticos, la arqueología maya, el buceo y
el establecimiento de un resort turístico en Akumal, Quintana Roo.149
A la luz de todo lo anterior, cobra sentido la frase emitida en julio de 1946 por
uno de los miembros más conspicuos del alemanismo, Fernando Casas Alemán,
tras conocerse el triunfo en las elecciones presidenciales de Miguel Alemán Valdés:
“El primero de diciembre [fecha de la toma de posesión] quebraremos la piñata.
A ver qué nos toca”.150
La piñata sería generosa en extremo: algunos años después de terminar su
mandato, la revista Fortune incluyó a Miguel Alemán entre los hombres más ricos
del mundo.151 Su ruptura representaba, para el nuevo mandatario y su camarilla,
todas las posibilidades de enriquecimiento legal e ilegal a partir de su hegemonía
sobre la política nacional y la burocracia federal.
Para afianzar esa hegemonía y tomar provecho de todas esas oportunidades, el
mandatario y su camarilla maniobraron para ampliar su red y colocar personajes
afines en los gobiernos locales. Durante el gobierno de Alemán se decretó la
desaparición­de poderes en 12 estados, más de la tercera parte del país.152
Uno de esos casos sería precisamente el de Tamaulipas, donde el grupo de
Alemán emprendería una amplia estrategia para remover al portesgilismo y colocar
a sus propios representantes al frente del poder local.

El alemanismo en Tamaulipas

Durante el sexenio del presidente Manuel Ávila Camacho, la política tamaulipeca


estuvo de nuevo bajo la influencia de Emilio Portes Gil y su camarilla. En el ám-
bito federal, un personaje que hasta entonces estaba identificado con el portesgi-

149
Esta información fue rastreada en el sitio web de suscripción Newspaper Archives, una de las co-
lecciones más grandes de periódicos digitalizados, disponible en <http://www.newspaperarchive.
com/>.
150
Citado en Krauze, Enrique (1997), op. cit., p. 97. El paréntesis es propio.
151
Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., pp. 207-208.
152
Meyer, Lorenzo (2001), op. cit., p. 913. Ésta fue la cifra más alta de remociones de gobernadores,
sólo superada por el periodo de Luis Echeverría y por el de Carlos Salinas de Gortari, en los que
un número mayor de gobernadores fue obligado a renunciar a sus cargos. Antes de Alemán, Ávila
Camacho desapareció poderes en seis estados; después, Ruiz Cortines lo haría también en seis,
López Mateos en cinco y Díaz Ordaz en tres.

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116 Carlos Antonio Flores Pérez

lismo, Marte R. Gómez, se desempeñaba como secretario de Agricultura. En el


local, Magdaleno Aguilar, un líder agrarista afín al ex presidente, fungió como
gobernador de la entidad de 1941 a 1944; para sucederlo, el portesgilismo apoyó
a Hugo Pedro González, hijo de Pedro González, ex procurador general de justicia
del estado y primer secretario general de gobierno durante la gubernatura de Emi-
lio Portes Gil.153
El liderazgo de los grupos tamaulipecos opuestos al portesgilismo había aban-
donado la entidad desde mediados de los treinta, con los reacomodos cardenistas
del poder, favorables a Portes Gil. Sin embargo, continuaban insertos en la política­
nacional y mantenían su interés de disputar la hegemonía en Tamaulipas.
Francisco Castellanos, el antiguo gobernador que había roto con su mentor
Portes Gil desde 1931, había sido designado procurador general de justicia del
Distrito y Territorios Federales el 11 de septiembre de 1941, integrándose así al
gabinete presidencial.154
En agosto de 1941, en la ciudad de México, se reunían en el despacho del ge-
neral López de Lara diversos tamaulipecos contrarios al portesgilismo. Entre ellos,
los doctores León F. Gual y Luciano Ibarra Córdoba, los abogados Ernesto Urtu-
suástegui, Praxedis Balboa —quien después sería gobernador de la entidad—, Gua-
dalupe Mainero, Carlos Herrera, José E. Quintana y Ciro de la Garza Treviño.155
En Tamaulipas, en la ciudad de Reynosa, un par de hermanos que habrían de
cobrar creciente relevancia política también se oponían al portesgilismo; se trataba
de Manuel Garza Zamora, presidente municipal de esa localidad entre 1933 y
1934, y su hermano, el entonces coronel Tiburcio Garza Zamora.156 Manuel Garza­
Zamora había sido senador por Tamaulipas entre 1934 y 1940, cargo en el que
coincidió, como compañero de bancada, con el mencionado Francisco Castellanos
Tuexi, también representante de la misma entidad, pero además con Miguel Ale-
mán Valdés, entonces senador por Veracruz.157
Estos personajes, que ya se habían confrontado con el portesgilismo a comienzos­
de los años treinta, renovaron sus actividades políticas en el estado a principios de

153
Herrera, Octavio (1999), op. cit., p. 246. Respecto a Pedro González, véase Portesgilismo y alema-
nismo…, p. 83.
154
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 709.
155
Ibid., pp. 708-709.
156
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., p. 64. No sin paradoja, dados los acontecimientos que
ocurrirían a continuación, y según testimonio del propio Hugo Pedro González, ambos tenían con
él relaciones de amistad. Se sugiere al lector recordar el nombre de Tiburcio Garza Zamora, que
será de interés en el siguiente capítulo.
157
Camp, Roderic Ai (1976), op. cit., pp. 634-635.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 117

1944, en el contexto de las elecciones de gobernador que tendrían lugar ese año.
En febrero, la prensa local mencionaba, entre los aspirantes al cargo, al general Raúl
Gárate y al licenciado Horacio Terán.158 Ambos personajes serían en su momento
la vanguardia de la estrategia alemanista para desplazar al portesgilismo de Tamau-
lipas.
No obstante, sus proyectos no marcharon lejos. Un mes más tarde, sólo dos
personajes continuaban en el proceso: Candelario Reyes y Hugo Pedro González;
ambos eran considerados portesgilistas. Según Ciro de la Garza Treviño, para resol­
ver la sucesión local, el entonces presidente, Manuel Ávila Camacho, había solici-
tado a los tamaulipecos integrantes de su gabinete —Francisco Castellanos, Marte
R. Gómez, así como al ex presidente Emilio Portes Gil— reunirse en distintos días
para tratar el asunto. Ávila Camacho habría también solicitado a Castellanos reu-
nirse con Gómez y Portes Gil para unificar criterios. Castellanos se excusó de
reunirse con Portes Gil, pero lo hizo con Marte R. Gómez, quien aparentemente
se habría opuesto a la candidatura de Candelario Reyes, por lo que el acuerdo re-
cayó en Hugo Pedro González.159
González rindió protesta como gobernador de Tamaulipas el 5 de febrero de
1945, electo por primera ocasión para un mandato sexenal que debió concluir
en 1951. A su toma de posesión y con la representación presidencial, acudió el
se­cretario de Gobernación, Miguel Alemán. Francisco Castellanos y el general
López de Lara, quienes habían sido invitados especiales a la ceremonia, declinaron
asistir.160 Hasta entonces, el resultado del proceso favorecía nuevamente a los por-
tesgilistas. No obstante, esa correlación cambió dos años más tarde.
En enero de 1946, ya con Miguel Alemán como candidato a la presidencia,
un grupo de tamaulipecos contrarios a Portes Gil y residentes en la ciudad de Mé­
xico publicaron un desplegado donde culpaban a éste por ejercer un cacicazgo
sobre Tamaulipas, mediante el cual había aprovechado, para sí y su camarilla, las ri-
quezas de la entidad, excluyendo a otras corrientes políticas y favoreciendo las
condiciones que condujeron a protestas y disturbios tras las elecciones municipales.
El manifiesto señalaba que los municipios de Ciudad Victoria, Tampico, Nuevo
Laredo, Matamoros, Ciudad Mante, Llera, Jaumave y otros que no se menciona-
ban, estaban “en pie de lucha”, y advertían que si se ignoraban sus demandas, los
hechos podrían derivar en “actos de violencia incontenible”. Los firmantes, aunque
entonces menos notorios que sus líderes, estaban vinculados con los grupos ya

158
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 715-716.
159
Ibid., pp. 716-717.
160
Ibid., p. 721.

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118 Carlos Antonio Flores Pérez

referidos de Francisco Castellanos, César López de Lara, etcétera. Entre ellos, fi-
guraba el aún poco connotado Praxedis Balboa Gojon, futuro gobernador de la
entidad, así como el propio Ciro de la Garza Treviño.161
Hugo Pedro González narra que siendo gobernador recibió mensajes —o pre-
siones— para apartarse de Portes Gil y hacerlo patente, por parte del círculo cer-
cano del nuevo presidente de la República, Miguel Alemán Valdés. Fernando Ló-
pez Arias —quien había coincidido como diputado de la XXVIII Legislatura del
Congreso de la Unión con González— así se lo habría expresado de manera
explícita.­En una gira por el estado de Tamaulipas, Carlos I. Serrano, ya investido
como líder del Senado, habría expuesto a colaboradores del gobernador González
que el nuevo grupo en el poder iba a acabar con el portesgilismo. Enrique Parra
Hernández, ex condiscípulo de Hugo Pedro González durante sus años de formación
como jurista, le había señalado que “si el porfirismo duró en el poder treinta años,
el ale­manismo dominará el país por cuarenta”. Rogerio de la Selva había solicitado
al entonces mandatario estatal que eliminara todo lo que “oliera a portesgilismo”.162
A principios de 1947, la estrategia del alemanismo se puso en marcha con tal
fin. El 12 de marzo, en el municipio de Llera, un conjunto de personas armadas
intentaron tomar el palacio de gobierno, lo que condujo a un violento enfrenta-
miento que tuvo por saldo cuatro muertos. Según De la Garza, la confrontación
tenía por origen la presunta imposición del ayuntamiento, en enero de 1946.163
No obstante, la versión del entonces gobernador González ofrece detalles de
los hechos que muestran la maniobra de personajes pertenecientes al círculo cer-
cano del ya entonces presidente Miguel Alemán para desestabilizar a la entidad y
provocar la caída del gobierno local.
Los atacantes actuaron por sorpresa, al amanecer, disparando desde las azoteas
de las casas aledañas a la plaza y al ayuntamiento. Aunque no lograron tomar el
palacio gubernamental, la acción perseguía, ante todo, la provocación de las auto-
ridades constituidas, de manera que la respuesta violenta de las mismas violara
disposiciones constitucionales o fuera de tal magnitud que hiciera insostenible
la continuidad de la administración estatal. Según González, la acción fue promo-
vida directamente desde la capital de la República: el general Raúl Gárate Legelu,
entonces­designado subsecretario de la Defensa Nacional, habría enviado armas y
parque a los sublevados, con la autorización de Rogerio de la Selva, secretario de

161
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 723-725. De la Garza había sido subjefe de Inves­
ti­gaciones Previas cuando Francisco Castellanos Tuexi era procurador general de justicia del Dis-
trito Federal.
162
González, Hugo Pedro (1933), op. cit., pp. 78-79.
163
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 727.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 119

la presidencia. Otro de los implicados por el gobernador González era el coronel


Carlos I. Serrano, con quien el propio gobernador sostendría poco después una
comida de avenimiento, en el Tampico Club de la ciudad de México.164
Aunque la versión de una parte interesada debe tomarse con reservas, lo cierto
es que otros hechos confirman la apreciación de Hugo Pedro González sobre el
caso. Destaca, por ejemplo, el hecho de que, según el expediente de Carlos I. Serrano,
que consta en el Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional, esta
institución proporcionó con frecuencia a dicho personaje cantidades considerables
de parque, sin costo y sin mayor especificación del uso que haría del mismo. Así,
por ejemplo, el 24 de octubre de 1947, un acuerdo firmado por el propio general
Gilberto R. Limón, entonces secretario de la Defensa Nacional, ordenaba al jefe
del Servicio de Parques y Almacenes de Armamento y Municiones de esa depen-
dencia, que proporcionara 2 000 cartuchos calibre .303 British al coronel Carlos
I. Serrano. Dos meses después, el 26 de diciembre de ese mismo año, Serrano re-
cibió una nueva entrega de 1 000 cartuchos de calibre .30, por acuerdo del general
Jesús González Lugo, entonces subsecretario de la Defensa Nacional.165
Según González, él mismo, en su calidad de gobernador, había solicitado al
jefe de la guarnición militar en Ciudad Victoria que enviara un destacamento a
Llera, e incluso puso un camión a su disposición para que movilizara a la fuerza
pública. El comandante militar no envió a la tropa. González deduce que habría
recibido órdenes del centro de no llevar a cabo la movilización. El comandante de
la Octava Zona Militar era entonces el general Bonifacio Salinas Leal, ex gobernador­
de Nuevo León, y quien, como se verá más adelante, tenía una buena relación
personal con Miguel Alemán Valdés y lo apoyaría en tareas confidenciales de orden
político en la entidad, durante el gobierno de este último. Como evidencia
adicional­del origen del ataque a Llera, el ex gobernador González señaló que du-
rante la administración que habría de reemplazarle, los involucrados en el asalto
de Llera no fueron juzgados por los homicidios cometidos.166
Más aun, los siguientes hechos confirman que el acercamiento amistoso de
Hugo Pedro González con Serrano era de nuevo una maniobra dilatoria para la
continuidad de la embestida alemanista. El 31 de marzo de 1947, el entonces jefe
de policía del estado, Julio R. Osuna de León asesinó en una habitación de hotel

164
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 65 y 129-134.
165
Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico, Departamento de Archivo, Correspondencia­
e Historia, Archivos Cancelados, exp. XI/111/4-4802, Serrano Santibáñez, Carlos I., fojas 6-9.
166
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 70-72.

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120 Carlos Antonio Flores Pérez

en Ciudad Victoria al director del periódico El Mundo, de Tampico, Vicente Vi-


llasana.167
Villasana, un periodista que, según De la Garza Treviño, se había hecho
miembro­del Partido Acción Nacional (pan) y simpatizaba con las causas de la
extrema derecha y los países del Eje, había confrontado con frecuencia al gobierno
de Hugo Pedro González.168
Según González, la campaña de prensa en su contra era organizada por la propia
camarilla alemanista. El Mundo acusaba al gobierno local de violar la libertad de
prensa y de expresión, de no pagar al magisterio local y de reducirle los sueldos; le
culpaba por los choques entre campesinos y trabajadores en el ingenio del Mante, de
los conflictos entre líneas de transporte urbano en Tampico, Madero y Nuevo Laredo.­
También vinculó al gobernador con el tráfico de drogas, debido a que un hermano
de éste era abogado de un traficante de este último municipio.169
Osuna, el jefe de la policía estatal, habría recibido también los ataques de Vi-
llasana, con quien además disputaba los favores de una dama, a quien habría en-
contrado en situación comprometida junto a su rival, en la habitación del hotel
donde, celoso y ebrio, le dio muerte.170 Tras el homicidio, Osuna informó de lo
ocurrido al gobernador, en su residencia. Las omisiones del gobernador González
para ordenar la captura inmediata de Osuna —el entonces mandatario argumentó­
incapacidad material para llevarla a cabo cuando se enteró de la noticia en su do-
micilio— dieron lugar a la desaparición de poderes en el estado.171
Los poderes fueron desaparecidos por solicitud del Ejecutivo federal a la Co-
misión Permanente del Congreso de la Unión, entonces presidida por el coronel
Carlos I. Serrano.172 El decreto era ejemplo de laconismo, pero mostraba con cla-
ridad la nueva correlación de fuerzas en el estado:

I. Han desaparecido los Poderes Constitucionales en el Estado de Tamaulipas.


II. Es gobernador provisional del mismo Estado el C. Raúl Gárate.173

167
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 729-730.
168
Ibid., pp. 717 y 729-730.
169
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 67 y 130-131.
170
Ibid., pp. 106-107.
171
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 729-730.
172
Ibid., p. 731.
173
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., p. 146.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 121

Además del hasta entonces subsecretario de la Defensa, Raúl Gárate, la terna


para designar gobernador provisional del estado había estado integrada por Euti-
mio Rodríguez y Horacio Terán, jefe de los Servicios Jurídicos del Departamento
del Distrito Federal,174 amigo cercano del presidente Miguel Alemán. Como se ha
visto, desde 1944, Gárate y Terán maniobraban para acceder a la gubernatura de
la entidad.
Hugo Pedro González, el gobernador depuesto, argumentó años después que
los tres poderes del estado de Tamaulipas no habían desaparecido; que el Congreso­
de la Unión tampoco había llevado a cabo ningún juicio previo de responsabilidades­
contra quienes constituían físicamente esos poderes locales, hechos que constituían
vicios de procedimiento.175
También expuso las violaciones a la constitucionalidad tamaulipeca, cometidas
desde el centro, al imponer a Raúl Gárate como gobernador provisional. La Cons-
titución del estado de Tamaulipas, en su artículo 156, establecía explícitamente
qué personas estaban en condiciones de sustituir al Ejecutivo local, en caso de
desaparición de poderes, según el cargo institucional que hubieran desempeñado
en la administración precedente: el último secretario general de Gobierno, siempre
y cuando fuera tamaulipeco por nacimiento; en su defecto, el último presidente
del Supremo Tribunal de Justicia, o bien, a falta de éste, los demás magistrados por
orden numérico; finalmente, el último presidente del Congreso, y en su ausencia,
los anteriores.176 La Constitución local establecía también un requisito de domici-
liación en el estado, por parte de quien eventualmente sería designado, por un
periodo mínimo de cinco años.177
El general Raúl Gárate no cumplía ninguno de estos requisitos. Sin embargo,
la observación de los mismos era, con toda evidencia, contrario al interés funda-
mental de esta acción: romper la hegemonía portesgilista en Tamaulipas y conso-
lidar la propia del círculo cercano de Miguel Alemán.
El gobernador interino, Raúl Gárate, cometió una nueva violación a la Cons-
titución del estado: no convocó a elecciones, como preveía el artículo 84, sino que
se convirtió sin mayores dificultades en gobernador sustituto. Desde el inicio de
su gestión se dedicó a desarticular la estructura de poder portesgilista.178 A partir
de entonces, la política local se hizo cada vez más dependiente de la nacional, de

174
De la Garza Treviño, Ciro (1975) op. cit., p. 731.
175
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 147-148.
176
Ibid., p. 149.
177
Ibid., p. 151.
178
Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., pp. 76-77.

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122 Carlos Antonio Flores Pérez

manera que la designación desde el centro de los candidatos del partido oficial a
las posiciones políticas más relevantes sería la constante hasta finales del siglo xx.
El poder de buena parte de los miembros más conspicuos de la política local, des-
de 1947 y hasta el final de ese periodo, derivaría, en buena medida, de sus propios
contactos e influencia con actores del centro.179
La violencia que implicaba la desaparición de poderes no era sólo figurada o
implícita. Durante la toma de posesión del general Gárate, en el contexto de la
transmisión forzada de poderes, el general Bonifacio Salinas Leal, comandante de
la Octava Zona Militar, previno al gobernador defenestrado, Hugo Pedro González,­
de no dar la espalda al balcón de la oficina de la Secretaría General de Gobierno,
donde éste se encontraba, durante el acto. Temía que pudieran dispararle.180
El gobierno alemanista previno en su estrategia limitar cualquier intento del
ex gobernador por prevenir acciones penales en su contra: envió al subprocurador
general de la República, Enrique Canudas, para pedir a los jueces de distrito de
Tamaulipas y Nuevo León que no concedieran la suspensión en caso de que el
gobernador Hugo Pedro González solicitara el amparo y la protección de la justicia
federal.181
Un año después de ser depuesto, Hugo Pedro González fue recibido en audien­
cia por el presidente Miguel Alemán. Según relata González, como respuesta a su
queja por el trato recibido, el mandatario le señaló que el procurador general de la
República, Francisco González de la Vega, había preparado un proyecto de decreto
donde se solicitaba la consignación penal del gobernador, y que el propio Alemán
no lo había aprobado, ordenando su modificación. Tiempo después, Alemán con-
cedería al gobernador depuesto un cargo sin significación política.182
El desplazamiento de los representantes del portesgilismo en los espacios po-
líticos y gubernamentales fue inmediato y se les sustituyó con los integrantes de la
antigua facción identificada con Francisco Castellanos, ahora respaldados desde el
centro por la camarilla de Alemán y aliados al general Gárate dentro del estado.
El ánimo de revancha no dejaba lugar a dudas. El procurador general de jus-
ticia del estado designado por Gárate era Zeferino Fajardo. De acuerdo con De la
Garza, Fajardo le habría hecho un comentario al pasar, que refleja la lógica del
momento: “Hasta que los linchamos”, en referencia al grupo portesgilista.183

179
Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 258-259.
180
González, Hugo Pedro (1983), op. cit. p. 137.
181
Ibid., p. 152.
182
Ibid., pp. 89-91.
183
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 733.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 123

Al frente de la Secretaría General de Gobierno, Gárate designó a Rafael Le­


gorreta.184 Sin embargo, según De la Garza, este nombramiento fue el resultado
de la falta de consenso que recibió su primera propuesta: Praxedis Balboa Gojon.
El gobernador Raúl Gárate iba a designar también a Venustiano Guerra como
oficial mayor del gobierno del estado; sin embargo, las disputas internas entre el
nuevo grupo en el poder local impidieron que su propósito se lograra.185
Magdaleno Aguilar, el antiguo gobernador portesgilista —quien aparentemen-
te había cambiado de bando— fue designado como tesorero general del estado.
Este nombramiento, que en principio desconcertó a las fuerzas locales contrarias
a Portes Gil, fue una maniobra para evitar el encono de las fuerzas agraristas loca-
les mientras se consolidaba la nueva camarilla en el poder. Aguilar fue removido
del cargo tan pronto como el grupo alemanista controló la crispación derivada de
la desaparición de poderes.186
Justamente para controlar la situación, Gárate designó a los integrantes del
Supremo Tribunal de Justicia del estado de Tamaulipas: Agustín Aguirre Garza,
Aniceto Villanueva, Lauro Rendón Valdez y el propio Ciro de la Garza Treviño.187
El nombramiento de De la Garza fue resultado de la promoción de su persona,
que realizó Praxedis Balboa ante el gobernador Gárate.188
La designación ad hoc del tribunal de justicia fue funcional para la consolidación
del control alemanista. Las reuniones para acordar los nombramientos de los minis-
tros tuvieron lugar en la propia casa del gobernador, donde de manera paralela se
decidió también quién sería el juez que debería conocer el proceso contra el ex jefe
policiaco Osuna, así como el agente del ministerio público que habría de guiar las
investigaciones del caso: el licenciado Pompeyo Gómez y el pasante de derecho José
Ma. Zárate Leal, respectivamente.189
El 19 de abril de 1947, el gobernador Gárate decretó la desaparición del Ayun-
tamiento de Llera y designó en su lugar una junta de administración civil. Pocos
días después, los ayuntamientos de Ciudad Victoria, el Mante, Matamoros, Nuevo­
Laredo y otros más sufrieron la misma suerte.190

184
Ibid., p. 733.
185
Ibid., p. 734. Se sugiere al lector recordar el nombre de Venustiano Guerra, que será de interés en
el siguiente capítulo.
186
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 731-732. González, Hugo Pedro (1983), op. cit.,
pp. 87-88.
187
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 731-732.
188
Ibid., pp. 732-733.
189
Ibid., pp. 731-732.
190
Ibid., p. 733.

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124 Carlos Antonio Flores Pérez

La figura del general Raúl Gárate fue muy adecuada para desplazar a los grupos
portesgilistas de la hegemonía política local. Su formación como militar le permitió­
establecer una dinámica de control acorde al propósito de erradicar a estas fuerzas
de los espacios de poder en el estado. Desde 1923, y en contraste con lo ocurrido
en la mayor parte del país, Tamaulipas había sido gobernada por civiles. El nuevo
gobernador tendría por costumbre movilizarse rodeado de guardias armados, aun
en la propia capital de la entidad, para acudir a su despacho. Adicionalmente, según
Hugo Pedro González, nombró a militares ajenos al estado como jefes policiacos
de las ciudades importantes de la entidad, quienes establecieron control social
como representantes del gobierno del estado.191
La alusión general de González es dotada de nombres y apellidos por De la
Garza. Según este último, Gárate cubrió buena parte de la burocracia estatal con
personajes externos al estado, que arribaron al mismo durante su mandato:

El propio general Gárate “invadió” el Estado con “extranjeros” en los altos puestos
administrativos. Con efecto, no eran tamaulipecos Juan de Dios Hinojosa, alcalde
de Laredo; Ernesto Elizondo, de Matamoros; Jesús Ramírez, de Ciudad Victoria;
Patricio Reyna, del Mante; Federico Chapoy, de Ciudad Madero, y Manuel Guz-
mán Willis, de Tampico. Tampoco lo era el licenciado Antonio Rocha, Secretario
General de Gobierno; Demetrio Bustamante, Tesorero General del Estado; el co-
ronel Bernal; Jorge García Peralta, jefe de policía y tránsito, ni los capitanes Ber-
nardino Brizuela, Jesús de la Mora, Jesús Rodríguez Moreno, Milanés; el ingeniero
Carlos Aguilar (Sub-jefe de Catastro); el ingeniero López Gómez, Jefe de Obras
Públicas; el Director de la Penitenciaría Genovevo Martínez, el licenciado Martínez
Luna, segundo adscrito a la Procuraduría, ni los jueces Franco, de Ciudad Madero;
Pedraza, de Nuevo Laredo, y Morales Farías, de H. Matamoros.192

Gárate, sin embargo, no actuaba de modo propio en el establecimiento de


semejante control, pues recibía instrucciones de Carlos I. Serrano, aun en asuntos
de interés menor y carácter local, como el pago de bonos para saldar presuntas
deudas contraídas por el gobierno precedente, con personajes cercanos a Portes
Gil. La información que aporta Ciro de la Garza puede mostrar la disciplina de
Gárate ante uno de los operadores predilectos de Alemán, y también, en alguna

191
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 157-159.
192
De la Garza, Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 755-756. Se sugiere al lector recordar el nombre
de Raúl Morales Farías, que será de interés en el siguiente capítulo.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 125

medida, irregularidades cometidas por la camarilla portesgilista en beneficio pri-


vado de su líder y personajes asociados:

Al cambiar impresiones con el Ejecutivo nos informa que en la Tesorería hay vales­
por doscientos ochenta mil pesos aproximadamente […] $90 000 Guillermo Gar-
cía (cuñado del señor licenciado Portes Gil); $8 000 de un señor Yáñez Salazar;
$14 000 del señor licenciado Tristán Canales, quien inmediatamente reintegró
$9 000; $35 000 del señor Raúl González. Yáñez Salazar, cobró $5 000 por aloja-
miento en el hotel Lincoln de la ciudad de México, de la propiedad del señor licen-
ciado Portes Gil. Al día siguiente, el Tampico Club pretendía cobrarle al Gobierno
del Estado […] $16 000 por concepto de alimentos de algunos funcionarios. El
señor general Gárate manifestó que no pagaría ni dieciséis mil centavos. Después
le habló por teléfono el coronel Carlos I. Serrano y el Gobernador “se ablandó”,
ordenando el pago.193

Después de todo, la nueva camarilla en el poder no se distinguía por su escrupu­


losa separación entre intereses públicos y privados. Entre las razones expuestas por
Hugo Pedro González, respecto al interés de los alemanistas por establecer su he-
gemonía sobre Tamaulipas, se contaba el de obtener tierras productivas que, según
el ex gobernador, estaban destinadas a los campesinos de la entidad. Carlos I. Se-
rrano sería el dueño formal del rancho El Canelo, en el municipio de San Fernando,­
de grandes proporciones; el propio Raúl Gárate establecería otro, denominado­El
Garateño. Ambos tenían miles de hectáreas de extensión. También establecerían
los suyos otros favoritos de Alemán: Rogerio de la Selva y Enrique Parra, con pro-
piedades de 800 y 600 hectáreas, respectivamente.194 Como se verá en los siguientes­
capítulos, no era la propiedad irregular de latifundios el único interés de esta cama­
rilla, sino aprovechar al máximo todas las oportunidades de enriquecimiento legal
e ilegal que les representaba la riqueza del estado y su ubicación­geográfica estraté-
gica. Para lograr ese propósito, el general Raúl Gárate representaba una vanguardia
de control efectiva y funcional para el desplazamiento­de la antigua élite portesgi-
lista, pero subordinada a las líneas de mando y los intereses­políticos establecidos
desde el centro por el gobierno federal a cargo de Miguel Alemán.
No obstante, hacia 1949, el gobernador Raúl Gárate se sentía en condiciones
de imponer a su sucesor, con prescindencia de la voluntad del presidente Alemán,
que se había decantado ya por Horacio Terán, abogado y amigo personal del man-

193
Ibid., p. 732.
194
González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 100-101.

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126 Carlos Antonio Flores Pérez

datario. Como se recordará, Terán ya había aspirado con anterioridad a la guber-


natura del estado y formaba parte de los grupos contrarios al portesgilismo. Pero
el prospecto del general Gárate era Tiburcio Garza Zamora,195 quien en julio de
ese mismo año había recibido el ascenso al grado de general brigadier del presidente­
Miguel Alemán, a quien remitió un telegrama de agradecimiento.196
Varios de los hechos que ocurrieron hacia octubre de 1949, según fueron ex-
puestos por Ciro de la Garza, muestran la integración de una facción de la cama-
rilla alemanista que en los años siguientes tendría especial relevancia para el tema
central de este trabajo. Hacia esa fecha, además de los mencionados Tiburcio
Garza Zamora y Horacio Terán, otros aspirantes a la gubernatura eran Lauro Vi-
llalón de la Garza, Norberto Uriegas, Praxedis Balboa, Juan Guerrero Villarreal y
Agustín Aguirre Garza. Debido a que en el mes de septiembre había sido Terán
quien había acudido a la lectura del informe de labores del gobierno del estado, los
demás aspirantes se alarmaron ante lo que parecían ser señales claras de preferencia,
por parte del Ejecutivo federal, hacia la candidatura de aquél. En Valles se reunie-
ron Balboa, Garza Zamora y Uriegas, con el beneplácito del gobernador Gárate, y
establecieron un pacto político para que uno de ellos tres fuera el candidato, al
tiempo que unificaban sus esfuerzos para evitar la candidatura de Terán. Mientras
tanto, el gobernador Gárate se aproximó a los diputados locales, a fin de disciplinar
su conducta política en función de este mismo acuerdo.197
Al poco tiempo de estas reuniones, Miguel Alemán viajó a Coahuila para de-
dicarse a la cacería en unos días de asueto. Invitó al general Bonifacio Salinas Leal,
jefe militar de Tamaulipas, quien a su vez invitó a Tiburcio Garza Zamora. El co-
ronel Carlos I. Serrano, quien también les acompañaba, le expresó a Garza Zamora­
que Alemán tenía ya definido su propio candidato. Como compensación, Bonifacio­
Salinas le consiguió a Garza Zamora el mando de un regimiento asentado en la
ciudad natal de este último, Reynosa. De manera simultánea, el alcalde de Tampico,­
Manuel Guzmán Willis, se reunió con el gobernador Gárate, participándole un
mensaje del secretario de Gobernación, Adolfo Ruiz Cortines, quien le señalaba
también la predilección de Alemán por Horacio Terán. En consecuencia, Gárate
reunió en Ciudad Victoria a los diputados y les explicó que el pacto previo quedaba­
roto y que ahora todos eran teranistas. Tras lo anterior, Gárate debió viajar a la
ciudad de México, ausencia que fue aprovechada por algunos de sus allegados
para intentar desaforarlo desde el Congreso local, en represalia a la ruptura del

195
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 737-741.
196
agn, Arch. Pres. mav, exp. 556.1/188.
197
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 738.

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El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad 127

pacto referido. Gárate se comunicó con Tiburcio Garza Zamora, quien se encargaría
de desactivar la maniobra política contra el gobernador.198 De acuerdo con De la
Garza, Carlos I. Serrano también apoyaba la candidatura de Garza Zamora.199
Raúl Gárate Legleu, Bonifacio Salinas Leal y Tiburcio Garza Zamora
constituyeron­el liderazgo de una facción tamaulipeca vinculada a la camarilla de
Miguel Alemán, en particular, con un sector especialmente turbio de la misma: el
representado por personajes como Carlos I. Serrano. Este grupo conservaría su
operación concertada y tendría considerable influencia en Tamaulipas durante las
décadas­siguientes, no sólo en los ámbitos de la política tradicional, sino que, según
muestran varias evidencias históricas, en el desarrollo del tráfico clandestino de
sustancias y bienes ilegales, que se incrementaría gradualmente desde entonces
hasta alcanzar niveles sin precedentes en la región.
Conspicuos personajes del ámbito del tráfico de drogas en Tamaulipas se de-
sarrollaron, en buena medida, gracias a la protección brindada por estos actores
políticos. Éstos constituían la extensión local del poder de otras figuras, también
partícipes en este contubernio, quienes hegemonizaron la política nacional de 1946
a 1952 y mantendrían después una gran influencia sobre ella, por sí mismos o a
través de sus herederos políticos. Todo esto podrá apreciarse con detalle en los si-
guientes capítulos.

198
Ibid., pp. 738-740.
199
Ibid., p. 744.

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3. Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas
en Tamaulipas­ (1946-1964)

En 1947, la mayor parte de tráficos ilícitos que se registraban en Tamaulipas no es-


taban relacionados con las drogas psicoactivas ilegales. Esta última actividad, aunque
presente, estaba lejos de cobrar las proporciones que tendría décadas después.
En la geografía mexicana, el estado de Tamaulipas está situado fuera de la zona
donde tradicionalmente se han producido en gran escala los cultivos de los que se
extraen las sustancias más demandadas: la Cannabis sativa (mariguana) y la Papaver­
somniferum (amapola). Esta producción se ha concentrado en la zona occidental del
país, de manera que el trasiego de dichas sustancias, en su mayor parte con fines de
exportación, tuvo lugar hacia la frontera noroeste. Es por ello que la información­
más antigua sobre la cosecha de estas plantas y la existencia de un mercado ilegal de
drogas producidas con las mismas proviene generalmente de esas regiones del país.
Al ubicarse en el otro extremo de la frontera norte, Tamaulipas no formaba
parte de las principales rutas de un tráfico de drogas incipiente —si se consideran
las dimensiones observadas en las últimas décadas—, pero ya muy presente en otros
estados del noroeste: Baja California, Chihuahua, Sinaloa y Sonora.1
En 1947, en entidades como Sinaloa, el tráfico de drogas ya daba lugar a es-
cándalos por el presunto involucramiento de altos políticos locales en la protección
del negocio, como fue el caso del general Pablo Macías Valenzuela, gobernador de
la entidad, a quien algunos reportes de prensa de la época identificaban como
dueño de aviones en los que se transportaban drogas ilegales.2
En Tamaulipas, varios de los actores clave que habrían de desarrollar el tráfico
de drogas a gran escala estaban ya presentes y participando en actividades ilícitas
en esta época, pero el desarrollo del negocio de las drogas tendría lugar de una
manera más artificial en comparación con lo ocurrido en la zona occidental del
país. Este proceso se caracterizaría también por ser más soterrado. En Tamaulipas,
el crecimiento del tráfico de drogas sería tanto o más dependiente del apoyo reci-

1
Astorga, Luis (2003), op. cit., p. 147.
2
El Mañana de Nuevo Laredo (1947), “El gobernador de Sinaloa complicado en el tráfico de drogas­.
Los aviones para llevar narcótico son del Gral. Macías Valenzuela, al que antes se le había acusado
del asesinato del coronel Loaiza”, 14 de noviembre, Nuevo Laredo, Tamaulipas, pp. 1 y 4.

129

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130 Carlos Antonio Flores Pérez

bido por figuras del ámbito político local y nacional, quienes estuvieron en condi-
ciones de brindar protección operativa a determinados grupos criminales que
operaban en la región y asegurar la impunidad de su liderazgo, gracias a la hege-
monía o influencia que ejercieron, durante varias décadas, sobre instituciones clave­
en el estado y la federación.
Se ha demostrado correctamente que en México, la delincuencia organizada,
en especial aquella dedicada a su actividad más lucrativa, el tráfico de drogas, evo-
lucionó como actor subordinado al poder político, dadas las características autori­
tarias del régimen mexicano posrevolucionario.3
Ésta ha sido una de las características que diferencian a la evolución del tráfico
de drogas en México de aquel ocurrido en otros lugares donde el mismo ha alcan-
zado también una amplia proliferación.4
Sin embargo, en el caso de Tamaulipas, a diferencia de lo ocurrido en otras
entidades, o quizás de manera aun más notable, existió una simbiosis entre deter-
minados actores políticos y delictivos, hecho que hace difícil distinguir con preci-
sión los roles efectivos de unos y otros, más allá de las diferencias nominales o
analíticas. Es ésta una de las características centrales del fenómeno de la reconfigu-
ración cooptada del Estado.
En Tamaulipas, la organización criminal más importante dentro del tráfico de
drogas estuvo encabezada por personajes que no sólo ocuparon ocasionalmente algún
cargo de autoridad —hecho de por sí raro y fortuito frente a lo que Astorga considera­
como una tendencia general, de los actores de poder, a excluir de manera deliberada
a los traficantes de droga respecto a su participación en el poder político—, durante
el régimen posrevolucionario.5 En este caso, estos personajes participaban de modo
directo dentro de una de las camarillas políticas más influyentes dentro del estado,
extensión a su vez de otra, poderosa en grado sumo, con presencia nacional.
Fueron estas características específicas las que permitieron a esta organización
consolidarse como la más importante del noreste de México —que a mediados de
los noventa sería bautizada coloquialmente como el Cártel del Golfo—. Ellas le

3
Esta concepción fue originalmente demostrada por Astorga (2003, pp. 13, 14, 355 y 356; 2005,
181-182). Mi propio trabajo (2009, p. 137; 2007) confirma la misma perspectiva.
4
Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 324-325.
5
Astorga, Luis (2003), “México, Colombia y las drogas ilegales: variaciones sobre un mismo tema”.
Conferencia dictada en la VIII Cátedra Anual de Historia “Ernesto Restrepo Tirado”, “Análisis his-
tórico del narcotráfico en Colombia”, organizada por la División Educativa y Cultural del Museo
Nacional de Colombia, la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Colombia, la Embajada­
de España en Colombia, la Embajada de los Estados Unidos en Colombia y la Embajada de México­
en Colombia, Bogotá, 29-31 de octubre.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 131

permitieron mantener una exposición baja ante la opinión pública, alcanzar con-
diciones significativas de respetabilidad y aceptación social, continuidad en su
lide­razgo operativo y gozar de las más amplias garantías de impunidad.
Esta organización creció y se consolidó bajo la tutela de actores políticos esta-
tales y nacionales que desempeñaron un papel fundamental en la creación y diseño
de piezas institucionales clave del régimen posrevolucionario. Ello tuvo lugar en
una etapa temprana, en la que el régimen consolidaba su centralización hegemóni­
ca del poder político, inauguraba algunos de sus aparatos de coerción más impor-
tantes y acababa de definir sus mecanismos de control sobre las fuerzas sociales.
El hecho de que algunos de los personajes más influyentes en la creación de
estas instituciones estuvieran, según apuntan las evidencias, involucrados en acti-
vidades ilegales favorecidas a partir de su control del aparato público, parece poner
de manifiesto que tales mecanismos de autoridad del Estado mexicano nacieron
capturados por intereses criminales. Se trata de un proceso de definición de origen
que a falta de una denominación más adecuada a las especificidades mexicanas se
asemeja a aquel analizado en el primer capítulo de este trabajo: la reconfiguración
cooptada del Estado. Con la salvedad de que, en este caso, las prácticas captoras no
habrían sido llevadas a cabo por actores externos al poder. Por el contrario, varias
instituciones de seguridad —o por lo menos, la definición de aspectos nodales de
las funciones que desempeñarían desde entonces— habrían sido configuradas des-
de su origen por actores de gran influencia dentro de los propios espacios de poder,
para garantizar la impunidad selectiva y la continuidad de las operaciones ilegales
de las que aquéllos eran unos de los mayores beneficiarios. Todo ello, en un con-
texto en el que la distinción entre delincuencia y política se hace sumamente difusa­
y probablemente sólo pertinente para propósitos analíticos.
Fue el bloqueo permanente del funcionamiento normal de semejantes insti-
tuciones, producto de la referida reconfiguración cooptada del Estado, para garantizar­
la impunidad de intereses delictivos, lo que llevaría, con el tiempo, a su virtual
colapso, haciendo de Tamaulipas un referente local del proceso de falla descrito en
el primer capítulo de este trabajo.

Protección política en los orígenes del Cártel del Golfo

En 1947 ocurrieron hechos en distintos ámbitos de la vida nacional y en Tamau-


lipas que habrían de constituir puntos de inflexión muy relevantes en el desarrollo
del tráfico de drogas en el país y en la entidad.

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132 Carlos Antonio Flores Pérez

En el primero, se estrenaba el gobierno de Miguel Alemán, quien había acce-


dido al poder apenas el 1° de diciembre de 1946. Entre esa fecha y los primeros
días de enero de 1947 nació la Dirección Federal de Seguridad (dfs), que dependió
originalmente de la presidencia de la República.6 La institución fue formalmente
encabezada por el teniente coronel Marcelino Inurreta, antiguo pagador de la
policía del Distrito Federal durante el sexenio precedente. Sin embargo, el liderazgo­
real lo ejercía el coronel Carlos I. Serrano, quien habría sido el creador intelectual
de la dfs, y ejercía patronazgo político sobre Inurreta y sus principales subordi­
nados en la jerarquía interna.7
Inurreta, así como el segundo y tercero al mando, Juan Ramón Gurrola y Ma-
nuel Mayoral, estaban todos involucrados en el tráfico de drogas. Incluso Mayoral
había sido enjuiciado y puesto en prisión años antes y se aseguraba que controlaba
la venta de drogas en la ciudad de México.8
El 25 de junio de 1946, un sobrino de Juan Ramón Gurrola, Francisco Gurro­
la, fue detenido en Laredo, Texas —localidad fronteriza con Tamaulipas—, cuan-
do transportaba 63 latas de opio fumable en un automóvil Cadillac modelo 1941.
Según expuso el representante del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos
en México, D.J. DeLagrave, el vehículo pertenecía al coronel Carlos I. Serrano.9
En el capítulo anterior se mencionó el reporte de situación sobre México,
preparado por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, de 1951,

6
No existe registro de la fecha exacta de su creación ni del decreto correspondiente. Aguayo Que-
zada, Sergio (2001), La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México, Grijalbo,
México p. 62.
7
Astorga, Luis (2003), op. cit., pp. 283-284; Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 259; Aguayo, La
charola…, p. 63.
8
Astorga, Luis (2003), op. cit., p. 59; Niblo, Sterphen R. (2001) op. cit., pp. 259-260. Ambos auto-
res hacen referencia a la misma fuente; sin embargo, para facilitar la localización del documento se
transcribe textualmente la manera en que cada uno la cita. Astorga remite a Maurice C. Holden,
Asst. Military Attaché, “Misuse of power by National Security Police”, México, D.F., 16 de julio
de 1947, General Records al Departamento de Estado, rg 59, lm 112, 1945-1949, Confidential
Files, 812.00-812.34, rollo 17, nacp. Niblo a “Lt. Col. Maurice C. Holden al secretario de Estado,
16 de julio de 1947, usna/59,812.105/9-477”.
9
“Extracto del reporte del 26 de diciembre de 1947, de Mr. D.J. DeLagrave, Treasury Representa­
tive at Mexico City, Mexico”, Drug Enforcement Administration, Subject Files of the Bureau of
Narcotics and Dangerous Drugs, 1916-1970, rg 170, Special File Col. Carlos Serrano, nacp,
citado en Astorga, Luis (2003) op. cit., p. 287.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 133

donde se describe a Serrano como “hombre poco escrupuloso, involucrado activa-


mente en empresas ilegales, entre ellas el tráfico de narcóticos”.10
Todos estos personajes utilizarían la dfs como una fachada para la operación
de diversas actividades ilegales, incluido el tráfico de drogas, con el objeto de su
enriquecimiento personal.
Hasta qué punto semejantes actividades pudieran haberse realizado sin el co-
nocimiento del presidente Miguel Alemán es una interrogante que difícilmente
podría responderse de manera conclusiva, sin embargo, múltiples evidencias apun-
tan en el sentido de que ello habría sido muy improbable; sobre todo si se tiene en
consideración información como la que refiere Astorga, quien ha relatado las ver-
siones de informantes de las autoridades estadounidenses que ligaban al propio
Alemán en la solicitud irregular de liberación de un barco que transportaba un car-
gamento de opio y morfina, durante su gestión como gobernador de Veracruz.11
Durante la campaña de Alemán para alcanzar la presidencia de la República,
Serrano realizaría funciones de intermediación y acopio de contribuciones finan-
cieras y materiales de particulares. En 1948, en una carta dirigida al propio Alemán,­
uno de ellos, Carlos Torres Ibarra, preso por tráfico de drogas en la cárcel de Ciudad
Juárez, Chihuahua, admitió ser contrabandista —negó ser traficante de drogas—
y afirmó que Carlos I. Serrano sabía de sus actividades ilegales cuando aceptó re-
cursos monetarios y en especie que Torres donó para la campaña presidencial.
Atribuía su prisión a intrigas del propio Serrano.12
Alemán y Serrano aparecen de nuevo vinculados a la propiedad de múltiples
ranchos en estados de la frontera norte, especialmente Baja California, Chihuahua
y Tamaulipas, entidades donde el tráfico de drogas cobraría gran auge en las déca-
das por venir. En este último caso, una de las propiedades era el rancho El Canelo,
ubicado en San Fernando, un punto de paso obligado para el transporte terrestre
procedente o con destino a Reynosa y Matamoros. En 1960, un informe de la dfs
firmado por su titular, coronel Manuel Rangel Escamilla, señalaba que la propiedad­

10
cia (1951), Situation Report: Mexico, 24 de enero, p. 69. Citado en Niblo, Stephen R. (2001), op.
cit., p. 178. Véase, también, el mismo documento en Aguayo Quezada, Sergio (2001) op. cit,. p. 75.
Este documento me fue amablemente proporcionado por Sergio Aguayo, a quien agradezco por
ello. En su trabajo, el párrafo citado está traducido al español.
11
Astorga, Luis (2003), op. cit., p. 58. La fecha referida es 1944, lo que sería inexacto: Alemán fue
gobernador de Veracruz entre 1936 y 1939 (Camp, 1992: 20). El documento citado por Astorga
es “A.M. Monroy, a Harry J. Anslinger, Commisioner of Narcotics, Washington dc, Phoenix,
Arizona, 22 de septiembre de 1946, dea, sfbndd, 1916-1970, rg 170, nacp.
12
agn, Arch. Pres. mav, exp. 549.44/496.

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134 Carlos Antonio Flores Pérez

era de Miguel Alemán,13 mientras que el dueño aparente era Carlos I. Serrano, a
quien se le expropiaría hasta 1972.14 Durante sus giras por Tamaulipas, Alemán
solía retirarse a descansar y sostener reuniones privadas en El Canelo. Entre los
asistentes a las mismas estaba el general Raúl Gárate Legleu, gobernador a quien
impuso tras decretar la desaparición de poderes en el estado para desplazar al por-
tesgilismo; Jesús Vidales Marroquín, administrador de la aduana de Nuevo Laredo;
Carlos I. Serrano; Ramón Beteta, secretario de Hacienda, e incluso Antonio J.
Bermúdez, director general de Pemex.15
Si se tienen en consideración los antecedentes e intereses colaterales que, según
las evidencias mostradas, estos personajes tenían, más allá de sus cargos públicos
formales, resulta especialmente significativo su afán por desplazar a las camarillas
portesgilistas de la hegemonía política y gubernamental, en una entidad estratégica­
para el tráfico ilegal de diversos bienes.
En noviembre de 1947, la Procuraduría General de la República (pgr) sería
instituida como encargada formal de las campañas antidrogas desarrolladas por el
gobierno mexicano.16 A finales de ese año, el titular de esa dependencia, Francisco
González de la Vega, investigaba, por órdenes del presidente Miguel Alemán, la
presunta participación de los gobernadores de Sinaloa, Pablo Macías Valenzuela;
de Chihuahua, Foglio Miramontes, y de Baja California, Alberto Aldrete, en la
protección al tráfico de drogas.17 En ese mismo mes, Miguel Alemán tomaba unos
días de descanso en un lugar indeterminado de la sierra de Chihuahua, acompa-
ñado por Mario Pasquel, Jorge Pasquel, Enrique Parra Hernández y Carlos I. Se-
rrano.18 La pgr informó que la campaña contra las drogas arrojaba resultados, tras
los descubrimientos de plantíos de amapola en Sinaloa y Durango. De paso, señaló­
que en Tamaulipas existía un tráfico importante en Nuevo Laredo y Tampico.19
De acuerdo con Astorga, en 1946 la banda más conocida de traficantes de
drogas en Nuevo Laredo era la encabezada por los hermanos Treviño —Enrique,

13
agn, dfs-ips. Versión pública exp. Miguel Alemán Valdés, dfs, leg. 1, foja 41.
14
agn, dfs-ips. Versión pública exp. Carlos I. Serrano, dfs, leg. 1, fojas 93-97.
15
El Mañana de Nuevo Laredo (1949), “‘Tenemos un gran presidente’, es comentario que hace el
administrador de la aduana, sobre el Sr. Lic. Alemán”, 30 de abril, Nuevo Laredo, Tamaulipas, p. 2.
16
Astorga, Luis (2005), op. cit., p. 69.
17
Noticiero de Ciudad Victoria (1947), “Los gobernadores de Sinaloa y Chihuahua complicados
[sic] en el contrabando de drogas. Así como el ex gobernador del territorio norte de Baja Califor-
nia, Alderete [sic]”,­17 de noviembre, Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1.
18
El Mañana de Nuevo Laredo (1947), “Presidente Alemán en un lugar ignorado de la sierra. Pasará
corto descanso con pocos acompañantes”, 14 de noviembre, Nuevo Laredo, Tamaulipas, p. 1.
19
Noticiero de Ciudad Victoria (1947), “El tráfico de drogas”, 20 de noviembre, p. 1.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 135

Alfonso y Arturo—, quienes operaban abiertamente sin mayor molestia de las


autoridades, a pesar de la proscripción de las sustancias con que comerciaban, se-
gún las autoridades estadounidenses. Se caracterizaban por negarse a realizar en-
tregas de droga más allá de la frontera mexicana. El autor menciona que hacia 1952
esa misma organización continuaba siendo la principal proveedora de mariguana
y heroína en Nuevo Laredo.20 Fueron sujetos a investigación e intentos de captura,
encabezados por el visitador de la pgr, Arnulfo Martínez Lavalle, quien sugería el uso
de agentes encubiertos de México y los Estados Unidos para comprar droga a los
hermanos y contar con evidencias suficientes para su proceso. El resultado fue nega-
tivo: informantes de los hermanos les revelaron el plan y éstos ordenaron la sus-
pensión de la venta de drogas durante el tiempo en que los investigadores prove-
nientes de la ciudad de México se mantuvieran en la localidad.21 También serían
objeto de extorsión directa por parte de agentes de la Policía Judicial Federal: el
agente Manuel de la Paz Carrillo habría solicitado a Alfonso Treviño 50 000 pesos
por no proceder en su contra. El acuerdo rebajó la cantidad a 35 000.22
Sin embargo, había ya una organización criminal en ciernes que, a partir de
1947, consolidaría contactos mucho más altos dentro de las autoridades locales y
federales. Esta organización no se dedicaba exclusivamente al tráfico de drogas,
sino también al contrabando. Pero antes de analizar este caso, es preciso atender la
dinámica impuesta por la administración de Alemán en instituciones estratégicas
para semejantes actividades: las aduanas.
A finales de los cuarenta, el contrabando en Tamaulipas continuaba siendo una
actividad muy lucrativa, que atrajo el interés de determinados miembros de la
camarilla alemanista, quienes lo favorecieron con designaciones promovidas por
las más altas esferas de autoridad de la época. En este caso, la referencia de Buscaglia
y Van Dijk sobre el papel de las aduanas como institución especialmente atractiva
para su captura, por parte de intereses ilícitos, cobra significado a partir de un re-
ferente concreto.23
Durante el sexenio de Miguel Alemán, una constante fue el uso de los nom-
bramientos aduanales como prebendas para sus allegados. Tamaulipas sería un
caso paradigmático al respecto. Así, por ejemplo, Jesús Vidales Marroquín fue
20
Astorga, Luis (2003), op. cit., pp. 150-152. El reporte que cita el autor es “Benjamin S. White Jr.,
Treasury Representative, al Commissioner of Customs, Bureau of Customs, Division of Investiga-
tions, Washington, D.C., México, D.F., 3 de marzo de 1952, dea, sfbndd, 1916-1970, RG 170,
nacp”.
21
Ibid., p. 152.
22
Ibid., p. 154.
23
Véase el capítulo 1, apartado “Reconfiguración cooptada del Estado”.

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136 Carlos Antonio Flores Pérez

designado por el propio Alemán mediante acuerdo presidencial en febrero de


1947, como administrador de la aduana de Nuevo Laredo;24 también designó al
administrador de la aduana de Tampico, Dr. Juan Gómez Sariol, su amigo perso-
nal. La relación personal entre Gómez Sariol y Alemán era tal que el primero soli-
citaba un cargo burocrático para su hijo, Juan Gómez Lemus, quien por tales
gestiones sería nombrado administrador de la Aduana de San Pedro Roma —fu-
tura Ciudad Miguel Alemán— en 1949.25 Un pariente, Miguel Solís Alemán,
fungió como primer comandante del Resguardo Aduanal de Matamoros, de don-
de fue trasladado para cumplir con esa misma función en Tampico, y en julio de
1950 fue designado de nuevo en la primera de esas ciudades.26
El nombramiento de parientes en aduanas estratégicas también ocurrió en
otras entidades del país. Por ejemplo, un primo de Miguel Alemán, Xicoténcatl
Leyva Alemán —padre del futuro gobernador de Baja California del mismo nom-
bre—, fue designado por el entonces presidente administrador de la aduana de
Tijuana, y le solicitaba su cambio, con el mismo cargo, a la aduana de Ciudad
Juárez, Chihuahua.27
Como se ha señalado con anterioridad, en el contexto de uso patrimonial de los
cargos públicos que caracterizó al periodo alemanista, el funcionamiento de diver-
sas instituciones mantendría una tendencia permanente a articularse no en función
de los intereses públicos que nominalmente constituían su razón de ser, sino de
in­tereses privados e incluso delictivos.
La razón que llevaba a un presidente de la República a ocuparse directamente
del nombramiento de funcionarios menores no puede entenderse sin tener en
cuenta los intereses irregulares en los que estaban involucrados varios integrantes
de su círculo cercano —y muy probablemente él mismo—.
La causa fundamental para establecer un margen certero de control sobre se-
mejantes aduanas no parece limitarse al mero beneficio de sus parientes o amigos
ni tampoco a atender favores especiales para otros tantos allegados de la camarilla
en el poder. Semejantes solicitudes eran de uso corriente durante la época, según
consta en los archivos presidenciales. Si bien ninguna solicitud es explícita, se so-
breentiende que se requiere de la omisión de las aduanas respectivas ante los bienes
no permitidos que habría de introducir, en cantidades indeterminadas, el favore-

24
agn, Arch. Pres. mav, exp. 702.11/46.
25
agn, Arch. Pres. mav, exp. 702.22/2284.
26
La Voz de la Frontera (1950), “Miguel Solís Alemán es nuevamente comandante”, 21 de julio,
Matamoros, Tamaulipas, p. 1.
27
agn, Arch. Pres. mav, exp. 101/43.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 137

cido; de lo contrario, no hace sentido la petición de “facilidades y atenciones” re-


queridas, por ejemplo, al secretario particular del presidente, en relación con las
aduanas.28
No obstante, los intereses involucrados, según las evidencias, apuntan a irre-
gularidades mayores y más complejas. Como se expuso en el capítulo anterior, a
pesar de la relativamente escasa investigación histórica sobre el tema,29 es un hecho
aceptado que la administración de Alemán permitió de manera amplia el enrique-
cimiento de varios de sus miembros, y que varias de las fortunas más poderosas que
persisten hasta nuestros días se acrecentaron en gran medida durante la época
gracias a la vinculación directa de sus poseedores con el entonces presidente.30
Algunas de las prácticas características de la corrupción durante el sexenio de
Alemán evocaban las ya descritas como propias de la captura del Estado, como
fueron, por ejemplo, las órdenes expresas del propio titular de la Secretaría de
Comunicaciones y Obras Públicas en julio de 1947, Agustín García López, quien
exigía a sus subordinados que todas las importaciones de la secretaría deberían
hacerse exclusivamente a través de la Agencia Aduanal Pasquel, propiedad de Jorge­
Pasquel, uno de los personajes más allegados a Miguel Alemán.31 Diversos agentes
aduanales del país expusieron quejas ante Alemán por el trato inequitativo en be-
neficio de la agencia de Pasquel quien, por ejemplo, podía importar grandes
cantidades­de automóviles a pesar de la prohibición expresa de la autoridad fiscal.
Una foto de prensa muestra una fila de al menos veinte vehículos introducidos al país
bajo la vista de la aduana de Nuevo Laredo.32 Como se ha señalado ya, al frente
de ésta se desempeñaba Jesús Vidales Marroquín, administrador designado por
acuerdo del presidente Miguel Alemán en febrero de 1947.33 Sin embargo, las acti-
vidades de Pasquel, según informantes del Departamento de Estado estadounidense,
no se limitaban al comercio de bienes legales. Estas fuentes le señalan como sos­
pechoso de ser el mayor importador de narcóticos de México durante esa época.34
La vinculación de determinados personajes del primer círculo de Alemán con
la delincuencia organizada es una constante y no se limita a Tamaulipas. Tal es, por

28
Lo anterior se puede constatar, por ejemplo, en la solicitud de Arnulfo Torres a Rogerio de la
Selva, agn, Arch. Pres. mav, exp. 546.6/315.
29
Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., pp. XVII-XXIII.
30
Ibid., pp. 207-215.
31
agn, Arch. Pres. mav, exp. 564.2/214.
32
Diario de Nuevo Laredo (1948), “Pasquel sin restricciones”, Fotografía, 16 de noviembre, Nuevo
Laredo, Tamaulipas, p. 1.
33
agn, Arch. Pres. mav, exp. 702.11/46.
34
Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 261.

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ejemplo, el caso de Enrique Parra Hernández. En un informe fechado en 1959


sobre Enrique Parra Hernández, uno de los amigos y colaboradores cercanos de
Alemán, el titular de la dfs, Manuel Rangel Escamilla, expone que se trataba de un
abogado de posición económica modesta, a quien el arribo al poder de Miguel
Alemán le había cambiado la fortuna. Según el informe, Parra Hernández se habría
asociado con el propio Alemán en varios negocios, hasta convertirse en uno de los
hombres más ricos del país, siendo poseedor de acciones del Hotel Hilton Conti-
nental de la ciudad de México, de Teléfonos de México y del Hipódromo Agua
Caliente, en Tijuana. Era propietario del Hotel Copacabana, en Acapulco, y del
restaurante del Puerto Central Aéreo. El mismo documento refiere que tenía múl-
tiples negocios en ramos diversos, incluyendo las autopistas.35 Una de las inversiones­
de Parra —o de Alemán, si se considera el hecho de que el primero es mencionado
como presunto prestanombres del ex presidente—, el hipódromo Agua Caliente,
tenía también como asociado a John Alessio, un personaje al que diversas fuentes
vinculan con la mafia italoamericana.36
El control de las aduanas, a través de personajes vinculados con Alemán y su
camarilla, favorecería la protección sistemática al contrabando organizado de mer-
cancías diversas y drogas ilícitas. En Matamoros, Tamaulipas, por ejemplo, el ad-
ministrador de la aduana local fue, durante la mayor parte del sexenio alemanista,­
Cristo Lapierre,37 con quien colaboró el referido Miguel Solís Alemán, pariente del
presidente, en calidad de comandante del Resguardo Aduanal.38 Al término de la
administración, Lapierre fue designado visitador general de aduanas, un cargo
superior al ejercido con anterioridad, y sustituido por Francisco Castellanos Tuexi,
quien estuvo al frente de la aduana matamorense entre 1952 y 1958. Como se
recordará, Castellanos Tuexi era, además, ex gobernador de Tamaulipas, ex pro­
curador general de justicia del D.F. (1941-1946) y aliado de Alemán y Raúl Gárate­
en contra de Emilio Portes Gil y su camarilla, en los hechos que condujeron a la
remoción del gobernador de Tamaulipas, Hugo Pedro González, en 1947.
Más allá de que el cargo de administrador de la aduana local no parece en sí
mismo acorde con las aspiraciones lógicas de un ex gobernador de Tamaulipas y

35
agn, dfs-ips, Versión pública del expediente de Enrique Parra Hernández, dfs, fojas 1-2.
36
Lupsha, Peter A. (1995), “Transnational Narco-corruption and Narco-investment. A focus on
Mexico”, primavera, disponible en <http://www.pbs.org/wgbh/pages/frontline/shows/mexico/
readings/lupsha.html>.
37
Noticiero Diario de la Tarde (1956), “Dejará la aduana el Lic. Castellanos y ocupará importante
cargo, dicen. Hasta amenazan con el regreso de Cristo Lapier [sic]. Versiones de que irá en lugar
del Lic. Armendáriz”, 7 de marzo, Matamoros, Tamaulipas, p. 1.
38
La Voz de la Frontera (1950), “Miguel Solís Alemán...”, p. 1.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 139

ex procurador general de justicia de la capital de la República, a no ser por las


oportunidades colaterales que representaba para su titular; el hecho incontrovertible­
es que semejantes personajes no podían desconocer los antecedentes y actividades
del protagonista de los hechos que a continuación se relatan.

Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas y el homicidio de Gloria Landeros

El 23 de julio de 1947, un hecho de sangre ocurrido en Matamoros causó gran


consternación en el estado: la señora Gloria Landeros, de 23 años, había sido ase-
sinada a balazos por su esposo, en su propia casa y delante de sus propios padres e
hijos, estos últimos, con edades de entre dos meses y cuatro años. Gloria Landeros
Olivera gozaba de reconocimiento social, pues había sido actriz e hija del matri-
monio formado por Carlos Landeros y María Teresa C. de Landeros, dueños de
una compañía teatral que había hecho presentaciones en toda la República. El
hecho conmocionó a la sociedad tamaulipeca y generó titulares de primera plana
en Ciudad Victoria, Tampico, e incluso también en Brownsville, Texas.39
El marido homicida era un sujeto conocido como Juan N. Guerra —Juan
Nepomuceno Guerra Cárdenas— quien, según la prensa era “un sujeto de pésimos
antecedentes; que siempre ha vivido fuera de la ley y que el cuantioso capital que
posee lo ha hecho a base de contrabandos de toda especie”.40
Según la prensa, Guerra Cárdenas afirmaba contar con influencias en el go-
bierno y aseguraba que no estaría en prisión por más de un mes. Por su parte, el
procurador general de justicia del estado, Zeferino Fajardo —designado en tal
cargo tan sólo cuatro meses atrás por el gobernador Raúl Gárate, tras la desapari-
ción de poderes—, señalaba que el crimen se castigaría con todo rigor.41

39
El Mundo (1947), “Una tragedia impresionante registrada en H. Matamoros. La Sra. Gloria Lan­
de­ros fue muerta a balazos por su marido. Porque la visitaron sus padres [sic]. Delante de sus hijos
y de sus suegros, la dejó moribunda”, 24 de julio, Tampico, Tamaulipas, p. 1. Véase, también, No-
ticiero (1947), “Comerciante de H. Matamoros que asesina a su joven esposa. Horrible tragedia­
que se incubó con los humos del licor y un complejo absurdo”, 24 de julio, Ciudad Victoria,
Tamaulipas, p. 1. Este encabezado fue de ocho columnas, el principal de esa edición. Asimismo,
The Brownsville Herald (1947), “Matamoros wife is shot to death”, 24 de julio, Brownsville,
Texas, p. 1.
40
Noticiero (1947), “No quedará impune el salvaje asesinato de la señora G. Landeros”, 25 de julio,
Ciudad Victoria, p. 1.
41
Ibid.

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140 Carlos Antonio Flores Pérez

Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas había sido parte del grupo de tamaulipecos­
que Francisco Castellanos Tuexi —el antiguo gobernador que había roto con
Emilio­Portes Gil, se había aliado al general Raúl Gárate, y más tarde se haría cargo­
de la aduana de Matamoros— había incorporado a la Procuraduría General de
Justicia del Distrito Federal, durante el tiempo que estuvo al frente de ella. Durante­
este periodo,­entre 1943 y 1944, ocupó el cargo de agente de cuarta de la Policía
Judicial del Distrito Federal.42
Juan N. Guerra, como se le solía nombrar, sería señalado por múltiples fuentes
como un reconocido contrabandista y traficante de drogas en Tamaulipas.43 Guerra­
fue la cabeza fundadora de la organización criminal del Cártel del Golfo, que décadas
después sería encabezado también por su sobrino, Juan García Ábrego. Los hechos
que se relatan a continuación no están directamente relacionados con el tráfico de
drogas, pero resultan indispensables para dimensionar las influencias de este perso-
naje, las irregularidades que se cometieron en la justicia local para protegerle, mismas
que en su momento serían sucedáneas en sus demás actividades ilícitas.
Según el censo de 1930, Juan N. Guerra había nacido en Tamaulipas, en 1915,
del matrimonio formado por Plácido Guerra Lerma y María Eloísa Cárdenas
Benavides. Residía en el rancho El Tahuachal, junto con sus padres y hermanos:
Refugio, de 14 años; Sofía, de 13; Roberto, de 12; Leonor, de 10; Pablo, de siete
y Ernesto, de cinco.44 El lugar de nacimiento de Juan N. Guerra ha sido sujeto de
controversia, incluso algunas fuentes señalan la posibilidad de que fuera originario
de los Estados Unidos.45 Sin embargo, la información genealógica apunta a que
era de Matamoros, Tamaulipas, localidad en la que aparecen registros de su familia
desde antes de su nacimiento.46

42
En 2011 se solicitó la versión pública del expediente de Juan N. Guerra Cárdenas a la Procuraduría­
General de Justicia del Distrito Federal, que la resguarda en la Dirección General de Política y
Estadística Criminal. En el Instituto de Acceso a la Información Pública del Distrito Federal, el
número de la solicitud es rr. 1190/2011.
43
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, leg. 1, foja 46.
44
La búsqueda de estos datos fue realizada en el sitio web Family search, que contiene una de las co-
lecciones genealógicas más ricas (disponible en <https://familysearch.org/pal:/MM9.1.1/MQ86-
HFJ>). Debido a la caligrafía borrosa en el documento original, el nombre de la madre aparece
erróneamente como “Gloria”, aunque si se observa con cuidado la imagen, puede apreciarse que
el correcto es “Eloísa”.
45
agn. dfs-ips. Versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, leg. 1, foja 12.
46
Todos los datos fueron obtenidos en el sitio web genealógico <https://familysearch.org>. Existe
una fe bautismal bajo el nombre de María Eloísa Cárdenas Benavides, en la iglesia Nuestra Se-
ñora del Refugio, el 8 de noviembre de 1895. (Indexing Project (Batch) Number: I04065-0; System
Origin: Mexico-EASy; Source Film Number: 1511749; Reference Number: p. 96). Este registro

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 141

El 26 de julio de 1947, Carlos Landeros, ex suegro de Guerra Cárdenas, dirigió­


un telegrama al presidente Miguel Alemán donde le comunicaba el asesinato de su
hija y, además, que sus nietos habían sido entregados a los padres del marido ho-
micida. Añadía que la familia de Juan N. Guerra tenía pésimos antecedentes —que
no mencionó—. Solicitaba la intervención presidencial para que los menores
fueran­puestos bajo su custodia, así como la acción del gobierno para evitar que el
crimen permaneciera impune.47
En una carta al procurador general de justicia del estado, Zeferino Fajardo,
publicada por el El Noticiero, en Ciudad Victoria, Carlos Landeros señalaba que
no podía conseguir abogado para defender su causa, pues los litigantes matamo-
renses temían las represalias de la familia Guerra. Asimismo, exponía que el juez
de primera instancia y los abogados defensores de Juan N. Guerra pretendían
esta­blecer que la causa de la muerte de Gloria Landeros había sido accidental. El
proceso se instruía sin que los padres de la víctima tuvieran representación legal
y el agente del Ministerio Público, Ciro Espinosa, mostraba una actitud parcial en
favor del inculpado por el homicidio. Entre otras cosas, había sido Espinosa quien
parece congruente con la edad que la madre de Juan N. Guerra proporcionó en el censo de 1930:
35 o 36 años. Su padre, Plácido Guerra Lerma, murió el 24 de marzo de 1962 en un hospital del
condado Cameron, Texas. El certificado de defunción que fue llenado con la información que
proporcionó su hijo, Roberto Guerra, señala que Plácido Guerra Lerma, hijo de Plácido Guerra
y Francisca Lerma, nació en Texas —no se establece la localidad— el 28 de agosto de 1890 (Film
Number: 2116933; Digital Film Number: 4028431; Image Number: 02642; Reference Num-
ber: 13575). Plácido Guerra Lerma había indicado que su lugar de nacimiento era Matamoros,
Tamaulipas, en el censo de 1930. Adicionalmente, sus hermanos fueron bautizados en la iglesia
Nuestra Señora del Refugio, en Matamoros, Tamaulipas: Juan Guerra Lerma, el 16 de abril de
1889 (Indexing Project (Batch) Number: I04064-7; System Origin: Mexico-EASy; Source Film
Number: 1511749; Reference Number: p. 7); María Francisca Guerra Lerma, el 7 de diciembre
de 1900 (Indexing Project (Batch) Number: I04065-2; System Origin: Mexico-EASy; Source
Film Number: 1511749; Reference Number: p. 724); María Ana Elisa Guerra Lerma, el 22 de
octubre de 1902 (Indexing Project (Batch) Number: I04065-3; System Origin: Mexico-EASy;
Source Film Number: 1511749; Reference Number: p 118). También su abuela, Francisca Ler-
ma, hija de Alexander Lerma y Clara Lerma, fue bautizada en la misma parroquia el 21 de junio
de 1871 (Indexing Project (Batch) Number: C04324-9; System Origin: Mexico-EASy; Source
Film Number: 1511748; Reference Number: item 8, p. 98). Respecto a su abuelo, Plácido Guerra,
la búsqueda arrojó varios homónimos en la región, de manera que no fue posible identificarle
con precisión. Sin embargo, existe una fe bautismal a nombre de Plácido Guerra, en el referido
templo Nuestra Señora del Refugio, en Matamoros, Tamaulipas, fechada el 17 de noviembre de
1858, de manera que es probable que fuera éste el abuelo de Juan Nepomuceno Guerra Cárde-
nas (Indexing Project (Batch) Number: C64666-2; System Origin: Mexico-EASy; Source Film
Number: 1511748; Reference Number: item 4, p. 181).
47
agn, Arch. Pres. mav, exp. 541/223.

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142 Carlos Antonio Flores Pérez

había ordenado que los hijos de la occisa fueran puestos bajo la custodia de la fa-
milia Guerra Cárdenas. El juez —Pompeyo Gómez, quien como se vio en el capí-
tulo anterior era el jurista elegido por la nueva camarilla en el poder local para
juzgar el caso del ex jefe de policía Osuna, del depuesto gobierno de Hugo Pedro
González—, junto con el mencionado fiscal, había designado a dos militares para
que dieran peritaje balístico, mismos que habían hecho todo lo posible para soste-
ner la versión del supuesto accidente, buscando presuntas huellas del rebote del
disparo en el techo. No obstante, el casquillo de la bala fue encontrado en el char-
co de sangre donde había estado la cabeza de Gloria al momento de su muerte.­
Landeros añadía que el acta había sido redactada por el secretario del juez, quien
sólo admitió las rectificaciones de los abogados de Guerra. El juez Gómez y el
fiscal Espinosa se negaron a registrar las expresiones del hijo mayor de Juan N.
Guerra, de cuatro años, quien en su lenguaje de niño le había dicho al propio
agente del Ministerio Público: “Papi, pum pum, mató mami —pitola—, ya no
coce mami”, frente al cuerpo muerto de su madre.48
En respuesta, el general Gárate —quien había sido jefe de policía del Distrito
Federal en 1920—49 redactó un telegrama al referido juez y al agente del Ministerio­
Público, según publicó el mismo diario, exponiéndole al primero que el gobierno
del estado “por ningún motivo permitirá obtenga su libertad Juan N. Guerra y
hará responsable autoridad que la decrete, ya que sociedad encuéntrase vivamente­
interesada, castíguese con mayor rigor dicho homicida”. Al segundo le ordenaba:
“Sírvase intervenir activamente caso Juan N. Guerra y opóngase enérgicamente a
que dicho homicida obtenga su libertad”. Por su parte, el procurador Fajardo tam­
bién envió un telegrama al agente del Ministerio Público en Matamoros, a quien
le instruía a “oponerse legal y enérgicamente a toda resolución tienda a libertar
bajo cualquier pretexto al homicida Juan N. Guerra”.50
48
Noticiero (1947), “Pide justicia el padre de Gloria Landeros, acusando a todas las autoridades
de Matamoros de estar vendidas o atemorizadas ante el sádico asesino Juan N. Guerra. Ningún
abogado matamorense se atreve a patrocinar la parte civil, porque temen a la familia Guerra. Toda
clase de consideraciones se están dispensando al criminal, las actas se levantan a su antojo y se le
está preparando ya la libertad bajo caución”, 31 de julio, Ciudad Victoria, p. 4.
49
Noticiero (1947), “Ahora van a ver cómo muere un presidente”, 26 de julio, Ciudad Victoria, p. 3.
Se trata de un escrito del propio Raúl Gárate Legleu donde describe sus experiencias como jefe
de la policía capitalina, en el contexto de la rebelión de Agua Prieta, que depuso a Venustiano
Carranza, a quien Gárate se mantuvo leal, lo mismo que el general Miguel Alemán González,
padre de Miguel Alemán Valdés.
50
Noticiero (1947), “La rápida intervención del Sr. gobernador evitó que quedara en libertad el
uxo­ricida Juan N. Guerra. Cese del agente del M. Público en Matamoros, por venal negligencia.
Patética carta del padre de la asesinada en la que exhibe la corruptela del personal judicial de allá.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 143

Por instrucciones del gobernador Gárate, el procurador Fajardo se trasladó a


Matamoros para supervisar las condiciones en que se estaban dando las investiga-
ciones del caso y para hacerse directamente cargo de las mismas.51 En efecto, Ciro
Espinosa había sido removido, pero se le había intentado sustituir con Humberto
de la Garza Kelly, abogado defensor de Juan N. Guerra.52 De la Garza Kelly sería
el futuro magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del estado en los
años ochenta, durante el gobierno de Emilio Martínez Manautou.
Según reporta la prensa, el procurador Zeferino Fajardo instruyó tanto al
agente del Ministerio Público —no se precisa quién habría quedado finalmente
como fiscal al frente de la investigación— como al propio juez Pompeyo Gómez,
para que se evitaran subterfugios para favorecer a Guerra, y habría repuesto el
proceso viciado que le seguía. En paralelo, la guarnición militar, por instrucciones
del general de división Raúl Gárate, emprendía una campaña de despistolización en
Matamoros. Según la prensa, la población matamorense tomaba la medida con
beneplácito, pues era “sabido que todos sus hermanos [de Juan N. Guerra] son de
extrema peligrosidad, y que tienen pistoleros a sueldo en gran cantidad”.53
De acuerdo con Noticiero, el diario de la capital del estado que más seguimiento­
le dio al caso, la reposición del proceso llevada a cabo por Fajardo había puesto de
manifiesto que, tal como exponía Carlos Landeros, aquel instruido por el juez
Gómez y por el fiscal Espinosa había sido encaminado a liberar a Juan N. Guerra,
haciendo pasar el homicidio como un accidente. Paradójicamente, el procurador
sólo amonestó a ambos funcionarios sin ningún otro tipo de consecuencias.54
Un reportero del diario logró entrevistar a Guerra, a quien describió como un
hombre de estatura y corpulencia poco común, y quien insistía en que la pistola
que portaba se había disparado accidentalmente al caer al suelo, tras forcejear con

Salió para Matamoros el nuevo agente del Ministerio Público para evitar que se tuerza la acción
de la justicia con dinero y las amenazas del criminal”, 31 de julio, Ciudad Victoria, p. 1.
51
Noticiero (1947), “El C. procurador de justicia salió ayer para Matamoros. El gobierno decidido
a restaurar el imperio de la ley en aquella ciudad de la frontera. Quedó sin efecto el cambio de
agentes del M. Público, pues De la Garza Kelly era el defensor de Juan N. Guerra. Por órdenes
expresas del señor gobernador, toda la población ha sido despistolizada por fuerzas militares de la
guarnición local”, 1 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.
52
Ibid.
53
Ibid.
54
Noticiero (1947), “Querían hacer aparecer como muerte accidental el cobarde asesinato de Gloria
Landeros. El agente del M.P., Ciro A. Espinosa y el juez Pompeyo Gómez, parciales al asesino.
El procurador, Lic. Z. Fajardo, se concretó a amonestarlos y ordenó reponer el expediente”, 2 de
agosto, Ciudad Victoria, p. 1.

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144 Carlos Antonio Flores Pérez

su esposa occisa.55 No obstante, las pruebas eran irrefutables: la bala había ingre-
sado por el rostro y salido por la parte posterior de la cabeza, siguiendo una trayec-
toria que sólo podía ocurrir si el disparo se realizaba de arriba hacia abajo, con la
víctima tendida en el piso.56
Fajardo había ordenado que dos agentes de policía brindaran protección al
matrimonio Landeros, pues Plácido Guerra Lerma, padre de Juan N. Guerra, les
había amenazado de muerte. La prensa de Ciudad Victoria comentó que los her-
manos Guerra eran sujetos sumamente peligrosos; que tenían atemorizada desde
hacía tiempo a la población matamorense e incluso a autoridades locales.57
A principios de agosto de 1947, el matrimonio Landeros había conseguido
por fin a un abogado que representara la causa de la víctima. Se trataba de Eusebio
Elizondo, llegado desde Monterrey, pues en Matamoros ningún litigante había
aceptado el caso. Elizondo solicitó que mientras se seguía el juicio por la patria
potestad de los hijos de Juan N. Guerra y la difunta Gloria Landeros, éstos salieran
del domicilio de los padres del primero. Asimismo, que el hijo mayor de la oc-
cisa declarara en el juicio.58
La Asociación Nacional de Actores, en la ciudad de México, manifestó su
protesta por el homicidio y remitió un telegrama al gobernador Gárate, en exigencia­
de justicia.59 La proporción del escándalo llevó a que el Tribunal Superior de Jus-
ticia del estado se reuniera en pleno para determinar si el juez Pompeyo Gómez y
el agente del Ministerio Público, Ciro Espinosa, habían obrado con lenidad. El
presidente del mismo, Agustín Aguirre Garza, recibió la encomienda de investigar
la actuación del juez Gómez.60 Como se recordará, según el testimonio de Ciro de
la Garza Treviño, integrante del referido tribunal, sus integrantes, incluyendo­a
Aguirre Garza, habían sido electos para ocupar ese cargo por el general Gárate, tras
reuniones celebradas en su propio domicilio, en el contexto de las medidas adop-
tadas para garantizar el control político y judicial tras la desaparición de poderes y

55
Noticiero (1947), “Entrevista Noticiero con el torvo asesino de Gloria. ‘Debías haber matado a los
dos viejos también, pues de la cárcel te saco con dinero’, dijo su padre al criminal. El Lic. Hum-
berto de la Garza Kelly, es defensor del sombrío y rudo matarife”, 2 de agosto, Ciudad Victoria,
p. 4.
56
Noticiero (1947), “Querían hacer aparecer…”, p. 1.
57
Noticiero (1947), “Entrevista Noticiero…”, p. 4.
58
Ibid.
59
Ibid.
60
Noticiero (1947), “Se volcó el automóvil en el que viajaba el señor procurador. El coche se hizo
pedazos, pero sus ocupantes, por fortuna, salieron ilesos. El presidente del Tribunal investigará si
el juez de Matamoros ha sido leniente”, 3 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 145

la deposición del gobernador Hugo Pedro González. En esas mismas reuniones se


eligió tanto al procurador general de justicia del estado, Zeferino Fajardo, y al juez
Pompeyo Gómez, para dar seguimiento al caso del ex jefe de policía del gobernador
defenestrado. En otras palabras, se trataba de una misma camarilla política, con
integrantes que actuaban por consigna, supervisando pretendidamente­a sus pro-
pios integrantes.
El 4 de agosto de 1947, Noticiero publicó una nota donde refería que Carlos
Landeros había enviado de nuevo una misiva al presidente Miguel Alemán, donde
manifestaba que, a pesar de la reprimenda del procurador Fajardo, el juez Pompe-
yo Gómez y el fiscal Espinosa continuaban al frente del caso y actuando con par-
cialidad en beneficio de Juan N. Guerra. Más aun, exponía que el padre de éste,
Plácido Guerra Lerma, era compadre del progenitor del fiscal Espinosa. La nota
refería, también, que el abogado Elizondo había decidido abandonar la defensa de
la causa del matrimonio Landeros e incluso que la venta del diario estaba siendo
boicoteada en Matamoros, pues se pretendía evitar su circulación por personajes
que adquirían los ejemplares de manera masiva.61
Un día después, el diario publicó un editorial tan certero como premonitorio
de las tendencias que se habrían de observar en lo subsecuente:

Los gangsters que están adueñados de Matamoros han sido favorecidos abiertamente­
por administraciones anteriores, pues no de otra guisa puede imaginarse que se
haya permitido la entronización de los maleantes hasta el grado de que la vida hu-
mana valga menos que la de un animal diestro en trabajos agrícolas.
He aquí dónde tiene el actual gobierno una brillante ocasión de demostrar al
Estado­entero [que] su gestión política tiende a la limpia general de elementos in-
deseables, no porque sean portesgilistas, no porque hayan sido martistas, huguistas
o magdalenistas, sino simple, sencilla y diáfanamente, son enemigos de la sociedad,
sin importar la bandería a que hayan pertenecido o pertenezcan en la actualidad.
Gente de la laya de los asesinos de Matamoros, y cómplices, pueden incluso
haber sido oposicionistas a los regímenes anteriores; pueden ser, en última instan-
cia, hasta garatistas, ya que esa clase de elementos siempre van a favor de los vientos
que corren con tal de obtener protección para sus perniciosas actividades.

61
Noticiero (1947), “El juez y el agente del M.P. en Matamoros siguen protegiendo al asesino Juan
N. Guerra. El padre de Gloria Landeros teme ser asesinado, y el abogado que lo patrocinaba me-
jor regresó a Monterrey. Noticiero boicoteado por los gangsters; ¡Matamoros pide garantías, señor
gobernador!”, 4 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.

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146 Carlos Antonio Flores Pérez

Lo que importa es que son enemigos de la sociedad; y que a su alrededor, gira un


mundillo burocrático indigno de ostentar ninguna representación oficial, repetimos,­
no por su bandería política, sino por su descarada inmoralidad en el manejo de la
cosa pública.62

El 8 de agosto, el presidente de Tribunal Superior de Justicia, Agustín Aguirre


Garza, había retornado a Ciudad Victoria tras su viaje de inspección a Matamoros.
Al ser interrogado por los reporteros, expuso que la causa penal era llevada a cabo
“con regularidad y hasta diligencia” por el juez Pompeyo Gómez, de quien no ha­
bía encontrado irregularidades, en sentido de coadyuvar a presentar el homicidio
de Gloria Landeros como accidental. Responsabilizaba al fiscal Espinosa de no
ha­­­­ber descrito a cabalidad las condiciones del cadáver, y a los médicos legistas de
omitir, deliberadamente o por descuido, las lesiones por golpes que el cadáver
de Gloria presentaba. Señaló que el matrimonio Landeros deseaba obtener la patria
potestad de los hijos de ésta, pero no habían iniciado el juicio civil correspondiente­.63
El 13 de agosto de 1947, la prensa victorense informaba que, de manera ex-
traoficial, circulaba la versión de que ningún abogado matamorense aceptaba
fungir­como agente del Ministerio Público, en sustitución de Espinosa, para con-
tinuar con el proceso penal.64
Noticiero entregó también al procurador Zeferino Fajardo las diversas cartas
que había recibido de la población de Matamoros, donde se solicitaba que trasla-
daran a Juan N. Guerra al penal del estado en Ciudad Victoria, pues en la primera
localidad gozaba de privilegios irregulares, no concedidos a otros prisioneros. Se
afirmaba, por ejemplo, que Guerra pernoctaba todos los días en su domicilio, con
excepción del breve tiempo en que estuvo de visita de inspección el presidente del
Tribunal Superior de Justicia. Asimismo, se señalaba que las mismas misivas expo-
nían que la familia de Juan N. Guerra intentaba sobornar a los peritos en balística
que pretendidamente darían su opinión técnica sobre el disparo que causó la
muerte­a Gloria Landeros.65
62
Noticiero (1947), “Matamoros, fuera de la ley”, 5 de agosto, Ciudad Victoria, p. 3.
63
Noticiero (1947), “Que sí se pretendió desvirtuar los hechos en torno al asesinato de Gloria
Landeros. Conclusiones del Sr. Lic. Aguirre Garza. Responsabilidad del agente del M.P. y de los
médicos legistas, patente”, 9 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.
64
Noticiero (1947), “Nadie acepta la agencia del M. Público, en H. Matamoros. El procurador no
invadió terreno del tribunal; se concretó a actuar dentro de sus deberes y de la ley”, 13 de agosto,
Ciudad Victoria, p. 2.
65
Noticiero (1947), “Piden traslado de Juan N. Guerra a la penitenciaría. Lo están dejando ir a
dormir a su domicilio y goza de privilegios. Anarquía en la cárcel de aquel lugar, narrada por un
presidiario”, 16 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 147

El diario publicó, también, que el careo que debería realizarse entre Guerra y
una testigo del homicidio se postergó por la inasistencia de ésta; se trataba de la
sirvienta de la familia, quien en declaraciones previas ante el magistrado presidente­
del Tribunal Superior de Justicia, Agustín Aguirre Garza, había señalado que escu-
chó a su patrona exclamar “¡mátame, cobarde!”, tras lo cual vino la detonación del
arma. Asimismo, dio testimonio de la ruptura de los sellos que resguardaban el do-
micilio como escena del crimen, pues las puertas fueron abiertas para sustraer un
par de metralletas que Juan N. Guerra tenía dentro del hogar en el momento del
crimen;66 días después ratificaría su declaración.
Carlos Landeros escribió una nueva carta a Noticiero, que también apareció
publicada en el diario. Agradecía que la publicación mantuviera su caso vivo ante
la opinión pública; elogiaba al gobernador Gárate y al procurador Fajardo, de
quienes aseguraba sentirse seguro y amparado. Manifestaba su esperanza de que el
nuevo agente del Ministerio Público designado, José Ramos Lozano, quien venía
de fuera de la localidad, obrara también con corrección. Añadía que el juez le había
indicado que no podía ordenar que sus nietos —aún bajo la custodia de los padres
del homicida— les visitaran, y pedía al periódico que no se callara hasta que se les
hiciera justicia.67
El fiscal Ciro Espinosa fue destituido de su cargo. Su sustituto, al tomar pose-
sión, indicó que llegaba a Matamoros con la intención de obtener un castigo
ejemplar para Juan N. Guerra, a pesar de “sus poderosas influencias con políticos
de administraciones anteriores y las enormes cantidades de dinero que ha derramado”.68
El 27 de agosto, Noticiero dio a conocer la renuncia del juez primero mixto,
en Matamoros, Pompeyo Gómez, quien se separó de su cargo tras haber recibido
el respaldo de Agustín Aguirre Garza, magistrado presidente del Tribunal Superior
de Justicia, en relación a su actuación sobre el caso. En su lugar fue designado

66
Noticiero (1947), “La criada de Juan N. Guerra, amenazada. Si ratifica ante el juez todo lo que
declaró ante el Lic. Aguirre Garza”, 17 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4.
67
Noticiero (1947), “El padre de Gloria Landeros admite que ya se empieza a hacerle justicia. Se
muestra agradecido al gobernador y al procurador, por su valiosa intervención. Asimismo, aplau-
de nuestra modesta labor de higiene pública y social”, 19 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4. El
nombre correcto del nuevo fiscal era José Adame Lozano.
68
Noticiero (1947), “El nuevo agente del Ministerio Público en Matamoros, recibió (sic). Se evitará
el escarnio de que el asesino Juan N. Guerra salga a dormir. El Sr. Landeros tiene un nuevo apo-
derado que se encargará se le imparta plena justicia”, 24 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.

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148 Carlos Antonio Flores Pérez

Lázaro de la Garza Camargo, hasta entonces juez primero de lo penal en Tampico.69


En todo caso, el movimiento no implicaba cambios de fondo: Lázaro de la Garza
formaba parte del grupo vinculado al ex gobernador Francisco Castellanos, que
había firmado desplegados en contra de Portes Gil y que anunciaban, desde 1946,
la violencia que se habría de desatar en el municipio de Llera, a comienzos de
1947.70 Esta continuidad en el control del aparato judicial, por parte del mismo
grupo, puede asumirse como otra evidencia de la captura de semejantes instituciones­
para garantizar la impunidad de los grupos delictivos con los que estaban ligados,­a
través del desvío o bloqueo deliberado de su funcionamiento.
Las nuevas indagatorias de Adame se toparon con la negativa de los vecinos
del domicilio del matrimonio Guerra-Landeros a proporcionar cualquier
información­sobre los hechos. Algunos incluso señalaron que no habían escuchado­
la detonación del arma de fuego; temían represalias de Juan N. Guerra. Sin em-
bargo, una novedad fueron las declaraciones del policía Guadalupe Haro Cervantes,­
puesto a cargo de la custodia del inmueble tras el crimen, con orden expresa de
impedir el ingreso de cualquier persona. No obstante, según expuso el oficial, el
mismo día del crimen, por la noche, arribó a la casa el padre del homicida —Plá-
cido Guerra Lerma—, junto con el agente del Ministerio Público Ciro Espinosa y
un número impreciso de hombres; solicitaron ingresar al domicilio, del cual extra-
jeron gran cantidad de bultos voluminosos, sin conocerse su contenido.71
En una nueva carta a la prensa, Carlos Landeros se quejaba nuevamente de la
“actitud pusilánime” de los jurisconsultos locales, que se negaban a representarle
en el caso, y solicitaba al director de Noticiero de Ciudad Victoria, Cristóbal Gar-
cilazo, que no cejara en su disposición a informar del proceso, como único medio
para hacer presión y evitar nuevas irregularidades.72
Finalmente, logró que su causa fuera representada por Salvador Herrera Muro,
un abogado que también era capitán del Ejército mexicano.73 Sus indagaciones

69
Noticiero (1947), “Renunció el juez primero mixto de la H. Matamoros. Inmediatamente fue
nombrado para sustituirlo, al Sr. Lic. De la Garza. Las investigaciones hechas sobre su actuación
en el caso Guerra, lastimáronlo”, 27 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4.
70
Véanse los firmantes del desplegado, reproducido en De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit.,
pp. 723-725.
71
Noticiero (1947), “El ex agente del M.P. en Matamoros, cómplice de maniobras de Juan Guerra”,
29 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.
72
Noticiero (1947), “Ningún abogado se atreve a asesorar a la parte civil en el crimen de Juan N.
Guerra. Carlos Landeros pide a la prensa cooperación para obtener justicia”, 31 de agosto, Ciu-
dad Victoria p. 4.
73
Noticiero (1947), “El nuevo agente del Ministerio Público…”, 21 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 149

permitieron descubrir que Juan N. Guerra había sido comandante de policía en Jo­
jutla, Morelos, donde tenía dos causas penales pendientes por herir de bala en un pie
a un menor de edad y por haber golpeado con severidad a un delincuente, a fin de
despojarlo de dos mil pesos.74 Sus tendencias violentas no eran menores ni pasaje-
ras: mientras permanecía en prisión, Juan N. Guerra había amenazado de muerte
a uno de los celadores, el cabo José Sandoval, hecho que negó en el careo corres-
pondiente, al tiempo que continuaba gritando y emitiendo exclamaciones soeces
al guardia.75
El 30 de septiembre, la prensa victorense publicaba que el gobernador Gárate
había recibido instrucciones presidenciales de trasladarse a Matamoros, donde
debería atender un problema de invasiones de tierra en la localidad; le acompañaba­
el coronel Tiburcio Garza Zamora.76 Como se recordará, Garza Zamora sería pocos
años después apoyado por el general Gárate, por Carlos I. Serrano y por el general
Bonifacio Salinas Leal para suceder al primero en el gobierno del estado. Aunque
esta referencia puede parecer innecesaria o fuera de lugar al lector, se le sugiere
tenerla muy presente para una mejor comprensión de cuestiones que se abordarán
más adelante.
A mediados de octubre de 1947, la información sobre el caso comenzaba a
escasear. Sin embargo, Noticiero publicó que Juan N. Guerra había perdido un
amparo contra la detención de la que era objeto. Asimismo, el periódico dio a co­
no­cer que los nuevos peritajes balísticos echaban por tierra a los anteriores y su
conclusión de que el balazo que había matado a Gloria Landeros había sido pro-
ducto de un accidente.77
El mismo día en que Noticiero publicaba estos hechos daba a conocer que el
secretario particular del gobernador Gárate, José Juan de Olloqui, se encontraba
en Matamoros, en compañía del general Cándido Aguilar —temprano promotor
de la carrera de Miguel Alemán y vocal ejecutivo de la Confederación Nacional
Campesina— analizando cuestiones agrarias.78 El problema de tierras que había

74
Noticiero (1947), “Fue procesado en Jojutla el uxoricida Juan N. Guerra. Por haber herido a un
menor de edad y haber despojado de dos mil pesos a otro delincuente”, 16 de septiembre, Ciudad
Victoria, p. 4.
75
Noticiero (1947), “Juan N. Guerra tiene sed de sangre. Amenazó de muerte a un cabo celador. La
peligrosidad del uxoricida llega a límites de locura”, 10 de septiembre, Ciudad Victoria, p. 1.
76
Noticiero (1947), “El gobernador sale hoy para H. Matamoros”, 30 de septiembre, Ciudad Vic-
toria, p. 1.
77
Noticiero (1947), “Juan N. Guerra perdió un amparo. Lo había interpuesto contra el auto de
formal prisión”, 19 de octubre, Ciudad Victoria, p. 1.
78
Noticiero (1947), “El Sr. Olloqui regresó de H. Matamoros”, 19 de octubre, Ciudad Victoria, p. 1.

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150 Carlos Antonio Flores Pérez

surgido­en Matamoros se debía al despojo que el coronel Carlos I. Serrano había


llevado­a cabo sobre un grupo de campesinos.79
Ese día el periódico informó que el procurador Zeferino Fajardo había enviado­
al agente del Ministerio Público de Matamoros, José Adame Lozano, un oficio
donde le instaba a proporcionar fecha aproximada para que se determinaran las
conclusiones del caso de la muerte de Gloria Landeros, pues “nada o casi nada se
avanza en el proceso respectivo”.80
Menos de una semana después, Fajardo volvería a enviar un oficio al fiscal de
Matamoros, inquiriéndole sobre las informaciones que había recibido, donde seña­
laban que Guerra Cárdenas seguía gozando de privilegios indebidos dentro de la
prisión, entre los que se contaba la portación de un arma de fuego.81
En lo que parecía constituir un esfuerzo por evitar que el caso saliera de la
atención de la opinión pública, Noticiero divulgó de nuevo, y a ocho columnas,
que el peritaje balístico era adverso a las declaraciones de Juan N. Guerra, sobre el
supuesto disparo accidental que había causado la muerte de su esposa. El dictamen
asentaba con claridad que el disparo había sido realizado de manera deliberada;82
el diario ya lo había informado en días anteriores.
El 11 de noviembre de 1947, Noticiero, de Ciudad Victoria, volvió a publicar
una carta redactada por Carlos Landeros, donde otra vez reclamaba le fueran en-
tregados sus nietos, aún en custodia de la familia de Juan N. Guerra. Por primera
vez, su misiva se abstuvo de mencionar a éste por su nombre.83

79
Krauze, Enrique (1997), La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano
(1940-1996), Tusquets Editores, México, p. 114. La confrontación entre el general Cándido
Aguilar, fervoroso agrarista, con los intereses de Carlos I. Serrano, llevarían a que el primero se
alejara de Miguel Alemán Valdés, con quien tenía una estrecha relación desde sus primeros años,
pues Aguilar había sido superior jerárquico del padre de Alemán en sus años revolucionarios, fiel
a Carranza, de quien era yerno, durante la rebelión sonorense. Su rompimiento con Alemán se
traduciría en su apoyo a la candidatura, opositora al pri, del general Miguel Henríquez Guzmán.
80
Noticiero (1947), “El procurador de justicia activa el proceso contra el feroz asesino Juan N.
Guerra. Enérgica orden giró al agente del Ministerio Público de H. Matamoros”, 19 de octubre,
Ciudad Victoria, p. 4.
81
Noticiero (1947), “El feroz asesino Juan N. Guerra hasta en su respectiva celda porta pistola.
Informes que recibió el C. procurador así lo aseguran”, 23 de octubre, Ciudad Victoria, p. 4.
82
Noticiero (1947), “El dictamen de los peritos en balística es adverso al asesino Juan N. Guerra.
Después de minucioso estudio, concluyen que el disparo no fue accidental”, 24 de octubre, Ciu-
dad Victoria, p. 1.
83
Noticiero (1947), “Centenares de personas ante la tumba de Gloria Landeros, en Matamoros”,
11 de noviembre, Ciudad Victoria, p. 3.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 151

A partir de entonces, la prensa tamaulipeca dejó de publicar noticias sobre el


caso y el resultado de éste se desvaneció en la incógnita. Desde entonces, y hasta
el presente, sería la última vez que los medios de comunicación locales hicieran
referencia con semejante ahínco a hechos delictivos relacionados con Juan N.
Guerra y su familia.
El 8 de marzo de 1948, desde Ciudad Mante, Tamaulipas, María Teresa O. de
Landeros, madre de Gloria, escribió de nueva cuenta al presidente Miguel Alemán,
solicitando castigo para Juan N. Guerra y que le fueran entregados sus nietos, en
poder de la familia del homicida. Hacía notar que Guerra se paseaba impune por
Matamoros.84
Su mensaje fue remitido al gobierno del estado. La respuesta de éste corrió a
cargo del secretario general de Gobierno, Antonio Rocha —futuro procurador
general de la República en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz—, quien el 1º­de
abril de ese año señaló al secretario particular del presidente Alemán que:

Por acuerdo del C. Gobernador del Estado acuso recibo de su atento oficio número
9356, de fecha 18 de marzo del corriente año, relacionado con la queja presentada
por María Teresa O. de Landeros, del Mante, Tamps., al C. Presidente de la Repú-
blica, permitiéndome manifestarle, que el presunto responsable de la muerte de
Gloria Landeros, viene siendo juzgado por los tribunales competentes y con apego
a la ley, estando pendiente de dictarse la resolución definitiva correspondiente; y
por lo que toca a los nietos de la quejosa, se ha turnado el memorial al C. Procurador­
de Justicia del Estado para que proceda en los términos de las facultades que le
atribuye el Código Civil del Estado.85

La resolución final llegaría pocos meses después. El 29 de junio de 1948, des-


de Ciudad Victoria, Carlos Landeros envió un nuevo telegrama al presidente Mi-
guel Alemán Valdés:

Diríjome Ud. última instancia, protestar airadamente motivo haberse libertado ase-
sino brutal mi hija Gloria. Crimen cometiose ciudad Matamoros hace menos un
año; sociedad Tamaulipas encuéntrase escandalizada y yo exijo ante Ud., no sólo se

84
agn, Arch. Pres. mav, exp., 541/223.
85
Ibid.

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152 Carlos Antonio Flores Pérez

reencarcele asesino mi hija, sino castíguese responsables su libertad, objeto sentar-


se precedente de moralidad y justicia. Respetuosamente.-
Carlos Landeros.86

Dada la coincidencia de espacio y tiempo, y la atención generada por este


homicidio, resulta difícil considerar que la operación de Guerra sería después des-
conocida por las autoridades aduaneras en Tamaulipas, varias de ellas designadas
directamente por Alemán durante su mandato. Más aun, si se considera que algu-
nos de los allegados a Alemán ya mencionados, identificados por su presunta
vinculación con actividades de contrabando y tráfico de drogas, tenían una pre-
sencia relevante­en esa entidad. Ya se ha mencionado el caso del líder real de la dfs,
Carlos I. Serrano, su automóvil detenido en Laredo, Texas, y las reuniones soste-
nidas en su propiedad, en el municipio de San Fernando. Jorge Pasquel, por su
parte, tenía una fuerte presencia social en Matamoros87 —lugar de residencia de
Juan N. Guerra— y operaba también su agencia aduanal en Nuevo Laredo.
Juan N. Guerra salió libre y continuó con sus actividades, que por lo visto no
fueron interrumpidas por ninguna autoridad federal o local. Progresó lo suficiente­
para inaugurar, en junio de 1952, su restaurante-bar Salón Piedras Negras.88
Todo ello a pesar de que en 1951 se vio nuevamente envuelto en hechos de
sangre. El 9 de marzo de 1951, Juan N. Guerra mató en Matamoros, con un dis-
paro de pistola calibre .45, a Charles R. Porter, de 51 años y originario de Corpus
Christi, Texas. Guerra se entregó a las autoridades cuatro días después del
homicidio,­tras obtener un amparo de un juez federal en Monterrey, Nuevo León,
lo que evitó que fuera encarcelado mientras se desahogaba el juicio.89 El 14 de
septiembre de 1952, el ya para entonces juez de primera instancia en Matamoros,
José Adame Lozano, sentenció a Guerra a seis años de prisión.90 Su defensa apeló
la sentencia ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El abogado defensor

86
Ibid.
87
La Voz de la Frontera (1950), columna “Bazar”, 13 de julio, p. 3. La nota, firmada por Mancera­,
da cuenta de la contribución personal de 500 pesos que proporcionaron Jorge Pasquel, Amador
Garza, Manuel Cavazos y Luis H. Ávila, a Isabel Torres Parra, candidata a reina de la simpatía, en
Matamoros.
88
El Regional de Matamoros (1952) (anuncio), “Grandiosa inauguración del Salón Piedras Negras”,
6 de junio, Matamoros, p. 6.
89
San Antonio Express (1951), “Corpus death hearing set”, 24 de marzo, San Antonio, Texas, p. 2.
90
Brownsville Herald (1952), “Guerra draws six years in slaying”, 14 de septiembre, Brownsville,
Texas, p. 1.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 153

era Raúl Morales Farías,91 parte de los personajes externos a Tamaulipas que llega-
ron a ocupar cargos públicos con el arribo del general Raúl Gárate al gobierno del
estado. Morales Farías había sido designado juez en Matamoros en ese periodo.92
Según se puede apreciar, el proceso de captura institucional, que implica la recon-
figuración cooptada del Estado, mantuvo una amplia temporalidad. Raúl Morales
Cadena, hijo del abogado de Juan N. Guerra, Raúl Morales Farías, sería subpro-
curador general de justicia del estado en el sexenio de Américo Villarreal Guerra,
y alcanzaría la titularidad de esa institución en el gobierno de Manuel Cavazos
Lerma. En 1956, Raúl Morales Farías tenía su despacho en los altos del bar Piedras
Negras, propiedad de Juan N. Guerra, y desde ahí representaba la causa de otros
personajes que en los años por venir serían identificados como traficantes de dro-
gas; es el caso de Melquiades Sosa, quien enfrentó la acción de la justicia por la
muerte de un mesero.93 No obstante, a diferencia de Juan N. Guerra, Sosa parecía
no contar con los mismos apoyos o amigos para permanecer impune: el juez Ve-
nustiano Guerra, amigo de la familia Guerra Cárdenas, no tuvo empacho para
sentenciar a Sosa a prisión por el crimen referido.94
Justamente en 1956, durante la gubernatura de Horacio Terán, como se vio
en el capítulo anterior, otro personaje impuesto en Tamaulipas por Miguel Alemán
—de quien había sido compañero en la Escuela Nacional de Jurisprudencia—,95
la prensa local reportó que Juan N. Guerra negociaba en la capital del país la con-
tratación de variedades para su Café Matamoros, uno de los centros nocturnos más
exclusivos de la localidad.96
Su aceptación social —y en círculos políticos— se hizo evidente en algunos
eventos que tuvieron lugar en tal establecimiento. Por ejemplo, a la boda de su her-
mana, en abril de 1956, acudieron el juez segundo en materia penal, Venustiano­

91
The Corpus Christi Time (1951), “Mexican Supreme Court must rule on Porter case”, 19 de
abril, p. 1.
92
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 755-756.
93
Noticiero Diario de la Tarde (1956), “Localizado por Noticiero, Melquiades Sosa se pasea impune-
mente por las calles céntricas de H. Matamoros”, 7 de abril, Matamoros, pp. 1-4.
94
El Bravo de Matamoros (1956), “Descartó el juez la versión dada por Melquiades Sosa y decretó
su prisión”, 17 de octubre, Matamoros, p. 6.
95
Camp, Roderic Ai (1992), Biografías de políticos mexicanos 1935-1985, Fondo de Cultura Econó-
mica, México, p. 564.
96
Noticiero Diario de la Tarde (1956), columna “Piscando”, 3 de marzo, Matamoros, p. 3. Guerra
también anunciaba su establecimiento en la prensa de Texas. Véase, por ejemplo, The Brownsville
Herald (1954) (anuncio), “The Matamoros Cafe proudly presents Rosa de Castilla, ‘Mexico’s
finest song stylist’ ”, 21 de octubre, p. A-10. En el anuncio se puede leer: “Juan N. Guerra, Mgr.”.
En realidad, era el propietario, no el manager por lo visto, al menos desde 1954.

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154 Carlos Antonio Flores Pérez

Guerra —futuro presidente del Congreso estatal y presidente del Comité Directivo­
Estatal del pri, a comienzos de los años setenta—, Bertha Cárdenas —hermana de
Leticia Cárdenas de Martínez Manautou, esposa del futuro gobernador—, José Ló-
pez Cárdenas, presidente de la Junta Federal de Mejoras Materiales; Amelia Zolezzi
—hermana de Ricardo Zolezzi Cavazos, entonces subinspector de policía y futuro
jefe de la Policía Judicial del estado en el sexenio de Emilio Martínez Manautou—,
y Manuel Yarritu Flores, funcionario aduanal.97 En el Café Matamoros de Juan N.
Guerra se reunían el alcalde de la localidad, Augusto Cárdenas, y el ex presidente
municipal de la misma, Juan B. García.98
El 12 de enero de 1957, la afamada Miss Universo, Christiane Martell, futura
nuera de Miguel Alemán Valdés, hizo una presentación especial a favor de la Cruz
Roja local, en el Café Matamoros,99 propiedad de Juan N. Guerra, quien a pesar
de sus antecedentes parecía contar, por lo menos, con un alto grado de aceptación
entre la sociedad y los funcionarios de la localidad, no obstante su conocido
historial­homicida y contrabandista.

Tráficos ilícitos y el homicidio del comandante aduanal Octavio Villa Coss

Tres años más tarde, en abril de 1960, un primer indicio de la situación que aguar-
daba a Tamaulipas debido a la consolidación de organizaciones criminales pode-
rosas que crecieron al amparo del poder, se hizo presente con el asesinato del co-
mandante de Sobrevigilancia Aduanal en Reynosa, teniente coronel Octavio Villa
Coss. Mostraba, de nueva cuenta, la importancia de la captura de las aduanas para
el funcionamiento de operaciones ilícitas.
En este caso, las redes delictivas que se dedicaban al tráfico de drogas psicoac-
tivas y al contrabando de otro tipo de bienes, entraron en confrontación con
algunos­miembros del resguardo aduanal. Los motivos no se muestran totalmente
97
Noticiero Diario de la Tarde (1956), “Elegante enlace del señor Edemir Hernández y la señorita
Leonor Guerra”, 9 de abril, Matamoros, Tamaulipas, p. 5. Sobre la trayectoria de Ricardo Zolezzi
Cavazos, véase la página web de la Sociedad Tamaulipeca de Historia: <http://soctamdehistoria.
org/db/letraZ/Zolezzi_Cavazos_Ricardo.htm>. Sobre el parentesco entre Ricardo y Amelia Zo-
lezzi: ambos fueron hijos de Juan Bautista Zolezzi Argüelles y María Eulogia Cavazos Garza. La
información se puede verificar en <http://arguellesfamily.com/gen/getperson.php?personID=I72
3&tree=arguelles>.
98
Noticiero Diario de la Tarde (1956), Columna “Pizcando”, 28 de abril, Matamoros, p. 3.
99
El Bravo de Matamoros (1957) (anuncio), “Mañana sábado dos presentaciones. Christiane Mar-
tell, pro construcción de la Escuela de Enfermeras, Café Matamoros, 21 horas, cine Alameda, 20
horas”, 11 de enero, Matamoros, p. 4.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 155

claros: es posible que los delincuentes no estuvieran dispuestos a pagar extorsiones


demandadas por actores recién llegados a la frontera tamaulipeca; que estos últimos
hubieran tocado intereses de quienes, como se verá, aparecían involucrados en la
protección a estos tráficos ilegales desde sus posiciones de influencia política, al
bloquear determinados contrabandos y arrestar a ciertos personajes. En todo caso,
las hipótesis no se excluyen necesariamente entre sí, pero la exposición del caso per-
mitirá apreciar los intereses en juego y algunos de sus representantes, integrantes
de la camarilla alemanista que arribó al poder local en 1947, así como algunas de
sus contrapartes en el ámbito nacional. El desvío al debido proceso judicial que se
apreciará en el caso evoca con claridad a aquel ya analizado en el caso del homicidio
de Gloria Landeros, e incluso, reitera la cercanía de Juan N. Guerra con algunos de
los personajes con los que el lector ya ha podido familiarizarse, por todo lo expues-
to con anterioridad.
Hijo del extinto general revolucionario Francisco Villa y ex diputado suplente
ante el Congreso de la Unión por el estado de Coahuila,100 Villa Coss fue asesina-
do en el bar Piedras Negras, propiedad de Juan N. Guerra, el 14 de abril de 1960.
El agente del Ministerio Público, Emiliano Fernández Garay, solicitó la detención
de varios integrantes del personal del bar; en particular, del mesero Manuel Duarte­
Araujo —quien había atendido a Villa Coss y a sus acompañantes—, del militar y
comandante del Resguardo Aduanal en Reynosa, Felipe García Segovia, y el jefe
del Punto Aduanal en Matamoros, Zeferino Vega Cantú. Según las declaraciones del
mesero Duarte, Villa Coss había sido asesinado por Carlos García, alias La Máqui-
na, chofer de Juan N. Guerra, despúes de que el militar había discutido con su
patrón y amenazado con matarle. La defensa de Duarte y de Vega Cantú corría a
cargo de Raúl Morales Farías, abogado de Juan N. Guerra.101 Sus declaraciones
estuvieron plagadas de contradicciones, hecho que en su momento derivaría en
que a varios de los presuntos testigos se les procesara por encubrimiento.102
Según la nota de prensa, García Segovia había insistido a Villa Coss que acu-
dieran al bar de Juan N. Guerra, que “vinieran a arreglar el asunto”, y que se refería,
según todos los datos, al propósito de elementos aduanales de Reynosa en extor-

100
Crónica Parlamentaria (1958), información del Diario de los Debates, 23 de agosto, México, dis-
ponible en <http://cronica.diputados.gob.mx/DDebates/44/1er/Ord/19580823.html>.
101
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Consignación del ‘caso Piedras Negras’”, 16 de abril, Mata-
moros, pp. 1-2.
102
El Regional de Matamoros (1960), “Juan N. Guerra es buscado en C. Reynosa. Declararon los
detenidos en el crimen del ‘Piedras Negras’”, 17 de abril, Matamoros, página policiaca.

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156 Carlos Antonio Flores Pérez

sionar a contrabandistas de la localidad.103 La nota añadía que Duarte declaró


haber escuchado cuando Villa Coss espetaba con voz violenta a Guerra: “Yo te
mato” o “lo mato donde quiera”, y que fue en ese momento cuando la Máquina,
Carlos García, sacó una pistola y le disparó varias veces al comandante aduanal.
Villa Coss no habría tenido tiempo de tomar el arma que tenía sobre su asiento.
Pero quizás uno de los datos más significativos de la nota, que no se vuelve a men-
cionar en el resto de informes de prensa que aparecieron sobre el caso, es el siguiente:­
“Si el Teniente Coronel Villa Coss tuvo intenciones de usar su pistola, sin duda no
se acordaba que sólo traía un tiro la pistola, ya que el resto de la carga lo había gasta-
do tirando al blanco en el rancho del General y Diputado Tiburcio Garza Zamora”.104
Es decir, Villa Coss había acudido a la cita con Juan N. Guerra después de estar en
el rancho del antiguo aspirante a la gubernatura, que contó con el apoyo­del general
Raúl Gárate, del general Bonifacio Salinas Leal y del coronel Carlos I. Serrano.
La trayectoria de los disparos, según la autopsia practicada al cadáver, señalaba a
Juan N. Guerra como el homicida.105 Éste se había dado a la fuga y buscaba am-
pararse para evitar su detención. Agentes de la Procuraduría General de la Repú-
blica arribaron al estado para buscar a Juan N. Guerra, pues además de la muerte­
de un funcionario federal se consideraba que la causa del crimen tenía que ver con
el contrabando que se realizaba por Matamoros, Reynosa y Miguel Alemán.106
También la Dirección Federal de Seguridad recibió la encomienda de investigar el
crimen y sus causas.107 La Procuraduría General de Justicia del Estado envió a un
agente investigador especial a Matamoros, José Infante, ex defensor de oficio en
esa localidad, comisionado especialmente por el titular de la dependencia, Mario
Garza Ramos, para participar en las investigaciones sobre el homicidio de Villa
Coss.108 Ninguna de estas corporaciones detuvo a Juan N. Guerra.
El chofer de Guerra, Carlos García, alias La Máquina, se entregó a las autori-
dades —las autoridades de Matamoros hicieron parecer que había sido detenido

103
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Consignación del ‘caso Piedras Negras’”.
104
Ibid.
105
El Regional de Matamoros (1960), “El juez federal le negó el amparo a Juan N. Guerra”, 11 de
junio, Matamoros, página policiaca.
106
El Regional de Matamoros (1960), “Juan N. Guerra es buscado en C. Reynosa. Andan tras su pista
policías de la Procuraduría General de la República”, 17 de abril, Matamoros, página policiaca.
107
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Enérgica batida al contrabando dispone el Gobierno
Federal”,­26 de abril, pp. 1 y 3.
108
El Regional de Matamoros (1960), “Llegó anoche el investigador especial de la Procuraduría”, 20
de abril, Matamoros, pp. 1 y 3.

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por el jefe de policía local, Agapito González, futuro cacique tamaulipeco vincu-
lado a la ctm—109, y se inculpó como el asesino, a pesar de que su madre y esposa
declararon que se encontraba en su casa la noche del asesinato, y le inquirieron en
plena audiencia si Guerra le había ofrecido dinero para declararse culpable de un
crimen que no había cometido.110 Su abogado era también el mismo de Juan N.
Guerra, Raúl Morales Farías.111
El asesinato de Villa Coss causó revuelo local e incluso nacional. Correspon-
sales de diarios locales, que cubrían la capital del país, se referían a una batida del
gobierno federal contra contrabandistas y traficantes de drogas, y hacían alusión
directa a Juan N. Guerra, “a quien se considera como uno de los principales y más
peligrosos cabecillas de las bandas de contrabandistas que operan en aquella zona
fronteriza, y de quien ya tienen su negra historia autoridades superiores de esta
Capital”.112
La prensa local señalaba que el homicidio se habría derivado de diferencias
entre Guerra y los funcionarios aduanales, por cuestiones de un contrabando de
café transportado en un camión de Roberto Guerra Cárdenas, hermano de Juan.
El vehículo había sido detenido en las instalaciones de la aduana de Ciudad Miguel
Alemán y tenía propaganda de la cerveza Carta Blanca.113 Desde marzo de 1957,
Juan y Roberto Guerra Cárdenas tenían la concesión de la cervecería Moctezuma
para distribuir sus productos en Reynosa.114

109
Una breve reseña biográfica de Agapito González Cavazos se encuentra en la página web de
la Sociedad Tamaulipeca de Historia: <http://soctamdehistoria.org/db/letraG/Gonzalez_Cava-
zos_Agapito.htm>. Sobre la supuesta detención de Carlos García, véase El Regional de Matamoros
(1960), “Carlos García (A) ‘La Máquina’ fue capturado hoy en la madrugada”, 19 de abril, pp. 1
y policiaca.
110
El Regional de Matamoros (1960), “Que ‘La Máquina’ no mató al militar. Sorpresivas revelaciones
hacen la esposa y madre de Carlos García”, 20 de abril, Matamoros, página policiaca. Noticiero
Diario de la Tarde (1960), “Dramático careo entre ‘La Máquina’, su madre y su esposa”, 21 de
abril, Matamoros, pp. 1-4. El Regional de Matamoros (1960), “‘¿Por qué te declaras culpable de
un crimen que no cometiste? ¿Qué acaso no te importan tus pobres hijos desamparados?’ Dura
interpelación de la esposa y la madre de ‘La Máquina’”, 21 de abril, Matamoros, pp. 1 y policiaca.
111
El Regional de Matamoros (1960), “Carlos García (A) ‘La Máquina’ fue capturado…”, 19 de abril,
Matamoros.
112
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Nube de agentes de la Policía Judicial en la frontera”, 27 de
abril, Matamoros, pp. 1 y 3.
113
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Los Villa se enfrentan a los contrabandistas. Dos hermanos
más colaboran con Trinidad, jefe de vigilancia. Amplias facultades les dio el presidente, al que
prometieron no ejercer venganza”, 14 de mayo, Matamoros, pp. 1 y 3.
114
El Bravo de Matamoros (1957), columna “Radar”, 21 de marzo, Matamoros, p. 3.

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158 Carlos Antonio Flores Pérez

Sin embargo, según evidencian diversas fuentes, el asesinato habría ocurrido


también en el contexto de una disputa interna en la Secretaría de Hacienda y Cré-
dito Público —institución federal encargada del combate al contrabando, de la
cual dependían las aduanas fronterizas—, entre el secretario Antonio Ortiz Mena
y el subsecretario Eduardo Garduño.115
Entre las razones de la tensión se cuenta la creación de un servicio de sobrevi-
gilancia, con la presunta responsabilidad de supervisar a las comandancias de Res-
guardo Aduanal, a fin de evitar el contrabando y la corrupción que en ellas se ge-
neraba. Dicha estructura paralela estaba dirigida por el suegro del subsecretario
Garduño, el coronel Enrique Carrola Antuna, y el teniente coronel Octavio Villa
Coss era uno de sus colaboradores cercanos.
Según un informe enviado al capitán Fernando Gutiérrez Barrios, de la Direc-
ción Federal de Seguridad -por un informante de nombre Jorge Lire Recio, desde
Mérida, Yucatán-, Enrique Carrola Antuna y Octavio Villa Coss ya habían des-
empeñado funciones similares en esa entidad y en Quintana Roo. La carta men-
ciona también a uno de los investigadores que serían enviados a indagar el homi-
cidio de Villa Coss: Jesús Galindo, un afamado policía que había formado parte
del Servicio­Secreto de la ciudad de México. A los tres se les menciona como par-
ticipantes en actividades “fuera de toda ley” y múltiples atropellos en su ejercicio
como policías fiscales; según el mismo documento, la Policía Judicial Federal ha-
bría solicitado su consignación. En Yucatán habrían entrado en conflicto con Nar-
ciso Campos Millet,­inspector general de policía, entre otros personajes del gobier-
no local, también por cuestiones de contrabando.116
Tras el asesinato de Villa Coss en Matamoros, Carrola Antuna hizo señalamien­
tos acusatorios contra el comandante de Resguardo Aduanal de Reynosa y el jefe
de Punto Aduanal en Matamoros, Felipe García Segovia y Zeferino Vega Cantú,
respectivamente.117 Carrola Antuna sostenía que Villa Coss había sido asesinado
en una celada que le había tendido el grupo de contrabandistas que controlaba el
negocio ilícito en Matamoros y Reynosa.118
No obstante, los primeros resultados de las investigaciones realizadas por
agentes­de la pgr —entonces a cargo de Fernando López Arias, miembro de la

115
agn, Arch. Pres. alm, exp. 432/115.
116
agn, dfs-ips. Versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, legajo único, foja 7.
117
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Enérgica batida…”, 26 de abril, Matamoros, pp. 1-3.
118
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Limpia general de elementos inmorales en las aduanas.
Nombran a Juventino Paredes en lugar de F. García Segovia. Enfrentará el gobierno a los contra-
bandistas pistoleros fronterizos”, 29 de abril, Matamoros, p. 1.

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camarilla del ex presidente Miguel Alemán Valdés, quien para entonces había sido
incorporado al gabinete del presidente Adolfo López Mateos como titular del
Consejo Nacional de Turismo—119 omitían las cuestiones referentes al contraban-
do e intentaban mostrar el homicidio como disputa originada por las pretendidas
condiciones de embriaguez entre los participantes sustantivos.120 Cabe señalar que
la aparente carencia de personal suficiente, por parte de la Procuraduría General
de la República, se había traducido en Matamoros en el hecho de que el titular de la
Oficina Federal de Hacienda, Ciro Domínguez, desempeñara, al mismo tiempo,
la función de agente del Ministerio Público Federal.121 Es decir, la pretendida re-
presión formal del contrabando y las investigaciones sobre delitos federales —que
incluían también esta actividad— dependían de las autoridades de los ya mencio-
nados Antonio Ortiz Mena y Fernando López Arias, integrantes ambos de la ca-
marilla de Miguel Alemán y titulares de la Secretaría de Hacienda y la Procuraduría­
General de la República, respectivamente. En Matamoros, el funcionario más alto
de la primera dependencia era también el encargado de llevar a cabo las funciones
fundamentales de la segunda.
La debilidad en los primeros resultados de las investigaciones derivó en que la
familia de Octavio Villa Coss ejerciera presión y se quejara ante el presidente
Adolfo­López Mateos, quien permitió que varios de los hermanos del occiso —tam-
bién militares de carrera— participaran en las nuevas indagaciones. Sin embargo,
el proceder equívoco en la respuesta institucional para atender el crimen y el es-
cándalo relacionado con el contrabando parece confirmar la disputa interna.
Los señalamientos de Carrola Antuna, suegro del subsecretario Garduño y
jefe del Servicio de Sobrevigilancia, derivaron en la destitución del comandante de
Resguardo Aduanal en Reynosa, y testigo presencial del homicidio de Villa Coss,

119
Alemán Valdés, Fernando (1986), Remembranzas y testimonios, Grijalbo, México, p. 214.
120
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Enérgica batida…”.
121
El Regional de Matamoros (1960), “La Policía Secreta consignó al fiscal al traficante de yerba”,
19 de abril, Matamoros, Tamaulipas, p. 4. La consignación de un individuo que portaba siete
cigarrillos de mariguana fue realizada por el jefe de las Comisiones de Seguridad de Matamoros,
Ricardo Zolezzi Cavazos. Su eficiencia no fue igual para atrapar a Juan N. Guerra, función que
también le correspondía. No lo hizo entonces ni tampoco a lo largo de las siguientes décadas en
que desempeñó funciones policiales de primer nivel en el estado. A juzgar por la asistencia de su
hermana a la boda de Juan N. Guerra, es poco probable que no tuviera antecedentes del personaje
que había alcanzado tal notoriedad en los ámbitos de policía en la entidad. Sobre el papel de Ciro
Domínguez como titular de la Oficina Federal de Hacienda y su desempeño paralelo como agen-
te del Ministerio Público Federal, véase, también, The Brownsville Herald (1963), “Hearing held
in Matamoros bombing plot”, 11 de octubre, Brownsville, Texas, p. 12; The Brownsville Herald
(1963), “New Mexico Tax will hit autos”, 9 de enero, Brownsville, Texas, p. 1.

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160 Carlos Antonio Flores Pérez

Felipe García Segovia, y su traslado por avión especial a la capital de la República,


llevado a cabo por agentes judiciales federales.122 La prensa informó que el director
de Resguardos Aduanales, general de división Sebastián Barriguete Andrade, le
sustituyó con el “conocido pistolero” Juventino Paredes, ex comandante de la
policía estatal en Ciudad Mante, durante el gobierno de Horacio Terán, el segundo­
gobernador impuesto por Miguel Alemán en Tamaulipas.123
El director general de Aduanas, Efraín Cervantes Altamirano, fue cesado en
sus funciones. La prensa publicó que en círculos aduaneros de la frontera tamau-
lipeca corrían versiones de que sería sustituido por Horacio Terán.124 La Sobrevi-
gilancia Aduanal comisionó también a Jesús Galindo, ex jefe del Servicio Secreto
en la ciudad de México, y ya mencionado previamente en el asunto en que estu-
vieron involucrados Carrola Antuna, Villa Coss y el propio Galindo, en Yucatán.
Junto con él, un coronel de nombre José Guajardo y un capitán no identificado se
trasladaron a Matamoros para realizar pesquisas sobre el crimen.125 Galindo intentó­
realizar sus actividades con bajo perfil: cuando algún reportero buscó entrevistarlo,­
le dijo que era visitador general de Aduanas, que se trataba de una inspección de
rutina, y le pidió “que mejor ahorrara tinta su periódico hablando de él y que no
dijera nada”. Con carácter de empleados de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público, Galindo y los militares que lo acompañaban presentaron oficios al juez
primero mixto de primera instancia para acceder al expediente del caso, cuestión
que evidentemente estaba fuera de sus facultades formales.126 De cualquier manera,­
su investigación se sumaba a la que hacían ya la Policía Judicial Federal, la Dirección­
Federal de Seguridad y los propios familiares del occiso, incorporados a las estruc-
turas aduanales.
La prensa nacional y local dio a conocer que los hermanos del fallecido colabo­
rarían en la investigación y ocuparían la función de comandantes aduanales, a fin
122
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Limpia general de elementos…”, 29 de abril, p. 1.
123
Ibid.
124
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “El director general de Aduanas cesado por proteger a los
contrabandistas. Lo consideraron un obstáculo para la campaña moralizadora”, 30 de abril, Ma-
tamoros, Tamaulipas, p. 1. Sobre la referencia a Horacio Terán, véase Noticiero Diario de la Tarde
(1960), “La aduana local recibió con gusto el cese de E. Cervantes Altamirano”, 2 de mayo,
Matamoros, pp. 1 y 3.
125
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Los peces gordos del contrabando están en México. Según
las investigaciones es allá donde están los gordos. Villa Coss estorbaba al mismo director general
de Aduanas y por eso fue muerto”, 4 de mayo, Matamoros, pp. 1 y última.
126
El Regional de Matamoros (1960), “Agentes de Hacienda revisaron expediente de la muerte de
Villa Coss. Asimismo, se comprobó que Juan N. Guerra sí solicitó amparo de la Justicia Federal”,
7 de mayo, Matamoros, página policiaca.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 161

de combatir con energía al contrabando, designación que contaba con el respaldo


presidencial. Incluso uno de ellos, Trinidad Villa, nombrado comandante regional
aduanal, expresó que tenía facultades presidenciales para proceder implacablemen-
te contra los contrabandistas, pero recalcó que él y sus hermanos mantendrían su
promesa, presuntamente hecha ante el primer mandatario, de mantener­sus inves-
tigaciones dentro de cauces legales y no tomar la justicia en sus propias manos.127
Las indagaciones que realizaron los hermanos Villa Coss se enfocaron, en
principio, hacia el comandante del Resguardo Aduanal en Ciudad Miguel Alemán,
Alejandro Bernal Garza, de quien la prensa local señalaba que era compadre de
Juan N. Guerra. El teniente coronel Octavio Villa Coss había ordenado la
detención,­en la aduana de Ciudad Miguel Alemán, de un camión que presunta-
mente transportaba un cargamento de contrabando perteneciente a la familia
Guerra.­Bernal Garza había intentado que el vehículo fuera liberado, sin mayores
explicaciones.128 Los Villa Coss buscaban también la remoción de Zeferino Vega
Cantú, de la aduana de Matamoros, y su consignación penal.
Hacia esas fechas, los reporteros pudieron inspeccionar el referido camión.
Éste continuaba en el patio de la aduana; tenía grandes anuncios de cerveza Carta
Blanca y aparecía como propiedad no de Juan, sino de su hermano, Roberto Guerra­
Cárdenas.129
Días después, la designación de los hermanos Villa Coss al frente de estableci-
mientos aduanales en el estado era revertida por la shcp, que argumentó la
pretensión­de evitar que se hiciera justicia por propia mano en contra de Juan N.
Guerra, o bien, que los hermanos fueran muertos por los contrabandistas. En su
lugar, fueron nombrados el capitán primero Enrique Rolón, al frente del Servicio
de Sobrevigilancia en el Resguardo Aduanal, y David Peña Cantú, quien realizaría
funciones de sobrevigilancia en las aduanas a lo largo de toda la frontera tamauli-
peca. Según la nota, a pesar del escaso tiempo que desempeñaron su función, los
Villa habrían continuado las investigaciones de su familiar difunto, y comprobado
el contubernio entre múltiples funcionarios aduanales y los delincuentes. Afirmaba,­

127
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Los Villa se enfrentan a los contrabandistas. Dos hermanos
más colaboran con Trinidad, jefe de Vigilancia. Amplias facultades les dio el presidente, al que
prometieron no ejercer venganza”, 14 de mayo, Matamoros, pp. 1 y 3.
128
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Posible captura del comandante de la aduana Alejandro
Bernal. Resulta culpable de varios asuntos ‘chuecos’ en Reynosa. Minuciosa investigación lleva a
cabo el hermano del asesinado Villa Coss”, 13 de mayo, Matamoros, pp. 1 y 3.
129
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Los Villa se enfrentan a los contrabandistas…”, 14 de mayo,
Matamoros, pp. 1 y 3.

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162 Carlos Antonio Flores Pérez

asimismo, que habrían rendido un informe detallado de ello al procurador general


de justicia de la República, el alemanista Fernando López Arias.130
No se había esclarecido aún el homicidio de Villa Coss cuando el capitán Javier
Ramírez Mitchel, también comandante aduanal, fue gravemente herido a balazos
por contrabandistas.131 La prensa local denunció la existencia de una situación de
impunidad. Incluso, en Matamoros, Noticiero Diario de la Tarde reprodujo algunos
extractos de un reporte especial que aparentemente le habrían compartido
integrantes­de la dfs, donde se hacía un recuento sobre las irregularidades auspi-
ciadas desde diversas instituciones locales, a fin de proteger a pistoleros, contra-
bandistas y traficantes de drogas, quienes permanecían impunes a pesar de contar-
se con información sólida que los ligaba a múltiples hechos de sangre. Entre los
responsables que aparecían en el reporte, el diario mencionó al presidente muni-
cipal, Miguel Treviño Emparán, quien parecía poco interesado en limitar la expe-
dición de credenciales de policía que amparaban a los delincuentes para portar
armas de grueso calibre; al jefe de las Comisiones de Seguridad, Ricardo Zolezzi
Cavazos, quien como se ha dicho, sería despúes director de la Policía Judicial del
estado; al subalcalde de la prisión local, Juan Beltrán, e incluso al general coman-
dante de la zona militar, Juan F. Trujillo, a quien el informe describía como un
“agente pasivo” que no procedía con suficiente energía contra los criminales.132
Lo cierto es que la autoridad federal poco hizo más allá de enviar un grupo
reducido de investigación integrado por miembros del Estado Mayor Presidencial,
coordinados con funcionarios de la Secretaría de Hacienda, quienes iniciaron una
campaña de desarme. Los comisionados, capitán Alfonso Solís Bolaños, del Esta-
do Mayor Presidencial, y el mayor Óscar González Sánchez, jefe de un denominado­
Grupo Especial de la presidencia de la República, se reunieron con el presidente
municipal, el jefe del sector militar y con el titular de la Oficina Federal de
Hacienda.­Según la prensa, al alcalde Treviño Emparán le comentaron que el pre-
sidente López Mateos no deseaba que en Matamoros se repitiera la historia que
había ocurrido en Poza Rica, donde el presidente municipal había sido depues-
to hacía poco y sustituido por otro que emprendiera una campaña de despistoli-
zación para abatir a la criminalidad. Treviño Emparán dio instrucciones para cesar
la validez de todas las credenciales giradas por la Inspección de la policía municipal.

130
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Nuevos jefes aduanales para sustituir a los Villa Coss”, 24 de
mayo, Matamoros, pp. 1-2.
131
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “L. Mateos interesado en combatir el pistolerismo”, 10 de
agosto, Matamoros, pp. 1 y 4.
132
Ibid.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 163

Se establecieron retenes en los puntos de entrada y salida de las carreteras de Ma-


tamoros, donde incluso se detenía a los vehículos para verificar que no se portaran
armas.133 De cualquier forma, la campaña duró aproximadamente un mes y tuvo
escasos resultados, aunque entre ellos se encontró la entrega, a mediados de agosto,
del contrabandista Servando Treviño, agresor del capitán Javier Ramírez Mitchel.
Debido al arribo de militares comisionados por el Ejecutivo federal temía que se
le fuera a ejecutar de manera extrajudicial, de modo que se entregó a la autoridad
federal por conducto de Agapito González Cavazos, inspector de la policía muni-
cipal.134
A principios de septiembre de 1960, la Secretaría de Hacienda removió a varios
jefes del servicio aduanal en Matamoros. La prensa local resaltó la paradoja de que
los removidos tenían un expediente limpio, mientras que quienes permanecieron
contaban con múltiples antecedentes de corrupción. Incluso uno de los ratificados
era precisamente Zeferino Vega Cantú, señalado por su involucramiento en el
asesinato de Villa Coss.135 Había estado involucrado en el contrabando de café,
convenció al militar de asistir al bar Piedras Negras y estuvo presente en el momento­
del asesinato. El general Lucas González Tijerina, entonces administrador de la
aduana, fue marginado de la decisión y acudió a quejarse al respecto con el propio
presidente de la República, quien le habría manifestado su respaldo al frente del
cargo.136 Sin embargo, su influencia dentro de la aduana de Matamoros sería cada
vez menor.
Si la disputa interna en la shcp existió, quien venció fue Antonio Ortiz Mena,
pues permaneció al frente de la institución hasta 1970. Eduardo Garduño aban-
donaría la dependencia, junto con su suegro, el coronel Enrique Carrola Antuna,
encargado de la estructura de vigilancia que había generado roces burocráticos
dentro de las aduanas, a la que pertenecía el extinto Villa Coss.137 No parece, sin
133
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Guerra al pistolerismo. ¡Interviene la Presidencia! Militares
y policías especiales llegaron de México; comenzaron a actuar hoy mismo. La agresión al coman-
dante Ramírez Mitchel provocó la intervención directa del presidente López Mateos”, 12 de
agosto, Matamoros, pp. 1 y 4.
134
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Consignan mañana al cobarde matón Treviño Alanís. Te-
meroso de los militares prefirió entregarse ayer. Sospechosa actuación del juez Rodríguez Luna;
investigación”, 15 de agosto, Matamoros, pp. 1 y 3.
135
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Destituye la aduana a los mejores y escoge a los peores”, 2 de
septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4.
136
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Acabará la anarquía en la aduana”, 15 de septiembre, Mata-
moros, pp. 1 y 4.
137
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Modificará Hacienda su política en las aduanas”, 29 de
septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4.

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164 Carlos Antonio Flores Pérez

embargo, que Eduardo Garduño hubiera caído en desgracia política ni perdido la


confianza presidencial: fue puesto al frente de la recién creada Comisión Federal
de Electricidad (cfe).

Miguel Alemán y Antonio Ortiz Mena: tráficos ilícitos


y vinculaciones anticastristas

En lo referente a Ortiz Mena, existen otros indicios relevantes respecto a ciertas


acciones de contrabando desarrolladas durante su gestión por personajes aparen-
temente relacionados con él. A la luz de las implicaciones del concepto de reconfi-
guración cooptada del Estado, semejante vinculación no es menor, si se tiene en
cuenta el rol que este personaje tuvo en el diseño de la política económica para
promover el desarrollo en México durante un amplio periodo de tiempo. La im-
bricación de intereses legales con otros ilícitos, en esta esfera de decisión, consti-
tuiría un indicio de la profunda compenetración entre los mismos en el ámbito de
la economía nacional auspiciada por autoridades que, en principio, debieron ga-
rantizar el cumplimiento de la ley en su área de responsabilidad. El paréntesis vale
la pena, porque permite apreciar la existencia probable de otro tipo de vinculaciones,­
allende las fronteras nacionales, que eventualmente pudieron favorecer la
continuidad­de diversos personajes tanto en las estructuras de poder como en el
desarrollo­de tráficos ilícitos en los años por venir, así como el nivel en el que estos
últimos tenían lugar.
Por ejemplo, en febrero de 1960, el reporte de una investigación de la dfs
ordenada por las más altas esferas de la Secretaría de Gobernación y remitido por
su propio titular, el coronel Manuel Rangel Escamilla,138 estableció que la empresa­
Marinos Mexicanos S.A., que decía tener un capital sueco de 40 millones de dó-
lares y dedicarse al desarrollo aeronáutico, era en realidad usada para otros fines.
Su gerente, Enrique Padilla Ávila, así como su principal agente comercial, Leo
Joseph Dorney Fitzpatrick —un ex piloto de la marina estadounidense durante la
Segunda Guerra Mundial—, utilizaban un hidroavión para transportar armas a un
lugar no precisado de Centroamérica. La empresa no aparecía en el Registro Pú-
blico de la Propiedad y no existía ningún antecedente laboral de Padilla en las
compañías aeronáuticas del país, excepto de su posición previa de subgerente de
la compañía Aeronaves Reforma, propiedad de Ricardo Rico Pani, de la que había
138
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Antonio Ortiz Mena, dfs, legajo único, fojas 13-19.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 165

salido por defraudación. Padilla estaba relacionado con el general divisionario re-
tirado, Enrique Benítez Vargas, y con el general brigadier Joaquín Gordillo Peniche,­
jefe del departamento de Materiales de Guerra de la Secretaría de la Defensa
Nacional.­Juntos promovían un negocio de contenido impreciso que, según
Padilla,­contaba con el apoyo de Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda. Una
tercera­parte en esta relación era otro contacto de Padilla, el cubano Germán Cortés
de Lara, quien había fungido en México como delegado comercial del gobierno de
Fulgencio Batista, y era también parte del Servicio de Inteligencia Militar Cubano.
Según el informe, Cortés de Lara realizaba frecuentes viajes a República Domini-
cana, donde recibía instrucciones de un individuo de apellido Pedraza, quien se
encontraba en ese país realizando preparativos subversivos auspiciados por Batista.
Cortés de Lara era el contacto con otros cubanos que habían tenido cargos
prominentes­en el gobierno depuesto de Batista, que se habían establecido en la
ciudad de México. Tal era el caso de Amleto Battisti, diputado durante el régimen
del coronel Batista, pero también uno de los más reconocidos miembros de la
mafia estadounidense­que operaba en la isla, y que ahora vivía en los departamen-
tos Altamira en la ciudad de México, desde donde hacía viajes a Miami, Florida.139
Cortés de Lara estaba también en contacto con otro personaje, Andrés Domínguez
Álvarez del Castillo, y con el entonces general Marcelino Inurreta,­primer titular
de la Dirección Federal de Seguridad en 1947, designado por Miguel Alemán y
vinculado con Carlos I. Serrano, según se vio con anterioridad,­“quien le ha pro-
porcionado varias personas para su protección, así como campos de entrenamiento­
para refugiados políticos con fines de derrocar al actual gobierno cubano”.140
Enrique Padilla Ávila, acompañado de Jerges Michel, se reunió el 9 de junio
de 1959 en la Embajada de Francia con André Pons, directivo de Scodimex
Aviation,­Compage Generale de la T.S.F., quien los presentó con el agregado co-
mercial Ivon Lavand. La dfs sospechaba que el asunto a tratar era la preparación
de un viaje de Padilla a Francia, con alguno de los referidos militares mexicanos y
exiliados cubanos, a fin de adquirir aviones bélicos.

139
La información que identifica a Amleto Battisti —dueño del Hotel Sevilla Blitmore y congresista
en La Habana— como parte de la mafia italoamericana dedicada al juego y al tráfico de drogas,
vinculada a Meyer Lanski y a Charles Lucky Luciano, es múltiple y proviene de las más diversas
posturas ideológicas respecto al régimen de Fulgencio Batista. Los casos son múltiples y muestra
de ello puede apreciarse en Rojas, Rafael et al. (2011), El último paredón. Asesinatos de la repu­
tación en Cuba, Eriginal Books, Miami, Florida, pp. 106-107; Cirules, Enrique (1999), El imperio­
de La Habana, Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, pp. 31, 61.
140
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Antonio Ortiz Mena, dfs, legajo único, foja 14.

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166 Carlos Antonio Flores Pérez

El asociado de Padilla Ávila, Leo Joseph Dorney, había ingresado al país por
Matamoros, Tamaulipas, y se especializaba en “introducir al País aviones de dife-
rente tonelaje, citándose entre ellos un C-82 con adaptación de jet que hacía que
dicha máquina aterrizara y despegara en campos de cortas dimensiones a semejanza­
de los que se usan para el contrabando”.141 Dorney le estaba vendiendo un avión
B-18 a un grupo de cafetaleros chiapanecos, a través de Claudio Robles Ochoa, ex
subdirector de Aeronáutica Civil de México.
Según el informe, el 2 de febrero de 1959, Dorney había sido ubicado por la
dfs en compañía de Luis Bello Bando, contrabandista de armas, quien había tras-
ladado a Cándido de la Torre, subdirector de la Policía Secreta Cubana, a La
Habana,­y quien había realizado vuelos ilegales sobre la isla durante la revolución,
internando y desalojando cubanos. Bello Bando realizaba frecuentes viajes de prue-
ba en aviones de Dorney.
En los talleres de la compañía de Dorney, un avión PBY-P-M-52, propiedad
de la Secretaría de Marina, estaba siendo reparado para ser vendido a un grupo de
particulares centroamericanos no identificados en el documento.
La dfs concluía que la empresa de Padilla Ávila era únicamente un membrete,
que no estaba registrada ni reportaba mayor actividad, salvo la contestación del
teléfono por parte de un individuo de apellido Chapa. Las operaciones con las que
Padilla buscaba obtener grandes ganancias económicas se beneficiaban por su
amistad­ con Pascual Gutiérrez Roldán, director de Pemex, con Antonio Ortiz
Mena, secretario de Hacienda, y con militares de alta graduación.142

141
Ibid.
142
Ibid. En los archivos de la dfs existen también señalamientos de otro tipo de irregularidades co-
metidas en ámbitos sustantivos de la Secretaría de Hacienda, en las que su titular, Antonio Ortiz
Mena, habría deliberadamente bloqueado la continuidad a las investigaciones que el caso reque-
ría. Por ejemplo, en septiembre de 1969, José Yee Pérez, jefe de la Oficina Federal de Hacienda
del Control Centralizado de Causantes del Impuesto Sobre la Renta en el Distrito Federal envió
un memorándum a Emilio Bolaños Díaz, director de la Policía Fiscal Federal, donde daba cuenta
de acciones de defraudación fiscal por más de 200 millones de pesos, a favor de las empresas Ron
Castillo, S.A. de C.V. y Pepsi Cola Mexicana S.A. Según el memorándum, los responsables eran
el subsecretario de Ingresos, Francisco Alcalá Quintero; el procurador fiscal de la Federación,
Lorenzo Mayoral Pardo; el administrador general de Impuestos al Ingreso, Roberto Hoyo, y el
subdirector del Impuesto al Ingreso Global de las Empresas, Alfredo Gutiérrez. El documento
establece que estas empresas habrían proporcionado, cada una, la gratificación de cinco millones
de pesos a los referidos funcionarios a través del abogado Rafael Mancera, quien habría recibido
5% por comisión. Señalaba también que se tenía conocimiento de que la Procuraduría General
de la República no ejercitaría acción penal contra los funcionarios coludidos, en virtud de que el

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 167

No sería la última vez que miembros del círculo cercano de Miguel Alemán
aparecieran ligados con actividades de exiliados cubanos anticastristas ni a tráficos
ilícitos. Según otro reporte de la dfs firmado por Miguel Nazar Haro, en junio de
1962, el general Humberto Mariles, amigo personal de Miguel Alemán, formaba
parte del presídium de un acto realizado en la casa de Herminio Ahumada en la
ciudad de México, por el Partido Pro Unidad Cubana, donde participaron también
el ex embajador de Cuba en Filipinas, Sergio Pérez y Pérez, Carmen Villares de Guz-
mán, el Dr. Rolando Rojas y el ex presidente de Costa Rica, José Figueres Ferrer.
Todos clamaban por la derrota de Fidel Castro y su régimen en la isla. Humberto
Mariles, quien colaboraría con Miguel Alemán en la Comisión Nacional­de Turismo,
sería detenido en Francia por tráfico de heroína, durante un viaje que había realizado
comisionado a ese país por la referida institución —que incluso le tramitó un pasa-
porte diplomático oficial con tal fin y por instrucciones del ex presidente—.143
Semejantes vinculaciones no dejan de ser paradójicas con la preeminencia in­
ter­nacional que personajes como Miguel Alemán y Antonio Ortiz Mena alcanzaron.­
Por ejemplo, el segundo sería nombrado titular del Banco Interamericano de Des­
arrollo, en marzo de 1971.144 Alemán, quien incluso había sido nominado para
recibir el Premio Nobel de la Paz a comienzos de los cincuenta, mantendría un rol
de promoción internacional del país en su carácter de director de la Comisión Na-
cional de Turismo. Hacia los años setenta, la aceptación social de los dos en los
ámbitos internacionales era indudable, como lo demuestra un reporte de la Direc-
ción Federal de Seguridad, que daba cuenta de la recepción privada que, para
agasajar al ex presidente estadounidense Lyndon B. Johnson, tuvo lugar en Aca-
pulco, en la residencia de Bruno Pagliai, el antiguo asociado de Miguel Alemán
Valdés, y que contó con la asistencia de éste y de Antonio Ortiz Mena.145

Precursores y vinculaciones políticas

De cualquier manera, de nuevo en Matamoros y en el contexto de las investigaciones­


por el homicidio del teniente coronel Octavio Villa Coss, Juan N. Guerra se había

propio titular de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, había intervenido para evitarlo. agn. dfs-ips,
versión pública del expediente de Antonio Ortiz Mena, dfs, legajo único, fojas 229-231.
143
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Humberto Mariles Cortés, dfs, legajo único,
fojas 3, 4 y 30-36.
144
Sitio web del Banco Interamericano de Desarrollo: <http://www.iadb.org/es/acerca-del-bid/mar-
cos-historicos-1969-1978.3619.html>.
145
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Antonio Ortiz Mena, dfs, legajo único, foja 251.

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168 Carlos Antonio Flores Pérez

presentado por propia voluntad ante los miembros del Estado Mayor comisiona-
dos en la entidad, el 20 de septiembre de 1960. Durante el tiempo que estuvo­
oculto logró tramitar un amparo de fondo concedido por el juez segundo de Nue-
vo Laredo, Manuel G. Toro Flores, quien había amparado también a Zeferino
Vega Cantú y al mesero Manuel Duarte;146 sin embargo, el documento no evitaba
su detención por parte de las autoridades federales o locales.
Los allegados de Guerra promovieron diversas acciones para evitar que éste
enfrentara a la justicia. La prensa informó que el consulado estadounidense en
Matamoros analizaba la situación de la ciudadanía de Juan N. Guerra, ya que se
decía que había nacido en el condado de Cameron, Texas, por lo que la oficina
evaluaba si requería su asistencia.147
Finalmente, un tribunal de Nuevo León le concedió el amparo de la justicia
federal para evitar la ejecución de la orden de aprehensión en su contra.148 Se pre-
sentó ante los militares comisionados por la presidencia de la República, Leopoldo
Tapia, Óscar González Sánchez y Jorge Antonio Bielba, quienes para entonces
desarrollaban labor de fichaje sobre las personas detenidas en la prisión local por
contrabando. Juan N. Guerra acudió ante ellos acompañado del ex gobernador
Francisco Castellanos Tuexi, su antiguo jefe en la Procuraduría General de Justicia
del Distrito Federal, ex gobernador de Tamaulipas y ex administrador de la aduana­
de Matamoros.149

146
El Regional de Matamoros (1960), “No se presentó a declarar ante el juez, Juan N. Guerra”, 11
de mayo, Matamoros, Tamaulipas, página policiaca. Véase, también, El Regional de Matamoros
(1960), “Zeferino Vega y Manuel Duarte se ampararon contra formal prisión”, 13 de mayo, pá­
gina policiaca.
147
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Estudia el consulado la ciudadanía de Juan N. Guerra”,
10 de junio, Matamoros, Tamaulipas, p. 4. Diarios texanos también hacían referencia a Guerra
como poseedor de ambas ciudadanías. Véase El Paso Herald-Post (1960), “Gunman charged in
Villa slayed”, 23 de abril, El Paso, Texas, p. 11. Véase, también, The Brownsville Herald (1961),
“New Probe Asked in Murder Case”, 6 de diciembre, final edition, Brownsville, Texas, p. 1. En este
último caso, además de señalar que Juan N. Guerra había nacido en los Estados Unidos, el diario
le menciona como una figura financiera y política en Matamoros, Tamaulipas.
148
The Brownsville Herald (1960), “Pistolero ‘Census’ lists Many Killers”, 25 de agosto, final edition,
Brownsville, Texas, p. 1.
149
Sobre el fichaje de contrabandistas, véase Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Varios homicidas
y contrabandistas fichados hoy”, 19 de septiembre, Matamoros, p. 4. Respecto a la presentación
de Juan N. Guerra, véase Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Juan N. Guerra expresa sus deseos
de respetar la ley. Acudió hoy ante los militares de la Presidencia”, 20 de septiembre, pp. 1 y 3.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 169

Francisco Castellanos les indicó a los militares que Juan N. Guerra tenía la
intención de “mantenerse al margen de actos indebidos”. El mayor González Sán-
chez le respondió que a ellos no les correspondía analizar situaciones pasadas y
resueltas por la ley; que estaban obligados a velar por la tranquilidad de la pobla-
ción, y le recomendaron a Guerra que se abstuviera de hacer ostentaciones y andar
armado porque, en caso contrario, sí procederían en contra suya. La entrevista no
duró más de media hora y tuvo lugar en las habitaciones del hotel Ritz, donde se
hospedaban los referidos militares.150
La campaña de despistolización se mantuvo por breve tiempo y las armas re-
quisadas fueron entregadas a la Dirección General de Aduanas.151 Se anunció la
cancelación de documentos migratorios de todas aquellas personas registradas como
contrabandistas, por los militares comisionados por el Estado Mayor Presidencial.152
Mientras tanto, la situación en la aduana matamorense continuaba indefinida,
pues el administrador formal, general Lucas González Tijerina, era desplazado en
los hechos por el visitador nombrado desde la Secretaría de Hacienda, Rafael Fer-
nández García.153 El 30 de septiembre, Eduardo Garduño fue removido de la subse-
cretaría. No obstante, los ceses de personal en la aduana de Matamoros y su
sustitución­por otros personajes de carácter cuestionable —varios de ellos con
antecedentes de vinculación con el contrabando, como el referido Zeferino Vega
Cantú— no fue rectificada.154
Paradójicamente, la prensa tamaulipeca publicó que en el municipio de Ca-
margo, un contrabandista de altos vuelos aspiraba a la alcaldía. Se trataba de Juan P.
Salinas, propietario de la bodega Congregación San Francisco, donde se habían
resguardado los bultos de café que dieron lugar al diferendo en el que perdería la
150
Ibid.
151
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Proseguirá la campaña de despistolización en la región.
Procederán sin miramientos en esta cruzada. El contrabando será eliminado también”, 21 de
septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4.
152
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Impedirán la entrada de contrabandistas a Estados Unidos.
Cancelarán en Migración sus pasaportes. Enérgica medida para terminar con el contrabando”, 21
de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4.
153
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Prevalece la anarquía en la Aduana local”, 24 de septiembre,
Matamoros, pp. 1 y 2.
154
Sobre la salida de Garduño, véase Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Modificará Hacienda su
política en las aduanas. Favorables cambios con la salida del subsecretario Lic. Garduño”, 29 de
septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4. Respecto a la ratificación del personal referido, véase Noticiero
Diario de la Tarde (1960), “No reconsiderarán absurdos ceses en la aduana. Seguirán los sustitutos
de sospechosa conducta”, 8 de octubre, pp. 1 y 3.

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170 Carlos Antonio Flores Pérez

vida el teniente coronel Octavio Villa Coss. Según la nota, le apoyaba Leonel
Longoria, un político local que aspiraba a la diputación por Nuevo Laredo.155
Juan P. Salinas no era, ni de lejos, el contrabandista que contaba con los me-
jores respaldos políticos en el Tamaulipas de la época. Varios meses antes, en abril
de 1960, la presidencia de la República recibió una carta dirigida a Adolfo López
Mateos, fechada apenas una semana después de cometido el homicidio de Villa
Coss. Lo firmaba un celador aduanal que prefirió omitir su nombre, pero propor-
cionaba en detalle aspectos relevantes para el esclarecimiento del crimen. En su
carta refería que la razón del asesinato de Villa Coss era que éste no había aceptado
los tratos que le ofrecía el general Tiburcio Garza Zamora, el antiguo protegido del
general Raúl Gárate Legleu, a quien éste y Carlos I. Serrano apoyaban para suceder
al primero en la gubernatura de Tamaulipas, según se expuso más arriba.156
El autor de la misiva señalaba a Tiburcio Garza Zamora como protector del
contrabando, junto con Manuel Adame Garza, administrador de la aduana en
Reynosa, quien antes se había desempeñado en Matamoros. Según la misma carta,
ambos tenían estrecho contacto con Juan N. Guerra. El asesinato habría sido ori-
ginado porque Villa Coss había consignado a varios incondicionales de Adame,
incluyendo a su cuñado. Según la misma fuente, después de cometido el crimen,
Juan N. Guerra habría permanecido oculto de la justicia en un rancho de Tiburcio
Garza Zamora.157
Como se ha señalado, Garza Zamora era un militar que había alcanzado el
grado de general, promovido por Miguel Alemán.158 Además, tenía estrechos
víncu­los con el coronel Carlos I. Serrano; con el general Raúl Gárate, ex goberna-
dor del estado, y con el general Bonifacio Salinas Leal, comandante de la zona
militar en Tamaulipas durante el gobierno alemanista.159 Desde 1957, la dfs había
detectado que los generales Bonifacio Salinas Leal, Raúl Gárate Legleu y Tiburcio
Garza­Zamora formaban una camarilla de militares con intereses políticos en el
noreste­del país.160 El proceder de esta camarilla constituye un ejemplo claro de
reconfiguración cooptada del Estado, donde sus integrantes persiguen intereses po-
líticos, económicos y otros de índole netamente criminal, a través del control del

155
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Contrabandista de altos vuelos candidato a alcalde en Ca-
margo. No quieren a Juan P. Salinas como aspirante a presidente. Denuncian sus nexos con
grupos de contrabandistas en toda la región”, 28 de septiembre, Matamoros, pp. 1-2.
156
agn, Arch. Pres. alm, exp. 541/248, fojas sin numerar.
157
Ibid.
158
agn, Arch. Pres. mav, exp. 552.1/188, fojas sin numerar.
159
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 738 y 744.
160
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Bonifacio Salinas Leal, dfs, legajo. único, foja 29.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 171

aparato burocrático y judicial. Como se podrá apreciar, la distinción entre política


y criminalidad en estos casos es sólo una sutileza analítica.
En octubre de 1960, un memorándum redactado bajo el nombre del propio
titular de la dfs, coronel Manuel Rangel Escamilla, confirmaba varios puntos de la
ya mencionada comunicación del agente aduanal anónimo. Con el objeto de ex-
poner las condiciones políticas prevalecientes en Matamoros, el funcionario dio a
conocer los movimientos de diversos grupos políticos, algunos de ellos formalmente­
adheridos al pri, aunque según lo expuesto, no afines a la administración del en-
tonces gobernador, Dr. Norberto Treviño Zapata.161
Entre estos últimos figuraba uno encabezado por Manuel Bazán, Abel Cavazos,­
Guadalupe Galván y el ya mencionado Roberto Guerra Cárdenas, hermano de
Juan N. Guerra. Este grupo estaba afiliado a una organización nacional del pri, la
Coalición Nacional Revolucionaria. Según consta en el memorándum, Roberto
Guerra habría recibido 11 000 credenciales de afiliación del Comité Nacional del
pri, por instrucciones del ex gobernador tamaulipeco, Magdaleno Aguilar (1941-
1945), y de Juan Fernández Albarrán, entonces secretario de Acción Agraria y
general del dicho órgano partidista. El coronel Rangel Escamilla abundó que Ro-
berto Guerra se preciaba ante sus agremiados de que su organización local contaba
con influencia hacia los dirigentes nacionales del partido.162
Según el memorándum, este grupo, a quien Rangel Escamilla identificaba
todavía como portesgilistas, trabajaba activamente para colocar a uno de sus
miembros­al frente de la presidencia municipal de Matamoros, y su principal fi-
nanciador era Roberto Guerra Cárdenas. El objetivo del grupo era claro y vale la
pena mencionarlo de manera textual. El financiamiento era “para esperar que el
nuevo presidente municipal sea persona a la que pueda controlar, con las consi-
guientes ventajas que le resultarían para sus negocios, entre los que tiene la de
distribuidor de la Cervecería Carta Blanca”.163 Lo significativo es que los negocios
familiares no se limitaban a la venta de cerveza. El director federal de Seguridad,
coronel Manuel Rangel Escamilla, expuso sin ambages su participación, no sólo
en el contrabando, sino en el tráfico de drogas:

Roberto y Juan N. Guerra están considerados en el Norte de la República como los


más grandes contrabandistas en armas, artículos comerciales y drogas enervantes.
En épocas pasadas desarrollaron una labor de terrorismo y se encuentran implicados­

161
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, leg. 1, fojas 9-16.
162
Ibid.
163
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, leg. único, fojas 11-12.

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172 Carlos Antonio Flores Pérez

como los autores intelectuales de varios crímenes, entre ellos el del Presidente Mu-
nicipal Ernesto Elizondo, además del que ya se dijo anteriormente, o sea del
Tte. Corl. Octavio Villa Coss, a quien dieron muerte en el interior de una cantina
de la población, crimen que hasta la fecha permanece impune, ya que el Lic. Raúl
Morales Farías, Asesor Jurídico de los hermanos Guerra, logró mediante una ma-
niobra sucia, que la responsabilidad de dicho asesinato la aceptara un chofer de
Juan N. Guerra, haciéndolo aparecer únicamente como encubridor.164

Según el coronel Rangel Escamilla, este grupo apoyaba al menos a seis precan-
didatos a la presidencia municipal de Matamoros: el mencionado abogado de los
hermanos Guerra, Raúl Morales Farías; Raúl Lozano Contreras, presidente de la
Cámara de Comercio y de la Feria Regional de Matamoros; Florentino Cuéllar, ex
gerente de la Cámara de Comercio; Jesús Rodríguez, amigo personal del general
Tiburcio Garza Zamora —quien, según el documento, también apoyaba a esta
agrupación— y vinculado a los hermanos Guerra; Armando Argüelles, comerciante­
en materiales para construcción, y Benito Juárez Ochoa, ex diputado federal, ex
gobernador interino del estado en 1927 y procurador general de justicia de Tamau-
lipas en 1932. Todos ellos se registraron como precandidatos para la elección in-
terna del pri; sin embargo, según Rangel, se trataba de una maniobra en la que el
verdadero candidato del grupo era el referido Raúl Morales Farías, quien contaba
con el apoyo económico de los hermanos Guerra Cárdenas.
No tuvieron éxito en esa ocasión, porque el candidato que triunfó en el proceso­
interno fue Virgilio Garza Ruiz, personaje considerado apolítico y de gris trayec-
toria dentro de la Junta Municipal de Asistencia, según Rangel Escamilla. Garza
Ruiz habría contado con el apoyo del gobernador Norberto Treviño Zapata.
A pesar de los antecedentes de los hermanos Guerra Cárdenas, ya conocidos
por las instituciones de seguridad federales, Roberto sería consultado por emisa-
rios de la propia dfs como uno de los hombres fuertes con influencia en el estado,
justamente en el proceso de auscultación para la designación del sucesor de Treviño­
Zapata. Según consta en un informe fechado en marzo de 1962, y dirigido al ca-
pitán Fernando Gutiérrez Barrios, en esa ocasión, Roberto Guerra —ya para enton-
ces presidente de la Cámara de Turismo y, junto con la mayor parte de los
entrevistados­, integrante de la camarilla política de los generales Gárate Legleu y
Garza Zamora— no erró y brindó todo su apoyo a Praxedis Balboa Gojon.165 En
efecto, Praxedis Balboa sería postulado candidato de ese partido a la gubernatura

164
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, legajo único, foja 12.
165
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Raúl Gárate Legleu, dfs, legajo único, fojas 10-21.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 173

del estado en el sexenio siguiente (1963-1969). En el mismo sentido se habrían


pronunciado los referidos Raúl Gárate y Tiburcio Garza Zamora.166
El apoyo político rindió frutos. A pesar de los antecedentes mencionados,
Roberto Guerra Cárdenas fue designado titular de la Oficina Fiscal del estado, en
la administración de Praxedis Balboa Gojon,167 quien, como se recordará, fue
también parte de la camarilla que participó en el desplazamiento del grupo de
Emilio Portes Gil.
Por su parte, Juan N. Guerra habría seguido con sus mismas actividades sin
recibir mayor molestia por parte de las autoridades del estado. Su familia seguiría
gozando de prestancia social: en 1962, su hija, Marbella Guerra, fue electa Reina
de los Charros en Matamoros, e incluso participó en un desfile en Brownsville,
durante la fiesta Charro Days,168 una celebración binacional auspiciada por empresa-
rios y notables de ambas ciudades desde los años treinta, de la que el propio Juan N.
Guerra había sido fundador.169 En 1967, esta organización se conjuntaría con
otra denominada Mr. Amigo, que en 1964 había designado a Miguel Alemán
Valdés como su primer homenajeado y representante.170 A esta última ceremonia
asis­tieron, entre múltiples personalidades, Terrance Leonhardy, director de la
Oficina­de Asuntos Mexicanos del Departamento de Estado; el procurador gene-
ral de Texas, Wagonner Carr; el comisionado de Seguridades e Intercambio, de
Austin, Texas, William King; el director ejecutivo de la Comisión Texana del Buen
Vecino, Glenn Garret; el alcalde de Houston, Louie Welch; el alcalde de Browns-
ville, Tony González; y, por la parte mexicana, Miguel Guajardo, coordinador del
Consejo Nacional de Turismo; el coronel Carlos I. Serrano; el gobernador de Ta-
maulipas, Praxedis Balboa, y el alcalde de Matamoros, Isidro González Saldaña.171
Además, en el contexto de la celebración por su arribo a Brownsville, el candidato
a senador, George Bush, había viajado expresamente a la localidad para saludar al
ex presidente mexicano, con quien incluso se tomó una fotografía que aparece en

166
Ibid.
167
Solorio Martínez, José Ángel (1997), Grupos de gobierno: Tamaulipas 1919-1992, Amacalli Edi-
tores, México, p. 360.
168
The Brownsville Herald (1962) (fotografía), “Matamoros Queen participates”, 4 de marzo, Browns­
ville, Texas, p. 12A.
169
The Brownsville Herald (1936), “Charro Club is organized. Unit in Matamoros to aid Fetes”, 22
de junio, Brownsville, Texas, p. 3.
170
Véase <http://www.charrodaysfiesta.com/history.htm> y <http://mramigo.com/About>.
171
The Brownsville Herald (1964), “Alemán receives warm reception as 1st Mr. Amigo”, 12 de octu-
bre, Brownsville, Texas, p. 1.

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174 Carlos Antonio Flores Pérez

The Brownsville Herald.172 La Cámara de Turismo de Matamoros publicó un


desplegado­en el mismo periódico para felicitar a Miguel Alemán Valdés por el
honor recibido.­173 Entre 1961 y 1964, el presidente de esa asociación era Roberto
Guerra Cárdenas.174
Décadas después, el hijo de Roberto Guerra Cárdenas, Jesús Roberto Guerra
Velasco, sería electo presidente municipal de Matamoros en 1984. El hijo de Raúl
Morales Farías —abogado de los hermanos Guerra—, Raúl Morales Cadena, sería
designado primer subprocurador general de justicia de Tamaulipas en 1987, duran-
te el sexenio de Américo Villarreal Guerra,175 y en 1993 sería nombrado procurador
general de justicia del estado, en la administración de Manuel Cavazos Lerma.­
A mediados de los ochenta, otro sobrino de Juan N. Guerra, Juan García
Ábrego, se haría cargo de operar su organización, que en los años noventa­era co-
nocida como el Cártel del Golfo.
En 1962, denuncias ciudadanas enviadas a la presidencia de la República daban­
cuenta de la continuidad de las operaciones de contrabando de diversos bienes y
sustancias ilegales en la frontera tamaulipeca. En una carta remitida el 22 de no-
viembre de ese año al presidente Adolfo López Mateos, José Pérez Mendoza daba
detalles de cómo se llevaban a cabo estas operaciones en las aduanas de Matamoros
y Ciudad Miguel Alemán, en Tamaulipas, y Piedras Negras, Coahuila, con el con-
tubernio de los jefes aduanales. Según la misiva, 70% del contrabando pasaba por
Ciudad Miguel Alemán, 15% por Matamoros y otro 15% por Piedras Negras.
En la primera de estas localidades, la operación contaba con el respaldo del
comandante del Resguardo Aduanal, Alejandro Bernal Garza, y el administrador,
Eduardo González. Recibiría también el apoyo de Guillermo Ortiz Rubio, jefe de
la Primera Zona Fiscal, y del primer comandante, Antonio Guerrero Velázquez.
Quienes llevaban a cabo las operaciones de contrabando eran, según la denuncia,
Ramiro Barrera, Juan González el Chapeado y Ramón Rodríguez, de quienes
señalaba­eran muy conocidos en Ciudad Miguel Alemán, donde gozaban de
impunidad­e influencias en los ámbitos aduanales. Según el informe, estarían en-

172
The Brownsville Herald (1964) (fotografía), “When politicos meet”, 12 de octubre, Brownsville,
Texas, p. 1.
173
The Brownsville Herald (1964) (desplegado), “Sr. Lic. Miguel Alemán Valdés”, 12 de octubre,
Brownsville, Texas, p. 12.
174
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Roberto Guerra Cárdenas, ips, legajo único,
foja 2. Véase, también, agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Raúl Gárate Legleu, dfs,
legajo único, fojas 10-21.
175
Prensa de Reynosa (1987), “El nuevo equipo. Mentes frescas nos gobiernan”, “Raúl Morales Ca-
dena, primer subprocurador”, 3 de marzo, Reynosa, p. 1C.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 175

cargados de traer la mercancía ilegal hasta la ciudad de México, donde se hospeda-


ban en el hotel El Diplomático. Asociados con ellos estarían varias personas de
origen árabe, entre ellos, Nicolás P. Canavati y Pedro Canavati, dueños de fábricas
de ropa en Monterrey, Nuevo León.176
Se trataba del mismo Juan González que, según cronistas históricos de Ciudad
Mier, como Antonio Guerra, contrabandeaba armas por la región, junto con San-
tiago Guerra Barrera el Chago y Lauro Balderas. De acuerdo con el historiador
local, estos personajes habrían sido proveedores de armas para Fidel Castro, que
en su momento habría de embarcarlas en el Granma, a finales de 1956.177 Aunque
no fue posible corroborar con documentos la versión de Antonio Guerra, lo cierto
es que Fidel Castro sí realizó viajes a Reynosa, Ciudad Victoria y otras localidades
del estado. En 1956 había establecido al menos un campo de entrenamiento para
su grupo insurgente en Abasolo, Tamaulipas, donde, en efecto, permanecieron
varios de sus seguidores.178
Aparentemente, el grupo también traficaba drogas psicoactivas. Desde marzo
de 1948, el referido Santiago Guerra Barrera había enviado una carta al presidente­
Miguel Alemán, firmando como Santiago G. Barrera, donde denunciaba que un
celador de la aduana de apellido Medrano, en San Pedro de Roma —futura Ciudad
Miguel Alemán—, había despojado a Lauro Balderas, originario de Mier, de una
cantidad de mariguana que el propio celador había vendido en 100 dólares, los que
habría compartido con el administrador aduanal de la estación.179
La creación del municipio de Ciudad Miguel Alemán, escindido de Mier en
septiembre de 1950, había tenido como trasfondo una disputa entre el grupo del
gobernador Raúl Gárate y el de Horacio Terán, quien habría de sucederle en
el gobierno local. El diputado de ese distrito, Valentín Barrera, cercano a Raúl
Gárate, había tenido dificultades con el alcalde de Mier, Marcial Garza Sarabia. Este
último había sido depuesto con el apoyo del gobernador Gárate, motivo por el
que se amparó ante la Suprema Corte, asesorado por Horacio Terán. El amparo
le fue concedido y por tanto fue repuesto en su encargo al frente de la alcaldía.
La creación del nuevo municipio limitaba los poderes de Garza Sarabia y preser-
vaba los intereses de la camarilla de Gárate en la región, a través de los parientes

176
agn. Arch. Pres. alm, expediente 541/248, fojas sin numerar.
177
Conversación con el autor, julio de 2011.
178
Acosta, Heberto Norman (2006), La palabra empeñada, Oficina de Publicaciones del Consejo de
Estado, La Habana, Cuba, pp. 277, 378, 384, entre otras.
179
agn, Arch. Pres. mav, expediente 703.4/328, fojas sin numerar.

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176 Carlos Antonio Flores Pérez

del diputado Barrera.180 En efecto, las familias Guerra y Barrera mantendrían el


control político del nuevo municipio durante varias décadas.181
En enero de 1996, el periodista Dane Schiller, del Brownsville Herald, entre-
vistó a Juan N. Guerra, quien habría indicado que su padre, Plácido Guerra Lerma,
provenía de Ciudad Mier, cerca de Ciudad Miguel Alemán.182 Juan N. Guerra
tenía operaciones importantes en la región. Como se recordará, el camión
propiedad­de Roberto Guerra Cárdenas, que transportaba el contrabando que había
originado la muerte del teniente coronel Octavio Villa Coss, había sido detenido
en la aduana de Ciudad Miguel Alemán. Según la versión de Óscar López Olivares
el Profe —un testigo protegido en el caso que se habría de seguir en contra de Juan
García Ábrego a mediados de los noventa, y quien había trabajado estrechamente
con Juan N. Guerra y con García Ábrego—, los personajes denunciados como con-
trabandistas en la carta enviada al presidente Adolfo López Mateos, eran cercanos
a Juan N. Guerra. Según este testigo, Guerra era afecto a trasladarse al municipio
de Agualeguas, Nuevo León, para asistir a las carreras de caballos organizadas por
Juan González el Chapeado, donde, además, éste le presentaría a otros personajes de
especial importancia, también oriundos de ese lugar: Raúl y Carlos Salinas Loza­
no.183 Entre 1958 y 1964, Raúl Salinas Lozano era secretario de Industria y Comer-
cio —la dependencia encargada de otorgar permisos de importación y exporta-

180
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 754-755.
181
En 1962, un reporte de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales sobre Advento Guerra
Barrera, figura política local, manifestaba cierto hartazgo popular por la continua permanencia
de estas familias en los cargos públicos. agn, dfs-ips, versión pública del expediente de Advento­
Guerra Barrera,­ ips, legajo único, fojas 1-2. La continuidad de estas familias en el gobierno­local se
puede verificar en <http://www.e-local.gob.mx/work/templates/enciclo/tamaulipas/municipios
/28025a.htm>. De 20 presidentes municipales electos entre 1950 y 2007, 12 tenían uno u otro
apellido, o ambos.
182
The Brownsville Herald (1996), “‘Destiny’ made Juan N. Guerra rich, powerful”, 26 de enero,­
Brownsville, Texas, disponible en <http://www.brownsvilleherald.com/news/matamoros-28819-
mexican-garcia.html>. Los registros oficiales de Plácido Guerra Lerma le señalan, por una parte,
como originario de Texas (según información proporcionada por su hijo, Roberto Guerra Cárde-
nas, en su acta de defunción), mientras que aquél habría señalado a Matamoros como su lugar de
origen, en el censo de 1930. Su fecha de nacimiento: 28 de agosto de 1890. Sus herma­nos fueron
bautizados en Matamoros. Dadas las características de la época y las migraciones temporales de
familias dedicadas a labores agrícolas, resulta posible que se hubiera trasladado a Matamoros a
una edad muy temprana, obteniendo su documentación oficial en esta localidad, o que, siendo
originario de ella, habitara durante diversos periodos en diferentes lugares en la zona. Todos los
datos fueron obtenidos en el sitio web genealógico: <https://familysearch.org>.
183
El Norte (1995), “Data de juventud amistad de los Salinas con capo”, 7 de junio, Monterrey,
versión electrónica.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) 177

ción— en el gobierno de Adolfo López Mateos.184 Además, era cuñado de Antonio


Ortiz Mena, quien se había casado con su hermana, Martha Salinas.185 En 2001,
un trabajo periodístico de Jean Francois Boyer refirió el contenido de un documen-
to del Centro de Inteligencia Antinarcóticos (Cian) del Estado Mayor de la Secre-
taría de la Defensa Nacional, titulado “Avances en el Análisis de la Información
sobre el Narcotráfico en México”, producido en 1995. Este documento aseguraba
que la relación entre Raúl Salinas Lozano y Juan González el Chapeado­era añeja, y
que este último era padrino de uno de sus hijos, Carlos Salinas de Gortari, nacido
en 1948, a quien incluso habría obsequiado un rancho.186
De nuevo, en 1960, una nota aparecida en la prensa tamaulipeca dio cuenta
de un encuentro singular. Una caravana de hombres de negocios y representantes
sociales de Tamaulipas se encontró con sus pares en el estado de Sinaloa. Se estre-
chaban lazos de amistad entre ambos grupos, que se consolidaban a partir de la
inauguración de una carretera que habría de unir las localidades de Mazatlán, Si-
naloa, y Matamoros, Tamaulipas. La ceremonia se llevó a cabo en una zona
conocida­como El Espinazo del Diablo, en los límites de Durango y Sinaloa, y
estuvo encabezada por el presidente Adolfo López Mateos. A ella asistieron el go-
bernador de Tamaulipas, Norberto Treviño Zapata, y una amplia comitiva de
funcionarios y notables tamaulipecos, así como diversas autoridades sinaloenses.
Por lo que se refiere al grupo de tamaulipecos, uno de sus integrantes, Emilio
Villarreal Guerra —director de Información y Turismo del gobierno estatal, y
hermano del futuro gobernador Américo Villarreal Guerra— entregó un puño de
tierra tamaulipeca y un garrafón con agua del Golfo de México, para significar la
unión simbólica entre ambas latitudes. La comitiva tamaulipeca estaba integrada,
también, por el presidente municipal de Matamoros, Miguel Treviño Emparán;
Raúl Garza González, presidente de la Junta Federal de Mejoras Materiales; Óscar
Pérez Cárdenas, del Comité Pro Puerto Marítimo; Luis H. Ávila, de la Asociación
Algodonera Mexicana; Alfredo Alarcón, presidente de la Asociación Algodonera
Mexicana; Jesús de la Garza, de la Asociación de Uniones de Crédito; señor J. Gua-
dalupe Cantú, gerente de la Cámara de Comercio; señor Dionisio Sáenz, del

184
Camp, Roderic Ai (1976), op. cit.
185
El parentesco entre ambas familias se puede apreciar en la versión en inglés de la misma obra de
Camp (1976: 641).
186
Boyer, Jean Francois (2001), La guerra perdida contra las drogas. Narcodependencia del mundo
actual, Grijalbo, México, p. 116. Extractos de este documento fueron también publicados por
el reportero Juan Veledíaz, en Milenio Semanal (1998), “La red política del narco: Carrillo Olea,
Hank, Federico De la Madrid. Informe secreto de Inteligencia Militar”, 18 de mayo, México, pp.
26-33.

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178 Carlos Antonio Flores Pérez

Casino Matamorense; Fernando Talavera, presidente del Club de Leones; Arnoldo


Gutiérrez, presidente del Club Rotario; Mario Martínez Carrouche, de la Asocia-
ción Médica; Óscar Zolezzi, por el Club de Sembradores de Amistad; Delmiro
Villarreal, del Club 20-30; Ramiro González, del Centro Bancario; Alfonso
Montemayor,­ del Club de Leones; José Ma. González, por la Cámara de Comer-
cio, y Frago Sandoval, director general del periódico Noticiero Diario de la Tarde,
representando a la prensa de Tamaulipas.187
La contraparte sinaloense contó con la presencia del entonces senador por esa
entidad, Leopoldo Sánchez Celis, y el presidente municipal de Mazatlán, Antonio
Toledo Corro, entre otras personalidades.188
La vinculación entre ambas entidades y la amistad de algunos de los hombres de
prosapia en Tamaulipas y Sinaloa habría de fructificar en otros asuntos, más allá
de la construcción de infraestructura carretera, según se verá en el siguiente capítulo.

187
Noticiero Diario de la Tarde (1960), “La voz del tamaulipeco escuchada con cariño en una cere-
monia presidencial. Del ‘Espinazo del Diablo’ llegó el mensaje de cariño y armonía. Profunda
experiencia de la Caravana de Amistad del Pueblo Matamorense; funcionarios y estados nos
estrechan la mano”, 13 de diciembre, Matamoros, pp. 1 y 3.
188
Noticiero Diario de la Tarde (1960) (fotografía), “Una prueba de su amistad”, 13 de diciembre,
Matamoros, p. 1.

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4. Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas
en Tamaulipas (1964-1988)

A mediados de los años sesenta, las instituciones y prácticas del régimen posrevo-
lucionario estaban ya plenamente consolidadas. La clase política mantenía una
hegemonía sin precedentes, que mostraba la continuidad de varios personajes que
habían iniciado su carrera política a edad temprana, 20 años antes, y ahora, ya
maduros, mantenían una influencia considerable en las estructuras de autoridad y
la toma de decisiones.
Es también en los primeros años de esta época cuando comienza a establecer-
se una transición generacional, con la aparición de nuevos actores que con
frecuencia­crecieron en el sistema bajo la influencia de mentores de prosapia en la
política mexicana, de quienes heredaron no sólo usos y tradiciones, sino inclina-
ciones y contactos. Las camarillas se regeneraron a partir de la inclusión de nuevos
miembros, más jóvenes, hacia los cuales canalizaron su apoyo político a fin de fa-
vorecer la preservación de su influencia, sus proyectos e intereses, mediante la
continuidad de sus integrantes en los cargos públicos.
La concepción patrimonialista de la política mexicana y su ejercicio autoritario
arraigaron con especial virulencia en las instituciones de seguridad. En ellas, las
condiciones de corrupción endémica favorecieron prácticas ajenas a toda ley, de
uso arbitrario del poder y desvío permanente en el funcionamiento institucional
para proteger a actores delictivos. Todo ello, potenciado por un contexto de des­
arrollo acelerado de un mercado de productos ilegales altamente solicitados.
La creciente demanda de drogas psicoactivas ilegales al norte de la frontera
agravó las disfuncionalidades ya existentes del Estado mexicano, especialmente, la
corrupción extrema en el sistema de seguridad y justicia, subordinado con frecuen-
cia a los designios de actores políticos vinculados con intereses criminales, capaces
de desviar o impedir su funcionamiento para brindarles impunidad.
Estas condiciones, apenas limitadas por los propios mecanismos disciplinarios
formales e informales del régimen, se multiplicarían hasta generar problemas de
in­se­guridad y violencia, que ya a mediados de los años ochenta comenzaban a
erosionar las condiciones de gobernabilidad y convivencia social en diversas
regiones­del país, incluido el estado de Tamaulipas. Dada la debilidad institucional
que semejantes situaciones habían prohijado, esa violencia y zozobra social estallarían­

179

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180 Carlos Antonio Flores Pérez

hasta niveles inéditos, años después, una vez que la vigencia del régimen posrevo-
lucionario llegase a su fin, junto con los antiguos mecanismos de contención­que
le caracterizaban.
Desde luego, semejantes procesos no pueden ser considerados producto de la
voluntad o responsabilidad de todos y cada uno de los integrantes de una clase
política, por más que ésta estuviera inmersa en la dinámica de un sistema de co-
rrupción institucionalizada. Siempre hay excepciones de funcionarios y figuras de
autoridad probas, en cualquier contexto político posible.
La información pública disponible para analizar los hechos es incompleta y,
por tanto, tampoco es posible asignar responsabilidad exclusiva de todo el fenó-
meno complejo del tráfico de drogas sólo a determinadas figuras. Sin embargo,
fetichizar a la delincuencia organizada dedicada a esta actividad y su evolución en
el pasado reciente, y suponer que ésta se desarrolló sin la participación específica
de personajes determinados puede ser, por lo menos, igual de erróneo. A ello
apuntan las evidencias documentales, parciales e incompletas, pero lo suficiente-
mente sólidas para considerar probable la existencia de responsabilidades concretas
de algunos de los involucrados, aquellos que en sus acciones dejaron diversas hue-
llas, rastreables en fuentes oficiales y en información pública. Es posible suponer
que las acciones de otros tantos pudieran no haber sido documentadas por las
instituciones o que los investigadores no tengamos acceso a los informes correspon­
dientes, o bien, que la permanencia en el poder de determinados actores les hubiera­
permitido borrar sus propios elementos incriminatorios. Como consecuencia, la
información que aquí se presenta sólo establece correlaciones que, a la luz del
tiempo transcurrido y la propia naturaleza circunstancial o si acaso indicativa de
las evidencias, no aspiran a otra cosa que a aportar elementos para la construcción
gradual de una verdad histórica.
En el ámbito nacional, la camarilla de Miguel Alemán mantuvo una fuerte
influencia no sólo en los ámbitos financieros, sino en los de procuración y admi-
nistración de justicia. Como se vio en el capítulo anterior, y se hará de nuevo pa-
tente aquí, en este nuevo periodo, algunos de sus antiguos integrantes y otros
tantos vinculados políticamente con la misma, parecen haber estado involucra-
dos en la protección al tráfico de drogas.
En el caso de Tamaulipas, uno de los rasgos característicos de la política local
en el periodo del que este capítulo se ocupa, sería también la continuidad de per-
sonajes que arribaron al poder a partir de 1947, en muchas de las instituciones de
mayor relevancia de la entidad. Con la excepción del periodo comprendido entre
1975 y 1981, a cargo de Enrique Cárdenas González, es posible considerar que la

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 181

política del estado siguió controlada, en términos generales, por los grupos que
habían desplazado al portesgilismo en Tamaulipas apoyados por la camarilla de
Alemán y por sus herederos. En el ámbito local, una nueva influencia poderosa
surgió hacia 1964, cuando un político tamaulipeco perteneciente a una nueva
generación, Emilio Martínez Manautou, fue designado secretario de la presidencia
durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, y quien fuera uno de los principales
prospectos para sucederle en el poder. Desde su encargo en la presidencia de la
República, Martínez Manautou estuvo en condiciones de ejercer gran influjo sobre
la política del estado.
La sucesión presidencial de 1970 conjuntó, en torno de Martínez Manautou,
a algunos integrantes del antiguo círculo alemanista y a nuevos personajes de la
política mexicana. Entre los primeros se encontraba, por ejemplo, Óscar Flores
Sánchez y, entre los segundos, Carlos Hank González, Raúl Salinas Lozano y
Leopoldo Sánchez Celis.
Martínez Manautou perdió la sucesión presidencial de 1970 y fue sujeto al
ostracismo político durante el gobierno de Luis Echeverría, pero en 1976 regresa-
ría al gabinete presidencial de José López Portillo, quien, en 1981, le impulsó para
alcanzar la candidatura al gobierno de Tamaulipas, lo que implicó de nueva cuen-
ta el posicionamiento de varios actores vinculados con las camarillas políticas que
habían ejercido el poder desde 1947, ahora con nuevos respaldos dentro del ámbito­
federal.
De cualquier manera, la breve interrupción en la hegemonía establecida por
estos grupos políticos en el estado no sería óbice para que la organización de Juan
N. Guerra continuara acrecentando su poder e influencia en la entidad, en buena
medida, gracias al apoyo recibido por varios de los actores con ambas camarillas,
que en tal aspecto parecen haber compartido los mismos intereses.
El cambio generacional no fue obstáculo para una nueva etapa de la reconfigu-
ración cooptada del Estado, que tomaría, además, nuevas dimensiones hacia finales
de los años ochenta. La imbricación de intereses políticos, económicos y criminales,­
el sesgo en el funcionamiento de los aparatos judiciales y de seguridad para brin-
darle impunidad a determinados grupos criminales, favorecido por personajes
políticos vinculados estrechamente con los delincuentes, se mantuvo constante.
Semejante tendencia alcanzó nuevas proporciones debido a la confluencia de estas
prácticas con el crecimiento exponencial de la demanda de drogas, en particular,
de cocaína.

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182 Carlos Antonio Flores Pérez

Tamaulipas: contexto sociodemográfico (1970-1980)

Vale la pena iniciar con una semblanza de la situación socioeconómica del estado
de Tamaulipas en el periodo que transcurre entre 1970 y 1980, época en que el
tráfico de drogas en la entidad habrá de presentar un crecimiento inusitado.
En 1970, Tamaulipas contaba con una población total de 1 456 858 habitan-
tes (1 004 435 urbanos y 452 423 rurales), que en 1980 ascendería a 1 924 484
(1 445 960 urbanos y 478 524 rurales).1 En el inicio de la década de los setenta,
34.2% de la población vivía en localidades de menos de 5 000 habitantes; en el
primer año de la década siguiente, la proporción se redujo a 27.9%.2 La tasa de
crecimiento poblacional en la década de 1970 a 1980 fue 3.6% en promedio anual.
Las mayores concentraciones poblacionales eran los municipios de Tampico
(267 957), Matamoros (238 840), Reynosa (211 412), Nuevo Laredo (203 286),
Ciudad Victoria (153 206), Ciudad Madero (132 444), Ciudad Mante (106 426),
Río Bravo (83 522), Valle Hermoso (48 343) y San Fernando (45 343).3 En 1970,
la densidad de población en el estado fue de 18 personas por kilómetros cuadrados,
mientras que en 1980 se incrementó a 24 por kilómetros cuadrados.4
En 1980 Tamaulipas contaba con el mayor porcentaje de habitantes nacidos
en el extranjero (1.8% de su población total), respecto a los demás estados de la
frontera norte. De la población asentada en la entidad, 23.4% había nacido en otro

1
inegi, XI Censo General de Población y Vivienda, 1990. Citado en Piñera Ramírez, David (coord.)
(1994), Visión histórica de la frontera norte. Tomo VI. La frontera en nuestros días, Universidad Au-
tónoma de Baja California/Editorial Kino/El Mexicano, Tijuana, Baja California, p. 237.
2
Datos obtenidos de los censos de población y vivienda del Consejo Nacional de Población. Cita-
dos en una presentación de Jorge Trujillo, sociólogo de la Universidad Autónoma de Tamaulipas,
titulada Tamaulipas. Marginación y pobreza (s.f.).
3
La cantidad de habitantes es retomada de la Secretaría de Programación y Presupuesto, X Censo­
General de Población y Vivienda, 1980, estado de Tamaulipas, vol. I, t. 28, 1983, citado en Zorri­lla,
Juan Fidel y Manuel Ignacio Salinas Domínguez, “El Noreste: Tamaulipas”, en Piñera Ramírez,
David (coord.), Visión histórica de la frontera norte…, p. 78. Los datos referentes al número de ha-
bitantes para cada municipio corresponden a 1980. Cabe señalar que el municipio de Matamoros
tuvo un crecimiento vertiginoso entre 1940 y 1950, años en que pasó de contar con una población
de 54 136 habitantes a 128 347. La razón fundamental de ese crecimiento fue la inmigración de
trabajadores hacia la localidad, debido a la instalación de plantas despepitadoras de algodón. En
fechas posteriores a 1960, los costos de producción de este cultivo y el declive de su mercado favo-
recieron cambios en los productos agrícolas generados a partir de esa época. Ibid., p. 82.
4
Zorrilla, Juan Fidel y Manuel Ignacio Salinas Domínguez, op. cit., p. 67

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 183

estado de la República —cifra sólo inferior a Baja California (43.7%) y Nuevo


León (24.7%)—.5
En 1970, 15.7% de la población de 15 años o más era analfabeta, proporción
que disminuyó a 9.7% en 1980; adicionalmente, 65.2% de ese mismo universo
de población no había concluido sus estudios de primaria en 1970, mientras que
10 años más tarde el porcentaje era 44.4%.6
En 1970, 54.3% de la población tamaulipeca habitaba en viviendas que care-
cían de drenaje y excusado, condición en que se encontraba 45.7% de la gente en
1980. En 1970, 35.9% de la población carecía de energía eléctrica en sus casas, y
en 1980 la cifra se redujo a 21.9%. En 1970, 33.9% de la población no tenía agua
entubada, y en 1980 esta proporción disminuyó ligeramente a 27.8%. En 1970,
40.5% de la población habitaba viviendas con algún grado de hacinamiento;­en
1980 la cantidad aumentó a 63.9%. En el primer año mencionado, 33.6% de la
población habitaba viviendas con piso de tierra, mientras que 10 años más tarde
el número se redujo a 18%.7
En 1970, Tamaulipas generaba 3.18% del producto interno bruto (pib) de
México, con 14 144 000 pesos, de los 444 271 000 que integraban el total nacional,­
cifra que le confería el tercer lugar de mayor generación de recursos en la frontera
norte.8 Diez años más tarde, en 1980, su participación en el pib nacional se redu-
ciría a 2.95%, con 126 084 000 pesos de los 4 276 490 000 pesos que integraban
el total.9
La población económicamente activa (pea) de Tamaulipas fue, en términos
absolutos, la tercera más amplia de todas las entidades ubicadas en la frontera
norte, tanto en 1970 como en 1980.10 En 1970, la pea tamaulipeca era de 381 771
personas, de las cuales 33% se dedicaban a la agricultura, 23% a la industria, 39%
al ramo de servicios y 3% adicional a actividades no especificadas.11 En 1980, la
pea era de 624 497 personas, de las cuales 19% se dedicaban a la agricultura, 20%

5
Datos tomados del inegi, Censo General de Población y Vivienda 1980, citado en Piñera Ramírez et al.,
op. cit., p. 232.
6
Trujillo, Jorge, op. cit.
7
Ibid.
8
inegi, Dirección General de Contabilidad Nacional y Estadísticas Económicas. Las cifras se consi-
deran a precios de productor.
9
Ibid.
10
Véase Piñera Ramírez, op. cit., p. 233.
11
La información procede de los censos generales de población, citada en Piñera Ramírez, op. cit.,
p. 138.

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184 Carlos Antonio Flores Pérez

a la industria, 61% a los servicios y 1% a actividades no especificadas.12 Sin em-


bargo, en 1970, sólo 25% de la población total del estado era económicamente­
activa, incluyendo en esta consideración a todas las personas mayores de 12 años;
y en 1980 esta se redujo a 24.5% del total.13 En 1970, 50.8% de la población ocu­
pa­da percibía ingresos de hasta dos salarios mínimos; 10 años más tarde, la pro-
porción se incrementaría considerablemente, para alcanzar 75.2%.14
En síntesis, en la década de 1970-1980, Tamaulipas era una entidad inmersa
en un proceso de urbanización acelerado, atractiva para la migración interna, e
incluso para el establecimiento de extranjeros en su suelo, con una densidad po-
blacional media compuesta mayoritariamente por una población joven que con-
taba con una masa crítica relevante de personas con ingresos formales dedicada
especialmente al sector terciario. No obstante, se caracterizaba también por poseer
una población formalmente remunerada que era proporcionalmente menor a la
de otras entidades fronterizas, con una amplia porción de habitantes de bajos re-
cursos, de manera que evidenciaba grados no desdeñables de marginación.
La acelerada urbanización, la presencia relevante de grupos poblacionales con
poco arraigo social en la entidad, y las condiciones notables de marginación de im-
portantes estratos de la sociedad tamaulipeca favorecerían, por una parte, los signi-
ficativos grados de violencia en varias de sus localidades, especialmente, las fronte­
rizas, por otra, la reproducción de esquemas de poder caciquiles y clientelares
agudizados por las características propias del régimen político vigente durante esa
época en el país.
El carácter fronterizo de Tamaulipas le dotaba de condiciones favorables para
la proliferación de actividades ilícitas, favorecidas por antecedentes históricos am-
pliamente arraigados de ilegalidad y corrupción, vinculados, sobre todo, con el
contrabando de bienes diversos, según se verá más adelante.
Por lo pronto, una semblanza de las condiciones en que operaba el tráfico de
drogas en la región a comienzos de la década de los setenta es útil para apreciar
algunos de los factores que se mantendrían constantes en los años por venir, y las
transformaciones en la operación del negocio ilícito a partir del fortalecimiento de
la protección institucional sobre el mismo, durante el régimen autoritario.

12
Ibid.
13
Zorrilla, Juan Fidel et al., op. cit., p. 67.
14
Trujillo, Jorge, op. cit.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 185

El contexto del tráfico de drogas en México a comienzos


de los setenta y sus particularidades en la región noreste

A finales de los años sesenta, el consumo de drogas se había incrementado entre


los jóvenes de clase media de los Estados Unidos, motivado por la expansión de un
movimiento contracultural y las secuelas de adicción que generó el amplio uso de
enervantes por parte de las tropas estadounidenses en la guerra de Vietnam.15
México era, en esos años, un proveedor importante de mariguana y goma de opio
para el mercado estadounidense. El gobierno de ese país, cada vez más presionado
por su propia opinión pública, comenzó a su vez a ejercer presión sobre su homó-
logo mexicano. En 1968, durante la campaña presidencial estadounidense, el can-
didato Richard Nixon retomó dentro de su discurso el combate a las drogas. En
1969, como presidente, Nixon puso en marcha la Operación Intercepción desti-
nada a presionar al gobierno mexicano para que éste prestara una mayor colabo-
ración en el combate al tráfico de drogas.16 Esta operación mantuvo prácticamente­
cerrada la frontera entre Tijuana y San Isidro por tres semanas, durante el otoño
de 1969, lo que generó amplias críticas del lado sur de la frontera.17
Dos años después de la puesta en marcha de la Operación Intercepción, el
director de la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas de los Estados Unidos,
John Ingresoll, entregó a la Procuraduría General de la República una carta de
felicitación, firmada por el propio Richard Nixon, en la que reconocía a México
como “el colaborador más estrecho de su país en la campaña contra el narcotráfico”.18
Entre los principales logros se destacaba que en menos de dos años el gobierno
mexicano había logrado destruir 25 millones de metros cuadrados de superficie
dedicados al cultivo de opio, así como 10.6 millones de metros cuadrados de plan-
taciones de mariguana.19
El primer subprocurador general, David Franco Rodríguez, señaló que era
encomiable la labor de la Policía Judicial Federal (pjf ), entonces bajo las órdenes
del general Edmundo Arriaga López, y señaló que, por primera vez en la historia,

15
Ruiz-Cabañas I., Miguel (1993), “La campaña permanente de México: costos, beneficios y con-
secuencias”, en Smith, Peter H., El combate a las drogas en América, fce, México, p. 212.
16
Ibid., p. 212.
17
Castañeda, Jorge G. y Robert A. Pastor (1989), Límites en la amistad. México y Estados Unidos,
Joaquín Mortiz/Planeta, México, p. 304.
18
Excélsior (1971), “El presidente Nixon felicita a México por su labor en la lucha al narcotráfico”,
1 de julio, México, p. 1, secc. C.
19
Ibid.

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186 Carlos Antonio Flores Pérez

en los seis meses previos se habían logrado decomisar más de 100 kilos de drogas.
La cifra exacta eran 149 kilos, de los cuales 109 habían sido cocaína y 40, heroína.20
Desde entonces se aprecia la proclividad de los funcionarios mexicanos a de-
sarrollar cálculos económicos estratosféricos —así fuera a precios de la época—,
cuando se trata de estimar el negocio de las drogas. Franco Rodríguez señaló que
esos decomisos contaban “[…] con un valor de 149 millones de pesos— los cuales
se hubieran triplicado en caso de haber llegado al mercado negro, en el menudeo,
una vez ya alterada la droga como lo hacen los narcotraficantes”.21
La Policía Judicial Federal reportó los siguientes datos en materia de combate
a las drogas en todo el país, entre octubre de 1969 y mayo de 1971:

Amapola: plantíos destruidos: 10 356; superficie en m2: 26 208.942; matas destrui-


das: 283 330 068; semillas decomisada: 307.5 kilogramos.
Mariguana: plantíos destruidos: 2 168; superficie en m2: 13 415 931; mariguana
incinerada: 418.5 toneladas; semilla decomisada: 336 kilos.
Otros decomisos: opio: 76 kilogramos: heroína: 40.5 kilogramos; morfina: 7 kilo-
gramos; avionetas: 4; barcos: 5; automóviles: 25.
Acción penal: averiguaciones previas: 1 338; personas detenidas: 4 570; extranjeros
inculpados: 846.22

Según la fuente de estos datos, la mayor parte de extranjeros detenidos por


delitos contra la salud en México eran estadounidenses.23
A principios de los años setenta no había iniciado el comercio de grandes
proporciones de cocaína sudamericana. El traslado de cocaína a México tampoco
era aún competencia virtualmente exclusiva de las organizaciones delictivas colom-
bianas, como lo sería tan sólo unos años más tarde, durante las décadas de los
ochenta y noventa. De hecho, las autoridades estadounidenses consideraban en-
tonces que los principales países abastecedores de clorhidrato de cocaína de las
organizaciones delictivas estadounidenses eran Bolivia, Ecuador y Perú, según
señaló Raymond Shafer, presidente de la Comisión Nacional de Estados Unidos

20
Ibid.
21
Ibid.
22
El Día (1971), “México debe dejar de ser productor de narcóticos o trampolín de venta”, 1 de
julio, México, p. 2.
23
Ibid.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 187

sobre la Mariguana y Abuso de Drogas, durante su visita a Perú, declaración que


fue recogida por la prensa mexicana.24
En julio de 1971 fue detenido en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de
México, por agentes de la pjf adscritos a la Interpol, el peruano Octavio Felizes
Jeri (o Felices Jari) que, según los diarios mexicanos, era un reputado traficante in-
ternacional de drogas.25 Según una nota periodística, el peruano estuvo al frente
de una corporación policiaca del Perú —cuyo nombre no indica— durante 15
años, y poseía un laboratorio de procesamiento de cocaína en Lima, Perú.26 Utili-
zaba su cargo para vender protección a traficantes de droga e incluso para manejar
una red de tráfico que, en 1970, le había permitido introducir en México más de
40 kg de cocaína pura que fueron vendidos a un argentino de apellido Macuito.27
Felices Jari reveló los valores de producción y ganancia de la droga: “El costo de
fabricación por kilo es de dos mil pesos y esa misma cantidad se vende en Perú a
cuatro mil dólares, y más tarde, en los EU, en cerca de dos millones de dólares”.28
La prensa mexicana, en general, fue menos atraída por hechos que mostraban
la existencia de problemas similares a los que se pueden apreciar en el caso del
peruano Felices Jari, relativos a las instituciones de seguridad mexicanas. En agos-
to de 1971, el coronel mexicano Manuel Suárez Domínguez, ex titular de la Policía­
Judicial Federal, se ahorcó en su celda en la prisión de San Antonio, Texas, donde pur-
gaba una condena de seis años de prisión —llevaba dos— por los delitos de tráfico­
de drogas. Según la fuente periodística, “el militar había sido hallado culpable­de
contrabando de estupefacientes y se sabía de sus estrechas ligas con una red interna­
cional que se dedicaba a la ilícita actividad”.29 Había sido detenido en San Antonio,
Texas, en 1970, junto con su mujer. Transportaba 89 libras de heroína procedentes
de Francia e introducidas a los Estados Unidos por Laredo, Texas, localidad colin-
dante con Nuevo Laredo, Tamaulipas.30
Incluso en el contexto del combate a la guerrilla rural en el estado de Guerrero­
por parte de las fuerzas de seguridad del Estado se aprecian ya claramente la comi-
24
El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Bolivia, Ecuador y Perú, principales abastecedores de dro-
gas a EU”, 10 de enero, Nuevo Laredo, p. 1, primera sección.
25
Avance (1971), “Narcotraficante internacional fue capturado por agentes federales”, 27 de julio,
México, p. 6.
26
El Heraldo de México (1971), “El narcotraficante peruano resultó ex jefe policiaco; lo consignan”,
29 de julio, México, p. 12.
27
Ibid.
28
Avance (1971), “Narcotraficante internacional…”, p. 6.
29
Avance (1971), “Se ahorcó Suárez Domínguez”, 5 de agosto, México, p. 8.
30
The Victoria Advocate (1972), “Mexican mobsters spread blood, violence”, 27 de agosto, Victoria,
Texas, pp. 1-10A.

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188 Carlos Antonio Flores Pérez

sión de actos de extorsión directa de éstas sobre los traficantes de drogas. En julio
de 1971, una nota periodística de un diario de circulación nacional señaló que:

Diez y ocho “agentes confidenciales” adscritos a la zona militar de Guerrero han


resultado inútiles en la captura del grupo de abigeos de Lucio Cabañas y Jenaro
Vázquez Rojas [sic], debido a que en lugar de perseguir a éstos se han dedicado a
capturar traficantes de opio y mariguana.
Lo anterior fue revelado en fuentes de la Procuraduría General de la República,
en donde se sabe que los agentes encargados de combatir el tráfico de enervantes en
Acapulco y las Costas grande y chica, han tenido frecuentes fricciones con los lla-
mados “agentes confidenciales” que son nombrados —según afirman ellos mismos—
en forma privada por el Jefe de la Zona Militar.
Resulta que con el pretexto de que están ligados a supuestos movimientos sub-
versivos, muchos traficantes son detenidos en la zona militar, de donde, después de
ser interrogados durante varios días, salen libres de ahí mismo y sólo algunas veces
son consignados al Ministerio Público Federal.
El inconveniente radica, según nuestros informantes, en que tales “agentes” son
reclutados entre hampones, gente sin escrúpulos o ex agentes cesados de alguna
policía por hechos de sangre. No llevan ninguna identificación. Se dice que actual-
mente hay 8 en Chilpancingo y 10 en Acapulco.
El “agente confidencial” Armando Cortés Colmenares y su pareja Efrén Gómez
Olivares extorsionaron a dos norteamericanos con 50 mil pesos por traficar mariguana­,
las víctimas se quejaron y ambos están procesados por extorsión ante un juez fe­
deral.31

En Guerrero, en 1971, entre los principales jefes militares encargados de ar­


ticular el combate a la guerrilla de Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrien-
tos se encontraban Francisco Quirós Hermosillo y Mario Arturo Acosta Chaparro;
este último también participó dentro de instituciones civiles como jefe de la Policía­
Judicial del estado.32 Ambos serían procesados por la justicia militar a principios
de la década de 2 000 por considerárseles protectores de la organización del trafi-
cante de drogas Amado Carrillo Fuentes.

31
El Sol de México (1971), “Contratan a ex hampones como agentes confidenciales”, 17 de julio,
México, p. 1 secc. A.
32
El Sur. Periódico de Guerrero (2002), “Acusan a Acosta Chaparro y Quirós de 134 homicidios
en Guerrero en los 70”, Acapulco, Guerrero, disponible en <http://www.suracapulco.com.mx/
anterior/2002/septiembre/28/guerrero.htm>.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 189

En México, las cantidades de cocaína incautada —modestas para los parámetros­


actuales, según se pudo constatar en las cifras proporcionadas en las declaraciones
jubilosas de los funcionarios de la Procuraduría General de la República de la
época— eran con frecuencia transportadas por personas oriundas de los estados
del noroeste del país, particularmente de Sinaloa. Por ejemplo, el 3 de julio de
1971, un joven sinaloense de 27 años, Héctor Manuel Elenes Gastélum, estudiante­
de medicina, fue detenido en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México,
procedente de Guayaquil, Ecuador, con 2.1 kg de cocaína oculta en su equipaje.
De acuerdo con la nota, recibiría 10 000 pesos por realizar el viaje, transportar la
droga y entregársela a sus compradores.
La prensa de la época incluso confunde con frecuencia la heroína y la cocaína.
En agosto de 1971 se dio a conocer el aseguramiento de 2.3 kg de cocaína —otra
fuente periodística señaló que era heroína— en Culiacán, Sinaloa. La pjf detuvo
a Rosa Lilia Lara Pérez, su hermana Florentina, y sus cuñadas, Blanca Estela Salazar­
de Lara y Elba Villa de Lara, quienes según sus propias declaraciones llevaban ya
tiempo dedicándose al tráfico de drogas, surtiéndose de ellas con un individuo de
nombre Ernesto Fonseca.33 Es probable que el proveedor señalado fuera Ernesto
Fonseca Carrillo don Neto, importante traficante de drogas sinaloense, quien 15
años más tarde saltaría a la fama pública nacional y sería detenido por las autori-
dades mexicanas en el contexto de las investigaciones derivadas del asesinato del
agente de la dea, Enrique Camarena Salazar.

Tráfico de drogas en la región noreste

En la región noreste del país se ensayaba la producción masiva de cultivos ilícitos


que, sin embargo, no ha logrado perdurar desde entonces. En agosto de 1971, en
Nuevo León, fueron destruidos siete plantíos de mariguana, con una superficie de
11 700 m2. La nota no precisa la ubicación específica de los mismos ni la identidad­
de las tres personas detenidas en estos hechos.34

33
El Universal Gráfico (1971), “Capturan cocaína pura valuada en un millón de pesos, en Culia-
cán”, 6 de agosto, México, p. 7. Véase, también, Excélsior (1971), “Cayó en Culiacán una banda
de mujeres traficantes de heroína”, 6 de agosto, México, p. 16.
34
El Heraldo de México (1971), “Elementos del ejército asestaron severos golpes a traficantes de
estupefacientes”, 7 de agosto, México, p. 11.

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190 Carlos Antonio Flores Pérez

En el noreste de México existían también operaciones de tráfico de drogas


durante esa época, mismas que evidencian un espectro muy amplio en su capacidad
y sofisticación. Algunos casos evidenciaban una capacidad de tráfico nada despre-
ciable. En julio de 1971, en Torreón, Coahuila, Rogelio Puentes Martínez, Salvador­
Contreras Martínez y Juan Rodríguez Gallegos fueron detenidos por autoridades
federales, con 1 650 kg de mariguana en greña y 332 carrujos.35
También, en Roma, Texas, cerca de la frontera con el municipio tamaulipeco
de Miguel Alemán, fueron aseguradas dos toneladas de mariguana transportadas
en un camión, por el fbi y el Buró Federal de Narcóticos de ese país. La transportaban
David Molina Jaramillo, oriundo de Ciudad Mier y Jorge de Valencia Ortiz, de
Ciudad Miguel Alemán.36
Pero uno de los aseguramientos más importantes de la época tuvo lugar en
Ciudad Mier, donde 15 agentes de la pjf y otros tantos elementos del ejército se
enfrentaron con un grupo de traficantes de droga, tras lo cual lograron capturar a
dos de ellos, de nombre Juventino Cavazos —reconocido agricultor de la región—
y otro individuo de apellido Hinojosa. Tras la confrontación fueron aseguradas
ocho toneladas de mariguana.37
Hacia 1973, la presencia de las instituciones federales de seguridad, a lo largo
de la frontera tamaulipeca, era irregular y precaria, al grado que el arresto de trafi-
cantes de droga fue llevado a cabo, en ocasiones, por la participación directa de
policías extranjeros.
El 11 de enero de ese año, la prensa local resaltó la detención de cinco narco-
traficantes en Reynosa, que tenían en su poder 1 kg de heroína valuado en un
millón­de pesos. El arresto había sido realizado el día anterior, en el motel El Virrey,
donde fueron detenidos Horacio Vázquez García, de 29 años de edad, con domi-
cilio en ciudad Díaz Ordaz, Tamaulipas; Francisco Treviño González y Fernando
Cantú García, con domicilios en Reynosa; y Elmer Snell García y Ramón Ortega, de
nacionalidad mexicana, pero con domicilio en Puerto Isabel, Texas. El hecho a
destacar es que el aseguramiento fue realizado por elementos del Departamento de
Narcóticos de los Estados Unidos, junto con policías uniformados, quienes auxi-

35
La Prensa (1971), “Plantíos de amapola y mariguana, destruidos”, 23 de julio, México, p. 29.
36
El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Detienen dos toneladas de mariguana en Roma, Texas”, 19
de enero, Nuevo Laredo, p. 3, primera sección.
37
El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “En Cd. Mier, judiciales federales capturaron un cargamento
de 8 toneladas de mariguana”, 21 de enero, Nuevo Laredo, p. 8, segunda sección.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 191

liaron al único agente de la policía Judicial Federal que se desempeñaba en la


ciudad­de Reynosa, de apellido García Montes.38
Los detenidos fueron trasladados a Nuevo Laredo, debido a que no existía
agencia del Ministerio Público Federal en Reynosa. Los propios federales esta-
dounidenses refirieron que “en sus investigaciones se han percatado de que en
Reynosa hay más narcotraficantes que se vienen dedicando a la venta de estupefa-
cientes, pero no encuentran la cooperación suficiente para combatirlos.”39 El ins-
pector de la policía local, Jaime Villarreal Tijerina, se manifestó sorprendido por
la rápida acción de los agentes federales estadounidenses, y manifestó a la prensa:
“Si los venían siguiendo desde la ciudad de San Antonio, Texas, ¿por qué no los
esperaron a que regresaran con la droga para detenerlos en su país?”.40
Nacionalismos aparte, la respuesta indirecta podía hallarse en una nota que
apareció algunos días después. Tampoco las autoridades mexicanas encontraban el
mejor espíritu de colaboración entre ellas mismas: el agente del Ministerio Público
Federal, Guillermo García González, habilitado como tal por el Ministerio de Ley,
dada la ausencia de una representación formal de esa institución, había enviado
oficios al inspector de policía, Jaime Villarreal Tijerina, solicitándole que le fueran
presentados todos los elementos de la policía a su cargo, que se encontraban de
turno el día en que se fugó de la prisión preventiva el reo federal Leandro Martínez
Pérez. Villarreal Tijerina ignoraba sistemáticamente la solicitud. Martínez Pérez,
el reo en cuestión, estaba formalmente preso por contrabando y delitos contra la
salud.41
El tráfico de drogas a lo largo de la frontera tamaulipeca generalmente se en-
focaba, en esta época, en la mariguana y, con menor frecuencia, la heroína, como
productos principales. Sólo de manera ocasional se reportan decomisos de otro
tipo de sustancias, como fue el caso del aseguramiento de una cantidad incierta
de cocaína, que fue valuada en nueve mil dólares, al menor Patricio Vázquez,

38
El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Decomisan más de un kilo de heroína y capturan a cinco
narcotraficantes”, 11 de enero, Nuevo Laredo, p. 4, segunda sección. Véase, también, El Mañana
de Reynosa (1973), “Narcotraficantes aprehendidos”, 11 de enero, Reynosa, p. 2, segunda sección.
39
Ibid.
40
El Mañana de Reynosa (1973), “Sorprende al inspector la actuación judicial”, 12 de enero, Rey-
nosa, p. 8, segunda sección.
41
El Mañana de Reynosa (1973), “No hacen caso al fiscal federal”, 12 de enero, Reynosa, p. 8,
segunda sección.

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192 Carlos Antonio Flores Pérez

radicado­ en San Antonio, Texas, quien fue detenido por inspectores del Departa-
mento de Aduanas de los Estados Unidos, en la garita internacional de Laredo.42
En 1971, Nuevo Laredo era escenario importante de disputas entre traficantes
de drogas. En julio de ese año, Francisco García González, de 38 años de edad, fue
ultimado con 13 impactos de bala calibre .38 y se constituyó en la víctima número­
17 en la reyerta entre delincuentes locales.43 Estos hechos ocurrían en el contexto
de una disputa por el control del tráfico de drogas y el contrabando de artículos
diversos a través de la localidad. Entonces, una de las facciones locales más pode-
rosas era la encabezada por la familia Reyes Pruneda, que tuvo la audacia de ejecutar­
a un comandante de la Policía Judicial Federal, Everardo Perales Ríos. El policía
había sido enviado para abatir el incremento de la violencia en Nuevo Laredo, que
según cálculos de las autoridades mexicanas y estadounidenses, tan sólo en 1972
había cobrado 35 vidas, la mayoría de las víctimas, ametralladas. Perales Ríos
sólo había durado dos meses en el encargo.44
La represalia gubernamental fue inmediata: dos semanas después del asesinato,
la Procuraduría General de la República envió a Nuevo Laredo a un grupo de
policías judiciales federales encabezado por Salvador del Toro Rosales. Este funcio-
nario era un veterano agente del Ministerio Público, quien llevó a cabo varios de los
procesos penales seguidos contra los líderes del Movimiento Estudiantil de 1968,
en la ciudad de México.45

42
El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Incautan droga. Su valor es de 9 mil Dls”, 11 de enero,
Nuevo Laredo, p. 4, primera sección.
43
El Sol de México (1971), “Narcotraficantes convierten en campo de batalla a Nuevo Laredo”, 1 de
julio, México, p. 11.
44
The Victoria Advocate (1972), op. cit.
45
Del Toro Rosales, Salvador (1996), Testimonios, Sindicato de Trabajadores Universitarios de la
Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, Nuevo León, pp. 269-281. Salvador del
Toro Rosales fue el agente del Ministerio Público que tomó la declaración, por ejemplo, de
Sócrates Campos Lemus, entre otros dirigentes estudiantiles. En 2005, la Fiscalía Especial para
Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) de la pgr, a cargo de Ignacio Carrillo
Prieto, solicitó la detención de varias autoridades de la época, entre ellas, el propio Salvador del
Toro Rosales. Véase La Jornada (2005), “Pide la Femospp que se aprehenda a Echeverría por la
matanza del 68”, 20 de septiembre, versión electrónica. En lo referente a Campos Lemus existe
una fotografía donde aparece retratado con Juan N. Guerra, Juan García Ábrego y José Carlos
Aguilar Garza, y su publicación le valió la destitución como asesor del procurador general de la Re-
pública, Rafael Macedo de la Concha, en 2004. Véase Proceso (2004), “Cae Sócrates Campus Lemus,
asesor de Macedo de la Concha”, 22 de abril, México, versión electrónica. Campus Lemus afirmó
que en el momento de tomarse la foto —no pudo precisar la fecha— realizaba investigación
periodística y no había órdenes de aprehensión contra Juan N. Guerra o Juan García Ábrego.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 193

En agosto de 1972, como respuesta al asesinato del mencionado comandante


Perales, Del Toro realizó un cateo en el rancho de los Reyes Pruneda —un caserío
de viviendas de adobe en las afueras de la ciudad—, respaldado por varias decenas de
agentes de la Policía Judicial Federal y elementos del ejército. La prensa interna-
cional reportó el aseguramiento de drogas y armas, y el arresto de una veintena de
personas, incluyendo a la matriarca de la familia, Simona Reyes Pruneda.46
En el operativo, dos hijos de la referida mujer, quienes eran aparentemente
menores de edad, fueron abatidos por las fuerzas estatales. Un desplegado firmado
por abogados de Nuevo Laredo, dirigido al entonces presidente Luis Echeverría,
aseguraba que se había tratado de ejecuciones extrajudiciales, pues los jóvenes no
se encontraban armados y uno de ellos había recibido el tiro de gracia.47 Entre los
firmantes se encontraba un litigante de nombre Francisco Javier Bernal López, a
quien cronistas de la época señalan como abogado de la familia Reyes Pruneda.48
Salvador del Toro Rosales habría de ganarse el sobrenombre de el Fiscal de
Hierro, por su dureza para abatir el tráfico de drogas en la región. En poco más de un
año al frente de las operaciones redujo drásticamente las operaciones de la familia
Reyes Pruneda y aseguró 70 toneladas de mariguana, junto con diversas cantidades
de heroína y cocaína, así como rifles de asalto AK-47, según reportó la prensa a
finales de 1973.49 En 1975 llegaría a ser nombrado subprocurador general de la
República.50 En 1984 sería designado jefe de la policía municipal de Matamoros,
por el alcalde Jesús Roberto Guerra Velasco, sobrino de Juan N. Guerra.
En Camargo y Ciudad Mier existían en esa época hechos de sangre relacionados­
con el tráfico de drogas. Uno de los mismos muestra aspectos de desaseo institu-
cional, violencia y extorsión que en décadas posteriores habrán de repetirse conti-
nuamente. A principios de enero de 1973 fue hallado sin vida el cuerpo de un
individuo de nombre Juan González, que yacía con un balazo en el cuello, a orillas
del río Bravo, cerca de Camargo. Su viuda refirió que poco tiempo antes, varios in-
dividuos, a bordo de dos camionetas, habían acudido a su domicilio “a levantar a
su marido, como ya en otras ocasiones lo habían hecho, y que aunque no pudo

46
The Victoria Advocate (1972), op. cit.
47
agn, versión pública del expediente de Salvador del Toro Rosales, ips, legajo 1, fojas 2-3. Carta
abierta al C. Lic. Luis Echeverría Álvarez.
48
Véase <http://www.laits.utexas.edu/jaime/jrn/cwp/nlg/historia.html>.
49
The Victoria Advocate (1973), “Though Mexican agent reduces drug traffic”, 23 de diciembre,
Victoria, Texas, p. 3C.
50
agn, versión pública del expediente de Salvador del Toro Rosales, ips, legajo 1, foja 5.

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194 Carlos Antonio Flores Pérez

reconocer a estos sujetos, sí pudo ver que una de estas camionetas era la del ex
agente de tránsito de Ciudad Mier, Isidro Mejía”.51
El Ministerio Público del Fuero Común solicitó a la Policía Judicial del estado
la detención de Isidro Mejía, quien declaró haberle permutado la camioneta en
cuestión, tiempo antes de los hechos, a Erasmo Jaimes, radicado en Ciudad Mier.
De manera paralela, el síndico de Camargo, Eleazar Díaz Bazán, inició investiga-
ciones con datos proporcionados por la viuda de González sobre las amistades que
frecuentaba su marido. Díaz Bazán detuvo para investigación, en Camargo, a un
allegado del difunto, Cleodomiro Peña —ambos eran oriundos de Ramones, Nuevo­
León—, quien declaró que habían sido contratados la noche de los hechos para
cruzar un cargamento de mariguana al lado texano por el río Bravo, pero que no­
supo qué sucedió después.
A pesar de las declaraciones de Peña, Díaz Bazán lo puso en libertad argumen-
tando que no tenía nada en contra suya y que el plazo constitucional de detención
había llegado a su fin, tras lo cual se dirigió a Ciudad Mier, con una lista de nom-
bres proporcionada por Peña, sobre sus presuntos cómplices. El objetivo de Díaz
Bazán era extorsionarlos. De acuerdo con la nota, el hecho dio lugar a reclamos
por parte del alcalde de Ciudad Mier con su homólogo de Camargo, para que el
segundo disciplinara al funcionario de su jurisdicción.52
Unos días más tarde, el agente del Ministerio Público Federal, Regino Vargas,
ordenó la liberación del ex agente de tránsito, Isidro Mejía, pues afirmó que se
había comprobado que desde el 22 de diciembre de 1972 había vendido la camio-
neta que la viuda de Juan González identificó como una en las que llegaron las
personas que se llevaron a su marido. Además, según Vargas, Isidro Mejía comprobó­
que la noche del asesinato había estado libando en una cantina en Ciudad Mier.53
No obstante, en esas mismas fechas desapareció Cleodomiro Peña, de quien
sus familiares no sabían más desde que fue liberado por Díaz Bazán. De acuerdo
con el diario, entre los nombres proporcionados a éste por Peña “figuran los de co-
nocidos traficantes internacionales, como son Erasmo Jaime, Juan Espino, Isidoro
Mejía y Gonzalo Garza, todos con residencia en Ciudad Mier, Tamaulipas”.54 En

51
El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Un detenido por el crimen cometido en el río Bravo”, 7 de
enero, Nuevo Laredo, p. 3, primera sección.
52
Ibid.
53
El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Pide el fiscal el expediente del asesinato de J. González”, 10
de enero, Nuevo Laredo, p. 3, primera sección.
54
El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Posible secuestro cometió la mafia”, 10 de enero, Nuevo
Laredo, p. 4, primera sección. Véase, también, El Mañana de Reynosa (1973), “Averiguación sobre
sonado asesinato”, 11 de enero, Reynosa, p. 4, cuarta sección.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 195

lo que habría de ser una tendencia constante en los años siguientes, las autoridades
no proporcionaron ningún dato adicional sobre el caso o la prensa no volvió a
tratar el tema.
A principios de los setenta, varios grupos involucrados en el tráfico de drogas
por la frontera noreste operaban con frecuencia desde Nuevo León, entidad en la
que radicaban o a la cual utilizaban de manera privilegiada para el trasiego de estas
sustancias. Usualmente, lo hacían con la participación de tamaulipecos.
Por ejemplo, en un hecho que muestra el tráfico de drogas procedentes de
Michoacán hacia la región noreste del país, con la participación de traficantes ta-
maulipecos y neoleoneses, en julio de 1971 fueron detenidos, en la carretera Sal-
tillo-Matehuala, Antonio Barrera Salinas y Juan Álvarez Soto, residentes en Rey-
nosa, Tamaulipas, y Montemorelos, Nuevo León, respectivamente. Trasladaban
105 paquetes de mariguana y cuatro costales de la misma hierba, a bordo de un
auto en el que viajaban. Habían adquirido la droga por medio de un individuo de
nombre Alberto López, quien vivía en el rancho La Perota, en Arteaga, Mi-
choacán.55
El último ejemplo, uno de los más significativos, fue reportado por el corres-
ponsal de uno de los principales diarios tamaulipecos en Nuevo León. Se trataba
de la captura de Alejandro Aburto Torres y Pablo Valdez Maciel, tras amplias in-
vestigaciones desarrolladas por la Policía Judicial del estado de Nuevo León, en
hechos que tuvieron lugar en Monterrey, Nuevo León, y en Ciudad Mier, Tamau-
lipas —localidad donde fueron aseguradas, en esas mismas fechas, ocho toneladas
de mariguana—,56 y en los que se detuvo a Andrés González, Ramón Peña Loza,
Facundo Hernández, Inés García, José Rumbo y Agustín Alicia, con una cantidad
total de media tonelada de mariguana.
Todos ellos eran considerados integrantes de “una banda de narcotraficantes
que operan en nuestra República, en América Central y del Sur, y posiblemente
hasta en los Estados Unidos de Norteamérica”.57 Se presumía que las seis últimas

55
El Nacional (1971), “Detiene la judicial a dos narcotraficantes que introducían mariguana a
Estados Unidos”, 16 de julio, México, p. 2.
56
Ciudad Mier era un importante punto de almacenamiento de droga. En 1977 nuevamente fue-
ron decomisadas en la localidad siete toneladas de mariguana empaquetadas en 405 costales en
el rancho de Celerino Peña Garza. La droga se la había proporcionado Artemio El Artista González
Peña, quien fue capturado por la pjf en 1979 y era considerado “peligroso multihomicida y narco-
traficante”. Véase El Mañana de Nuevo Laredo (1980), “Recibe El Artista nueva sentencia”, 10 de
mayo, Nuevo Laredo, p. 6, segunda sección.
57
El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Capturó la judicial de Nuevo León cargamento de mariguana
y logró capturar a dos traficantes”, 21 de enero, Nuevo Laredo, p. 8, segunda sección.

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196 Carlos Antonio Flores Pérez

personas mencionadas “eran las encargadas de hacer el contacto con la ‘fantasma’


familia Guerra, a quien, se asegura, iban destinadas todas esas cajas”.58 Estos seis
individuos y la mayor parte de la hierba fueron hallados en Tamaulipas, por lo que
quedaron a disposición de la autoridad federal en Nuevo Laredo.59

Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas

En febrero de 1964, el candidato del pri a la presidencia de la República, designado­


para suceder al presidente Adolfo López Mateos, era Gustavo Díaz Ordaz, quien
había alcanzado la senaduría de Puebla durante el sexenio de Miguel Alemán. En
ese mes, durante su gira por Tamaulipas, fue acompañado por los generales Raúl
Gárate Legleu y Tiburcio Garza Zamora, junto con una nueva figura política local,
muy cercana al entonces candidato, doctor Emilio Martínez Manautou.60
Gárate aspiraba a ser senador por el estado. No alcanzó la nominación, pero
en su lugar fue designado Magdaleno Aguilar, quien a juzgar por sus antecedentes,
se había comprometido también con la camarilla contraria a Portes Gil desde 1947,
y proporcionaba credenciales del pri a la Coalición Nacional Revolucionaria,
organización­auspiciada en el estado por Gárate, Garza Zamora y Roberto Guerra
Cárdenas, según se vio en el capítulo previo.61
El 1° de diciembre de 1964, Emilio Martínez Manautou fue designado secreta-
rio de la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz. Había sido regidor del ayuntamiento­
de Matamoros en 1952, diputado federal por un distrito de la misma localidad y
senador por Tamaulipas.62 Como se verá más adelante, tenía también estrechas
relaciones con la familia Guerra. Ciro de la Garza Treviño señala que, en su gestión
como secretario de la presidencia, Martínez Manautou ayudó a pocos tamaulipe-
cos, pero entre ellos estuvo Humberto de la Garza Kelly,63 el abogado de Juan N.
Guerra, a quien se intentó nombrar agente del Ministerio Público para que diri-

58
Ibid.
59
Ibid.
60
De la Garza Treviño, Ciro (1975), La Revolución Mexicana en el estado de Tamaulipas, t. II, Libre-
ría de Manuel Porrúa, México, pp. 800-801.
61
Op. cit., p. 802.
62
Op. cit., p. 811. Véase, también, Nuevo Diccionario Biográfico de la Heroica Matamoros, disponible
en <http://soctamdehistoria.org/db/letraM/Martinez_Manautou_Emilio.htm>.
63
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 884.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 197

giera la investigación del homicidio de Gloria Landeros.64 De la Garza­Kelly sería


designado delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social (imss) en Tamaulipas.
En 1968 aspiró a la candidatura del pri a gobernador de Tamaulipas.65 Otro de los
personajes que apoyaba era Francisco Covarrubias, a quien Ciro de la Garza cali-
fica como “un zar del vicio”.66 Martínez Manautou lo respaldaría como candidato
a la presidencia municipal de Matamoros, en la década de los ochenta. Covarrubias
no era ajeno a la familia Guerra. En 1980, El Bravo de Matamoros publicó fotos de
Arturo y Jesús Roberto Guerra Velasco, hijos de Roberto Guerra Cárdenas y sobri-
nos de Juan N. Guerra, brindándole su apoyo.67 Según De la Garza, también había
aspirado a la candidatura priista a gobernador de Tamaulipas en 1968.68 Otros aspi-
rantes habían sido Augusto Cárdenas —cuñado de Martínez Manautou, pero a
quien éste presuntamente no habría apoyado en ese anhelo—,­y Tiburcio Garza
Zamora, entonces jefe de la Tercera Zona Militar, con sede en Monterrey, Nuevo
León.69
El 1° de diciembre de 1964, Antonio Rocha, personaje muy cercano a Raúl
Gárate Legleu, de quien fuera secretario general de Gobierno, fue también desig-
nado procurador general de la República.70 Era el mismo funcionario que, en el
primero de estos cargos públicos, había firmado un mensaje destinado a la presi-
dencia de la República en respuesta a las demandas de justicia de Carlos Landeros,
el padre de la esposa asesinada de Juan N. Guerra, afirmando que el proceso penal
seguido contra éste se llevaba a cabo de manera normal, hecho que, como se ha
visto, era del todo falso.71
En los años sesenta y setenta, el contrabando de bienes de consumo mantuvo
su pujanza desde entonces en la región. Como se ha señalado, el fundador original
del Cártel del Golfo, Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas (Juan N. Guerra), fue
un contrabandista que incursionó, según se puede apreciar en la evidencia pública

64
Noticiero (1947), “El C. procurador de justicia salió ayer para Matamoros. El gobierno decidido
a restaurar el imperio de la ley en aquella ciudad de la frontera. Quedó sin efecto el cambio de
agentes del M. Público, pues de la Garza Kelly era el defensor de Juan N. Guerra. Por órdenes
expresas del señor gobernador, toda la población ha sido despistolizada por fuerzas militares de la
guarnición local”, 1 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1
65
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 852-853
66
Ibid.
67
El Bravo de Matamoros (1980) (fotografía), 1 de octubre, Matamoros, p. 6, segunda sección.
68
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 852-853.
69
Ibid., p. 855.
70
Ibid., p. 812.
71
agn, Arch. Pres. mav, exp. 541/223.

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198 Carlos Antonio Flores Pérez

disponible, en el tráfico de drogas ilícitas, valido, muy probablemente, de su rela-


ción con múltiples integrantes de las instituciones de seguridad y figuras políticas,
en tiempos tan tempranos como los años cuarenta. La misma información señala
a semejantes personajes públicos como probables protectores de esta empresa cri-
minal. Juan N. Guerra fue quien constituyó originalmente las redes de apoyo
político de la organización delictiva.
Algunas fuentes señalan que Juan N. Guerra tenía también relaciones con grupos
políticos de Hidalgo: los Rojo Gómez, al igual que uno de sus hermanos, Roberto
Guerra Cárdenas, que se habría hecho compadre de Jorge Rojo Lugo, secretario de
la Reforma Agraria y gobernador de Hidalgo en la presidencia de José López Portillo
(1976-1982).72 Años más tarde, Rojo Lugo, como delegado del pri en Tamaulipas,
operaría, con la anuencia del gobernador en turno, Emilio Martínez Manautou, la
designación de un sobrino de Juan N. Guerra, Roberto Guerra Velasco, como can-
didato a la alcaldía de Matamoros, Tamaulipas, cargo que ejerció entre 1984 y1987,
durante el inicio del liderazgo de Juan García Ábrego.­
Como se vio en el capítulo anterior, Roberto Guerra Cárdenas, hermano me-
nor de Juan, fue jefe de la Oficina Fiscal del estado, en Tamaulipas, durante el
gobierno de Praxedis Balboa, en 1963, y se convertiría en una de las figuras políticas­
de prosapia en la entidad. En una biografía escrita años más tarde por su viuda,
ésta relataría la amistad que le unía con “el ex presidente de la República, Emilio
Portes Gil, y los ex gobernadores Norberto Treviño Zapata y Enrique Cárdenas”.73
Estas relaciones no dejan de ser paradójicas, si se recuerda que desde 1960 las au-
toridades mexicanas tenían identificados a Juan y Roberto Guerra Cárdenas como
los más conspicuos contrabandistas de armas, artículos comerciales­y drogas psi-
coactivas en la región,74 más aun si se tienen en cuenta los antecedentes del último
de los personajes nombrados, Enrique Cárdenas.

72
Figueroa, Yolanda (1996), El capo del Golfo. Vida y captura de Juan García Ábrego, Grijalbo, Mé-
xico, pp. 35 y 146. Jorge Rojo Lugo inició su carrera política federal en 1961, auspiciado por su
coterráneo, Alfonso Corona del Rosal, ex gobernador de Hidalgo y entonces dirigente nacional
del pri, bajo la supervisión del delegado en la entidad, Emilio Martínez Manautou, quien, como
se verá más adelante, desempeñó aparentemente un papel muy relevante en el desarrollo del
Cártel del Golfo. Sobre la designación de Rojo Lugo como candidato a legislador, véase Archivo
General de la Nación, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo
1, fojas 27-28.
73
Citada en Solorio Martínez, José Ángel (s.f.), Grupos de gobierno. Tamaulipas 1929-1992, p. 360,
disponible en <http://www.viraje.com/>.
74
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, legajo 1, foja 12.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 199

Cambios políticos, continuidad de intereses

En 1972, el tamaulipeco Enrique Cárdenas González fue designado subsecretario


de Investigación Fiscal, en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, por el
presidente Luis Echeverría; entre sus funciones se contaba la de combatir el con-
trabando fronterizo.75 En 1973, Cárdenas González hizo señalamientos de que tan
sólo en ese año la subsecretaría a su cargo había logrado incautar mercancías irre-
gulares que, en conjunto, alcanzaban un valor de 300 millones de pesos, y ofrecía
que la campaña que había emprendido contra ese ilícito continuaría con igual o
mayor energía.76 El subsecretario renunció al cargo para aceptar la candidatura del
pri a la gubernatura de Tamaulipas, que ejerció entre 1976 y 1981.77
Enrique Cárdenas González es un personaje cercano a Luis Echeverría Álvarez,
quien le apoyó para alcanzar el cargo poco antes de finalizar su mandato. Tiene con
él lazos de amistad que datan desde su infancia, pues ambos convivieron en Ciudad
Victoria. Cárdenas apoyó a Echeverría en su búsqueda de la candidatura
presidencial,­frente a su contendiente, el secretario de la presidencia, Emilio Mar-
tínez Manautou, también tamaulipeco.
Desde 1970, con los inicios del gobierno de Echeverría, Emilio Portes Gil
hizo declaraciones que evidenciaron su respaldo a la nominación de Enrique Cár-
denas González a la gubernatura de Tamaulipas. Concretamente, señaló: “Vendrán
tiempos mejores, si siguen unidos en torno de él”. Incluso, confiado en el sentido
de los cambios que preveía, el ex presidente hizo señalamientos críticos contra el
entonces gobernador, Manuel A. Ravizé, que tenía “estancado el estado”,78 y a
quien identificaba como parte de la camarilla que mantenía marginado a su propio
grupo­dentro de la política local.
El apoyo de Echeverría hacia Cárdenas González despertó expresiones de ira de
integrantes de la antigua camarilla alemanista que ejercía el poder en el estado
desde 1947. Por ejemplo, uno de sus integrantes, Ciro de la Garza Treviño, expresó:­
“El Ejecutivo Federal está proyectando desde ahora para gobernador de Tamaulipas
a un pobre patán ignorante llamado Enrique Cárdenas González, para quien inven-
tó una subsecretaría desde donde se puede ‘pasar corriente’”.79

75
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 1014.
76
Ibid., pp. 1042-1043.
77
Camp, Roderic Ai (1992), Biografías de políticos mexicanos, 1935-1985, Fondo de Cultura Eco-
nómica, México, p. 95.
78
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 1031-1032.
79
Ibid., p. 1034.

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200 Carlos Antonio Flores Pérez

Los remanentes de las antiguas camarillas alemanistas tenían motivos fundados


para suponer que el gobierno de Echeverría favorecería su desplazo en las estructuras
de poder locales. Algunas de sus decisiones apuntaban en tal sentido. Por ejemplo,
fue su administración la que presionó al coronel Carlos I. Serrano a entregar su
rancho­El Canelo, en San Fernando Tamaulipas, a la Secretaría de Agricultura y
Ganadería. La maniobra gubernamental había sido realizada a través del Departa-
mento de Asuntos Agrarios y Colonización, encabezado por Augusto Gómez­ Villa-
nueva, uno de los personajes más cercanos a Echeverría. El rancho tenía una extensión­
de 5 000 hectáreas y su valor estaba calculado en 35 millones de pesos, sin contar las
3 154 cabezas de ganado con que contaba. Sería cedido para satisfacer las deman-
das de tierras para el establecimiento de nuevos centros de población, un programa
gubernamental que pretendía evocar las antiguas prácticas de la reforma agraria car­
de­nista. El mensaje expresado por Augusto Gómez Villanueva no dejaba lugar a
dudas: señaló que el plan de trabajo de su institución era dar cumplimiento a lo es-
tipulado en el Artículo 27 constitucional y a la Ley de Reforma Agraria, y que el la-
tifundismo y caciquismo rural se estaban eliminando.80
A tres años de gobierno de Cárdenas González, el semanario Proceso definió de
la siguiente manera la situación prevaleciente en el estado:

El panorama tamaulipeco es desolador: venalidad judicial generalizada, protección


de funcionarios al narcotráfico y al contrabando, porrismo universitario institucio-
nalizado, arbitrariedad, nepotismo subrayado, ineficacia administrativa. Anulación
práctica del poder legislativo, gatillerismo, crisis política y enriquecimiento escan-
daloso de funcionarios públicos.81

La perspectiva pesimista no carecía de fundamento. Durante el gobierno de


Cárdenas González, fenómenos como la corrupción endémica de las instituciones
locales de seguridad y el virtual encubrimiento de actividades ilícitas diversas por
parte de las mismas arraigarían con particular virulencia en la entidad.
Oriundo de Ciudad Victoria, Enrique Cárdenas González vivió varios años de
su juventud en Matamoros, junto con su hermano Jorge Cárdenas González, con
quien adquiriría varias radiodifusoras al paso del tiempo.82
Entre 1969 y 1970, Enrique Cárdenas González fungió como presidente mu-
nicipal de la capital de Tamaulipas, Ciudad Victoria, tras lo cual fue electo senador
80
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Carlos I. Serrano, dfs, legajo 1, fojas 93-96.
81
Proceso (1978), “Sólo sus chicharrones truenan. En Tamaulipas, corrupción y cinismo”, 16 de
enero, versión cd.
82
Ibid.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 201

de la República y, de manera paralela, ocupó diversos cargos dentro del Partido


Revolucionario Institucional.
Cárdenas González había colaborado con José López Portillo, futuro presidente­
de la República, de 1976 a 1982, cuando éste era titular de la Secretaría de Hacienda­
y Crédito Público. En sintonía con el estilo lopezportillista de gobierno, Cárdenas
González articuló una amplia red de nepotismo en la estructura gubernamental
tamaulipeca, con especial tendencia a controlar las dependencias fiscales a través
de sus familiares, especialmente las fronterizas:

Jaime Cárdenas González (su hermano) es director del Registro Público de la Pro-
piedad y del Comercio […] Jorge Cárdenas (hermano también) es presidente de la
Junta de Mejoras Materiales en Matamoros; José del Avellano (suegro), jefe de
la Oficina Federal de Hacienda en Ciudad Victoria; Mariano González Gutiérrez
(primo), subsecretario general de gobierno; Mariano González (sobrino), agente
del Ministerio Público en Nuevo Laredo: Alejandro Zorrilla González (primo),­
subtesorero del estado […] Juan Gastélum (yerno), jefe de la Oficina Fiscal de
Reynosa;­Roberto Cárdenas Lozano (sobrino), director de Promoción Económica
Industrial; Jorge Salazar Cárdenas (primo), jefe administrativo de Fomento Agro-
pecuario; Humberto Salazar Cárdenas (primo), juez segundo penal en Matamoros;
Juan Martín del Campo (cuñado), jefe de la Oficina Fiscal en Valle Hermoso.
Además, a su hermano Francisco le llaman “el ministerio sin cartera” por su inje­
rencia en los asuntos del estado, y su primo Carlos González Moreno acaba de dejar
la alcaldía de Tampico y luego sus compadres, todos ellos colocados por el gobernador
como jefes de oficinas fiscales: Francisco Cortés Delgado (Nuevo Laredo), Isidro
Aman Vega (Matamoros) y Alfonso Ailloud (Tampico). También­es su compadre
Mario Flores, inspector general de Policía y Tránsito del estado.83

Enrique Cárdenas González fue uno de los personajes que inicialmente fueron
sujetos de indagación bajo sospecha de haber participado en el asesinato de José
Francisco Ruiz Massieu, secretario general del pri en 1994. A raíz de ese suceso, el
ya mencionado testigo protegido de las autoridades estadounidenses, Óscar López
Olivares el Profe, originalmente un operador de la organización de Juan N. Guerra
y Juan García Ábrego, señaló que el ex gobernador era uno de los aliados de la
organización.84 Muchos años después, en 2006, tras la detención de Juan García

83
Ibid.
84
El Norte (1994), “Denuncian alianza de senador y cártel”, 13 de octubre, versión electrónica. No
obstante, una de las dificultades para discernir la información veraz de otra de carácter ficticio en las

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202 Carlos Antonio Flores Pérez

Ábrego y el fallecimiento de Juan N. Guerra, en un documento judicial que resol-


vió en sentido negativo el amparo interpuesto por un presunto traficante de drogas
—Roberto Rangel Gutiérrez, colaborador de Osiel Cárdenas Guillén—, los ma-
gistrados del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Segundo Circuito,­
ubicado en Toluca, Estado de México, valoraron diversos documentos que com-
probaban la participación del personaje en el tráfico de drogas. Entre éstos, el
oficio 27588, remitido en 2001 por el comandante de la Octava Zona Militar,
quien informó sobre los vuelos realizados por tres aeronaves con matrícula hb-hpb,
xb-aec y xb-eat, que efectuaron nueve viajes de Reynosa al rancho del ex gober-
nador Enrique Cárdenas González; según el documento, las aeronaves eran utili-
zadas para transportar cocaína.85
En abril de 1987, Carlos F. Salinas Domínguez, ex director del Instituto de
Estudios Políticos, Económicos y Sociales del pri, fue designado delegado estatal
de la Dirección de Investigación y Seguridad Nacional (Disen), institución que
sustituyó en 1985 a las antiguas Dirección Federal de Seguridad y Dirección de
Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación, por su titular,
Pedro Vázquez Colmenares.86 Antes, Salinas Domínguez había publicado una co-
lumna política en el Diario de Nuevo Laredo. En 1994 fue entrevistado por el se-
manario Proceso, al que dio diversos detalles de la vinculación del tráfico de drogas
en Tamaulipas y las estructuras de poder. Hizo referencias concretas a Juan Gasté-
lum Castro, sinaloense de origen, quien fuera yerno del gobernador Enrique Cár-
denas González. Según Salinas Domínguez, Gastélum Castro tenía relaciones de
parentesco con Miguel Ángel Félix Gallardo.87

declaraciones de semejantes testigos se hizo también patente en el caso de López Olivares, quien
refirió en esa misma entrevista que la guerrilla chiapaneca estaba financiada por el narcotráfico.
Evidentemente, López Olivares, quien enfrentaba la acción de la justicia por su participación en
el asesinato de Casimiro El Cacho Espinosa Campos, según se verá más adelante, no podía estar
al tanto de procesos en los cuales ya no estaba relacionado con García Ábrego.
85
Amparo directo penal 327/2006. Quejoso: Roberto Rangel Gutiérrez. Magistrada ponente: Mar-
tha María del Carmen Hernández Álvarez. Acuerdo del Primer Tribunal Colegiado en Materia
Penal del Segundo Circuito, 15 de noviembre de 2006, pp. 247 y 285.
86
Prensa de Reynosa (1987), “Nuevo delegado del disen en N. Laredo”, 23 de abril, Reynosa, p. 4E.
87
Proceso (1994), “Cárdenas González, Martínez Manautou, Américo Villarreal y Cavazos Lerma
prohijaron corrupción y delincuencia. La versión de un complot exclusivo de priistas tamaulipe-
cos, maniobra que encubre a personajes de alcance nacional”, 10 de octubre, versión electrónica.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 203

Transición generacional

Desde los primeros años de la década de los setenta existen ocasionales referencias
mediáticas a la participación de los Guerra en el tráfico de drogas, como ocurrió a
raíz de la incautación, en Nuevo León, de un camión que transportaba media to-
nelada de mariguana, destinada a Tamaulipas.88 Pero su repunte exponencial en el
tráfico de drogas trasnacional comenzó a apreciarse en mayor medida en el periodo­
1981-1987, con el arribo a la gubernatura de Emilio Martínez Manautou, pero,
como se ha señalado ya, el poder de este personaje sobre la entidad se remonta­a
su paso por las altas esferas del gobierno federal entre 1964 y 1970. Es preciso re-
troceder en el tiempo de la narración para apreciar la continuidad de su influencia
y el nivel de la misma.
Aunque asumió la gubernatura en el declive de su carrera, Martínez Manautou
no era un personaje secundario en el contexto político nacional. Había sido senador­
de la República entre 1958 y 1964, secretario de la presidencia con Gustavo Díaz
Ordaz (1964-1970) y uno de los más fuertes candidatos a suceder a éste en el cargo,
perdiendo la designación frente a Luis Echeverría.
El poder que la cercanía con el presidente Gustavo Díaz Ordaz le había con-
ferido, al grado de convertirle en uno de los favoritos para sucederle, le permitió
incluso mantener una fuerte influencia sobre su estado natal; tan es así que el ex
gobernador Manuel A. Ravizé, —quien gobernó la entidad del 5 de febrero de
1969 al 4 de febrero de 1975—, explícitamente señaló en una entrevista pública:

A mí me puso Emilio Martínez Manautou, cuando era secretario de la Presidencia,


en el régimen de Gustavo Díaz Ordaz. Con Emilio trataba cualquier asunto relacio-
nado con Tamaulipas. Por eso, cuando destaparon a Luis Echeverría, mi primer
impulso fue presentarle mi renuncia al presidente Díaz Ordaz. Le dije: “Don Gus-
tavo, usted sabe que a mí me impulsó Emilio Martínez Manautou; a don Luis no
lo conozco ni por teléfono. Y no quiero ser un problema. Así que por el bien de mi
estado, renuncio”.

88
El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Capturó la judicial de Nuevo León cargamento de marigua-
na y logró capturar a dos traficantes”, 21 de enero, Nuevo Laredo, p. 8, segunda sección.

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204 Carlos Antonio Flores Pérez

Porque eso sí, Emilito siempre estuvo pendiente del estado. Él puso al secretario
general de Gobierno, al oficial mayor, al jefe de la policía y a casi todos los alcaldes
de los municipios importantes.89

Pero ésta no era la primera ocasión en que algunos actores de poder en el estado­
intentaron posicionar a Manuel A. Ravizé como candidato al gobierno de Tamau-
lipas. Ravizé tenía amistad con Rogerio de la Selva, secretario de la presidencia de
Miguel Alemán Valdés. También con Juan Gómez Sariol, alcalde de Tampico entre
1943 y 1945, y administrador de la aduana de ese puerto, durante la administra-
ción de Alemán. Manuel A. Ravizé había sido operador de la campaña de Miguel
Alemán en el estado, e incluso fungió como tesorero del Comité de Recepción­Pro
Miguel Alemán. En febrero de 1947, Sariol escribió a De la Selva, para interceder
por Ravizé, para quien solicitaba la titularidad de la Nacional Distribuidora en la
localidad. Le adelantaba que el general Bonifacio Salinas Leal también le escribiría
para abordar ese mismo asunto, y solicitaba una audiencia para tratarle directa-
mente asuntos de la aduana al presidente Miguel Alemán.90
Aunque no existe registro de la pretendida carta mencionada por Sariol, el
general Bonifacio Salinas Leal indudablemente operaba designaciones políticas en
el estado. En un memorándum escrito en mayo de 1948, desde Tampico, la
familiaridad­entre el militar y el presidente se muestra de manera evidente. Salinas
Leal sugería obrar con tacto para evitar agitaciones políticas en esa localidad, pre-
vias a la designación del candidato del pri a presidente municipal. El general re-
portaba a Alemán sobre las potencialidades de los principales prospectos: Gabriel
F. Legorreta, a quien vinculaba con Juan Andrew Almazán y con Ezequiel Padilla,
opositores al régimen; Bartolo Rodríguez, de quien reconocía la amistad con el
presidente, pero quien tenía, desde su punto de vista, alguna oposición de la clase
obrera y a quien dedicaba sólo tres líneas en su mensaje; y Manuel A. Ravizé:

Amigo y admirador de usted, y de su obra como Gobernante, colaborador activo


en servicio de la colectividad, de solvencia moral reconocida, alejado de vicios,
honesto, joven, entusiasta y de gran simpatía entre todos los grupos, ya obreros, del
sector popular al que pertenece, como de la Patronal. Es en torno de este elemento,

89
Diario de Nuevo Laredo (1986), “Tamaulipas es un botín de caciques”, 23 de marzo, Nuevo La-
redo, pp. 1 y 6, secc. C.
90
agn, Arch. Pres. mav, exp. 710.11/317, fojas sin numerar. Sobre el antecedente de Juan Gómez
Sariol como alcalde de Tampico, véase <http://www.e-local.gob.mx/work/templates/enciclo/ta-
maulipas/municipios/28038a.htm>.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 205

donde se han unificado los Grupos Militantes y, no teniendo puntos vulnerables de


ataque es visto con interés por todos los sectores del lugar.91

Como se recordará, el general Bonifacio Salinas Leal tenía estrechas ligas po-
líticas con el general Raúl Gárate Legleu, gobernador de la entidad, y con el general­
Tiburcio Garza Zamora, integrantes de una facción de la camarilla alemanista que
se había consolidado en la entidad desde 1947. Aunque no parece que Alemán
hubiera apoyado la candidatura, la coincidencia entre los intereses de esta facción
con la de Martínez Manautou se extendería también a otros campos, más allá del
estrictamente político.
Un documento de la dfs, firmado en 1970 por el delegado de la corporación
en Nuevo León, Ricardo Condelle Gómez, dirigido a su entonces titular, capitán
Luis de la Barreda Moreno, informaba de una reunión realizada el 24 de diciembre
en el estado de Nuevo León, en el rancho de Juventino González Ramos —un ex
diputado de la XLIV Legislatura del Congreso de la Unión, donde coincidió con
Emilio Martínez Manautou, Carlos Hank González, Leopoldo Sánchez Celis y
Tiburcio Garza Zamora—. El documento afirma que la participación de González
Ramos era en calidad de representante del gobernador, Eduardo Livas Villarreal.
El propósito del encuentro era “organizar el contrabando de acuerdo con la jefa-
tura de la Primera Zona del Resguardo Aduanal con sede en la ciudad de
Monterrey”.92
Asistieron el capitán Alfonso Domene —hermano de José Juan Domene,
oficial mayor de la Secretaría de la Presidencia de la República, cuando esta oficina
era dirigida por Emilio Martínez Manautou—, quien, según el documento, sos-
tenía frecuentes reuniones con políticos que apoyaron las aspiraciones presiden-
ciales de este último. Asimismo, José Cruz Contreras, ex presidente municipal de
Reynosa y ex secretario de gobierno del gobernador Norberto Treviño Zapata, y
Rafael Sierra de la Garza, presidente municipal de Reynosa, en funciones. Tam-
bién, personajes de antecedentes cuestionables, como Mario Flores Lara, traficante
de personas; Lino González Pérez, traficante de drogas, contrabandista y concesio-
nario de la cervecería Corona en Villa de Guadalupe, Nuevo León; y “Juan N.
Guerra, famoso contrabandista, lenón y traficante de Matamoros, generoso con-
tribuyente de la pre-campaña de su amigo, el Dr. Martínez Manautou”.93
La derrota de Martínez Manautou frente a Echeverría le mantuvo en el ostra-
cismo durante el sexenio de éste, pero volvería a la vida pública como secretario de
91
agn, Arch. Pres. mav, Exp. 550/44, fojas sin numerar.
92
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 1, fojas 182-183.
93
Ibid.

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206 Carlos Antonio Flores Pérez

Salubridad y Asistencia en el gobierno de José López Portillo, quien fue su colabo-


rador en la Secretaría de la Presidencia durante el gobierno de Díaz Ordaz. Es
López Portillo quien invita a Martínez Manautou a hacerse cargo del gobierno de
Tamaulipas, a finales de los ochenta.
Éste fue designado oficialmente candidato al gobierno del estado el 15 de junio
de 1980.94 Su primer acto de campaña en la entidad tuvo lugar en Matamoros, en
la Asamblea Estatal del Sector Obrero, donde expresó:

No es casualidad que el Sector Obrero escogiera Matamoros para llevar a cabo su


Convención; Matamoros representa para mí una etapa fundamental en mi vida
[…] Llegué aquí siendo un joven médico, aquí me forjé como hombre y como
político,­mis hijos y mi esposa son matamorenses, aquí inicié mi vida política desde
el honroso puesto de regidor del honorable Ayuntamiento de Matamoros, diputado­
federal,­senador por la República, secretario de la Presidencia, y hasta hace unas
horas secretario de Salubridad y Asistencia.95

En efecto, Martínez Manautou había empezado su carrera política en Mata-


moros, Tamaulipas, como regidor del Ayuntamiento. Aspiró a la gubernatura del
estado en 1962. La voluntad del presidente Adolfo López Mateos le fue adversa
entonces, pues la designación recayó en Praxedis Balboa Gojon. La suerte le cam-
biaría cuando López Mateos designó como sucesor a Gustavo Díaz Ordaz, amigo
cercano de Martínez Manautou. Sin embargo, un documento de la dfs —la policía­
política del régimen—, donde se había expuesto un análisis de los precandidatos,
señaló las estrechas ligas de su cuñado, Augusto Cárdenas, ex alcalde matamorense,­
señalado como “cómplice de Juan N. Guerra, conocido contrabandista de toda
clase de mercancías y aun de drogas”.96
Varios de los integrantes de la camarilla política a la que pertenecía Martínez
Manautou tuvieron, aparentemente, un rol muy relevante en términos del creci-
miento exponencial en el poderío de la familia de Juan N. Guerra. Vale la pena
analizar quiénes eran los aliados de Martínez Manautou.

94
El Bravo de Matamoros (1980), “Servir y honrar a Tamaulipas; único poder al que aspira mm”, 16 de
junio, Matamoros, p. 1, primera sección.
95
El Mañana de Nuevo Laredo (1980), “En todo lugar hice honor a mi tierra y a mi gente: emm”, 9 de
junio, Nuevo Laredo, p. 4, segunda sección.
96
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 1, foja 46. Docu-
mento “Estudio económico, social y político del estado de Tamaulipas”.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 207

Muchos de los personajes que habrían de respaldar su aspiración presidencial


coincidieron con él en su paso por la XLIV Legislatura del Congreso de la Unión
(1958-1961), cuando Emilio Martínez Manautou era senador por Tamaulipas.
En esa misma legislatura, Leopoldo Sánchez Celis era senador por Sinaloa; Carlos
Hank González era diputado por el Estado de México; Enrique Olivares Santana,
diputado por Aguascalientes; y el general Tiburcio Garza Zamora, también dipu-
tado por Tamaulipas.
Algunos de ellos tenían a su vez relación de cercanía personal y política con
otros, como Alfonso Martínez Domínguez, Francisco Galindo Ochoa y Alfonso
Corona del Rosal, todos ellos integrados al Comité Ejecutivo Nacional del pri,
encabezado por este último. Según un reporte del director de la dfs, Manuel Ran-
gel Escamilla, varios de los nombrados asistieron, por ejemplo, a una comida en el
Tampico Club, de la ciudad de México, donde se reunieron el 11 de agosto de
1961, con el único propósito de “estrechar los lazos políticos y de amistad que los
unen”.97 En efecto, en los años por venir respaldarían sus respectivas carreras polí-
ticas e intereses.
Estos contactos se extendían también hacia algunos miembros del gabinete
presidencial de Adolfo López Mateos, por ejemplo: un memorándum de la dfs
fechado en agosto de 1962 —y también firmado por su propio titular de la época,
coronel Manuel Rangel Escamilla—, refiere una reunión entre los ex presidentes
Emilio Portes Gil, Lázaro Cárdenas y Adolfo Ruiz Cortines, donde el primero
habría expresado que, en la sucesión en Tamaulipas, el secretario de Industria y
Comercio de entonces, Raúl Salinas Lozano, apoyaba a Emilio Martínez Manautou­
para alcanzar la candidatura al gobierno del estado.98 Años más tarde, según
declaraciones de su hijo, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, Raúl Salinas
Lozano le habría apoyado también en su búsqueda de la candidatura presidencial.99
Diversas evidencias apuntan a que varios de estos personajes desempeñarían un
rol significativo en procesos de interés para este trabajo, que se agudizarían hacia
los años ochenta, según se verá más adelante.

97
agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dfs, legajo 1 de 5, fojas 57 y 58. De
los mencionados, los asistentes fueron Leopoldo Sánchez Celis, Carlos Hank González, Enrique
Olivares Santana, Alfonso Martínez Domínguez, Francisco Galindo Ochoa y Alfonso Corona del
Rosal.
98
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 1, fojas 60-62.
Documento “Memorándum”.
99
Castañeda, Jorge G. (1999), La herencia. Arqueología de la sucesión presidencial en México, Extra
Alfaguara, México, p. 233.

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208 Carlos Antonio Flores Pérez

Carlos Hank González

A finales del sexenio de Díaz Ordaz, entre los personajes cercanos a Emilio Martí-
nez que apoyaron sus aspiraciones presidenciales en la sucesión de 1970, se conta-
ban el mencionado Carlos Hank González, ex titular de la Compañía Nacional de
Subsistencias Populares (Conasupo), ex gobernador del Estado de México, regente­
del Distrito Federal y anterior compañero de legislatura de aquél. Hank González
tenía estrecha relación con Raúl Salinas Lozano, según documentos de la Dirección
de Investigaciones Políticas y Sociales, con quien compartía intereses en varios
negocios, incluido el de la comercialización de la harina de maíz producida por la
empresa de Roberto González Barrera, consuegro de Carlos Hank.100
En una entrevista concedida a cnn en español, Roberto González Barrera —una
persona de origen humilde que no concluyó el primer año de educación secun­
daria— afirma que su suerte cambió cuando conoció a Juan González, quien se
dedicaba al comercio en diversas localidades del norte de Nuevo León: Cerralvo,
General Treviño, Melchor Ocampo, Parás y Agualeguas. Lo común del nombre
no permite determinar, fuera de toda duda, que el personaje referido fuera preci-
samente Juan González el Chapeado. Sin embargo, dada la red social en la que se
desenvolvía, la posibilidad no puede descartarse. Según González Barrera, conoció
a Hank en 1959 durante la semana de toma de posesión del general Bonifacio
Salinas Leal como gobernador de Baja California Sur. Hank González, entonces
diputado por el Estado de México, apoyó al general para estructurar el gobierno
estatal, y González Barrera ayudaba organizando audiencias. También colaboraba
un personaje de nombre José Ortiz, futuro gobernador de Campeche y desarrollador­
del fraccionamiento Las Brisas, en Acapulco. Hacia finales de 1970, la compañía de
González Barrera, productora de harina para hacer tortillas de maíz, Maseca, fue
objetivo de compra para el equipo del presidente electo, Luis Echeverría. La admi-
nistración saliente de Gustavo Díaz Ordaz le ofertó 400 millones de pesos. El
propio Antonio Ortiz Mena, entonces secretario de Hacienda, sugirió a González
Barrera no vender su empresa, y le ofreció a cambio gestionarle, a través de Nacional­
Financiera, un préstamo de 100 millones de dólares para que Maseca continuara
desarrollándose. González Barrera habría recapacitado y reculó en la venta. Ortiz

100
agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dips, legajo 2, fojas 21-23.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 209

Mena se convertiría en uno de sus consejeros cercanos;101 otro de sus consejeros


sería el propio Raúl Salinas Lozano.102
Carlos Hank González había sido gobernador del Estado de México, impul-
sado por Gustavo Díaz Ordaz, pero la mayor parte de su gestión coincidió con el
gobierno de Luis Echeverría. Según el referido reporte de la Dirección de Investi-
gaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación, fechado en marzo de
1974, Carlos Hank tenía relaciones políticas muy cercanas con Antonio Ortiz
Mena, el sinaloense Leopoldo Sánchez Celis, el general Bonifacio Salinas Leal y
con Raúl Salinas Lozano. Según el documento, el verdadero dueño de la empresa
Maseca era el general Bonifacio Salinas Leal, a quien vinculaba en términos de
parentesco con Raúl Salinas Lozano. Roberto González Barrera, ahijado del militar,­
estaría al frente de esta industria, protegida y favorecida por Carlos Hank cuando
encabezó la Conasupo.103
La gestión de Hank como gobernador del Estado de México coincidió con las
acciones del presidente Luis Echeverría, encaminadas a revitalizar la reforma agraria­
y expropiar algunos latifundios, entre ellos, las propiedades del coronel Carlos I.
Serrano en Tamaulipas, según se discutió con anterioridad. Serrano también poseía
intereses de tierras en el Estado de México, en el municipio de Santiago Tequix-
quiac, lugar en el que, junto a uno de sus socios, Gabriel Suárez, ex presidente
municipal de Coacalco, habían despojado a varios ejidatarios para favorecer su
empresa Leche Pura, S.A. Según un reporte de la dfs firmado por su titular, capi-
tán Luis de la Barrera, el secretario general del Consejo Agrarista Mexicano, Hum-
berto Serrano Pérez, solicitó el apoyo del gobernador Carlos Hank González, en
agosto de 1971. Éste le conminó a que los ejidatarios que habían invadido las
tierras que demandaban las abandonaran en un plazo no mayor de 24 horas o, de
lo contrario, serían desalojados por la fuerza pública.104
En 1973, la dfs reportó que el expresidente Miguel Alemán Valdés acudió
al informe de gobierno de Carlos Hank González.105 La dfs recopiló, poco tiempo
después, una nota de prensa que aseguraba que Miguel Alemán Valdés apoyaba

101
cnn-Expansión (2007), “González Barrera, el banquero improbable”, 29 de noviembre. El con-
tenido reproducido en tal entrevista es parte del capítulo de Alberto Bello, publicado en el libro
de Zepeda Patterson, Jorge (2007), Los amos de México, Editorial Planeta, México. La versión
aparecida en cnn-Expansión puede ser consultada en <http://www.cnnexpansion.com/nego-
cios/2007/11/29/el-banquero-improbable>.
102
Castañeda, Jorge G. (1999), op. cit., pp. 206 y 432.
103
agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dips, legajo 2, fojas 21 y 23.
104
agn, versión pública del expediente de Carlos I. Serrano, dfs, legajo único, fojas 91-92.
105
agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dfs, legajo 2 de 5, foja 144.

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210 Carlos Antonio Flores Pérez

la candidatura de Carlos Hank a la presidencia de la República —hecho para el


que estaba impedido, según las leyes de la época, por ser hijo de ciudadano ex-
tranjero—.106
Aparentemente, la relación entre Hank y Martínez Manautou se estrechó
también en los negocios. Un hermano de Emilio Martínez Manautou, Federico,
fue secretario general de Gobierno de Baja California de 1965 a 1971,107 y también
alcalde de Mexicali, Baja California (1960-1962).108 Según reportes de la Dirección
Federal de Seguridad, durante su gestión como secretario de Gobierno, Federico
habría entrado en tensión con el gobernador de la entidad, Raúl Sánchez Díaz; por
lo menos, eso consignaban los diarios locales de la época. Según el reporte de la
dfs, los diarios atribuían la disputa al intento del gobernador por regular distintas
actividades semiclandestinas, como el juego y la prostitución, hecho que generó
resistencia en su secretario general de Gobierno, quien según la prensa, les brinda-
ba protección. Federico, amparado por la posición de su hermano Emilio, como
secretario de la Presidencia de la República, hacía caso omiso de los deseos de su
superior jerárquico. El asunto llevó incluso a un desmentido signado por el propio
titular de la dfs, Fernando Gutiérrez Barrios, quien exculpó elogiosamente al
hermano del entonces poderoso presidenciable Emilio Martínez Manautou.109
De cualquier manera, años más tarde, una carta publicada en Proceso, por un
lector de nombre Roberto Soto, aseguraba que en Baja California existían versiones
de que Federico Martínez Manautou había recibido en obsequio una casa ubicada
en Playas de Rosarito, que había sido en el pasado un casino; el obsequio era pre-
suntamente de parte del empresario Johnny Alessio.110 Desde 1963, éste era el
concesionario del hipódromo Agua Caliente.111 El referido Alessio estaba aparen-
temente vinculado con la mafia italoamericana. La propiedad de ese hipódromo y

106
agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dfs, legajo 2 de 5, fojas 158 y
182. La dfs también archivó otra nota semejante, aparecida en Guanajuato un año después, en
1974, que aseguraba que Miguel Alemán Valdés apoyaba la candidatura de Hank.
107
Blancornelas, Jesús (1997), “Querer y no poder”, Pasaste a mi lado, Centro Cultural Tijuana,
Tijuana.
108
Enciclopedia de los municipios de México. Estado de Baja California. Mexicali, disponible en:
<http://www.e-local.gob.mx/work/templates/enciclo/bajacalifornia/municipios/02002a.htm>.
109
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 1, fojas 109-111.
110
Proceso (1984) (carta de lector), “Datos sobre Federico Martínez Manautou”, 18 de junio, versión
en cd.
111
Revista Fortuna (2005), “José María Guardia, ¡Me pueden llamar el zar de los casinos!”, septiembre­,
versión en internet. El empresario José María Guardia narra cómo la concesión del hipódromo
de Ciudad Juárez, que también tenía en concesión hasta 1990 el citado Johnny Alessio, le fue
ofrecida por el entonces secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 211

de diversos centros de apuestas relacionados han estado, desde hace años, vincu­
lados con la familia Hank.112 De hecho, el oficial mayor del gobierno del Estado de
México, durante la gestión de Hank González, era Jesús Garduño, nombrado ge­
rente del hipódromo al término de la administración de aquél. Cuando Hank fue
designado regente de la ciudad de México, Garduño regresó a la administración
pública con la calidad de oficial mayor del Departamento del Distrito Federal.113
Como se recordará, el hipódromo y casino Agua Caliente había sido propiedad de
Emilio Parra Hernández, presunto prestanombres de Miguel Alemán Valdés,
vincu­lado con el referido John Alessio, personaje asociado a la mafia americana.114
En 1983 entraría en funciones el hipódromo de Nuevo Laredo, inaugurado
por el gobernador Emilio Martínez Manautou.115 Con una inversión de 2 000
millones de pesos, el monto de las apuestas que en él se realizaban se estimaban,
en 1984, entre los 50 000 y 60 000 dólares diarios.116

Leopoldo Sánchez Celis

Otra figura política que apoyó la precandidatura de Martínez Manautou fue


Leopoldo Sánchez Celis, ex compañero de legislatura de aquél y de Hank. Fue go-
bernador de Sinaloa (1963-1968) y ha sido identificado por múltiples fuentes
como amigo personal de Miguel Ángel Félix Gallardo, capo sinaloense y figura
principal del tráfico de drogas en México en los años setenta y ochenta, quien
desde su asentamiento en Guadalajara, Jalisco, inauguró el tráfico masivo de co-
caína sudamericana hacia los Estados Unidos.117
A finales de 1990, Roberto Sánchez Duarte, hijo de Sánchez Celis, bautizado
por Félix Gallardo, fue ejecutado con disparos de rifle de asalto AK-47, de pistola

112
Martínez, José (1999), Las enseñanzas del profesor: indagación de Carlos Hank González. Lecciones
de poder, impunidad y corrupción, Oceáno, México, pp. 161-173.
113
Proceso (1984), “Alemán, Hank, Balsa, Larrea, Moreno Valle Jr., entre los dueños. El gobierno
bendice y subsidia el juego en cuatro hipódromos”, 28 de mayo, versión cd.
114
Lupsha, Peter A. (1995), “Transnational Narco-corruption and Narco-investment. A focus on
Mexico”, primavera, disponible en <http://www.pbs.org/wgbh/pages/frontline/shows/mexico/
readings/lupsha.html>.
115
Ibid.
116
Ibid.
117
Sobre la relación entre Leopoldo Sánchez Celis y Miguel Ángel Félix Gallardo, véase Proceso (1989),
“Alternaba públicamente con políticos y funcionarios. Félix Gallardo, ‘el hombre más buscado
del mundo’ durante 18 años, nunca se ocultó”, 17 de abril, versión cd.

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212 Carlos Antonio Flores Pérez

.9 mm y con tiro de gracia, en Ecatepec, Estado de México. Su hermano Leopoldo,


entonces asesor de Carlos Hank en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hi-
dráulicos, expresó a la prensa: “Éste es un asunto de familia”.118
Tras el término de su mandato, Leopoldo Sánchez Celis fue acogido por Carlos­
Hank, entonces gobernador del Estado de México, a quien le confirió diversas
responsabilidades de carácter agrario. Hank y Sánchez Celis estrecharon sus rela-
ciones; de hecho, en el último informe de su gobierno, Hank hizo especial mención
de gratitud a Sánchez Celis.119 Reportes de la dfs dan cuenta de las versiones de
que “gran número de los diputados federales en funciones fueron financiados para
sus campañas por el Prof. Hank González a través de Leopoldo Sánchez Celis”.120
Aparentemente, la capacidad de Sánchez Celis para conseguir recursos de cam-
paña era proverbial. Ya en 1962, teniendo como contexto su precandidatura para
alcanzar la gubernatura de Sinaloa, fuentes citadas por el reconocido historiador
del tráfico de drogas en México, Luis Astorga, identificaban a Sánchez Celis como
el candidato de los productores de adormidera (amapola), quienes aparentemente
le proporcionaban financiamiento.121 La identidad específica de los mismos no fue
mencionada. Sin embargo, reportes de la dfs refieren que entre los adinerados
personajes sinaloenses que contribuyeron a la campaña, una vez consolidada la
candidatura de Sánchez Celis, estuvieron “Canuto Ibarra, Gilberto Figueroa y
Franco Olivier, de los Mochis; Miguel Leyson y José Chuy Sánchez, de Guasave;
Germán Rosas, Alberto Bom Bustamante, Lic. Alejandro Barrantes, el propio Jesús
Beltrán, Guillermo y Francisco Chavarría, de Culiacán”.122 Estos personajes reu-
nieron un millón de pesos, mismos que le habrían proporcionado a Sánchez Celis,
a través de Jesús Beltrán. Los cronistas de la historia sinaloense podrán informar
mejor si entre estos personajes pudiera eventualmente encontrarse alguno de los
señalados por las fuentes de Astorga.

118
Proceso (1990), “Asunto de familia, dijo su hermano. Rodolfo Sánchez Duarte y dos amigos,
ametrallados”, 26 de noviembre, versión cd.
119
agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dfs, legajo 2 de 5, foja 274.
120
agn, versión pública del expediente de Leopoldo Sánchez Celis, dfs, legajo 2, foja 216.
121
Astorga, Luis (2003), Drogas sin fronteras. Los expedientes de una guerra permanente, Grijalbo,
México, pp. 144-145. Astorga refiere una misiva de John Reese, estadounidense asentado en
Mazatlán, Sinaloa, al capitán James Hamilton, de la División de Inteligencia de la policía de Los
Ángeles. Véase John Reese al capitán James Hamilton, Intelligence Division, Los Angeles Police
Department, Mazatlán, Sinaloa, 20 y 29 de agosto de 1962, dea, sfbndd, 1916-1970, rg, 170,
nacp.
122
agn, versión pública del expediente de Leopoldo Sánchez Celis, dfs, legajo 1, foja 96.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 213

La relación de Sánchez Celis con Martínez Manautou era estrecha. La Di­rec­


ción­de Investigaciones Políticas y Sociales reportó viajes que realizaban en con-
junto Sánchez Celis y un hermano de Martínez Manautou, con quien recorrió
varios municipios de Sinaloa durante una semana de abril de 1972.123 Sánchez
Celis había apoyado las maniobras de Martínez Manautou para defenestrar al rector
de la unam, Ignacio Chávez. Un informe de la dfs señala la operación del Grupo
Sinaloa, integrado por estudiantes del Instituto Politécnico Nacional y de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México, que habrían participado en diversas ac-
tividades de movilización estudiantil, incluyendo la que condujo a la renuncia del
referido rector. El informe señala explícitamente que “las actividades del llamado
Grupo Sinaloa han tenido como común denominador a Leopoldo Sánchez Duarte,­
hijo del ex gobernador de Sinaloa, considerándose que a través de éste, ha llegado el
dinero para las actividades de este grupo”.124
En 1966, las movilizaciones del grupo estudiantil de Sánchez Duarte, conta-
ron con el trato benevolente del encargado de los Servicios Especiales de la policía
de la ciudad de México, Raúl Mendiolea Cerecero.125
Mendiolea Cerecero era un personaje directamente vinculado con otro aliado
de Martínez Manautou en la sucesión de Díaz Ordaz: Óscar Flores Sánchez, go-
bernador de Chihuahua a finales de los sesenta, y futuro procurador general de la
República, en el gabinete de José López Portillo.
Vale la pena mostrar la continuidad en la influencia de la camarilla alemanista
sobre el sistema de procuración de justicia en México, que puede trazarse desde fina-
les de los años cuarenta hasta bien entrados los años setenta.
Es referencia aceptada que este grupo ha mantenido el control de las políticas
financieras del país a través de personajes como Antonio Carrillo Flores, Antonio
Ortiz Mena y los propios descendientes de este último.126 Sin embargo, un corre-
lato que no parece del todo apreciado es que esa misma camarilla también mantuvo­
una fuerte influencia dentro de la Procuraduría General de la República (pgr),
pieza fundamental para la contención —o auspicio— de actividades ilícitas.

123
agn, versión pública del expediente de Leopoldo Sánchez Celis, ips, legajo 1, foja 7.
124
agn, versión pública del expediente de Leopoldo Sánchez Celis, dfs, legajo 2, foja 201.
125
Proceso (1980), “De bandolero estudiantil a delegado del ddf. Sánchez Duarte, inventado como
líder para la agresión al rector Chávez”, 21 de enero, versión cd.
126
Gil Mendieta, Jorge y Samuel Schmidt (2005), Estudios sobre la red política de México, Laborato-
rio de Redes/Instituto de Investigaciones Matemáticas Aplicadas, unam, México, pp. 52-54.

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214 Carlos Antonio Flores Pérez

Por ejemplo, Carlos Franco Sodi, procurador general de justicia del Distrito
Federal con Alemán, sería nombrado titular de la pgr (1952-1956).127 Entre 1956 y
1958, la institución estuvo encabezada por José Aguilar y Maya, quien ya había
ejercido el cargo entre 1940 y 1946; fue compañero de gabinete de Alemán, y alcan-
zó la gubernatura de Guanajuato con su apoyo, durante su mandato presidencial. En
1958, el nuevo procurador fue Fernando López Arias, senador por Veracruz de 1946
a 1952 y amigo personal de Alemán.128 Con el cambio de gobierno de 1958, López
Arias fue relevado por Óscar Treviño Ríos, quien fuera subprocurador bajo su man-
do. Este último fue sustituido en 1964 por Antonio Rocha Cordero, jurista ligado a
Gonzalo N. Santos, en cuyo gobierno fuera procurador de justicia y secretario gene-
ral.129 Santos fue uno de los promotores de Alemán para alcanzar la presidencia de la
República;130 también tenía estrecha relación con el procurador José Aguilar y
Maya.­131 Más aun, Rocha también había sido secretario general de Gobierno del
gobernador Raúl Gárate Legleu, en Tamaulipas, en 1948.132
Julio Sánchez Vargas se hizo cargo de la pgr en 1967; entre 1947 y 1952 fue
magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Distrito y Territorios Federales,
designado por Miguel Alemán. En 1971, Pedro Ojeda Paullada fue nombrado titu-
lar de la pgr. Aunque Camp resalta su relación personal con el entonces presidente
Luis Echeverría, diversas versiones señalan que inició su carrera con Miguel Alemán
Velasco, hijo del ex mandatario del mismo nombre, quien le habría abierto las puer-
tas de la política. Lo cierto es que Ojeda Paullada era consejero activo de la Fundación

127
Todos los siguientes datos biográficos fueron obtenidos en Camp, Roderic Ai (1992), op. cit.,
salvo que se señale otra fuente.
128
Gil y Schmidt, op. cit., p. 55.
129
Santos, Gonzalo N. (1984), Memorias, Grijalbo, México, pp. 777-778.
130
Ibid., pp. 819-820.
131
Ibid., pp. 760-763. Según información contenida en los Archivos Nacionales de los Estados
Unidos,­el cacique potosino Gonzalo N. Santos, que ocupó múltiples cargos públicos incluyendo
la gubernatura de San Luis Potosí entre 1943 y 1949, estaba involucrado en actividades de trá-
fico de drogas y contrabando. Véase Cedillo, Juan Alberto (2007), Los nazis en México, Debate,
México,­p. 52. En esas mismas actividades estaría presuntamente involucrado Miguel Alemán
Valdés, junto con otros políticos de la época. El autor intentó obtener copia de los documentos
citados en ese trabajo en los Archivos Nacionales de Washington. La respuesta que se obtuvo
del personal de esa institución fue que las referencias documentales citadas por Cedillo no eran
suficientes para su localización. Juan Alberto Cedillo me proporcionó parte de los documentos,
pero sin la fuente para citar el expediente.
132
De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 812.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 215

Miguel Alemán,133 fue asistente asiduo a los homenajes luctuosos al ex presidente134


y mantuvo cercanía política notable con Alemán Velasco.135

Óscar Flores Sánchez

En 1976, tras el cambio de gobierno y la asunción a la presidencia de José López


Portillo, Óscar Flores Sánchez fue designado procurador general de la República.
Había sido subsecretario de Ganadería durante el sexenio de Miguel Alemán, con
el encargo expreso del mandatario de asumir el problema de la fiebre aftosa, junto
con Raúl Mendiolea Cerecero. En este nuevo encargo de procurador, Flores Sán-
chez lo designaría titular de la Policía Judicial Federal.
De acuerdo con un documento de la dfs clasificado como secreto y fechado en
agosto de 1978, Flores Sánchez fue partidario de Martínez Manautou en la suce-
sión de Díaz Ordaz. Además, era el protector político de Raúl Mendiolea Cerece-
ro, quien bajo su gestión fue designado jefe de la Policía Judicial Federal. Flores
Sánchez era también el promotor político de la carrera de Carlos Aguilar Garza,
coordinador de agencias del Ministerio Público Federal en Sinaloa, Chihuahua y
Durango, durante la Operación Cóndor, que comenzó en 1975 e implicó el des-
pliegue de 10 000 militares que, junto con policías federales, realizaron acciones­
para erradicar cultivos ilícitos en la zona referida. El documento señala:

Nosotros no tenemos evidencia alguna que demuestre que el Lic. Flores en una u
otra forma haya estado inmiscuido directamente en este comercio, sin embargo,
tenemos evidencias amplias de que algunos de sus más cercanos colaboradores sí
estuvieron —y lo están actualmente— inmiscuidos, directa o indirectamente en el
negocio del tráfico de drogas, y nosotros también pensamos que es imposible que
Flores no tenga conocimiento de estas actividades pasadas y presentes.136

Entre los personajes cercanos a Flores Sánchez se menciona explícitamente a


Mendiolea Cerecero y Aguilar Garza, a quienes la información caracterizaba,
133
Fundación Miguel Alemán, A.C. (2010), Informe anual de actividades 2009, disponible en <http://
www.miguelaleman.org.mx/DOC_SITIO/edos_financieros/informe_2009.pdf>, p. 54.
134
Proceso (1984), “Muchos ex políticos recordaron a Alemán a un año de muerto, en una ceremo-
nia”, núm. 0394-24, 21 de mayo, versión cd.
135
Reforma (1999), “Abandona Televisa la familia Alemán: el efecto político”, 7 de abril, versión en
línea.
136
agn, versión pública del expediente de Raúl Mendiolea Cerecero, dfs, legajo 1, fojas 155-169.

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216 Carlos Antonio Flores Pérez

además,­como protectores operativos del narcotráfico.137 Presuntamente, uno de


los principales contactos operativos de Miguel Ángel Félix Gallardo durante los
años setenta, fue precisamente Carlos Aguilar Garza, quien años después sería
trasladado­a Tamaulipas con las mismas funciones, prácticamente de manera si-
multánea a la designación de Martínez Manautou como candidato a gobernador
de Tamaulipas, en 1980. Carlos Aguilar Garza fue designado coordinador en Ta-
maulipas el 17 de junio de 1980, dos días después del destape de Martínez Manau-
tou como candidato a gobernador. La información a la prensa, relativa al nombra-
miento de Aguilar Garza, fue proporcionada por el propio procurador general de
la República, Óscar Flores Sánchez, y por el director de la Policía Judicial Federal,
general Raúl Mendiolea Cerecero.138
Años más tarde, en 1985, todavía durante el gobierno estatal de Martínez
Manautou, Aguilar Garza se estrelló en Nuevo León, en una avioneta procedente
de Chetumal, Quintana Roo, con destino a Nuevo Laredo, Tamaulipas. El piloto de
la misma era el propio comandante de la Aeronáutica Civil del aeropuerto de esta
ciudad, Manuel Amozorrutia, quien declaró ante las autoridades que en el avión
transportaban cocaína y que Aguilar Garza participaba en el tráfico de la misma
con Juan N. Guerra.139
El 16 de junio de 1980, un día después de que Emilio Martínez Manautou fue
designado candidato del pri para el gobierno de Tamaulipas, Emilio López Parra
fue nombrado nuevo comandante de la pjf en Matamoros, por instrucciones del
titular de la corporación, Raúl Mendiolea Cerecero. Durante todo el año previo a
su nombramiento había ejercido el mismo cargo en Tijuana, Baja California.140 En

137
Ibid.
138
El Mañana de Reynosa (1980), “Nuevo coordinador de la campaña antidrogas”, 18 de junio,
Reynosa, Tamaulipas, p. 6, tercera sección. Martínez Manautou había sido designado candidato
dos días antes, el 15 de junio de ese año. Véase, también, El Bravo de Matamoros (1980), “Servir
y honrar a Tamaulipas; único poder al que aspira MM”, 16 de junio, Matamoros, p. 1, primera
sección.
139
El acta de la Policía Judicial Federal que contiene la declaración de Amozorrutia aparece reprodu-
cida en un blog del periodista tamaulipeco Óscar Treviño, disponible en <http://careldematamo-
ros.blogspot.com/2007_02_01_archive.html>.
140
El Bravo de Matamoros (1980), “Nuevo comandante de la Policía Judicial Federal en Matamoros”,­
17 de junio, Matamoros, Tamaulipas, p. 8, primera sección. Otra fuente refiere que se desempe-
ñaba en la plaza de San Luis Río Colorado, Sonora. Véase El Mañana de Reynosa (1980), “Nuevo
comandante de la Judicial Federal”, 17 de junio, Reynosa, p. 8, segunda sección. De cualquier
manera, esta plaza dependía de la misma Coordinación Regional de Agencias del Ministerio
Público, a cargo de Carlos Aguilar Garza, en la misma época.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 217

ese periodo, el fiscal encargado de la Coordinación Regional de Agencias del Mi-


nisterio Público Federal en esa zona era Carlos Aguilar Garza.
Una de las pocas investigaciones periodísticas que se han realizado respecto al
tráfico de drogas en la entidad identifica a López Parra como primo de Juan García
Ábrego y señala que también había fungido como agente de la dfs y como coman-
dante de la pjf en Nuevo León.141
En mayo de 1989, López Parra fue detenido bajo la acusación de lavado de di-
nero. El 18 de noviembre de 1990 fue puesto en libertad con el argumento de
falta de evidencias.142 En 1993, testigos protegidos de las autoridades estadouni-
denses brindaron testimonio de la protección institucional que Emilio López Parra
proporcionaba a la organización de García Ábrego, con quien tenía amistad per-
sonal.143

Alfonso Martínez Domínguez

De nuevo, en 1980, el 14 de junio, un día antes de la designación de Martínez


Manautou como candidato, otro personaje de los ámbitos de seguridad fue enviado­
a Tamaulipas. Se trataba del general de brigada Manuel Díaz Escobar, quien en-
tonces ocupó el cargo de comandante de la Octava Zona Militar, con sede en
Tancol, Tamaulipas. Pocos años antes, Díaz Escobar había estado a cargo de la
Operación Cóndor en Badiraguato, Sinaloa, una de las localidades emblemáticas
en la historia del narcotráfico en México.144
Manuel Díaz Escobar había sido el militar encargado de formar y entrenar al
grupo paramilitar Los Halcones, en 1968, que intervino en la represión del movi-
miento estudiantil de ese año y, tres años más tarde, en la matanza de estudiantes
del Jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971. Díaz Escobar habría cumplido tal

141
Figueroa, op. cit., p. 98.
142
Ibid.
143
cr. no. h-93-167-SS, United States of America v. Juan García Ábrego, United States District
Court for Southern District of Texas, Houston Division, Docket’s document 443, Appendix A
to United States Memorandum in Support of its answer to motion for new trial and to 2255 mo-
tion and its request for rule 8(a) determination by USA as to Juan García Ábrego, filed. (pgalvan)
(Entered: 01/21/2000), p. 6.
144
El Mañana de Reynosa (1980), “Asumirá el mando militar”, 14 de junio, Reynosa, p. 1, tercera
sección.

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218 Carlos Antonio Flores Pérez

función por instrucciones del general Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado
Mayor Presidencial durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.145
Sin embargo, en 1971, Díaz Escobar operaba bajo el mando institucional de
otro antiguo aliado de Martínez Manautou: Alfonso Martínez Domínguez, quien
en 1980 fungía como gobernador de Nuevo León, estado vecino de Tamaulipas.
Martínez Domínguez era otro de los damnificados políticos del triunfo de Luis
Echeverría en la sucesión de Díaz Ordaz. Habiendo apoyado la precandidatura de
Martínez Manautou, alcanzó una posición en el gabinete de Echeverría por su
calidad de presidente del pri, durante la campaña de éste y por influencia de Gus-
tavo Díaz Ordaz. La matanza del Jueves de Corpus había dado fin a su carrera,
hasta que José López Portillo lo rehabilitó. Según un documento de la Dirección
de Investigaciones Políticas y Sociales fechado en agosto de 1973, tenía también
estrechas relaciones con Carlos Hank González.146
En abril de 1974, un reporte de la dfs que aparece bajo el nombre del capitán
Luis de la Barrera Moreno, exponía las relaciones de Alfonso Martínez Domínguez
con el comandante del Resguardo Aduanal Interior de Torreón, Coahuila, Abelardo­
Manzo Puente. Hijo del general Amador Manzo Estévez y originario de Guadala-
jara, Jalisco, Abelardo Manzo había sido ayudante de plena confianza de Martínez
Domínguez, en su función como presidente del cen del pri, y regente del Depar-
tamento del Distrito Federal durante la campaña presidencial de Echeverría y al
inicio de su administración. Tras la salida de Martínez Domínguez del gabinete,
había mantenido su relación cercana con éste y había sido nombrado al frente de
la citada aduana, en 1971. Manzo ya se había desempeñado en esa aduana como
segundo comandante, en 1968. El informe destacaba que tras haber llegado a
Torreón sin dinero dos años después vivía con gran ostentación. A ocho meses de
fungir como comandante del Resguardo Aduanal había adquirido un avión con
valor aproximado de 600 000 pesos, y contratado a un piloto profesional,­al que
pagaba un sueldo superior a los 6 000 pesos mensuales. En marzo de 1973, ese
avión se había caído en Coahuila después de realizar un viaje al rancho La Marina
Vieja, propiedad del subsecretario de Investigación y Ejecución Fiscal, Enrique
Cárdenas González, en Tamaulipas. De acuerdo con el documento, Manzo­Puente­
envió celadores aduanales a resguardar los restos del aparato accidentado, quienes
impidieron a los curiosos y a otras autoridades aproximarse al avión. Cuando estas

145
El Universal (2008), “Fallece el general Manuel Díaz Escobar, presunto creador de Los Halcones”,­
11 de septiembre, versión en línea.
146
agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, ips, legajo 1 de 3, foja 140.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 219

últimas pudieron hacerlo, sólo encontraron el cadáver del piloto, sin hallar ninguna­
huella de la carga transportada.147
Manzo Puente había comprado un segundo avión de mejor calidad. Según el
mismo reporte, los viajes que esta última aeronave realizaba los hacía con el propio
Manzo como única tripulación y, en ocasiones, sin nadie más que el propio piloto a
bordo; asimismo, rentaba un avión bimotor. Ambos aparatos hacían viajes recurrentes­
a Laredo o a Cotulla, Texas, de donde partían hacia Tuxpan, Jalisco; también al ran-
cho El Borrego, propiedad de Alfonso Martínez Domínguez, con quien Manzo
Puente seguía sosteniendo una relación personal estrecha y se comunicaba­con fre-
cuencia por teléfono. El resultado de estas llamadas era el viaje de Manzo, en alguno
de estos aviones, a Monterrey o directamente al rancho de Martínez Domínguez.
Según el documento, la dfs contaba con información confidencial acerca de que, en
ocasiones, el avión transportaba armas o parque, como fue el caso de un cargamento
que la corporación detectó, dirigido a Tuxpan, Jalisco, consistente en 50 cajas con 2
500 cartuchos para fusil de asalto AR-15 y 60 cajas con cartuchos para otros de
tipo M-1 o M-2, así como ocho piezas de las primeras de estas armas.148
Según la dfs, el avión de Manzo Puente también era empleado con frecuencia
por Rubén Zuno. Manzo realizaba varios viajes a diversas localidades de Jalisco
para entrevistarse con él.149
En 1989, Rubén Zuno Arce sería uno de los personajes sentenciados por la jus-
ticia de los Estados Unidos, por su participación en el asesinato del agente de la
dea, Enrique Camarena Salazar.150
Y en junio de 2010, Francisco Martínez Cárdenas, hijo de Alfonso Martínez
Domínguez, fue arrestado por la Secretaría de Marina en Monterrey, Nuevo León,
y puesto a disposición de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en
Delincuencia Organizada, tras ser detenido con un grupo de personas que por­

147
agn, versión pública del expediente de Alfonso Martínez Domínguez, dfs, legajo 6 de 9, fojas
101-106.
148
Ibid.
149
Ibid.
150
Los Angeles Times (1989), “Camarena Indictment Names Business Figure: Narcotics: Rubén
Zuno Arce is the 16th person to be charged in the kidnap-murder of the U.S. drug agent. He is a
brother-in-law of a former president of Mexico”, 12 de diciembre, disponible en <http://articles.
latimes.com/1989-12-12/news/mn-240_1_ruben-zuno-arce>.

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220 Carlos Antonio Flores Pérez

taban seis armas largas, más de mil cartuchos y equipo de comunicación.151 Fue
liberado tres meses más tarde por un amparo interpuesto para su defensa.152

Reacomodos en Matamoros

En Tamaulipas, cuando los grupos locales que habían llegado al poder con Eche-
verría presintieron que podían ser arrinconados de nueva cuenta en el cambio de
gobierno local, buscaron afianzarse hasta donde les fue posible. Jorge Cárdenas
González, hermano del ex gobernador Enrique Cárdenas González, se postuló
como candidato opositor a la presidencia municipal de Matamoros, en 1980.
El domingo 30 de noviembre de 1980, a las 10:00 am, el cierre de campaña
del candidato Martínez Manautou tendría lugar en el mismo lugar donde había
arrancado: Matamoros. Un acto similar estaba previsto por la tarde, para la clau-
sura del proselitismo del candidato a la presidencia municipal de la localidad,
Jorge Cárdenas González. En ese contexto, El Mañana de Nuevo Laredo publicó
información enviada por su corresponsal en el puerto, que señalaba que el ejército
patrullaba las calles de la ciudad desde el día anterior, con vehículos provistos con
metralletas, generando temor entre los ciudadanos.153 El operativo estaba a cargo
del comandante de la Zona Militar, Manuel Díaz Escobar.
El mismo diario señaló que también desde el día anterior habían arribado a la
localidad grupos de choque enviados por el entonces gobernador de Nuevo León,
Alfonso Martínez Domínguez y por el dirigente petrolero, Joaquín Hernández
Galicia, con la consigna de evitar que simpatizantes de la oposición se infiltraran
en los contingentes de apoyo a Martínez Manautou para respaldar a Jorge Cárdenas­
González.154
Jorge Cárdenas González obtendría el triunfo en Matamoros, a pesar de la
resistencia del aparato de gobierno. La relación entre éste y Martínez Manautou
fue tensa, al grado que reportes de la Dirección de Investigaciones Políticas y So-

151
La Jornada (2010), “Confirman captura de hijo de Martínez Domínguez en NL. Lo tiene la
siedo; le imputan nexos con el crimen organizado”, 29 de junio, disponible en <http://www.
jornada.unam.mx/2010/06/29/politica/017n1pol>.
152
Milenio (2010), “Congratula a Mauricio liberación de hijo de Martínez Domínguez”, 13 de
diciembre, disponible en <http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/1b6bcde8bf538d98
1ccb8ca58c1718bb>.
153
El Mañana de Nuevo Laredo (1980), “Patrulla el ejército en Matamoros; MM cierra su campaña”,
30 de noviembre, Nuevo Laredo, p. 1, segunda sección.
154
Ibid.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 221

ciales de la Secretaría de Gobernación indicaban que el gobierno del estado le tenía


detenido a su homólogo municipal el reparto de 40 millones de pesos correspon-
dientes a las participaciones federales y estatales. Por esta razón, no estaba en
condiciones de pagar una quincena de sueldo a 2 000 empleados municipales.155
El gobernador Emilio Martínez Manautou respaldaría —para alcanzar la can-
didatura del pri y suceder en 1984 a Jorge Cárdenas González en la alcaldía de
Matamoros— a Jesús Roberto Guerra Velasco, hijo de Roberto Guerra Cárdenas,
sobrino de Juan N. Guerra y primo de Juan García Ábrego. El trato de Martínez
Manautou hacia el nuevo alcalde fue muy distinto. La misma dependencia de la
Secretaría de Gobernación refirió en sus informes múltiples reuniones y giras que
el gobernador y Guerra Velasco realizaron en conjunto, particularmente para in-
augurar obras con inversión estatal y municipal, algunas de ellas valuadas hasta en
1 500 millones de pesos.156
Incluso realizarían actos conjuntos con el entonces secretario de la Defensa
Nacional, Juan Arévalo Gardoqui, quien en visita oficial a algunos municipios de
la entidad haría escala en Matamoros, donde sería recibido por el alcalde Guerra
Velasco junto con el gobernador Martínez Manautou.157 Peculiar reunión de se-
mejantes actores institucionales, teniendo en cuenta las múltiples versiones que
señalan la participación del general Arévalo Gardoqui en el tráfico de drogas du-
rante la época.158
De 1958 a 1964, el entonces mayor Juan Arévalo Gardoqui, originario de
Chihuahua, era jefe de ayudantes del presidente Adolfo López Mateos, hecho que
le mantenía en constante contacto con todas las personas que se acercaban al man-
datario, incluyendo a los propios miembros del gabinete presidencial. Las oportu-
nidades de hacer fortuna, en tales condiciones, no eran menores. En enero de 1960,
una investigación de la dfs sobre la empresa Impulsora de Turismo de Baja Cali-
fornia derivó en un reporte redactado por su titular, coronel Manuel Rangel Esca-
milla, quien estableció que ésta era propietaria de todas las máquinas tragamonedas
que operaban en Tijuana, Mexicali y Ensenada. Se contaba con datos que apunta-
ban que la misma operaba incluso en San Luis Río Colorado, en Sonora; no obs-

155
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, ips, legajo 1, foja 296.
156
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, ips, legajo 1, fojas 45, 47, 50
y 51.
157
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, ips, legajo 1, foja 72.
158
Algunas de ellas pueden apreciarse en Astorga, Luis (2005), El siglo de las drogas. El narcotráfico­,
del Porfiriato al nuevo milenio, Plaza y Janés, México, pp. 143-144. Véase, también, Proceso (1992),
“Caracterizado como represor, a Bartlett se le acusa de ligar a Gobernación con el narco”, 8 de
junio, versión cd.

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222 Carlos Antonio Flores Pérez

tante, tras verificar la información, se determinó que las establecidas en Baja Cali-
fornia eran propiedad de esa compañía y que había obtenido permiso de las
autoridades locales por injerencia del ex gobernador Braulio Maldonado. Sin em-
bargo, aquellas que funcionaban en San Luis Río Colorado no eran propiedad de
Impulsora de Turismo de Baja California, sino de un hermano del mayor Juan
Arévalo Gardoqui, ayudante del presidente de la República.159 Impulsora de Tu-
rismo de Baja California contaba con el apoyo de Miguel Alemán Valdés, del co-
ronel Carlos I. Serrano, del general Abelardo Rodríguez y del propio gobernador
del estado, Eligio Esquivel Méndez.160

La Dirección Federal de Seguridad

En lo referente a la Dirección Federal de Seguridad, en 1980 el comandante Rafael


Chao López era coordinador regional de la dfs en el noreste del país, razón por la
que era el principal mando de la dependencia en Tamaulipas, cargo en el que se
mantuvo hasta inicios de 1984.161 En 1973, Chao desempeñaba la función de
jefe de vigilancia del estado —no se informa a qué institución pertenecía— en
Sinaloa, según reporta el propio director de la dfs, capitán Luis de la Barreda So-
lórzano.162 De acuerdo con reportes de la dfs, desarrollaba tareas antinarcóticos,
pues los mismos dan cuenta de la detención de diversos traficantes de droga en la
región..163
Hacia finales de los setenta, Chao había sido enviado a la región noreste por
instrucciones expresas del entonces director de la corporación, Miguel Nazar
Haro.­164 Chao contaba con el respaldo de otro grupo político distinto al de Mar-
tínez Manautou: el que respaldaba a Nazar Haro, originalmente alineado bajo las
órdenes de Fernando Gutiérrez Barrios. Hacia finales de los setenta, Nazar Haro
habría cambiado su lealtad política hacia otro ex director federal de seguridad y
relevante figura política: Javier García Paniagua.165
159
agn, versión pública del expediente de Juan Arévalo Gardoqui, dfs, legajo único, fojas 1-5.
160
Ibid, foja 3.
161
Diario de Nuevo Laredo (1984), “Carlos Aguilar Garza podría suceder a Chao López”, 23 de
enero, Nuevo Laredo, p. 3 C.
162
agn, versión pública del expediente de Rafael Chao López, dfs, legajo 1, foja 1.
163
Ibid.
164
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 2, fojas 88-91. De
Miguel Nazar Haro a Fernando Gutiérrez Barrios.
165
Aguayo Quezada, Sergio (2001), La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México,
Grijalbo, México, p. 234.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 223

Por estas razones, las actividades de Chao en Tamaulipas, entre finales de los
setenta y principios de los ochenta, muestran más una extorsión directa hacia
traficantes de droga, delincuentes diversos e incluso personas sin aparentes antece-
dentes delictivos.166 En 1979, la propia dfs reportó la detención de individuos que
fungían como auxiliares del comandante Chao, dedicados a la extorsión.167 Chao
López fue detenido cinco años más tarde en Manzanillo, Colima, tras la delación
de su propio sobrino, quien fue arrestado con un cargamento de cocaína oculto en
un camión que transportaba manzanas.168
Tiempo después, Chao López también fue mencionado como protector de
grupos sinaloenses del narcotráfico. Específicamente, se le atribuye haber protegido,­
en 1985, la fuga hacia Sinaloa de familiares de Rafael Caro Quintero tras que éstos
ultimaran a un agente de la Policía Federal de Caminos en Nuevo León.169 Asimis-
mo, tras su detención, el propio Rafael Caro Quintero señaló que proporcionaba
sobornos a Chao. Según una nota periodística a mediados de 1985, las autoridades
federales habían detectado propiedades de Chao López con un valor conjunto de
2 000 millones de pesos.170
En Tamaulipas, la actuación de los elementos de la dfs encabezados por Chao
estaba basada en los esquemas extorsivos tradicionales, en su trato con los traficantes­
de droga. Ello condujo a tensiones y disputas ocasionales entre los mismos, las cor­
poraciones policiacas locales y sus respaldos políticos, por una parte, y agentes de
la dfs, por otra. Así se evidencia, por ejemplo, en las presiones políticas de los
asociados de Martínez Manautou sobre los comandantes de la dfs, encaminadas a
removerles. Semejante situación se puede apreciar también en lo expuesto en un
documento que Miguel Nazar Haro, titular de la dfs, envía al subsecretario de
Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, como respuesta a las quejas que a este
último había dirigido el gobernador tamaulipeco, Emilio Martínez Manautou,
sobre la conducta de Chao López y sus agentes. Nazar Haro negaba categórica-
mente las acusaciones de irregularidades y violencia contra policías locales que se
hacían contra sus agentes.171 Por otra parte, también los agentes de la dfs hacían
166
agn, versión pública del expediente de Rafael Chao López, dfs, legajo 1, foja 6.
167
agn, versión pública del expediente de Rafael Chao López, dfs, legajo 1, foja 2.
168
El Norte (1989), “Delata Chao a otros quince implicados”, 13 de julio, Monterrey, versión en
internet.
169
El Norte (1989), “Chao protege a primos de Caro Quintero”, 5 de julio, Monterrey, versión en
internet.
170
Ibid.
171
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 2, fojas 88-91.
Además, sobre las referidas presiones, véase El Mañana de Nuevo Laredo (1981), “Denuncian
ante Gobernación y la pgr, abusos de la Federal de Seguridad”, 20 de mayo, Nuevo Laredo, p. 1,

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224 Carlos Antonio Flores Pérez

especial despliegue de sus capacidades de investigación para presionar al goberna-


dor, como sucedió a raíz del supuesto contrabando de trailers cargados con tubería
pvc, presuntamente propiedad de Martínez Manautou, que un comandante de la
dfs persiguió con singular ahínco.172
De acuerdo con los antecedentes de los involucrados, según se ha visto, podría
tratarse fundamentalmente de una disputa por el botín que el tráfico de drogas y
otro tipo de contrabando representaban para diferentes grupos de poder pertene-
cientes a la clase política posrevolucionaria. A final de cuentas, los intereses
económicos­sobre el tráfico de drogas habrían de diluir estas diferencias. Tras su
arresto, en sus primeras declaraciones, Chao aceptó estar involucrado con el tráfi-
co de drogas y señaló la participación de Carlos Aguilar Garza en la misma activi-
dad. Especialmente, confirmó que el avión en el que este último se accidentó
transportaba 600 kg de cocaína, y que el propio Chao se había encargado de
garantizar­que la droga fuera sustraída de la avioneta y ocultada. Había provisto,
asimismo, la protección inmediata de Aguilar Garza, del abogado y socio de éste,
Miguel Ángel del Bosque Cardona, del piloto Manuel Amozorrutia Silva, del
entonces comandante­de la dfs, Manuel García García, y del copiloto Fernando
de la Jara Martínez,­quienes también fueron víctimas del accidente aéreo.173
En 1996, testigos protegidos presentados por la fiscalía en el juicio contra Juan
García Ábrego, señalaron la relación de amistad cercana entre éste y Rafael Chao
López, el comandante de la dfs encubridor de Carlos Aguilar Garza.174

Cocaína

Es esta etapa la que inaugura el tráfico masivo de cocaína por la región noreste del
país, especialmente por Tamaulipas. Mientras que el coordinador de agencias del Mi-
nisterio Público Federal sustituido por Aguilar Garza declaró que entre abril de
1977 y junio de 1980 la Policía Judicial Federal confiscó solamente 10.4 kg de esta
droga,175 en octubre de 1984 la prensa local consignó, en Nuevo Laredo,

segunda sección; El Bravo de Matamoros (1981), “Aprehenderán a Federales por extorsionadores”,


1 de julio, Matamoros, pp. 6-5, segunda sección; El Bravo de Matamoros (1982), “Se generaliza
la protesta contra la dfs”, 12 de marzo, Matamoros, p. 1, segunda sección.
172
agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, ips, legajo 2, fojas 20-21.
173
El Norte (1989) “Delata Chao a otros quince…”, versión electrónica.
174
cr. no. h-93-167-SS, Docket’s document 443, p. 6.
175
El Mañana de Nuevo Laredo (1980), “Transfieren a Sonora al Lic. Juárez Jiménez”, 17 de junio,
Nuevo Laredo, p. 5, segunda sección.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 225

Tamaulipas,­la incautación de cocaína más cuantiosa hasta entonces en la historia


del país: 300 kg.176 Éstos procedían de Medellín, Colombia y, antes de arribar a
Tamaulipas, fueron transportados a Guadalajara, Jalisco, zona entonces controla-
da por la organización de Miguel Ángel Félix Gallardo, a quien se ha mencionado
con anterioridad.177
Un año más tarde, en 1985, el asesinato del agente de la dea, Enrique Cama-
rena Salazar, derivó en la investigación de varios comandantes policiacos. En ese
contexto, también se ordenó la detención del comandante de la Policía Judicial
Federal, Rogelio Hirachi Coutiño, quien se desempeñaba en Baja California, pero
había sido varios años el coordinador de esa corporación en la Zona 11, que com-
prendía Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Un lugarteniente de Caro Quintero,
José Contreras Subías, declaró que personalmente había proporcionado dinero a
Hirachi para que permitiera el paso de más de 20 toneladas de mariguana perte-
necientes a su jefe, por Nuevo Laredo. Según la nota de prensa, Hirachi también
recibía pagos de traficantes de personas, incluido Arturo Martínez Herrera El Texas,
líder de una organización que décadas más tarde participaría también en el tráfico
de drogas en Nuevo Laredo y que desde entonces contaba con una importante
visibilidad pública. Asimismo, Hirachi habría estado involucrado en la protección
de aquel histórico cargamento de 368 kg de cocaína que había sido decomisada
por Guillermo González Calderoni en Nuevo Laredo. Según Subías, esa droga
pertenecía a Miguel Ángel Félix Gallardo y a Ernesto Fonseca Carrillo Don Neto.
Hirachi había sido transferido a Tijuana antes de que el cargamento aterrizara.178
Según declaraciones de testigos protegidos, Guillermo González Calderoni,
un comandante policiaco que cobraría especial relevancia en el sexenio 1988-1994,
cuando fue designado director de Intercepción Aérea, Terrestre y Marítima de la
Policía Judicial Federal, era uno de los protectores de la organización de Juan N.
Guerra y Juan García Ábrego.179 En ese sexenio, González Calderoni operaría di-

176
Diario de Nuevo Laredo (1984), “Confirman captura de contrabando de cocaína más grande de
[la] historia”, 6 de noviembre, Nuevo Laredo, p. 3C.
177
Diario de Nuevo Laredo (1984), “Habrá más detenciones aquí”, 16 de noviembre, Nuevo Laredo,
p. 6 C.
178
El Mañana de Nuevo Laredo (1985), “Hirachi Coutiño es buscado por Interpol”, 14 de abril,
Nuevo Laredo, pp. 1 y 5, primera sección.
179
Proceso (1994), “Como brazo derecho de Coello Trejo, obtuvo del Cártel del Golfo unos 50 mi-
llones de dólares, según un cómplice de García Ábrego. González Calderoni, hilo de la maraña
de corrupción y compadrazgos entre altos funcionarios mexicanos y narcotraficantes”, 26 de
septiembre, versión digital. Véase, también, Proceso (1994), “Expediente de la Procuraduría de la
República sobre el imperio de García Ábrego. Contubernio de autoridades civiles y policiacas con
el Cártel del Golfo”, 3 de octubre, versión digital. En una entrevista con la cadena de televisión

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226 Carlos Antonio Flores Pérez

rectamente bajo la supervisión del subprocurador antinarcóticos, Javier Coello


Trejo. Hacia 1993, González Calderoni se separó de sus funciones y viajó a los
Estados Unidos al enterarse de la existencia de una investigación en su contra.
Según el entonces subprocurador general de la República, Alfonso Navarrete Prida,
esa investigación evidenció que González Calderoni era dueño de 400 tráilers,
casas, joyas y vehículos que rebasaban con mucho sus ingresos como servidor
público.­180 En los Estados Unidos obtuvo inicialmente la protección de la dea,
según expuso Héctor Berrellez, ex funcionario de esa corporación, hasta que reci-
bió órdenes de retirársela y no volver a hablar con él. Fue entonces cuando el fbi
lo detuvo, en julio de 1994, en Las Vegas, Nevada.181 En febrero de 2003 fue ase-
sinado en las calles de McAllen, Texas.
De acuerdo con la documentación contenida en el caso penal contra Juan
García Ábrego, en Houston, Texas, éste habría empezado a traficar mariguana en
1979, con Casimiro Espinosa Campos el Cacho. Después cambió al mercado de
la cocaína, porque la primera era una droga de estación. A mediados de los años
ochenta ya estaba en condiciones de imponer a otros traficantes el pago de dinero
por cada avioneta cargada con cocaína que arribara a Matamoros, a cambio de que
aquéllos no tuvieran problemas con las autoridades. Ese fue el caso de Fernando
Martínez el Aguacate, personaje que había sido introducido a García Ábrego a
través de Reséndez Bertolucci. Aceptó pagar 200 000 dólares por cada avioneta.182
Tiempo después, las condiciones del acuerdo habrían sido cambiadas por el propio
García Ábrego, quien habría arreglado con los colombianos que recibiría en especie­
40% o 50% de cada cargamento a cambio de su transporte.183
Aunque algunos de los traficantes que utilizaban la ruta de Matamoros recibían
la cocaína del Cártel de Medellín y pagaban derecho de piso a la organización de

pbs, realizada el 10 de octubre de 2000, González Calderoni dio su propia versión de las cosas. Ahí
reconoció tener una relación de amistad desde la niñez con Juan García Ábrego, si bien asegu-
raba que no era su socio. La transcripción de esta entrevista en inglés puede encontrarse en pbs
(2000), “Drug Wars: Part Two”, 10 de octubre, disponible en <http://www.pbs.org/wgbh/pages/
frontline/shows/drugs/etc/transcript2.html>.
180
El Universal (2003), “Ejecutan en McAllen a González Calderoni. Hechos: de un tiro en el cuello
ultiman al excomandante; autoridades de EU desconocen aún los motivos; presumen ajuste de
cuentas de Osiel Cárdenas”, 6 de febrero, versión en línea.
181
El Universal (2001), “Revela González Calderoni ser amigo de Juan García Ábrego. Rompe el
silencio el ex funcionario de la Procuraduría General de la República y ofrece nueva información
sobre el narcotráfico; permanece en una prisión de Texas”, 22 de agosto, versión en línea.
182
cr. no. h-93-167-SS, United States of America v. Juan García Ábrego, Docket’s document 443,
pp. 4-5.
183
Ibid., p. 9.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 227

García Ábrego, a través de sus principales operadores, Óscar Malherbe y Luis


Medrano, la muerte de algunos de ellos, como Jesús Chuy Espinoza, en 1986,
derivó en que los traficantes independientes fueran crecientemente absorbidos por
la estructura delictiva de García Ábrego. Comenzaron a adquirir la cocaína que les
proporcionaban Malherbe y Medrano, quienes la compraban al Cártel de Cali.184
García Ábrego adquirió ranchos en Soto La Marina y San Fernando, donde
aviones Turbo Commander colombianos, cargados de cocaína, aterrizaban para
entregar su mercancía, que continuaba su traslado hacia Matamoros en avionetas
de menor dimensión.185
El 12 de agosto de 1986, el procurador general de la República, Sergio García
Ramírez, anunció en Culiacán, Sinaloa, el inicio de la Operación Pacífico VII, en
días previos a su reunión con su homólogo estadounidense, Edward Meese. En ese
contexto, dio a conocer datos estadísticos sobre el decomiso de drogas, informó que
entre 1975 y 1984 se había incautado en el país un total de 2 303.5 kg de cocaína; en
1985 se decomisaron 2 562.7 kg de la misma sustancia; y en los seis meses transcu-
rridos desde su declaración hasta entonces, se incautaron 3 578.6 kg.186
El volumen del tráfico se distanciaba considerablemente de las proporciones
que, en principio, podrían suponerse partiendo de la consideración de las cantida-
des incautadas y de la hipótesis de un esfuerzo decidido de las autoridades me­
xicanas de la época. Sólo el 11 de agosto de 1986, en una sola acción, 450 kg de
cocaína fueron decomisados por corporaciones estadounidenses en McAllen,
Texas, ciudad estadounidense que colinda con Reynosa, Tamaulipas.187 El día 23
del mismo mes, la prensa de Nuevo Laredo anunció que la policía mexicana había
incautado 350 kg de cocaína en Matamoros.188 Semejantes cantidades parecen
muy modestas a la luz de los decomisos que tendrían lugar en los años por venir,
sin embargo, evidencian un agudo incremento en el tráfico de cocaína.
El 13 de agosto, el senador demócrata por Arizona, Dennis Deconsini, se
reunió con el presidente Miguel de la Madrid, en la embajada de México en Washing­
ton, D.C., previamente a la reunión del mandatario con su homólogo estadou­ni­
dense,­ Ronald Reagan. Le solicitaba investigar al gobernador de Sinaloa, Antonio

184
Ibid., pp. 4-5.
185
Ibid., pp. 5-6.
186
Diario de Nuevo Laredo (1986), “Operativo conjunto México-EU contra armas y drogas”, 12 de
agosto, Nuevo Laredo, p. 1A.
187
Diario de Nuevo Laredo (1986), “Aprehende la Federal a dos narcotraficantes”, 16 de agosto,
Nuevo Laredo, p. 3C.
188
Diario de Nuevo Laredo (1986), “Confiscan en Matamoros cargamento de cocaína”, 23 de agosto,
Nuevo Laredo, p. 3A.

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228 Carlos Antonio Flores Pérez

Toledo Corro, y al ex gobernador de Sonora, Manuel Ocaña, de quienes afirmaba


tener información que los incriminaba como participantes directos en el tráfico de
drogas.­También le proporcionó información sobre agentes y mandos de la Policía
Judicial Federal involucrados en el mismo ilícito. El presidente mexicano se mostró
receptivo, pero insistió en que semejantes asuntos eran cuestión de competencia
exclusiva de México.189 Cuestiones equivalentes en el noreste mexicano no fueron
mencionadas. Aparentemente, la atención se focalizaba en regiones geográficas
lejanas a Tamaulipas, donde se pasaron por alto los procesos ya presentes y en
marcha, que harían de la entidad uno de los principales puntos de exportación­de
cocaína y otras drogas en las siguientes décadas. Todo ello, a pesar de que dos de-
comisos de cocaína ocurridos en la zona fronteriza Texas-Tamaulipas, con escasos
días de diferencia, arrojaban cifras equivalentes a 21% de todo lo asegurado en
México en el transcurso de 1986, y a 29% de la cantidad incautada en 1985.
En la primavera de 1990, un grupo de operadores de la organización de Juan
García Ábrego se reunió con compradores estadounidenses en Houston, Texas. Los
primeros informaron a sus clientes que estaban bien conectados con las más altas
esferas del gobierno mexicano y que estaban alistándose para introducir un carga-
mento de 40 toneladas de cocaína.190 Para entonces, su margen de operación se
extendía hasta Nueva York, a donde transportaban cargamentos con regularidad.191

El homicidio de Casimiro Espinosa Campos, el Cacho

Es también a mediados de los ochenta cuando inicia un recrudecimiento de la


violencia asociada al narcotráfico en Tamaulipas, con el aparente propósito de
consolidar a la organización delictiva de Juan N. Guerra y su sobrino, Juan García
Ábrego.
Manuel Amozorrutia, el piloto de Carlos Aguilar Garza, quien atestiguó el
transporte de cocaína en el incidente del avionazo, dio también fe de la vinculación
de Aguilar Garza y Juan N. Guerra en el tráfico de drogas. En mayo de 1984,
ambos habrían autorizado la ejecución de un antiguo asociado en el narcotráfico,

189
Diario de Nuevo Laredo (1986), “Toledo Corro y Manuel Ocaña sí son narcos dicen a mmh”, 13
de agosto, Nuevo Laredo, p. 1A.
190
cr. no. h-93-167-SS, Docket’s document 443, p. 33.
191
Ibid., pp. 20 y 22.

PolvoImprenta16DIC.indb 228 08/01/14 12:12


Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 229

Casimiro Espinosa Campos el Cacho, en Matamoros, hecho que ocurriría ya bajo


la supervisión operativa de Juan García Ábrego.192
De acuerdo con la investigación de la dfs, que consta en un memorándum en
los archivos de esa institución, y que recoge la versión de Óscar López Olivares el
Profe, subordinado de Juan García Ábrego y Juan N. Guerra, Casimiro Espinosa
Campos se había dirigido a la casa del primero para matarlo.193 Varios años des-
pués, López Olivares sería testigo protegido de las autoridades estadounidenses y
proporcionaría testimonio judicial en contra de García Ábrego.
La dfs señalaba tener conocimiento de que tanto López Olivares como Espinosa­
Campos se dedicaban al tráfico de drogas, pero afirmaba ignorar su rol espe­cífico.
Según la versión de López Olivares, entre ambos existían antiguas renci­llas, porque
cinco meses atrás Espinosa Campos había golpeado las extremidades inferiores de
aquél, con la cacha de su pistola, y le había amenazado de muerte. En consecuencia,
al verlo venir hacia su domicilio, López Olivares se pertrechó con una ametralladora­
y repelió a balazos los disparos que Espinosa Campos le habría hecho. López Oli-
vares ignoraba el número de impactos que había causado a el Cacho.194
Espinosa, por su parte, con varias heridas de bala, habría logrado regresar a su
vehículo, en el que se alejó en busca de auxilio. A algunas cuadras de distancia del
domicilio donde habían sucedido los hechos, Espinosa Campos impactó su
vehículo­contra otro, lo que motivó el arribo de un policía de tránsito, a quien
entregó su pistola Browning calibre .9mm, tras lo cual fue internado en el hospital
Alfredo Pumarejo. Ahí recibió las primeras atenciones médicas, fue sometido a una
intervención quirúrgica y se determinó que había recibido un impacto en el tórax,
que le dañó un pulmón. La operación tuvo lugar a las 9:30 horas y, ese mismo día,
a las 16:00 horas, fue trasladado a un sanatorio particular, la Clínica Raya, propie-
dad del Dr. Alfredo Raya Barragán.195
La versión parece un tanto inconsistente, pues no se determina cómo le habría
disparado Espinosa Campos a su oponente sin ingresar a su domicilio. Algunas
notas de prensa también consignaron la versión de Casimiro Espinosa, quien había
acudido al domicilio de López Olivares, tras una invitación de éste a tomar un
café, lo que constituía una celada para matarlo, pues al tocar el timbre fue recibido
a disparos por López Olivares, quien se encontraba en compañía de otro sujeto,
Enrique Ortiz Castillo. Añadía detalles de la versión de López Olivares, quien

192
Ibid., pp. 2-3.
193
agn, versión pública del expediente de Casimiro Espinosa Campos, dfs, legajo único, foja 1.
194
Ibid.
195
Ibid.

PolvoImprenta16DIC.indb 229 08/01/14 12:12


230 Carlos Antonio Flores Pérez

afirmaba haber sido agredido a balazos por Espinosa Campos en el momento en


que le abría la puerta, es decir, prácticamente a quemarropa, logrando evadir los
impactos al pegarse a una pared.196
Más allá de la controversia en las declaraciones de ambos participantes, el
reporte­de la dfs expone que López Olivares no había sido detenido, a pesar de
herir a su adversario con una metralleta Thompson calibre .45, que no se precisa
si le fue requisada o no. Por el contrario, el inspector Ernesto Danaché Cantú,
perteneciente­a la Inspección de Policía de Matamoros —que dependía de la pre-
sidencia municipal—, ordenó vigilancia policiaca en el domicilio de López Oliva-
res en prevención de un atentado.197 El reporte establecía que el agente del
Ministerio­Público local, Jorge Valdés Zayas, le había tomado su declaración mi-
nisterial en el propio domicilio, sin reparar en las lesiones que éste había provoca-
do ni en su posesión y disparo de un arma de fuego de uso exclusivo de las fuerzas
armadas.198
Lo más significativo es que exponía que el día de los hechos, tras la agresión
cometida, López Olivares había recibido en su domicilio la visita del comandante
Emilio López Parra, quien arribó armado con metralleta, al igual que otros dos
sujetos que lo acompañaban. López Parra y los otros personajes habían permanecido­
en la casa de El Profe de las 18:00 a las 20:00 horas, de la que salieron sin ningún
incidente. Según el reporte, la prensa había identificado a López Parra como co-
mandante de la dfs, hecho que el propio redactor del documento confirmaba, tras
consultar al delegado estatal de la institución, Fernando Zárate Cosío, quien ex-
plicó que López Parra estaba comisionado bajo las órdenes del comandante Rafael
Chao López, en Monterrey, Nuevo León.199 Documentos probatorios aportados
por la fiscalía en el juicio contra Juan García Ábrego en 1996, y que le valieron una
sentencia condenatoria, muestran que, entre otros funcionarios, Emilio López
Parra, que en realidad era un comandante de la Policía Judicial Federal, y Rafael
Chao López, de la dfs, formaban parte de la estructura de protección de la orga-
nización delictiva, con quienes les unía, además, una estrecha amistad.200 No fue
sino hasta dos días después de los hechos cuando el Ministerio Público estatal giró

196
Prensa de Reynosa (1984), “Herido en una gangsteril emboscada. Maestro invita a un sujeto a su
casa a tomar café y lo recibe con ráfagas de metralleta”, 16 de mayo, Reynosa, p. 8A.
197
agn, versión pública del expediente de Casimiro Espinosa Campos, dfs, legajo único, foja 1.
198
Ibid.
199
Ibid., foja 2.
200
cr. no. h-93-167-ss, United States of America v. Juan García Ábrego, Docket’s document 443, p. 6.

PolvoImprenta16DIC.indb 230 08/01/14 12:12


Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 231

orden de aprehensión en contra de López Olivares, a quien, sin embargo, nunca


detuvieron.201
El fallido intento original de asesinar a Espinosa Campos derivó en un nuevo
atentado, mientras Espinosa convalecía de sus heridas en un hospital en Mata­
moros.­202 El 17 de mayo de 1984 un grupo armado tomó por asalto la Clínica
Raya buscando rematar a Casimiro Espinosa Campos.
La prensa describió los hechos como un baño de sangre. Los pistoleros ingre-
saron al hospital y dispararon de manera indiscriminada hacia el interior de varias
habitaciones. Espinosa Campos, quien se encontraba en la número 6, se ocultó
debajo de la cama cuando escuchó el estruendo causado por los disparos. Según la
nota periodística, la pared del cuarto presentaba huellas de más de 200 impactos
de bala.203
Frente al sanatorio se encontraba la casa del Cacho, que era resguardada por
sus propios pistoleros, quienes intentaron repeler la agresión, lo que obligó a que
el grupo armado que había atacado las instalaciones sanitarias se diera a la fuga.
Como resultado inmediato del atentado, cinco personas murieron: un policía, dos
visitantes, una paciente y la propia hermana del Cacho, Norma Alicia Espinosa
Campos. Tras los hechos de violencia, el ejército intervino estableciendo un perí-
metro de seguridad en torno a la clínica.204 Paradójicamente, Espinosa Campos
sobrevivió al nuevo intento de asesinato.
Con el deceso posterior de otras dos víctimas circunstanciales del ataque, un
total de siete personas internadas en la clínica murieron en lo que podría ser con-
siderada la primera irrupción pública, altamente violenta, de la organización del
Cártel del Golfo.
El gobernador Emilio Martínez Manautou envió a Matamoros al subprocu-
rador general de Justicia del estado, Leopoldo Bello López, para que participara
con las autoridades federales en la investigación del caso. El presidente municipal,

201
Si la prensa fue irónica o candorosa en su cobertura del caso, es difícil de determinar. Lo cierto
es que el 17 de mayo una nota periodística señalaba que López Olivares seguía oculto en su do-
micilio particular, ubicado en la esquina de las calles Palito Blanco y 21. Véase Prensa de Reynosa
(1984), “Rumores de que huyó el heridor de El Cacho”, 17 de mayo, Reynosa, p. 6C. La orden
de aprehensión había sido girada por el mismo fiscal que le había tomado su declaración, Jorge
Valdés Zayas.
202
cr. no. h-93-167-ss, United States of America v. Juan García Ábrego, Docket’s document 443,
pp. 2-3.
203
Diario de Nuevo Laredo (1984), “Resurge la mafia. Corre la sangre en Matamoros”, 18 de mayo,
p. 6C.
204
Ibid.

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232 Carlos Antonio Flores Pérez

Jesús Roberto Guerra Velasco, suspendió su estancia en el Distrito Federal y envió


un mensaje a través de un vocero municipal, Rafael Romero, señalando que había
decretado drásticas medidas de vigilancia en la ciudad, en prevención de que ocu-
rrieran nuevos choques violentos entre las organizaciones dedicadas al tráfico de
drogas.205 También, el jefe de la Policía Judicial del estado, Ricardo Zolezzi Cava-
zos, con antigua relación con la familia Guerra, declaró que había ordenado a su
personal que se aclarara la matanza.206 No era ésta una estrategia nueva de las au-
toridades ante hechos de violencia que habían conmocionado a los habitantes de
Matamoros en otros momentos de su historia reciente, pero, al igual que entonces,
era bastante­funcional para simular una respuesta pronta y eficiente del gobierno.
El grupo armado había desaparecido y —según expresaban los voceros guber-
namentales— se había ocultado en Brownsville, Texas, pero, el cuñado de Casimi-
ro Espinosa, Roberto Chapa el Chapita, se encontraba bajo custodia policial por
haber sido testigo presencial de los hechos. Chapa proporcionó su testimonio de
que el grupo armado responsable de la agresión se trasladaba en una camioneta
pick-up y en un automóvil Grand Marquis, vestían ropa de camuflaje y empezaron
a disparar a la residencia del Cacho, al tiempo que otra parte del grupo se interna-
ba en el hospital. De cualquier manera —y con argumentos que habrían de ser la
constante algunas décadas después ante nuevos hechos de violencia de alto impac-
to—, Salvador del Toro Rosales, ex coordinador de agentes del Ministerio Público
en el noreste del país y entonces jefe de las corporaciones municipales de Matamo-
ros, exponía de manera escueta que éstas no contaban con personal ni recursos
suficientes para enfrentar a bandas bien armadas. Casimiro Espinosa permanecía
fuertemente resguardado en su casa, donde sus guardaespaldas habían instalado
un “nido” de metralletas en la azotea, al tiempo que patrullas de policía mantenían
bloqueados los accesos de las calles. 207
El 20 de mayo de 1984, la prensa reportó la muerte de Casimiro Espinosa
Campos el Cacho. Sus allegados habían intentado trasladarlo en avión a la ciudad
de México, porque sus heridas se habían agravado debido a los movimientos
bruscos­que debió realizar para salvar su vida, en el atentado en la Clínica Raya.
Entró en coma en pleno vuelo y los doctores que lo acompañaban —incluido

205
Diario de Nuevo Laredo (1984), “Investigan masacre de Matamoros”, 19 de mayo, Nuevo Laredo,
p. 6C.
206
El Bravo de Matamoros (1984), “Son novatos los asesinos: Zolezzi. Resolveré el caso, prometió”,
19 de mayo, Matamoros, p. 4B.
207
Ibid.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 233

Alfonso Raya, dueño del sanatorio— decidieron aterrizar en Monterrey para que
recibiera atención urgente. Espinosa expiró en el trayecto.208
Aunque la causa de la muerte no era especialmente controvertida y los médicos
que supervisaban el traslado podían dar fe del hecho, los acompañantes del Cacho
—sus hermanas, su sobrino, dos guardaespaldas e incluso los propios galenos—
fueron puestos bajo custodia por la Policía Judicial Federal en Nuevo León y
trasladados en calidad de detenidos a Matamoros en un avión especial de la Pro-
curaduría General de la República.209
En esta localidad, las corporaciones policiacas, que habían recibido refuerzos,
realizaron múltiples detenciones entre los allegados y colaboradores de Casimiro
Espinosa Campos. El día anterior habían llegado a Matamoros 25 agentes de la
pjf, bajo la dirección del comandante Miguel Aldana Ibarra.210 El trato recibido
por López Olivares no podía ser más contrastante. El fiscal del fuero común, Jorge
Valdés Zozaya, había acudido personalmente a tomar la declaración del Profe, y
sólo de manera tardía expidió la orden de aprehensión, de manera que éste había
seguido libre. La prensa hizo referencia a los rumores de un presunto pago de
cuatro millones de pesos que el agente del Ministerio Público habría recibido por
favorecer a López Olivares.211
Paradójicamente, un informe adicional de la dfs, del 17 de mayo de 1984 a
las 17:05, dijo que la corporación había recibido reportes de la Dirección de Segu-
ridad Pública del municipio, que halló los vehículos, armas y objetos empleados
en el ataque a la Clínica Raya en puntos distintos de Matamoros. De los vehículos,
el Grand Marquis carecía de placas, pero era de procedencia estadounidense y tenía
datos del propietario. La camioneta pick-up fue hallada en otro lugar; tampoco
tenía placas, pero estaba blindada y contaba con reporte de robo desde 1983 ante
la policía de Brownsville, Texas. Cada uno de estos vehículos portaba armas y
cargadores de abastecimiento. En un tercer punto, la policía encontró fusiles au-
tomáticos AR-15 y semiautomáticos calibre .762, pistolas calibre .45 y múltiples
cargadores, así como ropa de camuflaje con etiquetas de la tienda Batsell’s, de
Brownsville, Texas. Todo esto permanecía bajo la custodia de la Dirección de Se-
guridad Pública municipal a cargo de Salvador del Toro Rosales, quien, junto con
Antonio Sánchez Torres, jefe de grupo de la Policía Judicial, era el encargado de

208
Diario de Nuevo Laredo (1984), “Muere El Cacho; culpan al alcalde. Nube de agente ‘de élite’ de
la pgr. Orden de aprehensión contra responsables”, 20 de mayo, Matamoros, p. 6C.
209
Ibid.
210
Ibid.
211
Ibid.

PolvoImprenta16DIC.indb 233 08/01/14 12:12


234 Carlos Antonio Flores Pérez

llevar a cabo la investigación, que no había derivado en ninguna detención de los


integrantes del grupo armado.212
De acuerdo con la nota del Diario de Nuevo Laredo, un periódico vespertino
local, El Popular, consignó las declaraciones de Esther Espinosa Campos, hermana
del Cacho. Ella acusó directamente al presidente municipal, Jesús Roberto Guerra­
Velasco, y a un tío suyo —del que el primero de estos medios no proporcionó el
nombre— de brindar protección a las bandas dedicadas al tráfico de drogas y de
conocer la identidad de los autores de ambos atentados contra Casimiro Espinosa.
Expresamente, la hermana de El Cacho señaló: “Si quieren, podrían investigar y
descubrir que fueron Juan García Ábrego, Óscar López Olivares, Emilio López
Parra y Sergio González el Checón, quienes compraron los uniformes militares en
Brownsville, Texas”.213
La policía municipal —dependiente del alcalde Jesús Roberto Guerra Velas-
co—, a cargo del otrora Fiscal de Hierro, Salvador del Toro Rosales, la Dirección
de Seguridad Pública del estado —a cargo del mayor Abdón Trejo Nava, antiguo
colaborador de Martínez Manautou desde la Secretaría de la Presidencia—, la
Policía Judicial­del estado —a cargo de Ricardo Zolezzi Cavazos—, nombrado
direc­tamente por el gobernador Emilio Martínez Manautou214 el ejército, la dfs y
la pjf —con el grupo especial dirigido por Miguel Aldana Ibarra—, fueron total-
mente incapaces de encontrar­a los perpetradores. A lo sumo, este último logró
determinar, el 21 de mayo, que Óscar López Olivares El Profe se encontraba hos-
pedado en el hotel Sheraton, en Brownsville, Texas, según consigna el Diario de
Nuevo Laredo. Tal publicación dio a conocer también la continuidad en las deten-
ciones de personas, de las que se ignoraba su identidad hasta el momento de ser
liberadas, por comprobarse que nada tenían que ver con la realización del atentado
contra la Clínica Raya. Asimismo, que las hermanas del Cacho habían sido liberadas
ya, lo mismo que los doctores que le habían acompañado en su malogrado vuelo.
También desmentía que se hubiera efectuado un cateo en la residencia de Juan N.
Guerra, tío del presidente municipal, “a quien se atribuye el manejo del narcotrá-
fico en todo Tamaulipas”, según expresó.215

212
agn, versión pública del expediente de Casimiro Espinosa Campos, dfs legajo único, fojas 3-4.
213
Diario de Nuevo Laredo (1984), “Muere El Cacho; culpan al alcalde”, 20 de mayo, p. 6C.
214
Zolezzi fue durante varios años comandante de la Policía Judicial del estado en Matamoros. La
de­signación fue decisión directa del gobernador Emilio Martínez Manautou. Véase El Mañana
de Nuevo Laredo (1982), “Asumió Zolezzi la dirección de la polijudicial [sic]”, 16 de abril, Nuevo
Laredo, pp. 1 y 6, segunda sección.
215
Diario de Nuevo Laredo (1984), “Localizan al mafioso que ordenó matanza matamorense”, 21 de
mayo, Nuevo Laredo, p. 6A.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 235

El homicidio de Ernesto Flores Torrijos y Norma Moreno Figueroa

Todas estas autoridades gubernamentales, jefes policiacos y sus respectivas corpo-


raciones fueron del todo incapaces para encontrar a los responsables de la violencia­
que, desde entonces, comenzó a cobrar magnitud creciente y que, según diversos­
indicios, con frecuencia apuntaba a los mismos orígenes. No pudieron ubicar, por
ejemplo, a los autores del homicidio de los periodistas Ernesto Flores Torrijos y
Norma Moreno Figueroa, editor y reportera del diario El Popular, quienes fueron
asesinados en Matamoros, Tamaulipas, el 17 de julio de 1986.216
Estos periodistas ya habían entrado en conflicto con el alcalde, Jesús Roberto
Guerra Velasco, e incluso habían desplegado en su periódico una carta abierta di-
rigida al secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, donde se quejaban por maltra-
tos de hecho y de palabra, que presuntamente aquel funcionario habría ejercido
contra Norma Moreno, de tan sólo 24 años de edad.217 Flores Torrijos también
había sido agredido por Rodolfo León Aragón, futuro director de la Policía Judicial
Federal, quien de visita en Matamoros lo golpeó en rechazo a ser fotografiado.218
Flores Torrijos había sido detenido por integrantes de esa corporación, según ex-
puso en su diario, por hacer pública la relación que éstos tenían con delincuentes,
a quienes obligaban a proporcionarles pagos periódicos.219 Según el semanario
Proceso, cuando ocurrió la matanza en la Clínica Raya, en el ataque contra Casi-
miro Espinosa Campos el Cacho, el periódico El Popular había denunciado la au-
toría intelectual de Juan N. Guerra.220
Según Proceso, la columna escrita por Norma Moreno, dos días antes de su
muerte, vinculaba a jefes policiacos locales con los delincuentes, y se dolía de que
traficantes de drogas aparecieran en las páginas de sociales de los periódicos del
estado.­221 Cabe señalar que, en el proceso de esta investigación, no fue posible en-
contrar ejemplar alguno del periódico El Popular. No hay ejemplares del mismo
en la Hemeroteca Nacional ni en el Archivo General de la Nación.
El asesinato causó múltiples protestas por parte de medios de comunicación.
El Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa envió una misiva al presidente

216
Proceso (1986), “Los periodistas inermes. Se alarga la lista de asesinados”, 27 de julio, versión
electrónica.
217
agn, versión pública del expediente de Ernesto Flores Torrijos, dfs, legajo único, foja 5.
218
Ibid., fojas 2-3.
219
Ibid., foja 1.
220
Proceso (1986), “Los periodistas inermes…”, versión digital.
221
Ibid.

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236 Carlos Antonio Flores Pérez

Miguel de la Madrid exigiendo justicia.222 Periodistas de medios impresos y radio


se congregaron para realizar una manifestación silenciosa frente a la estatua de
Belisario Domínguez, en Matamoros, también en reclamo por el asesinato de sus
colegas.223 En San Fernando, Tamaulipas, periodistas locales se reunieron en torno
al busto erigido en honor de Benito Juárez, exigiendo el esclarecimiento del asesi-
nato.224 La Asociación de Periodistas de Matamoros realizó un plantón en la Plaza
Hidalgo de la localidad, y envió representantes para entrevistarse con el entonces
procurador general de justicia del estado, Felipe A. Flores García, y con el alcalde
Jesús Roberto Guerra Velasco. Este último afirmó estar hondamente consternado
por semejante ataque contra la libertad de expresión.225
Con un procedimiento que parecía evocar la respuesta gubernamental al homi­
cidio de Gloria Landeros en 1947, el gobierno del estado, a cargo de Emilio Mar-
tínez Manautou, envió al procurador general de justicia del estado, Felipe A. Flores­,
para que se hiciera cargo de las investigaciones, junto con el propio director de la
Policía Judicial de la entidad, Jesús Pérez Güemez, quienes a su llegada se entrevis-
taron con el comandante de la Policía Judicial en Matamoros, Ricardo Zolezzi
Cavazos, y con el secretario del Ayuntamiento, Jorge Max Castillo, quien les ma-
nifestó la voluntad del alcalde, Jesús Roberto Guerra Velasco, por brindarles todas
las facilidades para esclarecer el caso y capturar a los culpables del homicidio.­226
El 21 de julio, la presidencia municipal de Matamoros publicó un desplegado
en varios periódicos —entre ellos, la Prensa de Reynosa—, que vale la pena reproducir­:

El H. Cabildo de Matamoros, reunido en pleno, analizando los lamentables acon-


tecimientos de hoy, jueves 17 de julio de 1986, durante los cuales resultaron muer-
tos el señor Ernesto Flores Torrijos y la señorita Norma Moreno Figueroa, director
y propietario, y reportera del periódico El Popular

222
Prensa de Reynosa (1986), “Sindicato de redactores pide a mmh aclare crimen de periodistas”, 19
de julio, Reynosa, p. 1A.
223
Diario de Nuevo Laredo (1986), “Protesta muda de periodistas por crimen de Matamoros”, 19 de
julio, Nuevo Laredo, p. 9C.
224
Prensa de Reynosa (1986), “Plantón de protesta por crímenes de periodistas”, 22 de julio, Reynosa­,
p. 2A.
225
Prensa de Reynosa (1986), “Periodistas exigen justicia ante el alcalde y ante el procurador de jus-
ticia en el Edo.”, 19 de julio, Reynosa, p. 5D.
226
Prensa de Reynosa (1986), “Encabeza el procurador investigación sobre el doble crimen”, 19 de
julio, Reynosa, p. 5D.

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 237

Manifiesta:

1. Que condena enérgicamente el asesinato de estas dos personas por constituir


un suceso al que realmente no puede calificarse, pues la información que tene-
mos es que se trató de una emboscada.
2. Que exigimos de las autoridades judiciales, especialmente del procurador gene-
ral de justicia en el estado, Lic. Felipe A. Flores, una investigación a fondo
hasta esclarecer plenamente estos lamentables hechos.
3. Que la actual administración municipal ha fincado su actuación en el propósito­
de otorgar garantías y seguridad a todos los ciudadanos de este municipio, y los
hechos de este día están contra esta política.
4. Que condenamos el atentado [sic] de los citados periodistas pues ha sido prin-
cipio de la actual administración municipal y de este H. Ayuntamiento, el
respetar la libertad de expresión.
5. Se han girado órdenes inmediatas a la Policía Preventiva para que se ponga a
disposición de las autoridades judiciales encargadas de la investigación del
caso, a fin de que coadyuven y en los trabajos que esperamos sean plenamente
exitosos a fin de esclarecer los hechos a que hacemos referencia [sic].
6. El H. Ayuntamiento no escatimará esfuerzos y elementos a su disposición para
que las autoridades competentes lleguen hasta sus últimas consecuencias en la
investigación y la aclaración de este crimen.

H. Matamoros, Tam., a julio 17 de 1986.


Jesús Roberto Guerra Velasco
El Presidente Municipal
Lic. Jorge Max Castillo
El Secretario.227

También el 21 de julio, cuatro días después del asesinato, el comandante Zo-


lezzi manifestó a la prensa que lamentablemente no se había alcanzado ningún
resultado positivo, si bien las investigaciones continuaban.228
La declaración no dejaba de evidenciar un trasfondo paradójico: Ricardo Zo-
lezzi Cavazos había estado al frente de las comisiones de seguridad en Matamoros,
cuando el homicidio de Octavio Villa Coss, y era el titular de la Policía Judicial del

227
Prensa de Reynosa (1986) (desplegado), 21 de julio, Reynosa, p. 4D.
228
Prensa de Reynosa (1986) “Sin avance en las investigaciones sobre la muerte de los periodistas”, 21
de julio, Reynosa, p. 4D.

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238 Carlos Antonio Flores Pérez

estado en la época en que ocurrió el ataque a la Clínica Raya. En todas esas ocasio-
nes, su pericia policiaca nunca fue suficiente para ubicar a los involucrados.
Sin duda, la relación entre la familia Zolezzi y los Guerra era cercana. En 1983,
el hijo de Ricardo Zolezzi Cavazos, Ricardo Zolezzi García, se había integrado al
equipo de campaña de Jesús Roberto Guerra Velasco, y en 1988 inició labores
como subgerente de Constructora Azteca, propiedad de Saúl García Guajardo y
de Elsa Guerra Velasco de García.229
De acuerdo con el semanario Proceso, la viuda de Flores Torrijos, Amelia Gil,
responsabilizó directamente al alcalde, Jesús Roberto Guerra Velasco. La revista
añadió que los responsables de la muerte de los periodistas eran La Familia, deno-
minación con que eran conocidos Juan N. Guerra, Juan García Ábrego y Jesús
Roberto Guerra Velasco.230
Amelia Gil se quejaba de que la delincuencia organizada controlaba buena
parte de la prensa del estado.231 En diciembre de 1986, la empresa editorial Argos,
encabezada por Ninfa Deándar, dueña de El Mañana de Nuevo Laredo, publicó un
desplegado en ese diario donde daba a conocer la noticia de que el periódico ves-
pertino La Tarde, perteneciente al mismo grupo, había sido vendido a José Carlos
Aguilar Garza, el antiguo coordinador de agencias del Ministerio Público, trans-
formado en traficante de drogas.232
Aguilar Garza aseguró que La Tarde continuaría siendo un medio veraz e in-
dependiente y anunció que designaría como director general a Luis G. Olloqui,
quien fuera el primer secretario particular del gobernador Raúl Gárate Legleu.233
Aguilar Garza añadió que también nombraría a Manuel Ayala García —hijo del
político de Reynosa, Manuel Ayala Ayala—, como subdirector del diario, y a
Carlos Arteaga García —el comandante policiaco que viajaba en el avión que
transportaba cocaína, en el cual se accidentó el propio Carlos Aguilar— lo desig-
naría jefe de información.234

229
Nuevo Diccionario Biográfico de la Heroica Matamoros, disponible en <http://soctamdehistoria.
org/db/letraZ/Zolezzi_Garcia_Ricardo.htm>.
230
Proceso (1986), “En Matamoros todos conocen a los asesinos, pero se esfumaron”, 4 de agosto,
Matamoros, versión electrónica.
231
Proceso (1986), “Los periodistas inermes…”.
232
El Mañana de Nuevo Laredo (1986) (desplegado), 28 de diciembre, Nuevo Laredo, p. 2, primera
sección.
233
Sobre el antecedente de Luis G. Olloqui, véase De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 734.
234
El Mañana de Nuevo Laredo (1986), “ ‘La Tarde’ seguirá siendo un medio de comunicación inde-
pendiente y veraz: José Carlos Aguilar Garza. Luis G. Olloqui, designado director general”, 30 de
diciembre, Nuevo Laredo, pp. 1 y 7, sección Locales. Sobre Carlos Arteaga García, véase Diario

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Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) 239

Por su parte, las autoridades federales de la época participaron también en la


investigación. La pgr destinó un grupo de 70 investigadores en Tamaulipas para
que indagaran el caso; la Disen realizaría sus propias pesquisas.235 De cualquier
manera, el homicidio nunca sería esclarecido.
Según está documentado en el juicio seguido contra Juan García Ábrego en la
corte de Houston, Texas, en 1996, uno de los testigos que la fiscalía usó en su contra
—Carlos Reséndez Bertolucci, un antiguo policía ministerial de Tamaulipas que
se convirtió en uno de los principales operadores de aquél— declaró que García
Ábrego le había manifestado que ordenó el asesinato de dos periodistas que lo
habían señalado como traficante de drogas.236
El 17 de junio de 1986, el propietario de los periódicos Frontera, de Reynosa,
y El Río, de Río Bravo, también fue asesinado en su domicilio, en la primera­de
esas localidades, por un sujeto que ingresó a su casa y le disparó en cinco ocasiones
con un arma de grueso calibre, cuando aquél tenía una reunión con su equipo
editorial. Tras el asesinato, el atacante regresó a la calle, donde subió a la parrilla de
una motocicleta que lo esperaba para darse a la fuga. Según una nota de prensa, el
motivo podía ser la confrontación que había tenido con la Policía Judicial del es-
tado por señalar nexos entre ésta y traficantes de droga.237
Antes de su propia muerte, Ernesto Flores Torrijos dio una entrevista a la
agencia United Press, en relación con el asesinato de Brennes; en ella vaticinó que
jamás habría arrestos.238 El tiempo le daría la razón, añadiendo su propio caso y el
de su colaboradora, Norma Moreno.
Aunque las causas del homicidio de Brennes nunca fueron clarificadas y tam-
poco fueron detenidos los perpetradores, cabe señalar que García Ábrego tenía una
predilección por realizar los actos de violencia en los días 17 de los diversos meses.
La masacre de la Clínica Raya, el asesinato de Flores Torrijos y Moreno Figueroa, y
el de Brennes, ocurrieron todos en un día 17.

de Nuevo Laredo (1985), “Propietarios del ‘Palacio del Río’ heridos al desplomarse su bimotor”, 8 de
febrero, Nuevo Laredo, p. 1A.
235
Diario de Nuevo Laredo (1986), “pgr y Gobernación investigan crímenes de los periodistas”, 22
de julio, Nuevo Laredo, p. 1A.
236
cr. no. h-93-167-ss, United States of America v. Juan García Ábrego, United States District
Court for Southern District of Texas, Houston Division, Docket’s document 443, Appendix A,
op. cit., p. 3.
237
Diario de Nuevo Laredo (1986), “Asesinan a editor de un periódico de Reynosa”, 18 de junio,
Nuevo Laredo, p. 6C.
238
Prensa de Reynosa (1986), “Asesinaron a dos valientes periodistas de Matamoros. Ernesto Flores
Torrijos y Norma Moreno, acribillados”, 18 de julio, Reynosa, 5D.

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5. Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000)

En 1988, el tráfico de cocaína por territorio nacional está plenamente consolidado.


Las organizaciones mexicanas tienen acuerdos de aprovisionamiento sólidos con
sus contrapartes colombianas. Las ventajas comparativas de las primeras, sin em-
bargo, se evidencian en este periodo. Los hechos que se narran muestran una es-
tructura amplia y compleja de corrupción de alto nivel protegiendo las operaciones
de agrupaciones específicas de la delincuencia organizada para el tráfico de drogas,
entre ellas, y de manera especial, el Cártel del Golfo.
Hacia la primera parte de este periodo, las vinculaciones se aprecian conside-
rablemente estrechas e incluyen los ámbitos políticos y de seguridad federales y
locales. Un proceso renovado de reconfiguración cooptada del Estado parece condu-
cido por los herederos de los antiguos intereses ilícitos de protección al narcotrá­
fico, dentro de la estructura de poder del país, adaptado ahora a los nuevos esque-
mas de la modernización y la economía global.
El bloqueo permanente de las instituciones se muestra con mayor fuerza, sobre
todo, en su falta de acción selectiva en contra de las organizaciones mejor posicio-
nadas dentro del ánimo de los funcionarios públicos que, para dar una apariencia
de probidad y eficiencia, focalizan sus esfuerzos hacia otras menores.
Según se podrá apreciar, la transformación de semejantes condiciones sólo
tendrá lugar a partir de una ruptura en la cúpula que condujo a un intento de
desmantelamiento efectivo de esta amplia red de intereses ilegales, sin embargo, con
resultados limitados debido a la magnitud de los mismos y a la multiplicidad de
elementos afines a ellos dentro de las instituciones.
Fue en estas condiciones que la organización de Juan N. Guerra y Juan García
Ábrego llegó a su ocaso, con la detención del segundo y su expulsión ipso facto
hacia los Estados Unidos, tras el debilitamiento político de sus principales asocia-
dos. El juicio seguido en su contra en Houston, Texas, en 1996 y 1997, permitió
atisbar las dimensiones de este entramado y la responsabilidad de algunos de sus
principales protagonistas.
Todo este proceso se desarrolló de manera paralela a una acelerada apertura
política que tuvo como corolario la derrota del pri en la elección presidencial de
2000, factor que habría de modificar la dinámica funcional del régimen mexicano y,

241

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242 Carlos Antonio Flores Pérez

dados los antecedentes, las condiciones de interacción entre la delincuencia orga-


nizada y las estructuras centrales y locales de poder.
Con la nueva correlación de fuerzas, que no obligaba ya a la antigua disciplina
política de los poderes locales respecto al centro y con instituciones insuficiente-
mente saneadas, los vínculos de corrupción y contubernio se fragmentaron, pero
no desaparecieron.
En Tamaulipas, el vacío de poder tras el colapso de la organización de Juan N.
Guerra y García Ábrego daría paso a la reconstrucción gradual de una nueva hege-
monía delictiva un par de años después, la de Osiel Cárdenas Guillén. Se trata, en
este caso, de una agrupación que construye su propio dominio a partir de estrategias
basadas, en mayor medida, en la violencia dirigida en contra de sus rivales y de los
propios funcionarios públicos. Se valdría, para ello, de una medida inédita en el caso
mexicano: la integración de desertores de las fuerzas especiales del Ejército mexicano
y su empleo sistemático para abatir a sus oponentes, sentando así la semilla de la
irrupción de una delincuencia organizada de carácter paramilitar.
Cárdenas Guillén construyó redes de protección política de abajo hacia arriba,
vinculándose primero con diversos funcionarios de jerarquía menor o media, para
ampliarlas posteriormente hacia otros de mayor importancia. Sin embargo, sus
apoyos parecieron establecerse, sobre todo, en los ámbitos de poder locales: en las
instituciones políticas y de seguridad del gobierno del estado y entre los funciona-
rios adscritos a las delegaciones federales ubicadas en la entidad.
La ausencia de predominios políticos efectivos y la contraposición entre las fuer-
zas locales y centrales sería conducente para la irrupción de nuevos liderazgos delic-
tivos. Tales grupos, ansiosos de construir su propia hegemonía, erradicando a sus
contrapartes y amparados aparentemente por intereses de poder confrontados, incre­
mentarían con su disputa los niveles de violencia en el estado. Ésta habría de alcanzar
proporciones sin precedentes en los años por venir, y se extendería a otras entidades
de la República en una vorágine de terror que no cesa hasta nuestros días.

Auge y ocaso del primer Cártel del Golfo

En 1987, García Ábrego había alcanzado un poder notable que le permitió, incluso,­
asesinar al ex comandante de la dfs, Tomás Morlet, junto con otro acompañante,
el traficante Saúl Hernández, afuera del bar Piedras Negras, propiedad de Juan N.
Guerra. Según expresó un testigo protegido en el juicio a Juan García Ábrego en
Houston, Texas, en 1996, éste expresó que había ordenado su muerte por traficar

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 243

cocaína a sus espaldas.1 En 1985, Tomás Morlet fue detenido en Tijuana, Baja
California, como sospechoso de haber participado en el secuestro del agente esta-
dounidense Enrique Camarena Salazar, de la dea.2
Hacia finales de los ochenta, dados los antecedentes examinados, había pocas
razones para que la organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego temiera
que la impunidad de la cual gozaba pudiera verse alterada. Las relaciones políticas
y policiacas construidas por la organización a lo largo de las décadas se evidencia-
ban sólidas.
En lo referente a estas últimas, como se recordará, documentación presentada
por la fiscalía en el juicio en contra de Juan García Ábrego en 1996, y que le valió
una sentencia condenatoria, señala que en los años ochenta su organización recibía
protección del ya referido comandante de la Policía Judicial Federal, Emilio López
Parra, y también del comandante de la misma corporación, Luis Esteban García
Villalón, quienes participaban directamente en el tráfico de cocaína.3
En 2008, un periódico nacional informó que Luis Esteban García Villalón, ex
director de Enlace y Concertación de la Dirección General de Investigaciones de
Narcóticos de la pgr estaba a punto de recuperar 25 millones de dólares, dos avio-
nes y otras propiedades que le habían sido incautadas en 1990, tras el proceso que
la Procuraduría General de la República le había fincado por su vinculación con
Juan García Ábrego. La Suprema Corte de Justicia de la Nación atrajo el caso para
conocer el amparo que le habían concedido los magistrados del Primer Tribunal
del Cuarto Circuito, con sede en Monterrey. En 1990, García Villalón fue detenido
junto con Emilio López Parra. Javier Coello Trejo y Luis Soto Silva los consignaron
ante el agente del Ministerio Público Federal.4
Algunos testigos protegidos que brindaron testimonio durante el juicio asegu-
raron que a finales de los ochenta, en el contexto de un nuevo sexenio, García
Ábrego pagaba una cuota mensual de 1.5 millones de dólares al subprocurador
general de la República, Javier Coello Trejo y a sus colaboradores, García Villalón
y López Parra.5 De acuerdo con el mismo documento,­en 1990 las presiones hacia

1
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 9.
2
Diario de Nuevo Laredo (1985), “Detienen a ex-federales y un piloto ‘sospechoso’ del secuestro de
Camarena Salazar”, 26 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1A.
3
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 6.
4
Milenio (2008), “Ex funcionario de pgr, cerca de recuperar bienes asegurados. Luis Esteban García
Villalón está a punto de recuperar los más de 25 millones de dólares, dos aviones y otras propie-
dades que le fueron aseguradas el 24 de mayo de 1990”, 16 de noviembre, disponible en <http://
impreso.milenio.com/node/7146317>.
5
CR. NO. H-93-167-SS, Docket’s document 443, p. 6.

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244 Carlos Antonio Flores Pérez

García Ábrego se incrementaron, justamente porque el flujo de los sobornos que


éste enviaba no había llegado a instancias superiores de la procuraduría, hecho que
derivó en la detención de García Villalón y López Parra.6
Entre 1987 y 1988 hubo un recambio de funcionarios locales y federales.
Dadas las relaciones entre personajes hasta aquí expuestas, una hipótesis sería que
algunos de esos movimientos podrían haber favorecido la consolidación de la or-
ganización, expandiendo su influencia y logística operativa hacia otros estados de
la República.
En Tamaulipas, en 1987, Emilio Martínez Manautou cedió al poder a Amé-
rico Villarreal Guerra, un ingeniero agrónomo con escasa presencia política en la
entidad —si bien había fungido ya como senador por el estado—, quien tenía
buena relación con el presidente Miguel de la Madrid.7
El 1° de agosto de 1986, la prensa tamaulipeca publicó que el senador Américo­
Villarreal Guerra había sido aclamado como precandidato único del pri al gobierno­
del estado, por los tres sectores del partido. Sus primeros señalamientos fueron que
habría de atender el problema de violencia que aquejaba a la entidad, y que su
gobierno haría énfasis en cuestiones de seguridad pública y administración de
justicia.8
A comienzos de febrero de 1987, el gobernador Américo Villarreal dio a co-
nocer a los integrantes de su gabinete. En la Procuraduría General de Justicia del
estado nombró a Aníbal Pérez Vargas; en la Secretaría de Seguridad Pública, a Raúl
Flores Morán.9
Pérez Vargas nombró a Porfirio Castillo Delgado como jefe de la Policía Judicial­
del estado, quien había fungido como director del departamento jurídico en la
administración de Emilio Martínez Manautou.10 Castillo, a su vez, nombró al co­
man­dante Silvio Brussolo como su segundo al mando.11

6
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, pp. 29-30.
7
Diario de Nuevo Laredo (1986), “Un técnico prestigiado”, 1 de agosto, Nuevo Laredo, p. 2A.
8
Diario de Nuevo Laredo (1986), “Calmar tensiones y violencia se propone el senador Américo
Villarreal G.”, 1º de agosto, Nuevo Laredo, p. 1A.
9
Prensa de Reynosa (1987), “Lista de funcionarios en el nuevo gabinete de Tamaulipas”, 3 de febrero,
Reynosa, p. 5F.
10
Prensa de Reynosa (1987), “Nuevo director de Policía Judicial del Estado”, 7 de febrero, Reynosa, p.
1B.
11
Prensa de Reynosa (1987), “El Lic. Aníbal Pérez extiende nombramientos”, 7 de febrero, Reynosa,
p. 1B.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 245

Al comienzo de su gestión, Castillo Delgado llevó a cabo una pretendida re-


composición de la Policía Judicial del estado que, sin embargo, se caracterizó por la
reubicación, en distintas plazas, de los mismos personajes que ya formaban parte de
las corporaciones estatales de seguridad en la administración anterior. Movimientos
semejantes se efectuaron en la Procuraduría General de Justicia del estado, bajo
instrucciones de Aníbal Pérez Vargas.12 En el caso de la pje, incluso se ratificó a
Ricardo Zolezzi Cavazos como comandante encargado de esa institución, en Ma-
tamoros.13 Ernesto Danaché, quien desde su cargo como director de Seguridad
Pública en Matamoros había ordenado la protección policiaca a la casa de Óscar
López Olivares el Profe tras el atentado contra Casimiro Espinosa el Cacho en 1984,
fue designado comandante de la Policía Judicial del estado en Nuevo Laredo.­14
Como había ocurrido en la administración de Emilio Martínez Manautou, las
instituciones de seguridad locales fueron —o pretendieron ser— totalmente inca-
paces para detectar la operación de la organización de Juan N. Guerra y Juan García
Ábrego, que, como se ha visto, cometía acciones violentas de consideración, com-
petencia de las autoridades del fuero común, es decir, de la procuraduría estatal.
En esta institución, un matamorense de 32 años de edad fue nombrado primer
subprocurador, el segundo funcionario de mayor jerarquía después de su titular,
Aníbal Pérez Vargas. Se trataba de Raúl Morales Cadena, hijo de Raúl Morales
Farías, el antiguo abogado de Juan N. Guerra, quien tenía sus oficinas en los altos
del bar Piedras Negras, e integrante de la camarilla política de los generales Raúl
Gárate Legleu y Tiburcio Garza Zamora.15

12
Véase, por ejemplo, Prensa de Reynosa (1987), “En una o dos semanas, cambios en jefaturas
de la Judiestatal”, 7 de febrero, Reynosa, p. 4E. Ibid., “César de la Garza jefe de la pje”, 12 de
febrero, p. 7B. Ibid., “Cambios en cascada en la Judicial y Ministerio Público. Domingo Serna,
a la Judicial de Alemán; ratifican a Ramírez Franco; nombran a fiscales”, 22 de febrero, p. 1E.
Ibid., “Pedro Cavazos suple a J.A. Gutiérrez en Camargo”, 22 de febrero, p. 1E. Ibid., “Aplaude
en Camargo la ratificación de Antonio Ramírez como jefe de la Judicial”, 22 de febrero, p. 1E.
Ibid., “Formarán ‘Grupo Especial’ en la Judicial. Quedaría integrado por ex comandantes y ‘su-
pervisores’ de la corporación”, 23 de febrero, p. 6B.
13
Prensa de Reynosa (1987), “Ricardo Zolezzi Cavazos ratificado en la Judicial”, 24 de febrero,
Reynosa, p. 7D.
14
Prensa de Reynosa (1987), “Ernesto Danaché, nuevo comandante de pje. No más abusos de po-
der, promete”, 11 de marzo, Reynosa, p. 8E.
15
Prensa de Reynosa (1987), “El nuevo equipo. Mentes frescas nos gobiernan. Raúl Morales Cadena,
primer subprocurador. Profesional del Derecho con cultura jurídica. Tan moderado y prudente
como Aníbal Pérez V.”, 3 de marzo, Reynosa, p. 1C.

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246 Carlos Antonio Flores Pérez

Jaime Cárdenas González, hermano del ex gobernador Enrique Cárdenas


González, fue designado jefe de la Oficina Fiscal del estado por el nuevo manda-
tario estatal, Américo Villarreal Guerra, quien también mantuvo a un personaje
cercano a su antecesor, Manuel Robles Flores, al frente del penal del estado, en
Ciudad Victoria.16
En Tamaulipas, en 1987, diversas instituciones federales hicieron también
importantes modificaciones de personal. Tal fue el caso, por ejemplo, de las aduanas­
en Tamaulipas. El 28 de febrero de ese año, Prensa de Reynosa dio a conocer que el
administrador de la aduana, Hugo Ramón Pimentel, había nombrado a Antonio
Galindo Ochoa Musa como segundo comandante de Resguardo Aduanal en Ma-
tamoros, bajo las órdenes del primer comandante y jefe de tal oficina, Rodolfo
Larrazolo Rubio.17
Antonio Galindo Ochoa Musa era hijo de Francisco Galindo Ochoa, un po-
lítico de larga trayectoria, vocero de las administraciones de Gustavo Díaz Ordaz
y de José López Portillo, y amigo personal de Emilio Martínez Manautou y de
Leopoldo Sánchez Celis. En 1951 había sido diputado federal en la XLI Legisla-
tura. En el Senado, ésta era encabezada por el coronel Carlos I. Serrano.18
De acuerdo con Claudio de la O —un agente del fbi infiltrado en la organiza­
ción de Juan García Ábrego, que brindó testimonio en el juicio en su contra reali-
zado en Houston, en 1996—, un incidente en el lado estadounidense del puente­
internacional entre Brownsville y Matamoros derivó en la detención, en marzo de
1987, de Antonio Galindo Ochoa, funcionario aduanal mexicano, quien habría
amenazado con un arma de fuego a un oficial estadounidense. Por petición de Juan
García Ábrego, De la O. habría facilitado la liberación de Antonio Galindo. García­
Ábrego era amigo suyo y de su hermano, Francisco Galindo Ochoa Musa, quien
trabajaba en la Procuraduría General de la República.19
A la luz de semejantes vínculos, el nombramiento de Antonio Galindo Musa
en la aduana de Matamoros parece poco casual, más si se tienen en cuenta los

16
Prensa de Reynosa (1987), “Designan nuevos funcionarios en gabinete de avg”, 3 de marzo, Rey-
nosa, p. 1A.
17
Prensa de Reynosa (1987), “Antonio Galindo Ochoa, nuevo segundo Com. del Resguardo Adua-
nal. Le dio posesión el administrador de la Aduana Hugo Ramón Pimentel”, 28 de febrero, Rey­
no­sa, p. 6D.
18
Esa coincidencia entre ambos personajes se puede verificar en múltiples documentos legislativos.
Un ejemplo de ello se corrobora en Diario Oficial de la Federación (1952), “Decreto que reforma
los Artículos 43 y 45 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, 16 de enero,
México, pp. 1-2.
19
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 7.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 247

propios de Rodolfo Larrazolo Rubio, su superior inmediato, quien había sido


subcomandante de la dfs, comisionado en Reynosa por su titular, Antonio Zorrilla­
Pérez. La supervisión regional de la dfs en Reynosa estaba a cargo de Rafael Chao
López.20 Rodolfo­Larrazolo, originario de Matamoros, era también hermano de
José María Larrazolo Rubio, comandante de la Policía Judicial Federal en esa loca-
lidad en 1991, a quien diversos testimonios señalaron como parte de la estructura
de protección policiaca de Juan García Ábrego.21
En el caso de la Procuraduría General de la República —para entonces la
principal dependencia de lucha del gobierno federal contra las organizaciones
criminales—, se realizaron cambios de interés. El coordinador de la Campaña
Contra el Narcotráfico de la pgr en Tamaulipas, Mario Alberto Cueva Cerpa, fue
sustituido en junio de 1987 por Enrique Santillana Santillana, funcionario ligado
a la camarilla de Carlos Hank González, quien incluso fue subdelegado en Benito
Juárez entre 1981 y 1982, bajo las órdenes del entonces delegado Humberto Be-
nítez Treviño, a su vez, futuro procurador general de la República. Este cargo le fue
conferido a Santillana durante la gestión de Hank González como regente de la
ciudad de México. Más tarde, en 1994, Santillana fue designado procurador ge-
neral de justicia del Distrito Federal y, años más tarde, primer secretario de Segu-
ridad Pública municipal del gobierno de Jorge Hank Rhon, hijo de Carlos Hank.22

20
El Bravo de Matamoros (1982), “Llaman a México a jefe y subjefe de la Polijudicial de Cd. Rey-
nosa”, 7 de marzo, Matamoros, p. 12, primera sección.
21
Houston Chronicle (1991), “Mexico official vows to probe drug lord’s corruption claims”, 31 de
mayo, Star Edition, Houston, Texas, p. 1, sección A. Véase, también, Valle, Eduardo (1995),
El segundo disparo. La narcodemocracia mexicana, Océano, México, pp. 34-35. Aunque en este
último caso hay una confusión de nombres, pues se menciona el nombre de José Luis Larrazolo
Rubio, también comandante de la pjf en Sonora, como protector de la organización. Varios de
los hermanos Larrazolo Rubio desarrollaron carreras policiacas y con frecuencia fueron señalados
por su presunto involucramiento en el tráfico de drogas. Por ejemplo, Juan Alberto Larrazolo
Rubio fue subdelegado de la pjf en Sinaloa. En 1993, la pgr giró al delegado de la institución en
ese estado, Rodrigo Esparza Cristerna, la instrucción de detenerle, por presuntos vínculos con la
organización de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, y Héctor Palma Salazar, el Güero. El entonces
delegado permitió la fuga de Larrazolo. Véase La Jornada (2009), “Acusan al titular de la ssp de
violar la ley al designar a un comisionado. Nombró García Luna a funcionario que fue cesado
de la pgr”, 8 de junio, México, p. 20, disponible en <http://www.jornada.unam.mx/2009/06/08/
politica/020n2pol>. En su Nuevo Diccionario Biográfico de la Heroica Matamoros, la Sociedad
Tamaulipeca de Historia incluye a Juan Alberto Larrazolo Rubio, a quien señala exclusivamente
por sus logros deportivos, sin mencionar en absoluto sus vínculos familiares ni carrera policiaca,
disponible en <http://soctamdehistoria.org/db/letraL/larrazolo_rubio_juan_alberto.htm>.
22
Prensa de Reynosa (1987), “Toma posesión nuevo funcionario de la pgr. El licenciado Ernesto
Santillana Santillana será el nuevo coordinador de la campaña contra el narcotráfico”, 18 de

PolvoImprenta16DIC.indb 247 08/01/14 12:12


248 Carlos Antonio Flores Pérez

También en junio de 1987, Luis Esteban García Villalón —a quien los testigos
protegidos presentados por la fiscalía estadounidense en el juicio contra Juan Gar-
cía Ábrego identificaron como protector de éste—, fue designado coordinador de
la Campaña Contra el Narcotráfico de la pgr en Nuevo León.23
Un par de meses antes, en marzo de ese año, en Matamoros, Tamaulipas, el
comandante de la Policía Judicial Federal, Joaquín Salvador Galván Suárez, fue
sustituido por Luis Soto Silva. Este último había sido comandante de la pjf, inclu­
so­­había encabezado un grupo especial coordinado con la Interpol, había recibido
varios cursos por parte de agencias norteamericanas para realizar tareas antidrogas.
En 1981 fue nombrado inspector general de policía en Nuevo Laredo, por el pro-
pio gobernador, Emilio Martínez Manautou.24 En 1987, nuevamente comandante­
de esa corporación, fue transferido de Guadalajara, Jalisco,­y sustituido por el co-
mandante Guillermo González Calderoni, quien provenía, a su vez, de Ciudad
Juárez, Chihuahua.25 Luis Soto Silva tendría estrecha relación con González Cal-
deroni y Javier Coello Trejo, subprocurador encargado del combate al narcotráfi-
co.26 En la pgr, durante la administración Salinas, Luis Soto Silva llegaría a ser
nombrado director general de Investigación de Delitos Contra la Salud.27 Fue
cesado por la institución en 1993, por presunta pérdida de confianza.28 En los años
setenta había sido jefe de grupo entre los agentes de la pjf que apoyaban la labor

junio, Reynosa, p. 4E. Sobre los antecedentes de Santillana, véase Presidencia de la República,
Unidad de la Crónica Presidencial (1993), Diccionario biográfico del gobierno mexicano, Fondo de
Cultura Económica, México, p. 91. Sobre su carácter de director de Seguridad Pública Municipal
en Tijuana, Baja California, véase Proceso (2007), “El ingeniero Hank”, 2 de agosto, disponible en
<http://www.proceso.com.mx/?p=210139>.
23
Prensa de Reynosa (1987), “Toma posesión nuevo funcionario…”, 18 de junio, p. 4E. La referen-
cia a este personaje en el juicio contra García Ábrego puede verificarse en cr. no. h-93-167-SS,
Docket’s document 443, p. 6.
24
El Mañana de Nuevo Laredo (1981), “Comandante de la Interpol, nuevo inspector de policía”, 6
de marzo, Nuevo Laredo, pp. 1 y 11, segunda sección.
25
Prensa de Reynosa (1987), “Toma posesión nuevo funcionario…”, 18 de junio, p. 4E.
26
Proceso (1993), “Novedades de Yucatán: la lista de narcoperiodistas”, 7 de junio, versión cd.
Véase, también, Proceso (1994), “Plática de narcos, grabada por el fbi: ‘tenemos buenos amigos
en este gobierno’”, 12 de julio, versión cd.
27
Así consta en documentación oficial de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Véase
cndh (1992), Recomendación 72/1992, 27 de abril, disponible en <http://www.cndh.org.mx/
sites/all/fuentes/documentos/Recomendaciones/1992/072.pdf>, p. 9.
28
Proceso (1993), “Ceses, consignaciones y un nuevo organismo, ante la corrupción de la pgr”, 21
de junio, versión cd.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 249

contra las organizaciones del tráfico de drogas del agente del Ministerio Público,
Salvador del Toro Rosales, enviado ex profeso para combatirlas en Nuevo Laredo.29
El 21 de abril de 1987, el comandante de la Policía Judicial Federal, Guillermo
Salazar Ramos, fue asignado para encabezar esa corporación en Nuevo Laredo,
quien sustituyó a su homólogo, Guillermo Robles Liceaga, transferido a Mexicali,
Baja California.30 En diciembre de 1996, el periódico regiomontano El Norte
publicó una nota donde se daba a conocer una nómina de la organización de Juan
García Ábrego. En ella, además de nombrar a Rodolfo León Aragón, quien sería
director general de la Policía Judicial Federal durante una parte del sexenio 1988-
1994, señalaba también al comandante Guillermo Salazar Ramos. Luis Pérez de la
Rosa el Amable contabilizaba dos pagos que ascendían a 1 100 000 dólares.31
Guillermo Salazar Ramos fue implicado también por el traficante colombiano,
Juan Carlos Ramírez Abadía Chupeta, vinculado con el Cártel de Cali, quien ase-
guró haber realizado pagos en su favor para que permitiera el paso de casi treinta
cargamentos de cocaína entre 1987 y 1991. Señalamientos similares hizo respecto
a quien fuera subprocurador antinarcóticos, Javier Coello Trejo.32 En octubre de
2000, Guillermo Salazar Ramos fue detenido por agentes de la Policía Judicial
Federal, quienes lo investigaban por cuestiones de tráfico de drogas. En el sexenio
1988-1994 había llegado a fungir como director operativo de esa corporación.
En junio de 1987, en Reynosa, el comandante de la pjf era Miguel Silva Ca-
ballero, también vinculado con Guillermo González Calderoni y Luis Soto Silva;
sería removido de la institución junto con este último en 1993.33 La misma nómina­
del Amable mencionaba a Silva Caballero como receptor de un pago por 100 000
dólares.34
En septiembre de 1987, Regino Vargas González, un personaje que había
pasado más de veinte años como agente del Ministerio Público en Reynosa, fue

29
Prensa de Reynosa (1987), “El Cmdte. Galván entregó la plaza a su sucesor”, 26 de junio, Reynosa,
p. 6B.
30
Prensa de Reynosa (1987), “Toma posesión nuevo comandante de la pjf”, 22 de abril, Reynosa, p. 4E.
31
El Norte (1996), “El cuaderno de ‘El Amable’”, 18 de febrero, Monterrey, versión digital. Esta
información había sido dada a conocer originalmente en Valle (1995), El segundo disparo…, p. 129.
32
Reforma (1997), “Implica capo de Cali a Coello con el narco”, 13 de abril, versión en línea.
33
Proceso (1993), “Novedades de Yucatán: la lista…”, 7 de junio. Ibid., “Ceses, consignaciones y un
nuevo organismo…”, 21 de junio.
34
Valle (1995), El segundo disparo…, p. 129.

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250 Carlos Antonio Flores Pérez

designado visitador general de la Procuraduría General de la República.35 Se trata-


ba del mismo funcionario que, en su calidad de fiscal federal en Reynosa, había
favorecido la exculpación de policías de Ciudad Mier involucrados en la extorsión
y asesinato de un traficante local, en enero de 1973, según se relató más arriba, en
este mismo capítulo.36
El 17 de marzo de 1987, Prensa de Reynosa dio a conocer el nombramiento de
Francisco Cayuela Villarreal, originario de Ciudad Camargo, como agente del
Ministerio Público federal en el municipio de Miguel Alemán, Tamaulipas.37 Un
día antes, un columnista político del mismo diario había anunciado semejante
designación.­Refería la existencia de una relación de amistad entre Cayuela y el
gobernador Américo Villarreal, y aseguraba que el primero tenía cercanía con “las
vacas sagradas de la política nacional”.38 Francisco Cayuela sería puesto al frente
de la Procuraduría General de Justicia del Estado en el gobierno de Tomás Yarrington.
El 5 de octubre de 1987, en las esferas de la política nacional, la prensa de
México dio a conocer que Carlos Salinas de Gortari era el precandidato del pri
para contender en las elecciones de 1988 por la presidencia de la República.39 Días
más tarde, un comentarista político de Nuevo Laredo, Daniel Ulloa Campos,
señaló la cercanía del precandidato con Alfonso Martínez Domínguez y vaticinó
—con sorprendente acierto, si se considera lo temprano de la observación—:

Podemos asegurar que después de Américo [Villarreal], el tamaulipeco más fuerte


en el ánimo de Carlos Salinas de Gortari es el matamorense Manuel Cavazos Lerma­
que después de colaborar en Programación y Presupuesto, pasó a la diputación
federal por el distrito electoral de San Fernando, y actualmente ocupa el cargo de
oficial mayor de Gobernación.
Otro matamorense que igualmente es distinguido con la amistad del próximo
presidente de México, es el joven licenciado en Economía Tomás Yarrington. Él
tuvo un cargo en la spp, y cuando se hizo un recorte masivo de personal, quedó

35
Prensa de Reynosa (1987), “Regino Vargas designado visitador general de la pgr”, 19 de septiem-
bre, Reynosa, p. 1A.
36
Véase más arriba el apartado “Tráfico de drogas en la región noreste”.
37
Prensa de Reynosa (1987), “Designan nuevo ampf en Miguel Alemán. El Lic. Francisco Cayuela
Villarreal sustituye al Lic. Armando Moreno G.”, 17 de marzo, Reynosa, p. 1E.
38
Prensa de Reynosa (1987), (Columna “En Concierto”, firmada por Ángel Guerra), “Hoy asume la
fiscalía federal el licenciado Francisco Cayuela”, 16 de marzo, Reynosa, p. 1E.
39
Diario de Nuevo Laredo (1987), “Salinas de Gortari. El reto, la justicia. La revolución no se ha
consumado ni detenido, afirmó”, 5 de octubre, Nuevo Laredo, p. 1A.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 251

fuera. Sin embargo, Salinas de Gortari no lo desamparó y le costeó una beca para
que hiciera una maestría en Economía.40

Ungido como candidato presidencial del pri, Carlos Salinas de Gortari realizó
una gira por Tamaulipas. El 13 de noviembre, en Nuevo Laredo, señalaría en un
discurso que la persecución a los narcotraficantes era una necesidad de seguridad
nacional, para que el territorio mexicano no pasara de ser una entidad de paso o
siembra a una de consumo.41
Acicateados por la urgencia de mostrar resultados, a los pocos días de externadas­
semejantes palabras, agentes de la Policía Judicial Federal en el estado detuvieron,
en Vallehermoso, a 33 integrantes de una organización dedicada al tráfico de dro-
gas. Sus operaciones se habían detectado en Matamoros. Entre ellos se encontraba
Erasmo Tovar, secretario general de la Confederación Nacional de Organizaciones
Populares del pri en la localidad; Eloy Omar González, un personaje adinerado de
la región, y Juan José Tamez Fuentes, presidente municipal de Vallehermoso. Es-
taban vinculados con la organización de Fernando Martínez el Aguacate, narcotra-
ficante en Miguel Alemán, Tamaulipas, también detenido.42
El comandante de la pjf, José Manuel Rodríguez Lorrabaquio, informó a la
prensa, en la ciudad de México, que a raíz de la detención de Fernando Martínez
Garza el Aguacate, considerado el principal introductor de mariguana a los Estados
Unidos, se había roto “uno de los más importantes eslabones del narcotráfico en
la zona norte del país”, y anunció que agentes de la corporación iniciaban una
“cacería” de traficantes en los estados de Michoacán, Jalisco, Tamaulipas, Nuevo
León, Guerrero y Oaxaca. Marco Antonio Díaz de León, director de Control de
Procesos de la pgr, añadió que la institución había establecido un embargo pre-
cautorio sobre 150 cabezas de ganado de alta calidad, propiedad de Martínez, y su
rancho, ubicado en Linares, Nuevo León, con extensión de 1 000 hectáreas.43
El referido Fernando Martínez era el mismo personaje que Carlos Reséndez
había reunido con Juan García Ábrego, por solicitud del primero, debido a su

40
Diario de Nuevo Laredo (1987) (columna “Grilla Tamaulipeca”, escrita por Daniel Ulloa Cam-
pos), “En Agualeguas, el arranque”, 8 de octubre, Nuevo Laredo, p. 3C.
41
Diario de Nuevo Laredo (1987), “Una necesidad combatir el narcotráfico: sg”, 13 de noviembre,
Nuevo Laredo, p. 10A.
42
Diario de Nuevo Laredo (1987), “Envían a la capital a narcos de Vallehermoso”, 18 de noviembre,
Nuevo Laredo, p. 8A.
43
Diario de Nuevo Laredo (1987), “Cacería de narcos en todo el estado”, 19 de noviembre, Nuevo
Laredo, p. 10A. El periódico retomó esta información de Excélsior, publicado en la capital de la
República.

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252 Carlos Antonio Flores Pérez

interés por traficar con cocaína vía Matamoros, plaza bajo el control de la organi-
zación Guerra-García Ábrego, según aseveraciones de testigos de la fiscalía presen-
tados en el juicio contra este último.44
Los mismos funcionarios que detuvieron al Aguacate fueron de nuevo incapa-
ces de ubicar a la organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego, que de
esta manera avanzaba un paso más en la consolidación de su hegemonía en Tamau-
lipas, y en la absorción de las operaciones de otros traficantes que operaban en la
entidad. En la información expuesta en el juicio de Juan García Ábrego en Hous-
ton, el agente infiltrado del fbi, Claudio de la O, expuso que éste le había solicitado­
apoyo para remover a Fernando Martínez de la escena local del tráfico de drogas.
García Ábrego pretendía asesinarlo para limitar la competencia en el flujo de co-
caína en Tamaulipas.45
Según diversos indicios, todas las condiciones descritas se potenciarían en los
siguientes años, en un sexenio turbulento, cuyo análisis detallado y sistemático
requeriría un trabajo de las mismas o mayores dimensiones que el presente; sin
embargo, vale la pena reparar en algunas cuestiones que tuvieron lugar durante
este periodo.

Motín en el penal de Matamoros

Un nuevo caso donde se haría patente la distinción en el tratamiento penal y de


seguridad de autoridades federales y estatales respecto a la organización de Juan
García Ábrego y sus competidores se hizo patente a mediados de 1991, en los
hechos relacionados con un motín carcelario en Matamoros.
El 18 de mayo, la prensa local dio cuenta de una fuerte disputa entre organi-
zaciones dedicadas al tráfico de drogas, sucedida el día anterior en el Centro de
Readaptación Social (Cereso) de esa localidad. El día 17, hacia las 17:30 horas, los
grupos encabezados por Elías García García, —también apodado el Profe—, y
Oliverio Chávez Araujo —a quien la prensa apodaba el Zar de la cocaína— sostu-
vieron un enfrentamiento que tendría por resultado la muerte del primero y una
herida maxilofaciar, producida por disparo de arma de fuego, para el segundo. En
total, se reportaban 17 muertos y tres heridos.46

44
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 4.
45
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 8.
46
Prensa de Reynosa (1991), “¡Masacre en el penal! Saldo sangriento en Matamoros: 17 muertos y 3
heridos”, 18 de mayo, Reynosa, p. 1A.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 253

Prensa de Reynosa refirió como primera versión de la causa del enfrentamiento,


diferencias sobre operaciones de tráfico de drogas en el interior del penal.47 No
obstante, ninguna de las dos organizaciones limitaba sus intereses al espacio de la
cárcel, si bien las dimensiones reales de una y otra eran considerables.
Oliverio Chávez Araujo era un ex sargento segundo del ejército, oriundo del
estado de Guerrero, que había desertado de esa institución cinco años atrás. Pren-
sa de Reynosa publicó un artículo con sus antecedentes, basado en el expediente
45/86 del juzgado cuarto penal en Matamoros. Según esta información, tras de-
sertar, Chávez Araujo se habría iniciado en el tráfico de drogas trabajando como
burrero, es decir, transportador individual, y en baja escala, de goma de opio.
Apoyaba a su tío, Hilario Guillén Araujo, en el rancho Los Corrales, en Coyuca de
Catalán, Guerrero, donde se cultivaba y procesaba amapola para producir heroína.­48
Hacia 1986, tras un par de viajes a Tamaulipas para trasladar cantidades me-
nores de opiáceos, Chávez Araujo fue capturado en Matamoros. Según Prensa de
Reynosa, en esta localidad entró en contacto con traficantes de mayor significación,
entre los que se menciona al propio Juan García Ábrego.49
A principios de abril de 1987, Oliverio Chávez Araujo se fugó del penal de
Matamoros, junto con el estadounidense Héctor García Rosales. Purgaba una
sentencia de ocho años de prisión por delitos contra la salud.50 Según información
de prensa, las autoridades estadounidenses tenían ubicados a los prófugos en
Brownsville, Texas. Por su parte, sus homólogas mexicanas debatían la responsa-
bilidad del director de la cárcel, Francisco Cortinas, y del cuerpo de celadores a su
cargo. De hecho, uno de ellos, Alfredo Salinas Navarro o Navarrete, habría
amagado­con una pistola a otros custodios para conducir a los prófugos al exterior
del centro penitenciario.51 A pesar de las evidencias que los incriminaban, estos
funcionarios no serían consignados.

47
Prensa de Reynosa (1991), “¡Masacre en el penal…” 18 de mayo, p. 1A.
48
Prensa de Reynosa (1991), “‘Oliverio el poderoso.’ En sólo cinco años formó su imperio de narco-
tráfico”, 1 de junio, Reynosa, p. 7E.
49
Idem.
50
Prensa de Reynosa (1987), “Rara fuga de reos”, 3 de abril, Reynosa, p. 6D. Véase, también, Prensa
de Reynosa (1987), “Huyeron a los Estados Unidos los que escaparon de la cárcel. El celador
cómplice tampoco ha sido detenido”, 4 de abril, Reynosa, p. 4D.
51
Prensa de Reynosa (1987), “La fuga de dos reos federales pone a descubierto argucias millonarias
aquí. Difícil situación de celadores y hasta la del director de la cárcel, según se dice”, 5 de abril,
Reynosa, p. 5D. Véase, también, Prensa de Reynosa (1987), “Huyeron a los Estados Unidos...”, 4
de abril, p. 4D.

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254 Carlos Antonio Flores Pérez

En prisión, Chávez Araujo estableció relaciones con traficantes colombianos,


quienes en su momento le introducirían con sus socios y coterráneos. Tras su fuga,
estas relaciones fructificarían, de manera que, según Prensa de Reynosa, Chávez
Araujo se constituiría como un contacto relevante del Cártel de Medellín, partici-
pando en el tráfico de cocaína enviada por esta organización, en el noreste de
México.52 Fue reaprehendido el 29 de septiembre de 1989 en el Aeropuerto Inter-
nacional de la Ciudad de México por agentes de la Policía Judicial Federal, cuando
llegaba procedente de Acapulco y esperaba abordar un avión que lo trasladara a
Matamoros.53
No obstante su detención, Oliverio Chávez Araujo continuó realizando ope-
raciones de tráfico de cocaína. Resulta difícil identificar con precisión su magnitud,
pues una de las características que acusó la prensa local durante la época fue la
magnificación de su figura, que contrastaba con la considerablemente escasa visi-
bilidad que se le otorgaba a Juan García Ábrego. Además del título de Zar de la
cocaína, la prensa local atribuía a Chávez Araujo la propiedad de gasolineras,
ranchos,­residencias, terrenos y distintos negocios en Tamaulipas, Guerrero y
Brownsville, Texas.54
Si bien resulta difícil distinguir la realidad del mito mediático, construido
probablemente a partir de la información sesgada que proporcionaban las propias
autoridades tamaulipecas, lo cierto es que el tráfico de drogas realizado por Chávez
Araujo le permitía contar con varias comodidades en el interior del penal, e incluso­
mostrar generosidad con los demás reos. En agosto de 1990 habría repartido di-
nero entre los reclusos para auspiciar un motín que permitiera su fuga, maniobra
que fue frustrada.55
Por su parte, Elías García García el Profe era un operador de la organización
de Juan García Ábrego —no confundir con Óscar López Olivares, apodado de la
misma manera, quien también fuera integrante de esa agrupación y partícipe del
atentado a Casimiro Espinosa el Cacho—.56 trabajaba a las órdenes de Luis Medra-
no, uno de los principales lugartenientes de García Ábrego.57 Este nuevo Profe
había sido detenido en 1990 junto con Sergio Gómez. Ambos declararon respecto
a la protección que esta estructura delictiva recibía de los comandantes Emilio

52
Prensa de Reynosa (1991), “‘Oliverio el poderoso’…”, 1 de junio, p. 7E.
53
Ibid.
54
Prensa de Reynosa (1991), “Oliverio, de militar a ‘capo’”, 31 de mayo, Reynosa, p. 5A.
55
Ibid.
56
cr. no. h-93-167-SS, Docket’s document 443, pp. 11-13, 17, 19-24, entre otras.
57
cr. no. h-93-167-SS, Docket’s document 443, p. 11.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 255

López Parra y del director de Concertación y Enlace de la Dirección General de


Investigaciones de Narcóticos de la pjf, Luis Esteban García Villalón.58
La disputa entre los dos personajes tenía más que ver con cuestiones del tráfico­
de drogas fuera del penal que dentro del mismo. Según múltiples evidencias, existió­
una confluencia de intereses de actores políticos, de seguridad y delictivos, para
consolidar la hegemonía de la organización de Juan N. Guerra-Juan García Ábrego­
en el tráfico de cocaína por el noreste del país. Si competidores como Fernando
Martínez el Aguacate fueron removidos sin dañar al mismo tiempo al Cártel­ del
Golfo, los hechos relacionados con el motín en el penal de Matamoros y la disputa­
con Oliverio Chávez Araujo darían una nueva muestra de un combate sesgado,
focalizado en las organizaciones no protegidas por actores de poder.
A finales de abril de 1991, la pjf decomisó 692 kg de cocaína en un operativo
realizado en el estado de Guerrero. La droga estaba destinada a Matamoros y per-
tenecía a la organización de Oliverio Chávez Araujo.59 La confesión del encargado
de transportarla, Severo Ramírez Gutiérrez, detenido en Acapulco, condujo al
arresto de varios colaboradores de Chávez en Matamoros y Ciudad Victoria: los
hermanos José, Beatriz y Ernesto Torres Monje, así como José Luis López Ortiz,
José Guadalupe Salazar, Jesús Medina Zavala y Candelario Ortiz. La nota de pren-
sa que consignó el hecho refería de nuevo que Oliverio Chávez Araujo estaba
asociado con el Cártel de Medellín y señaló que el referido Héctor García Rosales,
con quien Oliverio se había fugado del penal de Matamoros en 1987, era Elmer
García Rossel, de origen colombiano.60
El 10 de mayo de 1991, una pareja de colombianos recién liberados de la
cárcel de Matamoros, Judith María Pontón y William de Jesús Botero, de 29 y 25
años, respectivamente, realizaban trámites ante las oficinas locales de la delegación
regional del Instituto Nacional de Migración para ser repatriados a Colombia; les
asistía su abogada, Dolores Córdoba.61
Habían sido detenidos por las autoridades migratorias mexicanas el 27 de
noviembre de 1989, quienes los pusieron a disposición del Ministerio Público

58
El Norte (1990), “Niegan vender protección a narco. ¡Niegan proteger a García Ábrego!”, 21 de
septiembre, versión en línea.
59
Diario de Nuevo Laredo (1991), “ ‘Capo’ gobierna en Cereso de Matamoros”, 26 de abril, Nuevo
Laredo, p. 8A.
60
Ibid.
61
Diario de Nuevo Laredo (1991), “Comando rescata a 2 narcos colombianos en Matamoros. Ar-
mados con metralletas se dicen federales”, 10 de mayo, Nuevo Laredo, p. 1C. La identidad de la
abogada aparece en Diario de Nuevo Laredo (1991), “Mataron a colombianos secuestrados”, 15
de mayo, Nuevo Laredo, p. 6A.

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256 Carlos Antonio Flores Pérez

federal como sospechosos de estar involucrados en el tráfico de cocaína. El 5 de


diciembre de ese año fueron recluidos en el penal de Matamoros, del que se les ex-
carceló el 9 de mayo de 1991, tras ser eximidos de delitos contra la salud; se
disponían­a ser deportados. Mientras realizaban sus trámites, un grupo de ocho
individuos armados con rifles de asalto descendieron de un par de camionetas,
irrumpieron en las oficinas gubernamentales al grito de “Procuraduría General” y
“Judicial Federal”, y apuntaron con sus armas a todos los presentes —incluso al
propio delegado, Antolín Licona López—. Se llevaron a los colombianos, a su
abogada y abandonaron el lugar.62
Las oficinas de migración se comunicaron con la comandancia de la pjf en
Matamoros, que negó haber realizado semejante operativo y afirmó que iniciaría
la búsqueda de los secuestrados en carretaras y aeropuertos, bajo la presunción de
que habían sido rescatados. Sus cadáveres fueron encontrados cinco días después,
en las riberas del río Bravo, del lado estadounidense.63
Debido al lugar del hallazgo, las autoridades de los Estados Unidos iniciaron
investigaciones sobre el homicidio, que afirmaron, serían conjuntas con las reali-
zadas por sus homólogas mexicanas.64 De hecho, Judith Pontón y William de Jesús
Botero tenían antecedentes penales por tráfico de drogas en ese país. En mayo de
1988 fueron detenidos por el fbi en Houston, junto con otros colombianos. Los
detenidos eran buscados por órdenes de esa institución policiaca o del Servicio de
Migración. El vocero del fbi en esa ciudad, John Joyce Jr., declaró que se trataba
de la operación más grande llevada a cabo hasta entonces por esa oficina: 250
agentes intervinieron 20 departamentos y varios negocios, y encontraron cantida-
des indeterminadas de cocaína, así como registros bancarios por aproximadamen-
te seis millones de dólares. Los colombianos arrestados fueron acusados formal-
mente por el fbi por su participación en el tráfico de drogas, como integrantes del
Cártel de Medellín.65 Las razones por las que Pontón y Botero fueron puestos en
libertad y posteriormente aparecieron operando en México son desconocidas, aun-
que es posible que su caso se encontrara dentro de aquellos buscados por el Servicio­

62
Diario de Nuevo Laredo (1991), “Comando rescata a 2 narcos colombianos…”, 10 de mayo, p. 1C.
63
Diario de Nuevo Laredo (1991), “Mataron a colombianos...”, 15 de mayo, p. 6; Prensa de Reynosa
(1991), “Masacran a 2 colombianos”, 16 de mayo, Reynosa, p. 4E.
64
Prensa de Reynosa (1991), “Investiga el fbi y judiciales caso triple en Matamoros”, 17 de mayo,
Reynosa, p. 7A.
65
Houston Chronicle (1988), “Suspected drug ring hit in fbi-led raid”, 7 de mayo, Edition 2 Star,
Houston, Texas, p. 19, secc. 1.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 257

Migratorio estadounidense, de manera que, eventualmente, pudieron haber sido


deportados.
En mayo de 1991, indagaciones policiales en ambos lados de la frontera habían
tenido por consecuencia el arresto de varios individuos involucrados en la intro-
ducción de un cargamento de aproximadamente tres toneladas de cocaína a Texas.
En México, la pjf detuvo en Reynosa a Alfredo Ayala Trujillo, José de Jesús Ortiz,
Amperio Castellanos Santana y Francisco García Vega, quienes transportaban la
cocaína desde Sinaloa hasta Vallehermoso, Tamaulipas. Según la pjf, en el momen-
to de su detención sólo tenían en su poder 376 gr de la sustancia. Ésta había sido
conducida en un camión Kenworth, con razón social “Transportes Refrigerados
D.I. Calderón B. de Sinaloa”.66
En los Estados Unidos, en Brownsville, Texas, la dea detuvo a José Luis Weber,
un empresario de la comunidad Los Indios, a quien se le negó la libertad bajo
fianza y fue internado en la cárcel del condado de Cameron. Se le vinculaba con
traficantes colombianos y fue detenido por la información proporcionada por el
referido Alfredo Ayala, detenido en Reynosa. Uno de los camiones de Weber ha-
llado en su propiedad estaba cargado con 2 913 kg de cocaína, que acababa de
recibir de los mexicanos detenidos.67 Días más tarde, el 4 de junio de 1991, el
sheriff del referido condado, Alex Pérez, señaló que, de acuerdo con las investiga-
ciones, José Luis Weber era un asociado de Oliverio Chávez Araujo.68
El 17 de mayo de 1991, las tensiones entre las organizaciones de García Ábrego­
y Chávez Araujo estallaron con un violento enfrentamiento dentro del penal.
Mientras que por varios días la prensa tamaulipeca cubrió los hechos con notables
contradicciones de información y enfocándose, ante todo, en los hechos violentos,
sin proporcionar mayor contexto a la disputa, del otro lado de la frontera se sabían
con bastante certeza las causas del conflicto.
El 19 de mayo, Houston Chronicle publicó un artículo donde detallaba los
antecedentes: se trataba de una disputa entre la organización de Juan García Ábre-
go y Oliverio Chávez Araujo por el control del tráfico de cocaína vía Tamaulipas.69
De acuerdo con la nota, y según información de Armando Ramírez, jefe de la
oficina de la dea en Brownsville, esta confrontación habría iniciado tras un asegu-
66
Prensa de Reynosa (1991), “Caen narcos sinaloenses”, 16 de mayo, Reynosa, p. 6A.
67
Prensa de Reynosa (1991), “Cayeron en Reynosa los cómplices del narcotraficante capturado en
Los Indios. Hoy comparecerá ante el magistrado federal el principal cabecilla y conocido hombre
de empresa de esta localidad”, 17 de mayo, Reynosa, p. 6B.
68
Prensa de Reynosa (1991), “Investigan a cómplice del ‘zar de la cocaína’ ”, 5 de junio, Reynosa, p. 7A.
69
Houston Chronicle (1991), “Prison riot part of bloody cocaine turf war on the border”, 19 de
mayo, Edition 2 Star, Houston, Texas, p. 1, secc. A (news).

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258 Carlos Antonio Flores Pérez

ramiento masivo de cocaína perteneciente a la organización de García Ábrego:


8 330 kg incautados en Harlingen, Texas, en octubre de 1989. Chávez Araujo
habría decidido disputarle terreno a su rival, ante lo que percibió como un aparen-
te debilitamiento.70
En ese periodo, y todavía durante varios años, la agrupación delictiva de Juan
García Ábrego se encontraba lejos de semejante condición y, por el contrario, las
evidencias de apoyos clandestinos eran múltiples y de muy diverso tipo.
Sergio Arturo Mendoza, hermano de la abogada asesinada junto con los co-
lombianos Pontón y Botero, era jurista. En entrevista con Houston Chronicle refirió
que al enterarse de la desaparición de su familiar se había trasladado desde Mon-
terrey, ciudad donde habitaba, a Matamoros. En esta localidad intentó denunciar,
ante la representación de la pgr, el secuestro de Dolores; los propios funcionarios
se lo impidieron. Añadió que, si bien no podía determinar quiénes eran los culpa-
bles del asesinato, se presumía que contaban con entrenamiento policiaco, de
acuerdo con la manera en que privaron de su libertad a las víctimas y condujeron
en general el operativo.71 Aunque los responsables de estos homicidios nunca fue-
ron plenamente identificados, en 1996, tras el arresto de Juan García Ábrego, el
mismo diario publicaría una nueva nota donde la mayor parte de la información
reforzaba la hipótesis de que había sido la organización de éste la encargada de
cometerlos. Según esta misma nota, William Botero y Judith Pontón estaban re-
lacionados con Oliverio Chávez Araujo.72
Las versiones sobre la causa inmediata que dio inicio al motín son confusas.
Algunas señalan que Elías García el Profe y Oliverio Chávez Araujo discutían en
una celda y que, tras un diferendo, el primero había propinado un golpe en el
rostro al segundo, tras lo cual la violencia estalló.73 Otras indican que un colom-
biano guardaespaldas de Elías García, Germán Yépez, había disparado a Chávez
Araujo en represalia porque pensaba que éste era responsable del asesinato de
Botero, con quien el propio Yépez tendría cercanía.74 Incluso The New York Times
consigna versiones de autoridades tamaulipecas no mencionadas de manera explí-
cita, según las cuales Germán Yépez tenía lazos familiares con los colombianos

70
Ibid.
71
Ibid.
72
Houston Chronicle (1996), “Bloody past, but in whose hands? Reputed drug lord suspected but
may never be charged”, 3 de marzo, Edition 2 Star, Houston, Texas, p. 1, secc. State.
73
Prensa de Reynosa (1991), “¡Masacre en el penal!”, 18 de mayo, p. 1A.
74
Houston Chronicle (1991), “Drugs spark prison siege in Matamoros”, 19 de mayo, Edition 3 Star,
Houston, Texas, p. 1, secc. A (news).

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 259

asesinados: era hermano de William Botero.75 No obstante, en otra nota publicada


10 días después, consigna que éstos eran en realidad asociados de Chávez Araujo.76
Una más, que Oliverio Chávez caminaba junto con el subdirector del penal,
Reynaldo Salinas Pérez, cuando recibió los disparos de Germán Yépez.77 De hecho,
según esta última información, el propio funcionario habría declarado ante el
agente del Ministerio Público que fue testigo presencial de los hechos y, en entre-
vista con un diario tamaulipeco, deseaba hacer explícito que él no había servido
para entregar a Chávez Araujo a sus enemigos, que pretendían asesinarle.78
Incluso los propios documentos del juicio seguido en Houston a Juan García
Ábrego hacen referencia tangencial al motín del penal en Matamoros; sin embargo,
en la versión que ahí se recoge, el enfrentamiento habría tenido lugar por decisiones­
de un operador de la organización, Tomás Sánchez Gringo, quien habría propor-
cionado las armas a Elías García y ordenado el asesinato de Oliverio Chávez, por
encima de la consigna de García Ábrego de evitar atraer la atención de las autorida-
des de ambos lados de la frontera. Su proceder había irritado tanto a este último
como a su lugarteniente, Luis Medrano, de manera que habrían decretado la muer-
te de Gringo Sánchez, ocurrida en agosto de 1991.79
No obstante, el mismo documento da cuenta de homicidios cometidos por
los asociados de García Ábrego, con su complacencia, contra miembros de la mis-
ma organización. En un principio intentaron atribuirlos a Chávez Araujo. El pro-
pio homicidio de Tomás Sánchez Gringo así lo evidencia: García Ábrego señaló que
Gringo se le estaba saliendo de control y causándole muchas pérdidas de dinero
procedente del tráfico de drogas. Luis Medrano ordenó su ejecución, aunque en
un principio dijo a otros integrantes del grupo criminal que su asesinato había
sido obra de Chávez Araujo.80

75
The New York Times (1991), “18 reported slain in gang strife at Mexican prison”, 19 de mayo,
disponible en <http://www.nytimes.com/1991/05/19/world/18-reported-slain-in-gang-strife-at-
mexican-prison.html?scp=4&sq=%22chavez+araujo%22&st=nyt>.
76
Ibid., (1991), “Drug baron defiant in Mexican jail”, 29 de mayo, disponible en: <http://www.
nytimes.com/1991/05/29/world/drug-baron-defiant-in-mexican-jail.html?scp=2&sq=%22chav
ez+araujo%22&st=nyt>.
77
Prensa de Reynosa (1991), “Temen una fuga masiva. Ocultan reos metralletas y granadas de
mano”, 20 de mayo, Reynosa, 1A.
78
Prensa de Reynosa (1991), “Retiene Oliverio a 15 rehenes. Utiliza tanques de gas como escudos en
el penal”, 23 de mayo, Reynosa, p. 1A. Véase, también, Prensa de Reynosa (1991), “Yo no entregué
a Oliverio. Afirma subdierector de Cereso”, 19 de mayo, Reynosa, p. 12A.
79
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, pp. 42-43.
80
Ibid.

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260 Carlos Antonio Flores Pérez

Por su parte, Oliverio Chávez tenía razones fundadas para considerar que
múltiples integrantes de las instituciones de seguridad en Tamaulipas brindaban pro-
tección a la organización de García Ábrego y, en función de ello, deseaban matarlo.­
De hecho, tras el enfrentamiento durante los 13 días que se mantuvo atrincherado
dentro del penal de Matamoros, Chávez Araujo se las arregló para entregar una
carta de su puño y letra a The New York Times. En ella, denunciaba la complicidad
de integrantes de la pjf con García Ábrego y, aseguraba, la organización de éste
habría puesto un precio de medio millón de dólares por su cabeza.81
Oliverio Chávez ya había resistido un operativo realizado a finales de abril de
ese año, presuntamente para requisar armas existentes dentro de la cárcel. 82 Sin
embargo, temía que se tratara de un encubrimiento para su asesinato, que podía
ser dentro de la prisión o durante su eventual traslado a otro establecimiento. Se
amparó para evitar esta última posibilidad.
El 17 de mayo, Chávez Araujo recibió tres disparos —uno de ellos en la cara—
de parte del referido Germán Yépez. La respuesta de su organización fue cruenta.
Desarmaron a Yépez, a quien también mataron a balazos, y le deshicieron el rostro
a martillazos. Mataron a golpes a Elías García el Profe. Otro recluso fue incinerado
vivo, mientras que a otro más, tras asesinarlo, le clavaron una macana por el recto.
Nueve más fueron degollados.83
Dada la ubicación urbana del reclusorio —que contaba con 1 200 internos,
un exceso en proporción de seis o cuatro veces la cantidad óptima—, la población
temía que la confrontación se extendiera al resto de Matamoros.84 Circularon
versiones de que un grupo táctico de reacción, Los Zorros, de la policía de la ciudad
de México, sería enviado a Matamoros para irrumpir en el penal y someter a
Chávez Araujo y sus seguidores. No obstante, esto no ocurrió y la cárcel permaneció­
custodiada por policías judiciales federales, locales, e incluso integrantes de la Ar-
mada de México.85
Las autoridades locales no parecían especialmente presurosas para poner fin a
la situación. Incluso el comandante de la Policía Judicial del estado, César de la
Garza, indicó que la duración del cerco por parte de la fuerza pública era indefini-
81
The New York Times (1991), “Drug baron defiant…”, 29 de mayo, versión en línea.
82
Prensa de Reynosa (1991), “‘Capo’ gobierna en Cereso de Matamoros”, 26 de abril, Reynosa, p. 8A.
83
Prensa de Reynosa (1991), “¡Masacre en el penal!”, 18 de mayo, p. 1A. Ibid., “Mantienen narcos
control del penal. Al mando de Oliverio Chávez Araujo”, 19 de mayo, Reynosa, p. 2A. Ibid.,
“Aún hay un arsenal en el interior del penal”, 20 de mayo, Reynosa, p. 1A.
84
Ibid., (1991), “Mantienen narcos control...”, 19 de mayo, p. 2A.
85
Ibid., (1991), “Retiene Oliverio a 15 rehenes...”, 23 de mayo, p. 1A.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 261

da, y podía llegar a prolongarse hasta un mes como medida precautoria a una fuga
masiva de prisioneros.86 Por su parte, el agente del Ministerio Público del fuero
común encargado de investigar los homicidios, Octavio Singlaterry Sánchez, de-
claró que la integración de la averiguación previa se prolongaría aún por varios días,
y que las declaraciones de los custodios no aportaban elementos para deslindar
responsabilidades.87
Dos días después del motín —y a pesar de que el penal se encontraba de facto
bajo el control de Oliverio Chávez Araujo—, el secretario general de gobierno y ex
procurador general del estado, Aníbal Pérez Vargas, aseguraba que la situación había
vuelto a la normalidad, que los hechos eran lamentables y que el problema tenía que
ver con la sobrepoblación de los centros penitenciarios del estado. Pérez Vargas, en
compañía del procurador en funciones, José Ives Soberón, y del director de la
Policía Judicial estatal, Porfirio Castillo Delgado, realizó una revisión en la que se
encontraron tres pistolas calibre .9 mm y ningún rifle ni metralleta. En entrevista
con la prensa señaló que el titular de la Dirección de Prevención y Readaptación
Social de Tamaulipas, Tito Reséndez Treviño, y el director de la cárcel, Jesús Ur-
quiza Martínez, laboraban normalmente y apoyaban en las investigaciones del
caso.88
La situación derivada del motín, sin embargo, estaba lejos de estas condiciones.
El entonces titular de la recién creada Comisión Nacional de los Derechos Huma-
nos (cndh), Jorge Carpizo, declaró que eran las autoridades de Tamaulipas las que
más se resistían a cumplir con las observaciones de ese organismo. Hizo especial
referencia a la Procuraduría General de Justicia del estado y a la Dirección del
Centro de Readaptación Social de Reynosa.89 A principios de junio de 1991, la
Cámara de Diputados del Congreso federal turnó al Senado una moción del gru-
po parlamentario del parm, donde solicitaba la desaparición de poderes en Tamau-
lipas y juicio político en contra del gobernador, Américo Villarreal Guerra.90
En una entrevista con la prensa publicada el 19 de mayo, Villarreal Guerra
minimizó los hechos y señaló que sólo cuatro de los 18 fallecidos habían perdido
la vida por disparo de armas de fuego, mismas que, presumió, pudieron ser intro-
ducidas al penal de diversas maneras; por ejemplo, en los alimentos que las visitas

86
Prensa de Reynosa (1991), “Retiene Oliverio a 15 rehenes...”, 23 de mayo, p. 1A.
87
Ibid.
88
Prensa de Reynosa (1991), “Vuelve a la normalidad”, 19 de mayo, Reynosa, p. 11A.
89
El Norte (1991), “Denuncia Carpizo que en Tamaulipas desoyen a cndh”, 6 de junio, versión en
línea.
90
Ibid.

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262 Carlos Antonio Flores Pérez

proporcionaban a los reos. Declaró que esperaba que ningún funcionario de su


gobierno estuviera involucrado, pero que en caso de ser así se les sancionaría con-
forme a lo dispuesto por la ley. Cuando el reportero le inquirió al respecto, molesto­,
le pidió no adelantarse a los hechos.91
El 21 de mayo, el gobernador recibió el respaldo del presidente Carlos Salinas
de Gortari. Tras entrevistarse con él en la ciudad de México, declaró a los medios de
comunicación que el segundo apoyaba las medidas que se requirieran para atender
hechos como los ocurridos en el penal de Matamoros. Hizo gala de su buena rela-
ción con el mandatario, a quien —según dijo— había invitado a Tamaulipas,
ofrecimiento que Salinas habría aceptado.92
No obstante, un día después, el 22 de mayo, reos vinculados con Chávez
Araujo se comunicaron por teléfono con una radiodifusora local. Señalaron que la
situación era crítica; que la violencia contra la organización de éste continuaba
—refirieron el secuestro de una mujer cercana a Oliverio, Sandra Luz Violante, así
como el asesinato del abogado del traficante, Francisco Camacho Herrera—. Res-
ponsabilizaron de estas acciones a Luis Medrano, Óscar Malherbe y José Luis
Sosa Mayorga el Cabezón, es decir, al grupo delictivo de Juan García Ábrego.93
El 30 de mayo, el periódico regiomontano El Norte publicó información más
explícita relativa a estas acusaciones. Jorge Cerón Vergara el Colombia, lugarteniente­
de Chávez Araujo, a nombre de éste pedía la intervención del presidente Salinas de
Gortari para acabar con lo que denominó el Cártel de la Charola, integrado por
miembros de la Policía Judicial Federal y el grupo rival de traficantes de droga enca-
bezado por Juan García Ábrego. Pedía que se investigaran las muertes de los colom-
bianos William de Jesús Botero Maya y Judith Pontón Guerrero; acusó a los co-
mandantes de la pjf Indalecio Ríos y Ramón Uriarte de acompañar a los pistoleros
que los secuestraron y asesinaron.94 Al primero de ellos lo acusaba, además, de
haber dado muerte al hermano de Oliverio, Porfirio Chávez Araujo, y haberle
robado siete millones de dólares que repartió con los ya mencionados Luis Soto

91
Prensa de Reynosa (1991), “Confío en que ningún funcionario esté involucrado. Afirmó el gober-
nador del estado”, 19 de mayo, Reynosa, p. 11A.
92
Prensa de Reynosa (1991), “Apoya Salinas medidas antidrogas en Matamoros”, 22 de mayo, Rey-
nosa, p. 1A.
93
Prensa de Reynosa (1991), “Retiene Oliverio a 15 rehenes...”, 23 de mayo, p. 1A.
94
El Norte (1991), “Denuncian reos ‘cártel de la charola’ ”, 30 de mayo, versión en línea. En esta
nota, Judith Pontón Guerrero aparece como María D. Guerrero. Su nombre completo era María
Judith Pontón Guerrero. Véase Diario de Nuevo Laredo (1991), “Mataron a colombianos secues-
trados”, 15 de mayo, Nuevo Laredo, p. 6A.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 263

Silva, director general de Investigación de Delitos Contra la Salud de la pgr, y el ex


procurador general de la República, Javier Coello Trejo.95
Cerón Vergara incriminaba al agente de la dea, George Gavito, quien, según
afirmaba, estaba vinculado con Juan García Ábrego. Señalaba, además, que éste
era protegido precisamente por Soto Silva y Coello Trejo.96 Declaró que la organi-
zación de García Ábrego tenía amenazada a la prensa y responsabilizó, de cualquier
hecho violento que le aconteciera, a Óscar Malherbe y al propio Juan García
Ábrego.97 Según las evidencias que se han mostrado en páginas anteriores, al menos
en lo que respecta a varios de los funcionarios señalados, las declaraciones de Cerón
Vergara no carecían de fundamento.
Con un par de excepciones de Prensa de Reynosa, que le dedicó un reportaje de
página entera, la prensa local sólo hizo, en general, menciones esporádicas de la
organización de Juan García Ábrego.98 El día del motín, dos reporteros quisieron
entrar al penal para cubrir la noticia. Se trataba de Jaime Requena, de El Popular,
y Refugio Hernández, de La Expresión. Este último sería golpeado en varias
ocasiones­por un celador que le impidió el paso al interior.99 Un día antes de las
declaraciones de Cerón Vergara, el periódico El Norte publicó una nota donde
señalaba que todos los periodistas foráneos que cubrían los acontecimientos de la
penitenciaría de Matamoros habían recibido amenazas de muerte por vía telefóni-
ca, en las que se les instaba a abandonar la ciudad o, en caso contrario, serían ase-
sinados.100
El 27 de mayo, Prensa de Reynosa publicó una nota donde señalaba que la
tensión comenzaba a disminuir. Por primera ocasión desde el motín, el día anterior
había transcurrido con normalidad y se habían reanudado las visitas dominicales.
Agentes de la pjf comentaron a los reporteros de este diario que se percibía una
intención de dejar enfriar el asunto, para después trasladar a Chávez Araujo a otro
penal. El subdirector de la Policía Judicial del Estado, Silvio Brussolo, señaló que
era posible que pronto se realizara una inspección en el interior del reclusorio en
búsqueda de armas, el mismo propósito del operativo fallido de finales de abril.101

95
El Norte (1991), “Denuncian reos…”, 30 de mayo.
96
Ibid.
97
Ibid.
98
Prensa de Reynosa (1991), “Narcotráfico. De la ley seca a la dinastía de los Guerra y Oliverio
Chávez Araujo”, 29 de mayo, Reynosa, pp. 1 y 3A.
99
Prensa de Reynosa (1991), “Agreden a dos reporteros”, 18 de mayo, Reynosa, p. 2A.
100
El Norte (1991), “Amenazan de muerte a reporteros foráneos. Supuestos narcos les exigen salir de
Matamoros”, 29 de mayo, versión en línea.
101
Prensa de Reynosa (1991), “Disminuye la tensión”, 27 de mayo, Reynosa, p. 1A.

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264 Carlos Antonio Flores Pérez

El 29 de mayo por la noche, Federico Ponce Rojas, subprocurador general de la


República, se entrevistó con Oliverio Chávez Araujo en el interior del penal de
Matamoros. Durante la madrugada del día 30, Chávez Araujo fue trasladado a la
ciudad de México junto con su operador, el colombiano Jorge Cerón Vergara.
Ponce Rojas acudió escoltado por 80 agentes que viajaron junto con él desde la
capital del país.102
Mientras Chávez Araujo y Cerón Vergara eran conducidos hacia el aeropuerto­,
agentes de la pjf retenían, para interrogarlos, al director del penal, Jesús Urquiza,
y a su subdirector, Reynaldo Salinas. Asimismo, el comandante de la Policía Judi-
cial del estado, César de la Garza —uno de los encargados de mantener el cerco de
vigilancia en torno al centro penitenciario—, fue detenido. El propio Porfirio
Castillo Delgado fue interrogado durante cinco horas. 103
Además, fueron arrestados los comandantes de la pjf, José María Larrazolo
Rubio y Gabriel Andrino, así como el agente del Ministerio Público Federal, Mi-
guel Ángel Chávez.104 Según la nota de Prensa de Reynosa se les acusaba de compli-
cidad con Oliverio Chávez Araujo.
El día 30 de mayo, el gobernador Américo Villarreal Guerra informó en una
conferencia de prensa, en la que no admitió preguntas de los reporteros, la desti-
tución de Tito Reséndez Treviño, titular de la Dirección de Prevención y Readap-
tación Social del estado.105
El 1° de junio, Prensa de Reynosa anunció que la pgr había liberado a cinco de
los siete funcionarios policiacos y penitenciarios que habían sido detenidos para
investigarlos por su relación con el tráfico de drogas en Tamaulipas y los sucesos
relacionados con el motín en el penal de Matamoros. César de la Garza, de la
Policía Judicial estatal, y José María Larrazolo Rubio —quien, según se expuso más
arriba, estaba relacionado con Juan García Ábrego— fueron liberados, igual que
el comandante de esta última corporación en Matamoros, Gabriel Andrino Her-
nández. Lo mismo sucedió con el director de la policía preventiva municipal,

102
Prensa de Reynosa (1991), “Desafía a Oliverio enviado de la pgr. Subprocurador de justicia
penetra­al penal y excarcela al lugarteniente del ‘capo’; interrogan a Urquiza y Salinas”, 30 de
mayo, Reynosa, p. 1A. Véase, también, Prensa de Reynosa (1991), “Liberan penal; Oliverio, al
DF. Operativo de agentes federales a las 4:40 de la mañana; trasladan también a ‘El Colombia’,
lugarteniente del ‘Zar de la cocaína’ ”, 31 de mayo, Reynosa, 1A.
103
Prensa de Reynosa (1991), “Desafía a Oliverio enviado de la pgr”, 30 de mayo, p. 1A.
104
Ibid.
105
Prensa de Reynosa (1991), “Detienen a 3 comandantes. Señalan a César de la Garza, Larrazolo y
Andrino como cómplices de Oliverio. Arrestan al director y subdirector del Cereso; fiscal federal,
también implicado”, 31 de mayo, Reynosa, p. 1A.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 265

Oswaldo Fourzán Márquez, y el director de los servicios médicos de la cárcel,


Salvador Martínez Peña. Algunos de los funcionarios federales fueron relevados de
sus cargos y concentrados en la ciudad de México, mientras que otros, como An-
drino Hernández, fueron puestos a disposición del Ministerio Público por cues-
tiones ajenas a las que aquí se exponen.106
Al final, sólo el ex director de la prisión, Jesús Urquiza, y el subdirector, Reynal-
do Salinas, fueron consignados por delitos contra la administración de justicia.­107
El 3 de junio, el primero salió libre tras depositar una fianza de 10 millones de pesos,
mientras que el segundo también fue puesto en libertad, bajo reserva de ley.108
El mismo día, los representantes en Tamaulipas de la Confederación Nacional
Campesina, la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado y
otras corporaciones del pri se pronunciaron en respaldo al gobernador Américo
Villarreal Guerra. Señalaron que en la entidad había orden y autoridad, y conde-
naron que se atribuyera sentido político a un conflicto entre traficantes de drogas.­109
El gobierno federal anunció una reestructuración en la pgr el 4 de junio. El
procurador Ignacio Morales Lechuga tenía poco tiempo de haber asumido el cargo.­
Como cabeza de la lucha contra el narcotráfico en esa institución fue ratificado
Jorge Carrillo Olea, quien sería director fundador del Instituto Nacional para el
Combate a las Drogas (incd).110
El mismo día, el gobernador Américo Villarreal Guerra dispuso cambios en la
Policía Judicial del estado. Doce comandantes fueron rotados a otras localidades
dentro de la entidad. El director de la corporación, Porfirio Castillo Delgado, fue
mantenido en su cargo.111

106
Prensa de Reynosa (1991), “Liberan a cinco jefes policiacos. Urquiza y Salinas, consignados. Des-
tituyen al fiscal federal Chávez Cantú y al comandante de la pjf José María Larrazolo; compare-
cerán ante la pgr”, 1 de junio, Reynosa, p. 1A.
107
Prensa de Reynosa (1991), “Liberan a cinco jefes...”, 1 de junio, p. 1A.
108
Prensa de Reynosa (1991), “Urquiza, libre bajo fianza; Salinas, bajo reserva de ley. Deposita fianza
de $10 millones; fiscal los exculpa de la mala administración de justicia”, 4 de junio, Reynosa, 1A.
109
Prensa de Reynosa (1991), “En Tamaulipas hay orden y autoridad. Fustigan sectores se atribuya
sentido político a conflicto entre narcotraficantes”, 4 de junio, Reynosa, p. 9A.
110
Prensa de Reynosa (1991), “Reestructuración en pgr. Oficializan cambios y creación de nuevas
corporaciones; Carrillo Olea, firme. Pretende Morales Lechuga erradicar impunidad y prevenir
corrupción; crea dos subprocuradurías, coordinaciones, fiscalías y unidades especializadas”, 5 de
junio, Reynosa, p. 1A.
111
Prensa de Reynosa (1991), “Cambios en la Judicial. Destituyen a un comandante y ordena el
gobernador remoción de 12 en el estado”, 5 de junio, Reynosa, p. 6A.

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266 Carlos Antonio Flores Pérez

Años después, en 1994, Francisco Pérez Monroy —primo de Juan García


Ábrego y uno de los principales testigos del juicio que tendría lugar en su contra
en 1996— enfrentaba un proceso penal en su contra, en la corte federal de
Brownsville,­ Texas. Durante el desahogo del mismo se refirió a Porfirio Castillo
Delgado, en su calidad de titular de aquel cuerpo policiaco, como uno de los re-
ceptores de dinero que periódicamente le era entregado por la organización de
García Ábrego a cambio de protección durante el sexenio del gobernador Américo
Villarreal Guerra.­112
Oliverio Chávez Araujo fue internado inicialmente en el Hospital Durango, en
la ciudad de México. Pocos días después fue trasladado al Centro Federal de Readap-
tación Social de Almoloya de Juárez, Estado de México, una cárcel de máxima segu-
ridad.113
Ese mismo día, el Senado de la República externó su negativa a someter al
gobernador Villarreal Guerra a juicio político. Varias comisiones unidas acordaron
desechar el dictamen que les había sido enviado por la Cámara de Diputados y
señalaron que no existían elementos para la desaparición de poderes en
Tamaulipas.­114
Con un competidor menos y gracias a los múltiples apoyos recibidos, la orga-
nización de Juan García Ábrego se fortalecía, una vez más, en el estado y en el país.
Durante esas mismas semanas, también se consolidaban algunos otros actores en
el estado que, acompañados por otros tantos de viejo cuño en la entidad, favore-
cerían la continuidad de la reconfiguración cooptada del Estado en Tamaulipas.
El 8 de mayo de 1991, la prensa local difundió la postulación del pri de nueve­
candidatos a diputados federales por los distritos electorales correspondientes al
estado, así como a senador por Tamaulipas; todos ellos designados por unidad y
sin consulta explícita a las bases del partido: el candidato propietario al Senado era
Manuel Cavazos Lerma —sobre quien se comentará en páginas siguientes—.115
A la Cámara de Diputados, por el primer distrito, con cabecera en Nuevo
Laredo, fue nominado Horacio Garza Garza; al segundo, en Reynosa, Óscar
Leubbert;­en el tercero, en Matamoros, a Tomás Yarrington —de quien se hará

112
El Norte (1994), “Investigan a funcionarios de Tamaulipas”, 29 de octubre, versión en línea.
113
Prensa de Reynosa (1991), “Liberan penal…”, 31 de mayo, 1A. Sobre el traslado de Oliverio
Chávez Araujo a Almoloya, véase Prensa de Reynosa (1991), “Oliverio a súper prisión. Trasladado
a Almoloya. Cerón Vergara, también”, 12 de junio, Reynosa, p. 1A.
114
Prensa de Reynosa (1991), “Senado dijo ‘no’. Descarta juicio político contra Villarreal Guerra”, 12
de junio, Reynosa, p. 1A.
115
Diario de Nuevo Laredo (1991), “Postula el pri a Cavazos Lerma y 9 diputados”, 8 de mayo,
Nuevo Laredo, p. 1A.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 267

mayor mención más adelante—; por el cuarto, en Ciudad Victoria, Laura Alicia
Garza Galindo; por el quinto, en Tampico, a Diego Navarro Rodríguez; por el
sexto, con sede en Madero, a Jesús Suárez Mata; por el séptimo, con sede en Río
Bravo, a Manuel Muñoz Rocha —amigo cercano de Raúl Salinas de Gortari, in-
volucrado en el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu en 1994 y desaparecido
desde entonces—; por el octavo, en San Fernando, a Hugo Andrés Araujo, y por
el noveno, en Mante, a Arturo Saavedra Sánchez.116 Días más tarde, el pri anunció­
que quien habría de ser su candidato suplente al Senado de la República era el ex
gobernador y ex subsecretario de Hacienda, encargado de combatir el contrabando,­
Enrique Cárdenas González, cercano a Juan N. Guerra.117

Operaciones financieras y patrimoniales

El siguiente punto a señalar es el crecimiento económico de la organización de Juan


García Ábrego. Entre 1989 y 1991, la organización de García Ábrego había logra-
do establecer una considerable red de inversiones de tipo financiero y patrimonial.
El detalle y la dimensión completa de la misma es difícil de determinar debido a
su carácter clandestino y al frecuente uso de prestanombres. La cuestión rebasa las
capacidades individuales de acceso a la información de este investigador, pero una
buena muestra de semejante red se aprecia en los documentos del juicio seguido
en su contra, en enero de 1996. Según los mismos, la agrupación criminal enviaba
grandes cantidades de dinero en efectivo que eran depositadas en cuentas del First
City Bank de McAllen, Texas, que pertenecían a la Casa de Cambio Nuevo León
y la Casa de Cambio Colón, ambas asentadas en Monterrey.118
La investigación obtuvo registros del Republic International Bank of New
York; Republic International Bank, en Miami; Republic International Bank, de
California; Banker’s Trust Company, en Nueva York; la subsidiaria del Banker’s
Trust, en Suiza; de American Express Bank International y las subsidiarias del
Banker’s Trust, en las Islas Caimán; de American Express Bank International, en
California; del Bank of New York; del Barclay’s Bank, también en Nueva York, y
del Bear Stearnes, en esa misma ciudad. De acuerdo con estos datos, el flujo de
dinero que las oficinas de aduanas de los Estados Unidos detectaron que eran depo-

116
Ibid.
117
Diario de Nuevo Laredo (1991), “Enrique Cárdenas G. será el senador suplente”, 10 de mayo,
Nuevo Laredo, p. 1A.
118
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 31.

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268 Carlos Antonio Flores Pérez

sitadas en el First City Bank, en McAllen, continuaba hacia cuentas concentradoras­


en el Banker’s Trust en Nueva York y en Suiza.119
Aproximadamente, 14 millones de dólares fueron transferidos en las operacio-
nes investigadas hacia el Banker’s Trust desde el First City Bank. Otras cantidades
eran transferidas de manera indirecta al Banker’s Trust: 1 250 000 dólares mediante­
una transferencia desde el Republic International Bank en Nueva York, y de ahí al
Banker’s Trust. Además, un millón de dólares fue transferido al Republic Interna-
tional Bank en Miami, y después al Banker’s Trust. Tres transferencias bancarias
fueron realizadas desde el Republic International Bank de Los Ángeles.
En total, 21.8 millones de dólares fueron concentrados en una cuenta general
del Banker’s Trust en Nueva York; de ahí fueron enviados a una cuenta en un banco­
suizo que, según los registros del Banker’s Trust en Nueva York, estaba abierta a
nombre de Ricardo Aguirre, María del Carmen Olivella y Rosalinda Silva.120 Ri-
cardo Aguirre era un prestanombres y administrador de recursos de Juan García
Ábrego, mientras que María del Carmen Olivella era esposa de este último.121 En
una ocasión, tras la incautación de varias de sus propiedades en México, García
Ábrego instruyó a uno de sus colaboradores para entrevistarse con el referido Ri-
cardo Aguirre, para indagar si este último había transferido 25 millones de dólares
de los recursos de aquél hacia los Estados Unidos.122 Aguirre operaba una gasolinera­
en la calle Sexta, en Matamoros, la misma donde se ubicaba el bar Piedras Negras,
de Juan N. Guerra.123
En las Islas Caimán, Ricardo Aguirre administraba las cuentas de García Ábrego­
bajo la denominación de dos empresas de fachada: White Horse Investments y Sta-
llion Investments. Tan sólo en 1989, esas cuentas recibieron 22 millones­de dólares
de una cuenta bancaria suiza, abierta con 19 millones de dólares transferidos desde­
el Banker’s Trust de Nueva York.124
Posteriormente, el 16 de mayo de 1990, también en las Islas Caimán, la orga-
nización registró una nueva empresa de membrete: Green Mountain. Esta empre-
sa fue creada con el apoyo del banquero Antonio Giraldi, con el American Express
Bank International, en California. Entre los beneficiarios estaba de nueva cuenta
Ricardo Aguirre. Aproximadamente, 25 millones de dólares fueron transferidos a
esta cuenta desde las propias de Stallion y White Horse, a través del Barclay’s Bank
119
Ibid.
120
Ibid.
121
Ibid., p. 30.
122
Ibid.
123
Ibid., p. 30.
124
Ibid., p. 32.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 269

y del Bank of New York. Más tarde, Green Mountain proporcionaría cartas de
crédito a la Casa de Cambio Colón.125
Otros personajes encargados de lavar dinero eran los hermanos Luis Esteban
y Eduardo García Villalón, quienes tenían cuentas en el International Bank of
Commerce y en el National Bank en Laredo y Harlingen, Texas, que tenían alre-
dedor de 4.5 millones de dólares cuando fueron aseguradas.126 Como se ha seña-
lado anteriormente, Luis Esteban fungía como director de Enlace y Concertación
de la Dirección General de Investigaciones de Narcóticos de la pgr. Los hermanos
García Villalón poseían cuentas bancarias bajo su control, en las Islas Caimán,
pero abiertas bajo empresas de membrete: List y Taurus. Mediante ellas transferían
dinero a otras cuentas bancarias, entre éstas, una del Royal Bank de Canadá, abierta­
a nombre de Felipe e Irma Treviño.127
En suma, una muestra detectada de las operaciones financieras internacionales
de la organización. Resulta difícil atribuirlas en su totalidad a personajes con escasa­
educación formal, ya no digamos técnica y especializada, acorde con el tipo de
movimientos descritos, sin contar con la asesoría de otro tipo de actores, igualmente­
partícipes de intereses ilícitos.
En lo referente a las inversiones patrimoniales y de negocios relacionadas con
la organización de Juan García Ábrego, según la información derivada del juicio
en su contra, en 1996, se pueden señalar las siguientes operaciones como muestra.
En diciembre de 1990, una cuenta de García Ábrego, en la Casa de Cambio Mul-
tiva, en Monterrey, recibió una transferencia de un par de millones de dólares, de
los fondos depositados en las Islas Caimán de la empresa fachada Green Mountain.­
La cantidad fue empleada para adquirir propiedades en la zona.128
Víctor García trabajaba para García Ábrego, administrando varios de sus ne-
gocios legales y dinero. García era administrador de una empresa de construcción
denominada Caimsa. Como parte de la junta directiva de esta empresa se contaba
a Miguel Ángel Lerma y a un primo de Juan García Ábrego, Rubén García
Robles.­129
Como se verá más adelante, años después medios de comunicación harían
referencia a las indagaciones de la pgr sobre el posible vínculo del ex gobernador
Manuel Cavazos Lerma con organizaciones delictivas. Se haría referencia a la rela-

125
Ibid.
126
Ibid., p. 29.
127
Ibid., p. 30.
128
Ibid., pp. 48-50.
129
Ibid., p. 49.

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270 Carlos Antonio Flores Pérez

ción de un primo suyo, Miguel Ángel Lerma, con García Ábrego.130 No se puede
descartar que el personaje mencionado en los documentos del juicio y este último
sean la misma persona.
Otra empresa vinculada con Juan García Ábrego era Prodeconsa, dedicada a
la construcción. Ésta era administrada también por Miguel Ángel Lerma y por
Rubén García Robles. En ella se reunían Ricardo Aguirre, Víctor García y el propio
García Ábrego. El segundo declaró haber acompañado a Rubén García a depositar en
el banco un millón de dólares en efectivo. Narró que Ricardo Aguirre entregaba­
portafolios llenos de dinero a Miguel Ángel Lerma, tras haberlo extraído de la
Casa de Cambio Colón.131
En 1992, Víctor García se reunía semanalmente con García Ábrego para dis-
cutir las operaciones financieras de otra empresa denominada Tefasa. En el mismo
año, el primero también administraba otra empresa de transporte llamada Trefimex,­
que operaba bajo el nombre de un hijo de Juan García Ábrego: Juan José García.
Víctor le reportaba directamente a García Ábrego todo lo concerniente a esta
compañía.132
En 1991, Víctor García apoyó en la adquisición de una propiedad con valor
de un millón de dólares, en Guadalupe, cerca de Monterrey. La propiedad quedó
bajo el nombre de Miguel Ángel Lerma. El dinero fue proporcionado por Rubén
García Robles.133
En el mismo año, Víctor García colaboró nuevamente para comprar una finca
de 20 acres en Apodaca, Nuevo León. De nuevo, el dinero fue proporcionado por
Rubén García Robles y el inmueble fue puesto a nombre de Francisco Guerra, a
quien se menciona como amigo cercano de Miguel Ángel Lerma.134
En 1992, Víctor García gestionó la compra de una segunda residencia en
Apodaca, por un millón de dólares. Asimismo, de otra casa, en Guadalupe, por
400 000 dólares. Ésta aparecería como propiedad de Roberto Galván Melquizo,
pero sería en realidad ocupada por familiares de García Ábrego.135
Juan García Ábrego tenía un número no especificado de almacenes en Mon-
terrey. Era poseedor de los ranchos El Coyote, en las proximidades de Reynosa; El
Venado, en Monterrey; La Pita y Las Amarillas, también en la misma localidad

130
El Universal (2012), “Investiga pgr a 3 ex mandatarios del pri”, 31 de enero, versión en línea.
131
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 49.
132
Ibid., pp. 50-51.
133
Ibid., p. 50.
134
Ibid.
135
Ibid.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 271

neoleonesa.136 Esta última habría tenido un valor de 500 000 dólares. Además, en
tal zona, García Ábrego poseía diversas fincas, conocidas como Las Quintas, y otra
propiedad más en Villa Juárez.137
Desde luego, los movimientos financieros y patrimoniales descritos no fueron
necesariamente los únicos; son sólo aquellos que fue factible detectar y que salieron a
relucir en el proceso penal seguido en contra de Juan García Ábrego. La determi-
nación y rastreo de operaciones similares pertenecientes a esta organización o, más
aun, a sus asociados y protectores, es una cuenta pendiente que difícilmente podrá
ser resuelta con los recursos limitados de la investigación académica. No obstante,
es probable que las operaciones sean igual de complejas y sus montos tanto o más
considerables.
Es preciso recordar que en la lógica de funcionamiento de la delincuencia
organizada aquí descrito, los operadores tradicionales de las actividades ilícitas no
son, de lejos, el único ni el más importante eslabón de la actividad delictiva. Las
ganancias de algunos actores que dentro de las instituciones pudieron haberse
beneficiado de estas actividades pudieran ser también significativas. El rastreo de
estas alianzas clandestinas, en términos de su dimensión patrimonial dentro del
suelo mexicano, constituye una incógnita deseable de resolver, pero que rebasa los
alcances de este trabajo, y requiere una metodología distinta, con fuentes de
información­diferentes a las aquí empleadas, no necesariamente disponibles en la
actualidad.

Mario Ruiz Massieu

Por otra parte, las características de la protección de actores políticos y de seguridad


en el sexenio 1988-1994, pudieron apreciarse también en otro juicio realizado en
los Estados Unidos. El 3 de marzo de 1995, tras el fin del sexenio, Mario Ruiz
Massieu, ex subprocurador antinarcóticos mexicano y hermano de José Francisco
Ruiz Massieu, el secretario general del pri asesinado tan sólo unos meses atrás, fue
detenido en Nueva Jersey, cuando intentaba tomar un vuelo con destino a España.
La razón era que portaba una cantidad de dinero que excedía el límite no declarable­
permitido por la aduana estadounidense.138

136
Ibid.
137
Ibid., p. 51.
138
La información corresponde a los documentos del juicio civil en contra del dinero en posesión
de Mario Ruiz Massieu, que se preparaba en la Corte federal de Houston, Texas, en 1995. Véase

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272 Carlos Antonio Flores Pérez

La investigación de las autoridades de ese país encontró que Ruiz Massieu


había renunciado a su cargo como subprocurador general de la República el 23 de
noviembre de 1994, y enfrentaba una investigación criminal en México por su pre-
sunta relación con las organizaciones del narcotráfico. Además, que por su cargo
gubernamental, Ruiz Massieu estaba en condiciones de conocer los requerimientos
de sus contrapartes estadounidenses en materia de combate al tráfico de drogas, de
manera que el gobierno estadounidense determinó el aseguramiento precautorio
de una cuenta bancaria que Ruiz Massieu había abierto en los Estados Unidos.139
La cuenta, abierta en diciembre de 1993, había recibido 24 depósitos en efec-
tivo, en dólares. El primero de ellos, por Jorge Stergios, visitador general de la pgr,
subordinado de Mario Ruiz Massieu. Stergios, que portaba el dinero en portafolios,
aseguraba que el mismo correspondía a la venta de propiedades de su jefe. En su
mayoría, este dinero se presentaba en billetes de 20 dólares unidos por ligas y en-
vueltos en cinta plástica. Las autoridades norteamericanas resaltaron su semejanza
con los paquetes de dinero generalmente observados en las transacciones entre
organizaciones del narcotráfico.140 Stergios realizaba múltiples viajes sólo para de-
positar dinero en la cuenta de Ruiz Massieu, que en ocasiones transportaba tam-
bién en cajas de cartón. Cada vez que era interrogado por los oficiales de aduanas,
proporcionaba versiones diferentes, sin embargo, la única consistente es que el
dinero pertenecía a Mario Ruiz Massieu, funcionario mexicano, quien deseaba
sacarlo del país. Las sumas declaradas en la oficina de aduanas difería siempre con
los depósitos realizados: el dinero oficialmente reportado, 416 771 dólares, era
sólo 5% de la cantidad real depositada. Las cantidades superaban por mucho los
ingresos que percibían Ruiz Massieu y Stergios en 1994, según informó el gobierno­
mexicano: 100 000 y 50 000 dólares, respectivamente.141
Tras el arresto de Ruiz Massieu, el ex visitador general de la pgr, Jorge Stergios,
contactó a ejecutivos del banco que administraban la cuenta de su jefe. Les pregun­
tó si era posible partir la cantidad depositada en múltiples cuentas; qué se necesita­
ría para transferir los fondos a otra cuenta en otro país —por ejemplo, Suiza—, y

United States of America v. $9 041 598.68 (Nine million forty one thousand, five hundred
ninety eight dollars and sixty eight cents), H-95-3182, United States District Court, Southern
District of Texas, Houston Division, 15 de junio, 1995, documento 1, p. 2. También se puede
acceder al documento con esta información: Case 4:95-cv-03182 Document 1 Filed in txsd on
06/15/95, p. 2.
139
Ibid., p. 4.
140
Ibid., p. 4. En el documento se asienta, por ejemplo, que el 28 de abril de 1994, Stergios realizó
un depósito de 264 940 dólares, de los cuales 228 300 correspondían a billetes de 20 dólares.
141
Ibid., p. 7.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 273

si todo esto se podría realizar sin dejar rastro, respecto a la cuenta original. Stergios
prometió contactar de nuevo al ejecutivo y se rehusó a proporcionarle información
sobre dónde encontrarlo.142
Las autoridades de aduanas señalaron que contaban con información confiable
que permitía establecer que el ex subprocurador Mario Ruiz Massieu había recibido­
dinero de organizaciones del narcotráfico a cambio de protección en sus operaciones­
destinadas a introducir drogas psicoactivas en los Estados Unidos.143 En conse-
cuencia, la fiscal titular Gaynelle Griffin Jones y su asistente, Susan Kempner,
formularon una acusación civil que buscaba el aseguramiento total de los fondos
hallados en la cuenta de Mario Ruiz Massieu: 9 041 598.68 dólares.144
El caso se extendió por varios meses. En febrero de 1997, el testimonio de una
testigo que la fiscalía usaría en contra de Mario Ruiz Massieu se filtró a la prensa
mexicana, concretamente al semanario Proceso, a pesar de estar protegido bajo
sello por la corte de Houston, Texas. Según el abogado de Ruiz Massieu, Tony
Canales —el mismo que había defendido a Juan García Ábrego en 1996—, el
origen de la filtración era la propia Procuraduría General de la República en
México,­que había recibido también copia del documento.145
La jueza Nancy F. Atlas, de la corte de Houston, reconocía que el documento
publicado por Proceso era el que la fiscalía había solicitado mantener bajo resguardo­
e incluso comentaba que el artículo reproducía partes del interrogatorio que no
habían sido registradas. Según expuso la fiscalía, el resultado de la filtración era que
la testigo, bajo custodia de las autoridades estadounidenses, temía las represalias
que su testimonio podía acarrear sobre su familia radicada en México, de manera que
no deseaba ya testificar ante la corte. Otro testigo que permanecía aún en México
se encontraba ilocalizable y renuente a presentarse a rendir testimonio, por la mis-
ma razón.146 Las sospechas de la filtración recaían en Tony Canales, defensor de
Ruiz Massieu, quien insistió en que él no había tenido trato alguno con los reporte­
ros mexicanos. El fiscal adjunto, Jesse Rodríguez, rechazaba que el Departamento
de Justicia hubiera compartido los testimonios de quienes llamaría­a comparecer

142
Ibid., p. 8.
143
Ibid.
144
Ibid., pp. 10-11.
145
Case 4:95-cv-03182, Document 125, Filed in txsd on 02/19/97, pp. 4-8. El entonces reportero
Carlos Marín publicó el documento en un artículo de Proceso (1997), “Un gran jurado en Hous-
ton ventilará lo que puede convertirse en el mayor escándalo narcopolítico. Testimonios obtenidos
por el Departamento de Justicia: Raúl Salinas Lozano, sus hijos Carlos, Raúl y Adriana, los herma-
nos Ruiz Massieu y Colosio, ligados a los principales capos”, 17 de febrero de 1997, versión cd.
146
Case 4:95-cv-03182, Document 125, Filed in txsd on 02/19/97, pp. 4, 5, 28 y 29.

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274 Carlos Antonio Flores Pérez

con el gobierno mexicano. No ponía en duda tampoco la negación de Canales,


pero señalaba que la estrategia le era funcional a Ruiz Massieu, quien evitaba la
declaración de los mismos ante la corte, de manera que al poseer también copias de
la documentación, podrían ser sus propios allegados las fuentes de la filtración.147
Una preocupación central de la jueza Atlas era que, tan sólo a un mes del inicio­
del juicio formal —hasta entonces sólo habían tenido lugar los preparativos—, la
fiscalía enfrentaba el riesgo de quedarse sin testigos debido a la reluctancia de éstos
a brindar testimonio, dada la difusión pública de su identidad e información en la
prensa mexicana. Aunque la jueza era sensible al temor de los testigos, no parecía acabar­
de dimensionar el riesgo extendido que éstos podían enfrentar no sólo de manera­
directa y su consecuente renuencia a continuar, pues por lo menos uno de ellos
—una mujer— se encontraba ya bajo custodia del sistema penitenciario estadouni-
dense.148 En un intento de explicar esta resistencia, el fiscal Rodríguez expresó:

Y los hechos que subyacen a estos ingresos por drogas, si así lo vemos, es que es-
tamos tratando con gente peligrosa. Quiero decir, dos figuras públicas han sido
asesinadas, usted sabe, en meses, los traficantes de droga han matado periodistas,
han matado fiscales en México.149

El abogado defensor, Tony Canales, atajó la observación del fiscal preguntando­


qué tenían que ver esas cuestiones con su cliente, que en todo caso era hermano
de uno de los personajes victimados. La jueza, cuidadosa del procedimiento legal,
expresó que esos asuntos no tenían que ver con el desarrollo del caso; que estaba
dispuesta a dar todas las salvaguardas necesarias para que los testigos rindieran
testimonio, pero que semejantes hechos no tenían que ver con esta materia ni con
la determinación de la sanción a la fuente de la filtración.150
Canales minimizó el sentido de riesgo que podían tener los testigos de la parte­
acusadora. Insistió en que tres de ellos formaban parte del programa de protección
de testigos del gobierno estadounidense y consideró ridículos sus temores: las
presuntas fuentes de los mismos eran Mario Ruiz Massieu, que estaba bajo arresto
domiciliario; Raúl Salinas de Gortari, que se encontraba preso en la cárcel de mayor­
seguridad en México, y su hermano, el ex presidente Carlos Salinas, quien estaba

147
Ibid., p. 16.
148
Ibid., pp. 18, 29 y 30.
149
Ibid., pp. 29-30. Traducción libre del autor.
150
Ibid., p. 30.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 275

en Irlanda. Aseguraba que el gobierno mexicano estaba en contra de su cliente y


todos los demás mencionados, de manera que semejante temor era sólo producto
de su imaginación.151
A la luz de todo lo revisado en esta investigación, resulta difícil desestimar las
razones del temor de los testigos. Por lo menos el testimonio de uno de ellos resul-
taba fundamental para la fiscalía. Se trataba de Magdalena Ruiz Pelayo, quien
fungió por una década como secretaria privada de Raúl Salinas Lozano. Ruiz Pe-
layo había sido convicta por tráfico de drogas en Newark, Nueva Jersey, en 1992,
y cooperaba con las autoridades estadounidenses en el juicio para confiscar los
fondos de más de nueve millones de dólares en la cuenta bancaria de Mario Ruiz
Massieu. Su testimonio había sido presentado ante la fiscalía el 11 de julio de 1996,
en una prisión federal, ante agentes del fbi, del Servicio de Aduanas, del fiscal
adjunto, Jesse Rodríguez, y el propio abogado defensor de la testigo, quien estuvo
presente en parte de la entrevista.152
En el documento de la corte que apareció en la prensa, Ruiz Pelayo establecía
que había sido testigo presencial de pagos de traficantes de drogas realizados al
entonces subprocurador, Mario Ruiz Massieu, a cambio de protección en sus ope-
raciones.153 Algunas de ellas tenían lugar en el hotel Las Brisas, ubicado en la zona
turística desarrollada por Carlos Hank.
Otro testigo de la fiscalía, Marcos Torres, también presente en este tipo de
operaciones, señaló que Juan García Ábrego pagaba de 15 a 20 millones de dólares
mensuales por la misma razón. Ruiz Pelayo afirmó tener conocimiento de que a
principios de 1994, Juan García Ábrego había proporcionado dos millones de
dólares a Mario Ruiz Massieu para continuar en libertad; que tal pago lo había
realizado de manera directa al propio subprocurador, en la sede de la pgr, en la
ciudad de México.154
Ruiz Pelayo afirmaba que personalmente había entregado dinero proveniente
del tráfico de drogas a José Francisco Ruiz Massieu, yerno de Raúl Salinas Lozano, desde­

151
Ibid., pp. 36-37.
152
New York Times (1997), “Secretary to Mexican Patriarch Discloses Links to Drug Barons”, 26 de
febrero, Nueva York, disponible en <http://www.nytimes.com/1997/02/26/world/secretary-to-
mexican-patriarch-discloses-links-to-drug-barons.html?src=pm>.
153
El contenido del documento se encuentra reproducido y traducido al español en Proceso (1997),
“Un gran jurado en Houston…”, 17 de febrero; una versión en inglés que puede consultarse en
línea está en el sitio web del Public Broadcasting Service (pbs), (1997), “Mexican news reports
on the scandals”, disponible en <http://www.pbs.org/wgbh/pages/frontline/shows/mexico/news/
proceso.html>.
154
Ibid.

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276 Carlos Antonio Flores Pérez

la época en que éste era candidato a gobernador de Guerrero, hasta la fecha de su


propia detención en 1992, en los Estados Unidos. Establecía además que, a lo largo
de este periodo, Salinas Lozano y Juan N. Guerra participaban juntos en el nego-
cio de la droga y que el dinero entregado a José Francisco Ruiz Massieu pertenecía
a ambos. También declaraba haber proporcionado dinero al hermano de José Fran-
cisco, Mario Ruiz Massieu, a quien conocía desde 1986. En este caso, las entregas,
que variaban entre 300 000 y 1 000 000 de dólares, también habrían sido instruc-
ciones de Raúl Salinas Lozano. Según recordaba, el propósito era la inversión en
desarrollos turísticos o la compra de inmuebles, incluso en Texas.155
La testigo señalaba que estaba segura de que el dinero provenía del tráfico de drogas­
porque había estado presente en múltiples discusiones donde se hablaba de aviones y
del ocultamiento de cocaína en latas de chiles. Según su testimonio, en semejantes
conversaciones estaban presentes, entre otros, Raúl Salinas Lozano, su hijo Raúl,
los dos hermanos Ruiz Massieu y Juan García Ábrego.156
Cuestiones personales habrían intervenido en un supuesto rompimiento entre
José Francisco Ruiz Massieu y la familia Salinas. Sin embargo, según Ruiz Pelayo,
ante esta situación, su hermano Mario habría permanecido leal a estos últimos.157
Por su parte, la familia de Mario Ruiz Massieu declaró que los fondos hallados
en su cuenta en los Estados Unidos eran producto de su propio patrimonio, admi-
nistrado originalmente por José Francisco y, debido a lo absorbente de las activida­
des políticas de éste, por Mario.158
La defensa de Ruiz Massieu había proporcionado también un affidavit a cargo
de un jurista experto mexicano: Juan Collado, quien opinaba que semejantes pro-
cedimientos de colocar todo el patrimonio de los integrantes de una familia bajo
la administración de uno solo de sus miembros era normal, al igual que la extrac-
ción del país del mismo, dados los temores que generaba el recuerdo de la nacio-
nalización bancaria.159 El abogado Juan Collado formaría, junto con Alonso

155
Ibid. Paradojas de la vida, la proclamación oficial de José Francisco Ruiz Massieu como precan-
didato del pri al gobierno de Guerrero tuvo lugar el 12 de agosto de 1986, un día antes de la
reunión del presidente Miguel de la Madrid con el senador Deconsini, quien pretendía advertirle
de la participación de gobernadores mexicanos en la protección al narcotráfico. Véase Diario de
Nuevo Laredo (1986), “Ruiz Massieu destapado del pri para Guerrero”, 12 de agosto, Nuevo
Laredo, p. 1A.
156
Ibid.
157
Ibid.
158
Case 4:95-cv-03182, Document 126, Filed in txsd on 02/20/97, pp. 8-11.
159
Ibid., p. 12.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 277

Aguilar­Zinser y José Luis Nassar Daw, el equipo de defensores de Raúl Salinas de


Gortari. Le acompañaron en su salida del penal local en el Estado de México luego
de que la corte lo declarara inocente por el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu­,
cuestión que lo había mantenido preso 10 años. Entre sus declaraciones inmediatas­
tras ser liberado, Raúl Salinas de Gortari expresó su reconocimiento a su familia,
amigos y abogados, y señaló que “la verdad legal es la verdad histórica en este
caso”.160
De nuevo en el caso de Mario Ruiz Massieu, el efecto de la filtración parece
haber sido irreversible, en lo referente a la decisión de algunos testigos de rendir o
no testimonio. En la lista de testigos susceptibles de ser citados por la fiscalía en el
desarrollo del juicio, el nombre de Magdalena Ruiz Pelayo no apareció más,161 de
manera que las implicaciones hacia otros personajes relevantes no pudieron veri-
ficarse durante el mismo. Marcos Torres aparecía en ese documento, pero no fue
llamado a declarar en el desahogo del juicio. Su testimonio quedó archivado como
parte de los procedimientos previos a éste y resguardado bajo orden de la jueza.
Sin embargo, las exposiciones del resto de testigos fueron lo suficientemente
contundentes: incluían integrantes de corporaciones de seguridad y aduanales de
los Estados Unidos, ejecutivos de cuenta bancarios, personal capaz de validar la
autenticidad de registros de pasajeros en vuelos comerciales y hospedaje, ex oficiales­
de la Policía Judicial Federal mexicana que afirmaron haber atestiguado o efectuado­
directamente pagos a Mario Ruiz Massieu provenientes del tráfico de drogas, ex
transportadores de droga de la organización de Juan García Ábrego e individuos
originalmente vinculados con otras organizaciones criminales. El 15 de marzo, el
veredicto del jurado estaba listo y refrendaba la acusación de la fiscalía estableciendo­
que, salvo 1 100 000 dólares, el resto de los 9 041 598.68 dólares eran, en efecto,
ingresos provenientes del pago de las organizaciones del narcotráfico.162
La jueza Atlas determinó que la fiscalía había probado la existencia de una
conspiración para distribuir cocaína y mariguana en los Estados Unidos, que de
acuerdo con la información expuesta por los testigos presentados por la parte acu-
sadora, había existido, por lo menos, entre 1990 y 1994.163

160
El Universal (2005), “Siempre he sido inocente: Raúl Salinas”, 14 de junio, versión en línea.
161
Esta lista de testigos se encuentra en Case 4:95-cv-03182, Document 173, Filed in txsd on 03/
07/97, pp. 1-6.
162
Case 4:95-cv-03182, Document 195, Filed in txsd on 03/15/97, pp. 1-7.
163
Case 4:95-cv-03182, Document 214, Filed in txsd on 04/25/97, pp. 20-24.

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278 Carlos Antonio Flores Pérez

Esta empresa era apoyada por funcionarios públicos que incluían, de manera
no limitativa, al entonces subprocurador, Mario Ruiz Massieu, al visitador general,
Jorge Stergios, y al jefe de la Policía Judicial Federal, Adrián Carrera Fuentes, así
como a otros mandos de corporaciones policiacas estatales. También a líderes de
las organizaciones mexicanas del tráfico de drogas, como Amado Carrillo Fuentes
y Juan García Ábrego.164
En consecuencia, el 25 de abril de 1997 concedió al Departamento de Justicia
de los Estados Unidos la totalidad del dinero asegurado en la cuenta del ex
subprocurador,­salvo los 1 100 000 dólares que el jurado había estimado proceden-
tes de actividades no ilícitas.165 Mario Ruiz Massieu apeló la determinación de la
jueza, pero el 8 de enero de 1999 recibió la confirmación del veredicto por parte
de la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito.166 En agosto, una corte de Hous-
ton le fincaría 25 cargos por lavado de dinero. Se suicidó en septiembre de 1999 en
su apartamento de Nueva Jersey, donde se encontraba bajo arresto domiciliario.167

Antiguas relaciones, compromisos renovados

En 1995, un documento secreto del Centro de Inteligencia Antinarcóticos del


Ejército mexicano, cuyos extractos circularon en la prensa del país en 1997, y al
cual tuvo acceso el autor, señalaba presuntos vínculos de Hank, Salinas Lozano y
González Barrera con el Cártel del Golfo. También mencionaba a Jesús Canavati
Tafich, quien tiene el mismo apellido de los presuntos contrabandistas con quienes
trabajaba Juan González el Chapeado, según la carta de denuncia enviada al presi-
dente Adolfo López Mateos, a la que se hizo referencia en el capítulo tercero.168
Incluso involucraba a Carlos y Raúl Salinas de Gortari.169 Este último fue sujeto a

164
Ibid.
165
Case 4:95-cv-03182, Document 215, Filed in txsd on 04/25/97, p. 1.
166
Case 4:95-cv-03182, Document 243, Filed in txsd on 03/02/99, pp. 1-35.
167
Texas City Sun (1999), “Former Mexican prosecutor commits suicide in the US”, 16 de
septiembre,­p. 6.
168
agn, Arch. Pres. alm, exp. 541/248, fojas sin numerar.
169
Centro de Inteligencia Antinarcóticos del Estado Mayor de la Defensa Nacional (Cian). Avances
en el Análisis del Narcotráfico en México, 2 de septiembre de 1995. Citado en Flores Pérez,
C.A. (2009), op. cit., pp. 195-197. Pueden verse también referencias al respecto en Boyer, Jean
Francois (2001), La guerra perdida contra las drogas. Narcodependencia del mundo actual, Grijalbo,
México, pp. 115-143.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 279

proceso judicial en el país por presunto lavado de dinero del narcotráfico. Se le


vinculaba con las dos organizaciones que cobrarían mayor poder durante ese pe-
riodo: la de Amado Carrillo Fuentes y la de Juan García Ábrego. Tras el hallazgo
de cuentas millonarias en dólares en Suiza y Francia, Raúl Salinas enfrentó proceso­
penal en tales países.
En el caso de la justicia suiza, al término de las investigaciones realizadas por la
fiscal Carla del Ponte, el proceso fue transferido al gobierno mexicano, junto con
las evidencias, para que éste continuara con la indagación. En las mismas se men-
cionaban, además de integrantes del círculo familiar del ex presidente, a secretarios
de Estado, gobernadores, altos mandos de la Procuraduría General de la República­
(pgr) y generales del Ejército mexicano, como garantes institucionales de la opera­
ción del tráfico de drogas, mediante una acción concertada para encubrirlo. Sin
embargo, autoridades judiciales exoneraron a Salinas de Gortari con la inconfor-
midad de la propia pgr.170
Raúl Salinas argumentó en diversas ocasiones que el dinero retenido por los sui-
zos171 constituía un fondo de inversión compartido por varios empresarios me­xi­
canos.­172 Entre ellos, Carlos Hank Rohn, presidente del Grupo Financiero Interac­
ciones e hijo del ex secretario de Agricultura del sexenio salinista, Carlos Hank
González; Roberto González Barrera, dueño de la empresa Maseca y del banco
Banorte; Carlos Peralta, quien tuviera participación mayoritaria de la telefónica
celular Iusacell.173 Raúl Salinas también habría transferido alrededor de 30 millones

170
La Jornada (1998), “Raúl, el hermano mayor, protector de cárteles, señala Del Ponte”, 21 de
octubre, disponible en <http://www.jornada.unam.mx/1998/10/21/ponte.html>.
171
Las cifras reportadas por la prensa mexicana no coinciden: en junio de 1996 el diario Reforma pu-
blicó que le habían sido asegurados alrededor de 100 millones de dólares, depositados en diversas
cuentas en Banque Pictet, Citibank-Zurich, Julius Bèer Bank y Banque Edmond de Rothschild.
Véase Reforma (1996), “Deposita su confianza en Suiza y Citibank”, 3 de junio. En octubre de
1998, la fiscalía suiza anunció oficialmente que había confiscado 114 millones de dólares pertene-
cientes a Raúl Salinas, depositados principalmente en bancos suizos y británicos. El Norte (1998),
“Confisca Suiza fortuna de Raúl”, 21 de octubre. No obstante, años después, La Jornada refiere
una cantidad que se habría acercado a los 150 millones de dólares: “Imposible, que Raúl Salinas
reciba un peso del dinero que Suiza le congeló, según pgr”, 19 de junio de 2008. El periódico El Norte
hace referencia a 105 millones de pesos: “Regresará Suiza dinero de Raúl”, 28 de marzo de 2008.
172
El Norte (1998), ”Revela Policía Suiza errores de EU- nyt”, 5 de agosto.
173
La Jornada (1997), “Carlos Peralta, ex directivo de Iusacell, prófugo por fraude fiscal”, 3 de mar­
zo­, México, versión en línea. Peralta relataría ser financiador de la campaña de Carlos Salinas de
Gortari a la presidencia de la República, en 1988. En 1997, la pgr ejercitó acción penal en su
contra, por evasión fiscal, por declarar recursos menores a los efectivamente recibidos entre 1992
y 1995, periodos que coinciden con la administración salinista.

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280 Carlos Antonio Flores Pérez

de dólares a las cuentas bancarias de Ricardo Salinas Pliego, dueño de Televisión


Azteca, igualmente radicadas en Suiza.174 Otro empresario señalado como copar-
tícipe en el supuesto fondo de inversión fue Adrián Sada, del Grupo Financiero
Serfín.175
A mediados de 2002, las autoridades suizas anunciaron la entrega, a la pgr, de
114 millones de dólares retenidos en las cuentas de Raúl Salinas. Pretendidamente,­
la fiscalía mexicana continuaría la indagatoria.176
La entrega se concretaría varios años más tarde. El empresario Carlos Peralta,
el único que admitió haber proporcionado dinero para el referido fondo,177 sería
también el único que recibiría la devolución de su dinero: 74 millones de dólares.
Sólo él lo reclamó, acreditando formalmente su procedencia legal. Los otros pre-
suntos asociados a los que continuamente hizo referencia el hermano del ex
presidente,­ Carlos Hank Rohn y Roberto González Barrera, no solicitaron la
devolución­de los 75 millones de dólares restantes. El abogado defensor de Raúl
Salinas, José Luis Nassar, afirmó que la resolución era un triunfo para la defensa:
mientras que la fiscalía suiza había afirmado que ese dinero provenía del narcotráfico,­
su cliente siempre había aducido que le había sido entregado por empresarios.178
En Francia, el fiscal del caso, Victor Romain, solicitó al juez Jean Luis Cantor
denunciar los hechos al gobierno mexicano, o bien, absolver a los inculpados bajo
el argumento de que no podía garantizar que los fondos incautados no procedieran
de otras actividades distintas al narcotráfico. El caso fincado en contra de Raúl
Salinas habría implicado también la orden de aprehensión —girada a la Interpol—
contra el hermano menor de éste, Enrique Salinas, asesinado en 2005, antes de que
la misma tuviera efecto. El juez francés desistió de transferir el caso a México y
absolvió de cargos al hermano del ex presidente.179
Raúl Salinas estuvo más de 10 años preso por la presunta autoría intelectual
del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, su cuñado. Los procesos penales

174
Reforma (1996), “Otro socio de Raúl”, 28 de junio, México, versión en línea.
175
La Jornada (2003), “Demanda Raúl Salinas al dueño de TV Azteca el pago de 29.8 millones de
dólares”, 17 de julio, México, versión en línea.
176
El Norte (2002), “Da Suiza a pgr dinero de Raúl”, 7 de junio, Monterrey, versión en línea.
177
El Norte (1996), “Admite empresario dar dinero a Raúl”, 28 de enero, Monterrey, versión en
línea.
178
Reforma (2008), “Era dinero de Hank y González”, 19 de junio, México, versión en línea.
179
La Jornada (2006), “Cierran juicio hoy en Francia contra Raúl Salinas de Gortari y Adriana La-
garde”, 2 de mayo, México, versión en línea. Véase, también, La Jornada (2006), “La fiscalía de
París no apelará la absolución a Raúl Salinas”, 16 de mayo.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 281

seguidos en su contra se desvanecieron en el sexenio de Vicente Fox. En 2005, las


cortes mexicanas lo exculparon.

Rostuca Holdings y Emilio Martínez Manautou

En 1988, otro caso mostraba anticipadamente algunas similitudes. En junio de ese


año, algunos diarios internacionales publicaron cuestiones relativas a un juicio
civil promovido por las empresas Rostuca Holdings Ltd. y Aida Ltd. contra Ro-
berto Polo, un cubano-americano, afamado tratante de arte e inversor financiero,
propietario de la compañía Private Asset Management Inc. Las dos primeras,
creadas­en las Islas Caimán, acusaron a la empresa de Polo de malversar fondos que
habían colocado bajo su custodia: 55 millones de dólares cada una. Según la infor-
mación de prensa, Polo había desaparecido después de que tales compañías le
acu­saran de desviar el dinero hacia sus propias cuentas y presentarles fichas de
depósito falsificadas a sus dueños. En 1988, Private Asset Management Inc. había
cambiado­su residencia legal a Ginebra, Suiza.180 Esto conduciría en su momento
a que el proceso legal se radicara posteriormente en este país.
Rostuca Holdings Ltd. y Aida Ltd. eran propiedad del ex gobernador Emilio
Martínez Manautou y del empresario cervecero neoleonés Pablo Aramburuzabala,
respectivamente.181 En una declaración emitida el 11 de octubre de 1989, ante la
fiscal de distrito en Nueva York, Nancy Milburn, en su caso contra Roberto Polo,
Martínez Manautou expresó directamente que había creado Rostuca Holdings
Ltd. en las Bahamas, como una forma de evitar que el capital de la compañía fuera­
identificado con su persona y favorecer su inversión anónima en el extranjero.
Según él, la idea le había sido sugerida por Roberto Polo.182 Polo había sido origi-
nalmente ejecutivo de cuenta de Citibank y había ayudado a varios personajes
pertenecientes o vinculados con la élite política mexicana a invertir su dinero
fuera de México, en las postrimerías del sexenio de José López Portillo. Según una
entrevista que le dio al semanario Proceso, entre ellos se contaba, por ejemplo, a
Carlos Hank Rohn, hijo de Carlos Hank González y yerno de Roberto González
180
The New York Times (1988), “Missing financier failed to produce records, U.S. says in lawsuit”, 3 de
junio, disponible en <http://www.nytimes.com/1988/06/03/nyregion/missing-financier-failed-
to-produce-records-us-says-in-lawsuit.html?pagewanted=print&src=pm>.
181
Proceso (1993), “Cómo operaba Martínez Manautou para sacar su riqueza del país. A los ‘paraísos
fiscales’ efectivo, acciones, obras de arte, joyas y oro”, 15 de febrero, versión cd.
182
Proceso (1993), “Martínez Manautou, al fiscal: ‘No era conveniente para mí que se conocieran
mis inversiones en Estados Unidos”, 1° de febrero, versión cd.

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282 Carlos Antonio Flores Pérez

Barrera.183 Tras su desaparición, Roberto Polo fue detenido y recluido en Italia, país
del cual pudo salir tras el pago de una fianza. La Interpol lo detuvo de nuevo en
los Estados Unidos, de donde fue extraditado a Suiza.
El juicio que concluyó la cuestión tuvo lugar en junio de 1995, en la mencio-
nada ciudad de Ginebra. Para su desahogo, acudieron a testificar el propio Martínez­
Manautou y Pablo Aramburuzabala. Este último estuvo impedido de último mo-
mento por su precario estado de salud, lo sustituyó su esposa, quien señaló que la
causa por la que su marido decidió sacar del país parte de su fortuna, a través de
este procedimiento, fue el riesgo de congelamiento de cuentas hacia finales de la
administración de José López Portillo.
Por su parte, Martínez Manautou aseguraba haber puesto toda su fortuna en
manos de Roberto Polo, aunque hechos evidentes ponían en entredicho su afirma-
ción: al arribar a la corte suiza lo hizo a bordo de una comitiva integrada por seis
automóviles —entre ellos un Porsche negro del cual descendió—, acompañado
por 12 abogados de diversas nacionalidades y cuatro guardaespaldas. El ex gober-
nador adujo razones similares a las expuestas por Lucrecia de Aramburuzabala, y
añadió además que para él, en su calidad de político, era de suma importancia la
confidencialidad de sus inversiones, puesto que “en mi país todos los políticos
tienen sus capitales fuera, para evitar las críticas y especulaciones del pueblo”.184
Al ser inquirido por el abogado defensor sobre el origen de la considerable
fortuna que reclamaba —60 millones de dólares, según se había precisado a lo
largo del proceso—, Martínez Manautou aseguró que era producto de la venta de
ganado realizada por su esposa.185 Según lo expuesto en el juicio, sus tratos con
Roberto Polo se iniciaron durante su gestión como gobernador de Tamaulipas, por
el consejo de su secretaria particular. Por su parte, Roberto Polo recibió una sen-
183
Proceso (1993), “Roberto Polo era ejecutivo de cuenta en el Citibank. Zapata, designado por López
Portillo para investigar el saqueo, también sacó del país millones de dólares”, 8 de febrero, versión cd.
184
El Correo. La Revista de Tamaulipas (1995), “Martínez Manautou, exhibido”, 7 de julio, año III,
núm. 60, número especial: “A juicio en Suiza, la corrupción de Martínez Manautou”, s.l., p. 5.
El artículo se encuentra escaneado y publicado en línea en el sitio web de Roberto Polo: <http://
www.robertopolo.com/media/polomedia/documents/trials_press/31.pdf>. Una nota similar se
puede encontrar en Proceso (1995), “Soy político y en México todos los políticos tenemos dinero
fuera: ex gobernador. Los sacadólares Martínez Manautou y Aramburuzabala ganaron el juicio al
inversor Roberto Polo”, 26 de junio, versión cd.
185
El Correo. La Revista de Tamaulipas (1995), “Martínez Manautou, exhibido”. Esa fue la cifra que la
prensa refirió en 1995. En 1993, Martínez Manautou había declarado que, junto con intereses,
la suma que había proporcionado a Polo era de 55 millones de dólares. Véase Proceso (1993),
“Martínez Manautou, al fiscal…”.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 283

tencia condenatoria por parte de las autoridades suizas y fue obligado a reparar el
daño a Rostuca Holdings, Ltd. y Aida, Ltd., por una cantidad que fue reducida a
61.8 millones de dólares.186 En su sitio web ha publicado documentación que
muestra los poderes concedidos para la administración de sus inversiones por
parte de algunos de sus clientes, entre ellos, Pablo Aramburuzabala y Emilio Mar-
tínez Manautou. En este último caso, uno de los coapoderados era en efecto María
de Lourdes Argüelles, secretaria particular del entonces gobernador Emilio Mar-
tínez Manautou.187
Que la cantidad en disputa no constituía la totalidad de la fortuna de Emilio
Martínez Manautou se deduce de otras informaciones. En 1993, el semanario Pro-
ceso dio a conocer la existencia de documentación donde Martínez Manautou
hacía referencia a otra cuenta bancaria en Suiza, giraba instrucciones a los ejecutivos­
de su empresa Rostuca Holdings para vender el oro que poseía e invertir el monto
obtenido en dólares. Incluso disponía que a su muerte, su fortuna debía dividirse
entre cinco beneficiarios.188 Todavía en 2007, su hija Leticia Martínez de González,
litigaba en las cortes estadounidenses una inversión que Emilio Martínez Manau-
tou había establecido en los Estados Unidos, por siete millones de dólares, admi-
nistrada por la compañía financiera Merrill Lynch.189
Emilio Martínez Manautou falleció el 24 de diciembre de 2004, en su rancho
El Mezquite, ubicado en San Fernando, Tamaulipas.190 El valor de su fortuna y
propiedades nunca fue determinado, lo mismo que su origen. No obstante, tan
sólo a la luz de la evidencia apuntada, es claro que difícilmente podría ser este úl-
timo producto de sus ingresos oficiales como funcionario público, a pesar de los
altos cargos desempeñados.
En septiembre de 1993, la madre de Roberto Polo, María Teresa Polo, acusaba
al ex gobernador de estar involucrado en actos de corrupción y narcotráfico. En con-
creto, afirmaba que Martínez Maunautou había utilizado una aeronave Turbo
Commander 1000-82, con matrícula XB-DSF, para traficar droga a los Estados
Unidos. Añadió que este avión se hallaba estacionado en un hangar del aeropuerto­
de la ciudad de México. El semanario Proceso verificó que, en efecto, semejante
avión se había encontrado en ese lugar, en el hangar de una compañía de nombre
186
Ibid., p. 12.
187
Lo anterior se puede verificar en esta página web, a la que se accedió en febrero de 2012: <http://
www.robertopolo.com/media/polomedia/documents/trials_documents/9.pdf>.
188
Proceso (1993), “Cómo operaba Martínez Manautou…”.
189
Justia US Law (s.f.), “Matter of De González v. Custodian of Records of USB AG”, disponible
en <http://law.justia.com/cases/new-york/other-courts/2007/2007-50553.html>.
190
El Norte (2004), “Muere ex gobernador de Tamaulipas”, 27 de diciembre, versión en línea.

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284 Carlos Antonio Flores Pérez

Avitec y, posteriormente, en otro operado por Servicios Aéreos del Centro. Según
lo expuesto por la revista, Martínez Manautou lo habría vendido en McAllen,
Texas, a través de un intermediario, por un millón de dólares.191
La información no abundó en mayor medida y, aunque en otro contexto se-
mejantes afirmaciones podrían ser desestimadas como parte de las controversias
entre las partes debido a su disputa legal, el hecho es que los ingentes recursos ex-
hibidos por el ex gobernador y las relaciones examinadas a lo largo de estas páginas
no permiten desechar, sin mayor trámite, la hipótesis de su veracidad.
De nuevo en Tamaulipas, hasta 1995, la mayor parte de detenciones de trafi-
cantes de drogas en esta entidad sería de integrantes de grupos rivales al propio de
Juan N. Guerra y Juan García Ábrego, o por lo menos no afectarían de manera
definitiva al núcleo central de la organización. Juan N. Guerra fue detenido en
1991, pero pronto fue puesto en libertad. Murió libre, por causa de insuficiencia
respiratoria, en Matamoros, en julio de 2001.192 Juan García Ábrego no sería de-
tenido sino hasta enero de 1996.
En 1989, a pregunta expresa sobre su carácter de político, dadas las versiones
públicas de que había financiado diversas campañas proselitistas en Tamaulipas, el
propio Juan N. Guerra señaló: “Político no soy […] pero sí soy amigo de ellos. Eso
sí, soy priista, siempre lo he sido y voto por sus candidatos”, y según narró el re-
portero, mostró su credencial de afiliación al pri.193
Tales declaraciones fueron expresadas poco tiempo después de la celebración
de un acto oficial en el que se reinauguraba un camino vecinal, que desembocaba
en una propiedad de Juan N. Guerra. La prensa aseguraba que la obra había sido
desarrollada mediante recursos del Programa Nacional de Solidaridad, vigente en
esos años. Según la nota informativa, entre los asistentes se encontraban el senador
Manuel Cavazos Lerma y el diputado federal Tomás Yarrington.194 Ambos legisla-
dores priistas se convertirían a la postre en gobernadores de la entidad.
Por otra parte, es de destacarse que en 1993, una propiedad perteneciente a
Humberto García Ábrego —hermano de Juan—, ubicada en Monterrey, fue ca-
teada por agentes de la Policía Judicial Federal. En una finca inmediata­a la misma
se halló una carta de navegación que mostraba que uno de los sitios predilectos de
descarga de cocaína utilizado por la organización era Akumal, en el municipio
191
Proceso (1993), “Martínez Manautou tuvo en México un avión de ‘gran capacidad y fácil manejo’;
lo vendió en McAllen”, 6 de septiembre, versión cd.
192
El Universal (2002), “Falleció el fundador del Cártel del Golfo”, 12 de julio, versión en línea.
193
Proceso (1991), “A los 77 años y en silla de ruedas. ‘New York Times’ censuró la impunidad en Mé­
xico y en seguida la Judicial capturó a Juan N. Guerra”, 28 de octubre, versión electrónica.
194
Ibid.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 285

de Solidaridad, Quintana Roo. En las playas cercanas a ese punto se había incau-
tado una tonelada de cocaína, entre el 28 de agosto y el primero de diciembre de
ese año.
En el cateo, los agentes policiacos encontraron relaciones con una empresa
inmobiliaria llamada David-Laura, radicada en Akumal, Quintana Roo. Entre los
socios figuraba una mujer de nombre Laura Bush.195 Existe una homónima al
frente del complejo turístico asentado en Akumal; se trata de la hija de Pablo Bush
Romero, el empresario que fundó ese hotel de lujo;196 el mismo que en 1945 or-
ganizaba la recepción del entonces candidato presidencial Miguel Alemán Valdés
en Matamoros, Tamaulipas,197 y que en 1947 había vendido su New England Fuel
and Oil Company a un grupo de petroleros texanos.198

El surgimiento del nuevo Cártel del Golfo

Hasta mediados de la década de los noventa es claro que el funcionamiento de la orga­


nización del Golfo podía entenderse en una lógica centralizada-vertical, de acuerdo
con la tipología descrita en el primer capítulo, donde el grupo criminal está esen-
cialmente sujeto a la hegemonía de los funcionarios públicos, quienes a su vez, lo
extorsionan para obtener beneficios particulares en un contexto de contubernio.
En estos años se monta una estructura criminal, en la cual se encontraron imbri-
cados delincuentes comunes y funcionarios públicos que organizaron todo un
sistema de internamiento de drogas en territorio nacional, su movilización a lo
largo de éste y su transporte hacia los Estados Unidos. Parte fundamental de la
mecánica era, desde luego, la estructura de protección por parte de miembros
del poder público, de los ámbitos federal y local.
Entre 1994 y 2000, el contexto político mexicano observó transformaciones
relevantes que conducirían, en 1997, a la pérdida del control del pri sobre la
Cámara de Diputados federal y, en 2000, por primera vez, al triunfo de un par-
tido opositor en las elecciones presidenciales de ese año. Este proceso alteró
profundamente las antiguas reglas del contubernio y sus equilibrios.

195
Valle (1995), El segundo disparo…, p. 172.
196
Véase <http://www.hotelakumalcaribe.com/akumal/community_issues/scholarship.asp>.
197
El Tiempo de Laredo (1945), “Preparativos para la recepción de Alemán en Nuevo Laredo”, 19 de
octubre, Laredo, Texas, p. 1.
198
Lubbock Evening Journal (1948), “Mexican firm sold to Texans”, 22 de marzo, Lubbock, Texas,
p. 12.

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286 Carlos Antonio Flores Pérez

Los intentos realizados para desmantelar la amplia estructura de corrupción


que se había enquistado en el país a lo largo de muchas décadas no lograron
consolidarse. Ésta no colapsó, simplemente se fragmentó con multiplicidad de
alianzas entre funcionarios corruptos y delincuentes convencionales dispuestos
a conservar o expandir sus intereses por encima de sus rivales. Los efectos de
este fenómeno se manifestarían con toda su crudeza en la violencia extrema
advertida años después.
Desde la segunda mitad de los noventa se advierte ya, de manera clara, la
transición hacia un esquema de relaciones del tipo atomizado-multidireccionado-
incremental, que fueron descritas en la tipología expuesta en el primer capítulo
y que caracterizan esta nueva situación.
La ausencia de hegemonías tanto en el ámbito político como delictivo, así
como la incorporación de nuevos actores en este último, caracterizados por su
mayor capacidad para ejercer una violencia cada vez más desbordada, las antiguas
estrategias de reconfiguración cooptada del Estado aparecerán, también, más
dispersas­o menos coherentes que aquellas establecidas en las décadas precedentes.­
No obstante, habrán de mostrar mayor virulencia en ámbitos locales, donde la
frontera entre la cooptación y la imposición por el terror se mostrará cada vez
más tenue.
Con instituciones erosionadas y bloqueadas desde hace mucho tiempo atrás,
con la mayor propensión a la violencia extrema que caracterizaría a las nuevas
organizaciones criminales y la creciente conformación paramilitar de algunas de
ellas, y con el considerable debilitamiento de los funcionarios públicos para
mantenerlas bajo control, el dilema de la plata o el plomo se resolverá, cada vez
más, por la segunda opción.

El tráfico en el noreste tras la detención de Juan García Ábrego

En la dinámica delictiva, los cambios referidos comienzan a evidenciarse después


del sexenio 1988-1994, en especial a partir de 1996, tras la captura de Juan García
Ábrego en Monterrey.199 Para arrestarlo, un grupo de agentes de la Policía Judicial
199
La captura tuvo lugar el 14 de enero de 1996, en el estado de Nuevo León. Véase La Jornada
(1996), “Relata el hoy subdelegado de la pjf la labor de un año que condujo a la captura del
capo”, 18 de junio, versión en línea. La expedita expulsión hacia los Estados Unidos del trafican-
te, bajo el argumento de que contaba con un acta de nacimiento estadounidense, fue motivo de
amplias controversias en los círculos políticos y de comunicación mexicanos. Existían versiones

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 287

Federal se trasladó a esa ciudad. García Ábrego fue detenido en el municipio de


Juárez, en la zona conurbada de Monterrey.200
Tres días después de la detención de Juan García Ábrego, un día 17, el aboga-
do Leopoldo del Real Ibáñez fue asesinado en Monterrey cuando estaba reunido
con el director de la Policía Judicial del Estado, Fernando Garza Guzmán.201 El
entonces gobernador de esa entidad, Sócrates Rizzo, dispuso que el subprocurador
Gerardo Elizondo se hiciera cargo directamente de las investigaciones.202
Leopoldo del Real Ibáñez era un personaje a quien, en 1989, tras su propia
detención, Rafael Chao López, el antiguo comandante de la dfs detenido por
tráfico de drogas, había vinculado explícitamente con esta actividad.203 La relación
de Del Real con Chao López está documentada de su propio puño y letra: en una
misiva fechada el 29 de noviembre de 1983 y dirigida a Chao, Del Real se mostraba­
en extremo obsequioso con el jefe policiaco, a quien manifestaba admiración y a
quien reiteraba amistad, haciendo remembranzas sobre diversos momentos en que
habían convivido.204
Tras su asesinato circularon versiones de que del Real fue quien había delatado
a la dea la ubicación de García Ábrego.205 Meses más tarde trascendería que la
información para ubicar el paradero de Juan García Ábrego había sido proporcio-

encontradas que sostenían que el lugar de nacimiento de García Ábrego había sido La Paloma,
Texas, y otras que señalaban que había nacido en el rancho La Puerta, ubicado en Matamoros,
Tamaulipas. Véase El Norte (1996), “¿Será de aquí o de allá?: es estadounidense, insiste Relacio-
nes...”, 17 de enero, Monterrey, versión electrónica. Véase, también, El Norte (1996), “…Y el
padre afirma que sí es mexicano”, 17 de enero, Monterrey, versión electrónica.
200
El Norte (1996), “Era buscado en NL desde el 93”, 16 de enero, Monterrey, versión en línea.
201
El Norte (1996), “Son profesionales del crimen”, 18 de enero, Monterrey, versión electrónica.
202
El Norte (1996), “Subprocurador toma investigaciones”, 18 de enero, Monterrey, versión en
línea.
203
El Norte (1989), “Delata Chao a otros 15 implicados. Revelan que la lista incluye a Rubén Za-
razúa, Leopoldo del Real y al capitán Torres Espejo, entre otras personas de Nuevo León y de
Tamaulipas”, 13 de julio, Monterrey, versión en línea. Chao señalaba también a Rubén Zarazúa
Rocha, ex procurador de Nuevo León y al capitán Jesús Torres Espejo, ex director de la Policía
Ju­dicial de ese estado.
204
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Rafael Chao López, dfs, legajo único, fojas 11-
13.
205
Proceso (1996), “Monterrey, zona del silencio del dinero, despertó a balazos, rumores, sospechas
y renuncias”, 22 de enero, versión cd.

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288 Carlos Antonio Flores Pérez

nada por Carlos Reséndez, uno de sus principales asociados y uno de los testigos
estelares de la fiscalía estadounidense en el juicio seguido en contra de aquél.206
No obstante, en el periodo inmediato al asesinato, el hecho de que el crimen
hubiera sido cometido un día 17, fecha predilecta de García Ábrego para ordenar
homicidios, se sumó a esta hipótesis.207 El 21 de febrero, Mario Benavides Caba-
llero, coordinador de la Policía Judicial del estado de Nuevo León, fue detenido
bajo el cargo de ser copartícipe en el asesinato del abogado Del Real. Información
publicada por El Norte, que tenía como fuente un informe del fbi, vinculaba a
Benavides con Juan García Ábrego y Guillermo González Calderoni.208
A la luz de semejantes hechos, y debido a las dudas despertadas por la consi­
de­ración de los personajes reunidos en el momento del homicidio, la remoción de
fun­cionarios se inició prácticamente de manera inmediata. El 29 de enero, el pro­
pio procurador general de justicia del estado, David Cantú Díaz, renunció al cargo
tras reunirse con el gobernador Sócrates Rizzo.209 Originalmente había señalado
que el homicidio del abogado no tenía nada que ver con la detención de García
Ábrego.210 De cualquier manera, la situación se hizo insostenible cuando los me-
dios publicaron una carta enviada por Del Real a la presidencia de la República,
donde señalaba presuntos nexos entre el procurador estatal y las organizaciones­del
tráfico de drogas211 y, más tarde, otra que Del Real dirigía al propio procurador
Cantú, donde el primero le recriminaba por diversas cuestiones, entre ellas, faltar
a acuerdos que habían establecido para torcer la labor de la procuraduría estatal en
función de sus propios intereses.212
En estas condiciones, el gobernador Sócrates Rizzo dimitió de su cargo unos
meses después, el 18 de abril de 1996.213 A diversos escándalos de corrupción se
sumó el hecho de que un testigo lo implicó en el crimen de Del Real. Este testigo,

206
Proceso (1996), “En su captura, por una delación, participó un agente de la dea. El juicio de
García Ábrego, una vieja historia reciclada”, 14 de octubre, versión cd.
207
El Norte (1996), “Ese día 17 hace recordar a García Ábrego”, 19 de enero, Monterrey, versión en
línea.
208
El Norte (1996), “Lo implica el fbi con García Ábrego”, 22 de febrero, Monterrey, versión en lí-
nea. Véase, también, El Norte (1996), “Sí, es mi amigo… mi hermano”, 22 de febrero, Monterrey,
versión en línea.
209
El Norte (1996), “Renuncia David Cantú”, 29 de enero, Monterrey, versión en línea.
210
El Norte (1996), “Subprocurador toma investigaciones”, 18 de enero, Monterrey.
211
El Norte (1996), “Renuncia David Cantú”, 29 de enero, Monterrey.
212
El Norte (1996), “Involucra a David Cantú otra carta de Del Real”, 12 de marzo, Monterrey,
versión en línea.
213
La Jornada (1996), “Renuncia Rizzo García en NL”, 18 de abril, México, versión en línea.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 289

Arturo Flores Loera, fungió originalmente como tal para las autoridades locales,
que sólo señalaron su implicación hacia el ex procurador David Cantú, y después
lo liberaron. Posteriormente, Flores Loera sería reaprehendido por los federales,
ante los cuales ratificaría semejantes vinculaciones, pero reiteraría sus señalamientos­
hacia Rizzo.214
El testigo implicaba como autores materiales al policía judicial estatal Homero­
Villasana y al ya mencionado coordinador de esa misma corporación, Mario Bena-
vides. Aseguraba además que David Cantú había pagado al ex comandante de la
Policía Judicial Federal, Guillermo González Calderoni, para planear el homicidio
de Leopoldo del Real, quien presuntamente tenía un diferendo con la hermana de
Rizzo, por una deuda no subsanada de 15 millones de dólares a favor del litigante.215
Quince años más tarde, la polémica volvería a caer sobre el ex gobernador
Rizzo. Varios medios de comunicación reprodujeron sus declaraciones expresadas
en un foro organizado por la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autó-
noma de Coahuila, en Saltillo, donde señaló que la violencia en el país se había
incrementado a partir de la desaparición de los acuerdos entre las autoridades y las
organizaciones del tráfico de drogas:

De alguna manera se tenía resuelto el conflicto del tránsito (de drogas); yo no sé


cómo lo hayan resuelto otros gobiernos, pero había un control y había un Estado­
fuerte y un presidente fuerte y una procuraduría fuerte y había un control férreo del
ejército y entonces de alguna manera decían: “tú pasas por aquí, tú por aquí, pero
no me toques aquí estos lugares”; algo pasó.216

El ex gobernador añadió, incluso, que semejante control se organizaba desde


la propia presidencia de la República, y que los gobernadores eran menos indepen-
dientes y se alineaban a las directrices provenientes de la capital del país.217
Más allá de si en efecto el crimen tuviera que ver con la detención de García
Ábrego o bien, como parece más probable, se tratara de un acto de violencia inde-

214
La Jornada (1996), “Presunto testigo acusa a David Cantú de mandar matar a Del Real”, 15 de
marzo, México, versión en línea. Véase, también, La Jornada (1996), “Rizzo, interrogado durante
14 horas”, 24 de julio, Monterrey, versión en línea.
215
La Jornada (1996), “Comparecerá Rizzo ante el juez del caso Del Real, informa Clariond”, 19 de
julio, Monterrey, versión en línea.
216
Milenio (2011), “Sócrates Rizzo admite narcopactos durante gobiernos priistas”, 24 de febrero,
versión en línea.
217
Ibid.

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290 Carlos Antonio Flores Pérez

pendiente cometido por personajes asociados previamente con él, y en general con
el negocio del tráfico de drogas en la región noreste, pero llevado a cabo por mo-
tivos distintos, lo cierto es que el entramado del homicidio puso a la luz una red
de complicidades en Nuevo León que, en efecto, fueron también en su momento
favorables a la organización del tamaulipeco.
Un día antes del homicidio de Del Real, el director de la Policía Judicial del
estado, Fernando Garza Guzmán, testigo material del crimen, señaló en referencia
al cuestionamiento planteado por un reportero, respecto a la posibilidad de que la
detención de García Ábrego trajera consigo escenarios de disputa y violencia entre
los grupos criminales: “Nuevo León no es lugar para las bandas organizadas de
narcotraficantes; para ellos, aquí es como un santuario”.218 El funcionario añadió
que la detención del traficante constituía muestra de que en ese estado no había
impunidad.
No obstante, tanto el propio Garza Guzmán como el entonces procurador,
David Díaz Cantú, reconocieron que se enteraron 18 horas después del operativo,
a través de los medios de comunicación, sin contar con ninguna información
previa. El vocero de la delegación estatal de la pgr, Óscar Díaz Rodríguez, señaló
que la confidencialidad había sido mantenida al máximo, debido a la importancia
de la organización criminal y su líder.
Díaz Rodríguez agregó que la operación había sido realizada por tan sólo 15
agentes de la Policía Judicial Federal, aunque el periódico El Norte señaló que
fuentes no oficiales referían que ésta se había llevado a cabo por 60 elementos.219
El comandante que realizó la detención de Juan García Ábrego fue Horacio Brunt
Acosta, quien en 1994 era subdelegado de la Policía Judicial Federal en Tamaulipas.
En ese año, Brunt había detenido ya a Humberto García Ábrego, hermano de
Juan, requerido por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público por lavado de dine-
ro.220 En 1996, la detención de Juan le había representado múltiples elogios e in-
cluso un ascenso.221
No obstante, la versión épica de la captura expuesta por las autoridades de la
pgr, fue recibida con ironía por el semanario Proceso. Cuando esa dependencia
218
El Norte (1996), “Descarta la pj guerra de narcos”, 16 de enero, Monterrey, México, versión en
línea.
219
El Norte (1996), “…Y las policías del estado ni sabían”, 16 de enero, Monterrey, versión en línea.
220
El Norte (1994), “Aprehende la pgr a H. García Ábrego”, 21 de octubre, Monterrey, versión en
línea.
221
El Norte (1996), “Un policía mexicano ‘captura’ narcos y apoyos políticos”, 12 de abril, Mon­
terrey, versión en línea.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 291

refirió que algunos policías que participaron en el operativo permanecieron “pecho


tierra” por varias horas, rodeando la finca donde se hallaba el traficante, la revista
observó que, en todo caso, quienes habían permanecido estáticas y en semejante
posición durante al menos dos años eran, precisamente, la propia delegación esta-
tal de esa institución y las autoridades locales: desde 1993 había información di-
versa y públicamente conocida que señalaba que Juan García Ábrego se ocultaba
en Monterrey.222
En Tamaulipas, la detención de García Ábrego no causó una respuesta par­
ticularmente violenta por parte de su organización: ésta ya se encontraba notable-
mente debilitada, tras concluir el sexenio 1988-1994.
Después de la detención del capo, la organización entró en franca etapa de
crisis, pues muchas de sus figuras principales se encontraban también en prisión.
Por ejemplo, de acuerdo con información de la pgr proporcionada a los medios
de comunicación, en esas fechas ya se encontraban presos Luis García Medrano,
José Sosa Mayorga el Cabezón, José Adolfo de la Garza Robles, Luis Ferrer y José
Pérez de la Rosa el Amable.223 Prácticamente, sólo Óscar Malherbe y Sergio Gómez
el Checo seguían en libertad.
Al menos durante dos años, diversas figuras pertenecientes a los residuos de la
organización se sucedieron con pretensiones de mantener el tráfico a través de
la plaza. De 1996 a 1998 hubo un continuo flujo de liderazgos; algunos de ellos
construidos fundamentalmente por las percepciones de los medios de comunica-
ción, pues en todo caso algunos aparecían ya dependientes de la organización de
otro traficante, el sinaloense Amado Carrillo Fuentes El Señor de los Cielos, mientras
que otros surgen y desaparecen como presuntas cabezas de las organizaciones, de
acuerdo con la perspectiva del reportero en turno.
Desde noviembre de 1996, meses después de la detención de García Ábrego,
la dea a, través de su agente Donald Ferrarone, señaló que el trasiego de droga en la
región tamaulipeca continuaba a cargo de Óscar Malherbe y un individuo identi-
ficado como don Paco, ambos asociados ahora con Carrillo Fuentes.224 Otras ver-
siones atribuyeron el nuevo mando a Humberto García Ábrego, hermano de Juan,

222
Proceso (1996), “Monterrey, zona del silencio del dinero…”, 22 de enero.
223
Reforma (1996), “Organiza dirigencia Cártel del Golfo”, 22 de enero, versión en línea.
224
Reforma (1996), “En la mira”, 10 de noviembre, versión en línea. La enigmática figura de un
socio de García Ábrego, designado como don Paco, el Tío, o don Francisco, es mencionada en
varias ocasiones en Valle, Eduardo (1995), El segundo disparo...Véase, por ejemplo, pp. 121, 122,
171 y 172.

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292 Carlos Antonio Flores Pérez

quien según estas versiones mantendría vivas las operaciones de la organización


junto con Óscar Malherbe.225
La participación de Humberto García Ábrego en la custodia y administración
de dinero procedente del tráfico de drogas que llevaba a cabo la organización de su
hermano Juan está expuesta en los documentos del juicio de este último.226
Además, desde 1990, Juan cedió poderes legales de varios de sus bienes obte-
nidos con recursos ilícitos a diversos familiares, en especial a su hermano Humber-
to, como medida para evitar su incautación.227
Como se ha señalado, Humberto García Ábrego había sido detenido ya. Fue
liberado en septiembre de 1995 y recapturado al día siguiente.228 De manera inex-
plicable —y pese a estar custodiado por militares del Grupo Aeromóvil de Fuerzas
Especiales del Ejército, que colaboraban bajo licencia en la pgr—, a finales de febrero­
de 1997, Humberto García Ábrego desapareció de las instalaciones del Instituto
Nacional de Combate a las Drogas (incd) de la procuraduría.229
La corrupción y debilidad dentro de la procuraduría exhibía niveles paradig-
máticos. Tan sólo unos días antes, el 18 de febrero, el general de división, Jesús
Gutiérrez Rebollo, al frente del incd desde noviembre de 1996, había sido dete-

225
Reforma (1997), “Cárteles mexicanos/violencia desatada (VII)”, 14 de septiembre, versión en
línea.
226
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 49.
227
Ibid., pp. 32-33.
228
Reforma (1995), “Liberan a García Ábrego”, 23 de septiembre. Sobre su recaptura, véase Reforma
(1995), “Detienen de nuevo a García Ábrego”, 24 de septiembre.
229
La Jornada (1997), “Se esfuma Humberto García Ábrego cuando declaraba en el incd”, 1 de
marzo, versión en línea. Véase, también, La Jornada (1997), “Dos narcos y un juez escaparon
este año en forma similar”, 26 de octubre, versión en línea. La fecha exacta nunca fue precisada.
Aparentemente, la pgr evitó que la noticia se difundiera hasta después de que México recibiera
la certificación que entonces concedía el gobierno estadounidense a sus homólogos en materia
de lucha contra el tráfico de drogas. La procuraduría mexicana sólo hizo pública la información
hasta el 28 de febrero, según consigna esta nota. Véase, también, El País (1997), “Un ‘narco’
mexicano de la sede policial a mitad de su declaración. La noticia se conoció después de la
‘certificación’ de EEUU”, 2 de marzo, disponible en <http://elpais.com/diario/1997/03/02/in-
ternacional/857257206_850215.html>. Los militares que lo custodiaban eran el coronel José
Félix Name Rodríguez y el capitán Luis Rodríguez Rivera. Véase La Jornada (1997), “El capo,
aún preso: su abogado; versión de que ayudó a atrapar a Malherbe”, 2 de marzo, versión en
línea. Meses más tarde, se hace referencia a otros dos coroneles: Juan Edgardo Zedillo y Roberto
Martínez Martínez, según puede apreciarse en la nota ya referida: La Jornada (1997), “Dos narcos
y un juez…”.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 293

nido por su vinculación con Amado Carrillo Fuentes.230 Proceso publicó informa-
ción que apuntaba a vínculos semejantes por parte de otros integrantes de esa
dependencia.231
El periódico La Jornada consignó versiones que señalaban que Humberto
había sido deliberadamente puesto en libertad como parte de una negociación, a
cambio de que ayudara a atrapar a Óscar Malherbe, quien se suponía era el líder
en funciones de los remanentes de la organización.232 Por su parte, Óscar Malherbe­
fue aprehendido tan sólo unos días después de la inexplicable desaparición de
Humberto, el 27 de febrero de ese mismo año.233
De inmediato, tras su fuga, Humberto García Ábrego obtuvo un amparo
ante el juzgado tercero de distrito, dirigido entonces por la jueza Olga Sánchez,
para evitar ser aprehendido nuevamente por la pgr bajo los cargos de asociación
delictuosa y lavado de dinero, averiguación ya consignada ante el juzgado quinto,
con sede en Matamoros. Se le condicionaba a presentarse a declarar en cuanto el
juez matamorense hiciera oficial la orden de aprehensión.234

Reacomodos tamaulipecos e incursiones sinaloenses

La debilidad relativa de los remanentes tamaulipecos condujo a liderazgos suma-


mente fugaces, y a que fueran los grupos de sinaloenses —en particular, la organi-
zación de Carrillo— los que dieran continuidad al negocio, al abastecer a los

230
NY Daily News (1997), “Soldiers Nab Mexico Drug Czar in Raid”, 19 de febrero, disponible en
<http://articles.nydailynews.com/1997-02-19/news/18027264_1_drug-czar-traffickers-barry-
mccaffrey>.
231
Proceso (1997), “Expediente SC/02/97/XII-E, Ministerio Público de la Primera Zona. Informe
militar sobre el general Gutiérrez Rebollo: otros oficiales del ejército, agentes y comandantes del
incd y de la pgr, cómplices de Amado Carrillo”, 24 de febrero, versión cd.
232
La Jornada (1997), “El capo, aún preso…”, 2 de marzo, versión en línea.
233
Ibid. Véase, también, The Washington Post (1997), “Mexican Judge Frees Alleged Major Narcotics
Figure as Another Is Nabbed”, 1 de marzo, versión en línea. Esta����������������������������������
última nota consigna informa-
ción surgida en relación a una propiedad adquirida en Colombia, presuntamente por Adriana
Salinas de Gortari, hermana del ex presidente, y relacionada con Pablo Emilio Escobar Gaviria.
En un fax dirigido a diversos medios de comunicación, Adriana Salinas negó categóricamente su
vinculación con este asunto.
234
Había estado detenido anteriormente por evasión y defraudación fiscal. El Segundo Tribunal Co-
legiado de Tamaulipas le concedió un amparo definitivo por esta causa. Véase La Jornada (1997),
“Obtiene Humberto García Ábrego otro amparo; teme orden de captura”, 26 de marzo, versión
en línea.

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294 Carlos Antonio Flores Pérez

grupos locales de cocaína sudamericana.235 En enero de 1997, Reforma reiteraba


que el nuevo operador de la organización, Hugo Baldomero Medina Garza, traba-
jaba con la anuencia no sólo de Malherbe, sino del Señor de los cielos.236
Es de resaltar la ausencia, durante esos años, de indicios de una amplia con-
frontación violenta entre los grupos locales por hacerse del control de la plaza,
hecho que se explica, a juicio del autor, por dos factores paralelos: a) la debilidad
efectiva de esos grupos, que sin la protección de las altas esferas gubernamentales del
sexenio anterior mostraban sus dimensiones reales, y b) su carácter dependiente­
de los grupos tradicionales dedicados al tráfico de drogas, una vez que los meca-
nismos de aprovisionamiento original establecidos por la organización de Juan N.
Guerra y Juan García Ábrego —facilitados por los propios grupos de seguridad del
Estado— se colapsaron al término del sexenio 1988-1994. Esto último se tradujo
de facto en circunstancias donde, de un modo u otro, las organizaciones sinaloenses­
se encontraban en condiciones de tomar el control del tráfico de drogas en el
noreste­del país. En consecuencia, la escasa violencia en esta transición se debía a
que los grupos locales que sobrevivieron al derrumbe de aquella primera edición
del Cártel del Golfo comenzaban a operar como extensión de la poderosa organi-
zación del sinaloense Amado Carrillo.
En un contexto en el que las organizaciones del tráfico de drogas en la entidad
enfrentaban un proceso de depuración y recomposición, se puede considerar la
hipótesis de que semejante relación no era especialmente desagradable o novedosa
para las estructuras de autoridad locales vinculadas con el negocio ilícito. Desde
décadas atrás, los lazos de amistad entre encumbrados políticos de Sinaloa y Ta-
maulipas habían favorecido el estrechamiento de intereses, según se pudo observar
en capítulos anteriores, por ejemplo, con la construcción de la carretera Mazatlán-
Matamoros y, más aún, con la cercana colaboración política entre Leopoldo
Sánchez­Celis y Emilio Martínez Manautou.
El 14 de enero de 1997, el comandante de la Policía Judicial del estado de
Tamaulipas, Arturo Pedroza Aguirre, ubicado en Matamoros, comentó al diario Re-
forma que no había indicios de disputa violenta por el control del territorio entre
las organizaciones de traficantes. Para sostener esta afirmación señaló que en 1995
y 1996 los homicidios no ascendieron de 69 en cada año, de los cuales, menos de
13% podían relacionarse con el tráfico de drogas ilícitas. Aparentemente, los úni-
cos ajustes de cuentas visibles habían correspondido al asesinato de Sergio Gómez

235
Astorga, Luis (2005), op. cit., El siglo de las drogas…, p. 167.
236
Reforma (1997), “A un año de la caída del capo; Matamoros ya tenía dueño”,14 de enero, versión
en línea.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 295

el Checo y la desaparición de Rafael Olvera el Raffles. 237 Una nota posterior señaló
que existían versiones de que ambos personajes habían “traicionado” a la organi-
zación del Golfo tras la captura de García Ábrego y habían aceptado trabajar­di-
rectamente para Amado Carrillo, según señaló al reportero una fuente policial.­238
De cualquier manera, la propia muerte de Carrillo, el 4 de julio de 1997, año
y medio después del colapso de la organización de Juan García Ábrego, dejó vacíos
que implicaron una recomposición de las estructuras del narcotráfico en todo el
país y que habrían de repercutir también en Tamaulipas.
No es sino hasta 1998 que una nueva figura comienza a cobrar notoriedad en
el tráfico de drogas tamaulipeco. En agosto de ese año, la prensa nacional informa de
la fuga de dos traficantes de una casa de seguridad de la Procuraduría General de la
República. Se trata de Ángel Salvador Gómez el Chava y su principal colaborador,­
Osiel Cárdenas Guillén.239
Salvador Gómez comenzó a participar con el Cártel del Golfo a inicios de los
noventa en calidad de pistolero y tras haber sido agente de la Policía Preventiva y
de la Judicial del estado de Tamaulipas, y de haber fungido como “madrina” de la
Policía Judicial Federal, en el occidente del país —se mencionan especialmente los
estados de Jalisco y Sinaloa—, durante los años ochenta.240 Ya había escalado po-
siciones durante el dominio de García Ábrego, tras la detención de figuras como
Luis Medrano y José Luis Sosa Mayorga. En abril de 1996 había sido detenido
junto con varios integrantes de la organización.241
No obstante, según muestra la información de medios, al poco tiempo estaba
de nuevo en escena. Después del cisma de 1996 con la detención del propio García­
Ábrego y sus principales lugartenientes, el Chava Gómez comenzó a disputarse el

237
Ibid.
238
Reforma (1997), “Cárteles mexicanos/violencia desatada (VII)”, 14 de septiembre. Olvera y Gó-
mez eran operadores de la organización en Matamoros. El 28 de marzo de 1996, Rafael Olvera
fue secuestrado y presuntamente ejecutado, mientras que El Checo fue encontrado el 26 de mayo
muerto de un tiro en la cabeza en un paraje de Valle Hermoso.
239
Reforma (1998), “Se fugan narcos en poder de pgr”, 25 de agosto, versión en línea.
240
Reforma (1998), “Detienen a capo del Cártel del Golfo”, 7 de junio de 1998, versión en línea.
241
Reforma (1996), “Detienen a miembros del Cártel del Golfo”, 2 de abril, versión en línea. Los
detenidos eran Juan Manuel Lizardi García, Marco Antonio Hernández Rivera, Juan Carlos de
la Peña Gómez, Ángel Trinidad González Gómez, César Reyes Villarreal, Héctor Santos Herrera
Mata y Ángel Salvador Gómez Herrera el Chava Gómez. La nota refiere información extraoficial
que señalaba el aparente intento de intereses no identificados explícitamente, pero que, se infiere,
eran figuras de autoridad. Su pretensión era consolidar a Antonio Ávila o Domingo Ávila en el
tráfico de drogas local. Con este objetivo, Rafael Olvera el Raffles habría sido desaparecido y
el propio Salvador Gómez el Chava, arrestado.

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296 Carlos Antonio Flores Pérez

control de algunas zonas del estado con otros personajes de mediano poder en
el tráfico de drogas local, como Hugo Baldomero Medina Garza. La confrontación
de los dos traficantes aparece relatada en Reforma a finales de 2000, donde se da
cuenta de la trayectoria de Baldomero Medina, a quien apodaron El Señor de los
Tráilers. Medina recibió incluso un balazo en el rostro, por parte de pistoleros de
el Chava Gómez, que pretendían eliminarlo en una reunión entre ambos personajes.
Años después, tras la muerte de Gómez, Medina pretendió regresar a Tamaulipas,
pero la organización de Osiel Cárdenas le impidió traficar en la zona norte del
estado.242 Medina mantuvo durante un tiempo sus operaciones en la región sur de
Tamaulipas, hasta que fue detenido a principios de noviembre de 2000.243
Aunque algún funcionario de la pgr expresó que Baldomero era uno de los
dos sucesores de García Ábrego,244 la realidad es que el personaje parecía un tanto
sobredimensionado ante la opinión pública, cuestión usual en las tradicionales
presentaciones de presuntos delincuentes detenidos. De acuerdo con otra nota
publicada por el mismo diario, Hugo Baldomero Medina Garza aparecía en infor-
mes de corporaciones estadounidenses no como un gran introductor de cocaína a
ese país, sino como mero contrabandista de mariguana. Su papel se limitaba a cruzar
esta droga por la frontera, contratado por diversas organizaciones. Se mencionaba,
por ejemplo, que había desempeñado esa tarea al servicio de la organización­de
Amado Carrillo y de la propia de García Ábrego.245
Como se señaló más arriba, en junio de 1998, Salvador Gómez y Osiel Cár-
denas fueron detenidos en Matamoros y trasladados a la capital de la República.246
La atención de los medios se centró en Gómez, sin que Osiel Cárdenas recibiera
mayor­ referencia.
Unos meses más tarde, en agosto, la entonces Fiscalía Especializada para la
Atención de Delitos Contra la Salud (feads), que había sustituido dentro de la pgr
al incd, tras el escándalo de Gutiérrez Rebollo, proporcionó información a los
medios de comunicación, a raíz de la fuga de tales personajes. La dependencia
señaló que el Chava Gómez era ubicado como traficante de rango medio, con ca­
pa­cidad de control sobre las plazas de Reynosa y Matamoros y continuó, por

242
Reforma (2000), “De la cafetería al narcotráfico”, 31 de diciembre, versión en línea.
243
Reforma (2000), “Detienen a sucesor de García Ábrego”, 3 de noviembre, versión en línea.
244
Ibid.
245
Reforma (2000), “Un informante de la dea”, 31 de diciembre, versión en línea.
246
Reforma (1998), “Detienen a capo…”, 7 de junio de 1998. Con ellos fue detenido un agente de
la Policía Federal de Caminos, que les escoltaba y a quien no se identificó.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 297

inercia, identificándolo como parte del Cártel del Golfo, a pesar de que ya no era
una organización coherente y cohesionada.247
El propio Salvador Gómez el Chava fue ejecutado un año después.248 Sus fa-
miliares denunciaron su desaparición a finales de junio de 1999.249 Su cuerpo sin
vida fue hallado el 2 de julio de ese año.250 Dos días después de que su cadáver
fuera sepultado, varios colaboradores suyos también fueron ejecutados. Mohamed
Alí Hamscho, Saúl y Desiderio Cerda, así como Raúl Álvarez, aparecieron en un
automóvil abandonado, vendados de los ojos, amordazados y con las manos
amarradas­o esposadas. Todos ellos con un tiro en la cabeza.251 A pesar de que las
víctimas eran asociados de el Chava Gómez, el comandante de la Policía Ministerial
del estado (antes Policía Judicial), Daniel Medina, informó que su corporación
realizaba cateos en propiedades relacionadas con este grupo, e incluso que habían
detenido a otros integrantes de la misma, de los cuales sólo identificó a Roberto
Torres el Muertero.252
Prácticamente desde el hallazgo del cadáver de el Chava Gómez, la pgr señaló
que una de las hipótesis de su muerte era que su asesinato hubiera sido llevado a
cabo por su entonces socio, Osiel Cárdenas, con el objetivo de apoderarse de la
plaza.253 Años después, un testigo protegido de las autoridades señaló que la muerte­
de Salvador Gómez era, en efecto, atribuible a Osiel Cárdenas Guillén.254
A partir de entonces, la figura de Osiel Cárdenas comienza a cobrar progresiva
fuerza en la estructura local del tráfico de drogas, enmarcada en un contexto de
creciente violencia. En 1999, el diagnóstico de la situación prevaleciente en el es-
tado de Tamaulipas fue expresado por el entonces titular de la feads, Mariano

247
Reforma (1998), “Se fugan narcos en poder de pgr”, 25 de agosto.
248
Reforma (1999), “Investiga la pgr muerte de capo en Tamaulipas”, 2 de agosto, versión en línea.
249
Reforma (1999), “Desaparece ‘El Chava’ Gómez”, 29 de junio, versión en línea. En un principio,
la familia de Salvador Gómez informó que su lugarteniente, Osiel Cárdenas, también estaba
desaparecido.
250
Sobre el hallazgo del cadáver, véase El Norte (1999), “Breves”, 2 de julio, versión en línea. Véase,
también, Reforma (1999), “Vinculan con narco a sobrino de ex gobernador”, 25 de julio, versión
en línea.
251
Salvador el Chava Gómez fue sepultado el 6 de julio de 1999, en el panteón Los Tomates, en
Ma­­­tamoros. Reforma (1999), “Sepultan familiares a ‘El Chava Gómez’”, 7 de julio, versión en línea.
Sobre los colaboradores asesinados, véase Reforma (1999), “Ultiman a cuatro presuntos narcos”,
19 de julio, versión en línea.
252
Reforma (1999), “Ultiman a cuatro…”, 19 de julio.
253
Reforma (1999), “Investiga la pgr muerte de capo en Tamaulipas”, 2 de agosto.
254
El Norte (2003), “Logra Osiel ascenso veloz tras asesinar a sus aliados”, 15 de marzo, versión en
línea.

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298 Carlos Antonio Flores Pérez

Herrán Salvatti. El funcionario señaló que ante el descabezamiento de la organi-


zación del Golfo los grupos remanentes no habían podido reorganizarse, de modo
que otras agrupaciones habían comenzado a incursionar en esa entidad para operar
el tráfico de drogas. La información policial local señalaba entonces la existencia
de una supuesta disputa entre dos células remanentes de la organización del Golfo
y otra identificada con la organización de Juárez.255
La existencia de esta confrontación por la hegemonía en el tráfico de drogas
en Tamaulipas requiere ponderarse a partir de la información disponible, para lo
cual se abre aquí un paréntesis.
Mi amigo Luis Astorga, quien consigna también información relacionada con
esta declaración de Albino Quintero Meraz, ha señalado al respecto que:

Las autoridades afirmaron que [Albino Quintero] entregaba cocaína al grupo de


Osiel Cárdenas para que éste trasladara la mercancía a Estados Unidos. Si esto era
cierto, entonces quería decir que había dos grandes grupos principales que operaban
en el país y cuyo liderazgo era indiscutiblemente de traficantes de origen sinaloense.
El grupo del Golfo no tendría la autonomía que se le había atribuido en ocasiones
anteriores y sería más bien otra de las ramas del grupo de los Carrillo. Sin embargo,
como de costumbre, la información era contradictoria, pues también decían que
Quintero Meraz había ya adquirido fuerza propia a raíz de la muerte de Amado
Carrillo y que estaba trabajando simultáneamente con el grupo de los herederos
de éste y con el del Golfo. Algo que parecía claro era la hegemonía transexenal de
los sinaloenses en el campo del tráfico de drogas y la ubicación de los traficantes
del Golfo en un nivel inferior, como el que habían tenido históricamente,­excepto
durante el liderazgo de Juan García Ábrego en el sexenio de Carlos Salinas.­256

No obstante, es preciso realizar algunas consideraciones respecto a estas afir-


maciones. La primera es que, de acuerdo con la información expuesta a lo largo
del periodo estudiado en este trabajo, las correlaciones entre organizaciones delic-
tivas dedicadas al tráfico de drogas dependían más de sus vinculaciones políticas
que de esfuerzos autónomos de las propias estructuras criminales.

255
Reforma (1999), “Luchan narcos por la plaza”, 2 de agosto, versión en línea. Información sobre
esta disputa ya había sido publicada desde abril de ese año. Véase Reforma (1999), “Disputan
control del narco tres bandas en Matamoros, 21 de abril, versión en línea.
256
Astorga, Luis (2007), Seguridad, traficantes y militares. El poder y la sombra, Tusquets Editores,
México, pp. 119-120. El paréntesis en la cita es propio.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 299

En todo caso, la hegemonía transexenal más clara no era aquella de los grupos
sinaloenses, sino la propia de la camarilla política que, según pudo apreciarse,
ubicó a varios de sus miembros en posiciones gubernamentales clave en los ámbitos­
federal y locales, en diversas entidades y en la capital de la República, de manera
que sus intereses irregulares pudieran favorecerse y preservarse ante el paso del
tiempo. La camarilla fundadora de estas prácticas sería la de Miguel Alemán Valdés,
que posteriormente encontró relevos generacionales en los años cincuenta y
sesenta,­de manera que su heredera reprodujo dinámicas análogas hasta mediados
de los años noventa. Personajes oriundos de los estados más afectados por seme-
jante fenómeno formaron parte de esas camarillas, sin que el criterio regional pa-
rezca de especial relevancia.
La dinámica del tráfico de drogas que se pudo apreciar en la información de-
sarrollada en estas páginas no muestra una subordinación histórica de los traficantes­
tamaulipecos respecto a los sinaloenses. El Cártel del Golfo no irrumpió en la
escena­sólo a partir de Juan García Ábrego; en realidad se trata de una organización
criminal que ya era partícipe relevante del tráfico de drogas, según reconocían las
propias instituciones de seguridad, desde varias décadas antes, bajo el liderazgo de
Juan N. Guerra. Este personaje contaba con una red de contactos políticos de alto
nivel, locales y federales, que mostró una continuidad virtualmente sin parangón,
donde además varios de ellos ocuparon las posiciones de poder de mayor jerarquía
en el país. Todo ello basado en una entidad que, en términos de dinámica política,
representaba el arquetipo del régimen posrevolucionario, al grado de que la opo-
sición política nunca ha logrado crecer ahí de manera significativa; más aun, donde­
el propio rol de Guerra como delincuente no obstó para que se integrara, junto
con varios de sus familiares inmediatos, como actor en los procesos políticos loca-
les, incluso algunos de ellos lo harían como protagonistas directos. Todas estas
condiciones aunadas a su considerable longevidad permitieron que la organización
que encabezaba mantuviera un poder considerable, hasta que las propias autori-
dades decidieron confrontar, tras el final del sexenio 1988-1994, a las asociaciones
políticas que le eran favorables.
La delantera inicial —que representaba para los grupos de traficantes asentados
en la zona del noroeste mexicano contar con disponibilidad inmediata respecto a
la flora natural empleada para procesar drogas psicoactivas—, comenzó a hacerse
gradualmente relativa cuando la mercancía predilecta para el tráfico fue una de
importación: la cocaína. Según se vio en el capítulo primero, otros ejemplos his-
tóricos muestran que las ventajas comparativas para el tráfico de drogas no
dependen­sólo del acceso directo a semejantes cultivos: originalmente, Colombia
no cultivaba coca siquiera. El conocimiento sobre los métodos y las dinámicas del

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300 Carlos Antonio Flores Pérez

contrabando es, por lo menos, igual de importante y, en este caso, según se ha


visto, Tamaulipas tiene un conocimiento secular acumulado.
El tráfico de cocaína se incrementó exponencialmente en México a partir de
la segunda mitad de los años ochenta. Los volúmenes de otras drogas asegurados
previamente a lo largo de la región noroccidental del país pueden reflejar, sobre
todo, el efecto de la existencia de un corredor natural de producción de cultivos de
los cuales se extraen las mismas, más que una hegemonía indiscutible. Por otra
parte, como otros autores han señalado, la cantidad de incautaciones no puede
asumirse tampoco de manera lineal, como un reflejo directo de la relevancia del
tráfico por determinada zona.257 En estas cuestiones, tan relevante es lo que se in-
cauta como lo que no, cuestión difícil de determinar dado el carácter ilícito del
mercado.
En todo caso, durante los años del régimen posrevolucionario, pruritos regio-
nales entre las organizaciones parecían inexistentes, y la división del trabajo entre
las mismas muestra considerablemente mayor flexibilidad al respecto. La
información­permite apreciar una colaboración entre diversas redes sociales asen-
tadas en diferentes zonas del país, en varias etapas de la cadena de producción y
comercialización de drogas, sin evidencias de una subordinación indiscutible
basada­en criterios de origen regional. El discurso de la contraposición Sinaloa-
Tamaulipas es un fenómeno mucho más nuevo, nacido de las dinámicas que co-
menzaron a desarrollarse a principios de la década de 2000 y que se exponen a
continuación.
El Cártel de Juárez participaba en el tráfico de drogas desde Tamaulipas en los
últimos años de la década de los noventa, así se puso en evidencia tras la detención
de un oficial de policía estadounidense, Gilberto Garza García, (Gilbert Salinas o
el Güero Gil), en octubre de 1998. En su declaración señaló cómo esta organiza-
ción sobornó a diversos cuerpos policiales a fin de permitir el transporte de cocaína­
por el territorio de los estados de Veracruz y Tamaulipas.258 Garza García, tamauli­
peco de origen, señalaría a Albino Quintero Meraz como uno de los traficantes de los
remanentes del Cártel de Juárez que, a finales de la década, tras la muerte de Amado­
Carrillo, utilizaban Tamaulipas como punto para internar co­­caína en los Estados
Unidos.259
257
Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 251.
258
Reforma (1999), “Gilbert Salinas: de policía a narcotraficante”, 21 de abril, versión en línea.
259
Reforma (2000), “Dan 33 años de prisión a capo de Cártel de Juárez”, 22 de noviembre, versión
en línea. Gilberto Garza fue condenado a semejante sentencia tras ser enviado a los Estados
Unidos.­ Véase, también, El Norte (2002), “Eliminan ruta de tráfico Colombia-Veracruz-EU”, 28
de mayo, Monterrey, versión en línea.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 301

Es probable que esta colaboración no fuera tampoco novedosa, sino que hu-
biera estado presente incluso cuando la figura de García Ábrego estaba ya consoli-
dada en Tamaulipas y la propia de Amado Carrillo iba en ascenso en el Cártel de
Juárez. Vale la pena desarrollar un poco la información al respecto.
En 1977, la dfs generó un documento donde analizaba específicamente las
actividades de tráfico de drogas en Ciudad Juárez, Chihuahua, desarrolladas por
una organización encabezada por Carmelo Avilés Pérez, Rafael Muñoz y Rafael
Aguilar Guajardo. El estudio atribuía a este último el segundo apellido de Gutiérrez
o Guajárrez.260 Estos personajes estaban ligados al grupo del entonces gobernador
y futuro­procurador general de la República, Óscar Flores Sánchez, ex subsecreta-
rio durante el gobierno de Miguel Alemán y partidario de la precandidatura de
Emilio Martínez Manautou a la presidencia de la República.261
Astorga se pregunta si el referido Carmelo Avilés era el hermano del traficante
sonorense asentado en Sinaloa, Pedro Avilés Pérez, y si los otros dos personajes son
Rafael Muñoz Talavera y Rafael Aguilar Guajardo;262 así parece, en efecto. Este
último, un contrabandista de drogas que paradójicamente terminaría convertido
en comandante de la propia dfs durante la década de los ochenta sería, junto con
Pablo Acosta Villarreal —que operaba desde Ojinaga, en el norte de Chihua­
hua—, líder de la organización que con el paso del tiempo habría de denominar­
se Cártel­de Juárez. Estos individuos eran antecesores del propio Amado Carrillo
Fuentes, quien habría trabajado como uno de sus asociados y enlace, todavía de
dimensión media, con los traficantes sinaloenses asentados en Guadalajara. Ernes-
to Fonseca Carrillo era tío de Amado.263
Rafael Aguilar Guajardo habría mantenido el liderazgo de la organización
hasta los primeros años de la década de los noventa;264 fue asesinado en Cancún,

260
agn. dfs-ips, versión pública del expediente “Organización de Tráfico de Drogas (Rafael Muñoz,
Carmelo Avilés y Rafael Aguilar”, dfs, legajo único, fojas 1-6.
261
agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Raúl Mendiolea Cerecero, dfs, legajo 1, fojas
158, 162, 163 y 166.
262
Astorga, Luis (2007), op cit., p. 59.
263
Poppa, Terrence E. (2010), Drug Lord: A true story. The life and death of a Mexican kingpin, Cinco
Puntos Press, El Paso, Texas. En referencia a Rafael Aguilar Guajardo, véanse pp. 159, 306, 323;
Sobre Amado,­véanse pp. 166, 170, 177, 179, 180 y 230. Véase, también, Valle (1995), El segun-
do disparo… (anexo VI, parte informativo sobre Amado Carrillo Fuentes), p. 369.
264
Poppa, Terrene E. (2010), op. cit., p. 306.

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302 Carlos Antonio Flores Pérez

Quintana Roo, el 12 abril de 1993, en el restaurante Lorenzillos.265 Este hecho


permitiría la consolidación del liderazgo de Amado Carrillo Fuentes dentro de esa
organización.
Entre los detenidos como presuntos responsables de la ejecución, la prensa
reportó a Erick Linares, originario de Morelos, colaborador cercano a Juan García
Ábrego.266 No ha sido raro que la prensa y las autoridades mexicanas adjudiquen
la pertenencia organizativa de los diversos involucrados con el tráfico de drogas
con criterios laxos o equívocos. Sin embargo, lo cierto es que, en este caso, la in-
formación era certera. Erick Linares era uno de los pistoleros más cercanos a García­
Ábrego, al grado de que fue él quien ejecutó a sus asociados Saúl Hernández y
Tomás Morlet, ex comandante de la dfs, afuera del bar Piedras Negras, en Mata-
moros, en enero de 1987. Linares también había participado en el asalto a la Clí-
nica Raya, en 1984, así consta en los documentos del juicio seguido contra García
Ábrego en 1996, en Houston, Texas. 267
De acuerdo con información publicada en los medios dos años después de la
muerte de Aguilar Guajardo, basada en tarjetas del Centro Nacional contra las
Drogas de la pgr (Cendro), Marcela Bodenstedt Perlick y su esposo, Marcelino
Guerrero Cano, viajaron a Cancún, a los dos días del asesinato. Según la estimación

265
Novedades de Quintana Roo (1993), “En eficaz operativo la policía captura a presuntos asesinos.
En la balacera que se registró en la zona hotelera perdieron la vida dos personas y dos resultaron
heridas”, 13 de abril, Cancún, p. 1A. Véase, también, Diario de Quintana Roo (1993), “Detienen
a 3 sujetos sospechosos de haber matado a tres personas”, 13 de abril, Chetumal, p. 2, Policía
Local. En ambos casos, a Erick Linares Villa se le identificaba originalmente como Edison Linares
Villa. Más tarde se aclararía que, en efecto, el nombre correcto era el primero. Ésta es la versión
de la prensa local, que vale la pena incluir, debido a la cercanía que tuvo respecto a los hechos.
No obstante, diversos diarios consignaron otra información, por ejemplo, que Aguilar Guajardo
había sido asesinado en el restaurante Gypsy’s se dice en El Norte (1993), “Ponen fin al Cártel
de Juárez”, 15 de abril, versión en línea. Véase, también, Los Angeles Times (1993), “Suspected
Drug Lord Shot to Death at Mexican Resort: Narcotics: He was vacationing with his family. A
Colorado woman also is killed in the Cancun attack”, 15 de abril, disponible en <http://articles.
latimes.com/1993-04-15/news/mn-23097_1_cancun-attack>.
266
Los detenidos fueron Refugio Chávez Urías, Silvino Aguirre Fierro y Erick Linares Villa. La pgr
señaló que existían además tres prófugos, a los que identificó solamente como Jorge, el Güero y
el Flaco, y estableció que los tres eran residentes de Matamoros, Tamaulipas. Véase El Norte (1993),
“Identifica pgr más sospechosos de asesinar a capo de la droga. Prevén pronta captura en Mata-
moros de tres acusados”, 23 de abril, versión en línea.
267
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, pp. 9 y 56. Información de prensa que hizo re-
ferencia a esta relación puede encontrarse en El Norte (1993), “¿Quién es Erick Linares?”, 14 de
abril, versión en línea.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 303

de esa institución, el propósito era apoyar a la familia de Aguilar Guajardo —también­


lesionada durante el atentado— en el traslado del cadáver.268
Bodenstedt era un personaje enigmático, ex locutora en un canal de televisión,
la cual había abandonado esa profesión para ingresar a las filas de la Policía Judicial
Federal por recomendación de Miguel Aldana Ibarra, antiguo comandante de la
pjf y director de la Interpol, a quien se hizo ya previa referencia como líder del
grupo policiaco que se dirigió a Matamoros para investigar la masacre de la Clínica­
Raya en 1984.
Por diversas ausencias, Bodenstedt se separó del servicio; después reaparecería
estrechamente vinculada, según la información de la época, con Óscar Malherbe
de León, uno de los lugartenientes de Juan García Ábrego. Según la misma infor-
mación de prensa, y con base en llamadas que fueron filtradas a los medios de
comunicación, Bondestedt tenía también una relación personal muy cercana con
Joseph Marie Córdoba Montoya, coordinador de la Oficina de la Presidencia, y
con Emilio Gamboa Patrón, entonces secretario de Comunicaciones y Transportes,
la dependencia encargada de la custodia de todas las carreteras, aeropuertos y
puertos marítimos del país.269 En su libro El segundo disparo, Eduardo Valle, quien
realizara investigaciones como funcionario de la pgr bajo las instrucciones directas
del procurador Jorge Carpizo, señaló incluso que Bodenstedt utilizaba aparente-
mente el alias Eva para comunicarse con varios funcionarios públicos. De hecho,
se refirió específicamente a dos números telefónicos de la residencia oficial de Los
Pinos y del Palacio Nacional que correspondían a Arturo Salgado Cordero, mando
militar integrante del Estado Mayor Presidencial.270
La pareja de Bondestedt, Marcelino Guerrero, había sido policía federal. La
misma información lo vinculaba con Jorge Hank Rohn, hijo de Carlos Hank
González, con quien pretendía llevar a cabo inversiones millonarias en Cancún,
268
Proceso (1995), “El implacable espionaje telefónico desnuda sus actividades sospechosas. Ex locu­
to­ra de Televisa, ex agente federal, contacto de jefes narcos, confidente de José Córdoba... Marce-
la Bodenstedt y sus misterios”, 22 de mayo, versión cd.
269
Proceso (1995), “El implacable espionaje telefónico desnuda sus actividades sospechosas…”, 22
de mayo. Información sobre Marcela Bondestedt y Marcelino Guerrero aparece también en di-
versas notas periodísticas relacionadas con Eduardo Valle, ex asesor del procurador general de
la República, Jorge Carpizo. Véase Reforma (1995), “El segundo disparo: la narcodemocracia
mexicana”, 23 de julio, versión en línea. Asimismo, en el propio libro del referido Valle, op. cit,
pp. 332-333. Valle había expuesto oficialmente esta información desde agosto de 1994, cuando
testificó en Washington DC, ante autoridades mexicanas diversas, que acudieron a reunirse con
él en el Consulado Mexicano en esa ciudad. El Norte (1994), “Testifica hoy en EU ex asesor de la
pgr”, 25 de agosto, versión en línea.
270
Valle (1995), El segundo disparo…, pp. 332-333.

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304 Carlos Antonio Flores Pérez

con el beneplácito del entonces gobernador Mario Villanueva Madrid, para abrir
casas de juego vinculadas con el grupo del segundo, propietario del Hipódromo
Agua Caliente, en Baja California.271 Como se vio en capítulos anteriores, ese es-
tablecimiento estuvo, en su tiempo, vinculado con Emilio Parra Hernández y con
Miguel Alemán Valdés. La información del Cendro sostenía que Guerrero también
lavaba dinero de la organización de García Ábrego.272
A principios de 1993, las organizaciones del tráfico de drogas parecían inmersas­
en un proceso de rearticulación de liderazgos, con la ejecución de varios de los
integrantes de sus mandos operativos, incluso el 31 de enero de 1993, tan sólo unos
meses antes, el propio Carlos Aguilar Garza fue asesinado en Nuevo Laredo.­273
Había estado dos años y diez meses privado de su libertad, internado en una clíni-
ca, sujeto a proceso penal por delitos contra la salud, acopio de armas de fuego y
homicidio. El 3 de junio de 1992, casi ocho meses antes de su asesinato, había sido
absuelto por el juez tercero de distrito en Nuevo Laredo, Hugo Arturo Baizábal
Maldonado.274
El grupo armado que lo asesinó disparó decenas de balas de rifle de asalto AR-
15, AK-47 y calibre .38 Super —se recogieron 65 casquillos en total—. Sólo un
proyectil le penetró la parte superior del cráneo provocando hemorragia cerebral
y maceración de la masa encefálica, mientras estaba acostado en su cama
ortopédica.­275

271
Proceso (1995), “Punta Sam, ‘pequeño’ paraíso de la familia Hank en el Caribe”, 29 de mayo.
272
Proceso, “El implacable espionaje telefónico (…)”, 22 de mayo.
273
Diario de Nuevo Laredo (1993), “Matan a Carlos Aguilar Garza. Ametrallan la casa donde vivía la
víctima y recibe un tiro en la cabeza”, 1 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1A. Véase, también, El Norte
(1993), “Investigan asesinato de ex delegado de pgr”, 2 de febrero, versión en línea. Las notas
de prensa refieren de manera insistente a Carlos Aguilar Garza como ex coordinador de la dfs.
Sin embargo, en la versión pública de su expediente, contenido en el fondo dfs-ips del Archivo
General de la Nación, no se hace mención alguna a su pertenencia a esta institución.
274
Diario de Nuevo Laredo (1993), “Achacaban varias muertes a cag. Perece a 8 meses de ser absuelto
por juez federal”, 1 de febrero, Nuevo Laredo, p. 3A. La resolución consta en el proceso número
190/89.
275
Diario de Nuevo Laredo (1993), “Matan a Carlos Aguilar Garza”, Nuevo Laredo, 1 de febrero,
p. 1A. El homicidio ocurrió en una residencia ubicada en la calle de Donato Guerra número
3659. La mujer que era su esposa, según la nota de prensa, dijo llamarse Rosa Alicia R. de
Aguilar. En el acta de defunción del Registro Civil de Tamaulipas, folio 34686, sin embargo,
el domicilio de Aguilar Garza aparece como Jalisco número 1833, col. Madero, y el nombre
de su cónyuge era Leticia Cabrera. El documento puede ser consultado en el sitio web de Fa-
mily Search: <https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1951-23466-6956-76?cc=1916237
&wc=12913950[10/06/2012 02:37:51 p.m.]>.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 305

Las investigaciones del caso estuvieron a cargo del director de la Policía Judicial
del estado, Porfirio Castillo Delgado, y del subprocurador local, Ramón Barrientos,­
quienes al ser entrevistados por reporteros del Diario de Nuevo Laredo se mostraron
renuentes a proporcionar mayores datos sobre las investigaciones. La nota destacó
que el personal asignado por la pgr para custodiar a Aguilar Garza no se encontraba­
presente realizando estas funciones en el momento del homicidio.276
El 3 de febrero, el Diario de Nuevo Laredo publicó declaraciones de Porfirio
Castillo Delgado, quien mencionó como sospechoso de la autoría intelectual del
asesinato al ex alcalde Arturo Cortés Villada. La nota estableció, asimismo, que la
mujer que acompañaba a Aguilar Garza en el momento del ataque era Rosa Alicia
Reyes, empleada aduanal de Laredo, Texas, y hermana de Bertha Reyes, ex oficial
de policía en los Estados Unidos.277
Un día antes, en una columna política publicada en el Diario de Nuevo Laredo,
el periodista Alberto Guerra González escribió que el domicilio de Aguilar Garza
no era el lugar donde había muerto, y que este último había sido propiedad de un
traficante de drogas conocido como Beto Guerrero, fallecido en un accidente.
Asimismo, afirmaba que Aguilar Garza se decía amigo del general Juan Arévalo
Gardoqui, ex secretario de la Defensa Nacional, a quien la prensa estadounidense
vinculó con el narcotráfico. Añadió que un hermano del militar —de quien no
precisó el nombre— era director de una empresa paraestatal en Nuevo León y
visitaba con frecuencia Nuevo Laredo, donde se reunía con Aguilar Garza.278
A los pocos días del asesinato de Carlos Aguilar Garza, agentes de la pgr via-
jaron al noreste del país. Emprendieron cateos en propiedades del ya entonces
prófugo Guillermo González Calderoni e incautaron una empresa transportista,
un rancho y dos residencias ubicadas en Nuevo León y Tamaulipas. También se-
ñalaron que se había abierto una averiguación previa en contra del ex funcionario
por su presunta participación en el asesinato de Aguilar Garza. La nota de prensa
refería información de la dea que vinculaba a González Calderoni con Juan N.
Guerra y Juan García Ábrego.279
El 13 de febrero de 1993, el Diario de Nuevo Laredo publicó una nota donde
daba cuenta de que, tras varios días de silencio ante el tema, la pgr hacía oficial la
276
Diario de Nuevo Laredo (1993), “Varios sospechosos en crimen de Carlos Aguilar. Policía Judicial
del estado se niega a dar nombres”, 2 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1, secc. C.
277
Diario de Nuevo Laredo (1993), “Arturo Cortés Villada sospechoso del crimen. Lo declara director­
de la Judicial del Estado”, 3 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1C.
278
Diario de Nuevo Laredo (1993), columna “La Columna”, por Alberto Guerra González, “¿Quién
fue?”, 2 de febrero, Nuevo Laredo, p. 2C.
279
El Norte (1993), “Confiscan bienes a comandante de la pgr”, 9 de febrero, versión en línea.

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306 Carlos Antonio Flores Pérez

destitución y consignación penal del comandante Guillermo González Calderoni


por enriquecimiento inexplicable. González Calderoni había huido a los Estados
Unidos.280
En Tamaulipas, estas noticias cedieron pronto el espacio a otras que reportaban
los nuevos cambios políticos. El 5 de febrero, Manuel Cavazos Lerma tomó
posesión­del cargo de gobernador del estado.281
El propio presidente Carlos Salinas de Gortari viajó a Ciudad Victoria para
atestiguar la ceremonia donde Cavazos fue ungido. La prensa local encabezó una
nota señalando que Salinas acudía para tomarle protesta, y dijo que el entonces
jefe de Estado se mostraba afectuoso y emocionado.282
Las columnas políticas de la prensa local comentaron los nuevos nombramien-
tos, entre ellos, el de Raúl Morales Cadena, nuevo procurador general­de justicia
del estado, quien, como se recordará, era hijo de Raúl Morales Farías, abogado de
Juan N. Guerra e integrante de la camarilla política de los generales Raúl Gárate
Legleu y Tiburcio Garza Zamora.283
Morales Cadena, quien hasta entonces fungía como delegado de la pgr en Zaca-
tecas, había invitado a Daniel Ulloa González como director de la Policía Judicial
del estado, en sustitución de Porfirio Castillo Delgado. Ulloa González se desem-
peñaba junto con Morales Cadena en Zacatecas, como subdelegado encargado­de
la pjf en esa entidad.284
El 10 de febrero de 1993, la prensa del estado anunció cambios en las oficinas
de aduanas locales. En algunos casos, como el de Nuevo Laredo, diversos funcio-
narios fueron removidos de sus cargos, que apenas habían ocupado en junio del
año anterior.285
El mismo día fue publicada también información de la delegación de la pgr
en Tamaulipas: Juan Rebollo Rico, agente del Ministerio Público Federal, mani-
festó que ni él ni el comandante de la pjf en Nuevo Laredo, Raúl Loza Parra, habían

280
Diario de Nuevo Laredo (1993), “González Calderoni prófugo”, 13 de febrero, Nuevo Laredo, p.
1, secc. A.
281
Diario de Nuevo Laredo (1993), “Hoy toma posesión Cavazos Lerma”, 5 de febrero, Nuevo Lare-
do, p. 1, secc. A.
282
Diario de Nuevo Laredo (1993), “Tamaulipas inicia la era del cambio. Salinas le toma la protesta
a Cavazos Lerma”, 6 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1 secc. A.
283
Diario de Nuevo Laredo (1993), columna “En pocas palabras”, por Manuel M. Flores, “Inicia
gestión…”, 8 de febrero, Nuevo Laredo, p. 3C.
284
Diario de Nuevo Laredo (1993), columna “En pocas palabras”, 8 de febrero, p. 3C.
285
Diario de Nuevo Laredo (1993), “Cambian a subjefes de Aduana”, 10 de febrero, Nuevo Laredo,
p. 1, secc. C.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 307

recibido instrucciones de investigar a Guillermo González Calderoni, y negó


también­que realizaran pesquisas sobre el asesinato de Carlos Aguilar Garza, por-
que el homicidio constituía un delito del fuero común.286
Un par de días más tarde, el 12 de febrero, el Diario de Nuevo Laredo publicó
una entrevista con el presidente municipal de Matamoros, Tomás Yarrington Ru-
valcaba, futuro gobernador del estado, quien entonces negaba ser el preferido del
recién ungido mandatario estatal, Manuel Cavazos Lerma.287 Como se verá, años
más tarde trascendería información que vinculaba a ambos con la protección al
tráfico de drogas.
En un contexto de reconfiguración cooptada del Estado cimentado en un régi-
men político autoritario y fuertemente centralizado, los principales lineamientos
para semejante recomposición no parecían provenir, por lo menos no del todo, de
las figuras delictivas convencionales.
Esta percepción coincide con el resultado de una investigación previa del autor,
donde una fuente de alto nivel señaló expresamente la existencia de un proceso
dual durante el sexenio 1988-1994, promovido desde las esferas del poder: la
consolidación de dos grandes organizaciones, el Cártel de Juárez y el Cártel del
Golfo, con sus respectivos liderazgos, Amado Carrillo Fuentes y Juan García
Ábrego.­A decir de la misma fuente, estas organizaciones nunca estuvieron enemis-
tadas a lo largo de esa época.288 Tampoco lo estaban quienes, según todas estas
evidencias, parecían sus principales allegados políticos y gubernamentales.
No obstante, las nuevas condiciones del entorno político tras el año 2000
mostraban una diferencia de fondo que implicaba que esa situación era bastante
precaria. Sin la desarticulación integral del amplio entramado de corrupción que
se ha descrito en estas páginas, la nueva correlación política del país derivó en su
fragmentación. Esto implicó la confrontación entre intereses políticos
contrapuestos­, con frecuencia vinculados con clientelas criminales divergentes que

286
Diario de Nuevo Laredo (1993), “Resulta negativa prueba de parafina en amasia de Carlos Agui-
lar”, 10 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1, secc. C. Un año más tarde, Raúl Loza Parra aparecería
como subdelegado de la pgr en Baja California; cobraría relevancia por ser el funcionario que
ordenó la filmación del mitin de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas, Tijuana, que conti-
nuó hasta la salida del entonces candidato, rodeado por la multitud. Sería el único video donde se
muestra cómo se dispara el revólver que privó de la vida a Colosio Murrieta. Véase Proceso (1996),
“Othón, libre; Salinas y Córdoba, a salvo; y Colosio se aleja del martirologio. La pgr de Lozano
no sacó adelante su propia hipótesis: un complot desde Los Pinos”, 12 de agosto, versión cd.
287
Diario de Nuevo Laredo (1993), “Entrevista. No soy consentido de Cavazos: Yarrington”, 12 de
febrero, Nuevo Laredo, p. 3C.
288
Flores Pérez, C.A.(2009), op. cit., p. 195.

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308 Carlos Antonio Flores Pérez

aspiraban a ampliar su control sobre las actividades y puntos de operación de sus


adversarios.
En 2002, el ya mencionado Albino Quintero Meraz el Beto fue detenido en
Veracruz por el ejército. Quintero Meraz admitió que trasladaba cocaína colom-
biana desde Quintana Roo, a lo largo del litoral oriental de la República, por Ve-
racruz y Tamaulipas, para internarla a los Estados Unidos por la ciudad de Reynosa,­
en este último estado.289 Como se ha dicho, Quintero Meraz era parte de los
remanentes­ del Cártel de Juárez, que tras la muerte de Amado Carrillo en 1997,
continuaba operando en el sureste de la República, a través de personajes como
Alcides Ramón Magaña el Metro e Ismael Zambada García el Mayo. Las operaciones­
de esta organización en Quintana Roo contaron en su momento con la protección
del entonces gobernador Mario Villanueva Madrid, quien fuera extraditado­a los
Estados Unidos y sometido a juicio en ese país, en mayo de 2010, por su partici-
pación en el tráfico de droga.290
En su declaración ministerial, Quintero Meraz hizo referencia a sus relaciones
con Osiel Cárdenas Guillén, a quien habría solicitado permiso para transportar co-
caína a través de Matamoros, Reynosa y Río Bravo, plazas que estaban, entre finales­
de los noventa y los primeros años de la siguiente década, bajo su control. En ese
documento no se aprecia una actitud de subordinación por parte de Osiel Cárde-
nas. Éste acepta que Quintero Meraz transporte cocaína por esas zonas, sólo le
pidió que le avisara cuando fuera a realizar una operación semejante, e incluso lo
eximió del respectivo pago de piso, cantidad usualmente exigida a otros traficantes­
por contrabandear droga en las zonas que una organización reclama bajo su control.­
Se aprecia, sí, un margen de colaboración: en otro momento posterior, Osiel
solicita­a Albino que lo apoye en Veracruz, base de operaciones del segundo, para
que aviones del primero repostaran combustible en la entidad.291

289
Reforma (2002), “Detiene el ejército a ‘El Beto’”, 28 de mayo, versión en línea.
290
Reforma (2010), “Dirigió Villanueva a narcoestado.- Fiscal”, 11 de mayo, versión en línea. Pa-
radójicamente, mientras en los Estados Unidos la misma corte que juzgaba a Villanueva había
sentenciado a 23 años en prisión a su coacusado, Gilberto Garza o Gilberto el Güero Gil, Salinas
en México, dos años más tarde, un tribunal de circuito en el Estado de México decretó la devo-
lución, a la familia de Villanueva, de varios bienes incautados por el Servicio de Administración
y Enajenación de Bienes, por estar relacionados con operaciones ilícitas. Véase Reforma (2012),
“Devuelven bienes a Villanueva”, 8 de febrero, versión en línea.
291
Reforma (2002), “Detiene el ejército a ‘El Beto’”, 28 de mayo, versión en línea. El autor tuvo
acceso a esta declaración ministerial, mostrada por fuentes periodísticas. Los detalles que aquí se
exponen se encuentran ahí relatados.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 309

El ascenso de Osiel Cárdenas Guillén y su guardia personal

Fue Cárdenas Guillén quien atrajo de nuevo la atención pública hacia el estado de
Tamaulipas, dado el repunte del negocio del tráfico de drogas ilícitas en la región
pero, sobre todo, por el agudo incremento en la violencia derivado de la construc-
ción y conservación de su propia hegemonía sobre el tráfico de drogas en el estado.
Osiel Cárdenas articuló su propia organización sin contar con niveles de pro-
tección equiparables a aquellos que recibieron sus antecesores, Juan N. Guerra y
Juan García Ábrego, por parte de diversas instituciones de seguridad federales.
Aparentemente, y de acuerdo con la cronología de hechos, el propio Cárdenas
debió tener —si acaso— un trato tangencial con las altas jerarquías de la organi-
zación de García Ábrego.
De acuerdo con información del Reforma, Cárdenas Guillén estuvo preso en los
Estados Unidos desde el 27 de agosto de 1992 —cuando fue detenido en Browns-
ville, Texas— hasta el 2 de enero de 1994, año en que fue trasladado hacia México,
en un intercambio de reos entre ambos países. Sin embargo, el diario asegura que
permaneció en una prisión de Tamaulipas hasta el 12 de abril de 1995.292 A todo
ello habría que añadir, naturalmente, que en 1998, Osiel Cárdenas fue detenido
junto con Salvador Gómez el Chava, quien aparecía como lugarteniente y quien
nunca se había contado entre las principales figuras de la organización de García
Ábrego. El Chava Gómez sólo adquirió mayor notoriedad una vez que varios de
los operadores más conspicuos de ésta fueron detenidos.
A mediados de 1999, cuando Osiel Cárdenas consolida su hegemonía sobre
el tráfico de drogas en Tamaulipas, el régimen mexicano estaba a punto de cambiar.
A lo largo de la administración del presidente Ernesto Zedillo se pudo advertir una
ruptura entre la propia clase política priista, al punto que varios funcionarios iden-
tificados con su predecesor —incluyendo al hermano de este último— fueron
detenidos o marginados del poder. Las camarillas centrales y locales que habían
hegemonizado Tamaulipas a partir de un proceso de reconfiguración cooptada del
Estado, implantado y sostenido a lo largo de varias décadas, no encontraron ya la
misma correlación política. Con varios de los actores relevantes, políticos y delic-
tivos, acorralados o detenidos, la posibilidad de mantener intacta la dinámica
criminal, en sus dimensiones y características, resultaba inviable.
No obstante, si la correlación en los principales espacios de autoridad federales
era esencialmente adversa a esos intereses, es claro que remanentes de la estructura­

292
El Norte (2003), “Logra Osiel ascenso veloz…”, 15 de marzo.

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310 Carlos Antonio Flores Pérez

de protección se mantuvieron en estas instituciones, pero sobre todo en sus repre-


sentaciones estatales o en aquellas de orden local.
Si bien es claro que la organización de Osiel Cárdenas no contó con los niveles
de protección político-policiaca vistos en los casos de Juan N. Guerra y Juan García­
Ábrego, no se puede señalar que ésta estuviera completamente ausente.
Por ejemplo, unos días después del asesinato del Chava Gómez, los medios de
comunicación informaron que la pgr realizaba investigaciones sobre su propio
personal en Tamaulipas, entre ellos, el propio delegado, Carmen Oralio Castro
Aparicio, quien había sido removido de sus funciones a finales de junio de ese año.293
El 21 de marzo de 1999, el comandante de la pjf Jaime Rajid Gutiérrez Arreola­
fue asesinado en Reynosa. Se trataba de un militar recién egresado junto con otros
36 del Instituto de Capacitación de la pgr, comisionados en esta institución y
destinados para enfrentar a la delincuencia organizada en Tamaulipas.­294
La primera versión del suceso, según informó la prensa, fue que Rajid había
sorprendido a otros integrantes de la corporación mientras estaban reunidos en
una camioneta Suburban con Osiel Cárdenas Guillén. Cuando se dispuso a hacer
la revisión del vehículo habría sido asesinado por sus propios compañeros.295
Otra más señaló que el asesinato de Rajid habría derivado de un desacuerdo
entre éste y los demás policías, respecto a la cantidad de dinero a recibir por darle
protección al narcotraficante. Esta última fue la versión que prevaleció y condujo
a la orden de detención de varios funcionarios de la pgr, incluido el propio teniente­
coronel Castro Aparicio.296
Éste no era el primer hecho de sangre cometido contra personal de la pgr en
el periodo. En diciembre de 1998, Eleazar Hernández, ex director de información
del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas, dependencia de la pgr susti-
tuida por la feads, había sido secuestrado y asesinado en Matamoros. Los familiares­
se quejaban de que a 100 días del crimen las investigaciones no avanzaban. La
misma nota que consigna este hecho da a conocer también la detención de Rogelio­

293
Sobre la remoción de Castro Aparicio como delegado de la pgr en Tamaulipas, véase pgr (1999),
Boletín de prensa 190/99, 28 de junio. Respecto a la información de prensa, véase Reforma (1999),
“Investiga pgr a funcionarios de Tamaulipas”, 19 de julio, versión en línea.
294
Reforma (1999), “Involucran a feads en asesinato”, 30 de junio, versión en línea.
295
Ibid.
296
Reforma (1999), “Ordena juez detención de funcionarios de pgr”, 13 de agosto, versión en línea.
Los detenidos fueron Carmen Oralio Castro Aparicio, ex delegado de la pgr en esa entidad;
Aurelio Soto Huerta, ex subdelegado; José Isabel López Rivas, Gabriel Ángel Gutiérrez Portillo y
Ramiro García Eugenio, los últimos, agentes de la pjf.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 311

González el Kelín, por parte de la Policía Ministerial, quien lo señalaba como nar-
cotraficante. Rogelio González había sido recientemente exonerado por el asesina-
to de un mexicano-americano y ahora la corporación local lo detenía por portación
de arma de fuego.297 El Kelín sería, al parecer, eximido de responsabilidad penal
nuevamente, pues años después figuraría como uno de los principales integrantes
de la organización de Osiel Cárdenas.298
Sin embargo, en el caso de Rajid Gutiérrez Arreola las implicaciones fueron
más profundas porque los funcionarios involucrados eran integrantes de la propia
pgr, incluyendo el delegado Castro Aparicio. Los hechos pusieron de manifiesto
un choque de intereses dentro de la misma institución que, por lo visto, llegaba
incluso a niveles extremos. Según una fuente consultada por El Norte, la incorpo-
ración de estos militares a tareas policiacas dentro de la feads, como parte de un
grupo denominado Élite, causó fricciones dentro de la misma corporación con sus
compañeros de mayor antigüedad.299
Para investigar los hechos, la pgr envió un grupo especial bajo la dirección del
subprocurador operativo, Alfonso Navarrete Prida.300 La reconstrucción de los
hechos, realizada en julio de 1999, involucró a alrededor de 200 agentes.301
Según las fuentes de El Norte, de los involucrados, el único que había sido
testigo de los hechos era el subdelegado Aurelio Soto Huerta, pues él había
formado­parte del grupo que detuvo la camioneta donde, se argumentaba, perso-
nal de la feads estaba reunido con Osiel Cárdenas.302 Tras la reconstrucción de los
hechos, el militar Soto Huerta aseguró a los reporteros que él no estaba detenido
ni indiciado; que se encontraba bajo custodia en instalaciones militares porque así
lo había solicitado como medida precautoria, por su propia seguridad. Afirmó,
además, que esto se debía a que corría riesgo por haberse dado cuenta del nivel de
protección de la que, según él, gozaba Osiel Cárdenas Guillén. Para corroborar lo
anterior, observaba que no se había expedido ninguna orden de aprehensión en
contra del traficante, a pesar de que él, desde el primer momento de los hechos, le
había señalado como responsable de los disparos que sufrieron y que privaron de

297
Reforma (1999), “Disputan control del narco tres bandas en Matamoros”, 21 de abril, versión en
línea.
298
El Siglo de Torreón (2004), “Cae ‘El Kelín’ del Cártel del Golfo”, 29 de octubre, versión en línea.
299
El Norte (1999), “Investigan a ex delegado de pgr en Tamaulipas”, 30 de junio, versión en línea.
300
El Norte (1999), “De Norte a Sur/Breves”, 9 de julio, versión en línea.
301
El Norte (1999), “Reconstrucción moviliza a 200”, 11 de julio, versión en línea.
302
Reforma (1999), “Involucran a feads en asesinato”, 30 de junio, versión en línea.

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312 Carlos Antonio Flores Pérez

la vida a Rajid Gutiérrez. Afirmaba que esta situación daba cuenta de lo comprometidas­
que estaban altas esferas de la propia pgr en la protección al delincuente.­303
Un mes más tarde, en nuevas declaraciones a El Norte, Soto Huerta señalaba que
había una pugna política en el interior de la pgr, según él, con el fin de desprestigiar a
personal militar dentro de la institución y relevarlo en las tareas de lucha contra la de-
lincuencia. Afirmó: “La lucha del narco en Tamaulipas se ha politizado porque algunos
altos funcionarios de la pgr tienen intereses especiales en Tamaulipas; yo presumo que
es el licenciado Rogelio Miguel Figueroa Velázquez [director general de procedimien-
tos penales] y el licenciado Navarrete Prida”.304 Insistía en la falta de acción penal en
contra de Osiel Cárdenas, a pesar de sus denuncias, y se quejaba de que varios integrantes­
de la procuraduría, que habían participado en el operativo que culminó con la muerte
de Gutiérrez Arreola, hubieran sido arraigados. Según él, estos funcionarios eran pre-
sionados para declarar que el delegado Oralio Castro Aparicio y él mismo protegían a
Osiel Cárdenas y su organización.305
Además, afirmó que la animadversión en contra suya y en contra de personal
militar en las oficinas de la pgr en Tamaulipas se debía a que en 1998, durante
la campaña política en el estado, habían propinado varios golpes al narcotráfico,
donde aparecían involucrados personajes del pri y cercanos al entonces
gobernador,­ Tomás Yarrington.306
A mediados de agosto de 1999, el ex delegado Oralio Castro Aparicio; el ex
subdelegado Aurelio Soto Huerta, y los agentes de la Policía Judicial Federal,
José Isabel López Rivas, Gabriel Ángel Gutiérrez Portillo, Ramiro García Euge-
nio, así como Eduardo Rendón López, agente del Ministerio Público Federal, y
Jorge Calderón Frías, médico legista del gobierno de Tamaulipas, fueron todos
consignados ante el juez primero de distrito en materia penal. Según la
información­que dio a conocer la pgr, se había logrado determinar que los he-
chos que condujeron al asesinato de Jaime Rajid Gutiérrez no habían consistido
en un enfrentamiento con los traficantes de droga, como algunos de los incul-
pados sostenían, sino la derivación de un desacuerdo monetario entre funcio­

303
El Norte (1999), “Denuncian protege pgr a líder de Cártel”, 13 de julio, versión en línea.
304
El Norte (1999), “Denuncian guerra interna en la pgr de Tamaulipas”, 7 de agosto, versión en
línea. El paréntesis es propio.
305
Ibid. Los funcionarios arraigados eran el fiscal federal Eduardo Rendón López, la comandanta
Juansanta Martínez Lerma, la subdelegada administrativa Angelina Urbina Vivaños, el agente de
la Unidad Canina Jorge Zumaya Hernández, además de Adalberto Julián de la Fuente.
306
Ibid.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 313

narios que protegían las actividades ilícitas­del traficante de drogas Osiel Cárdenas
Guillén.307
El 18 de agosto, El Norte publicó una nota donde daba a conocer la existencia
de una carta enviada al entonces procurador general de la República, Jorge Madrazo­
Cuéllar, por el ex delegado Carmen Oralio Castro Aparicio. La misiva hacía alusión
al hallazgo de una tonelada de cocaína en una bodega, y un millón de dólares
ocultos en el techo de un tráiler, ambos en un rancho ubicado en el kilómetro 13
de la carretera Monterrey-Nuevo Laredo, propiedad de Eduardo Guajardo Lon-
goria, presunto colaborador de la campaña del gobernador Tomás Yarrington Ru-
valcaba. Según Castro Aparicio, las investigaciones relacionadas con el caso habían
sido frenadas por la propia pgr, pese a los intentos de darles continuidad por
parte del mismo Castro Aparicio y su subdelegado, el mayor Soto Huerta.308
Castro Aparicio declaraba que el personal a su cargo había solicitado a un juez
orden judicial para catear varios domicilios relacionados con Guajardo Longoria
y su familia, misma que le habría sido negada. Ante semejante situación —conti-
nuaba—, la agente del Ministerio Público Federal encargada de integrar la averi-
guación previa, apeló la decisión del juez, por instrucciones del subdelegado Au-
relio Soto Huerta. La razón: el cúmulo de evidencias permitía suponer,
prácticamente con certeza, que en las propiedades que se pretendía investigar se
hallarían nuevos elementos incriminatorios de la comisión de varios delitos por
parte de personas relacionadas con Guajardo.309
Según Castro Aparicio, a partir de ese momento, la Subprocuraduría B de la
pgr intentó hacer a un lado al subdelegado Soto Huerta, que habría intentado sus-
tituirlo en su cargo, hecho al que el propio Castro se habría negado, en respaldo
de su colaborador.310 Al frente de la Subprocuraduría B de la pgr se encontraba
Alfonso Navarrete Prida, el funcionario que había dirigido la investigación sobre
el homicidio del agente Rajid Gutiérrez.
Un día después, el 19 de agosto, El Norte dio a conocer que el juez Miguel
Ángel Aguilar López, del juzgado primero de distrito de la ciudad de México,

307
El Norte (1999), “Ordena juez detener a funcionarios de pgr”, 13 de agosto, versión en línea. La
pgr publicó dos días antes el boletín 244/99, donde da a conocer la misma información.
308
El Norte (1999), “‘Frena’ pgr investigación sobre droga en Tamaulipas”, 18 de agosto, versión en
línea.
309
Ibid.
310
Ibid.

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314 Carlos Antonio Flores Pérez

había dictado auto de formal prisión en contra del ex delegado Castro Aparicio
y del ex subdelegado Soto Huerta.311
De acuerdo con el boletín 251/99 de la pgr, al ex delegado Castro Aparicio
se le recluía por su presunta participación en el homicidio calificado del agente
Rajid Gutiérrez, violación a la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada,
abuso de autoridad y delitos contra la salud, en su modalidad de facilitar el trá-
fico y exportación de cocaína desde México. En el caso del ex subdelegado Soto
Huerta, por su probable responsabilidad en el mismo homicidio, violación a la
Ley Federal contra la Delincuencia­Organizada, delitos contra la administración
de justicia y también contra la salud.312
El resto de funcionarios fueron sujetos a prisión por encubrimiento o por
delitos contra la administración de justicia. Asimismo, el juez confirmó la parti­
ci­pación de Osiel Cárdenas en la discusión que derivó en la muerte de Gutiérrez
Arreola.313 Isidro Guerson Osuna, director general de Comunicación Social de
la pgr, negaba categóricamente que esta institución hubiera frenado investiga-
ción alguna.­314
Por su parte, el gobernador Tomás Yarrington negó conocer a Eduardo Gua-
jardo Longoria. En entrevista con reporteros de El Norte, que lo cuestionaron
sobre sus relaciones­con este personaje, afirmó:

Lo niego categóricamente. (Eduardo Guajardo Longoria) no fue coordinador ni


colaboró en mi campaña, lamento que una investigación no se haya llevado hasta
sus últimas consecuencias[…] No conozco a la persona que se alude en el archivo,
de lo que sí estoy seguro es que ese tipo de delitos se deben combatir con todo el
rigor, porque hacen daño a Tamaulipas y a todo México[…] No fue colaborador
cercano a mí y no lo conozco”.315

El entonces dirigente estatal del pri en Tamaulipas, Simón Villar, rechazó igualmente­
que Guajardo Longoria hubiera colaborado en la campaña de Yarrington­o que fuera
priista, y añadió: “Las personas que buscan ensuciar la imagen del estado de Tamaulipas

311
El Norte (1999), “Dictan a Castro formal prisión”, 19 de agosto, versión en línea.
312
pgr (1999), boletín 251/99, 18 de agosto, versión en línea.
313
Ibid. Véase, también, El Norte, (1999) “Dictan a Castro…”, 19 de agosto.
314
Ibid.
315
El Norte (1999), “Afirma Tomás que no lo conoce”, 19 de agosto, versión en línea. El paréntesis
aparece en la nota original del periódico.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 315

y del gobernador deben comprobar lo que hacen; las acusaciones deben de tomarse de
quien vienen”.316
No dejaba de ser paradójico que justamente la persona de quien venían las
acusaciones era el ex delegado de la pgr en el estado, Carmen Oralio Castro Apa-
ricio, quien había sido incorporado a la institución como parte de una política de
saneamiento­de la misma, que incluyó la integración masiva de militares promo-
vida desde finales de 1995 y que habría de acelerarse con el nombramiento de
Jorge Madrazo Cuéllar como procurador general de la República.
Esa estrategia puso al general Jesús Gutiérrez Rebollo al frente del incd, al general
Tito Valencia en el Cendro, y a varios militares en la titularidad de diversas delegaciones
estatales. En Tamaulipas, a mediados de 1996, esta oficina fue encabezada por el mayor
Lorenzo Salas Medina, mientras que al frente de la subdelegación de la Policía Judicial
Federal quedó el teniente coronel Alfredo Aponte, que en su incorporación quedó
al mando de 222 soldados integrados a la procuraduría.­317 El teniente coronel Castro
Aparicio fue designado delegado en Sonora en enero de 1997, tras haberse desempeñado­
como agente del Ministerio Público Federal Militar, dependiente de la Procuraduría de
Justicia Militar, entonces a cargo del general Rafael Macedo de la Concha.318 En su

316
El Norte (1999), “Desmienten que Guajardo colabore con Yarrington”, 19 de agosto, versión en
línea.
317
Proceso (1997), “Contra el narco, Jorge Madrazo depura la Policía Judicial con la incorporación
masiva de militares”, 14 de julio, versión cd.
318
La Jornada (1997), “Cuatro militares a delegaciones de la pgr en bc, bcs y Sonora”, 25 de
enero, versión en línea. Sobre la titularidad de la Procuraduría de Justicia Militar, véase Reforma
(1999), “Sedena no investiga a generales.- Macedo”, 11 de febrero, versión en línea. La nota hace
referencia a las declaraciones del entonces procurador general de justicia militar, Rafael Macedo
de la Concha, negando que la institución a su cargo investigara a los generales Mario Arturo
Acosta Chaparro y Francisco Quiroz Hermosillo, por su vinculación con el tráfico de drogas. A la
postre, Macedo de la Concha sería designado procurador general de la República en el gobierno
de Vicente Fox y los mencionados generales serían sentenciados por una corte militar por su
vinculación con la organización de Amado Carrillo Fuentes. En 2005, Reforma publicó una nota
donde daba cuenta de un informe del fbi que vinculaba al ya entonces ex procurador, Macedo
de la Concha, con la organización Los Zetas. Afirmaba que mientras éste estuvo al frente de la
dependencia habría permitido que esta agrupación criminal operara libremente en Coahuila.
Véase Reforma (2005), “Liga fbi a Macedo con Zetas”, 11 de diciembre, versión en línea. Al día
siguiente,­tanto la pgr como el agregado jurídico del fbi en México, Raúl Carballido, negaron
tener información que incriminara a Macedo. Reforma (2005), “Defienden pgr y fbi a Mace-
do”, 12 de diciembre, versión en línea. Tiempo después de abandonar la titularidad de la pgr,
información de medios señalaba que Macedo asesoraba al gobierno de Veracruz, bajo la adminis-
tración del priista Javier Duarte. Veracruz sería uno de los estados del Golfo de México que atesti-
guaría un agudo incremento en la violencia asociada a la delincuencia organizada, especialmente

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316 Carlos Antonio Flores Pérez

nuevo encargo estuvo al frente de 160 soldados con licencia, también sumados
a la pgr.319
A Castro Aparicio la sospecha lo perseguía. Antes de ser transferido a Tamau-
lipas, cuando aún se desempeñaba al frente de la delegación de la pgr en Sonora,
473 kg de cocaína pura fueron robados de las instalaciones de esta institución,
en la población de San Luis Río Colorado. La pgr realizaba investigaciones y
sospechaba de varios integrantes de su personal que se desempeñaban en la en-
tidad, incluyendo el delegado Castro Aparicio.320 Tras siete meses de investiga-
ciones, la dependencia no había logrado aclarar el robo. Acostumbrado a manejarse
ante medios de comunicación, Castro Aparicio había manifestado en conferen-
cia de prensa que estaba sorprendido por las declaraciones del procurador Ma-
drazo Cuéllar, en el sentido de que militares de alto rango que laboraban para la
procuraduría­estuvieran siendo investigados en Chihuahua, Sinaloa, Baja Cali-
fornia y Sonora.­321
El 10 de junio de 2000, Reforma publicó que el teniente coronel Carmen Oralio
Castro Aparicio y el mayor Aurelio Soto Huerta habían sido recluidos en el Centro
Federal de Readaptación Social (Cefereso) de La Palma, en Almoloya de Juárez, un
penal de máxima seguridad, para cumplir sentencia por los cargos ya referidos.322
El 5 de mayo de 2001, todavía recluido en el Cefereso, Castro Aparicio dirigió
una carta al semanario Proceso, donde se quejaba por las referencias que el medio
hacía, dada la información pública que circulaba en torno a su caso, que lo había
vinculado con la organización de Osiel Cárdenas en Tamaulipas.323
Desde entonces, la información relacionada con el teniente coronel Castro
Aparicio disponible en medios de comunicación se suspende, con la excepción de
dos hechos: el primero es su promoción al grado de coronel de servicio en 2009,
auspiciada por el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, el ex presidente Felipe
Calderón;324 el segundo es una solicitud de información promovida por un familiar

relacionada con la operación de Los Zetas, en el periodo 2010-2012. Sobre la información de


Macedo como asesor de Duarte, véase La Bamba (2010), “Ex procurador panista se une a Javier
Duarte”, 12 de abril, disponible en <http://www.labamba.com.mx/?p=2258>.
319
Proceso (1997), “Contra el narco, Jorge Madrazo depura…”, 14 de julio.
320
Proceso (1997), “Fugas, robo de droga y poco avance en las investigaciones de asesinatos políticos,
balance del primer año de la pgr con Madrazo”, 3 de marzo, versión cd.
321
La Jornada (1997), “Involucrados en corrupción, 17 miembros del ejército: pgr de Chihuahua”,
1 de agosto, versión en línea.
322
Reforma (2000), “Trasladan a coronel por ‘narco’”, 10 de junio, versión en línea.
323
Proceso (2001), “De Carmen Oralio Castro Aparicio”, 5 de mayo, versión en línea.
324
En este mismo sexenio también la sentencia condenatoria contra el general Mario Arturo Acosta
Chaparro por su vinculación con el tráfico de drogas fue revocada, y el grado le fue restituido

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 317

suyo, que requería a la Sedena diversos datos relacionados con el ahora coronel,
incluyendo la ubicación de su sitio de trabajo, sus teléfonos y el nombre de su
jefe inmediato. Estos datos fueron negados por la institución, por considerar que
revelarlos ponía en riesgo al coronel, quien podría sufrir ataques por parte de la
delincuencia organizada.325 Como corolario de la respuesta, se entiende que Castro
Aparicio realiza en la actualidad funciones confidenciales dentro de la Secretaría
de la Defensa Nacional.
Lo cierto es que, de nuevo en Tamaulipas, entre 1996 y 1999, estando los refe-
ridos mandos militares al frente de la delegación de la pgr en el estado, un grupo de
integrantes del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército (gafe) —que
habían sido adscritos a la pgr, concretamente a la feads, para fortalecer el combate
al tráfico de drogas—, desertarían de esta dependencia para formar la guardia perso-
nal de Osiel Cárdenas Guillén; con el tiempo, se les conocería como Los Zetas.
En Tamaulipas, a mediados de 1999, el gobernador Yarrington no era el único
al que atribuían relaciones con las organizaciones del narcotráfico. Según publicó
Reforma, Miguel Lerma Plata, ex comandante de la Policía Ministerial del Estado
—antes denominada Policía Judicial— y sobrino del ex gobernador Manuel Ca-
vazos Lerma, había sido uno de los contactos de Salvador Gómez el Chava dentro
de la procuraduría local. Los números telefónicos de Lerma Plata fueron encon-
trados en una agenda hallada en el cadáver del Chava.326
Cabe señalar que los documentos del juicio de Juan García Ábrego muestran
su relación con Miguel Ángel Lerma, del que no se proporciona el segundo apelli-
do, pero quien recibía portafolios de dinero por parte de colaboradores del tra­
fican­te, y quien aparecía como prestanombres de una propiedad comprada por otros
miembros de la organización, por un valor de un millón de dólares en el municipio
de Guadalupe, cerca de Monterrey, y figuraba también como parte del consejo

con honores. Acosta sería asesinado en 2012 y tras su muerte algunos medios dieron a conocer
información sobre sus cuentas bancarias en las Islas Caimán. Véase Contralínea (2012), “Asesinan
al general Acosta Chaparro”, 21 de abril, disponible en <http://contralinea.info/archivo-revista/
index.php/2012/04/21/asesinan-al-general-acosta-chaparro/>. Sobre el ascenso de Castro Apari­
cio, véase Sedena (2009), Boletín de prensa. Ascensos del personal militar, 19 de noviembre. Se acce­
dió a la versión en caché del documento, disponible en <http://www.sedena.gob.mx/index.php/
sala-de-prensa/2471-boletin-de-prensa-19-de-noviembre-de-2009>.
325
Véase Sedena, Comité de Información (2010), “Resolución de información reservada núm. ci/
rir/1748/10”, 24 de noviembre, Lomas de Sotelo, México, disponible en <https://www.in-
fomex.org.mx/gobiernofederal/moduloPublico/rMedioElectP.action?idFolioSol=000070017481
0&idTipoResp=6#>.
326
Reforma (1999), “Vinculan con narco a sobrino de ex gobernador”, 25 de julio, versión en línea.

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318 Carlos Antonio Flores Pérez

directivo de dos empresas, denominadas Caimsa y Prodeconsa, junto con un


primo de Juan: Rubén García Robles.327
Más de quince años después de este juicio, en enero de 2012, una nota de El
Universal daba a conocer que tres ex gobernadores de Tamaulipas eran investigados
por presuntos nexos con las organizaciones del tráfico de drogas en la entidad. Se
trataba de Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington Ruvalcaba y Eugenio Her-
nández Flores. En lo referente al primero, la nota señalaba que Cavazos Lerma
había designado como supervisor de la Policía Judicial del estado a su primo, Mi­
guel­Ángel Lerma, a quien se vinculaba con Juan García Ábrego.328
La nota de El Norte, que en 1999 hacía señalamientos respecto a familiares del
ex gobernador Cavazos Lerma, refería también la detención de Ariel Herrera Bus-
tamante en 1989, en Ciudad Victoria, por delitos contra la salud. El referido era
parte del grupo encabezado por Salvador Gómez el Chava y el arresto fue realizado
por el comandante Rodolfo Larrazolo Rubio, quien como ya se vio tenía v­ ínculos
con la organización de Juan García Ábrego. Ariel era hermano de José Guadalupe
Herrera Bustamante, procurador general de justicia del estado, en el gobierno de
Manuel Cavazos Lerma.329 Repetiría en el cargo años más tarde, durante una par-
te del gobierno de Eugenio Hernández Flores (2005-2010).
Se puede apreciar una diferencia implícita en la lógica de operación entre la
organización de García Ábrego y la de Osiel Cárdenas, así como en el distinto
grado de propensión a la violencia que una y otra mostraron. El primero ejerció
un nivel de violencia significativo para erradicar a sus competidores, pero limitado
respecto a las proporciones alcanzadas una década después: funcionarios corruptos
de los cuerpos de seguridad federales y estatales se encargaron, previa o paralela-
mente, de hacerlo. Esta acción no era una decisión exclusiva de este tipo de fun-
cionarios; por el contrario, se derivaba de designios de actores que ocupaban los
principales espacios de decisión política en diferentes ámbitos de gobierno, y que
actuaban de manera concertada para proteger sus propios intereses de extracción
de rentas a partir del tráfico de drogas.
En contraste, el segundo no contó con una protección de estos alcances, hecho
que implicó que el surgimiento y consolidación de su grupo, como organización
importante de traficantes de drogas, tuviera lugar a sangre y fuego, respecto a otros

327
cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, pp. 49-50.
328
El Universal (2012), “Investiga pgr a 3 ex mandatarios del pri”, 31 de enero, versión en línea.
329
Reforma (1999), “Vinculan con narco a sobrino…”, 25 de julio. Véase, también, Reforma (1999),
“Acusan a hermano de ex procurador”, 24 de julio, versión en línea.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 319

grupos contendientes y hacia funcionarios del Estado, que por razón de su propia
responsabilidad pública o con otro tipo de intereses, le hicieron frente. Los apoyos
de Osiel parecen haberse construido, sobre todo, en los ámbitos locales y en las re-
presentaciones federales en el estado. Cabe destacar que, a diferencia de las
tendencias­apreciables en los traficantes de otras zonas de México, la organización
delictiva de Osiel Cárdenas incluso ejerció violencia contra miembros de agencias de
seguridad estadounidenses.330
Es esta misma diferencia la que determina que, en el caso de García Ábrego,
la desarticulación de la organización haya sido relativamente tersa e incluso que la
detención de su figura representativa —el propio García Ábrego— no se haya
visto en lo inmediato aparejada de mayores confrontaciones con el Estado ni tam-
poco entre sus lugartenientes que aún se mantenían en libertad. Esto sólo ocurrió
un par de años después.
Por el contrario, Osiel Cárdenas integró a los ya referidos soldados de élite
formados en el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército mexicano y
transferidos a la feads, para emplearles como grupo de choque en una oleada de
violencia que ha trascendido las fronteras de Tamaulipas, y se ha hecho presente
en diversas regiones del país, especialmente, tras la reclusión del propio Osiel en el
penal de máxima seguridad de La Palma, en Almoloya de Juárez, Estado de México,­
el 15 de marzo de 2003.331
En agosto de 2004, el subprocurador de Investigaciones Especializadas en
Delincuencia Organizada de la pgr, José Luis Santiago Vasconcelos, afirmó que las
organizaciones del Golfo y Tijuana, encabezadas por Osiel Cárdenas Guillén y
Ben­­jamín Arellano Félix, respectivamente, desarrollaban un plan para tomar por
330
A mediados de los ochenta, el costo de ejecutar a un agente de la dea, Enrique Camarena Salazar,­
fue pronto entendido por las organizaciones de traficantes sinaloenses. Rafael Caro Quintero y
Ernesto Fonseca Carrillo, dos importantes operadores de la organización de Miguel Ángel Félix
Gallardo, fueron detenidos por ese hecho. Como consecuencia, la mayor parte de los grupos in-
volucrados en el tráfico de drogas han sido desde entonces especialmente cuidadosos en evitar la
violencia con los miembros de las agencias estadounidenses que realizan labores de investigación
en México. Por su parte, en 2000, la procuradora de los Estados Unidos, Janet Reno, y el titular
de la dea, Donnie Marshall, declararon que su gobierno había solicitado la extradición de Osiel
Cárdenas, a quien se atribuía encabezar una red de distribución recién desmantelada, a la cual le
fueron decomisadas más de cinco toneladas de cocaína. Adicionalmente, se le adjudicaba haber
amenazado y amagado con arma de fuego a un agente de la dea y a otro del fbi que realizaban
labores oficiales en Matamoros, Tamaulipas, en el año de 1999. Véase Reforma (2000), “Busca
EU a capo mexicano”, 15 de diciembre, versión en línea.
331
Reforma (2003), “Encarcelan a Osiel en La Palma”, 16 de marzo, versión en línea.

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320 Carlos Antonio Flores Pérez

asalto el Centro Federal de Readaptación Social Número 1, La Palma, anterior-


mente conocido como Almoloya. De acuerdo con dicho funcionario, el objetivo
era liberar a los dos líderes de estos grupos de narcotraficantes.332 Dos meses antes,
el mismo funcionario declaró que estas organizaciones ofrecían más de dos millo-
nes de dólares a quien asesinara al procurador general de la República.333
En buena medida, la violencia desatada desde entonces es producto de la riva-
lidad entre las organizaciones delictivas que se disputan zonas estratégicas para el
tráfico o la distribución de drogas psicoactivas. Además parece agravada por la
vinculación de algunas de ellas con asociados políticos también contrapuestos. En
octubre de 2004, en un hecho sin precedentes, el propio Osiel Cárdenas realizó
declaraciones a una televisora nacional —a pesar de estar preso en el citado penal de
máxima seguridad—, donde señaló que la pgr le ofrecía evitar su extradición a los
Estados Unidos si incriminaba al gobernador Tomás Yarrington en el tráfico de
drogas. También expresó que esa dependencia realizaba un combate selectivo del
narcotráfico, en el que sólo reprimía a determinados grupos. La declaración textual
expresada durante la transmisión del noticiero fue: “Yo pienso que más que nada
la pgr se enfoca cínicamente en algunos grupos, pero no en todos”.334
Si se tienen en cuenta los antecedentes históricos expuestos en estas páginas,
semejante percepción no era descabellada; tampoco carecía de fundamento. El 19
de enero de 2001, a unas semanas de la toma de posesión del presidente Vicente
Fox, Joaquín Guzmán Loera el Chapo escapó del penal de máxima seguridad de
Puente Grande, en Jalisco.335

332
Reforma (2004), “Revelan plan de asalto a penal de La Palma”, 13 de agosto, versión en línea.
Cabe destacar que José Luis Santiago Vasconcelos, subprocurador al frente de la siedo, señaló la
existencia de una alianza entre las dos organizaciones, con objeto de colaborar conjuntamente en
el desarrollo del negocio ilícito.
333
El Universal (2004), “Ofrecen capos 2 mdd por matar al procurador”, 16 de junio, disponible en
<http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=16602&tabla=primera>.
334
Por su parte, el procurador general de la República, general Rafael Macedo de la Concha, deses-
timó la credibilidad de las declaraciones de Cárdenas Guillén con el siguiente argumento: “Esta
credibilidad que tienen estos señores queda en entredicho. Son envenenadores que han hecho
mucho daño a México, ahí están las pruebas, están siendo procesados por esos delitos y creo yo
que ésta es una de las tareas que constantemente hacen, y hacen muy bien, en involucrar a servi-
dores públicos”. El Norte (2004), “Denuncia Osiel chantaje contra Yarrington”, 19 de octubre,
versión en línea.
335
La Jornada (2001), “Se fuga El Chapo Guzmán del penal de Puente Grande; arraigan al director
y a 33 custodios. La pfp toma el control de la vigilancia en las cárceles de alta seguridad. Más de
120 agentes de élite, de la pjf, se trasladaron a Jalisco en busca del narco”, 21 de enero, versión en
línea.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 321

La versión oficial sobre la forma en que se realizó la fuga fue recibida con sor-
presa por diversos medios de comunicación. Nunca había ocurrido un escape de
semejante tipo de establecimiento penitenciario antes de este hecho336 —y por lo
menos, hasta mediados de 2012, no lo ha habido de nuevo—.
En la inmediatez posterior a este suceso, diversas expresiones confluyeron
para hacer público el amplio nivel de corrupción que había alcanzado la operación
de esa prisión.337 Por ejemplo, el entonces subsecretario de Seguridad Pública,
Jorge Tello Peón, expresó sin ambages que la fuga había sido producto de una
traición interna. Explícitamente, señaló:

El sistema falló y se hizo fallar […] Hay una verdadera traición a la Secretaría de
Seguridad Pública y el servicio que nos merece el sistema penitenciario federal, en
lo que podríamos llegar a llamar toda una conspiración delictiva en la estructura­
administrativa, que superó la institucional, a pesar de las advertencias e instruccio-
nes dictadas y las medidas que se supusieron suficientes.338

El subsecretario no clarificó hasta qué niveles alcanzaba semejante traición. No


obstante, señaló, respecto al sistema de seguridad:

Se va a hacer público cuál es el estado que guardan nuestras estructuras cuando­


éstas se coluden con el crimen organizado. Estamos encontrando una descomposi-
ción estructural muy grave.339

336
Reforma (2001), “Protagoniza El Chapo un escape de película”, 21 de enero, versión en línea.
Véase, también, El Universal (2001), “Complot en fuga de ‘El Chapo’. Se montó sobre una
estructura de complicidad: Tello Peón. Promete Creel castigar con ‘toda la fuerza del Estado’ a
responsables”, 21 de enero, disponible en <http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noti-
cia.html?id_nota=4496&tabla=primera>.
337
Así lo evidenciaron, por ejemplo, José Antonio Bernal, tercer visitador de la Comisión Nacional
de Derechos Humanos (cndh). Véase La Jornada (2001), “El Chapo salía de Puente Grande
custodiado por autoridades: cndh”, 23 de enero, disponible en <http://www.jornada.unam.mx/
2001/01/23/003n1pol.html>. Otros señalamientos sobre la corrupción que favoreció a El Chapo,
en El Universal (2001), “Complot en fuga de ‘El Chapo’ ”, 21 de enero.
338
Reforma (2001), “Ocasiona traición interna fuga de ‘El Chapo’.-Tello”, 21 de enero, versión en
línea.
339
Ibid.

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322 Carlos Antonio Flores Pérez

Otro medio recogería palabras adicionales del funcionario:

No van a servir todas las rejas ni millones de pesos en sistemas de seguridad si los
presos se salen por las puertas. Alguien ha dicho que el señor Guzmán no se escapó,
lo sacaron [...] y tienen razón, es un proceso de deterioro muy complejo.340

Joaquín Guzmán Loera, un traficante sinaloense de origen rural, a quien años


atrás una evaluación psicológica había considerado una persona de peligrosidad
media,341 había sido detenido y recluido en el penal de máxima seguridad en Al-
moloya de Juárez, el 10 de junio de 1993, tras ser relacionado con la balacera que
había provocado la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrida el
23 de mayo de ese año, en un enfrentamiento con la organización de los hermanos
Arellano Félix en el aeropuerto de Guadalajara, Jalisco.342
Tras su fuga, Guzmán Loera sería arropado por varios de los traficantes que
habían formado parte de la organización de Amado Carrillo Fuentes.343 Según el
diario Reforma, testigos protegidos de la pgr señalaron que, desde 1995, Arturo
Beltrán Leyva enviaba dinero al Chapo, mientras éste permanecía en prisión; ade-
más, que Albino Quintero Meraz el Beto y Juan José Esparragoza Moreno el Azul,
habían apadrinado cargamentos de cocaína propiedad de un hermano de El
Chapo: Arturo Guzmán Loera el Pollo.344
Tras su escape, y a lo largo de los siguientes once años, el Chapo iniciaría un
acelerado proceso de posicionamiento dentro de las organizaciones sinaloenses del
tráfico de drogas, que habría de caracterizarse por su proyección a niveles de lide-
razgo y preeminencia que nunca antes había tenido. Esto se tradujo en su tendencia­

340
La Jornada (2001), “Pide Tello Peón ayuda para localizar a El Chapo. La autoridad sí actuó ante
denuncias de anomalías en Puente Grande, asegura. Se sabía de irregularidades desde 99, dice
la titular de Derechos Humanos de Jalisco”, 22 de enero, disponible en <http://www.jornada.
unam.mx/2001/01/22/008n1pol.html>.
341
Reforma (1996), “Revelan peligrosidad de ‘El Chapo’ Guzmán”, 10 de marzo, versión en línea.
Según la evaluación, su perfil contrastaba con el de su entonces asociado, Héctor Luis El Güero
Palma Salazar, quien aparentemente habría tenido resultados psicométricos que mostraban un
coeficiente intelectual por encima del promedio y considerable capacidad de liderazgo. De acuer-
do con la nota, esas no eran especialmente las características de Guzmán Loera, que se encontraba
dentro de rangos normales, sin elementos a destacar.
342
La Jornada (2011), “Ejército, Marina y pf buscan vivo o muerto a El Chapo: WP. Calderón creó
fuerzas especiales para capturar al capo y ‘conjurar la versión de que se le protege’”, 29 de octubre,
versión en línea.
343
Reforma (2002), “Adopta Cártel de Juárez a ‘El Chapo Guzmán’”, 13 de mayo, versión en línea.
344
Ibid.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 323

a disputar la hegemonía de diversas zonas estratégicas para el narcotráfico, a otras


organizaciones previamente consolidadas en ellas. La primera plaza en este intento­
sería Nuevo Laredo, que en los inicios de la década anterior estaba bajo el control
de Osiel Cárdenas Guillén.
La disputa por este punto fronterizo, la zona terrestre de mayor intercambio
de mercancías entre México y los Estados Unidos y, por lo tanto, un lugar espe-
cialmente codiciado para el trasiego de drogas camufladas en contenedores de di-
verso tipo, marcaría el inicio de una cruenta confrontación que habría de expan-
dirse a muchos otros estados del país y que, al comienzo de 2013, continúa
librándose.345 Sus efectos en términos de fractura profunda de la gobernabilidad y
la seguridad de una parte considerable del territorio nacional son considerables, al
punto de que algunas de esas regiones acusan manifestaciones propias del proceso
que se describió en el capítulo primero como falla del Estado. La afectación es
particularmente aguda en el noreste del país: en Tamaulipas y Nuevo León.
Un recuento de la misma requiere un trabajo específico que rebasa los propó-
sitos de estas páginas. Cabe mencionar, sin embargo, que en esta disputa los me-
canismos de reconfiguración cooptada del Estado se muestran contrastantes.
Por una parte se aprecian aquellos crecientemente asociados a la capacidad de
terror y de violencia de las organizaciones delictivas que crecieron sin la tutela
implícita, de alto nivel federal, de miembros del Estado, que ya no parecen dis-
puestas a aceptar limitarse a un carácter subordinado sin mayores sobresaltos. Por
el contrario, procuran subordinar, a lo largo de una trayectoria ascendente en
términos jerárquicos, a la propia estructura de autoridad para forzarla a favorecer
sus intereses.
Por otra parte, están aquellas estrategias de reconfiguración cooptada del Estado
promovidas por grupos que se han caracterizado más por su carácter simbiótico
con las estructuras política y económica —que crecen o decrecen a partir de la
determinación de estos intereses cupulares— que son en última instancia quienes
deciden qué liderazgo se consolida y cuál se abate, y pretenden imponerlo a partir de
una lógica descendente, validos de su propia preeminencia jerárquica.
Hacia el fin del periodo que aquí se analiza, estas dos tendencias estuvieron
representadas por la organización de Osiel Cárdenas Guillén, en el primer caso, y
la de Joaquín Guzmán Loera, en el segundo.
El tema de la protección de actores de diversos órdenes de gobierno hacia esta
última organización ha sido percibido como una hipótesis probable por diversas

345
Reforma (2012), “Sostienen cárteles una década en disputa”, 6 de junio, versión en línea.

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324 Carlos Antonio Flores Pérez

voces, incluyendo la propia.346 A la luz de todos los antecedentes sobre la forma de


operación histórica de la delincuencia organizada para el tráfico de drogas,
expuestos­a lo largo de estas páginas, semejante encubrimiento de actores de poder
no constituye un factor sorprendente, sino usual.
La diferencia, en todo caso, no parece estribar en las intenciones y caracterís-
ticas de semejante protección, sino en las limitaciones fácticas para llevarla a cabo
en las condiciones de hegemonías ausentes e intereses confrontados entre la clase
política que han caracterizado al cambio de régimen. Todo ello agravado por la
ausencia de controles institucionales y legales efectivos, deficiencia consolidada a
lo largo de muchas décadas, pero que ahora, a pesar del cambio formalmente de-
mocrático, continúa permitiendo amplios niveles de impunidad, en especial, por
lo que toca a esa misma clase política.
Cabe señalar, sin embargo, que a lo largo de los últimos 12 años, la protección
de mayor nivel no parece haber beneficiado, o por lo menos no de manera signifi-
cativa, a los grupos tamaulipecos. Éstos, por el contrario, han enfrentado los em-
bates de la organización de Sinaloa, así como el surgimiento de un modelo delictivo­
esencialmente externo y sin vínculos inherentes y exclusivos con aquellos grupos
locales que, cobijados por un aparente manto de legalidad, han prohijado el tráfico­
de drogas en la entidad, desde espacios privilegiados del gobierno y la economía
locales.
Los Zetas —integrados en su núcleo central por individuos ajenos al estado y
con un modelo delictivo que incluye, pero no se limita—, al tráfico de drogas
terminarían emancipándose de la organización a la cual originalmente servían.
Extenderían las prácticas de extorsión basada en el control territorial, respaldados

346
cnn-México (2011), “El Chapo Guzmán: una década de la fuga del mayor narco mexicano. El
narco más importante de México y líder del cártel de Sinaloa corrompió a las autoridades del
penal de Puente Grande antes de fugarse”, 18 de enero, disponible en <http://mexico.cnn.com/
nacional/2011/01/18/el-chapo-guzman-una-decada-de-la-fuga-del-mayor-narco-mexicano>.
The Economist (2010), “Outsmarted by Sinaloa. Why the biggest drug gang has been least hit”, 7
de enero, disponible en <http://www.economist.com/node/15213785>. The Times (2010), “Get
Shorty: Mexico still searching for ‘El Chapo’, the 5ft 6in drugs lord”, 2 de marzo. En el sitio
web de este medio británico, el artículo está restringido a suscriptores. Disponible en <http://
macleanandrickardstraus.wordpress.com/2010/03/02/get-shorty-mexico-still-searching-for-
%E2%80%98el-chapo%E2%80%99-the-5ft-6in-drugs-lord/>. Flores Pérez, C.A. (2008), “¿Por
qué ganan los delincuentes?”, en Le Monde Diplomatique México, septiembre, núm. 1, pp. 1, 3-6.
Proceso (2010), “‘Los Zetas’ y sus mantas contra Calderón y ‘El Chapo’”, 13 de febrero, disponi-
ble en <http://www.proceso.com.mx/?p=109929>.

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Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) 325

por su propia dinámica y funcionamiento paramilitar, al grado de lesionar esos


intereses ilícitos locales.347
Estos últimos —pragmáticos ante todo y tradicionalmente identificados con
esa lógica de operación simbiótica a la que se hizo referencia más arriba—, no han
tenido empacho en declararse aliados de la organización de Guzmán Loera, a
mediados de 2012. Bajo la denominación de Cártel del Golfo, en este caso iden-
tificados con los remanentes tamaulipecos de la organización de Osiel Cárdenas
—aunque no necesariamente con la familia de éste—, le han declarado la guerra
a Los Zetas, a quienes pretenden expulsar del estado.348
Los grados de violencia y erosión institucional derivados de semejante con-
frontación son devastadores y pueden agravarse.349 La hegemonía delictiva en Ta-
maulipas está nuevamente en disputa, y resulta incierto cuál de estas organizaciones­
y sus respectivos modelos delictivos prevalecerá: aquella arraigada en el estado —y
presumiblemente respaldada por actores insertos en sus propias estructuras sociales,­
políticas y económicas—, o bien, aquella que está integrada como una estructura
paramilitar, con alta capacidad para la violencia extrema, y organizada bajo criterios
de manual militar encaminados a garantizar su resiliencia y perduración. Lo que
está fuera de duda es que a lo largo de esta disputa —y cualquiera que sea su resul­
ta­do en términos del triunfo de una u otra—, quienes pierden son la población ta­
maulipeca, el Estado y la democracia mexicana.

347
Un detallado estudio que muestra la complejidad operativa de Los Zetas puede encontrarse en
Camp­bell, Lisa J. (2010) “Los Zetas: operational assessment”, en Small Wars & Insurgencies, vol. 21,
Issue 1, marzo, pp. 55-80.
348
El Norte (2012), “Controla ‘El Coss’ al Cártel del Golfo”, 5 de febrero. Véase, también, El Norte
(2012), “Es campo de batalla frontera tamaulipeca”, 29 de abril, versión en línea.
349
El Norte (2012), “Arrecia violencia en Tamaulipas”, 14 de marzo, versión en línea. El Norte (2012),
“Es campo de batalla…”, 29 de abril. El Norte (2012), “Ligan Cadereyta a ola de masacres”,­15
de mayo, versión en línea. Reforma (2012), “Vengan 9 colgados con 14 decapitados”,­5 de mayo,
versión en línea.

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Epílogo

Que todos estos personajes estuvieron incidentalmente involucrados en las circuns-


tancias hasta aquí relatadas es siempre una posibilidad. Sin embargo, a la luz de los
datos analizados, otra más lógica es que todos estos hechos muestren una acción
deliberada de diversos actores para encubrir el narcotráfico desde varias de las
instituciones políticas y de seguridad más importantes del país y del estado de
Tamaulipas. Este objetivo se cumplió a partir del permanente bloqueo de la ope-
ración normal de las mismas, es decir, de sus funciones sustantivas a lo largo de
varias décadas para brindarles impunidad a delincuentes que las corporaciones
tenían perfectamente detectados.
Este bloqueo se implantó de manera sistemática desde una etapa muy temprana­
del desarrollo institucional de México, a mediados de los años cuarenta, cuando
comenzaba el periodo de los gobiernos civiles herederos de la Revolución. Se rea-
lizó en función de intereses ilícitos de miembros de la camarilla de Miguel Alemán
Valdés, que contaron con la más alta influencia política de su tiempo, y consolida-
ron las dinámicas centralistas que habrían de caracterizar al régimen posrevolucio-
nario. El poderío alcanzado por esta camarilla le permitió mantener su influjo
sobre instituciones clave del Estado por un periodo mucho mayor al de la propia
administración de Miguel Alemán, quien permaneció activo en la política durante­
muchas décadas más, encabezando los sectores de derecha dentro del espectro del
régimen posrevolucionario.
Ese es quizás uno de los factores de mayor repercusión en la profundidad de
las raíces del fenómeno del tráfico de drogas y la delincuencia organizada que se
aprecian en el caso mexicano: el rol de los grupos dedicados a estas actividades no
es periférico a los ámbitos legales del poder y la economía legal. A través de su
control de las instituciones centrales, los intereses del alemanismo se extendieron,
desde aquella administración, a los espacios de poder en diversos estados de la
República. También, de manera simultánea, parecen haber consolidado diversas
estructuras de alta relevancia en la economía legal que, sin embargo, aparecen ge-
nética y estrechamente vinculadas a capitales de dudoso origen y procedencia.
Estos procesos parecen arrancar a mediados de los años cuarenta, pero continuaron

327

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328 Carlos Antonio Flores Pérez

y se expandieron mucho más allá del fin de la administración de Alemán. Su com-


prensión parece una asignatura pendiente, pero ineludible para explicar la forma
en que personajes con la más rudimentaria educación formal aparecen poseedores
de inversiones multimillonarias en circuitos altamente complejos, que parecen
requerir capacidades técnicas específicas que necesariamente rebasan a su indudable­
inteligencia natural.
Si bien la camarilla de Alemán no fue la primera en utilizar la función pública
como plataforma para el enriquecimiento personal, sí potenció esta lógica a niveles­
inéditos, en los que una de las vías para tal propósito fue la protección a la delin-
cuencia organizada. El afianzamiento de estos intereses ilícitos dentro de las estruc-
turas institucionales no puede entenderse sin considerar el efecto que representó
la continuidad de varios personajes vinculados a esta camarilla dentro de las insti-
tuciones de seguridad y justicia federales y locales, quienes, según la información
histórica analizada, contaban con estrechas ligas con actividades criminales. En
buena medida, fue esta permanencia de semejantes figuras, representantes de los
intereses señalados, la que permitió a su vez la reproducción de la acción concertada­
para encubrirlos.
No ha sido el propósito establecer correlaciones simplistas entre generaciones
de políticos que, debido al carácter endogámico del régimen y a las condiciones de
ausencia relativa de competencia política, lógicamente favorecían procesos de so-
cialización continuos entre los integrantes de la clase política posrevolucionaria,
de manera que pocos actores políticos de relevancia podían ser desconocidos entre
sí. No obstante, si bien este factor es cierto, es posible establecer también que al-
gunas de las camarillas de la misma guardaban más afinidad entre sí, de manera
que se puede encontrar un hilo conductor en la vinculación entre algunas de ellas
y sus personajes —separadas en términos del periodo en que ocuparon los princi-
pales cargos de liderazgo formal de las instituciones—, a partir de nexos familiares,
de afinidad personal, negocios y la promoción de las carreras políticas de los más
noveles por parte de sus contrapartes más añejas.
En el caso del alemanismo, es posible apreciar que esta camarilla y sus intereses
encontraron alumnos aventajados en personajes como Carlos Hank González,
Raúl Salinas Lozano y Emilio Martínez Manautou, entre finales de los cincuenta
y mediados de los setenta. Por lo menos los dos primeros, junto con otro alema-
nista, Antonio Ortiz Mena, con nexos de parentesco político con Salinas Lozano,
constituirían también un puente generacional con la camarilla que habría de rede-
finir aspectos centrales del régimen político y a erigir nuevos grupos empresariales­

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Epílogo 329

predominantes en la economía mexicana, en el sexenio 1988-1994.1 Como se


pudo apreciar en la investigación, existen elementos para considerar probable la
continuidad también en otro tipo de vínculos e intereses.
Dadas las características del régimen político de la época, es posible hallar
ciertos patrones en la movilidad y recambio de personajes ligados a corporaciones
de seguridad, en función de los propios del ámbito político, más allá de las distin-
ciones entre ámbitos de gobierno. Por ejemplo, la designación de candidatos a
gobernador del pri o la elección de los mismos —usualmente personajes con
fuertes vínculos con actores de la política central— implicó la rotación de diversas
figuras de las instituciones de seguridad y procuración de justicia federal y locales
que, sin embargo, parecían obedecer más a criterios de cercanía y comodidad­en
la relación con el mandatario electo o en ciernes que a una lógica de eficiencia, no
se diga de probidad o prevención de prácticas corruptas. Por el contrario,­una
constante que se aprecia en la información expuesta en el trabajo es que las dife-
rencias que eventualmente pudieron existir entre actores locales y federales en su
relación irregular con organizaciones del tráfico de drogas podían siempre arreglarse­,
con la condición de que el reparto de beneficios fuera equitativo y continuo.
Los funcionarios de seguridad cambian de institución, de adscripción, en
buena­medida gracias al respaldo de sus promotores políticos. En ningún momento­
aparecen como la esfera de decisión definitiva en estas prácticas irregulares. Sin
embargo, en sus nuevos cargos siguen protegiendo la logística de la operación ilícita­
de los mismos grupos criminales, que por sus características requiere de protecciones­
tanto en el fuero federal como en el local.
En lo referente a los grupos delictivos, sólo aquellos que lograron construir
mejores vínculos con actores relevantes de las esferas de poder pudieron permanecer­
operando sin resultar piezas sacrificadas en una lógica funcional que, a pesar del
contexto de rampante corrupción en la que está enmarcada, debía dar ocasional-
mente algunos resultados periódicos para poder reproducirse con relativa tranquili­
dad. Entre los delincuentes, son los actores menores los que son detenidos por
corporaciones de seguridad que magnifican su dimensión e importancia, al tiempo
que otros tantos, aquellos que cuentan con la protección institucional, permanecen
indetectables e incluso intocados.
Las autoridades políticas, a menudo con relaciones inconfesables con estos
últimos actores criminales, designan por una parte a funcionarios de seguridad

1
Los nexos entre la camarilla de Miguel Alemán Valdés y de Carlos Salinas de Gortari han sido esta-
blecidos por Gil Mendieta, Jorge y Samuel Schmidt (2005), Estudios sobre la red política de México,
Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas, unam, México, pp. 49-57.

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330 Carlos Antonio Flores Pérez

que constituyen una garantía para la reproducción de la empresa ilícita, al tiempo que
sostienen un discurso público de moralización institucional, de respaldo a la ciu-
dadanía y de combate inquebrantable a la delincuencia.
Se constituye así un juego de simulaciones donde las instituciones de seguridad
y justicia están fácticamente al servicio de intereses ilegales. Los delincuentes ocu-
pan un rol operativo más expuesto a la visibilidad pública, pero subordinado a
aquellos que controlan los recursos de coerción del Estado. El factor crucial para
la reproducción de la empresa criminal está en los ámbitos de decisión pública, y
diversos actores ligados al mismo pretenden aparecer públicamente probos, pero
comparten por igual el interés en la ganancia ilícita. Con las diferencias que impone­
el análisis de cada caso en particular, la distinción entre actores públicos y delin-
cuentes se presenta más, a la luz de estos hechos, como una cuestión de jerarquías
y división funcional del trabajo, pues si bien la comisión material del delito parece
restringirse a determinadas esferas, su continuidad sería inexplicable sin la
protección­que se le brinda desde el poder político formal.
La autoridad justifica la deficiencia en el desempeño institucional por cuestio-
nes de relevancia no menor —como la insuficiencia de recursos materiales—,
pero, con toda evidencia, secundarias frente al problema central que ha saltado a
la vista a lo largo de estas páginas: la estrecha comunión de intereses criminales
entre actores políticos, de seguridad y delincuentes convencionales. En el caso
analizado, la ineficiencia institucional aparece más como producto artificial de un
bloqueo deliberado que de una incapacidad fáctica para aprehender a los crimina-
les y someterlos al debido proceso penal.
Más allá de diferencias de caso que se puedan apreciar respecto a otros países,
es esta condición el elemento central del concepto de reconfiguración cooptada del
Estado expuesto en el primer capítulo de este trabajo. Éste, como todos los
conceptos­de las ciencias sociales, es una definición que no alcanza a abarcar o
describir a la perfección todas las características de una realidad compleja específica,­
pero a partir de toda la información expuesta es posible apreciar que en múltiples
casos la distinción entre delincuentes tradicionales y funcionarios es, con frecuencia,­
o bien una cuestión a determinar de manera casuística o una sutileza analítica. El
hecho nodal en el fenómeno analizado es el desvío y bloqueo permanente del
funcionamiento institucional respecto a los criterios formales de interés público
que dan vida a las estructuras de autoridad, más allá de si quienes promueven tales
procesos son delincuentes tradicionales o están embozados en una fachada de
probidad, amparada en un cargo o trayectoria pública.
En contextos de corrupción institucionalizada endémica, la distinción entre
ámbitos de poder y delictivos se hace muy tenue, sobre todo conforme el análisis

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Epílogo 331

abandona los niveles estrictamente operativos de este último. En consecuencia,


tampoco es posible abordar el fenómeno de las interacciones entre el poder y la
delincuencia como campos nítidamente separados sin incurrir de nuevo en gene-
ralizaciones: el campo del poder es mucho más amplio e implica una variedad de
instituciones, procesos y actores que tampoco están en su totalidad involucrados
con la delincuencia organizada.
Naturalmente, dadas las peculiaridades históricas del caso mexicano, una de
las paradojas que enfrenta el concepto de reconfiguración cooptada del Estado que
aquí se empleó, es que semejantes procesos tuvieron lugar prácticamente en con-
diciones de configuración original del mismo y no como un proceso inducido de
manera gradual a partir de la conquista incremental de espacios públicos, vía pro-
cesos electorales.
Las características autoritarias del régimen mexicano —la naturaleza legitima-
dora pero no determinante de las elecciones como mecanismo de acceso al poder,
la ausencia de transparencia gubernamental, y los controles sociales sobre la pobla-
ción y los medios de comunicación— favorecieron que, por lo menos hasta los
años ochenta, cuando creció la presión internacional sobre México en materia de
tráfico de drogas, las prácticas de reconfiguración cooptada del Estado tuvieran lugar
con una relativa indiferencia respecto a la exposición pública de los actores invo-
lucrados.
Ni autoridades corruptas ni delincuentes convencionales parecen haber sido
sujetos de un particular pudor público. Varios de los personajes involucrados go-
zaron de amplia aceptación social, junto con las fortunas y trayectorias políticas
que legaron, de manera que incluso aparecen como prohombres no sólo ante sus
contemporáneos, sino que se les continúa rindiendo distinto tipo de homenaje
hasta la fecha. Si esto se puede apreciar en los ámbitos nacionales, es aún más no-
torio en los locales. Si a los delincuentes tradicionales se les componen corridos, a
otros menos expuestos se les honra con ceremonias póstumas, el nombre de calles,
parques, instituciones e incluso colonias y localidades.
El énfasis de este trabajo estuvo orientado a Tamaulipas y a la región noreste
del país; sin embargo, fue posible establecer datos que apuntan a que procesos simi-
lares tuvieron lugar en otras entidades de México —aquellas que habrían de cons-
tituir los espacios arquetípicos del tráfico de drogas en su geografía—, también a
partir de personajes estrechamente relacionados con la camarilla alemanista y aque-
llas que le sucedieron en su relación con actores irregulares.
En el caso de Tamaulipas, semejantes procesos fueron auspiciados por una de
las subcamarillas del alemanismo que arribaron al poder en 1947, pero que tam-
bién conservaron una presencia continua en la política estatal —y en ocasiones

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332 Carlos Antonio Flores Pérez

nacional— durante muchos decenios más, vinculados con actores federales. Un


factor que ayudó a hacer más visibles estos procesos fue la alta longevidad y pre-
sencia de Juan N. Guerra en las esferas criminales de la entidad y del país, lo que
le permitió sostener relaciones privilegiadas con personajes de primer orden polí-
tico, durante un periodo muy amplio de tiempo, hecho que difícilmente puede
encontrar similitudes en otras carreras delictivas.
Más allá de sus peculiaridades, toda la dinámica aquí descrita ilustra cabalmente­
la forma de operación de estas redes sociales en el contexto propio del modelo
centralizado-descendente-incremental expuesto al comienzo de este trabajo. Más allá
de las peculiaridades del caso, según las evidencias mostradas, actores políticos
desempeñaron un papel fundamental para la operación y crecimiento de la orga-
nización delictiva más poderosa de Tamaulipas, que permaneció a un tiempo am-
parada y disciplinada por los intermediarios de las instituciones de seguridad, a
quienes los primeros designaban y dirigían. Esta caracterización es compatible con
la implantación temprana de un proceso de reconfiguración cooptada del Estado y
su continuación a lo largo del tiempo, sobre todo, en lo referente a la protección
de intereses ilícitos a partir de la integración de las instituciones de seguridad y
justicia, y su desvío discrecional y selectivo en su funcionamiento normal, en favor
de grupos delictivos específicos, que por diversas razones habían alcanzado la pre-
dilección de actores de poder.
Situaciones análogas habrían de mantenerse en Tamaulipas y en otras regiones
del país, por lo menos hasta 2000, cuando la alternancia en la presidencia de la
República alteró profundamente la logística de su funcionamiento. Estas transfor-
maciones implicarían el colapso de los antiguos mecanismos de contubernio-ex-
torsión sobre los grupos delictivos, sin la desarticulación de la corrupción endémica­
que había proliferado durante el régimen precedente. Estas nuevas condiciones
han sido descritas en el primer capítulo como propias del modelo atomizado-mul­
ti­direccionado-incremental, según la tipología ya expuesta.
Al considerar el gradual —pero sostenido— incremento en la violencia aso-
ciado al tráfico de drogas en la entidad durante los años ochenta, no se pueden
pasar por alto hechos que sucedieron varios años antes.
En Tamaulipas, la perduración de este ambiente altamente proclive a la co-
rrupción y el vacío de poder dejado tras la detención de Juan García Ábrego darían
paso al surgimiento una nueva organización, la de Osiel Cárdenas Guillén, quien
sin provenir de una posición privilegiada dentro de la estructura principal de la
antigua agrupación delictiva consolidaría su hegemonía en la región noreste. Esta
sería una nueva estructura mucho más confrontativa, que habría de cimentar su
supremacía en el estado a partir de la incorporación a sus filas de grupos altamente

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Epílogo 333

capacitados para el ejercicio de la violencia. La parte medular de los mismos estu-


vo integrada por desertores de las Fuerzas Especiales del Ejército mexicano, he-
cho que habría de potenciar su capacidad operativa y sus recursos para enfrentar,
en diversos estados del país, a una clase política fracturada. Sin embargo, ese es un
tema que requeriría ser abordado en otro análisis y otro trabajo.
No obstante, en buena medida, los hechos descritos, que pueden ser entendi-
dos en términos generales como propios de un proceso continuado de reconfigura-
ción cooptada del Estado, sentaron las bases para el futuro estallido de violencia, que
aparece incontenible ante la corrupción endémica y secular de instituciones de
seguridad y justicia que no parecen haber tenido históricamente el propósito cen-
tral de proteger a la ciudadanía.
Pocos casos como el de Tamaulipas para ilustrar un proceso de falla del Estado
por reconfiguración cooptada del mismo, comenzado muchos años antes, pero que
parece muy presente a juzgar por la información que trasciende en medios de co-
municación. Datos que, es preciso decirlo, parecen fluir a cuentagotas, debido a
un mayor cerco de información —si cabe— respecto a aquél, nada desdeñable,
existente hace 15 o 20 años. Aparentemente, la obligación de silencio es ahora
impuesta con más rigor por las organizaciones delictivas que en la actualidad ope-
ran en el estado.2
Todo ello en un contexto donde, además, una clase política altamente dinástica­
se ha heredado el poder de manera endogámica, con pocos cambios desde 1947,
en condiciones de considerable impermeabilidad a los de por sí aún precarios cam-
bios democráticos que ha tenido el país desde 2000, y con procesos políticos que
evocan los años de apogeo del régimen posrevolucionario.
Sin embargo, las dinámicas no son ya las mismas ni se pueden reeditar de
manera automática. La contraposición entre intereses políticos, autoridades fede-
rales y estatales ha dado lugar a escenarios inéditos. Instituciones de primer ámbito­
han detenido en masa a efectivos de corporaciones locales acusados de servir a inte-
reses delictivos; un hecho que parece positivo, si no fuera porque en sí mismo ello
tampoco garantiza la sanidad de las primeras ni tampoco que aquellos elementos­no
sean reemplazados por otros con iguales compromisos.
A la luz de todo lo expuesto en este trabajo, la duda cabe y es legítima. Sólo la
gente de ese magnífico estado de la República puede decir hasta qué punto prác-

2
Milenio Semanal (2011), “La mordaza del narco en Tamaulipas: ‘No queda más que obedecer’.
En amplias regiones de Tamaulipas, el periodismo se practica bajo la tutela de Los Zetas y del
Cártel del Golfo; no hacerlo cuesta la vida o el exilio”, 18 de diciembre, disponible en <http://
www.msemanal.com/node/5070>.

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334 Carlos Antonio Flores Pérez

ticas como las aquí descritas, de simulación de eficiencia y acción gubernamental,


simultáneas a una protección fáctica e irreductible de determinadas organizaciones
criminales, siguen vigentes o han remitido en la entidad.
Por su parte, grupos delictivos se confrontan con gran violencia, dada su in-
corporación de personajes y tácticas con evidente formación militar.3 Incluso un
candidato a gobernador del pri, Rodolfo Torre Cantú, fue ejecutado con todo el
sello de la delincuencia organizada, sin que su crimen haya sido esclarecido hasta
mediados de 2012.4
Ya de por sí diferenciable —por lo menos en los niveles operativos— de la
antigua organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego, una organización
delictiva que sólo por autorreferencia y sentido mediático se ha continuado deno-
minando Cártel del Golfo se escindió hace poco tiempo, dando lugar a una disputa­
extremadamente violenta entre Los Zetas y aquellos que afirman constituir la
primera de estas organizaciones.
En algunos de sus comunicados, que asemejan bastante las estrategias y medios
de desplegar la información de sus ahora rivales, este nuevo Cártel del Golfo arroja­,
sin embargo, algunos datos significativos. Los emisores del mensaje han afirmado
que son el mismo grupo que ha operado desde hace más de 15 años en Tamaulipas.
Afirmaban ser de la entidad y que la frontera ha sido siempre suya; añadían: “No-
sotros somos de aquí. Vivimos entre ustedes. Tenemos familia. Vestimos bien.
Tenemos estudios. Sólo nos dedicamos a lo nuestro. No somos gente corriente”, y
avisaban de un toque de queda impuesto por su organización, en Reynosa, por los
choques que tendrían lugar contra el grupo rival de Los Zetas, a quienes deseaban
expulsar del estado. Por otra parte, especificaban que ellos habían recibido la ins-
trucción de informar a la población para tranquilizarla.5

3
Milenio (2010), “El cártel del Golfo echa a Los Zetas de Tamaulipas. La violencia en varias ciuda-
des del estado, parte de la lucha entre esas organizaciones. Empresarios confían en que se acaben
las extorsiones cobradas por los pistoleros”, 4 de mayo, disponible en <http://impreso.milenio.
com/node/8745954>.
4
El Universal (2010), “Asesinan a candidato del pri en Tamaulipas”, 28 de junio, disponible en
<http://www.eluniversal.com.mx/notas/690925.html>.
5
Este comunicado circuló en redes sociales y en correos electrónicos durante marzo de 2010. Tam-
bién fue publicado el día 7 de ese mes en un blog donde aparece distinta información escrita y
visual atribuida a los diversos grupos delictivos, o que narra hechos de violencia que tienen lugar
en el país, asociados al tráfico de drogas, a la disputa entre las organizaciones criminales entre sí y
contra el Estado. Disponible en <http://todosobrenarcotraficoenmexico.blogspot.com/2010/03/
comunicado-de-el-cartel-del-golfo-la.html>.

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Epílogo 335

La construcción de identidades es un proceso complejo, y esto puede salvar la


diferencia que previsiblemente existe entre la edad de quienes hacen las declaraciones­
y utilizan la tecnología informática para difundirlas, y la propia de los miembros
originales de estas organizaciones criminales, que se remonta a varias décadas atrás.
De cualquier manera, no se puede soslayar que, de nuevo, estas esferas sean sólo la
parte operativa subordinada a otra menos visible y, paradójicamente, más pública,
integrada por los herederos de aquellos intereses enquistados hace mucho tiempo
en las estructuras de poder político y económico en el estado.
Cabe señalar que la violencia derivada de estos últimos rompimientos y algunos­
de los sucesos más recientes podría poner de manifiesto algunas de las complicidades­
atisbadas en estas páginas.
En enero de 2012, los medios de comunicación nacionales dieron a conocer
que tres ex gobernadores de Tamaulipas eran sujetos a investigaciones por parte de
la pgr. Se trataba de Manuel Cavazos Lerma —entonces candidato a senador de la
República—, Tomás Yarrington Ruvalcaba y Eugenio Hernández Flores.6
Las investigaciones se han concentrado especialmente en los dos últimos. Las
cuentas de Yarrington habrían sido congeladas,7 la pgr indagaría el paradero de 12
empresarios y ex servidores públicos vinculados con Yarrington y con Hernández,8
e incluso 30 casas vinculadas con estos dos ex gobernadores y ubicadas principal-
mente en Tamaulipas, el Distrito Federal y Quintana Roo, fueron cateadas por la
misma institución. La pgr sospechaba que estaban registradas a nombre de testa-
ferros.9
Un diario nacional, El Universal, difundió información sobre cargos civiles que
estaban siendo presentados en contra de Tomás Yarrington, en una corte estadouni-
dense. Según la información, fiscales federales cimentaban esta afirmación en los
testimonios de Antonio Peña Argüelles, un individuo acusado penalmente por la

6
El Universal (2012), “Va pgr contra 3 ex gobernadores de Tamaulipas”, 30 de enero, versión en línea.
Véase, también, El Universal (2012), “Investiga pgr a 3 ex mandatarios del pri”, 31 de enero,
versión en línea.
7
Milenio (2012), “Congelan las cuentas de Yarrington y otros tres. Las investigaciones involucran
al también ex gobernador Eugenio Hernández, pero no mencionan a Manuel Cavazos Lerma”, 1 de
junio, versión en línea.
8
Milenio (2012), “pgr busca a 12 ligados a Yarrington y Hernández. Supuestamente son respon-
sables de diversos delitos, además de que podrían tener nexos con el crimen organizado”, 11 de
junio.
9
El Universal (2012), “Catean 30 propiedades ligadas a ex gobernadores. Presume la pgr que los
bienes están a nombre de testaferros”, 7 de junio, versión en línea.

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336 Carlos Antonio Flores Pérez

dea, a quien ésta consideraba un enlace entre el Cártel del Golfo y Los Zetas, con
políticos tamaulipecos.10
Antonio Peña Argüelles era hermano de Alfonso Peña Argüelles, personaje
involucrado en el tráfico de drogas desde inicios de los años ochenta. En agosto de
1981, a la edad de 39 años, había intentado traficar 39 libras de heroína por
Brownsville, junto con otros dos cómplices. Fue detenido y las autoridades esta-
dounidenses le fijaron una fianza de un millón de dólares a cada uno. La nota de
prensa afirmaba que la consignación era producto de un año de trabajo de inteli-
gencia de la dea. Añadía que entre los cómplices no detenidos de Alfonso se en-
contraba al menos uno que era “conocida persona residente de Matamoros”.11
Según un documento de la corte estadounidense, del proceso criminal seguido
en contra de Antonio Peña Argüelles, a principios de 2000, los hermanos Antonio
y Alfonso Peña Argüelles realizaban actividades de lavado de dinero procedente del
tráfico de drogas, para el Cártel del Golfo y Los Zetas. Algunas de esas ganancias
fueron invertidas en el sistema bancario estadounidense.12
El 29 de noviembre de 2011, Alfonso Peña Argüelles apareció ejecutado en el
monumento a Cristóbal Colón. Junto a su cuerpo se encontró un mensaje dirigido­
a su hermano Antonio. Lo acusaban de haber tomado para sí cinco millones de
dólares, sin cumplir lo pactado.13
Alfonso Peña Argüelles habría sido ejecutado por Los Zetas, por el robo de
dinero proporcionado a éste y su hermano, propiedad de uno de sus líderes, Miguel
Treviño Morales el 40, a cambio de protección política. Según el mismo documen-
to judicial, el conducto para este último propósito sería el ex gobernador Tomás
Yarrington.14
El señalado oficio de la corte estadounidense establecía que el 29 de noviembre
de 2011, Antonio Peña Argüelles había recibido un mensaje de texto en su teléfono­
celular; le requerían devolver el dinero. Además, le explicaban que en caso contrario­
no tendría dónde esconderse; añadían que, antes de su muerte, su hermano Alfon-
so había confesado que Antonio, Tomás Yarrington y uno de los líderes del Cártel
del Golfo, Eduardo Costilla, habían dispuesto la muerte del candidato a goberna-

10
El Universal (2012), “EU: Yarrington recibió sobornos del narcotráfico”, 23 de mayo, versión en
línea.
11
El Bravo de Matamoros (1981), “Fianza de 3 millones de dólares fijó un juez a los tres traficantes
de heroína”, 22 de agosto, Matamoros, p. 10, primera sección.
12
United States District Court, for the Western District of Texas, Case 5:12-mj-00120-nsn, United­
States of America v. Antonio Pena-Arguelles, document 3, 2 de junio de 2012, p. 3.
13
Ibid.
14
Ibid.

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Epílogo 337

dor, Rodolfo Torre Cantú, porque estorbaba a los negocios de construcción­a los
que éstos protegían, junto con Osiel Cárdenas Guillén.15
El documento señalaba que la relación entre Osiel y Yarrington databa de la
propia elección de este último y continuó con la nominación ad hoc de otros can-
didatos del pri en la entidad que pudieran garantizar protección a la organización
criminal.16
Antonio Peña Argüelles, facilitador de las relaciones públicas entre traficantes
y políticos locales, tenía una relación personal estrecha con Tomás Yarrington, con
Heriberto Lazcano y Miguel Treviño Morales, líderes de Los Zetas.17 Entre 2000
y 2001, Peña Argüelles comenzaría a colaborar con Yarrington en el lavado de
dinero­proveniente del tráfico de drogas, que éste recibía del Cártel del Golfo.18
Hasta junio de 2012 no existía aún una acusación penal formal contra del ex
gobernador Tomás Yarrington en la corte estadounidense, pero sí una de carácter
civil, por medio de la cual se le pretende incautar una propiedad que posee en el
condado de Cameron, en la Isla del Padre, Texas. En este último documento, la
acusación de la fiscalía, a la letra señala:

a) Tomas Jesús Yarrington-Ruvalcaba (hereinafter referred to as “Yarrington”) is


the true owner of Defendant Real Property and Yarrington purchased the De-
fendant Real Property with proceeds traceable to the sale of controlled subs­
tances.
b) During the years 1998 to at least 2005, Yarrington, the former mayor of Mata­
moros, Mexico, Governor of Tamaulipas, and Mexican presidential candidate,
acquired millions of dollars in payments while holding elected office from
large-scale drug organizations operating in and through the Mexican State of
Tamaulipas, and from various extortion or bribery schemes.19

15
Ibid., pp. 3-4.
16
Ibid., p. 6.
17
Ibid., p. 7.
18
Ibid., p. 9.
19
United States District Court, Southern District of Texas, Corpus Christi Division, Civil Case
2:12-cv-00167, Document 1, 22 de mayo de 2012, p. 3. “a) Tomás Jesús Yarrington Ruvalcaba­
(de aquí en adelante referido como “Yarrington”) es el verdadero dueño de la propiedad en dispu­
ta y Yarrington adquirió la propiedad en disputa con recursos que se pueden rastrear hasta la
venta de sustancias controladas, b) Durante 1998 y al menos hasta 2005, Yarrington, quien fuera
alcalde de Matamoros, gobernador de Tamaulipas y precandidato presidencial, adquirió millones
de dólares como pago, mientras ejercía cargos electos, de organizaciones de gran escala del narco­
tráfico que operaban en el estado de Tamaulipas a través de distintos esquemas de extorsión y
soborno”. Traducción libre del autor. El último paréntesis es mío.

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338 Carlos Antonio Flores Pérez

El proceso judicial en las cortes estadounidenses no ha llegado aún a su fin, y


resta por resolver si en todo caso habrá de fincarse uno semejante en suelo mexicano.­
En este último escenario, un factor adicional por verse es si, eventualmente, éste
tendrá un resultado de sentencia efectiva. La duda no es gratuita dados los múlti-
ples ejemplos provistos en estas páginas, de juicios escandalosos y sentencias revo-
cadas. Todo ello, efecto de un proceso de reconfiguración cooptada del Estado para
garantizar la impunidad de los intereses criminales, situación que implica una falla
considerable del mismo y que desgarra profundamente a Tamaulipas, tierra ago-
biada por sus historias de polvo y sangre.

PolvoImprenta16DIC.indb 338 08/01/14 12:12


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362 Carlos Antonio Flores Pérez

El Mañana de Nuevo Laredo


1973h “En Cd. Mier, judiciales federales capturaron un cargamento de 8 toneladas de
mariguana”, 21 de enero, Nuevo Laredo, p. 8, segunda sección.
1973i “Capturó la judicial de Nuevo León cargamento de mariguana y logró capturar
a dos traficantes”, 21 de enero, Nuevo Laredo, p. 8, segunda sección.
1980a “Recibe ‘El Artista’ nueva sentencia”, 10 de mayo, Nuevo Laredo, p. 6, segunda
sección.
1980b “Nuevo coordinador de la Campaña Antidrogas”, 18 de junio, Reynosa, p. 6,
tercera sección.
1980c “En todo lugar hice honor a mi tierra y a mi gente: EMM”, 9 de junio, Nuevo
Laredo, p. 4, segunda sección.
1980d “Transfieren a Sonora al Lic. Juárez Jiménez”, 17 de junio, Nuevo Laredo, p. 5,
segunda sección.
1980e “Patrulla el ejército en Matamoros; MM cierra su campaña”, 30 de noviembre,
Nuevo Laredo, p. 1, segunda sección.
1981a “Comandante de la Interpol, nuevo inspector de policía”, 6 de marzo, Nuevo
Laredo, Tamaulipas, pp. 1 y 11, segunda sección.
1981b “Denuncian ante Gobernación y la pgr, abusos de la Federal de Seguridad”, 20
de mayo, Nuevo Laredo, p. 1, segunda sección.
1982 “Asumió Zolezzi la dirección de la polijudicial”, 16 de abril, Nuevo Laredo, pp. 1
y 6, segunda sección.
1985 “Hirachi Coutiño es buscado por Interpol”, 14 de abril, Nuevo Laredo, pp. 1 y
5, primera sección.
1986a Desplegado sobre el periódico La Tarde, 28 de diciembre, Nuevo Laredo, p. 2,
primera sección.
1986b “‘La Tarde’ seguirá siendo un medio de comunicación independiente y veraz: José
Carlos Aguilar Garza. Luis G. Olloqui, designado director general”,­30 de di-
ciembre, Nuevo Laredo, pp. 1 y 7, sección Locales.
El Mañana de Reynosa
1973a “Narcotraficantes aprehendidos”, 11 de enero, Reynosa, p. 2, segunda sección.
1973b “Averiguación sobre sonado asesinato”, 11 de enero, Reynosa, p. 4, cuarta sección.
1973c “Sorprende al inspector la actuación judicial”, 12 de enero, Reynosa, p. 8, segun-
da sección.
1973d “No hacen caso al fiscal federal”, 12 de enero, Reynosa, p. 8, segunda sección.
1980a “Asumirá el mando militar”, 14 de junio, Reynosa, p. 1, tercera sección.
1980b “Nuevo comandante de la Judicial Federal”, 17 de junio, Reynosa, p. 8, segunda
sección.

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Bibliografía 363

El Mundo
1947 “Una tragedia impresionante registrada en H. Matamoros. La Sra. Gloria Lande­
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de sus hijos y de sus suegros, la dejó moribunda”, 24 de julio, Tampico, p. 1.
El Norte (acceso en línea sólo con suscripción)
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1989b “Delata Chao a otros quince implicados”, 13 de julio, Monterrey, versión en línea.
1990 “Niegan vender protección a narco. ¡Niegan proteger a García Ábrego!”, 21 de
septiembre, Monterrey, versión en línea.
1991a “Amenazan de muerte a reporteros foráneos. Supuestos narcos les exigen salir de
Matamoros”, 29 de mayo, Monterrey, versión en línea.
1991b “Denuncian reos ‘cártel de la charola’”, 30 de mayo, Monterrey, versión en línea.
1991c “Denuncia Carpizo que en Tamaulipas desoyen a cndh”, 6 de junio, Monterrey,
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1993a “Investigan asesinato de ex delegado de pgr”, 2 de febrero, Monterrey, versión
en línea.
1993b “Confiscan bienes a comandante de la pgr”, 9 de febrero, Monterrey, versión en
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1993c “¿Quién es Erick Linares?”, 14 de abril, Monterrey, versión en línea.
1993d “Ponen fin al Cártel de Juárez”, 15 de abril, Monterrey, versión en línea.
1993e “Identifica pgr más sospechosos de asesinar a capo de la droga. Prevén pronta
captura en Matamoros de tres acusados”, 23 de abril, Monterrey, versión en línea.
1994a “Denuncian alianza de senador y cártel”, 13 de octubre, Monterrey, versión en
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1994b “Testifica hoy en EU ex asesor de la pgr”, 25 de agosto, Monterrey, versión en
línea.
1994c “Aprehende la pgr a H. García Ábrego”, 21 de octubre, Monterrey, versión en
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1994 “Investigan a funcionarios de Tamaulipas”, 29 de octubre, Monterrey, versión en
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1995 “Data de juventud amistad de los Salinas con capo”, 7 de junio, Monterrey,
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1996a “Descarta la pj guerra de narcos”, 16 de enero, Monterrey, versión en línea.
1996b “Era buscado en NL desde el 93”, 16 de enero, Monterrey, versión en línea.
1996c “…Y las policías del estado ni sabían”, 16 de enero, Monterrey, versión en línea.
1996d “¿Será de aquí o de allá?: es estadounidense, insiste Relaciones...”, 17 de enero,
Monterrey, versión electrónica.

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364 Carlos Antonio Flores Pérez

El Norte (acceso en línea sólo con suscripción)


1996e “…Y el padre afirma que sí es mexicano”, 17 de enero, Monterrey, versión elec-
trónica.
1996f “Subprocurador toma investigaciones”, 18 de enero, Monterrey, versión en línea.
1996g “Son profesionales del crimen”, 18 de enero, Monterrey, versión electrónica.
1996h “Ese día 17 hace recordar a García Ábrego”, 19 de enero, Monterrey, versión en
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1996i “Admite empresario dar dinero a Raúl”, 28 de enero, Monterrey, versión en línea.
1996j “Renuncia David Cantú”, 29 de enero, Monterrey, versión en línea.
1996k “El cuaderno de ‘El Amable’”, 18 de febrero, Monterrey, versión en línea.
1996l “Lo implica el fbi con García Ábrego”, 22 de febrero, Monterrey, versión en línea.
1996m “Sí, es mi amigo… mi hermano”, 22 de febrero, Monterrey, versión en línea.
1996n “Involucra a David Cantú otra carta de Del Real”, 12 de marzo, Monterrey,
versión en línea.
1996o “Un policía mexicano ‘captura’ narcos y apoyos políticos”, 12 de abril, Monterrey,
versión en línea.
1998a “Regresará Suiza dinero de Raúl”, 28 de marzo de 2008, Monterrey, versión en
línea.
1998b “Revela policía suiza errores de EU-NYT”, 5 de agosto de 1998, Monterrey,
versión en línea.
1998c “Confisca Suiza fortuna de Raúl”, 21 de octubre, Monterrey, versión en línea.
1999a “Investigan a ex delegado de pgr en Tamaulipas”, 30 de junio, Monterrey, versión
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1999b “Breves”, 2 de julio, Monterrey, versión en línea.
1999c “De norte a sur/Breves”, 9 de julio, Monterrey, versión en línea.
1999d “Reconstrucción moviliza a 200”, 11 de julio, Monterrey, versión en línea.
1999e “Denuncian protege pgr a líder de cártel”, 13 de julio, Monterrey, versión en
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1999f “Denuncian guerra interna en la pgr de Tamaulipas”, 7 de agosto, Monterrey,
versión en línea.
1999g “Ordena juez detener a funcionarios de pgr”, 13 de agosto, Monterrey, versión
en línea.
1999h “‘Frena’ pgr investigación sobre droga en Tamaulipas”, 18 de agosto, Monterrey,
versión en línea.
1999i “Dictan a Castro formal prisión”, 19 de agosto, Monterrey, versión en línea.
1999j “Afirma Tomás que no lo conoce”, 19 de agosto, Monterrey, versión en línea.
1999k “Desmienten que Guajardo colabore con Yarrington”, 19 de agosto, Monterrey,
versión en línea.

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2002a “Eliminan ruta de tráfico Colombia-Veracruz-EU”, 28 de mayo, Monterrey, ver-
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2003 “Logra Osiel ascenso veloz tras asesinar a sus aliados”, 15 de marzo, Monterrey,
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2004a “Denuncia Osiel chantaje contra Yarrington”, 19 de octubre, Monterrey, versión
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2012a “Controla ‘El Coss’ al Cártel del Golfo”, 5 de febrero, Monterrey, versión en línea.
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El Regional de Matamoros
1952 “Grandiosa inauguración del Salón Piedras Negras” (anuncio), 6 de junio, Ma-
tamoros, p. 6.
1960a “Juan N. Guerra es buscado en C. Reynosa. Declararon los detenidos en el crimen
del ‘Piedras Negras’”, 17 de abril, Matamoros, página policiaca.
1960b “Juan N. Guerra es buscado en C. Reynosa. Andan tras su pista policías de la
Procuraduría General de la República”, 17 de abril, Matamoros, página policiaca.
1960c “Carlos García (A) ‘La Máquina’ fue capturado hoy en la madrugada”, 19 de abril,
Matamoros, páginas 1 y policiaca.
1960d “La Policía Secreta consignó al fiscal al traficante de yerba”, 19 de abril, Matamo-
ros, p. 4.
1960e “Llegó anoche el investigador especial de la Procuraduría”, 20 de abril, Matamoros,­
pp. 1 y 3.
1960f “Que ‘La Máquina’”, no mató al militar. Sorpresivas revelaciones hacen la esposa
y madre de Carlos García”, 20 de abril, Matamoros, página policiaca.
1960g “‘¿Por qué te declaras culpable de un crimen que no cometiste? ¿Qué acaso no te
importan tus pobres hijos desamparados?’ Dura interpelación de la esposa y la
madre de ‘La Máquina’”, 21 de abril, Matamoros, páginas 1 y policiaca.
1960h “Agentes de Hacienda revisaron expediente de la muerte de Villa Coss. Asimismo,
se comprobó que Juan N. Guerra sí solicitó amparo de la justicia federal”, 7 de
mayo, Matamoros, página policiaca.
1960i “No se presentó a declarar ante el juez Juan N. Guerra”, 11 de mayo, Matamoros,
página policiaca.

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366 Carlos Antonio Flores Pérez

El Regional de Matamoros
1960j “Zeferino Vega y Manuel Duarte se ampararon contra formal prisión”, 13 de
mayo, Matamoros, página policiaca.
1960k “El juez federal le negó el amparo a Juan N. Guerra”, 11 de junio, Matamoros,
página policiaca.
El Siglo de Torreón
2004 “Cae ‘El Kelín’ del Cártel del Golfo”, 29 de octubre, Torreón, versión en línea.
El Sur
2002 “Acusan a Acosta Chaparro y Quirós de 134 homicidios en Guerrero en los 70”,
Acapulco, disponible en <http://www.suracapulco.com.mx/anterior/2002/sep-
tiembre/28/guerrero.htm>.
La Voz de la Frontera
1950a Columna “Bazar”, 13 de julio, Matamoros, p. 3.
1950b “Miguel Solís Alemán es nuevamente comandante”, 21 de julio, Matamoros, p. 1.
Noticiero de Ciudad Victoria
1947a “Comerciante de H. Matamoros que asesina a su joven esposa. Horrible tragedia
que se incubó con los humos del licor y un complejo absurdo”, 24 de julio,
Ciudad­Victoria, p. 1.
1947b “No quedará impune el salvaje asesinato de la señora G. Landeros”, 25 de julio,
Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1.
1947c “Ahora van a ver cómo muere un presidente”, 26 de julio, Ciudad Victoria, p. 3.
1947d “Pide justicia el padre de Gloria Landeros, acusando a todas las autoridades de
Matamoros de estar vendidas o atemorizadas ante el sádico asesino Juan N.
Guerra.­Ningún abogado matamorense se atreve a patrocinar la parte civil, por-
que temen a la familia Guerra. Toda clase de consideraciones se están dispensando­
al criminal, las actas se levantan a su antojo y se le está preparando ya la libertad
bajo caución”, 31 de julio, Ciudad Victoria, p. 4.
1947e “La rápida intervención del Sr. gobernador evitó que quedara en libertad el uxo-
ricida Juan N. Guerra. Cese del Agente del M. Público en Matamoros, por venal
negligencia. Patética carta del padre de la asesinada en la que exhibe la corruptela­
del personal judicial de allá. Salió para Matamoros el nuevo agente del Ministerio
Público, para evitar que se tuerza la acción de la justicia con dinero y las amena-
zas del criminal”, 31 de julio, Ciudad Victoria, p. 1.
1947f “El C. procurador de justicia salió ayer para Matamoros. El gobierno decidido a
restaurar el imperio de la ley en aquella ciudad de la frontera. Quedó sin efecto
el cambio de agentes del M. Público, pues De la Garza Kelly era el defensor de
Juan N. Guerra. Por órdenes expresas del señor gobernador, toda la población ha
sido despistolizada por fuerzas militares de la guarnición local”, 1° de agosto,
Ciudad Victoria, p. 1.

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Bibliografía 367

Noticiero de Ciudad Victoria


1947g “Querían hacer aparecer como muerte accidental el cobarde asesinato de Gloria
Landeros. El agente del M.P. Ciro A. Espinosa y el juez Pompeyo Gómez, par-
ciales al asesino. El procurador, Lic. Z. Fajardo, se concretó a amonestarlos y
ordenó reponer el expediente”, 2 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.
1947h “Entrevista ‘Noticiero’ con el torvo asesino de Gloria. ‘Debías haber matado a los
dos viejos también, pues de la cárcel te saco con dinero’ dijo su padre al criminal.
El Lic. Humberto de la Garza Kelly, es defensor del sombrío y rudo matarife”, 2
de agosto, p. 4.
1947i “Se volcó el automóvil en el que viajaba el señor procurador. El coche se hizo
pedazos, pero sus ocupantes, por fortuna, salieron ilesos. El presidente del Tribu-
nal investigará si el juez de Matamoros ha sido leniente”, 3 de agosto, Ciudad
Victoria, p. 1.
1947j “El juez y el agente del M.P. en Matamoros siguen protegiendo al asesino Juan
N. Guerra. El padre de Gloria Landeros teme ser asesinado, y el abogado que lo
patrocinaba, mejor regresó a Monterrey. ‘Noticiero’ boicoteado por los gangsters;
¡Matamoros pide garantías, señor gobernador”, 4 de agosto,­Ciudad Victoria,
Tamaulipas, p. 1.
1947k “Matamoros, fuera de la ley”, 5 de agosto, Ciudad Victoria, p. 3.
1947l “Que sí se pretendió desvirtuar los hechos en torno al asesinato de Gloria Landeros.
Conclusiones del Sr. Lic. Aguirre Garza. Responsabilidad del agente del M.P. y de
los médicos legistas, patente”, 9 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.
1947m “Nadie acepta la agencia del M. Público, en H. Matamoros. El Procurador no
invadió terreno del tribunal; se concretó a actuar dentro de sus deberes y de la
ley”, 13 de agosto, Ciudad Victoria, p. 2.
1947n “Piden traslado de Juan N. Guerra a la penitenciaría. Lo están dejando ir a dormir
a su domicilio y goza de privilegios. Anarquía en la cárcel de aquel lugar, narrada
por un presidiario”, 16 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4.
1947ñ “La criada de Juan N. Guerra, amenazada. Si ratifica ante el juez todo lo que declaró­
ante el Lic. Aguirre Garza [sic]”, 17 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4.
1947o “El padre de Gloria Landeros admite que ya se empieza a hacerle justicia. Se
muestra agradecido al gobernador y al procurador, por su valiosa intervención.
Asimismo, aplaude nuestra modesta labor de higiene pública y social”, 19 de
agosto, Ciudad Victoria, p. 4.
1947p “El nuevo agente del Ministerio Público en Matamoros, recibió. Se evitará el
escarnio de que el asesino Juan N. Guerra salga a dormir. El Sr. Landeros tiene
un nuevo apoderado que se encargará se le imparta plena justicia [sic]”, 24 de
agosto, Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1.

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368 Carlos Antonio Flores Pérez

Noticiero de Ciudad Victoria


1947q “Renunció el juez primero mixto de la H. Matamoros. Inmediatamente fue nom-
brado para sustituirlo al Sr. Lic. De la Garza. Las investigaciones hechas sobre su
actuación en el caso Guerra, lastimáronlo”, 27 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4.
1947r “El ex agente del M.P. en Matamoros, cómplice de maniobras de Juan Guerra”,­
29 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.
1947s “Ningún abogado se atreve a asesorar a la parte civil en el crimen de Juan N.
Guerra. Carlos Landeros pide a la prensa cooperación para obtener justicia”,­31
de agosto, Ciudad Victoria, p. 4.
1947t “Juan N. Guerra tiene sed de sangre. Amenazó de muerte a un cabo celador. La
peligrosidad del uxoricida llega a límites de locura”, 10 de septiembre, Ciudad
Victoria, p. 1.
1947u “El gobernador sale hoy para H. Matamoros”, 30 de septiembre, Ciudad Victo-
ria, Tamaulipas, p. 1.
1947v “Fue procesado en Jojutla el uxoricida Juan N. Guerra. Por haber herido a un
menor de edad y haber despojado de dos mil pesos a otro delincuente”, 16 de
septiembre, Ciudad Victoria, p. 4.
1947w “Juan N. Guerra perdió un amparo. Lo había interpuesto contra el auto de formal
prisión”, 19 de octubre, Ciudad Victoria, p. 1.
1947x “El Sr. Olloqui regresó de H. Matamoros”, 19 de octubre, Ciudad Victoria, p. 1.
1947y “El procurador de justicia activa el proceso contra el feroz asesino Juan N. Guerra.
Enérgica orden giró al agente del Ministerio Público de H. Matamoros”, 19 de
octubre, Ciudad Victoria, p. 4.
1947z “El feroz asesino Juan N. Guerra hasta en su respectiva celda porta pistola. Informes
que recibió el C. procurador así lo aseguran”, 23 de octubre, Ciudad­ Victoria,­ p. 4.
1947aa “El dictamen de los peritos en balística es adverso al asesino Juan N. Guerra.
Después de minucioso estudio, concluyen que el disparo no fue accidental”, 24
de octubre, Ciudad Victoria, p. 1.
1947bb “Centenares de personas ante la tumba de Gloria Landeros, en Matamoros”, 11
de noviembre, Ciudad Victoria, p. 3.
1947cc “Los gobernadores de Sinaloa y Chihuahua complicados en el contrabando de
drogas. Así como el ex gobernador del territorio norte de Baja California, Alde-
rete”, 17 de noviembre, Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1.
1947dd “El tráfico de drogas”, 20 de noviembre, Ciudad Victoria, p. 1.
1956a Columna “Pizcando”, 3 de marzo, Matamoros, p. 3.
1956b “Dejará la aduana el Lic. Castellanos y ocupará importante cargo, dicen. Hasta
amenazan con el regreso de Cristo Lapier. Versiones de que irá en lugar del Lic.
Armendáriz”, 7 de marzo, Matamoros, p. 1.

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Noticiero de Ciudad Victoria


1956c “Localizado por ‘Noticiero’, Melquiades Sosa se pasea impunemente por las calles
céntricas de H. Matamoros”, 7 de abril, Matamoros, pp. 1 y 4.
1956d “Elegante enlace del señor Edemir Hernández y la señorita Leonor Guerra”, 9 de
abril, Matamoros, p. 5.
1956e Columna “Pizcando”, 28 de abril, Matamoros, p. 3.
1960a “Consignación del ‘caso Piedras Negras’”, 16 de abril, Matamoros, pp. 1-2.
1960b “Dramático careo entre ‘La Máquina’, su madre y su esposa”, 21 de abril, Mata-
moros, pp. 1 y 4.
1960c “El director general de aduanas cesado por proteger a los contrabandistas. Lo
consideraron un obstáculo para la campaña moralizadora”, 30 de abril,
Matamoros,­p. 1.
1960d “La aduana local recibió con gusto el cese de E. Cervantes Altamirano”, 2 de
mayo, Matamoros, pp. 1 y 3.
1960e “Los peces gordos del contrabando están en México. Según las investigaciones es
allá donde están los gordos. Villa Coss estorbaba al mismo director general de
aduanas y por eso fue muerto”, 4 de mayo, Matamoros, páginas 1 y última.
1960f “Posible captura del comandante de la aduana Alejandro Bernal. Resulta culpable
de varios asuntos ‘chuecos’ en Reynosa. Minuciosa investigación lleva a cabo el
hermano del asesinado Villa Coss”, 13 de mayo, Matamoros, pp. 1 y 3.
1960g “Los Villa se enfrentan a los contrabandistas. Dos hermanos más colaboran con
Trinidad jefe de vigilancia. Amplias facultades les dio el Presidente, al que pro-
metieron no ejercer venganza”, 14 de mayo, Matamoros, pp. 1 y 3.
1960h “Nuevos jefes aduanales para sustituir a los Villa Coss”, 24 de mayo, Matamoros,
pp. 1-2.
1960i “Estudia el consulado la ciudadanía de Juan N. Guerra”, 10 de junio, Matamoros,
p. 4.
1960j “L. Mateos interesado en combatir el pistolerismo”, 10 de agosto, Matamoros,­
pp. 1 y 4.
1960k “Guerra al pistolerismo. ¡Interviene la Presidencia! Militares y policías especiales
llegaron de México; comenzaron a actuar hoy mismo. La agresión al comandante
Ramírez Mitchel provocó la intervención directa del presidente López Mateos”,
12 de agosto, Matamoros, pp. 1 y 4.
1960l “Consignan mañana al cobarde matón Treviño Alanís. Temeroso de los militares
prefirió entregarse ayer. Sospechosa actuación del juez Rodríguez Luna; investi-
gación”, 15 de agosto, Matamoros, pp. 1 y 3.
1960m “Destituye la aduana a los mejores y escoge a los peores”, 2 de septiembre, Ma-
tamoros, pp. 1 y 4.

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370 Carlos Antonio Flores Pérez

Noticiero de Ciudad Victoria


1960n “Acabará la anarquía en la aduana”, 15 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4.
1960ñ “Varios homicidas y contrabandistas fichados hoy”, 19 de septiembre, Matamo-
ros, p. 4.
1960o “Juan N. Guerra expresa sus deseos de respetar la ley. Acudió hoy ante los mili-
tares de la Presidencia”, 20 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 3.
1960p “Proseguirá la campaña de despistolización en la región. Procederán sin mira-
mientos en esta cruzada. El contrabando será eliminado también”, 21 de septiem-
bre, Matamoros, pp. 1 y 4.
1960q “Impedirán la entrada de contrabandistas a Estados Unidos. Cancelarán en Mi-
gración sus pasaportes. Enérgica medida para terminar con el contrabando”,­21
de septiembre Matamoros, pp. 1 y 4.
1960r “Prevalece la anarquía en la aduana local”, 24 de septiembre, Matamoros, pp.
1-2.
1960s “Contrabandista de altos vuelos candidato a alcalde en Camargo. No quieren a
Juan P. Salinas como aspirante a presidente. Denuncian sus nexos con grupos de
contrabandistas en toda la región”, 28 de septiembre, Matamoros, pp. 1-2.
1960t “Modificará Hacienda su política en las aduanas. Favorables cambios con la sali-
da del subsecretario Lic. Garduño”, 29 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4.
1960u “No reconsiderarán absurdos ceses en la aduana. Seguirán los substitutos de sos-
pechosa conducta”, 8 de octubre, Matamoros, pp. 1 y 3.
1960v “La voz del tamaulipeco escuchada con cariño en una ceremonia presidencial.­Del
‘Espinazo del Diablo’ llegó el mensaje de cariño y armonía. Profunda experiencia
de la Caravana de Amistad del Pueblo Matamorense; funcionarios­y estados nos
estrechan la mano”, 13 de diciembre, Matamoros, pp. 1 y 3.
1960w “Una prueba de su amistad” (fotografía), 13 de diciembre, Matamoros, p. 1.
Noticiero Diario de la Tarde
1960a “Enérgica batida al contrabando dispone el gobierno federal”, 26 de abril, Ma-
tamoros, pp. 1 y 3.
1960b “Nube de agentes de la Policía Judicial en la frontera”, 27 de abril, Matamoros,
pp. 1 y 3.
1960c “Limpia general de elementos inmorales en las aduanas. Nombran a Juventino
Paredes en lugar de F. García Segovia. Enfrentará el gobierno a los contrabandis-
tas pistoleros fronterizos”, 29 de abril, Matamoros, p. 1
Novedades de Quintana Roo
1993 “En eficaz operativo la policía captura a presuntos asesinos. En la balacera que se
registró en la zona hotelera perdieron la vida dos personas y dos resultaron
heridas”,­13 de abril, Cancún, p. 1A.

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café y lo recibe con ráfagas de metralleta”, 16 de mayo, Reynosa, p. 8A.
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1986a “Asesinaron a dos valientes periodistas de Matamoros. Ernesto Flores Torrijos­y
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1986b “Sindicato de redactores pide a MMH aclare crimen de periodistas”, 19 de julio,
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Difícil­situación de celadores y hasta la del director de la cárcel, según se dice”, 5
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Hoy comparecerá ante el magistrado federal el principal cabecilla y conocido
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Fondo dfs-ips
Versión pública del expediente:
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• Arévalo Gardoqui, Juan, dfs, legajo único.
• Chao López, Rafael, dfs, legajo único.
• Del Toro Rosales, Salvador, ips, leg. 1.
• Espinosa Campos, Casimiro, dfs, legajo único.
• Flores Torrijos, Omar, dfs, legajo único.
• Gárate Legleu, Raúl, dfs, legajo único.
• Guerra Barrera, Advento, ips, legajo único.
• Guerra Cárdenas, Roberto, ips, legajo único.
• Hank González, Carlos, dfs, legs. 1 y 2; ips, leg. 1.
• Mariles Cortez, Humberto, dfs, legajo único.
• Martínez Domínguez, Alfonso, dfs, leg. 6.
• Martínez Manautou, Emilio, dfs, leg. 1; ips, legs. 1 y 2.
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Secretaría de la Defensa Nacional
Archivo Histórico, Departamento de Archivo, Correspondencia e Historia, Archivos
Cancelados
• Exp. XI/111/4-4802, Serrano Santibáñez, Carlos I.
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one thousand, five hundred ninety eight dollars and sixty eight cents), H-95-3182,
United States District Court Southern District of Texas, Houston Division, June 15,
1995, Document 1, p. 2. También
�������������������������������������������������������
se puede acceder al documento con esta informa-
ción: Document 1, Filed in TXSD on 06/15/95.
• Document 125, Filed in TXSD on 02/19/97.
• Document 126, Filed in TXSD on 02/20/97.
• Document 173, Filed in TXSD on 03/07/97.
• Document 195, Filed in TXSD on 03/15/97.

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• Document 214, Filed in TXSD on 04/25/97.


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• Mr. Amigo: <http://mramigo.com/About>.
• Newspaper Archives: <http://www.newspaperarchive.com/>.
• Roberto Polo’s website: <http://www.robertopolo.com>.
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<http://todosobrenarcotraficoenmexico.blogspot.com/2010/03/comunicado-de-el-
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Índice analítico

A agente del Ministerio Público Federal 159,


Aarón Sáenz 101 191, 194, 243, 250, 264, 306, 312,
Abasolo 93, 94, 175 313, 315
Abdón Trejo Nava 234 Agua Caliente 211
Abelardo L. Rodríguez 90, 101 Agualeguas 176, 208, 251, 360
Abelardo Manzo Puente 218 Aguascalientes 207
Abel Cavazos 171 Agustín Aguirre Garza 123, 126, 144, 146,
Acosta Chaparro 188, 315, 316, 317, 350, 147
367 Agustín Alicia 195
Adalberto Julián de la Fuente 312 Agustín Arriaga 113
Adolfo Gleavecke 80 Agustín de Iturbide 73
Adolfo López Mateos 16, 100, 159, 159, Agustín García López 137
170, 174, 176, 177, 196, 206, 207, Agustín Legorreta 103
221, 223, 278, 281 Aida Ltd. 281
Adolfo Moreno 106 Akumal 115, 284, 285
Adolfo Orive Alba 101 Alberto Aldrete 134
Adolfo Ruiz Cortines 16, 99, 102, 126 Alberto Bom Bustamante 212
Adriana Salinas de Gortari 293 Alberto Carrera Torres 83
Adrián Sada 280 Alberto Guerra González 305
aduana(s) 52, 56, 73, 75, 81, 134-140, Alberto López 195
154, 157, 160, 161, 163, 168-170, Albino Quintero Meraz 298, 300, 308,
174-176, 204, 218, 246, 267, 271-273, 322
306, 362, 371, 372 Alcides Ramón Magaña El Metro 308
Aeronáutica Civil de México 166 Alejandro Barrantes 212
Aeronaves Reforma 164 Alejandro Bernal Garza 161, 174
Aeropuerto Internacional de la Ciudad de Alejandro Gómez Maganda 99
México 254 Alejandro Prieto 80
Agapito González Cavazos 157, 163 Alejandro Zorrilla González 201
Agencia del Ministerio Público Federal Alemania 45, 46, 50, 54, 56-58
191 Alexander Lerma 141

383

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384 Carlos Antonio Flores Pérez

Alex Pérez 257 Angelina Urbina Vivaños 312


Alfonso Ailloud 201 Ángel Trinidad González 295
Alfonso Corona del Rosal 198, 207 Aníbal Pérez Vargas 244, 245, 261
Alfonso Domene 205 Aniceto Villanueva 123
Alfonso Martínez Domínguez 8, 207, 217, Antiguo Morelos 93, 94
218, 219, 220, 250 Antonio Ávila 295
Alfonso Montemayor 178 Antonio Barrera Salinas 195
Alfonso Navarrete Prida 226, 311, 313 Antonio Canales 80
Alfonso Peña Argüelles 336 Antonio Carrillo Flores 99, 213
Alfonso Solís Bolaños 162 Antonio Díaz Lombardo 101, 111
Alfonso Treviño 135 Antonio Galindo Ochoa Musa 246
Alfredo Alarcón 177 Antonio Guerra 175
Alfredo Aponte 315 Antonio Guerrero Velázquez 174
Alfredo Ayala Trujillo 257 Antonio Jiménez 106
Alfredo Gutiérrez 166 Antonio Ortiz Mena 7, 99, 105, 208, 158,
Alfredo Raya Barragán 229 159, 163, 164, 165, 166, 167, 209,
Alfredo Salinas Navarro 253 213, 216, 177
Álvaro Obregón 85, 87, 100 Antonio Peña Argüelles 17, 336, 337
Amado Carrillo Fuentes 189, 278, 279, Antonio Rábago 83
291, 293, 301, 302, 307, 315, 322 Antonio Ramírez 245, 373
Amador Garza 152 Antonio Rocha Cordero 214
Amador Manzo Estévez 218 Antonio Sánchez Torres 233
Amelia Zolezzi 154 Antonio Toledo Corro 178, 228
América Central 195 Antonio Zorrilla Pérez 247
American Express Bank International Archivo General de la Nación (agn) 9, 15,
267, 268 16, 18, 19, 86, 106, 198, 235, 304,
American Metals Company 112 305, 380
Américo Villarreal Guerra 153, 174, 177, Archivos Nacionales 214
244, 261, 264, 265, 266 Ariel Herrera Bustamante 318
Amleto Battisti 165 Arizona 133, 227, 382
Amperio Castellanos Santana 257 Armando Moreno G. 374
André Pons 165 Armando Ramírez 257
Andrés Domínguez Álvarez del Castillo Arnoldo Gutiérrez 178
165 Arnulfo 85, 98, 135, 137
Andrés Osuna 85 Arnulfo Martínez Lavalle 135
Andrés Serra Rojas 99 Arnulfo R. Gómez 85, 98
Ángel Carvajal 99 Arteaga, Michoacán 195

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Índice analítico 385

Arturo Baizábal Maldonado 304 Banker’s Trust Company 267


Arturo Beltrán Leyva 322 Bank of New York 267, 269
Arturo Cortés Villada 305, 361 Banorte 279
Arturo Flores Loera 289 Banque Edmond 279
Arturo Guzmán Loera el Pollo 322 Banque Pictet 279
Arturo Martínez Herrera el Texas 225 Barclay’s Bank 267, 268
Arturo Pedroza Aguirre 294 Bar Piedras Negras 153, 155, 163, 242,
Arturo Saavedra Sánchez 267 245, 268, 302
Arturo Salgado Cordero 303 Bartolo Rodríguez 204
Asarco 112 Bear Stearnes 267
Asociación Algodonera Mexicana 177 Bellville 74
Asociación de Periodistas de Matamoros Benito Juárez 256
236 Benito Juárez Ochoa 172
Asociación de Uniones de Crédito 177 Benjamin S. White 135, 383
Asociación Mexicana de Banqueros 101 Ben Smith 103
Asociación Nacional de Actores 144 Berlín 75
Augusto Cárdenas 154, 197, 206 Bernardino Brizuela 124
Augusto Gómez Villanueva 200 Bertha Cárdenas 154
Augusto Pinochet 61 Bertha Reyes 305
Aurelio Soto Huerta 310, 311, 312, 313, 316 Beto Guerrero 305
Austin 173, 341 Blanca Estela Salazar de Lara 189
Automagnético, S.A. 103 Boca del Río 106, 107
Avitec 284 Bolivia 51, 56, 57, 64, 186, 187, 362
bolivianos 58
Bonifacio Salinas Leal 119, 122, 126, 127,
B 149, 156, 170, 204, 205, 208, 209
Braulio Maldonado 99, 222
Badiraguato, Sinaloa 217 Brazos de Santiago 74
Baja California 81, 82, 91, 129, 133, 134, Brownsville 75, 76, 78, 79, 139, 152, 153,
136, 182, 183, 208, 210, 216, 221, 159, 168, 173, 174, 176, 232, 233,
222, 225, 243, 248, 249, 304, 307, 234, 246, 253, 254, 257, 258, 266,
316, 345, 347, 370, 376 309, 336, 341, 378, 379
Banco Interamericano de Desarrollo 167, Bruno Pagliai 103, 167
384 Burgos 93, 95
Banco Mundial 26, 49, 63, 65, 340 Buró Federal Antinarcóticos 59, 60, 62
Banco Nacional de Crédito Urbano 99 Bustamante 93, 95, 124, 212, 318

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386 Carlos Antonio Flores Pérez

C Cártel de Cali 227, 249


Cártel de Juárez 300, 301, 302, 307, 308,
Café Matamoros 153, 154, 361 322, 358, 364
Caimsa 269, 318 Cártel de la Charola 262
Cámara de Comercio 114, 172, 177, 178 Cártel del Golfo 131, 7, 8, 18, 20, 130,
Cámara de Turismo 172, 174 197, 198, 225, 228, 231, 234, 241,
Camargo 72, 74, 75, 76, 77, 93, 95, 148, 242, 255, 278, 284, 285, 291, 294,
169, 170, 193, 194, 245, 250, 372, 373 295, 297, 299, 307, 311, 325, 333,
Cameron 141, 168, 257, 337 334, 336, 337, 351, 357, 366, 367, 368
Candelario Garza 86 Cártel de Medellín 226, 254, 255, 256
Candelario Reyes 117 Casa de Cambio Colón 267, 269, 270
Cándido Aguilar Garza 98, 149, 150, 195, Casa de Cambio Multiva 269
218-220, 225, 227, 232, 304-308, 360, Casimiro Espinosa Campos 8, 226, 228,
362 229, 230, 231, 232, 233, 234, 235
Cándido de la Torre 166 Casino Laredense 114
Canuto Ibarra 212 Casino Matamorense 178
Carla del Ponte 279 Castro Aparicio 310, 311, 312, 313, 314,
Carlos Aguilar 124, 192, 215, 216, 217, 315, 316, 317, 356
222, 224, 228, 238, 304, 305, 307, Celerino Peña Garza 195
359, 360, 361, 363 Central Intelligence Agency (cia) 110,
Carlos Arteaga García 238 341
Carlos Cuevas 105 Centroamérica 164
Carlos Franco Sodi 100, 214 Centro de Inteligencia Antinarcóticos
Carlos F. Salinas Domínguez 202 278, 278, 281, 177
Carlos García 156, 157, 367 Centro de Investigación y Seguridad Na-
Carlos González Moreno 201 cional 19
Carlos Hank Rohn 279, 280, 281 Centro Federal de Readaptación Social de
Carlos Herrera 116 Almoloya de Juárez 266
Carlos Landeros 139, 141, 143, 145, 147, Centro Nacional contra las Drogas de la
148, 150, 151, 152, 197, 369 pgr 302
Carlos Peralta 279, 280, 352 Cerralvo 208
Carlos Salinas Lozano 176 Cervecería Moctezuma 157
Carlos Torres Ibarra 133 César de la Garza 245, 260, 264, 373, 375
Carmelo Avilés Pérez 301 César López de Lara 84, 86, 118
Carmen Oralio 310, 313, 315, 316, 356 César Reyes Villarreal 295
Carmen Romero Rubio 81 Charles Lucky Luciano 165
Carmen Villares de Guzmán 167 Charles R. Porter 152
carrancismo 83, 84 Charro Days 173, 384

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Índice analítico 387

Chetumal 216, 302, 361 228, 230, 255, 262, 293, 299, 300,
Chihuahua 75, 77, 81, 91, 99, 101, 129, 339, 342, 343, 347, 360, 365, 373
133, 134, 136, 213, 215, 221, 248, comisionado de Seguridades e Intercambio
301, 316, 352, 370 173
chilenos 59, 61 Comisión Federal de Electricidad 164
Chuy Sánchez 212 Comisión Kefauver 108
Ciro Domínguez 159 Comisión Local Agraria 86
Ciro Espinosa 141, 143, 147, 148 Comisión Nacional de Derechos Huma-
Citibank 279, 281, 282, 355, 357 nos 248, 321, 382
Ciudad de México 105, 107, 110, 113, Comisión Nacional del Maíz 98
119, 126, 132, 135, 167, 175, 187, Comisión Texana del Buen Vecino 173
189, 192, 207, 232, 283 Comité Ejecutivo Nacional 90, 207
ciudad Díaz Ordaz 190 Comité Pro Puerto Marítimo 177
Ciudad Madero 92, 95, 124, 182 compañía 57, 112, 113, 114, 115, 139,
Ciudad Miguel Alemán 136, 157, 159, 149, 164, 166, 211, 225, 233, 234,
161, 174, 175, 176, 190 261, 270, 281, 283
Ciudad Satélite 107 Compañía Nacional de Subsistencias Po-
Ciudad Victoria, Tamaulipas 85, 134, pulares (Conasupo) 208
139, 142, 143, 144, 145, 146, 147, Confederación Nacional Campesina 149,
148, 149, 150, 151, 197, 342, 343, 265
368, 369, 370 Confederación Nacional de Organizacio-
Clara Lerma 141 nes Populares 251
Claudio de la O. 246, 252 Congreso de la Unión 77, 118, 120, 121,
Claudio Robles Ochoa 166 155, 205, 207
Cleodomiro Peña 194 Congreso federal 261
Clínica Raya 229, 231, 232, 233, 234, Conrado Castillo 90
235, 238, 239, 303 Consejo Agrarista Mexicano 209
Club de Leones 178 Consejo Nacional de Población 182
Club de Sembradores de Amistad 178 Consejo Nacional de Turismo 102, 159,
Club Rotario 178 173
Coacalco 209 Consejo Noruego para Refugiados 41,
Coahuila 75, 77, 81, 83, 92, 93, 98, 126, 344
155, 174, 190, 218, 225, 289, 315, 367 constitucionalistas 83, 84, 97
Coalición Nacional Revolucionaria 171, Corpus Christi, Texas 152
196 corte federal 17
Colima 223 Cosa Nostra 108
Colombia 42, 44, 45, 51, 57, 61-64, 130, Costa Rica 51, 167

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388 Carlos Antonio Flores Pérez

Cotulla, Texas 219 Dirección de Investigaciones Políticas y


Coyuca de Catalán 253 So­ciales 19, 176, 202, 208, 209, 213,
Cristo Lapierre 138 218, 220, 221, 223
Cruillas 95 Dirección de Investigación y Seguridad
Cruz Roja 154 Na­cional 202
Cuba 61, 62, 114, 165, 167, 175, 345, Dirección Federal de Seguridad (dfs) 8,
374 16, 19, 54, 156, 158, 160, 165, 167,
cubanos 59, 60, 61, 62, 63, 65, 165, 166, 202, 210, 222, 225
167 Dirección General de Aduanas 169
Cuernavaca, Morelos 103 Dirección General de Investigaciones de
Culiacán, Sinaloa 189, 227 Narcóticos 243, 255, 269
director de Información y Turismo 177
director general de Aduanas 160
D director general de Investigación de Deli-
tos Contra la Salud 248, 263
Dallas Rupe and Son 114 director general de Pemex 101, 134
Daniel Ulloa Campos 250, 251 Distrito Federal 16, 99, 121, 132, 140,
Daniel Ulloa González 306 166, 211, 218, 247, 249, 335, 382
David Cantú Díaz 288 D.J. DeLagrave 132
David Franco Rodríguez 185 D.M. Nacional 103
David-Laura 285 Dolores Córdoba 255
David Molina Jaramillo 190 Domingo Ávila 295
David Peña Cantú 161 Domingo Serna 245, 373
Delmiro Villarreal 178 Donald Ferrarone 291
Dennis Deconsini 227 Don Francisco 291
Departamento de Asuntos Agrarios y Co- Donnie Marshall 319
lonización 200 Don Paco, El Tío 291
Departamento de Estado 132, 137, 173 Durango 74, 100, 134, 177, 215, 266,
Departamento del Distrito Federal 99, 177
121, 211, 218
Departamento del Tesoro 113, 132
Departamento de Materiales de Guerra E
165
Department of State 383 Ecuador 56, 58, 186-189, 361
Desiderio Cerda 297 Edemir Hernández 154, 370
Diego Navarro Rodríguez 267 Edmundo Arriaga López 185
Dionisio Sáenz 177 Eduardo Costilla 337

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Índice analítico 389

Eduardo García Villalón 269 Emilio Martínez Manatou 221


Eduardo Garduño 158, 163, 164, 169 Emilio Portes Gil 20, 85, 86, 87, 111,
Eduardo Guajardo Longoria 313, 314 112, 115, 116, 138, 140, 173, 198,
Eduardo Livas Villarreal 205 199, 207, 208
Eduardo Rendón López 312 Emilio Villarreal Guerra 177
Eduardo Valle 303 Enrique Benítez Vargas 165
Edward Meese 227 Enrique Camarena Salazar 189, 225, 243,
Efraín Cervantes Altamirano 160 319
Elba Villa de Lara 189 Enrique Canudas 122
El Borrego 219 Enrique Cárdenas González 180, 199, 200,
El Canelo 133, 134, 200 201, 202, 218, 220, 246, 267
El Coyote 270 Enrique Carrola Antuna 158, 163
El Diplomático 175 Enrique L. Canseco 90
Eleazar Díaz Bazán 194 Enrique Olivares Santana 207
Eleazar Hernández 310 Enrique Ortiz Castillo 229
El Garateño 125 Enrique Parra Hernández 103, 105, 118,
El Granma 175 134, 138
Elías García García 252, 254 Enrique Rolón 161
Eligio Esquivel Méndez 222 Enrique Santillana Santillana 247
Elmer García Rossel 255 Ensenada 221
Elmer Snell García 190 Erasmo Jaimes 194
El Mezquite 283 Erasmo Tovar 251
El Norte 16, 176, 178, 222, 223, 249, Erick Linares Villa 302
255, 261, 262, 263, 364, 266, 279, Ernesto Elizondo 124, 172
280, 283, 287, 288, 290, 297, 300, Ernesto Flores Torrijos 8, 235, 236, 239
302, 303, 304, 305, 309, 311, 312, Ernesto Fonseca Carrillo 189, 225, 301,
313, 314, 315, 318, 320, 321, 325, 319
365, 366 Ernesto Peralta Uruchurtu 99
El Popular 234, 235, 236, 263 Ernesto Urtusuástegui 116
El señor de los tráilers 296 Escuela Nacional de Jurisprudencia 153
El Tahuachal 140 Escuela Nacional Preparatoria 98, 99
El Venado 270 Estado de México 102, 202, 207, 208,
Emiliano Fernández Garay 155 209, 211, 212, 266, 277, 308, 319
Emilio Azcárraga Vidaurreta 103 Estado Mayor Presidencial 162, 169, 218,
Emilio Bolaños Díaz 166 303
Emilio Gamboa Patrón 303 Estados Unidos 16, 17, 25, 39, 41, 44, 46,
Emilio López Parra 216, 217, 230, 234, 51, 57-63, 68, 69, 76, 77, 78, 97, 108,
243, 254 109, 113, 114, 130, 135, 140, 168,

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390 Carlos Antonio Flores Pérez

169, 172, 185, 187, 190, 192, 195, Fernando Gutiérrez Barrios 158, 172, 210,
211, 214, 219, 226, 228, 229, 251, 222, 223
253, 256, 257, 267, 268, 271, 272, Fernando López Arias 100, 118, 158, 159,
273, 276, 277, 278, 281, 282, 283, 162, 214
285, 286, 298, 300, 305, 306, 308, Fernando Martínez 226, 251, 252, 255
309, 319, 320, 322, 323, 339, 340, Fernando Martínez el Aguacate 226, 251,
341, 344, 349, 350, 355, 372, 374 255
estadounidenses 58, 62, 67, 74, 76, 77, Fernando Talavera 178
78, 79, 108, 109, 112, 133, 135, 185, Ferrero Enamel de México 103
186, 191, 192, 201, 217, 227, 228, Filipinas 45, 50, 167
229, 253, 272, 273, 275, 283, 296, Financiera y Fiduciaria Bush 114
319, 336, 338 First City Bank 267, 268
Eugenio Hernández Flores 318, 335 Fiscalía Especializada para la Atención de
Eulalio Vela 80 Delitos Contra la Salud 296
Eutimio Rodríguez 121 Fiscalía Especial para Movimientos Socia-
Everardo Perales Ríos 192 les y Políticos del Pasado 192
Ezequiel Padilla 104, 204 Florentina 189
Florentino Cuéllar 172
Florida 59, 60, 61, 66, 165, 349
F Foglio Miramontes 134
fraccionamiento Las Brisas 208
Facultad de Jurisprudencia 99, 289 Frago Sandoval 178
Facundo Hernández 195 Francia 46, 51, 58, 89, 165, 167, 187,
Federico Chapoy 124 279, 280, 353
Federico Martínez Manautou 210, 354 Francis Burton Harrison 57
Federico Ponce Rojas 264 Francisca Lerma 141
Felipe 155, 158, 160, 269, 236, 237, 316, Francisco Alcalá Quintero 166
236, Francisco Camacho Herrera 262
Felipe A. Flores 236, 237 Francisco Carrera Torres 85
Felipe García Segovia 155, 158, 160 Francisco Castellanos Tuexi 89, 116, 118,
Félix Díaz 83 138, 140, 168
Ferdinand Von Seiffert 75 Francisco Cayuela Villarreal 250, 374
Fernando Buch de Parada 103 Francisco Chavarría 212
Fernando Cantú García 190 Francisco Cortés Delgado 201
Fernando Casas Alemán 99, 115 Francisco Cortinas 253
Fernando de la Jara Martínez 224 Francisco Covarrubias 197
Fernando Garza Guzmán 287, 290 Francisco Galindo Ochoa 207, 246

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Índice analítico 391

Francisco García González 192 Gabriel Ramos Millán 98, 99, 103, 110
Francisco García Vega 257 Gabriel Suárez 209
Francisco González de la Vega 100, 122, García Montes 191
134 Gaynelle Griffin Jones 273
Francisco González Villarreal 85 Genaro Vázquez Rojas 188
Francisco Guerra 270 Genovevo Martínez 124
Francisco Gurrola 132 George Bush 173
Francisco I. Madero 83 George Gavito 263
Francisco Javier Bernal López 193 Germán Cortés de Lara 165
Francisco León de la Barra 83 Germán Rosas 212
Francisco Martínez Cárdenas 219 Germán Yépez 258, 259, 260
Francisco Pérez Monroy 266 Gilberto Figueroa 212
Francisco Quiroz Hermosillo 315 Gilberto Garza García 300
Francisco R. Serrano 98 Gilberto R. Limón 119
Francisco Treviño González 190 Gilbert Salinas 300, 357
Francisco Vázquez Gómez 83 Glenn Garret 173
Francisco Villa 155 Global Financial Integrity 66, 343
Franco 100, 124, 185, 186, 212, 214, 245, Gloria Landeros Olivera 139
373 Gómez Farías 93, 95
Franco Olivier 212 Gonzalo de Sandoval 71
Frank Costello 108 Gonzalo Garza 194
frontera 59, 61, 67, 69, 73, 74, 76, 77, 78, Gonzalo N. Santos 214
79, 80, 81, 82, 92, 93, 94, 111, 129, Gran Partido Demócrata de Tamaulipas
133, 135, 143, 155, 157, 160, 161, 86
174, 179, 182, 183, 185, 190, 191, Green Mountain 268, 269
195, 197, 257, 259, 286, 296, 334, Gringo Sánchez 259
345, 347, 366, 367, 368 Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales
Fulgencio Batista 62, 114, 165 292, 317, 319
Fundación Miguel Alemán 98, 214, 215, Grupo Especial de la Presidencia de la Re-
341, 385 pública 162
Fund for Peace 26, 45, 385 Grupo Financiero Interacciones 279
Grupo Financiero Serfín 280
Guadalajara 211, 218, 225, 248, 301, 322
G Guadalupe Galván 171
Guadalupe Haro Cervantes 148
Gabriel Ángel Gutiérrez Portillo 310, 312 Guanajuato 100, 210, 214
Gabriel F. Legorreta 204 Guasave 212

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392 Carlos Antonio Flores Pérez

Guatemala 85 Héctor Ponce Sánchez 114


Guayaquil, Ecuador 189 Héctor Santos Herrera 295
Guerra 7, 16, 20, 21, 42, 77, 83, 97, 109, Hemeroteca Nacional 9, 17, 235, 239
139-145-165, 168-174, 178, 192, 193, Henry Lawrence Kinney 74
196-198, 201-206, 216, 221, 222, 225, Heriberto Lazcano 337
227-238, 250, 252, 255, 261, 263-270, Herminio Ahumada 167
272, 276, 278, 281, 284, 286, 287, Hernán Cortés 71
294, 297, 299, 302, 304-313, 367- heroína 61, 135, 167, 186, 187, 189, 190,
371, 375, 378 191, 193, 253, 336, 352, 362
guerra de Vietnam 185 Herramientas de Acero 103
Guerra Fría 43, 109 Hidalgo 71, 74, 75, 78, 93, 95, 198, 236
Guerrero 42, 74, 88, 95, 99, 126, 174, Hilario Guillén Araujo 253
187, 188, 251, 253-255, 262, 276, Hilton Continental 138
302, 303, 304, 305, 308, 342, 343, 367 hipódromo Agua Caliente 138, 210
Guillermo García González 191 Homero Villasana 289
Guillermo González Calderoni 225, 248, Horacio Brunt Acosta 290
249, 288, 289, 305, 306, 307 Horacio Garza Garza 266
Guillermo Ortiz Rubio 174 Horacio Vázquez García 190
Guillermo Robles Liceaga 249 Hospital Alfredo Pumarejo 229
Guillermo Salazar Ramos 249 Hospital Durango 266
Gustavo Díaz Ordaz 102, 151, 181, 196, Houston, Texas 17, 226, 228, 231, 239,
203, 206, 208, 209, 218, 246 241, 256, 257, 258, 271, 273, 275,
Guy Ray 109, 113, 383 302, 305, 377
Gypsy’s 302 Huastecas 85
Hugo Andrés Araujo 267
Hugo Pedro González 88, 89, 90, 91, 116,
H 117, 118, 119, 120, 122, 124, 125,
138, 142, 145
H.A. Gilpin 74 Hugo Ramón Pimentel 246, 374
Harlingen, Texas 258, 269 Humberto Benítez Treviño 247
Harrison 58 Humberto de la Garza Kelly 143, 144,
Harry Anslinger 60 196, 368
Harry S. Truman 108 Humberto García Ábrego 284, 290, 291,
H. Cabildo de Matamoros 236 292, 293, 352
Héctor Berrellez 226 Humberto Mariles Cortés 167
Héctor el Güero Palma 247 Humberto Salazar Cárdenas 201
Héctor García Rosales 253, 255 Humberto Serrano Pérez 209

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Índice analítico 393

I Jaumave 93, 95, 117


Javier Coello Trejo 226, 243, 248, 249,
Ignacio Carrillo Prieto 192 263
Ignacio Chávez 213 Javier Duarte 315, 316, 385
Ignacio Morales Lechuga 265 Javier Ramírez Mitchel 162, 163
Impulsora de Turismo de Baja California Jean Luis Cantor 280
221, 222 J. Edgar Hoover 108
Indalecio Ríos 262 jefe máximo 89
Inés García 195 Jerges Michel 165
Instituto Federal de Acceso a la Informa- Jesse Rodríguez 273, 275
ción 16 Jesús Beltrán 212
Instituto Mexicano del Seguro Social 101, Jesús Canavati Tafich 278
197 Jesús Chuy Espinoza 227
Instituto Nacional de Combate a las Dro- Jesús de la Garza 177
gas 292 Jesús de la Mora 124
Instituto Nacional de Migración 255 Jesús Galindo 158, 160
Irma Treviño 269 Jesús Garduño 211
Isabel Torres Parra 152 Jesús González Lugo 119
Isidro Aman Vega 201 Jesús Gutiérrez Rebollo 292, 315
Isidro González Saldaña 173 Jesús Medina Zavala 255
Isidro Guerson Osuna 314 Jesús Pérez Güemez 236
Isidro Mejía 194 Jesús Ramírez 124
Islas Caimán 267, 268, 269, 281, 317 Jesús Roberto Guerra Velasco 174, 193,
Ismael Zambada García 308 197, 221, 232, 234, 235, 236, 237, 238
Iusacell 279, 352 Jesús Rodríguez 124, 172
Ivon Lavand 165 Jesús Rodríguez Moreno 124
Jesús Torres Espejo 287
Jesús Vidales Marroquín 134, 135, 137
J Jiménez 86, 95, 106, 224, 363
Joaquín el Chapo Guzmán Loera 247
Jaime Cárdenas González 201, 246 Joaquín Gordillo Peniche 165
Jaime Rajid Gutiérrez Arreola 310 Joaquín Hernández Galicia 220
Jaime Requena 263 Joaquín Salvador Galván Suárez 248
Jaime Villarreal Tijerina 191 John Alessio 138, 210, 211
Jalisco 211, 218, 219, 225, 248, 251, 295, John Joyce 256
298, 304, 307, 320, 321, 322, 352 Jones-Miller 58
Janet Reno 319 Jorge Antonio Bielba 168

PolvoImprenta16DIC.indb 393 08/01/14 12:12


394 Carlos Antonio Flores Pérez

Jorge Calderón Frías 312 José López Portillo 181, 198, 201, 206,
Jorge Cárdenas González 200, 220, 221 213, 215, 218, 246, 281, 282
Jorge Carpizo 261, 303 José Luis Larrazolo 247
Jorge Carrillo Olea 265 José Luis Nassar Daw 277
Jorge Cerón Vergara 262, 264 José Luis Sosa Mayorga 262, 295
Jorge García Peralta 124 José Luis Tejeda 107
Jorge Hank Rohn 303 José Luis Weber 257
Jorge Lire Recio 158 José Manuel Rodríguez Lorrabaquio 251
Jorge Madrazo Cuéllar 313, 315 José Manuel Zozaya 72
Jorge Max Castillo 236, 237 José María Carbajal 78
Jorge Pasquel 103, 104, 110, 111, 134, José María Guardia 210, 359
137, 152 José Ma. Zárate Leal 123
Jorge Rojo Lugo 198 José Pérez Mendoza 174
Jorge Salazar Cárdenas 201 Joseph Marie Córdoba Montoya 303
Jorge Stergios 272, 278 José Ramos Lozano 147
Jorge Tello Peón 321 José Rumbo 195
Jorge Viesca Palma 103, 108 José Sandoval 149
Jorge Zumaya Hernández 312 José Yee Pérez 166
José Adame Lozano 147, 150, 152 J. Paul Getty 108
José Adolfo de la Garza Robles 291 Juan Alberto Larrazolo 247
José Antonio Bernal 321 Juan Andrew Almazán 204
José Carlos Aguilar Garza 192, 238 Juan Arévalo Gardoqui 221, 222, 305
José Castro Estrada 99 Juan Bautista Zolezzi Argüelles 154
José Contreras Subías 225 Juan Beltrán 162
José Cruz Contreras 205 Juan B. García 154
José del Avellano 201 Juan Carlos de la Peña Gómez 295
José E. Quintana 116 Juan Carlos Ramírez Abadía Chupeta 249
José Figueres Ferrer 167 Juan Collado 276, 277
José Francisco Ruiz Massieu 201, 267, 271, Juan de Dios Hinojosa 124
276, 277, 280 Juan Espino 194
José Guadalupe Herrera Bustamante 318 Juan Fernández Albarrán 171
José Guadalupe Salazar 255 Juan F. Trujillo 162
José Infante 156 Juan García Ábrego 8, 17, 21, 140, 174,
José Isabel López Rivas 310, 312 176, 192, 198, 201, 217, 221, 224-226,
José Ives Soberón 261 228-234, 238, 241-243, 248, 249,
José Juan Domene 205 251-259, 262-279, 284, 286-288, 290,
José L. Morante 84, 85 291, 294, 295, 298, 299, 302, 303,

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Índice analítico 395

305, 307, 309, 310, 312, 313, 317, Las Amarillas 270
318, 320, 321, 332, 334, 238, 239 Las Brisas 208, 275
Juan García González 106 Las Vegas 62, 226
Juan Gastélum Castro 202 Laura Bush 285
Juan Gómez Lemus 136 Lauro Aguirre 84
Juan Gómez Sariol 136, 204 Lauro Balderas 175
Juan González 174-177, 193, 194, 208, Lauro Rendón Valdez 123
278 Lauro Villalón de la Garza 126
Juan Guerrero Villarreal 126 Lázaro de la Garza Camargo 148
Juan Jesús Posadas Ocampo 322 Leo Joseph Dorney 164, 166
Juan José Esparragoza Moreno 322 Leonel Longoria 170
Juan José Tamez Fuentes 251 León F. Gual 116
Juan Manuel Lizardi García 295 Leopoldo Bello López 231
Juan Martín del Campo 201 Leopoldo del Real Ibáñez 287
Juan P. Salinas 169, 170, 372 Leopoldo Sánchez Celis 8, 178, 205, 207,
Juan Ramón Gurrola 132 209, 211-213, 216, 294
Juan Rodríguez Gallegos 190 Leopoldo Sánchez Duarte 213
Juansanta Martínez Lerma 312 Leopoldo Tapia 168
Julio R. Osuna de León 119 Leticia Martínez de González 283
Julio Sánchez Vargas 214 Ley Federal de Acceso a la Información 19
Julius Bèer Bank 279 Liga de Comunidades Agrarias 90
Junta Federal de Conciliación y Arbitraje Liga de las Naciones 57, 58, 60
103 Lima, Perú 187
Junta Federal de Mejoras Materiales 108, Lino González Pérez 205
154, 177 Llera 72, 95, 117, 118, 119, 123, 148
Juventino Cavazos 190 Lomas de Chapultepec 105
Juventino González Ramos 205 Lomas Taurinas 307
Lorenzillos 302
Lorenzo Mayoral Pardo 166
L Lorenzo Salas Medina 315
Los Ángeles, California 377
La Habana, Cuba 165, 175 Los Corrales 253
La Marina Vieja 218 Los Halcones 217, 218, 351
La Perota 195 los Mochis 212
La Pita 270 Los Zetas 315, 316, 317, 324, 325, 333,
Laredo, Texas 114, 132, 152, 187, 285, 334, 336
305, 377 Los Zorros 260

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396 Carlos Antonio Flores Pérez

Louie Welch 173 Manuel Bazán 171


Lucas González Tijerina 163, 169 Manuel Cavazos Lerma 153, 174, 250,
Luciano Ibarra Córdoba 116 266, 269, 284, 306, 307, 317, 318,
Lucio Blanco 83 335, 354
Lucio Cabañas 188 Manuel de la Paz Carrillo 135
Lucio García 106 Manuel Díaz Escobar 217, 218, 220, 351
Lucrecia de Aramburuzabala 282 Manuel Duarte Araujo 155
Luis Bello Bando 166 Manuel García García 224
Luis Caballero 83, 84, 85, 86 Manuel Gómez Pedraza 73
Luis de la Barrera Moreno 218 Manuel G. Toro Flores 168
Luis Echeverría Álvarez 193, 199 Manuel Gual Vidal 101
Luis Esteban García Villalón 243, 248, Manuel Guzmán Willis 124, 126
255, 353 Manuel Mayoral 132
Luis Ferrer 291 Manuel Muñoz Rocha 267
Luis G. Olloqui 238 Manuel Ocaña 228, 360
Luis Gutiérrez Oropeza 218 Manuel Parra 107
Luis H. Ávila 152, 177 Manuel Payno 76
Luis Medrano 227, 254, 259, 262, 295 Manuel Peláez 85
Luis Pérez de la Rosa 249 Manuel Rangel Escamilla 19, 133, 138,
Luis Soto Silva 243, 248, 249, 262 164, 171, 207, 221, 222
Manuel Suárez Domínguez 187
Manzanillo 223
M Marbella Guerra 173
Marcela Bodenstedt Perlick 302
Magdalena Ruiz Pelayo 275, 277 Marcelino Guerrero Cano 302
Magdaleno Aguilar 91, 116, 123, 171, Marcelino Inurreta 132, 165
196 Marcelo Caraveo 85
Magnolia Petroleum Company 114 Marcial Garza Sarabia 175
Mainero 81, 93, 95, 116 Marco Antonio Díaz de León 251
Manlio Fabio Altamirano 107 Marco Antonio Hernández Rivera 295
Mante, Tamaulipas 151 Marco Antonio Muñoz Turnbull 100
Manuel Amozorrutia Silva 224 María del Carmen Olivella 268
Manuel A. Ravizé 199, 203, 204 María Eulogia Cavazos Garza 154
Manuel Ávila Camacho 16, 97, 104, 105, María Francisca Guerra Lerma 141
106, 112, 115, 117, 380 María Judith Pontón Guerrero 262
Manuel Ayala Ayala 238 Mariano Arista 74
Manuel Ayala García 238 Mariano González Gutiérrez 201
Manuel Bartlett 235 Mariano Herrán Salvatti 297

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Índice analítico 397

María Teresa C. de Landeros 139 Mérida, Yucatán 158


María Teresa Polo 283 Metalever 103
mariguana 61, 67, 129, 135, 159, 185, Mexicali 210, 221, 249
186, 187, 188, 189, 190, 191, 193, Meyer Lanski 165
194, 195, 203, 224, 225, 251, 277, Miami, Florida 165
296, 299, 350, 362, 363 Michoacán 195, 251
Marinos Mexicanos, S.A 164 Mier, Tamaulipas 194, 195
Mario Alberto Cueva Cerpa 247 Miguel Alemán González 98, 142, 341
Mario Arturo 188, 315, 316 Miguel Alemán Valdés 16, 20, 51, 70, 97,
Mario Benavides Caballero 288 112, 115, 116, 118, 119, 134, 150,
Mario Flores 201, 205 151, 152, 167, 173, 174, 176, 204,
Mario Garza Ramos 156 209, 210, 222, 285, 299, 300, 304,
Mario Martínez Carrouche 178 305, 327, 380, 379, 381
Mario Ruiz Massieu 8, 17, 271-278, 280 Miguel Alemán Velasco 214
Marte R. Gómez 91, 111, 116, 117 Miguel Ángel Aguilar López 313
Martha María del Carmen Hernández Miguel Ángel Chávez 264
202, 382 Miguel Ángel Félix Gallardo 202, 211, 216,
Maseca 208, 209, 279 225, 319
Matamoros, Tamaulipas 136, 138, 140, Miguel Ángel Lerma 269, 270, 317, 318
141, 152, 153, 154, 155, 156, 157, Miguel de la Madrid 236, 244, 276
158, 159, 160, 161, 162, 163, 166, Miguel Guajardo 173
168, 169, 170, 177, 178, 197, 198, Miguel Henríquez Guzmán 150
206, 224, 232, 233, 235, 238, 248, Miguel Nazar Haro 167, 222, 223
285, 287, 289, 302, 305, 319, 322, Miguel Silva Caballero 249
336, 345, 355, 362, 367, 370, 371, Miguel Treviño Emparán 162, 177
372, Miguel Treviño Morales 336, 337
matanza del Jueves de Corpus 218 Miquihuana 93, 95
Matías Guerra 83 Mocambo 106, 107
Maurice C. Holden 132, 383 Montemorelos, Nuevo León 195
Maximato 97 Monterrey, Nuevo León 78, 152, 175,
Mazatlán, Sinaloa 177, 212, 215 176, 192, 195, 197, 219, 223, 230,
McAllen 226, 227, 267, 268, 284, 351, 243, 249, 280, 284, 286, 287, 288,
355 289, 290, 300, 317, 341, 352, 364,
Medellín 225, 226, 254, 255, 256 365, 366
Melchor Ocampo 208 Morelos 93, 94, 95, 103, 149, 302
Melchor Perrusquía 108 motel El Virrey 190
Melquiades Sosa 153, 361, 370 Mr. Amigo 173, 379, 385

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398 Carlos Antonio Flores Pérez

N 232, 233, 248-251, 267, 270, 280,


284, 286, 287, 288, 289, 290, 294,
Nacional Financiera 99, 112, 208 300, 304, 305, 309, 317, 321, 323,
Nacional Hipotecaria 105 341, 343, 352, 363-367
Nancy F. Atlas 273 Nuevo Santander 72, 73
Nancy Milburn 281
Narciso Campos Millet 158
National Archives 382 O
National Lead Company 112
nazis 341 Oaxaca 251
Nepomuceno Cortina 79 Ocampo 93, 95, 208, 322
Neville G. Penrose 113 Octavio Felizes Jeri 187
Newark, Nueva Jersey 275 Octavio Singlaterry Sánchez 261
New England Fuel and Oil Company of Octavio Villa Coss 7, 140, 154, 158, 159,
Mexico 112, 114 161, 167, 170, 171, 172, 176, 198, 237
Newspaper Archives 17, 115, 385 oficial mayor del gobierno del Estado 211
Nicolás P. Canavati 175 Oficina de Asuntos Mexicanos 173
Norberto Treviño Zapata 198, 171, 172, Oficina de las Naciones Unidas contra las
177, 205, Drogas y el Delito 68
Norberto Uriegas 126 Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas
Norma Alicia Espinosa Campos 231 185
Norma Moreno Figueroa 8, 235, 236 Oficina Federal de Hacienda 159, 162, 166,
Nueva España 73 201
Nueva Jersey 42, 271, 275, 278 Oficina Fiscal del Estado 173, 198, 246
Nueva York 9, 25, 41, 43, 57, 59, 67, 74, Ojinaga 301
104, 108, 267, 268, 275, 281, 283, Olga Sánchez 293
339, 342, 343, 344, 345, 377, 378 Oliverio Chávez Araujo 252, 253, 254, 255,
Nuevo Laredo, Tamaulipas 114, 129, 134, 257, 258, 260, 261, 263, 264, 266, 375
137, 187, 250, 190-195, 203, 204, Omar Flores Torrijos 235
206, 216, 220-228, 232, 234, 248, Operación Cóndor 215, 217
250, 251, 255, 262, 266, 267, 276, Operación Intercepción 185
304, 305, 306, 307, 309, 310, 359, Operación Pacífico VII 227
360, 361, 362, 363 Organización de las Naciones Unidas 40,
Nuevo León 16, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 345
92, 93, 168, 119, 122, 152-154, 171, Orizaba 107
175-178, 183, 189, 192, 194, 195, Óscar Díaz Rodríguez 290
197, 203, 205, 208, 216, 217, 218, Óscar Flores Sánchez 301
219, 220, 222, 223, 224, 225, 230, Óscar López Olivares 229, 234, 254

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Índice analítico 399

Óscar Malherbe 262, 263, 292, 293, 303 Perú 50, 55, 56, 58, 63, 186, 187, 362
Osiel Cárdenas Guillén 8, 21, 202, 203, Phelps-Dodge 112
242, 297, 298, 308, 309, 311, 312, Piedras Negras 152, 153, 155, 156, 163,
313, 319, 320, 323, 324, 332, 337 268, 270, 302, 305, 370, 174
Oswaldo Fourzán Márquez 265 Plácido Guerra 140, 141, 144, 145, 148,
176
Plan de Tuxtepec 80
P Polanco 105
policía de la ciudad 213, 260
Pablo Acosta Villarreal 301 Policía Federal de Caminos 223, 296
Pablo Aramburuzabala 281, 282, 283 Policía Fiscal Federal 166
Pablo Bush Romero 113-115, 285 Policía Judicial del Distrito Federal 140, 382
Pablo Macías Valenzuela 129, 134 Policía Judicial del Estado 154, 162, 188,
Pablo Valdez Maciel 195 194, 195, 232, 234, 237, 244, 245,
Pachuca 107 260, 263, 264, 265, 287, 288, 290,
Padilla 93, 95, 104, 164, 165, 166, 204 294, 305, 306, 309, 318, 321
Palmillas 93, 95 Policía Judicial Federal 135, 158, 160,
Parás 208 185, 186, 187, 192, 193, 215, 216,
Partido Acción Nacional 120 224, 225, 228, 230, 233, 235, 243,
Partido Antirreeleccionista 83 247, 248, 249, 251, 254, 262, 277,
Partido de la Revolución Mexicana 96 278, 284, 287, 289, 290, 295, 303,
Partido Demócrata 84, 86 312, 315, 361
Partido Liberal de Tamaulipas 83 Policía Secreta Cubana 166
Partido Nacional Revolucionario 87 Pompeyo Gómez 123, 142, 143, 144,
Partido Pro Unidad Cubana 167 145, 146, 147, 368
Partido Revolucionario Institucional 35, 201 Porfiriato 7, 60, 69, 71, 221, 340
Pascual Gutiérrez Roldán 166 Porfirio Castillo Delgado 244, 261, 264,
Pascual Ortiz Rubio 89 265, 266, 305, 306
Patricio Reyna 124 Porfirio Díaz 78, 80, 83
Pedraza 73, 124, 165 Poza Rica 162
Pedro Avilés Pérez 301 Praxedis Balboa Gojon 118, 123, 172, 173,
Pedro Canavati 175 206
Pedro Cavazos 245, 373 Presidencia de la República 35, 83, 87, 97,
Pedro Ojeda Paullada 214 102, 106, 132, 162, 168, 170, 174,
Pedro Vázquez Colmenares 202 196, 197, 205, 210, 214, 215, 248,
Pemex 101, 113, 114, 134, 166 279, 280, 289, 290, 301, 345
Pepsi Cola Mexicana, S.A. 166 Private Asset Management Inc 281

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400 Carlos Antonio Flores Pérez

Procuraduría de Justicia Militar 315 Ramón Beteta 101, 104, 134


Procuraduría General de Justicia del Dis- Ramones, Nuevo León 194
trito Federal 16, 140, 141, 382 Ramón Guerra 77
Procuraduría General de Justicia del Es­ Ramón Ortega 190
tado 156, 244, 245, 250, 261 Ramón Peña Loza 195
Procuraduría General de la República 90, Ramón Rodríguez 174
134, 156, 159, 166, 185, 188, 189, Ramón Uriarte 262
192, 213, 226, 233, 243, 246, 247, Raúl Álvarez 297
249, 273, 279, 295, 350, 367, 379 Raúl Bailleres 103
Prodeconsa 270, 318 Raúl Gárate Legleu 127, 134, 142, 170,
Programa Nacional de Solidaridad 284 172, 174, 196, 197, 205, 214, 238, 306
Puebla 85, 196 Raúl Garza González 177
Raúl López Sánchez 98, 99
Raúl Lozano Contreras 172
Q Raúl Loza Parra 306, 307
Raúl Mendiolea Cerecero 213, 215, 216,
Querétaro 71 301
Quintana Roo 82, 115, 158, 216, 285, Raúl Morales Cadena 153, 174, 245, 306
301, 302, 308, 335, 361, 372 Raúl Morales Farías 124, 153, 155, 157,
172, 174, 245, 306
Raúl Salinas de Gortari 267, 274, 277,
R 278, 280, 353
Raúl Salinas Lozano 176, 177, 207-209,
Rafael Cárdenas 85 273, 275, 276, 278,
Rafael Caro Quintero 223, 319 rebelión de Agua Prieta 85, 142
Rafael Chao López 222, 223, 224, 230, rebelión delahuertista 87
247, 287 Refugio Hernández 263
Rafael Fernández García 169 regente de la ciudad de México 211, 247
Rafael Legorreta 123 Regino Vargas González 249
Rafael Mancera 166 Reino Unido 45, 50, 57, 113, 340
Rafael Muñoz Talavera 301 Relaciones Exteriores 57, 101
Rafael Olvera 295 República Dominicana 165
Rafael Romero 232 Republic International Bank 267, 268
Rafael Sierra de la Garza 205 resguardo aduanal 155
Rafael Villarreal 89, 90 Revolución cubana 60, 61
Ramiro García Eugenio 310, 312 Revolución mexicana 20, 34, 69, 71, 83,
Ramón Barrientos 305 96, 110, 196, 197, 341, 344

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Índice analítico 401

Reyes Pruneda (familia) 192, 193 Rolando Rojas 167


Reynosa, Tamaulipas 174, 191, 194, 195, Roma, Texas 190
202, 216, 217, 227, 230, 231, 236, Rómulo Cuéllar 80
237, 239, 244, 245, 246, 248, 249, Ronald Reagan 227
250, 252, 253, 254, 256, 257, 259, Rosa Alicia Reyes 305
260, 261, 262, 263, 264, 265, 266, Rosa de Castilla 153, 378
270, 310, 313, 373, 374, 375, 376 Rosa Lilia Lara Pérez 189
Ricardo Aguirre 268, 270 Rosalinda Silva 268
Ricardo Condelle Gómez 205 Rostuca Holdings Ltd. 281
Ricardo Salinas Pliego 280 Rubén García Robles 269, 270, 318
Ricardo Zolezzi Cavazos 154, 159, 162, Rubén Zarazúa Rocha 287
232, 234, 236, 237, 238
Richard King 80
Richard Nixon 185 S
Rico Pani 164
río Bravo 73, 74, 79, 193, 194, 256, 362 Salón Piedras Negras 152, 367
río Nueces 74 Salvador Contreras Martínez 190
Ritz 169 Salvador del Toro Rosales 192, 193, 232,
Roberto Chapa 232 233, 234, 249
Roberto Galván Melquizo 270 Salvador Martínez Peña 265
Roberto González Barrera 208, 209, 279, Samuel Rosoff 103
280, 281 San Antonio, Texas 152, 187, 191, 192
Roberto Hoyo 166 San Carlos 93, 95
Roberto Polo 281, 282, 283, 355, 356, Sandra Luz Violante 262
385 San Fernando 72, 95, 133, 152, 182, 200,
Roberto Rangel Gutiérrez 202, 382 227, 236, 250, 267, 283
Roberto Sánchez Duarte 211 San Luis Potosí 71, 214
Roberto Torres 297 San Luis Río Colorado, Sonora 216
Rodolfo Larrazolo Rubio 246, 247, 318 San Nicolás 93, 95
Rodolfo León Aragón 235, 249 San Pedro de Roma 175
Rodolfo Torre Cantú 334 Santiago G. Barrera 175
Rodrigo Esparza Cristerna 247 Santiago Tequixquiac 209
Rogelio Hirachi Coutiño 225 Saturnino Cedillo 85
Rogelio Miguel Figueroa Velázquez 312 Saúl Hernández 242, 302
Rogelio Puentes Martínez 190 Sebastián Barriguete Andrade 160
Rogerio de la Selva 99, 118, 125, 137, 204 Secretaría de la Presidencia de la República
Rojo Gómez 198 205

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402 Carlos Antonio Flores Pérez

Secretaría General de Gobierno 122, 123 Sinaloa 75, 129, 134, 177, 178, 189, 207,
secretario de Agricultura 112, 116, 279 211-217, 222, 223, 225, 227, 294,
secretario de Bienes Nacionales 99 177, 295, 298, 300, 301, 303, 304,
secretario de Educación Pública 101 316, 319
secretario de Gobernación 97, 99, 105, Sobrevigilancia Aduanal 154, 160
107, 108, 117, 126, 210, 235 Sócrates Campos Lemus 192
secretario de Hacienda 99, 101, 134, 165, Sócrates Rizzo 287, 288, 289, 354
166, 208 Solidaridad 284, 285
secretario de Hacienda y Crédito Público Sonora 81, 85, 129, 216, 221, 224, 228,
99, 101 247, 315, 316, 352, 363
secretario de Industria y Comercio 176 Soto la Marina 72
secretario de la Defensa Nacional 119, spp 250
221, 305 subprocurador general de justicia del Esta-
secretario de la Presidencia de la República do 153
210 subprocurador general de la República
secretario del Trabajo y Previsión Social 99 122, 193, 226, 243, 264, 272
secretario de Recursos Hidráulicos 101 subsecretario de Fauna y Recursos Fores­
secretario de Salubridad y Asistencia 205, tales 99
206 subsecretario de Ganadería 101, 215
Sedena 315, 317, 357 subsecretario de Gobernación 99, 223
Segunda Guerra Mundial 97, 114, 164 subsecretario de la Defensa Nacional 118,
Semanario Zeta 40 119
Sergio Arturo Mendoza 258 subsecretario de Relaciones Exteriores 101
Sergio García Ramírez 227 Suiza 45, 50, 57, 267, 268, 272, 279, 280,
Sergio Gómez 254, 291, 294 281, 282, 283, 353, 357, 362, 365, 366
Servando Canales 80 Suprema Corte de Justicia de la Nación 99,
Servicio de Inteligencia Militar Cubano 152, 243
165 Supremo Tribunal de Justicia del Estado
Servicios Aéreos del Centro 284 123
Servicio Secreto 158, 160 Susan Kempner 273
Severo Ramírez Gutiérrez 255 S. Walter Washington 383
shcp 161, 163
Sigmund Freud 57
Silvino Aguirre Fierro 302 T
Silvio Brussolo 244, 263
Simona Reyes Pruneda 193 Tampico 75, 78, 82, 84, 85, 92, 94, 95,
Simón Villar 314 113, 114, 117, 119, 120, 124, 125,

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Índice analítico 403

126, 134, 136, 139, 148, 182, 201, Tony González 173
204, 207, 267, 364 Torreón, Coahuila 190, 218, 367
Tancol, Tamaulipas 217 Transportes Refrigerados D.I. Calderón B.
Taurus 269 de Sinaloa 257
Teléfonos de México 101, 138 Tribunal Superior de Justicia 99, 100,
Televisión Azteca 280 143, 144, 146, 147, 214
Terrance Leonhardy 173 Tribunal Superior de Justicia del Distrito y
Tesorero General del Estado 124 Territorios Federales 214
Texas 15, 17, 74, 76, 77, 78, 79, 80, 113, Trinidad Villa 161
114, 132, 139, 152, 153, 168, 173, Tristán Canales 125
174, 176, 178, 187, 190, 192, 193, Tubos de Acero de México 103
216, 217, 218, 219, 225, 226, 228, Tula 83, 93, 95
231, 232, 233, 234, 238, 239, 253, Tuxpan 219
254, 256, 257, 258, 266, 267, 269,
271, 272, 273, 276, 278, 284, 285,
287, 301, 302, 304, 305, 306, 309, U
310, 336, 337, 341, 345, 350, 362,
363, 376, 377, 378, 379, 383, 384 Universidad Autónoma de Coahuila 289
Thadeus Rhodes 80 Universidad de Harvard 43
Tiburcio Garza Zamora 116, 126, 127, Universidad Nacional Autónoma de Mé­
149, 156, 170, 172, 173, 196, 197, xico­ 213
205, 207, 245, 306
Tijuana 39, 73, 136, 138, 182, 185, 210,
216, 221, 225, 243, 248, 307, 319, V
339, 340, 345, 347, 376
Tito Reséndez Treviño 261, 264 Valentín Barrera 175
Tito Valencia 315 Valle Hermoso 182, 201, 295
titular del Ejecutivo federal 36 Venustiano Carranza 85, 98, 142
Tlacotalpan 107 Venustiano Guerra 123, 153
Tlaxcala 110 Veracruz 71, 73, 78, 97, 98, 99, 100, 102,
Tlaxcalantongo, Puebla 85 103, 105, 106, 107, 108, 116, 133,
Tomás Morlet 242, 243 214, 300, 308, 315, 366
Tomás Yarrington Ruvalcaba 17, 250, Vicente Fox 281, 315, 320
266, 284, 307, 312-314, 318, 320, Vicente Villasana 120
335-337 Víctor García 269, 270
Tony Canales 273, 274 Victoriano Huerta 83

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404 Carlos Antonio Flores Pérez

Villa Coss 7, 140, 154, 155, 156, 157, X


158, 159, 160, 161, 162, 163, 167,
170, 171, 172, 176, 198, 237, 367, Xicoténcatl 92, 95
371, 381, Xicoténcatl Leyva Alemán 136
Villagrán 93, 95
visitador general 138, 160, 249, 250, 272,
278, 374
visitador general de Aduanas 160 Y

Yucatán 158, 160, 248, 249, 355


W

Wagonner Carr 173 Z


Walter Thurston 107
White Horse Investments 268 Zacatecas 74, 75, 306
William de Jesús Botero Maya 262 Zeferino Fajardo 122, 139, 141, 143, 145,
William King 173 146, 150
William O’Dwyer 108 Zeferino Vega Cantú 155, 158, 161, 163,
Woodrow Wilson 58 168, 169
W.W. Chapman 76 zona militar 162, 170, 188

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Mapas 405

PolvoImprenta16DIC.indb 405 08/01/14 12:12


406 Carlos Antonio Flores Pérez

Güemez

PolvoImprenta16DIC.indb 406 08/01/14 12:12


Mapas 407

PolvoImprenta16DIC.indb 407 08/01/14 12:12


408 Carlos Antonio Flores Pérez

PolvoImprenta16DIC.indb 408 08/01/14 12:12


Mapas 409

PolvoImprenta16DIC.indb 409 08/01/14 12:12


HISTORIAS DE POLVO Y SANGRE
GÉNESIS Y EVOLUCIÓN DEL TRÁFICO DE DROGAS
EN EL ESTADO DE TAMAULIPAS

¿Cuáles son las razones que han hecho del estado de Tamaulipas una de
las regiones arquetípicas en términos de tráfico de drogas y violencia aso-
ciada a este fenómeno? Los procesos históricos que condujeron a la con-
solidación de estos fenómenos en Tamaulipas derivan del establecimiento
temprano de prácticas corruptas consolidadas por personajes que mantu-
vieron un amplio ascendiente sobre la entidad desde los años cuarenta.
El tráfico de drogas y su violencia no irrumpieron hace pocos años en
el escenario regional: estuvieron presentes desde tiempo atrás, auspicia-
dos por actores que las instituciones de seguridad y procuración de justi-
cia mexicanas habían detectado desde hace varias décadas.
El propósito de este libro es mostrar esos procesos y ubicar a los perso-
najes que —a partir de la evidencia contenida en documentos guberna-
mentales ahora públicos y en fuentes hemerográficas— parecen compartir
la responsabilidad histórica del desbordamiento institucional que hoy día
enfrenta esa entidad.
Éste es un trabajo que pretende ser útil tanto al investigador especiali-
zado como al público en general que puede interesarse en la materia y
en las implicaciones que ésta ha tenido para su vida cotidiana y la de sus
seres queridos, pues aborda una de las causas fundamentales de la vio-
lencia que hoy padecemos: la suplantación del interés público por intere-
ses de orden criminal en las instituciones que pretendidamente deberían

HISTORIAS DE POLVO Y SANGRE


velar por el bienestar de la comunidad.

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