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Prólogo: Los fuertes brazos rodearon su cuerpo con una necesidad palpable, Jimin
percibió la desesperación al verlo, a él, su único y más grande amor, el hombre de
su vida. Taehyung le dedicó una sincera, pero ahora triste sonrisa cuadrada, nada lo
llenaba más de dicha que ver a su pequeño, aún sabiendo que tal vez ese día sería el
último. Shinge estaba siendo la culpable de su desdicha, la mujer que le dio la vida
se convertiría en su verdugo, lo obligaría a casarse con un hombre que no ama para
salvar la empresa familiar. En cuanto se enteró de los planes de su madre, Jimin
corrió a los brazos de Taehyung esperando que él pudiera consolarlo.
Taehyung besó su cien y asintió comprensible, esperaría lo que fuera, pero ahora
que se casaría con otro lo que menos tenían era tiempo. No le costó mucho llegar a
una sola conclusión. Pegó su frente con la suya y respiró profundamente, solo
esperaba que Jimin aceptara su propuesta.
—Escápate conmigo —susurró sin despegar sus frentes—. Te llevaré a donde sea,
te pondré a salvo y podremos estar juntos como siempre hemos querido.
Jimin sonrió, tenía que admitir que también pensó en esa posibilidad, pero no se
atrevía a decir sus pensamientos, cuando no sabía, hasta dónde sería capaz de llegar
Taehyung por su amor. Su corazón se extendió de felicidad y besó a su novio con
emoción.
—Por favor, no me hagas esto —suplicó una última vez mientras estaba en el suelo
vestido de blanco.
Shinge desvió la mirada, nada de lo que dijera iba a cambiar el hecho de que ese día
se casaría, tuvo mucha suerte al escuchar lo que su hijo y Taehyung estaban
planeando mientras hablaban por teléfono, ese mismo día huirían. Ahora todo
estaba perdido, condenado a permanecer con un hombre que no amaba y que ni
siquiera conocía.
—Vamos niño, arruinarás tu maquillaje. —Lo jaló de la mano para que se pusiera
de pie y lo miró fría, parecía como si ella no fuera su madre, no podía creer que su
sufrimiento no le causará nada. Jimin limpió sus lágrimas a regañadientes y la miró
con desprecio—. ¿Crees que iba a permitir que te escaparas con ese don nadie?
Hijo, eres muy estúpido. —A ella solo le importaba el dinero, la distinción que
podría ofrecerle y lo que los demás pensaran de ello.
Después de arreglar su maquillaje, el rubio fue guiado hasta el jardín donde sus
padres, el juez y su futuro esposo esperaban por él. Al final del altar divisó al
hombre que se convertiría, en ese momento, en la persona que más odiara en el
mundo, ese que le había arrebatado todo. Caminó firme, pero temeroso hasta él, lo
miró por primera vez y pasó por alto su atractivo porque realmente eso no le
interesaba, ahora estaría atado a una persona sin escrúpulos que solo le importaba
su propia satisfacción, no creía que hubiera otro motivo por el cual lo obligara a
casarse con él, ¿amor? Ni siquiera se conocían.
—¿Por qué está llorando? —Jungkook lo miró preocupado, Jimin era hermoso no
había duda, pero su semblante triste lo descolocó, se suponía que él sabía del trato
¿no?
—Está sensible por la boda —Shinge mintió y miró a su hijo quien no hizo ningún
comentario, ¿tenía algún caso hacerlo? Jimin sabía que no, tampoco era como si
creyera que al hombre le importara como se sentía.
—¿Qué pasa, Jimin? —le preguntó intrigado, pero antes de que pudiera responder,
Shinge llegó a ellos interrumpiendo la plática, no le convenía que Jungkook supiera
la verdad, aún no.
Jimin miró la gran residencia de la que Jungkook era dueño, no había querido
hablar en el auto y ahora que estaban en la recámara de él, menos. Cheon lo atribuía
al nerviosismo, casarse sin conocerse era complicado, pero si los dos se gustaban
como se lo hicieron creer todo iría bien. Se alistó para la noche de bodas, mentiría si
dijera que no estaba impaciente, su sueño hecho realidad estaba ahí, frente a él, pero
apenas tocó el hombro del rubio, este se sobre saltó de la impresión y lo miró con
sus ojos aterrados. Él no quería esto, no quería entregarse a un hombre sin amor,
entonces Jungkook lo entendió, demasiado tarde para su suerte.
—¿Te obligaron a casarte conmigo? —Jimin mordió su labio, soltó unas lágrimas y
asintió. No creía que él no supiera del engaño, pero su rostro decepcionado le decía
que así era.
—Si deshace el matrimonio la ayuda que nos prometió... —Cheon la miró con
desprecio y desvió la mirada hacia el señor Bak, quien se había mantenido en
silencio por la vergüenza que sentía, y no con Jungkook o su esposa, sino con su
propio hijo, él no se merecía cargar con sus problemas, no era justo.
—El trato está roto. —El señor Bak se mantuvo firme, sabía que conllevaría esa
decisión, embargarían la casa, la empresa y todos sus vienes, se quedarían en la
calle, literalmente y Jimin estaba muy consciente de eso. Su papá podría recaer de
nuevo por su enfermedad, les había advertido el doctor que no podía tener mas
preocupaciones. No quería ver a su padre de nuevo sobre una cama enfermo.
—Espera... Jungkook...
Todas las miradas se posaron en él, aún con lágrimas en los ojos se paró firme y se
dirigió a su hora esposo, no podía permitir que su padre perdiera todo, había tomado
una decisión que cambiaría su vida para siempre, pero no le importaba porque si él,
se podía sacrificar, lo haría.
—Siempre estuve de acuerdo con la boda solo me asusté cuando usted... ya sabe...
no lo conozco y preferiría que avanzáramos más despacio.
Jungkook estaba seguro de que mentía, Jimin quería salvar la empresa de su padre y
aunque, no fuera el tipo de hombre que tomara algo a la fuerza, tenía que admitir
que aquel chico lo tenía mal. Desde la primera vez que lo conoció en una reunión de
sociedad quedó encantado con él, y es que sus ojos color azul, sus labios carnosos y
esa anatomía que a cualquier hombre volvería loco lo había cautivado duramente.
Tenía la esperanza de que Jimin llegaría amarlo, con dedicación y amor lo
conseguiría, así que volvió a aceptar el trato. El rubio abrazó a su padre
fuertemente, y este le respondió con el corazón en la mano, no quería que su único
hijo se sacrificara, pero que más podía hacer si todo estaba perdido.